Palabras diarias de Dios: Conocer a Dios | Fragmento 78

16 Mar 2021

El juicio de los fariseos sobre Jesús

(Marcos 3:21-22) Y cuando Sus amigos escucharon sobre ello, fueron a estar con Él porque decían: está fuera de sí. Y los escribas que bajaban de Jerusalén dijeron: Tiene a Belcebú, y aleja a los demonios en el nombre del príncipe de los demonios.

La reprensión de Jesús a los fariseos

(Mateo 12:31-32) Entonces os digo: Toda clase de pecado y blasfemia se le perdonará al hombre pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará, pero no se perdonará a aquel que diga algo contra el Espíritu Santo, ni en este mundo ni en el venidero.

(Mateo 23:13-15) Pero ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos a los hombres y porque tampoco iréis vosotros, ni dejaréis que entren aquellos que están tratando de entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de las viudas, y os jactáis de hacer largas oraciones, por lo tanto recibiréis una mayor condenación. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque vais por mares y tierras para ganar una persona, y cuando lo lográis, hacéis de él una criatura del infierno, dos veces peor que vosotros.

Los dos pasajes más arriba son distintos; veamos el primero de ellos en primer lugar: el juicio de los fariseos sobre Jesús.

En la Biblia, la valoración que los fariseos hicieron del propio Jesús y de las cosas que hizo fue: “decían: está fuera de sí. […] Tiene a Belcebú, y aleja a los demonios en el nombre del príncipe de los demonios” (Marcos 3:21-22). El juicio del Señor Jesús realizado por los escribas y fariseos no era el repetir como loros las cosas ni imaginar a partir de la nada; fue su conclusión sobre el Señor Jesús a partir de lo que vieron y oyeron de Sus acciones. Aunque llegaron a la misma ostensiblemente en el nombre de la justicia y esta parecía bien fundamentada a las personas, la arrogancia con la que juzgaron al Señor Jesús era difícil de contener incluso para ellos. La enloquecida energía de su odio por el Señor Jesús puso de manifiesto sus propias ambiciones disparatadas y sus rostros satánicos malvados, así como su malévola naturaleza de resistirse a Dios. Estas cosas que dijeron en su juicio del Señor Jesús fueron impulsadas por sus ambiciones disparatadas, su envidia, y la naturaleza fea y malévola de su hostilidad hacia Dios y la verdad. No investigaron la fuente de las acciones del Señor Jesús ni la esencia de lo que dijo o hizo. Pero atacaron y desacreditaron ciega, impaciente, locamente y con malicia deliberada lo que Él había hecho. Esto se produjo incluso hasta el punto de desacreditar indiscriminadamente a Su Espíritu, esto es, el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios. Esto es lo que quisieron decir con las palabras “está fuera de sí”, “Belcebú y el príncipe de los demonios”. Esto es, dijeron, que el Espíritu de Dios era Belcebú y el príncipe de los demonios. Definieron como locura la obra de la carne vestida por el Espíritu de Dios. No sólo blasfemaron tachándolo de Belcebú y el príncipe de los demonios, sino que condenaron la obra de Dios. Condenaron y blasfemaron al Señor Jesucristo. La esencia de su resistencia y su blasfemia de Dios era totalmente la misma que la esencia de Satanás, así como de la resistencia y blasfemia de Dios por parte del diablo. No sólo representaban a seres humanos corruptos, sino que eran la representación de Satanás. Eran un canal para él en medio de la humanidad, así como sus cómplices y mensajeros. La esencia de su blasfemia y su denigración del Señor Jesucristo era su lucha con Dios por el estatus, su competencia con Él, su prueba interminable de Él. La esencia de su resistencia a Dios y su actitud de hostilidad hacia Él, así como sus palabras y sus pensamientos blasfemaban y enojaban directamente al Espíritu de Dios. Así pues, Dios determinó un juicio razonable de lo que dijeron e hicieron, y determinó que sus hechos fueron el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo. Este pecado es imperdonable tanto en este mundo como en el más allá, justo como dice el siguiente pasaje de la escritura: “la blasfemia contra el Espíritu Santo no se le perdonará” y “no se perdonará a aquel que diga algo contra el Espíritu Santo, ni en este mundo ni en el venidero”. Hoy, hablemos sobre el verdadero significado de estas palabras de Dios: “no se perdonará […], ni en este mundo ni en el venidero”. Eso es desmitificar cómo cumple Dios las palabras “no se perdonará […], ni en este mundo ni en el venidero”.

Todo aquello de lo que hemos hablado tiene relación con el carácter de Dios y Su actitud hacia las personas, los asuntos y las cosas. Naturalmente, los dos pasajes anteriores no son una excepción. ¿Habéis notado algo en estos dos pasajes de la escritura? Algunas personas dicen ver el enojo de Dios. Algunos dicen que ven el lado del carácter de Dios que no tolera la ofensa de la humanidad, y que si las personas hacen algo blasfemo contra Él, no obtendrán Su perdón. A pesar de que las personas vean y perciban la ira y la intolerancia por parte de Dios de la ofensa de la humanidad, siguen sin entender realmente Su actitud. Estos dos pasajes contienen una implicación de la verdadera actitud y enfoque de Dios hacia aquellos que blasfeman y lo enojan. Este pasaje de la escritura tiene el verdadero sentido de Su actitud y Su enfoque: “no se perdonará a aquel que diga algo contra el Espíritu Santo, ni en este mundo ni en el venidero”. Cuando las personas blasfeman a Dios, cuando lo enojan, Él emite un veredicto, y este veredicto es Su desenlace final. Se describe de la siguiente forma en la Biblia: “Entonces os digo: Toda clase de pecado y blasfemia se le perdonará al hombre pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no se le perdonará” (Mateo 12:31), y “Pero ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!” (Mateo 23:13). Sin embargo, ¿registra la Biblia cuál fue el desenlace con estos escribas y fariseos, así como con aquellos que dijeron que el Señor Jesús estaba loco después de decir estas cosas? ¿Se registra si sufrieron algún castigo? Desde luego que no. Este “no” no quiere decir que no se registró, sino que no hubo un desenlace visible al ojo humano. Este “no” esclarece un asunto, esto es, la actitud y los principios de Dios para gestionar ciertas cosas. El trato de Dios con las personas que blasfeman o le resisten, o incluso lo difaman —personas que intencionalmente lo atacan, difaman y maldicen— es no hacer la vista gorda o los oídos sordos. Él tiene una actitud clara hacia ellas. Él desprecia a estas personas, y en Su corazón las condena. Incluso declara abiertamente el desenlace para ellas, de forma que las personas sepan que Él tiene una actitud clara hacia aquellos que lo blasfeman, y cómo determina Él su desenlace. Sin embargo, después de que Dios dijese estas cosas, las personas seguían pudiendo ver raramente la verdad de cómo Dios lidiaría con esas personas, y no podían entender los principios subyacentes al desenlace de Dios, Su veredicto para ellas. Es decir, la humanidad no puede ver la actitud y los métodos particulares que Dios tiene para lidiar con ellas. Esto tiene que ver con los principios de Dios para hacer las cosas. Él usa la aparición de hechos para ocuparse de la conducta malvada de algunas personas. Esto es, no anuncia su pecado ni determina su desenlace, sino que usa directamente la aparición de los hechos para permitir que sean castigados, que obtengan su debida retribución. Cuando estos hechos ocurren, la carne de las personas es la que sufre el castigo; todo esto es algo que puede verse con ojos humanos. Cuando se ocupa de la conducta malvada de algunas personas, Dios simplemente las maldice con palabras, pero, al mismo tiempo, Su enojo cae sobre ellas, y el castigo que reciben puede ser algo no visible para las personas. Sin embargo, este tipo de desenlace puede ser incluso más grave que los que las personas pueden ver en forma de castigo o de muerte. Esto se debe a que bajo las circunstancias en las que Dios ha determinado no salvar a este tipo de personas, no mostrar más misericordia ni tener tolerancia con ellas, no proveerles más oportunidades, la actitud que adopta con ellas es dejarlas de lado. ¿Cuál es el significado de “dejar de lado”? El significado de este término en sí mismo es poner algo a un lado, no prestarle más atención. Aquí, cuando Dios “deja de lado”, hay dos explicaciones diferentes de su significado: la primera es que Él ha entregado la vida de esa persona, su todo, a Satanás para que se ocupe de ella. Dios ya no sería responsable y no lidiaría más con ella. Si esa persona estuviera loca, o fuera estúpida, y si estuviera en la vida o la muerte, o si descendiera al infierno para su castigo, no tendría nada que ver con Dios. Eso significaría que esa criatura no tendría relación con el Creador. La segunda explicación es que Dios ha determinado que Él mismo quiere hacer algo con esta persona, con Sus propias manos. Es posible que utilice el servicio de este tipo de persona, o a este tipo de persona como contraste. Es posible que tenga una forma especial de ocuparse de ella, una forma especial de tratarla, como a Pablo. Estos son el principio y la actitud en el corazón de Dios de cómo ha determinado Él ocuparse de este tipo de persona. Así, cuando los seres humanos resisten a Dios, y lo difaman y blasfeman, si exasperan Su carácter, o si alcanzan los límites de Dios, las consecuencias son impensables. La más grave es que Dios entrega su vida y su todo a Satanás, de una vez por todas. No serán perdonadas en toda la eternidad. Esto significa que esta persona ha pasado a ser comida en la boca de Satanás, un juguete en su mano, y desde ese momento en adelante Dios no tiene nada que ver con ella. ¿Podéis imaginar qué tipo de desgracia fue cuando Satanás tentó a Job? Bajo la condición de que no se le permitía dañar la vida de Job, aun así, este sufrió en gran manera. ¿Y no es incluso más difícil imaginar los destrozos de Satanás a los que estaría sometida una persona que le hubiera sido entregada por completo, que fuera del todo presa de sus garras, que hubiera perdido totalmente el cuidado y la misericordia de Dios, que ya no estuviera bajo el dominio del Creador, que hubiera sido despojada del derecho a adorarle, y de ser una criatura bajo Su dominio, cuya relación con el Señor de la creación hubiera sido totalmente cortada? La persecución de Job por parte de Satanás era algo que podía verse con ojos humanos, pero si Dios le entrega la vida de una persona, la consecuencia será inimaginable para cualquiera. Es como si algunas personas renaciesen bajo el aspecto de una vaca, o un asno, o algunas personas controladas, poseídas por espíritus inmundos, malignos, etc. Este es el desenlace, el final de algunas personas que Dios ha entregado a Satanás. Desde fuera, parece que esas personas que ridiculizaron, difamaron, condenaron, y blasfemaron al Señor Jesús no sufrieron ninguna consecuencia. Sin embargo, la verdad es que Dios tiene una actitud para ocuparse de todo. Puede que no use un lenguaje claro para comunicar a las personas el desenlace de cómo se ocupa de cada tipo de persona. En ocasiones no habla directamente, pero hace las cosas directamente. Que no hable de ello no quiere decir que no sea un desenlace; es posible que sea uno incluso más grave. Desde las apariencias, parece que Dios no habla a algunas personas para revelar Su actitud; en realidad, Él no ha querido prestarles atención durante mucho tiempo. No quiere verlas más. Por las cosas que han hecho, su conducta, su naturaleza y su esencia, Dios sólo quiere que desaparezcan de Su vista, entregarlas directamente a Satanás, dar su espíritu, alma y cuerpo a este, permitirle hacer lo que quiera. Queda claro hasta qué punto Dios las aborrece, hasta qué punto está asqueado de ellas. Si una persona enoja a Dios hasta el punto de que Él ya no quiera ni verla más, de que la abandone por completo, de que no quiera ocuparse de ella personalmente; si se llega al punto de que Él la entregue a Satanás para que este haga lo que desee, para permitirle controlarla, consumirla y tratarla de cualquier manera, esta persona está completamente acabada. Su derecho de ser humana se ha revocado permanentemente, y su derecho como criatura ha llegado a su fin. ¿No es este el castigo más serio?

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III

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