Palabras diarias de Dios: Conocer a Dios | Fragmento 44

9 Mar 2021

Satanás tienta a Job una vez más (aparecen llagas por todo su cuerpo) (Pasajes seleccionados)

A. Las palabras que Dios pronunció

(Job 2:3) Y Jehová dijo a Satanás: ¿Has considerado a Mi siervo Job? No hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto, que teme a Dios y se aparta del mal. Y aún mantiene su integridad, a pesar de que has tratado de ponerme contra él, de destruirlo sin ninguna razón.

(Job 2:6) Y Jehová le dijo a Satanás: Mira, él está en tu mano, pero salva su vida.

B. Las palabras que pronunció Satanás

(Job 2:4-5) Y Satanás respondió a Jehová, y dijo: Piel por piel, sí, el hombre dará todo lo que tiene a cambio de su vida. Pero estira Tu mano ahora y toca sus huesos y su carne y te maldecirá de frente.

En medio del sufrimiento extremo, Job se da cuenta realmente del cuidado de Dios por la humanidad

Después de las preguntas de Jehová Dios a Satanás, este estaba secretamente feliz. Sabía que tendría permiso una vez más para atacar al hombre perfecto a los ojos de Dios, y esto era una oportunidad rara para Satanás. Quería usarla para socavar por completo la convicción de Job, para hacerle perder la fe en Dios y que no le temiese más ni bendijese el nombre de Jehová. Esto le proporcionaría una oportunidad a Satanás: cualquiera que fuera el lugar o el momento, sería capaz de hacer de Job un juguete bajo su mando. Satanás escondía sus ardides malvados sin dejar huella, pero no podía mantener su naturaleza maligna bajo control. Esta verdad se entrevé en su respuesta a las palabras de Jehová Dios, tal como lo registran las escrituras: “Y Satanás respondió a Jehová, y dijo: Piel por piel, sí, el hombre dará todo lo que tiene a cambio de su vida. Pero estira Tu mano ahora y toca sus huesos y su carne y te maldecirá de frente” (Job 2:4-5). Las personas no pudieron evitar adquirir un conocimiento y un sentido sustanciales de la malicia de Satanás a partir de este diálogo entre Dios y Satanás. Habiendo oído estas falacias de Satanás, todos aquellos que aman la verdad y detestan el mal aborrecerán indudablemente más su bajeza y su desfachatez, se sentirán horrorizados y asqueados por sus falacias y, al mismo tiempo, ofrecerán oraciones profundas y deseos sinceros por Job, pidiendo que este hombre de rectitud logre la perfección, deseando que este hombre que teme a Dios y se aparta del mal venza para siempre las tentaciones de Satanás, viva en la luz y en medio de la dirección y las bendiciones de Dios; desearán, asimismo, que los hechos justos de Job puedan impulsar y alentar a quienes buscan el camino de temer a Dios y apartarse del mal. Aunque el propósito malicioso de Satanás puede verse en su proclamación, Dios aprobó serenamente la “petición” de Satanás, pero también puso una condición: “él está en tu mano, pero salva su vida” (Job 2:6). Como esta vez Satanás había pedido extender su mano y lastimar la carne y los huesos de Job, Dios dijo: “pero salva su vida”. Estas palabras significan que Él entregó la carne de Job a Satanás, pero mantuvo su vida. Satanás no podía tomar la vida de Job, pero aparte de esto podía emplear cualquier medio o método contra él.

Después de obtener el permiso de Dios, Satanás corrió a Job y extendió su mano para afligir su piel, provocándole llagas por todo su cuerpo, y Job sintió dolor en su piel. Este alabó las maravillas y la santidad de Jehová Dios, lo que hizo que Satanás fuera aún más flagrante en su osadía. Como había sentido el gozo de herir al hombre, extendió su mano y hurgó en la carne de Job, provocando que sus llagas supurasen. Job sintió inmediatamente un dolor y un tormento sin igual en su carne, y no pudo evitar masajearse de la cabeza a los pies con sus manos, como si aliviara así el golpe que este dolor de la carne asestaba a su espíritu. Se dio cuenta de que Dios estaba a su lado viéndolo, e hizo lo que pudo para armarse de valor. Se arrodilló una vez más, y dijo: “Tú miras dentro del corazón del hombre. Tú observas su desgracia; ¿por qué te preocupa su debilidad? Alabado sea el nombre de Jehová Dios”. Satanás vio el dolor insufrible de Job, pero no le vio renegar del nombre de Jehová Dios. Así que extendió apresuradamente su mano para afligir los huesos de Job, desesperado por desgarrarlo miembro a miembro. En un instante, Job sintió un tormento sin precedentes; era como si su carne se hubiera rasgado hasta los huesos, como si estos fueran destrozados poco a poco. Este tormento agónico le hizo pensar que sería mejor morir… Su capacidad de resistir había alcanzado su límite… Quería gritar, desgarrar la piel de su cuerpo para disminuir el dolor, pero retuvo sus gritos, y no desgarró la piel de su cuerpo, porque no quería que Satanás viese su debilidad. Así que se arrodilló una vez más, pero esta vez no sintió la presencia de Jehová Dios. Sabía que estaba frecuentemente delante, detrás y a cada lado de él. Pero durante su dolor, Dios nunca había mirado; cubría Su rostro y se escondía, porque el sentido de Su creación del hombre no era traerle sufrimiento. En ese momento, Job lloraba y hacía todo lo posible por soportar esta agonía física, pero no podía evitar dar gracias a Dios: el hombre cae al primer golpe, es débil y está indefenso, es joven e ignorante; ¿por qué ibas a desear preocuparte tanto y ser tan tierno con él? Me hieres, pero te duele hacerlo. ¿Qué hay en el hombre que sea digno de Tu cuidado y Tu preocupación? Las oraciones de Job llegaron a los oídos de Dios, y Él se mantuvo en silencio, mirando sin decir nada… Tras haber intentado todas las tretas posibles, sin éxito, Satanás se marchó tranquilamente, pero esto no puso fin a las pruebas que Dios le impuso a Job. Como el poder divino revelado en Job no se había hecho público, la historia de este no acabó con la retirada de Satanás. Conforme otros personajes hacían su entrada, quedaban más escenas espectaculares por llegar.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II

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