Dios ha regresado: ya no volveré a vivir guiado por los rituales religiosos
Nota del editor: Desde hace dos mil años, todos los que creen en Dios se adhieren a ciertas prácticas religiosas como la liturgia, la confesión, la asistencia a misa, el rezo de oraciones y la observación de ciertas fiestas. Han creído que observar estos ritos religiosos es la única manera de complacer a Dios. Gengxin, otro creyente, nunca se cuestionó si esto estaba o no en consonancia con la voluntad de Dios hasta que aceptó la obra de Dios de los últimos días. Solo entonces adquirió una nueva comprensión de estos rituales religiosos. Echemos un vistazo a su experiencia.
Se enfría mi fervor por los rituales religiosos
Vengo de una familia de católicos y crecí recitando las oraciones con mis padres. El gobierno comunista chino reprimía el catolicismo en aquella época, por lo que siempre corríamos el peligro de ser denunciados y luego detenidos. Aun así, cuando un sacerdote daba misa en casa de alguien, siempre pensábamos en la manera de acudir. Tampoco dejábamos de rezar las oraciones todos los días, y leíamos cualquier oración prescrita por la Iglesia católica para cada fiesta. Ayunábamos el Viernes Santo y hacíamos el Vía Crucis, guardábamos las distintas fiestas, como el Bautismo, el Viernes Santo, la Pascua y la Navidad. El sacerdote nos decía que, al observar todos estos rituales religiosos, adorábamos a Dios y eso nos convertía en piadosos creyentes, que era algo que Dios celebraría y que, cuando el Señor volviera, nos elevaría al cielo con Él.
Cuando empecé a observar estos ritos, rebosaba de fe y tenía un gran fervor. Además, sentía la obra del Espíritu Santo: cada vez que realizaba un rito, me sentía realmente conmovido. Pero después de varios años, me di cuenta de que los sermones del sacerdote siempre parecían secos, como si reciclara las mismas cosas una y otra vez. No había nada fresco ni nuevo, y no los disfrutaba en absoluto. Y tampoco me emocionaba observar todos aquellos rituales, más bien me resultaba agotador y molesto. A veces, cuando recitaba las escrituras o hacía el Vía Crucis, me costaba mucho hallar la paz interior, y al mismo tiempo pensaba en mis asuntos, quería darme prisa en terminar para poder hacer otra cosa. A veces, simplemente no observaba estos ritos cuando estaba ocupado con el trabajo, pensando que lo compensaría más adelante. Me limitaba a actuar por inercia. Pero luego pensaba en que el sacerdote decía que hacíamos estas cosas por Dios y que debíamos mantenernos firmes en ellas o, de lo contrario, no éramos verdaderos creyentes. Así que, en un esfuerzo por ser un buen católico y llegar al cielo, me forzaba a seguir haciéndolas.
Dando la bienvenida al regreso del Señor
Un día, mi hermana mayor me llamó y me dijo que había un clérigo que acababa de volver de estudiar en el extranjero y que daba unos sermones fantásticos. Nos invitó a mi mujer y a mí a asistir a uno de ellos, asegurando que era una oportunidad única. Sabía que mi hermana era entusiasta en su fe, y si ella decía que sus sermones eran realmente buenos, era una oportunidad que no podía perder. Le dije que iríamos.
Mi mujer y yo fuimos a casa de mi hermana al día siguiente, donde el clérigo nos saludó muy cordialmente y se presentó como Zhang. También habló del hecho de que muchas iglesias de todo el mundo se sentían desoladas y sin esperanza. A continuación, el clérigo Zhang leyó algunas palabras de Dios y las relacionó con las profecías bíblicas, hablándonos del plan de gestión de 6000 años de Dios. También relató que, en la Era de la Gracia, el Señor Jesús fue crucificado para convertirse en una ofrenda por el pecado para redimir a la humanidad, pero nuestra naturaleza pecaminosa sigue profundamente arraigada. Si queremos estar completamente libres de pecado, tendremos que aceptar otro paso de la obra que Dios hace en los últimos días: el del juicio, el castigo y la purificación. Esa será la única manera de despojarse de los grilletes del pecado y presentarse ante Dios. Su comunicación me resultó realmente emocionante, nunca había oído un sermón tan práctico en todos mis años de fe. Lo disfruté mucho.
Luego nos habló de los misterios de los nombres de Dios y de la encarnación, y de otros aspectos de la verdad como el destino final y el desenlace de la humanidad. También dijo que el Señor Jesús, a quien hemos estado esperando, ya ha regresado, que es Dios Todopoderoso en la carne. Todos estos misterios fueron cosas que aprendió de las verdades expresadas por Dios Todopoderoso. Y nos dijo que Dios ya ha expresado todas las verdades que necesitamos para ser purificados, y que lo único que tenemos que hacer es leer las palabras de Dios y ponerlas en práctica, entonces podremos ser salvados completamente. El sermón del clérigo Zhang fue realmente una agradable sorpresa para mí. Todo tenía sentido. Si no fuera porque estas cosas vienen directamente de la boca de Dios, nadie podría descifrar estos misterios. En mi corazón supe con certeza que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor. Mi esposa tuvo la misma sensación, así que aceptamos con alegría la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y comenzamos a vivir una vida de iglesia.
Aprendiendo que la obra de Dios es nueva y está viva
Un día, el hermano Zhang vino a visitarnos a nuestra casa a la hora de la cena. Al ver que mi esposa y yo seguíamos haciendo la señal de la cruz y dando las gracias antes de comer, nos dijo que esos eran los requisitos de Dios para las personas en la Era de la Gracia, pero que ahora que estamos en la Era del Reino, no hacía falta seguir esas reglas. Nos dijo que solo tenemos que leer las palabras de Dios y ponerlas en práctica. Yo tenía mis propias ideas sobre lo que contaba, y le dije: “Desde hace 2000 años, todos los creyentes hacen la liturgia, se confiesan, van a misa, rezan y observan las fiestas. Son cosas que tenemos que hacer, ¿cómo vamos a abandonarlas? Si dejáramos de hacerlas, ¿no sería apostasía?”.
Tras oírme preguntar aquello, dijo: “Es muy normal que pienses así. Yo pensaba lo mismo que tú cuando acababa de aceptar la obra de Dios de los últimos días. Creía que todos estos rituales católicos tenían una base bíblica, y que como los habían practicado generación tras generación de católicos, esto era lo que Dios aprobaría. Pero entonces leí las palabras de Dios Todopoderoso y me di cuenta de que las exigencias de Dios a la humanidad son diferentes para cada era, para cada etapa de obra, que no podemos hacer generalizaciones. No podemos meter con calzador los requerimientos de Dios para la Era de la Gracia en el marco de Su obra en los últimos días. Echemos un vistazo a las palabras de Dios al respecto. Dios dice: ‘Lo que se le pide al hombre hoy es diferente de lo que se le pidió en el pasado y más diferente aún de lo que se le requería en la Era de la Ley. Ahora bien, ¿qué se le pedía al hombre bajo la ley cuando Dios llevaba a cabo Su obra en Israel? Tan solo que guardara el Sabbat y las leyes de Jehová. Nadie debía trabajar en el Sabbat ni transgredir las leyes de Jehová. Pero ahora no es así. En el Sabbat, el hombre trabaja, se reúne y ora como de costumbre, y no se le imponen restricciones. Quienes vivían en la Era de la Gracia debían ser bautizados y, además, se les pedía que ayunaran, partieran el pan, bebieran vino, se cubrieran la cabeza y lavaran los pies de otros. Ahora, estas reglas se han abolido, pero se le han impuesto al hombre unas exigencias más elevadas, porque la obra de Dios cada vez es más profunda y la entrada del hombre llega incluso más alto. […] El Espíritu Santo obra de acuerdo con la era, no al azar ni según normas establecidas. La era ha cambiado, y una nueva era necesariamente trae con ella obra nueva. Esto es así en cada etapa de la obra, y, así, Su obra nunca se repite’. ‘La intención de Dios siempre ha sido que Su obra sea nueva y viva, no vieja y muerta, y a lo que Él hace que el hombre se adhiera varía con la era y el periodo y no es eterno ni inmutable. Esto es debido a que Él es un Dios que lleva al hombre a vivir y ser nuevo, no como el diablo, que lleva al hombre a la muerte y a la vejez. ¿Aún no comprendéis esto?’.
“A partir de las palabras de Dios, podemos ver que Él es un Dios verdadero y vivo, y su obra es nueva y viva. No es vieja, rancia e inmutable. Dios no se aferra a lo antiguo y no repite Su obra. Dios tiene diferentes requerimientos que el hombre debe cumplir en cada era. Cuando una era antigua ha pasado y llega una nueva, la gente no ha de seguir las viejas prácticas, sino que ha de vivir según los nuevos requerimientos propuestos por Dios para la nueva era. Si se aferran a las viejas prácticas, no experimentarán la obra del Espíritu Santo y se estancarán en sus vidas. Solo fíjate en la Era de la Ley: Yahvé requería que la gente observara el sábado y que hiciera sacrificios. Los que hacían estas cosas eran bendecidos por Dios. Luego, en la Era de la Gracia, el Señor Jesús realizó una nueva obra e hizo nuevos requerimientos a la humanidad, nos dijo que debíamos ser bautizados, que debíamos ayunar y tomar la Sagrada Comunión. Cuando los seguidores del Señor Jesús pusieron en práctica Sus nuevos requisitos, obtuvieron la obra del Espíritu Santo, y conocieron la paz y la alegría en sus corazones. Pero aquellos que continuaban con las viejas prácticas de la Era de la Ley se encontraban en una situación extrema: serían condenados y expulsados por Dios. En la actualidad estamos en la Era del Reino, y Dios ha regresado para hacer una nueva obra. Él ha pronunciado palabras para juzgar y limpiar a la humanidad, mientras que también prescinde de todas esas reglas y ritos. Lo único que Él requiere de nosotros es que leamos Sus palabras y pongamos en práctica Sus requerimientos actuales, y que busquemos lograr un cambio de carácter. Solo esto se ajusta a la voluntad de Dios. Si continuamos acatando esas viejas prácticas, no importa cuántas de ellas realicemos y cuán bien las sigamos, no obtendremos la obra del Espíritu Santo ni la aprobación de Dios. Acuérdate de antes de que Dios viniera a hacer la obra de los últimos días: cuando hacíamos todas esas cosas, teníamos una sensación interna de paz y alegría, teníamos la obra del Espíritu Santo. ¿Por qué desapareció eso después? Porque la obra del Espíritu Santo cambió, porque Dios volvió para hacer una nueva obra. Por eso, cuando la gente sigue practicando esos rituales y reglas, no obtiene ningún disfrute de ello, y a veces incluso se siente cansada y molesta. Este es un hecho que la mayoría de los creyentes piadosos conocen en sus almas. Pero aquellos que se mantienen al día con la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, que se liberan de los grilletes de los ritos religiosos y se centran en la lectura de las palabras de Dios, son capaces de recuperar la obra del Espíritu Santo y vivir libremente. Así que cuando aceptamos la nueva obra de Dios y empezamos a practicar los requerimientos de Dios para la nueva era, esto no es ni remotamente una traición a Dios, sino que es obedecer Su obra actual. Es lo que Él aprueba”.
Tras escuchar las palabras de Dios y la comunicación del hermano Zhang, me di cuenta de que Dios hace diferentes requerimientos de las personas en las diferentes eras, y aquellos que aceptan la nueva obra de Dios no deben seguir apegándose a las mismas reglas de siempre, sino que deben seguir los requerimientos de Dios para la era actual. Solo eso causa alegría a Dios. Antes de comprender la voluntad de Dios, siempre me preocupaba que no observar esas reglas significara que me estaba rebelando contra Dios, pero en ese momento me di cuenta de que la obra de Dios es nueva y está viva, y desde que Dios ha comenzado la Era del Reino, sus requisitos para la humanidad han cambiado con la era. Tuve que dejar de lado todas esas prácticas del pasado, leer más las palabras de Dios y ponerlas en práctica. Esa era la única manera de hacer la voluntad de Dios. Una vez comprendí estas cosas, al fin pude deshacerme de todas mis preocupaciones e inquietudes.
La comprensión de que los ritos religiosos ocultan los trucos de Satanás
El hermano Zhang continuó: “De hecho, muchas de estas fiestas y rituales que observamos nunca fueron cosas que Dios exigiera al hombre, sino que fueron inventadas y transmitidas por múltiples generaciones. Son cosas que surgieron de las mentes humanas. Tenemos que aprender a discernir esto. Podemos echar un vistazo a lo que Él dice. Dios Todopoderoso dice: ‘Ni siquiera la Fiesta de la Primavera y el Día de Navidad, de todos conocidos, han sido decretados por Dios, por no mencionar los juguetes y las decoraciones para todas estas festividades sagradas (copla antitética, petardos, farolillos, la Santa Comunión, regalos y celebraciones navideñas). ¿Acaso estas festividades no son ídolos en la mente de las personas? El partimiento del pan en el Sabbat, el vino y el lino fino todavía lo son enfáticamente más. Todos los diversos días de fiestas tradicionales en China, como la festividad del día del dragón que levanta la cabeza, el festival del barco dragón, la fiesta de mitad del otoño, la de Laba y la del día de Año Nuevo, y las fiestas del mundo religioso, como la Pascua, el día del Bautismo, el día de Navidad, todas estas festividades injustificables han sido organizadas y transmitidas desde los tiempos antiguos hasta la actualidad por muchas personas. La rica imaginación y la ingeniosa idea de la humanidad son las que han permitido su transmisión hasta hoy. Parecen estar libres de defectos, pero en realidad son trucos que Satanás le hace a la humanidad. Cuántos más Satanás vivan en una localidad, y más obsoleta y atrasada sea esta, más profundamente arraigadas están las costumbres feudales. Estas cosas atan en corto a las personas, sin permitirles movilidad alguna. Muchas de las festividades del mundo religioso parecen exhibir gran originalidad y parecen crear un puente hacia la obra de Dios, pero en realidad son los lazos invisibles de Satanás que atan a las personas para evitar que lleguen a conocer a Dios, las ingeniosas estratagemas suyas. De hecho, cuando una etapa de la obra de Dios ha acabado, Él ya ha destruido las herramientas y el estilo de ese tiempo, sin dejar rastro alguno. Sin embargo, los “creyentes devotos” siguen adorando a esos objetos materiales tangibles, pero relegan al fondo de su mente lo que Dios tiene sin estudiarlo más, aparentemente llenos del amor a Dios, pero habiéndole echado en realidad fuera de la casa mucho antes y habiendo sentado a Satanás en la mesa para adorarlo. Los retratos de Jesús, la Cruz, María, el Bautismo de Jesús y la Última Cena, son cosas que las personas veneran como al Señor de los Cielos, mientras claman una y otra vez “Señor, Padre celestial”. ¿No es todo esto una broma? Hasta hoy, Dios odia muchos dichos y actos similares que se han transmitido entre la humanidad; le obstruyen gravemente a Dios el camino por delante y, además, causan inmensos reveses a la entrada de la humanidad’.
“Las palabras de Dios Todopoderoso nos dicen muy claramente que muchas fiestas observadas por el mundo religioso, como la Pascua y la Navidad, y todos esos símbolos religiosos como las imágenes de Jesús y la Última Cena, no provienen de la propia obra de Dios y nunca fueron algo que Él exigiera al hombre que observara. En cambio, los humanos inventaron estas cosas e hicieron que otros las cumplieran, y en ellas se esconden los trucos de Satanás. Son una de las tácticas de Satanás para evitar que la gente conozca realmente a Dios. Dios es fiel, y quiere que lo adoremos honestamente y desde el corazón, no que estemos limitados por fórmulas de adoración. Cuando nos centramos en las formalidades o en ciertas actividades, lo único que hacemos es reunirnos y divertirnos, y adorar todos esos símbolos religiosos como si fueran Dios. Él no ocupa un lugar en nuestros corazones, y a consecuencia de ello, cuando seguimos demasiados ritos, no somos capaces de entender Su voluntad. Por el contrario, estamos constreñidos, hay oscuridad en nuestras almas, y nos agotamos. Dios es el camino, la verdad y la vida, y lo que nos aporta Su obra no es más que libertad y liberación. Esas reglas y ritos, sin embargo, solo nos atan y controlan. No pueden en absoluto guiarnos a conocer a Dios, sino que solo nos alejan más y más de Él, e incluso pueden hacer que nos opongamos a Dios. Recuerda a los fariseos en la Era de la Ley. Se aferraban firmemente a la ley, pensaban que solo podía adorarse a Dios en el templo y que observar el sábado era ser devoto. Cuando el Señor Jesús vino a trabajar, vieron que nunca fue a predicar en el templo, e incluso en sábado curó a los enfermos y permitió a Sus discípulos recoger algunas espigas de trigo para comer. Negaron que el Señor Jesús fuera el Mesías que esperaban con el argumento de que no observaba la ley. Está claro que aferrarse rígidamente a los rituales religiosos y negarse a dejarlos de lado nos vuelve propensos a rebelarnos contra Dios y oponernos a él. Ahora estamos siguiendo la nueva obra de Dios, así que si seguimos observando las reglas del pasado en lugar de centrarnos en buscar la voluntad de Dios y leer Sus palabras, nunca recibiremos el sustento de las aguas vivas de Dios y nuestras vidas espirituales nunca se desarrollarán. Así nos daña Satanás. Hemos de entender que estos ritos religiosos son solo un juego que Satanás utiliza para divertirse con nosotros, es el mismo Satanás aprisionando nuestras mentes e impidiendo que conozcamos a Dios. Tenemos que darlos por terminados y dejar de estar ligados a ellos. Solo así podremos vivir libremente ante Dios”.
En ese momento sentí que se me abrían realmente los ojos. Dije: “Hermano, tu comunicación me ha ayudado realmente a entender esto. He estado observando estas cosas durante décadas, pero nunca había considerado que pudiera haber algo malo en hacerlas. Ahora veo por las palabras de Dios Todopoderoso que seguir estas reglas y realizar estos rituales es una práctica que viene de Satanás, que las está usando para controlar y hacernos daño. Y de hecho, cuando hacemos el Vía Crucis, en realidad solo estamos adorando esas imágenes, y este tipo de adoración no nos ayuda a entender el carácter de Dios o Su nueva obra. Tampoco ayuda a resolver nuestro carácter corrupto. Nuestras palabras y nuestro comportamiento hacia Dios siguen siendo realmente deshonestos y superficiales, y nada de ello nos acerca ni un poquito a Dios. Como dijo el Señor Jesús: ‘Por cuanto este pueblo se me acerca de palabra no más, y me honra solo con sus labios, y su corazón está lejos de mí; y me rinden culto según los ritos y doctrinas de los hombres’ (Isaías 29:12)*. Me doy cuenta de que ninguna de nuestras nociones e imaginaciones está en consonancia con la voluntad de Dios, sino que son condenadas por Él. Si seguimos manteniendo estas reglas y rituales, seremos fariseos modernos, y eso es ir en contra de Dios”. Mi mujer asintió, de acuerdo conmigo.
Iniciando una nueva vida de iglesia
Más adelante, leí esto en las palabras de Dios: “La fe en Dios requiere de una vida espiritual normal, que es la base para experimentar las palabras de Dios y entrar en la realidad. ¿Equivale a una ‘vida espiritual normal’ toda vuestra práctica actual de oraciones, acercarse a Dios, cantar himnos, alabanzas, meditación, y de reflexionar sobre las palabras de Dios? Ninguno de vosotros parece saberlo. Una vida espiritual normal no se limita a prácticas como orar, cantar himnos, participar en la vida de la iglesia y comer y beber de las palabras de Dios. Más bien, implica vivir una nueva y dinámica vida espiritual. Lo que importa no es cómo se practica, sino qué fruto da la práctica. La mayoría de la gente cree que una vida espiritual normal implica necesariamente orar, cantar himnos, comer y beber de las palabras de Dios o reflexionar sobre ellas, sin que importe que tales prácticas tengan algún efecto o conduzcan a un verdadero entendimiento. Estas personas se centran en seguir procedimientos superficiales sin preocuparse por los resultados; viven en los rituales religiosos, no dentro de la iglesia, y ni mucho menos son personas del reino”.
“Una vida espiritual normal es una vida vivida ante Dios. Al orar, uno puede aquietar su corazón ante Dios y, a través de la oración, puede buscar el esclarecimiento del Espíritu Santo, conocer las palabras de Dios, y entender Su voluntad. Al comer y beber de Sus palabras, la gente puede obtener una comprensión más clara y completa de la obra actual de Dios. También pueden obtener una nueva senda de práctica, y no se aferrarán a lo viejo; lo que practican tendrá como objetivo lograr el crecimiento en la vida”.
Vi en las palabras de Dios que una verdadera vida espiritual no involucra siquiera remotamente acciones superficiales. Ya sea leer las palabras de Dios, orar, cantar himnos o alabar a Dios, todo debe ser para establecer una relación normal con Dios y acercarnos a Él. Si queremos que nuestra vida espiritual sea fructífera, no podemos limitarnos a actuar por inercia, sino que tenemos que calmarnos ante Dios, reflexionar seriamente sobre Sus palabras, y luego aprender Su voluntad y Sus requerimientos para las personas. Una vez que hayamos considerado y llegado a comprender cómo debemos practicar y entrar, tenemos que dejar de lado estas prácticas anticuadas y actuar de acuerdo con los nuevos requisitos de Dios. Esta es la única manera de obtener la obra del Espíritu Santo, y entonces nuestra relación con Dios seguirá mejorando. También veremos cada vez más desarrollo en nuestra vida personal. Después de entender todo esto, ya no me sentí tan constreñido, tan limitado por todas esas reglas y ritos, sino que empecé a reflexionar regularmente sobre las palabras de Dios, a orar y a acercarme más a Él. Ahora participo todas las semanas en la vida de iglesia con hermanos y hermanas, donde cada uno discute con los demás su propia comprensión de las palabras de Dios, y comunicamos sobre cómo buscamos y practicamos la verdad en nuestras propias vidas. Este tipo de reunión y comunicación me ha parecido realmente liberador, y ahora sé cómo llevar una vida espiritual normal, cómo hablar con Dios desde el corazón y cómo orar de la manera correcta. Ahora tengo una relación normal con Dios y estoy creciendo a diario en la vida. Le estoy muy agradecido a Dios. Fueron las verdades expresadas por Dios en los últimos días las que me alejaron de esos ritos religiosos, permitiéndome llevar una nueva vida de iglesia.
Las citas bíblicas marcadas (*) son tomadas de Biblia Torres Amat 1825.