Cuando mi sueño se hizo trizas
Desde muy joven, me encanta bailar. Mi madre me contaba que, siendo muy pequeña, cada vez que sonaba música me ponía a bailar y llevaba el ritmo de manera natural. Fui creciendo y bailar me seguía encantando, y todo lo que tuviese que ver con eso me gustaba especialmente. Sobre todo, cuando veía bailarines actuar en televisión y hacer sin esfuerzo movimientos muy difíciles mientras el público les aplaudía y vitoreaba embelesado, yo no podía apartar la mirada y sus actuaciones me impactaron profundamente. ¡Era tan bonito! Pensé: “¡Qué maravilloso sería si yo también pudiese ser bailarina, expresarme a través del baile y conseguir los aplausos y el elogio de mi público!”. Para cumplir mi sueño, fui a clases de baile y empecé un periodo de formación profesional. Durante la clase, estudiaba muy de cerca los movimientos de la profesora y me esforzaba por hacerlos perfectos. Mi profesora decía que tenía mucho potencial como bailarina y todas mis compañeras comentaban que, definitivamente, tenía futuro en el mundo del baile. Me encantaba oír eso, pensar que tenía talento real como bailarina y que podría trabajar de ello. Quizás los cielos habían hecho que mi misión en esta vida fuese seguir ese camino.
Más adelante, tuve la suerte de aceptar la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso, y viendo los vídeos de la iglesia, descubrí que la iglesia también tenía un deber de baile. Viendo a los hermanos y hermanas cantar, bailar y alabar a Dios, pensé para mí: “Bailar en el mundo secular es para los no creyentes y tiene poco valor, pero bailar en la iglesia es un deber y me permite alabar a Dios, ¡es bastante significativo! Es más, los vídeos de la iglesia se suben online y los ven personas de todo el mundo. Si podía mostrar mis habilidades de baile en esos vídeos, ¿no conseguiría aún más alabanzas y elogios? En adelante, tengo que pasar más tiempo practicando baile para poder ganarme ese deber”. Más adelante, el Partido Comunista Chino persiguió a nuestra iglesia y detuvo a muchos de nuestros hermanos y hermanas, así que apenas teníamos oportunidad de reunirnos y de realizar nuestros deberes con normalidad, y mucho menos había posibilidad de montar un grupo de baile. Estaba deseando marcharme de China y practicar mi fe y cumplir mi deber en un país libre y democrático. Para evitar perder elasticidad, siempre que tenía tiempo libre, hacía estiramientos y ejercicios. A veces, cuando escuchaba música, me imaginaba actuando en un escenario. Poco después, durante una reunión, irrumpió la policía de repente y empezaron a arrestar a gente. Me retuvieron durante 37 días y me soltaron bajo fianza pendiente de juicio. Temiendo que volviesen a arrestarme, me fui de casa y me escondí. Cada día miraba el vasto cielo azul por la ventana y me quedaba como aturdida pensando: “Ahora que me han arrestado, es como si el Partido Comunista me hubiese encerrado en la cárcel. Desde ahora, no puedo ir libremente a ningún sitio ni marcharme del país. ¿Cómo tendré aún la oportunidad de actuar en un escenario? ¿No es este el fin de mi sueño de ser bailarina?”. Estos pensamientos me hicieron sentir fatal. Más adelante, la iglesia me pidió que compusiera himnos, pero a pesar de estar aparentemente cumpliendo mi deber, no tenía el corazón puesto en ello. Incluso pensé que solo estaba destinada a ser bailarina y que el deber no era adecuado para mí. Mi líder me despidió al ver que me estaba dejando arrastrar por ese estado de negatividad y que no era capaz de mejorar.
Después de esto, me pasaba cada día como aturdida y atolondrada. Siempre que pensaba en que mi sueño de ser bailarina se hizo trizas, me sentía en agonía y sin rumbo. En medio de la impotencia, le oré a Dios: “Oh, Dios, sé que desde que me despidieron, debo haberte disgustado de algún modo, pero no soy lo suficientemente sensible y no sé en dónde he fallado. Guíame y esclaréceme para lograr conocerme”. Le oré a Dios así cada día. Una vez, durante las prácticas devocionales, me topé con un pasaje de las palabras de Dios que me dio cierta comprensión sobre mi problema. Dios Todopoderoso dice: “Las personas creen que no hay nada malo en aprender conocimiento, que es completamente natural. Para decirlo de manera que suene bien, fomentar nobles ideales o tener ambiciones es tener motivación, y esta debería ser la senda correcta en la vida. ¿No es una forma más gloriosa de vivir para las personas poder realizar sus propios ideales, establecer una carrera con éxito? Al hacer todas estas cosas, uno no solo puede honrar a los antepasados, sino que también tiene la oportunidad de dejar una marca en la historia, ¿no es una cosa buena? Esto es algo bueno a los ojos de las personas mundanas y para ellas esto debe ser apropiado y positivo. Sin embargo, ¿acaso Satanás, con sus motivos siniestros, no lleva a las personas a este tipo de camino y eso es todo? Por supuesto que no. En realidad, independientemente de lo nobles que sean los ideales del hombre, de lo realistas que sean sus deseos o de lo adecuados que puedan ser, todo lo que el hombre quiere lograr, todo lo que busca está inextricablemente vinculado a dos palabras. Ambas son de vital importancia para la vida de cada persona y son cosas que Satanás pretende infundir en el hombre. ¿Qué dos palabras son? Son ‘fama’ y ‘ganancia’. Satanás usa un tipo de método muy sutil, un método muy de acuerdo con las nociones de las personas, que no es radical en absoluto, a través del cual hace que las personas acepten sin querer su forma de vivir, sus normas de vida, y para establecer metas y una dirección en la vida y, sin saberlo, también llegan a tener ambiciones en la vida. Independientemente de lo grandes que estas ambiciones parezcan, están inextricablemente vinculadas a la ‘fama’ y la ‘ganancia’” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). Al leer este pasaje, me di cuenta de repente y rápido pude ver que estaba recorriendo la senda de la búsqueda de la fama y la ganancia. En el pasado, siempre había pensado que buscar cumplir mis sueños era la senda correcta en la vida. Pensaba que lograr algo en la vida significaba que tenía ambición y aspiraciones, y destacarme entre mis compañeros y hacerme conocida eran un modo de demostrar mi valía. Esto me hacía mucho mejor que quienes no tenían sueños ni aspiraciones y que estaban satisfechos con una vida mediocre. Recién ahí me di cuenta de que perseguir los sueños y aspiraciones de uno es una de las maneras que tiene Satanás de corromper a las personas e impulsarlas a recorrer la senda de la búsqueda de la fama y la ganancia. Cuanta más fama y ganancia busca una persona, más se aleja de los mandatos de Dios. Dios nos pide que actuemos de forma honesta y práctica como seres creados y cumplamos bien nuestros deberes, pero quienes buscan fama y ganancia solo piensan en ser mejores que los demás y nunca están contentos con cómo son las cosas. Reflexioné sobre por qué estaba esforzándome tanto por ser bailarina. Cuando veía a los bailarines en televisión y el público aplaudiendo cuando hacían movimientos difíciles, sentía muchísima envidia y soñaba con que, algún día, yo también podría estar en el centro del escenario, ser el foco de atención de todo el mundo, lograr sus vítores y aplausos y cumplir mi objetivo de distinguirme del resto. Para hacer mi sueño realidad, practicaba baile de la noche a la mañana y estaba supermotivada. Pero, por tener antecedentes penales tras el arresto por parte del Partido Comunista, perdí la posibilidad de irme al extranjero. Cuando me di cuenta de que mi sueño había quedado en trizas, me deprimí y desmoralicé y empecé a descuidar mi deber y a perder el foco. Parecía que me hubiese convertido en otra persona. Recién ahí vi que la fama y la ganancia son los medios que utiliza Satanás para seducir y corromper a las personas. En apariencia, puede que traigan aplausos y elogios, pero, en la realidad, corrompen ideológicamente a las personas, haciendo que piensen solamente en la fama y la ganancia y se olviden de adorar a Dios, y por supuesto de perseguir la verdad y cumplir bien su deber. En última instancia, esto hace que las personas se alejen de Dios y pierdan totalmente la oportunidad de salvación.
Más adelante, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “El aprecio de los anticristos por su reputación y estatus va más allá del de la gente normal y forma parte de su esencia-carácter; no es un interés temporal ni un efecto transitorio de su entorno, sino algo que está dentro de su vida, de sus huesos y, por lo tanto, es su esencia. Es decir, en todo lo que hacen los anticristos, lo primero en lo que piensan es en su reputación y su estatus, nada más. Para los anticristos, la reputación y el estatus son su vida y su objetivo durante toda su existencia. En todo lo que hacen, su primera consideración es: ‘¿Qué pasará con mi estatus? ¿Y con mi reputación? ¿Me dará una buena reputación hacer esto? ¿Elevará mi estatus en la opinión de la gente?’. Eso es lo primero que piensan, lo cual es prueba fehaciente de que tienen el carácter y la esencia de los anticristos; si no, no considerarían estos problemas. Se puede decir que, para los anticristos, la reputación y el estatus no son un requisito añadido y, ni mucho menos, algo superfluo de lo que podrían prescindir. Forman parte de la naturaleza de los anticristos, los llevan en los huesos, en la sangre, son innatos en ellos. Los anticristos no son indiferentes a la posesión de reputación y estatus; su actitud no es esa. Entonces, ¿cuál es? La reputación y el estatus están íntimamente relacionados con su vida diaria, con su estado diario, con aquello que buscan día tras día. Por eso, para los anticristos el estatus y la reputación son su vida. Sin importar cómo vivan, el entorno en que vivan, el trabajo que realicen, lo que busquen, los objetivos que tengan y su rumbo en la vida, todo gira en torno a tener una buena reputación y un estatus alto. Y este objetivo no cambia, nunca pueden dejar de lado tales cosas. Este es el verdadero rostro de los anticristos, su esencia. Podrías dejarlos en un bosque primitivo en las profundidades de las montañas y seguirían sin dejar de lado su búsqueda de reputación y estatus. Puedes colocarlos en medio de cualquier grupo de gente e, igualmente, no pueden pensar más que en reputación y estatus. Si bien los anticristos también creen en Dios, consideran que la búsqueda de reputación y estatus es equivalente a la fe en Dios y le asignan la misma importancia. Es decir, a medida que recorren la senda de la fe en Dios, también persiguen la reputación y el estatus” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Dios exponía el modo en que los anticristos aprecian particularmente la reputación y el estatus, hasta el punto de considerarlos como su vida y el objetivo que persiguen. Da igual cuándo o dónde estén, nada cambia la dirección de su búsqueda. De hecho, así estaba siendo yo exactamente. Desde pequeña, me encantaba presumir y que los demás me admirasen y alabasen. Al ver cómo los bailarines de la televisión se ganaban la admiración y la adulación del público, yo los admiraba y aspiraba a ser como ellos. Incluso me puse el objetivo de convertirme en una bailarina excepcional. Incluso tras entrar en la fe y hacer mi deber, no cambié mi objetivo en la vida, y cuando no pude cumplir un deber de baile en mi iglesia local, mi aspiración fue marcharme al extranjero para cumplir mi gran sueño de pisar un escenario como bailarina. Incluso después de que el Partido Comunista me arrestara y tuviera antecedentes penales que me impedían marcharme del país, no podía dejar de pensar en mi sueño de bailar en ningún momento y estaba negativa y angustiada por no haber podido alcanzar mi objetivo. desempeñaba mi deber superficialmente, de mala gana y remoloneaba. A menudo pensaba y rumiaba sobre mi futuro y reputación. Vi mi deber como el trampolín que me ayudaría a alcanzar mis sueños. ¡No estaba atendiendo bien a mis deberes y me estaba resistiendo a Dios! Al darme cuenta de esto, oré y le dije a Dios: “Oh, Dios, a través del juicio y la exposición de Tus palabras, he visto lo tremendamente obsesionada que estoy con la fama, la ganancia y el estatus. Siempre estoy buscando la manera de alcanzar mis sueños y haciendo mal mi deber. Estoy dispuesta a arrepentirme y a renunciar a estos deseos extravagantes y a buscar solamente cumplir mi deber”.
Más adelante, me topé con este pasaje de las palabras de Dios: “Deberías ser capaz de cumplir con tus responsabilidades, llevar a cabo tus obligaciones y tu deber, dejar de lado tus deseos egoístas, intenciones y motivos. Debes mostrar consideración hacia las intenciones de Dios y poner primero los intereses de la casa de Dios, la obra de la iglesia y el deber que se supone que has de cumplir. Después de experimentar esto durante un tiempo, considerarás que esta es una buena forma de comportarte. Es vivir sin rodeos y honestamente, y no ser una persona vil y miserable; es vivir justa y honorablemente en vez de ser despreciable, vil y un inútil. Considerarás que así es como una persona debe actuar y la imagen por la que debe vivir” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Reflexioné acerca de que, en el pasado, solo cumplí mi deber para satisfacer mi propia ambición y deseo. No consideré en absoluto las intenciones de Dios y viví de un modo despreciable y vil. Sabía que, si me surgía otra oportunidad de cumplir un deber, tendría que dejar a un lado mis deseos personales y cumplir bien mi deber para satisfacer a Dios. No podía seguir sintiendo más amargura y culpa. Tras reflexionar durante un tiempo, comencé a cumplir mi deber de nuevo en la iglesia. A pesar de que el deber tenía que ver con asuntos generales y nada con el baile, sabía que Dios me estaba dando la oportunidad de arrepentirme, así que estaba dispuesta a someterme y a cumplir mi deber como ser creado.
Y de pronto, pasó más de medio año, y aunque ya no me sentía negativa ni deprimida sobre no haber podido cumplir mis sueños, aún me sentía un poco confundida. A veces, me preguntaba: “Mucha gente tiene talentos, intereses y aficiones. ¿Esas cosas son negativas? ¿Realmente la gente no debería perseguir esas cosas?”. Un día, leí un pasaje de las palabras de Dios sobre este tema que respondió a algunas de mis preguntas. Dios Todopoderoso dice: “Los intereses y aficiones de las personas no son malos de por sí y, por supuesto, no se puede decir que sean negativos. No deben condenarse ni criticarse. Forma parte de la humanidad normal que la gente tenga intereses, aficiones y talentos en determinados ámbitos; todo el mundo los tiene. A algunas personas les gusta bailar, a otras cantar, dibujar, actuar, la mecánica, la economía, la ingeniería, la medicina, la agricultura, la navegación o ciertos deportes; a otras les gusta estudiar geografía, geología o aviación y, por supuesto, a otras les puede agradar el estudio de temas aún más oscuros. Con independencia de los intereses y aficiones de una persona, todos forman parte de la humanidad y de la vida humana normal. No hay que denigrarlos diciendo que son cosas negativas, ni criticarlos, y mucho menos prohibirlos. Es decir, cualquier interés y afición que tengas es legítimo. Ya que son legítimos y se les debe permitir existir, ¿cómo deben tratarse los ideales y deseos relacionados con ellos? Por ejemplo, a algunas personas les gusta la música. Dicen: ‘Quiero ser músico o director de orquesta’, y dejan de lado todo lo demás para ponerse a estudiar y perfeccionarse en la música, y el objetivo y la dirección de su vida pasan a ser consolidarse como un músico. ¿Es esto lo correcto? (No). Si no crees en Dios, si formas parte del mundo y te pasas la vida haciendo realidad los ideales y deseos determinados por tus propios intereses y aficiones, no tenemos nada que decir al respecto. Ahora bien, como creyente en Dios, si tienes tales intereses y aficiones y quieres dedicar toda tu existencia a hacer realidad los ideales y deseos determinados por tus propios intereses y aficiones y pagar un precio de por vida para concretarlos, ¿es esta senda buena o mala? ¿Vale la pena fomentarla? (No vale la pena). No hablemos todavía de si vale la pena fomentarla o no; todo se debe estudiar con seriedad, así que ¿cómo lo haces con el fin de determinar si este asunto está bien o mal? Has de considerar si las búsquedas, ideales y deseos que has determinado tienen alguna conexión con las enseñanzas de Dios y Su salvación y con las expectativas que Él tiene hacia ti, con la intención de Dios de salvar a la humanidad, con tu misión y tu deber, si te ayudarán a completar tu misión y cumplir con tu deber más eficazmente, o si aumentarán tus posibilidades de salvarte y te ayudarán a lograr la satisfacción de las intenciones de Dios. Como persona corriente, tienes derecho a buscar tus ideales y deseos, pero a medida que haces realidad tus propios ideales y deseos y buscas esta senda, ¿te conducirán estos por la senda de la salvación? ¿Te llevarán por la senda de temer a Dios y evitar el mal? ¿Te conducirán al final hacia la absoluta sumisión y adoración a Dios? (No). Eso seguro. Ya que no será así, como creyente en Dios, ¿son positivos o negativos los ideales y deseos determinados por tus intereses, aficiones e incluso tus talentos y dones? ¿Deberías tenerlos o no? (Son negativos; no deberíamos tenerlos). No deberías tenerlos” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (8)). Tras leer las palabras de Dios, me di cuenta de que los intereses y las aficiones forman parte de la humanidad normal de las personas, Dios se los ha dado al hombre y no son en sí negativas, pero cuando la gente empieza a ver esas aficiones e intereses como ideales y deseos a seguir, cambia la naturaleza del problema. En cuanto alguien considera su afición como un ideal que deben perseguir, seguramente gastarán mucho tiempo y energía en ello. Para las personas corrientes, puede parecer que es su derecho y su libertad, pero para los creyentes en Dios, perseguir deseos e ideales será un obstáculo en cierto punto para cumplir bien con su deber. Además, si las personas buscan alcanzar sus ideales, no pueden someterse a las orquestaciones y arreglos de Dios y solamente se descarriarán y alejarán más de Él. En esto tengo experiencia de primera mano. Acepté la obra de los últimos días de Dios cuando era muy joven, empecé a cumplir mi deber y tuve la oportunidad de perseguir la verdad y alcanzar la salvación. Pero no recorrí la senda correcta, no aprecié la oportunidad que Dios me estaba dando e insistí en seguir persiguiendo mis sueños para alcanzarlos. Como centré todos mis pensamientos y energía en perseguir mis deseos e ideales en lugar de la verdad, no avancé en mi deber durante un largo tiempo. Mi perspectiva sobre la vida y mis valores eran de naturaleza satánica. Tras haberme arrestado la policía, no busqué la verdad ni aprendí de la experiencia. En vez de eso, me resistí y culpé a Dios por el entorno que orquestó después de que mis antecedentes penales me impidieran irme al extranjero y que mi sueño de ser bailarina quedara hecho trizas. Como ser creado, debería haberme sometido a los arreglos de Dios y entendido Su intención a través de mi experiencia. Pero me aferré con terquedad a mi sueño, no estaba satisfecha con la soberanía y los arreglos de Dios y cumplí mi deber de manera automática y estando distraída. ¿Cómo podían mi actitud y mi comportamiento no haber disgustado a Dios? Si no dejaba de perseguir mis sueños y deseos, y un día podía cumplir un deber como bailarina, podría dar testimonio de mí misma y hacerme conocida para cumplir mi sueño. ¡Dar testimonio de mí misma en lugar de a Dios en mi deber era en cierta forma oponerme a Él, y eso merecía Sus maldiciones!
Leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Si alguien está interesado en las artes, ¿debe dedicarse a este trabajo y desempeñarlo toda su vida? No necesariamente. Depende del mandato de Dios, de cómo Él ejerza Su soberanía y organice las cosas. Si Dios dispone que trabaje en las artes, esa persona no abandonará ese campo en toda su vida. Sin embargo, si Dios no ha arreglado ni ordenado que trabaje en este campo, se limitará a tener este interés y esta afición y, aunque lo disfrute, no será capaz de dedicarse a ello. Hay a quienes les gustan las artes desde la infancia. Al ver que su hijo tiene este interés y esta afición, los padres piensan: ‘Vamos a cultivarlo pues. Tal vez salga de nuestra familia un talento en las artes. ¡Quizá hasta se convierta en alguien famoso o en un gran intérprete!’. Por tanto, empiezan a formar a su hijo, lo llevan a lecciones de baile y de canto y, con el tiempo, al niño lo admiten en una escuela de arte. Aunque el interés y la pasión del niño hacia las artes no disminuye después de graduarse, no está claro que pueda dedicarse a esta profesión. Es posible que, cuando tenga que ejercer este trabajo, su estado de ánimo cambie, así como su actitud y sus puntos de vista hacia él, y además es posible que, debido a diversas razones en el entorno objetivo, no tenga la oportunidad de formar parte de este campo. Todo ello es posible; depende del mandato de Dios” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 2. Cómo perseguir la verdad (11)). Tras leer este pasaje, me sentí muy aliviada. En el pasado, pensaba que tenía que buscar un trabajo relacionado con mis intereses y aficiones. Pensaba que mis intereses eran probablemente una misión encomendada por Dios y que, como me apasionaba el baile, tenía que cumplir un deber relacionado con ello. Así que, cuando se me asignó un deber que no tenía nada que ver con esto, sentí que no era el adecuado para mí y no quería hacerlo. Pero en la vida real solo seguía topándome con la frustración. Simplemente no podía cumplir un deber relacionado con el baile. Ahora entiendo que todo esto era la soberanía y los arreglos de Dios. Pensé en la sobrina de una bailarina famosa, que parecía prometedora en el baile desde pequeña, y la bailarina, su tía, quería que continuara con el legado familiar, pero incluso después de entrenarla personalmente, su sobrina no terminó en el mundo del baile y, en su lugar, se hizo actriz. También hay muchos ejemplos de personas que tienen ciertas habilidades o talentos, pero aun así terminan en trabajos corrientes para alimentar a sus familias y no pueden trabajar en algo relacionado con sus aficiones e intereses. A partir de esto, vi que Dios tiene la soberanía y arregla el trabajo que hará cada uno en la vida. Las personas no deciden y no pueden hacer que estas cosas ocurran solo por desearlas. A pesar de no poder cumplir un deber relacionado con mis intereses, Dios me concedió la aptitud para realizar otros deberes. Ahora hago un trabajo relacionado con textos, un deber que jamás me hubiese imaginado haciendo. Habiendo leído varios artículos y sermones, he descubierto ciertas verdades sobre visiones, llegado a comprender un poco la obra de Dios y experimentado de primera mano cómo las situaciones que Él arregla para nosotros son las mejores y más beneficiosas para nuestras vidas. No importa si en el futuro podré o no cumplir un deber de baile, estoy dispuesta a someterme y a perseguir la verdad y experimentar la obra de Dios en el entorno que Él orqueste, sea cual sea. Además, en mi tiempo libre he estado aprendiendo las rutinas de baile de la iglesia, así que sigo cultivando mis intereses. A veces, después de cenar, bailo durante un rato y siempre me siento un poco más feliz después de hacerlo. Creo que esa es la mejor manera de enfocar mis aficiones e intereses. Le doy gracias a Dios desde lo más profundo de mi corazón por haberme dado esta afición, ya que hizo mi vida un poco más interesante. Debo trabajar todavía más arduamente para cumplir bien mi deber y devolver el amor de Dios.