Palabras diarias de Dios: El carácter de Dios, lo que Él tiene y es | Fragmento 238

11 Ago 2020

La obra que he planeado continúa hacia adelante sin un momento de tregua. Al haber entrado en la Era del Reino, y al haberos traído a Mi reino como Mi pueblo, tendré otras demandas que haceros; es decir, voy a empezar a promulgar ante vosotros la constitución con la que voy a gobernar esta era:

Puesto que vosotros os llamáis Mi pueblo, debéis ser capaces de glorificar Mi nombre, es decir, de permanecer firme y dar testimonio en medio del juicio. Si alguien intenta engañarme y ocultarme la verdad, o de involucrarse en negociaciones vergonzosas a Mis espaldas, todas estas personas sin excepción serán expulsadas, sacadas de Mi casa a la espera de la acción conclusiva. Los que me han sido infieles y desobedientes en el pasado, y hoy en día se levantan de nuevo para juzgarme abiertamente, ellos también serán expulsados ​​de Mi casa. Aquellos quienes son Mi pueblo tienen que cuidar constantemente de Mis cargas, así como buscar conocer Mis palabras. Sólo a gente como esta Yo esclareceré, y ellos con seguridad vivirán bajo Mi guía y esclarecimiento, y nunca encontrarán castigo. Aquellos quienes fallen en cuidar de Mis cargas, se concentren en la planificación de su futuro, es decir, aquellos quienes no orienten sus obras a satisfacer Mi corazón, sino que más bien vivan pendientes de gorronear una limosna, estas criaturas que son como mendigos, me rehúso rotundamente a utilizarlas, porque desde el día en que nacieron no saben nada de lo que significa cuidar de Mis cargas. Son personas con un sentido anormal; gente como esta sufre de “desnutrición” del cerebro, y necesitan regresar a su casa para “alimentarse”. No tengo ningún uso para gente de este tipo. Entre Mi pueblo, se requerirá a todos que consideren conocerme como un deber obligatorio a ser cumplido hasta el final, como comer, vestirse y dormir, algo que nunca se olvida por un instante, por lo que al final conocerme se convierta en una destreza tan habitual como el comer, algo que tú haces sin esfuerzo, con una mano diestra. En cuanto a las palabras que hablo, cada una debe ser tomada con la mayor certeza y completamente asimilada; no puede haber medias tintas de indiferencia. Cualquiera que no preste atención a Mis palabras se considerará directamente Mi opositor; cualquiera que no coma Mis palabras, o que no busque conocerlas, será considerado como alguien que no me presta atención, y será directamente barrido fuera de la puerta de Mi casa. Porque, como ya he dicho en el pasado, lo que deseo no es una gran cantidad de personas, sino unos pocos elegidos. Si de un centenar de personas, sólo uno es capaz de conocerme a través de Mis palabras, entonces Yo estaré dispuesto a echar a todos los demás para centrarme en esclarecer e iluminar a esta única persona. De aquí se puede ver que no es necesariamente cierto que sólo mayores números puedan manifestarme, puedan vivirme. Lo que quiero es trigo (a pesar de que los granos puedan no estar llenos) y no cizaña (aun cuando los granos estén lo suficientemente llenos como para despertar admiración). En cuanto a los que no dan ninguna importancia a buscar, sino que se comportan como vagos, deben irse por su propia voluntad; no quiero verlos nunca más, para que no traigan desgracia a Mi nombre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 5

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