Por qué no pude enfrentar las dificultades en mi deber

26 Nov 2024

Por Li Yican, China

En noviembre de 2021, me eligieron como líder de la iglesia. Al comienzo, creí que cumplir este deber me permitiría poner en práctica la verdad para resolver los problemas, lo cual aceleraría mi crecimiento en la vida. Si bien me faltaba mucho, estaba dispuesta a aceptar y obedecer. Después de un período de capacitación efectiva, me di cuenta de que los líderes de la iglesia estaban a cargo de bastantes tareas laborales. Los líderes de la iglesia no solo tenían que vigilar la vida en la iglesia, y el riego y la obra evangélica; sino que también, participaban en tareas como el trabajo con textos y la labor de depuración de la iglesia. Durante mi primera semana, casi todos los días daba charlas y resolvía los estados de los hermanos y las hermanas en varias reuniones, mientras también organizaba e implementaba todas las tareas. Estaba hasta el cuello de trabajo. Cuando iba a casa por la noche, todavía tenía que encargarme de algunas cartas, y creía que cumplir este deber era demasiado cansador. ¿Cuándo iba a tener un descanso? No solo estaba exhausta físicamente, sino que había toda clase de dificultades y problemas en el trabajo, y tenía que soportar el estrés que eso causaba. En aquel entonces, la hermana con quien colaboraba estaba enredada en sus asuntos familiares, así que había mucho trabajo con el que ella no podía ayudarme. Con frecuencia, no podía encargarme de todo sin ayuda, y, de a poco, los divulgadores del evangelio, los regadores y los hermanos y hermanas a cargo del trabajo relacionado con textos; todos decían que casi nunca veían a los líderes y que no podían comunicarse sobre el trabajo. Todos estaban insatisfechos conmigo. Pensaba en todas las diferentes tareas que tenía que atender; todo requería tanto tiempo y energía. Así que envidiaba extremadamente a los hermanos y hermanas que cumplían deberes de una sola tarea y no necesitaban agotarse ni preocuparse tanto como yo. Tras esos pensamientos, me volví menos proactiva en mi deber de lo que había sido al principio, y, a veces, cuando los líderes del nivel superior me pedían que les informara cómo iba la implementación del trabajo, yo no respondía proactivamente.

Un día, el líder del nivel superior me envió una carta que decía que se necesitaba un técnico para cierta tarea, alguien con habilidades básicas de Informática y criterio estético. En mi interior, tenía ganas de hacerlo, y pensé para mí misma: “He hecho videos antes y tengo algunas habilidades informáticas. Además, cumplir un deber de una sola tarea me permitiría enfocarme en una profesión. Podría aprender cosas nuevas, y no sería tan cansador o preocupante como ser líder”. Entonces, pensé en escribirles a los líderes del nivel superior y decirles que mi calibre y capacidad laboral eran mediocres y que no era apta para cumplir con los deberes de liderazgo. En aquel entonces, era consciente de que mi estado no era correcto. Pensaba en cómo, cuando me encontraba con dificultades al hacer videos, no pagaba el precio correspondiente estudiando las habilidades profesionales. Cuando vi que había otro deber que no tenía muchos requisitos profesionales, presenté mi solicitud al líder para cambiarme. Una vez que me cambiaron, el nuevo deber no era tan difícil como el anterior al principio, y cuando veía resultados, estaba enérgica en mi trabajo. Sin embargo, se volvió más demandante con el tiempo y empecé a encontrarme con más dificultades. No estaba dispuesta a pagar un precio y superar esas dificultades y, de nuevo, quería cambiar de deber. Al final, me cambiaron por los resultados mediocres de mi trabajo. Ahora que cumplía deberes de liderazgo, ¿por qué aun así quería cambiarme cuando me enfrentaba a dificultades? Esta clase de estado para entonces afectaba el desempeño de mi deber. Tenía que buscar la verdad para resolverlo lo antes posible.

A la mañana siguiente, durante mi devoción espiritual, leí un pasaje de las palabras de Dios que casualmente reflejaba mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Mucha gente no comprende la verdad ni la persigue. ¿Cómo tratan el cumplimiento del deber? Lo tratan como una especie de trabajo, una especie de pasatiempo o una inversión en favor de su interés. No lo tratan como una misión o una tarea encomendada por Dios, o una responsabilidad que han de satisfacer. Menos aún tratan de comprender la verdad o las intenciones de Dios a la par que cumplen sus deberes, a fin de poder desempeñarlos bien y completar la comisión de Dios. Por eso, durante el proceso de ejecución de sus deberes, algunas personas, en cuanto soportan pequeñas penurias, se muestran reticentes y quieren escapar. Al toparse con algunas dificultades o sufrir algún revés, reculan y quieren escapar de nuevo. No buscan la verdad; tan solo piensan en huir. Como tortugas, si algo va mal, se limitan a esconderse en su caparazón y esperan a que pase el problema antes de volver a salir. Existe mucha gente así. En concreto, hay algunas personas que, cuando les piden que asuman la responsabilidad de cierta labor, no se plantean cómo ofrecer su lealtad ni cómo cumplir este deber y desempeñar bien esta labor. En lugar de eso, se plantean cómo eludir la responsabilidad, cómo evitar que las poden, cómo evitar cargar con cualquier responsabilidad y cómo salir indemnes cuando surjan problemas o errores. Lo primero que se plantean es su propia vía de escape y cómo satisfacer las preferencias e intereses propios, no cómo desempeñar bien los deberes y ofrecer su lealtad. ¿Las personas así pueden ganar la verdad? Cuando se trata de cumplir con sus deberes, no se esfuerzan en lo que respecta a la verdad ni la ponen en práctica. Para ellos, la hierba siempre es más verde al otro lado de la valla. Hoy quieren hacer esto, mañana lo otro, y creen que los deberes de los demás son mejores y más fáciles que los propios. Y, aun así, no se esfuerzan en lo que respecta a la verdad. No piensan en los problemas que conllevan estas ideas suyas ni buscan la verdad para solventar problemas. Su mente está centrada en todo momento en cuándo se harán realidad sus propios sueños, en quién está en el candelero, en quién recibe el reconocimiento de lo Alto, en quién obra sin que lo poden y consigue un ascenso. Su mente está llena de cosas así. ¿Las personas que no dejan de pensar en estas cosas pueden desempeñar adecuadamente sus deberes? Nunca lo conseguirán. Entonces, ¿qué clase de personas cumplen sus deberes de esta manera? ¿Son personas que persiguen la verdad? En primer lugar, una cosa es segura: la gente de este tipo no persigue la verdad. Busca gozar de algunas bendiciones, hacerse famosa y acaparar la atención en la casa de Dios, igual que cuando se desenvolvían en sociedad. En términos de esencia, ¿qué clase de personas son estas? Son incrédulos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Leer la palabra de Dios me conmovió. Lo que Dios exponía era exactamente mi estado. En cuanto me encontraba con dificultades al cumplir mi deber, quería desistir y evitarlas, siempre con la esperanza de poder cambiar a un trabajo más fácil. En el pasado, cuando me encontraba con dificultades al producir videos, no confiaba en Dios para estudiar habilidades técnicas y superarlas. En cambio, me acobardaba ante las dificultades, y pensaba que ese deber era demasiado exigente, que requería dedicar demasiado tiempo y energía en estudiar habilidades profesionales. Estaba mejor haciendo una tarea que no tuviera tantos requisitos profesionales o técnicos; así no tenía que sufrir tanto o sentirme tan exhausta. Para mi comodidad carnal, pedí que me cambiaran de deber. Sin embargo, cuando me encontraba con dificultades en el nuevo trabajo, aún no quería sufrir o pagar un precio, y, de nuevo, pensaba en cambiar de deber. Como nunca busqué la verdad para resolver esta situación, seguía reaccionando ante las dificultades de la misma manera: pensaba que ese deber era demasiado difícil y quería optar por uno más fácil. Vi cómo Dios exponía que las personas así no persiguen la verdad y nunca se esfuerzan, oran a Dios ni buscan la verdad para resolver las dificultades. Nunca se han tomado en serio ninguno de sus deberes, solo los usan como un medio para evitar un desenlace de muerte. Dios decía que esas personas son incrédulas. Al ver la palabra “incrédulas”, me sentí angustiada y humillada. Pensaba: “La iglesia me ha cultivado por tanto tiempo, pero temo sufrir en mi deber y me acobardo ante las dificultades. No he cumplido ninguno de mis deberes hasta el final y no he producido ningún resultado real. ¡En verdad, le debo tanto a Dios! Si sigo sin cumplir con mi deber de manera realista y sin tomar en serio la verdad o sin hacer ningún esfuerzo por ella, seré puesta a descubierto y descartada al final”. En realidad, al cultivarme como líder, la iglesia me estaba dando una oportunidad de recibir capacitación. Si bien me encuentro con muchas dificultades y problemas, y el trabajo es atareado y cansador, si puedo orar a Dios y buscar con Él cuando enfrento dificultades y problemas, conseguiré algo y lograré crecer en la vida. ¡Esto es la exaltación de Dios! Al comprender esto, tuve la voluntad de rebelarme contra mi carne y buscar más la verdad al enfrentar dificultades, y me volví más meticulosa que antes al cumplir mi deber.

Tres meses después, me eligieron como líder del distrito. Como acababa de aceptar este deber, había muchos problemas que no sabía cómo resolver, pero pensaba que, como recién había empezado la capacitación, no saber qué hacer era normal, así que estaba dispuesta a esforzarme para estar a la altura. Sin embargo, después de dos meses, vi que los resultados del trabajo de riego que supervisaba habían desmejorado. Me desanimé y sentí que este deber era realmente difícil, y pensaba: “Casi nunca me perdí una reunión con los regadores, y siempre pregunté en detalle cómo iba el riego de cada recién llegado y dispuse que la gente ofreciera apoyo a los más débiles. ¿Por qué no mejoran los resultados?”. Estaba muy negativa y también pensaba: “No puedo resolver estos problemas reales, mejor me cambio a un deber de una sola tarea. De ese modo, solo tendré que ocuparme de mi parte del trabajo y no necesitaré preocuparme de la actividad en su totalidad. Así no será tan cansador ni difícil”. Cuando tenía estos pensamientos comencé a ponerme irritable a la hora de cumplir mi deber. Al ver todas las cartas que tenía que responder todos los días, no podía evitar empezar a quejarme, y pensaba: “¿Acaso es posible responder tantas cartas?”. No estaba dispuesta a esforzarme y considerar estas cartas en detalle, y algunas las leía por encima brevemente, las descartaba por ser demasiado complicadas y las dejaba a un lado sin prestarles atención. En ese entonces, no descubrí ni revisé los problemas y las desviaciones del trabajo de riego de manera oportuna, lo cual retrasó mi trabajo. Un día, los líderes del nivel superior me enviaron una carta, que decía que había muchos problemas con el trabajo que estábamos supervisando y que este no estaba dando resultados. Me resistí en mi corazón y pensé: “¿Por qué hay tantos problemas con el trabajo? ¿Por qué nunca puedo terminar de resolverlos? Además, tengo que ser podada cuando cometo errores. ¡No puedo hacer este trabajo!”. Me di cuenta de que mi estado era incorrecto y oré a Dios: “Dios, en cuanto me encuentro con dificultades, empiezo a sentirme estresada, surge una sensación de resistencia en mi interior, y no quiero seguir cumpliendo mi deber. Dios, por favor guíame para buscar la verdad y resolver este problema”.

Durante mi búsqueda, recordé un pasaje de las palabras de Dios. Así que lo busqué para leerlo. Dios Todopoderoso dice: “Cuando la gente necesita implementar un trabajo específico sobre el que Cristo ha hablado y hacerse cargo de proyectos específicos, puede que afronten dificultades. Gritar eslóganes y predicar doctrinas es fácil, pero la implementación propiamente dicha no es algo tan sencillo. Como mínimo, es necesario que la gente se esfuerce, pague un precio y dedique tiempo para que realmente vaya y lleve a cabo estos deberes. Esto requiere, por un lado, encontrar individuos aptos y, por otro, aprender sobre la profesión involucrada investigando el conocimiento general y las teorías relacionadas con los diversos aspectos profesionales, y los métodos y enfoques operativos específicos. Además, podrían toparse con algunos problemas difíciles. Generalmente, la gente normal se siente un poco amilanada cuando se entera de estas dificultades y siente un poco de presión, pero aquellos que son leales y obedientes a Dios, al afrontar las dificultades y sentir la presión, orarán en silencio en su interior, pidiéndole a Dios que los guíe, que incremente su fe, que les brinde esclarecimiento y los asista y también que los proteja de cometer errores de modo que puedan mantenerse leales y esforzarse al máximo para lograr una conciencia tranquila. Sin embargo, las personas como los anticristos no son así. Cuando escuchan de parte de Cristo determinadas organizaciones del trabajo que ellos deben implementar y que el trabajo presenta algunas dificultades, comienzan a sentir resistencia en su interior y son renuentes a proceder. ¿Cómo es esa renuencia? Ellos dicen: ‘¿Por qué nunca me suceden cosas buenas? ¿Por qué siempre recibo problemas y exigencias? ¿Me consideran alguien ocioso o un esclavo al que se puede estar dando órdenes? ¡No soy tan fácil de manipular! Lo dices tan a la ligera, ¿por qué no intentas hacerlo tú mismo?’. ¿Es eso sumisión? ¿Es una actitud de aceptación? ¿Qué es lo que hacen? (Resistirse, oponerse). […] ¿Acaso, cuando afrontan dificultades, deben soportar esfuerzo físico y ya no pueden vivir cómodamente se empiezan a resistir? ¿Es esto sumisión incondicional y sin quejas? Se vuelven reacios ante la menor dificultad. Ante cualquier cosa que no quieren hacer, cualquier trabajo que perciben como difícil, indeseable, degradante o que otros desdeñan, se resisten ferozmente, ponen objeciones y se niegan, sin dar la más mínima muestra de sumisión. Cuando afrontan las palabras de Cristo, Sus órdenes o los principios de los que Él habla, en cuanto estos les plantean dificultades o requieren que sufran o paguen un precio, la primera reacción de los anticristos es de resistencia y rechazo, y sienten repulsión en su interior. Sin embargo, cuando se trata de cosas que están dispuestos a hacer o que los benefician, su actitud no es la misma. Los anticristos desean entregarse a la comodidad y destacar, pero ¿acaso están encantados y felizmente dispuestos a aceptar cuando eso implica afrontar el sufrimiento de la carne, la necesidad de pagar un precio o incluso el riesgo de ofender a otros? ¿Pueden alcanzar la sumisión completa en ese caso? Ni en lo más mínimo; su actitud es completamente de desobediencia y obstinación. Cuando las personas como los anticristos afrontan cosas que no quieren hacer, que no son conformes a sus preferencias, gustos o intereses personales, su actitud hacia las palabras de Cristo se vuelve una de rechazo y resistencia absolutos sin una pizca de sumisión(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (IV)). A través de la revelación de las palabras de Dios, descubrí que todos tienen dificultades y estrés cuando cumplen su deber, que aquellos que persiguen la verdad son capaces de aceptar esto de parte de Dios, y que, en medio de las dificultades, son capaces de orar a Dios, buscar la verdad para resolver los problemas y cumplir bien sus deberes. Sin embargo, los anticristos codician las comodidades de la carne y son felices cumpliendo deberes fáciles que los ponen en el centro de atención. Cuando enfrentan deberes que suponen un reto y requieren sufrimiento carnal y esfuerzo, no solo no resuelven las dificultades, también se resisten y se oponen. Vi que mi conducta era la misma que la de los anticristos. Solo me importaba codiciar las comodidades de la carne y no estaba dispuesta a pagar un precio en mi deber. Cuando el trabajo de riego que tenía a cargo no producía resultados y enfrentaba dificultades, pensaba que cumplir ese deber era duro y quería cambiar a otro para que mi carne se relajara un poco. Cuando veía que tenía que responder muchas cartas cada día, me resistía y me quejaba, simplemente, dejaba las cartas a un lado y no les prestaba atención. Entonces, las desviaciones de mi trabajo no se revertían ni se solucionaban rápidamente, lo cual afectaba los resultados del trabajo de riego. Al cumplir deberes de liderazgo, mi trabajo principal era supervisar el trabajo de riego y lograr que más recién llegados echen raíces en el camino verdadero. Sin embargo, era irresponsable con este trabajo y lo tomaba a la ligera. No me esforzaba para resolver los problemas y paralizaba el trabajo. Por cumplir mi deber así, realmente no merecía la confianza de nadie; ¡no tenía humanidad en absoluto!

Después, reflexioné: “¿Por qué siempre elijo tareas fáciles y evito las difíciles en mi deber, me acobardo ante las dificultades y me rindo frente a la adversidad?”. Leí las palabras de Dios: “Al hacer un deber, la gente siempre escoge el trabajo liviano, el menos cansado y que no implique desafiar los elementos a la intemperie. Es decir, elegir trabajos fáciles y eludir los complicados y se trata de una manifestación de codicia de las comodidades de la carne. ¿Qué más? (Quejarse siempre cuando el deber es un poco duro, un poco agotador, cuando implica pagar un precio). (Preocuparse por la comida y la ropa, y por los placeres carnales). Todas estas son manifestaciones de codicia de las comodidades de la carne. Cuando una persona así ve que una tarea es demasiado laboriosa o arriesgada, se la endosa a otra; se limita a hacer el trabajo con tranquilidad, y pone excusas, dice que tiene escaso calibre, que le falta capacidad de trabajo y no puede emprender esta tarea, si bien el verdadero motivo es que codicia las comodidades de la carne. […] También están los que siempre se quejan de las dificultades mientras hacen su deber, que no quieren esforzarse, que, en cuanto tienen un pequeño tiempo muerto, descansan, charlan distraídos o disfrutan del ocio y el entretenimiento. Y cuando el trabajo se intensifica y rompe el ritmo y la rutina de sus vidas, se sienten infelices e insatisfechos por ello. Gruñen y se quejan, y se vuelven negligentes al hacer su deber. Esto es codiciar las comodidades de la carne, ¿verdad? […] ¿Son las personas que se entregan a las comodidades de la carne aptas para desempeñar un deber? En cuanto alguien saca el tema de hacer su deber o habla de pagar un precio y de sufrir penurias, no paran de negar con la cabeza. Tienen demasiados problemas, les embargan las quejas y están llenos de negatividad. Esas personas son inútiles, no están cualificadas para hacer su deber y se las debería descartar(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (2)). “Hoy, no crees las palabras que digo ni les prestas atención; cuando llegue el día en que esta obra se esparza y veas la totalidad de ella, lo lamentarás y, en ese momento, te quedarás boquiabierto. Existen bendiciones, pero no sabes cómo disfrutarlas; y existe la verdad, pero no la buscas. ¿No atraes desprecio sobre ti mismo? En la actualidad, aunque el siguiente paso de la obra de Dios todavía está por comenzar, no hay nada adicional acerca de las cosas que se te piden y lo que se te pide vivir. Hay tanta obra y tantas verdades; ¿no son dignas de que las conozcas? ¿Son el juicio y el castigo de Dios incapaces de despertar tu espíritu? ¿Son el castigo y el juicio de Dios incapaces de hacer que te odies? ¿Estás contento de vivir bajo la influencia de Satanás, en paz y disfrutando y con un poco de comodidad carnal? ¿No eres la más vil de todas las personas? Nadie es más insensato que los que han contemplado la salvación, pero no buscan ganarla; estas son personas que se atiborran de la carne y disfrutan a Satanás. Esperas que tu fe en Dios no acarree ningún reto o tribulación ni la más mínima dificultad. Siempre buscas aquellas cosas que no tienen valor y no le otorgas ningún valor a la vida, poniendo en cambio tus propios pensamientos extravagantes antes que la verdad. ¡Eres tan despreciable! Vives como un cerdo, ¿qué diferencia hay entre ti y los cerdos y los perros? ¿No son bestias todos los que no buscan la verdad y, en cambio, aman la carne? ¿No son cadáveres vivientes todos esos muertos sin espíritu? ¿Cuántas palabras se han hablado entre vosotros? ¿Se ha hecho solo poco de obra entre vosotros? ¿Cuánto he provisto entre vosotros? ¿Y por qué no lo has obtenido? ¿De qué tienes que quejarte? ¿No será que no has obtenido nada porque estás demasiado enamorado de la carne? […] Un cobarde como tú, que siempre busca la carne, ¿tiene corazón, tiene espíritu? ¿No eres una bestia? Yo te doy el camino verdadero sin pedirte nada a cambio, pero no buscas. ¿Eres uno de los que creen en Dios? Te otorgo la vida humana real, pero no la buscas. ¿Acaso no eres igual a un cerdo o a un perro? Los cerdos no buscan la vida del hombre, no buscan ser limpiados y no entienden lo que es la vida. Cada día, después de hartarse de comer, simplemente se duermen. Te he dado el camino verdadero, pero no lo has obtenido: tienes las manos vacías. ¿Estás dispuesto a seguir en esta vida, la vida de un cerdo? ¿Qué significado tiene que tales personas estén vivas? Tu vida es despreciable y vil, vives en medio de la inmundicia y el libertinaje y no persigues ninguna meta; ¿no es tu vida la más innoble de todas? ¿Tienes las agallas para mirar a Dios? Si sigues teniendo esa clase de experiencia, ¿vas a conseguir algo? El camino verdadero se te ha dado, pero que al final puedas o no ganarlo depende de tu propia búsqueda personal(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). Tras leer las palabras de Dios, entendí que, al cumplir mi deber, me acobardaba frente a las dificultades y me rendía frente a la adversidad, y las raíces de esto eran que yo no estaba dispuesta a sufrir, que codiciaba las comodidades carnales, y que no estaba dispuesta a sufrir y pagar un precio para perseguir y llegar a la verdad. Dado que la perseguía con un punto de vista incorrecto, en cuanto me encontraba con dificultades en mi deber y mi carne tenía que sufrir, me sentía extremadamente reprimida y llena de quejas, incluso quería evadir mi deber. Recordé cómo, cuando era estudiante, y veía a mis compañeros estudiando tanto y buscando entrar a buenas universidades y destacarse en el futuro, yo desistía en cuanto pensaba en el sufrimiento que implica. Por eso, a diferencia de ellos, no logré un nivel educativo alto. En el pasado, solía pensar que mis valores de vida eran simplemente diferentes a los de los demás, y nunca tenía muchos deseos de obtener reputación y estatus. Ahora por fin entendí que no era que no me gustaba la fama, las ganancias y el estatus, sino que había estado viviendo de acuerdo a ley de supervivencia de Satanás: “La vida es demasiado corta; sé bueno contigo mismo”. Me preocupaba mucho por mi carne. En aquel entonces, aunque creía en Dios, esta ley satánica de supervivencia todavía estaba profundamente arraigada en mí. En cuanto me encontraba con dificultades en mi trabajo, protestaba y quería hacer una tarea más fácil. Estaba a cargo del trabajo de riego, que tenía que ver con la entrada en la vida de los recién llegados. Si no se riega bien a los recién llegados, y estos no pueden hacerse de una base en el camino verdadero, les resulta fácil abandonar. Pero yo no estaba dispuesta a pagar un precio o buscar la verdad para resolver las distintas dificultades de mi deber. En cambio, me acobardaba ante la adversidad, sin considerar la intención de Dios y sin tomar en cuenta el trabajo de la iglesia. Era extremadamente egoísta y despreciable. En realidad, cumplir bien cualquier deber en la casa de Dios requiere esforzarse un poco. Por ejemplo, los hermanos y hermanas que divulgan el evangelio deben esforzarse para dotarse de las verdades relacionadas con su divulgación, y además soportar la ridiculización y el abuso de los destinatarios potenciales del evangelio, e incluso enfrentan el peligro de que los detengan y pierdan la vida en cualquier momento. Además, con respecto a los deberes técnicos, solo pueden cumplirse bien si uno dedica tiempo y energía a estudiar las habilidades profesionales. Cuando los hermanos y hermanas que persiguen la verdad se enfrentan a tales dificultades, son capaces de buscar la verdad y aprender lecciones, y mejoran en sus deberes cuanto más tiempo los cumplan, y sienten que todo su sufrimiento vale la pena. En el pasado, yo no tenía esa clase de búsqueda o determinación. Mi actitud con respecto a mi deber era la de un holgazán. Quería salir del paso en todo lo que hacía, no llevaba a cabo nada y no terminaba ninguna de mis tareas. Si seguía persiguiendo las comodidades carnales y no la verdad adecuadamente, y, si no sufría y pagaba un precio para cumplir bien mi deber, no haría un buen trabajo en ningún deber. Ciertamente, me volvería una escoria inútil que debe descartarse.

Después, leí más de las palabras de Dios: “El hombre debe buscar vivir una vida que tenga sentido y no debería estar satisfecho con sus circunstancias actuales. Para vivir la imagen de Pedro, debe tener el conocimiento y las experiencias de Pedro. El hombre debe buscar las cosas que son más elevadas y más profundas. Debe buscar un amor más profundo y más puro por Dios, y una vida que tenga valor y sentido. Solo esto es vida; solo entonces el hombre será igual a Pedro. Te debes enfocar en ser proactivo rumbo hacia tu entrada en el lado positivo y no debes permitirte pasivamente recaer en aras de la facilidad momentánea, ignorando verdades más profundas, más específicas y más prácticas. Tu amor debe ser práctico y debes encontrar maneras para liberarte de esta vida depravada y despreocupada que no es diferente a la de un animal. Debes vivir una vida que tenga sentido, una vida que tenga valor y no debes engañarte a ti mismo o tratar tu vida como un juguete con el que se juega. Para cualquiera que aspire a amar a Dios, no hay verdades imposibles de conseguir y ninguna justicia por la que no puedan permanecer firmes. ¿Cómo deberías vivir tu vida? ¿Cómo debes amar a Dios y usar ese amor para satisfacer Sus intenciones? No hay asunto mayor en tu vida. Sobre todo, debes tener este tipo de aspiraciones y perseverancia, y no debes ser como esos invertebrados, esos que son débiles. Debes aprender cómo experimentar una vida que tenga sentido y cómo experimentar verdades significativas, y de esa manera no deberías tratarte a ti mismo a la ligera. Sin que te des cuenta, tu vida pasará; después de eso, ¿tendrás otra oportunidad para amar a Dios? ¿Puede el hombre amar a Dios una vez haya muerto? Debes tener las mismas aspiraciones y conciencia que Pedro; tu vida debe tener sentido y no debes jugar juegos contigo mismo. Como ser humano y como una persona que busca a Dios, tienes que considerar cuidadosamente cómo tratas tu vida, cómo te ofreces a Dios, cómo debes tener una fe más significativa en Dios y cómo, ya que amas a Dios, lo debes amar de una manera que sea más pura, más hermosa y mejor(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio). A partir de las palabras de Dios, entendí que Dios espera que intentemos perseguir la verdad como una parte importante de la vida. Si hubiera perdido mi oportunidad de alcanzar la verdad por las comodidades temporales de la carne, ¿no habría sido una necedad? Cuando el trabajo de Dios termina, si no hemos ganado la verdad o cambiado nuestra actitud, simplemente lo lamentaremos toda la vida. Durante mi deber como líder, aunque me faltaba mucho, y el trabajo implicaba una buena cantidad de dificultades y estrés gané mucho más que cuando hacía deberes de una sola tarea. No solo mejoraron mis habilidades laborales, también entendí algunos principios de la verdad. Entendí que las dificultades y el estrés, todo, era una bendición de Dios. Tomé la decisión de no seguir eludiendo y evitando mi deber por las consideraciones carnales. Cuando enfrentara dificultades, oraría y confiaría más en Dios, y buscaría la verdad para resolverlas. Poco después, comencé a buscar y analizar la razón por la cual el trabajo de riego no producía resultados. Al reflexionar y revisar, entendí que se debía principalmente a que yo era muy pasiva en mi deber y no me enfocaba en revisar las desviaciones. Cuando los recién llegados tenían problemas, yo no los resolvía con el pretexto de que no estaba calificada, y, por eso, se acumulaban muchos problemas sin vistas de una solución. Después, cuando realmente empecé a pagar un precio en mi deber, los resultados del trabajo de riego comenzaron a mejorar continuamente. Experimenté de primera mano la dulce sensación de no vivir en medio de dificultades y de poner en práctica las palabras de Dios, e incluso tenía más fe para experimentar esta situación.

Más adelante me pusieron a cargo de aún más trabajo, y, como si esto fuera poco, no estaba familiarizada con el trabajo y carecía de habilidades con respecto a la enseñanza de la verdad y la resolución de problemas. Sentía que era bastante extenuante, pero estaba dispuesta a rebelarme contra mi carne y hacer el máximo esfuerzo para cumplir mi deber. Uno o dos meses después de hacer mi trabajo, los resultados no fueron demasiado buenos. Me sentía un poco desanimada, pensaba que cumplir ese deber era muy difícil y que mis deberes anteriores eran más relajados. Me di cuenta de que mi estado era incorrecto y, entonces, oré a Dios y busqué la verdad para resolverlo. Leí las palabras de Dios: “Todos aquellos que creen realmente en Dios son individuos que se ocupan del trabajo que les corresponde, son los que están dispuestos a desempeñar su deber, son capaces de asumir una labor y la hacen bien, de acuerdo con su calibre y los preceptos de la casa de Dios. Por supuesto, al principio puede ser un desafío adaptarse a esta vida. Puede que te sientas agotado física y mentalmente. Sin embargo, si realmente tienes la determinación de cooperar y la voluntad de convertirte en una persona normal y buena, y de alcanzar la salvación, entonces debes pagar cierto precio y permitir que Dios te discipline. Cuando tengas el impulso de ser obstinado, debes rebelarte contra él y desprenderte de ese impulso, y reducir poco a poco tu obstinación y tus deseos egoístas. […] No puedes decir: ‘Esto supone demasiada presión, así que no lo voy a hacer. Solo busco ocio, tranquilidad, felicidad y comodidad al cumplir con mi deber y trabajar en la casa de Dios’. Esto no vale; no es un pensamiento que un adulto normal deba poseer, y la casa de Dios no es un lugar para que te entregues a la comodidad. Toda persona asume cierta dosis de presión y riesgo en su vida y en su trabajo. En cualquier trabajo, especialmente durante el desempeño de tu deber en la casa de Dios, debes esforzarte por obtener resultados óptimos. A un nivel mayor, esa es la enseñanza y la exigencia de Dios. A un nivel menor, es la actitud, el punto de vista, el estándar y el principio que toda persona debe adoptar en su comportamiento y sus acciones(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (5)). A partir de las palabras de Dios, entendí que, como adulta con una lógica normal, debería ser capaz de asumir el trabajo. Si bien en ocasiones surgirán dificultades que impliquen cierto sufrimiento, debo experimentarlo en el proceso de perseguir la salvación. Incluso los no creyentes tienen que sufrir mucho para ganarse la vida. En cuanto a nosotros los creyentes, el sufrimiento que soportamos cuando cumplimos nuestros deberes es significativo y beneficioso para nuestras vidas. Una vez que comprendí esto, estaba dispuesta a someterme y experimentar. Después de esto, cuando había muchas dificultades en mi deber, en ocasiones seguía sintiéndome abatida, pero no quería renunciar a mi deber a causa de estas. En cambio, podía buscar la intención de Dios en medio de las dificultades, hacer todo lo posible para estar a la altura, y considerar correctamente las dificultades y el estrés en mi deber. ¡Agradezco a Dios de corazón!

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