Solo buscando la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter

Solo buscando la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter: esto es algo que la gente debe entender y comprender totalmente. Si no entiendes bastante la verdad, te equivocarás y te descarriarás fácilmente. Para buscar el crecimiento en la vida debes buscar la verdad en todo. Hagas lo que hagas, debes buscar la forma de comportarte en consonancia con la verdad y descubrir qué impurezas hay en tu interior que la vulneran; debes tener claras estas cosas. Hagas lo que hagas, debes considerar si se ajusta a la verdad, y si tiene valor y significado. Puedes hacer cosas que se ajusten a la verdad, pero no puedes hacer cosas que no. Con respecto a las cosas que podrías hacer o no, si puedes abandonarlas, debes hacerlo. Si no, si las haces durante un tiempo y luego descubres que deberías abandonarlas, toma entonces una decisión rápida y abandónalas enseguida. Este es el principio que has de seguir en todo lo que hagas. Algunas personas plantean esta pregunta: ¿por qué es tan difícil buscar la verdad y ponerla en práctica, como si estuvieras remando en un barco a contracorriente y la corriente te empujara hacia atrás si dejaras de remar hacia adelante? Y sin embargo, ¿por qué es en realidad mucho más sencillo hacer cosas malvadas o sin sentido, tan sencillo como navegar en un barco aguas abajo? ¿Por qué es así? Porque está en la naturaleza de la humanidad traicionar a Dios. La naturaleza de Satanás ha adoptado un papel dominante dentro de los seres humanos, lo cual es una fuerza antagonista. Aquellos seres humanos con una naturaleza traidora a Dios son, claro está, muy propensos a hacer cosas que lo traicionen y, por supuesto, es difícil para ellos llevar a cabo acciones positivas. Esto lo decide en su totalidad la esencia naturaleza de la humanidad. Una vez que entiendas realmente la verdad y empieces a amarla desde tu interior, te resultará fácil hacer cosas conformes a ella. Desempeñarás tu deber y practicarás la verdad con normalidad, incluso sin esfuerzo y con alegría, y sentirás que supondría un grandísimo esfuerzo hacer algo negativo. Esto se debe a que la verdad ha adoptado un papel dominante en tu corazón. Si realmente entiendes las verdades sobre la vida humana, entonces tendrás una senda a seguir respecto a la clase de persona que hay que ser, cómo ser una persona franca y directa, una persona honesta, y alguien que dé testimonio de Dios y lo sirva. Y una vez entiendas estas verdades, nunca más podrás cometer actos malvados que desafíen a Dios ni tampoco jugarás un papel de falso líder, falso colaborador o anticristo. Aunque Satanás te engañe o alguien malvado te incite, no lo harás; sin importar quién trate de coaccionarte, de todas formas no actuarás así. Si la gente recibe la verdad y esta se convierte en su vida, llegarán a detestar el mal y a sentir aversión dentro de sí por las cosas negativas. Le resultaría difícil cometer el mal, ya que se ha transformado su carácter de vida y Dios la ha perfeccionado.

Si, en el fondo, realmente comprendes la verdad, sabrás cómo practicarla y obedecer a Dios y, naturalmente, te embarcarás en la senda de búsqueda de la verdad. Si la senda por la que vas es la correcta y conforme a la voluntad de Dios, la obra del Espíritu Santo no te abandonará, en cuyo caso serán cada vez menores las posibilidades de que traiciones a Dios. Sin la verdad es fácil hacer el mal, y no podrás evitar hacerlo. Por ejemplo, si tienes un carácter arrogante y engreído, que se te diga que no te opongas a Dios no sirve de nada, no puedes evitarlo, escapa a tu control. No lo haces intencionalmente, sino que esto lo dirige tu naturaleza arrogante y engreída. Tu arrogancia y engreimiento te harían despreciar a Dios y verlo como algo insignificante; harían que te ensalzaras a ti mismo, que te exhibieras constantemente; te harían despreciar a los demás, no dejarían a nadie en tu corazón más que a ti mismo; te quitarían el lugar que ocupa Dios en tu corazón, y finalmente harían que te sentaras en el lugar de Dios y exigieras que la gente se sometiera a ti y harían que veneraras tus propios pensamientos, ideas y nociones como la verdad. ¡Cuántas cosas malas hacen las personas bajo el dominio de esta naturaleza arrogante y engreída! Para resolver el problema de hacer el mal, primero deben resolver su naturaleza. Sin un cambio de carácter, no sería posible obtener una resolución fundamental a este problema. Cuando tienes algún entendimiento de Dios, cuando puedes ver tu propia corrupción y reconocer lo despreciable y desagradable que es la arrogancia y el engreimiento, te sientes indignado, asqueado y angustiado. Serás capaz de hacer conscientemente algunas cosas para satisfacer a Dios y, al hacerlo, te sentirás en paz. Podrás leer la palabra de Dios, exaltarlo, dar testimonio de Dios de forma consciente, y en tu corazón sentirás satisfacción. Te quitarás la máscara conscientemente, con lo que quedará al descubierto tu perversidad y, al hacerlo, te sentirás bien por dentro y de mejor ánimo. El primer paso para buscar un cambio en tu carácter es procurar entender la palabra de Dios y entrar en la verdad. Solo puedes tener discernimiento cuando entiendes la verdad; solo puedes entender por completo las cosas si tienes discernimiento; solo puedes conocerte de verdad a ti mismo si entiendes las cosas; solo puedes abandonar la carne si te conoces a ti mismo y así pones en práctica la verdad, guiándote así poco a poco hacia la obediencia a Dios, y paso a paso, caminarás por el camino correcto de la creencia en Dios. Esto guarda relación con el grado de determinación de la gente al buscar la verdad. Si alguien tiene verdadera determinación, al cabo de seis meses o un año empezará a ir por el buen camino. En un plazo de tres a cinco años, verá resultados y notará que progresa en la vida. Si las personas creen en Dios, pero no buscan la verdad, y nunca se centran en practicar la verdad, entonces podrán creer diez o veinte años sin experimentar ninguna transformación. Y acabarán pensando que esto es lo que es la fe en Dios; pensarán que es más o menos igual a como vivían antes en el mundo secular y que no tiene sentido estar vivo. Esto muestra realmente que, sin la verdad, la vida está vacía. Tal vez sean capaces de pronunciar algunas palabras y doctrinas, pero seguirán sintiéndose desconsolados e incómodos. Si la gente conoce un poco a Dios, sabe vivir con sentido y es capaz de hacer cosas para satisfacer a Dios, le parecerá que esta es la vida real, la única manera de vivir con sentido, y que ha de vivir así para satisfacer a Dios, retribuirle y sentirse aliviada. Si es capaz de satisfacer conscientemente a Dios, de poner en práctica la verdad, renunciar a sí misma, abandonar sus propias ideas y ser obediente y considerada hacia la voluntad de Dios —si es capaz de hacer todas estas cosas conscientemente—, esto es lo que significa poner en práctica la verdad de forma correcta y sincera. No es como antes, que simplemente se basaba en imaginaciones y en seguir reglas, y pensar que eso es practicar la verdad. De hecho, confiar en las imaginaciones y seguir las reglas es muy agotador, no entender la verdad y hacer las cosas sin principios también lo es, y hacer las cosas a ciegas sin objetivos es aún más agotador. Cuando entiendas la verdad, no estarás limitado por nadie ni por nada, y tendrás realmente libertad y liberación. Actuarás según los principios, y estarás relajado y feliz, y no sentirás que esto requiere demasiado esfuerzo o provoca demasiado sufrimiento. Si tienes este tipo de estado, tienes la verdad y la humanidad, y eres alguien cuyo carácter ha cambiado.

En el proceso de la experiencia de la vida, no importa lo que suceda, debes aprender a buscar la verdad, y reflexionar a fondo sobre el asunto de acuerdo con las palabras de Dios y la verdad. Cuando sepas cómo hacer las cosas que están completamente acordes con la voluntad de Dios, serás capaz de dejar de lado las que provienen de tu propia voluntad. Una vez que sepas cómo actuar de acuerdo con la voluntad de Dios, simplemente debes actuar de esa manera, como si fueras con la corriente. Hacer las cosas de esta manera parece muy relajado y fácil, y así es como la gente que entiende la verdad hace las cosas. Si puedes mostrar a la gente que eres realmente eficaz cuando cumples con tu deber, y que hay principios en tu forma de hacer las cosas, que tu carácter de vida ha cambiado realmente, que has hecho muchas cosas buenas por los escogidos de Dios, entonces eres alguien que entiende la verdad, y ciertamente tienes la imagen del hombre; y por supuesto, se produce un efecto en cómo comes y bebes las palabras de Dios. Una vez que alguien entiende realmente la verdad, será capaz de discernir sus diversos estados, será capaz de ver claramente los asuntos complejos, y así sabrá cómo practicar de manera apropiada. Si una persona no entiende la verdad y no puede discernir su propio estado, entonces, si desea abandonarse a sí misma, no sabrá qué o cómo abandonar. Si quiere abandonar su propia voluntad, no sabrá qué hay de malo en su propia voluntad, pensará que esta se ajusta a la verdad, e incluso puede considerar su propia voluntad como el esclarecimiento del Espíritu Santo. ¿Cómo abandonará tal persona su propia voluntad? No podrá, y mucho menos abandonará la carne. Por tanto, cuando no entiendes la verdad, puedes confundir fácilmente las cosas que provienen de tu propia voluntad, las cosas que están alineadas con las nociones humanas y la propia bondad, con el propio amor, con el propio sufrimiento y con el propio pago de un precio como algo correcto y acorde con la verdad. ¿Cómo, entonces, podrías renunciar a estas cosas humanas? No entiendes la verdad y no sabes lo que significa practicarla. Estás completamente en la oscuridad y no puedes saber qué hacer, así que solo puedes hacer lo que crees que es bueno, y en consecuencia, te desvías en algunas cosas. Algunas de ellas son por seguir las reglas, otras por el entusiasmo y otras por la perturbación de Satanás. Así son las personas que no entienden la verdad. Son muy erráticas cuando hacen las cosas, y se desvían inevitablemente, sin ninguna precisión. Las personas que no entienden la verdad ven las cosas de una manera absurda, al igual que los incrédulos. ¿Cómo podrían practicar la verdad? ¿Cómo podrían resolver los problemas? Comprender la verdad no es una cuestión sencilla. Por muy alto o bajo que sea el calibre de uno, incluso después de una vida de experiencia, la cantidad de verdad que puede entender es limitada, y la cantidad de la palabra de Dios que puede entender también lo es. Las personas que son relativamente más experimentadas son personas que entienden algunas verdades, y como mucho pueden dejar de hacer cosas que se oponen a Dios, y dejar de hacer cosas obviamente malvadas. Es imposible que actúen sin ninguna adulteración de sus propias intenciones. Como los seres humanos tienen un pensamiento normal y sus pensamientos no siempre se ajustan a la palabra de Dios, la adulteración de su propia voluntad es inevitable. Lo importante es tener discernimiento de todas las cosas que provienen de la propia voluntad y van en contra de la palabra de Dios, de la verdad y del esclarecimiento del Espíritu Santo. Esto requiere que te esfuerces en entender la palabra de Dios; solo cuando entiendas la verdad tendrás discernimiento, y solo entonces podrás asegurarte de no hacer el mal.

Al procurar cambiar tu carácter, debes esforzarte en conocerte a ti mismo, y luego alcanzar cierta profundidad, por medio de la cual puedes descubrir los venenos satánicos que se encuentran en tu propia naturaleza. Debes saber lo que significa desafiar a Dios, así como rebelarse contra Él, y debes aprender qué clase de prácticas se conforman a la verdad en todos los asuntos. Debes obtener también algo de entendimiento de la voluntad de Dios y de Sus exigencias para con la humanidad. Debes poseer conciencia y razón delante de Dios, no debes alardear cuando hables ni tampoco engañar a Dios y no debes hacer nada que se resista a Él. Así, habrás cambiado tu carácter. Aquellos cuyo carácter se ha transformado sienten temor de Dios y su rebeldía contra Él poco a poco disminuye. Además, en el cumplimiento de sus deberes ya no necesitan que otros se preocupen por ellos ni el Espíritu Santo tampoco tiene que hacer siempre la obra de disciplina en ellos. Pueden básicamente someterse a Dios y sus opiniones sobre las cosas concuerdan con la verdad. Todo esto equivale a haberse vuelto compatible con Dios. Supón que alguien te entrega alguna obra. No necesitas que nadie te dirija, que te supervise. Simplemente la puedes llevar a cabo solo con la palabra de Dios y la oración. Durante esta obra, no eres superficial ni arrogante o santurrón, ni haces cosas a tu manera; no reprimes a nadie, y eres capaz de ayudar compasivamente a los demás. Puedes ayudar a cualquiera a obtener provisión y beneficio, y puedes guiar a la gente a entrar en el camino correcto de la creencia en Dios. Además, durante esta obra, no buscas tu propio estatus ni tus intereses, ni tomas para ti nada que no te hayas ganado, ni te defiendes a ti mismo; independientemente de cómo te traten los demás, los tratas de forma adecuada. Entonces te convertirás en una persona de una estatura relativamente buena. A nadie le resulta fácil encargarse de alguna obra y llevar al pueblo escogido de Dios a la realidad de Su palabra. No se puede hacer sin la realidad verdad. Muchas personas que confían en grandes dones cuando trabajan se derrumban y fracasan. No se puede confiar en las personas que no tienen la verdad, menos aún si su carácter no ha cambiado. ¿Cuál es ahora tu estatura? ¿Cómo deberías tratar a alguien que te adula? Si alguien tiene opiniones sobre ti o te mira de forma crítica, ¿cómo los tratarás de manera justa y razonable? ¿Eres capaz de promocionar y escoger a las personas sin apoyarte en tus emociones, concordando por completo con las exigencias de Dios? ¿Sois capaces de hacer realmente estas cosas con vuestra estatura actual? Si la mayoría de las personas no tienen un gran concepto de ti después de que hayas trabajado en un lugar determinado durante varios años, eso significa que no cumples bien con tu deber y no eres apto para que Dios te use. Si la mayoría de la gente considera bueno y apropiado lo que haces, entonces básicamente eres apto para que se te use. Si no posees la verdad, es imposible que alcances una etapa donde seas apto para que te use Dios; para ser apto has de obtener la verdad.

Cuando buscas la vida debes prestar atención a dos cosas: primero, entender la verdad en la palabra de Dios y, segundo, entenderte a ti mismo en la palabra de Dios. Estas son las dos cosas más fundamentales. No hay vida ni verdad fuera de la palabra de Dios. Si no buscas la verdad en ella, ¿dónde puedes ir a buscarla? ¿Dónde está la verdad en el mundo? ¿Informan los periódicos y los medios del mundo sobre la palabra de Dios? ¿Dan testimonio de Dios los partidos políticos del mundo? ¿Es viable en cualquier país del mundo difundir abiertamente la palabra de Dios? Desde luego que no. Por eso no hay verdad en el mundo, por eso Satanás, el diablo, gobierna el mundo, y por eso este es oscuro y malvado. ¿Dónde hay siquiera una gota de verdad? Entre las cosas más importantes a la hora de entender la verdad en las palabras de Dios se incluye el entendimiento de Dios en Sus palabras, el entendimiento de la vida humana en Sus palabras y el verdadero entendimiento de uno mismo, descubrir el sentido de la existencia humana en Sus palabras y otros aspectos de la verdad. Toda la verdad está en las palabras de Dios. No puedes entrar en la verdad a no ser que lo hagas a través de la palabra de Dios. Solo experimentando y practicando las palabras de Dios puedes lograr un entendimiento de la verdad y comprender auténticamente la verdad significa comprender las palabras de Dios. Esto es lo más fundamental. Algunas personas trabajan y predican, pero, a pesar de que en la superficie parecen comunicar la palabra de Dios, se limitan a hablar del significado literal de Sus palabras y no se menciona nada sustancial. Sus sermones son como enseñanzas de un libro de texto, están organizadas artículo por artículo, aspecto por aspecto y cuando han acabado, todos cantan alabanzas y dicen: “Esta persona posee la realidad. Ha predicado tan bien y con tanto detalle”. Después de que tales personas terminan de predicar, les dicen a los demás que recopilen sus sermones y los envíen en el seno de la iglesia. Al hacer esto, se convierten en personas que engañan a los hombres. Citan las palabras de Dios en los sermones, estos suenan como si se conformaran a la verdad, pero citan cosas fuera de contexto y aportan interpretaciones forzadas que van en contra de los principios. Con un discernimiento más detenido verás que no son más que palabras y doctrinas, figuraciones y nociones humanas, así como algunas cosas que delimitan a Dios. ¿Acaso no constituye esta clase de comunicación y predicación una interrupción de la obra de Dios? Este es un servicio que se opone a Dios. Las personas razonables deben establecer límites en el ámbito de su propio discurso: deberían saber qué clase de palabras deben decir, cuáles pertenecen al cumplimiento de sus deberes, y qué clase de palabras solamente puede pronunciar Dios. El hombre no debe estar ni hablar en el lugar de Dios. Nadie puede explicar cómo obra Dios; ¿cómo puede entonces alguien definirlo? El hombre no está cualificado para definir a Dios. Esto debe entenderse a fin de evitar hacer cualquier cosa que no sea razonable. Como persona razonable, debes conocer tu lugar, las cosas correctas que decir, y además no debes decir nada que no debas. Aunque Dios te haya dicho algo, no debes repetírselo a otros. Si tienes fe, si reconoces que la palabra de Dios es la verdad, entonces debes ponerla en práctica. Solo hablar de ello no sirve de nada. ¿No sería arrogante desear siempre que los demás te escuchen, que obedezcan lo que dices? Respecto a los asuntos de Dios, si no los comprendes, es que no los comprendes. Nunca finjas que lo haces o seas un sabelotodo, ¡eso es repulsivo! Siempre quieres ponerte en el lugar de Dios y alardear, como si lo entendieras todo, quieres acaparar la atención. Siempre deseas agitar la bandera de Dios mientras haces esto o aquello. ¿Es esa la racionalidad de una persona normal? ¿Acaso es eso practicar la verdad? ¿Conoces los pensamientos de Dios? ¿Posees Su sabiduría? La gente no entiende la verdad, y mucho menos está equipado con ella. No pueden dar testimonio de Dios, no pueden siquiera someterse a Él. Sin embargo, quieren hablar y actuar agitando la bandera de Dios. Todo el mundo tiene esta ambición, lo cual es de lo más vergonzante e irracional.

Ahora están viniendo personas de todo el mundo a buscar el camino verdadero; entonces, ¿cómo deberías dar testimonio de Dios? Si no tienes razón, si eres arrogante, engreído, caprichoso y vas desbocado, ¿acaso no desafías a Dios y blasfemas contra Él? Eso no es cumplir con tu deber, y menos aún es dar testimonio de Dios. En realidad, eso es revelar tu imagen satánica. Quienes han sido verdaderamente conquistados deben aprender a hablar con sinceridad y dar algún testimonio real. Compartir tus experiencias vitales vale más que cualquier otra cosa. ¿Qué utilidad tiene jactarse y hablar de grandes teorías? Una vez experimentados varios años de la obra de Dios, la gente sigue sin comportarse bien. Basándonos en sus identidades, las personas son indignas de dar testimonio de Dios. La gente irracional y arrogante aún desea dar testimonio de Dios. ¿Acaso no avergüenzas a Dios y blasfemas contra Él? No entiendes a Dios. Además, tu carácter sigue desafiándolo. ¿Acaso no hay un regusto repugnante en el testimonio que das? Por tanto, el hombre no es digno de dar testimonio de Dios. Si alguien dice: “¿Podrías darnos testimonio de la obra de Dios en la China continental?”, y tú dices: “Hemos experimentado varios años de la obra de Dios, y por ello creo que estoy cualificado para dar testimonio de Él”. ¿No es esto un problema? Una vez más, esto no es razonable. El hombre no es digno de dar testimonio de Dios. Deberías decir simplemente: “No somos dignos de dar testimonio de Dios. No obstante, Él nos ha salvado y nos ha mostrado Su gracia. Hemos obtenido alguna gracia y experimentado algo de la obra de Dios, de forma que podemos participar en la comunicación, pero no podemos considerar en serio dar testimonio de Dios. Solo podemos hablar de nuestras propias experiencias”. Está bien que hables de cómo te ha conquistado Dios, qué corrupciones has mostrado en ese momento, cómo de arrogante fuiste, la clase de resultado que se produjo al final, tras ser conquistado, y el tipo de resolución que tuviste. De hecho, hablar sobre experiencias reales para dar testimonio de Dios está muy de acuerdo con Su voluntad, y es lo que Dios exige. Desear tener una posición para dar testimonio de Dios es un gran error; no tienes razón y además eres arrogante. Debes decir: “Hablaré de algunas de mis experiencias, pero no soy digno de dar testimonio para Dios. Comunicaré sobre algo en primer lugar. ¿Por qué se encarnó Dios en China? Probablemente no entendáis esto del todo. Hemos entendido esto a partir de la obra de Dios. Nosotros, los chinos, nacimos en el lugar en el que yace enroscado el gran dragón rojo, crecimos en un lugar inmundo. Satanás nos ha corrompido muy profundamente, mentimos más que nadie, nuestra humanidad es peor, tenemos la integridad más baja, sin semejanza humana en absoluto. En comparación con el pueblo escogido de Dios de todas las demás naciones y regiones, somos los más inferiores, las personas más inmundas y corruptas. Por eso somos indignos de dar testimonio de Dios, y sin embargo Dios nos ha conducido a Su gran salvación y hemos obtenido Su gran amor, por lo que debemos hablar de nuestros testimonios vivenciales personales. No podemos sofocar la gracia de Dios”. Decir algo así es más razonable. Después de que Dios conquiste a los seres humanos, al menos deben poseer la suficiente racionalidad para asegurarse de no hablar con arrogancia. Lo mejor para ellos sería adoptar un estatus humilde, “como el estiércol sobre el suelo”, y decir algunas cosas que sean verdad. En especial, cuando das testimonio de Dios, si puedes decir algo con sustancia desde el corazón, sin un lenguaje vacío o altivo y sin mentiras, tu carácter se habrá transformado verdaderamente; ese es el cambio que debería ocurrir cuando Dios te ha conquistado. Si tan siquiera puedes poseer este grado de sentido, entonces realmente no tienes ninguna semejanza humana. En un futuro, cuando Sus escogidos de toda nación y región hayan regresado ante Dios, y Sus palabras los hayan conquistado, si en una inmensa reunión de alabanza a Dios empiezas a actuar de nuevo con arrogancia, alardeando y presumiendo constantemente, entonces serás desechado y descartado a conciencia. El hombre debe comportarse siempre de manera apropiada, reconocer su estatus y posición, y no recaer en sus viejas formas. La imagen de Satanás se manifiesta del modo más clásico en la arrogancia y engreimiento humanos. A menos que cambies este aspecto tuyo, nunca tendrás semejanza humana y siempre poseerás el semblante de Satanás. Resolver la arrogancia y el engreimiento es lo más difícil, y solo tener un poco de conocimiento de tu arrogancia y engreimiento no te permitirá alcanzar la completa transformación. Habrás todavía de soportar múltiples refinamientos. Si no eres juzgado y castigado, tratado y podado, a la larga seguirás estando en peligro. En el futuro, cuando el pueblo escogido de Dios de alrededor del mundo acepte Su obra y diga: “Fuimos esclarecidos hace mucho tiempo, Dios había ganado un grupo de vencedores en China”, cuando oigáis esto, pensaréis: “No tenemos nada de lo que jactarnos, todo se recibe por la gracia de Dios. No merecemos que se nos llame vencedores”. Pero con el paso del tiempo, conforme empecéis a veros capaces de decir algo y de tener un poco de realidad, reflexionaréis: “Hasta los extranjeros han ganado el esclarecimiento del Espíritu Santo; y dicen que Dios ha creado a un grupo de vencedores en China, así que deberíamos ser considerados vencedores”. Permitiréis silenciosamente este reconocimiento en vuestros corazones ahora y, simplemente, haréis un reconocimiento público más adelante. Los seres humanos no pueden soportar ser alabados o probados por el estatus. Si siempre recibes alabanza, entonces estarás en peligro. Aquellos cuyo carácter no ha cambiado no pueden mantenerse firmes al final.

El problema más difícil de solucionar para la humanidad corrupta es el de cometer los mismos errores de siempre. Para evitarlo, la gente debe ser consciente en primer lugar de que aún no ha ganado la verdad, de que no se ha producido ninguna transformación de su carácter vital y de que, aunque crea en Dios, todavía vive bajo el poder de Satanás y no se ha salvado; es susceptible de traicionar a Dios y de apartarse de Él en cualquier momento. Si la gente tiene esta sensación de crisis en su interior —si, como a menudo dice, está preparada para el peligro en tiempos de paz—, entonces será capaz de contenerse un poco, y cuando le ocurra algo, orará a Dios, confiará en Él y podrá evitar cometer los mismos errores de siempre. Debes ver con claridad que tu carácter no se ha transformado, que la naturaleza de la traición contra Dios continúa profundamente arraigada en ti y no se ha expulsado, que todavía estás en riesgo de traicionar a Dios y te enfrentas a la constante posibilidad de sufrir la perdición y ser destruido. Esto es real, así que debéis tener cuidado. Hay tres puntos importantísimos que hay que tener en cuenta: en primer lugar, aún no conoces a Dios; en segundo lugar, no se ha producido ninguna transformación de tu carácter; y en tercer lugar, todavía has de vivir a auténtica imagen del hombre. Estas tres cosas se ajustan a los hechos, son reales y debes tenerlas claras. Debes conocerte a ti mismo. Si tienes la voluntad de solucionar este problema, debes elegir un lema, como por ejemplo: “soy el estiércol de la tierra”, “soy el diablo”, “suelo volver a las andadas” o “siempre estoy en peligro”. Cualquiera de ellos puede servir de lema personal y te ayudará si te lo recuerdas en todo momento. No dejes de repetírtelo, reflexiona sobre él, y es muy posible que cometas menos errores o que dejes de cometerlos. Sin embargo, lo más importante es que dediques más tiempo a leer las palabras de Dios, a comprender la verdad, a conocer tu naturaleza y a escapar de tu carácter corrupto. Solo entonces estarás a salvo. Otra cosa es no adoptar nunca la posición de “un testigo de Dios” y nunca llamarte a ti mismo un testigo de Dios. Solo deberíais hablar de la experiencia personal. Podéis hablar sobre cómo os salvó Dios, comunicar sobre cómo os conquistó y qué gracia os proporcionó. No olvidéis que sois las personas más profundamente corrompidas, sois estiércol y basura. Que ahora seáis capaces de aceptar la obra de Dios de los últimos días se debe enteramente a que Él os ha ascendido. Solo porque sois los más corruptos e inmundos habéis sido salvados por Dios encarnado, y por eso Él os ha concedido una gracia tan enorme. Por tanto, no tenéis nada de lo que jactaros y solo podéis alabar a Dios, darle gracias. Vuestra salvación se debe completamente a la gracia de Dios. ¿Por qué se dice que sois las personas con más suerte? No se os llama eso porque tengáis ciertas ventajas o buenas cualidades, sino porque nacisteis en China y fuisteis corrompidos y contaminados al máximo por Satanás. Dios siguió Su plan de gestión, salvando primero a los más inmundos y corruptos seres humanos de la tierra donde está enroscado el gran dragón rojo, completando primero un lote de modelos o especímenes. Por eso os escogió a todos vosotros, sois las personas que Dios ha predestinado y escogido. Si Dios no tuviera este plan, os estaríais hundiendo durante toda la eternidad. Así, se puede decir que sois las personas más afortunadas. Sin embargo, no tenéis nada de lo que estar orgullosos, y desde luego no podéis alardear.

La experiencia del juicio y castigo de las palabras de Dios os aporta beneficios y vivencias reales, así que debéis dar testimonio de Dios. Cuando deis testimonio de Dios, principalmente debéis hablar de cómo Él juzga y castiga a las personas, y de las pruebas que utiliza para refinar a las personas y cambiar su carácter. También debéis hablar de cuánta corrupción se ha revelado en vuestra experiencia, de cuánto habéis sufrido, de cuántas cosas hicisteis por resistiros a Dios y de cómo Él os conquistó finalmente. Debéis hablar de cuánto conocimiento real de la obra de Dios tenéis y de cómo debéis dar testimonio de Dios y retribuirle Su amor. Debéis poner sustancia en este tipo de lenguaje, al tiempo que lo expresáis de una manera sencilla. No habléis sobre teorías vacías. Hablad de una manera más práctica; hablad desde el corazón. Esta es la manera en la que debéis experimentar las cosas. No os equipéis con teorías vacías aparentemente profundas en un esfuerzo por alardear; eso hace que parezcáis arrogantes e irracionales. Debéis hablar más sobre cosas reales a partir de vuestra verdadera experiencia y hablar más de corazón; esto es lo más beneficioso para los demás y es lo más apropiado de ver. Solíais ser las personas que más se oponían a Dios, los menos propensos a someterse a Él, pero ahora habéis sido conquistados: jamás lo olvidéis. Debéis considerar y pensar más sobre estos asuntos. Una vez que la gente comprende esto claramente, sabrá cómo dar testimonio, de lo contrario, correrá el riesgo de cometer actos vergonzosos y absurdos, lo que no supone dar testimonio para Dios, sino avergonzarlo. Sin experiencias auténticas y una comprensión de la verdad, no es posible dar testimonio para Dios. Aquellos cuya fe en Dios es farragosa y confusa nunca podrán dar testimonio para Él.

Primavera de 1999

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