Palabras diarias de Dios: Revelación de la corrupción de la humanidad | Fragmento 368

29 Ago 2020

A lo largo de los siglos, muchos han partido decepcionados y de mala gana de este mundo, y muchos han llegado a él con esperanza y fe. He dispuesto que muchos vengan, y he despedido a muchos. Un innumerable número de personas ha pasado por Mis manos. Muchos espíritus han sido lanzados al infierno, muchos han vivido en la carne, y muchos otros han muerto y renacido en la tierra. Sin embargo, ninguno de ellos ha tenido jamás la oportunidad de disfrutar de las bendiciones del reino presente. He dado tanto al hombre, y, sin embargo, él ha obtenido poco debido a que las arremetidas de las fuerzas de Satanás lo han dejado incapacitado para disfrutar de todas Mis riquezas. Sólo ha tenido la fortuna de contemplar, pero nunca ha sido capaz de disfrutar plenamente. El hombre nunca ha descubierto el baúl del tesoro oculto en su cuerpo para recibir las riquezas del cielo, por lo que ha perdido las bendiciones que he derramado sobre él. ¿Acaso no es el espíritu del hombre la facultad misma que lo conecta a Mi Espíritu? ¿Por qué el hombre nunca me ha tenido contacto con su espíritu? ¿Por qué se acerca a Mí en la carne, pero no obstante es incapaz de hacerlo en espíritu? ¿Pertenece Mi verdadero rostro a la carne? ¿Por qué el hombre no conoce Mi esencia? ¿En verdad no ha habido nunca ningún rastro de Mí en el espíritu del hombre? ¿He desaparecido por completo del espíritu del hombre? Si el hombre no entra en el reino espiritual, ¿cómo puede comprender Mis intenciones? ¿Existe algo en los ojos del hombre que pueda penetrar directamente el reino espiritual? Muchas han sido las veces que he llamado al hombre con Mi espíritu, sin embargo, el hombre actúa como si hubiera sido apuñalado por Mí, mirándome desde la distancia, muy temeroso de que Yo lo guíe a otro mundo. Muchas han sido las veces que he preguntado en el espíritu del hombre, sin embargo, él ha permanecido completamente ajeno, con un profundo temor de que Yo entre en su morada y aproveche la oportunidad de despojarlo de todas sus pertenencias. Por lo tanto, me cierra afuera, dejándome sólo una puerta fría y estrechamente cerrada. Muchas han sido las veces en las que el hombre ha caído y Yo lo he salvado; sin embargo, después de despertar, de inmediato me deja y, sin haber sido tocado por Mi amor, me lanza una cautelosa mirada; nunca he calentado el corazón del hombre. El hombre es un animal sin emociones y de sangre fría. A pesar de que ha sido calentado por Mi abrazo, nunca se ha emocionado profundamente por ello. El hombre es como un salvaje de la montaña. Nunca ha atesorado todas Mis querencias de la humanidad. Está reacio a acercarse a Mí, prefiriendo vivir en las montañas, sufriendo las amenazas de bestias salvajes, y aún permanece reacio a refugiarse en Mí. No le exijo a ningún hombre: Yo simplemente hago Mi obra. El día llegará cuando el hombre nade hacia Mi lado desde el centro del poderoso océano, para poder disfrutar de toda la riqueza de la tierra y dejar atrás el riesgo de ser tragado por el mar.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 20

DIOS SIEMPRE ESPERA QUE EL HOMBRE REGRESE A ÉL

Dios suele llamar al hombre con Su Espíritu, pero el hombre actúa como si lo hubiese herido. Tiende a observar a Dios desde lejos, temiendo que Él lo guíe hacia otro mundo. Dios suele indagar en el espíritu del hombre, pero él sigue completamente ajeno, con miedo a que Dios le quite sus posesiones. Le cierra su puerta con frialdad. Dios no obliga al hombre, tan solo hace Su obra. Un día el hombre nadará hacia Él a través del océano para disfrutar de todas las riquezas de la tierra, sin posibilidad de ahogarse en el mar.

Cuando el hombre se cae, Dios lo salva, pero él lo abandona al despertarse; sin sentir Su amor, lo mira receloso. Nunca Dios conmovió su corazón. Dios no obliga al hombre, tan solo hace Su obra. Un día el hombre nadará hacia Él a través del océano para disfrutar de todas las riquezas de la tierra, sin posibilidad de ahogarse en el mar.

El hombre es una criatura insensible, es un animal de sangre fría. Aunque Dios lo cobija con Su abrazo, nunca lo ha conmovido de verdad. El hombre es como un ser salvaje, nunca ha valorado cómo Dios lo aprecia. Prefiere vivir en las colinas con las bestias; no quiere refugiarse en Dios. Dios no obliga al hombre, tan solo hace Su obra. Un día el hombre nadará hacia Él a través del océano para disfrutar de todas las riquezas de la tierra, sin posibilidad de ahogarse en el mar.

De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”

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