906 La autoridad de Dios es inmensurable
Cuando Dios bendice a alguien, lo hace para siempre
y esa continuidad da testimonio de Su autoridad,
la inestimable autoridad de Dios.
Así, la humanidad, una y otra vez, puede observar
la eterna y sublime fuerza vital, la fuerza vital del Creador.
Ⅰ
La autoridad de Dios no vacila, tampoco viene y va.
Y nadie puede medir cuán grande es Su autoridad.
Cuando Dios le hace una promesa a una persona,
no importa lo que ella haga, dónde viva o su historia,
antes o después, Él lo sabe todo.
No importa cómo sus vidas cambiaron,
Dios sabe lo que sucede.
Cuando Dios bendice a alguien, lo hace para siempre
y esa continuidad da testimonio de Su autoridad,
la inestimable autoridad de Dios.
Así, la humanidad, una y otra vez, puede observar
la eterna y sublime fuerza vital, la fuerza vital del Creador.
Ⅱ
No importa cuánto pasó desde que Dios habló,
parece que fuese ayer cuando se pronunció.
Así es como lo siente Dios.
Con el poder y la autoridad, Dios todo puede controlar.
Él cumple todas y cada una de las promesas
que hace a la humanidad.
No importa cuál sea la promesa
ni cuánto tiempo lleve cumplirla.
No importa de qué se trate,
ya que la promesa se cumplirá siempre.
A Dios no le cuesta el más mínimo esfuerzo
cumplir con lo que promete.
Cuando Dios bendice a alguien, lo hace para siempre
y esa continuidad da testimonio de Su autoridad,
la inestimable autoridad de Dios.
Así, la humanidad, una y otra vez, puede observar
la eterna y sublime fuerza vital, la fuerza vital del Creador.
Ⅲ
Dios cumplirá Su promesa, sea lo que sea.
Todo se logrará, a Él nada le cuesta.
Y esto prueba que Su autoridad y poder
controlan el universo y a la humanidad.
Cuando Dios bendice a alguien, lo hace para siempre
y esa continuidad da testimonio de Su autoridad,
la inestimable autoridad de Dios.
Así, la humanidad, una y otra vez, puede observar
la eterna y sublime fuerza vital, la fuerza vital del Creador.
Así, la humanidad, una y otra vez, puede observar
la eterna y sublime fuerza vital, la fuerza vital del Creador.
Adaptado de La Palabra, Vol. 2. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I