Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 496
17 Sep 2020
El tratamiento del carácter externo de las personas por parte de Dios es también una parte de Su obra; ocuparse de la humanidad externa, anormal, por ejemplo, o de sus estilos de vida y hábitos, sus maneras y costumbres, así como de sus prácticas externas y su fervor. Pero cuando Él pide que las personas pongan en práctica la verdad y cambien su carácter, lo que primordialmente está siendo tratado son las motivaciones y los conceptos en su interior. Tratar solamente con tu carácter externo no es difícil; es como pedirte que no comas las cosas que te gustan, lo cual es fácil. Sin embargo, no es fácil dejar lo que concierne a los conceptos en tu interior: requiere que te rebeles contra la carne, que pagues un precio, y que sufras delante de Dios. Esto es particularmente así con las motivaciones de las personas. Desde el momento de su creencia en Dios hasta hoy, las personas han albergado muchas motivaciones incorrectas. Cuando no estás poniendo en práctica la verdad, sientes que todas tus motivaciones son correctas, pero, cuando te ocurra algo, verás que hay muchas incorrectas dentro de ti. Así pues, cuando Dios hace perfectas a las personas, provoca que se den cuenta de los muchos conceptos que hay en ellas y que están obstruyendo su conocimiento de Dios. Cuando reconoces que tus motivaciones son erróneas, si eres capaz de dejar de practicar de acuerdo a tus conceptos y motivaciones, de dar testimonio de Dios y de mantenerte firme en tu posición en todo lo que te acontece, esto demuestra que te has rebelado contra la carne. Cuando lo has hecho, se produce inevitablemente una batalla en tu interior. Satanás intentará y hará que le sigas, que sigas los conceptos de la carne y mantengas sus intereses, pero las palabras de Dios te esclarecerán e iluminarán en tu interior, y en ese momento está en ti seguir a Dios o a Satanás. Dios pide a las personas que pongan en práctica la verdad principalmente para ocuparse de las cosas de su interior, de sus pensamientos, de sus conceptos que no son según Su corazón. El Espíritu Santo toca a las personas en su interior, y lleva a cabo Su obra dentro de ellas; por tanto, existe una batalla detrás de todo lo que acontece: cada vez que las personas ponen en práctica la verdad, o el amor a Dios, se desencadena una gran batalla, y aunque todo pueda parecer estar bien con su carne, en lo profundo de sus corazones se estará desarrollando de hecho una batalla a vida o muerte. Sólo después de esta intensa lucha, después de una tremenda cantidad de reflexión, puede decidirse la victoria o la derrota. Uno no sabe si reír o llorar. Como muchas de las motivaciones internas de las personas son erróneas, o como gran parte de la obra de Dios entra en conflicto con sus conceptos, cuando las personas ponen en práctica la verdad, se libra una gran batalla entre bambalinas. Una vez puesta en práctica esta verdad, las personas derramarán detrás del escenario innumerables lágrimas de tristeza antes de decidirse a satisfacer a Dios. Es gracias a esta batalla que las personas soportan el sufrimiento y el refinamiento; esto es sufrimiento real. Cuando la batalla llegue a ti, si eres capaz de ponerte verdaderamente en el lado de Dios, podrás satisfacerle. Sufrir en el transcurso de la práctica de la verdad es inevitable; si, cuando pusieran en práctica la verdad, todo estuviese bien en su interior, no necesitarían que Dios los perfeccionase ni habría batalla, y no sufrirían. Por la gran cantidad de cosas no adecuadas en las personas para el uso de Dios, y por mucho del carácter rebelde de la carne, los seres humanos deben aprender de un modo más profundo la lección de rebelarse contra la carne. Esto es lo que Dios llama sufrimiento y es lo que le pidió al hombre que pasara junto a Él. Cuando encuentres dificultades, date prisa y ora a Dios: ¡Oh Dios! Deseo satisfacerte, deseo soportar la dificultad final para satisfacer Tu corazón, e independientemente de lo grandes que sean los reveses que sufra, seguiré satisfaciéndote. Aunque tenga que entregar toda mi vida, ¡seguiré satisfaciéndote! Con esta determinación, cuando ores así serás capaz de mantenerte firme en tu testimonio. Cada vez que ponen en práctica la verdad, cada vez que pasan por refinamientos, cada vez que son probadas, y cada vez que la obra de Dios viene sobre ellas, las personas soportan un dolor extremo. Todo esto es una prueba para ellas y, por tanto, dentro de todas ellas hay una batalla. Este es el precio real que pagan. Leer más de las palabras de Dios y correr más de un lado a otro es un poco de precio. Es lo que las personas deberían hacer, es su deber y la responsabilidad que deberían cumplir, pero tienen que dejar de lado lo que es necesario dejar de lado. Si no lo haces, por muy grande que sea tu sufrimiento externo, y por mucho que corretees, ¡todo será en vano! Es decir, sólo los cambios en tu interior pueden determinar si tus dificultades externas tienen valor. Cuando tu carácter interno ha cambiado y has puesto en práctica la verdad, todo tu sufrimiento externo obtendrá la aprobación de Dios; si no ha habido cambio en tu carácter interno, no importa cuánto sufrimiento soportes o cuánto corretees en el exterior, no habrá aprobación de Dios y las dificultades no confirmadas por Dios son en vano. Por consiguiente, que el precio que hayas pagado cuente, está determinado por si se ha producido un cambio en ti o no, y por si pones o no la verdad en práctica y te rebelas contra tus propias motivaciones y conceptos para alcanzar la satisfacción de la voluntad de Dios, el conocimiento de Dios y la lealtad a Dios. No importa cuánto corretees, si nunca te has rebelado contra tus propias motivaciones, si sólo buscas acciones y fervor externos y no prestas atención a tu vida, tus dificultades habrán sido en vano. Si, en un entorno determinado tienes algo que quieres decir, pero en tu interior no sientes que sea correcto ni que beneficie a tus hermanos y hermanas, sino que puede herirlos, entonces no lo dirás, prefiriendo quedarte internamente adolorido, porque estas palabras son incapaces de satisfacer la voluntad de Dios. En ese momento, habrá una batalla en tu interior, pero estarás dispuesto a padecer dolor y entregar lo que amas, a soportar esta dificultad para satisfacer a Dios; y aunque tendrás dolor por dentro, no complacerás a la carne, y el corazón de Dios habrá sido satisfecho; por tanto, tú también te sentirás consolado por dentro. Esto es realmente pagar un precio, y es el que Dios desea. Si practicas de esta manera, Él te bendecirá sin duda; si no puedes lograrlo, no importa cuánto entiendas ni lo bien que puedas hablar, ¡no servirá para nada! Si, en el camino hacia el amor a Dios, eres capaz de ponerte de Su lado cuando lucha con Satanás, y no acudes a este, habrás conseguido ese amor, y te habrás mantenido firme en tu testimonio.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él
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