Elegir la senda correcta es lo más importante para creer en Dios

Durante la obra de difusión del evangelio de Dios en los últimos días, solo una minoría de personas son capaces de renunciar a la familia y a todo para entregarse sinceramente para Dios. Todas estas personas tienen algún testimonio vivencial real, y todos tienen alguna estatura. No creen que sea una gran dificultad renunciar a la familia y la carrera para cumplir con sus deberes. Aunque tengan que pasar diez años o toda una vida sin volver a casa, están dispuestos a hacerlo. No creen que sea algo difícil. Esta es la fuerza que les ha dado el Espíritu Santo. Pero en cuanto a su estatura, no puede alcanzar este nivel, porque, aunque entienden algunas verdades, todavía no han entrado en la realidad-verdad, ni han ganado la verdad. Solo tienen un poco de sinceridad para entregarse para Dios. Si una persona tiene la determinación de perseguir la verdad, y el Espíritu Santo le da algo de gracia además, se siente especialmente gratificada en ese momento; obtiene una especie de fuerza, y es capaz de salir de las ataduras del mundo secular para entregarse para Dios; esta es la gracia de Dios. Pero hay ciertas personas que, mientras cumplen con sus deberes, no atienden a lo que les corresponde hacer. En absoluto persiguen la verdad y, además, son capaces de cometer todo tipo de actos indebidos. En tales casos, el Espíritu Santo no obra en ellos. Las motivaciones de personas así no son rectas, y no creen verdaderamente en Dios. Incluso si en el pasado el Espíritu Santo hubiera obrado un poco en ellos, ahora ya se ha perdido y, sin saberlo, empiezan a tomar un camino cuesta abajo. Si eres una persona que tiene la determinación de perseguir la verdad, entonces el Espíritu Santo te dará algo de gracia para que la disfrutes, y entonces podrás avanzar en tu búsqueda por la senda que el Espíritu Santo te marque. La verdad se volverá cada vez más clara para ti, tu determinación, más firme, y será cada vez más fácil que el Espíritu Santo obre en ti. Cuando una persona no camina por la senda correcta, que es la de perseguir la verdad, el Espíritu Santo acaba por descartarla. Después de esto, su determinación original, su pasión original, y su impulso de renunciar y entregarse desaparecen completamente. Siente arrepentimiento y piensa: “Si hubiera sabido que llegaría un día en que me descartarían, para empezar no habría creído en Dios”. En este momento, el arrepentimiento, las quejas y la negatividad salen a la luz. En realidad, el Espíritu Santo dejó de obrar en ellos hace mucho tiempo. Aunque ellos difundieron el evangelio, tenían el don de la palabra y obtuvieron algunos resultados, estos no los causó el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo. Más bien, la razón fue que esta persona tenía algo de inteligencia y aptitud. Esto no significa que el Espíritu Santo obrara en ellos. Son similares a los contribuyentes de mano de obra: aunque el Espíritu Santo no obre en ellos, todavía son capaces de contribuir un poco con mano de obra de forma temporal. En cualquier caso, tienen algunos dones y cierta aptitud. Lo que ocurre es que en lugar de perseguir la verdad, y esforzarse por realizar bien sus deberes y devolver el amor de Dios, persiguen fama, ganancia, estatus, bendiciones y una gran corona. Por eso, a medida que avanzan, su senda desaparece y les resulta difícil dar un solo paso. Esto es lo que les sucede a todos los que no persiguen la verdad.

Ahora bien, hay muchas personas que dicen: “Soy consciente de que mi naturaleza es mala. Estoy lleno de sentimientos fuertes y soy demasiado rebelde”. Pero, a pesar de ello, estas personas carecen del conocimiento de su propia naturaleza, y no comprenden ningún aspecto de la verdad. Por muy bien que hablen de las doctrinas, y que aparenten entenderlo todo, no pueden ponerlo en práctica. Este hecho es más que suficiente para probar que en ellos la obra del Espíritu Santo se ha desvanecido. No importa cómo sea tu humanidad, o cuantas doctrinas entiendas, y no importa cuánto hayas sufrido o abandonado: si el Espíritu Santo no obra en ti, esta será la prueba de que no amas la verdad. No importa cómo de apasionado seas: sin la obra del Espíritu Santo no sabrás qué decir ni qué hacer. ¿Cómo de grande es la poca fuerza que posee el hombre? ¿Qué tan grande es la poca fe que tiene el hombre? ¿De qué sirve el poco conocimiento que posee el hombre? Tomemos, por ejemplo, la represión, la detención y el encarcelamiento de las personas que creen en Dios. Frecuentemente las han acosado, perseguido y obligado a huir de un lugar a otro desde que empezaron a creer en Dios, y esto les ha dejado una marca indeleble en la mente y el corazón. “Si me atrapan, no puedo ser como Judas; nunca podré traicionar a la iglesia”. ¿No se ha preparado así la mayoría de la gente? Pero cuando los capturan, ya no depende de ellos. Si no oran a Dios y confían en Él, entonces el Espíritu Santo no obrará en ellos y no podrán mantenerse firmes. No es un momento de confusión lo que lleva a la gente a ser como Judas. Como he dicho antes, lo que finalmente te ocurra, y cuál sea el resultado, depende principalmente de si amas y aceptas la verdad. Esto es de suma importancia. Después de eso, depende de si la obra del Espíritu Santo está siempre contigo, y de si entiendes la verdad y te mantienes firme en tu testimonio. Todo depende de estas dos cosas. Algunas personas tenían mucho entusiasmo cuando empezaron a desempeñar sus deberes, y se sentían como si tuvieran una energía inagotable. Entonces, ¿por qué empezaron a perder este vigor con el tiempo? Las personas que eran en el pasado y las que son ahora parecen completamente distintas: ¿por qué han cambiado? ¿Cuál es la razón? La razón es que tomaron la senda equivocada y que no entraron en la senda correcta de la creencia en Dios. Tomaron la senda de buscar las bendiciones. Hay algunas cosas ocultas en sus intenciones. ¿Qué cosas son? Cuando las personas creen en Dios, albergan algunas esperanzas en el corazón: esperan que el día de Dios llegue muy pronto, y que todo su sufrimiento se termine; esperan que Dios cambie de forma y regrese a Sion, y que entonces se librarán de todo su sufrimiento. Todos esperan que un día puedan regresar a casa y reunirse con sus seres queridos. Esperan que llegue un día en que ya no sean perseguidos, en que puedan ser verdaderamente libres y creer abiertamente en Dios. En ese momento, no habrá nadie que los coarte, y podrán vivir en un ambiente cómodo, comer bien y vestir ropas hermosas. ¿Acaso no tienen todas las personas estas esperanzas? Estas esperanzas existen en lo más profundo del corazón de la gente porque su carne es reacia al sufrimiento. En tiempos de sufrimiento, esperan que lleguen días mejores. Tales cosas no se exponen sin que exista persecución y tribulación. Sin estas, la gente parece tener una fe fuerte. Parecen tener un cierto grado de estatura, comprender bastante bien la verdad y estar llenos de vigor. Sin embargo, cuando un día se encuentran con la persecución y la tribulación, sus esperanzas carnales, imaginaciones y deseos extravagantes emergen precipitadamente. El conflicto comienza a aparecer en su corazón, y algunas personas empiezan a volverse negativas y débiles, y surgen en su interior dudas y malentendidos acerca de Dios. La gente no entiende la intención de Dios. No es que Dios no les proporcione una salida o les conceda Su gracia, y ciertamente no es que Dios no comprenda sus dificultades. Más bien, el hecho de que puedas experimentar este sufrimiento ahora que sigues a Cristo es una bendición, porque no es posible que las personas alcancen la salvación y sobrevivan sin soportar este sufrimiento. Dios ordena este sufrimiento, y por lo tanto es una bendición que caiga sobre ti. No deberías verlo de forma simplista: no se trata de hacer sufrir a la gente y jugar con ella y ya está. ¡El significado de esto es increíblemente profundo y grande! Dedicar toda tu vida a entregarte para Dios sin buscar una pareja ni volver a casa es algo significativo. Si tomas la senda correcta y aspiras a las cosas correctas, entonces, finalmente, recibirás más que todos los santos de todas las épocas, y recibirás promesas aún mayores. Algunas personas ahora se preguntan todo el tiempo: “¿Se acordará Dios de mí por soportar estas dificultades? ¿Y si no hay nadie que me ayude cuando sea mayor? ¿Quién cuidará de mí si enfermo? ¿Le importa a Dios? ¿Cuándo acabará este sufrimiento? ¿Cuándo veré, por fin, la luz del día?”. Estas personas siempre esperan con impaciencia estas cosas, y tienen la esperanza de que Dios cambie de forma y les libre del sufrimiento para poder disfrutar de las bendiciones del reino de los cielos. No contemplan cuál es el significado de seguir a Dios y soportar el sufrimiento, ni por qué necesitan soportar este sufrimiento para obtener la verdad. ¡Su fe es realmente muy débil! Cuando se trata de la fe en Dios, cada uno tiene sus propios cálculos egoístas. Por esta razón, traicionar a Dios es propio de la naturaleza humana. Nadie ama verdaderamente a Dios, nadie puede mostrar una verdadera consideración por las intenciones de Dios ni pensar igual que Él en la expansión de la obra del evangelio. La gente no puede esperar a que Dios abandone la tierra y cambie de forma para que les libre del sufrimiento y les permita disfrutar de la vida en el reino de los cielos. Esto es lo que la mayoría de la gente espera. Muchas personas se dicen a sí mismas: “Si Dios nos deja y el gran dragón rojo cae, entonces podremos tomar el poder y ya no necesitaremos sufrir. Gobernaremos sobre todas las naciones y pueblos con vara de hierro. ¿No veremos entonces la luz del día? En ese momento, Dios aparecerá públicamente y castigará y destruirá a todo Satanás y demonio, el reino de Cristo se hará realidad en la tierra, y ni Satanás ni los demonios nos perseguirán”. Aunque no es malo tener esta esperanza, hay algunos estados incorrectos dentro de estas personas. ¿Es el deseo constante de escapar del sufrimiento y disfrutar de la comodidad una muestra de consideración por las intenciones de Dios? ¿Satisface a Dios? La mayoría de la gente no comprende plenamente el significado de experimentar sufrimiento.

Nadie pretende estar toda su vida siguiendo la senda que lleva a Dios, perseguir la verdad para obtener la vida, alcanzar el conocimiento de Dios, poder dar testimonio de Él o, en definitiva, vivir una vida con sentido como Pedro. La mayoría de las personas no están dispuestas a sufrir y no aceptan la verdad en absoluto, pero desean disfrutar de las bendiciones del reino de los cielos lo antes posible, y aman buscar fama, ganancia y los beneficios del estatus. Perseguir estas cosas los puede llevar por mal camino. Cuando se enfrentan al dolor, los reveses o el fracaso, es probable que se vuelvan negativas y débiles, y que no tengan un lugar para Dios en el corazón. El Espíritu Santo no obrará en ellas, y algunas personas incluso querrán dar marcha atrás. ¡Es algo muy peligroso si una persona ha creído en Dios durante muchos años, pero no posee ni la más mínima realidad-verdad! ¡Qué lástima que todo su sufrimiento, los innumerables sermones que escuchó y los años que pasó siguiendo a Dios hayan sido en vano! Es fácil para la gente dejarse llevar, y es, de hecho, difícil caminar por la senda correcta y elegir la senda de Pedro. La mayoría de la gente tiene un pensamiento poco claro. No pueden ver con claridad qué senda es la correcta y cuál es la que se aleja de ella. Por muchos sermones que escuchen y por muchas palabras de Dios que lean, aunque sepan en el corazón que el Hijo del hombre encarnado ha venido, siguen sin creer plenamente en Él. Saben que este es el camino verdadero, pero no pueden emprenderlo. ¡Qué difícil es salvar a las personas cuando no aman la verdad! Sabes que la palabra de Dios es la verdad, pero no puedes aceptarla. No hablemos de la calidad de tu fe y hablemos de por qué no amas la verdad y por qué no puedes aceptarla. Eres incapaz de emprender el camino verdadero, no quieres perseguir la verdad y no eres capaz de poner en práctica las verdades que entiendes. ¿No eres de la misma calaña que Satanás? Estas personas no tienen metas ni dirección en la vida, están desprovistas de humanidad, como los animales. Por lo tanto, algunas personas pierden la obra del Espíritu Santo, no porque este deliberadamente no obre en ellas y las revele intencionalmente, sino porque Él no es capaz de obrar en ellas. Las personas están muy corrompidas por dentro y son muy difíciles de manejar. Si no persiguen la verdad o no escogen la senda correcta, ¿entonces cómo puede el Espíritu Santo obrar en ellas? Cuando el Espíritu Santo obra, Él siempre le da a la gente una opción; nunca obliga a nadie. Pero el pensamiento de la gente es demasiado confuso. No aman la verdad ni la aceptan en absoluto, y mucho menos están dispuestos a sufrir para obtenerla. Aunque quieren conseguir la bendición, no están dispuestos a esforzarse ni a pagar un precio. Su egoísmo es demasiado grande. Solo se preocupan por sus intereses inmediatos; persiguen y se esfuerzan por las cosas que tienen ante sus ojos, que pueden ver y disfrutar, e ignoran aquello que no pueden ver, o a lo que no encuentran sentido. Este es el estado en el que se encuentra la mayoría de la gente, y casi no hay lugar para la obra del Espíritu Santo. Algunos dicen: “Tengo muchos problemas que no puedo resolver. Si alguien hablara conmigo y me ayudara a entender la verdad, ya no tendría problemas”. Pero, ¿pueden realmente resolver sus problemas con solo entender la verdad? ¿Son capaces de poner en práctica la verdad? Todo esto es una incógnita. Hay muchas personas que han escuchado muchos sermones y han entendido bastantes verdades, pero no son capaces de poner ninguna de esas verdades en práctica. Si les preguntas por sus problemas, dicen: “Entiendo toda la verdad, pero no puedo ponerla en práctica. ¿Cómo puedo resolver este problema?”. ¿De qué sirve creer en Dios si no puedes poner en práctica la verdad? Vuelve a casa rápido y sigue con tu vida. ¿De qué sirve que te hablen de la verdad? No eres digno de escuchar la verdad, y no eres digno de creer en Dios, ¡así que deberías esperar tu destrucción! Como has escogido la senda desagradable, vil y demoníaca, no importa qué cantidad de la verdad se comparta contigo: tú no la aceptarás. Por lo tanto, ¡deberías hacerte a un lado! No hay que decir nada a tales personas. Hay muchas que antes han dicho: “Entiendo toda la verdad, pero no puedo ponerla en práctica”. Esta declaración por sí sola es suficiente para demostrar que son diabólicas y que son exactamente de la misma calaña que Satanás. Si una persona no ama la verdad, entonces, sin duda, es perversa. La naturaleza de una persona está completamente representada por lo que ama, lo que espera, a lo que aspira y lo que anhela. Si no amas la verdad, entonces perteneces al diablo y perecerás. Pero si amas la verdad, entonces estás predestinado y Dios te ha elegido. ¿No es obvio? La senda que elijas es de suma importancia. Puedes calmarte y contemplar esto seriamente: si te has desviado, no es demasiado tarde para dar marcha atrás. Si tienes la voluntad de poner en práctica la verdad, es algo positivo. Además, necesitas una senda para lograr esta voluntad tuya y cumplir tu deseo. En primer lugar, debes comprender la verdad, conocer el destino futuro de la humanidad, la senda que esta debe seguir y los objetivos que debe alcanzar. En el pasado, se decía a menudo que “Todas las cosas y acontecimientos están en manos de Dios”. Esto es algo que debes experimentar a fondo. En cualquier situación debes considerar si ese asunto está en manos de Dios. Si realmente tienes claro que todas las cosas y acontecimientos están en manos de Dios, entonces realmente tienes fe. Si crees en Dios, ¿debes someterte a Él? ¿Qué significa creer en Dios? ¿El propósito de creer en Dios es solo recibir Sus bendiciones? Ahora sigues a Cristo en tu fe en Dios, pero ¿serás capaz de mantener el rumbo hasta el final? ¿Cómo deberás continuar en el futuro cuando encuentres baches y tribulaciones en tu senda? Debes tomar las palabras clave de Dios como lemas para animarte a ti mismo, para que no caigas, no seas débil o negativo, no te quejes de Dios, ni te desvíes de la senda o traiciones a Dios huyendo a mitad del camino. Debes entender todo esto, tenerlo claro y comprenderlo a fondo para seguir a Dios hasta el final.

La senda de seguir a Dios presenta altibajos y puede ser tanto amarga como dulce. Cuando está feliz, la gente es capaz de decir: “Estoy dispuesto a esforzarme por Dios, me esforzaré por Él toda la vida”. No obstante, en algún momento, las personas sufren contratiempos y se vuelven negativas. En el corazón, se preguntan: “¿Dónde está Dios? ¡Ya no puedo seguir creyendo, cuesta demasiado recorrer esta senda!”. Después, oran y se sienten reprendidas al pensar que están en deuda con Dios. Deberían dejar de actuar de esta manera después de saber que están en deuda con Dios. Sin embargo, un día las cosas quizá no salen como quieren y, de nuevo, se vuelven negativas, se quejan de Dios y dicen: “¿Cómo pudo Dios instrumentar esta situación para mí? ¿Por qué siempre me hace sufrir? ¿Acaso no puede librarme del sufrimiento?”. La gente siempre se queja y, después, siempre dice que está en deuda con Dios. No obstante, nunca cambia; cuando tiene un pequeño contratiempo o la cosa más minúscula no sale como quiere, se enfada y se queja. En el peor de los casos, algunos incluso enjuician y blasfeman. Después, se dan cuenta de que lo que han dicho era erróneo y se sienten mal por ello, de manera que se apresuran a cumplir un poco sus deberes y a hacer algunas buenas obras para redimirse. ¿Qué nos indican estas manifestaciones? Que la naturaleza del hombre consiste en sentir desagrado por la verdad, o incluso aversión por ella. El hombre es bastante perverso y desagradable, y carece de sentido común y razón. La gente cree en Dios como si hiciera una transacción; le ora solo cuando lo necesita y se aleja de Él cuando no es así. No tiene a Dios en el corazón y actúa como le place. Las personas son muy arrogantes y desenfrenadas; no tienen un corazón que tema a Dios ni odian verdaderamente las cosas negativas. Carecen de un amor verdadero por la verdad y no saben diferenciar entre la justicia y la injusticia. No tienen límites ni objetivos, y todo lo que hacen carece aún más de principios y moderación. Por dentro son espantosos y, a pesar de ello, todavía esperan con ansia las grandes promesas y las muchas bendiciones que podrán recibir y obtener en el futuro, o la posición distinguida que tendrán más adelante y las cosas de las que podrán disfrutar. Solo cuando piensan en estas cosas sienten en el corazón: “¡Qué hermoso es Dios! ¡Debo recompensar Su amor!”. ¿Por qué dicen que Dios es hermoso? ¿De dónde proviene su deseo de recompensar a Dios? ¿Acaso no hay alguna intención tras estas declaraciones? Tan solo expresan tal emoción debido a una preferencia pasajera, a una explosión momentánea de júbilo; ¿acaso es esto una verdadera comprensión? ¿Es amar de verdad? ¿Proviene de lo más hondo del corazón? Si entiendes esto verdaderamente, ¿por qué sigues quejándote? Si realmente te sientes en deuda con Dios, ¿por qué sigues refunfuñando? Sientes que Dios no es bueno contigo, de manera que lo ignoras. Si Dios no hace uso de ti, no quieres cumplir tu deber. ¡Cuánto resentimiento debes albergar! A pesar de eso, sigues creyendo que amas a Dios más que otros. ¿Es esta la realidad de amar a Dios? El hecho de que alguien pueda lanzar estas quejas demuestra que aún no comprende su propia naturaleza. Todavía no sabe qué es, de qué está hecho y cuál es su verdadero valor. De hecho, resistirse a Dios y traicionarlo forma parte de la naturaleza de cada persona. Es algo universal, común a todo el mundo. Nadie ama genuinamente la verdad y las cosas positivas, de la misma manera que nadie odia verdaderamente a Satanás y a las cosas perversas. No hay principios ni límites en el amor y el odio del hombre, y mucho menos dichos sentimientos se basan en la verdad. En el corazón del hombre, no hay distinción entre la justicia y la injusticia, entre el blanco y el negro, y mucho menos entre las verdades y las doctrinas o las herejías. La gente no es capaz de establecer estas diferencias. No tiene claro qué vale la pena amar y buscar, qué se debería odiar y rechazar, y está muy lejos de tener algún tipo de discernimiento. Algunos cumplen sus deberes y, cuando oyen la canción de los no creyentes “Vuelve a casa más a menudo”, se ponen nostálgicos y no les apetece cumplir sus deberes. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Tiene siquiera una pizca de realidad-verdad? Algunos creen que pueden trabajar un poco y que están cualificados. Puede que les parezca que poseen la verdad, pero, en realidad, no tienen ni son nada. Aunque ahora seas capaz de predicar algunas doctrinas a otros, es posible que, un día, los demás deban animarte, y tu caída será más trágica que la de cualquier otra persona, y te volverás incluso más negativo que nadie. ¿Te crees algo así? ¿Estáis convencidos de ello? Quizá no habéis experimentado ninguna caída grave ni os habéis vuelto particularmente negativos. Tenéis la sensación de que sois relativamente fuertes y, debido a que no habéis experimentado estas cosas, creéis que tenéis bastante estatura. Quizá, un día, cuando tu interior se haya revelado, llorarás desconsoladamente mientras exclamas: “Se terminó. ¡Estoy acabado!”. En ese momento, empezarás a ir de un extremo a otro. Muchas personas tienen mucho vigor cuando llegan a creer en Dios por primera vez, pero cuando les ocurren cosas, es posible que, de repente, pierdan el impulso y no sean capaces de recomponerse. ¿Observáis algún problema con gente de este tipo? Nadie domina sus debilidades y fortalezas; las cosas corruptas ocultas en las personas pueden revelarse en cualquier momento y lugar. El hombre es una fuente inagotable de artimañas e inmundicia y las emana incesantemente. Por tanto, la naturaleza del hombre es la de Satanás, lo cual es una afirmación absolutamente precisa. Es radicalmente distinta a la esencia de Dios. En el pasado, Dios dijo: “Puedo amar al hombre por toda la eternidad y también lo puedo odiar por toda la eternidad”. Es decir, Dios tiene un criterio con el que valora a la gente. Tiene Sus veredictos, así como principios para las bases sobre las cuales cataloga las cosas. Tiene Sus propios criterios y principios respecto de lo que ama y odia, y de a quién desprecia y a quién bendice. La gente carece de la verdad y de los principios, de modo que es proclive a seguir su propio camino. Es caprichosa y no puede entrar en la senda correcta sin la guía de Dios.

Algunos siempre se preguntan: “¿Cuándo dejará Dios la Tierra? ¿Cuándo terminará la obra de Dios? Ya no soy joven; ¿cómo viviré cuando sea mayor?”. ¿Tiene fe una persona de este tipo? ¿Qué hará si realmente no hay nadie que cuide de ella cuando sea mayor? ¿Acaso no culpará a Dios? Muchos creyentes no tienen ni idea de lo que deberían ganar por seguirlo o de qué cosas son las más valiosas. Muy pocos tienen estos asuntos verdaderamente claros. Sin la obra de Dios encarnado, el pueblo de China ya habría sido aniquilado hace mucho tiempo. Es posible que algunos no lo crean, pero el motivo es que no ven la situación claramente, ya que esto es lo cierto. La gente también cree que: “Todavía podemos salir adelante sin la dirección de Dios; nos basta que nos guíe Su palabra. Todos hemos leído el libro ‘La Palabra manifestada en carne’, en nuestro interior tenemos una idea aproximada del contenido y entendemos los principios. Ahora podemos asumir el control”. Pero ¿eres realmente capaz de controlar la situación? No puedes seguir la senda adecuada: a medida que la recorras, te desviarás, de modo que, ¿puedes entrar en la realidad? Ni siquiera ahora estáis convencidos. Se puede decir que cualquier persona que no cuente con la dirección de Dios se descarriará. El Espíritu Santo obró constantemente en algunas personas durante la Era de la Gracia, pero ¿por qué la mayoría de ellas ha insistido en seguir su propio camino? Cuesta contar exactamente cuántas denominaciones existen en todo el mundo religioso; es posible que desconozcas muchas de ellas o sus nombres; ¿cuál es el problema aquí? Las personas son demasiado complejas y no les resulta fácil penetrar en las cosas en su naturaleza. A estas alturas, Dios ha expresado muchas palabras que ponen al descubierto la naturaleza del hombre y requiere que la gente distinga las cosas dentro de su naturaleza y perciba su esencia claramente. Esta es la única manera de aprender a discernir a otros y de evitar que la desorienten, así como de eludir adorarlos, admirarlos o seguirlos. Si alguien no entiende la verdad, no podrá ver quiénes son los demás y, probablemente, lo desorientarán y lo constreñirán. Por tanto, quienes crean en Dios deben entender la verdad, leer más las palabras de Dios, llegar a conocer la naturaleza del hombre y penetrar en su esencia a través de lo que Dios deja en evidencia. Lo que desenmascara la palabra de Dios revela la naturaleza humana, enseña a la gente cuál es su esencia y le permite distinguir la esencia de su corrupción. Esto es muy importante. Satanás es un atolondrado, y cuesta interpretar las palabras endiabladas que expresa. Dios le preguntó: “¿De dónde vienes?”. A lo que Satanás respondió: “De recorrer la tierra y de andar por ella” (Job 1:7). Piensa detenidamente en su respuesta. ¿Viene o va? Cuesta descifrar su significado, y por eso digo que estas palabras son confusas. Sobre la base de estas palabras, se puede ver que Satanás no es nada claro. Cuando Satanás las corrompe, las personas también se vuelven atolondradas. No tienen moderación, ni criterios, ni principios en nada de lo que hacen. Por tanto, cualquiera puede descarriarse fácilmente. Satanás tentó a Eva al decirle: “¿Por qué no comes el fruto de ese árbol?”. A lo que Eva respondió: “Dios nos dijo que moriremos si comemos de ese árbol”. Entonces Satanás replicó: “No moriréis necesariamente si coméis el fruto de ese árbol”. Esas palabras guardaban la intención de tentar a Eva. En lugar de decir con certeza que no moriría si comía el fruto de ese árbol, solo dijo que no moriría necesariamente, lo que la llevó a pensar: “¡Si no moriré necesariamente, puedo comerlo!”. Incapaz de resistir la tentación, ella comió el fruto. De esta manera, Satanás logró su objetivo de persuadir a Eva para que pecara. No se responsabilizó de este acto, ya que no la forzó a comer. Todas las personas tienen un carácter satánico y el corazón lleno de la infinidad de ponzoñas con las que Satanás tienta a Dios y persuade al hombre. A veces, sus palabras están envenenadas con la voz y el tono de Satanás y con una intención de tentar y persuadir. Las ideas y los pensamientos del hombre están plagados de las ponzoñas de Satanás y despiden su hedor. En ocasiones, las miradas o las acciones de los hombres llevan esta misma hediondez de tentación y persuasión. Algunos dicen: “Si simplemente sigo de esta manera, seguro que algo ganaré. Puedo seguir a Dios hasta el final, aunque no persiga la verdad. Renuncio a cosas y me esfuerzo por Dios sinceramente. Tengo la fuerza de perseverar hasta el final. Aunque haya transgredido un poco, Dios se apiadará de mí y no me abandonará”. Ni siquiera saben qué están diciendo. Hay muchas cosas corruptas en la gente; si alguien no persigue la verdad, ¿cómo puede cambiar? Según su grado de corrupción, si Dios no protege a las personas, pueden caer y traicionarlo en cualquier momento. ¿Crees esto? Aunque te fuerces, no puedes llegar hasta el final, porque esta fase final de la obra de Dios consiste en crear un grupo de vencedores. ¿Hacer esto es realmente tan fácil como piensas? Para esta transformación final, no es necesario que una persona cambie un cien por ciento, ni siquiera un ochenta por ciento, sino un treinta o un cuarenta por ciento como mínimo. Por lo menos, debes desenterrar, purificar y transformar las cosas que tienes en el interior que se resisten a Dios, que se han enraizado profundamente en lo hondo del corazón. Solo entonces lograrás la salvación. Solo cuando te hayas transformado en un treinta o en un cuarenta por ciento como Dios requiere o, preferiblemente, en un sesenta o un setenta por ciento, se demostrará que has alcanzado la verdad y que, en esencia, eres compatible con Dios. No serás propenso a resistirte a Dios ni a ofender Su carácter la próxima vez que te ocurra algo. Solo de esta manera puedes ser perfeccionado y obtener la aprobación de Dios.

Algunos contemplan la cuestión de la fe en Dios en términos muy simples. Piensan: “Creer en Dios significa asistir a reuniones, orar, escuchar sermones, compartir, cantar y alabar a Dios, y cumplir algunos deberes. ¿Acaso creer en Dios no consiste en todo eso?”. En estos momentos, independientemente de la cantidad de años que habéis creído en Dios, todavía no habéis entendido por completo el sentido de la fe en Dios. De hecho, el significado de la fe en Dios es tan profundo que, si las experiencias de una persona son demasiado superficiales, no será capaz de comprenderlo. Cuando experimenta hasta el mismo final, es necesario purificar y transformar el carácter de Satanás y las ponzoñas satánicas que alberga en su interior. La gente debe dotarse de muchas verdades, cumplir los criterios que Dios requiere al hombre y poder someterse a Él y adorarlo verdaderamente. Solo entonces logrará la salvación de verdad. Si sigues siendo como antes, cuando formabas parte de una religión, y te limitas a recitar algunas palabras y doctrinas, corear algunas consignas, comportarte bien y realizar algunas buenas acciones, y abstenerte de ciertas cosas pecaminosas, al menos de las obvias, esto no supone que hayas entrado en la senda correcta en tu fe en Dios. ¿Seguir los preceptos significa que estás en la senda adecuada? ¿Quiere decir que elegiste bien? Si las cosas que conforman tu naturaleza no cambian, todavía puedes resistirte a Dios y acabar ofendiéndolo. Este es el mayor problema. Si en tu fe en Dios no lo resuelves, ¿se puede decir que hayas logrado verdaderamente la salvación? ¿Qué quiero decir exactamente con esto? Quiero que entendáis en el corazón que la fe en Dios no se puede separar de Su palabra, ni de Él Mismo ni de la verdad. Debes elegir la senda correcta y esforzarte por la verdad y la palabra de Dios. No puedes entenderlo simplemente de una manera parcial o aproximada, y ya está. Si te engañas, solo te perjudicarás. No es bueno basar la fe en las figuraciones. Si crees hasta el final y no tienes a Dios en el corazón, si te limitas a leer deprisa Sus palabras y no puedes recordarlas posteriormente, y si Dios no tiene un lugar en tu corazón, estás acabado. ¿Qué significa “la fe en Dios no se puede separar de Su palabra”? ¿Entendéis esto? ¿Contradice la frase “la fe en Dios no se puede separar de Él Mismo”? ¿Cómo puedes tener a Dios en el corazón si ahí no están Sus palabras? Si crees en Dios, pero tienes el corazón desprovisto de Él, de Su palabra y de Su guía, estás completamente acabado. Si no puedes llevar siquiera un asunto liviano según los requisitos de Dios, serás aún menos capaz de cumplir esos requisitos cuando te enfrentes a una cuestión de principios importante. Entonces, no tendrás ningún testimonio, lo que es problemático; demuestra que no posees nada y que no has obtenido ninguna verdad.

Algunos asuntos especiales no se pueden explicar en detalle de manera concreta. Solo podréis entenderlos completamente cuando el Espíritu Santo os esclarezca algún día. De momento, solo puedo expresarlos con algunas palabras que tal vez parezcan muy corrientes, o incluso ilógicas, y eso es todo. ¿Sabéis qué piensan los extranjeros del pueblo escogido de Dios de China? Cuando ven que creéis en Dios y seguís a Cristo en China, que sufrís tantas persecuciones y tribulaciones, que disfrutáis de la palabra de Dios y de Su obra, y que conseguís tantas cosas, ¡os envidian mucho! Los extranjeros tienen un deseo; piensan para sí mismos: “Yo también quiero experimentar la obra de Dios. ¡No me importa lo que tenga que sufrir, también quiero ganar la verdad! Y también quiero que mis conocimientos y mi estatura crezcan, pero, desafortunadamente, no estoy en el entorno adecuado”. Sienten que el pueblo chino está muy bendecido, pero, a pesar de eso, seguís pensando que son ellos los bendecidos y los envidiáis. En realidad, subestimáis vuestra buena suerte. Dios completa este grupo de personas en el país del gran dragón rojo y les permite soportar este sufrimiento. ¡Se puede afirmar que esta es la gran exaltación de Dios! En el pasado, Dios dijo: “Hace mucho tiempo llevé Mi gloria desde Israel al oriente”. ¿Entendéis el significado de esta frase? ¿Cómo deberíais recorrer vuestra senda en el futuro? ¿Cómo deberíais perseguir la verdad? ¿Cómo podéis recibir la obra del Espíritu Santo sin perseguirla? Si el Espíritu Santo deja de obrar en vosotros, os encontráis en una posición muy peligrosa. ¿Cómo cuantificáis el escaso sufrimiento que experimentáis en estos momentos? ¿Sabéis lo que os reportará eso? ¿Es posible que persigáis la verdad sin sufrir? ¿Podéis obtenerla de esa manera? ¿Podéis dar un testimonio verdadero? Si podéis entender estas cosas, no sentiréis que sufrís. Aunque el sufrimiento aumente, os parecerá que no es nada.

Otoño de 1999

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