La senda al reino de Dios no siempre es llana

5 Jun 2022

Por Senen, India

Nací en una familia cristiana y desde temprana edad seguí la fe en Dios de mis padres. También solía ir a reuniones y participar en varias actividades en la iglesia. En marzo de 2020, un día conocí a una hermana en Facebook. Hablamos de la fe en el Señor, y me parecieron muy novedosas las cosas de las que hablaba ella. Por ejemplo, me preguntó si conocía los criterios de entrada en el reino de los cielos y, al instante, me picó la curiosidad por este tema. Pensé: “Hace mucho que creo en el Señor, pero los pastores y ancianos jamás han hablado de los criterios de entrada en el reino de los cielos. Tampoco he pensado nunca si realmente podemos entrar en él creyendo como lo hacemos”. Era la primera vez que oía hablar del tema y tenía curiosidad por conocer la respuesta. Luego, al asistir a reuniones y leer las palabras de Dios Todopoderoso, entendí que, tras ser corrompidos por Satanás, tenemos dentro una naturaleza pecaminosa y solemos pecar. Si no eliminamos esta naturaleza pecaminosa, no podemos librarnos de pecado. Los que son así de inmundos y corruptos no son aptos para entrar en el reino de los cielos porque Dios es justo y santo, y la gente no puede verlo si no es santa. Añadió: “El Señor Jesús ha vuelto como Dios Todopoderoso para expresar muchas verdades, realizar la obra del juicio y purificar a la gente. Lo hace para eliminar nuestra naturaleza pecaminosa y salvarnos de todo pecado. Solo si aceptamos la obra del juicio de Dios en los últimos días y nos purificamos de corrupción seremos aptos para entrar en el reino de los cielos”. También me leyó unas palabras de Dios Todopoderoso: “Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme a las intenciones de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, el egoísmo y la vileza, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu fe en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme a las intenciones de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; de lo contrario, serás incapaz de alcanzar la santidad ya que solo has sido redimido. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad). “Aunque Jesús vino entre los hombres e hizo mucha obra, solo completó la obra de redimir a toda la humanidad y sirvió como ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no solo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y, así, una vez que el hombre fue perdonado por sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a un reino más elevado. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). La hermana, además, me enseñó su entendimiento de las palabras de Dios. Después de escucharlo, pensé en mis actos y conductas y en los de mis hermanos y hermanas. Tuve que admitir que, en nuestra fe en el Señor, habíamos quedado absueltos de pecado, que gozábamos de la abundante gracia del Señor, que hacíamos buenas acciones, que éramos amables y no pegábamos ni reprendíamos a nadie, pero que aún éramos capaces de mentir y pecar a menudo, que éramos arrogantes y despreciábamos a otros, que rivalizábamos con otras personas por la reputación y la ganancia, y todavía envidiábamos y odiábamos a otra gente. Todos vivíamos atrapados en un bucle de pecado y confesión, y luchábamos constantemente con el pecado. Fue tras leer las palabras de Dios Todopoderoso cuando entendí que esto era porque no se había eliminado la naturaleza pecaminosa dentro de nosotros. En las palabras de Dios Todopoderoso también hallé el modo de librarme de pecado y ser salvado por Dios: aceptar la obra del juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días. Una vez purificado nuestro carácter corrupto es cuando somos aptos para entrar en el reino de Dios. Las palabras de Dios Todopoderoso me parecieron muy buenas y prácticas. Sus palabras me iluminaron el corazón y me hicieron comprender verdades que nunca antes había oído. Después, leía diligentemente las palabras de Dios Todopoderoso, asistía de forma activa a reuniones virtuales, hablaba con los hermanos y hermanas de nuestro conocimiento y entendimiento de la palabra de Dios y, siempre que nos veíamos, me resultaba muy gratificante y ameno. Tiempo más tarde, conocía multitud de verdades y misterios que no había conocido antes en mi fe en el Señor ni con la lectura de la Biblia, tales como qué es la encarnación, cómo discernir al Cristo verdadero de los falsos, el misterio del nombre de Dios, el propósito de Su plan de gestión, cómo corrompe Satanás a la humanidad, cómo obra Dios paso a paso para salvarla, cómo se materializa Su reino en la tierra, etc. En las palabras de Dios Todopoderoso, asimismo, recibí respuesta a muchas cosas de la Biblia que antes me habían confundido. Comprendí que solo el propio Dios podría revelar estas verdades y estos misterios y que ningún ser humano podría tener el poder de revelar estos últimos. Por tanto, comprobé que la palabra de Dios Todopoderoso es la verdad y la voz de Dios, ¡y que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús! Estaba muy emocionado. Les conté a muchos amigos la buena nueva del regreso del Señor y también les dije que estudiaran la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días.

No obstante, poco después, la iglesia a la cual yo pertenecía, la Iglesia Baptista del Noreste de India, se puso a difundir entre los creyentes documentos elaborados por los pastores religiosos para condenar a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Estos documentos estaban llenos de calumnias y difamaciones del PCCh hacia la Iglesia y prohibían a sus seguidores asistir a reuniones en ella. Su contenido también se emitió en importantes canales de TV de India. En cuanto encendías el televisor o la computadora y mirabas las noticias, veías este tipo de propaganda negativa. Pronto se extendió a todo el país. Ver que estos pastores y líderes del mundo religioso tergiversaban descaradamente los hechos y difundían rumores y falacias para calumniar y condenar a Dios Todopoderoso me enojaba y entristecía mucho. En aquella época, muchos que estudiaban conmigo la obra de Dios de los últimos días abandonaron los grupos de reunión porque los desorientaron. Algunos hasta intentaron disuadirme: “El PCCh condena esta iglesia y no se debe creer en ella”. Me decepcionó que renunciaran al camino verdadero, y los compadecía. El PCCh es un régimen ateo. No cree para nada en Dios y persigue constantemente la fe religiosa. ¿Por qué prefería esta gente creer en el PCCh, un partido político ateo, en vez de escuchar la voz de Dios o estudiar Su obra? ¿Cómo podían ser tan necios? Justo entonces, un amigo de mi pueblo vio mi estado de WhatsApp, que decía: “El Señor ha regresado, y el reino de Cristo ha venido a la tierra”, y me preguntó si había asistido a reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Contesté que sí. Me dijo que no debía creer en ella. Además, me envió rumores y falacias que calumniaban a la Iglesia de Dios Todopoderoso, y me dijo: “El pastor nos advirtió que no siguiéramos a Dios Todopoderoso. Es imposible que el Señor regrese en la carne en los últimos días, así que no podemos asistir a reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso”. No flaqueé ante sus palabras porque, para entonces, los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso me habían enseñado la verdad de la encarnación: que el Señor volvería encarnado en los últimos días, algo planeado hace mucho por Dios y demostrado por las profecías del Señor Jesús. El Señor Jesús dijo: “Como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre(Mateo 24:27). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación(Lucas 17:24-25). “Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre(Mateo 24:44). Cuando el Señor Jesús profetizó Su regreso en los últimos días, mencionó muchas veces: “la venida del Hijo del Hombre”, “vendrá el Hijo del Hombre” y “el Hijo del Hombre en Su día”. Aquí, “Hijo del Hombre” se refiere a la encarnación. Dios Todopoderoso ha venido en los últimos días y expresado muchas verdades. Es la venida del Hijo del hombre, la aparición del Salvador, lo que cumple las profecías del Señor Jesús. También sabía que solo Dios es la verdad, el camino y la vida. Si una persona es capaz de expresar la verdad y la palabra de Dios y de realizar la obra de juicio y purificación en los últimos días, esta persona debe de ser Dios encarnado. Por muy normal que sea Su aspecto, tenga o no estatus o poder, Sus palabras y Su obra son lo más importante que hay. Este es el mejor modo de demostrar Su identidad y estatus. Le conté a mi amigo lo que yo entendía y le dije: “Dios es el Señor de la creación, Dios puede hacer lo que desee. Lo que debemos hacer los seres humanos es buscar, no juzgar y delimitar a Dios. Las reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso me resultan de gran provecho y me ayudan a comprender muchas verdades, por lo que no dejaré de ir a ellas. Cuando creemos en Dios, debemos escuchar Su voz, no escuchar a la gente sin reflexionar. Según la Biblia: ‘Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres’ (Hechos 5:29)”. Mi amigo me respondió muy serio: “Si continúas creyendo en Dios Todopoderoso, cuando vuelvas al pueblo, te interrogará el Consejo Supremo. El pastor no te dejará creer en eso y los del pueblo te rechazarán. ¿Has pensado en todo esto?”. Le contesté: “No es alarmante el rechazo de la gente. Lo que asusta es no seguir las huellas de Dios y que Él te desampare. ¿Has pensado que, si Dios Todopoderoso es el auténtico regreso del Señor Jesús y no lo aceptamos, caeremos en el desastre y nos quedaremos llorando y crujiendo los dientes? El regreso del Señor es un asunto importante; ¿por qué no lo buscas y estudias?”. Pero rechazó igualmente mi consejo.

Más adelante, mi amigo contó a mis padres que creía en Dios Todopoderoso. Toda la semana posterior, mis padres me llamaban y reprendían a diario: “El pastor no para de decirnos que te impidamos ir a las reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Tienes que dejar de ir a esas reuniones ¡e irte de esa iglesia!”. Les respondía: “La Iglesia de Dios Todopoderoso no es como dice el pastor. Al asistir a sus reuniones, he podido comprender muchas verdades que antes no comprendía. Este es el camino verdadero, y no me he descarriado”. Quería darles testimonio de la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, pero los habían desorientado tanto con los rumores que no me dejaban hablar más. Después, por la pandemia, volví de la universidad a casa. Al ver mis padres que solía asistir a reuniones virtuales de la Iglesia de Dios Todopoderoso, trataban de cohibirme. También los vecinos hablaban de mí y decían que me había vuelto loco por creer en Dios Todopoderoso e ignorar al pastor. Mis padres se enfadaban todavía más al oír estas cosas. Me reprendían al llegar a casa: “¿Sabes qué comentan de ti los del pueblo? ¿Vas a ignorar lo que te digamos y a seguir yendo a esas reuniones?”. Yo respondía: “Sí, seguiré asistiendo a ellas”. Mis padres estaban muy enfadados y se esforzaron aún más por pararme. Solían interrumpirme en las reuniones, lo que me dificultaba asistir tranquilamente. Una vez estaba orando tras una reunión y, al abrir los ojos, de pronto vi a mi padre parado al lado y mirándome fijamente, lo cual me asustó y me provocó taquicardia. Airado, me gritó: “¡Desconéctate y sal del grupo de reunión ya!”. Yo les anunciaba a mis padres: “El Señor Jesús ha vuelto realmente como Dios Todopoderoso y ya está realizando una nueva obra. Si no seguimos las huellas de Dios y no aceptamos Su obra del juicio en los últimos días, no podemos librarnos de pecado ni salvarnos y entrar al reino de Dios y, al final, caeremos en el desastre y Él nos castigará”. Sin embargo, no me hacían ningún caso y repetían los rumores y falacias que predicaba el pastor. Para ellos era imposible que Dios se hubiera encarnado en una mujer. Recapacité: “¿Cómo puedo hablar con ellos?”. Me acordé de un pasaje de la palabra de Dios Todopoderoso que me habían leído los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso: “Cada etapa de la obra realizada por Dios tiene su propio sentido práctico. En aquel entonces, cuando Jesús vino, lo hizo en forma de varón, y cuando Dios viene esta vez, toma la forma de mujer. A partir de esto se puede ver que la creación de Dios de ambos el varón y la mujer puede ser útil para Su obra y que con Él no hay distinción de género. Cuando Su Espíritu viene, Él puede adoptar cualquier carne que desee y esa carne puede representarlo. Sea varón o mujer, puede representar a Dios mientras sea Su carne encarnada. Si Jesús hubiera aparecido como mujer cuando vino —en otras palabras, si el Espíritu Santo hubiera concebido una niña, y no un niño— esa etapa de la obra se habría completado de todas formas. Si esto hubiera ocurrido, la etapa actual de la obra la hubiera tenido que completar un varón, pero de todas maneras la obra se habría completado. La obra llevada a cabo en cada etapa tiene su significado; ninguna de las dos etapas de la obra se repite ni entra en conflicto con la otra(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación). Recuerdo que me enseñaron que la encarnación de Dios se da cuando Su Espíritu se reviste de carne y se vuelve un Hijo del hombre común, por lo que, sea esta persona hombre o mujer, es el propio Dios, capaz de expresar la verdad y de realizar Su obra. El Señor Jesús era hombre. Lo crucificaron por la humanidad, y cargó con los pecados de la gente, con lo que consumó la obra de redención de la humanidad. En los últimos días, Dios viene encarnado en una mujer y, sobre la base de la obra del Señor Jesús, expresa toda verdad necesaria para salvar a la humanidad y realiza la obra de juzgar y purificar a la gente. Por tanto, sea hombre o mujer el Dios encarnado, Él puede expresar la verdad y hacer la obra de redimir y salvar a la humanidad. Si Dios se hubiera encarnado en ambas ocasiones como hombre, la gente lo circunscribiría al creer que solo podría encarnarse como tal, no como mujer. Así pues, ¿acaso las mujeres no enfrentarían aún más discriminación y prejuicios? Dios es un Dios justo. Creó tanto al hombre como a la mujer. La primera vez, se encarnó como hombre y, en los últimos días, se ha vuelto a hacer carne como mujer, lo que significa que Él es justo tanto con los hombres como con las mujeres. Si Dios se hubiera encarnado como hombre en ambas ocasiones, sería injusto para las mujeres; por eso, Él se hizo carne como mujer en los últimos días. Eso demuestra Su justicia y que Él creó al hombre y a la mujer, y ambos son iguales ante Dios. ¡Es muy significativo! Al pensar en eso, les dije a mis padres: “Dios creó hombre y mujer a Su imagen, así que, naturalmente, Dios encarnado puede ser hombre o mujer. Da igual Su aspecto físico. Lo que importa es que, dado que puede expresar la verdad para salvar a la humanidad, es la encarnación del Espíritu de Dios, el propio Dios”. Como mis padres no podían refutarme, alegaron: “Dices que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús, pero no nos lo creemos. Lo admitiremos cuando lo hagan los pastores y ancianos. Según el pastor, Dios Todopoderoso es una persona normal nacida en una familia normal, así que no puede ser la encarnación de Dios”. Mi respuesta fue: “Cuando vino a obrar el Señor Jesús, los sumos sacerdotes, escribas y fariseos del judaísmo no lo reconocieron como Dios por Su nacimiento y aspecto normales. Negaron al Señor Jesús: ‘¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María?’. Estos fariseos solo se fijaron en el aspecto del Señor Jesús. No investigaron si Sus palabras y Su obra provenían de Dios. Por su carácter arrogante, lo juzgaron un hombre normal, no Dios. Asimismo, se inventaron rumores, calumniaron y condenaron al Señor Jesús. Los creyentes judíos los idolatraban y obedecían, con lo que les siguieron la corriente para crucificar al Señor. Al final perdieron la salvación de Dios y Él los castigó. Es igual hoy en día. Estos pastores y ancianos no investigan si las palabras expresadas por Dios Todopoderoso son la verdad y la voz de Dios. Juzgan y condenan ciegamente a Dios Todopoderoso señalando que es una persona normal y cuestionando Sus orígenes y contexto familiar. ¿No es como cuando los fariseos condenaron al Señor Jesús?”. Recordé un pasaje de las palabras de Dios que me habían leído mis hermanos y hermanas: “Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre solo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es inculto e ignorante(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Les dije a mis padres: “Para comprobar si la carne de Dios Todopoderoso es la de Dios encarnado, debemos basarnos en si Él puede o no expresar la verdad y realizar la obra de salvación de la humanidad, no en si tiene un aspecto normal. Reflexionen al respecto: ¿Creemos en el Señor Jesús por Su imagen encarnada? No. Creímos que el Señor Jesús es Cristo encarnado porque leímos Sus palabras en la Biblia, porque vimos que estas tienen autoridad y Él puede redimir a la humanidad, absolver los pecados del hombre, y porque gozábamos abundantemente de Su gracia. Hoy creo en Dios Todopoderoso porque descubrí que las palabras expresadas por Él son la verdad. Tienen autoridad y poder, y son la voz de Dios. Fue entonces cuando creí que Él es Dios encarnado, el regreso del Señor Jesús. Deberían leer ustedes también las palabras de Dios Todopoderoso. ¡No escuchen las palabras de los pastores y se las crean sin reflexionar! Si ellos toman la senda equivocada, se resisten a Dios y lo condenan, ¿los obedecerán ustedes en su resistencia y condena hacia Él?”. Cuando me oyeron mis padres, se enfadaron mucho. Me reprendieron: “Si te atreves a oponerte a los pastores y ancianos, los del pueblo te echarán. Ni siquiera eres adulto todavía; ¿adónde irías? Si eso ocurre, ¡no podremos ayudarte! Deja de hablar de estas cosas y no des testimonio de Dios Todopoderoso a nadie. Nosotros lo aceptaremos cuando lo hagan los pastores y ancianos. Mientras, no te crees problemas”. Les enseñara lo que les enseñara, no me escuchaban en absoluto y me reprendían duramente: “Nos hemos gastado muchísimo en tu educación, alimentación y ropa, pero eres muy desobediente, una decepción para nosotros”. Por entonces, mis dos hermanos también estaban de parte de mis padres. Nadie de la familia escuchaba mis consejos. Intentaba contarles a todos que Dios Todopoderoso había expresado muchas verdades y trataba de compartir con ellos lo que había aprendido, pero, dijera lo que dijera, seguían sin escucharme. Mis padres y los del pueblo siempre me habían tratado muy bien, pero ahora, solo porque creía en Dios Todopoderoso, habían cambiado de actitud hacia mí. A sus ojos me había convertido en un maleante y un paria. Ni siquiera en casa notaba ningún interés de mi familia por mí. Me sentía solo y triste. Pero yo sabía que, de todos modos, no podía dejar de asistir a las reuniones porque sabía también que, si no asistía a ellas y no me dotaba de la verdad, me resultaría imposible soportar semejante ambiente. Después, para evitar conflictos innecesarios, tenía que ocultarme de ellos e ir a las reuniones clandestinamente. No podía hablar y compartir, solamente comunicarme sin ruido, mediante mensajes, con mis hermanos y hermanas.

Una noche, el pastor y un colaborador suyo vinieron de pronto a casa. También vinieron a mirar los vecinos y algunos del pueblo. Me preguntó el pastor: “¿De qué hablan en las reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso?”. Contesté: “La Iglesia de Dios Todopoderoso da testimonio de que el Señor Jesús ha vuelto y que es Dios Todopoderoso encarnado que realiza la obra del juicio en los últimos días. También enseñamos qué clase de personas pueden entrar en el reino de los cielos, cómo ir en pos de la salvación y otros asuntos”. En tono despectivo, el pastor me pidió: “Pues cuéntame qué clase de personas pueden entrar en el reino de los cielos”. Le respondí: “Según la Biblia: ‘No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos(Mateo 7:21). ‘Debéis ser santos, porque Yo soy santo(Levítico 11:45).* En estos versículos vemos que, si queremos entrar en el reino de los cielos, debemos librarnos de pecado, purificarnos de nuestro carácter corrupto y convertirnos en personas que obedezcan la voluntad de Dios. Hoy día, todavía vivimos todos en pecado. Solemos mentir y pecar, y no practicamos las palabras de Dios, así que no podemos entrar en Su reino. Yo estaba confundido acerca de por qué estamos atrapados en un bucle constante de pecado, confesión y más pecado. ¿Por qué no podemos librarnos de la esclavitud del pecado? Fue tras leer las palabras de Dios Todopoderoso cuando entendí que, cuando creemos en el Señor, quedamos absueltos de pecado, pero nuestra naturaleza pecaminosa, la raíz de nuestro pecado, no se ha eliminado, con lo que no podemos evitar continuar mintiendo y pecando. La Biblia anuncia lo siguiente: ‘Sin santidad, ningún hombre contemplará al Señor(Hebreos 12:14).* El Señor es santo; por ello, si aún pecamos y nos resistimos a Dios, no podemos entrar en Su reino. El Señor Jesús ya ha vuelto para realizar la obra del juicio en los últimos días. Expresa todas las verdades que purifican y salvan a la humanidad, lo cual cumple Su profecía: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad(Juan 16:12-13). Dios Todopoderoso ha expresado muchas verdades. No solo desenmascara el misterio del plan de gestión de Dios; también desenmascara la causa principal del pecado de la humanidad y juzga y desenmascara la naturaleza satánica y el carácter corrupto de la gente, como la arrogancia, la falsedad, la maldad, etc. Desenmascara, asimismo, las diversas adulteraciones en nuestra fe en Dios y nuestras intenciones y perspectivas incorrectas, como creer en Dios solo para entrar en el reino de los cielos. Los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso experimentan el juicio y castigo de las palabras de Dios, poco a poco comprenden la verdad de su corrupción y naturaleza satánica, cultivan un arrepentimiento sincero y al final pueden librarse de las ataduras del pecado y purificar su carácter corrupto. Esto es resultado de la palabra de Dios en la Era del Reino. Si queremos entrar en el reino de los cielos, debemos aceptar la obra del juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días, y, ya purificada nuestra corrupción, seremos aptos para entrar en el reino de Dios”. Cuando terminé, señaló el pastor: “Sé que anhelas la verdad, pero todavía eres demasiado joven. Como no entiendes mucho la Biblia, te desorientan fácilmente. Ahora es preciso que dejes de seguir a Dios Todopoderoso, confieses tus pecados al Señor, te arrepientas ¡y dejes de asistir a sus reuniones!”. El pastor, al ver que lo ignoraba, añadió: “Eres una de mis ovejas. ¿Cómo te atreves a desobedecerme? Debes arrepentirte ya, abandonar la Iglesia de Dios Todopoderoso y dejar de orar en el nombre de Dios Todopoderoso”. Yo le insistí: “Jamás dejaré de seguir a Dios Todopoderoso”. Muy enfadado, me advirtió: “El Consejo Supremo de la iglesia me nombró para que ‘mirara por ti’. Si insistes en creer en Dios Todopoderoso, serás llevado ante el Consejo Supremo para que te interrogue. Debes saber que, una vez que suceda esto, no solo se verán afectados tus estudios, sino que también tendrás mala reputación en la iglesia. A lo mejor ni siquiera podrás encontrar empleo en un futuro. ¿Por qué pasar por ese problema?”. Mientras oía al pastor, sentía mucha presión, pues sabía que, una vez que me interrogara el Consejo Supremo de la iglesia, nunca me dejarían en paz. Si no dejaba de seguir a Dios Todopoderoso, cuando en un futuro necesitara un certificado, el jefe del pueblo no me lo firmaría, y tal vez ni siquiera podría encontrar empleo. Mis padres me mandaron a la universidad para que encontrara un buen empleo tras graduarme. Si no lo encontraba, seguro que mis padres pondrían más trabas todavía a mi fe en Dios Todopoderoso. Además, acababa de empezar a creer en Dios Todopoderoso y aún comprendía poco la verdad. Si me llevaban a interrogar, y ante el ataque de un grupo de personas, ¿lo soportaría? Si insistía en creer en Dios Todopoderoso, ¿me echarían de la universidad? ¿Pedirían a todos los demás creyentes que me rechazaran? Me preocupó mucho todo esto, por lo que oré en silencio a Dios para pedirle que me guiara y decirle que deseaba mantenerme firme en el testimonio de Él. Después de orar, me acordé de la palabra de Dios: “Debéis estar despiertos y esperando en todo momento, y debéis orar más delante de Mí. Debéis desentrañar las diversas tramas y argucias engañosas de Satanás, reconocer los espíritus, conocer a la gente y ser capaces de discernir todo tipo de personas, acontecimientos y cosas(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 17). “Satanás siempre está presente, devorando el conocimiento que las personas tienen de Mí en su corazón, rechinando los dientes y mostrando las garras en sus últimos estertores de muerte. ¿Deseáis caer presas de sus estratagemas engañosas en este momento? ¿Deseáis arruinar vuestra vida en el momento en el que se complete finalmente Mi obra?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 6). Con la palabra de Dios entendí que estas cosas que me pasaban eran trampas de Satanás. Satanás usaba a la gente que me rodeaba para perturbarme e impedirme que siguiera a Dios. Aunque tenía poca estatura y conocía poco la verdad, estaba dispuesto a ampararme en Dios para mantenerme firme y humillar a Satanás. Así pues, le dije al pastor: “No dejaré de asistir a las reuniones. Continuaré siguiendo a Dios Todopoderoso”. Mis padres se enfadaron mucho porque no hice caso al pastor. Mi padre me miró fijamente y gritó: “¿Cómo se te ocurre decir que no? ¡Antes de que se vaya el pastor, debes jurar que dejarás de creer en Dios Todopoderoso!”. También me amenazó el pastor diciéndome que, si no dejaba de ir a las reuniones en el plazo de una semana, tendría que llevarme al Consejo Supremo para que me interrogara. Sin embargo, no me arrepentí, ya que sabía muy bien que había decidido lo correcto. Antes de aceptar la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, creía en Dios, pero no entendía las exigencias de entrada en el reino de los cielos. Unas veces tenía la cabeza llena de fantasías, y otras, como solía pecar y no sabía si podría entrar al reino, estaba confundido. Ahora por fin lo comprendía. Fueron las palabras de Dios Todopoderoso las que me hicieron ver claro este malvado mundo y entender cómo corrompe Satanás a la humanidad. De no haber leído las palabras de Dios Todopoderoso, no me habría enterado para nada de cómo librarme de las ataduras del pecado ni de la corrupción de Satanás. Por tanto, sin importar cómo me obstaculizaran, jamás renunciaría a seguir a Dios Todopoderoso. Al ver el pastor que no tenía intención de renunciar, se marchó airadamente.

Mis padres también estaban muy enfadados porque había rechazado al pastor y me advirtieron, furiosos: “Te has atrevido a desautorizar al pastor y a hacer algo prohibido por la iglesia. Según la costumbre, debes ser expulsado del pueblo. Si los del pueblo te rechazan, cuando en un futuro necesites un certificado, el jefe del pueblo no te lo firmará. Tampoco podrás encontrar empleo. ¿Has pensado en estas consecuencias? ¿Adónde irás entonces? Eres un simple estudiante. No tienes dónde alojarte y no podrás trabajar. ¿Cómo sobrevivirás?”. Mi padre añadió que le daba vergüenza tener un hijo como yo. Para él, los había deshonrado enormemente y en lo sucesivo no sería hijo suyo. Era la primera vez en mi vida que mi padre me reprendía de esta manera. Llegó a decirme cruelmente que ya no era hijo suyo. No podía creerme que mis padres dijeran cosas semejantes. Estaba muy triste y no hablé. Prosiguió mi padre: “Te lo repito: si sigues creyendo en Dios Todopoderoso, ¡más te vale devolverme todo el dinero que me gasté en tu crianza!”. Ese comentario de mi padre delante de los del pueblo me hizo sentirme muy humillado y triste. Mis padres me habían tratado bien siempre. De entre sus diez hijos, yo era su preferido y aquel en el que tenían más expectativas. Jamás me habían dicho nada tan despiadado, pero ahora habían cambiado totalmente de actitud. Extrañaba la bondad de mis padres para conmigo y no quería problemas con ellos. Me sentía muy débil y no sabía qué hacer, así que oré a Dios para pedirle que me guiara frente a ese ambiente. Luego recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Debes sufrir adversidades por la verdad, debes entregarte a la verdad, debes soportar humillación por la verdad y, para obtener más de la verdad, debes padecer más sufrimiento. Esto es lo que debes hacer. No debes desechar la verdad en beneficio de una vida familiar pacífica y no debes perder toda una vida de dignidad e integridad por el bien de un disfrute momentáneo. Debes buscar todo lo que es hermoso y bueno, y debes buscar un camino en la vida que sea de mayor significado. Si llevas una vida tan vulgar y no buscas ningún objetivo, ¿no estás malgastando tu vida? ¿Qué puedes obtener de una vida así? Debes abandonar todos los placeres de la carne en aras de una verdad y no debes desechar todas las verdades en aras de un pequeño placer. Las personas así, no tienen integridad ni dignidad; ¡su existencia no tiene sentido!(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). La palabra de Dios me motivó. Entendí que debía sufrir para alcanzar la verdad. Aunque mi familia se opusiera a mí, el pastor me estorbara, los del pueblo me juzgaran y me sintiera atormentado y algo débil, dijeran lo que dijeran, no podía renunciar a creer en Dios Todopoderoso. Leyendo las palabras de Dios Todopoderoso y escuchando las enseñanzas de los hermanos y hermanas en las reuniones, comprendí multitud de verdades y misterios, y ya había comprobado dentro de mí que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús, que ha regresado, el Cristo de los últimos días, por lo que no podía dejar de ir a las reuniones. Sabía que, si dejaba de ir a las reuniones, las cosas se calmarían. Mi familia ya no se opondría a mí y me trataría igual de bien que antes, y nadie se reiría más de mí, pero perdería la oportunidad de alcanzar la verdad y ser salvado por Dios. Me dije a mí mismo que no podía renunciar a la verdad ni traicionar a Dios por el rechazo de mi familia. Las palabras de Dios Todopoderoso son la verdad. Solo Dios Todopoderoso puede advertirnos de cómo corrompe Satanás a la humanidad y solo Él nos ha señalado el camino para que nos libremos de pecado y Dios nos salve. Valía la pena que fuera capaz de sufrir en la actualidad para alcanzar la verdad. Por consiguiente, decidí no padecer las limitaciones de mi familia. Aunque ya no me pagaran las clases, aunque me echaran del pueblo y se me complicara la vida, no renunciaría a creer en Dios y perseguir la verdad.

Durante la semana siguiente, el pastor ordenó a dos colaboradores que vinieran a nuestra casa todas las noches. Todos los días repetían las mismas palabras para que dejara de asistir a las reuniones. Dijeran lo que dijeran, continué yendo a ellas. Esos días oraba a menudo a Dios para pedirle que sosegara mi corazón y me guardara de esas perturbaciones. Más adelante, como mi tío temía que ridiculizaran a mi familia si el asunto se sabía demasiado por ahí, acudió al pastor a debatir una nueva estrategia. Me llevaron a un teólogo doctor en Teología que conocía muy bien la Biblia. Cuando nos encontramos, me preguntó: “¿Por qué crees en Dios Todopoderoso? ¿Te das cuenta de que Dios Todopoderoso no es más que una persona normal? ¿Por qué habrías de creer en una persona?”. Yo repliqué: “Dios Todopoderoso es Dios encarnado. Parece una persona normal, pero lleva dentro el Espíritu de Dios y es la encarnación del Espíritu de Dios. No solo tiene una humanidad normal, sino también plena divinidad. Es como el Señor Jesús: aparentemente un hombre normal, en realidad era el Hijo encarnado del hombre, el propio Dios. Podía expresar la verdad y realizar la obra de redención y salvación de la humanidad. Dios Todopoderoso ha venido en los últimos días y expresado muchas verdades. Ha revelado diversos misterios de la verdad, como el plan de gestión de 6000 años de Dios, el misterio de la encarnación y cómo realiza Dios la obra de juicio en los últimos días para purificar y salvar a la gente. Ha desenmascarado, además, la causa principal del pecado de la humanidad. Si fuera una persona normal, ¿podría expresar tantas verdades? Dios es el Señor de la creación, fuente de la verdad; solo Él puede expresar verdades, ¡ninguna persona famosa ni importante del mundo puede expresarlas! Solo el propio Dios puede hacerlo. Nadie sino Dios puede hacerlo. Toda verdad expresada por Dios Todopoderoso basta para demostrar que Él es Dios encarnado, el propio Dios”. En cuanto dije estas cosas, el doctor en Teología me interrumpió: “Te equivocas. Toda palabra de Dios está en la Biblia y no puede haber más palabras fuera de ella. Sencillamente, las palabras de Dios Todopoderoso no pueden ser nuevas palabras de Dios”. Se lo refuté: “¿Tiene algún fundamento bíblico para ello? ¿Hay alguna prueba en la palabra del Señor Jesús? Según Él: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad(Juan 16:12-13). La Biblia profetiza que el Cordero abrirá el rollo en los últimos días. Todo esto indica que Dios hablará a Su regreso en los últimos días. Si, como afirmas, Dios no pronuncia nuevas palabras fuera de la Biblia, ¿eso no es negar toda palabra y obra del regreso del Señor?”. Con gesto impaciente, no me hizo ningún caso. Profirió algunas condenas contra Dios Todopoderoso y me pidió reiteradamente que dejara de escuchar sermones del Relámpago Oriental. Luego se puso a presumir de lo magnífica que era su titulación en Teología, de cuánto había sufrido por predicar para el Señor y demás. Dijo que yo aún era demasiado joven para entender la Biblia, que debía escucharlo a él y que dejara de reunirme con los de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Intervino entonces mi tío: “No debemos creer en aquello que condenen los círculos religiosos. Este teólogo es muy conocido por sus conocimientos bíblicos y eres afortunado de tener ocasión de hablar con él. Espero que le hagas caso y dejes de ir a reuniones”. Les respondí: “Estaba confundido acerca de la vida en pecado. No sabía por qué la gente no puede despojarse de él. Hasta que no leí las palabras de Dios Todopoderoso, no comprendí que todo se debe a la naturaleza pecaminosa en nuestro interior. Si no se elimina nuestra naturaleza pecaminosa, jamás nos libraremos de la esclavitud del pecado”. Asimismo, les di testimonio de la verdad de la encarnación. Después, el teólogo afirmó sentirse inspirado por lo que yo había compartido. Según él, eso estaba muy bien y esperaba tener la oportunidad de hablarlo conmigo en un futuro, pero insistió en que no debía aceptar a Dios Todopoderoso. Entendí que, aunque este teólogo conociera la Biblia, tuviera muchos conocimientos teológicos y buena reputación, en realidad era pobre en espíritu y no comprendía ninguna verdad. Aparte, era muy arrogante e incapaz de aceptar la verdad y no le interesaba buscar ni estudiar la obra de Dios. Al igual que los fariseos que se resistieron al Señor Jesús, no paraba de condenar la aparición y obra de Dios en los últimos días. Aquella conversación no cambió mi decisión de seguir a Dios Todopoderoso. Por el contrario, me dio discernimiento sobre los pastores, ancianos y teólogos del mundo religioso. Dejé de respetarlos y admirarlos. Y en aquella época, con la asistencia a reuniones y la lectura de la palabra de Dios Todopoderoso, también aprendí a discernir las falacias del mundo religioso. Esto me hizo estar todavía más seguro de que la palabra de Dios Todopoderoso es la verdad, y Dios Todopoderoso, la aparición del único Dios verdadero.

En una reunión hablé con los hermanos y hermanas de mis circunstancias recientes, y ellos compartieron conmigo unas palabras de Dios que me aportaron discernimiento acerca de los falsos pastores y anticristos. El Señor Jesús dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando(Mateo 23:13). “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros(Mateo 23:15). Tras leer las palabras de Dios y oír sus enseñanzas, mi corazón se sintió mucho más iluminado. Descubrí que estos pastores y líderes del mundo religioso son como aquellos fariseos hipócritas. Se resisten a la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, la condenan y hacen de todo por impedir que la gente oiga la voz de Dios y reciba al Señor. Obstaculizan la entrada de la gente en el reino de Dios. No solo no entran ellos en el reino de Dios, sino que también obstaculizan que otros lo hagan. ¡Son verdaderamente crueles! Dicen las palabras de Dios Todopoderoso: “Hay algunos que leen la Biblia en grandes iglesias y la recitan todo el día, pero ninguno de ellos entiende el propósito de la obra de Dios. Ninguno de ellos es capaz de conocer a Dios y mucho menos es conforme a las intenciones de Dios. Son todos personas inútiles y viles, que se ponen en alto para sermonear a Dios. Se oponen deliberadamente a Él mientras llevan Su estandarte. Afirman tener fe en Dios, pero aun así comen la carne y beben la sangre del hombre. Todas esas personas son diablos que devoran el alma del hombre, demonios jefes que perturban deliberadamente a aquellos que tratan de entrar en la senda correcta y obstáculos en el camino de quienes buscan a Dios. Pueden parecer de ‘buena constitución’, pero ¿cómo van a saber sus seguidores que no son más que anticristos que llevan a la gente a levantarse contra Dios? ¿Cómo van a saber sus seguidores que son diablos vivientes dedicados a devorar a las almas humanas?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todas las personas que no conocen a Dios son las que se oponen a Él). “Mira a los líderes de cada religión y denominación: son todos arrogantes y sentenciosos, y sus interpretaciones de la Biblia carecen de contexto y están guiadas por sus propias nociones y figuraciones. Todos confían en los dones y el conocimiento para hacer su obra. Si fueran incapaces de predicar nada, ¿les seguirían las personas? Después de todo, poseen cierto conocimiento y pueden predicar ciertas doctrinas, o saben cómo ganarse a los demás y cómo usar algunos trucos. Usan tales cosas para engañar a las personas y llevarlas ante ellos. Esas personas creen en Dios solo de nombre, pero, en realidad, siguen a estos líderes. Cuando se encuentran con alguien que predica el camino verdadero, algunos de ellos dicen: ‘Tenemos que consultarle a nuestro líder respecto a las cuestiones de fe’. Fíjate que la gente necesita la aprobación y el consentimiento de los demás cuando se trata de creer en Dios y aceptar el camino verdadero; ¿no es esto un problema? ¿En qué se han convertido, pues, esos líderes? ¿Acaso no se han vuelto fariseos, falsos pastores, anticristos y obstáculos para que las personas acepten el camino verdadero? Esas personas son de la misma clase que Pablo(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Dios desenmascara claramente la esencia de los líderes religiosos, de odio por la verdad y resistencia a Dios. Dios Todopoderoso ha aparecido y expresado muchísima verdad, pero ellos no la buscan en absoluto. En vez de escuchar la voz de Dios, escuchan los rumores del PCCh, el partido ateo, condenan la aparición y obra de Dios Todopoderoso, y difunden rumores para desorientar a los creyentes e impedir que oigamos la voz del Señor y lo recibamos. ¡Eso echa a perder nuestra oportunidad de salvarnos y entrar en el reino de los cielos! Aunque estos pastores y líderes suelen explicar la Biblia a la gente en la iglesia, no tienen el menor conocimiento de Dios y Su obra. Tampoco tienen un corazón temeroso de Dios. Su esencia-naturaleza es la de los fariseos. Todos ellos son unos anticristos que odian la verdad y se resisten a Dios. Recordé entonces que los creyentes del judaísmo idolatraban ciegamente a los líderes religiosos y seguían la corriente a los fariseos para resistirse al Señor Jesús, con lo que perdieron la salvación de Dios. También mis padres idolatraban a los pastores y ancianos. Aunque creían en el Señor desde hacía muchos años, no llevaban a Dios en el corazón. No comprendían la verdad y les faltaba discernimiento. Pensaban que quienes obedecían a los pastores y ancianos se sometían y seguían al Señor. Dijeran lo que dijeran los pastores y ancianos, mis padres les hacían caso. En una materia tan importante como el recibimiento al Señor, carecían de todo discernimiento y escuchaban al pastor sin reflexionar, pero cuando yo les di testimonio de las palabras de Dios Todopoderoso, no me escucharon en absoluto y repitieron las palabras de condena a Dios Todopoderoso por parte del pastor y del doctor en Teología. Llegaron a alegar: “Aunque este sea el camino verdadero, no lo aceptaremos a menos que lo hagan los pastores y ancianos”. Vi que mis padres eran dignos de compasión. ¿Así creían en el Señor? ¿No creían únicamente en los pastores y ancianos? Les dije a mis padres: “Si hubieran nacido en la Era de la Gracia, cuando apareció el Señor Jesús para obrar, serían como aquellos creyentes judíos de antaño y obedecerían a los fariseos para resistirse al Señor Jesús y condenarlo porque solamente escuchan a los pastores y ancianos. Si los pastores y ancianos condenan algo por falso, ustedes afirman lo mismo, pero no estudian para nada el camino verdadero ni tratan de oír la voz de Dios. ¿No es esto igual que quienes seguían a los fariseos y se resistían al Señor Jesús? ¿Pueden lograr buenos resultados creyendo en el Señor de esta forma?”. Con los acontecimientos de esos días tuve algo de discernimiento sobre mis padres y ya no me sentí limitado y me decidí a mantenerme firme en el testimonio de Dios.

En aquel entonces, hiciera lo que hiciera, mis padres me observaban. No podía asistir tranquilo a reuniones en casa. A su vez, de noche tenía que meterme en una pequeña parte del bosque próximo a las afueras del pueblo para las reuniones. Había muchos mosquitos e insectos. Los mosquitos me picaban bastante y no encontraba un lugar cómodo para sentarme. A veces seguía en el bosque a altas horas de la noche. A fin de que mis padres no descubrieran que había salido a reunirme, tenía que colarme de nuevo en casa a dormir y madrugar antes que ellos para que creyeran que había dormido bien toda la noche. Por el día tenía que ayudar a mis padres en el campo. Pasado un tiempo, me cansaba y me daba sueño. Era absolutamente agotador. Empecé a sentirme algo débil y no sabía cuándo acabarían esos días. En ocasiones llegué a pensar que, si hacía caso a mis padres y dejaba de ir a las reuniones, no sufriría tanto, los del pueblo no se reirían de mí y eso no afectaría a mi búsqueda de empleo. Flaqueaba un poco pensando en estas cosas. Sin embargo, luego reflexionaba que en cada reunión comprendía algunas verdades y que eran verdades que nunca antes había oído. Era reacio a renunciar a eso. En aquella época me alentaba mucho un himno de la palabra de Dios, titulado Lo que Dios perfecciona es la fe, y lo escuchaba muchas veces. Dice así: “En la obra de los últimos días se nos exige la mayor fe y el amor más grande. Podemos tropezar por el más ligero descuido, pues esta etapa de la obra es diferente de todas las anteriores. Lo que Dios está perfeccionando es la fe de las personas, que es tanto invisible como intangible. Lo que Dios hace es convertir las palabras en fe, amor y vida. Las personas deben llegar a un punto en el que hayan soportado centenares de refinamientos y en el que tengan una fe mayor que la de Job. Deben soportar un sufrimiento increíble y todo tipo de torturas sin dejar jamás a Dios. Cuando son sumisas hasta la muerte y tienen una gran fe en Dios, entonces esta etapa de la obra de Dios está completa(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La senda… (8)). Con este cántico entendí que puedo debilitarme y estar triste en momentos difíciles, pero que en ellos debía aprender a rebelarme contra la carne. Si obedecía a la carne, no podría satisfacer a Dios. Sabía muy bien que toda reunión era de provecho para que entendiera la verdad y que la verdad que escuchaba era un tesoro incalculable. Aunque todas las reuniones en el bosque a altas horas de la noche eran físicamente agotadoras y difíciles, también eran una prueba para ver si era capaz de sufrir por recibir la verdad y de tener auténtica fe en Dios. Mis padres querían que buscara reputación y fortuna en el mundo, encontrara un buen empleo, diera una buena vida a mi familia y les hiciera sentirse orgullosos. Eso querían y esperaban de mí. No obstante, si hacía caso a mis padres y dejaba de ir a las reuniones, aunque no tuviera que sufrir, no alcanzaría la verdad. Sería igual que antes: ocupado exclusivamente en divertirme y en los propósitos carnales, que no tienen sentido. Que ahora pueda aceptar la obra de Dios de los últimos días y gozar de Su provisión de tanta verdad es la mayor bendición que hay. El sufrimiento que soportaba no era nada comparado con la comprensión de la verdad y todo él tenía sentido. Pensando en esto, estaba dispuesto a renunciar a los placeres carnales y no me importaba qué dijera mi familia de mí. Solo esperaba ampararme en Dios para superar estas dificultades. Luego, con la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso, mejoró mi estado. Paulatinamente entendí que solo en las dificultades de este ambiente podría buscar más las intenciones de Dios y tener una fe más firme en Él, ¡por lo cual le estaba muy agradecido!

Continué yendo a reuniones en el bosque. Una vez, mientras estaba en una reunión, alguien, no sé quién, se enteró y se lo contó a mis padres. Al día siguiente, mi madre me dijo en el desayuno: “Pensaba que habías dejado de asistir a las reuniones tras conocer al doctor en Teología. No sabía que te escapabas corriendo a reunirte en el bosque de noche. ¿No tienes miedo?”. Mientras hablaba, se puso a llorar. Fue la primera vez que vi a mi madre llorar delante de mí. No supe qué decir. Se me estaban llenando los ojos de lágrimas. No quería lastimar a mis padres, pero sabía que no podía renunciar a seguir a Dios Todopoderoso. Me sentía muy en conflicto. En ese momento me acordé de un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando Dios obra, se preocupa por la persona y la escudriña, y cuando la favorece y aprueba, Satanás sigue de cerca, intenta desorientar a la persona y hacerle daño. Si Dios desea ganar a esta persona, Satanás hará todo lo que pueda para estorbarle usando diversas tácticas perversas para tentar, para perturbar y socavar la obra de Dios, todo ello con el fin de lograr su objetivo oculto. ¿Cuál es este objetivo? No quiere que Dios gane a nadie; él quiere robar la posesión de aquellos a los que Dios desea ganar, quiere controlarlos, hacerse cargo de ellos para que le adoren y entonces se le unan para cometer actos malvados y oponerse a Dios. ¿Acaso no es esta su siniestra motivación? […] Al hacer la guerra contra Dios, y al ir detrás de Él, el objetivo de Satanás es demoler toda la obra que Dios quiere hacer, ocupar y controlar a aquellos a los que Dios quiere ganar, extinguirlos por completo. Si esto no ocurre, pasan a ser posesión de Satanás para ser usados por él; esta es su meta(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único IV). Después de meditar las palabras de Dios, entendí que Él obra para salvar al hombre, mientras que Satanás se emplea a fondo en usar a la gente que nos rodea para ponernos trabas e impedirnos que sigamos a Dios y aceptemos Su salvación. Recordé entonces cómo la esposa de Job lo tentó para que abandonara a Dios. Era una trampa de Satanás. Pensé que, en este momento, mis amigos me perturbaban, y que el pastor y mi familia también me estorbaban y amenazaban con su presión para que dejara de creer en Dios. Todo eso fueron tentaciones y trampas de Satanás. Mis padres afirmaban temer que me echaran del pueblo y que no tuviera adónde ir. Mi madre también decía que estaba preocupada por mí. Con esas palabras parecía estar preocupada, pero, en realidad, Satanás estaba utilizando a mi familia para impedirme seguir a Dios. Satanás quería obligarme a renunciar, que continuara siguiendo al pastor, me quedara en la religión y perdiera la salvación de Dios. No podía caer en las trampas de Satanás. Posteriormente continué asistiendo a reuniones y leyendo la palabra de Dios Todopoderoso. Sé que, en el futuro, puede que aún afronte muchas tentaciones y el asedio de Satanás y que experimente muchos contratiempos, pero dentro de mí sé que la palabra de Dios Todopoderoso es la verdad. Que pueda leer la palabra de Dios, experimentar Su obra y alcanzar la verdad tiene un hondo sentido para mí. Sufra lo que sufra, ¡vale la pena!

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