Las responsabilidades de los líderes y obreros (26) Parte 2
II. El pueblo de Dios
Después de compartir las manifestaciones de la mano de obra leal, hablemos sobre las manifestaciones de otro tipo de personas. Después de oír las diversas exposiciones y juicios de Dios a las actitudes corruptas de toda clase de personas, estos individuos, en comparación, piensan más en sus propias diversas revelaciones pasadas de carácter corrupto y en las diversas actitudes hacia Dios y la verdad que surgen bajo el dominio de su carácter corrupto; empiezan a reflexionar y a conocer sus diversas manifestaciones, se dan por aludidos con las palabras de Dios, examinan su actitud hacia el deber y examinan las diversas corrupciones que revelan mientras lo desempeñan y entre las diversas personas, acontecimientos y cosas que ha dispuesto Dios. Se examinan y se conocen a sí mismos a partir de todos y cada uno de los detalles mientras intentan aceptar el juicio, la exposición y la disciplina de Dios. ¿De qué maneras son estos individuos mejores que la mano de obra? Pueden aceptar la verdad de manera proactiva y positiva, así como aceptar las palabras de Dios y todo el carácter corrupto que Él ha dejado en evidencia. Aunque a veces puede que sean negativos, esquivos o incluso consideren rendirse, pase lo que pase, siguen poseyendo un impulso para hacerse a sí mismos aceptar la verdad. ¿Cuál es este impulso? Es este: “Las palabras de Dios pueden cambiar a las personas. Mientras uno acepte la verdad, todos estos problemas y actitudes corruptas se pueden resolver y entonces uno puede salvarse. Si quiero salvarme, debo cooperar con la obra de Dios y aceptar la verdad”. Por ejemplo, al oír la verdad sobre ser una persona honesta, algunos empiezan a reflexionar sobre sí mismos y a ver con mayor claridad el engaño y la falsedad en los que participan, además de sus aspectos insidiosos y perversos. Recuerdan sus mentiras y engaños pasados que permanecen en su corazón y en sus impresiones, que se reproducen una y otra vez en su mente como escenas de una película, que les hacen sentir cada vez más avergonzados, dolidos y apenados. Después del continuo autoexamen y autorreflexión, se sienten como criminales, se quedan de inmediato totalmente inertes y no son capaces de ponerse en pie. Sienten que no son buenas personas, que son malvadas, y piensan que es una suerte que no se hayan resistido directamente a Dios, ¡lo cual en efecto es escapar por poco! Luego empiezan a despertar, no están dispuestos a fallar así como personas, y toman una determinación: “He de empezar de nuevo y ser una persona honesta, de lo contrario, Dios no me puede salvar. Para salvarme, debo ser una persona honesta. ¡No puedo rendirme ahora!”. No importa si estas personas aceptan la verdad más pronto o más tarde, y al margen de que su comprensión de las palabras de Dios sea profunda o superficial, su actitud hacia Sus palabras no es de desdén, mucho menos de aversión o resistencia. Por el contrario, reconocen activamente y aceptan las palabras de Dios, y luego siempre están preparadas para ponerlas en práctica. En su comportamiento o en su desempeño de los deberes, hacen todo lo posible para buscar principios en las palabras de Dios y luego se comportan conscientemente de acuerdo con estos principios. Aunque a veces no sean capaces de encontrar principios específicos ni de captar la dirección, su intención es hacer bien su deber, de acuerdo con las intenciones de Dios y conforme a los principios-verdad. La humanidad de estas personas y de la mano de obra es en su mayoría la misma; no hay distinción entre alto o bajo, o noble o inferior. Por supuesto, muchas personas entre las de este tipo se contemplan a sí mismas como que “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios, estoy dispuesta a renunciar a cosas en mi fe en Dios y a pagar un precio y soportar dificultades para hacer mi deber”. Sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre estas personas y la mano de obra? Después de oír las palabras de Dios de juicio y exposición de las personas, su actitud no es de ignorar, de evadir, sino de aceptar activa y sinceramente. Aunque se sientan angustiadas y abatidas después de oír estas palabras, y hasta expresan rabia hacia la propia corrupción que revelan, al final todavía son capaces de enfrentarse a ellas de un modo correcto, de aceptarlas activamente y de practicar y entrar en ellas de manera proactiva. ¿No es esto además un tipo de persona? (Sí). ¿Acaso estas personas no son representativas hasta cierto grado? (Sí). ¿Hay muchas de ellas? (No muchas). Aunque ahora no hay muchas, existen esperanzas de que aumente su número. Por tanto, ¿en qué categoría se debería clasificar a estas personas? ¿Pueden estas manifestaciones específicas indicar que estas personas aman la verdad y son capaces de aceptarla? (Sí). Sí que pueden. Aunque algunas personas con mediocre capacidad de comprensión aceptan la verdad más despacio, en el fondo de su corazón la aceptan y tienen una mentalidad de entrar activamente en ella. En cualquier momento que alguien comparte nueva luz o sendas de práctica que se conforman a los principios-verdad, sus ojos se iluminan, su corazón se aclara y sienten alegría, piensan: “Por fin alguien ha compartido esta luz. Esto es lo que me falta”. Siempre pueden captar lo que les falta, ganar la luz y el esclarecimiento que necesitan urgentemente y del que carecen, y encontrar los principios-verdad que necesitan a partir del auténtico entendimiento vivencial compartido por sus hermanos y hermanas. Según estas manifestaciones específicas, ¿acaso su corazón no anhela la verdad? (Sí). Si decimos que estas personas aman la verdad, esta afirmación no es muy objetiva ni precisa. Sin embargo, según estas manifestaciones específicas, estas personas anhelan la verdad. ¿De dónde viene este anhelo? Proviene de su esperanza de resolver sus actitudes corruptas, de su esperanza de resolver los diversos problemas y dificultades que se encuentran en su entrada en la vida, así como de su esperanza de progresar en la verdad, de profundizar más, de poder de veras actuar con principios, practicar con una senda, reconocer con mayor precisión a partir de las revelaciones de sus actitudes corruptas cuál es la esencia de estas y cómo resolverlas y desecharlas. Aunque estas personas viven a menudo en las actitudes corruptas, como competir por estatus, insistir con terquedad en su propio camino y ser sentenciosas, arrogantes, falsas o incluso intransigentes, por medio de comer y beber continuamente las palabras de Dios y de experimentar de ese modo la obra de Dios, estos problemas obvios se examinarán y se identificarán poco a poco. Entonces, pueden reconocerlos como problemas, como revelaciones de actitudes corruptas que no se conforman a la verdad y que Dios odia. Después de ser conscientes de sus actitudes corruptas, anhelan incluso más resolverlas y desecharlas. Esta es una de las fuentes de su ansia de verdad. En otras palabras, tienen la necesidad de resolver sus actitudes corruptas, la urgente mentalidad de desecharlas. Al mismo tiempo, tras descubrir diversos estados, problemas y dificultades que revelan sus actitudes corruptas, están más ansiosos por entender cuáles son las palabras y los requerimientos de Dios precisos para estos problemas, y qué verdades o palabras de Dios pueden resolverlos. Las manifestaciones y las fuentes específicas de su ansia de verdad son estas. ¿Es este un enunciado objetivo? (Sí). No se puede decir que esta gente ame la verdad. Si amaran la verdad, serían muy proactivos y sus diversas manifestaciones serían más positivas. Sin embargo, según las diversas manifestaciones de estas personas y su estatura actual, no han alcanzado el punto de amar la verdad, sino que meramente la anhelan. Esta afirmación ya es bastante objetiva. Así, en vista de las diversas manifestaciones de estas personas, ¿en qué categoría se las debería clasificar? Dicho con exactitud, pertenecen a la categoría del pueblo de Dios. Esta afirmación tiene una base. ¿Qué base? Las actitudes corruptas de estas personas son las mismas que las de las demás. En cuanto a humanidad, no se puede decir que esta sea buena ni que sean perfectas a ojos de Dios; la mayoría de ellas tienen una humanidad promedio. ¿Qué significa aquí “promedio”? Significa poseer cierto nivel de conciencia y razón. Sin embargo, este no es el aspecto más importante. ¿Cuál si no? El de que, después de oír las palabras de Dios y Sus requerimientos, de enterarse de las actitudes corruptas de toda clase de personas que las palabras de Dios han dejado en evidencia, no se muestran indiferentes, sino que se conmueven y se ponen en acción. ¿Qué significa ponerse en acción? Significa que después de oír estas palabras de Dios y estas verdades, ya no están dispuestos a seguir viviendo en las actitudes corruptas ni a continuar con sus medios de vida previos. En su lugar, se esfuerzan por cambiar los diversos pensamientos, puntos de vista y maneras de existencia y estilo de vida en los que confiaban antes. Al mismo tiempo, buscan la verdad activamente al hacer su deber y en las diversas circunstancias que Dios ha dispuesto, usan las palabras de Dios como base y como principios para la práctica, en lugar de ser imprudentes y obstinados. A partir de su humanidad, de su calibre, de sus actitudes y puntos de vista hacia las palabras de Dios, Su obra y Sus requerimientos y demás, estas personas son precisamente aquellas que Él tiene intención de salvar. Cuentan con mayores esperanzas de desechar sus actitudes corruptas y de salvarse que la mano de obra. Solo a aquellos que aceptan la verdad y pueden desechar sus actitudes corruptas para salvarse se les considera el pueblo de Dios. ¿Acaso esa definición no es bastante apropiada? (Sí). Es la más apropiada. Salvarse no es solo cuestión de esforzarse un poco y pagar un poco de precio para poder quedarse y entonces todo queda arreglado. ¿Cuál es el estado de aquellos que pueden salvarse? Es un estado a partir del cual, por medio de aceptar y experimentar las palabras y la obra de Dios, se resuelven sus actitudes corruptas. En este proceso, llegan a conocer a Dios, a entender sus propias actitudes corruptas y a tener experiencias reales y concretas de las palabras de Dios, de modo que son capaces de testimoniar de Dios; pueden dar testimonio de Él. ¿De qué aspectos de Dios dan testimonio? Testimonian las intenciones de Dios, de Su carácter, de lo que Él tiene y es, de Su identidad y de que Él es el Creador. Esto es lo que se puede manifestar en una persona después de lograr la salvación. ¿Por qué la gente puede lograr estos resultados después de salvarse? No es que puedan lograr esto porque consideren que “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios y estoy dispuesta a renunciar a cosas en mi fe en Dios, y a pagar un precio para hacer mi deber”. La única razón —y el punto más importante— es que puedan aceptar las palabras de Dios como su vida, que sean capaces de practicar la verdad para desechar sus actitudes corruptas, dejar de lado su original y antigua manera de vivir y sus puntos de vista sobre vivir, y asumir las palabras de Dios como su nueva vida. Usan las palabras de Dios como base para comportarse, hacer las cosas, seguir a Dios, someterse a Él y satisfacerlo. Este es el resultado que se puede lograr en tales personas. ¿Cuál es el aspecto más importante de lograr la salvación? (Ser capaz de aceptar la verdad). Eso es. Ser capaz de aceptar la verdad es la clave.
Hay quien dice: “Si me gasto por Dios hasta el final, ¿me bendecirá Él grandemente?”. Si no aceptas la verdad, pero todavía puedes insistir en seguir a Dios hasta el final, en ser mano de obra hasta el último momento, un tiempo durante el cual no se producen importantes transgresiones ni ofendes el carácter de Dios, entonces, en tales circunstancias, Dios te tendrá por mano de obra leal que va a lograr quedarse. Hay personas que preguntan: “¿Qué clase de bendición es quedarse?”. ¡No es una bendición menor! Si existe la oportunidad y la posibilidad, puede que veas a la persona real de Dios, y esto depende de lo que haga Dios en la siguiente era. Si hay una oportunidad de quedarse y vivir varias décadas más, esa bendición es bastante significativa. ¿Cómo surge esta bendición? Se logra al ser mano de obra lealmente, al tiempo que se aferra uno al punto de vista de que “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios, estoy dispuesta a renunciar y a pagar un precio y soy capaz de soportar dificultades para hacer mi deber”. ¿No debería contentarse la mano de obra? (Sí). Debería contentarse de obtener esta bendición. No aceptas siquiera las palabras de Dios, pese a lo cual, dado que Dios percibe tu lealtad y capacidad de ser mano de obra hasta el final, sin desertar durante este periodo, sin ofender el carácter de Dios ni vulnerar Sus decretos administrativos, sin cometer mayores transgresiones, Él te concede esta bendición y gracia; desde la creación de la especie humana, este es el mayor don que Dios les concede a los humanos corruptos que solo han sido mano de obra leal pero no han logrado la salvación. Solo has ejercido un poco de esfuerzo y ni siquiera aceptas las palabras de Dios; ser capaz de recibir tales grandes bendiciones ya está bastante bien; esta es la inmensa gracia de Dios. Otra categoría es la del pueblo de Dios, del que acabamos de hablar. Las bendiciones que recibe el pueblo de Dios son sin duda mayores que aquellas que recibe la mano de obra. Por tanto, ¿cuál es la bendición del pueblo de Dios? Por supuesto, no es tan simple como solo ser capaz de quedarse o tener la oportunidad de ver a la persona real de Dios. Hay muchas más bendiciones, pero no las discutiremos aquí. Hablar sobre eso no es realista, y aparte, aunque os lo diga, no lo vais a entender ni las vais a alcanzar ahora mismo. El pueblo de Dios es al que Él pretende salvar, y entre toda la especie humana, recibe las mayores bendiciones; esto no es para nada una exageración. ¿Eso por qué? Porque, en la obra de Dios, dentro de la obra del plan de gestión de seis mil años para salvar a la humanidad, el pueblo de Dios, al ser capaz de aceptar las palabras de Dios, al ser capaz de tratar las palabras de Dios como la verdad y como los principios para su existencia, y al hacer de las palabras de Dios su vida, ha desechado el carácter corrupto de Satanás y ha vivido las palabras de Dios, y ha dado un fuerte y rotundo testimonio de Él. Son capaces de usar aquello que viven, su vida, para contratacar a Satanás y avergonzarlo, pueden dar testimonio de Dios entre la especie humana, con lo que le traen gloria a Dios. Por tanto, el pueblo de Dios lo forman aquellos a los que Él tiene intención de salvar y los que reciben la salvación. Hay quien dice: “Ya que estos individuos pueden hacer de las palabras de Dios su vida, vivir las palabras de Dios y dar testimonio de Él, ¿los convierte esto en los amados hijos de Dios, en aquellos en los que Dios se llena de gozo?”. Piensas demasiado; ya es suficiente con ser parte del pueblo de Dios. Si Dios te llama Su hijo, Su niño o Su hijo querido, eso es asunto de Dios, pero sea cuando sea, nunca debes asegurar que eres el hijo amado de Dios, el hijo de Dios o el amado de Dios. No realices estas afirmaciones de ti mismo ni te veas así; eres un ser creado; esto es correcto. Incluso si un día se te convoca para formar parte del pueblo de Dios, o ya te has embarcado en la senda de salvarte, sigues siendo un simple ser creado. Si piensas de esta manera, eso prueba que la senda en la que estás es la correcta. Si siempre buscas ser el hijo amado de Dios, que Él te ame, que Él se llene de gozo en ti, entonces, la senda que estás tomando es la equivocada; no lleva a ninguna parte y no deberías participar en estos pensamientos ilusorios. Al margen de si Dios ha dicho alguna vez tales palabras o les ha concedido tal promesa a las personas, no deberías considerarte a ti mismo de esta manera; no es lo que deberías intentar alcanzar. Ser un integrante del pueblo de Dios ya está bastante bien; el pueblo de Dios cumple con el estándar de los seres creados; es una pena que todavía no formes parte de él. Por tanto, no persigas estas cosas vagas, ilusorias, vacías. Ser capaz de perseguir la salvación ya es, hasta cierto punto, embarcarse en la senda de alcanzarla. La característica principal del pueblo de Dios es que es capaz de aceptar la verdad y exhibe amor por ella. En el proceso de experimentar la obra de Dios y perseguir la salvación, sus actitudes corruptas, sus antiguos pensamientos y diversos estados negativos y las manifestaciones relacionadas con sus actitudes corruptas se pueden resolver, desechar y cambiar en diferente medida. Entonces, pueden vivir los requerimientos de Dios de ser una persona honesta, una persona que entiende los principios-verdad, que tiene lealtad y sumisión y puede temer a Dios y evitar el mal. En cuanto a ser una persona de Dios que es acorde al estándar y cumple con la referencia, no vamos a desarrollar aquí este tema, pues nuestra charla de hoy no versa sobre eso.
III. Trabajadores contratados
Aparte de la mano de obra y el pueblo de Dios, hay otra categoría de individuos, que son los más miserables entre los escogidos de Dios. Después de oír las diversas verdades que expresa Dios y las diversas palabras de Su exposición a la especie humana, su comportamiento, ese que viven, y sus búsquedas no muestran cambio en absoluto. Por mucho que compartas la verdad con ellos, se mantienen indiferentes: “No quiero cambiar. Viviré como me dé la gana y nadie puede controlarme. Haz lo que te plazca. ¡No me importa! Ahora mismo no estoy de buen humor, así que ninguno de vosotros debería provocarme. Si lo hacéis, ¡no me mostraré amable!”. No se ven a sí mismos con la actitud ni el punto de vista definidos de “tengo buena humanidad, creo de veras en Dios, puedo renunciar, y estoy dispuesto a soportar dificultades y a pagar un precio”, sino que exhiben una actitud más definida entre los hermanos y hermanas. ¿Cuál es esta actitud? Es la de: “Actuaré como quiera, haré lo que desee. Nadie me debería exhortar a aceptar la verdad, nadie debería intentar cambiarme. Cualquiera que intente instarme a aceptar la verdad solo busca problemas, y si alguien intenta podarme, ¡lucharé con mi vida!”. No tienen el menor interés en ninguna frase que diga Dios ni en la obra que Él hace. Por supuesto, en cuanto a las actitudes corruptas de las personas y los principios para hacer las cosas, además de la actitud que la gente debería tener hacia Dios y los principios que se deberían observar en las interacciones interpersonales —los que mencionan los hermanos y hermanas durante las reuniones o mientras hacen su deber—, los consideran con una actitud de desdén. Algunos individuos hacen un deber, pero ignoran por completo los principios que requiere la casa de Dios, hacen las cosas tal como las han planeado. Justo después de haber terminado de compartir los principios con ellos, se muestran de acuerdo delante de ti, pero luego se dan la vuelta y empiezan a actuar con imprudencia y arbitrariedad, muestran su aspecto demoniaco. También hay individuos que parecen seres humanos decentes por fuera, pero cuando hablas o charlas con ellos, sus opiniones son incorrectas, su tono también lo es y, lo que es más fundamental es que su carácter es incorrecto, lo que hace imposible tener una conversación con ellos. Cuando les preguntas: “¿Existe Dios en el mundo?”, dicen: “No lo sé”. Dices: “Esto debería hacerse de esta manera, es la intención de Dios”. Responden: “¿Me encuentras desagradable? ¿Pretendes crearme problemas? ¿Tratas de expulsarme?”. Dices: “Actuar así es difundir nociones y dar rienda suelta a la negatividad, lo que podría provocar que algunos nuevos creyentes se tropiecen. Hemos de atenernos a las reglas de la casa de Dios y tener claros los principios que deberíamos seguir en las interacciones y asociaciones entre las personas. Si lo que se dice y se hace no puede edificar ni ayudar a los demás, como mínimo, no debería impactar negativamente en otros. Esta es la razón que alguien con humanidad normal debería tener”. Dicen: “Me hablas sobre humanidad normal, me sermoneas sobre las reglas, ¿quién te crees que eres? ¿Qué tiene de malo que dé rienda suelta a la negatividad? Por cada nuevo creyente que se tropieza, hay un nuevo creyente menos; ¡ahórrame la molestia de tener que verlos!”. Hablar con ellos sobre reglas es inútil, al igual que lo es debatir sobre humanidad. ¿Qué hay de compartir la verdad, de compartir las palabras de Dios? Tampoco escuchan la charla de las palabras de Dios. Nadie se atreve a criticarlos, nadie se atreve a molestarlos ni a provocarlos. ¿Hay tales personas en la iglesia? (Sí). De hecho, entre aquellos a los que se ha echado existen tales individuos. ¿Son estas personas mano de obra, el pueblo de Dios o qué? (Son personas a las que se descartó). ¿Por qué se las descartó? (Por no aceptar la verdad, por sentir aversión por ella). Esta es la esencia del problema. ¿Por qué no aceptan entonces la verdad? ¿Por qué sienten aversión por la verdad? ¿Cuál es la causa raíz? (La esencia de estas personas es la misma que la de los incrédulos). Correcto, su esencia es la de los incrédulos. Hay bastantes incrédulos en la iglesia, ¿pero son todos incrédulos de este modo? (No). A estos individuos, que carecen incluso de la moral y crianza humanas más básicas; ¿se les descarta solo porque son incrédulos? ¿Por qué se les descarta? En su origen, se trata de un problema de humanidad; estas personas tienen una humanidad mala, maliciosa. Para ser precisos, carecen de humanidad. Dado que carecen de humanidad, ¿qué son? Son personas de una naturaleza endiablada. ¿Cómo se comparan las personas de una naturaleza endiablada con las bestias? Creo que son incluso peores que las bestias; algunas bestias pueden ser obedientes y evitar hacer fechorías. Por ejemplo, los perros pueden ser bastante buenos; ¡algunos son realmente unas mascotas geniales que se llevan excepcionalmente bien con los humanos! Son especialmente obedientes y sensatos, entienden todo lo que dice la gente y son aptos para tenerlos bajo techo. Tales perros son mucho mejores que los humanos desobedientes. Hay muchas personas que son incluso peores que los buenos perros. Entonces, ¿acaso son todavía humanos? No, no son humanos; son no-humanos. Muchas personas no entienden el lenguaje humano; es imposible comunicarse con ellas. No aceptan la verdad, da igual la manera en la que se comparta, se quejan cuando reciben la poda y cuando se las descarta les da un ataque de rabia y hablan con un lenguaje malsonante, no muestran cambios en absoluto por muchos años que lleven creyendo. ¿Se les puede permitir todavía a estas personas quedarse en la casa de Dios? (No). No se les puede permitir quedarse. ¿En qué categoría se debería clasificar a tales individuos? Para empezar, ¿se debería categorizar a esos individuos entre el pueblo escogido de Dios? (No). Si no están entre los escogidos de Dios, ¿en qué categoría se los debería colocar? ¿Cómo se debería interpretar no estar entre los escogidos de Dios? Significa que desde la perspectiva de la humanidad que exhiben y viven, no es una simple cuestión de ser incrédulos; su esencia no es humana. Hay muchos que son incrédulos; ¿son todos tan malos y maliciosos como estos individuos? No. Incluso entre los no creyentes, no todos son malos: algunos poseen los estándares morales más básicos. ¿Qué pasa entonces con esos individuos? Carecen incluso de la moral y la crianza más básicas que tienen los no creyentes; sus revelaciones y lo que viven, dicho con exactitud, no cumplen con los estándares de la moralidad humana. La esencia de estas personas es la de ser endiabladas. Desde la perspectiva de su esencia, ¿las salva Dios entonces? (No). Dios no las salva. ¿Y eso por qué? Porque su humanidad es mala y maliciosa, de una naturaleza demoniaca, y por tanto sienten aversión por la verdad y se resisten a ella. En realidad, expresarlo de esta manera es elevarlas; para ser precisos, estos individuos sienten aversión por las cosas positivas y las odian, no se elevan al nivel de sentir aversión por la verdad ni la aceptan. Sienten aversión, odian y se resisten incluso a las cosas positivas más básicas; las reglas que una persona con humanidad normal debería seguir y la crianza que debería tener son todas cosas que los asquean. ¿Pueden aceptar la verdad? (No están a la altura). Cierto, no están a la altura de eso; no son siquiera mano de obra. Hay quien dice: “Ya que no son siquiera mano de obra, ¿qué se los considera dentro de la casa de Dios? ¿Cómo se introdujeron en ella?”. Si tuviéramos que explicarlo, si hubiera que encuadrarlos en una categoría, para ser precisos, estos individuos son como trabajadores contratados o temporales traídos de entre los no creyentes. ¿Está claro el significado de esto? Esta es su categoría, así como el papel que desempeñan en la casa de Dios. No son siquiera mano de obra; no los veo como mano de obra, ¡no son dignos! La mano de obra posee características como tener buena humanidad, de veras creer en Dios, y estar dispuestos a pagar un precio y tener la capacidad de soportar dificultades, y ellos viven estas cosas. Estos individuos carecen incluso de estas cualidades, así que clasificarlos como trabajadores contratados ya muestra enorme amabilidad y es muy educado. ¿Qué significa ser un trabajador contratado o uno temporal? Significa que, debido a necesidades especiales durante periodos concretos, la casa de Dios recluta a algunos individuos que son irrelevantes para la salvación a fin de que completen ciertas tareas. Después de que se completen, el verdadero ser de estos individuos queda al descubierto. El pueblo escogido de Dios ha sufrido bastante por relacionarse con ellos, se ha hartado de tales individuos hasta un nivel insoportable y también ha ganado suficiente discernimiento respecto a ellos. Bajo tales circunstancias, se debería echar a estos individuos; este es el momento más apropiado para tales acciones. ¿Se acaba de explicar con claridad cómo surgieron estos individuos? (Sí). Son trabajadores contratados que no tienen nada que ver con la salvación, se los trae durante periodos especiales del trabajo de la iglesia. Después de hacer labores esporádicas y rendir servicio durante un tiempo, estos individuos cometen fechorías imprudentes en la casa de Dios, causan numerosos trastornos y perturbaciones. El papel que desempeñan es el de personajes negativos. Reflejan por completo la verdadera imagen de Satanás y los diablos, perturban el trabajo de la iglesia y destruyen el orden de la vida de iglesia. Más concretamente, se puede decir que estos individuos perjudican significativamente los intereses de la casa de Dios, como dañar en gran medida el equipamiento, la maquinaria, los objetos valiosos y demás en la casa de Dios. Se puede decir que las acciones y comportamientos de estos individuos han provocado una ira generalizada. Por supuesto, han permitido que más personas aprendan lecciones y ganen discernimiento, que aprendan qué es un diablo y qué significa carecer de humanidad y ver con claridad el verdadero rostro de los incrédulos; han permitido que la gente vea, de una manera más clara y concreta, cuáles son los pensamientos y puntos de vista de los incrédulos, lo que persiguen, a lo que aspiran en el fondo de su corazón, qué actitud albergan hacia Dios y la verdad y qué actitud albergan hacia sus deberes y hacia las cosas positivas, e incluso las actitudes que estos individuos albergan hacia ciertos preceptos que hizo la casa de Dios y demás. Cuando se vuelven así de específicos, la manera de estos individuos de vivir su humanidad, su esencia-humanidad y lo que persiguen, todo ello se deja en evidencia por completo. Mantener a estos individuos en la iglesia parece entonces redundante; causará gran daño al pueblo escogido de Dios y no lo beneficiará en absoluto. Es el momento de que se vayan. Entonces, si decimos que la casa de Dios les ha dado bastante tiempo y oportunidades de aceptar la verdad y venerar a Dios, ¿es correcta esta afirmación? (No). ¿Cómo se debería decir entonces? La casa de Dios les ha dado muchas oportunidades y bastante tiempo para que cambien, pero el resultado final revela un hecho: un diablo siempre es un diablo en todo momento y no puede cambiar. Este es el hecho. ¿Es posible hacer que el dragón rojo reconozca el estatus y la identidad de Dios? ¿Se puede lograr hacer que estas personas con una naturaleza demoniaca cambien y sigan algunas reglas? (No). No pueden lograrlo. No se les dan oportunidades para que acepten la verdad, reconozcan el trabajo que ha hecho Dios o se comporten de acuerdo con los principios-verdad, sino para que se produzca un cambio en ellos. Si se diera siquiera la menor señal de que han cambiado, su eventual desenlace podría ser diferente. Sin embargo, estas personas no saben lo que es bueno para ellas; su naturaleza demoniaca siempre será simplemente eso. No importa cuánto tiempo ni cuántas oportunidades se les den, lo que viven y su esencia no van a cambiar; esto es un hecho. Por tanto, la manera definitiva de manejar a estas personas es liberarlas de sus deberes, hacer que dejen la iglesia y garantizar que ya no tienen lazos ni relación con la casa de Dios. ¿Hay individuos que se mostrarán reacios a verlos marchar y que sentirán pena por ellos, que dirán: “Son todavía bastante jóvenes; si se les da tiempo, se podrían convertir en excelentes. Tienen muy buen calibre, tienen tantas dotes y tanto talento… ¡sería genial que pudieran aceptar la verdad! Si la casa de Dios puede ser más amorosa y tolerante, y concederles más oportunidades de arrepentirse, cuando se hagan mayores, tal vez las cosas acaben de manera diferente”? ¿Qué clase de personas piensan así? (Las atolondradas, las confusas). Correcto. Son todos unos atolondrados, gente confusa, ¡meros bribones! Dios no salva a tales personas, y la casa de Dios no les permite quedarse; ¿por qué hay que tenerles lástima? Dios dice que Él no va a salvar a tales personas, sin embargo, sugieres que se les dé una oportunidad de arrepentirse. ¿Puedes salvar a las personas? ¿No es esto ir en contra de Dios? ¿Estás intentando hacer que otros piensen que eres más amoroso que Dios? ¿Tienes la realidad-verdad? ¿Puedes desentrañar la esencia de una persona? ¿Quién es el que puede salvar a las personas, Dios o tú? Atreverse a ir en contra de Dios es demasiado arrogante, sentencioso y carente de razón, ¿verdad? ¿No es esta una gran rebelión? ¿Acaso no es que Satanás y los espíritus malvados se han reencarnado, que siempre se complacen en ir en contra de Dios? Los incrédulos que acabamos de mencionar son menos que bestias. Da igual cómo se les comparta la verdad, no sirve de nada; incluso podarlos es inútil. Se puede decir que tienen la naturaleza de Satanás y nunca van a cambiar. Si alguien quiere darles a estos tipos satánicos una oportunidad de arrepentirse, que sean ellos los que provean para tales personas; veremos si de veras tienen amor. Aquellos incrédulos que no aceptan la verdad en absoluto son los peores en la iglesia; son todos como bestias, se encuentran más allá de la razón y son incapaces de salvarse. Ya sea en el pasado o en el presente, el tratamiento que hace la iglesia de ellos ha sido de lo más apropiado, la iglesia ha mostrado una inmensa paciencia y tolerancia con ellos y les ha dado bastantes oportunidades. Sin embargo, hasta ahora no han cambiado en absoluto, incluso han potenciado sus formas. Al principio, cuando estas personas llegan a creer en Dios con sus nociones, figuraciones y deseo de bendiciones, son capaces de estar en cierto modo constreñidas, hacen sus deberes con algo de entusiasmo y fervor. Sin embargo, en última instancia, cuando ven que “creer en Dios significa perseguir la verdad, conocer la obra de Dios y someterse a Él, no hay más”, su actitud hacia Dios y la verdad, además de su cara oculta, se dejan en evidencia por completo. ¿Qué es lo que se deja en evidencia? Estos individuos no solo carecen de humanidad, conciencia y razón, sino que son extremadamente crueles, perversos y brutales. Desdeñan a Dios y la verdad, e incluso consideran los requerimientos y las reglas de la casa de Dios, así como Sus decretos administrativos, con hostilidad y resistencia. Estas manifestaciones suyas han reforzado el asco y la repulsión que el pueblo escogido de Dios siente hacia ellos, y además han acelerado el ritmo en el que la casa de Dios los depura, hasta que al final determina con celeridad si se quedan o se marchan, y deciden sus desenlaces y su porvenir. Se ganaron sus desenlaces y su porvenir, estos no se ocasionaron porque alguien los incitara o los instigara ni porque alguien los forzara o los tentara, y desde luego no se ocasionaron debido a circunstancias objetivas; sus desenlaces y su porvenir se los infligieron ellos mismos, surgieron a raíz de sus propias elecciones y fueron determinados por su esencia-naturaleza y las sendas que habían tomado. Los desenlaces y el porvenir de estas personas se han establecido; una vez que se las ha echado de entre las filas de aquellos que desempeñan su deber, entonces ya no son siquiera mano de obra. Bien puedes imaginar qué clase de porvenir van a tener; no merece la pena mencionarlo aquí, pues son indignos.
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