Las responsabilidades de los líderes y obreros (17)

Punto 12: Detectar con prontitud y precisión a las diversas personas, acontecimientos y cosas que perturban y trastornan la obra de Dios y el orden normal de la iglesia; pararlos y restringirlos, y darles la vuelta a las cosas; asimismo, compartir la verdad de manera que el pueblo escogido de Dios desarrolle discernimiento por medio de estas cuestiones y aprenda de ellas (V)

Las diversas personas, acontecimientos y cosas que trastornan y perturban la vida de iglesia

IX. Dar rienda suelta a la negatividad

Hoy continuamos nuestra charla sobre la duodécima responsabilidad de los líderes y obreros: “Detectar con prontitud y precisión a las diversas personas, acontecimientos y cosas que perturban y trastornan la obra de Dios y el orden normal de la iglesia; pararlos y restringirlos, y darles la vuelta a las cosas; asimismo, compartir la verdad de manera que el pueblo escogido de Dios desarrolle discernimiento por medio de estas cuestiones y aprenda de ellas”. En relación con los diversos trastornos y perturbaciones que surgen en la vida de iglesia, la última vez hablamos sobre el octavo punto: difundir nociones. Hoy hablaremos del noveno: dar rienda suelta a la negatividad, que también se escucha con frecuencia en la vida cotidiana. De manera similar, cuando en la vida de iglesia se presentan afirmaciones o actos relacionados con este punto, también deben restringirse y pararse, porque dar rienda suelta a la negatividad no edifica a nadie, más bien, afecta, perturba y ocasiona pérdidas a las personas. Por lo tanto, dar rienda suelta a la negatividad es algo negativo y su naturaleza es similar a la de otros comportamientos, acciones y afirmaciones que perturban la vida de iglesia. También puede perturbar a las personas y generar impactos adversos. Nadie puede edificar ni beneficiar a otros al dar rienda suelta a la negatividad; solo produce efectos dañinos y puede afectar el desempeño normal de los deberes de las personas. Por consiguiente, una vez que esto se presenta en la iglesia, debe igualmente pararse y restringirse, y no debe ser tolerado ni alentado.

A. ¿Qué significa dar rienda suelta a la negatividad?

Veamos primero cómo debe entenderse y discernirse el hecho de dar rienda suelta a la negatividad. ¿Cómo deberíamos discernir este punto? ¿Qué comentarios y manifestaciones de las personas constituyen dar rienda suelta a la negatividad? Sobre todo, la negatividad de la que dan rienda suelta las personas no es positiva, es algo negativo que contradice a la verdad y es algo causado por su carácter corrupto. Tener un carácter corrupto conduce a dificultades en la práctica de la verdad y en la sumisión a Dios, y debido a estas dificultades, se revelan en las personas pensamientos negativos y otras cosas negativas. Estas cosas se producen en el contexto de su intento de practicar la verdad; son pensamientos y puntos de vista que afectan y obstaculizan a las personas cuando tratan de practicar la verdad, y son cosas totalmente negativas. Independientemente de cuánto parezca que se ajustan a las nociones del hombre y que son razonables, estos pensamientos y puntos de vista negativos no provienen de la comprensión de las palabras de Dios, y mucho menos son el conocimiento vivencial de Sus palabras. Por el contrario, los produce la mente humana, y no están en absoluto de acuerdo con la verdad. Por lo tanto, son cosas negativas, adversas. La intención de las personas que dan rienda suelta a la negatividad es encontrar multitud de razones objetivas para su fracaso en la práctica de la verdad, a fin de ganarse la simpatía y la comprensión de los demás. A diversos niveles, estas afirmaciones negativas influyen sobre la iniciativa de las personas para la práctica de la verdad y la obstaculizan, e incluso pueden impedir que muchas la practiquen. Estas consecuencias y los impactos adversos hacen que estas cosas negativas sean aún más merecedoras de ser caracterizadas como adversas, en oposición a Dios y totalmente hostiles hacia la verdad. Algunas personas no logran desentrañar la esencia de la negatividad, y piensan que es normal mostrarla con frecuencia y que no tiene gran efecto en la búsqueda de la verdad de la gente. Este tipo de pensamiento es un error; de hecho, tiene un efecto muy grande, y si la negatividad de alguien se convierte en algo demasiado difícil de soportar para esa persona, puede fácilmente conducir a la traición. Esta terrible consecuencia es causada nada menos que por la negatividad. Entonces, ¿cómo se debe discernir y comprender el dar rienda suelta a la negatividad? Sencillamente, dar rienda suelta a la negatividad es desorientar a las personas e impedirles practicar la verdad; es el uso de tácticas suaves, de métodos aparentemente normales para desorientar a las personas y ponerles obstáculos. ¿Acaso no es esto perjudicial para ellas? Desde luego que lo es, profundamente. De este modo, dar rienda suelta a la negatividad resulta ser algo adverso, es condenado por Dios; esta es la interpretación más simple de dar rienda suelta a la negatividad. Entonces, ¿cuál es el componente negativo de dar rienda suelta a la negatividad? ¿Qué cosas son negativas y susceptibles de tener un impacto nocivo en las personas, de causar perturbaciones y daños a la vida de iglesia? ¿Qué incluye la negatividad? Si las personas tienen una comprensión pura de las palabras de Dios, ¿contendrán alguna negatividad las palabras que comunican? Si la gente tiene una actitud de verdadera sumisión hacia las circunstancias dispuestas por Dios para ellos, ¿contendrá entonces alguna negatividad su conocimiento de estas circunstancias? Cuando comparten con todos su conocimiento vivencial, ¿contendrá alguna negatividad? Desde luego que no. Con respecto a todo aquello que se presente en la iglesia o a su alrededor, si las personas son capaces de aceptarlo de parte de Dios, adoptar el enfoque correcto y una actitud de búsqueda y sumisión, ¿albergarán su conocimiento, comprensión y experiencia de lo que sucede algún elemento de negatividad? (No). Absolutamente no. Entonces, considerando esto, ¿qué es exactamente la negatividad? ¿Cómo puede entenderse? ¿No encierra la negatividad aspectos de esta naturaleza, de la desobediencia, la insatisfacción, las quejas y el resentimiento humanos? Los casos más graves de negatividad también incluyen resistencia, desobediencia y hasta clamor. Expresar comentarios que contengan estos elementos puede describirse como dar rienda suelta a la negatividad. Por lo tanto, a la luz de estas manifestaciones, cuando una persona da rienda suelta a la negatividad, ¿hay en su corazón algún grado de sumisión a Dios? Ciertamente no. ¿Existe voluntad alguna de rebelarse contra la carne y resolver su negatividad? No; solo hay resistencia, rebeldía y oposición. Si el corazón de las personas está lleno de estas cosas, si estos elementos negativos se han apoderado de su corazón, darán lugar a la resistencia, la rebeldía y la oposición hacia Dios. Y si este es el caso, ¿serán capaces de practicar la verdad y someterse a Dios? No; lo único que sucederá es que se alejarán de Él, se volverán más negativas, y es posible que incluso duden, nieguen y traicionen a Dios. ¿No es peligroso? Toda persona que con frecuencia es negativa es capaz de dar rienda suelta a la negatividad, lo cual implica oponerse y negar a Dios; por lo tanto, quien con frecuencia da rienda suelta a la negatividad tiende a traicionar a Dios y a abandonarlo en cualquier momento o lugar.

A juzgar por el significado de la palabra “negatividad”, cuando una persona se vuelve negativa, su estado de ánimo decae considerablemente y se pone de muy mal humor. Su ánimo se llena de elementos negativos, carece de una actitud que le permite progresar activamente y esforzarse, y no manifiesta una cooperación ni una búsqueda positivas y activas. Aún menos demuestra la disposición de someterse voluntariamente, sino que evidencia sentirse profundamente desanimada. ¿Qué simboliza que se siente profundamente desanimada? ¿Representa los aspectos positivos de la humanidad? ¿Manifiesta tener conciencia y razón? ¿Supone vivir con dignidad, dentro del marco de la dignidad de la humanidad? (No). Si no representa estas cosas positivas, ¿qué representa? ¿Podría significar la ausencia de una fe en Dios verdadera, así como una falta de determinación y resolución para perseguir la verdad y avanzar proactivamente? ¿Acaso indica una profunda insatisfacción con la situación actual y los problemas de uno y una dificultad para comprenderlos, así como una falta de disposición para aceptar los hechos presentes? ¿Podría ser un reflejo de una situación en la que el corazón está lleno de desobediencia, deseoso de desafiar, escapar y cambiar la situación actual? (Sí). Estos son los estados que las personas muestran cuando enfrentan su situación actual con negatividad. En resumen, pase lo que pase, cuando las personas son negativas, su insatisfacción con el contexto en el que se encuentran y con lo que Dios ha dispuesto no equivale a algo tan simple como que tan solo tengan malentendidos, que no entiendan, no comprendan o no puedan experimentar. No comprender puede ser una cuestión de calibre o tiempo, lo cual es una manifestación normal de la humanidad. No poder experimentar también puede deberse a algunas razones objetivas, pero estas no se consideran cosas negativas ni adversas. Algunas personas son incapaces también de experimentar, pero al enfrentarse a situaciones que no comprenden o no pueden desentrañar o a cosas que no pueden comprender ni son capaces de vivenciar, oran y buscan los deseos de Dios, esperan Su esclarecimiento y Su iluminación, y comparten activamente con otras y buscan de otras personas. Sin embargo, algunas personas son diferentes; no tienen estas sendas de práctica ni cuentan con tal actitud. En lugar de esperar, buscar o encontrar a alguien con quien hablar, crean malentendidos en su corazón y sienten que los acontecimientos y las circunstancias que enfrentan no coinciden con sus deseos, preferencias ni figuraciones. De este modo, esto conduce a la desobediencia, insatisfacción, oposición, quejas, resistencia, clamor y otras cosas adversas similares. Una vez que estos sentimientos desfavorables se generan, no les prestan mucha atención ni se presentan ante Dios para orar ni para reflexionar, con el fin de comprender su propio estado y corrupción. No leen las palabras de Dios para buscar Sus deseos ni utilizan Sus palabras para resolver los problemas, y mucho menos hablan con los demás y buscan de las otras personas. En cambio, insisten en que lo que creen es correcto y preciso, albergan desobediencia e insatisfacción en su corazón y quedan atrapados en emociones negativas y adversas. Al estar atrapados en estas emociones, quizá sean capaces de reprimirlas y soportarlas por un día o dos. Sin embargo, pasado cierto tiempo, en su mente comienzan a aparecer muchas cosas, como nociones, figuraciones, ética y moral humanas y la cultura, tradiciones y conocimientos del hombre, entre otras. Utilizan todo esto para evaluar, calcular y comprender los problemas que enfrentan, quedan completamente atrapados en la red de Satanás, y esto da origen a diversos estados de insatisfacción y desobediencia. A partir de estos estados corruptos, surgen diferentes ideas y opiniones erróneas, y en su corazón ya no pueden controlar estas cosas negativas. Entonces, buscan oportunidades para desahogarse y liberarlas. Cuando su interior está lleno de negatividad, ¿dicen: “Llevo dentro de mí muchas cosas negativas. No debería hablar de forma imprudente para no dañar a los demás. Si siento ganas de hablar y no puedo contenerme, le hablaré a una pared, o hablaré con algo que no entienda el idioma humano”? ¿Acaso son tan considerados como para actuar de esta manera? (No). Entonces, ¿qué hacen? Buscan oportunidades para tener una audiencia que reciba sus puntos de vista, sus comentarios y sus emociones negativos, y con esto desahogan sus diversos sentimientos negativos, como la insatisfacción, la desobediencia y el resentimiento que poseen en su corazón. Consideran que el mejor momento para desahogarse es durante la vida de iglesia y que es una buena ocasión para liberar su negatividad, insatisfacción y desobediencia, dado que hay muchos oyentes y sus palabras pueden hacer que otros se sientan negativos y acarrear consecuencias adversas en la obra de la iglesia. Por supuesto, aquellos que dan rienda suelta a la negatividad no pueden contenerse ni siquiera en privado y desahogan su discurso negativo en todo momento. Cuando quieren desahogarse pero hay pocos oyentes, no lo encuentran emocionante, pero cuando todos se reúnen, se sienten más motivados. A juzgar por las emociones, los estados y otros aspectos de quienes dan rienda suelta a la negatividad, su objetivo no es ayudar a las personas a comprender la verdad, desentrañar lo verdadero, despejar malentendidos o dudas sobre Dios, conocerse a sí mismas y a su propia esencia corrupta ni resolver sus problemas de rebeldía y corrupción, de modo que no se rebelen ni se opongan a Él, sino que se sometan a Dios. Sus propósitos se reducen a dos: por un lado, dan rienda suelta a la negatividad para desahogar sus propias emociones; por el otro, buscan arrastrar a más personas a la negatividad y a la trampa de resistirse y clamar contra Dios junto con ellos. Por lo tanto, dentro de la vida de iglesia, el acto de dar rienda suelta a la negatividad debe pararse con total determinación.

B. Los diversos estados y manifestaciones de las personas que dan rienda suelta a la negatividad
1. Dar rienda suelta a la negatividad debido a la insatisfacción causada por una destitución

Las emociones y las manifestaciones de la negatividad son básicamente esas. Después de Mi enseñanza acerca del tema, las personas deben compararse con estas emociones y manifestaciones y analizar cuáles de sus comportamientos, comentarios y métodos en la vida real corresponden a dar rienda suelta a la negatividad, y qué situaciones provocan que caigan en ella y, por lo tanto, le den rienda suelta. Decidme, bajo circunstancias normales, ¿qué situaciones causan que las personas sean negativas? ¿Cuáles son las formas comunes de negatividad? (Luego de su destitución o la poda, es posible que la persona desarrolle algo de negatividad en su corazón). Ser destituido es un escenario y experimentar la poda es otro. ¿Por qué una destitución conduce a la negatividad? (Algunas personas, después de su destitución, no se conocen a sí mismas y consideran que su caída se debió a su estatus. Luego dicen: “Cuanto más alto se suba, más dura será la caída”, y dan a conocer ciertas opiniones negativas. No poseen una comprensión pura de la destitución; en su corazón son desobedientes). Dentro de ellas hay desobediencia e insatisfacción, que son emociones negativas. ¿Se quejan? (Sí. Sienten que han padecido adversidades, han pagado un precio y siempre han trabajado afanosamente sin recibir nada bueno a cambio y, aun así, se las destituyó. Entonces dicen: “Ser líder es difícil; quien se convierte en líder tiene mala suerte. Eventualmente, todos son destituidos”). Difundir estos comentarios es dar rienda suelta a la negatividad. Si solo son desobedientes y se sienten insatisfechos, pero no lo propagan, aún no constituye dar rienda suelta a la negatividad. Si de la desobediencia y la insatisfacción surge paulatinamente la sensación de haber sido agraviados, y no reconocen que su calibre es escaso y que no pudieron hacer bien el trabajo, y comienzan a defender su lógica distorsionada y al hacerlo generan todo tipo de enunciados, opiniones, pretextos, razones, explicaciones, justificaciones, y así sucesivamente, hacer estos comentarios equivale a dar rienda suelta a la negatividad. Algunos falsos líderes destituidos por no hacer un trabajo real albergan desobediencia e insatisfacción en su corazón, no son sumisos en absoluto; siempre piensan: “Veamos quién puede tomar mi lugar como líder. Los demás no son mejores que yo; si yo no puedo hacer el trabajo, ¡ellos tampoco pueden!”. ¿Qué los hace desobedientes? Consideran que su calibre no es escaso y que han trabajado mucho, entonces, ¿por qué los destituyeron? Estos son los pensamientos íntimos de un falso líder. No reflexionan para conocerse a sí mismos y ver si realmente hicieron algún trabajo real o no, cuántos problemas reales resolvieron, o si es un hecho que paralizaron la obra de la iglesia. Pocas veces consideran estas cosas. No piensan que el problema sea que carecen de la realidad-verdad y que no pueden desentrañar las cosas con claridad; más bien, creen que, al haber trabajado tanto, no se los debería caracterizar como falsos líderes. Esta es la razón principal de su desobediencia e insatisfacción. Siempre piensan: “He cumplido mis deberes durante muchos años, me levantaba temprano y me acostaba tarde todos los días, ¿para quién? Una vez que empecé a creer en Dios, dejé atrás a mi familia, renuncié a mi carrera e incluso me arriesgué a ser arrestado y encarcelado para cumplir con mis deberes. ¡Cuánto sufrimiento he soportado! Y ahora dicen que no he hecho trabajo real y me destituyen. ¡Qué injusto! Aunque no haya conseguido ningún logro, he soportado la adversidad; y si no soporté la adversidad, ¡sí el agotamiento! Con mi calibre y mi capacidad de pagar un precio en mi trabajo, incluso si consideran que no cumplo con el estándar y soy destituido, pienso que ¡difícilmente haya líderes que lo cumplan!”. ¿Están dando rienda suelta a la negatividad cuando dicen estas palabras? ¿Hay alguna frase entre ellas que exprese sumisión? ¿Hay siquiera un indicio de que quieran buscar la verdad? No existe ninguna reflexión personal como, por ejemplo, preguntarse: “Dicen que mi trabajo no cumple con el estándar, ¿en qué exactamente estoy fallando? ¿Qué trabajo real no he hecho? ¿Qué manifestaciones de un falso líder estoy mostrando?”. ¿Han reflexionado sobre sí mismos de esta manera? (No). Entonces, ¿cuál es la naturaleza de las palabras que dicen? ¿Se quejan? ¿Se justifican? ¿Con qué objetivo se justifican? ¿No es para ganar la simpatía y la comprensión de los demás? ¿No quieren que más personas los defiendan y lamenten la injusticia que han sufrido? (Sí). Entonces, ¿contra quién están clamando? ¿No están discutiendo y clamando contra Dios? (Sí). Su discurso refleja una queja contra Dios, una oposición hacia Él. Su corazón está lleno de quejas, de resistencia y rebelión. No solo eso, sino que, al dar rienda suelta a la negatividad, su objetivo es hacer que más personas los comprendan, sientan compasión por ellos, y lograr que más personas desarrollen negatividad como ellos, que fomenten quejas, resistencia y desobediencia hacia Dios, o que clamen contra Él, como ellos lo hacen. ¿Acaso no dan rienda suelta a la negatividad con este propósito? Su propósito es simplemente permitir que más personas conozcan lo que ellos llaman la supuesta verdad del asunto y hacer que otros crean que han sido tratados injustamente, que lo que hicieron estuvo bien, que no debieron haber sido destituidos y que su destitución fue un error; quieren que más personas salgan en su defensa. Así, esperan recuperar su prestigio, su estatus y su reputación. Todos los falsos líderes y anticristos, después de ser destituidos, dan rienda suelta a la negatividad de esta manera para ganar la compasión de las personas. Ninguno de ellos es capaz de reflexionar y de llegar a conocerse a sí mismo, admitir sus errores o mostrar un remordimiento y arrepentimiento genuinos. Este hecho demuestra que los falsos líderes y los anticristos son en su totalidad personas que no aman la verdad ni la aceptan en lo más mínimo. Por eso, después de que se los pone en evidencia y se los descarta, no logran conocerse a sí mismos mediante la verdad y las palabras de Dios. Nadie los ha visto mostrar remordimiento ni tener un conocimiento genuino de sí mismos y tampoco se ha visto que demuestren un arrepentimiento sincero. Parece que jamás logran conocerse a sí mismos ni admitir sus errores. A la luz de este hecho, destituir a los falsos líderes y anticristos es completamente apropiado y no es en modo alguno injusto. Basándonos en su completa falta de reflexión y conocimiento propio, así como en su total carencia de remordimiento, es evidente que su carácter de anticristo es severo y que no aman en absoluto la verdad.

Tras su destitución, algunos falsos líderes no admiten sus errores en lo más mínimo y tampoco buscan la verdad ni reflexionan para conocerse a sí mismos. Carecen por completo de un corazón y una actitud de sumisión. En cambio, malinterpretan a Dios y se quejan de que Él los trata injustamente, se devanan los sesos para encontrar diversas excusas y razones para justificarse y defenderse. Algunos incluso dicen: “Nunca quise ser líder porque sabía que era un trabajo difícil. Si lo haces bien, no recibes recompensa, y si lo haces mal, te destituyen, ganas mala fama, los hermanos y hermanas te rechazan y pierdes todo respeto. ¿Cómo podría alguien mostrar su rostro después de eso? Ahora que me han destituido, estoy aún más convencido de que ser líder u obrero no es fácil; ¡es un trabajo arduo e ingrato!”. ¿Qué significa la afirmación “ser líder u obrero es un trabajo arduo e ingrato”? ¿Expresa alguna intención de buscar la verdad? ¿No es acaso que han comenzado a detestar el hecho de que la casa de Dios los designara como líderes u obreros y ahora usan este tipo de afirmación para desorientar a los demás? (Sí). ¿Cuáles son las consecuencias que puede generar este enunciado? Estas palabras influenciarán y perturbarán la mente y el pensamiento de la mayoría de las personas y su comprensión y el entendimiento de este asunto. Esta es la consecuencia que provoca en las personas dar rienda suelta a la negatividad. Por ejemplo, si no eres líder y lo escuchas, te sorprenderás y pensarás: “¡Es cierto! No debo permitir que me elijan líder. Si me eligen, tendré que encontrar rápidamente todo tipo de razones y pretextos para no aceptarlo. Diré que no tengo el calibre suficiente y que no puedo hacer el trabajo”. Incluso algunos que son líderes también se ven afectados por esta afirmación. Piensan: “¡Qué horror! ¿También tendré que enfrentarme a este mismo final en el futuro? Si las cosas van a terminar así, me niego rotundamente a ser líder”. ¿Perturban a las personas estas emociones y afirmaciones negativas y adversas? Claro que sí. Independientemente de la persona, y si tiene un buen calibre o no, cuando escuche esas palabras las asimilará involuntariamente en primer lugar, ocuparán un lugar predominante en su mente y la afectarán en mayor o en menor medida. ¿Qué consecuencias supone que se vea afectada? La mayoría de las personas no podrán abordar correctamente el asunto de ser líder y ser destituido de su cargo, y no tendrán una actitud de sumisión. En cambio, tendrán un corazón que constantemente malinterpretará y será cauteloso con respecto a Dios, desarrollarán emociones negativas respecto a este tema, y se volverán especialmente sensibles y temerosas cuando se lo mencione. Una vez que las personas muestran estos comportamientos, ¿no han caído en la tentación y la desorientación de Satanás? Es evidente que las personas que dan rienda suelta a la negatividad las han desorientado y perturbado. Debido a que aquello a lo que dan rienda suelta proviene del carácter corrupto de las personas y de Satanás, y no refleja la comprensión de la verdad ni los entendimientos vivenciales adquiridos al someterse a los entornos que Dios dispone, quienes lo escuchan se ven perturbados en distintos grados. La negatividad a la que las personas dan rienda suelta causa ciertos efectos adversos y perturbadores en todos. Algunos que buscan activamente la verdad resultarán perjudicados en menor medida. Otros, sin resistencia alguna, no pueden evitar sentirse perturbados y profundamente perjudicados, incluso sabiendo que tales palabras no son correctas. Sin importar lo que Dios diga, la manera en la que hable sobre el asunto ni las exigencias que imponga, lo ignoran en su totalidad y no olvidan las palabras de aquellos que dan rienda suelta a la negatividad, y se aconsejan constantemente a sí mismos que no deben relajar su vigilancia, como si estos enunciados negativos fueran su paraguas protector, su escudo. No importa lo que Dios diga, no pueden abandonar su cautela ni sus malentendidos. Estas personas, que no tienen entrada en la verdad ni en las palabras de Dios, y que no comprenden la realidad-verdad, no son capaces de discernir estas afirmaciones negativas y carecen de resistencia frente a ellas. Finalmente, estos enunciados negativos las limitan y las atan, y ya no pueden aceptar las palabras de Dios. ¿Acaso esto no las ha perjudicado? ¿Hasta qué punto han resultado perjudicadas? Ya no pueden asimilar ni comprender las palabras de Dios y, en su lugar, creen que las palabras negativas, de insatisfacción, desobediencia y queja que otros expresan son algo positivo. Las consideran un lema personal que deben mantener cerca de su corazón y usar para guiar sus vidas, para oponerse a Dios y desafiar Sus palabras. ¿Acaso no han caído en la red de Satanás? (Sí). Quedan atrapadas involuntariamente en su red y terminan siendo sus prisioneras. Los enunciados negativos que expresan estas personas sobre algo tan simple como ser destituidos de un cargo impactan profundamente en los demás. Existe una causa fundamental para esto, y es que aquellos que aceptan estos enunciados negativos ya estaban llenos de nociones y figuraciones, e incluso de algunos malentendidos y cautela con respecto a ser líder. Aunque los malentendidos y la cautela no estaban completamente formados en su mente, después de escuchar estos enunciados negativos, se sienten más convencidos de que dicha cautela y malentendidos son correctos. Creen tener aún más razones para creer que ser líder conlleva mucha desgracia y pocas cosas buenas, y que definitivamente no deberían convertirse en líderes ni obreros para evitar ser destituidos y rechazados por cometer errores. ¿Aquellos que dan rienda suelta a la negatividad no los han desorientado e influido en ellos por completo? Los simples enunciados negativos de una persona que ha sido destituida, así como sus sentimientos de desobediencia e insatisfacción causan tales efectos y daños significativos en las personas. ¿Qué opináis? ¿Es un problema grave que las emociones negativas a las que la gente da rienda suelta estén llenas de una atmósfera de muerte? (Sí, es grave). ¿Qué lo hace tan grave? Lo grave es que se ajusta perfectamente a la cautela y los malentendidos profundamente arraigados que las personas tienen hacia Dios, al mismo tiempo que refleja sus estados de malinterpretar a Dios y dudar de Él, así como su actitud interna hacia Él. Por lo tanto, los enunciados que expresan aquellos que dan rienda suelta a su negatividad golpean directamente los puntos vitales de las personas, y estas los aceptan por completo, por lo que caen tan profundamente en la red de Satanás que no pueden liberarse. ¿Es esto algo bueno o malo? (Algo malo). ¿Cuáles son sus consecuencias? (Hace que las personas traicionen a Dios). (Hace que las personas sean cautelosas con respecto a Dios y lo malinterpreten, que en su corazón se distancien de Él y afronten sus deberes de manera negativa y teman aceptar comisiones importantes. Se conforman con cumplir deberes comunes y, por lo tanto, pierden muchas oportunidades de ser perfeccionadas). ¿Pueden salvarse tales personas? (No).

Pablo expuso muchas opiniones y escribió muchas cartas hace dos mil años. En esas cartas dijo numerosas falacias. Debido a que las personas carecen de discernimiento, aquellos que han leído la Biblia durante los últimos dos mil años han aceptado principalmente los pensamientos y opiniones de Pablo, y han puesto a un lado las palabras del Señor Jesús y no han aceptado las verdades de Dios. ¿Pueden aquellos que aceptan los pensamientos y opiniones de Pablo presentarse ante Dios? ¿Pueden aceptar Sus palabras? (No). Si no pueden aceptar las palabras de Dios, ¿pueden tratar a Dios como Dios? (No). Cuando Dios llegue y esté de pie delante de ellos, ¿podrán reconocerlo? ¿Podrán aceptarlo como su Dios y Señor? (No). ¿Por qué no? Los pensamientos y opiniones falaces de Pablo han llenado el corazón de las personas y han creado todo tipo de teorías y dichos. Cuando las personas los usan para medir a Dios, Su obra, Sus palabras, Su carácter y Su actitud hacia las personas, ya no son seres humanos corruptos comunes y simples, sino que se oponen a Dios, lo escrutan y lo analizan, y se vuelven hostiles hacia Él. ¿Puede Dios salvar a tales personas? (No). Si Dios no las salva, ¿seguirán teniendo la posibilidad de recibir la salvación? La predestinación y la elección de Dios les han dado a las personas una oportunidad, pero si después de la predestinación y la elección de Dios las personas eligen la senda de seguir a Pablo, ¿sigue existiendo esta oportunidad de salvación? Algunas personas dicen: “Dios me ha predestinado y escogido, así que ya estoy en la zona segura. No cabe duda de que me salvaré”. ¿Tienen sustento estas palabras? ¿Qué significa que Dios haya predestinado y escoja a alguien? Significa que Él te ha convertido en candidato para la salvación, pero salvarte o no depende de cuán bien persigas y de si has elegido la senda correcta. ¿Será que al final se escogerán todos los candidatos y se salvarán? No. De igual manera, si las personas aceptan los sentimientos, como la desobediencia, la insatisfacción y la queja, o los comentarios, pensamientos y opiniones expresados por aquellos que dan rienda suelta a la negatividad, y estas cosas adversas llenan su corazón y se apoderan de él, esto no significa que solo estén parcialmente de acuerdo, sino que las aceptan por completo y quieren regirse por ellas. Cuando las personas viven de acuerdo con estas cosas adversas, ¿en qué se transforma su relación con Dios? En una relación antagónica. Ya no es la relación entre el Creador y los seres creados, ni la relación entre Dios y los seres humanos corruptos, y mucho menos la relación entre Dios y aquellos que reciben la salvación. En cambio, se convierte en la relación entre Dios y Satanás, entre Dios y Sus enemigos. Entonces, la posibilidad de que las personas reciban la salvación se convierte en una incógnita, algo desconocido. Los enunciados negativos de aquellos que han sido destituidos están llenos de quejas, malentendidos, justificaciones y refutaciones; incluso dicen algunas cosas que desorientan y atraen a las personas hacia ellos. Después de escucharlos, las personas desarrollan malentendidos y cautela con respecto a Dios, e incluso se alejan de Él y lo rechazan en su corazón. Por lo tanto, cuando estos individuos dan rienda suelta a la negatividad, es necesario restringirlos y pararlos con prontitud. Su incapacidad para aceptar las situaciones que experimentan de parte de Dios, buscar la verdad y someterse a Él es problema suyo, y no se les debe permitir que afecten a los demás. Si no pueden aceptarlo, que lo asimilen y lo resuelvan gradualmente. Pero si dan rienda suelta a su negatividad y afectan y perturban la entrada normal de los demás, es necesario pararlos y restringirlos a tiempo. Si no es posible restringirlos y continúan dando rienda suelta a la negatividad con la intención de desorientar y atraer a otros hacia su lado, es preciso echarlos de inmediato. No se les debe permitir que sigan perturbando la vida de iglesia.

2. Dar rienda suelta a la negatividad cuando se rehúsa aceptar la poda

Hay otra situación en la que es probable que las personas den rienda suelta a la negatividad: cuando enfrentan la poda y no pueden aceptar algunas palabras de la poda, albergan desobediencia, insatisfacción y quejas en su corazón, e incluso a veces sienten que las han agraviado. Consideran que ha sido una injusticia: “¿Por qué no me permiten explicar o aclarar mi situación? ¿Por qué me podan constantemente?”. ¿A qué tipo de negatividad suelen darle rienda suelta estas personas? También buscan razones para justificarse y defenderse. En lugar de diseccionar, compensar o corregir sus errores, defienden su caso y mencionan, por ejemplo, por qué no hicieron algo bien, cuáles fueron las causas detrás de ello, qué condiciones y factores objetivos existieron y que no fue intencional; utilizan estas excusas para justificarse y defenderse con el objetivo de rechazar la poda. No reconocen que la poda es acertada y analizan el incidente de la poda con muchas otras personas, al tiempo que tratan de explicar el asunto claramente frente a todos. Incluso difunden ideas como las siguientes: “Este tipo de poda hará que las personas dejen de cumplir con sus deberes. Nadie querrá cumplirlos nunca más. Las personas no sabrán cómo proceder ni tendrán una senda de práctica”. Incluso hay algunas que, en apariencia, hablan sobre cómo aceptan su poda, pero, en realidad, utilizan la enseñanza para justificarse y defenderse y hacen que más personas crean que la casa de Dios no tiene en cuenta en absoluto los sentimientos de las personas cuando se ocupa de ellas, y que hasta un pequeño error puede resultar en una poda. Aquellos que tienden a dar rienda suelta a la negatividad nunca reflexionan sobre sí mismos. Aunque se enfrenten a la poda, no reflexionan acerca de la naturaleza de sus errores ni sobre lo que los causó. No diseccionan estos problemas, sino que discuten, justifican y se defienden constantemente. Algunas personas llegan a decir: “Antes de experimentar la poda, sentía que había una senda a seguir. Sin embargo, cuando me podaron me sentí confundido. Ya no sé cómo practicar ni cómo creer en Dios, y no veo que haya una salida”. También les dicen a otros: “Debéis tener mucho cuidado para evitar enfrentar la poda; es muy dolorosa, parece que te quitaran una capa de piel. No sigáis el camino que yo seguí. Mira en qué me he convertido después de haber pasado por ella. Estoy estancado, no puedo avanzar ni retroceder; ¡nada de lo que hago está bien!”. ¿Son correctas estas palabras? ¿Hay algún problema con ellas? (Sí. Se está justificando y defendiendo, dice que no hizo nada malo). ¿Qué mensaje transmite a través de esta justificación y argumento? (Está diciendo que la casa de Dios se equivoca al podar a las personas). Algunos dicen: “Antes de mi poda, sentía que tenía una senda a seguir, pero después de enfrentarla, no sé qué hacer”. ¿Por qué no saben qué hacer después de la poda? ¿A qué se debe? (Cuando se enfrentan a la poda, no aceptan la verdad ni intentan conocerse a sí mismos. Albergan algunas nociones y no buscan la verdad para resolverlas. Esto los deja sin una senda. En lugar de encontrar la causa dentro de sí mismos, afirman lo contrario, que fue la poda la que los hizo perder su camino). ¿No es un reproche? Es como decir: “Actué de acuerdo con los principios, pero tu poda deja en claro que no me permites manejar las cosas conforme a los principios. Entonces, ¿cómo se supone que debo practicar en el futuro?”. Eso es lo que las personas que dicen tales cosas quieren decir. ¿Aceptan la poda? ¿Admiten el hecho de que cometieron errores? (No). ¿Acaso este enunciado no significa en realidad que saben cómo cometer fechorías de manera imprudente, pero cuando se las poda y se les pide que actúen según los principios, no saben qué hacer y se confunden? (Sí). Entonces, ¿cómo hacían las cosas antes? Cuando alguien se enfrenta a la poda, ¿no es porque no actuó conforme a los principios? (Sí). Cometen fechorías con imprudencia, no buscan la verdad ni actúan conforme a los principios o a las reglas de la casa de Dios, así que reciben la poda. El propósito de la poda es permitirles a las personas que busquen la verdad y actúen conforme a los principios, para evitar que vuelvan a cometer fechorías imprudentemente. Sin embargo, cuando se enfrentan a la poda, dicen que ya no saben cómo actuar ni cómo practicar. ¿Hay en estas palabras algún indicio de que se conocen a sí mismas? (No). No tienen intención de conocerse a sí mismas ni de buscar la verdad. En su lugar, insinúan: “Solía cumplir muy bien con mis deberes, pero desde que me podaste, has sumido a mis pensamientos en un caos y confundido mi enfoque hacia mis deberes. Ahora mi forma de pensar no es normal, ya no soy tan resolutivo ni valiente como antes, no soy tan audaz, y todo esto se debe a la poda. Desde que me podaste, mi corazón ha sufrido una profunda herida. Por eso, debo decirles a los demás que tengan mucho cuidado al cumplir con sus deberes. No deben poner en evidencia sus defectos ni equivocarse; si cometen un error, los podarán, y luego se volverán tímidos y perderán el empuje que antes tenían. Su espíritu valiente se desanimará considerablemente y su deseo de entregarse y su valentía juveniles por completo desaparecerán y serán personas sumisas, cobardes y miedosas que temblarán ante su propia sombra y sentirán que nada de lo que hacen es correcto. Ya no percibirán la presencia de Dios en su corazón, y se sentirán cada vez más alejadas de Él. Incluso orar y clamar a Dios parecerá no tener respuesta. Sentirán que no tienen la misma vitalidad y euforia, que ya no son dignas de afecto, y llegarán a despreciarse a sí mismas”. ¿Son estas las palabras sinceras que comparte alguien que posee experiencia? ¿Son genuinas? ¿Edifican o benefician a las personas? ¿No es esto precisamente distorsionar los hechos? (Sí, estas palabras son totalmente absurdas). Dicen: “¡No sigáis mis pasos ni recorráis el camino que yo seguí! Me veis ahora como alguien que se comporta bien, pero en realidad, sentí miedo después de esa poda y no he sido tan libre y no me he sentido tan liberado como antes”. ¿Qué impacto tienen estas palabras en las personas que las escuchan? (Hacen que se vuelvan más cautelosas con respecto a Dios y que actúen con prudencia por miedo a que las poden). Este es el tipo de impacto negativo que tienen. Después de escuchar esto, las personas pensarán: “¡Lo sé bien! Un pequeño descuido, y te terminan podando. ¡No hay nada que puedas hacer para evitarlo! ¿Por qué tiene que ser tan difícil cumplir con los deberes en la casa de Dios? No paran de hablar de los principios-verdad. ¡Es mucha exigencia! ¿No es suficiente con vivir una vida sencilla y estable? No es mucho pedir ni tampoco una expectativa exagerada, pero ¿por qué es tan difícil de lograr? De veras espero que no me poden. Soy una persona muy tímida; por lo general, cuando alguien me mira de manera desafiante o habla en voz alta, mi corazón comienza a latir con fuerza. Si realmente me enfrentara a la poda, las palabras fueran tan severas y diseccionara los hechos de esa manera, ¿cómo lo manejaría? ¿No empezaría a tener pesadillas? Todo el mundo dice que la poda es buena, pero yo no veo en qué sentido podría serlo. ¿Acaso esa persona no se asustó? Si a mí me podaran, también me asustaría”. ¿No es este el impacto que causan las palabras de aquellos que dan rienda suelta a la negatividad? ¿Es un impacto afirmativo y positivo, o negativo y adverso? (Negativo y adverso). ¡Estos enunciados negativos pueden causar un daño inmenso a aquellos que están dispuestos a perseguir la verdad! Entonces, decidme, aquellos que con frecuencia dan rienda suelta a la negatividad y difunden muerte, ¿son siervos de Satanás? ¿Perturban la obra de la iglesia? (Sí).

Algunas personas se comportan según sus propias ideas y se oponen a los principios. Después de la poda, sienten que, a pesar de haber trabajado muy arduamente y de haber pagado un precio, de todas maneras, debieron enfrentar la poda. Por lo tanto, su corazón se llena de desobediencia y no aceptan la exposición ni la disección. Creen que Dios es injusto y que la casa de Dios no les da el trato que merecen, porque, aunque son personas talentosas y útiles que soportan mucho sufrimiento y pagan un precio muy alto, no reciben elogios de parte de la casa de Dios e incluso las podan. De su desobediencia surgen quejas, y comienzan a dar rienda suelta a su negatividad: “A mi parecer, no hay nada más difícil que creer en Dios; es muy complicado recibir bendiciones y disfrutar de algo de gracia. He pagado un precio muy alto, pero me podaron por hacer una sola cosa mal. Si alguien como yo no está capacitado para esta labor, ¿quién más podría realizarla? ¿No es justo Dios? ¿Por qué no soy capaz de reconocer Su justicia? ¿Por qué la justicia de Dios no concuerda con las nociones de las personas?”. No diseccionan aquello que han hecho que va en contra de los principios ni las actitudes corruptas que han puesto en evidencia. No solo carecen de un mínimo de remordimiento o sumisión, sino que incluso juzgan y se resisten abiertamente. Después de escucharlas decir semejante enunciado, la mayoría de las personas empiezan de cierto modo a simpatizar con ellas y se dejan influenciar: “Es cierto, ¿no? Hace veinte años que cree en Dios y aun así enfrenta semejante poda. Si alguien que ha creído durante veinte años no necesariamente se salva, entonces la gente como nosotros tiene aún menos esperanza”. ¿No los han envenenado? Una vez que se da rienda suelta a la negatividad, se propaga veneno como si se sembrara una semilla en el corazón de la gente, que echa raíces, brota, florece y da frutos en su mente. Antes de que se den cuenta, ya están envenenados, y en ellos surgen la resistencia y las quejas contra Dios. Una vez que los podan, se vuelven desobedientes con Dios y se sienten insatisfechos con la manera en que la casa de Dios los trató. En lugar de adoptar una actitud de arrepentimiento y confesión, argumentan, dan justificaciones y se defienden. Hacen saber por todas partes cuántas dificultades han soportado, qué trabajo han realizado y qué deberes han cumplido durante sus muchos años de fe, y que, en lugar de recibir recompensas, ahora enfrentan la poda. No solo no admiten después de la poda su propia corrupción y los errores que han cometido, sino que también difunden la idea de que el trato que han recibido por parte de la casa de Dios es injusto y desproporcionado, que no se los debería tratar de esa manera, y que, si los tratan así, Dios no es justo. La razón por la cual dan rienda suelta a esta negatividad es que no pueden aceptar la poda ni el hecho de que cometieron errores, mucho menos aceptar o reconocer que perjudicaron la entrada en la vida de los hermanos y hermanas y la obra de la iglesia. Consideran que actuaron correctamente y que fue la casa de Dios la que cometió un error al podarlos. Dándole rienda suelta a su negatividad, pretenden decirle a la gente que la manera en la que la casa de Dios trata a las personas es injusta, que una vez que alguien comete un error, esta lo usa en su contra y se aprovecha de la situación para podarlo sin piedad, hasta el punto de que se vuelve sumiso y piensa que no ha hecho ninguna contribución, que ya no tiene a nadie que lo idolatre, no se valora a sí mismo y no se atreve a pedir recompensas a Dios; solo entonces la casa de Dios habrá alcanzado su objetivo. Su propósito al dar rienda suelta a esta negatividad es hacer que más personas salgan en su defensa, lograr que más personas comprendan “la verdad del asunto” y vean cuánto sufrimiento han soportado durante sus muchos años de fe en Dios, lo significativas que han sido sus contribuciones, lo cualificados que son, y la experiencia que poseen como creyentes. Con eso, buscan que otros se pongan de su lado en una lucha compartida contra las reglas de la casa de Dios y la poda que esta les impuso. ¿No es esto, por naturaleza, atraer a las personas hacia su lado? (Sí). Su objetivo al dar rienda suelta a la negatividad de esta manera es arrastrar a las personas hacia su postura y desorientarlas; así, logran perturbar la obra de la iglesia para desahogar su resentimiento. Independientemente del efecto final que tenga en las personas después de dar rienda suelta a su negatividad, el resultado y la consecuencia es que desorientan y perturban a las personas, las perjudican. Esto no edifica y constituye un impacto negativo.

Cuando las personas enfrentan la poda, estos son básicamente los tipos de negatividad a los que dan rienda suelta. No pueden aceptar la poda y en su corazón se sienten insatisfechas y son desobedientes e incapaces de aceptarla de parte de Dios. Su primera reacción no es buscar la verdad con relación a la poda ni reflexionar, conocerse y diseccionarse a sí mismas para analizar qué es exactamente lo que hicieron mal, si sus acciones se ajustan a los principios, por qué la casa de Dios las podó, y si el trato recibido se debió a un resentimiento personal o fue justo y razonable. Su primera reacción no es buscar estas cosas, sino aferrarse a sus cualificaciones, las dificultades que han soportado y su esfuerzo a fin de oponerse a la poda. Al hacerlo, todo lo que surge en su corazón está destinado a ser negativo y adverso, no habrá nada afirmativo ni positivo. Por lo tanto, cuando después de la poda hablan sobre sus sentimientos y entendimiento, sin duda dan rienda suelta a la negatividad y difunden nociones. Tanto dar rienda suelta a la negatividad como difundir nociones se deben detener y restringir de inmediato, no se deben permitir ni ignorar. Estas cosas negativas obstruirán, perturbarán y perjudicarán la entrada en la vida de cada persona, y no pueden desempeñar un papel afirmativo ni positivo, y mucho menos pueden inspirar la lealtad a Dios de las personas ni un desempeño leal de sus deberes. Por lo tanto, cuando tales personas dan rienda suelta a la negatividad, perturban la vida de iglesia y es necesario restringirlas.

3. Dar rienda suelta a la negatividad cuando la reputación, el estatus y los intereses de la persona se ven perjudicados

Además de dar rienda suelta a la negatividad después de enfrentar una destitución o la poda, ¿en qué otras situaciones actúan las personas de esta manera? (Cuando sus intereses resultan perjudicados y sienten que han sufrido una pérdida). (Algunas han cumplido con sus deberes durante muchos años, pero cuando se enferman u ocurren desgracias en su familia, dicen: “¿Qué he ganado con creer en Dios durante tantos años?”). El “lema” del pesimista es: “¿Qué he ganado?”. ¿Qué otras situaciones se presentan? (Algunas personas no solo no logran resultados en sus deberes, sino que cometen errores con frecuencia, por lo que dicen: “¿Por qué Dios esclarece a otros, pero no a mí? ¿Por qué a ellos los dotó de tanto calibre y el mío es tan escaso?”. En lugar de reflexionar sobre sus propios problemas, hacen responsable a Dios; dicen que Él no las ha esclarecido ni guiado, y luego se siguen quejando de Él). Aseguran que Dios es injusto y se preguntan por qué Él esclarece y otorga gracia a los demás, pero no a ellas, rezongan de por qué no logran resultados en sus deberes y se quejan. Los ejemplos que habéis proporcionado son buenos. ¿Existe algún otro? (Algunas personas se llenan de resentimiento cuando se reasignan sus deberes y cuestionan las razones de esto. Sospechan que los líderes y obreros las hostigan y les ponen obstáculos). ¿Sienten que la casa de Dios las menosprecia? (Sí). A algunos que no hacen un trabajo real se los destituye y se los descarta, y, como resultado, consideran que su reputación y estatus se han visto perjudicados. Para expresar su insatisfacción, refunfuñan en privado sin cesar: “Hace poco tiempo que creo en Dios, mi capacidad de comprensión no es buena y mi calibre es escaso. No estoy a la altura de los demás. Si dicen que no soy capaz, ¡debe ser que no lo soy!”. Al parecer, reconocen sus limitaciones, pero en realidad están tratando de recuperar los beneficios que han perdido. Refunfuñan constantemente y dicen cosas para ganar la simpatía de los demás y hacerles creer que la casa de Dios es injusta. En cuanto sus intereses resultan perjudicados, se muestran reticentes y siempre esperan recuperar lo que han perdido y recibir una compensación. Si no lo consiguen, pierden su fe en Dios y ya no saben cómo creer en Él. Dicen cosas como: “Yo solía pensar que creer en Dios era algo grandioso, y que ser líder u obrero en la iglesia sin duda traería grandes bendiciones. Nunca imaginé que me destituirían y me descartarían, y que los demás me rechazarían. ¡Nunca pensé que algo así podría pasar en la casa de Dios! No todo el que cree en Dios es necesariamente una buena persona, ni todo lo que la casa de Dios hace representa a Dios ni a la rectitud”. ¿Cuál es la naturaleza de tales enunciados? Sus palabras, tanto explícita como implícitamente, verbalizan un ataque. Expresan juicio y resistencia. A primera vista, parecen atacar a un líder en particular o a la iglesia, pero en realidad, en su corazón, estas palabras están dirigidas a Dios, Sus palabras y los decretos administrativos y reglas de Su casa. Lo que están haciendo es netamente desahogar su resentimiento. ¿Por qué? Porque creen que han sufrido una pérdida; en su corazón, consideran que es injusto, se sienten insatisfechos y quieren obtener algo o recibir una compensación. Aunque la negatividad a la que estas personas dan rienda suelta no representa una amenaza significativa para la mayoría, sus palabras inmundas son como moscas molestas o chinches que generan una perturbación moderada en la mente de las personas. La mayoría de la gente siente asco y es reacia a escuchar estas palabras, pero inevitablemente habrá quienes sean de su misma calaña y posean el mismo carácter, esencia e inclinaciones, que sean aves que tienen su mismo plumaje podrido, y se dejen influenciar y perturbar por ellas. Es inevitable. Es más, estos comentarios pueden afectar a algunos cuya estatura es pequeña y que carecen de discernimiento, e influir en su fe en Dios. Estas personas ya no saben para qué sirve creer en Él con exactitud y tampoco entienden bien las verdades de las visiones; además, su capacidad para comprender la verdad también es limitada. Al escuchar estos enunciados negativos, es muy probable que los asimilen involuntariamente y, así, sufran su influencia. Estas palabras son como veneno. Es muy fácil sembrarlas en el corazón de la gente. Una vez que alguien acepta estas observaciones negativas, cuando la casa de Dios le pide realizar una tarea, responde con indiferencia. Cuando esta le solicita su cooperación en alguna labor, muestra desinterés. Solo acepta llevarla a cabo si le da la gana; de lo contrario, no lo hará y pondrá razones y excusas de todo tipo. Antes de escuchar esas observaciones negativas, existía algo de sinceridad en su fe en Dios, y al realizar sus deberes hasta cierto punto mostraba una actitud positiva y proactiva. Pero después de escuchar esos comentarios negativos, se vuelve indiferente y también es frío con sus hermanos y hermanas y se muestra cauteloso con respecto a ellos. Cuando la iglesia dispone que cumpla un deber, lo evade y lo rechaza repetidamente y manifiesta una enorme pasividad. Antes asistía puntualmente a las reuniones, pero tras escuchar esos comentarios, comienza a participar en ellas esporádicamente. Viene cuando está de buen humor, si no, no aparece. Si sucede algo desagradable en su casa, teme que pueda ocurrir alguna tragedia, así que asiste a más reuniones y lee más palabras de Dios. Si está muy entusiasmado, feliz y conmovido después de leerlas, incluso ofrece algo de dinero. Pero una vez que las cosas en su casa se calman, vuelven a dejar de asistir a las reuniones. Cuando los hermanos y hermanas intentan compartir con él con la esperanza de brindarle ayuda, encuentra excusas para rechazarla; y cuando van a su casa, no les abre la puerta, aunque es evidente que está ahí. ¿Cuál es el problema? Esos comentarios negativos han influido en él: lo envenenaron, y piensa que los creyentes no son de fiar. Al principio, confiaba mucho en estas personas, y cuando leía las palabras de Dios pensaba: “Estas son las palabras de Dios, estas personas son mis hermanos y hermanas, esta es la casa de Dios, ¡qué maravilla!”. Pero después de escuchar los comentarios negativos que ciertos individuos difundieron, cambió. ¿No han influido en él? ¿No se ha dañado su entrada en la vida? (Sí). ¿Quién influyó en él? Las personas que dieron rienda suelta a la negatividad, aquellos que hicieron esos comentarios. Si alguien aún no ha logrado una base sólida con respecto al verdadero camino, ni ha comido ni bebido las palabras de Dios hasta el punto de entender la verdad, es muy probable que se deje influenciar por cosas negativas. Y, en particular, aquellos que no tienen la capacidad de comprender la verdad, sino que simplemente observan las tendencias, la situación y los fenómenos superficiales, son aún más susceptibles a las palabras negativas. Especialmente cuando han escuchado a personas decir falacias como: “La casa de Dios no es necesariamente justa, y no todo lo que ella hace es positivo”, su cautela crece aún más. Un enunciado que se ajusta a la verdad no siempre se acepta sin reparos, pero uno negativo, absurdo, que la contradiga, puede arraigar con demasiada facilidad en el corazón de las personas, y quitarlo no es fácil. ¡Es tan difícil para las personas aceptar la verdad y tan fácil aceptar falacias!

Algunas personas con mala humanidad les dan mucha importancia a su prestigio, fama, disfrutes carnales, y bienes e intereses personales. Cuando su reputación, su estatus e intereses directos sufren pérdidas, no lo aceptan de Dios o rechazan el entorno que Él ha dispuesto para ellos; no logran desprenderse de estas cosas ni ignorar sus ganancias o pérdidas personales. En lugar de eso, aprovechan diversas oportunidades para desahogar su insatisfacción y desobediencia, y para expresar sus emociones negativas, lo que provoca que algunos sufran enormemente. Por lo tanto, cuando tales personas dan rienda suelta a la negatividad, los líderes de la iglesia deben, en primer lugar, captar rápidamente la situación y pararlas y restringirlas a tiempo. Desde luego, los líderes de la iglesia también deben exponer de manera proactiva a estas personas y hablar con los hermanos y hermanas sobre cómo discernirlas y sobre por qué dicen estas cosas negativas y absurdas, además de sobre cómo tratar y discernir estas palabras para evitar que desorienten y perjudiquen seriamente a la gente. Es necesario contar con la capacidad de discernir y diseccionar a esas personas, y de este modo evitarlas y rechazarlas, y ya no dejarse desorientar por ellas. Este es el trabajo que los líderes de la iglesia deben realizar. Por supuesto, si los hermanos y hermanas comunes las descubren y logran discernir su esencia-humanidad, también deben mantenerse alejados de ellas. Si no tienes suficiente capacidad para resistir, ni la estatura para ayudarlas, apoyarlas y transformarlas, y sientes que no puedes soportar sus comentarios negativos ni sus palabras de insatisfacción y desobediencia, lo mejor es mantenerte alejado. Si consideras que eres muy fuerte, posees cierta estatura, y sin importar lo que digan puedes ejercitar el discernimiento y eres capaz de evitar que te afecte, que independientemente de la gravedad de la negatividad a la que se dé rienda suelta, tu fe en Dios no cambiará, que puedes discernir a esas personas y que una vez que dan rienda suelta a la negatividad también eres capaz de exponerlas y pararlas, no es necesario que las evites ni te protejas de ellas. No obstante, si sientes que no tienes tal estatura, la forma y el principio para lidiar con ellas es mantenerse lejos. ¿Es fácil lograrlo? (Sí). Algunas personas dicen: “¿Puedo ser tolerante, aguantarlas y perdonarlas?”. Eso también está bien, no es incorrecto, pero no es lo esencial ni lo mejor. Supongamos que las aguantas, eres tolerante con ellas y las consientes y, al final, te desorientan y te arrastran a su lado. E imagina que, independientemente de la manera en que la casa de Dios te provea y te apoye, no lo percibes; o que cuando lees las palabras de Dios, a menudo sus pensamientos y comentarios ejercen cierta influencia en ti, y en cuanto recuerdas algo que dijeron, tu mente se ve afectada, y no puedes seguir leyendo. Y cuando los hermanos y hermanas comparten su entendimiento de la verdad, especialmente cuando hablan sobre cómo discernir los comentarios de estas personas, nuevamente sus palabras te afectan e influyen, y provocan que tu mente quede sumida en un caos. Si esto sucede, deberías alejarte de esas personas. Tu tolerancia y resistencia no serán eficaces, ni son la mejor manera de defenderte de tales personas. Supón que tu tolerancia y resistencia no son solo un comportamiento superficial o fingido, sino que realmente tienes la estatura necesaria para enfrentar a tales personas. No importa lo que digan, aunque no digas lo que piensas, en tu corazón eres capaz de discernirlas; puedes ejercitar la paciencia e ignorarlas, pero ninguna palabra adversa ni negativa, ninguna palabra que malinterprete y se queje de Dios que ellas digan afectará tu fe en Él en lo más mínimo, ni influirá en tu lealtad al cumplir con tu deber ni en tu sumisión a Dios. En ese caso, puedes tolerarlas y aguantarlas. ¿Cuál es el principio de tolerarlas y aguantarlas? No resultar perjudicado. Ignóralas y déjalas que digan lo que quieran; al fin y al cabo, son solo personas que generan conflicto sin razón; son tercas y sinvergüenzas. No importa cómo les hables sobre la verdad, no la aceptarán; son de la misma clase que los diablos y Satanás, y es inútil compartir con ellas. Por lo tanto, antes de que la casa de Dios se deshaga de ellas y lidie con ellas, si tienes la estatura suficiente para tolerarlas y aguantarlas sin que te perjudiquen, eso es lo mejor. ¿Soléis adoptar este principio de tolerar y aguantar? Le tienes paciencia a todo tipo de personas, pero a veces, te descuidas y te desorientan un poco; después, te das cuenta, te sientes en deuda con Dios, oras unos días y logras recuperar tu estado y te acercas a Él. La mayoría de las veces, puedes ver con claridad que esas personas no son buenas, y que pertenecen a la especie de los diablos. Aunque puedes interactuar con ellas de manera normal, interiormente mantienes tu distancia y sientes rechazo hacia ellas. Independientemente de lo que digan o de los comentarios negativos u opiniones que expresen, tú haces oídos sordos, las ignoras, y piensas: “Di lo que quieras. Puedo discernirte. Simplemente, no me relaciono con personas como tú”. ¿Es este el principio que seguís la mayoría de las veces al tratar con tales asuntos? Lograr esto tampoco está mal; no es fácil y requiere entender algunas verdades y tener una cierta estatura. Si ni siquiera tienes este nivel de estatura, no podrás mantenerte firme, y no podrás cumplir bien con tu deber.

4. Dar rienda suelta a la negatividad cuando el deseo propio de obtener bendiciones se ve frustrado

Existe otra manifestación de dar rienda suelta a la negatividad. Algunas personas dicen: “Hace muchísimos años que creo en Dios, y ¿qué he ganado?”. Cuando dan rienda suelta a su negatividad, principalmente dicen: “¿Qué he ganado?”; quieren decir que no han ganado nada. Piensan que cuando se cree en Dios es particularmente difícil recibir ciertos beneficios o bendiciones de la casa de Dios o de Dios, y que las personas deben manifestar un amor enorme, contar con una capacidad de resistencia increíble y no ansiar resultados rápidos. En cuanto a las palabras de Dios que exponen, podan y refinan a las personas y purifican su corrupción, consideran que es solo retórica superficial y grandilocuente en la que no se puede confiar de forma absoluta; creen que, si practican conforme a las palabras de Dios, realmente sufrirán una gran pérdida. Consideran que obtener beneficios y ventajas, así como alcanzar sus aspiraciones y deseos, es lo más importante en todo momento, y que practiquen o no la verdad no es en absoluto crucial; creen que mientras no cometan ninguna maldad, será suficiente y la iglesia no las descartará. ¿Cómo se sienten la mayoría de las personas después de escuchar estas palabras negativas? ¿Aprueban y están de acuerdo en su interior con estas palabras o sienten cierto desprecio por ellas y piensan que esas personas son egoístas, despreciables, perversas y sórdidas, y son capaces de discernirlas, exponerlas y restringirlas y de evitar que sigan difundiendo la negatividad y la muerte? ¿La mayoría de las personas sienten repulsión y condenan estas palabras negativas o permiten que las desorienten y se vuelven negativas? Algunos, después de escuchar estas palabras y ver que están con las manos vacías, piensan: “¡Es cierto! Yo tampoco he ganado nada. En la casa de Dios solo recibo tres comidas al día, estoy ocupado todo el tiempo, y realmente no he ganado nada más”. ¿Tenéis tales pensamientos? ¿Sentís lo mismo? Aquellos que entienden la verdad dirán: “¿A qué te refieres cuando dices que no has ganado nada? ¡Hemos ganado mucho de parte de Dios! ¡Hemos llegado a entender innumerables verdades!”. Sin embargo, puede que algunos no estén de acuerdo y digan: “Decir que hemos ganado ‘mucho’ no parece muy realista. Solo hemos recibido un poco de gracia, tuvimos algunas posibilidades de cumplir con nuestros deberes, comprendimos algunas doctrinas sobre cómo ser una persona, contactamos a muchos hermanos y hermanas de diferentes lugares y pudimos llegar a conocerlos, y hemos ampliado en gran medida nuestros horizontes. Eso solo cuenta como haber ganado un poco”. ¿En cuál de estas categorías os encontráis? Hay personas en todas estas categorías, ¿no es cierto? (Sí). Discutiremos esto desde dos ángulos. Primero, hablemos de lo que sucede con aquellos que siempre creen en Dios con el objetivo de obtener gracia. ¿Creen en Dios con el propósito de perseguir ganar la verdad para poder alcanzar la salvación? (No, creen con el objetivo de obtener bendiciones). Entonces, ¿les ha dado Dios poca gracia, protección, bondad, esclarecimiento e iluminación? (Dios les ha dado muchas de estas cosas). Es posible afirmar que toda persona que cree en Dios ha recibido Su protección. ¿Es concreta la protección de Dios? ¿Existen ejemplos de la vida real sobre esto? ¿Qué tipos de protección han recibido las personas? (Un tipo relativamente obvio es que, después de creer en Dios, las tendencias perversas del mundo ya no influyen en nosotros. No caemos en la decadencia ni perseguimos cosas perversas como ir a discotecas, fumar, beber, etcétera. Como mínimo, no nos involucramos en esas cosas y creo que estamos bastante protegidos en este sentido). Este es un aspecto muy tangible que las personas pueden ver y experimentar personalmente. No dejarse influenciar ni desorientar por las tendencias perversas del mundo, vivir como un ser humano y dentro de la humanidad normal con semejanza humana son ejemplos y evidencias prácticos de la protección de Dios. ¿Hay más? (No permitir que espíritus malignos nos perturben y poder vivir bajo la protección de Dios). Ese también es un ejemplo práctico. ¿Ha tenido la mayoría de las personas esta experiencia? ¿Podéis comprender el significado que conlleva? Algunos dicen: “Los espíritus malignos tampoco perturban a los no creyentes. ¿A cuántos no creyentes perturban los espíritus malignos?”. ¿Es correcta esta afirmación? ¿Creéis que concuerda con los hechos? (Los espíritus malignos han perturbado a varios de mis compañeros. Algunos sufren de parálisis del sueño y otros escuchan voces. No creen en Dios y no saben lo que está sucediendo. Buscan un tratamiento en todas partes, pero no pueden curarse, viven con miedo y pavor; es terrible. Sin embargo, como yo creo en Dios desde pequeño, nunca me he sentido perturbado ni he sufrido de esta manera. La mayoría de las veces, mi corazón se siente relativamente estable y en paz). Los verdaderos creyentes en Dios no tienen esa preocupación. No nos preocupa sufrir trastornos de conversión ni que los espíritus malignos nos perturben o nos posean; no tenemos miedo porque tenemos a Dios. Además, en la vida real, los no creyentes hablan constantemente sobre la lectura de rostros, el feng shui y la adivinación; en Occidente, incluso existe la astrología. Algunas personas adoran estatuas budistas, espíritus malignos e ídolos famosos, mientras que otras no, pero ya sea que lo hagan o no, todas se ven influenciadas y restringidas de cierto modo por esto. Por ejemplo, antes de salir de casa, deben hacer una pequeña adivinación para ver qué dirección es auspiciosa y cuál no lo es. Al abrir un negocio, determinan cuál es el lugar apropiado donde colocar el mostrador para generar dinero y cuál no, qué objetos poner en la tienda y qué ídolos adorar para atraer riqueza, y dónde ubicar ciertas cosas para evitar trastornar el feng shui. Al mudarse, deben precisar qué momento es favorable para hacerlo a fin de asegurar la prosperidad de la familia en el futuro y evitar contratiempos, y deben establecer qué momentos son desfavorables. Incluso los estudiantes se ven influenciados por estas creencias al presentarse a exámenes de ingreso. El día del examen, evitan decir palabras que sugieran fracaso y, en lugar de ellas, deben utilizar términos como “excelencia” y “éxito”. El supuesto feng shui, la fortuna y otras creencias influyen en cada aspecto de la vida, desde que los niños asistan a la escuela, hasta la vida diaria de los padres, que ganen dinero, se muden, busquen empleo, así como en el matrimonio de los hijos, entre otras cosas. Entonces, cuando las personas se ven influenciadas por estas cosas, ¿qué es lo que las restringe? Los espíritus malignos las restringen; los espíritus malignos controlan todas estas cosas. ¿Por qué las personas adoran entonces a esos espíritus malignos? ¿Por qué se ven influenciadas por estas cosas? Con respecto a un asunto tan sencillo como mudarse, ¿por qué deben reflexionar siempre sobre qué momento es auspicioso para mudarse y cuál no lo es, o qué debe mudarse primero y qué no es favorable mudar? ¿Por qué deben tener en cuenta todo eso constantemente? Deben considerar estas cosas porque si no lo hacen, los espíritus malignos actuarán y las atormentarán y las torturarán. ¿Qué opináis de todo esto? Toda la humanidad vive bajo el control de los malvados. ¿Quiénes son los malvados? Los malvados más grandes son Satanás y los diablos, y los malvados más pequeños son los espíritus malignos de diferentes lugares, los que controlan las diversas razas humanas. Estos espíritus malignos restringen y controlan cada aspecto de la vida humana. Incluso cuando se construye una casa, mientras se coloca la viga principal, las personas cuelgan telas rojas y hacen estallar petardos para atraer un poco de buena suerte, y los albañiles visten ropa roja para traer prosperidad financiera y evitar accidentes. Existen algunos requisitos y dichos en particular con respecto a todo esto que es necesario respetar, así como tabúes que se deben evitar. Por ejemplo, algunas personas a menudo enfrentan dificultades y las cosas no les resultan fáciles; pierden su trabajo, sus esposas los dejan y se quedan sin nada en su hogar. No pueden ni siquiera pagar la hipoteca de su casa y nada parece salir bien. No han hecho nada malo, entonces, ¿por qué les sucede todo esto? Sin otras opciones, recurren a la adoración de dioses falsos y espíritus malignos, o buscan con urgencia a alguien que revise su feng shui para cambiar su suerte. Después de hacer esto, las cosas paulatinamente les empiezan a salir mejor. Antes no creían en estas cosas, pero ahora, cuando surgen problemas, adoran a los dioses falsos y a los espíritus malignos con sinceridad, y antes de hacer cualquier cosa deben consultar la adivinación o la clarividencia. ¿Acaso no es agotador vivir así? (Sí). ¡Es sumamente agotador! Aunque quieran, no pueden vivir libres ni estar tranquilos, ni escapar de las limitaciones de esos dichos y reglas. Si rompen estas reglas, los espíritus malignos actúan y los perturban, los someten por la fuerza y deben adorarlos todos los días para que su vida vaya sobre ruedas. Sin embargo, aquellos que creen en Dios no están sujetos a estas supersticiones feudales ni a las acciones de los espíritus malignos. Pueden mudarse o ir adonde deseen, sin tener que evitar ningún tabú. En la China continental, el Partido Comunista siempre oprime y persigue las creencias religiosas. Si un creyente ya no puede vivir en un lugar, debe mudarse rápidamente. ¿Necesita elegir un día o una hora propicios para esto o adorar algo? No. Ora a Dios y Dios lo protege. Todo está en Sus manos; no está atado a estas cosas. Siempre que quiere comer algo o salir de la casa, ¿necesita consultar el almanaque o verificar si viola algún tabú? No, ora a Dios, y todo está en Sus manos. Cuando la gente vive bajo el dominio y la soberanía de Dios, con Su protección y guía, los espíritus malignos y los demonios inmundos, tanto grandes como pequeños, se mantienen alejados de su camino; no se atreven a actuar sobre aquellos que creen en Él. ¿Acaso no están protegidas estas personas? ¿No viven libremente y con comodidad? (Sí). ¿Es grande esta gracia? (Sí). No importa si ya has alcanzado la verdad o no, mientras seas una persona que cree sinceramente en Dios, Él te ha predestinado y escogido, y cuando te presentas ante Él, te protege de esta manera y te permite disfrutar de esta gracia enorme. ¡Qué gracia más inmensa! Tu seguridad personal y todos tus movimientos están a salvo y seguros; Dios se hace responsable de estas cosas y las protege, así que no debes preocuparte. La mayoría de las veces, la gente ni siquiera ora ni piensa de manera consciente: “Voy a orar a Dios y pedirle que me proteja. Espero que todo esté bien y que no pase nada malo”. Ni siquiera necesitas orar. Siempre y cuando tengas la simple convicción en tu corazón de que: “Creo en Dios; todo está en manos de Dios”, Él actuará. Las personas disfrutan de una gracia tan inmensa de parte de Dios, ¿es esto ganar poco? (Es ganar mucho). Dios es el único Soberano en el mundo. Tu vida y todo lo que posees están en manos de Dios, en las manos de este Soberano, tu corazón se siente en paz, estable y tranquilo, y no tienes que preocuparte por nada. Independientemente de cuánto conozcas acerca de Dios o cuántas verdades comprendas, puedes estar absolutamente seguro de eso en tu corazón. Todo está en manos de Dios. Si los creyentes tienen un lugar para Él en su corazón y entienden la verdad, los espíritus malignos no se atreven a perturbar, a dañar ni a acercarse a ellos. Por consiguiente, los creyentes no necesitan involucrarse en esos procesos innecesarios. Esta es una gracia tan inmensa: ¿cómo puedes seguir diciendo que no has ganado nada al creer en Dios? ¿No te falta conciencia? Sin mirar nada más, solo el hecho de afirmar que no has ganado nada demuestra una falta total de conciencia, y prueba que la conciencia de una persona es completamente mala; no hace falta decir más sobre lo demás.

Dios les da a las personas la verdad y la vida libremente, les proporciona Sus palabras sin pedir nada a cambio. Aunque quizá sientan que su estatura aún es inmadura, que no han comprendido gran parte de la verdad y que no pueden expresar lo poco que entienden con claridad, solo estas cosas que Dios les ha brindado, este afecto y amor, ¡es una gracia inmensa! Dios les ha dado lo más precioso; han recibido las cosas más valiosas del mundo de parte de Dios. Ya sea que lo hayas sentido o no, Él ya se las ha dado a los seres humanos. ¿Qué otros motivos tienen aún para quejarse? ¿Son dignos de recibir estas cosas? Aquellos a quienes Él ha elegido son las personas más felices del mundo. Dios te ha seleccionado y escogido; tú eres una de las personas más felices y afortunadas del mundo. ¿Cómo puedes decir que no has ganado nada? Te has convertido en una de las personas más felices y afortunadas porque Dios te ha seleccionado y escogido. Por consiguiente, los espíritus malignos y los demonios inmundos no se atreven a acercarse a ti. Algunos preguntan: “¿Significa eso que mi estatus e identidad son ahora honorables?”. ¿Es posible afirmarlo? No, porque todo esto se debe al amor y las acciones de Dios. ¡Las personas han ganado mucho! Tan solo en esta vida, han recibido en gran medida; ¿cómo es posible que estén cualificadas en lo más mínimo para recibir todo esto? Algunos que creen en Dios no persiguen la verdad en absoluto y siguen diciendo: “¿Qué he ganado después de creer tantos años en Dios?”. ¿No eres capaz de calcularlo tú mismo? En tu corazón sabes si entiendes la verdad, cuánto menos mal has hecho y, aún más, muy dentro tuyo sabes cuánta gracia has disfrutado. Si en tu corazón tienes estos puntos en claro, no dirías cosas que carecen tanto de consciencia. Algunos también dicen: “La casa de Dios además me provee de alimento, ropa y cobijo”. ¿No es eso insignificante comparado con la gracia y protección de Dios? ¿No es algo que ni siquiera vale la pena mencionar? Sin embargo, quienes tienen conciencia sienten que, aunque no merezca ser señalado, sigue siendo parte de la gracia de Dios. La gracia de Dios es inconmensurable; ¡Dios les ha dado tanto a las personas! En cuanto a esas cosas materiales, Él no las tiene en cuenta.

Un aspecto de las acciones de Dios es proteger a las personas, y otro es guiarlas hacia el camino de la salvación para que puedan salvarse. Han disfrutado de este cariño de Dios y de Su amor por ellas, ¡y Él les ha concedido abundante gracia! Además, hay algo que es más importante: la verdad que Dios les ha otorgado. Concretamente, palabras que nadie en la historia humana, en ninguna era, jamás oyó ni recibió. Independientemente de cuántas veces Dios haya creado a la humanidad, nunca ha realizado este trabajo ni pronunciado estas palabras. Dios os ha revelado todos los misterios relacionados con la humanidad, lo que las personas pueden soportar, captar y entender. ¿Pueden estos misterios, estas verdades, medirse mediante una cantidad? No pueden medirse; las personas no pueden agotar su goce durante muchas vidas. ¿Por qué lo digo? Porque estas palabras de Dios son la base de la existencia de las personas, y pueden existir por toda la eternidad. Si de verdad tienes la suerte de sobrevivir y vivir por siempre, estas palabras y verdades de Dios pueden darte sustento eternamente. ¿Qué significa la eternidad? Significa que el tiempo no te limita, no tener límites. Si lo interpretamos literalmente, significa no tener fin, vivir eternamente, igual que Dios mismo. Estas palabras y verdades de Dios pueden existir hasta ese momento. “Ese momento” es un concepto y una definición del tiempo que se expresan en el lenguaje humano, pero en realidad significa indefinidamente. Decidme, ¿es grande o no el valor de estas palabras de Dios? ¡Es increíblemente grande! Si no las persigues, te representará una pérdida y estarás actuando como un necio. Pero si las persigues, estas palabras tendrán un valor para ti que va mucho más allá de esta vida; se extiende hasta la eternidad. Siempre te resultarán eficaces y útiles, tendrán valor y sentido para siempre y te sustentarán eternamente. Si las entiendes, las obtienes y te riges por ellas, podrás vivir por siempre. Para expresarlo mediante términos más simples, vivirás para siempre y no probarás la muerte. ¿Acaso no es esto lo que la gente sueña? Pasarán incontables eras, innumerables personas habrán muerto, pero tú aún seguirás vivo. ¿Qué te permitirá seguir viviendo? A través de las palabras de Dios, a través de la verdad, contarás con las cualificaciones para vivir de esta manera. ¿Qué vas a hacer con esta vida continua? Tienes la comisión de Dios, Su liderazgo, y también tienes una misión. ¿Cuál es tu misión? Dios quiere que lo glorifiques y seas Su testimonio al vivir conforme a Sus palabras. Ese es el valor de Sus palabras. El valor y el significado de la verdad y las palabras que las personas escuchan, con las que entran en contacto y que experimentan en esta era, existirán eternamente. ¿Por qué existirán eternamente? Estas palabras de Dios no son teología, una teoría, un eslogan ni un tipo de conocimiento, sino palabras de vida. En tanto obtengas estas palabras, vivas de ellas y sobrevivas gracias a ellas, Dios te permitirá seguir viviendo y no dejará que mueras. Es decir, no te destruirá ni te quitará la vida; te permitirá continuar viviendo. ¿No es esto una bendición enorme? (Sí, es una gran bendición). A través de estas palabras, Dios quiere que tengas un anticipo de esta bendición en esta vida y la obtengas en el mundo venidero; esa es la promesa de Dios. En virtud de la enorme promesa que Dios le ha hecho a la humanidad, ¿acaso no ha recibido en abundancia? (Sí). La promesa de Dios hacia la humanidad es inmensa y se la hizo saber a todo el mundo. Él te ha hablado de ella y ha permitido que te acerques a ella y la recibas libremente. No necesitas sacrificar tu vida ni entregar todas tus posesiones; solo debes escuchar las palabras de Dios y actuar conforme a Sus exigencias y Sus deseos, y podrás recibir esta promesa de parte de Él. ¿Acaso Dios no le ha dado mucho a la humanidad? Actualmente, estás en la senda que te permitirá obtener esta promesa. Aunque aún no la has recibido por completo, ¿has recibido poco? Al observar la promesa que Dios le ha otorgado a la humanidad, las personas han recibido muchísimo. Han obtenido una ventaja considerable; no han perdido ni sufrido ninguna pérdida en absoluto. Solo han invertido algo de tiempo, y es probable que su carne haya tenido que trabajar arduamente. Puede que hayan sacrificado algo de la felicidad que les proporciona su familia, ciertos gustos y deseos carnales, y hayan renunciado a algunas de sus propias aspiraciones, intereses y anhelos, etcétera. Sin embargo, en comparación con entender la verdad, alcanzar la salvación y recibir la promesa de Dios, todas esas posibilidades, metas y aspiraciones personales no valen la pena mencionarse, porque solo te conducirán al infierno, y Dios no te concederá Su promesa por esos motivos. En cambio, cuando la gente invierte una cantidad limitada de tiempo, un precio que esté dispuesta a pagar y que puede pagar, a la larga llega a entender la verdad, a captar algunos misterios y principios para ser una persona que la humanidad no había comprendido desde la creación de Dios, a entender ciertas esencias y el origen de todos los acontecimientos y cosas, etcétera. Pero incluso lo más importante es que obtienen algo de conocimiento acerca de Dios y son capaces de temerle. Habiendo recibido todo esto, ¿no vale la pena pagar tal precio? ¿De qué pueden llegar a quejarse? ¿Por qué dicen que no ganan nada al creer en Dios? ¿Acaso su conciencia no se ha podrido por completo? Han ganado en cantidad y aún no están satisfechos. ¿Qué más quieren? ¿Estarían contentos si se convirtieran en presidentes o multimillonarios? Si Dios les diera esas cosas, ya no le pertenecerían. Dios no quiere ganar a personas como esas.

Las personas siempre dicen que creer en Dios no les ha significado ningún provecho, lo que demuestra que les falta conciencia, que carecen por completo de la capacidad para comprender la verdad, que no persiguen la verdad y que su calidad humana es insignificante. Tales personas no comprenden de manera pura lo que Dios hace, lo que Él les exige ni lo que Él les ha dado a los hombres, entre otras cosas. Con el tiempo, cuando algo no llega a gustarles del todo, la ira acumulada estalla en el acto: “¿Qué he ganado yo al creer en Dios? Mi carne ha sufrido en gran medida. He cumplido con todos los deberes que la iglesia me asignó. No importa cuán difícil o agotador fuera, nunca me quejé; no importa qué tan grandes fueran las dificultades, nunca dije nada. Nunca le exigí nada a la casa de Dios. Con mi gran amor y lealtad, ¿qué he ganado? ¡Si ni yo he ganado nada, otros tienen aún menos esperanza de obtener algo!”. Lo que insinúan es: “No habéis ofrecido tanto como yo ofrecí, no habéis pagado el precio que yo pagué; si inclusive yo no he ganado nada, ¿qué podéis ganar vosotros? ¡Tened cuidado, no seáis tontos!”. ¿No carecen de conciencia estas personas? Aquel que carece de conciencia siempre habla de manera necia y testaruda. No logra comprender ni una sola de las muchas verdades que Dios ha expresado, ni tampoco entiende las numerosas afirmaciones y cosas puras y positivas. En su lugar, se aferra obstinadamente a sus propios puntos de vista: “Yo soporto dificultades y pago un precio por Dios, así que debe bendecirme y permitirme ganar más que los demás. Si no lo hace, me desahogaré, estallaré, ¡maldeciré! Dios debe concederme todo lo que quiero; y si no lo obtengo, entonces Él no es justo, y diré que no he ganado nada, ¡es decir la pura verdad!”. ¿No le falta humanidad? Definitivamente, las palabras de una persona sin humanidad no pueden mantenerse firmes, y mucho menos ajustarse a la verdad; esto último es pedirle demasiado. Las palabras propias deben ser pedidos y afirmaciones legítimos, no argumentos retorcidos; deben mantenerse firmes, sin importar quién las escuche ni quién las evalúe. Sin embargo, las palabras y acciones de quienes carecen de humanidad no pueden mantenerse firmes. Cuando hacen berrinches y desahogan sus quejas, algunos piensan: “¿Por qué dicen que no han ganado nada? ¿Será que Su casa les ha hecho alguna especie de daño? ¿Será que algunas de las acciones de la casa de Dios no se ajustan a los principios y no pueden darse a conocer? Por lo general, esa persona parece bastante capaz de soportar dificultades y de pagar el precio, pero hoy dice que no ha ganado nada y ha estallado con tanta furia; parece que realmente no ha ganado nada. ¿No está esto incitando la ira de una persona que se porta bien? Será mejor que yo tenga cuidado; ¡No debería soportar más las dificultades ni pagar el precio que pagué antes al cumplir con mis deberes!”. Así es como algunos atolondrados sin discernimiento se dejan influenciar.

En el caso de aquel que con frecuencia da rienda suelta a la negatividad, si de verdad tiene puntos de vista o ideas que expresar, déjalo hablar y exponer su opinión primero. Después de que lo haga, todos entenderán: “Considera que el precio que ha pagado no equivale a lo que ha recibido. Siente que no ha obtenido ningún beneficio y que ha sufrido pérdidas, por lo que ya no está dispuesto a colaborar. Se queja de Dios, espera negociar con Él, ¡y le exige gracia y beneficios!”. ¿Puede la persona promedio discernir a alguien así una vez que lo escucha? Cuando todos logren discernirlo, dile: “¿Ya terminaste de hablar? Si no tienes nada más que decir, cállate, o harás el ridículo. Si tu naturaleza perversa queda expuesta frente a todos y no se refrena de inmediato, provocará la indignación pública. Cuando todos te expongan y rechacen, ya será demasiado tarde para arrepentimientos”. Adviérteselo de esa manera, y así lo habrás restringido. O también podrías decir: “Si sientes que saliste perdiendo, no tienes por qué creer en Dios. Sientes que no has ganado nada; por lo tanto, ¿qué es lo que esperas obtener exactamente? Si buscas hacer fortuna y volverte rico o conseguir un cargo importante, lo siento, eso no se logra con solo desearlo; esos asuntos los decreta Dios. La aparición de Dios y Su obra de salvación no tienen que ver con proporcionarles a las personas tales cosas. Ve adonde puedas obtenerlas; la casa de Dios no es el mundo, no puede satisfacer a los diablos y satanases. Mejor no le exijas tales cosas a la casa de Dios, ni a los hermanos y hermanas; si te atreves a pedírselas a Dios, ofenderás Su carácter y provocarás Su ira, porque Él les ha concedido abundante gracia a las personas, y les ha otorgado aún más verdades para que sean su vida. Que no consideres que obtener la verdad es algo valioso, es ser necio e ignorante de tu parte”. Todos se lo echan en cara y lo podan de esa manera. ¿Qué opinas de esta práctica? O podrías decir: “La casa de Dios no te debe nada. Los esfuerzos que has hecho por Dios y los deberes que has cumplido han sido completamente voluntarios. ¿Sabes cuánta gracia has disfrutado de parte de Dios desde que comenzaste a creer en Él y a cumplir tus deberes? Si tienes un mínimo de conciencia, no deberías decirle a Dios que no has ganado nada; deberías presentarte ante Él y reconocer tus propios problemas. Si realmente crees que Dios es la verdad, que todo lo que hace es la verdad y que Sus palabras son la verdad, no deberías decir tales cosas ni quejarte. Esta actitud tuya no es la que debería tener alguien que cree en Dios, ni la que debería adoptar alguien que busca la verdad. ¡Estás intentando sublevarte, revivir tus antiguos problemas con Dios! ¡Estás buscando separarte de Dios y saldar el balance final! Pero Dios no te debe nada, y Su casa tampoco. Si vas a ajustar cuentas con la casa de Dios, entonces apúrate y vete de ella. No asedies Su casa, o de lo contrario provocarás Su ira y te aniquilará. La consecuencia no sería favorable. Si tienes algo de conciencia o razón, deberías calmarte para orar y buscar, para examinar si hay algo errado en tu enfoque sobre la búsqueda en tu fe en Dios, y si la senda que recorres es la que Dios exige que tomes. Tienes muchas exigencias poco razonables hacia Dios, y tanto resentimiento; esto indica que algo ha ido mal con tu búsqueda. No acumulaste un resentimiento tan profundo en solo uno o dos días; ha estado creciendo durante mucho tiempo. O tal vez has venido ante Dios con una opinión errónea en mente desde que comenzaste a creer en Él, y, sin importar lo que Él haya dicho, te has mostrado insensible, y como resultado no sientes ningún remordimiento ni consideras que estés en deuda en absoluto. Tal vez sea eso lo que ha llevado a la situación actual. Será mejor que te apures a confesarte y arrepentirte; aún hay tiempo de arrepentirse. Si no lo haces, y continúas haciendo el mal y dando rienda suelta a la negatividad, te convertirás en un diablo, en un anticristo. Cuando la casa de Dios se deshaga de ti, ya no tendrás oportunidad de salvarte; lo que la casa de Dios condena, también lo condena Dios. Te estamos dando esta advertencia tomando en cuenta tu capacidad para soportar dificultades y pagar un precio durante los muchos años que has creído en Dios. Te estamos dando una oportunidad. Si insistes en hacer las cosas a tu modo y te niegas a escuchar los consejos, y la casa de Dios decide echarte, ya no serás hermano o hermana. Tendrás cero esperanzas de salvarte. Cuando llegue ese momento, realmente no habrás ganado nada. Entonces, no te lamentes. Ahora, lo más crucial es que corrijas tus pensamientos, opiniones y la dirección de tu búsqueda. Deja de buscar en todo momento obtener algo. Escucha las palabras de Dios; analiza cuánto de lo que Dios expone acerca del carácter corrupto de las personas puedes ver reflejado y reconocer en ti mismo. ¿Has resuelto los problemas que puedes identificar en ti mismo, aquellos que son evidentes? ¿Has reconocido tu rebelión contra Dios? ¿La has resuelto? El mayor problema que enfrentas ahora es querer en todo momento ajustar cuentas con Dios. ¿Qué significa este problema? ¿Acaso no es un asunto que necesita resolverse? Crees en Dios siempre con alguna intención, con una transacción en mente; constantemente anhelas recibir bendiciones, esperas intercambiar esfuerzo, gasto y sufrimiento carnal por las bendiciones del reino de los cielos. ¿No es esa la lógica de un bandido? ¿Por qué no te fijas a qué tipo de personas Dios les otorga bendiciones, qué le exige Él a la gente, qué les ha dicho y qué deben lograr para recibir las promesas de Dios? Si realmente crees en Dios y deseas salvarte, entonces no busques siempre obtener algo de Él. Necesitas analizar cuánto de las palabras de Dios has puesto en práctica y si eres una persona que sigue Sus palabras. Seguirlas es practicar y vivir de acuerdo con las exigencias de Dios y los principios-verdad, no solo sufrir físicamente un poco y pagar un pequeño precio. Tu carácter corrupto no está resuelto, y hay intenciones detrás de todos los precios que pagas y todas las dificultades que experimentas. Dios no lo aprueba; Él no quiere ese tipo de precio. Si insistes en ajustar cuentas con Dios, en discutir y enfrentarte con Él, ofendes Su carácter, y Él te permitirá seguir tu camino hasta el infierno para ser castigado. Este es el castigo divino por hacer el mal. Has disfrutado de muchas bendiciones y gracias de parte de Dios, y Él te ha brindado cierto trato material especial. Ya has recibido lo que te corresponde; ¿qué más quieres de Dios?”. Si compartieras estas palabras, ¿no se calmaría un poco el estado de ánimo agraviado de una persona con algo de conciencia y razón al escucharlas? ¿Son estas palabras una comprensión pura que se ajusta a la verdad? (Sí). Si una persona tiene humanidad y razón, puede comprenderlas y aceptarlas. Solo aquellos que carecen de humanidad, que no tienen conciencia ni razón, pensarían que estas palabras intentan engañarlos, que son retórica grandilocuente, que no merecen que las personas las crean, y que sus beneficios no son tan tangibles como la gracia que es posible observar o las bendiciones materiales. Entonces, antes de que vean esos beneficios tangibles, lo que digas será inútil; no lo aceptarán. Puede que no se opongan frente a ti, pero a tus espaldas, en su corazón, seguirán resistiéndose, dando rienda suelta a la negatividad de vez en cuando, mostrando sus propias contribuciones, contando las dificultades que han soportado, así como el trato que reciben de parte de la casa de Dios y cómo hacen para resistir en Su casa; siempre mantienen estas cosas en su corazón. Pase lo que pase, en tanto no reciben lo que desean, su bestialidad estalla, explotan de furia y exponen un comportamiento vergonzoso y dan rienda suelta a la negatividad. ¿Deberías seguir tratando de persuadir a una persona así? Si, después de una simple insistencia, su calidad humana no cambia, si sus viejos problemas resurgen y su carácter endiablado estalla nuevamente, ¿qué debería hacerse? Es momento de imponer restricciones. No le des la oportunidad de arrepentirse. Es un caso perdido; es tonto, terco y desgraciado. ¿En qué sentido es “tonto, terco y desgraciado”? En el sentido de que no acepta el camino puro ni las cosas positivas. En cambio, adopta argumentos retorcidos, herejías y falacias y se aferra a su propio punto de vista centrado en obtener beneficios tangibles, sacar provecho y no sufrir pérdidas. No importa cómo la casa de Dios comparta la verdad, siempre dice: “Esas son solo palabras agradables al oído. ¿Quién no puede decir un par de cosas bonitas? Si estuvieras perdiendo, no lo dirías”. Se aferra tenazmente a tales puntos de vista, y cuando sucede algo desagradable o enfrenta una pérdida, siente que no ha ganado nada al creer en Dios, y nuevamente da rienda suelta a la negatividad. ¿Aún debe recibir una oportunidad? Ya no hay más oportunidades. Si no cumple bien con sus deberes, sino que perturba a los demás, páralo y restríngelo de inmediato. No le permitas hablar libremente. Si sigue difundiendo negatividad y perturbando a los demás, no le muestres más cortesía. Échalo sin demora. No significa ser frío, ¿verdad? (No). Recibió la verdad en bandeja durante la enseñanza, pero no puede asimilarla, sin importar cómo se comparta, ¿qué indica eso? A simple vista, parece un incrédulo, pero en esencia es un diablo. Ha venido a la casa de Dios a pedirle a Dios gracia y bendiciones, a obtener beneficios, y no descansará hasta conseguirlos. Si no ha recibido ninguno después de creer un tiempo, su carácter satánico estallará; manifestará lo insatisfecho que se siente con Dios, cometerá maldades y causará perturbaciones. Esta persona es un diablo. El poco sufrimiento y esfuerzo que ha soportado no constituye, en esencia, la práctica de las palabras de Dios. Son simplemente un intento de hacer un trato, de obtener beneficios y bendiciones para sí mismo. Cuando a quienes siempre buscan obtener algo de su fe en Dios les sucede algo, y se sienten negativos y débiles, dicen en todo momento: “No he ganado nada al creer en Dios”. Luego, se rinden y comienzan a actuar de manera imprudente, buscan tomar represalias y a menudo dan rienda suelta a la negatividad para liberar las emociones derivadas de su insatisfacción. Ya hemos compartido cómo tratar a tales personas; deben ser tratadas según los principios. Si pueden aceptar la verdad y asegurar que no causarán más perturbaciones en el futuro, será posible darles otra oportunidad para seguir en la iglesia. Si siempre buscan perturbar y dañar la obra de la iglesia y la vida de iglesia, es necesario depurarlas a fin de proteger la obra de la iglesia y garantizar que el pueblo escogido de Dios pueda vivir la vida de iglesia sin perturbaciones. Esta decisión se toma y este método se adopta en función de este principio. Es lo adecuado.

En la vida de iglesia, ¿quién más tiende a dar rienda suelta a la negatividad? Hay quienes cumplen con su deber sin obtener resultados y cometen errores constantemente. No reflexionan sobre sí mismos, pero sienten que Dios no es justo ni equitativo, que Él trata con gracia a los demás, pero no a ellos, que los desprecia y nunca los esclarece, y por eso el desempeño de su deber jamás da frutos ni pueden lograr su objetivo de destacarse y ganar reconocimiento. En su corazón, comienzan a culpar a Dios, y a medida que esto ocurre, surgen celos, rechazo y odio hacia aquellos que cumplen con su deber con lealtad. ¿Qué tipo de humanidad poseen estas personas? ¿Acaso no son mezquinas? Además, ¿no es cierto que no comprenden cómo perseguir la verdad en su fe en Dios? No entienden qué significa creer en Dios. Piensan que creer en Él y cumplir un deber es como estudiar para ingresar a la universidad y siempre necesitan comparar las calificaciones y el orden de mérito. Por eso, les dan gran importancia a estas cosas. ¿No es ese su estado? Antes que nada, desde la óptica de comprender la verdad, ¿tienen estas personas entendimiento espiritual? No, y no entienden qué es creer en Dios y perseguir la verdad. En primer lugar, le dan gran importancia al lugar que ocupan en comparación con los demás; por otro, siempre utilizan un sistema de puntuación para evaluar qué tan bien los demás cumplen con su deber y cómo lo hacen ellas mismas, como si estuvieran evaluando a estudiantes en una escuela, y miden la fe en Dios y el cumplimiento del deber de las personas con este método. ¿No hay algo incorrecto en esto? Además, esta forma de cumplir con su deber donde ponen tanto empeño, ¿no es incorrecta? ¿No cumplen con sus deberes con el mismo esfuerzo que se requiere para estudiar o presentar un examen? (Sí). ¿Por qué lo decimos? ¿Acaso estas personas entienden cómo buscar los principios al creer en Dios y cumplir con su deber? ¿Son capaces de buscar esos principios? Por un lado, no saben cómo buscarlos. No entienden cómo deben leer las palabras de Dios, cómo compartir la verdad ni de qué manera cumplir adecuadamente con su deber; tampoco les importa. Solo saben que deben encontrar los principios y actuar conforme a ellos, pero no comprenden aquello que se relaciona con lo que estipulan esos principios, lo que Dios exige o cómo actúan los demás en función de los principios. Simplemente no lo entienden. Por otra parte, ¿son capaces de evaluar el desempeño en un deber según los estándares de Dios a fin de medir si el cumplimiento del deber de las personas cumple con este estándar y con los principios que Él les exige para llevarlo a cabo? ¿Pueden entender estos asuntos a partir de las palabras de Dios y la enseñanza con los hermanos y hermanas? Para empezar, no entienden las palabras de Dios, ni los asuntos relacionados con el desempeño del deber. Después de comenzar a creer en Dios y cumplir con sus deberes, reflexionan: “Cuando estaba en la escuela, descubrí una regla: en tanto la persona esté dispuesta a esforzarse mucho y estudiar más, puede obtener buenas calificaciones. Entonces, en lo que respecta a mi fe en Dios, haré lo mismo. Leeré más las palabras de Dios y oraré más. Mientras otros conversan o comen, aprenderé himnos y memorizaré Sus palabras. Si hago tal esfuerzo, considerando mi arduo trabajo, mi dedicación y mi constancia, Dios seguramente me bendecirá y el desempeño de mi deber, sin duda, dará frutos. Estoy seguro de que obtendré mejores calificaciones que los demás, y seré valorado y ascendido”. Sin embargo, a pesar de hacer todo eso, aún no logran cumplir sus deseos: “¿Por qué sigo siendo menos eficiente que los demás cuando cumplo con mi deber? ¿Cómo voy a lograr que me asciendan o me usen para tareas importantes? ¿Acaso no significa eso que no hay esperanza? Nací competitivo, no estoy dispuesto a quedar rezagado con respecto a los demás. Así era en la escuela, y así sigo siendo en mi fe en Dios. Si cualquier otro me supera, estoy decidido a ser mejor. ¡No descansaré hasta conseguirlo!”. Creen que, con el método y enfoque adecuados, aplicando el esfuerzo del estudio riguroso a la lectura de las palabras de Dios y al aprendizaje de más himnos, evitando charlas innecesarias, dejando de interesarse por vestir bien, durmiendo y disfrutando menos, reprimiendo su cuerpo y no entregándose a los placeres carnales, serán capaces de recibir las bendiciones de Dios y están seguros de que lograrán resultados al cumplir con su deber. Sin embargo, las cosas siempre resultan ser diferentes a lo que esperaban: “¿Por qué continúo cometiendo errores en todo momento al cumplir con mi deber y por qué todavía no lo cumplo tan bien como los demás? Los demás hacen las cosas rápidamente y bien, y el líder siempre los elogia y los valora. He soportado tanto sufrimiento y dificultades, ¿por qué aún no logro resultados?”. Mientras reflexionan sobre esto, finalmente hacen un descubrimiento significativo: “Resulta que Dios no es justo. He creído en Él tanto tiempo, ¡y recién ahora me doy cuenta! Dios muestra gracia hacia quien Él quiere. Entonces, ¿por qué no quiere tratarme así a mí? ¿Es porque soy tonto, porque la adulación y la elocuencia me son ajenas, porque no soy perspicaz? ¿O es porque parezco demasiado común y no tengo muchos estudios? Así es como Dios me pone en evidencia, ¿no es cierto? He leído tantas palabras de Dios, ¿por qué Él no me trata con gracia, sino que me pone en evidencia?”. Mientras lo piensan, se vuelven negativos: “Ya no quiero cumplir con mi deber. Dios no me bendijo mientras lo cumplía, y he leído más palabras de Dios, pero Él no me ha esclarecido. En Sus palabras dice: Dios muestra gracia hacia quien Él quiere y es misericordioso con quien Él quiere serlo. Yo no soy alguien a quien Dios muestre misericordia ni a quien trate con gracia. ¿Por qué tengo que sufrir este tormento?”. Cuanto más piensan, más negativos se vuelven, y menos sienten que tienen una salida. Se sienten ahogados por sus quejas y ya no quieren cumplir con su deber; cuando lo hacen, se limitan a llevarlo a cabo de manera superficial. No importa cuánto compartan los principios los demás, no logran comprenderlos. En su interior no hay ninguna reacción. Cuando se encuentran en este tipo de situación, ¿poseen una entrada en la vida? ¿Manifiestan lealtad en el cumplimiento de su deber? Ya no, y el poco esfuerzo y la dedicación que antes tenían también se han desvanecido. Entonces, ¿qué queda en su corazón? Dicen: “Me limitaré a hacer planes a medida que continúo y tomaré las cosas como vengan. Es posible que Dios me revele, me descarte en cualquier momento y pierda las esperanzas que ha puesto en mí. Cuando llegue el día en que no me permitan cumplir con mi deber, no lo haré. Sé que no soy lo suficientemente bueno. Puede que Dios no me haya descartado aún, pero sé que no le agrado. No es más que una cuestión de tiempo antes de que me descarte”. En su corazón surgen estos pensamientos y puntos de vista, y cuando interactúan con los demás, de vez en cuando se les escapan tales comentarios: “Seguid creyendo fervorosamente. Vuestra fe y el cumplimiento del deber serán sin duda bendecidos por Dios. Yo ya no tengo esperanza. He llegado al final de mi camino. No importa cuán aplicado o trabajador sea, no sirve de nada. Si a Dios no le gusta alguien, ningún esfuerzo que haga será de utilidad. Cuando cumplo con mi deber poniendo todo el esfuerzo posible; si no hay lugar para mis esfuerzos, no hay nada que se pueda hacer al respecto. ¿Puede Dios obligar a las personas a hacer lo que está más allá de sus capacidades? ¡Dios no puede hacer que un gato hable!”. ¿Qué quiere decir? Insinúa: “Así soy, no importa cómo me trate Dios, esta será mi actitud”. Decidme, ¿por qué alguien con tal actitud y propósito seguiría queriendo recibir las bendiciones de Dios? ¿Pueden este estado y esta actitud que han desarrollado influir en otros? Fácilmente, son capaces de ejercer una influencia negativa y nociva, y llevar a otros a la negatividad y la debilidad. ¿No es esto desorientar y perjudicar a los demás? Las personas con este grado de negatividad, ¿no pertenecen a la especie de los diablos? Los diablos nunca aman la verdad.

Algunas personas no dan rienda suelta a su negatividad en discursos interminables; simplemente sueltan unas pocas frases: “Vosotros sois mejores que yo. Habéis sido bendecidos en gran medida. Yo no tengo esperanza. No importa cuánto me esfuerce, no sirve de nada. No tengo esperanza de recibir las bendiciones de Dios”. Aunque las palabras son simples y no parecen representar ningún problema, al sonar como si se estuvieran examinando a sí mismos, se diseccionaran y aceptaran hechos como su poco calibre y defectos, en realidad están dando rienda suelta a una especie de negatividad invisible. Estas palabras trasmiten sarcasmo y burla, así como resistencia y, por supuesto aún más, dan a entender su insatisfacción con Dios, junto con un estado de ánimo negativo y abatido. Quizás estas palabras negativas sean unas pocas, pero este estado de ánimo, como una enfermedad contagiosa, puede afectar a los demás. Aunque no digan explícitamente: “Ya no quiero cumplir con mi deber, no tengo esperanza de salvación y todos vosotros también estáis en peligro”, envían una señal que hace que las personas sientan que, si a pesar de los esfuerzos, esta persona no tiene esperanza de salvación, entonces aquellos que no lo intentan tienen aún menos esperanza. Al transmitir esta señal, les dicen a todos: “La esperanza es importante. Si Dios no te da esperanzas, si Dios no te bendice, por mucho que te esfuerces, todo será en vano”. Después de que la mayoría acepta esta señal, su fe en Dios, en lo más profundo, no puede más que desvanecerse, y la lealtad y la sinceridad que deberían demostrar al cumplir con su deber se reducen en gran medida. Aunque dan rienda suelta a esta negatividad sin una intención clara de desorientar o atraer a los demás a su lado, este estado de ánimo negativo afecta con rapidez a los demás y les hace sentir que están ante una crisis y que sus esfuerzos, sin duda, no se aprovechan; hace que las personas vivan según sus sentimientos, los usen para especular sobre Dios y analicen y escruten la actitud y la sinceridad de Dios hacia los seres humanos en función de apariencias superficiales. Cuando este estado negativo se transmite a otros, no pueden evitar alejarse de Dios ellos mismos, malinterpretan y dudan de lo que Él ha dicho y dejan de creer en Sus palabras. Al mismo tiempo, ya no son sinceros con respecto a sus deberes; no están dispuestos a pagar un precio ni a ser leales en absoluto. Este es el impacto de estos comentarios negativos en las personas. ¿Cuál es su consecuencia? Después de escuchar estas palabras, las personas no se edifican, mucho menos logran conocerse a sí mismas ni descubrir sus limitaciones, y tampoco se transforman en personas capaces de practicar la verdad y cumplir con su deber conforme a los principios. No logran ninguno de estos resultados positivos. En cambio, este impacto hace que se vuelvan más negativas, piensen en abandonar la búsqueda de la verdad y pierdan la determinación de cumplir con su deber. ¿Por qué han perdido la fe? (Sienten que no tienen esperanza de salvación). Correcto, han aceptado ese mensaje y sienten que no tienen esperanza de salvación, por lo que no están dispuestas a realizar un esfuerzo para cumplir con su deber. Este comportamiento muestra que no persiguen la verdad de manera sincera, sino que siempre juzgan si Dios se siente satisfecho con ellas, si tienen esperanza de salvación y si Él aprueba su cumplimiento del deber basándose en sentimientos, estados de ánimo y suposiciones. Cuando las personas juzgan estas cosas basándose en conjeturas, no les motiva mucho practicar la verdad. ¿Por qué? ¿Pueden las personas juzgar a Dios con precisión cuando lo hacen basándose en suposiciones? ¿Son capaces de hacer suposiciones certeras sobre cada pensamiento e idea que Dios tiene? (No). La mente de las personas está llena de falsedades, transacciones, filosofías para los asuntos mundanos y la lógica de Satanás, entre otras cosas. ¿Cuáles son las consecuencias de que hagan conjeturas sobre Dios basándose en todo eso? Esto lleva a dudar de Dios, a distanciarse de Él e incluso a una pérdida total de la fe. Cuando una persona pierde completamente la fe en Dios, inevitablemente surge un gran interrogante en su corazón sobre Su existencia. En ese momento, su tiempo como creyente llegará a su fin; está completamente arruinado. Además, ¿es correcto que las personas hagan suposiciones sobre Dios? ¿Es esta la actitud que un ser creado debe tener hacia el Creador? Evidentemente, no es la actitud apropiada. Las personas no deben hacer conjeturas sobre Dios, ni especular sobre lo que piensa ni acerca de Sus pensamientos con respecto a los humanos. Esto por sí mismo no es correcto; las personas han adoptado una óptica y una posición incorrectas.

Las personas no deben manifestar suposiciones, especulaciones, dudas ni desconfianza en su trato con Dios, ni deben juzgarlo basándose en pensamientos y opiniones humanos, filosofías para los asuntos mundanos ni conocimientos académicos. Entonces, ¿cómo deben tratarlo? Primero, deben creer que Él es la verdad. Las exigencias que Dios les impone, Sus intenciones hacia ellas, Su amor y odio por los seres humanos, y Sus arreglos, pensamientos e ideas para los diferentes tipos de personas, entre otras cosas, no requieren de tu especulación; estos asuntos tienen explicaciones claras y significados evidentes en las palabras de Dios. Solo necesitas creer, buscar y luego practicar conforme a lo que dicen Sus palabras; así de simple es. Dios no te pide que juzgues lo que Él se propone hacer contigo ni cómo te ve a partir de sentimientos. Entonces, ¿consideras que no tienes esperanza de salvación? ¿Es esto un sentimiento o un hecho? ¿Dijeron tal cosa las palabras de Dios? (No). Entonces, ¿qué dicen? Dios les dice a las personas cómo buscar la verdad para encontrar soluciones y hallar la senda para practicar la verdad cada vez que enfrenten algún problema o revelen un carácter corrupto. Esto confirma una cosa: que Dios realmente quiere salvar a las personas y transformar su carácter corrupto; Él no te engaña, y tampoco es palabrería vacía. Crees que no tienes esperanza de salvación, pero eso es solo un estado de ánimo pasajero, un sentimiento generado por un entorno determinado. Tus sentimientos no representan los deseos ni las intenciones de Dios, mucho menos Sus pensamientos, y tampoco simbolizan la verdad. Por lo tanto, si te guías por este sentimiento, si haces conjeturas acerca de Dios basándote en él y lo usas para reemplazar los deseos de Dios, estás muy equivocado y has caído en la trampa de Satanás. ¿Qué debe hacer uno en esta situación? No confiar en los sentimientos. Algunos dicen: “Si no debemos confiar en ellos, ¿en qué debemos confiar?”. Confiar en cualquier cosa tuya es inútil; los sentimientos humanos no representan la verdad. ¿Quién sabe cómo se generaron y de dónde provienen realmente? Si fueron causados por la desorientación de Satanás, es un problema. En cualquier caso, sin importar cómo surgieron, no representan la verdad. Cuanto más intensos sean los sentimientos e intuiciones de las personas, más necesitan buscar la verdad, presentarse ante Dios y reflexionar sobre sí mismas. Los sentimientos humanos, y los hechos y la verdad son dos cosas completamente diferentes. ¿Pueden los sentimientos proporcionarte la verdad? ¿Es posible que te brinden una senda de práctica? No. Solo las palabras de Dios, solo la verdad, pueden ofrecerte una senda de práctica, un cambio de rumbo y presentarte una salida. Por tal motivo, lo que debes practicar no es buscar tus propios sentimientos; tus sentimientos no son importantes. Lo que debes hacer es presentarte ante Dios para buscar la verdad, para entender Sus intenciones mediante Sus palabras. Cuanto más te apoyes en los sentimientos, más sentirás que no tienes una manera de proceder, más profundo caerás en la negatividad y más creerás que Dios es injusto, que Él no te ha bendecido. Por el contrario, si dejas a un lado esos sentimientos para buscar los principios-verdad, para analizar qué acciones en el proceso de cumplir con tu deber han vulnerado estos principios-verdad, cuáles fueron realizadas según tu propia voluntad y no tienen nada que ver con ellos, en el proceso de búsqueda descubrirás que hay demasiado de tu propia voluntad en tus acciones y que posees demasiadas figuraciones. Con solo usar ese poco de seriedad, descubrirás muchos problemas: “Soy demasiado rebelde, muy terco, ¡arrogante en extremo! No es que no tenga esperanza de salvación; mis sentimientos no son precisos. El problema es que no tomé en serio las palabras de Dios y no practiqué conforme a los principios-verdad. Siempre me quejo de que Dios no me bendice, no me guía y no es imparcial, pero en realidad no reconocí que cuando cumplo con mi deber soy negligente, obstinado e imprudente; ese es mi error. Ahora me he dado cuenta de que Dios no muestra preferencias. Cuando las personas no buscan la verdad ni se presentan ante Dios, Él ya está siendo bueno con ellas al no invalidar su idoneidad para cumplir un deber; en este aspecto, Dios ya está siendo muy tolerante. Sin embargo, aun así, me sentí lleno de quejas e incluso me enfrenté a Dios y discutí con Él. Antes pensaba que era bastante bueno, pero ahora me doy cuenta de que eso no es así en lo más mínimo. Nada de lo que hice se fundamentó en los principios; que Dios no me disciplinara fue Su gracia. ¡Él reconoció mi poca estatura!”. A través de tal búsqueda, comprenderás algunas verdades y serás capaz de tomar la iniciativa para practicar activamente según los principios-verdad. Poco a poco, sentirás que cuentas con ciertos principios para ser una persona y cumplir con tu deber. En ese momento, ¿no te sentirás mucho más en paz con tu conciencia? Dirás: “Antes sentía que no tenía esperanza de salvación, pero ahora, ¿por qué ese sentimiento, ese conocimiento, se ha ido debilitando cada vez más? ¿Cómo es que este estado cambió? Anteriormente, pensaba que no tenía esperanza; ¿no era eso solo negatividad, resistencia y una lucha contra Dios? ¡Fui demasiado rebelde!”. Después de someterte, en el proceso de cumplir con tu deber, comenzarás a entender algunos principios sin darte cuenta, y ya no te compararás con los demás; solo te concentrarás en cómo evitar la superficialidad y llevar a cabo tus deberes conforme a los principios. Inconscientemente, ya no sentirás que no puedes salvarte y no estarás más atrapado en ese estado negativo; cumplirás con tus deberes según los principios y sentirás que tu relación con Dios se ha vuelto normal. Cuando tengas este sentimiento, pensarás: “Dios no me ha abandonado, puedo sentir Su presencia; cada vez que lo busco mientras cumplo con mis deberes, puedo sentir Su guía y Sus bendiciones. Finalmente, siento que Dios bendice a los demás y también me bendice a mí, y que no muestra preferencias por nadie; parece que aún tengo esperanza de salvación. Descubrí que la senda que recorrí antes no era la correcta; siempre cumplía con los deberes de forma superficial y, al llevarlos a cabo, cometía fechorías de manera imprudente, e incluso pensaba que estaba bien, vivía en mi propio pequeño mundo y me admiraba a mí mismo. Ahora veo que hacerlo fue un gran error. Al vivir completamente en un estado en el que clamaba contra Dios y me resistía a Él, no es de extrañar que no recibiera Su esclarecimiento. Si no actúo según los principios, ¿cómo podría recibir Su esclarecimiento?”. Como ves, son dos formas completamente diferentes de practicar, dos maneras absolutamente distintas de manejar tus propias ideas, conducen finalmente a resultados diferentes.

Al creer en Dios, las personas no deben dejarse guiar por sentimientos. Los sentimientos son solo estados de ánimo pasajeros, ¿tienen algo que ver con los resultados? ¿Con los hechos? (No). Cuando las personas se alejan de Dios, cuando viven en un estado mental en el que lo malinterpretan o se resisten, luchan y claman contra Él, entonces han dejado totalmente el cuidado y la protección de Dios y Él ya no tiene un lugar en su corazón. Cuando las personas viven en un estado semejante, no pueden evitar vivir según sus propios sentimientos. Algún pensamiento menor puede alterarlas de tal manera que no pueden comer ni dormir, un comentario descuidado de alguien puede llevarlas a hacer conjeturas y al desconcierto e incluso una simple pesadilla puede volverlas negativas y hacer que malinterpreten a Dios. Una vez que este tipo de círculo vicioso se ha formado, la gente determina que para ellos se ha terminado, que han perdido toda esperanza de salvarse, que han sido abandonados por Dios, y que Él no los va a salvar. Cuanto más piensen de esta manera, y más tengan esos sentimientos, más se hundirán en la negatividad. La verdadera razón por la que las personas tienen estos sentimientos es que no buscan la verdad ni practican según los principios-verdad. Cuando les sucede algo, las personas no buscan la verdad, no la practican y siempre siguen su propio camino, viven según su propia astucia. Se pasan los días comparándose con los demás y compitiendo contra ellos, envidiando y odiando a cualquiera que consideren que sea mejor que ellas, y burlándose y mofándose de quien creen inferior, viviendo en el carácter de Satanás, sin hacer las cosas según los principios-verdad, y rehusando aceptar los consejos de nadie. Esto acaba conduciendo a que desarrollen toda clase de ilusiones, especulaciones y juicios, y se vuelven perpetuamente angustiadas. ¿Y acaso no lo merecen? Solo ellas mismas pueden acarrear un fruto tan amargo, y realmente se lo merecen. ¿Cuál es la causa de todo esto? Pues que la gente no busca la verdad, es demasiado arrogante y sentenciosa, siempre actúa según sus propias ideas, siempre está alardeando y comparándose con los demás, siempre trata de destacar, siempre le hace a Dios exigencias irrazonables, etcétera. Todo esto causa que las personas se aparten poco a poco de Dios, que no paren de resistirse a Él y de vulnerar la verdad. Al final, se hunden en la oscuridad y la negatividad. Y en tales momentos, las personas no poseen una comprensión verdadera de su propia rebeldía y oposición, y mucho menos les es posible abordar estas cosas con la actitud adecuada. En cambio, se quejan sobre Dios, lo malinterpretan y especulan sobre Él. Cuando esto sucede, al final se dan cuenta de que su corrupción es muy profunda y de que son muy problemáticos, así que determinan que son de los que se oponen a Dios, y no pueden evitar hundirse en la negatividad, incapaces de salir de ella. “Dios me desdeña. Él no me quiere. Soy demasiado rebelde, me lo merezco, no cabe duda de que Dios ya no va a salvarme”; eso es lo que creen. Les parece que esos son los hechos. Determinan que las conjeturas que llevan en el corazón son los hechos. No importa quién comunique la verdad con ellos, de nada sirve, no la aceptan. Piensan: “Dios no me va a bendecir, Él no va a salvarme, entonces, ¿qué sentido tiene creer en Él?”. Cuando la senda de su creencia en Dios ha llegado a este punto, ¿sigue la gente siendo capaz de creer? No. ¿Por qué ya no pueden continuar? Aquí hay un hecho. Cuando la negatividad de las personas llega a cierto punto que su corazón está lleno de resistencia y quejas, y desean cortar su relación con Dios para siempre, entonces ya no es tan simple como que no teman a Dios, no se sometan a Él, no amen la verdad y no la acepten. ¿Qué es entonces? En su corazón, han decidido por voluntad propia renunciar a la fe en Dios. Estos individuos piensan que es vergonzoso esperar pasivamente a ser descartados, y que hay más dignidad en renunciar voluntariamente, por eso toman la iniciativa de abandonar su oportunidad y les ponen fin a las cosas por sí mismos. Condenan la fe en Dios por ser mala, condenan la verdad por ser incapaz de cambiar a las personas y condenan a Dios por ser injusto, lo culpan por no salvarlos: “Me esfuerzo tanto, sufro muchísimas más adversidades que los demás y pago un precio mucho mayor que otros, cumplo con mi deber de forma genuina y aun así Dios no me ha bendecido. Ahora me doy cuenta con claridad de que no le agrado a Dios, que Dios no trata a todos por igual”. Tienen el descaro de convertir sus dudas sobre Dios en una condena a Dios y una blasfemia contra Él. Cuando estos hechos toman forma, ¿pueden estas personas continuar en la senda de la fe en Dios? Están arruinadas por rebelarse contra Dios y oponerse a Él, y por no aceptar la verdad o reflexionar sobre sí mismas en absoluto. ¿No resulta poco razonable que alguien abandone a Dios por iniciativa propia y luego se queje de que Él no lo bendice ni lo trata con gracia? Todo el mundo elige su propia senda y la recorre por su cuenta; nadie puede hacerlo por otro. Eres tú quien ha elegido un callejón sin salida; tú has abandonado a Dios y lo has rechazado. Desde el principio hasta el final, Dios nunca ha dicho que no te quiera a ti, ni que se haya rendido con respecto a ti, ni que se niegue a salvarte; eres tú quien, al basarte en suposiciones, has circunscrito a Dios. Si realmente creyeras en Dios, seguirías creyendo en Él, incluso si Él no te quisiera, y seguirías creyendo en Él y leyendo Sus palabras, aceptando la verdad y cumpliendo con tus deberes de manera normal, aunque Él te detestara. Entonces, ¿quién podría restringirte o pararte? ¿No depende todo de tus propias elecciones y búsquedas? Tú mismo careces de fe y luego te vuelves para culpar a Dios; significa ser poco razonable. No conservas tu relación con Dios e insistes en destruirla; una vez que hay una fisura, ¿es posible repararla? Es difícil volver a armar un espejo y, aunque puedas hacerlo, la grieta siempre quedará ahí. Ahora que la relación se ha roto, nunca podrá volver a estar en su estado original. Por consiguiente, independientemente del tipo de entorno que las personas enfrenten mientras creen en Dios, deben aprender a someterse y buscar la verdad; solo entonces podrán mantenerse firmes. Si deseas seguir a Dios hasta el final del camino, es crucial perseguir la verdad; ya sea al cumplir con tus deberes o al hacer cualquier otra cosa, es esencial entender, practicar e implementar los principios-verdad, porque es a través del proceso de entender la verdad y practicar conforme a ellos que llegas a conocer, entender y comprender a Dios, a captar Sus intenciones y lograr la compatibilidad con Él, y comprendes y aceptas Su esencia. Si no pones en práctica los principios-verdad y solo actúas o cumples con tus deberes según tu propia voluntad, nunca entrarás en contacto con la verdad. ¿Qué significa eso? Que nunca entrarás en contacto con la actitud de Dios hacia todo, con Sus exigencias ni con Sus pensamientos; y será aún menos probable que llegues a entrar en contacto con el carácter y la esencia de Dios tal como se revelan en Su obra. Si no logras entrar en contacto con estos hechos de Su obra, tu comprensión de Dios se limitará siempre a imaginaciones y nociones humanas. Permanecerá dentro del ámbito de las figuraciones y nociones, y nunca se ajustará a la esencia y el verdadero carácter de Dios. De esta manera, no serás capaz de lograr una comprensión de Dios genuina.

Mientras cumplen con sus deberes, las personas a menudo experimentan estados de negatividad y rebeldía. Si logran buscar la verdad y utilizan los principios-verdad para abordar y solucionar estos problemas, sus emociones negativas no se convertirán en quejas, resistencia, desafío, reclamos o incluso blasfemia. Sin embargo, si resuelven estas situaciones confiando únicamente en su propio ingenio mezquino, el autocontrol y el esfuerzo, la dedicación o el dominio humanos de sí mismos, entre otros métodos similares, tarde o temprano estas figuraciones, juicios y conjeturas humanos se convertirán en quejas, desafío, resistencia, reclamos e incluso blasfemias contra Dios. Cuando las personas están atrapadas en tales emociones negativas, tienden a desarrollar pensamientos o sentimientos como la desobediencia, la insatisfacción y quejas a Dios, entre otros. Cuando estas ideas se acumulan dentro de ellas con el tiempo y aun así no buscan ni aplican la verdad para resolverlas, su desobediencia, insatisfacción y quejas acabarán transformándose en desafío; adoptarán comportamientos rebeldes, como cumplir con sus responsabilidades de manera superficial o perturbarán y sabotearán la obra de la iglesia adrede, entre otras conductas negativas, con la intención de expresar su desobediencia e insatisfacción, y así lograrán su objetivo de desafiar a Dios. Algunas personas arruinan y perturban el cumplimiento de los deberes de los demás. El significado detrás de sus acciones es: “Si no puedo cumplir con mi deber, o si Dios no me bendice en él, me aseguraré de que ninguno de vosotros podáis cumplir bien con los vuestros”, y entonces comienzan a causar perturbaciones. Algunas lo hacen a través de palabras, mientras que otras recurren a ciertas acciones. ¿Qué cosas podrían hacer aquellos que perturban a los demás con sus acciones? Por ejemplo, podrían eliminar archivos del ordenador de otra persona a propósito para dañar los resultados de su deber, o podrían perturbar deliberadamente las reuniones en línea. Así es como los diablos y satanases perturban a las personas. La gente no entiende: “¿Cómo puede alguien de esa edad hacer cosas tan desagradables? No es un adolescente, después de todo; ¿cómo puede seguir haciendo esas bromas?”. En realidad, las personas de treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta años también pueden hacer tales cosas. Estos diferentes comportamientos son inconcebibles; no son las acciones de una persona con conciencia y razón, sino las de diablos y satanases. Al ver que los demás no se ven perjudicados y que sus objetivos no se logran, tal persona dará rienda suelta a la negatividad y causará perturbaciones en momentos en los que haya mucha gente presente o durante las reuniones. Cuando comienza a desahogar su insatisfacción a través de acciones, ya se hace difícil controlar la situación; resulta muy complicado frenarla, y si sigue desarrollándose, solo puede intensificarse, y se volverá, en esencia, cada vez más grave. No solo causa perturbaciones con sus acciones, sino que también emplea diversos medios y métodos, y utiliza un lenguaje agresivo y moralista para perturbar a los demás mientras cumplen con su deber. Independientemente de si logra sus objetivos, luego se resiste a Dios en su corazón; no lee las palabras de Dios ni aprende himnos y se niega a leer cualquier libro relacionado con Sus palabras o la verdad. ¿Qué hace en su casa? Lee novelas, ve series de televisión, aprende técnicas de cocina, estudia maquillaje y peluquería… Durante las reuniones, no comparte su entendimiento de las palabras de Dios, ni tampoco cómo resolver las actitudes corruptas ni las revelaciones de corrupción. Cuando otros comparten, deliberadamente acapara la conversación, interrumpe a quien esté hablando, desvía el tema intencionadamente, y así sucesivamente, y siempre dice cosas que socavan y perturban. ¿Por qué actúa de esta manera? La razón radica en que cree que no tiene esperanza de salvación, lo que la lleva a rendirse y comenzar a actuar imprudentemente; busca encontrar unos cuantos compañeros antes de que la echen o la expulsen de la iglesia. Si no puede recibir bendiciones, se asegura de que los demás tampoco. ¿Por qué piensa así? Cree que el Dios en quien tiene fe no es como el dios que imaginó al principio; Él no ama a las personas tanto como pensaba, tampoco es tan justo, y ciertamente no es tan afectuoso de corazón con ellas como creía. Dios ama a los demás, pero a ella no; Dios salva a los demás, pero no a ella. Ahora que no ve esperanza para sí misma y siente que no puede salvarse, se rinde y comienza a actuar de manera desenfrenada. Pero eso no es todo; también quiere que otros vean que, dado que ella no tiene esperanza, los demás tampoco la tienen, y solo se siente satisfecha cuando logra que todos abandonen su fe en Dios y renuncien a sus creencias. Su objetivo al actuar así es: “Si yo no puedo recibir las bendiciones del reino de los cielos, ¡será mejor que vosotros ni siquiera soñéis con obtenerlas!”. ¿Qué clase de miserable es una persona así? ¿Acaso no es un diablo? Es un diablo, que va rumbo al infierno, que además impide que otros crean en Dios y entren en el reino de los cielos; ¡está marchando directo hacia un callejón sin salida! Cualquier persona con un poco de conciencia y un mínimo de un corazón que tenga temor de Dios no debería actuar de esta manera; si realmente comete grandes maldades y queda en evidencia, y a partir de ello siente que ya no tiene esperanza, aún buscará ayudar a los demás a tener éxito y les permitirá que crean sinceramente en Él y no sigan su ejemplo. Podría decir: “Soy demasiado débil, mis deseos carnales son intensos, y estoy demasiado enamorada del mundo. Esto es culpa mía; ¡me lo merezco! Vosotros seguid siendo creyentes sinceros; no os dejéis influenciar por mí. Durante las reuniones, estaré alerta, y si la policía del gran dragón rojo entra en el pueblo, os avisaré”. Cualquiera con un mínimo de humanidad debería, al menos, hacer esto y no perturbar la búsqueda de la verdad de los demás. No obstante, aquellos que no poseen humanidad, cuando las cosas no les salen como ellos quieren o ven que los hermanos y hermanas los menosprecian y se alejan, sienten que Dios los ha revelado y descartado, que ya no tienen esperanza de salvación. Cuando albergan tales ideas y pensamientos, se rinden y comienzan a actuar de manera imprudente, dan rienda suelta a la negatividad y perturban la vida de iglesia sin ningún escrúpulo. ¿Qué tipo de personas actúan así? ¿No son acaso diablos? (Sí). ¿Debería uno mostrar cortesía a personas que son diablos? (No). Entonces, ¿cómo debería manejarse esta situación? Dices: “Vienes a las reuniones, pero no lees las palabras de Dios ni aceptas la verdad. Entonces, ¿para qué estás aquí? Para causar perturbaciones, ¿no es cierto? Crees que no tienes esperanza de salvación; en realidad, nosotros tampoco sentimos que tengamos mucha esperanza, pero nos esforzamos. Creemos que Dios no muestra preferencias, que es digno de confianza, que Su corazón para salvar a las personas es sincero y que Su corazón no cambia. En tanto exista una mínima esperanza, no nos rendiremos. No seremos negativos constantemente ni malinterpretaremos a Dios como tú. ¡Si piensas que puedes perturbarnos o detenernos, estás soñando! Si tú insistes tercamente, sigues creyendo de esta manera y persistes en querer perturbarnos maliciosamente, no nos culpes por ser rudos contigo. A partir de hoy, te echamos; ya no tienes lugar en la iglesia. Ahora, ¡lárgate!”. ¿No se resuelve el problema de esta manera? Es simple, con unas pocas palabras se las echa. ¡Es tan fácil hacerlo! ¿Por qué manejarlo de esta forma? Porque la esencia-naturaleza de tales personas no puede cambiar; no aceptarán la verdad. Creen que no tienen esperanza de salvación; Dios no lo ha dicho, ni tampoco los hermanos y hermanas, pero aun así cometen maldades y causan perturbaciones de esta manera. ¿Qué harán si un día realmente se las expulsa por hacer el mal y perturbar la obra de la iglesia, o si Dios las disciplina porque no persiguen la verdad? ¿Podrían convertirse en enemigas de Dios? ¿Buscar venganza? ¡Es muy probable! Es bueno que queden en evidencia antes de que puedan lograr cualquier fechoría o cometer un gran mal. Esto es obra de Dios; Él las ha revelado. Ahora, echarlas es lo correcto; los demás no han sufrido ninguna pérdida. Manejarlo de esta forma es oportuno y adecuado; todos obtienen discernimiento, y se afronta a las personas malvadas. Han cumplido su rol de contraste adecuadamente.

Básicamente, estos son los distintos estados y manifestaciones de las personas que dan rienda suelta a la negatividad. Cuando no queda satisfecho su deseo de buscar estatus, fama y ganancia, cuando Dios hace cosas que van en contra de sus nociones y figuraciones, que implican a sus intereses, se enredan en sentimientos de desobediencia e insatisfacción. Y cuando tienen estos sentimientos, su mente comienza a generar excusas, pretextos, justificaciones, defensas y otros pensamientos de queja. En este momento no alaban a Dios ni se someten a Él, y menos aún buscan la verdad para conocerse a sí mismos; en su lugar, luchan contra Dios, para lo que se sirven de sus nociones, figuraciones, pensamientos y puntos de vista, o de su impetuosidad. ¿Y cómo luchan contra Dios? Difunden sus sentimientos de desobediencia e insatisfacción, con la intención de dejarle claros sus pensamientos y puntos de vista a Dios, tratando de hacer que Él actúe de acuerdo con su intención y sus exigencias para satisfacer sus deseos; solo entonces se apaciguan sus sentimientos. En particular, Dios expresa muchas verdades para juzgar y castigar a la gente, para purificar sus actitudes corruptas, para salvarla de la influencia de Satanás, y quién sabe cuántos sueños de ser bendecidos se han visto truncados por estas verdades, con lo que se destroza su fantasía de ser arrebatados al reino del cielo por la que esperaban día y noche. Pretenden hacer todo lo posible para darle la vuelta a las cosas; pero se ven impotentes, solo pueden sumirse en el desastre con negatividad y resentimiento. No son obedientes respecto a todo esto que Dios ha dispuesto, porque lo que Él hace entra en conflicto con sus nociones, intereses y pensamiento. En particular, cuando la iglesia hace la obra de depuración y descarta a muchas personas, estas piensan que Dios no las salva, que Él las ha desdeñado, que están siendo tratadas injustamente, y por eso se organizarán para desafiar a Dios; negarán que Él es la verdad, negarán la identidad y la esencia de Dios, y negarán Su carácter justo. Por supuesto, también negarán el hecho de la soberanía de Dios sobre todas las cosas. ¿Y por qué medios niegan todo esto? Mediante el desafío y la resistencia. La implicación es: “Lo que Dios hace está en desacuerdo con mis nociones, y por eso no me someto, no creo que tú seas la verdad. ¡Voy a clamar contra ti y voy a difundir estas cosas en la iglesia y entre las personas! Voy a decir lo que quiera y no me importan las consecuencias. Tengo libertad de expresión, no puedes hacerme callar, diré lo que quiera. ¿Qué vas a hacer?”. Cuando estas personas insisten en expresar sus pensamientos y puntos de vista incorrectos, ¿están hablando de su propio entendimiento? ¿Están compartiendo la verdad? Desde luego que no. Están difundiendo negatividad, están expresando herejías y falacias. No están tratando de conocer su propia corrupción ni de dejarla en evidencia; no exponen las cosas que han hecho que están reñidas con la verdad, ni tampoco están poniendo al descubierto los errores que han cometido. En cambio, están haciendo todo lo posible para racionalizar y defender sus errores para demostrar que tienen razón, y al mismo tiempo también están llegando a una conclusión absurda y expresando puntos de vista adversos y distorsionados, además de argumentos retorcidos y herejías. El efecto sobre el pueblo escogido de Dios en la iglesia es el de desorientarlo y perturbarlo; incluso puede sumir a algunas personas en un estado de negatividad y confusión. Estos son todos los efectos nocivos y las perturbaciones que causan aquellos que dan rienda suelta a la negatividad. Por lo tanto, quienes dan rienda suelta a la negatividad deben ser restringidos, junto con sus palabras y acciones; no se los debe tolerar ni consentir. La iglesia debe contar con métodos y principios adecuados para lidiar con ellos. Por un lado, los hermanos y hermanas deben discernir a estas personas y sus comentarios negativos. Por otro lado, cuando el pueblo escogido de Dios haya adquirido discernimiento, la iglesia debe echar o expulsar con prontitud a estos individuos conforme a los principios-verdad, para evitar que sigan influyendo y perturbando a más personas. Con esto concluimos nuestra enseñanza sobre los diversos aspectos de dar rienda suelta a la negatividad.

C. Principios y sendas para resolver la negatividad

Las personas poseen una naturaleza satánica. Si se vive según un carácter satánico, resulta complicado evitar los estados negativos. Especialmente cuando uno no entiende la verdad, la negatividad se convierte en algo común. Todas las personas pasan por momentos de negatividad; algunas con más frecuencia, otras menos, algunas por períodos prolongados y otras durante períodos más cortos. Así como la estatura de las personas varía, lo mismo sucede con sus estados de negatividad. Aquellas con mayor estatura solo se vuelven un tanto negativas cuando enfrentan pruebas, mientras que, las que poseen una estatura menor y aún no comprenden la verdad, son incapaces de discernir cuando otros difunden ciertas nociones o hablan disparates y es probable que se sientan perturbadas, se dejen influenciar y se tornen negativas. Cualquier tipo de problema que surja puede dar lugar a que se sientan negativas, incluso asuntos triviales que no valen la pena mencionar. ¿Cómo debe resolverse el problema de una negatividad frecuente? Si alguien no sabe cómo buscar la verdad, cómo comer y beber las palabras de Dios ni cómo orar a Dios, esto se transforma en un problema y no le queda más que contar con el apoyo y la ayuda de los hermanos y hermanas. Si nadie es capaz de ayudar o la persona no acepta ayuda, es probable que continúe siendo tan negativa que no logre recuperarse e incluso podría dejar de creer. Mira, resulta muy peligroso que alguien siempre tenga nociones y se vuelva negativo con facilidad. Sin importar la manera en la que se les hable sobre la verdad, no la aceptan e insisten constantemente en que sus propias nociones y figuraciones son correctas. Son personas sumamente problemáticas. Sin importar qué tan negativo seas, en tu corazón deberías entender que tener nociones no significa que estas se ajusten a la verdad, significa que tienes dificultades para comprender. Si posees algo de razón, no deberías difundir esas nociones; es lo mínimo que las personas deberían respetar. Si tienes una mínima parte de un corazón temeroso de Dios y eres capaz de reconocer que sigues a Dios, deberías buscar la verdad para resolver tus nociones, someterte a la verdad y evitar causar trastornos y perturbaciones. Cuando no puedes hacerlo e insistes en divulgar nociones, has perdido la razón; tienes una mentalidad anormal y no tienes control sobre ti mismo. Al estar poseído por los demonios, pese a todo, dices y difundes tales nociones. No hay remedio, es obra de los espíritus malignos. Si tienes algo de conciencia y razón, deberías ser capaz de hacer lo siguiente: no difundir nociones ni perturbar a los hermanos y hermanas. Aunque te sientas negativo, no debes hacer cosas que los perjudiquen. Simplemente, lleva a cabo tu deber adecuadamente, haz bien lo que deberías hacer y asegúrate de que no tienes nada que reprocharte; este es el estándar mínimo para comportarse. Incluso si a veces te sientes negativo, pero no has hecho nada que sobrepase los límites, Dios no le prestará atención a tu negatividad. Mientras tengas conciencia y razón, seas capaz de orar y confiar en Él, y busques la verdad, en algún momento llegarás a comprenderla y cambiarás. Si enfrentas situaciones significativas, como ser despedido o descartado por no hacer un trabajo real como líder, y sientes que no hay esperanza de salvación, te vuelves negativo —hasta un punto tan exagerado que no puedes recuperarte, te sientes condenado y maldecido y surgen en ti malentendidos y quejas contra Dios— ¿qué deberías hacer? Es muy fácil de manejar: busca a algunas personas que comprendan la verdad para compartir y buscar juntos, y habla abiertamente con ellas. Lo más importante es que te presentes ante Dios para orar con sinceridad por tu negatividad y debilidad, así como por ciertos asuntos que no entiendes y no puedes superar, uno por uno. Habla con Dios, no guardes nada. Si hay asuntos innombrables que no puedes mencionarles a los demás, es aún más imperioso que te presentes ante Dios para orar. Algunas personas preguntan: “¿Acaso hablar con Dios sobre ello no conduce a la condena?”. ¿No has hecho ya muchas cosas que suponen oponerse a Dios y merecen Su condena? ¿Por qué te preocupas por esta cosa adicional? ¿Crees que si no hablas al respecto, Dios no lo sabrá? Dios sabe todo lo que piensas. Deberías hablar abiertamente con Él, expresarle lo que sientes con franqueza y presentarle tus problemas y tus estados con sinceridad. Puedes hablar con Dios sobre todas tus debilidades, tus rebeldías y hasta de tus quejas. Incluso si solo necesitas desahogarte, estará bien, y Dios no lo condenará. ¿Por qué no lo condena? Él conoce la estatura del hombre. Incluso si no le hablas, aun así, conoce tu estatura. Por una parte, hablar con Dios es una oportunidad para abrirte y mostrarte tal como eres con Él. Por otra, si le hablas, dejas en claro que estás dispuesto a someterte a Él. Al menos, le permites ver que no le cierras tu corazón, que solo eres una persona débil, que no tienes la estatura suficiente para superar este problema y eso es todo. No pretendes desafiarlo, tu actitud es de sumisión, pero tu estatura es demasiado escasa y no puedes soportar esa situación. Cuando le abres tu corazón a Dios por completo y eres capaz de compartir con Él tus pensamientos más íntimos, aunque menciones debilidades y quejas —y, en especial, muchas cosas negativas y desfavorables—, existe algo que es correcto en ello y es que reconoces que tienes un carácter corrupto, admites que eres un ser creado y no niegas la identidad de Dios como Creador ni desmientes que la relación que tienes con Él es la de un ser creado y el Creador. Le encomiendas a Dios aquello que encuentras más difícil de superar, lo que te hace más débil, y le cuentas la totalidad de tus sentimientos más íntimos, y esto refleja tu postura. Algunos dicen: “Oré a Dios una vez, y no resolvió mi negatividad. Aún no puedo superarla”. No importa, solo necesitas poner mucho empeño en buscar la verdad. Independientemente de cuánto entiendas, poco a poco Dios te fortalecerá y ya no serás tan débil como al principio. Sin importar cuán débil o negativo seas, ni cuántas quejas y emociones adversas experimentes, habla con Dios; no lo trates como a un extraño. Sea quien sea la persona a la que le ocultas cosas, no le escondas nada a Dios, porque solo dependes de Él y, además, es tu única salvación. Solo al presentarte ante Dios será posible resolver estos problemas. Confiar en la gente es inútil. Por consiguiente, cuando se enfrentan a la negatividad y la debilidad, aquellas personas que se presentan ante Él y confían en Él son las más sabias. Solo las personas necias y obstinadas, una vez que se enfrentan a acontecimientos significativos y cruciales y necesitan desahogarse con Dios, se alejan cada vez más, lo evitan y urden estratagemas en sus propias mentes. ¿Cuál es el resultado de toda esta estratagema? Su negatividad y sus quejas se convierten en desafío, y este se transforma en resistencia y en clamor contra Dios. Estas personas no llegan jamás a reconciliarse con Él, y su relación con Dios se rompe por completo. No obstante, una vez que enfrentas tal negatividad y debilidad, si aun así eliges presentarte ante Dios para buscar la verdad, optas por someterte a Sus orquestaciones y Sus arreglos y asumes una postura verdaderamente sumisa, al ver que aún deseas sinceramente someterte a Él, incluso en medio de tu negatividad y debilidad, sabrá cómo guiarte y sacarte de ellas. Tras vivir estas experiencias, desarrollarás una fe en Dios genuina. Sentirás que, sin importar las dificultades que enfrentes, mientras busques a Dios y lo esperes, Él te preparará una salida sin que lo sepas, y podrás notar que, sin siquiera darte cuenta, la situación ha cambiado. Ya no te sentirás débil, sino fuerte, y tu fe en Él se fortalecerá. Al reflexionar sobre estos acontecimientos, sentirás cuán infantil fue tu debilidad en ese momento. De hecho, las personas son así de inmaduras y sin el apoyo de Dios nunca madurarían de esa puerilidad e ignorancia. Solo cuando una persona acepta y se somete de manera gradual a la soberanía de Dios durante el proceso de experimentar tales cosas, cuando enfrenta activa y positivamente estos hechos, busca los principios y las intenciones de Dios, sin evitarlo ni distanciarse de Él y deja de rebelarse contra Dios y se vuelve cada vez más sumisa, menos rebelde, más cercana a Dios y más capaz de someterse a Él, solo al experimentar de esta manera, su vida crece y madura gradualmente, hasta alcanzar la estatura plena de un adulto.

¿De qué manera se deben abordar y resolver los estados negativos? No hay que tenerle miedo a la negatividad; la clave está en poseer razón. ¿No es más probable que uno haga estupideces cuando se es negativo todo el tiempo? Cuando una persona es negativa, se limita a quejarse o pierde la esperanza en sí misma y habla y actúa sin razón alguna, ¿acaso el desempeño de su deber no se verá afectado? Si es capaz de sucumbir a la desesperación y la negatividad la conduce a la pereza, ¿no es esto una traición a Dios? La negatividad extrema es como tener una enfermedad mental, algo similar a estar poseído por demonios; es carecer de razón. Es sumamente peligroso no buscar la verdad para hallar soluciones. Cuando las personas son negativas, si carecen completamente de un corazón temeroso de Dios, pierden la razón con facilidad y van por ahí propagando su negatividad, su insatisfacción y sus nociones. Esto equivale a oponerse a Dios de manera intencional, y puede fácilmente trastornar y perturbar la obra de la iglesia; esta es una consecuencia demasiado aterradora de imaginar, y es muy probable que Dios las desdeñe. Sin embargo, cuando la persona, en medio de su negatividad, es capaz de buscar la verdad, conserva un corazón temeroso de Dios, no habla de manera negativa ni difunde su negatividad ni sus nociones, y mantiene su fe en Dios y una postura de sumisión hacia Él, podrá salir con facilidad de este estado negativo. Todo el mundo tiene momentos de negatividad, lo único que varía es la intensidad, la duración y los motivos. Algunas personas por lo general no son negativas, pero adoptan esta postura cuando enfrentan fracasos o tropiezos. Otras pueden volverse negativas por asuntos insignificantes, incluso si solo se trata de algo que alguien dice que hiere su orgullo y algunas se tornan negativas ante circunstancias levemente desfavorables. ¿Entienden esas personas cómo vivir la vida? ¿Son capaces de comprender en profundidad? ¿Tienen la amplitud mental y la grandeza de una persona normal? No. Independientemente de las circunstancias, si la persona vive según sus actitudes corruptas, a menudo caerá en estados negativos. Obviamente, si comprende la verdad y puede desentrañar las cosas, sus estados negativos serán cada vez menos frecuentes y, a medida que su estatura aumente, su negatividad se irá disipando poco a poco y finalmente desaparecerá por completo. Aquellos que no aman la verdad ni la aceptan en absoluto, experimentan un número cada vez mayor de emociones, estados, pensamientos y actitudes negativos, que se vuelven más graves a medida que se acumulan, y una vez que estas situaciones los abruman, no son capaces de recuperarse, y esto resulta muy peligroso. Por lo tanto, resulta crucial resolver la negatividad de inmediato. Para resolverla, es necesario buscar la verdad de manera proactiva. Leer y meditar las palabras de Dios mientras se mantiene un estado de quietud en Su presencia conducirá a obtener esclarecimiento e iluminación, lo que le permitirá a la persona comprender la verdad y desentrañar la esencia de la negatividad y, por consiguiente, resolver dicho problema. Si aún te aferras a tus propias nociones y razones, eres extremadamente estúpido y tu necedad e ignorancia te llevarán a la muerte. En cualquier caso, resolver la negatividad debe ser un proceso proactivo, no pasivo. Algunas personas piensan que, en el momento en que esta aflora, simplemente deberían ignorarla y que, cuando se sientan felices de nuevo, su negatividad se transformará naturalmente en alegría. Esa es una fantasía. Si no se busca ni se acepta la verdad, la negatividad no se eliminará automáticamente. Incluso si la olvidas y no sientes nada en tu corazón, no significa que la raíz del problema se haya resuelto. Cuando se presenten las circunstancias adecuadas, resurgirá, lo cual es algo habitual. Si alguien es inteligente y posee razón, una vez que la negatividad emerge, debe buscar la verdad de inmediato y emplear el método de aceptarla con el fin de resolver este estado negativo y abordar así este problema desde su raíz. Todos los que a menudo son negativos lo son porque no pueden aceptar la verdad. Si no aceptas la verdad, la negatividad se aferrará a ti como un diablo, te mantendrá eternamente negativo y te provocará sentimientos de desobediencia, insatisfacción y resentimiento hacia Dios. Eventualmente, te encontrarás resistiéndote, luchando y clamando contra Dios. Ese es el momento en el que has llegado al límite y tu rostro horrible será desenmascarado. La gente comenzará a exponerte, diseccionarte y clasificarte, y solo entonces, cuando te enfrentes a la dura realidad, empezarás a derramar lágrimas. Es en ese instante cuando colapsas y empiezas a golpearte el pecho con desesperación. ¡Solo espera a aceptar el castigo de Dios! La negatividad no solo debilita a las personas, sino que también provoca que se quejen de Dios, lo juzguen, lo nieguen e incluso luchen y clamen contra Él abiertamente. Por lo tanto, si una persona no logra resolver su negatividad de inmediato, una vez que revele palabras blasfemas y ofenda el carácter de Dios, las consecuencias serán muy graves. Un solo acontecimiento, una frase, un pensamiento o una opinión te hacen caer en la negatividad y te llevan a quejarte, significa que aquello que comprendiste con respecto a ese asunto está distorsionado y que posees nociones y figuraciones al respecto. Tus puntos de vista sobre este tema indudablemente no se ajustan a la verdad. A estas alturas, necesitas buscar la verdad y enfrentarte a ella de manera adecuada, precisas esforzarte por corregir con rapidez estas nociones e ideas erróneas lo antes posible, y no debes permitir que estas nociones te dejen atado y descaminado en un estado de desobediencia, insatisfacción y resentimiento hacia Dios. Resolver la negatividad a toda prisa resulta crucial, como también es importante resolverla en su totalidad. Por supuesto, la mejor manera de hacerlo es buscar la verdad, leer más las palabras de Dios y presentarse ante Él para buscar Su esclarecimiento. A veces, puede que transitoriamente no logres revertir tus pensamientos y opiniones, pero al menos debes reconocer que estás equivocado y que tus pensamientos son distorsionados. De este modo, como mínimo, tus opiniones y pensamientos erróneos no influirán en tu lealtad al cumplir con tu deber, no impactarán en tu relación con Dios y no impedirán que te presentes ante Él para abrir tu corazón y orar. Al menos, este es el resultado que se debe lograr. Cuando te encuentras sumido en la negatividad y te muestras desobediente e insatisfecho y te quejas de Dios, pero no deseas buscar la verdad para solucionarlo y crees que tu relación con Él es normal, cuando en realidad tu corazón está lejos de Dios y ya no deseas leer Sus palabras ni orar, ¿no se ha transformado en un problema grave? Dices: “No importa cuán negativo sea, el desempeño de mi deber no se ha visto afectado y no he abandonado mis responsabilidades. ¡Soy leal!”. ¿Son válidas tales palabras? Si con frecuencia eres negativo, no se trata solo de un carácter corrupto. Existen problemas más graves: tienes nociones sobre Dios, lo malinterpretas y has creado barreras entre tú y Él. Resulta peligroso que no busques la verdad para resolverlos. Si alguien a menudo es negativo, ¿cómo puede garantizar que cumple su deber con lealtad de principio a fin sin hacerlo de manera superficial? En caso de que no se resuelva, ¿es posible que la negatividad se disipe y desaparezca por sí sola? Si no buscas la verdad para encontrar una solución a tiempo, la negatividad continuará desarrollándose y solo empeorará. Las consecuencias que provoca se volverán cada vez más dañinas. No avanzarán en una dirección positiva, solo lo harán de manera adversa. Por lo tanto, una vez que la negatividad surja, debes buscar la verdad para resolverla sin demora. Solo esto te asegura que seas capaz de cumplir con tus deberes adecuadamente. Resolver la negatividad es crucial ¡y no puede retrasarse!

26 de junio de 2021

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