¿Quién causó la destrucción de nuestra familia?

16 Abr 2023

Por Cai Na, China

Mi esposo y yo crecimos en el mismo pueblo y creímos en el Señor Jesús desde pequeños, al igual que nuestros padres. Después de casarme, abrí una clínica médica, y él trabajaba como reportero de televisión. Tuvimos dos hijas adorables y una vida familiar feliz y tranquila. A fines de 2008, mi suegra y yo aceptamos la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Mi esposo no lo hizo, estaba ocupado con su carrera. Pero él apoyaba mi fe. Gracias a las reuniones y a leer las palabras de Dios Todopoderoso, aprendí que nuestro Salvador vino entre nosotros hace unos veinte años y expresó verdades para salvar a la humanidad. La obra de Dios está por terminar, y esta es nuestra única ocasión de ser salvados. Esta es una oportunidad invaluable y fugaz. Si la dejaba pasar, lo lamentaría por siempre. Para practicar mi fe y asumir un deber, cerré la clínica y empecé a difundir el evangelio con los hermanos y hermanas.

En 2010, para suprimir y erradicar las creencias religiosas, el Partido Comunista de China usó la televisión, la radio, los diarios y otros medios para difamar y desacreditar a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Arrestaba y perseguía a cristianos. Por temor a que yo lo implicara, mi esposo empezó a interponerse mi fe. Un día, me dijo: “El Partido no permite la religión y dice que los creyentes abandonan a sus familias. Renuncia a tu fe. Si te arrestan por ella, nuestra familia quedará destrozada. ¿No es lo mismo si sólo vamos a la iglesia como antes?”. Le dije: “En todos estos años como creyente, ¿me has visto abandonar a nuestra familia? Son mentiras inventadas por el Partido para oprimir a la Iglesia de Dios Todopoderoso. ¿Cómo puedes creer sus mentiras? Dios ha regresado y realiza una nueva obra. Quienes siguen asistiendo a esas viejas iglesias no ganarán la verdad ni la vida, incluso si siguen hasta el final. Estoy segura de que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús y voy a seguir sus pasos. No renunciaré al camino verdadero”. Al ver lo decidida que yo estaba, él me advirtió: “Sea como sea, ¡no puedes mantener tu fe y no puedes ir a reuniones!”. Después de eso, solo podía levantarme temprano y esconderme en la cocina a leer las palabras de Dios y compartir el evangelio con familiares y amigos sin que él lo supiera.

Una noche de 2012, tras una reunión, vi a mi esposo sentado en la entrada de la despensa de abajo. Cuando me vio entrar, me tiró al piso, me pateó y golpeó. Usé todas mis fuerzas para liberarme y correr hacia arriba, pero me alcanzó, me dio una cachetada y me dijo con violencia: “¡Te prohíbo asistir a más reuniones!”. Yo veía estrellas y me sangraban las comisuras de la boca. Fue la primera vez que me golpeó en más de diez años de matrimonio. Nunca imaginé que me golpearía tan violentamente tan solo debido a mi fe. En ese momento, me sentí débil y asustada. Pensé: “¿Debería dejar de ir a reuniones y de cumplir un deber por un tiempo, por si me vuelve a golpear?”. Sabía que no estaba en el estado correcto, por lo que oré pronto a Dios y le pedí fe y fuerza. Luego recordé estas palabras de Dios: “No debes tener miedo de esto o aquello; no importa a cuántas dificultades y peligros puedas enfrentarte, eres capaz de permanecer firme delante de Mí sin que ningún obstáculo te estorbe, para que Mi voluntad se pueda llevar a cabo sin impedimento. Este es tu deber, […] No tengas miedo; con Mi apoyo, ¿quién podría bloquear el camino? ¡Recuerda esto! ¡No lo olvides! Todo lo que ocurre es por Mi buena intención y todo está bajo Mi observación. ¿Puedes seguir Mi palabra en todo lo que dices y haces? Cuando las pruebas de fuego vengan sobre ti, ¿te arrodillarás y clamarás? ¿O te acobardarás, incapaz de seguir adelante?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). Sí, absolutamente todo está en manos de Dios. Sin el permiso de Dios, mi esposo no podía hacerme nada. Dios había permitido que me sucediera eso ese día. Si no me atrevía a cumplir mi deber por miedo a que me golpeara o gritara, ¿eso no sería perder el testimonio? Debía mantenerme firme en mi testimonio sin importar cuánto me oprimiera mi esposo. Seguí asistiendo a reuniones y cumpliendo mi deber como siempre.

A fines de 2012, la opresión del Partido Comunista hacia la Iglesia de Dios Todopoderoso se volvió más demente. Tomaron medidas más severas a gran escala y arrestaban al pueblo escogido de Dios. Un día, me arrestaron junto con algunos otros durante una reunión. Me retuvieron por diez días bajo el cargo de perturbar el orden público. Cuando volví a casa tras ser liberada, mi esposo estaba furioso: “¿Tienes idea? Todos mis jefes y colegas preguntaban por ti, por tu arresto debido a tu fe. Ya no puedo llevar la frente en alto ahí. ¡Es demasiado humillante!”. Le dije: “Tener fe es lo correcto y natural. Reunirse y compartir el evangelio es algo honorable. El Partido es malvado, insiste en arrestar y perseguir a cristianos. El camino verdadero ha sido perseguido desde siempre. Quienes recorren esta senda han sido perseguidos por las fuerzas de Satanás. ¿Acaso no han sido arrestados los santos de muchas eras por compartir el evangelio y dar testimonio de Dios?”. Furioso, respondió: “Dejemos algo en claro. Si prometes dejar de creer, tendremos una buena vida. Si mantienes tu fe, ¡nos divorciaremos! ¡No me interpondré en tu libertad de elegir!”. Que me amenazara con el divorcio para que renunciara a mi fe me enojó y me dejó helada. Nunca pensé que tiraría más de diez años de matrimonio a la basura debido a la opresión del Partido Comunista. Nuestro divorcio sin duda lastimaría a nuestras hijas. Yo no quería divorciarme, pero menos quería traicionar a Dios y perder mi oportunidad de seguirlo y ser salvada. No sabía cómo superar esta situación. Dije una plegaria en la que le pedí a Dios que me guiara. Recordé este pasaje de Sus palabras: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre ellas, como nacidas de disposiciones humanas o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra y todo lo que acontece es una apuesta hecha por Satanás ante Dios y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres y la interferencia de estos. Detrás de cada paso de la obra que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). Mientras consideraba las palabras de Dios, vi que aunque parecía que mi esposo me oprimía, detrás de eso, Satanás estaba usándolo para retenerme, para obligarme a traicionar a Dios y perder mi oportunidad de salvación. No podía permitir que el plan de Satanás prevaleciera. Mi esposo solo se interpuso en mi camino porque creía en los rumores del PCCh. Si yo le exponía sus mentiras y él ganaba discernimiento, tal vez dejaría de oprimirme. Por eso le dije: “La blasfemia y calumnia del Partido hacia la Iglesia de Dios Todopoderoso son solo rumores que ellos inventan. Tras todos estos años como reportero, ¿no conoces la verdadera historia de las noticias falsas del Partido? ¿No dices siempre que no se le puede creer al Partido? ¿Cuál de los creyentes en Dios Todopoderoso que conocemos ha abandonado a su familia? Hace años que estoy en la fe, ¿y no he estado cuidando bien a nuestras hijas y a nuestros padres?”. Él no tenía forma de refutar lo que dije, por lo que tan solo dijo, enojado: “Veo que no cederás. Bien, ¡ve a creer en tu Dios!”. Luego dio un portazo y se fue.

Después de eso, para mi sorpresa, fue al juzgado a tramitar el divorcio. El juez nos envió a mediación. Me quitó mi tarjeta de salario y mis tarjetas bancarias, se quedaba en casa en vez de ir a trabajar para vigilarme y que yo no pudiera ir a reuniones o a cumplir mi deber. Un día, el jefe de nuestro pueblo llamó y dijo que la policía había notificado al comité del pueblo para que se asegurara de que yo no seguía en mi fe ni predicaba el evangelio, y para que hiciera que mi esposo me vigilara de cerca. En caso contrario, si me arrestaban, ellos estarían implicados. Al oír esto, mi esposo me persiguió aun más. Una vez, mi suegra y yo hablábamos sobre las palabras de Dios en el dormitorio, pero mi esposo nos oyó, entró de prisa y gritó: “¡Aún crees! Solo piensas en ti misma, no piensas en mí ni en nuestras hijas. Si te arrestan, ¡estaremos implicados!”. Me golpeó tras decir esto. Las niñas estaban tan asustadas que se escondieron en sus cuartos y no se atrevían a salir, y mi suegra lloraba de tristeza. Me sentía muy indignada. Debido a mi fe, el Partido Comunista intimidaba a mi familia para que se interpusiera en mi camino, lo que atemorizaba a mi suegra de 80 años y a mis hijas. Una familia perfectamente feliz se había reducido a esto. Me sentía muy triste y desolada. Mi esposo siguió usando mi fe para pelear todo el tiempo. Yo no podía reunirme ni cumplir mi deber. Solo podía leer las palabras de Dios cuando él no estaba en casa. De verdad extrañaba los días en los que podía reunirme con hermanos y hermanas y cumplir un deber, pero ahora, mi casa se había convertido en una jaula. Hacía dos meses que toleraba la frialdad y las reprimendas de mi esposo a diario. Me sentía muy abatida y deprimida. No sabía cuándo terminaría. Cuando mi tristeza llegó a cierto punto, oré: “Dios Todopoderoso, sufro mucho y estoy muy triste. No sé cómo superar esta situación. Por favor, esclaréceme para que pueda comprender Tu voluntad”. Después de orar, leí palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Durante miles de años, esta ha sido la tierra de la suciedad. Es insoportablemente sucia, la miseria abunda, los fantasmas campan a su antojo por todas partes; timan, engañan, y hacen acusaciones sin razón; son despiadados y crueles, pisotean esta ciudad fantasma y la dejan plagada de cadáveres; el hedor de la putrefacción cubre la tierra e impregna el aire; está fuertemente custodiada. ¿Quién puede ver el mundo más allá de los cielos? El diablo ata firmemente todo el cuerpo del hombre, pone un velo ante sus ojos y sella con fuerza sus labios. El rey de los demonios se ha desbocado durante varios miles de años, hasta el día de hoy, cuando sigue custodiando de cerca la ciudad fantasma, como si fuera un ‘palacio de demonios’ impenetrable. Esta manada de perros guardianes, mientras tanto, mira fijamente con mirada penetrante, profundamente temerosa de que Dios la pille desprevenida, los aniquile a todos, y los deje sin un lugar de paz y felicidad. ¿Cómo podría la gente de una ciudad fantasma como esta haber visto alguna vez a Dios? ¿Han disfrutado alguna vez de la amabilidad y del encanto de Dios? ¿Qué apreciación tienen de los asuntos del mundo humano? ¿Quién de ellos puede entender la anhelante voluntad de Dios? Poco sorprende, pues, que el Dios encarnado permanezca totalmente escondido: en una sociedad oscura como esta, donde los demonios son inmisericordes e inhumanos, ¿cómo podría el rey de los demonios, que mata a las personas sin pestañear, tolerar la existencia de un Dios hermoso, bondadoso y además santo? ¿Cómo podría aplaudir y vitorear Su llegada? ¡Esos lacayos! Devuelven odio por amabilidad, empezaron a tratar a Dios como un enemigo hace mucho tiempo, lo han maltratado, son en extremo salvajes, no tienen el más mínimo respeto por Dios, roban y saquean, han perdido toda conciencia, van contra toda conciencia, y tientan a los inocentes para que sean insensibles. ¿Antepasados de lo antiguo? ¿Amados líderes? ¡Todos ellos se oponen a Dios! ¡Su intromisión ha dejado todo lo que está bajo el cielo en un estado de oscuridad y caos! ¿Libertad religiosa? ¿Los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos? ¡Todos son trucos para tapar el pecado!(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (8)). Las palabras de Dios me mostraron que el Partido Comunista es una encarnación de Satanás, un demonio que vino a la tierra. Le dice al mundo exterior que permite la libertad de culto, pero, por detrás, se opone como loco a Dios y ataca a Su pueblo elegido. En los últimos días, Dios encarnado está expresando verdades para salvar a la humanidad. El Partido teme que si la gente lee las palabras de Dios Todopoderoso, esta comprenderá la verdad y verá su cara demoniaca, y luego lo rechazará y abandonará. Entonces, su salvaje ambición de controlar a la gente para siempre quedaría hecha añicos. Por eso está tan enojado y persigue a los cristianos a lo loco, arresta y persigue a los elegidos de Dios en masa. Inventa todo tipo de mentiras para incriminar y calumniar a la Iglesia de Dios Todopoderoso, engaña a la gente que no conoce la verdad para que no se atreva a aceptar el camino verdadero. Muchos familiares de cristianos han creído sus mentiras y han perseguido al pueblo elegido de Dios. Al final, por ir en contra de Dios, ellos también irán al infierno. Cuanto más lo pensaba, más veía que el Partido Comunista en verdad es un demonio que odia a Dios y asola a la gente. Es el amargo enemigo de Dios, y llegué a odiarlo desde el fondo de mi corazón. También juré abandonarlo y rechazarlo, y seguir a Dios hasta el final.

Leí algo más en las palabras de Dios. “El gran dragón rojo persigue a Dios y es Su enemigo, y por lo tanto, en esta tierra, los que creen en Dios son sometidos a humillación y opresión […]. Al embarcarse en una tierra que se opone a Dios, toda Su obra se enfrenta a tremendos obstáculos y cumplir muchas de Sus palabras lleva tiempo; así, la gente es refinada a causa de las palabras de Dios, lo que también forma parte del sufrimiento. Es tremendamente difícil para Dios llevar a cabo Su obra en la tierra del gran dragón rojo, pero es a través de esta dificultad que Dios realiza una etapa de Su obra, para manifestar Su sabiduría y acciones maravillosas, y usa esta oportunidad para hacer que este grupo de personas sean completadas(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Es la obra de Dios tan sencilla como el hombre imagina?). De las palabras de Dios aprendí que como el Partido trabaja en contra de Dios y es Su enemigo, aquellos en China que creemos, de seguro sufriremos gran opresión y grandes dificultades. Dios ha dispuesto esto. Dios usa estos entornos difíciles para perfeccionar nuestra fe y también para que tengamos discernimiento sobre el gran dragón rojo, podamos odiarlo y desdeñarlo, y este ya no pueda engañarnos ni dañarnos. Pero yo no conocía la voluntad de Dios. Había estado negativa, me había quejado por el sufrimiento carnal y no había buscado la verdad ni aprendido una lección. Era muy rebelde. Dios es supremo pero soporta mucho dolor y mucha humillación solo para salvar a la humanidad corrupta. Se ha hecho carne y ha venido entre nosotros para hablar y obrar, soportando constantemente la búsqueda y persecución del malvado Partido Comunista y la condena del mundo religioso. Pero Dios nunca se ha rendido respecto de salvar a la humanidad. Ha seguido expresando verdades, regándonos y nutriéndonos. Dios ha soportado toda esta humillación y todo este dolor por el bien de nuestra salvación. Y ahora que yo sufría un poco por seguir a Dios y perseguir la salvación, carecía de verdadera fe en Dios y verdadera obediencia hacia Él en mi corazón. Mi estatura era muy pequeña. En este punto, estaba llena de remordimiento y culpa, y decidí que, sin importar cómo me tratara mi esposo, no sucumbiría a la debilidad carnal, sino que me ampararía en Dios para permanecer firme, y nunca cedería ni haría concesiones a Satanás. Después, aunque mi esposo seguía oprimiéndome e interponiéndose en mi camino, oré y me amparé en Dios, y, gracias a la guía de las palabras de Dios, ya no sentía tanto dolor.

Una vez, cuando mi esposo descubrió que había compartido el evangelio con un antiguo compañero, vino a casa y me reprendió: “El Partido dice que tu prédica está destruyendo familias. Te advierto, será mejor que no evangelices a tus compañeros y amigos, o no podré mostrar mi cara”. También blasfemó a Dios. Al ver su expresión feroz de odio hacia Dios, yo me indigné. Compartimos el evangelio para que la gente pueda tener fe y aceptar la salvación de Dios, pero el Partido da vuelta las cosas. Inventan todo tipo de mentiras, dicen que estamos separando familias. ¡Es malvado y desvergonzado! Durante años, el Partido Comunista ha trabajado contra Dios, arrestando creyentes, causando el arresto y la prisión de muchos cristianos. Muchos cristianos huyen para evitar el arresto y no pueden volver a sus casas. Por eso, muchas familias se han destrozado, padres e hijos se han separado. ¡El Partido es el culpable de la destrucción de todas estas familias cristianas! Ver a mi esposo engañado por las mentiras del Partido, incapaz de distinguir lo correcto de lo incorrecto, odiando tanto a Dios y a la gente de fe, me recordó las palabras de Dios: “Cualquiera que no crea en Dios encarnado es demoniaco y, es más, va a ser destruido. […] ¿Quién es Satanás, quiénes son los demonios y quiénes son los enemigos de Dios, sino los opositores que no creen en Dios?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). “¿Por qué un esposo ama a su esposa? ¿Y por qué una esposa ama a su esposo? ¿Por qué los hijos son obedientes con sus padres? ¿Y por qué los padres adoran a sus hijos? ¿Qué clase de intenciones realmente albergan las personas? ¿No es su intención satisfacer los planes propios y los deseos egoístas?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Las palabras de Dios me mostraron la naturaleza y la esencia de desafiar a Dios de mi esposo. Yo tenía fe y compartía el evangelio, por eso, él usaba todos los medios para oprimirme, para detenerme, y decía cosas que blasfemaban a Dios. En la superficie, parecía que me atacaba a mí, pero, de hecho, él odiaba la verdad y a Dios. No había visto la esencia de mi esposo antes. Durante nuestro matrimonio, él había sido cariñoso y atento conmigo, había estado de acuerdo conmigo en todo, por lo que yo pensaba que era bueno conmigo. Nunca había imaginado que, cuando el Partido oprimiera mi fe y esto impactara en su reputación y futuro, él se convertiría en una persona totalmente diferente, empezaría a golpearme, usaría todos los medios para alejarme de mi fe y blasfemaría contra Dios. Era la manifestación de un demonio. Al principio, mantuve la ilusión de que lo habían engañado las mentiras del Partido Comunista y de que, si ganaba discernimiento sobre ellas, tal vez dejaría de ser tan opresivo. Ahora sabía que me había equivocado. Mi esposo era reportero, conocía bien la historia interna de que el Partido inventaba noticias falsas, pero igual creía sus mentiras y perseguía mi fe. En esencia, era un demonio que odiaba a Dios. También vi con claridad que él había sido bueno conmigo antes solo para usarme para que tuviera a sus hijos y cuidara de los niños y los ancianos de la familia. Eso no era amor real. Me recordó las palabras de Dios: “Creyentes e incrédulos no son compatibles, sino que más bien se oponen entre sí(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Yo era creyente, seguía a Dios, perseguía la verdad y estaba en la senda correcta. Mi esposo seguía al Partido Comunista y estaba en una senda contraria a Dios. No recorríamos la misma senda. Vivíamos juntos sin estar en armonía, eso es inherentemente doloroso. Una vez que eso estuvo claro, abandoné todas mis ilusiones respecto de él. En ese momento, mi capacidad de leer las palabras de Dios estaba limitada, y yo no podía asistir a reuniones, mucho menor podía cumplir un deber. Estaba completamente abatida. Durante esos días, oraba a Dios con urgencia, le pedía que me diera una salida.

Entonces, una noche, mi esposo dijo: “Hoy fui a que me leyeran el futuro a preguntar por mi carrera, cuándo las cosas estarán a mi favor”. Sin pensar, dije: “Vaya creyente que eres, ¿crees en esa basura malvada?”. Me sorprendí cuando su expresión cambió de inmediato y él me golpeó en el estómago. Histérico, me gritó: “Si insistes en mantener tu fe, ¡vete de esta casa!”. En el momento, me dolía tanto que creía que los órganos se habían movido de lugar. Quedé en el piso, agarrándome el estómago del dolor. Pensaba que, en esa casa, mi esposo me oprimía todos los días. No podía leer las palabras de Dios, asistir a reuniones ni cumplir un deber. Si eso seguía así, no había forma de que pudiera perseguir la verdad, y terminaría arruinada. Ahora se violentaba conmigo y amenazaba con echarme. No podía seguir soportando ese dolor, ese tormento. Decidí dejarlo, liberarme de esa prisión que era la casa, liberarme de esa vida infernal. Esa noche, yací en la cama, llorando de pena. Miraba la casa que habíamos construido con dolor, pensaba en el matrimonio de más de diez años que estaba por colapsar, una familia tan maravillosa destruida por el Partido Comunista. Sentí que la debilidad se apoderaba de mí, sobre todo al pensar en cómo estarían nuestras hijas. Nuestra hija mayor podría cuidarse sola, pero la menor solo tenía cuatro años y tenía problemas de salud. Me había abocado a cuidarla por años. Nunca habíamos estado separadas. Mi suegra también envejecía. ¿Quién cuidaría a las niñas si nos divorciábamos? Este pensamiento me resultaba desgarrador. Oré, pidiéndole a Dios que me esclareciera y me ayudara a entender Su voluntad. Tras orar, pensé en algunas palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Dios creó este mundo y trajo a él al hombre, un ser vivo al que le otorgó la vida. Después, el hombre tuvo padres y parientes y ya no estuvo solo. Desde que el hombre puso los ojos por primera vez en este mundo material, estuvo destinado a existir dentro de la predestinación de Dios. El aliento de vida proveniente de Dios sostiene a cada ser vivo hasta llegar a la adultez. Durante este proceso, nadie siente que el hombre esté creciendo bajo el cuidado de Dios. Más bien, la gente cree que lo hace bajo el amor y el cuidado de sus padres y que es su propio instinto de vida el que dirige este crecimiento. Esto se debe a que el hombre no sabe quién le otorgó la vida o de dónde viene esa vida, y, mucho menos, la manera en la que el instinto de la vida crea milagros. El hombre solo sabe que el alimento es la base para que su vida continúe, que la perseverancia es la fuente de su existencia y que las creencias de su mente son el capital del que depende su supervivencia. El hombre es totalmente ajeno a la gracia y la provisión de Dios y, así, desperdicia la vida que Dios le otorgó… Ni uno solo de esta humanidad a quien Dios cuida día y noche toma la iniciativa de adorarlo. Dios simplemente continúa obrando en el hombre —sobre el cual no tiene expectativas— tal y como lo planeó. Lo hace así con la esperanza de que, un día, el hombre despierte de su sueño y, de repente, comprenda el valor y el significado de la vida, el precio que Dios pagó por todo lo que le ha dado y la ansiedad con la que Dios espera que el hombre regrese a Él(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios es la fuente de la vida del hombre). “¿Por qué no las encomiendas a Mis manos? ¿No tienes suficiente fe en Mí? ¿O es que tienes miedo de que Yo haga disposiciones inapropiadas para ti? ¿Por qué siempre te preocupas de la familia de tu carne? ¡Siempre echas de menos a tus seres queridos! ¿Ocupo Yo un lugar determinado en tu corazón?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 59). Las palabras de Dios me mostraron que Él es la fuente de la vida humana, que Él es quien gobierna nuestros destinos. Que mis hijas crecieran sanas y salvas no está bajo nuestro control como padres, sino que está determinado por Dios. La salud de mi hija menor, lo que enfrenta en la vida y qué tipo de destino tiene, todo está predeterminado por Dios. Lo que Dios organice va a ser lo mejor, lo más apropiado. Pero mi fe en Dios era deficiente. Siempre pensé que mis hijas me necesitaban a su lado, para que las cuidara para que crecieran sanas. No las ponía en manos de Dios. Era arrogante e ignorante. Como madre, si estoy al lado de mi hija, solo puedo mantenerla abrigada y bien alimentada, pero no puedo controlar su destino. Ahora debía someterme al gobierno y las organizaciones de Dios, y entregársela a Él, abandonar mis preocupaciones, seguir a Dios, compartir el evangelio y cumplir mi deber. Entender la voluntad de Dios fue muy liberador.

Mi esposo y yo nos encargamos del proceso de divorcio al día siguiente. Cuando el funcionario supo que se debía a que yo era creyente, me advirtió: “Como se trata de religión, una vez que firme, su esposo, sus hijas y su casa desaparecerán. Es mejor que esté segura”. Al oír esto, sentí un poco de reticencia. Aunque había visto la esencia anti-Dios de mi esposo y estaba dispuesta a poner a mis hijas en manos de Dios, la idea de que mi firma significara que perdería mi casa, a mis hijas y todo me hizo dudar. Al darme cuenta de que no estaba en el estado correcto, oré en silencio y luego pensé en estas palabras de Dios: “Eres un ser creado, debes por supuesto adorar a Dios y buscar una vida con significado. Si no adoras a Dios, sino que vives en tu carne inmunda entonces, ¿no eres sólo una bestia con un vestido humano? Como eres un ser humano, ¡te debes gastar para Dios y soportar todo el sufrimiento! El pequeño sufrimiento que estás experimentando ahora, lo debes aceptar con alegría y con confianza y vivir una vida significativa como Job y Pedro. […] Vosotros sois personas que buscáis la senda correcta, los que buscáis mejorar. Sois personas que os levantáis en la nación del gran dragón rojo, aquellos a quienes Dios llama justos. ¿No es eso la vida con más sentido?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (2)). Las palabras de Dios fueron esclarecedoras de inmediato. Es cierto: soy un ser creado, y alabar a Dios es mi deber obligado. Renunciar a todo para seguir a Dios, perseguir la verdad y la vida es la senda correcta en la vida. Es la vida más valiosa y significativa. Dios ha aparecido y está obrando en los últimos días para salvar a la humanidad, y esa es una oportunidad invaluable. Tener la buena fortuna de aceptar la salvación de Dios y ganar el sustento de Sus palabras es la gracia y la misericordia de Dios. La obra de Dios está por terminar. Yo debería dejar todo de lado, esforzarme por Dios y cumplir mi deber. De lo contrarío, perderé mi oportunidad de salvación, y me arrepentiría toda la vida. Pero mi esposo le creyó al Partido Comunista, hizo todo para obstruirme y oprimirme, me trató como una enemiga. Me golpeaba ante la mera mención de la palabra “Dios”. En esa casa, yo no podía leer las palabras de Dios ni salir para asistir a reuniones o cumplir un deber. Divorciarme era la única forma para mí, en que podía creer en Dios y seguirlo. Si vivía así, ¿no sería una carcasa vacía? Terminaría en el infierno, castigada junto con Satanás. Al enfrentar los hechos, estaba completamente claro que mi esposo y mi hogar no eran mi pilar. Eran herramientas, grilletes usados por Satanás para lastimarme y arruinarme. Solo Dios es mi pilar, y solo Dios es el sustento para mi vida. Seguir a Dios y cumplir el deber de un ser creado es la única forma de ser salvada por Dios y de tener un buen destino. Pensé en Pedro, quien se liberó de las limitaciones de sus padres por tener fe y ganó la verdad y la vida. Renunció a todo para seguir al Señor Jesús. Yo debía seguir el ejemplo de Pedro, liberarme de los grilletes de mi demoniaco esposo y seguir a Dios Todopoderoso de corazón. Así, firmé los papeles del divorcio sin dudarlo.

Cuando fui a casa, mi hija mayor me dijo: “Mamá, creer en Dios es lo correcto, pero al ver que papá te trataba así, yo no quería que sufrieras de ese modo. Apoyo tu divorcio”. Oírla decir eso me dio mucho valor. Cuando mis amigos supieron del divorcio, unos veinte de ellos llegaron juntos y me insistieron en que renunciara a mi fe. Con firmeza y convicción, les dije: “Creer en Dios es la senda correcta. He cuidado muy bien a nuestros padres y a nuestras hijas, pero él ha creído las mentiras del Partido y se interpuso en el camino de mi fe. Me golpeó y me gritó, me obligó a este divorcio. He vivido sin integridad ni dignidad. No tengo otra opción. ¡El Partido Comunista destruyó a nuestra familia!”. No tuvieron respuesta.

Después, me fui de casa y me uní a aquellos que cumplían su deber. Empecé a difundir el evangelio con los hermanos y hermanas, leía las palabras de Dios todos los días, compartía sobre la verdad y disfrutaba el sustento de las palabras de Dios. Me sentía en paz y en calma. Tras ser perseguida por el Partido Comunista y oprimida por mi esposo, vi completamente la malvada cara del Partido que odia a Dios y devasta a la gente. De verdad es la encarnación de Satanás y el amargo enemigo de Dios. Lo desprecié y rechacé desde el fondo de mi corazón. También gané discernimiento de la esencia anti-Dios de mi esposo y me liberé de la jaula de esa casa. Todo eso fue la salvación de Dios.

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