1. ¿Por qué Dios toma nombres y puede un nombre representar la totalidad de Dios?
Las palabras relevantes de Dios:
¿Podría el nombre de Jesús —“Dios con nosotros”— representar el carácter de Dios en su totalidad? ¿Podría expresar por completo a Dios? Si el hombre afirma que a Dios solo se le puede llamar Jesús y no puede tener ningún otro nombre, porque no puede cambiar Su carácter, ¡tales palabras son una blasfemia! ¿Crees que el nombre de Jesús —Dios con nosotros— puede por sí solo representar a Dios en Su totalidad? A Dios se le puede llamar por muchos nombres, pero entre estos no hay uno que pueda englobar por completo a Dios, ninguno puede representarlo plenamente. Por tanto, Dios tiene muchos nombres, pero estos no pueden articular por completo el carácter de Dios, que es demasiado rico y supera la capacidad del hombre para conocerlo. El lenguaje humano es incapaz de englobar del todo a Dios. El hombre tiene un vocabulario limitado con el que abarca todo lo que conoce del carácter de Dios: grande, honorable, maravilloso, insondable, supremo, santo, justo, sabio, etc. ¡Demasiadas palabras! Tan limitado léxico es incapaz de describir lo poco que el hombre ha presenciado del carácter de Dios. Más adelante, muchos añadieron más palabras para describir mejor el fervor de sus corazones: ¡Dios es tan grande! ¡Dios es tan santo! ¡Dios es tan amoroso! Hoy, tales dichos humanos han alcanzado su punto álgido, pero el hombre sigue siendo incapaz de expresarse con claridad. Por tanto, para el hombre Dios tiene muchos nombres, pero no tiene uno solo, y esto se debe a que el ser de Dios es demasiado abundante, y el lenguaje del hombre demasiado pobre. Una palabra o nombre particular no tiene capacidad para representar a Dios en Su totalidad. Entonces, ¿crees que se puede fijar Su nombre? Dios es tan grande y tan santo, ¿por qué no le permites cambiar Su nombre cada nueva era? Por ello, en cada era que Dios realiza personalmente Su propia obra, usa un nombre que encaje con la era para condensar la obra que pretende hacer. Él usa este nombre particular, uno que posee una relevancia temporal, para representar Su carácter en dicha era. Este es Dios que usa el lenguaje de la especie humana para expresar Su propio carácter. Aun así, muchas personas que han tenido experiencias espirituales y han visto a Dios personalmente, siguen sintiendo que un nombre concreto es incapaz de representarlo en Su totalidad —¡qué triste que esto no pueda evitarse!—, así que el hombre ya no se dirige a Dios con un nombre y simplemente lo llaman “Dios”. Sus corazones parecen llenos de amor, aunque también parecen plagados de contradicciones, porque no saben cómo explicar a Dios. Lo que Dios es es demasiado abundante y sencillamente no hay forma de describirlo. No hay un solo nombre que pueda resumir Su carácter ni describir todo lo que Él tiene y es. Si alguien me pregunta: “¿Qué nombre usas exactamente?”, Yo le diré: “¡Dios es Dios!”. ¿Acaso no es este el mejor nombre para Dios? ¿No es el mejor compendio del carácter de Dios? Si es así, ¿por qué dedicáis tanto esfuerzo a sondear el nombre de Dios? ¿Para qué os estrujáis el cerebro, dejáis de comer y de dormir solo por un nombre? Llegará un día en el que a Dios no se le llamará Jehová, Jesús o el Mesías; será simplemente el Creador. En ese momento, todos los nombres que adoptó en la tierra acabarán, porque Su obra en la tierra habrá tocado a su fin, y después de ello Él no tendrá nombre. Cuando todas las cosas pasen a estar bajo el dominio del Creador, ¿para qué llamarle por un nombre altamente adecuado, aunque incompleto? ¿Sigues sondeando ahora el nombre de Dios? ¿Te atreves todavía a decir que a Dios solo se le puede llamar Jehová? ¿Te atreves todavía a decir que a Dios solo se le puede llamar Jesús? ¿Puedes llevar el pecado de blasfemia contra Dios? Deberías saber que, originalmente, Dios no tenía nombre. Solo adoptó uno, dos, o muchos, porque tenía una obra que hacer y tenía que gestionar a la humanidad. Cualquiera que sea el nombre por el que se le llame, ¿no lo escoge Él mismo libremente? ¿Acaso te necesita Él a ti, un ser creado, para decidirlo? El nombre por el cual se llama a Dios es acorde a lo que el hombre puede recibir y a su lenguaje, pero este nombre no puede ser condensado por él. Solo puedes decir que hay un Dios en el cielo, que se le llama Dios, que es Dios mismo con gran poder, que es tan sabio, tan elevado, tan maravilloso, tan misterioso, tan todopoderoso, pero no puedes decir nada más; esto es lo poco que sabes. De este modo, ¿puede el mero nombre de Jesús representar a Dios mismo? Cuando lleguen los últimos días, aunque sigue siendo Dios quien realiza Su obra, Su nombre tiene que cambiar, porque es una era diferente.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)
En cada era y etapa de la obra, Mi nombre no carece de fundamento, sino que tiene un sentido representativo: cada nombre representa una era. “Jehová” representa la Era de la Ley y es el título honorífico por el que el pueblo de Israel llamaba al Dios al que adoraban. “Jesús” representa la Era de la Gracia y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia. Si el hombre sigue anhelando la llegada de Jesús el Salvador durante los últimos días, y sigue esperando que llegue con la imagen con la que apareció en Judea, entonces todo el plan de gestión de seis mil años se habría detenido en la Era de la Redención y no podría haber progresado más. Además, los últimos días nunca llegarían y la era nunca acabaría. Esto se debe a que Jesús el Salvador es solo para la redención y salvación de la humanidad. Yo adopté el nombre de Jesús solo por el bien de todos los pecadores en la Era de la Gracia, pero no es el nombre por el cual llevaré a su fin a toda la humanidad. Aunque Jehová, Jesús y el Mesías representan todos a Mi Espíritu, estos nombres solo denotan las diferentes eras de Mi plan de gestión y no me representan en Mi totalidad. Los nombres por los cuales me llaman las personas en la tierra no pueden expresar todo Mi carácter y todo lo que Yo soy. Son simplemente nombres diferentes por los que se me llama durante las diferentes eras. Así pues, cuando la era final —la última era— llegue, Mi nombre cambiará de nuevo. No se me llamará Jehová o Jesús, mucho menos el Mesías; se me llamará el potente y todopoderoso Dios mismo y bajo este nombre pondré fin a toda la era.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”