Las responsabilidades de los líderes y obreros (26)

Punto 14: Discernir enseguida y, a continuación, echar o expulsar a toda clase de personas malvadas y anticristos (V)

La actitud que deberían tener los líderes y obreros hacia el trabajo de depurar la iglesia

Este año no hemos parado de compartir las responsabilidades de los líderes y obreros, así como las manifestaciones de todas las clases de personas involucradas. Los temas de enseñanza se han vuelto cada vez más detallados y específicos, e incluyen los diversos problemas de toda clase de personas y la enseñanza sobre las manifestaciones específicas de estas y las categorías en las que se deberían dividir han sido además muy claras y específicas. Mientras más específica y claramente se compartan estos detallados problemas, más positivas son la ayuda y orientación que se deberían facilitar para la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios, y mayor será la orientación y asistencia que se les debería ofrecer a los líderes y obreros para trabajar en sus deberes y llevarlos a cabo. Sin embargo, no importa cómo se lleve a cabo la enseñanza, no importa lo específica que sea, algunos líderes y obreros todavía no tienen claro cómo lidiar y disponer de los diversos tipos de personas y problemas en la iglesia. Los problemas de todas las clases de personas se comparten con mucha claridad, sin embargo, algunos líderes y obreros todavía no pueden percibir cómo discernir y tratar a las diferentes clases de personas. Todavía no pueden actuar conforme a los principios-verdad ni pueden usar la verdad para lidiar con los diversos tipos de personas y problemas en la iglesia. ¿Qué razón hay para esto? Tales personas carecen de la realidad-verdad. Por medio de la enseñanza de las manifestaciones de todas las clases de personas, uno debería tener un discernimiento básico de ellas y hacer arreglos razonables para aquellas en la iglesia que hacen sus deberes y las que no, para las que persiguen la verdad y las que no, para las que son obedientes y sumisas, así como para aquellas que causan trastornos y perturbaciones. Sin embargo, en vista de la situación de todos los tipos de personas en la iglesia, solo se ha echado a las personas malvadas evidentes; a muchos incrédulos no se los ha echado plenamente. En cuanto al trabajo de depurar la iglesia, los líderes y obreros deberían cooperar con la obra de Dios para depurar a las personas malvadas y a los incrédulos lo antes posible, en lugar de abordarlo con pasividad, de actuar como personas complacientes o pensar que solo con depurar a las obviamente malvadas todo queda resuelto y está bien. Los líderes y obreros deberían inspeccionar activamente el trabajo de cada equipo, verificar las situaciones de cada miembro del equipo, si hay algunos incrédulos que solo maquillan los números o difunden negatividad y nociones para perturbar el trabajo de la iglesia y que, una vez descubiertas, a estas personas se las debería dejar en evidencia de forma exhaustiva y se las debería echar. Este es el trabajo que los líderes y obreros deberían hacer; no deberían ser pasivos, no deberían esperar órdenes y la exhortación de lo Alto para actuar ni deberían limitarse a hacer cualquier cosa menor cuando todos los hermanos y hermanas lo reclamen. En su trabajo, los líderes y obreros deberían tener en consideración las intenciones de Dios y serle leales. La mejor manera de comportarse es reconocer y solucionar los problemas de manera proactiva. No deben permanecer pasivos, en especial cuando tienen palabras y charlas actuales para que sirvan de base. Deben tomar la iniciativa para resolver completamente los problemas y dificultades reales a base de comunicar la verdad y hacer su trabajo exactamente como deben. Tienen que seguir el progreso del trabajo sin demora y de un modo proactivo; no pueden esperar siempre órdenes y que les exhorten desde lo Alto antes de actuar de mala gana. Si los líderes y obreros son siempre negativos y pasivos y no hacen ningún trabajo real, son indignos de servir como líderes y obreros y deberían ser destituidos y reasignados. Ahora hay muchos líderes y obreros que son muy pasivos en su trabajo. Solo trabajan un poco cuando lo Alto envía órdenes y los presiona; de lo contrario, holgazanean y procrastinan. El trabajo en algunas iglesias es bastante caótico, algunas de las personas que cumplen su deber en ellas son increíblemente holgazanas y negligentes y no obtienen resultados reales. Estos problemas ya son muy graves y terribles por naturaleza, pero los líderes y obreros de esas iglesias siguen actuando como funcionarios y jefes supremos. No solo son incapaces de hacer un trabajo real, sino que no pueden reconocer ni resolver los problemas. Esto paraliza el trabajo de la iglesia y hace que se estanque. Dondequiera que el trabajo de una iglesia esté en un desorden terrible y no haya señales de organización, sin duda hay un falso líder o un anticristo que ostenta el poder. En todas las iglesias donde ostenta el poder un falso líder, todo el trabajo de estas es un caos y un completo desorden, de eso no cabe duda. Por ejemplo, Yo, con Mis propios oídos u ojos, me he dado cuenta de muchos de los problemas en las iglesias americanas. La mayoría de los problemas que he observado se resolvieron en el acto; en otros casos, les pedí a los líderes de las iglesias americanas que los solucionaran. No obstante, la mayor parte del trabajo de los líderes y obreros se realiza de una manera muy pasiva, en la que los seguimientos son demasiado lentos, la eficiencia es escasa y la mayor parte de las tareas diarias se llevan a cabo solo después de que lo Alto les dé órdenes y los exhorte. Una vez que lo Alto ha dispuesto el trabajo, estarán ocupados durante un tiempo, pero cuando ese trabajo ya está realizado, no saben qué hacer a continuación porque no entienden qué deberes deberían hacer. Nunca tienen claro el trabajo que recae dentro del ámbito de las responsabilidades de los líderes y obreros y que deberían llevar a cabo; a su modo de ver, no hay ningún trabajo que se deba hacer. ¿Qué es lo que pasa cuando la gente no piensa que haya ningún trabajo que hacer? (No soportan una carga). Dicho con precisión, no soportan una carga; además, son muy perezosos y codician la comodidad, se toman tantos descansos como sea posible cada vez que pueden, y tratan de evitar cualquier tarea adicional. Estos perezosos suelen pensar: “¿Por qué debo preocuparme tanto? Preocuparse demasiado solo me hará envejecer más deprisa. ¿Qué beneficio voy a sacar yo de hacer eso y de ir de un lado a otro y cansarme tanto? ¿Qué pasará si me agoto y enfermo? No tengo dinero para pagar un tratamiento. ¿Y quién cuidará de mí cuando sea viejo?”. Estos vagos son así de pasivos y retrasados. No poseen ni una pizca de la verdad y son incapaces de ver nada con claridad. Son claramente un puñado de personas atolondradas, ¿no? Están todos confundidos; son ajenos a la verdad y no tienen ningún interés en ella, así que ¿cómo se van a salvar? ¿Por qué la gente es siempre indisciplinada y perezosa, como si fueran un atajo de muertos vivientes? Esto tiene que ver con el problema de su naturaleza. Hay cierta pereza en la naturaleza humana. Sea cual sea la tarea que esté haciendo la gente, siempre necesita de alguien que la supervise y exhorte. A veces la gente es considerada con la carne, codicia la comodidad física y siempre se reserva algo para ella misma; está llena de intenciones endiabladas y argucias taimadas; en realidad no son buenas en absoluto. Siempre hacen menos de lo que pueden, sea cual sea la importancia del deber que realicen. Esto es irresponsable y desleal. Hoy he dicho estas cosas para recordaros que no debéis ser pasivos en el trabajo. Debéis ser capaces de seguir lo que Yo diga. Si fuera a varias iglesias y averiguara o viera que habéis hecho mucho trabajo, que os habéis desempeñado con mucha eficiencia y el trabajo progresa muy rápido, que ha alcanzado un nivel satisfactorio y todo el mundo lo ha hecho lo mejor posible, estaría bastante complacido. Si fuera a unas cuantas iglesias y viera que el progreso del trabajo en todos los aspectos es lento, una prueba de que no habéis hecho bien vuestros deberes ni habéis aguantado el ritmo normal de difundir el evangelio, ¿cuál creéis que sería Mi estado de ánimo? ¿Me seguiría alegrando de veros? (No). Para nada. Este trabajo se os ha encomendado a vosotros y Yo he dicho todo lo que se ha de decir; también se os han revelado los principios específicos de práctica y la senda. Pese a ello, no actuáis, no trabajáis, solo esperáis a que Yo os supervise y exhorte en persona, a que os pode o incluso os ordene actuar. ¿Cuál es aquí el problema? ¿No se debería diseccionar esto? Cuando no estáis haciendo el trabajo que resulta obvio que se debería hacer y sois incapaces de asumirlo; ¿puedo exhibir una buena actitud hacia vosotros? (No). ¿Por qué no puedo tener una buena actitud hacia vosotros? (Somos demasiado irresponsables a la hora de hacer nuestros deberes). Porque no estáis haciendo vuestros deberes con todo vuestro corazón y todas vuestras fuerzas, sino que en cambio solo los hacéis de manera superficial. Una persona que es leal en sus deberes debería al menos emplear todas sus fuerzas, pero no podéis siquiera lograr esto; ¡no estáis para nada a la altura! No es que vuestro calibre sea insuficiente; es que vuestra mentalidad es incorrecta y sois irresponsables. Hay algunas cosas absurdas en vuestro corazón que os impiden hacer vuestros deberes. Asimismo, la mentalidad de ser complacientes os impide llevar a cabo el trabajo de depurar la iglesia. ¿Sabéis cuál es el significado de depurar la iglesia? ¿Por qué quiere Dios depurar la iglesia? ¿Cuáles son las consecuencias de no depurarla? Ninguno de vosotros tiene claro estos asuntos ni busca la verdad, lo que demuestra que no sois considerados con las intenciones de Dios. Solo estáis dispuestos a hacer un poco del trabajo ordinario y normal de vuestro cargo y eludís las tareas especiales, sobre todo aquellas que puedan ofender a los demás. Todos preferís pasarles estas tareas a otros. ¿Acaso no pensáis así? ¿No es este un problema que se debería abordar? Siempre decís: “Mi calibre es escaso, mi comprensión de la verdad es limitada y no tengo suficiente experiencia en el trabajo. Nunca he sido líder de la iglesia ni he llevado a cabo trabajo de depuración”. ¿No es esto poner excusas? El trabajo de depurar la iglesia se ha compartido con gran claridad. Depurar a los anticristos, a las personas malvadas y a los incrédulos es una cuestión muy simple. ¿Son esos pocos principios de veras tan difíciles de entender? Si tales problemas simples se explican con tal claridad y la gente sigue sin entender, ¿qué indica eso? Indica que, o bien su calibre es demasiado pobre para entender el lenguaje humano, o solo son unos bribones que no se centran en las tareas que les corresponden. Entre los líderes y obreros, sin duda hay algunos de calibre pobre y seguro que hay algunos complacientes que no participan en trabajo real; definitivamente hay también algunos bribones que son negligentes en las tareas que les corresponden y cometen fechorías con imprudencia; todas estas situaciones existen. Para empezar, estos bribones que descuidan las tareas que les corresponden han de ser depurados. Se debería usar a cualquiera que sea capaz de hacer trabajo real, a los complacientes en el papel de líderes se los debería destituir sin ninguna duda, y a la gente de pobre calibre que pueda entender el lenguaje humano y hacer algo de trabajo real se la debería mantener. Estos problemas deberían resolverse de semejante manera. Si después de que Dios comparta eres capaz de ver con claridad los problemas en el trabajo de la iglesia que los líderes y obreros deberían resolver, entonces deberías abordarlos enseguida sin mayor demora. Deberías ser capaz de llevar la iniciativa para actuar sin necesidad de esperar a que lo Alto asigne personalmente tareas o transmita órdenes. Sean cuales sean los problemas que surjan, se deberían resolver antes de que afecten al trabajo. Antes de que lo Alto siquiera empiece a investigar los problemas, deberías haber informado ya de tu entendimiento sobre ellos y tus soluciones, de los principios para manejarlos y de los resultados de hacerlo. ¡Qué maravilloso sería! ¿Podría lo Alto seguir insatisfecho contigo entonces? Como líder u obrero, si una y otra vez no logras ver el trabajo en el ámbito de tus propias responsabilidades, o incluso si tienes algo de conciencia o ideas, pero sigues procrastinando y no actúas, al tiempo que siempre esperas que lo Alto organice las tareas por ti, ¿no es esto una dejación de la responsabilidad? (Sí). ¡Es una grave dejación de la responsabilidad! Has perdido la actitud y la responsabilidad que conlleva el papel de líder u obrero en cuanto a cómo se debería tratar el deber. En su trabajo, los líderes y obreros deberían seguir de cerca los requerimientos de lo Alto; sea lo que sea que haya compartido lo Alto, eso es lo que deberías poner en marcha, una vez que lo has entendido has de actuar y ponerlo en marcha rápidamente. Resolver los problemas con la verdad es la responsabilidad más importante de los líderes y obreros, no deberías esperar con pasividad a que lo Alto organice el trabajo antes de hacer algo. Si siempre esperas con pasividad, entonces no eres apto para ser líder u obrero, no puedes asumir este trabajo, así que admitir la responsabilidad y dimitir sería la única acción razonable.

Las manifestaciones y desenlaces de tres clases de personas que creen en Dios

I. La mano de obra

Hay quince responsabilidades de los líderes y obreros en total, y ya hemos compartido las catorce primeras. Los problemas que han de resolver los líderes y obreros en la iglesia, además de los de toda clase de personas que están involucradas en estos problemas, se han compartido ya al ochenta o noventa por ciento. Todas estas son tareas que los líderes y obreros han de emprender y problemas que han de resolver. Esto implica muchos problemas. Por una parte, afecta a las responsabilidades que los líderes y obreros deberían cumplir bien; por otra, incluye también los diversos problemas de toda clase de personas en la iglesia. Aunque el tema de nuestra charla durante este periodo sea las responsabilidades de los líderes y obreros y la exposición de los falsos líderes, además hemos compartido mucho sobre los problemas de varias clases de personas —así como los estados y esencias de diversas clases de personas— a los que afecta este tema. Por supuesto, este contenido específico tiene efectos diferentes en toda clase de personas que siguen a Dios en la iglesia. Entre ellas, hay un tipo de persona que, incluso tras oír toda esta charla, todavía mantiene la actitud de “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios, estoy dispuesta a renunciar a cosas en mi fe en Dios y a pagar un precio y soportar dificultades para hacer mi deber”. No les importan los diversos estados de toda clase de personas, la verdad involucrada en diversos estados o los principios-verdad que la gente debería entender, que se compartieron durante este periodo. ¿No es este un tipo de persona? ¿Acaso este tipo de persona no es muy representativa? (Sí). Este tipo de persona siempre mantiene cierto punto de vista. ¿En qué consiste sobre todo este punto de vista? En los tres puntos que acabo de mencionar: primero, cree que la humanidad no es mala, e incluso que es buena. Segundo, piensa que cree de veras en Dios, con lo que quiere decir que cree genuinamente en la existencia de Dios y en Su soberanía sobre todo, que cree que el porvenir humano lo controla Dios, que recae bajo Su soberanía, lo cual es una interpretación amplia de “creer de veras en Dios”. Tercero, cree que puede renunciar a cosas en su fe en Dios y soportar las dificultades y pagar el precio para hacer sus deberes. Se puede decir que estos tres puntos son los más básicos, primordiales y centrales que ostentan estas personas en su fe en Dios. Por supuesto, estas cosas se pueden considerar también su capital al creer en Dios, además de los objetivos que persiguen, y su motivación y su rumbo a la hora de actuar. Creen que poseer estos tres puntos las califica para las tres condiciones básicas de salvarse, que las convierte en personas a las que Dios ama y acepta. Este es un grave error; disponer de estos tres puntos indica meramente un poco de humanidad. ¿Es que solo con tener un poco de humanidad se gana la aprobación de Dios? En absoluto; Dios aprueba a aquellos que lo temen y evitan el mal. Estos tres puntos no cumplen con el estándar de la realidad-verdad; son meramente los tres estándares para ser mano de obra. A continuación, compartiré los detalles de estos tres puntos para que los entendáis con claridad. El primer punto es tener buena humanidad. Creen que, con no hacer el mal, no causar trastornos ni perturbaciones y no perjudicar los intereses de la casa de Dios es suficiente, y que esto significa que pueden satisfacer las intenciones de Dios y actuar de acuerdo con los principios. El segundo punto es “creer de veras en Dios”. Lo que ellos llaman “creer de veras en Dios” significa no dudar nunca de Su existencia o del hecho de que es soberano sobre todo, y creer que el porvenir humano está en manos de Dios, lo que ellos creen que los capacita para seguir a Dios hasta el final. Piensan que, mientras crean de veras en Dios, se ganarán Su aprobación. Por tanto, no importa cómo Dios guíe o actúe, o sean cuales sean los problemas que se encuentren, dicen: “Ama a Dios sin más, sigue a Dios, sométete a Dios”. Su método para resolver problemas es demasiado simplista; ¿pueden esas palabras generales resolver algún problema? El tercer punto es la capacidad de renunciar a cosas en su fe en Dios y de soportar las adversidades y pagar un precio para hacer sus deberes. ¿Cómo ponen esto en práctica? Como creen de veras en Dios, cuando hay necesidad en el trabajo de la iglesia o cuando sienten las intenciones urgentes de Dios, pueden de manera proactiva renunciar a sus familias, matrimonios y carreras, dejar de lado sus expectativas mundanas y seguir a Dios y hacer sus deberes con una determinación inquebrantable, sin tener nunca remordimiento alguno. Son capaces de padecer sufrimientos y pagar un precio por cualquiera que sea el deber que la casa de Dios disponga para ellos, aunque signifique comer y dormir menos. Por muy duras que sean las condiciones de vida, o incluso en algunos entornos adversos, pueden todavía insistir en hacer sus deberes. Aparte de estos tres puntos, la práctica de todos estos aspectos relacionados con la verdad no parece relacionada con ellos. Hacen lo que a ellos les parece bueno o correcto. En cuanto a los diversos principios de práctica que Dios le ha relatado al hombre, además de los estados, manifestaciones y la esencia de las diversas actitudes corruptas de las personas que Dios ha dejado en evidencia, piensan que les vale con saber un poco o bien no saber nada en absoluto; sienten que no hay necesidad de buscar específicamente y con meticulosidad diversos principios para examinar su propia corrupción y compensar sus deficiencias ni necesidad alguna de asistir a menudo a reuniones para oír a los demás compartir sus diversos testimonios vivenciales, y luego lograr la autotransformación, entre otras cosas. Al creer en Dios de esta manera, sienten que es demasiado problemático, que es innecesario. Siguen a Dios y hacen sus deberes con un entendimiento superficial de la fe en Dios y un cambio de carácter, además de con diversas nociones y figuraciones sobre el trabajo de Dios. ¿No es este tipo de persona bastante representativo? (Sí). Se fijan a sí mismos un requerimiento muy básico y tienen una actitud de lo más básica respecto a creer en Dios. Más allá de esto, descuidan la verdad, el juicio y la exposición de Dios, la poda, además de las diversas actitudes corruptas y los diversos estados, manifestaciones y demás. Nunca consideran sus problemas ni reflexionan sobre ellos. Es decir, estas personas se consideran con buena humanidad, que son buenas personas y creen de veras en Dios; si bien reconocen que la gente tiene actitudes corruptas, ignoran los estados y manifestaciones específicos de las diversas actitudes corruptas de las personas que Dios ha dejado en evidencia, no dedican ningún esfuerzo a investigar estas cosas. ¿No es esto un tipo de persona? ¿No son estos puntos de vista y manifestaciones específicas de este tipo de persona en su fe en Dios bastante representativos? (Sí). Al considerar los puntos de vista de estas personas al creer en Dios, su entendimiento sobre salvarse y su actitud hacia las palabras de Dios que deja en evidencia diversas actitudes corruptas, ¿bajo qué categoría se debería colocar a estas personas? (En la de aquellos con una fe atolondrada, que no persiguen la verdad). Esta es solo la apariencia superficial; ¿cómo se debería categorizar realmente a estas personas? ¿Hay muchas personas así en la iglesia? (Sí). Cada vez que se discuten problemas específicos y se comparten las verdades correspondientes, empiezan a sentirse somnolientas, a dar cabezadas, o se quedan confusas, no muestran interés. Si se les asigna cualquier trabajo o tarea, se arremangan y se ponen a ello, no esquivan la dificultad ni la fatiga. Piensan que sería genial si creer en Dios fuera como hacer esta clase de trabajo; entonces estarían motivadas. Cuando llega el momento de padecer dificultades, de pagar el precio y esforzarse en el trabajo, muestran una seriedad auténtica. Sin embargo, ¿es esta auténtica seriedad y entusiasmo lo mismo que ser leal? ¿Es la manifestación que uno debería tener después de entender los principios-verdad? (No). Por medio de Mi charla, ¿podéis ver en qué categoría se debería clasificar a estas personas? (Son mano de obra). Eso es. Son mano de obra, y así es como cree en Dios la mano de obra.

Comenzamos hablando sobre la esencia-naturaleza y las diversas manifestaciones de los anticristos, así como de las diversas manifestaciones de aquellos que tienen el carácter de los anticristos, pero en realidad no lo son. Ahora estamos compartiendo las manifestaciones de las diversas clases de personas a las que afectan las responsabilidades de los líderes y obreros. Aunque estos temas que se han compartido han tratado sobre los anticristos y los falsos líderes, los problemas y las manifestaciones específicas que se han tocado respecto a cada aspecto guardan relación con las actitudes corruptas de la especie humana corrupta, además de los diversos estados y manifestaciones que se producen bajo el dominio de las actitudes corruptas. Aunque los falsos líderes y los anticristos son solo una minoría, las actitudes de los falsos líderes y anticristos, así como sus diversos estados y manifestaciones, existen en todas las personas en diferente medida. Ahora que estos problemas se han compartido en tal detalle, aquellos que persiguen la verdad tendrán a continuación más senda y dirección, así como objetivos más claros a la hora de perseguir la verdad, practicarla, entender los principios-verdad y entrar en la realidad-verdad. Esto es algo bueno para ellos y un motivo de alegría. En otras palabras, se embarcan en un nuevo hito en su fe en Dios. Ya no viven bajo preceptos, rituales religiosos o palabras y doctrinas ni bajo consignas. En cambio, cuentan con dirección y objetivos más concretos para la práctica, y por supuesto tienen principios más específicos que seguir. Cómo practicar bajo ciertas circunstancias y cuáles son los principios-verdad involucrados, o qué estados y corrupciones tienen las personas y cómo se deberían tratar, además de cómo buscar la verdad para resolverlos; los dos temas principales compartidos de los anticristos y los falsos líderes afectan sobre todo a estos contenidos. Respecto a aquellos que persiguen la verdad, mientras más concreta sea la manera de compartirla, más senda de práctica tienen. Mientras más específica sea la enseñanza de la verdad, más resplandece y más claro se vuelve el corazón de una persona, más puede saber sobre sí misma y entenderse, y más consciente es de en qué debería entrar a continuación y qué problemas ha de resolver después. En cuanto al tipo de personas que se ha mencionado ahora mismo que son mano de obra, después de que hayamos hablado extensamente sobre los diversos estados producidos por las actitudes corruptas de la especie humana y los diversos problemas de corrupción que se han de resolver, siguen impasibles. ¿Qué significa que sigan impasibles? Significa que todavía no tienen claras la búsqueda de la verdad ni la senda de salvación de las que habla Dios, ni las captan. Lo que es más grave, después de que se han compartido muchas manifestaciones y problemas esenciales, siguen pensando: “Tengo buena humanidad, creo de veras en Dios, estoy dispuesta a renunciar a cosas en mi fe en Dios y a pagar un precio y soportar dificultades para hacer mi deber; esto es suficiente”. Al enfrentarse a las situaciones, no se examinan a sí mismas ni se comparan con las palabras de Dios, sino que tratan de resolver los problemas solo en base a su propia bondad humana o a la poca conciencia y razón que tienen. Por supuesto, algunas personas se amparan en la contención y la paciencia, aguantan una vez tras otra, mientras que otras confían en las filosofías para los asuntos mundanos, hacen que los problemas importantes parezcan menores, y luego hacen que los problemas menores no parezcan problemáticos. El objetivo que persiguen es: “Para cuando Dios concluya su trabajo, si todavía estoy en la iglesia haciendo mi deber, si no se me ha echado, con eso es suficiente. Si tengo un verdadero entendimiento de mí mismo, si mis actitudes corruptas se han resuelto, si tengo una verdadera sumisión a Dios, si soy una persona que teme a Dios y evita el mal, esos son problemas menores que no merece la pena mencionar. Haces una montaña de un grano de arena, compartes la verdad en gran detalle, sacas a relucir incluso los problemas más pequeños para compartirlos sin cesar, siempre nos haces discernir. Sencillamente, no estoy dispuesto a escuchar estas enseñanzas sobre la verdad, no tengo el menor interés. Cuando llegue el día de Dios, ¡sería una maravilla que pudiéramos entrar directamente en el reino!”. Si bien es cierto que la paciencia de todo el mundo tiene sus límites, la paciencia de tales personas es infinita. ¿Por qué? Porque creen que tienen buena humanidad, creen de veras en Dios, tienen la habilidad de renunciar a cosas como creyentes en Él, así como la voluntad de pagar un precio y padecer sufrimiento para hacer su deber; cuando se enfrentan a cualquier cosa, cuentan con sus propias soluciones, al final son capaces de llevar a cabo sus deberes con constancia y de mantenerse firmes. Sin embargo, da igual cómo insistan en hacer sus deberes o por qué medios padezcan hasta el final, con independencia de su motivación, una cosa es cierta: no tienen verdadera sumisión a Dios y nunca entienden sus propias actitudes corruptas. Para ser más exactos, estas personas no admiten que tengan corrupción ni reconocen los diversos estados y problemas que surgen de las actitudes corruptas de las personas que Dios dejó en evidencia. Aunque a veces coincidan con estos estados y problemas, los abordan con un método frío, dicen: “Todo el mundo es igual de corrupto. La esencia-naturaleza de todos es la de los diablos y Satanás; todos somos enemigos de Dios. Este es un hecho que nadie puede cambiar. Sin embargo, mientras uno insista en hacer su deber, Dios seguro que lo aprobará, y aquellos que persistan hasta el final serán los vencedores”. A juzgar por estos puntos de vista, son bastante vigorosas en su creencia en Dios, pero en cuanto a compartir testimonios vivenciales, guardan silencio, no son capaces de decir ni una palabra. Cuando toca compartir la verdad en las reuniones, se sienten somnolientas y no pueden asimilarla. Si les preguntas: “¿Cómo experimentas las palabras de Dios en tu deber todos los días?”, dicen: “Hago cualquier cosa que la iglesia disponga que haga. ¿Requiere esto experiencia?”. Parece que no lo entienden. Si luego les preguntas. “¿Has revelado alguna corrupción? ¿Cómo te entiendes a ti misma?”, dicen: “Solo me someto a Dios y lo amo; ¿qué problemas podría haber?”. Su pensamiento es así de simple. Este es su punto de vista: “Creer en Dios debería ser así. ¿Por qué molestarse con tantos temas triviales? ¡Estáis complicando demasiado las cosas!”. Por tanto, hacen su deber y llevan a cabo tareas sin buscar nunca los principios-verdad, sino más bien actuando desde las buenas intenciones y el entusiasmo. Para ser más precisos, actúan bajo el dominio de la conciencia y la razón, piensan: “Ya he sufrido y pagado un precio en gran medida; ya he practicado la verdad y satisfecho a Dios con creces; no me pidas más. Estoy bien, soy una buena persona y creo de veras en Dios”. Por supuesto, hay veces en las que estas personas no pueden evitar desahogarse, y entonces queda en evidencia su verdadero ser. Pueden soltar muchas palabras y doctrinas, pero carecen de cualquier estatura real; en otras palabras, no tienen vida. ¿A qué se refiere concretamente no tener vida? (No tienen verdad). ¿Cómo surge no tener verdad? (No aman la verdad ni la persiguen). No es siquiera una cuestión de si aman o no la verdad; para ser precisos, no aceptan la verdad. Algunos podrían decir: “¿Cómo puedes decir que no aceptan la verdad? Padecen mucho sufrimiento y pagan un gran precio para hacer su deber, trabajan duro todos los días de la mañana a la noche; ¿cómo puedes decir que no tienen verdad?”. ¿Se les agravia por decir esto? Sin embargo, si te fijas en estas personas, detrás de su sufrimiento y de que paguen el precio, ¿acaso todo lo que hacen se halla dentro del ámbito de los principios-verdad? ¿Buscan principios en todo lo que hacen? ¿Acuden ante Él con un corazón temeroso de Dios y hacen las cosas de acuerdo con Sus palabras y los principios requeridos por Su casa? No; todo se trata de acciones humanas, de restricción humana. ¿Cuál es su principal manifestación de no aceptar la verdad? Es que, antes de hacer algo, nunca buscan activamente la verdad ni jamás reflexionan con seriedad sobre cuáles son los principios de la verdad y luego practican estrictamente de acuerdo con las palabras de Dios. ¿Albergan tales pensamientos y actitudes? ¿Cuál es su actitud hacia las diversas manifestaciones del carácter corrupto de la especie humana que Dios ha dejado en evidencia? ¿Aceptan estas palabras? ¿Admiten que se trata de hechos? ¿Reconocen que estas manifestaciones específicas son revelaciones de corrupción? Puede que asientan para mostrarse de acuerdo o admitirlo de cara al exterior, pero en su corazón no lo aceptan; lo ignoran. ¿Qué significa ignorarlo? En concreto, significa no aceptarlo, no tener una actitud clara ni una resistencia u oposición obvias, sino adoptar una actitud de tratar con frialdad estas palabras que dice Dios. Decir “tratar con frialdad” es un poco abstracto; en concreto, es que piensan: “Dices que las personas son arrogantes y falsas, pero ¿quién no es falso? ¿Quién no tiene un poco de astucia? ¿Quién no muestra algo de arrogancia o altanería? ¿Acaso es para tanto? Mientras que uno pueda padecer sufrimiento y pagar el precio, con eso basta”. ¿No es esta una actitud y una manifestación específica de no aceptación? (Sí). Esto es no aceptar la verdad. Su actitud hacia las palabras de juicio y exposición de Dios es la de ignorarlas y no aceptarlas. Por tanto, en lo que respecta a las evaluaciones y recordatorios que los hermanos y hermanas les hacen, e incluso a las indicaciones y la ayuda que los hermanos y hermanas aportan para sus actitudes corruptas, ¿pueden aceptar estas cosas? (No). Decidme entonces, ¿cuáles son sus manifestaciones específicas? ¿Por qué no pueden aceptar estas cosas? ¿En qué te basas para decir esto? Por ejemplo, cuando les dices: “No puedes hacer tu deber de una manera tan descuidada; esto es una negligencia”, ¿qué manifestaciones suyas prueban que no aceptan la verdad? (Dirían: “Ya me he dedicado a ello de corazón. He sufrido y he pagado el precio. ¿Cómo puedes decir que estoy siendo negligente?”). Esto es justificarse a sí mismos. ¿Buscarían excusas a veces? Aunque lo admitan en su corazón, siguen pensando: “Fui superficial, ¿y qué? ¿Quién no tiene días malos? ¿Quién no experimenta emociones normales? Sin embargo, no puedo admitir que soy superficial; he de buscar una excusa para encubrirlo. No puedo perder mi prestigio”. Así, encuentran muchas razones y excusas para defenderse de manera sofística, no admiten el hecho de que estaban siendo negligentes, no reconocen sus propios problemas a este respecto ni aceptan indicaciones de otras personas. Esta es una manifestación específica de no aceptar la verdad. Cuando no afrontan situaciones reales, se consideran “una buena persona que cree de veras en Dios”. Al afrontar situaciones, aunque ya no pueden usar esto como un escudo, siguen encontrando suficiente razón para justificar y defenderse, pasar por alto el problema, darle fin y luego continuar viéndose como “una buena persona, con buena humanidad, que cree de veras en Dios y tiene la capacidad de renunciar y la de soportar las dificultades y pagar un precio para hacer su deber”. Si se habla con precisión, las manifestaciones, la esencia de tales personas, es la de aquellos que son mano de obra. Este grupo ocupa una proporción significativa en la iglesia. Al margen de la proporción, si al final estos individuos pueden de veras sufrir y pagar un precio, así como aguantar y persistir hasta el final sin cometer ninguna transgresión importante, sin vulnerar los decretos administrativos de Dios ni ofender Su carácter, entonces son mano de obra leal, pueden quedarse. ¡Esta es una bendición considerable! No persiguen la verdad ni pueden seguir la voluntad de Dios, dar testimonio de Él ni actuar como testigos de las palabras y la obra de Dios; recibir esta bendición ya está bastante bien. ¿Qué podría esperar uno ganar sin perseguir la verdad? Ser mano de obra leal no está mal. Algunas personas preguntan: “¿Es posible que estos individuos se conviertan en el pueblo de Dios?”. Sí. La única posibilidad es que si estos individuos, sobre la base de ser capaces de renunciar y sufrir, pueden aceptar la verdad, reconocer y afrontar correctamente su propia corrupción y luego buscar la verdad para resolverla, no actuar conforme a la bondad o la restricción humanas, al aguante y la perseverancia humanos, sino practicar de acuerdo a los principios-verdad, de modo que al final, su carácter puede experimentar algunos cambios, entonces tienen alguna posibilidad de convertirse en el pueblo de Dios. Sin embargo, si sus acciones y comportamientos no guardan relación con el cambio de carácter ni con aceptar la verdad y salvarse, entonces su posibilidad de convertirse en el pueblo de Dios es nula; esto es un hecho. ¿Cuál es el principio para tratar a la mano de obra leal? Es hacer el mayor esfuerzo para ayudar a estas personas a que se aclaren la cabeza. ¿Qué propósito tiene que se aclaren? Prevenir que busquen sueños imposibles. Hay quien puede preguntar: “¿Qué significa ‘buscar sueños imposibles’?”. Es cuando la gente considera “tener buena humanidad, creer de veras en Dios y tener la capacidad de renunciar y la disposición a pagar un precio”, y luego esperan que Dios la salve, lo cual es imposible. Debe quedarle claro que mantener el punto de vista de que “tener buena humanidad, creer de veras en Dios y tener la capacidad de renunciar y la disposición a pagar un precio puede llevar a recibir la salvación de Dios” es incorrecto y estúpido. Debe quedarle claro que tener estas cualidades no significa que uno se haya deshecho de su actitud corrupta ni que tener un poco de buen comportamiento signifique que uno se pueda salvar, menos aún que uno haya obtenido la verdad, así como ha de quedarle también claro que sus puntos de vista son absurdos, ridículos e inconsistentes con la verdad expresada por Dios y del todo incompatibles con ella. Se debería prestar ayuda a estas personas que se aferran con terquedad a sus nociones religiosas; leerles las palabras de Dios y compartir la verdad con ellas. Si siguen sin poder aceptar la verdad y, por mucho que la compartas siguen sin obtener esclarecimiento y no muestran intenciones de buscar, entonces no hay necesidad de forzarlas. Solo pueden servir como mano de obra hasta el final.

II. El pueblo de Dios

Después de compartir las manifestaciones de la mano de obra leal, hablemos sobre las manifestaciones de otro tipo de personas. Después de oír las diversas exposiciones y juicios de Dios a las actitudes corruptas de toda clase de personas, estos individuos, en comparación, piensan más en sus propias diversas revelaciones pasadas de carácter corrupto y en las diversas actitudes hacia Dios y la verdad que surgen bajo el dominio de su carácter corrupto; empiezan a reflexionar y a conocer sus diversas manifestaciones, se dan por aludidos con las palabras de Dios, examinan su actitud hacia el deber y examinan las diversas corrupciones que revelan mientras lo desempeñan y entre las diversas personas, acontecimientos y cosas que ha dispuesto Dios. Se examinan y se conocen a sí mismos a partir de todos y cada uno de los detalles mientras intentan aceptar el juicio, la exposición y la disciplina de Dios. ¿De qué maneras son estos individuos mejores que la mano de obra? Pueden aceptar la verdad de manera proactiva y positiva, así como aceptar las palabras de Dios y todo el carácter corrupto que Él ha dejado en evidencia. Aunque a veces puede que sean negativos, esquivos o incluso consideren rendirse, pase lo que pase, siguen poseyendo un impulso para hacerse a sí mismos aceptar la verdad. ¿Cuál es este impulso? Es este: “Las palabras de Dios pueden cambiar a las personas. Mientras uno acepte la verdad, todos estos problemas y actitudes corruptas se pueden resolver y entonces uno puede salvarse. Si quiero salvarme, debo cooperar con la obra de Dios y aceptar la verdad”. Por ejemplo, al oír la verdad sobre ser una persona honesta, algunos empiezan a reflexionar sobre sí mismos y a ver con mayor claridad el engaño y la falsedad en los que participan, además de sus aspectos insidiosos y perversos. Recuerdan sus mentiras y engaños pasados que permanecen en su corazón y en sus impresiones, que se reproducen una y otra vez en su mente como escenas de una película, que les hacen sentir cada vez más avergonzados, dolidos y apenados. Después del continuo autoexamen y autorreflexión, se sienten como criminales, se quedan de inmediato totalmente inertes y no son capaces de ponerse en pie. Sienten que no son buenas personas, que son malvadas, y piensan que es una suerte que no se hayan resistido directamente a Dios, ¡lo cual en efecto es escapar por poco! Luego empiezan a despertar, no están dispuestos a fallar así como personas, y toman una determinación: “He de empezar de nuevo y ser una persona honesta, de lo contrario, Dios no me puede salvar. Para salvarme, debo ser una persona honesta. ¡No puedo rendirme ahora!”. No importa si estas personas aceptan la verdad más pronto o más tarde, y al margen de que su comprensión de las palabras de Dios sea profunda o superficial, su actitud hacia Sus palabras no es de desdén, mucho menos de aversión o resistencia. Por el contrario, reconocen activamente y aceptan las palabras de Dios, y luego siempre están preparadas para ponerlas en práctica. En su comportamiento o en su desempeño de los deberes, hacen todo lo posible para buscar principios en las palabras de Dios y luego se comportan conscientemente de acuerdo con estos principios. Aunque a veces no sean capaces de encontrar principios específicos ni de captar la dirección, su intención es hacer bien su deber, de acuerdo con las intenciones de Dios y conforme a los principios-verdad. La humanidad de estas personas y de la mano de obra es en su mayoría la misma; no hay distinción entre alto o bajo, o noble o inferior. Por supuesto, muchas personas entre las de este tipo se contemplan a sí mismas como que “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios, estoy dispuesta a renunciar a cosas en mi fe en Dios y a pagar un precio y soportar dificultades para hacer mi deber”. Sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre estas personas y la mano de obra? Después de oír las palabras de Dios de juicio y exposición de las personas, su actitud no es de ignorar, de evadir, sino de aceptar activa y sinceramente. Aunque se sientan angustiadas y abatidas después de oír estas palabras, y hasta expresan rabia hacia la propia corrupción que revelan, al final todavía son capaces de enfrentarse a ellas de un modo correcto, de aceptarlas activamente y de practicar y entrar en ellas de manera proactiva. ¿No es esto además un tipo de persona? (Sí). ¿Acaso estas personas no son representativas hasta cierto grado? (Sí). ¿Hay muchas de ellas? (No muchas). Aunque ahora no hay muchas, existen esperanzas de que aumente su número. Por tanto, ¿en qué categoría se debería clasificar a estas personas? ¿Pueden estas manifestaciones específicas indicar que estas personas aman la verdad y son capaces de aceptarla? (Sí). Sí que pueden. Aunque algunas personas con mediocre capacidad de comprensión aceptan la verdad más despacio, en el fondo de su corazón la aceptan y tienen una mentalidad de entrar activamente en ella. En cualquier momento que alguien comparte nueva luz o sendas de práctica que se conforman a los principios-verdad, sus ojos se iluminan, su corazón se aclara y sienten alegría, piensan: “Por fin alguien ha compartido esta luz. Esto es lo que me falta”. Siempre pueden captar lo que les falta, ganar la luz y el esclarecimiento que necesitan urgentemente y del que carecen, y encontrar los principios-verdad que necesitan a partir del auténtico entendimiento vivencial compartido por sus hermanos y hermanas. Según estas manifestaciones específicas, ¿acaso su corazón no anhela la verdad? (Sí). Si decimos que estas personas aman la verdad, esta afirmación no es muy objetiva ni precisa. Sin embargo, según estas manifestaciones específicas, estas personas anhelan la verdad. ¿De dónde viene este anhelo? Proviene de su esperanza de resolver sus actitudes corruptas, de su esperanza de resolver los diversos problemas y dificultades que se encuentran en su entrada en la vida, así como de su esperanza de progresar en la verdad, de profundizar más, de poder de veras actuar con principios, practicar con una senda, reconocer con mayor precisión a partir de las revelaciones de sus actitudes corruptas cuál es la esencia de estas y cómo resolverlas y desecharlas. Aunque estas personas viven a menudo en las actitudes corruptas, como competir por estatus, insistir con terquedad en su propio camino y ser sentenciosas, arrogantes, falsas o incluso intransigentes, por medio de comer y beber continuamente las palabras de Dios y de experimentar de ese modo la obra de Dios, estos problemas obvios se examinarán y se identificarán poco a poco. Entonces, pueden reconocerlos como problemas, como revelaciones de actitudes corruptas que no se conforman a la verdad y que Dios odia. Después de ser conscientes de sus actitudes corruptas, anhelan incluso más resolverlas y desecharlas. Esta es una de las fuentes de su ansia de verdad. En otras palabras, tienen la necesidad de resolver sus actitudes corruptas, la urgente mentalidad de desecharlas. Al mismo tiempo, tras descubrir diversos estados, problemas y dificultades que revelan sus actitudes corruptas, están más ansiosos por entender cuáles son las palabras y los requerimientos de Dios precisos para estos problemas, y qué verdades o palabras de Dios pueden resolverlos. Las manifestaciones y las fuentes específicas de su ansia de verdad son estas. ¿Es este un enunciado objetivo? (Sí). No se puede decir que esta gente ame la verdad. Si amaran la verdad, serían muy proactivos y sus diversas manifestaciones serían más positivas. Sin embargo, según las diversas manifestaciones de estas personas y su estatura actual, no han alcanzado el punto de amar la verdad, sino que meramente la anhelan. Esta afirmación ya es bastante objetiva. Así, en vista de las diversas manifestaciones de estas personas, ¿en qué categoría se las debería clasificar? Dicho con exactitud, pertenecen a la categoría del pueblo de Dios. Esta afirmación tiene una base. ¿Qué base? Las actitudes corruptas de estas personas son las mismas que las de las demás. En cuanto a humanidad, no se puede decir que esta sea buena ni que sean perfectas a ojos de Dios; la mayoría de ellas tienen una humanidad promedio. ¿Qué significa aquí “promedio”? Significa poseer cierto nivel de conciencia y razón. Sin embargo, este no es el aspecto más importante. ¿Cuál si no? El de que, después de oír las palabras de Dios y Sus requerimientos, de enterarse de las actitudes corruptas de toda clase de personas que las palabras de Dios han dejado en evidencia, no se muestran indiferentes, sino que se conmueven y se ponen en acción. ¿Qué significa ponerse en acción? Significa que después de oír estas palabras de Dios y estas verdades, ya no están dispuestos a seguir viviendo en las actitudes corruptas ni a continuar con sus medios de vida previos. En su lugar, se esfuerzan por cambiar los diversos pensamientos, puntos de vista y maneras de existencia y estilo de vida en los que confiaban antes. Al mismo tiempo, buscan la verdad activamente al hacer su deber y en las diversas circunstancias que Dios ha dispuesto, usan las palabras de Dios como base y como principios para la práctica, en lugar de ser imprudentes y obstinados. A partir de su humanidad, de su calibre, de sus actitudes y puntos de vista hacia las palabras de Dios, Su obra y Sus requerimientos y demás, estas personas son precisamente aquellas que Él tiene intención de salvar. Cuentan con mayores esperanzas de desechar sus actitudes corruptas y de salvarse que la mano de obra. Solo a aquellos que aceptan la verdad y pueden desechar sus actitudes corruptas para salvarse se les considera el pueblo de Dios. ¿Acaso esa definición no es bastante apropiada? (Sí). Es la más apropiada. Salvarse no es solo cuestión de esforzarse un poco y pagar un poco de precio para poder quedarse y entonces todo queda arreglado. ¿Cuál es el estado de aquellos que pueden salvarse? Es un estado a partir del cual, por medio de aceptar y experimentar las palabras y la obra de Dios, se resuelven sus actitudes corruptas. En este proceso, llegan a conocer a Dios, a entender sus propias actitudes corruptas y a tener experiencias reales y concretas de las palabras de Dios, de modo que son capaces de testimoniar de Dios; pueden dar testimonio de Él. ¿De qué aspectos de Dios dan testimonio? Testimonian las intenciones de Dios, de Su carácter, de lo que Él tiene y es, de Su identidad y de que Él es el Creador. Esto es lo que se puede manifestar en una persona después de lograr la salvación. ¿Por qué la gente puede lograr estos resultados después de salvarse? No es que puedan lograr esto porque consideren que “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios y estoy dispuesta a renunciar a cosas en mi fe en Dios, y a pagar un precio para hacer mi deber”. La única razón —y el punto más importante— es que puedan aceptar las palabras de Dios como su vida, que sean capaces de practicar la verdad para desechar sus actitudes corruptas, dejar de lado su original y antigua manera de vivir y sus puntos de vista sobre vivir, y asumir las palabras de Dios como su nueva vida. Usan las palabras de Dios como base para comportarse, hacer las cosas, seguir a Dios, someterse a Él y satisfacerlo. Este es el resultado que se puede lograr en tales personas. ¿Cuál es el aspecto más importante de lograr la salvación? (Ser capaz de aceptar la verdad). Eso es. Ser capaz de aceptar la verdad es la clave.

Hay quien dice: “Si me gasto por Dios hasta el final, ¿me bendecirá Él grandemente?”. Si no aceptas la verdad, pero todavía puedes insistir en seguir a Dios hasta el final, en ser mano de obra hasta el último momento, un tiempo durante el cual no se producen importantes transgresiones ni ofendes el carácter de Dios, entonces, en tales circunstancias, Dios te tendrá por mano de obra leal que va a lograr quedarse. Hay personas que preguntan: “¿Qué clase de bendición es quedarse?”. ¡No es una bendición menor! Si existe la oportunidad y la posibilidad, puede que veas a la persona real de Dios, y esto depende de lo que haga Dios en la siguiente era. Si hay una oportunidad de quedarse y vivir varias décadas más, esa bendición es bastante significativa. ¿Cómo surge esta bendición? Se logra al ser mano de obra lealmente, al tiempo que se aferra uno al punto de vista de que “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios, estoy dispuesta a renunciar y a pagar un precio y soy capaz de soportar dificultades para hacer mi deber”. ¿No debería contentarse la mano de obra? (Sí). Debería contentarse de obtener esta bendición. No aceptas siquiera las palabras de Dios, pese a lo cual, dado que Dios percibe tu lealtad y capacidad de ser mano de obra hasta el final, sin desertar durante este periodo, sin ofender el carácter de Dios ni vulnerar Sus decretos administrativos, sin cometer mayores transgresiones, Él te concede esta bendición y gracia; desde la creación de la especie humana, este es el mayor don que Dios les concede a los humanos corruptos que solo han sido mano de obra leal pero no han logrado la salvación. Solo has ejercido un poco de esfuerzo y ni siquiera aceptas las palabras de Dios; ser capaz de recibir tales grandes bendiciones ya está bastante bien; esta es la inmensa gracia de Dios. Otra categoría es la del pueblo de Dios, del que acabamos de hablar. Las bendiciones que recibe el pueblo de Dios son sin duda mayores que aquellas que recibe la mano de obra. Por tanto, ¿cuál es la bendición del pueblo de Dios? Por supuesto, no es tan simple como solo ser capaz de quedarse o tener la oportunidad de ver a la persona real de Dios. Hay muchas más bendiciones, pero no las discutiremos aquí. Hablar sobre eso no es realista, y aparte, aunque os lo diga, no lo vais a entender ni las vais a alcanzar ahora mismo. El pueblo de Dios es al que Él pretende salvar, y entre toda la especie humana, recibe las mayores bendiciones; esto no es para nada una exageración. ¿Eso por qué? Porque, en la obra de Dios, dentro de la obra del plan de gestión de seis mil años para salvar a la humanidad, el pueblo de Dios, al ser capaz de aceptar las palabras de Dios, al ser capaz de tratar las palabras de Dios como la verdad y como los principios para su existencia, y al hacer de las palabras de Dios su vida, ha desechado el carácter corrupto de Satanás y ha vivido las palabras de Dios, y ha dado un fuerte y rotundo testimonio de Él. Son capaces de usar aquello que viven, su vida, para contratacar a Satanás y avergonzarlo, pueden dar testimonio de Dios entre la especie humana, con lo que le traen gloria a Dios. Por tanto, el pueblo de Dios lo forman aquellos a los que Él tiene intención de salvar y los que reciben la salvación. Hay quien dice: “Ya que estos individuos pueden hacer de las palabras de Dios su vida, vivir las palabras de Dios y dar testimonio de Él, ¿los convierte esto en los amados hijos de Dios, en aquellos en los que Dios se llena de gozo?”. Piensas demasiado; ya es suficiente con ser parte del pueblo de Dios. Si Dios te llama Su hijo, Su niño o Su hijo querido, eso es asunto de Dios, pero sea cuando sea, nunca debes asegurar que eres el hijo amado de Dios, el hijo de Dios o el amado de Dios. No realices estas afirmaciones de ti mismo ni te veas así; eres un ser creado; esto es correcto. Incluso si un día se te convoca para formar parte del pueblo de Dios, o ya te has embarcado en la senda de salvarte, sigues siendo un simple ser creado. Si piensas de esta manera, eso prueba que la senda en la que estás es la correcta. Si siempre buscas ser el hijo amado de Dios, que Él te ame, que Él se llene de gozo en ti, entonces, la senda que estás tomando es la equivocada; no lleva a ninguna parte y no deberías participar en estos pensamientos ilusorios. Al margen de si Dios ha dicho alguna vez tales palabras o les ha concedido tal promesa a las personas, no deberías considerarte a ti mismo de esta manera; no es lo que deberías intentar alcanzar. Ser un integrante del pueblo de Dios ya está bastante bien; el pueblo de Dios cumple con el estándar de los seres creados; es una pena que todavía no formes parte de él. Por tanto, no persigas estas cosas vagas, ilusorias, vacías. Ser capaz de perseguir la salvación ya es, hasta cierto punto, embarcarse en la senda de alcanzarla. La característica principal del pueblo de Dios es que es capaz de aceptar la verdad y exhibe amor por ella. En el proceso de experimentar la obra de Dios y perseguir la salvación, sus actitudes corruptas, sus antiguos pensamientos y diversos estados negativos y las manifestaciones relacionadas con sus actitudes corruptas se pueden resolver, desechar y cambiar en diferente medida. Entonces, pueden vivir los requerimientos de Dios de ser una persona honesta, una persona que entiende los principios-verdad, que tiene lealtad y sumisión y puede temer a Dios y evitar el mal. En cuanto a ser una persona de Dios que es acorde al estándar y cumple con la referencia, no vamos a desarrollar aquí este tema, pues nuestra charla de hoy no versa sobre eso.

III. Trabajadores contratados

Aparte de la mano de obra y el pueblo de Dios, hay otra categoría de individuos, que son los más miserables entre los escogidos de Dios. Después de oír las diversas verdades que expresa Dios y las diversas palabras de Su exposición a la especie humana, su comportamiento, ese que viven, y sus búsquedas no muestran cambio en absoluto. Por mucho que compartas la verdad con ellos, se mantienen indiferentes: “No quiero cambiar. Viviré como me dé la gana y nadie puede controlarme. Haz lo que te plazca. ¡No me importa! Ahora mismo no estoy de buen humor, así que ninguno de vosotros debería provocarme. Si lo hacéis, ¡no me mostraré amable!”. No se ven a sí mismos con la actitud ni el punto de vista definidos de “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios, puedo renunciar, y estoy dispuesto a soportar dificultades y a pagar un precio”, sino que exhiben una actitud más definida entre los hermanos y hermanas. ¿Cuál es esta actitud? Es la de: “Actuaré como quiera, haré lo que desee. Nadie me debería exhortar a aceptar la verdad, nadie debería intentar cambiarme. Cualquiera que intente instarme a aceptar la verdad solo busca problemas, y si alguien intenta podarme, ¡lucharé con mi vida!”. No tienen el menor interés en ninguna frase que diga Dios ni en la obra que Él hace. Por supuesto, en cuanto a las actitudes corruptas de las personas y los principios para hacer las cosas, además de la actitud que la gente debería tener hacia Dios y los principios que se deberían observar en las interacciones interpersonales —los que mencionan los hermanos y hermanas durante las reuniones o mientras hacen su deber—, los consideran con una actitud de desdén. Algunos individuos hacen un deber, pero ignoran por completo los principios que requiere la casa de Dios, hacen las cosas tal como las han planeado. Justo después de haber terminado de compartir los principios con ellos, se muestran de acuerdo delante de ti, pero luego se dan la vuelta y empiezan a actuar con imprudencia y arbitrariedad, muestran su aspecto demoniaco. También hay individuos que parecen seres humanos decentes por fuera, pero cuando hablas o charlas con ellos, sus opiniones son incorrectas, su tono también lo es y, lo que es más fundamental es que su carácter es incorrecto, lo que hace imposible tener una conversación con ellos. Cuando les preguntas: “¿Existe Dios en el mundo?”, dicen: “No lo sé”. Dices: “Esto debería hacerse de esta manera, es la intención de Dios”. Responden: “¿Me encuentras desagradable? ¿Pretendes crearme problemas? ¿Tratas de expulsarme?”. Dices: “Actuar así es difundir nociones y dar rienda suelta a la negatividad, lo que podría provocar que algunos nuevos creyentes se tropiecen. Hemos de atenernos a las reglas de la casa de Dios y tener claros los principios que deberíamos seguir en las interacciones y asociaciones entre las personas. Si lo que se dice y se hace no puede edificar ni ayudar a los demás, como mínimo, no debería impactar negativamente en otros. Esta es la razón que alguien con humanidad normal debería tener”. Dicen: “Me hablas sobre humanidad normal, me sermoneas sobre las reglas, ¿quién te crees que eres? ¿Qué tiene de malo que dé rienda suelta a la negatividad? Por cada nuevo creyente que se tropieza, hay un nuevo creyente menos; ¡ahórrame la molestia de tener que verlos!”. Hablar con ellos sobre reglas es inútil, al igual que lo es debatir sobre humanidad. ¿Qué hay de compartir la verdad, de compartir las palabras de Dios? Tampoco escuchan la charla de las palabras de Dios. Nadie se atreve a criticarlos, nadie se atreve a molestarlos ni a provocarlos. ¿Hay tales personas en la iglesia? (Sí). De hecho, entre aquellos a los que se ha echado existen tales individuos. ¿Son estas personas mano de obra, el pueblo de Dios o qué? (Son personas a las que se descartó). ¿Por qué se las descartó? (Por no aceptar la verdad, por sentir aversión por ella). Esta es la esencia del problema. ¿Por qué no aceptan entonces la verdad? ¿Por qué sienten aversión por la verdad? ¿Cuál es la causa raíz? (La esencia de estas personas es la misma que la de los incrédulos). Correcto, su esencia es la de los incrédulos. Hay bastantes incrédulos en la iglesia, ¿pero son todos incrédulos de este modo? (No). A estos individuos, que carecen incluso de la moral y crianza humanas más básicas; ¿se les descarta solo porque son incrédulos? ¿Por qué se les descarta? En su origen, se trata de un problema de humanidad; estas personas tienen una humanidad mala, maliciosa. Para ser precisos, carecen de humanidad. Dado que carecen de humanidad, ¿qué son? Son personas de una naturaleza endiablada. ¿Cómo se comparan las personas de una naturaleza endiablada con las bestias? Creo que son incluso peores que las bestias; algunas bestias pueden ser obedientes y evitar hacer fechorías. Por ejemplo, los perros pueden ser bastante buenos; ¡algunos son realmente unas mascotas geniales que se llevan excepcionalmente bien con los humanos! Son especialmente obedientes y sensatos, entienden todo lo que dice la gente y son aptos para tenerlos bajo techo. Tales perros son mucho mejores que los humanos desobedientes. Hay muchas personas que son incluso peores que los buenos perros. Entonces, ¿acaso son todavía humanos? No, no son humanos; son no-humanos. Muchas personas no entienden el lenguaje humano; es imposible comunicarse con ellas. No aceptan la verdad, da igual la manera en la que se comparta, se quejan cuando reciben la poda y cuando se las descarta les da un ataque de rabia y hablan con un lenguaje malsonante, no muestran cambios en absoluto por muchos años que lleven creyendo. ¿Se les puede permitir todavía a estas personas quedarse en la casa de Dios? (No). No se les puede permitir quedarse. ¿En qué categoría se debería clasificar a tales individuos? Para empezar, ¿se debería categorizar a esos individuos entre el pueblo escogido de Dios? (No). Si no están entre los escogidos de Dios, ¿en qué categoría se los debería colocar? ¿Cómo se debería interpretar no estar entre los escogidos de Dios? Significa que desde la perspectiva de la humanidad que exhiben y viven, no es una simple cuestión de ser incrédulos; su esencia no es humana. Hay muchos que son incrédulos; ¿son todos tan malos y maliciosos como estos individuos? No. Incluso entre los no creyentes, no todos son malos: algunos poseen los estándares morales más básicos. ¿Qué pasa entonces con esos individuos? Carecen incluso de la moral y la crianza más básicas que tienen los no creyentes; sus revelaciones y lo que viven, dicho con exactitud, no cumplen con los estándares de la moralidad humana. La esencia de estas personas es la de ser endiabladas. Desde la perspectiva de su esencia, ¿las salva Dios entonces? (No). Dios no las salva. ¿Y eso por qué? Porque su humanidad es mala y maliciosa, de una naturaleza demoniaca, y por tanto sienten aversión por la verdad y se resisten a ella. En realidad, expresarlo de esta manera es elevarlas; para ser precisos, estos individuos sienten aversión por las cosas positivas y las odian, no se elevan al nivel de sentir aversión por la verdad ni la aceptan. Sienten aversión, odian y se resisten incluso a las cosas positivas más básicas; las reglas que una persona con humanidad normal debería seguir y la crianza que debería tener son todas cosas que los asquean. ¿Pueden aceptar la verdad? (No están a la altura). Cierto, no están a la altura de eso; no son siquiera mano de obra. Hay quien dice: “Ya que no son siquiera mano de obra, ¿qué se los considera dentro de la casa de Dios? ¿Cómo se introdujeron en ella?”. Si tuviéramos que explicarlo, si hubiera que encuadrarlos en una categoría, para ser precisos, estos individuos son como trabajadores contratados o temporales traídos de entre los no creyentes. ¿Está claro el significado de esto? Esta es su categoría, así como el papel que desempeñan en la casa de Dios. No son siquiera mano de obra; no los veo como mano de obra, ¡no son dignos! La mano de obra posee características como tener buena humanidad, de veras creer en Dios, y estar dispuestos a pagar un precio y tener la capacidad de soportar dificultades, y ellos viven estas cosas. Estos individuos carecen incluso de estas cualidades, así que clasificarlos como trabajadores contratados ya muestra enorme amabilidad y es muy educado. ¿Qué significa ser un trabajador contratado o uno temporal? Significa que, debido a necesidades especiales durante periodos concretos, la casa de Dios recluta a algunos individuos que son irrelevantes para la salvación a fin de que completen ciertas tareas. Después de que se completen, el verdadero ser de estos individuos queda al descubierto. El pueblo escogido de Dios ha sufrido bastante por relacionarse con ellos, se ha hartado de tales individuos hasta un nivel insoportable y también ha ganado suficiente discernimiento respecto a ellos. Bajo tales circunstancias, se debería echar a estos individuos; este es el momento más apropiado para tales acciones. ¿Se acaba de explicar con claridad cómo surgieron estos individuos? (Sí). Son trabajadores contratados que no tienen nada que ver con la salvación, se los trae durante periodos especiales del trabajo de la iglesia. Después de hacer labores esporádicas y rendir servicio durante un tiempo, estos individuos cometen fechorías imprudentes en la casa de Dios, causan numerosos trastornos y perturbaciones. El papel que desempeñan es el de personajes negativos. Reflejan por completo la verdadera imagen de Satanás y los diablos, perturban el trabajo de la iglesia y destruyen el orden de la vida de iglesia. Más concretamente, se puede decir que estos individuos perjudican significativamente los intereses de la casa de Dios, como dañar en gran medida el equipamiento, la maquinaria, los objetos valiosos y demás en la casa de Dios. Se puede decir que las acciones y comportamientos de estos individuos han provocado una ira generalizada. Por supuesto, han permitido que más personas aprendan lecciones y ganen discernimiento, que aprendan qué es un diablo y qué significa carecer de humanidad y ver con claridad el verdadero rostro de los incrédulos; han permitido que la gente vea, de una manera más clara y concreta, cuáles son los pensamientos y puntos de vista de los incrédulos, lo que persiguen, a lo que aspiran en el fondo de su corazón, qué actitud albergan hacia Dios y la verdad y qué actitud albergan hacia sus deberes y hacia las cosas positivas, e incluso las actitudes que estos individuos albergan hacia ciertos preceptos que hizo la casa de Dios y demás. Cuando se vuelven así de específicos, la manera de estos individuos de vivir su humanidad, su esencia-humanidad y lo que persiguen, todo ello se deja en evidencia por completo. Mantener a estos individuos en la iglesia parece entonces redundante; causará gran daño al pueblo escogido de Dios y no lo beneficiará en absoluto. Es el momento de que se vayan. Entonces, si decimos que la casa de Dios les ha dado bastante tiempo y oportunidades de aceptar la verdad y venerar a Dios, ¿es correcta esta afirmación? (No). ¿Cómo se debería decir entonces? La casa de Dios les ha dado muchas oportunidades y bastante tiempo para que cambien, pero el resultado final revela un hecho: un diablo siempre es un diablo en todo momento y no puede cambiar. Este es el hecho. ¿Es posible hacer que el dragón rojo reconozca el estatus y la identidad de Dios? ¿Se puede lograr hacer que estas personas con una naturaleza demoniaca cambien y sigan algunas reglas? (No). No pueden lograrlo. No se les dan oportunidades para que acepten la verdad, reconozcan el trabajo que ha hecho Dios o se comporten de acuerdo con los principios-verdad, sino para que se produzca un cambio en ellos. Si se diera siquiera la menor señal de que han cambiado, su eventual desenlace podría ser diferente. Sin embargo, estas personas no saben lo que es bueno para ellas; su naturaleza demoniaca siempre será simplemente eso. No importa cuánto tiempo ni cuántas oportunidades se les den, lo que viven y su esencia no van a cambiar; esto es un hecho. Por tanto, la manera definitiva de manejar a estas personas es liberarlas de sus deberes, hacer que dejen la iglesia y garantizar que ya no tienen lazos ni relación con la casa de Dios. ¿Hay individuos que se mostrarán reacios a verlos marchar y que sentirán pena por ellos, que dirán: “Son todavía bastante jóvenes; si se les da tiempo, se podrían convertir en excelentes. Tienen muy buen calibre, tienen tantas dotes y tanto talento… ¡sería genial que pudieran aceptar la verdad! Si la casa de Dios puede ser más amorosa y tolerante, y concederles más oportunidades de arrepentirse, cuando se hagan mayores, tal vez las cosas acaben de manera diferente”? ¿Qué clase de personas piensan así? (Las atolondradas, las confusas). Correcto. Son todos unos atolondrados, gente confusa, ¡meros bribones! Dios no salva a tales personas, y la casa de Dios no les permite quedarse; ¿por qué hay que tenerles lástima? Dios dice que Él no va a salvar a tales personas, sin embargo, sugieres que se les dé una oportunidad de arrepentirse. ¿Puedes salvar a las personas? ¿No es esto ir en contra de Dios? ¿Estás intentando hacer que otros piensen que eres más amoroso que Dios? ¿Tienes la realidad-verdad? ¿Puedes desentrañar la esencia de una persona? ¿Quién es el que puede salvar a las personas, Dios o tú? Atreverse a ir en contra de Dios es demasiado arrogante, sentencioso y carente de razón, ¿verdad? ¿No es esta una gran rebelión? ¿Acaso no es que Satanás y los espíritus malvados se han reencarnado, que siempre se complacen en ir en contra de Dios? Los incrédulos que acabamos de mencionar son menos que bestias. Da igual cómo se les comparta la verdad, no sirve de nada; incluso podarlos es inútil. Se puede decir que tienen la naturaleza de Satanás y nunca van a cambiar. Si alguien quiere darles a estos tipos satánicos una oportunidad de arrepentirse, que sean ellos los que provean para tales personas; veremos si de veras tienen amor. Aquellos incrédulos que no aceptan la verdad en absoluto son los peores en la iglesia; son todos como bestias, se encuentran más allá de la razón y son incapaces de salvarse. Ya sea en el pasado o en el presente, el tratamiento que hace la iglesia de ellos ha sido de lo más apropiado, la iglesia ha mostrado una inmensa paciencia y tolerancia con ellos y les ha dado bastantes oportunidades. Sin embargo, hasta ahora no han cambiado en absoluto, incluso han potenciado sus formas. Al principio, cuando estas personas llegan a creer en Dios con sus nociones, figuraciones y deseo de bendiciones, son capaces de estar en cierto modo constreñidas, hacen sus deberes con algo de entusiasmo y fervor. Sin embargo, en última instancia, cuando ven que “creer en Dios significa perseguir la verdad, conocer la obra de Dios y someterse a Él, no hay más”, su actitud hacia Dios y la verdad, además de su cara oculta, se dejan en evidencia por completo. ¿Qué es lo que se deja en evidencia? Estos individuos no solo carecen de humanidad, conciencia y razón, sino que son extremadamente crueles, perversos y brutales. Desdeñan a Dios y la verdad, e incluso consideran los requerimientos y las reglas de la casa de Dios, así como Sus decretos administrativos, con hostilidad y resistencia. Estas manifestaciones suyas han reforzado el asco y la repulsión que el pueblo escogido de Dios siente hacia ellos, y además han acelerado el ritmo en el que la casa de Dios los depura, hasta que al final determina con celeridad si se quedan o se marchan, y deciden sus desenlaces y su porvenir. Se ganaron sus desenlaces y su porvenir, estos no se ocasionaron porque alguien los incitara o los instigara ni porque alguien los forzara o los tentara, y desde luego no se ocasionaron debido a circunstancias objetivas; sus desenlaces y su porvenir se los infligieron ellos mismos, surgieron a raíz de sus propias elecciones y fueron determinados por su esencia-naturaleza y las sendas que habían tomado. Los desenlaces y el porvenir de estas personas se han establecido; una vez que se las ha echado de entre las filas de aquellos que desempeñan su deber, entonces ya no son siquiera mano de obra. Bien puedes imaginar qué clase de porvenir van a tener; no merece la pena mencionarlo aquí, pues son indignos.

Cuando se trata del tipo de personas a las que se revela y descarta, las manifestaciones de sus diversas acciones malvadas, además de las palabras y declaraciones malévolas que revelan en su vida diaria están a plena vista. Sin embargo, algunos líderes y obreros son incapaces de discernir a estas personas malvadas como lo que son realmente y tampoco desentrañan su esencia-naturaleza. Estos líderes y obreros parecen no ser conscientes de que son personas malvadas e incrédulos, y por tanto no tienen intención de depurarlos de la iglesia o de ocuparse de ellos como corresponde. Esta es una grave dejación de la responsabilidad por parte de los líderes y obreros. Observan con los ojos bien abiertos cómo estas personas de naturaleza demoníaca no se atienen a ninguna de las reglas de la casa de Dios, al tiempo que se desbocan y perturban y sabotean deliberadamente el trabajo de la iglesia y el orden de la vida de iglesia; incluso consienten que estas personas se comporten de manera audaz e imprudente, sin respetar la ley, y que perjudiquen los intereses de la casa de Dios bajo la bandera de hacer su deber. Perjudicar los intereses de la casa de Dios abarca muchas cosas: dañar la maquinaria y los diversos equipamientos de la casa de Dios, dañar sus diversos aparatos y suministros de oficina, incluso despilfarrar las ofrendas de Dios como les viene en gana, entre otras cosas. Más grave resulta que suelten deliberadamente diversas herejías y falacias, con lo que causan tal perturbación que el pueblo escogido de Dios no puede hacer sus deberes en paz, tanta perturbación que las personas débiles y negativas abandonan sus deberes y pierden la fe en seguir a Dios. Estas personas malvadas cometen todas estas maldades, todas estas acciones malvadas que perturban y trastornan el trabajo de la iglesia y causan daño a los hermanos y hermanas, sin embargo, los líderes y obreros hacen la vista gorda, hacen oídos sordos; algunos de ellos incluso dicen: “¡No estaba al tanto, nadie me lo dijo!”. Esa pandilla de bestias y demonios ha hecho estragos, desencadenan el caos en la iglesia, sin embargo, ¡los líderes y obreros no están para nada informados ni son conscientes! ¿Acaso no son escoria? ¿Dónde está su corazón? ¿Qué están haciendo? ¿Es que no parlotean ociosos? ¿Acaso no descuidan las tareas que les corresponden? Cada día que estos falsos líderes están en el trabajo es un día más para que toda clase de personas malvadas perturben la iglesia con imprudencia y se haga daño al pueblo escogido de Dios. Como estos falsos líderes no cumplen bien las responsabilidades, esa pandilla de bestias se pasa el día vagueando, sin hacer ningún deber ni seguir ninguna regla, gorroneando de la casa de Dios, y disfrutando libremente de los diversos beneficios materiales y del bienestar de la casa de Dios; incluso perturban deliberadamente el trabajo de la iglesia, dañan la maquinaria y los equipamientos de la casa de Dios. Así es como se comportan, y pese a ello todavía esperan vivir vidas placenteras y hacer lo que les apetezca en la casa de Dios, sin permitir que nadie los moleste ni los provoque. Este es un asunto muy grave, sin embargo, los líderes y obreros lo pasan por alto, no lo resuelven ni aunque otros informen de ello, ¿es que no son basura que no hace trabajo real? ¿No es esta una grave dejación de la responsabilidad? (Lo es). Algunos dicen: “No me encargué de resolver el problema porque estaba ocupado con otro trabajo. ¡No tuve ocasión!”. ¿Tales palabras se sostienen? ¿En qué estás tan ocupado para no ponerte a resolver un problema tan grave? ¿Tienen algún valor los asuntos de los que te ocupas? ¿Eres capaz de priorizar tu trabajo? ¿No debería tener prioridad la resolución de problemas, por muy ocupado con el trabajo que resulte que estés? Entender con prontitud y lidiar con los distintos tipos de personas que trastornan y perturban el trabajo de la iglesia es responsabilidad de los líderes y obreros. Si dejas de lado los problemas reales y te ocupas de otros asuntos, ¿estás haciendo trabajo real? Si descubres un problema o alguien te informa de él, debes dejar de lado la tarea que tienes entre manos y acudir inmediatamente sobre el terreno para ver cuál es el origen del problema. Si se trata de alguien malvado que perturba y trastorna el trabajo de la iglesia, primero deberías depurar a esa persona malvada. Después de eso, resolver otros problemas será fácil. Si descubres un problema y no lo solucionas, alegando que estás demasiado ocupado, ¿no estás en realidad corriendo como una ardilla en una jaula? ¿En qué estás tan ocupado de todos modos? ¿Es trabajo real? ¿Puedes explicarlo claramente? ¿Se sostienen tus razones y excusas? ¿Por qué consideras que resolver los problemas no es importante? ¿Por qué no resuelves los problemas a tiempo? ¿Por qué buscas excusas y te escabulles de las cosas y dices que estás demasiado ocupado para encargarte de ellas? ¿Acaso no es esto ser irresponsable? Como líder en la iglesia, el hecho de no priorizar la resolución de problemas, mantenerse ocupado en diversos asuntos triviales, no lograr reconocer la existencia de problemas fundamentales, ser incapaz de distinguir la importancia y urgencia en el trabajo y de captar los puntos cruciales… son todas manifestaciones de un calibre excepcionalmente pobre, y tal persona es una atolondrada. Por muchos años que hayas sido líder, no eres capaz de cumplir bien con el trabajo de la iglesia. Deberías admitir tu responsabilidad y renunciar. Si el calibre de un líder es excesivamente pobre, cualquier formación es inútil; será sin duda incapaz de sacar adelante ningún trabajo, es un falso líder al que se debe destituir y reasignar. Cuando hay falsos líderes trabajando, ¿cuáles son las consecuencias? En términos objetivos, todo lo que hacen los falsos líderes conlleva múltiples pérdidas a la iglesia. Por un lado, no se hace bien el trabajo esencial de la iglesia, lo que impide directamente la efectividad de los diversos aspectos del trabajo de esta. Al mismo tiempo, además perjudica a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios y causa un impacto en ella. De manera más fundamental, afecta a la difusión del evangelio del reino. Estas consecuencias están todas directamente relacionadas con que los falsos líderes no hagan trabajo real. Dicho con mayor claridad, todo esto lo causa que los falsos líderes no participen en trabajo real. Si otros líderes y obreros pueden dedicarse activamente a algún trabajo real, acelerar el ritmo y acortar plazos en la resolución de problemas, ¿acaso las diversas pérdidas infligidas en la casa de Dios por parte de los falsos líderes se mitigarían en cierto modo? Al menos se podrían reducir. Aunque la casa de Dios no requiera que lidies con los problemas inmediatamente a medida que surgen, como mínimo, una vez que se informa de los problemas, deberías empezar a abordarlos inmediatamente. Indaga sobre la situación de los hermanos y hermanas y discute y comparte con otros líderes y obreros sobre cómo resolver los problemas. Si el problema es serio y no sabes cómo resolverlo, deberías informar con prontitud a los superiores y buscar soluciones. Esto es lo que todos los líderes y obreros deberían lograr. Sin embargo, el problema actual es que estos líderes y obreros, aunque no puedan resolver problemas, no informan a los superiores. Tienen mucho miedo de informar a los superiores por temor a delatar su propia incompetencia, su excesivo escaso calibre y su incapacidad para hacer trabajo real; les preocupa que se los despida. Sin embargo, no toman la iniciativa de trabajar; son idiotas y torpes, y lentos para actuar. Sin una senda para resolver problemas, solo salen del paso, lo cual lleva al desarrollo de demasiados problemas sin resolver, de forma que provee de oportunidades a las personas malvadas. En este momento, al ver que los falsos líderes son unos inútiles, esas personas malvadas y aquellos con ambiciones aprovechan la oportunidad para cometer acciones malvadas desenfrenadamente, hunden a la iglesia en el caos y el desorden, paralizan todos los aspectos del trabajo. Aunque los falsos líderes deberían cargar con la responsabilidad primordial, otros líderes y obreros tampoco han cumplido bien sus responsabilidades. ¿Acaso no es esta una grave dejación de la responsabilidad por parte de los líderes y obreros? De hecho, la mayoría de los problemas que surgen en la iglesia están directamente relacionados con las perturbaciones que causan las personas malvadas y los incrédulos. Si los líderes y obreros no pueden identificar con prontitud la raíz de los problemas, no pueden encontrar a los principales culpables que están causando problemas y siempre buscan razones en otro lugar, entonces no serán capaces de resolver los problemas en lo fundamental, y estos seguirán surgiendo en el futuro. Si se atrapa y se responsabiliza directamente a los alborotadores o a aquellos que crean problemas entre bambalinas, esta manera de lidiar con los problemas es la más efectiva. Como poco, asegura que estos incrédulos y personas malvadas no se atrevan a seguir desbocándose y causando trastornos y perturbaciones. ¿No es esto lo que los líderes y obreros deberían lograr? (Sí). Se puede decir sin lugar a la duda que la razón principal de que los problemas de la iglesia estén aumentando en número y no se resuelvan a tiempo se debe a la irresponsabilidad de los líderes y obreros o a que los falsos líderes carecen de realidad-verdad y no pueden hacer trabajo real. Si los líderes y obreros no pueden resolver los diversos problemas que surgen en la iglesia, sin duda no pueden cumplir con el trabajo inherente a su puesto. Hay diversas situaciones y razones que se deben entender aquí con claridad: si los líderes y obreros son novatos sin experiencia, se les debería ayudar con paciencia, guiarlos para que resuelvan problemas y a que, en el proceso de hacerlo, aprendan algunas cosas y capten los principios-verdad. De esta manera, aprenderán poco a poco a resolver problemas. Si los líderes y obreros no son las personas adecuadas, si rechazan por completo aceptar la verdad y, en su lugar, usan los puntos de vista y los métodos de los no creyentes para resolver problemas, esto no se conforma a los principios-verdad. Tales personas no son aptas para ser líderes y obreros y se las debería despedir y descartar de manera oportuna; luego, se debería realizar una nueva elección para elegir a los líderes y obreros apropiados. Solo este enfoque puede resolver el problema a fondo. Ser líder de iglesia no es tarea fácil y es inevitable que no se puedan resolver algunos problemas. Sin embargo, si uno posee razón, al enfrentarse a problemas que no puede resolver, no debería esconderse ni reprimirlos e ignorarlos. En su lugar, uno debería consultarlo con diversas personas que entiendan la verdad para encontrar una solución de manera colectiva, lo que podría resolver entre el setenta y el ochenta por ciento de los problemas, de modo que al menos se prevenga temporalmente la irrupción de problemas importantes. Esta es una senda viable. Si los problemas no se pueden resolver de veras, entonces uno debería buscar soluciones de lo Alto, lo cual es una opción sabia. Si por temor a perder prestigio o a que lo Alto te pode por tu incompetencia, ocultas los problemas y no informas de ellos, eso es ser del todo pasivo. Si te comportas como un necio insensible e idiota, sin tener idea de qué hacer, eso demorará las cuestiones. Tales situaciones aportan fácilmente oportunidades para las personas malvadas y los anticristos, les permiten aprovechar el caos para actuar. ¿Por qué se dice que aprovechan el caos para actuar? Porque esperan precisamente esta oportunidad. Cuando los líderes y obreros no son capaces de manejar ningún problema y el pueblo escogido se siente ansioso e intranquilo y ya ha perdido la confianza en ellos, las personas malvadas y los anticristos buscan explotar este hueco. Piensan que la iglesia se halla en un estado de falta de liderazgo y gestión. Quieren aprovechar esta ocasión para alardear de sus capacidades a fin de que el pueblo escogido de Dios los admire, los apoye y crea que, en comparación con los líderes y obreros, tienen mejor calibre, son más capaces de resolver problemas y de guiar hacia la salida, así como de darle mejor la vuelta a la tortilla en mitad del caos. ¿Acaso no es esto lo que las personas malvadas y los anticristos más quieren hacer? Llegado este punto, cuando los líderes y obreros se sienten impotentes y las personas malvadas y los anticristos se alzan y resuelven los problemas, incluso los guían hacia la salida, ¿a quién va a creer el pueblo escogido de Dios? Naturalmente, creerá a los malvados y a las fuerzas de los anticristos. ¿Qué demuestra esto? Muestra que los líderes y obreros son unos inútiles que no logran nada, fallan en momentos cruciales. ¿Son tales personas todavía dignas de ser líderes y obreros? Aunque los anticristos carecen de la realidad-verdad y no pueden hacer trabajo real, todos poseen algunos dones en diverso grado y son relativamente más astutos respecto a los asuntos externos, lo que precisamente constituye su ventaja y es como pueden desorientar a las personas. Sin embargo, si se fueran a convertir en líderes y obreros, ¿podrían usar realmente la verdad para resolver los problemas del pueblo escogido de Dios? ¿Podrían de veras guiar al pueblo escogido de Dios a comer y beber las palabras de Dios, a entender la verdad y entrar en la realidad-verdad? En absoluto. Aunque tengan algunos dones y sean elocuentes, carecen de cualquier realidad-verdad. ¿Son aptos para ser líderes y obreros de la iglesia? ¡En absoluto! Esto es algo que el pueblo escogido de Dios debería desentrañar; nunca se los debe desorientar ni que las personas malvadas y los anticristos los embauquen. Los incrédulos, las personas malvadas y los anticristos no persiguen la verdad en absoluto y no tienen siquiera un poco de realidad-verdad. Así que decidme, ¿acaso pueden decir algo con conciencia y razón como esto?: “Aunque ahora la iglesia no tenga a nadie a cargo, debemos actuar por propia iniciativa. Los preceptos de la casa de Dios no se pueden romper, los principios requeridos por la casa de Dios no se pueden cambiar. Deberíamos hacer lo que nos corresponde; todo el mundo debería ocuparse de los deberes que le corresponden, desempeñar sus responsabilidades y no trastornar el orden”. ¿Podrían decir algo como esto? (No). ¡En absoluto! ¿Qué acciones realizarán estos incrédulos y malvados? Sin vigilancia ni supervisión, no hacen siquiera sus deberes, se entregan a la comida, a beber, jugar y divertirse, charlan ociosos, bromean e incluso flirtean. Algunos pasan la noche entera viendo vídeos del mundo no creyente, luego usan la excusa de haberse quedado hasta tarde haciendo sus deberes para holgazanear y dormir de forma excesiva. Estas son las acciones de las personas malvadas, de aquellos que pertenecen a la categoría de diablos. Cuando cometen estas malas acciones, ¿sienten algo de culpa? ¿Acaso va a despertar de repente su conciencia y van a tomar la iniciativa de cumplir con algunas responsabilidades humanas y de hacer algo beneficioso para la casa de Dios, la iglesia y los hermanos y hermanas? En absoluto. Cuando alguien está vigilando, hacen con reticencia algo de trabajo para dar una buena impresión a fin de conseguirse una comida. Esto es lo único que pueden hacer; aparte de esto, tales personas no tienen ni un rasgo que los salve. Por tanto, ¿tiene algún sentido que se queden en la casa de Dios? Ninguno. Son superfluas y se las debe depurar.

¿Cómo se mide si alguien ama la verdad? Permitidme que os dé un ejemplo para entenderlo. Algunas personas se implican en una profesión y, mientras más aprenden, más avanzan en sus estudios y más comprenden, entonces más dispuestas están a participar en ella y menos a abandonar dicha profesión. ¿Qué clase de manifestación es esta? ¿Significa que de veras les gusta esta profesión? (Sí). Da igual las dificultades que soporten, no importa el precio, da igual cuánto esfuerzo dediquen, continúan en la profesión sin remordimientos, decididos. Este es el verdadero afecto, un profundo y sentido cariño. Supongamos que hay alguien que asegura que le gusta cierto trabajo, pero no está dispuesto a soportar dificultades ni a pagar el precio durante el proceso de aprender habilidades profesionales, y cuando surgen muchos problemas en el trabajo, no busca soluciones, por temor a problemas, e incluso siente a menudo que dedicarse a esta profesión es una molestia o una carga. Sin embargo, cambiar de profesión no es fácil y, al considerar los beneficios materiales que esta puede conllevarle, se dedica a ella con reticencia, pero nunca se convertirá en alguien destacado en dicha profesión. Por tanto, ¿de veras le gusta esta profesión? (No). Es obvio que no. Hay otro tipo de persona, la que expresa verbalmente su afecto hacia cierta profesión y participa en ella, pero nunca soporta dificultades ni paga un precio para aprender bien capacidades profesionales. Puede que incluso desarrolle repulsión u odio por la profesión durante el proceso de aprendizaje, que esté cada vez menos dispuesta a aprender. Cuando su repulsión alcanza cierto grado, cambia de carrera y ya no está dispuesta a mencionar ningún proceso, historia ni nada relativo a cuando se dedicaba a tal profesión. ¿De veras les gusta a esas personas la profesión? (No). No les gusta. Pueden renunciar con facilidad a ella y sentirse asqueadas e incluso cambiar de carrera profesional, lo que prueba que en realidad no les gusta. La razón de que puedan abandonar la profesión es que, después de invertir mucho tiempo, energía y coste, la profesión a la que se dedican no les permitió vivir la vida opulenta que deseaban o disfrutar de una buena condición material. Esta profesión les provoca aversión y la maldicen en su corazón, llegan incluso a prohibir a otros mencionarla, ni ellas mismas la mencionan ya e incluso se sienten avergonzadas por haberse dedicado con anterioridad a esta profesión y considerarla su aspiración y el objetivo más alto a perseguir en la vida. Si se tiene en cuenta el grado de aversión que pueden llegar a tenerle a la profesión, ¿acaso era auténtica su exhibición de afecto hacia ella en los inicios? (No). Solo hay un tipo de persona a la que de veras le gusta la profesión; con independencia de si esta les aporta un buen material de vida o beneficios abundantes, y por muchas dificultades que se encuentren o mucho sufrimiento que soporten en esta profesión, pueden perseverar en ella con decisión, hasta el final. Esto es verdadero afecto. Lo mismo se aplica a si una persona ama la verdad. Si de veras amas las cosas positivas, si progresas y pasas de amar las cosas positivas a amar la verdad, entonces no importa con qué situaciones te encuentres, persistirás en buscar y perseguir la verdad sin cambiar tu objetivo de vida. Si puedes renunciar a creer en Dios como si nada y abandonas así la senda de salvación, esto no es realmente amar la verdad. En cuanto a aquellos que no persiguen la verdad pero además no se rinden, solo hay una razón para su perseverancia: piensan que, mientras haya un rayo de esperanza para un buen desenlace y destino, para un buen futuro, merece la pena jugársela y deberían perseverar hasta el final. Creen que esta perseverancia es necesaria; lo que sucede es que aumentan los desastres y no hay ningún sitio donde ir, así que mejor sería aguantar aquí y probar suerte. ¿Tienen esas personas el menor amor a la verdad en su corazón? (No). No lo tienen. Cuando empezaron a creer en Dios, estas personas hablaban de odiar el mundo, de odiar a Satanás, de odiar las cosas negativas, de amar las positivas y de anhelar la luz. Sin embargo, ¿cuál es su comportamiento cuando se adentran en la casa de Dios, en la iglesia? ¿Cuál es su actitud cuando descubren que son mano de obra, cuando se dan cuenta de que sus acciones, sus comportamientos y su naturaleza les resultan desagradables a Dios? ¿Qué clase de comportamientos exhiben? Se puede decir que cuando perciben, sienten o piensan que ya no cuentan con el favor de la casa de Dios, que se los va a descartar, algunos eligen marcharse. Otros, aunque con reticencia se quedan en la iglesia, se rinden a la desesperación y al final se los obliga a marcharse. Tales personas no aman la verdad en absoluto; cuando su deseo de bendiciones queda destrozado, pueden traicionar a Dios y darle la espalda. Estas diversas manifestaciones muestran las actitudes de diferentes personas hacia la verdad.

IV. Los diferentes desenlaces de estas tres clases de personas

Acabamos de compartir las características de tres tipos de personas: la mano de obra, los trabajadores contratados y el pueblo de Dios. A partir de sus características, está claro que sus desenlaces definitivos no los determinan las condiciones ni los entornos objetivos, sino sus propias búsquedas y su esencia-naturaleza. Por supuesto, para ser objetivos, es Dios quien determina el porvenir de las personas, pero Dios realiza estas determinaciones en función de si aman la verdad y son capaces de aceptarla. La mano de obra también profesa amar la verdad y las cosas positivas, pero al llegar el final, cuando concluye la obra de Dios, sus nociones y figuraciones sobre Dios, sus extravagantes exigencias hacia Él y su traición hacia Dios siguen sin cambiar. Esto es porque, durante el periodo de la obra de Dios, en el proceso de seguir a Dios y hacer sus deberes, nunca habrán resuelto su carácter corrupto. La causa original de que no aborden su carácter corrupto es que, en lo fundamental, no aceptan la verdad. Aunque tienen el deseo de someterse a Dios, lo que de veras manifiestan solo es una capacidad para renunciar y una voluntad de pagar un precio, sin jamás buscar los principios-verdad o el camino de someterse a Dios. Al final resulta que, a pesar de realizar un gran esfuerzo, no tienen el menor conocimiento de Él. Todavía son capaces de traicionarlo y de dar voz a sus nociones y figuraciones sobre Él y a las exigencias irracionales que le hacen delante de otras personas y de Satanás. Cuando la obra de Dios concluye, todavía consideran que “tienen buena humanidad, creen de veras en Dios, son capaces de renunciar y de soportar dificultades y seguro podrán salvarse”, y por esto, se sienten en paz. En realidad, siempre han caminado por la senda de la mano de obra, sin perseguir la verdad en absoluto; así, siempre permanecen con la identidad de mano de obra. En cuanto a otra categoría de personas, los trabajadores contratados, no vamos a hablar sobre ellos. Hay otra categoría más, la del pueblo de Dios, que acabamos de mencionar. En el transcurso de seguir a Dios, igual que la mano de obra, se gastan por Él, le dedican su tiempo y energía, e incluso su juventud, y experimentan mucho sufrimiento y pagan bastante precio. Sucede lo mismo con la mano de obra. ¿Qué tiene entonces de diferente? Cuando concluye la obra de Dios, sus numerosas nociones, figuraciones y exigencias extravagantes a Dios ya se habrán abordado. Las manifestaciones, estados y revelaciones de corrupción que suponen una obvia resistencia a Dios dentro de su carácter corrupto se habrán desechado. Aquellos que todavía no se hayan resuelto, se disolverán a medida que lleguen a entender poco a poco la verdad por medio de la experiencia. Aunque su carácter corrupto no se habrá desechado por completo, su carácter-vida habrá experimentado algunos cambios. La mayor parte del tiempo, podrán practicar de acuerdo con los principios-verdad que entienden y las revelaciones de su carácter corrupto habrán disminuido significativamente. Aunque no es el caso de que no las vayan a revelar en ningún entorno, estas personas se habrán topado con un requerimiento fundamental: habrán cumplido el requerimiento de Dios de ser honestas; básicamente serán personas honestas. Asimismo, cuando ellas revelen carácter corrupto o cometan transgresiones, o bien alberguen nociones y rebeliones contra Dios, al margen del entorno en el que lo hagan, tendrán una actitud de arrepentimiento. Y hay otro punto de lo más importante: sean cuales sean las acciones específicas que tome Dios y actúe como actúe Él en la obra de juicio de los últimos días, cualquier cosa que pretenda hacer en el futuro, cualquier manera en la que Él disponga el porvenir de la especie humana, y sea cual sea la manera en la que ellas mismas vivan en el entorno que Dios organiza, todas poseerán un corazón sumiso y una actitud de sumisión, libre de elecciones personales y de planes y designios personales. Debido a estas diversas manifestaciones proactivas y positivas, se habrán convertido ya en la clase de persona que Dios requiere, una que sigue el camino de Dios, que es el de temerlo y evitar el mal. Aunque seguirán lejos del auténtico estándar, el de “teme a Dios y evita el mal, y sé un hombre perfecto”, como afirma Dios, cuando Sus pruebas recaigan sobre ellos, podrán buscar y someterse, lo cual es suficiente. No tendrán quejas; solo esperarán y se someterán. Aunque vuestras situaciones actuales puede que todavía queden lejos de tal resultado, y a algunos pueda parecerles muy distante e inalcanzable, si podéis aceptar la verdad y tratar las palabras de Dios como vuestro principio y fundamento para la existencia, entonces se ha de creer que un día tú, o todos vosotros, ya no estaréis lejos de convertiros en el auténtico pueblo de Dios, al que Él ama; creed que ese día está cerca. Ya se esté profetizando o esté a la vista, el resultado final no es en ningún caso una fantasía, sino un hecho que está a punto de hacerse realidad y de cumplirse. En quién se va a cumplir exactamente este hecho, en qué personas, depende de cómo persigáis la verdad en realidad. En otras palabras, si de veras amas la verdad en la medida en que puedes perseguirla y practicarla, o solo tienes un poco de amor por la verdad, pero no puedes aceptarla por completo ni practicarla, el resultado final te proporcionará la respuesta. Muy bien, concluyamos aquí nuestra charla sobre este tema.

Los estándares y las bases para discernir a diversos tipos de personas malvadas

II. Según su humanidad

A continuación, seguimos compartiendo la decimocuarta responsabilidad de los líderes y obreros: “Discernir enseguida y, a continuación, echar o expulsar a toda clase de personas malvadas y anticristos”. Los estándares para discernir a toda clase de personas malvadas se dividen en tres categorías principales. Hemos compartido con anterioridad el propósito de alguien al creer en Dios, y luego pasamos a su humanidad. En cuanto a la propia humanidad, también hemos categorizado muchas manifestaciones diferentes. ¿Cuáles son las distintas manifestaciones que ya hemos compartido? Leedlas. (El segundo aspecto para discernir a todo tipo de personas malvadas tiene que ver con la propia humanidad. 1. Les encanta tergiversar la realidad y las falsedades; 2. Les encanta aprovecharse; 3. Son depravados y están desenfrenados; 4. Son propensos a vengarse; 5. Son incapaces de cuidar la propia lengua). Hemos compartido hasta el quinto punto, el de ser incapaz de cuidar la lengua. Al margen de si estamos hablando de manifestaciones específicas de humanidad o de otras cosas, como he dicho, repercutirá de manera diferente en distintos tipos de personas. Aquellas que persiguen la verdad, después de escuchar, se centrarán en examinarse a sí mismas; se compararán con Mi enseñanza y tendrán una entrada proactiva y positiva. Sin embargo, aquellas que no persiguen la verdad, como la mano de obra, solo escucharán sin más. No se toman en serio ni se dedican de corazón a escuchar. A veces, puede que incluso se queden dormidas mientras escuchan sermones. No pueden asimilarlo e incluso piensan: “¿Qué sentido tiene escuchar estos asuntos triviales? Es una pérdida de tiempo; ¡todavía no he terminado el trabajo que tengo entre manos!”. Siempre se preocupan de los trabajos que requieren un esfuerzo arduo. Son especialmente entusiastas y dedicadas en su esfuerzo, muestran lealtad, pero simplemente no pueden reunir la energía para los asuntos relativos a la verdad. Esto revela claramente que tales personas no están interesadas en la verdad; para quedarse satisfechas les basta su gran esfuerzo. Hay otro grupo de personas que mantiene la misma actitud, comparta como comparta la verdad la casa de Dios: “Solo me resisto y soy antagonista. Aunque señales mis problemas y dejes en evidencia mis manifestaciones, revelaciones y actitudes, no prestaré atención ni me lo tomaré en serio de todas maneras. Por tanto, ¿qué pasa si los demás saben que se me está dejando en evidencia?”. Continúan desafiando y oponiéndose con desvergüenza, algo imposible de redimir. Pese a ello, las manifestaciones de los distintos tipos de personas se pueden distinguir. La verdad —ya sea para aquellos que la persigan, aquellos que estén dispuestos a esforzarse aunque no la amen o aquellos que sienten repulsión y aversión por ella— se comporta como una hoja de doble filo, como una piedra de toque. Puede medir las actitudes de las personas hacia la verdad y además la senda por la que caminan.

F. Ser irracionales y deliberadamente problemáticos, sin que nadie se atreva a provocarlos

Hemos hablado con anterioridad sobre discernir las cinco manifestaciones de las diversas personas malvadas. Hoy vamos a continuar y compartiremos la sexta. La sexta es además una manifestación de un tipo de persona malvada, o más bien, aunque la gente no considere que este tipo sea malvado, sigue sin ser del gusto de nadie. ¿Por qué sucede eso? Porque estas personas carecen de conciencia y razón, carecen de humanidad normal y las interacciones con ellas son particularmente problemáticas y difíciles, causan repulsión. ¿Cuáles son sus manifestaciones específicas? Ser irracionales y deliberadamente problemáticas, sin que nadie se atreva a provocarlas. ¿Se encuentran tales personas en la iglesia? Aunque no haya muchas, sin duda las hay. ¿Y cuáles son sus manifestaciones específicas? En circunstancias habituales, estas personas pueden hacer su deber e interactuar con otras con bastante normalidad; no vas a observar un carácter cruel por su parte. Sin embargo, cuando sus acciones van en contra de los principios-verdad y se las poda, explotarán de rabia, rechazarán por completo la verdad mientras se inventan excusas sofistas. De repente, te das cuenta de que son como un erizo cubierto de púas, intocables como un tigre. Piensas: “Hace mucho que me relaciono con esta persona, pensaba que tenía buena humanidad, era comprensiva y era fácil hablar con ella, creía que podría aceptar la verdad. No esperaba que fuera alguien irracional y deliberadamente problemática. He de tener cuidado en mis interacciones con ella en el futuro, minimizar el contacto a menos que sea necesario, y mantener la distancia para evitar provocarla”. ¿Habéis visto a las que son irracionales y deliberadamente problemáticas? En general, aquellos que las entienden saben lo temibles que son y hablan con ellas con particular educación y cautela. En concreto, al hablar con ellas, no puedes herirlas de ninguna manera, pues eso dará lugar a infinitos problemas. Hay quien dice: “¿Quiénes son exactamente estos groseros? No nos hemos encontrado todavía con ellos”. En ese caso, de veras debemos hablar sobre esto. Por ejemplo, mientras los hermanos y hermanas comparten sus experiencias, cuando algunos mencionan sus estados corruptos o sus dificultades personales, es inevitable que otros empaticen, al haber tenido experiencias o sentimientos similares. Esto es bastante normal. Después de escuchar, uno podría pensar: “Yo también he tenido esas experiencias, así que vamos a compartir este tema juntos. Quiero oír cómo las has experimentado. Si tu enseñanza tiene luz y se refiere a un problema que tengo, entonces la voy a aceptar y practicaré de acuerdo con tus experiencias y tu senda a fin de ver cuáles serán los resultados”. Solo hay un tipo de persona que, al oír a otros hablar sobre conocerse a sí mismos y poner de manifiesto su propia corrupción y fealdad, cree que esto es dejarla en evidencia y juzgarla indirectamente, y no puede evitar dar un golpe en la mesa y estallar de ira: “¿Quién no tiene corrupción? ¿Quién vive en un vacío? ¡Tal como yo lo veo, vuestra corrupción es incluso peor que la mía! ¿Con qué cualificaciones contáis todos vosotros para ponerme a mí en el punto de mira, para dejarme en evidencia? Tal como lo veo yo, ¡solo queréis complicarme las cosas y excluirme! ¿Es que no se debe solo a que vengo del campo y no sé decir palabras agradables para adularos? ¿Acaso no es porque mi educación no es tan alta como la vuestra? Dios ni siquiera me menosprecia, entonces, ¡qué os da a vosotros derecho a hacerlo!”. Otros dicen: “Esta es una enseñanza normal, no va dirigida a ti. ¿Acaso las actitudes corruptas de todo el mundo no son las mismas? Cuando alguien comparte algún tema y menciona su propio estado corrupto, es inevitable que otros se encuentren a sí mismos en estados similares. Si sientes que compartes el mismo estado, además puedes compartir sobre tus experiencias”. A lo que responde: “¿Es así? Podría tolerar tal enseñanza de una persona, pero ¿por qué os juntáis dos o tres para acosarme? ¿Es que creéis que soy fácil de mandonear?”. ¿Acaso sus palabras no se vuelven más indignantes a medida que habla? (Sí). ¿Tienen razón tales personas al pronunciar esas palabras? (No). Si de veras piensas que el tema de la charla de otros va dirigido a ti, puedes discutir o compartir el asunto; preguntas directamente si va dirigido a ti, en lugar de recurrir a tu trasfondo como agricultor, a tu bajo nivel de educación o a que la gente te menosprecia. ¿De qué sirve decir tales cosas? ¿No es eso parlotear sobre lo correcto y lo incorrecto? ¿No es eso ser irracional y deliberadamente problemático? (Sí). ¿No creéis que tales personas son horribles? (Sí). Después de montar una escena tal, todo el mundo sabe qué clase de persona es y, a la hora de compartir en reuniones futuras, siempre han de hablar con cuidado y estudiar sus expresiones. Si su gesto se vuelve sombrío, otros vacilan a la hora de hablar y todo el mundo se siente reprimido durante la charla en las reuniones. ¿Acaso esta limitación y perturbación no surgen porque este individuo es irracional y deliberadamente problemático? (Sí). Para todos aquellos que son irracionales y deliberadamente problemáticos la razón está fuera de su alcance; tales personas no aceptarán la verdad y es imposible que se salven.

Este tipo de persona irracional y deliberadamente problemática cuenta con otra manifestación. Hay quien siempre dice durante las reuniones: “No puedo seguir comportándome de esta manera superficial. He de concentrarme en practicar la verdad; he de perseguir la perfección. Me esfuerzo naturalmente para sobresalir. Haga lo que haga, he de hacerlo bien”. Dice lo que hay que decir, pero en realidad, se sigue comportando de manera superficial en el desempeño de su deber, y hay muchos problemas en este, que queda lejos de lograr el efecto de dar testimonio de Dios. Cuando los líderes señalan los problemas en su cumplimiento del deber y lo podan, se enfada enseguida, dice: “Lo sabía. Todos me juzgáis a mis espaldas, decís que mis habilidades profesionales son malas. ¿Acaso no se trata de un menosprecio por parte de todos vosotros? Fue un pequeño error, sin más. ¿Es necesario podarme así? Además, ¿quién no comete errores? Dices que me comporto de manera superficial, pero ¿es que no has sido tú también negligente antes? ¿Eres apto para criticarme? Sin mi cooperación, ¿quién entre vosotros podría encargarse de este trabajo?”. ¿Qué pensáis de esta persona? Haga lo que haga, no permite a los demás señalar sus deficiencias ni ofrecer sugerencias; ni siquiera acepta la poda justificada. Se opone y va en contra de cualquiera que levante la voz, pronuncia palabras irracionales, llega incluso a decir que se le menosprecia o que se le acosa por estar solo y no tener poder, o cosas del estilo. ¿No es eso ser ingobernable, irracional y deliberadamente problemático? Hay incluso algunos que, después de recibir la poda, abandonan su deber: “No voy a hacer más este trabajo. Si vosotros podéis hacerlo, pues muy bien. ¡A ver si sois capaces de continuar con el trabajo sin mí!”. Los hermanos y hermanas intentan persuadirlos, pero no escuchan. Incluso cuando los líderes y obreros comparten la verdad con ellos, rehúsan aceptar; empiezan a darse aires y abandonan su deber. Durante las reuniones, se enfurruñan, no leen las palabras de Dios ni comparten, siempre son los últimos en llegar y los primeros en marcharse. Cuando se van, lo hacen pisando fuerte y dando un portazo, y la mayoría de la gente no tiene idea de cómo lidiar con ellos. Cuando les ocurren cosas a tales personas, sueltan argumentos ridículos y tonterías; se vuelven ingobernables e incluso lanzan cosas, se muestran del todo impermeables a la razón. Algunos exhiben incluso manifestaciones más severas; si los hermanos y hermanas no los saludan, eso les desagrada y aprovechan la oportunidad para llantos y quejas durante las reuniones: “Sé que todos me menospreciáis. Durante las reuniones, todos os centráis en compartir las palabras de dios y discutir vuestro propio entendimiento vivencial. A nadie le importo, nadie me brinda una sonrisa ni me despide cuando me marcho. ¿Qué clase de creyentes sois? ¡De veras carecéis de humanidad!”. Les entran rabietas así en la iglesia. Se ponen iracundos por asuntos triviales, liberan todas las quejas acumuladas. Es evidente que revelan su propio carácter corrupto, pero ni reflexionan sobre sí mismos ni se conocen, así como tampoco tienen deseo de perseguir el cambio ni la verdad. En su lugar, buscan problemas en otros, encuentran diversas excusas para equilibrar su propia psique; y mientras hacen esto, buscan oportunidades para airear sus quejas. Lo que es más importante, pretenden llamar la atención de más gente y que se les tema, a fin de ganar cierto prestigio y atención entre ella. ¡Este tipo de persona es tan problemática! Digan lo que digan, nadie se atreve a decir “no”, nadie se atreve a evaluarlas a la ligera y nadie se atreve a abrirse para compartir con ellas. Aunque se observen en ellas algunos fallos y actitudes corruptas, nadie se atreve a señalarlos. Durante las reuniones, cuando todo el mundo comunica sus experiencias personales y su entendimiento de las palabras de Dios, evitan con cautela el “avispero” que es esta persona, temen provocarla y causar problemas. Hay quienes se desahogan durante las reuniones después de sentirse maltratados o enfrentarse a disgustos en casa o en el trabajo. Claramente, convierten a los hermanos y hermanas en su desahogo y su saco de boxeo. Cuando están alterados, sueltan argumentos ridículos, lloran y tienen rabietas. ¿Quién se atrevería entonces a compartir la verdad con ellos? Si se comparte con ellos, y alguna palabra les toca la fibra, amenazan con suicidarse. Eso será incluso más problemático. La enseñanza normal no sirve con esas personas; la conversación normal tampoco. Ser demasiado cálido o demasiado frío es inútil, como lo es evitarlos o acercarse demasiado y, si los hermanos y hermanas no expresan una felicidad acorde a la suya, eso tampoco vale. Cuando estas personas se encuentran con algunas dificultades, si los hermanos y hermanas no están a la altura de su angustia, eso tampoco servirá: con ellos nada funciona. Cualquier cosa que se haga puede molestarlos y enrabietarlos. Da igual cómo se los trate, nunca están satisfechos. Incluso Mis sermones y Mi enseñanza sobre los estados de ciertas personas pueden llegar a provocarlos. ¿Qué provocación es esa? Piensan: “¿No es esto dejarme en evidencia? Ni siquiera has interactuado conmigo y no te he dicho nada sobre lo que he hecho en privado. ¿Cómo podías saberlo tú? Debe ser que hay algún chivato, tengo que enterarme de quién ha estado en contacto contigo, de quién ha sido el chivato y ha informado sobre mí. ¡No voy a dejarlo pasar!”. Este tipo de persona irracional y deliberadamente problemática puede tener pensamientos retorcidos sobre cualquier cosa y es incapaz de tratar cualquier asunto de la manera correcta. ¡La razón está fuera de su alcance! Están muy alejados de la racionalidad y menos aún pueden aceptar la verdad. Es perjudicial que permanezcan en la iglesia, no supone ningún beneficio. Solo son una molestia, una carga de la que habría que deshacerse enseguida, ¡se les debería depurar de inmediato!

Creer en Dios en China conlleva represión y persecución por parte del gran dragón rojo y son muchos los perseguidos que no pueden ir a casa. Sin embargo, algunos perseguidos que no pueden regresar a casa creen que se han ganado méritos o cualificaciones. Viven con familias de acogida y no es solo que obliguen a los demás a atenderlos, sino que, si algo va ligeramente contra sus deseos o empiezan a echar de menos su hogar, empiezan a montar una escena y otros tienen que lisonjearlos y tolerarlos. ¿Acaso tales personas no son irracionales y deliberadamente problemáticas? Hay muchas personas perseguidas y pocas familias de acogida. Los hermanos y hermanas que acogen a los que no pueden regresar a casa lo hacen por amor. Evitan que se queden en la calle y les permiten vivir en sus casas. ¿No es esta la gracia de Dios? Sin embargo, algunos no solo no alcanzan a apreciar la gracia de Dios, sino que tampoco logran ver el amor de los hermanos y hermanas. En su lugar, se sienten agraviados e incluso llegan a quejarse y son ingobernables. De hecho, las condiciones de vida en los hogares de los hermanos y hermanas son en cierto modo mejores que las de la propia. En especial, en cuanto a creer en Dios y llevar a cabo el propio deber, quedarse en los hogares de los hermanos y hermanas es incluso mejor que quedarse en la propia casa, y hacer que los hermanos y hermanas cooperen en armonía es siempre bastante mejor que estar completamente solos. Aunque las condiciones de vida en algunas regiones sean un poco deficientes, son todavía un estándar de vida promedio. Lo más importante es que pueden vivir con los hermanos y hermanas, reunirse a menudo y comer y beber las palabras de Dios, entender más verdades y saber cuáles son los objetivos de su búsqueda. Por tanto, aquellos que persiguen la verdad son capaces de pagar ese precio y experimentar ese sufrimiento. La mayoría de la gente tiene la actitud correcta hacia esto; son capaces de aceptarlo de parte de Dios, al saber que ese sufrimiento merece la pena y que les corresponde experimentarlo. Pueden considerarlo de manera correcta. Sin embargo, algunas personas irracionales y deliberadamente problemáticas que son ingobernables no pueden comprender las cosas de esta manera. Puede que toleren a regañadientes no ser capaces de regresar a casa durante una semana, pero pasadas dos, cambia su estado de ánimo y, pasados uno o dos meses, se vuelven ingobernables, dicen: “¿Por qué vuestra familia puede estar felizmente reunida y yo no puedo regresar con la mía? ¿Por qué no tengo libertad, mientras que todos vosotros podéis ir y venir a vuestro antojo?”. Otros responden: “¿Acaso la causa de esto no es la persecución del gran dragón rojo? ¿Es que no es apropiado que soportemos tal sufrimiento como seguidores de Dios? ¿Acaso es para tanto este tipo de sufrimiento? Dadas las circunstancias, ¿por qué hay que ser tan quisquilloso? Si otros pueden soportar semejante sufrimiento, ¿por qué tú no?”. Aquellos que son irracionales y deliberadamente problemáticos no quieren sufrir en absoluto. Si los atraparan y los metieran en la cárcel, se convertirían sin duda en judas. ¿Qué sufrimiento hay en vivir con una familia de acogida? Primero, la comida es la digna para un ser humano; segundo, nadie te complica la vida; y tercero, nadie te acosa. Lo único que sucede es que no puedes irte a casa y reunirte con tu familia, y ese pequeño sufrimiento les resulta simplemente inaceptable a las personas irracionales y deliberadamente problemáticas. Cuando otros comparten la verdad con ellas, rehúsan aceptarla, pero dicen cosas como: “No me sermonees sobre esas grandes doctrinas. No entiendo menos que tú, ¡todo esto lo sé! Dime solo una cosa, ¿cuándo puedo irme a casa? ¿Cuándo va a dejar el gran dragón rojo de vigilar mi hogar? ¿Cuándo podré volver a casa sin que me arreste el gran dragón rojo? Si no sé cuándo puedo volver a casa, ¡para eso mejor no vivir!”. Vuelven a montar una escena y en el transcurso de esta se sientan en el suelo, patalean y, mientras más lo hacen, más rabia les entra y, además, les sobreviene un arrebato de ingobernabilidad, con llantos y lamentos. Otros dicen: “Baja la voz. Si sigues así y te oyen los vecinos, se enterarán de que aquí hay forasteros, ¿acaso no nos dejará eso en evidencia?”. Contestan: “¡No me importa, solo quiero montar una escena! Todos podéis ir a casa menos yo. ¡No es justo! Montaré una escena tan grande que vosotros tampoco podréis volver a casa, ¡igual que yo!”. Su arrebato ingobernable no remite y su despecho sale a la superficie; nadie puede hacerlos entrar en razón ni persuadirlos. Cuando su estado de ánimo mejora un poco, se calman y paran de montar semejante escena. Pero quién sabe, cualquier día pueden volverse de nuevo ingobernables y repetirla. Les bastará con ir a dar una vuelta y ser libres, hablar a gritos dentro de la casa; no pararán de intrigar para volver a su hogar. Los hermanos y hermanas les advierten: “Volver a casa es demasiado arriesgado; hay policía apostada allí y vigilándola”. Responden. “No me importa, ¡quiero volver! Si me atrapan, ¡que me atrapen! ¿Acaso es para tanto? ¡En el peor de los casos, solo seré un judas!”. ¿No es una locura? (Sí). Dicen abiertamente que están dispuestos a ser un judas. ¿Quién se atrevería a acogerlos? ¿Quiere alguien acoger a un judas? (No). ¿Cree en Dios una persona así? Los hermanos y hermanas la acogen como creyente en Dios. Si tiene algunas carencias en su humanidad, eso sería tolerable, al igual que el hecho de que no persiguiera la verdad. Sin embargo, puede perjudicar a los hermanos y hermanas al vender a la iglesia y convertirse en judas, y por tanto causar que muchas personas no puedan regresar a sus casas ni hacer su deber con normalidad; ¿quién podría asumir la culpa de estas consecuencias? ¿Os atreveríais a acoger a esta clase de enemigo? ¿Acaso hacerlo no supone simplemente buscaros problemas?

Las personas irracionales y deliberadamente problemáticas no piensan más que en sus propios intereses cuando actúan, hacen lo que les place. Sus palabras no son más que argumentos y herejías absurdos y ellos son impermeables a la razón. Su carácter cruel es desmedido. Nadie se atreve a asociarse con ellos y nadie está dispuesto a hablar sobre la verdad con ellos, por miedo a provocar el desastre. Otras personas tienen el alma en vilo cada vez que les comunican lo que piensan, temen que si dicen una palabra que no sea de su agrado o que no se ajuste a sus deseos, se aprovecharán de ello y lanzarán acusaciones ofensivas. ¿Acaso no son malvados? ¿No son demonios vivientes? Todas aquellas personas con un carácter cruel y de razón endeble son demonios vivientes. Cuando alguien interactúa con un demonio viviente puede atraer el desastre sobre sí mismo con un simple descuido. ¿No traería grandes problemas que tales demonios vivientes estuvieran presentes en la iglesia? (Sí). Después de que estos demonios vivientes monten sus berrinches y desfoguen su ira, es posible que hablen como humanos durante un rato y se disculpen, pero no cambiarán. A saber cuándo se les agriará el humor y volverán a tener otra rabieta, profiriendo sus absurdos argumentos. El objetivo de su berrinche y desahogo es siempre diferente, al igual que la fuente y el trasfondo de su desahogo. Es decir, cualquier cosa puede hacerles estallar, que se sientan insatisfechos y reaccionar con berrinches y un comportamiento ingobernable. ¡Qué horrible! ¡Qué problemático! A estas personas malvadas y trastornadas se les puede ir la cabeza en cualquier momento; nadie sabe lo que son capaces de hacer. A estas personas es a las que más odio. Hay que depurar a todas y cada una de ellas. No deseo relacionarme con ellas. Son de pensamiento turbio y carácter tosco, bullen de argumentos absurdos y palabras endiabladas y, cuando les suceden cosas, se desahogan de manera impetuosa. Algunas de ellas lloran al desahogarse, otras gritan, otras patalean e incluso algunas sacuden la cabeza y agitan los brazos. Simplemente son bestias, no son humanas. Algunos cocineros lanzan ollas y platos cuando pierden los estribos; hay criadores de cerdos y perros que patean y golpean a estos animales cuando se enfurecen para desahogar toda su ira con ellos. Pase lo que pase, estos individuos siempre reaccionan con ira; ni se calman para reflexionar ni aceptan la situación de parte de Dios. No oran ni buscan la verdad ni compartir con otros. Cuando no tienen más remedio, lo soportan; cuando no están dispuestos a aguantarlo, enloquecen, profieren argumentos absurdos y acusan y condenan a otros. Suelen decir cosas como: “Sé que todos tenéis formación y me menospreciáis”; “Sé que vuestras familias son ricas y me desdeñáis por ser pobre”; o “Sé que me despreciáis porque carezco de una base en mi fe y porque no persigo la verdad”. A pesar de que son obviamente conscientes de sus numerosos problemas, nunca buscan la verdad para resolverlos ni hablan sobre conocerse a sí mismos cuando comparten con otros. Cuando se mencionan sus problemas, se desvían y hacen contraacusaciones falsas, achacan todos los problemas y las responsabilidades a otros e, incluso, se quejan de que el motivo de su comportamiento es que los otros los maltratan. Es como si los otros fueran la causa de sus rabietas y de sus alborotos insensatos, como si los demás tuvieran la culpa de todo, ellos no tuvieran otro remedio que actuar así y se estuvieran defendiendo de manera legítima. Siempre que se sienten insatisfechos, comienzan a desahogar su resentimiento y a proferir disparates, insisten en sus argumentos absurdos, como si todos los demás estuvieran equivocados, como si ellos fueran las únicas personas buenas y los demás unos villanos. Por muchos berrinches que tengan o argumentos absurdos que profieran, exigen que se hable bien de ellos. Incluso cuando hacen algo mal, prohíben a los otros que los pongan al descubierto o los critiquen. Si señalas incluso el más mínimo de sus problemas, te enredarán en disputas interminables y, entonces, ya podrás olvidarte de vivir en paz. ¿Qué tipo de persona es esta? Es alguien irracional y deliberadamente problemático; las personas que actúan así son malvadas.

La gente que es irracional y deliberadamente problemática puede que en general no cometa ninguna acción malvada o traicionera significativa, pero, en el momento en que sus intereses, reputación o dignidad se ven implicados, su rabia explota de inmediato, tienen rabietas, actúan de manera ingobernable e incluso amenazan con suicidarse. Decidme, si surge una persona tan absurda e irracionalmente tosca en una familia, ¿acaso no sufriría toda ella? Esa casa estaría entonces sumida en el caos, se llenaría de llantos y gemidos, lo que haría que resultara insufrible vivir en ella. En algunas iglesias hay personas así; puede que no se note cuando todo es normal, pero nunca se sabe cuándo pueden sufrir un brote y revelarse. Las principales manifestaciones de tales personas incluyen tener rabietas, soltar argumentos ridículos y maldecir en público, entre otras cosas. Aunque estos comportamientos ocurran solo una vez al mes o cada medio año, causan grandes molestias y dificultades, causando perturbaciones de diverso grado en la vida de iglesia de la mayoría de las personas. Si efectivamente se confirma que alguien se engloba en esta categoría, habría que ocuparse de él enseguida y echarlo de la iglesia. Alguien podría decir: “Esta gente no comete ninguna maldad. No se la puede considerar malvada, deberíamos ser tolerantes y pacientes con ella”. Decidme, ¿sería lo correcto no ocuparse de tales personas? (No, no estaría bien). ¿Por qué no? (Porque sus acciones causan un problema y una molestia significativos a la mayoría de las personas y también causan perturbaciones en la vida de iglesia). Según este desenlace, está claro que aquellos que perturban la vida de iglesia, incluso si no son personas malvadas ni anticristos, no deberían permanecer en la iglesia. Eso es porque tales personas no aman la verdad, sino que sienten aversión por ella, y por muchos años que lleven creyendo en Dios o muchos sermones que oigan, no aceptarán la verdad. Cuando hacen algo malo y las podan, tienen rabietas y sueltan sinsentidos. Incluso cuando alguien comparte la verdad con ellas, no la aceptan. Nadie puede razonar con ellas. Hasta cuando Yo les comparto la verdad, puede que guarden silencio de cara al exterior, pero no la aceptan en su interior. Al enfrentarse a situaciones reales, siguen actuando como siempre lo han hecho. No escuchan Mis palabras, así que menos aún van a aceptar vuestro consejo. Aunque puede que no cometan actos de gran maldad, estas personas no aceptan la verdad ni lo más mínimo. Al fijarnos en su esencia-naturaleza, no solo carecen de conciencia y razón, sino que también son irracionales y deliberadamente problemáticos, así como insensibles a la razón. ¿Pueden tales personas lograr la salvación de Dios? ¡En absoluto! Aquellos que en ningún caso aceptan la verdad son incrédulos, son siervos de Satanás. Cuando las cosas no funcionan a su manera, tienen rabietas, sueltan sin parar argumentos ridículos y no escuchan la verdad, se comparta como se comparta. Tales personas son irracionales y deliberadamente problemáticas, puros diablos y espíritus malvados; ¡son peores que bestias! Son enfermos mentales de razón endeble y nunca son capaces de arrepentirse de verdad. Cuanto más permanecen en la iglesia, más nociones tienen sobre Dios, más exigencias irrazonables hacen a la casa de Dios y mayor es la perturbación y el daño que causan a la vida de iglesia. Esto afecta a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios y al progreso normal del trabajo de la iglesia. Su daño a la obra de la iglesia no es menor que el que hacen las personas malvadas; se las debería echar pronto de la iglesia. Hay quien dice: “¿Acaso no son un poco ingobernables? No llegan al punto de ser malvados, así que ¿no sería mejor tratarlos con amor? Si se quedan, tal vez puedan cambiar y ser salvados”. ¡Te digo que es imposible! No existe ese “tal vez” en este tema, a estas personas no se las puede salvar en absoluto. El motivo es que no son capaces de entender la verdad y mucho menos de aceptarla; les falta conciencia y razón, sus procesos de pensamiento son anormales e incluso carecen del más básico sentido común que se requiere para comportarse. Son gente de razón endeble. Dios no salva a tales personas en ningún caso. Incluso aquellos que tienen un pensamiento ligeramente más normal y que tienen mejor calibre, si no aceptan la verdad en absoluto, no se los puede salvar, menos si cabe a aquellos de razón endeble. ¿Acaso no es demasiado necio e ignorante seguir tratando a estas personas con amor y conservar la esperanza en ellas? Os lo digo ahora: depurar a aquellos que son irracionales y deliberadamente problemáticos e impermeables a la razón de la iglesia es del todo correcto. Eso corta de manera fundamental su acoso hacia la iglesia y el pueblo escogido de Dios. Esta es la responsabilidad de los líderes y obreros. Si hay personas tan irracionales en cualquier iglesia, el pueblo escogido de Dios debería informar sobre ellas y, una vez que los líderes y obreros reciban tales informes, deberían encargarse de ellas con prontitud. Este es el principio para manejar al sexto tipo de personas, aquellas que son irracionales y deliberadamente problemáticas.

G. Participar sistemáticamente en actividades licenciosas

El séptimo tipo es el de aquellos que participan en actividades licenciosas, un grupo que se menciona a menudo. Aunque las manifestaciones de su humanidad no son tan malvadas —nada parecido a sembrar la disensión o cometer acciones malvadas y causar perturbaciones—, comparten un rasgo común, el de que siempre surgen problemas e incidentes en sus relaciones con el sexo opuesto. Haya o no oportunidades disponibles, siempre aparecen en ellos tales problemas y, cuando no se dan esas oportunidades, las crean ellos mismos, de modo que tales “historias” ocurrirán de todas formas. De cuando en cuando les suceden incidentes semejantes, con independencia de cuáles sean las circunstancias, quién sea la otra persona o lo distante que pudiera estar de ellos. ¿Qué clase de incidentes son esos? Salen con alguien o siempre quieren acercarse a una persona o desarrollar sentimientos hacia tal otra o poner sus ojos sobre alguien, entre otras cosas del estilo. Siempre fracasan a la hora de vivir y hacer sus deberes con normalidad, bajo la influencia constante de deseos lujuriosos. Es decir, en situaciones corrientes donde la gente normal no se vería involucrada en tales problemas, ellos lo hacen con frecuencia. No necesitan ninguna circunstancia especial ni que nadie propicie las oportunidades; estos incidentes simplemente suceden con naturalidad. Después de que sucedan, sean cuales sean las consecuencias, un grupo de personas o una en particular siempre han de pagar por ello. ¿Qué precio pagan? Se ve afectado su cumplimiento del deber; el trabajo de la iglesia se demora y se ve impedido; se turba a algunos jóvenes, que caen en la tentación y pierden interés en creer en Dios y hacer sus deberes; además, hay quienes llegan incluso a perder sus deberes o renuncian a ellos. Las personas que participan en actividades licenciosas son demasiado problemáticas. En todo momento, los miembros del sexo opuesto las rodean, se acercan a ellas, coquetean e incluso hacen bromas juguetonas. Aunque es posible que no surjan problemas graves de una naturaleza fundamental, perturban gravemente los estados normales del pueblo escogido de Dios mientras hace su deber. Dondequiera que vayan, causan problemas y perturbaciones a los demás, al trabajo y a la iglesia, a la menor oportunidad llegan incluso a seducir a miembros del sexo opuesto a los que encuentran atractivos y entablan relaciones con ellos. Esto supone una enorme molestia. Una vez que se enamoran de alguien, esa persona está condenada al infortunio, no es capaz de creer en Dios ni de volver a hacer sus deberes con normalidad. Las consecuencias son inimaginables. Esa persona no puede pasar sin contactar con su seductor ni sin verlo y, mientras ambas se ocupan de hacer su deber, no pueden casarse ni sentar la cabeza y la relación sigue siendo inquebrantable. ¿Qué sucede al final? ¡Empiezan a sufrir terriblemente con un enorme dolor! Si aguantan hasta que se les castiga en los desastres, eso supone por entero su fin, sus esperanzas de salvación se frustran. Algunos hacen una ofensa una vez y no se arrepienten cuando se les poda, sino que ofenden una segunda o incluso una tercera vez, se meten en tres o cuatro relaciones en dos o tres años, lo que constituye una perturbación para el pueblo escogido de Dios y la vida de iglesia, y hace que el pueblo escogido de Dios los deteste. Esto deja una mancha en ellos de la que se arrepienten el resto de sus vidas.

Hay algunas personas que, al ser en cierto modo bien parecidas y tener cierto grado de elegancia y algunos dones y talentos, o bien se han encargado de algún trabajo importante, siempre tienen a miembros del sexo opuesto revoloteando a su alrededor como moscas. Algunos les sirven comida, otros les hacen la cama o la colada, algunos les compran suplementos alimenticios y cosméticos y les dan pequeños regalos, entre otras cosas. Para ellas todos son bienvenidos, saben en su fuero interno que tal comportamiento por parte de los demás es inapropiado, pero nunca lo rechazan, y seducen a varios miembros del sexo opuesto al mismo tiempo. Estos se disputan la oportunidad de servirlas, compiten entre sí y sienten celos unos de otros, mientras que la persona licenciosa disfruta de esa sensación, se cree muy encantadora. En realidad, los adultos entienden bien las cuestiones de hombres y mujeres, e incluso algunos menores las comprenden; los únicos que son incapaces de hacerlo son los necios, los discapacitados intelectuales o los enfermos mentales. ¿Por qué compiten tan ferozmente para servir y agradar a un miembro del sexo opuesto? Todo guarda relación con el deseo de seducir, ¿no? No hace falta decirlo; todo el mundo sabe lo que ocurre. Es algo de lo que la gente es consciente, una cosa que es obviamente inapropiada, sin embargo, esa persona no la rechaza, sino que la consiente en silencio. ¿Cómo se le llama a eso? Se llama coqueteo. Sabe que se trata de seducción entre hombre y mujer, pero debido a la emoción que conlleva la satisfacción de los deseos lujuriosos de la carne, no quiere rechazarla. Siente que esta sensación es una especie de gozo, mejor que cualquier comida deliciosa en el mundo, así que no la rechaza. Cuando la persona en cuestión no la rechaza, aquella que la seduce es incluso más feliz, cree que le gusta a esa persona y en su fuero interno disfruta de la situación. Y esa persona piensa que, mientras no se haya producido una relación sustancial, no cuenta como nada serio, que semejante comportamiento licencioso entre los no creyentes es mucho peor y que esto como mucho se considera seducción, algo parecido a tener citas normales. Pero ¿se supone que tener citas tiene que ser así? Hoy con una persona, mañana con otra, lanzarse con imprudencia una y otra vez a tener citas y a seducir a cualquiera. Vayan donde vayan, tales personas licenciosas priorizan dar rienda suelta a sus deseos lujuriosos, alardear y dedicarse a la seducción. Mientras a más personas seducen, más felices se sienten. ¿Qué acaba por pasar? Después de jactarse en numerosas ocasiones, algunos hermanos y hermanas disciernen su comportamiento y escriben colectivamente una carta a los líderes superiores. Una investigación corrobora lo que dicen y se depura a la persona licenciosa de la iglesia. ¿Veis lo que pasa? ¿Acaso su senda de creer en Dios no acaba ahí? Se revela su desenlace. Sus acciones y su comportamiento, que la gente considera intolerables, son incluso más detestables a ojos de Dios. El comportamiento exhibido por ella no representa las relaciones adecuadas entre las personas ni refleja las necesidades humanas normales. Sus acciones se pueden describir con solo dos palabras: “comportamiento licencioso”. ¿A qué se refiere esto? Significa lanzarse con imprudencia a relacionarse con el sexo opuesto, seducir de manera irresponsable a otros a voluntad, así como atraer y acosar a miembros del sexo opuesto. Es jugar con la lujuria y hacerlo sin considerar el coste ni las consecuencias. Si al final alguien pica el anzuelo y se adentra en un coqueteo romántico con ella, entonces se niega a reconocerlo, dice: “Era solo una broma. ¿Te lo has tomado en serio? No lo decía de veras; interpretas demasiadas cosas”. ¿Acaso no se trata de un diablo que tienta a las personas? Después de tentar a alguien, busca el siguiente objetivo, seduce a otras. ¡Qué terrible y perverso es! Luego de seducir a cualquiera, rechaza reconocerlo. Si esa persona desorienta a alguien y lo enreda, ¿acaso no es asqueroso? (Sí). ¿Son odiosos los que seducen a otros con imprudencia? (Sí). La casa de Dios ha afirmado desde el principio de todo que, si una persona alcanza la edad para casarse y es adulta, la casa de Dios no se opone a que tenga citas con normalidad ni se case y pase sus días en pareja de manera corriente, y le permite y le concede libertad para hacerlo. No obstante, hay varias condiciones: participar en actividades licenciosas no está permitido, como tampoco seducir y flirtear con imprudencia y acosar de manera informal al sexo opuesto. La casa de Dios no restringe las citas, pero no permite la seducción imprudente. ¿Qué significa seducción imprudente? Significa acosar a cualquier miembro del sexo opuesto y, tras hacerlo, no admitir esos actos. Aquellos a los que acosa no son su verdadero amor; no pretende comenzar una relación a largo plazo ni casarse, sino que meramente desea seducir, jugar con la otra persona, sentir la excitación al hacerlo, buscar emociones, implicarse con varias parejas, comportarse con lascivia; a esto se le llama comportamiento licencioso. No está permitido en la iglesia y, si tiene lugar, se debería lidiar con aquellos involucrados de acuerdo con los principios de echar a las personas. Por supuesto, en los equipos evangélicos, no se permite que les sucedan estas circunstancias a las personas que predican el evangelio, ya pertenezcan a iglesias con un deber a tiempo completo o a iglesias corrientes. Si alguien se sirve de la excusa de predicar el evangelio para seducir imprudentemente a los demás, solo elige a miembros del sexo opuesto para cooperar con ellos o solo predica el evangelio a miembros del sexo opuesto, por lo que aprovecha la oportunidad para entablar relaciones impropias, esto trastorna y perturba el trabajo evangélico de Dios. Los líderes y obreros deben depurar a tales personas con prontitud.

A fin de encontrar a miembros del sexo opuesto y participar en actividades licenciosas, algunas personas no consideran la edad ni le ponen un límite. Solo intentan seducir a tantos como pueden, sin un ápice de vergüenza. Algunos no solo satisfacen sus deseos lujuriosos de la carne al seducir a miembros del sexo opuesto, sino que incluso exigen que la otra parte pague sus gastos cotidianos, les compre cosas y demás. Si descubrís a tales personas o alguien informa de tales sucesos, se debería lidiar con ellas con prontitud. La única solución es echar a esa gente y que sea de manera permanente. Esto es así porque para los que tienen tales problemas, no se trata para nada de algo pasajero. Esto sucede especialmente con la gente casada; a pesar de tener a un cónyuge en casa, todavía pone específicamente en su punto de mira al sexo opuesto bajo el pretexto de predicar el evangelio. Los buscan de cualquier tipo, ya sean ricos o pobres, y si encuentran a una persona que les gusta, puede que incluso se fuguen con ella y dejen de seguir predicando el evangelio; ya no creerán en Dios, sin más. Si se puede descubrir pronto a tales personas, se las debería echar de manera rápida y permanente de entre las filas de aquellos que predican el evangelio, sin darles otra oportunidad y sin necesidad de observación adicional. ¿Lo entendéis? Hay quien dice: “Para algunos, la vida es dura. Si seducen a alguien del sexo opuesto para formar una familia y la otra persona puede creer en Dios y apoyarlos, ¿no sería esa una situación en la que todos ganan?”. Te digo que a tales personas hay que echarlas lo antes posible; en absoluto se meten en esto por la vida familiar, sino para participar en actividades licenciosas. ¿Por qué tengo tanta certeza? Si no fueran del tipo que participa en actividades licenciosas, entonces, después de empezar a creer en Dios, no continuarían para nada con esos comportamientos y les parecerían repugnantes, en especial si están casados. Ahora las tendencias a lo largo de todo el mundo son licenciosas y perversas, la gente se entrega a su lujuria y compite para ver quién puede seducir a más miembros del sexo opuesto sin necesidad de poner restricciones, porque esta sociedad y esta especie humana no condena ni se burla de estas acciones. Por tanto, la gente piensa que si puede ganar dinero gracias a participar en actividades licenciosas y a vender su carne, es un rasgo de habilidad y capacidad. Lo contemplan como algo de lo que estar orgullosos. Sin embargo, después de empezar a creer en Dios, los puntos de vista de las personas sobre estos asuntos cambian por completo. Encuentran la manera correcta de tratar sus deseos lujuriosos de la carne, lo que ante todo implica refrenarse. ¿Cómo puede uno ejercer la restricción? La gente necesita conocer la vergüenza y tener un sentido de esta. A eso se le llama humanidad normal. Todo el mundo tiene deseos lujuriosos, pero la gente necesita saber restringirse, tener sentido de la vergüenza. Aunque tengan algunos pensamientos de esta clase, deberían restringirse porque creen en Dios y tienen conciencia y razón. No deben seguir en ningún caso los pensamientos inapropiados en su mente, menos aún entregarse a ellos. Deberían buscar la verdad para resolver estos problemas. Aunque si se trata de nuevos creyentes que no entienden la verdad, todavía deberían medirse contra los estándares más básicos de la moralidad humana. Si careces siquiera de este nivel de restricción, entonces careces de humanidad normal y de la conciencia y la razón de la humanidad normal. Todos los tipos de animales obedecen cierto orden y siguen reglas a este respecto, no actúan con imprudencia; como humanos, la gente debería ser incluso menos propensa a actuar con imprudencia y tener incluso una mayor restricción. Si careces siquiera de este nivel de restricción y autocontrol, ¿cómo puedes esperar buscar y practicar la verdad? Si no puedes siquiera resolver tu propia lujuria perversa, ¿cómo puedes resolver tus actitudes corruptas? Tu naturaleza de resistirte y traicionar a Dios sería incluso más imposible de resolver, ¿no? (Sí). Si no puedes siquiera manejar los deseos lujuriosos de la carne, ¿cómo puedes esperar resolver tus actitudes corruptas? Ni se te ocurra. No vas a ser capaz de lograrlo.

Algunas personas siempre buscan la oportunidad de tener citas mientras predican el evangelio, y tales incidentes suceden con frecuencia. A aquellos que habitualmente se involucran en relaciones románticas mientras descuidan sus propias tareas se les ha echado y se ha lidiado con ellos, mientras que a aquellos que transgreden de manera ocasional, se les hace una advertencia. Una vez que esos individuos de carácter perverso dan con las circunstancias correctas y se encuentran con alguien al que consideran un amante, caen en la tentación. Su intención de recibir bendiciones al creer en Dios se esfuma así entre su lujuria perversa. En cuanto se adentran en una relación romántica, dejan todo lo demás, incluso abandonan su intención de ser bendecidos y solo persiguen la felicidad de la carne. Después de una o dos ofensas, puede que se sientan un poco culpables y con algo de angustia, pero a las tres o cuatro veces, eso se convierte en comportamiento licencioso. Una vez que este se establece, ya no se sienten culpables ni sienten angustia porque la capa de vergüenza que es el límite de la propia humanidad ya se ha visto sobrepasada. Ya no consideran el comportamiento licencioso una vergüenza, así que siguen siendo partícipes en este. Aquellos que pueden continuar participando en el comportamiento licencioso se entregan particularmente a sus deseos lujuriosos, no muestran ninguna restricción. Tales individuos no están permitidos en la iglesia y se los debe depurar; no los consientas ni pongas ninguna excusa para mantenerlos en ella. A la casa de Dios no le falta gente para predicar; no necesita a tales lascivos para rellenar puestos, ya que esto deshonra gravemente el nombre de Dios. Por tanto, si alguien informa o si descubres personalmente que existen tales individuos dentro del equipo de predicación del evangelio, deberías saber qué hacer. Si algunos nuevos creyentes tienen este problema, entonces primero deberíais compartir la verdad respecto a ello y permitir que todo el mundo conozca cuáles son los principios y actitudes de la iglesia en cuanto a aquellos que cometen actos de comportamiento licencioso. Como mínimo, se les debería hacer una advertencia inicial para impedir que caigan en ello y que se sirvan de la predicación del evangelio como una oportunidad de participar en tales comportamientos, para en última instancia culpar a aquellos a cargo o a los líderes y obreros de no compartir de antemano los principios-verdad relevantes. Por tanto, antes de que tengan lugar esos incidentes, antes de que algunas personas sean conscientes de la actitud de la casa de Dios hacia tales individuos y esos asuntos, cuando la gente no tenga claros estos problemas, los líderes y obreros deberían compartir con ellos estos principios explícita y claramente, de modo que sepan las clases de comportamiento y naturaleza bajo las que recaen estas cuestiones, y cuál es la actitud de la casa de Dios hacia tales asuntos y tales individuos. Después de que estos principios se hayan compartido a conciencia, si todavía se aferran a su propio rumbo e insisten en sus formas a pesar de conocer estos principios, entonces se debe lidiar con ellos y resolverlos, hay que deshacerse de ellos. Si tales individuos aparecen en la iglesia, causan incidentes a menudo por seducir a otros o provocan un acoso frecuente a los miembros del sexo opuesto, no cabe duda de que tienen problemas. Incluso si no se han producido problemas sustanciales, los líderes y obreros deberían advertir a estos individuos y lidiar con ellos, o bien retirarlos de los lugares donde la gente hace sus deberes. En los casos más graves, se los debería echar directamente. Con esto concluimos nuestra charla sobre el séptimo aspecto de las manifestaciones de la humanidad de las personas.

18 de diciembre de 2021

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