121 La semejanza de aquellos que aman a Dios

I

Los que aman a Dios lo obedecen,

bondad muestran sus corazones.

Y los que no, se rebelan contra Él,

luchando por su destino, sin conciencia.

Los que aman a Dios quieren justicia,

aman la verdad, viven según Sus palabras.

Tienen corazones honestos, fieles y puros.

Nunca más podrán dejar a Dios.

Aquellos que no aman a Dios son traicioneros.

Son astutos e intrigantes,

sólo con sus propios intereses en mente.

Aquellos que aman a Dios consideran Su corazón.

Gastan fielmente, soportan dificultades sin queja,

sin preocuparse por ninguna recompensa.

Todos están expuestos en la obra de Dios.

Sus palabras son brillantes como un espejo.

Todos pueden verse en Su revelación

para saber quiénes realmente son.


II

Los que aman a Dios le temen.

Practican la verdad una vez que realmente la entienden,

una vez que realmente la entienden.

Aquellos que no, no lo llevan en el corazón.

Desprecian la verdad, actúan con tanta voluntad.

Son tan odiosos, ¿acaso no es verdad?

Aquellos que aman a Dios siguen buscando Su voluntad.

Obedecen absolutamente,

tienen el principio de la oración y la acción.

Ellos son un solo corazón con Él,

comparten sus pensamientos y preocupaciones,

consideran Su voluntad en todo,

dando testimonio con dificultades y pruebas.

Todos están expuestos en la obra de Dios.

Sus palabras son brillantes como un espejo.

Todos pueden verse en Su revelación

para saber quiénes realmente son.


III

Los que a Dios aman buscan conocerlo

y tratan de cambiar su carácter.

Se someten a su arreglo sin queja alguna.

Sus corazones que aman a Dios no cambian.

Todos están expuestos en la obra de Dios.

Sus palabras son brillantes como un espejo.

Todos pueden verse en Su revelación

para saber quiénes realmente son.

Todos están expuestos en la obra de Dios.

Sus palabras son brillantes como un espejo.

Todos pueden verse en Su revelación

para saber quiénes realmente son.

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