Palabras diarias de Dios: Conocer a Dios | Fragmento 196
22 Dic 2020
Después está el ciclo de la vida y de la muerte de los hacedores de servicio. Acabamos de hablar de ellos; ¿cuáles son sus orígenes? (Algunos eran incrédulos, otros eran animales). Quienes prestan servicio se reencarnaron de los incrédulos y los animales. Con la llegada de la última etapa de la obra, Dios ha seleccionado de los incrédulos un grupo de tales personas, y es un grupo especial. El objetivo de Dios al escoger a estas personas es que sirvan a Su obra. “Servicio” no es una palabra que suene muy elegante ni es algo que una persona esté dispuesta a hacer, pero debemos mirar a quién va dirigido. Hay un sentido especial en la existencia de los hacedores de servicio para Dios. Nadie más podría desempeñar su papel, porque Dios los escogió, y ahí es donde reside el significado de su existencia. ¿Y cuál es el papel de estos que prestan servicio? Servir a las personas escogidas por Dios. Principalmente, su papel es servir a la obra de Dios, cooperar con esta y con la terminación de aquellas por Su parte. Independientemente de si están trabajando, desempeñando alguna obra o acometiendo ciertas tareas, ¿cuáles son los requisitos de Dios para estas personas? ¿Es muy exigente con ellas? (Él les pide que sean leales). Los hacedores de servicio también deben ser leales. Independientemente de tus orígenes, o de por qué te escogió Dios, debes ser leal: debes ser leal a Dios, a lo que Él te comisiona, así como a la obra de la que eres responsable y las obligaciones que cumples. Si los hacedores de servicio son capaces de ser leales, y satisfacer a Dios, ¿cuál será entonces su fin? Podrán permanecer. ¿Es una bendición ser alguien que presta servicio y que permanece? ¿Qué significa permanecer? ¿Qué significa esta bendición? En estatus parecen diferentes a las personas escogidas por Dios, parecen distintas. En realidad, sin embargo, ¿no es lo que disfrutan en esta vida lo mismo que las personas escogidas por Dios? Como mínimo, en esta vida es lo mismo. No niegas esto, ¿verdad? Las declaraciones de Dios, Su gracia, Su provisión, Sus bendiciones; ¿quién no disfruta estas cosas? Todos disfrutan de tal abundancia. La identidad de quien presta servicio es servir, pero para Dios, están entre todas las cosas que Él creó, sólo que su papel es prestar servicio. Por tanto, ¿qué dices tú? Como una de las criaturas de Dios, ¿existe diferencia entre quien presta servicio y las personas escogidas por Dios? En efecto, no la hay. Hablando nominalmente, hay una diferencia, en esencia también, en términos del papel que desempeñan también, pero Dios no discrimina a estas personas. ¿Por qué se las define entonces como quienes prestan servicio? Deberíais entender esto. Los hacedores de servicio provienen de los incrédulos. La mención de estos nos dice que su pasado es malo: son todos ateos, en su pasado lo fueron, no creían en Dios y eran hostiles hacia Él, la verdad y las cosas positivas. No creían en Dios y no creían que hubiera un Dios, ¿pueden entender por tanto las palabras de Dios? Es justo decir que, en gran medida, no pueden hacerlo. Del mismo modo que los animales son incapaces de entender las palabras humanas, los que prestan servicio no entienden lo que Dios está diciendo, lo que Él requiere, por qué pone semejantes exigencias; estas cosas son incomprensibles para ellos, que permanecen en la ignorancia. Y, por esta razón, estas personas no poseen la vida de la que hemos hablado. Sin vida, ¿pueden entender las personas la verdad? ¿Están equipadas con la verdad? ¿Están equipadas con la experiencia y el conocimiento de las palabras de Dios? Sin duda no. Tales son los orígenes de los hacedores de servicio. Pero como Dios hace que estas personas presten servicio, sigue habiendo estándares para Sus exigencias hacia ellas; Él no las mira con desdén ni es indiferente con ellas. Aunque no entiendan Sus palabras y no tengan vida, Dios sigue siendo bueno con ellas, y sigue habiendo estándares de Sus exigencias para ellas. Acabáis de hablar de los mismos: ser leal a Dios, y hacer lo que Él dice. En tu servicio debes servir donde seas necesario, y debes hacerlo hasta el final. Si puedes servir hasta el final, si puedes prestar servicio con lealtad y eres capaz de hacerlo hasta el final, de completar perfectamente la comisión que Dios te ha dado, vivirás una vida de valor, y podrás permanecer. Si pones un poco más de esfuerzo, si lo intentas con más fuerza, eres capaz de doblar tus esfuerzos para conocer a Dios, puedes hablar un poco del conocimiento de Él, puedes dar testimonio de Él y si, además, puedes entender algo de Su voluntad, puedes cooperar en Su obra y ser de alguna forma consciente de Su voluntad, tú, el que presta servicio, tendrás un cambio de fortuna. ¿Y cuál será este cambio de fortuna? Dejarás de ser capaz de permanecer sencillamente. Basándose en tu conducta y en tus aspiraciones y tus búsquedas personales, Dios te convertirá en uno de los escogidos. Este será tu cambio de fortuna. Para los que prestan servicio, ¿qué es lo mejor de esto? Es que puedan llegar a ser una de las personas escogidas por Dios. ¿Y qué significa que se conviertan en una de las personas escogidas por Dios? Significa que ya no se reencarnan más como animal tal como ocurre con el incrédulo. ¿Eso es bueno? Lo es, y son buenas noticias. Es decir, los hacedores de servicio pueden moldearse. No es el caso de que, para quien presta servicio, cuando Dios te destina a servir, lo harás eternamente; eso no es necesariamente así. Basándose en tu conducta individual, Dios te tratará y te contestará de forma diferente.
Sin embargo, algunos de los hacedores de servicio son incapaces de servir hasta el final; durante su servicio, algunos se rinden a mitad de camino y abandonan a Dios, algunos hacen muchas cosas malas, y otros incluso causan un daño y un deterioro tremendos a la obra de Dios; algunos hasta llegan a maldecir a Dios, y así sucesivamente; ¿y qué significan estas consecuencias irremediables? Cualquiera de tales actos malvados significa la finalización de su servicio. Es decir, como tu conducta durante tu servicio ha sido demasiado deficiente, como te has excedido, cuando Dios vea que tu servicio no cumple los requisitos te despojará de tu elegibilidad para servir, no te dejará hacerlo, te quitará de delante de Sus ojos y de la casa de Dios. ¿Acaso no es que no quieres servir? ¿No deseas siempre hacer el mal? ¿No eres siempre infiel? Bien, entonces hay una solución fácil: se te despojará de tu elegibilidad para servir. Para Dios, despojar a quien presta servicio de su elegibilidad para servir significa que se ha proclamado el final de esta persona, y de esta forma, ya no se le podrá elegir más para servir a Dios, Él ya no necesita más su servicio, y por muchas cosas agradables que diga sus palabras serán en vano. Cuando las cosas han llegado a este punto, la situación se ha vuelto irremediable; los que prestan servicio así no tienen vuelta atrás. ¿Y cómo trata Dios a estas personas? ¿Hace simplemente que dejen de servir? No. ¿Impide simplemente que permanezcan? ¿O los pone a un lado, y espera que rectifiquen? No lo hace. Dios no es tan amoroso con los hacedores de servicio, de verdad. Por tanto, si una persona tiene este tipo de actitud en su servicio a Dios, como consecuencia de esta actitud Él la despojará de su elegibilidad para servir, y la echará de nuevo con los incrédulos. ¿Y cuál es el destino de quien presta servicio y ha sido echado con los incrédulos? Es el mismo que el de estos: reencarnarse como un animal y recibir el castigo de los incrédulos en el mundo espiritual. Y Dios no tendrá ningún interés personal en su castigo, porque ya no tendrán ninguna relevancia para Su obra. Este no es sólo el final de su vida de fe en Dios, sino también el de su propio destino, la proclamación de este y, por tanto, si los que prestan servicio lo hacen deficientemente, tendrán que cargar con las consecuencias. Si uno de ellos es incapaz de servir hasta el final o es despojado de su elegibilidad para servir a mitad de camino, será echado entre los incrédulos; y, si esto ocurre, será tratado como el ganado, y de la misma forma como las personas sin intelecto o racionalidad. Cuando lo expreso así, lo entendéis, ¿verdad?
Así es la gestión de Dios del ciclo de la vida y de la muerte de Sus personas escogidas y los hacedores de servicio. ¿Cómo os sentís después de haber oído esto? ¿He hablado alguna vez del tema que acabo de mencionar, el de las personas escogidas por Dios y los hacedores de servicio? Lo he hecho realmente, pero no lo recordáis. Dios es justo con Sus personas escogidas y los hacedores de servicio. Es justo en todos los aspectos; de esto no hay duda. Quizás haya personas que dirán: “Bien, ¿entonces por qué es Dios tan tolerante con los escogidos? ¿Y por qué sólo es un poco paciente con los que prestan servicio?”. ¿Desea alguien defender a los hacedores de servicio? “¿Puede Dios dar más tiempo a los hacedores de servicio, y ser más paciente y tolerante con ellos?”. ¿Son correctas estas palabras? (No, no lo son). ¿Y por qué no lo son? (Porque realmente se nos ha demostrado favor simplemente haciéndonos uno de los que prestan servicio). ¡Ya se les ha demostrado favor simplemente permitiéndoles servir! Sin el calificativo “los hacedores de servicio”, y sin su obra, ¿dónde estarían estos? Entre los incrédulos, viviendo y muriendo con el ganado. ¡Qué grandes gracias disfrutan hoy, permitiéndoseles venir delante de Dios, y a Su casa! ¡Esta es una gracia tremenda! Si Dios no te hubiera dado la oportunidad de servir, nunca habrías tenido la oportunidad de venir delante de Él. Por decir algo, aunque alguien sea budista y haya alcanzado la realización, como mucho eres un recadero en el mundo espiritual; nunca te encontrarás con Dios ni oirás Su voz, ni Sus palabras, ni sentirás Su amor y bendiciones para ti, y sin duda no podrás estar nunca cara a cara con Él. La única cosa delante de los budistas son las tareas simples. No pueden conocer a Dios en absoluto, y simplemente pueden cumplir y obedecer, ¡mientras los hacedores de servicio ganan mucho durante esta etapa de la obra! Primeramente, pueden venir cara a cara con Dios, oír Su voz, Sus palabras, y experimentar las gracias y bendiciones que Él da a las personas. Además, pueden disfrutar las palabras y verdades dadas por Él. ¡Realmente ganan mucho! ¡Muchísimo! Por tanto, si como alguien que presta servicio, ni siquiera puedes hacer el esfuerzo correcto, ¿seguiría Dios manteniéndote? ¡Él no pide mucho de ti! Dios no puede mantenerte. No haces nada de lo que Él te pide de la forma adecuada, no has cumplido con tu obligación; por tanto, sin duda, Dios no puede mantenerte. Así es Su carácter justo. Él no te sobreprotege, pero tampoco te discrimina. Así son los principios por los cuales actúa Dios. Él actúa de esta forma con todas las personas y las criaturas.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único X
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