Mis dudas sobre la práctica de la verdad
En septiembre de 2021, yo era responsable de un trabajo de la iglesia, y Zhao Ting era la líder del equipo. Cuando todos hablábamos sobre el trabajo, Zhao Ting siempre insistía en sus propios puntos de vista y no escuchaba a los demás. A menudo, esto nos llevaba a estancarnos e impedía que el trabajo avanzara. Quise hablarle de ello, pero no pude pronunciar palabra al recordar cómo Zhao Ting solía exponerme como arrogante, sentenciosa e insistente en mis puntos de vista. Aunque sabía que lo que decía era cierto, me disgustaba profundamente. Sentía como si con sus acciones pusiera mis heridas al descubierto y tan solo quería que se callara. Si yo señalaba su problema ahora, ¿no sentiría el mismo dolor que yo? Pensé que lo mejor era callar para que ninguna de las dos nos sintiéramos mal. Además, no me gustaba que me desenmascararan y que los demás señalaran mis problemas; y yo no había cambiado, pero les seguía pidiendo a los demás que cambiaran, ¿no demostraría eso que yo era completamente irracional? Si ella diera la vuelta a la tortilla y me dijera: “Ni siquiera te gusta aceptar consejos de los demás, así que, ¿qué derecho tienes a criticarme?”, no tendría que responderle. Además, normalmente nos llevábamos muy bien y teníamos una relación muy buena, y nos hablábamos con educación. ¿Y si, despúes de exponer sus problemas, ya no me ve de la misma manera y no quiere colaborar más conmigo en el trabajo? Pensando en eso, no le dije nada.
Poco después, una hermana llamada Wu Xin se unió a nuestro equipo. Al cabo de un tiempo, me di cuenta de que no estaba avanzando. Siempre estaba compitiendo con los demás y, cuando no lograba sobresalir, se enfadaba. Compartía con ella algunas de las palabras de Dios relacionadas con sus problemas, y me basaba en principios para guiarla y ayudarla. Pero ella no reflexionaba sobre su problema y decía que la razón por la que no obtenía resultados era porque no habíamos hablado con ella sobre los principios de manera clara. Al verla así, me entraron ganas de hablar con ella y diseccionar su esencia de afán de reputación y estatus, y las consecuencias de seguir así. Pero entonces recordé que en una reunión mencionó la revelación de sus corrupciones, y dijo que no le gustaba señalar los problemas de los demás ni que los demás señalaran siempre los suyos. Pensé: “La reputación y el estatus también son importantes para mí, y quiero poco a poco buscar y entrar en este aspecto por mí misma. No quiero que otros desenmascaren y señalen mis problemas. Si hablo con demasiada dureza, haré que se ponga triste. Será mejor que empiece por hablar con ella y ayudarla. Quizá una vez que haya comprendido los principios y obtenido algunos resultados, pueda dejar de estar tan negativa aunque no pueda suplir su deseo de vanidad y estatus”. Pensando esto, dejé de señalar sus problemas. Más tarde descubrí que Wu Xin tenía una humanidad bastante pobre. A menudo se dirigía a las personas de forma despectiva y sarcástica, y los hacía sentir limitados, y a veces atacaba y excluía a quienes tenían opiniones diferentes. Cuando surgían problemas en el trabajo, no reflexionaba en absoluto e intentaba eludir responsabilidades, y no conseguía ningún resultado en su deber. Según los principios, había que despedirla. Pensé que eso podría ofenderla, así que informé de su situación a un líder. Pero la líder estaba demasiado ocupada para venir, así que me hizo despedir a Wu Xin. Cuando me reuní con ella, quise diseccionar su constante afán de reputación y estatus, sus ataques y la exclusión de opiniones diferentes, y cómo caminaba por la senda de un anticristo para que conociera la esencia y las consecuencias de sus problemas, pero me tragué las palabras que iba a decir. Pensé en cómo ella valoraba la reputación y el estatus y en lo frágil que era. Si desenmascaraba y diseccionaba sus problemas, y ella no podía soportarlo y desarrollaba un prejuicio contra mí, ¿qué pasaría entonces? Pensé que era mejor callarme. Así que me limité a decirle que ella no estaba obteniendo resultados y luego la despedí, le dije algunas palabras de consuelo y la hice reflexionar sobre sí misma. Cuando la líder se enteró de que no había diseccionado el comportamiento de Wu Xin, me podó, y me dijo: “Sus problemas eran muy graves, ¡pero no los desenmascaraste ni los diseccionaste! Eres demasiado complaciente”. Fue muy duro escuchar esto. Sabía que no había cumplido con mis responsabilidades, pero no reflexioné sobre mí misma en ese momento. Recién empecé a reflexionar después de otro incidente posterior.
En aquel momento, Zhao Ting y su grupo organizaban algunas informaciones sobre las personas que se expulsarían, pero muchos puntos no estaban claros. En circunstancias normales, este tipo de errores de bajo nivel no ocurrirían. Pregunté a los demás qué estaba pasando, y dijeron que Zhao Ting estaba insistiendo en hacer las cosas a su manera. Ella rechazaba todas las sugerencias, sin importar qué fuera. Todos se sentían limitados y simplemente tenían que hacer lo que ella decía. Me sentí tan culpable cuando escuché esto. Hacía tiempo que conocía su problema, pero por miedo a ofenderla, nunca la desenmascaré y, como resultado, el trabajo se había retrasado. Finalmente empecé a buscar la verdad y a reflexionar sobre mí misma. Leí un pasaje de la palabra de Dios: “Tanto la conciencia como la razón deben ser componentes de la humanidad de una persona. Ambas son las más fundamentales e importantes. ¿Qué clase de persona es la que carece de conciencia y no tiene la razón de la humanidad normal? Hablando en términos generales, es una persona que carece de humanidad, una persona de una humanidad extremadamente pobre. Entrando en más detalle, ¿qué manifestaciones de humanidad perdida exhibe esta persona? Prueba a analizar qué características se hallan en tales personas y qué manifestaciones específicas presentan. (Son egoístas y vulgares). Las personas egoístas y vulgares son superficiales en sus acciones y se mantienen alejadas de las cosas que no les conciernen de manera personal. No consideran los intereses de la casa de Dios ni muestran consideración por las intenciones de Dios. No asumen ninguna carga de desempeñar sus deberes o de dar testimonio de Dios y no poseen ningún sentido de responsabilidad. […] Hay algunas personas que no asumen ninguna responsabilidad, independientemente del deber que estén cumpliendo. Tampoco informan con celeridad a sus superiores de los problemas que descubren. Cuando ven a gente que causa trastornos y perturbaciones, hacen la vista gorda. Cuando ven a personas malvadas cometiendo el mal, no intentan detenerlas. No protegen los intereses de la casa de Dios ni consideran lo que es su deber y responsabilidad. Cuando cumplen con su deber, las personas así no hacen ningún trabajo real; son unos complacientes y están sedientos de comodidades; hablan y actúan solo por su propia vanidad, su imagen, su estatus y sus intereses, y están solo dispuestos a dedicar su tiempo y esfuerzo a cosas que les beneficien” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). La palabra de Dios puso al descubierto mi estado real. Había visto que Zhao Ting tenía un carácter arrogante y limitaba a los demás, lo que ya repercutía en el trabajo. Como supervisora, debí haber señalado y desenmascarado su problema, pero me preocupaba que ella no lo aceptara y pensara mal de mí, así que cada vez que quería señalar su problema, sentía como si tuviera algo atascado en la garganta y no me salían las palabras. Puse el trabajo de excusa, pensando que, si nuestra relación se quebraba, ella no cooperaría con mi trabajo. Aunque parecía que estaba pensando el trabajo, en realidad, no quería arruinar nuestra buena y amistosa relación, y quería darles una buena impresión a mis hermanos y hermanas. Además, me di cuenta claramente de que los problemas de Wu Xin eran graves, pero temía que, si desenmascaraba y señalaba sus problemas, ella me vería mal, así que continué sin hacerlo, y como resultado, ella no se daba cuenta de su situación y seguía sin cambiar su carácter corrupto, y trastornó y perturbó el trabajo de la iglesia e hizo que los demás se sintieran limitados. Al cumplir con mi deber, solo tenía en cuenta mis propios intereses y mi posición en el corazón de los demás. Veía que otros trastornaban y perturbaban el trabajo apoyándose en sus actitudes corruptas al cumplir con sus deberes, y yo simplemente lo ignoraba, sin considerar en absoluto la obra de la iglesia. ¡Fui tan egoísta, sin conciencia ni razón!
Más tarde, leí otro pasaje de la palabra de Dios: “Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. ¿Qué cosas específicas conlleva esa naturaleza? Por ejemplo, ¿por qué eres egoísta? ¿Por qué proteges tu propia posición? ¿Por qué tienes sentimientos tan fuertes? ¿Por qué te gustan esas cosas injustas? ¿Por qué te gustan esas maldades? ¿Cuál es la base para que te gusten estas cosas? ¿De dónde proceden? ¿Por qué las aceptas de tan buen grado? Para este momento, todos habéis llegado a comprender que esto se debe, principalmente, al veneno de Satanás que hay dentro del hombre. Entonces, ¿qué es el veneno de Satanás? ¿Cómo se puede expresar? Por ejemplo, si preguntas ‘¿Cómo debería vivir la gente? ¿Para qué debería vivir?’, te responderán: ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). Gracias a la exposición de la palabra de Dios, comprendí que la razón principal por la que siempre hacía la vista gorda y tenía demasiado miedo de señalar los problemas de los demás era porque me basaba en filosofías satánicas como: “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” y “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. Siempre pensé que solo debía hacer algo si me beneficiaba a mí, y que señalar y desenmascarar los problemas de otra persona la ofendería y no me beneficiaría, así que no quería hacerlo. Era demasiado egoísta, despreciable, escurridiza y falsa. Veía que Zhao Ting era arrogante, insistente y no escuchaba a los demás, y que había afectado al trabajo, pero prefería proteger mi relación con ella antes que desenmascarar o diseccionar sus problemas. Siempre tuve miedo de ofenderla y siempre fui complaciente con tal de agradarle. Tenía miedo de ofender a la gente, pero no a Dios y no tenía en cuenta los intereses de la iglesia. Vivía una vida vil y sin valor, sin conciencia ni razón. Una persona con conciencia y razón puede hablar sobre la verdad para ayudar a los demás cuando ve que otros están en mal estado, y cuando ve que alguien trastorna y perturba el trabajo de la iglesia, puede levantarse para desenmascararlo y detenerlo. Como supervisora, debo tener una carga y responsabilidad aún mayor. No importa si un hermano o hermana tiene un problema con su estado o con su trabajo, debo hablar con ellos y ayudarlos. Si una persona está trastornando y perturbando el trabajo de la iglesia, debo podarla, desenmascararla y detenerla a tiempo. Así es como un supervisor debe hacer su trabajo. Pero para proteger la buena impresión que los demás tenían de mí, ni siquiera cumplí con las responsabilidades básicas. Fui irresponsable con el trabajo y no tuve en cuenta para nada la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas. Me di cuenta de que, al complacer a la gente, estaba siendo cruel y malévola. Cumplir con mi deber de esta manera es repulsivo y detestable para Dios. Si seguía así, al final Dios me desenmascararía y me eliminaría. Darme cuenta de estas cosas fue muy angustiante. No quería seguir viviendo así, así que oré a Dios: “Dios, quiero practicar la verdad, pero mi carácter corrupto es tan fuerte. Te pido que me ilumines para conocerme a mí misma y encontrar una senda de práctica”.
Un día, en mis devocionales, leí lo siguiente en la palabra de Dios: “En la iglesia, permaneced firmes en vuestro testimonio de Mí, defended la verdad; lo correcto es correcto y lo incorrecto es incorrecto. No confundáis lo negro y lo blanco. Estáis en guerra con Satanás y debéis vencerlo por completo para que nunca más vuelva a levantarse. Debéis dar todo lo que tenéis para proteger Mi testimonio. Este será el objetivo de vuestros actos, no lo olvidéis” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 41). La palabra de Dios me dio una senda de práctica. En cada circunstancia, debo defender los principios de la verdad y proteger los intereses de la iglesia. Zhao Ting ya había trastornado y perturbado la obra de la iglesia al confiar en su carácter corrupto al realizar sus deberes. Debía hablar con ella y desenmascararla y diseccionarla, para que conociera sus problemas. Si aun así no reflexionaba ni se arrepentía, tenía que trasladarla o despedirla de inmediato. Más tarde, le señalé sus problemas a Zhao Ting y le leí algunos pasajes de la palabra de Dios que ponían al descubierto las actitudes arrogantes. Al leer la palabra de Dios, ella obtuvo cierto conocimiento de su carácter arrogante e hizo algunas mejoras y cambios. Cuando en una conversación todos exponían opiniones diferentes, ella era capaz de buscar y escuchar sus puntos de vista, y ya no insistía en los suyos propios. Al no proteger mis relaciones con los demás y cumplir con mi deber de acuerdo con los principios de la verdad, me sentí a gusto. Por fin tenía cierta semejanza humana al vivir así.
Más tarde, me pregunté: “Aparte de ser egoísta y vil y de desear proteger mis intereses, ¿qué otras cosas me constreñían a ser siempre complaciente?”. Un día, en una reunión, leí las palabras de Dios que dicen: “En un sentido literal, ‘Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’ significa que si no te gusta algo o hacer una cosa cualquiera, tampoco deberías obligar a nadie a hacerlo. Esto parece inteligente y razonable, pero si usas esta filosofía satánica para ocuparte de cualquier situación, entonces cometerás muchos errores. Es probable que hagas daño, engañes o incluso perjudiques a gente. Es similar a lo que les ocurre a algunos padres a los que no les gusta estudiar pero tienden a obligar a sus hijos a hacerlo, y tratan siempre de razonar con ellos, instándoles a estudiar mucho. Si aplicaras aquí esta exigencia de que ‘Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’, entonces estos padres no deberían hacer estudiar a sus hijos, porque a ellos mismos no les gusta. Hay otra gente que cree en Dios pero no persigue la verdad; sin embargo, en sus corazones saben que creer en Dios es la senda correcta en la vida. Si ven que sus hijos no creen en Dios y no van por la senda correcta, les urgen a creer en Dios. Aunque ellos no persiguen la verdad, quieren que sus hijos lo hagan y estén bendecidos. En esta situación, si obedecieran el dicho de que ‘Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’, estos padres no deberían hacer que sus hijos crean en Dios. Eso estaría en línea con esta filosofía satánica, pero también destruiría la oportunidad de salvación de esos niños. ¿Quién es el responsable de este resultado? ¿Acaso no perjudica a la gente el dicho tradicional de conducta moral de no querer para los demás lo que no quieras para ti? […] Por ejemplo, algunas personas no aman la verdad, codician las comodidades de la carne, y encuentran la manera de holgazanear durante el cumplimiento de su deber. No están dispuestos a sufrir ni a pagar un precio. Piensan que el dicho ‘Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’ lo expresa bien, y le dicen a la gente: ‘Deberíais aprender a disfrutar. No hace falta que cumpláis adecuadamente vuestro deber ni que sufráis penurias o paguéis un precio. Si podéis holgazanear, pues holgazanead; si podéis salir del paso, pues salid del paso. No os pongáis las cosas tan difíciles. Miradme, yo vivo así, ¿no es genial? Mi vida es perfecta. Os estáis agotando por vivir de esa manera. Deberíais aprender de mí’. ¿No cumple esto el requisito de no querer para los demás lo que no quieras para ti? Si actúas así, ¿eres una persona con conciencia y razón? (No). Si una persona pierde la conciencia y la razón, ¿acaso no carece de virtud? A esto se le llama carecer de virtud. ¿Por qué lo llamamos así? Porque tal persona ansía la comodidad, cumple su deber de manera superficial, e incita e instiga a los demás a que se unan a ellos en la superficialidad y el ansia de comodidad. ¿Cuál es el problema de esto? Ser superficial e irresponsable en tu deber es un acto de engaño y resistencia a Dios. Si sigues siendo superficial y no te arrepientes, serás dejado en evidencia y descartado” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (10)). “‘Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’ es un dicho muy problemático. Las lagunas y los defectos que presenta son claramente obvios; ni siquiera merece la pena diseccionarlos y discernirlos. Sometidos al menor examen, sus errores y ridiculez quedan a la vista. Sin embargo, muchos de vosotros os dejáis persuadir e influenciar fácilmente por este dicho y lo aceptáis sin discernimiento. Al relacionaros con los demás, a menudo utilizáis este dicho para amonestaros a vosotros mismos y exhortar a los demás. Al hacerlo, pensáis que vuestro carácter es especialmente noble y que vuestro comportamiento es muy razonable. Pero, sin daros cuenta, estas palabras han revelado el principio según el cual te conduces y tu postura ante los problemas. Al mismo tiempo, has desorientado y desencaminado a otros para que se acerquen a las personas y a las circunstancias con la misma opinión y postura que tú. Has actuado como alguien que realmente nada entre dos aguas, y sin duda has elegido el camino del medio. Dices: ‘No importa cuál sea el problema, no hay necesidad de tomarlo en serio. No te pongas las cosas difíciles ni a ti ni a los demás. Si le pones las cosas difíciles a los demás, te las pones difíciles a ti. Ser amable con los demás es ser amable contigo mismo. Si eres duro con los demás, eres duro contigo mismo. ¿Qué sentido tiene ponerse en una situación difícil? No querer para los demás lo que no quieras para ti es lo mejor que puedes hacer por ti mismo, y lo más considerado’. Esta actitud es evidentemente la de no ser meticuloso en ningún aspecto. No tienes una postura o perspectiva correcta sobre ningún tema; posees una visión confusa de todo. No eres meticuloso y simplemente haces la vista gorda respecto a las cosas. Cuando por fin te presentes ante Dios y rindas cuentas, será un gran embrollo. ¿Por qué? Porque siempre dices que ‘Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’. Todo esto te reconforta y lo disfrutas mucho, pero al mismo tiempo te causará muchos problemas, y hará que no puedas tener una visión o postura clara en muchos asuntos. Por supuesto, también te incapacita para entender claramente cuáles son los requisitos y las normas de Dios para ti cuando te encuentras con estas situaciones, o qué resultado deberías conseguir. Estas cosas suceden porque no eres meticuloso con nada; vienen causadas por tu actitud y tu punto de vista confusos. ¿Acaso no querer para los demás lo que no quieras para ti es la actitud tolerante que deberías tener hacia las personas y las cosas? No, no lo es. No es más que una teoría que parece correcta, noble y amable desde fuera, pero que en realidad es algo absolutamente negativo. Es evidente que no es ni mucho menos un principio-verdad al que la gente debería adherirse” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (10)). Las palabras de Dios ponen al descubierto que Satanás utiliza el dicho, “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”, para corrompernos y desorientarnos, para hacernos creer que no debemos imponer a los demás aquello que no nos gustaría hacer o que no podemos hacer, y que este es un comportamiento racional. Vivía apoyándome en esta idea. Sabía claramente que el carácter arrogante y sentencioso de Zhao Ting estaban afectando al trabajo, y debí haber señalado y desenmascarado su problema, pero pensé en cómo yo revelaba a menudo un carácter arrogante y en cómo me disgustaba que los demás siempre me criticaran, así que pensé que imponer algo que no me gustaba a otra persona era irracional, por lo que estaba demasiado asustada para señalar el problema de Zhao Ting. Sabía claramente que Wu Xin solo trabajaba por su reputación y estatus, y que su arrogancia estaba limitando a los demás y trastornando y perturbando el trabajo. Había que desenmascararla y podarla, pero pensé en que yo valoraba mucho mi reputación y mi estatus y no estaba dispuesta a que los demás señalaran o desenmascararan mis problemas, así que vivía según el punto de vista de, “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”, y por eso no la desenmascaré. Pensaba que el hecho de que te desenmascararan y criticaran era doloroso y humillante, y esperaba que los demás no me podaran ni me criticaran, así que no quería hacer lo mismo con los demás. En realidad, estaba consintiéndome y protegiéndome a mí misma. Protegía mi vanidad y mi estatus y no aceptaba la verdad e incluso consentía a los demás y me confabulaba con ellos. Era rebelde y me resistía a Dios y permitía que otros hicieran lo mismo. En esencia, estaba esperando que nadie practicara la verdad o experimentara el juicio y castigo de Dios o fuera podado. ¡Era verdaderamente despreciable e inmoral! Hemos sido corrompidos por Satanás y estamos repletos de actitudes satánicas. Nuestra naturaleza es arrogante, vanidosa, egoísta, falsa e inclinada a buscar reputación y estatus. Sin el juicio y la exposición de la palabra de Dios, sin ser podados, y sin la crítica o la ayuda de los demás, no podemos evitar trastornar la obra de la iglesia. Zhao Ting y Wu Xin estaban revelando actitudes corruptas y en la senda equivocada, y si nadie las criticaba o desenmascaraba, trastornarían la obra de la iglesia. Si su infracción era menor, serían despedidas, pero si era más grave, serían expulsadas. Vivía según filosofías satánicas, viendo los problemas, pero sin sacarlos a relucir. Esto es permitir secretamente que otros sigan con sus actitudes satánicas, y al final, esto me lastimaría a mí y a los demás. Al ver que había estado viviendo según el veneno satánico de, “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”, no solo no estaba cumpliendo bien con mi deber, sino que además estaba actuando como cómplice de Satanás y trastornando la obra de la iglesia. Darme cuenta de estas cosas era difícil de soportar, y deseaba confesarme y arrepentirme ante Dios.
Un día, leí un pasaje de la palabra de Dios que dice: “Dios no le exige a la gente que no quiera para los demás lo que no quiera para sí, sino que tenga claros los principios que debe observar al gestionar las diferentes situaciones. Si es correcto y está en línea con la verdad de las palabras de Dios, entonces debes aferrarte a ello. Y no solo te tienes que aferrar a ello, sino que tienes que amonestar, persuadir y hablar con otros, para que entiendan exactamente cuáles son las intenciones de Dios y cuáles son los principios-verdad. Esta es tu responsabilidad y obligación. Dios no te pide que tomes el camino del medio, y mucho menos te pide que presumas de lo generoso que es tu corazón. Debes aferrarte a las cosas que Dios te ha amonestado y enseñado, y a lo que Dios expresa en Sus palabras: los requisitos, los criterios y los principios-verdad que la gente debe observar. No solo debes aferrarte y ceñirte a ellos para siempre, sino que también debes practicar estos principios-verdad liderando con el ejemplo, así como persuadiendo, supervisando, ayudando y guiando a otros para que se aferren a ellos, los observen y practiquen de la misma manera que lo haces tú. Dios exige que hagas esto; esto es lo que Él te encomienda. No puedes exigirte a ti mismo e ignorar a los demás. Dios exige que adoptes la postura correcta en los asuntos, que te aferres a los criterios correctos y que sepas con precisión cuáles son los criterios de las palabras de Dios, y que descubras con precisión cuáles son los principios-verdad. Incluso si no puedes lograr esto, incluso si no estás dispuesto, si no te gusta, si tienes nociones, o si te resistes a ello, debes tomarlo como tu responsabilidad, como tu obligación. Debes hablar con la gente sobre las cosas positivas que provienen de Dios, sobre las cosas que son correctas y adecuadas, y usarlas para ayudar, impactar y guiar a otros, para que la gente pueda beneficiarse y ser edificada por ellas, y caminar por la senda correcta en la vida. Es tu responsabilidad, y no debes aferrarte obstinadamente a la idea de que ‘Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’, que Satanás te ha metido en la cabeza. A ojos de Dios, ese dicho es solo una filosofía para los asuntos mundanos; es una forma de pensar que contiene los trucos de Satanás; no es para nada la senda correcta ni es una cosa positiva. Lo único que Dios quiere que seas es una persona recta que comprenda claramente lo que debe y no debe hacer. Él no quiere que seas una persona complaciente ni nades entre dos aguas; no te invita a tomar el camino del medio. Cuando un asunto tiene que ver con los principios-verdad, debes decir lo que hay que decir, y entender lo que hay que entender. Si alguien no entiende algo, pero tú sí, y le puedes dar indicaciones y ayudarle, entonces debes cumplir sin falta con esta responsabilidad y obligación. No debes limitarte a echarte a un lado del camino y quedarte mirando, y mucho menos debes aferrarte a las filosofías que Satanás te ha metido en la cabeza, como por ejemplo no querer para los demás lo que no quieras para ti. ¿Lo entiendes? (Sí). Lo correcto y positivo es así aunque no te guste, no estés dispuesto a hacerlo, no seas capaz de hacerlo y lograrlo, te resistas a ello o tengas nociones en contra. La esencia de las palabras de Dios y la verdad no van a cambiar solo porque la humanidad tenga unas actitudes corruptas y ciertas emociones, sentimientos, deseos y nociones. La esencia de las palabras de Dios y la verdad no cambian jamás. Tan pronto como conozcas, comprendas, experimentes y alcances las palabras de Dios y la verdad, tendrás la obligación de compartir tus testimonios vivenciales con otra gente. De ese modo, todavía más gente comprenderá las intenciones de Dios, comprenderá y alcanzará la verdad, entenderá las exigencias y los criterios de Dios y captará los principios-verdad. Con ello, estas personas conseguirán tener una senda de práctica ante los problemas de la vida diaria y no se confundirán ni se quedarán encadenadas a las diversas ideas y opiniones de Satanás. El dicho de conducta moral ‘Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’ es real y verdaderamente una astuta trama de Satanás para controlar la mente de las personas. Si siempre defiendes esto, entonces eres alguien que vive según las filosofías satánicas; una persona que vive por completo en un carácter satánico. Si no sigues el camino de Dios, entonces no amas ni persigues la verdad. Da igual lo que pase, el principio que debes seguir y lo más importante que debes hacer es ayudar a la gente tanto como puedas. No debes practicar lo que dice Satanás, que es ‘lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás’, y ser un complaciente ‘inteligente’ con los demás. ¿Qué significa ayudar a la gente en la medida de lo posible? Significa cumplir con tus responsabilidades y obligaciones. En cuanto veas que algo forma parte de tus responsabilidades y obligaciones, deberás compartir las palabras de Dios y la verdad. Eso es lo que significa cumplir con tus responsabilidades y obligaciones” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (10)). De la palabra de Dios llegué a comprender que Dios nos pide que practiquemos la verdad y mantengamos los principios en todas las cosas y que, al cumplir con nuestros deberes juntos, cuando veamos que alguien viola los principios o trastorna la obra de la iglesia, debemos criticarlo y ayudarlo. Solo podemos mejorar en el cumplimiento de nuestro deber cuando vivimos según la palabra de Dios. Cuando se trata de principios, no debemos tener miedo a ofender a las personas ni estar preocupados por sus sentimientos. Debemos actuar según los principios-verdad y proteger el trabajo de la iglesia. Lo acepten o no los demás, todos debemos practicar la verdad y cumplir con nuestra responsabilidad. Como supervisora, mi responsabilidad es hablar sobre los problemas y resolverlos a tiempo cuando los veo. Si no resuelvo los problemas que veo, me limito a complacer a la gente y a tomar el camino medio, no estoy cumpliendo con mis responsabilidades y estoy resistiendo a Dios. Además, no es que no pueda señalar los problemas de los demás solo porque yo misma revelo corrupciones. Cuando revelo corrupciones, necesito buscar la verdad y reflexionar sobre mí misma. Eso es asunto mío. Pero, cuando veo a otros violando principios y causando daño a la obra de la iglesia, debo hablarles, desenmascararlos y detenerlos. Esto es proteger la obra de la iglesia y es mi responsabilidad. No debo confundir las dos cosas. Valoro mucho mi reputación y mi estatus, y tengo un carácter arrogante, necesito reflexionar y buscar la verdad para resolver estos problemas y no amoldarme a mí misma ni complacer a los demás. Solía vivir según la filosofía satánica de, “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”, pensando que no debía pedir a los demás que hicieran aquello que no me gustaba hacer o que yo no podía hacer. Como resultado, se me escapaban oportunidades para practicar la verdad. Finalmente vi que mis puntos de vista habían sido ridículos y absurdos.
Mas tarde, cuando vi que otros estaban violando principios y afectando la obra de la iglesia, los desenmascaré, diseccioné sus acciones y les hablé sobre sus problemas, y aunque aún me preocupaba que pensaran mal de mí, ya no era cautelosa en extremo ni sobrepensaba como antes; simplemente me concentraba en cómo podía ayudarles y proteger la obra de la iglesia. Al practicar de esta manera, vi a los hermanos y hermanas avanzar en sus deberes y me llené de alegría. Al resolver los problemas de los demás, podía reflexionar más sobre mí misma, y sin darme cuenta descubrí algunas actitudes corruptas que desconocía, lo que me motivó aún más a buscar la verdad y resolver mis problemas. Practicar de este modo me hizo sentir más cerca de Dios. Cuando abandonaba la carne y practicaba más la verdad, me sentía en paz y a gusto de vivir así.