La prueba de un entorno difícil

23 Oct 2022

Por Junior, Zimbabue

Desde pequeño, siempre fui influenciado por la sociedad. Me gustaba seguir la corriente en todo lo que hacía; quienes me rodeaban eran cristianos, por lo que yo también lo era. Pero cuando anhelé aprender sobre Dios, empecé a hacerme algunas preguntas: ¿Por qué creemos en Dios? ¿Cómo podemos conocer a Dios? En este mundo oscuro y malvado, ¿dónde está la verdad en realidad? ¿Por qué la gente sufre dificultades en la vida? Estas preguntas eran como un misterio tras otro, y nunca hallé las respuestas. Por suerte, acepté el evangelio de los últimos días de Dios Todopoderoso y hallé respuestas a todas estas cuestiones confusas en las palabras de Dios Todopoderoso. Aprendí que la fe en Dios consiste en experimentar las palabras y la obra de Dios y, a partir de ello, llegar a conocerlo, obedecerlo y amarlo. También aprendí que, en los últimos días, Dios usa el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento para perfeccionar a la gente y purificar su corrupción. Por eso, oré para que me llegaran las pruebas. Incluso deseé haber nacido en China para poder sufrir la opresión y la persecución del diablo, Satanás, como sufren los hermanos y hermanas en China, y poder dar rotundo testimonio y que Dios me convierta en vencedor a través de esa adversidad. Me tomó por sorpresa lo rápido que me encontré ante tal situación.

Debido a la pandemia, la empresa en la que trabajaba cerró y yo perdí mi empleo. Intenté buscar empleo en muchas otras empresas, pero nunca me llamaron para una entrevista. Con el tiempo, las cosas empeoraron cada vez más. No tenía ingresos ni dinero para comprar comida. No sabía qué hacer. Antes, asistía a reuniones virtuales, leía las palabras de Dios Todopoderoso, veía películas de la iglesia y cumplía mi deber con otros tras salir de trabajar. Estas eran las cosas más importantes para mí; yo sentía que era una gran forma de practicar la fe. Pero ahora que sufría esta situación difícil, pensaba que como creía en el único Dios verdadero, Él de seguro me cuidaría y me ayudaría. También oré a Dios, pidiéndole que me consiguiera un empleo. Pensé que como era creyente, Dios me daría todo lo que le pidiera, pero no es lo que hizo Dios. Sentí algo de debilidad en ese momento y estaba muy confundido. Leía las palabras de Dios y oraba todos los días, entonces, ¿por qué Dios no me ayudaba cuando yo sufría? Cuando me sucedió eso, pensé en Job. Cuando perdió todas sus posesiones, aún pudo mantenerse firme en su testimonio. Job creía que todo, lo bueno y lo malo, era el arreglo soberano de Dios, y nunca tenía quejas. Agradeció a Dios por darle bendiciones materiales, y cuando las perdió, siguió alabando el nombre de Jehová Dios. Al pensar en la fe y las oraciones de Job, me di cuenta de lo irrisoria que era mi fe: no podía compararse con la de Job. Sabía que debía seguir el ejemplo de Job, y someterme a los arreglos soberanos de Dios como él lo había hecho. Pero al pensar en no tener suficiente para comer y en que ya había usado todos mis datos del teléfono celular y no podía asistir a las reuniones virtuales, estaba desesperado. Oré a Dios: “Dios mío, que pase hambre o no, que pueda reunirme o no, está por completo en Tus manos. Estoy dispuesto a confiarte estas dificultades y a someterme a Tus arreglos soberanos”. Orar así me dio una sensación de paz. Ese mismo día, tras orar, de repente sucedió algo: mi tío llamó y me preguntó si quería ir a trabajar a su empresa constructora. A pesar de que la construcción es agotadora, tras una semana de trabajo, había ganado suficiente dinero para mantenerme un tiempo. Le agradecí a Dios sinceramente. Al recordar lo que había revelado durante ese período, me pregunté por qué había creído que, solo por el hecho de creer en Dios, Él me proveería de cualquier cosa que yo pidiera. Después, un día, leí algunas palabras de Dios que me dieron algo de comprensión al respecto. Dios Todopoderoso dice: “Muchos creen en Mí solo para que pueda sanarlos. Muchos creen en Mí solo para que use Mis poderes para expulsar espíritus inmundos de sus cuerpos, y muchos creen en Mí simplemente para poder recibir de Mí paz y gozo. Muchos creen en Mí solo para exigir de Mí una mayor riqueza material. Muchos creen en Mí solo para pasar esta vida en paz y estar sanos y salvos en el mundo por venir. Muchos creen en Mí para evitar el sufrimiento del infierno y recibir las bendiciones del cielo. Muchos creen en Mí solo por una comodidad temporal, sin embargo no buscan obtener nada en el mundo venidero. Cuando hice descender Mi furia sobre el hombre y le quité todo el gozo y la paz que antes poseía, el hombre se volvió confuso. Cuando le di al hombre el sufrimiento del infierno y recuperé las bendiciones del cielo, la vergüenza del hombre se convirtió en ira. Cuando el hombre me pidió que lo sanara, Yo no le presté atención y sentí aborrecimiento hacia él; el hombre se alejó de Mí para en su lugar buscar el camino de la medicina maligna y la hechicería. Cuando le quité al hombre todo lo que me había exigido, todos desaparecieron sin dejar rastro. Así, digo que el hombre tiene fe en Mí porque doy demasiada gracia y tiene demasiado que ganar(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?). “La relación del hombre con Dios es, simplemente, de puro interés personal. Es la relación entre el receptor y el dador de bendiciones. Para decirlo con claridad, es similar a la relación entre empleado y empleador. El primero solo trabaja para recibir las recompensas otorgadas por el segundo. En una relación como esta, no hay afecto; solo una transacción. No hay un amar y ser amado; solo caridad y misericordia. No hay comprensión; solo engaño y reprimida indignación. No hay intimidad; solo un abismo que no se puede cruzar. Ahora que las cosas han llegado a este punto, ¿quién puede cambiar ese rumbo? ¿Y cuántas personas son capaces de entender realmente lo grave que se ha vuelto esta relación? Considero que, cuando las personas se sumergen en el gozo de ser bendecidas, nadie puede imaginar lo embarazosa y desagradable que es una relación así con Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice III: El hombre sólo puede salvarse en medio de la gestión de Dios). Las palabras de Dios revelan nuestra motivación por recibir bendiciones, así como nuestro carácter corrupto. Muchos solo buscan el consuelo de Dios en su fe. No quieren sufrir ningún contratiempo y esperan que Dios les dé todo lo que quieren. Nunca se preocupan por si satisfacen a Dios. Para ellos, someterse a Dios y cumplir Sus exigencias no es importante; lo más importante es que Dios les dé lo que quieren. Durante mi tiempo de fe en el Señor, los pastores y los ancianos a menudo nos hacían orar por las bendiciones de Dios. Sin embargo, ese tipo de búsqueda hace que nuestra relación con Dios sea anormal. Tal y como revelan las palabras de Dios: “La relación del hombre con Dios es, simplemente, de puro interés personal. Es la relación entre el receptor y el dador de bendiciones. Para decirlo con claridad, es similar a la relación entre empleado y empleador. El primero solo trabaja para recibir las recompensas otorgadas por el segundo. En una relación como esta, no hay afecto; solo una transacción”. Las palabras de Dios son la verdad, y yo debía autoevaluarme. Vi que también creía para ganar las bendiciones de Dios. Esa intención estaba escondida profundamente en los recovecos de mi corazón. Pensé que, como Dios había vuelto a la tierra, de seguro bendeciría a todos los que lo aceptan. Supuse que como yo había aceptado la obra de Dios de los últimos días, las bendiciones no estarían lejos, que mi vida estaba por mejorar. Sin embargo, las cosas no salieron así. Encontré adversidades y mi vida se hizo más difícil, y me volví débil y negativo. No tenía ingresos, no tenía comida, y no podía usar internet para asistir a reuniones virtuales. ¿Cómo podía seguir practicando mi fe? Estaba contrariado, sentía que no le importaba a Dios. Había buscado empleo por todos lados y había orado a Dios para que me ayudara, pero Él nunca respondía, y no me dio aquello por lo que había orado. No lograba entenderlo, y empecé a tener dudas sobre Dios. Es tal y como Dios dice: “Cuando hice descender Mi furia sobre el hombre y le quité todo el gozo y la paz que antes poseía, el hombre se volvió confuso(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?). La revelación de las palabras de Dios me hizo sentir avergonzado de lo que había revelado. Las palabras de Dios también me mostraron que tener fe para obtener bendiciones era una perspectiva equivocada. Dado que había considerado a Dios como el dador de bendiciones y a mí mismo como el receptor de estas, cuando Dios no me dio el buen empleo que yo quería, lo culpé y pensé que yo no le importaba en absoluto. Vi lo absurda, ignorante e insensata que era mi perspectiva sobre la fe. Pensé en que había asistido a reuniones religiosas desde pequeño y solo había escuchado: “¡Dios te dará grandes bendiciones! Dios te bendecirá si eres creyente. Ora y pídele cosas a Dios, y Él de seguro responderá”. Estas cosas que había oído del mundo religioso, de mis padres y de quienes me rodeaban me impactaron mucho y me hicieron sentir que solo debía creer para ganar las bendiciones de Dios y estar libre del sufrimiento mundano. Antes, nunca había pensado que estaba mal tener fe y desear bendiciones, y mucho menos me daba cuenta de que eso era un carácter satánico. No tuve ninguna comprensión de esto hasta que leí las palabras de Dios que revelan la corrupción de la gente.

Posteriormente, me pregunté a mí mismo: ¿la fe realmente se trata solo de recibir bendiciones materiales? ¿Son los que tienen dinero y posesiones materiales aquellos a los que Dios aprueba? De ser así, ¿por qué, en Juan 6:27, dijo el Señor Jesús: “Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a este es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello”? ¿Por qué dijo también: “No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón(Mateo 6:19-21)? Entonces me di cuenta de que pedirle siempre a Dios bendiciones materiales es un deseo extravagante de la humanidad; es nuestro carácter corrupto, y Dios lo detesta. Se debe por completo a que Satanás ha engañado al hombre, lo cual evita que conozcamos la identidad de Dios y, en particular, que sepamos que Él gobierna nuestros destinos. Somos incapaces de someternos a nuestro Creador; en cambio, constantemente le formulamos pedidos. Cuando todo va bien, agradecemos a Dios y lo alabamos, pero cuando enfrentamos dificultades en la vida, cuando Dios no satisface nuestras exigencias, evitamos a Dios y lo culpamos. Me acordé de Abraham. Él estaba dispuesto a someterse a cualquier cosa que viniera de Dios. Fuera algo bueno o malo, él no tenía su propia elección personal. Cuando Dios le dijo a Abraham que sacrificara a su hijo, Abraham estuvo dispuesto a hacer lo que Dios le pedía. Le resultaba muy doloroso, pero no le preguntó a Dios: “¿Por qué me pides esto? ¿Cómo puedes tratarme así?”. Abraham creía que, sin importar qué le pidiera Dios, eso era lo correcto y él debía obedecer. Sabía que Dios es el Creador y que él mismo era un ser creado, por lo que debía aceptar y someterse incondicionalmente a cualquier mandamiento o exigencia de Dios. La fe de Abraham ganó la aprobación de Dios. Pero hoy la gente es totalmente diferente a Abraham. Siempre nos preocupamos pensando en las bendiciones materiales e ignoramos la voluntad de Dios. El Señor Jesús nos exhortó: “Buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas(Mateo 6:33). No deberíamos buscar bendiciones materiales; en su lugar, deberíamos buscar satisfacer la voluntad de Dios, perseguir la verdad y cumplir bien nuestro deber. Eso es lo que importa. Dios es el Creador. Conoce bien nuestros pensamientos y también sabe lo que necesitamos. Pero debido a la corrupción de Satanás, los pensamientos de la humanidad han sido conquistados por completo por la codicia y las bendiciones materiales; no creemos en Dios para obedecerlo y satisfacerlo, sino solo para ganar bendiciones y satisfacer nuestros propios deseos. Tal y como revelan las palabras de Dios Todopoderoso: “Todos los humanos corruptos viven para sí mismos. Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda; este es el resumen de la naturaleza humana. La gente cree en Dios para sí misma; cuando abandona las cosas y se esfuerza por Dios, lo hace para recibir bendiciones, y cuando es fiel a Él, lo hace por la recompensa. En resumen, todo lo hace con el propósito de recibir bendiciones y recompensas y de entrar en el reino de los cielos. En la sociedad, la gente trabaja en su propio beneficio, y en la casa de Dios cumple con un deber para recibir bendiciones. La gente lo abandona todo y puede soportar mucho sufrimiento para obtener bendiciones. No existe mejor prueba de la naturaleza satánica del hombre(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios revelaban mi precisa realidad. Vi mi ignorancia y egoísmo, y aprendí cómo debía orar y someterme a Dios cuando las circunstancias no se ajustaban a mis nociones. No podía limitarme a pedir gracia y bendiciones.

Pronto volví a enfrentar el mismo problema. Como solo había trabajado para mi tío una semana antes de renunciar y después había estado en casa concentrado en mi deber, pronto me quedé sin dinero. No sabía de dónde saldría mi próxima comida o cómo buscar empleo porque no tenía un título ni ninguna cualificación para trabajar. No tenía nada a mi nombre ni dinero para comprar más datos para mi plan móvil. De verdad necesitaba internet para asistir a las reuniones y cumplir un deber. Pensar en esto me hizo sentir débil otra vez, y sentía que no podía ver esperanza. Justo entonces, mi mamá me dijo que, debido a la pandemia, no tenían qué comer, y esperaban que pudiera proveerles de algunas cosas. Enterarme de que mi mamá enfrentaba los mismos aprietos que yo me resultaba debilitante y doloroso. No sabía qué hacer. Sentía que sufría mucho más que otras personas, que mi vida era muy dura. No podía entender con claridad la voluntad de Dios. Pensaba que como todos los días estaba ocupado con mi deber, Dios debía cuidarme, entonces, ¿por qué seguía empeorando mi situación? En esa época, leí mucho las palabras de Dios y escuché bastantes himnos de alabanza. Dos de esos pasajes de las palabras de Dios me ayudaron a entender Su voluntad. Dios Todopoderoso dice: “En su creencia en Dios, lo que las personas buscan es obtener bendiciones para el futuro; este es el objetivo de su fe. Todo el mundo tiene esta intención y esta esperanza, pero la corrupción en su naturaleza debe resolverse por medio de pruebas y refinamiento. En los aspectos en los que no estás purificado y revelas corrupción, en esos aspectos debes ser refinado: este es el arreglo de Dios. Dios crea un entorno para ti y te fuerza a ser refinado en ese entorno para que puedas conocer tu propia corrupción. Finalmente, llegas a un punto en el que preferirías morir y renunciar a tus planes y deseos, y someterte a la soberanía y el arreglo de Dios. Por tanto, si las personas no pasan por varios años de refinamiento, si no soportan una cierta cantidad de sufrimiento, no serán capaces de deshacerse de la esclavitud de la corrupción de la carne en sus pensamientos y en su corazón. En aquellos aspectos en los que la gente sigue sujeta a la esclavitud de su naturaleza satánica y en los que todavía tiene sus propios deseos y sus propias exigencias, esos son los aspectos en los que debe sufrir. Solo a través del sufrimiento pueden aprenderse lecciones; es decir, puede obtenerse la verdad y comprenderse la voluntad de Dios. De hecho, muchas verdades se entienden al experimentar pruebas dolorosas. Nadie puede comprender la voluntad de Dios, reconocer la omnipotencia de Dios y Su sabiduría o apreciar el carácter justo de Dios cuando se encuentra en un entorno cómodo y fácil o cuando las circunstancias son favorables. ¡Eso sería imposible!(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “La gente siempre ha pedido cosas absurdas a Dios, con el mismo pensamiento en todo momento: ‘Hemos renunciado a la familia para cumplir el deber, de modo que Dios debería bendecirnos. Hemos actuado según Sus demandas, así que debería recompensarnos’. Muchos albergan estas cosas en el corazón y, a la vez, creen en Dios. […] Las personas carecen mucho de razón; no practican la verdad y, entonces, se quejan de Dios y no hacen lo que deberían. La gente debería elegir la senda de perseguir la verdad, pero está harta de la verdad, ansía los placeres carnales, siempre busca obtener bendiciones y disfrutar de la gracia, y se queja en todo momento de que las cosas que Dios demanda al hombre son demasiado excesivas. No paran de pedirle que sea misericordioso con ellos, que les conceda más gracia y que les permita sentir placer carnal. ¿Son personas que creen sinceramente en Dios? […] Estas palabras que pronuncia la gente carecen completamente de razón y fe. Las expresa porque no se han cumplido sus demandas extravagantes, cosa que ha hecho que se sienta insatisfecha con Dios. Todas estas cosas le brotan del corazón y representan completamente su naturaleza. Existen en su interior y si no las expulsa al exterior, pueden hacer que se queje de Dios y lo malinterprete en cualquier momento o lugar. Lo más probable es que la gente blasfeme de Dios, y es posible que abandonen el camino verdadero cuando y donde sea. Esto es muy natural(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Antes, me concentraba en mi deber todos los días, al punto en que prestaba poca atención a mi familia, creyendo que Dios debía recompensarme y otorgarme bendiciones. No quería bendiciones lujosas de Dios, solo un empleo que me permitiera vivir; tras conseguir un empleo, podría cumplir mejor con mi deber. Creía que era un pedido razonable, para nada excesivo. Pero al reflexionar sobre lo que habían revelado las palabras de Dios, vi que tener esos anhelos y deseos extravagantes demostraba que no me había sometido a Él; por el contrario, le exigía que hiciera esto y aquello por mí. Las palabras de Dios también me mostraron que si alguien siempre hace exigencias irracionales a Dios, le resulta difícil practicar la verdad, y es probable que traicione y abandone a Dios cuando no se cumplan sus exigencias. Entonces entendí por qué había encontrado estas dificultades. Desde afuera parecía que sufría mucho, que era realmente lamentable, pero, de hecho, experimentaba la prueba del sufrimiento. Si bien sentía que no podía soportarlo, no era que Dios me estuviera abandonando. Fue para que pudiera ver los puntos de vista incorrectos y las impurezas de mi fe, y para que pudiera corregirlos en la dirección correcta que Dios espera que la gente siga. No pude evitar preguntarme: “¿No quiero un buen empleo en el que pueda ganar algo de dinero? ¿No quiero datos móviles y tener mis necesidades básicas cubiertas? ¿No quiero poder cumplir mi deber sin obstáculos, sin problemas? Sí. Por eso, como deseo lograr esas cosas, ¿por qué Dios no dispone que las tenga? ¿Es que tengo tan mala suerte, tan poca fortuna?”. No, para nada, yo era muy afortunado. Este era el amor de Dios hacia mí. Dios había aprobado estas circunstancias en las que me encontraba. Eran instrumentación y arreglo Suyos, para que yo buscara la verdad, aprendiera lecciones y purificara las impurezas de mi fe. Si practicaba mi fe en un entorno completamente bueno y cómodo, sin experimentar ninguna situación adversa y desfavorable, mi fe y mi amor por Dios tendrían motivos, deseos e impurezas, algo que Él no aprobaría. Dios espera que la gente sea genuina, devota y obediente a Dios ante cualquier circunstancia. Igual que un niño. Si solo ama a su padre cuando este le da una vida material cómoda, pero, si no, odia a su padre y dice: “Si no me das todo lo que quiero, no te respetaré ni te reconoceré como mi padre”, ¿qué clase de niño es? No es un buen hijo y carece de conciencia y de razón. ¡Gracias a Dios! Esa era la situación que yo también enfrentaba. Vivir esas cosas era exactamente lo que necesitaba para purificar las impurezas de mi fe.

Luego leí más de palabras de Dios: “¿Qué es, hoy, creer realmente en Dios? Es aceptar Su palabra como tu realidad vida y conocer a Dios a partir de Su palabra para lograr un amor verdadero hacia Él. Para decirlo con claridad: creer en Dios tiene como propósito que puedas obedecerle, amarle y llevar a cabo el deber que debe realizar una criatura de Dios. Este es el objetivo de creer en Dios. Debes obtener el conocimiento de la hermosura de Dios, de cuán digno de veneración Él es, de cómo Él lleva a cabo la obra de salvación y perfeccionamiento en Sus criaturas; esto es lo esencial de tu fe en Dios. Creer en Dios es, principalmente, el cambio de una vida de la carne a una vida de amar a Dios; de vivir dentro de la corrupción a vivir dentro de la vida de las palabras de Dios. Es dejar de estar bajo el poder de Satanás y vivir bajo el cuidado y la protección de Dios; es ser capaz de lograr obedecer a Dios y no a la carne; es permitir que Él gane la totalidad de tu corazón, permitirle que te perfeccione y liberarte del carácter satánico corrupto. Creer en Dios tiene como objetivo, principalmente, que Su poder y Su gloria puedan manifestarse en ti, que puedas llevar a cabo Su voluntad, que cumplas Su plan y seas capaz de dar testimonio de Él delante de Satanás. La fe en Dios no debería girar alrededor del deseo de contemplar señales y prodigios ni tener como propósito el beneficio de tu carne personal. Debe consistir en buscar conocer a Dios y ser capaz de obedecerle, y, como Pedro, obedecerle hasta la muerte. Estas son las metas principales de la fe en Dios. Se come y bebe la palabra de Dios para conocerle y satisfacerle. Comer y beber la palabra de Dios te proporciona un mayor conocimiento de Él y solo después de esto puedes obedecerle. Solo teniendo conocimiento de Dios puedes amarle, y esta es la meta que el hombre debería tener en su fe en Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todo se logra por la palabra de Dios). Si bien había leído este pasaje de las palabras de Dios justo después de empezar a creer en Dios Todopoderoso, no lo entendí de verdad en ese momento. Recién después de experimentar todas esas dificultades entendí un poco la voluntad de Dios. La fe verdadera no es como yo había pensado, que si tenía fe en Dios y me esforzaba por Él, Él debía cuidarme, protegerme y satisfacer todas mis necesidades. Esa visión de la fe no es correcta. En nuestra fe, deberíamos experimentar las palabras de Dios y satisfacerlo en todo. Ya sea que Dios dé o quite, deberíamos someternos a Él y entregarnos genuinamente. Si, en su fe, la gente solo persigue conocer a Dios a través de Sus palabras y someterse a Sus arreglos soberanos, Dios aprobará su fe. Cualquiera que pueda amar a Dios al extremo y obedecerlo a muerte, como Pedro, es alguien a quien Dios ha perfeccionado. Por suerte, Dios me esclareció para que conociera la perspectiva apropiada sobre la fe a través de esta situación, lo que me hizo sentir firme y en paz. Dije una oración de sumisión a Dios solo pidiéndole que me diera la fortaleza para soportar la adversidad. Para mi sorpresa, al día siguiente, mi tío me envió algo de dinero, lo que me permitió comprar comida y datos móviles. Agradecí sinceramente a Dios por abrirme una senda.

Además, logré conseguir un empleo de medio tiempo. No era un trabajo para nada fácil, pero podía ganar suficiente para cubrir mis necesidades básicas. Experimenté de verdad que aceptar y someterme a las instrumentaciones y los arreglos de Dios es una lección fundamental que deberíamos aprender en la vida real, y que puede ayudarnos a conocer, a través de nuestra experiencia, la soberanía omnipotente y las obras maravillosas de Dios. Esta es la actitud que deberíamos tener hacia todo tipo de asuntos en la vida. Recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Al afrontar los problemas de la vida real, ¿cómo deberías conocer y entender la autoridad de Dios y Su soberanía? Cuando te enfrentes a estos problemas y no sepas cómo entender, gestionar ni experimentarlos, ¿qué actitud deberías adoptar para demostrar tu intención de someterte, tu deseo de someterte y la realidad de tu sumisión a la soberanía y las disposiciones de Dios? Primero debes aprender a esperar; después, debes aprender a buscar y, después, debes aprender a someterte. ‘Esperar’ significa esperar el tiempo de Dios, a las personas, los acontecimientos y las cosas que Él ha organizado para ti, esperar que Su voluntad se revele gradualmente para ti. ‘Buscar’ significa observar y aprender las intenciones sinceras de Dios para ti por medio de las personas, los acontecimientos y las cosas que Él ha establecido, aprender la verdad a través de ellos, lo que los humanos deben lograr y las formas que deben observar, entender qué resultados quiere obtener Dios en los humanos y qué logros quiere conseguir en ellos. ‘Someterse’, por supuesto, se refiere a aceptar a las personas, los acontecimientos y las cosas que Dios ha orquestado, aceptar Su soberanía y, por medio de esto, llegar a conocer cómo dicta el Creador el destino del hombre, cómo provee al hombre con Su vida, cómo obra la verdad dentro del hombre. Todas las cosas bajo las disposiciones y la soberanía de Dios obedecen leyes naturales y, si te decides a dejar que Dios organice y dicte todo para ti, debes aprender a esperar, a buscar y a someterte. Esta es la actitud que toda persona que quiere someterse a la autoridad de Dios debe adoptar, la cualidad básica que debe poseer toda persona que quiera aceptar la soberanía y las disposiciones de Dios. Para tener tal actitud, para poseer tal cualidad, debéis trabajar más duro. Esta es la única manera de que podáis entrar en la verdadera realidad(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Si bien ya había leído este pasaje de las palabras de Dios, al leerlo después de haber vivido adversidades, se sintió diferente. Pude ver en las palabras de Dios que buscar Su voluntad, esperar y someterse es lo primero que alguien debería hacer para abordar un problema al que se enfrente. Pero no es un tipo de espera pasivo; incluye orar, leer las palabras de Dios, buscar Su voluntad y hacer introspección. Así puedes conocer tu verdadero estado y comprender en qué deberías entrar. A través de esta búsqueda y experiencia, podemos ver la soberanía omnipotente de Dios y Sus acciones reales.

Al principio, solo quería hacer ese trabajo difícil de tiempo parcial durante un mes para ganar lo suficiente para sobrevivir, y luego dedicaría el resto del tiempo a mi deber. Pero tuve un problema con mi teléfono celular. Supuse que si trabajaba otro mes, podría comprar otro teléfono y una computadora portátil. No obstante, yo era líder de iglesia y tenía mucho trabajo de la iglesia que hacer. Para mí, cumplir mi deber era lo más importante, era mi prioridad, por lo que decidí renunciar a mi empleo. Tras enterarse de mi situación, la líder superior me dijo que, para ayudarme a cumplir bien con mi deber, la iglesia podía ayudarme a comprar una computadora portátil y a contratar un servicio de internet. Me entusiasmé mucho al oír eso, más de lo que puedo expresar. Sabía que todo esto era la gracia de Dios. También vi que Dios no me había dificultado las cosas en absoluto. Él solo quería que yo fuera sincero y obediente. Había experimentado el amor de Dios a través del sufrimiento. Antes, lo que yo imaginaba del amor de Dios por el hombre era vago y no concordaba con la realidad. Solo tras atravesar esas circunstancias y aprender una lección de ellas me di cuenta realmente de que cada una de ellas había sido instrumentada por Dios. Él lo había hecho para ponerme a prueba, para guiarme a entender poco a poco Su voluntad, para cambiar mis perspectivas equivocadas sobre la fe y conducirme a la senda de búsqueda correcta. Eso era en verdad el amor de Dios por mí. También llegué a entender cuál es la actitud correcta que se debe tener durante las adversidades.

Pronto enfrenté otra prueba real. Tras un mes en el trabajo, justo después de que me pagaran, me robaron. Huyeron con la mitad de mi salario. Pero gracias a la protección de Dios, a pesar de que tenían cuchillos, no me lastimaron. De inmediato pensé que Dios había permitido que esto sucediera debido a Sus buenas intenciones. Pensé en Job, que era muy rico, pero cuando le quitaron todas sus posesiones y murieron todos sus hijos, él se sometió incondicionalmente, no se quejó y siguió alabando el nombre de Dios. Yo no era rico, solo era una persona común. Aunque necesitaba el dinero y tenía muchos planes para lo que haría con él, estuve dispuesto a seguir el ejemplo de Job de fe y obediencia. Oré: “Dios mío, Tú eres insondable. No puedo entender completamente por qué ha sucedido esto, pero creo que Tu voluntad se esconde en ello. Estoy dispuesto a someterme a Tus arreglos. Por favor, conmueve mi corazón y guíame para que no caiga en la negatividad”. Después de orar me sentí muy tranquilo, como si nada hubiera pasado. Seguí cumpliendo mi deber tranquilamente como siempre, sin sentir preocupación ni ansiedad. Era totalmente diferente a mi actitud antes de comprender la verdad de la soberanía de Dios. Eso fue porque había aprendido que Dios había instrumentado y arreglado las cosas así para purificarme y salvarme. Mi comprensión del amor de Dios también se profundizó. El amor de Dios no se expresa solo dándonos bendiciones materiales, porque esas cosas solo pueden satisfacer nuestros deseos carnales. El amor verdadero de Dios es hacernos aprender la verdad gracias a experimentar el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de Sus palabras. Es para que sepamos por qué tenemos fe, cómo temer a Dios y apartarnos del mal, cómo amar y satisfacer a Dios y, al final, someternos a todas Sus instrumentaciones y arreglos. Recordé algunas palabras de Dios: “El amor del hombre por Dios se construye sobre la base del refinamiento y el juicio de Dios. Si solo disfrutas la gracia de Dios y tienes una vida familiar tranquila o con bendiciones materiales, entonces no has ganado a Dios y tu creencia en Él no se puede considerar exitosa. Dios ya ha llevado a cabo una etapa de la obra de la gracia en la carne y le ha otorgado al hombre bendiciones materiales, pero el hombre no puede ser perfeccionado sólo con la gracia, el amor y la misericordia. En las experiencias del hombre, este encuentra algo del amor de Dios y ve el amor y la misericordia de Dios, pero después de experimentar por un tiempo, ve que la gracia de Dios y Su amor y misericordia no pueden perfeccionar al hombre, no pueden revelar lo que está corrupto dentro del hombre y no pueden librar al hombre de su carácter corrupto o perfeccionar su amor y su fe. La obra de la gracia de Dios fue la obra de un periodo y el hombre no puede depender del disfrute de la gracia de Dios para conocer a Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer la hermosura de Dios). “¿A través de qué método se logra el perfeccionamiento del hombre por parte de Dios? Se logra por medio de Su carácter justo. El carácter de Dios se compone, principalmente, de la justicia, la ira, la majestad, el juicio y la maldición, y Él perfecciona al hombre, principalmente, por medio de Su juicio(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer la hermosura de Dios). Al leer las palabras de Dios, siento profundamente que Su obra de juicio en los últimos días en verdad es para purificar a la humanidad de toda injusticia. Las impurezas de nuestra fe y nuestras actitudes corruptas solo pueden ser purificadas a través del juicio y la revelación, las pruebas y el refinamiento de Sus palabras. Eso jamás se logrará limitándonos a gozar de la gracia y las bendiciones de Dios. Nunca hubiera comprendido estas cosas sin las palabras de Dios, y sin estas circunstancias difíciles. ¡Doy gracias a Dios Todopoderoso!

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