Solo es acertado ver a la gente a través de la palabra de Dios

23 Oct 2022

Por Shan Xin, Corea del Sur

Un día, en marzo de este año, de repente oí que la iglesia había puesto a mi hermana mayor en aislamiento para reflexionar. Se me paró el corazón. No podía creer lo que oía. Desde que creo en Dios, mi hermana mayor ha sido mi modelo a seguir y la admiraba y respetaba mucho. Sabía que ella realmente creía en Dios y buscaba la verdad y que definitivamente sería salvada. Su aislamiento para reflexionar salió de la nada para mí. ¿Cómo era posible? Ella predicaba el evangelio bien. Desde que creyó, había convertido a muchas personas y era capaz de sufrir y pagar un precio. Si se necesitaba algo para la obra de la iglesia, ella lo hacia proactivamente y nunca se negaba. Cumplía su deber de la mañana a la noche y era muy activa. También me decía a menudo que orase más y me acercase a Dios, y observé que ella practicaba así. Lo primero que hacía por la mañana era orar a Dios, escuchaba himnos siempre que tenía tiempo, e, incluso antes de irse a la cama, escuchaba recitaciones de la palabra de Dios. Realmente buscaba la verdad, ¿cómo podían haberla aislado para reflexionar? ¿Había cometido un error el líder? Seguí pensando: “Si alguien que busca con tanto entusiasmo no es apto a los ojos de Dios, entonces no tengo esperanza de que Dios me salve. Dios exige que la gente cumpla su deber con todo su corazón, su mente y sus fuerzas, y yo no lo he hecho. ¿Me enviarán a aislamiento para reflexionar también? Si esto occurre, ¿cómo abordaría el asunto? ¿Sería capaz de seguir creyendo en Dios?”. Cuanto más pensaba en ello, más inquieta me sentía, como apoderada por un sentido de crisis. Siempre sentía que un día sería descartada. En ese momento también estaba muy triste. Comencé a estar en guardia contra Dios, cansada de mi deber y reticente a compartir en las reuniones. Ella predicaba el evangelio sin principios y actuaba de manera arbitraria. Algunas de las personas a las que predicaba tenían una humanidad mala, y otras no creían en Dios sinceramente, sino que eran meros aprovechados. Lo que hacía no concordaba con los principios en absoluto. Los hermanos y hermanas le advirtieron y la ayudaron muchas veces, pero ella simplemente se negó a aceptarlo. También discutió, diciendo: “La gente vino a mí, ¿por qué no iba a predicarles?”. A veces parecía que aceptaba las cosas, pero aun así no seguía los principios y continuaba haciendo las cosas a su manera, causando perturbación en la obra del evangelio. Cuando sucedían cosas, no aprendía lecciones, siempre discutía y difundía negatividad y nociones. Una vez, en una reunión de nuevos fieles, dijo: “Para cumplir mi deber, abandoné a mi familia y negocio, sufrí y pagué un precio, pero todavía hay muchas dificultades en mi vida. ¿Por qué no me muestra Dios gracia y me bendice?”. Algunos nuevos fieles también tuvieron nociones tras escuchar esto y se quejaron de Dios con ella. Como siempre carecía de principios y era imprudente en su predicación, difundió negatividad y nociones para engañar a la gente, lo que perturbó la obra de la iglesia, y como se negó a arrepentirse, la aislaron para reflexionar.

Me sorprendió oír acerca de su comportamiento. No me lo podía creer. ¿Eran todos los buenos comportamientos que había visto en ella en el pasado tan solo un espejismo? Después, leí un pasaje de la palabra de Dios. “Algunas personas dicen: ‘¿Acaso se evidencia la búsqueda de la verdad si uno come y bebe de las palabras de Dios y comunica sobre la verdad a diario, y si es capaz de cumplir con su deber con normalidad? ¿Se evidencia esta búsqueda si uno hace todo lo que la casa de Dios dispone y nunca causa una perturbación o interrupción, y aunque haya veces que viole los principios de la verdad, no lo hace conscientemente o a propósito?’. Esta es una buena pregunta. Ese pensamiento está en la mente de la mayoría de las personas. En primer lugar, hay que entender si alguien sería capaz de alcanzar una comprensión de la verdad y de obtenerla adhiriéndose constantemente a tal práctica. ¿Podría? ¿Qué decís? (Tal práctica es correcta, pero se parece más a un ritual religioso. Se trata de seguir reglas. No puede conducir a la comprensión de la verdad ni a la obtención de la misma). Entonces, ¿de qué tipo de comportamientos se trata, en realidad? (Son una especie de comportamientos superficialmente buenos). Me gusta esa respuesta. Son simplemente comportamientos buenos que surgen de un fundamento de la conciencia y la razón de uno, como consecuencia de haber tenido una educación positiva. Pero no son más que buenos comportamientos, y están lejos de ser una búsqueda de la verdad. ¿Cuál es, entonces, la causa fundamental que subyace a estos comportamientos? ¿Qué es lo que los origina? Surgen de la conciencia y la razón del hombre, de su perspectiva moral, de sus sentimientos favorables hacia la creencia en Dios y de su autocontrol. Si bien son buenos comportamientos, no tienen ninguna relación con la verdad; no son de ninguna manera la misma cosa. Un buen comportamiento no es lo mismo que practicar la verdad, y alguien que se comporta bien no es necesariamente aprobado por Dios. La buena conducta y la práctica de la verdad son dos cosas diferentes, y no tienen ninguna relación entre sí. Practicar la verdad es una exigencia de Dios y está totalmente de acuerdo con Su voluntad; el buen comportamiento procede de la voluntad del hombre y conlleva sus intenciones y motivos. Es algo que el hombre considera bueno. Aunque el buen comportamiento no es una mala acción, es contrario a los principios de la verdad y no tiene nada que ver con ella. El buen comportamiento no tiene ninguna relación con la verdad, sea cual sea la forma en que es bueno o cómo concuerda con las nociones e imaginaciones del hombre, así que cualquier medida de buen comportamiento no contará con la aprobación de Dios. Puesto que el buen comportamiento se define como tal, entonces, obviamente, no implica la práctica de la verdad. […] Estos comportamientos provienen de los esfuerzos subjetivos del hombre, de sus nociones, de sus preferencias y de su voluntad; no son manifestaciones del arrepentimiento que surge del verdadero autoconocimiento del hombre por haber aceptado la verdad y el juicio y el castigo de las palabras de Dios, ni son comportamientos o acciones de la práctica de la verdad que surgen al intentar someterse a Dios. ¿Lo entiendes? Es decir que estos comportamientos no implican de ninguna manera un cambio en el carácter de uno, o en lo que resulta de sufrir el juicio y el castigo de las palabras de Dios, o el verdadero arrepentimiento que surge de alguien que ha llegado a conocer su propio carácter corrupto. Ciertamente no implica la verdadera sumisión del hombre a Dios y a la verdad, y todavía menos un corazón de reverencia y amor a Dios. El buen comportamiento no tiene nada que ver con estas cosas; es simplemente algo que viene del hombre y que el hombre percibe como bueno. Sin embargo, hay muchas personas que ven estos buenos comportamientos como una señal de la práctica de la verdad. Esto es un grave error, una visión y comprensión absurda y falaz. Estos buenos comportamientos no son más que una representación del ceremonial religioso, una forma de actuar por inercia. No tienen la menor relación con la práctica de la verdad. Puede que Dios no los condene de forma rotunda, pero no los aprueba, de eso puedes estar seguro(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué es buscar la verdad (1)). De la palabra de Dios aprendí que solo porque alguien pueda abandonar, gastarse, sufrir, pagar un precio y hacer algunas buenas acciones, no significa que busque y practique la verdad. Estas manifestaciones no suponen transformaciones de carácter. Son meras prácticas basadas en el esfuerzo, las nociones y preferencias personales de la gente. Yo tan solo veía a mi hermana leyendo las palabras de Dios todos los días, orando con frecuencia, sufriendo y pagando un precio en su deber, pero no veía los motivos por los que sufría y se gastaba, ni si había cambiado, o si había logrado buenos resultados con su deber. Según mis propias imaginaciones, pensaba que creía en Dios y buscaba la verdad sinceramente. ¡Era tan necia! Por fuera parecía estar ocupada con su deber todos los días, y que hacía todo lo que la iglesia disponía, pero cumplía su deber sin principios, era arrogante y actuaba arbitrariamente. Los hermanos y hermanas le advirtieron y la ayudaron muchas veces, pero no aceptó estas cosas en absoluto ni hizo introspección, propagó nociones en la iglesia y perturbó la vida de iglesia. ¿Acaso era eso cumplir su deber? Eso era claramente hacer el mal. Antes, como no entendía la verdad y no tenía discernimiento, la consideraba un modelo a seguir. Ahora, al aplicar la palabra de Dios, veía que su trabajo duro superficial, abandonarse y gastarse era como mucho un buen comportamiento. No tenía nada que ver con practicar la verdad. Ella creyó en Dios por muchos años, pero no practicaba la verdad en absoluto, y difundía ideas negativas y perturbaba la obra de la iglesia. No era alguien que buscase o aceptase la verdad en lo más mínimo.

Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios y gané algo de discernimiento acerca de su carácter y esencia de estar harta de la verdad. Las palabras de Dios dicen: “Las maneras principales en que se manifiesta el hartazgo de la verdad no son solo los sentimientos de aversión a la verdad cuando uno la oye; también incluyen la falta de voluntad para ponerla en práctica. Cuando llega el momento de poner en práctica la verdad, una persona así se retrae, y la verdad no tiene nada que ver con ella. Cuando algunas personas comunican durante las reuniones, parecen muy animadas, les gusta repetir palabras de doctrina y hacer declaraciones altisonantes para engañar a los demás y ganárselos; eso les hace quedar bien y sentirse bien, por eso no paran de hablar. Y luego están los que se pasan ocupados todo el día con asuntos de fe: leyendo las palabras de Dios, orando, escuchando himnos, tomando notas, como si no pudieran estar separados de Dios ni siquiera por un momento. Desde el amanecer hasta la madrugada, están ocupados cumpliendo con sus deberes. Entonces, ¿aman realmente la verdad estas personas? ¿No tienen un carácter de hartazgo hacia ella? ¿Cuándo puede uno ver su verdadero estado? (Cuando llega el momento de practicar la verdad, se apartan de ella, y cuando se enfrentan a ser tratados y podados, no están dispuestos a aceptarlo). ¿No será porque no entienden lo que oyen o porque no entienden la verdad que no están dispuestos a aceptarla? Ni lo uno ni lo otro: se rigen por su naturaleza, y el problema es de carácter. En sus corazones, saben muy bien que las palabras de Dios son la verdad y son cosas positivas, que la práctica de la verdad puede provocar un cambio en el carácter de la persona y llevarla a satisfacer la voluntad de Dios, pero simplemente no las aceptan ni las practican. Eso es estar harto de la verdad(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El auténtico autoconocimiento es el conocimiento de los seis tipos de actitudes corruptas). Siempre creí que si alguien podía abandonarse, gastarse y cumplir un deber, entonces estaba buscando la verdad. Ahora entendía que esta idea no estaba de acuerdo con la verdad. Por mucho que una persona parezca sufrir y gastarse, si nunca acepta ni practica la verdad cuando suceden algo, confía obstinadamente en su propia voluntad y no cumple su deber según los principios, es una persona que está harta de la verdad, y no cambiará por mucho tiempo que crea en Dios. Al comparar esto con el comportamiento de mi hermana, aunque parecía piadosa por fuera, y leía a menudo la palabra de Dios, escuchaba himnos, oraba, sufría y pagaba un precio en su deber, y parecía alguien que creía de verdad en Dios y buscaba la verdad, en realidad, no aceptaba la verdad en absoluto. Constantemente salía del paso y actuaba arbitrariamente en su deber. Cuando los hermanos y hermanas señalaban sus problemas, ella siempre discutía y razonaba, nunca hacía instrospección, su carácter no había cambiado tras creer en Dios durante años. Era uno de los incrédulos hartos de la verdad descritos por Dios. Ella podía abandonar, gastarse, sufrir y pagar un precio, pero hacía estas cosas a cambio de la gracia y bendiciones de Dios. Cuando los ambientes dispuestos por Dios no eran como ella quería, refunfuñaba y se quejaba, propagaba negatividad y perturbaba a los hermanos y hermanas. Estaba claro que no tenía la menor reverencia hacia Dios. Cuando se gastaba por Dios, estaba negociando con Dios y engañándolo. La gente se fija en la apariencia de los demás. Cuando vemos que otros pueden sufrir y hacer buenas acciones, suponemos que son buena gente. Pero Dios se fija en los corazones y la esencia de la gente, así como en su actitud hacia la verdad. Si alguien puede aceptar la verdad, y cuando encara la poda y el trato, si puede buscar la verdad, hacer introspección, ganar conocimiento auténtico y odio de sí mismo, y producir verdadero arrepentimiento, entonces es una persona que busca y ama la verdad, y es alguien a quien Dios salvará. Si la naturaleza de alguien es de terquedad y hartazgo hacia la verdad, y su carácter no ha cambiado lo más mínimo tras creer en Dios durante años, entonces, aunque por fuera haga muchas buenas acciones, estas cosas son hipocresía y una simulación. Los fariseos parecían piadosos e hicieron muchas buenas acciones, pero su naturaleza estaba harta de la verdad y la odiaba. Cuando el Señor Jesús expresó la verdad y obró para salvar a la gente, esta se resistió frenéticamente y lo condenó, y al final lo clavaron en la cruz, por lo que Dios los maldijo y castigó. Solo entonces entendí que, sin la verdad, somos ignorantes, no podemos ver la esencia de la gente con claridad, y no entendemos qué tipo de personas le gustan a Dios o a cuál salva. Cuando me enteré de que mi hermana estaba aislada para reflexionar, no lo entendía. Pensé que se debía a que el líder no había investigado y era solo un error. Solo al aplicar la palabra de Dios pude ver claramente que el aislamiento de mi hermana por sus acciones concordaba con los principios, y el líder no había cometido un error. En ese momento, sentí un gran alivio.

Más adelante, empecé a preguntarme: cuando me enteré de que mi hermana estaba en aislamiento para reflexionar, aunque sabía que debía recibir de Dios, y que Dios es justo, todavía, sin querer, tenía muchas preocupaciones e inquietudes. Me preocupaba que llevaba poco tiempo creyendo en Dios y no había cumplido bien mi deber, ¿sería entonces descartada y expulsada algún día? Así que comencé a malinterpretar y estar en guardia contra Dios. Pero, también sabía que tenía lecciones que aprender, así que oré a Dios, le pedí que me guiara para entender Su voluntad. Una vez, en una reunión, leí dos pasajes de la palabra de Dios. “Si deseáis ser perfeccionados por Dios, debéis aprender cómo experimentar en todas las cosas y ser capaces de obtener esclarecimiento en todo lo que os ocurre. Sea malo o bueno, debe proporcionarte beneficio y no debe volverte negativo. En cualquier caso, deberías poder considerar las cosas desde la perspectiva de Dios y no analizarlas y estudiarlas desde la perspectiva del hombre (esto sería una desviación en tu experiencia). Si experimentas así, entonces tu corazón se llenará de las cargas de tu vida, vivirás constantemente en la luz del semblante de Dios, sin desviarte fácilmente en tu práctica. Las personas así tienen un brillante futuro por delante(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Promesas a aquellos que han sido perfeccionados). “Yo decido el destino de cada persona, no con base en su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de compasión que provoca, sino en base a si posee la verdad. No hay otra opción que esta. Debéis daros cuenta de que todos aquellos que no hacen la voluntad de Dios serán también castigados. Este es un hecho inmutable. Por lo tanto, todos aquellos quienes son castigados, reciben castigo por la justicia de Dios y como retribución por sus numerosas acciones malvadas(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prepara suficientes buenas obras para tu destino). De la palabra de Dios, entendí, ante el aislamiento de mi hermana, que la voluntad de Dios era que yo aprendiese lecciones y discernimiento, a ver a la gente y los asuntos según la palabra de Dios, y a entender quién le gusta a Dios y a quién odia. Pero, cuando me enteré de que mi hermana estaba aislada para reflexionar, tenía malentendidos y dudas, y vivía en negatividad y debilidad. Me preocupaba que, como llevaba poco tiempo creyendo en Dios y no había sufrido ni pagado un precio tanto como ella, yo podría ser descartada también. Ahora entendía que Dios no determina el final de la gente según basándone en cuánto tiempo lleven creyendo o cuánto sufran. Lo hace basándose en si, a través de su creencia en Dios, la gente puede ganar la verdad al final y aprender verdaderamente a obdecer y adorar a Dios. La verdad es que, por muchos años que trabaje alguien, o por mucho que abandone, se gaste y pague un precio, si no gana la verdad y su carácter corrupto nunca cambia, al final, no será salvado. Si hace muchas malas acciones y no se arrepiente, Dios lo castigará. Esta es la justicia de Dios. Pablo trabajó muchos años y sufrió mucho, ganó a mucha gente al predicar el evangelio y estableció muchas iglesias, pero su carácter de vida no cambió en lo más mínimo. Por el contrario, se volvió cada vez más arrogante, y al final declaró abiertamente que vivió como Cristo, y Dios lo condenó y castigó. Pablo es el clásico ejemplo que nos muestra que el mero entusiasmo, abandonarse y gastarse no son suficientes en nuestra creencia en Dios. Lo que importa es buscar la verdad y conseguir una transformación de carácter. Este es el estándar que determina si la gente puede ser salvada. La casa de Dios hace la obra de purificar y envía a ciertas personas a aislamiento para reflexionar para evitar que sigan haciendo el mal y perturbando la vida de iglesia. Es protección para ellos, y también beneficia la obra de la iglesia. Pero, su resultado final está determinado por completo por su naturaleza y esencia, por si persiguen la verdad, y la senda que toman. Cuando la gente fracasa y cae, si puede reflexionar sobre sí misma y arrepentirse sinceramente, aún tendrán una oportunidad de ser salvadas por Dios. Si siguen sin arrepentirse, continúan viviendo con actitudes corruptas, causan perturbaciones, y hacen el mal, o si se rinden, o se tornan negativos y se resisten, entonces son auténticos incrédulos y malhechores, son revelados y descartados, y Dios no los salva. Estaba a la defensiva y tenía malentendidos acerca de Dios porque no conocía los principios de Dios para evaluar a la gente, no conocía Su carácter justo, y estaba demasiado centrada en mi futuro y destino. A través del aislamiento de mi hermana gané algo de entendimiento del carácter justo de Dios, y vi que, aunque la gente parezca sufrir y gastarse en su fe, si nunca acepta la verdad, no la practica y no hace su deber según los principios, al final, no será salvada, y Dios la revelará y descartará. La purificación de la iglesia también era una señal de aviso que me permitió hacer introspección y arrepentirme a tiempo, evitar tomar la senda del fracaso, centrarme en buscar la verdad y cumplir mi deber bien según los principios.

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