1055 El destino y el desenlace del hombre los dispone y gobierna el Creador
I
El desenlace o el destino de una persona no viene determinado por su voluntad, ni por sus inclinaciones o sus figuraciones. El Creador, Dios, tiene la última palabra. En esas cuestiones, la gente no puede elegir más que una senda: solo si busca la verdad, la comprende, obedece las palabras de Dios, de esta manera, logra la sumisión a Dios y alcanza la salvación acabará consiguiendo un buen final y un buen porvenir. No es difícil imaginar las expectativas y la suerte de la gente si hace lo contrario.
II
No te fijes en lo que Dios le ha prometido al hombre, en qué dice Dios sobre el desenlace de la humanidad, ni en lo que Él le ha preparado. Estas cosas no tienen nada que ver contigo, son asuntos de Dios, tú no se las puedes arrebatar, no puedes suplicar ni hacer trueques. Como ser creado, deberías cumplir con tu deber, hacer lo que debas con todo tu corazón, tu mente y tus fuerzas. El resto, las cosas relacionadas con las expectativas y el porvenir, así como con el destino de la humanidad, no son algo que puedas decidir, están en manos de Dios; todo esto encuadra dentro de la soberanía del Creador, lo dispone Él y no guarda relación con ningún ser creado.
III
Has de reconocer un hecho: sea cual sea la promesa, buena o corriente, agradable o poco interesante, todo está comprendido dentro de la soberanía, los arreglos y las determinaciones del Creador. El deber y la obligación de un ser creado solo es seguir y emprender la búsqueda de acuerdo con el rumbo y la senda correctos señalados por el Creador. En cuanto a lo que finalmente obtengas y qué parte de las promesas de Dios recibas, todo depende de tu búsqueda, de la senda que tomes y de la soberanía del Creador.
de La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden y los intercambian por gloria personal (IX)