Los judíos leyeron el viejo Testamento,

la profecía de Isaías conocían

sobre que un niño varón nacería en un pesebre.

Dado que ya lo sabían,

¿por qué persiguieron a Jesús?

Fue por sus naturalezas rebeldes

e ignorancia de la obra del Espíritu Santo.

Los fariseos creían que la obra de Jesús era distinta

de la profecía del niño varón,

y la gente ahora rechaza a Dios

ya que la obra que Él hace en la carne no encaja con la Biblia.

¿Acaso no es esta la misma rebeldía ante Dios?

¿Acaso puedes aceptar la obra del Espíritu?

Si es la obra del Espíritu Santo,

debe ser la corriente correcta.

Debes aceptarla sin recelos;

no debes seleccionar o escoger qué cosas aceptar.

Si ganas más conocimiento sobre Dios

y eres más cauto con Él,

¿acaso todo esto no se convierte en algo injustificado?

No necesitas confirmar en la Biblia;

si es la obra de Dios, debes aceptarla.

Crees en Dios, así que debes seguirlo y no debes indagarlo.

No busques más evidencias para probar que Él es tu Dios.

Deberías ser capaz de ver si Él te ayuda.

Nada es más importante.

Incluso si encuentras una prueba irrefutable en la Biblia,

no podrá llevarte ante Él.

Tu vida se limitaría a lo que dice la Biblia,

y no estaría ante Dios.

La Biblia no puede ayudarte a conocerlo

ni profundizar tu amor por Él.

En cada era, la obra de Dios

se limita a la obra de la era actual;

Él no hará obra de la etapa siguiente por adelantado.

Solo así puede la obra de cada era ser enfatizada.

Jesús solo habló de

las señales de los últimos días, de cómo ser pacientes,

confesar y soportar el dolor.

Jesús nunca habló de cómo el hombre en los últimos días

debería entrar o cumplir con la voluntad de Dios.

Por eso es absurdo buscar en la Biblia

la obra de Dios en los últimos días.

¿Qué vas a encontrar con la Biblia en las manos?

No importa quién explique la Biblia,

¿quién habría predicho la obra de hoy?

Si es la obra del Espíritu Santo,

debe ser la corriente correcta.

Debes aceptarla sin recelos;

no debes seleccionar o escoger qué cosas aceptar.

De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”