Conocer la obra de Dios I
Palabras diarias de Dios Fragmento 141
Conocer la obra de Dios en estos tiempos es, mayormente, conocer cuál es el ministerio principal de Dios encarnado en los últimos días y qué ha venido a hacer en la tierra. He mencionado anteriormente en Mis palabras que Dios ha venido a la tierra (durante los últimos días) para establecer un ejemplo antes de partir. ¿Cómo establece Él este ejemplo? Lo hace al pronunciar palabras, obrar y hablar por toda la tierra. Esta es la obra de Dios durante los últimos días; Él sólo habla para hacer que la tierra sea un mundo de palabras, para que Sus palabras provean a cada persona y la esclarezcan, y para que el espíritu del hombre sea despertado y obtenga claridad sobre las visiones. Durante los últimos días, Dios encarnado ha venido a la tierra principalmente con el fin de hablar palabras. Cuando vino Jesús, difundió el evangelio del reino de los cielos y cumplió la obra de redención de la crucifixión. Puso fin a la Era de la Ley y abolió todo lo antiguo. La llegada de Jesús terminó la Era de la Ley y dio entrada a la Era de la Gracia, la llegada de Dios encarnado de los últimos días ha puesto fin a la Era de la Gracia. Él ha venido principalmente a hablar Sus palabras, a usar palabras para perfeccionar al hombre, para iluminarlo y esclarecerlo, y para eliminar el lugar del Dios impreciso en su corazón. Esta no es la etapa de la obra que Jesús realizó cuando vino. Cuando Él vino, hizo muchos milagros, sanó a los enfermos y echó fuera demonios, y realizó la obra de redención de la crucifixión. Como consecuencia, en sus nociones, las personas creen que así es como Dios debería ser. Porque cuando vino Jesús, no llevó a cabo la obra de eliminar la imagen del Dios impreciso del corazón del hombre; cuando vino, fue crucificado, sanó a los enfermos y echó fuera demonios, y difundió el evangelio del reino de los cielos. En un aspecto, la encarnación de Dios durante los últimos días elimina el lugar ocupado por el Dios vago en las nociones del hombre, de tal forma que la imagen del mismo ya no está más en su corazón. Por medio de Sus palabras y Su obra reales, de Su movimiento por todas las tierras, y de la obra excepcionalmente real y normal que realiza entre los hombres, Él hace que estos lleguen a conocer la realidad de Dios y elimina el lugar del Dios vago en el corazón de los hombres. En otro aspecto, Dios usa las palabras habladas por Su carne para hacer completo al hombre, y cumplir todas las cosas. Esta es la obra que Dios cumplirá durante los últimos días.
Lo que debéis saber:
- La obra de Dios no es sobrenatural, y no debéis albergar nociones sobre eso.
-
Debéis entender la obra principal que Dios encarnado ha venido a llevar a cabo esta vez.
Él no ha venido a sanar a los enfermos, o a echar fuera demonios, o a realizar milagros, y no ha venido a difundir el evangelio del arrepentimiento, ni a conceder la redención al hombre. Eso se debe a que Jesús ya ha realizado esta obra, y Dios no repite la misma obra. Hoy, Dios ha venido a poner fin a la Era de la Gracia y echar fuera todas las prácticas de la misma. El Dios práctico ha venido principalmente a mostrar que es real. Cuando Jesús vino, habló pocas palabras; principalmente, exhibió milagros, llevó a cabo señales y maravillas, sanó a los enfermos y echó fuera demonios, o bien habló profecías con el fin de convencer a la gente, y hacerle ver que Él era realmente Dios, y un Dios imparcial. En última instancia, completó la obra de la crucifixión. El Dios de hoy no exhibe señales y maravillas, ni sana a los enfermos y echa fuera demonios. Cuando vino Jesús, la obra que realizó representaba una parte de Dios, pero esta vez, Dios ha venido a realizar la etapa de la obra que queda pendiente, porque Él no repite la misma obra; Él es el Dios siempre nuevo y nunca viejo, y por tanto todo lo que ves hoy son las palabras y la obra del Dios práctico.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy
Palabras diarias de Dios Fragmento 142
El Dios encarnado de los últimos días ha venido principalmente con el fin de hablar Sus palabras, a explicar todo lo necesario para la vida del hombre, a señalar aquello en lo que este debería entrar, a mostrar al hombre los hechos de Dios, así como Su sabiduría, Su omnipotencia y lo maravilloso que es. A través de las muchas formas en las que Dios habla, el hombre ve Su supremacía, Su magnitud y, además, la humildad y lo escondido de Dios. El hombre ve que Dios es supremo, pero humilde y que está escondido, y puede convertirse en el menor de todos. Algunas de Sus palabras se pronuncian directamente desde la perspectiva del Espíritu, otras directamente desde la del hombre, y otras desde la perspectiva de una tercera persona. En esto puede verse que la forma de la obra de Dios varía grandemente y es por medio de las palabras que Él permite que el hombre la vea. La obra de Dios durante los últimos días es tanto normal como práctica y, por consiguiente, el grupo de personas de esos días están sometidas a la mayor de todas las pruebas. Debido a la normalidad y la realidad de Dios, todas las personas han entrado en esas pruebas; que el hombre haya descendido a las pruebas de Dios se debe a la normalidad y la realidad de este. Durante la era de Jesús, no hubo nociones o pruebas. Como la mayor parte de la obra realizada por Jesús estaba de acuerdo con las nociones del hombre, las personas le seguían, y no tenía ninguna noción sobre Él. Las pruebas de hoy son las mayores que el hombre ha afrontado, y cuando se dice que estas personas han salido de la gran tribulación, esta es la tribulación a la que se hace referencia. Hoy, Dios habla para engendrar fe, amor, aceptación del sufrimiento y obediencia en estas personas. Las palabras habladas por el Dios encarnado de los últimos días son acordes con la naturaleza y esencia del hombre, con el comportamiento de este, y con aquello en lo que el hombre debería entrar hoy. Sus palabras son tanto reales como normales: Él no habla del mañana ni mira atrás al ayer; sólo habla de aquello en lo que se debería entrar, ponerse en práctica y entenderse hoy. Si durante la época actual emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación producida por espíritus malignos que imitan a Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. La obra de Dios es irreconciliable con las nociones del hombre; por ejemplo, el Antiguo Testamento predijo la venida de un Mesías, y el resultado de esta profecía fue la venida de Jesús. Como esto ya había ocurrido, sería erróneo que viniera otro Mesías de nuevo. Jesús ya ha venido una vez, y sería incorrecto que viniera de nuevo en esta ocasión. Hay un nombre para cada era, y cada nombre contiene una caracterización de esa era. En las nociones del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús. Pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría importancia ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empieza a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente. Una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claro esto. ¿Por qué es diferente la obra de Dios hoy de la de Jesús? ¿Por qué no exhibe Dios hoy señales y maravillas, no echa fuera demonios, y no sana a los enfermos? Si la obra de Jesús fuera la misma que la realizada durante la Era de la Ley, ¿podría Él haber representado al Dios de la Era de la Gracia? ¿Podría Él haber completado la obra de la crucifixión? Si como en la Era de la Ley, Jesús hubiera entrado en el templo y observado el día de reposo, nadie lo habría perseguido y todos lo habrían aceptado. Si esto fuera así, ¿podría haber sido crucificado? ¿Podría haber completado la obra de redención? ¿Cuál sería el sentido de que el Dios encarnado de los últimos días exhibiese señales y maravillas, como Jesús? Solo si Dios realiza otra parte de Su obra durante los últimos días, una que represente parte de Su plan de gestión, puede el hombre obtener un conocimiento más profundo de Dios, y solo entonces puede completarse dicho plan de gestión.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy
Palabras diarias de Dios Fragmento 143
Durante los últimos días Dios ha venido principalmente con el fin de hablar Sus palabras. Él habla desde la perspectiva del Espíritu, del hombre, y de una tercera persona; habla de diferentes formas, usa una forma por un período, y usa el método de hablar para cambiar las nociones del hombre y eliminar la imagen del Dios vago del corazón del hombre. Esta es la principal obra realizada por Dios. Como el hombre cree que Dios ha venido a sanar a los enfermos, a echar fuera demonios, a llevar a cabo milagros, y a concederle bendiciones materiales, Él lleva a cabo esta etapa de la obra —la obra de castigo y juicio— con el fin de eliminar esas cosas de las nociones del hombre, de forma que este pueda conocer la realidad y la normalidad de Dios, y que la imagen de Jesús pueda eliminarse de su corazón y sustituirse por una nueva imagen de Dios. Tan pronto como la imagen de Dios en el hombre se hace vieja, pasa a ser un ídolo. Cuando Jesús vino y llevó a cabo esa etapa de la obra, no representó la totalidad de Dios. Llevó a cabo algunas señales y maravillas, habló algunas palabras, fue finalmente crucificado, representó una parte de Dios. No podía representar todo lo que es de Dios, sino que lo representó realizando una parte de Su obra. Eso se debe a que Dios es muy grande, maravilloso e insondable, y Él sólo realiza una parte de Su obra en cada era. La obra llevada a cabo por Dios durante esta era es, principalmente, la provisión de las palabras para la vida del hombre, la revelación de la naturaleza, la esencia y el carácter corrupto del hombre, y la eliminación de las nociones religiosas, del pensamiento feudal y el pensamiento obsoleto; el conocimiento y la cultura humanos deben purificarse mediante la revelación por parte de las palabras de Dios. En los últimos días, Él usa palabras, no señales y maravillas, para perfeccionar al hombre. Usa Sus palabras para exponer, juzgar, castigar y perfeccionar al hombre, para que en Sus palabras este llegue a ver la sabiduría y la belleza de Dios, y a entender Su carácter, y así, a través de las palabras de Dios, el hombre vea Sus hechos. Durante la Era de la Ley, Jehová guio a Moisés fuera de Egipto con Sus palabras, y habló algunas otras a los israelitas; en ese momento, parte de los hechos de Dios quedaron claros, pero debido a que el calibre del hombre era limitado y nada podía completar su conocimiento, Él siguió hablando y obrando. En la Era de la Gracia, el hombre vio una vez más parte de los hechos de Dios. Jesús fue capaz de mostrar señales y maravillas, de sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y ser crucificado, tres días después de lo cual resucitó y se apareció en la carne ante el hombre. Este sólo conoció esto de Dios. Conoce tanto como Él le muestra, y si Él no le mostrara nada más, esa sería la medida de la delimitación de Dios por parte del hombre. Así pues, Dios continúa obrando, de manera que el conocimiento que el hombre tiene de Él pueda volverse más profundo, y que pueda llegar a conocer gradualmente la esencia de Dios. En los últimos días, Dios usa Sus palabras para hacer perfecto al hombre. Las palabras de Dios revelan tu carácter corrupto y Su realidad sustituye tus nociones religiosas. El Dios encarnado de los últimos días ha venido principalmente a cumplir las palabras “La Palabra se hace carne, la Palabra viene en la carne, y la Palabra aparece en la carne”, y si no tienes un conocimiento exhaustivo de esto, serás incapaz de mantenerte firme. Durante los últimos días, Dios pretende principalmente cumplir una etapa de la obra en la que la Palabra aparece en la carne, y esta es una parte del plan de gestión de Dios. Por tanto, vuestro conocimiento debe ser claro; independientemente de cómo obre Dios, Él no permite que el hombre lo delimite. Si Dios no hiciera esta obra durante los últimos días, el conocimiento que el hombre tiene de Él no podría ir más lejos. Sólo sabrías que Dios puede ser crucificado, que puede destruir Sodoma, que Jesús puede resucitar de los muertos y aparecerse a Pedro… Pero nunca dirías que las palabras de Dios pueden lograrlo todo, y conquistar al hombre. Sólo a través de la experiencia de las palabras de Dios puedes hablar de tal conocimiento, y cuanto más experimentas de Su obra, más exhaustivo será tu conocimiento de Él. Sólo entonces cesarás de delimitar a Dios en tus propias nociones. El hombre llega a conocer a Dios al experimentar Su obra, y no hay otra forma correcta de conocerlo.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 144
Hoy, debería quedar claro para todos vosotros que, en los últimos días, Dios cumple principalmente la realidad de “la Palabra se hace carne”. A través de Su obra práctica en la tierra, hace que el hombre lo conozca, y esté en contacto con Él, y vea Sus hechos prácticos. Hace que el hombre vea claramente que Él es capaz de exhibir señales y maravillas, y que también hay momentos en los que es incapaz de hacerlo, y esto depende de la era. A partir de esto puedes ver que Dios no es incapaz de mostrar señales y prodigios, sino que cambia Su modo de obrar de acuerdo a la obra que hay que hacer y a la era. En la etapa actual de la obra, Él no muestra señales y maravillas; que lo hiciera en la era de Jesús se debió a que Su obra en esa era fue diferente. Dios no hace esa obra hoy, y algunas personas creen que es incapaz de exhibir señales y maravillas, o piensan que si no lo hace, no es Dios. ¿No es esto una falacia? Dios es capaz de mostrar señales y maravillas, pero está obrando en una era diferente, y por eso no hace esa obra. Como es una era diferente, y una etapa distinta de la obra de Dios, los hechos que Dios deja claros también lo son. La creencia del hombre en Dios no es la creencia en señales y maravillas ni en milagros, sino en Su obra real durante la nueva era. El hombre llega a conocer a Dios a través de la manera en que Él obra, y este conocimiento produce en él la creencia en Dios, es decir, la creencia en la obra y los hechos de Dios. En esta etapa de la obra, Él principalmente habla. No esperes ver señales y maravillas; ¡no las verás! Esto se debe a que no naciste durante la Era de la Gracia. De haberlo hecho, podrías haberlas visto, pero naciste durante los últimos días, y por eso sólo puedes ver la realidad y la normalidad de Dios. No esperes ver al Jesús sobrenatural durante los últimos días. Sólo eres capaz de ver al Dios encarnado práctico, que no es diferente a cualquier otro ser humano normal. En cada era, Dios deja claros diferentes hechos. En cada era, Él hace evidente parte de Sus hechos, y la obra de cada era representa una parte del carácter de Dios, y una parte de los hechos de Dios. Los hechos que Él deja claros varían con la era en la que obra, pero todos dan al hombre un conocimiento de Él que es más profundo, una creencia en Dios más cierta y más centrada. El hombre cree en Dios por todos Sus hechos, y porque Él es maravilloso, muy grande, porque es todopoderoso, e insondable. Si crees en Dios porque es capaz de llevar a cabo señales y maravillas y puede sanar a los enfermos y echar fuera demonios, tu opinión es errónea, y algunas personas te dirán: “¿No pueden también los espíritus malignos hacer estas cosas?”. ¿No constituye esto confundir la imagen de Dios con la de Satanás? Hoy, la creencia del hombre en Dios se debe a Sus muchos hechos y a la gran cantidad de obra que Él lleva a cabo y a las muchas formas en las que Él habla. Dios usa Sus declaraciones para conquistar al hombre y perfeccionarlo. El hombre cree en Dios por Sus muchos hechos, no porque pueda mostrar señales y prodigios; las personas solo llegan a conocer a Dios al dar testimonio de Sus hechos. Solo si conoces los actos reales de Dios, cómo obra, los sabios métodos que utiliza, cómo habla y cómo perfecciona al hombre, solo si conoces estos aspectos, puedes comprender la realidad de Dios y entender Su carácter; sabiendo lo que le gusta, lo que aborrece, cómo obra en el hombre. Sabiendo lo que le gusta y lo que no, puedes diferenciar entre lo positivo y lo negativo, y a través de tu conocimiento de Dios hay progreso en tu vida. En resumen, debes obtener un conocimiento de la obra de Dios, y debes rectificar tus opiniones acerca de creer en Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy
Palabras diarias de Dios Fragmento 145
Independientemente de cómo haces tu búsqueda, debes, sobre todo, comprender la obra que Dios hace en la actualidad, y debes conocer el significado de esta obra. Debes entender y saber qué obra es la que Dios trae cuando viene en los últimos días, qué carácter tiene, y lo que se perfeccionará en el hombre. Si tú no conoces o no comprendes la obra que Él ha venido a hacer en la carne, entonces ¿cómo puedes palpar Su voluntad, y cómo puedes llegar a ser Su íntimo? De hecho, ser íntimo de Dios no es complicado, pero tampoco es sencillo. Si las personas pueden entenderlo plenamente y ponerlo en práctica, entonces se vuelve sencillo; si las personas no pueden entenderlo plenamente, entonces se vuelve mucho más difícil, y, además, se hacen propensas a que su búsqueda las lleve a la vaguedad. Si, en la búsqueda de Dios, la gente no tiene su propia postura en la que apoyarse, y no sabe cuál es la verdad a la que debe apegarse, entonces significa que no tiene bases, por lo que le será difícil mantenerse firme. Actualmente hay muchos que no entienden la verdad, que no pueden distinguir entre el bien y el mal ni saber qué deben amar u odiar. Tales personas apenas pueden mantenerse firmes. Es clave en la creencia en Dios el ser capaz de poner en práctica la verdad, preocuparse por la voluntad de Dios, conocer la obra de Dios en el hombre cuando Él venga en la carne y los principios según los que Él habla. No sigas a las masas. Debes tener principios en cuanto a en qué debes entrar, y debes apegarte a ellos. Aferrarte a aquellas cosas dentro de ti que han sido proporcionadas por el esclarecimiento de Dios, será de ayuda para ti. Si no lo haces, hoy vas a desviarte hacia un camino, mañana te desviarás hacia otro, y nunca obtendrás nada práctico. Ser así no beneficiará tu propia vida. Aquellos que no entienden la verdad siempre siguen a otros: si la gente dice que esta es la obra del Espíritu Santo, entonces, también tú dirás que es la obra del Espíritu Santo; si la gente dice que es la obra de un espíritu maligno, entonces, también tendrás dudas, o también dirás que es la obra de un espíritu maligno. Siempre repites como un loro las palabras de los demás, y eres incapaz de distinguir nada por ti mismo, y tampoco eres capaz de pensar por ti mismo. Esto es alguien sin una postura, que es incapaz de diferenciar, ¡una persona así es un ser despreciable sin valor! Siempre repites las palabras de los demás: hoy se dice que esta es la obra del Espíritu Santo, pero existe la probabilidad de que un día alguien diga que no es la obra del Espíritu Santo y que, en realidad, no es otra cosa más que actos del hombre; sin embargo, tú no puedes discernir esto y cuando eres testigo de que otros lo dicen, repites lo mismo. En realidad, es la obra del Espíritu Santo, pero tú dices que es la obra del hombre; ¿acaso no te has convertido en uno de los que blasfeman contra la obra del Espíritu Santo? Y al hacerlo, ¿acaso no te opones a Dios porque no eres capaz de diferenciar? Quizás algún día aparezca algún tonto que diga que “este es el trabajo de un espíritu maligno”, y cuando oigas estas palabras te confundas, y una vez más estarás atado por las palabras de otros. Cada vez que alguien crea perturbación eres incapaz de respaldar tu postura, y esto es todo debido a que no posees la verdad. Creer en Dios y buscar el conocimiento de Dios no es un asunto sencillo. Estas cosas no pueden lograrse simplemente reuniéndose y escuchando prédicas, y no puedes ser perfeccionado solo por la pasión. Debes experimentar y conocer, y tener principios en tus acciones, y obtener la obra del Espíritu Santo. Cuando hayas sufrido experiencias, serás capaz de discernir muchas cosas, serás capaz de distinguir entre el bien y el mal, entre la rectitud y la maldad, entre lo que es de carne y hueso y lo que es de la verdad. Debes ser capaz de distinguir entre todas estas cosas, y al hacerlo, sin importar las circunstancias, nunca te perderás. Solo esto es tu real estatura.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sólo los que conocen a Dios y Su obra pueden satisfacer a Dios
Palabras diarias de Dios Fragmento 146
El conocimiento de la obra de Dios no es una cuestión simple. Debes tener estándares y un objetivo de tu búsqueda, debes saber cómo buscar el camino verdadero, cómo medir si es o no es el camino verdadero, y si es o no es la obra de Dios. ¿Cuál es el principio más fundamental en la búsqueda del camino verdadero? Debes ver si existe o no la obra del Espíritu Santo en este camino, si estas palabras son la expresión de la verdad, de quién se da testimonio y lo que pueden traerte. Distinguir entre el camino verdadero y el falso requiere de varios aspectos de conocimiento fundamental, el más fundamental de los cuales es decir si está presente o no la obra del Espíritu Santo. Porque la esencia de la creencia de la gente en Dios es la creencia en el Espíritu de Dios, e incluso su creencia en Dios encarnado se debe a que esta carne es la personificación del Espíritu de Dios, lo que significa que tal creencia sigue siendo la creencia en el Espíritu. Existen diferencias entre el Espíritu y la carne, pero debido a que esta carne proviene del Espíritu, y es la Palabra hecha carne, entonces en lo que el hombre cree sigue siendo la esencia inherente de Dios. Por eso, al diferenciar si este es o no el camino verdadero, por sobre todo se tiene que observar si tiene o no la obra del Espíritu Santo, después de lo cual se debe ver si existe o no la verdad en este camino. La verdad es el carácter de vida de la humanidad normal, es decir, lo que fue requerido del hombre cuando Dios lo creó en el principio, a saber: la humanidad normal por completo (incluyendo el sentido humano, la percepción, la sabiduría y el conocimiento básico de ser hombre). Es decir, debes analizar si este camino puede llevar o no a la gente a una vida de humanidad normal, si la verdad dicha es o no requerida de acuerdo con la realidad de la humanidad normal, si esta verdad es o no práctica y real, y si es o no la más oportuna. Si existe verdad en ello, entonces será capaz de llevar a las personas a experiencias normales y prácticas; la gente, por otra parte, se hace cada vez más normal, su sentido humano se vuelve cada vez más completo, su vida en la carne y la vida espiritual se vuelven cada vez más ordenadas, y sus emociones se hacen cada vez más normales. Este es el segundo principio. Hay otro principio, que se refiere a si la gente tiene o no un conocimiento cada vez mayor de Dios, y si experimenta este tipo de obra y verdad y puede inspirar el amor por Dios en ellos y acercarlos cada vez más a Dios. En esto se puede medir si este es o no el camino verdadero. Lo más fundamental es si este camino es realista más que sobrenatural, y si es o no capaz de proporcionar vida al hombre. Si se ajusta a estos principios, puede llegarse a la conclusión de que este camino es el camino verdadero. Digo estas palabras, no para obligaros a aceptar otros caminos en vuestras futuras experiencias, ni tampoco como una predicción de que habrá obra de otra nueva era en el futuro. Yo las digo para que vosotros podáis estar seguros de que el camino de hoy es el camino verdadero, de modo que no estéis solo parcialmente seguros en cuanto a vuestras creencias en la obra de hoy y seáis incapaces de obtener una profunda comprensión sobre ella. Incluso hay muchos que, a pesar de sentirse seguros, aún son seguidores de forma confusa; tal certeza no contiene ningún principio, y estas personas deben ser descartadas tarde o temprano. Incluso aquellos que son seguidores especialmente ardientes, son tres partes seguros y cinco partes inseguros, lo que demuestra que no tienen ninguna base. Debido a que vuestro calibre es demasiado pobre y vuestra base demasiado superficial, vosotros no tenéis ninguna comprensión de la diferenciación. Dios no repite Su obra, Él no hace obras que no sean realistas, Él no hace exigencias excesivas al hombre, y Él no hace obra que vaya más allá del sentido del hombre. Toda la obra que hace está dentro del ámbito del sentido normal del hombre, y no supera el sentido de la humanidad normal, y Su obra se hace de acuerdo a las necesidades normales del hombre. Si se trata de la obra del Espíritu Santo, la gente se hace cada vez más normal, y su humanidad se vuelve cada vez más normal. La gente gana un conocimiento cada vez mayor de su carácter satánico corrupto y de la sustancia del hombre, y también gana un anhelo cada vez mayor de la verdad. Es decir, la vida del hombre crece y crece, y el carácter corrupto del hombre llega a ser cada vez más capaz de cambiar, todo lo cual es el significado de que Dios se convierta en la vida del hombre. Si un camino es incapaz de revelar aquellas cosas que son la sustancia del hombre, es incapaz de cambiar el carácter del hombre y, más aún, es incapaz de traer a la gente ante Dios o de proporcionarle una verdadera comprensión de Dios, e incluso hace que su humanidad se vuelva cada vez más inferior y su sentido cada vez más anormal, entonces este no debe ser el camino verdadero, y puede que sea obra de un espíritu maligno, o sea el camino antiguo. En pocas palabras, no puede pertenecer a la obra actual del Espíritu Santo. Vosotros habéis creído en Dios por todos estos años, sin embargo, no tenéis la menor idea de los principios para diferenciar entre el camino verdadero y el camino falso o para buscar el camino verdadero. La mayoría de las personas ni siquiera están interesadas en estos asuntos; simplemente van donde va la mayoría, y repiten lo que la mayoría dice. ¿Cómo puede ser esta una persona que busca el camino verdadero? ¿Y cómo pueden estas personas encontrar el camino verdadero? Si captas estos principios clave, entonces no importa lo que pase, no serás engañado. En la actualidad es crucial que la gente sea capaz de hacer distinciones; esto es lo que debe ser poseído por la humanidad normal y esto es lo que la gente debe poseer en su experiencia. Si, aún hoy en día, la gente continúa sin distinguir nada en el proceso de seguir, y su sentido humano todavía no ha crecido, entonces la gente es demasiado necia, y su búsqueda es equivocada y desviada. No existe la más mínima diferenciación en tu búsqueda actual, y si bien es cierto, como tú dices, que has encontrado el camino verdadero, ¿lo has ganado? ¿Has sido capaz de distinguir algo? ¿Cuál es la esencia del camino verdadero? En el camino verdadero, no has adquirido el camino verdadero, no has ganado nada de la verdad. Esto quiere decir que no has logrado lo que Dios requiere de ti, y por tanto no ha habido ningún cambio en tu corrupción. Si continúas tu búsqueda de esta manera, finalmente serás descartado. Después de haber seguido hasta el día de hoy, debes estar seguro de que el camino que has tomado es el camino correcto, y no deberías tener más dudas. Muchas personas siempre están inseguras y dejan de buscar la verdad a causa de algunos asuntos insignificantes. Tales personas son los que no tienen conocimiento de la obra de Dios, son los que siguen a Dios en confusión. Las personas que no conocen la obra de Dios no son capaces de ser Sus íntimos, ni de dar testimonio de Él. Aconsejo a los que solo buscan bendiciones y buscan solamente lo que es vago y abstracto, que busquen la verdad tan pronto como sea posible, para que su vida pueda tener significado. ¡Ya no os engañéis más!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sólo los que conocen a Dios y Su obra pueden satisfacer a Dios
Palabras diarias de Dios Fragmento 147
La totalidad de la obra llevada a cabo durante seis mil años ha cambiado gradualmente a medida que las diferentes eras se han ido sucediendo. Los cambios en esta obra se han dado en función de la situación general del mundo y de las tendencias del desarrollo de la humanidad en su conjunto; la obra de gestión ha cambiado poco a poco a consecuencia de esto. No estaba todo planeado desde el comienzo de la creación. Antes de que el mundo fuese creado, o muy poco después de que lo fuera, Jehová todavía no había planeado la primera etapa de la obra, la de la ley; la segunda etapa de la obra, la de la gracia; o la tercera etapa de la obra, la de la conquista, en la cual Él empezaría por algunos de los descendientes de Moab y, a partir de ahí, conquistaría el universo entero. Tras crear el mundo, Él no pronunció nunca estas palabras ni tampoco las dijo después de Moab; de hecho, antes de Lot, nunca las declaró. Toda Su obra se lleva a cabo de manera espontánea. Así fue exactamente cómo se desarrolló toda Su obra de gestión de seis mil años; de ninguna manera Él tuvo tal plan escrito en algo parecido a un “Cuadro resumen para el desarrollo de la humanidad” antes de crear el mundo. En la obra de Dios, Él expresa directamente lo que Él es; no se rompe los sesos para formular un plan. Por supuesto, unos cuantos profetas han expresado muchas profecías, pero aun así no puede decirse que la obra de Dios siempre ha consistido en un preciso plan; esas profecías se hicieron de acuerdo con la obra de Dios en ese momento. Toda la obra que Él hace es la obra más presente. Él la lleva a cabo de acuerdo con el desarrollo de cada era y la basa en cómo cambian las cosas. Para Él, la realización de la obra es similar a adecuar el medicamento a la enfermedad; mientras hace Su obra, Él observa y continúa Su obra de acuerdo con Sus observaciones. En cada etapa de Su obra, Dios es capaz de expresar Su amplia sabiduría y capacidad; Él revela Su abundante sabiduría y autoridad de acuerdo con la obra de cualquier era, y permite que todas esas personas que Él ha traído de vuelta durante esa era vean todo Su carácter. Él provee a las necesidades de las personas según la obra que ha de llevarse a cabo en cada era, hace toda la obra que debe hacer. Suple a las personas de lo que necesitan de acuerdo con el grado en que Satanás las ha corrompido. Es como cuando Jehová inicialmente creó a Adán y Eva; lo hizo para que pudieran manifestar a Dios sobre la tierra y para que dieran testimonio de Dios entre la creación. Sin embargo, Eva pecó después de haber sido tentada por la serpiente, y Adán hizo lo mismo; en el jardín, ambos comieron el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Por tanto, Jehová tuvo que llevar a cabo una obra adicional en ellos. Al ver su desnudez, Él les cubrió sus cuerpos con ropa hecha de pieles de animales. Después, Él le dijo a Adán: “Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: ‘No comerás de él’, maldita será la tierra por tu causa; […] hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”. A la mujer, le dijo: “En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”. A partir de entonces, Él los expulsó del jardín del Edén y les hizo vivir fuera de él, tal y como el hombre moderno vive actualmente en la tierra. Cuando Dios creó al hombre en el principio, no era Su intención permitir que el hombre fuese tentado por la serpiente después de ser creado y luego maldecir al hombre y a la serpiente. Él, de hecho, nunca había tenido este plan; fue sencillamente la forma en que se desarrollaron las cosas lo que le dio una nueva obra que hacer para Su creación. Después de que Jehová hubiera llevado a cabo esta obra entre Adán y Eva en la tierra, la humanidad continuó desarrollándose durante varios miles de años, hasta que “Jehová vio que la maldad del hombre era grande sobre la tierra, y que todas las ideas que sus corazones albergaban eran una continua maldad. Y Jehová se arrepintió de haber creado al hombre sobre la tierra, y sintió dolor en Su corazón. […] Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”.* En ese entonces, Jehová tuvo más obra nueva que hacer, ya que la humanidad que Él había creado se había vuelto demasiado pecadora después de haber sido tentada por la serpiente. Dadas estas circunstancias, Jehová eligió a la familia de Noé de entre toda la humanidad para que se salvara, y entonces Él llevó a cabo Su obra de destrucción del mundo con un diluvio. La humanidad ha seguido desarrollándose de esta manera hasta el día de hoy, cada vez más corrupta, y cuando llegue el momento en que el desarrollo de la humanidad alcance su cima, significará el fin de la humanidad. Desde el principio hasta el fin del mundo, la verdad interna de Su obra siempre ha sido y siempre será así. Ocurre lo mismo en lo que se refiere a cómo serán clasificadas las personas según su especie; dista mucho de la idea de que cada persona está predestinada, desde el principio, a pertenecer a cierta categoría; más bien, todos son categorizados gradualmente solo después de haberse sometido a un proceso de desarrollo. Al final, cualquier persona a la que no se le pueda traer la salvación completa, será devuelta a sus “ancestros”. Ninguna de las obras de Dios entre la humanidad había sido ya preparada cuando se creó el mundo; más bien, fue el desarrollo de las cosas lo que ha permitido que Dios realice Su obra entre la humanidad paso a paso y de manera más realista y práctica. Por ejemplo, Jehová Dios no creó a la serpiente para tentar a la mujer, ese no era Su plan específico, ni tampoco era algo que Él había predestinado intencionadamente. Uno podría decir que esto fue un suceso inesperado. Entonces, fue debido a esto que Jehová expulsó a Adán y a Eva del jardín del Edén y juró que nunca más crearía a otro hombre. Sin embargo, las personas solo descubren la sabiduría de Dios sobre estas bases. Es como dije previamente: “Ejerzo Mi sabiduría sobre la base de las tramas de Satanás”. No importa cuán corrupta se vuelva la humanidad o cómo la tiente la serpiente, Jehová todavía tiene Su sabiduría; así, Él se ha involucrado en una nueva obra desde que Él creó el mundo, y ninguno de los pasos de esta obra se ha repetido jamás. Satanás continuamente ha puesto tramas en movimiento; la humanidad ha sido corrompida constantemente por Satanás, y Jehová Dios también ha llevado a cabo de manera incesante Su obra sabia. Nunca ha fallado ni ha parado de obrar desde que se creó el mundo. Después de que los seres humanos fuesen corrompidos por Satanás, Él ha continuado obrando entre ellos para derrotar a Satanás, el enemigo que fue el origen de su corrupción. Esta batalla se ha librado desde el principio y continuará hasta que el mundo llegue a su fin. Al hacer toda esta obra, Jehová Dios no solo ha permitido a los seres humanos, que han sido corrompidos por Satanás, recibir Su gran salvación, sino que también les ha permitido ver Su sabiduría, omnipotencia y autoridad. Además, al final, Él les permitirá ver Su carácter justo al castigar a los malvados y recompensar a los buenos. Él ha luchado contra Satanás hasta el día de hoy y nunca ha sido derrotado. Esto se debe a que Él es un Dios sabio, y ejerce Su sabiduría sobre la base de las tramas de Satanás. Por tanto, Dios no solo hace que todo en el cielo se someta a Su autoridad; sino que también hace que todo sobre la tierra se ubique bajo el estrado de Sus pies, y, no menos importante, Él hace que los malvados que invaden y acosan a la humanidad caigan dentro de Su castigo. Los resultados de toda esta obra son producidos por Su sabiduría. Nunca había puesto de manifiesto Su sabiduría antes de la existencia de la humanidad, porque Él no tenía enemigos en el cielo, sobre la tierra, o en cualquier lugar del universo entero, y no había fuerzas oscuras que invadieran nada en la naturaleza. Después de que el arcángel lo traicionase, Él creó a la humanidad sobre la tierra, y fue a causa de la humanidad que Él inició formalmente Su milenaria guerra con Satanás, el arcángel, una guerra que se intensifica cada vez más con cada etapa sucesiva. Su omnipotencia y sabiduría están presentes en cada una de estas etapas. Solo entonces todo en el cielo y en la tierra ha sido testigo de la sabiduría de Dios, Su omnipotencia, y, en particular, la realidad de Dios. Aún sigue llevando a cabo Su obra de esta misma manera realista en el presente; además, a medida que Él desempeña Su obra, revela también Su sabiduría y omnipotencia. Dios os permite ver la verdad en el interior de cada etapa de Su obra, ver cómo explicar exactamente Su omnipotencia y, además, ver una explicación definitiva de la realidad de Dios.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 148
La obra del Espíritu Santo se realiza siempre de forma espontánea; Él puede planear y llevar a cabo Su obra en cualquier momento. ¿Por qué digo siempre que la obra del Espíritu Santo es realista, que siempre es nueva y nunca vieja, que siempre es fresca en el grado más alto? Su obra no había sido planeada todavía cuando el mundo fue creado; ¡esto no fue en absoluto lo que pasó! Cada paso de la obra alcanza su efecto adecuado para su momento respectivo, y los pasos no interfieren los unos con los otros. Muchas veces, los planes que puedas tener en mente sencillamente no pueden competir con la obra más reciente del Espíritu Santo. Su obra no es tan simple a cómo la razona el hombre, ni es tan compleja como este imagina; consiste en proveer a las personas en cualquier momento y lugar de acuerdo con las necesidades que tenga entonces. Nadie es más claro que Él en cuanto a la esencia de los seres humanos, y es precisamente por esta razón que nada puede satisfacer las necesidades reales de las personas de la misma manera que lo hace Su obra. Por lo tanto, desde un punto de vista humano, Su obra parece haber sido planeada con varios milenios de antelación. Mientras Él obra entre vosotros en estos momentos, mientras obra y habla al tiempo que observa los estados en los que os encontráis, Él tiene las palabras adecuadas que decir al encontrarse con todas y cada una de las clases de estado, pronunciando palabras que son precisamente lo que las personas necesitan. Fijaos en el primer paso de Su obra, el momento del castigo. Después de eso, Dios dirigió Su obra basándose en lo que la gente manifestaba, en su rebeldía, en los estados positivos que surgían de ellos, y en los negativos, además de en los límites más bajos en los que podían caer las personas cuando esos estados negativos alcanzaban un cierto punto; y aprovechó estas cosas para lograr un resultado mucho mejor de Su obra. Esto es, Él realiza obra de aprovisionamiento entre las personas según cuál sea su estado actual en un momento dado; Él lleva a cabo Su obra de acuerdo con las condiciones actuales de las personas. Toda la creación está en Sus manos; ¿cómo podría Él no conocerlas? Dios lleva a cabo la siguiente etapa de Su obra que debería ser realizada, en cualquier momento y lugar, según los estados de las personas. Esta obra no fue planificada con miles de años de antelación en absoluto; ¡esa es una noción humana! Él obra a medida que observa los efectos de Su obra, y Su obra continuamente se profundiza y desarrolla. Cada vez, tras observar los resultados de Su obra, Él implementa la siguiente etapa de Su obra. Usa muchas cosas para hacer la transición gradual y para hacer visible Su nueva obra a las personas a medida que transcurre el tiempo. Esta manera de obrar puede proveer para las necesidades de las personas, porque Dios las conoce demasiado bien. Esta es la forma en que desempeña Su obra desde el cielo. También, así, Dios encarnado lleva a cabo Su obra de la misma manera, hace arreglos y obra entre la humanidad de acuerdo con las circunstancias reales. Ninguna parte de Su obra ha sido planeada antes de que se creara el mundo, ni ha sido meticulosamente planeada de antemano. Dos mil años después de la creación del mundo, Jehová, al ver que la humanidad había llegado a ser tan corrupta, usó la boca del profeta Isaías para predecir que, después de que terminara la Era de la Ley, Jehová llevaría a cabo Su obra de redimir a la humanidad en la Era de la Gracia. Este era el plan de Jehová, por supuesto, pero este plan también se hizo de acuerdo con las circunstancias que Él observaba en esos tiempos; desde luego, no pensó en ello inmediatamente después de haber creado a Adán. Isaías simplemente expresó una profecía, pero Jehová no había hecho los preparativos de antemano para esta obra durante la Era de la Ley; más bien, Él la puso en movimiento al inicio de la Era de la Gracia, cuando el mensajero se le apareció a José en el sueño y lo iluminó con el mensaje de que Dios se haría carne, y solo entonces comenzó Su obra de la encarnación. Dios no se había preparado para Su obra de la encarnación después de la creación del mundo, como la gente se imagina; esto solo se decidió en función del grado de desarrollo de la humanidad y del estado de Su guerra contra Satanás.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 149
Cuando Dios se hace carne, Su Espíritu desciende sobre un hombre; en otras palabras, el Espíritu de Dios se viste a Él mismo con un cuerpo físico. Él viene a realizar Su obra sobre la tierra, no para traer con Él varios pasos limitados, Su obra es totalmente ilimitada. La obra que el Espíritu Santo hace en la carne continúa siendo determinada por los resultados de Su obra, y Él usa tales cosas para determinar la longitud de tiempo en la que Él hará la obra mientras permanece en la carne. El Espíritu Santo revela directamente cada paso de Su obra, examina Su obra a medida que Él avanza; no es nada tan sobrenatural como para estirar los límites de la imaginación humana. Esto es como la obra de Jehová en la creación de los cielos, la tierra y todas las cosas; Él planificó y obró simultáneamente. Él separó la luz de la oscuridad, y la mañana y la tarde fueron creadas, esto tardó un día. En el segundo día creó el cielo, y eso también le llevó un día; después creó la tierra, los mares y todas las criaturas que los poblaban, lo que también requirió un día más. Esto continuó hasta el sexto día, cuando Dios creó al hombre y le permitió estar a cargo de todas las cosas sobre la tierra. Entonces, en el séptimo día, cuando hubo terminado de crear todas las cosas, descansó. Dios bendijo el séptimo día y lo designó como día santo. Él solo decidió hacer este día santo después de haber creado ya todas las cosas, no antes de crearlas. Esta obra también se llevó a cabo de forma espontánea; antes de la creación de todas las cosas, Él no había decidido crear el mundo en seis días y entonces descansar el séptimo; tal cosa no concuerda en absoluto con los hechos. Él no había declarado tal cosa, ni la había planeado. De ninguna manera había dicho Él que la creación de todas las cosas se completaría en el sexto día y que descansaría en el séptimo; más bien, Él fue creando las cosas según lo que le parecía bien en ese momento. Una vez que hubo terminado de crear todo, ya había llegado el sexto día. Si Él hubiese terminado la creación de todo en el quinto día, entonces habría designado el sexto día como un día santo. Sin embargo, Él terminó de crear todo en el sexto día, y, por lo tanto, el séptimo día se convirtió en un día santo que ha llegado hasta el presente. Por lo tanto, Su obra actual se lleva a cabo de esta misma manera. Él habla y provee a vuestras necesidades, de acuerdo con vuestras situaciones. Es decir, el Espíritu habla y obra de acuerdo con las circunstancias de las personas; Él vigila todo y obra en cualquier momento y lugar. Lo que Yo hago, digo, coloco sobre vosotros y os confiero es, sin excepción, lo que vosotros necesitáis. Entonces, nada de Mi obra es independiente de la realidad; todo es práctico, porque todos sabéis que “el Espíritu de Dios vela por todos”. Si todo esto hubiese sido decidido de antemano, ¿no hubiera sido todo demasiado claro y simple? Piensas que Dios ideó planes para seis milenios completos y después predestinó que la humanidad se volviera rebelde, resistente, torcida y engañosa, y que poseyera la corrupción de la carne, un carácter satánico, la pasión de los ojos e indulgencias individuales. Nada de esto estaba predestinado por Dios, sino que todo sucedió a consecuencia de la corrupción de Satanás. Algunos dirán: “¿No estaba Satanás también bajo la mano de Dios? Dios había predestinado que Satanás corrompiera al hombre de esta manera, y después de eso, Dios llevaría a cabo Su obra entre los hombres”. ¿Habría Dios realmente predestinado que Satanás corrompiera a la humanidad? Dios está demasiado deseoso de que la humanidad viva normalmente, por tanto, ¿interferiría Él con sus vidas? Si así fuese, ¿no sería derrotar a Satanás y salvar a la humanidad un esfuerzo inútil? ¿Cómo podría haber sido predestinada la rebeldía de la humanidad? Es algo que ha ocurrido debido a la interferencia de Satanás, entonces ¿cómo podría eso ser predestinado por Dios? El Satanás bajo la mano de Dios que vosotros concebís es muy diferente del Satanás bajo la mano de Dios del cual hablo Yo. De acuerdo con vuestra afirmación de que “Dios es todopoderoso, y Satanás está en de Sus manos”, Satanás nunca podría traicionarlo. ¿No dijiste que Dios es todopoderoso? Vuestro conocimiento es demasiado abstracto y no está en contacto con la realidad; ¡el hombre no puede nunca sondear los pensamientos de Dios, ni tampoco comprender Su sabiduría! Dios es todopoderoso; esto no es en absoluto una falsedad. El arcángel traicionó a Dios porque Dios le dio inicialmente una parte de autoridad. Por supuesto, esto fue un hecho inesperado, justo como cuando Eva sucumbió ante la tentación de la serpiente. Sin embargo, no importa cómo Satanás lleve a cabo su traición, sigue sin ser tan todopoderoso como Dios. Como vosotros habéis dicho, Satanás es simplemente poderoso; no importa lo que haga, la autoridad de Dios siempre lo derrotará. Este es el verdadero significado de la frase: “Dios es todopoderoso, y Satanás está en Sus manos”. Por lo tanto, la guerra con Satanás debe llevarse a cabo un paso a la vez. Más aún, Dios planifica Su obra en respuesta a las artimañas de Satanás; es decir, trae la salvación a la humanidad y revela Su omnipotencia y sabiduría de una manera adecuada para la era en cuestión. Del mismo modo, la obra de los últimos días no estuvo predestinada con antelación, antes de la Era de la Gracia; las predestinaciones no se hacen de una manera tan ordenada como esta: primero, hacer que cambie el carácter externo del hombre; segundo, someter al hombre a Su castigo y pruebas; tercero, hacer que el hombre se someta a la prueba de muerte; cuarto, hacer que el hombre experimente el tiempo de amar a Dios y que exprese la resolución de un ser creado; quinto, permitir que el hombre vea la voluntad de Dios y que lo conozca por completo, y finalmente complete al hombre. Él no planificó todas estas cosas durante la Era de la Gracia; más bien, Él comenzó a planificarlas en la era actual. Satanás está trabajando, al igual que Dios. Satanás expresa su carácter corrupto, mientras que Dios habla directamente y revela algunas cosas esenciales. Esta es la obra que se realiza en la actualidad, y existe el mismo principio de obra que se usó hace mucho tiempo, después de la creación del mundo.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 150
Primero, Dios creó a Adán y Eva, y Él también creó una serpiente. De todas las cosas, esta serpiente era la más venenosa; su cuerpo contenía veneno, que Satanás utilizó para aprovecharse de ella. Fue la serpiente la que tentó a Eva a pecar. Adán pecó después de que lo hiciera Eva, y luego los dos fueron capaces de distinguir entre el bien y el mal. Si Jehová hubiese sabido que la serpiente tentaría a Eva y que Eva tentaría a Adán, entonces, ¿por qué los puso a todos juntos en un jardín? Si Él hubiera sido capaz de predecir estas cosas, entonces ¿por qué creó una serpiente y la colocó en el interior del jardín del Edén? ¿Por qué el jardín del Edén contenía el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal? ¿Acaso Él tenía la intención de que ellos comieran este fruto? Cuando Jehová vino, ni Adán ni Eva se atrevieron a mirarlo de frente, y fue solo entonces cuando Jehová supo que habían comido el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal y que habían sido presa de los engaños de la serpiente. Al final, maldijo a la serpiente, y maldijo a Adán y a Eva también. Cuando los dos comieron del fruto del árbol, Jehová no tenía conocimiento de que lo estaban haciendo. La humanidad se corrompió hasta el punto de volverse malvada y sexualmente promiscua, incluso llegó al punto de que todo lo que albergaban en sus corazones era malévolo e injusto; todo era inmundicia. Por tanto, Jehová se arrepintió de haber creado a la humanidad. Después de eso, Él llevó a cabo Su obra de destruir el mundo con un diluvio, al cual Noé y sus hijos sobrevivieron. Algunas cosas no son en verdad tan avanzadas y sobrenaturales como la gente se imagina. Algunos preguntan: “Puesto que Dios sabía que el arcángel lo traicionaría, ¿por qué lo creó?”. Estos son los hechos: antes de que existiera la tierra, el arcángel era el más grande de los ángeles del cielo. Tenía jurisdicción sobre todos los ángeles en el cielo; esta era la autoridad que Dios le concedió. A excepción de Dios, él era el más grande de los ángeles del cielo. Luego, después de que Dios creara a la humanidad, en la tierra, el arcángel llevó a cabo una mayor traición contra Dios. Digo que traicionó a Dios porque quiso gobernar sobre la humanidad y sobrepasar la autoridad de Dios. Fue el arcángel el que tentó a Eva a pecar, y lo hizo porque deseaba establecer su reino en la tierra y hacer que la humanidad le diera la espalda a Dios y que obedeciera al arcángel en su lugar. El arcángel vio que muchas cosas le podían obedecer; le obedecían los ángeles, al igual que las personas sobre la tierra. Los pájaros y animales, los árboles, bosques, montañas, ríos y todas las cosas sobre la tierra estaban bajo el cuidado de los seres humanos, es decir, de Adán y Eva, mientras que Adán y Eva obedecían al arcángel. Por tanto, el arcángel deseaba superar la autoridad de Dios y traicionarlo. Posteriormente, llevó a muchos ángeles a rebelarse contra Dios, y estos luego se convirtieron en varias clases de espíritus impuros. ¿Acaso el desarrollo de la humanidad hasta el día de hoy no ha sido causado por la corrupción del arcángel? Los seres humanos son como son hoy en día debido a que el arcángel traicionó a Dios y corrompió a la humanidad. Esta obra paso a paso no está ni siquiera cerca de ser tan abstracta y simple como la gente podría imaginar. Satanás llevó a cabo su traición por una razón, pero la gente es incapaz de comprender un hecho tan simple. ¿Por qué Dios, que creo los cielos, la tierra y todas las cosas, también creó a Satanás? Puesto que Dios desprecia tanto a Satanás, y Satanás es Su enemigo, ¿por qué creó a Satanás? Al crear a Satanás, ¿no estaba Él creando un enemigo? Dios en realidad no creó un enemigo; más bien, Él creó un ángel, y más tarde, ese ángel lo traicionó. Su estatus se había vuelto tan alto que deseó traicionar a Dios. Se podría decir que esta fue una coincidencia, pero también fue inevitable. Es similar al hecho de que una persona va a morir inevitablemente tras madurar hasta una cierta edad; las cosas ya se han desarrollado hasta esa etapa. Algunos insensatos absurdos dicen: “Puesto que Satanás es Tu enemigo, ¿por qué lo has creado? ¿Acaso no sabías que el arcángel te traicionaría? ¿Acaso no puedes mirar de eternidad a eternidad? ¿Acaso no conocías la naturaleza del arcángel? Ya que sabías claramente que este te traicionaría, ¿por qué lo hiciste arcángel? No solo te traicionó, además se llevó a muchos otros ángeles consigo y descendió al mundo de los mortales para corromper a la humanidad; incluso a día de hoy, todavía no has podido completar Tu plan de gestión de seis mil años”. ¿Son correctas esas palabras? Si piensas de esta manera, ¿no estás creando más problemas de los necesarios? Hay otros que dicen: “Si Satanás no hubiese corrompido a la humanidad hasta el presente, Dios no habría traído a la humanidad una salvación como esta. Entonces, la sabiduría y omnipotencia de Dios habrían sido invisibles; ¿dónde se habría revelado Su sabiduría? Por tanto, Dios creó una raza humana para Satanás; para que después pudiera revelar Su omnipotencia, de no ser así, ¿cómo descubriría el hombre la sabiduría de Dios? Si el hombre no se resistía a Dios ni se rebelaba contra Él, sería innecesario que Sus actos se revelaran. Si toda la creación lo adorara y se sometiera a Él, entonces Dios no tendría ninguna obra que hacer”. Esto está aún más lejos de la realidad, porque no hay nada sucio acerca de Dios, por eso Él no puede crear algo sucio. Él revela ahora Sus actos solo con el fin de derrotar a Su enemigo, para salvar a los seres humanos que Él creó, y para derrotar a los demonios y a Satanás, que odian, traicionan y se resisten a Dios, que estaban bajo Su dominio y le pertenecían a Él desde el principio. Dios quiere derrotar a estos demonios y, al hacerlo, revelar Su omnipotencia a todas las cosas. La humanidad y todo en la tierra están ahora bajo el campo de acción de Satanás y yacen bajo el campo de acción de los malvados. Dios quiere revelar Sus actos a todas las cosas para que la gente lo conozca, y con ello vencer a Satanás y derrotar ampliamente a Sus enemigos. La totalidad de esta obra se logra por medio de la revelación de Sus actos. Toda Su creación está bajo el campo de acción de Satanás, por lo que Dios desea revelar Su omnipotencia a ellos, y así derrotar a Satanás. Si no existiera Satanás, Él no necesitaría revelar Sus acciones. Si no fuera por el acoso de Satanás, Dios habría creado a la humanidad para dejarla vivir en el jardín del Edén. ¿Por qué Dios nunca reveló todas Sus acciones a los ángeles o al arcángel antes de la traición de Satanás? Si, en el principio, todos los ángeles y el arcángel hubiesen conocido a Dios y se hubieran sometido a Él, entonces, Dios no habría llevado a cabo esos actos de obra sin sentido. Debido a la existencia de Satanás y los demonios, los seres humanos también se han resistido a Dios y están llenos hasta los topes de un carácter rebelde. Por tanto, Dios quiere revelar Sus actos. Debido a que Él desea hacer la guerra con Satanás, Él tiene que usar Su propia autoridad y todos Sus actos para derrotarlo; de esta manera, la obra de salvación que Él desempeña entre la humanidad permitirá que la gente vea Su sabiduría y omnipotencia. La obra que Dios está haciendo en la actualidad es significativa y de ninguna manera se asemeja a lo que algunas personas se refieren cuando dicen: “¿Acaso la obra que Tú haces no es contradictoria? ¿No es esta sucesión de obras un mero ejercicio para que te crees problemas? Tú creaste a Satanás y luego le permitiste que te traicionara y se resistiera a Ti. Tú creaste a los seres humanos, y luego se los entregaste a Satanás al permitir que Adán y Eva fueran tentados. Puesto que has hecho todas estas cosas a propósito, ¿por qué detestas todavía a la humanidad? ¿Por qué odias a Satanás? ¿No son acaso todas estas cosas producidas por Ti mismo? ¿Qué hay que odiar?”. Bastante gente absurda dice tales cosas. Desean amar a Dios, pero en el fondo se quejan de Dios. ¡Qué contradicción! No comprendes la verdad, tienes demasiados pensamientos sobrenaturales, e incluso aseveras que Dios cometió un error. ¡Qué absurdo eres! Tú eres quien juega con la verdad; ¡no es que Dios haya cometido un error! Algunas personas incluso se quejan una y otra vez: “Fuiste Tú quien creó a Satanás, y fuiste Tú quien arrojó a Satanás al mundo entre los humanos y se los entregaste. Una vez, los seres humanos poseyeron un carácter satánico; no los perdonaste, al contrario, los odiaste en gran medida. Al principio, Tú los amabas mucho, pero ahora los detestas. Eres Tú quien ha detestado a la humanidad, aunque también eres el que la ha amado. ¿Qué está pasando aquí exactamente? ¿No es esto una contradicción?”. Independientemente de cómo lo veáis vosotros, esto fue lo que ocurrió en el cielo; de esta manera, el arcángel traicionó a Dios, y la humanidad se corrompió; y así es como los seres humanos han continuado hasta hoy. Lo digáis como lo digáis, esta es toda la historia. Sin embargo, debéis comprender que el propósito completo tras la obra que está haciendo hoy es salvaros y derrotar a Satanás.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 151
Dios usa Su gestión de los seres humanos para derrotar a Satanás. Al corromper a la gente, Satanás lleva el destino de esta a su final e interrumpe la obra de Dios. Por otro lado, la obra de Dios es la salvación de la humanidad. ¿Qué paso de la obra que hace Dios no está destinado a salvar a la humanidad? ¿Qué paso no está destinado a purificar a la gente, hacerles actuar con rectitud y vivir la imagen de quienes pueden ser amados? Satanás, sin embargo, no hace esto. Este corrompe a la humanidad; continuamente hace su trabajo de corromper a la humanidad por todo el universo. Por supuesto, Dios también hace Su propia obra sin prestar atención a Satanás. No importa cuánta autoridad Satanás posea, esa autoridad le fue dada por Dios; Dios simplemente no le dio toda Su autoridad, de manera que no importa lo que Satanás haga, no puede superar a Dios y siempre estará al alcance de la mano de Dios. Dios no reveló ninguno de Sus actos mientras estuvo en el cielo. Él meramente dio a Satanás una pequeña porción de autoridad y le permitió ejercer control sobre otros ángeles. Por tanto, no importa lo que haga Satanás, no puede superar la autoridad de Dios, porque la autoridad que Dios le otorgó originalmente es limitada. Mientras Dios obra, Satanás interrumpe. En los últimos días, su interrupción terminará; de igual manera, la obra de Dios también terminará, y el tipo de ser humano que Dios desea completar se completará. Dios dirige a la gente de manera positiva; Su vida es agua viva, inconmensurable e ilimitada. Satanás ha corrompido al hombre hasta cierto grado; al final, el agua viva de la vida completará al hombre, y será imposible para Satanás interferir y llevar a cabo su obra. Por tanto, Dios será capaz de ganar por completo a esta gente. Incluso ahora, Satanás todavía se niega a aceptar esto; se enfrenta continuamente a Dios, pero Él no le presta ninguna atención. Dios ha dicho: “Yo saldré victorioso sobre la totalidad de las fuerzas oscuras de Satanás y sobre todas las influencias oscuras”. Esta es la obra que ha de hacerse en la carne, y es también lo que hace significativo hacerse carne: esto es, completar la etapa de la obra de derrotar a Satanás en los últimos días, y eliminar todas las cosas que pertenecen a Satanás. ¡La victoria de Dios sobre Satanás es inevitable! En realidad, Satanás ya fracasó hace mucho tiempo. Cuando el evangelio comenzó a extenderse por toda la tierra del gran dragón rojo, es decir, cuando Dios encarnado comenzó Su obra y esta obra se puso en marcha, Satanás fue derrotado por completo, porque el propósito mismo de la encarnación era derrotar a Satanás. En cuanto Satanás vio que Dios una vez más se había hecho carne y había comenzado a llevar a cabo Su obra, que ninguna fuerza podría detener, este se quedó estupefacto al ver esta obra y no se atrevió a seguir haciendo más trastadas. Al principio, Satanás pensó que también poseía mucha sabiduría, e interrumpió y acosó la obra de Dios; sin embargo, no esperaba que Dios se hiciera carne una vez más, o que, en Su obra, Dios utilizara la rebelión de Satanás para servirle como revelación y juicio para la humanidad, para conquistar así a la humanidad y derrotar a Satanás. Dios es más sabio que Satanás, y Su obra lo supera con creces. Por tanto, como anteriormente he dicho: “la obra que Yo hago se lleva a cabo en respuesta a las artimañas de Satanás. Al final, Yo voy a revelar Mi omnipotencia y la impotencia de Satanás”. Dios realizará Su obra en primera línea, mientras Satanás seguirá su estela hasta que, al final, este sea finalmente destruido, ¡ni siquiera va a saber qué lo golpeó! Solo se dará cuenta de la verdad una vez que haya sido aplastado y hecho añicos; y para entonces ya habrá sido incinerado en el lago de fuego. ¿Acaso no se convencerá completamente para entonces? ¡Pues Satanás no tendrá entonces más tretas que usar!
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Palabras diarias de Dios Fragmento 152
La obra que Dios hace entre los hombres es inseparable del hombre porque el hombre es el objeto de esta obra y la única criatura hecha por Dios que puede dar testimonio de Dios. La vida del hombre y todas las actividades del hombre son inseparables de Dios, y todas las controlan las manos de Dios, y hasta se puede decir que ninguna persona puede existir independientemente de Dios. Nadie puede negar esto porque es un hecho. Todo lo que Dios hace es en beneficio de la humanidad y está dirigido contra las maquinaciones de Satanás. Todo lo que el hombre necesita viene de Dios y Dios es la fuente de la vida del hombre. De esta manera, un hombre sencillamente es incapaz de apartarse de Dios. Además, Dios nunca ha tenido ninguna intención de separarse del hombre. La obra que Dios hace es por el bien de toda la humanidad y Sus pensamientos siempre son benignos. Para el hombre, entonces, la obra y los pensamientos de Dios (es decir, la voluntad de Dios) ambos son “visiones” que el hombre debe conocer. Tales visiones también son la gestión de Dios y la obra que el hombre es incapaz de hacer. Estas exigencias que Dios hace del hombre durante Su obra, entretanto, se llaman la “práctica” del hombre. Las visiones son la obra de Dios mismo o Su voluntad para la humanidad o las metas y el significado de Su obra. También se puede decir que las visiones son parte de la gestión, pues esta gestión es la obra de Dios y está dirigida al hombre, lo que quiere decir que es la obra que Dios hace entre los hombres. Esta obra es la prueba y la senda por la que el hombre llega a conocer a Dios y es de suprema importancia para el hombre. Si, en vez de prestar atención al conocimiento de la obra de Dios, las personas solo ponen atención a las doctrinas de la creencia en Dios o a detalles insignificantes sin importancia, entonces simplemente no conocerán a Dios y, además, no serán conforme al corazón de Dios. La obra de Dios que es extremadamente útil para el conocimiento que el hombre tiene de Dios se llaman visiones. Estas visiones son la obra de Dios, Su voluntad y las metas y el significado de Su obra; todas son beneficiosas para el hombre. La práctica se refiere a aquello que el hombre debe hacer, lo que deben hacer las criaturas que siguen a Dios y también es el deber del hombre. Lo que se supone que debe hacer el hombre no es algo que este entendiera desde el principio, sino que son las exigencias que Dios le hace al hombre durante Su obra. Estas exigencias poco a poco se hacen más profundas y elevadas a medida que Dios obra. Por ejemplo, durante la Era de la Ley, el hombre tenía que cumplir la ley y durante la Era de la Gracia, el hombre tenía que llevar la cruz. La Era del Reino es diferente: las exigencias para el hombre son más elevadas que las de la Era de la Ley y la Era de la Gracia. A medida que las visiones se hacen más elevadas, las exigencias para el hombre se hacen más elevadas, claras y reales. De igual modo, las visiones también se vuelven cada vez más reales. Estas diversas visiones reales no solo son propicias para que el hombre obedezca a Dios sino que son, además, propicias para que lo conozca.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 153
Comparada con las eras anteriores, la obra de Dios durante la Era del Reino es más actual, está más dirigida a la esencia del hombre y a los cambios en su carácter y es más capaz de dar testimonio de Dios mismo a todos los que lo siguen. En otras palabras, durante la Era del Reino, conforme Él obra, Dios le muestra más de Él mismo al hombre que en cualquier momento en el pasado, lo que quiere decir que las visiones que el hombre debería conocer son más elevadas que en cualquier era pasada. Ya que la obra que Dios hace entre los hombres ha entrado a un territorio sin precedentes, las visiones que el hombre conoce durante la Era del Reino son las más elevadas entre todas las de la obra de gestión. La obra de Dios ha entrado en un territorio sin precedentes, por eso las visiones que el hombre conoce se han vuelto las más elevadas de todas las visiones y la práctica resultante del hombre también es más elevada que en cualquier era previa, porque la práctica del hombre cambia al compás de las visiones y la perfección de las visiones también marca la perfección de las exigencias para el hombre. Tan pronto como toda la gestión de Dios se detenga, también cesa la práctica del hombre y, sin la obra de Dios, el hombre no tendrá opción sino ajustarse a la doctrina de los tiempos pasados o simplemente no tendrá dónde acudir. Sin nuevas visiones, no habrá una nueva práctica por parte del hombre; sin visiones completas, no habrá ninguna práctica perfecta por parte del el hombre; sin visiones más elevadas, no habrá ninguna práctica más elevada por parte del hombre. Esta cambia junto con los pasos de Dios y, de igual modo, el conocimiento y la experiencia del hombre cambian con la obra de Dios. Independientemente de lo capaz que sea el hombre, sigue siendo inseparable de Dios y, si Dios dejara de obrar solo un momento, el hombre moriría de inmediato por Su ira. El hombre no tiene nada de qué presumir, porque independientemente de lo elevado que sea su conocimiento en la actualidad, independientemente de qué profundas sean sus experiencias, es inseparable de la obra de Dios, porque la práctica del hombre, y lo que debe buscar en su creencia en Dios, son inseparables de las visiones. En cada muestra de la obra de Dios existen visiones que el hombre debe conocer y, siguiendo estas, se hacen exigencias pertinentes del hombre. Sin estas visiones como base, el hombre simplemente sería incapaz de practicar y también sería incapaz de seguir a Dios de una manera decidida. Si el hombre no conoce a Dios o no entiende Su voluntad, entonces todo lo que el hombre hace es en vano y Dios no lo puede aprobar. No importa lo abundantes que sean los dones del hombre, este sigue siendo inseparable de la obra y de la guía de Dios. No importa lo buenas que sean las acciones del hombre o lo numerosas que sean sus acciones, estas siguen sin poder reemplazar la obra de Dios. Y así, bajo ningún concepto se puede separar la práctica del hombre de las visiones. Los que no aceptan en absoluto las nuevas visiones no tienen una nueva práctica. Su práctica no guarda relación con la verdad porque se atienen a la doctrina y se ajustan a la ley muerta; no tienen nuevas visiones en absoluto y, como resultado, no ponen en práctica nada de la nueva era. Han perdido las visiones y, al hacerlo, también han perdido la obra del Espíritu Santo y han perdido la verdad. Los que no tienen la verdad son la descendencia de lo absurdo, son la personificación de Satanás. No importa qué clase de persona sean, no pueden estar sin las visiones de la obra de Dios y no pueden ser despojados de la presencia del Espíritu Santo; tan pronto como alguien pierde las visiones, de manera instantánea desciende al Hades para vivir en la oscuridad. Las personas que no tienen las visiones son las que siguen a Dios neciamente, son las que carecen de la obra del Espíritu Santo y están viviendo en el infierno. Tales personas no buscan la verdad, sino que, en lugar de eso cuelgan el nombre de Dios como un anuncio. Los que no conocen la obra del Espíritu Santo, no conocen a Dios encarnado, no conocen las tres etapas de la obra en la totalidad de la gestión de Dios, no conocen las visiones y por esto no tienen la verdad. ¿Y no son todos los que no poseen la verdad hacedores de maldad? Los que están dispuestos a poner en práctica la verdad, están dispuestos a buscar un conocimiento de Dios y realmente cooperan con Dios, son personas para quienes las visiones actúan como un fundamento. Dios las aprueba porque cooperan con Dios y es esta cooperación la que el hombre debería poner en práctica.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 154
Las visiones contienen muchos caminos para la práctica. Las demandas prácticas que se le hacen al hombre también están contenidas dentro de las visiones, así como lo está la obra de Dios que el hombre debe conocer. En el pasado, durante las reuniones especiales o las grandes asambleas que se llevaban a cabo en varios lugares, solo se hablaba de un aspecto del camino de la práctica. Esta era la que se debía poner en práctica durante la Era de la Gracia y rara vez tenía relación con el conocimiento de Dios, porque la visión de la Era de la Gracia solo era la visión de la crucifixión de Jesús y no había mayores visiones. Se suponía que el hombre no conocía otra cosa sino la obra de Su redención de la humanidad por medio de la crucifixión; así pues, durante la Era de la Gracia no hubo otras visiones que el hombre conociera. De esta manera, el hombre solo tenía un conocimiento escaso de Dios y, aparte del conocimiento del amor y la compasión de Jesús, solo había unas cuantas cosas simples y escasas que él podía poner en práctica, cosas que estaban muy lejos de la actualidad. En el pasado, no importa qué forma tomara su asamblea, el hombre no podía hablar de un conocimiento práctico de la obra de Dios, mucho menos podía decir con claridad cuál era el camino de la práctica más adecuado para que el hombre entrara. El hombre solo agregaba unos cuantos detalles simples a un fundamento de tolerancia y paciencia; simplemente no había un cambio en la esencia de su práctica, porque dentro de la misma era, Dios no hizo ninguna obra nueva y las únicas exigencias que le hizo al hombre fueron la tolerancia y la paciencia, o llevar la cruz. Excepto por esas prácticas, no había visiones más elevadas que la crucifixión de Jesús. En el pasado, no se mencionaban otras visiones porque Dios no hizo mucha obra y porque solo le hizo al hombre demandas limitadas. De esta manera, independientemente de lo que el hombre hiciera, era incapaz de transgredir estos límites, límites que no eran sino unas cuantas cosas sencillas y superficiales que el hombre debía poner en práctica. Hoy hablo de otras visiones porque en el día de hoy se ha hecho más obra, obra que excede varias veces a la Era de la Ley y a la Era de la Gracia. También las exigencias para el hombre son varias veces más elevadas que en las eras pasadas. Si el hombre no pudiera conocer plenamente esa obra, entonces no tendría gran significado; se podría decir que el hombre tendrá dificultad para conocer por completo esa obra si no le dedica todo el esfuerzo de una vida. En la obra de conquista, hablar solo del camino de la práctica haría imposible la conquista del hombre. Una mera charla de las visiones, sin hacer ninguna exigencia del hombre, también haría imposible la conquista del hombre. Si no se hablara de nada excepto de la senda de la práctica, entonces sería imposible arremeter contra el talón de Aquiles del hombre o disipar las nociones del hombre, y también sería imposible conquistar por completo al hombre. Las visiones son el instrumento principal de la conquista del hombre; sin embargo, si no hubiera un sendero de práctica aparte de las visiones, entonces el hombre no tendría manera de seguir y, mucho menos, tendría un medio de entrada. Este ha sido el principio de la obra de Dios desde el comienzo hasta el final: en las visiones está aquello que se puede poner en práctica y también hay visiones además de la práctica. El grado de los cambios tanto en la vida del hombre como en su carácter acompaña los cambios en las visiones. Si el hombre sólo dependiera de sus propios esfuerzos, le sería imposible lograr un alto grado de cambio. Las visiones hablan de la obra de Dios mismo y de la gestión de Dios. La práctica se refiere al sendero de la práctica del hombre y al camino de la existencia del hombre; en toda la gestión de Dios, la relación entre las visiones y la práctica es la relación entre Dios y el hombre. Si las visiones se eliminaran, o si se hablara de ellas sin hablar de practicar o si solo hubiera visiones y la práctica del hombre se erradicara, entonces tales cosas no se podrían considerar la gestión de Dios, mucho menos podría decirse que la obra de Dios se hace por el bien de la humanidad; de este modo, no solo se eliminaría el deber del hombre sino que sería una negación del propósito de la obra de Dios. Si, desde el principio hasta el final, al hombre solo se le exigiera practicar sin participar en la obra de Dios y tampoco se le exigiera conocer la obra de Dios, mucho menos podría tal obra llamarse la gestión de Dios. Si el hombre no conociera a Dios, fuera ignorante de la voluntad de Dios y llevara a cabo su práctica a ciegas de una manera ambigua y abstracta, nunca llegaría a ser una criatura completamente cualificada. Y así, estas dos cosas son indispensables. Si solo existiera la obra de Dios, es decir, si solo hubiera las visiones y no hubiera ninguna cooperación o práctica del hombre, dichas cosas no podrían llamarse la gestión de Dios. Si solo existieran la práctica y la entrada del hombre, independientemente de lo elevado que fuera el camino en el que el hombre entrara, esto tampoco sería aceptable. La entrada del hombre debe cambiar poco a poco al compás de la obra y las visiones; no puede cambiar a capricho. Los principios de la práctica del hombre no son libres y descontrolados, sino que están dentro de ciertos límites. Tales principios cambian al compás de las visiones de la obra. Así que la gestión de Dios a fin de cuentas se reduce a la obra de Dios y a la práctica del hombre.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 155
La obra de gestión solo se produjo por causa de la humanidad, lo que quiere decir que solo nació por la existencia de la humanidad. No había gestión antes de la humanidad ni al principio, cuando los cielos y la tierra y todas las cosas fueron creados. Si en toda la obra de Dios no hubiera una práctica beneficiosa para el hombre, es decir, si Dios no le hiciera exigencias pertinentes a la humanidad corrupta (si, en la obra que Dios hace, no hubiera una senda adecuada para la práctica del hombre), esta obra no podría llamarse la gestión de Dios. Si la totalidad de la obra de Dios solo implicara indicarle a la corrupta humanidad cómo abordar su práctica y Dios no llevara a cabo nada de Su propia empresa ni manifestara una sola pizca de Su omnipotencia o sabiduría, sin importar lo elevadas que fueran las exigencias de Dios hacia el hombre, por mucho tiempo que Dios viviera entre los hombres, el hombre no conocería nada del carácter de Dios; si ese fuera el caso, entonces este tipo de obra sería aún menos digna de llamarse la gestión de Dios. En términos sencillos, la obra de la gestión de Dios es la obra que Dios hace y toda la obra que se lleva a cabo bajo la guía de Dios por los que Dios ha ganado. Tal obra puede resumirse como gestión. En otras palabras, la obra de Dios entre los hombres así como la cooperación con Él por parte de todos los que lo siguen se llaman de una manera colectiva gestión. Aquí, la obra de Dios se llama visiones y la cooperación del hombre se llama práctica. Cuanto más elevada sea la obra de Dios (es decir, cuanto más elevadas sean las visiones), más claro se le hace al hombre el carácter de Dios y más está en conflicto con las nociones del hombre y más elevadas se vuelven la práctica y la cooperación del hombre. Cuanto más elevadas sean las exigencias para el hombre, la obra de Dios está más en conflicto con las nociones del hombre; como resultado, las pruebas para el hombre y los estándares que se le exigen cumplir también se vuelven más elevados. Con la consumación de esta obra, todas las visiones se habrán completado y lo que al hombre se le exige poner en práctica habrá alcanzado la cima de la perfección. Este también será el tiempo en el cual cada uno será clasificado según su especie, porque eso que al hombre se le exige saber se le mostrará. Así, cuando las visiones alcancen su apogeo, la obra, en consecuencia, se acercará a su fin y la práctica del hombre también habrá alcanzado su cenit. La práctica del hombre se basa en la obra de Dios y la gestión de Dios solo se expresa por completo gracias a la práctica del hombre y a su cooperación. El hombre es la obra maestra en la obra de Dios y el objeto de la obra de toda la gestión de Dios; también es el producto de toda la gestión de Dios. Si Dios obrara solo, sin la cooperación del hombre, no habría nada que pudiera servir como la cristalización de toda Su obra y, entonces, la gestión de Dios no tendría la menor importancia. Además de la obra de Dios, solo al escoger Dios objetos adecuados para expresar Su obra y probar su omnipotencia y sabiduría, puede Dios alcanzar la meta de Su gestión y alcanzar la meta de usar toda esta obra para derrotar completamente a Satanás. Por tanto, el hombre es una parte indispensable en la obra de la gestión de Dios y el hombre es el único que puede hacer que la gestión de Dios dé fruto y alcance su última meta; a excepción del hombre, ninguna otra forma de vida puede asumir semejante papel. Si el hombre ha de convertirse en la verdadera cristalización de la obra de gestión de Dios, entonces la desobediencia de la humanidad corrupta debe disiparse por completo. Esto requiere que al hombre se le dé la práctica adecuada para momentos diferentes y que Dios lleve a cabo la obra correspondiente entre los hombres. Solo de esta manera se habrá ganado al final a un grupo de personas que son la cristalización de la obra de gestión de Dios. La obra de Dios entre los hombres no puede dar testimonio de Dios mismo exclusivamente por medio de la obra de Dios; alcanzar tal testimonio también requiere seres humanos vivientes que sean adecuados para Su obra. Dios primero obrará sobre estas personas, a través de las cuales se expresará Su obra y, así, tal testimonio suyo será dado a las criaturas; en esto, Dios habrá alcanzado la meta de Su obra. Dios no obra solo para derrotar a Satanás porque Él no puede dar testimonio directo de Él mismo entre todas las criaturas. Si así lo hiciera, sería imposible convencer completamente al hombre, así que Dios debe obrar en el hombre con el fin de conquistarlo y solo entonces podrá obtener el testimonio entre todas las criaturas. Si solo fuese Dios quien obrara, sin la cooperación del hombre, o si al hombre no se le exigiera cooperar, este nunca sería capaz de conocer el carácter de Dios y no sería consciente de la voluntad de Dios para siempre; entonces la obra de Dios no se podría llamar la obra de la gestión de Dios. Si tan solo el hombre tuviera que esforzarse, buscar y trabajar duro, sin entender la obra de Dios, entonces el hombre estaría haciendo payasadas. Sin la obra del Espíritu Santo, lo que el hombre hace es de Satanás, es rebelde y un hacedor de maldad; todo lo que hace la humanidad corrupta exhibe a Satanás y no hay nada que sea compatible con Dios y todo lo que el hombre hace es la manifestación de Satanás. Nada de todo lo que se ha hablado es exclusivo de las visiones y la práctica. Sobre la base de las visiones, el hombre encuentra la práctica y la senda de la obediencia, para que pueda hacer a un lado sus nociones y obtener aquello que no ha poseído en el pasado. Dios exige que el hombre coopere con Él, que el hombre se someta por completo a Sus requisitos y el hombre pide contemplar la obra que Dios mismo ha hecho para experimentar la omnipotencia de Dios y conocer Su carácter. Esto, en resumen, es la gestión de Dios. La unión de Dios con el hombre es la gestión y es la gestión más grandiosa.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 156
Lo que involucra visiones principalmente se refiere a la obra de Dios mismo, y lo que involucra práctica, el hombre lo debe hacer y no guarda relación alguna con Dios. La obra de Dios, la completa Dios mismo y la práctica del hombre la logra el hombre mismo. Lo que Dios mismo debe hacer, el hombre no lo tiene que hacer, y lo que el hombre debe practicar no guarda relación con Dios. La obra de Dios es Su propio ministerio y no tiene relación con el hombre. El hombre no tiene que hacer esta obra y, además, el hombre sería incapaz de hacer la obra que Dios hace. Lo que al hombre se le exige practicar, el hombre lo debe alcanzar, ya sea el sacrificio de su vida o que sea entregado a Satanás para mantenerse firme en el testimonio, todo esto lo debe lograr el hombre. Dios mismo completa toda la obra que le corresponde hacer y eso que el hombre debe hacer se le muestra al hombre y la obra restante se le deja al hombre para que la haga. Dios no hace ninguna obra extra. Sólo hace la obra que está dentro de Su ministerio, sólo le muestra al hombre el camino y sólo hace la obra de abrir el camino y no hace la obra de allanar el camino; todos deben entender esto. Poner la verdad en práctica quiere decir poner en práctica las palabras de Dios y todo esto es el deber del hombre, es lo que el hombre debe hacer y no tiene nada que ver con Dios en absoluto. Si el hombre exige que Dios también sufra el tormento y el refinamiento en la verdad, de la misma manera que el hombre, entonces el hombre está siendo desobediente. La obra de Dios es llevar a cabo Su ministerio y el deber del hombre es obedecer toda la guía de Dios, sin oponer resistencia. Lo que el hombre debe conseguir a él le corresponde lograrlo, independientemente de la manera en la que Dios obre o viva. Solo Dios mismo puede hacerle exigencias al hombre, es decir, solo Dios mismo es apto para hacerle exigencias al hombre. El hombre no debe tener elección y no debe hacer nada excepto someterse por completo y practicar; este es el sentido que el hombre debe tener. Una vez que Dios mismo haya completado la obra que debe hacer, al hombre se le exige experimentarla, paso a paso. Si, al final, cuando toda la gestión de Dios se haya completado, el hombre todavía no ha hecho lo que Dios le exige, entonces el hombre debe ser castigado. Si el hombre no cumple las exigencias de Dios, esto se debe a la desobediencia del hombre; no quiere decir que Dios no haya sido lo suficientemente minucioso en Su obra. Todos los que no pueden poner en práctica las palabras de Dios, los que no pueden cumplir las exigencias de Dios y los que no pueden dar su lealtad y cumplir su deber, todos serán castigados. Hoy, lo que a vosotros se os exige lograr no son exigencias adicionales, sino el deber del hombre y lo que todas las personas deben hacer. Si ni siquiera sois capaces de hacer vuestro deber, o de hacerlo bien, ¿no os estáis acarreando problemas? ¿No estáis cortejando a la muerte? ¿Cómo podéis todavía esperar tener un futuro y perspectivas? La obra de Dios se hace por el bien de la humanidad, y la cooperación del hombre se entrega por el bien de la gestión de Dios. Después de que Dios haya hecho todo lo que le corresponde hacer, al hombre se le exige ser pródigo en su práctica y cooperar con Dios. En la obra de Dios, el hombre no debe escatimar esfuerzos, debe ofrecer su lealtad y no debe darse el gusto de tener numerosas nociones o sentarse pasivamente y esperar la muerte. Dios puede sacrificarse por el hombre, así que, ¿por qué no puede el hombre ofrecerle su lealtad a Dios? Dios solo tiene un corazón y una mente para con el hombre, así que, ¿por qué no puede el hombre ofrecer un poco de cooperación? Dios obra para la humanidad, así que, ¿por qué el hombre no puede llevar a cabo algo de su deber por el bien de la gestión de Dios? La obra de Dios ha llegado hasta aquí; sin embargo, vosotros veis pero no actuáis, escucháis pero no os movéis. ¿No son tales personas objetos de perdición? Dios ya le ha dedicado Su todo al hombre, así que, ¿por qué es incapaz el hombre hoy de llevar a cabo su deber con ahínco hoy? Para Dios, Su obra es Su prioridad y la obra de Su gestión es de suprema importancia. Para el hombre, poner en práctica las palabras de Dios y cumplir las exigencias de Dios son su primera prioridad. Todos vosotros deberíais entender esto. Las palabras que se os han hablado han llegado a lo más profundo de vuestra sustancia y la obra de Dios ha entrado a un territorio sin precedentes. Muchas personas siguen sin entender la verdad o la falsedad de este camino; siguen esperando y viendo sin llevar a cabo su deber. En cambio, examinan cada palabra y acción de Dios, se centran en lo que Él come y lleva puesto, y sus nociones se vuelven todavía más severas. ¿No están haciendo un escándalo por nada? ¿Cómo podrían esas personas ser las que buscan a Dios? ¿Y cómo podrían ser ellas quienes tienen la intención de someterse a Dios? Dejan su lealtad y su deber en un rincón de su mente y, en su lugar, se concentran en el paradero de Dios. ¡Son una afrenta! Si el hombre ha entendido todo lo que le corresponde entender y ha puesto en práctica todo lo que le corresponde poner en práctica, entonces Dios con toda seguridad concederá Sus bendiciones al hombre porque lo que Él exige del hombre es el deber del hombre, lo que el hombre debería hacer. Si el hombre es incapaz de comprender lo que le corresponde entender y es incapaz de poner en práctica lo que debe poner en práctica, entonces el hombre será castigado. Los que no cooperan con Dios están en enemistad con Dios, los que no aceptan la nueva obra se oponen a ella, aunque esas personas no hagan nada que de un modo obvio esté en oposición a ella. Todos los que no ponen en práctica la verdad que Dios exige son personas que de un modo deliberado se oponen y son desobedientes a las palabras de Dios, aunque pongan especial atención a la obra del Espíritu Santo. Las personas que no obedecen las palabras de Dios y no se someten a Dios son rebeldes y están en oposición a Dios. Las personas que no llevan a cabo su deber son las que no cooperan con Dios y las personas que no cooperan con Dios son las que no aceptan la obra del Espíritu Santo.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 157
Cuando la obra de Dios y Su gestión llegan a cierto punto, todos los que son conformes a Su corazón pueden cumplir Sus exigencias. Dios le hace exigencias al hombre de acuerdo con Sus propios estándares y de acuerdo con lo que el hombre puede lograr. Mientras habla de Su gestión, también le señala el camino al hombre y le provee un camino para la sobrevivencia. La gestión de Dios y la práctica del hombre, ambas pertenecen a la misma etapa de la obra y se llevan a cabo de manera simultánea. Hablar de la gestión de Dios está relacionado con los cambios en el carácter del hombre y hablar de lo que el hombre debe hacer y de los cambios en su carácter está relacionado con la obra de Dios; no hay un momento en el que estas dos puedan separarse. La práctica del hombre es cambiar, paso a paso. Esto se debe a que las exigencias que Dios le hace al hombre también están cambiando y porque la obra de Dios siempre está cambiando y progresando. Si la práctica del hombre sigue atrapada en la doctrina, esto prueba que se le despoja de la obra y la guía de Dios; si la práctica del hombre nunca cambia o profundiza más, esto prueba que la práctica del hombre se lleva a cabo según la voluntad del hombre y que no es la práctica de la verdad; si el hombre no tiene una senda por la cual andar, entonces ya ha caído en las manos de Satanás y Satanás lo controla, lo cual quiere decir que lo controlan espíritus malignos. Si la práctica del hombre no profundiza más, entonces la obra de Dios no se desarrollará y, si no hay ningún cambio en la obra de Dios, entonces la entrada del hombre se detendrá; esto es inevitable. A lo largo de toda la obra de Dios, si el hombre siempre tuviera que cumplir la ley de Jehová, entonces la obra de Dios no progresaría, mucho menos sería posible llevar una era completa a su final. Si el hombre siempre se aferrara a la cruz y practicara la paciencia y la humildad, entonces sería imposible que la obra de Dios siguiera progresando. Seis mil años de gestión sencillamente no pueden llevarse a su fin entre personas que solo acatan la ley o que solo se aferran a la cruz y practican la paciencia y la humildad. En cambio, toda la obra de la gestión de Dios se concluye entre aquellos de los últimos días, que conocen a Dios, han sido recuperados de las garras de Satanás y se han despojado por completo de la influencia de Satanás. Esta es la inevitable dirección de la obra de Dios. ¿Por qué se dice que la práctica de los que están en las iglesias religiosas está obsoleta? Porque lo que ponen en práctica está separado de la obra de la actualidad. En la Era de la Gracia, lo que ponían en práctica estaba bien, pero a medida que la era ha pasado y la obra de Dios ha cambiado, su práctica poco a poco se ha quedado obsoleta. La nueva obra y la nueva luz la han dejado atrás. Basada en su fundamento original, la obra del Espíritu Santo ha avanzado varios pasos más profundos. Pero esas personas siguen atoradas en la etapa original de la obra de Dios y todavía se adhieren a las viejas prácticas y a la antigua luz. La obra de Dios puede cambiar grandemente en tres o cinco años, así que, ¿no ocurrirían mayores transformaciones en el transcurso de 2000 años? Si el hombre no tiene una nueva luz o práctica, quiere decir que no ha mantenido el paso con la obra del Espíritu Santo. Esta es la falta del hombre; la existencia de la nueva obra de Dios no se puede negar porque hoy, los que tenían anteriormente la obra del Espíritu Santo todavía acatan prácticas obsoletas. La obra del Espíritu Santo siempre avanza hacia adelante y todos los que están en la corriente del Espíritu Santo también deberían estar profundizando y cambiando, paso a paso. No se deben detener en una sola etapa. Solo los que no conocen la obra del Espíritu Santo permanecerían entre Su obra original y no aceptarían la nueva obra del Espíritu Santo. Solo los desobedientes serían incapaces de obtener la obra del Espíritu Santo. Si la práctica del hombre no mantiene el paso con la nueva obra del Espíritu Santo, entonces la práctica del hombre con toda seguridad se ha separado de la obra de la actualidad y, sin duda, es incompatible con la obra de la actualidad. Personas anticuadas como estas sencillamente no pueden alcanzar la voluntad de Dios, mucho menos podrían convertirse en personas que se mantendrán firmes en el testimonio de Dios al final. Además, toda la obra de gestión no se podría concluir entre tal grupo de personas. Para los que una vez se aferraron a la ley de Jehová y para los que una vez sufrieron por la cruz, si no pueden aceptar la etapa de la obra de los últimos días, entonces todo lo que hayan hecho habrá sido en vano e inútil. La expresión más clara de la obra del Espíritu Santo es abrazar el aquí y ahora, no aferrarse al pasado. Los que no han mantenido el ritmo con la obra de la actualidad y se han separado de la práctica de la actualidad, son los que se oponen y no aceptan la obra del Espíritu Santo. Tales personas desafían la obra presente de Dios. Aunque se aferran a la luz del pasado, no se puede negar que no conocen la obra del Espíritu Santo. ¿Por qué ha habido toda esta plática sobre los cambios en la práctica del hombre, sobre las diferencias en la práctica entre el pasado y el presente, sobre cómo se llevaba a cabo la práctica durante la era anterior y sobre cómo se hace en la actualidad? Siempre se habla de estas divisiones en la práctica del hombre porque la obra del Espíritu Santo avanza constantemente y por eso a la práctica del hombre se le exige que cambie constantemente. Si el hombre se queda atorado en una etapa, entonces esto prueba que es incapaz de seguirle el paso a la nueva obra de Dios y a la nueva luz; no prueba que el plan de la gestión de Dios no haya cambiado. Los que están fuera de la corriente del Espíritu Santo siempre piensan que están bien pero, de hecho, la obra de Dios en ellos cesó hace mucho tiempo y la obra del Espíritu Santo está completamente ausente en ellos. La obra de Dios hace mucho que se transfirió a otro grupo de personas, un grupo en quien Él pretende completar Su nueva obra. Ya que los que están en la religión no pueden aceptar la nueva obra de Dios y solo se aferran a la antigua obra del pasado, Dios ha abandonado a estas personas y hace Su nueva obra en las personas que aceptan esta nueva obra. Estas son personas que cooperan en Su nueva obra y solo de esta manera se puede lograr Su gestión. La gestión de Dios siempre está avanzando y la práctica del hombre siempre está elevándose. Dios siempre está obrando y el hombre siempre tiene necesidad, de tal manera que ambos alcanzan su cenit y Dios y el hombre logran una completa unión. Esta es la expresión de la consecución de la obra de Dios y es el resultado final de toda la gestión de Dios.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 158
En cada etapa de la obra de Dios existen también las correspondientes exigencias para el hombre. Todos los que están dentro de la corriente del Espíritu Santo poseen la presencia y disciplina del Espíritu Santo, y los que no están dentro de la corriente del Espíritu Santo están bajo el mando de Satanás y carecen de la obra del Espíritu Santo. Las personas que están en la corriente del Espíritu Santo son las que aceptan la nueva obra de Dios y cooperan en la nueva obra de Dios. Si las que están dentro de esta corriente no pueden cooperar ni poner en práctica la verdad que Dios exige durante este tiempo, serán disciplinadas y, en el peor de los casos, el Espíritu Santo las abandonará. Las que aceptan la nueva obra del Espíritu Santo vivirán dentro de la corriente del Espíritu Santo, y recibirán el cuidado y la protección del Espíritu Santo. Las que están dispuestas a poner en práctica la verdad, el Espíritu Santo las esclarece, y las que no están dispuestas a poner en práctica la verdad, el Espíritu Santo las disciplina y hasta pueden ser castigadas. Independientemente de qué clase de persona sean, siempre que estén dentro de la corriente del Espíritu Santo, Dios asumirá la responsabilidad de todas las que aceptan Su nueva obra por el bien de Su nombre. Los que glorifican Su nombre y están dispuestos a poner en práctica Sus palabras, recibirán Sus bendiciones; los que lo desobedecen y no ponen en práctica Sus palabras recibirán Su castigo. Las personas que están en la corriente del Espíritu Santo son las que aceptan la nueva obra y, como han aceptado la nueva obra, deben cooperar de manera adecuada con Dios y no deben actuar como rebeldes que no llevan a cabo su deber. Esta es la única exigencia que Dios le hace al hombre. No así a las personas que no aceptan la nueva obra: ellas están fuera de la corriente del Espíritu Santo y la disciplina y la amonestación del Espíritu Santo no se les aplican. Estas personas viven todo el día dentro de la carne, viven dentro de sus mentes y todo lo que hacen es según la doctrina que se produce fruto del análisis y la investigación de sus propios cerebros. Esto no es lo que requiere la nueva obra del Espíritu Santo, mucho menos es la cooperación con Dios. Los que no aceptan la nueva obra de Dios son despojados de la presencia de Dios y, además, están desprovistos de las bendiciones y de la protección de Dios. La mayoría de sus palabras y acciones se aferran a las exigencias del pasado de la obra del Espíritu Santo; son doctrina, no la verdad. Tal doctrina y reglas son suficientes para probar que la reunión de estas personas no es más que religión; no son los elegidos ni los objetos de la obra de Dios. La asamblea de todos los que están entre ellos solo se puede llamar un gran congreso de religión y no se puede llamar iglesia. Este es un hecho inalterable. No tienen la nueva obra del Espíritu Santo; lo que hacen parece oler a religión, lo que viven parece estar repleto de religión; no poseen la presencia y la obra del Espíritu Santo, mucho menos son elegibles para recibir la disciplina o el esclarecimiento del Espíritu Santo. Todas estas personas son cadáveres inertes y gusanos desprovistos de espiritualidad. No tienen conocimiento de la rebelión y oposición del hombre, no tienen conocimiento de toda la maldad del hombre, mucho menos conocen toda la obra de Dios y la actual voluntad de Dios. ¡Todas son ignorantes, personas viles, son escoria, no aptas para ser llamadas creyentes! Nada de lo que hacen tiene relación con la gestión de Dios, mucho menos puede perjudicar los planes de Dios. Sus palabras y acciones son demasiado repugnantes, patéticas y simplemente indignas de mención. Nada de lo que hagan los que no están dentro de la corriente del Espíritu Santo tiene algo que ver con la nueva obra del Espíritu Santo. Por esto, no importa qué hagan, carecen de la disciplina del Espíritu Santo y, además, del esclarecimiento del Espíritu Santo. Porque todas ellas son personas que no tienen amor por la verdad y el Espíritu Santo las ha rechazado y aborrecido. Se les llama hacedores de maldad porque caminan en la carne y hacen lo que les place bajo el anuncio de Dios. Mientras Dios obra, le son deliberadamente hostiles y corren en dirección opuesta a Él. El fracaso del hombre en cooperar con Dios es sumamente rebelde en sí mismo; entonces ¿no recibirán particularmente su justa retribución aquellas personas que deliberadamente se oponen a Dios?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 159
Debéis llegar a conocer las visiones de la obra de Dios y comprender la dirección general de Su obra. Esta es la entrada positiva. Una vez que hayas dominado con precisión la verdad de las visiones, tu entrada estará segura; no importa cómo cambie la obra de Dios, permanecerás firme en tu corazón, tendrás claridad sobre las visiones y tendrás una meta para tu entrada y tu búsqueda. De esta manera, toda la experiencia y el conocimiento que haya dentro de ti se irán profundizando y se volverán más detallados. Una vez que hayas comprendido el panorama general en su totalidad, no sufrirás pérdidas en la vida ni te descarriarás. Si no llegas a conocer estos pasos de la obra, sufrirás pérdidas a cada paso, te tomará más que unos cuantos días cambiar las cosas y tampoco podrás entrar en el camino correcto ni siquiera en un par de semanas. ¿Acaso esto no provocará retrasos? Hay mucho en el camino de la entrada y la práctica positivas que debéis dominar. En cuanto a las visiones de la obra de Dios, debes comprender los siguientes puntos: la importancia de Su obra de conquista, la senda futura para ser perfeccionado, lo que se debe lograr a través de experimentar pruebas y tribulaciones, la importancia del juicio y el castigo, los principios detrás de la obra del Espíritu Santo y los principios detrás del perfeccionamiento y la conquista. Todo esto pertenece a la verdad de las visiones. El resto son las tres etapas de la obra en la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino, así como el testimonio futuro. Estas, también, son la verdad de las visiones y son lo más fundamental y lo más crucial. En la actualidad, hay mucho en lo que debéis entrar y que debéis practicar, y ahora está más estratificado y detallado. Si no tienes conocimiento de estas verdades, esto prueba que todavía tienes que lograr la entrada. La mayor parte del tiempo, el conocimiento que tienen las personas de la verdad es demasiado superficial; son incapaces de poner en práctica ciertas verdades básicas y ni siquiera saben cómo manejar los asuntos triviales. La razón por la que las personas son incapaces de practicar la verdad es porque su carácter es rebelde y porque su conocimiento de la obra de la actualidad es demasiado superficial y unilateral. Así pues, no es tarea fácil para las personas ser perfeccionadas. Eres demasiado rebelde y conservas demasiado de tu antiguo yo; eres incapaz de permanecer del lado de la verdad y eres incapaz de practicar hasta las verdades más evidentes. Las personas así no pueden ser salvas y son las que no han sido conquistadas. Si tu entrada no tiene ni detalles ni objetivos, tu crecimiento será lento. Si no existe la más mínima realidad en tu entrada, entonces tu búsqueda será en vano. Si no eres consciente de la esencia de la verdad, permanecerás sin cambios. El crecimiento en la vida del hombre y los cambios en su carácter se logran a través de entrar en la realidad y, además, por medio de entrar en las experiencias detalladas. Si tienes muchas experiencias detalladas durante tu entrada y tienes mucho conocimiento y entrada reales, tu carácter cambiará con rapidez. Incluso si en el presente no tienes absoluta claridad sobre la práctica, al menos debes tener claridad acerca de las visiones de la obra de Dios. Si no, serás incapaz de entrar; la entrada solo es posible una vez que tienes conocimiento de la verdad. Solo si el Espíritu Santo te esclarece en tu experiencia, obtendrás una comprensión más profunda de la verdad y una entrada más profunda. Debéis llegar a conocer la obra de Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 160
En el principio, después de la creación de la humanidad, fueron los israelitas los que sirvieron como la base de la obra de Dios. Toda Israel fue la base de la obra de Jehová en la tierra. La obra de Jehová consistió en dirigir y pastorear al hombre directamente mediante el establecimiento de leyes para que el hombre pudiera vivir una vida normal y adorar a Jehová de una manera normal en la tierra. En la Era de la Ley, Dios no podía ser ni visto ni tocado por el hombre. Como todo lo que Él hizo fue guiar a los primeros hombres corrompidos por Satanás, enseñándolos y pastoreándolos, Sus palabras solo contenían leyes, estatutos y normas de comportamiento humano, y no les proveyó las verdades de la vida. Bajo su liderazgo, los israelitas no habían sido profundamente corrompidos por Satanás. Su obra de la ley fue solo la primera etapa de la obra de salvación, el principio mismo de la obra de salvación, y prácticamente no tuvo nada que ver con los cambios en el carácter de vida del hombre. Por lo tanto, al principio de la obra de salvación no hubo necesidad de que Él asumiera la carne para Su obra en Israel. Por eso requirió un medio —una herramienta— a través del cual interactuar con el hombre. Así pues, surgieron entre los seres creados quienes hablaron y obraron en nombre de Jehová, y así fue como los hijos del hombre y los profetas llegaron a obrar entre los hombres. Los hijos del hombre obraron entre los hombres en nombre de Jehová. Que Jehová los llame “hijos del hombre” significa que esas personas enunciaron las leyes en nombre de Jehová. También eran sacerdotes entre el pueblo de Israel, sacerdotes a los que Jehová vigilaba y protegía, y en quienes obraba el Espíritu de Jehová; eran líderes entre las personas y servían directamente a Jehová. Los profetas, por otra parte, se dedicaban a hablar, en nombre de Jehová, a los habitantes de todas las naciones y tribus. También profetizaban la obra de Jehová. Tanto los hijos del hombre como los profetas, todos fueron elevados por el Espíritu de Jehová mismo y tenían en ellos la obra de Jehová. Entre las personas, ellos eran quienes representaban directamente a Jehová; ellos llevaron a cabo su obra solo porque Jehová los elevó y no porque fueran la carne en la que se hubiera encarnado el Espíritu Santo mismo. Por lo tanto, aunque fueran parecidos en sus palabras y en sus obras en nombre de Dios, esos hijos del hombre y profetas en la Era de la Ley no eran la carne de Dios encarnado. La obra de Dios en la Era de la Gracia y en la última etapa, era, precisamente, lo opuesto, porque la obra de salvación y el juicio del hombre fueron llevados a cabo, ambos, por Dios encarnado mismo y, por lo tanto, simplemente no hubo necesidad de elevar otra vez a profetas e hijos del hombre para que obraran en Su nombre. A los ojos del hombre, no hay diferencias esenciales entre la esencia y el método de su obra. Y es por esta razón que las personas confunden constantemente la obra de Dios encarnado con la de los profetas y la de los hijos del hombre. La apariencia de Dios encarnado era, básicamente, la misma que la de los profetas y la de los hijos del hombre. Y Dios encarnado era todavía más normal y real que los profetas. Por consiguiente, el hombre es incapaz de distinguir entre ellos. El hombre sólo se enfoca en las apariencias, y no es consciente en absoluto de que, aunque ambos son parecidos en que obran y hablan, existe una diferencia esencial entre ellos. Como la habilidad de discernir del hombre es muy pobre, es incapaz de distinguir entre asuntos sencillos, y es todavía menos capaz de discernir algo tan complejo. Cuando los profetas y las personas usadas por el Espíritu Santo hablaban y obraban, era para cumplir con los deberes del hombre; era para cumplir la función de un ser creado y era algo que el hombre debía hacer. Sin embargo, las palabras y la obra de Dios encarnado tenían como propósito llevar a cabo Su ministerio. Aunque Su forma externa era la de un ser creado, Su obra no consistía en llevar a cabo Su función sino Su ministerio. El término “deber” se usa en relación con los seres creados, mientras que “ministerio” se usa en relación con la carne de Dios encarnado. Existe una diferencia sustancial entre ambos; no son intercambiables. La obra del hombre sólo consiste en llevar a cabo su deber, mientras que la obra de Dios consiste en gestionar y llevar a cabo Su ministerio. Por lo tanto, aunque el Espíritu Santo usó a muchos apóstoles y muchos profetas estaban llenos de Él, su obra y sus palabras fueron, simplemente, para cumplir con su deber como seres creados. Tal vez sus profecías pueden haber excedido el camino de vida del que habló Dios encarnado, y su humanidad puede incluso haber trascendido la de Dios encarnado, pero ellos seguían llevando a cabo su deber, no cumpliendo un ministerio. El deber del hombre se refiere a la función del hombre; es lo que el hombre puede alcanzar. Sin embargo, el ministerio que lleva a cabo Dios encarnado se relaciona con Su gestión y eso es inalcanzable para el hombre. Ya sea que Dios encarnado hable, obre o manifieste maravillas, Él está llevando a cabo una gran obra en medio de Su gestión y tal obra no la puede hacer el hombre en Su lugar. La obra del hombre consiste únicamente en llevar a cabo su deber como ser creado en una etapa dada de la obra de gestión de Dios. Sin la gestión de Dios —es decir, si el ministerio de Dios encarnado se perdiera— el deber de un ser creado se perdería. La obra de Dios al llevar a cabo Su ministerio es gestionar al hombre, mientras que el desempeño de su deber por parte del hombre es el cumplimiento de su obligación de satisfacer las demandas del Creador y, de ninguna manera, se puede considerar que esté cumpliendo con su ministerio. Para la sustancia inherente de Dios, —para Su Espíritu— Su obra es Su gestión, pero para Dios encarnado, que está vestido con la forma externa de un ser creado, Su obra consiste en llevar a cabo Su ministerio. Cualquiera que sea la obra que Él realice, es para llevar a cabo Su ministerio; lo único que el hombre puede hacer es hacer su mejor esfuerzo en el ámbito de la gestión de Dios y bajo Su guía.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 161
En la Era de la Gracia, Jesús también dijo muchas palabras y llevó a cabo mucha obra. ¿Cómo fue Él diferente de Isaías? ¿Cómo fue Él diferente de Daniel? ¿Fue un profeta? ¿Por qué se dice que Él es Cristo? ¿Cuáles son las diferencias entre ellos? Todos ellos fueron hombres que hablaron palabras y sus palabras les parecían más o menos iguales a los hombres. Todos dijeron palabras y obraron. Los profetas del Antiguo Testamento hablaron profecías y, de manera similar, también Jesús pudo hacerlo. ¿Por qué es esto así? La distinción aquí se basa en la naturaleza de la obra. Para discernir este asunto, no debéis considerar la naturaleza de la carne ni la profundidad o la superficialidad de sus palabras. Siempre debes considerar primero su obra y los resultados que su obra logra en el hombre. Las profecías que hablaron los profetas en ese tiempo no suministraban la vida del hombre, y las inspiraciones que recibieron personas como Isaías y Daniel eran, simplemente, profecías y no el camino de la vida. Si no hubiera sido por la revelación directa de Jehová, nadie hubiera realizado esa obra, la cual es imposible para los mortales. Jesús también dijo muchas palabras, pero esas palabras eran el camino de la vida a partir del cual el hombre podía encontrar una senda para practicar. Es decir, en primer lugar, Él podía suplir la vida del hombre porque Jesús es vida; en segundo lugar, Él podía revertir las desviaciones del hombre; en tercer lugar, Su obra podía suceder a la de Jehová con el fin de seguir adelante con la era; en cuarto lugar, Él podía comprender cuáles eran las necesidades internas del hombre y sus carencias; en quinto lugar, Él podía marcar el comienzo de una nueva era y dar por terminada la vieja. Es por esto que se llama Dios y Cristo; no solo es Él diferente de Isaías, sino también de todos los otros profetas. Considera a Isaías como una comparación de la obra de los profetas. En primer lugar, él no podía suplir la vida del hombre; en segundo lugar, no podía marcar el comienzo de una nueva era. Él obraba bajo el liderazgo de Jehová y no para marcar el comienzo de una nueva era. En tercer lugar, las palabras que él pronunció lo superaban. Él recibía revelaciones directamente del Espíritu de Dios y los demás no entendían, incluso después de haberlas escuchado. Tan solo estas cosas son suficientes para probar que sus palabras no eran más que profecías, no más que un aspecto de la obra hecha en lugar de Jehová. Sin embargo, él no podía representar completamente a Jehová. Era el siervo de Jehová, un instrumento en la obra de Jehová. Solo estaba haciendo la obra dentro de la Era de la Ley y dentro del alcance de la obra de Jehová; no obró más allá de la Era de la Ley. Por el contrario, la obra de Jesús era distinta. Él superó el alcance de la obra de Jehová; obró como Dios encarnado y padeció la crucifixión con el fin de redimir a toda la humanidad. Es decir, llevó a cabo una nueva obra fuera de la obra que había hecho Jehová. Esto marcó el comienzo de una nueva era. Además, pudo hablar de lo que el hombre no podía alcanzar. Su obra fue una obra dentro de la gestión de Dios e involucraba a toda la humanidad. No obró en solo unos cuantos hombres, ni Su obra fue guiar a un número limitado de hombres. En cuanto a cómo Dios se hizo carne para ser un hombre, cómo el Espíritu dio las revelaciones en aquel momento y cómo el Espíritu descendió sobre un hombre para hacer la obra, estos son asuntos que el hombre no puede ver o tocar. Es completamente imposible que estas verdades sirvan como una prueba de que Él es Dios encarnado. Así pues, solo se puede hacer una distinción entre las palabras y la obra de Dios, que son tangibles para el hombre. Solo esto es real. Esto es así porque los asuntos del Espíritu no son visibles para ti y sólo Dios mismo los sabe con claridad, y ni siquiera la carne encarnada de Dios lo sabe todo; solo puedes verificar si Él es Dios por la obra que Él ha hecho. De Su obra se puede ver que, en primer lugar, Él puede abrir una nueva era; en segundo lugar, puede suplir la vida del hombre y mostrarle el camino a seguir. Esto es suficiente para establecer que Él es Dios mismo. Como mínimo, la obra que Él hace puede representar completamente al Espíritu de Dios, y de tal obra se puede ver que el Espíritu de Dios está dentro de Él. Ya que la obra que llevó a cabo el Dios encarnado fue, principalmente, para marcar el comienzo de una nueva era, dirigir una nueva obra y abrir un nuevo reino, estas condiciones son suficientes para establecer que Él es Dios mismo. Esto lo diferencia de Isaías, Daniel y los otros grandes profetas. Isaías, Daniel y todos los demás pertenecían a una clase de hombres muy educados y cultos; fueron hombres extraordinarios bajo el liderazgo de Jehová. La carne de Dios encarnado también tenía conocimiento y no carecía de sentido, pero Su humanidad era particularmente normal. Él era un hombre corriente y, a simple vista, no se podía discernir ninguna humanidad especial acerca de Él o detectar nada en Su humanidad que fuera diferente a la de los demás. Él no era sobrenatural o único en lo absoluto, y no poseía ninguna educación, conocimiento o teoría superiores. La vida de la que Él habló y el camino que guio no se obtuvieron por medio de la teoría, por medio del conocimiento, por medio de la experiencia de vida o por medio de la educación familiar. Más bien, fueron la obra directa del Espíritu, la cual es la obra de la carne encarnada. Es debido a que el hombre tiene grandes nociones de Dios, y, particularmente, porque estas nociones constan de demasiados elementos vagos y sobrenaturales, que, a los ojos del hombre, un Dios normal con debilidad humana, que no puede obrar señales y prodigios, seguramente no es Dios. ¿Acaso no son estas las nociones erróneas del hombre? Si la carne de Dios encarnado no era un hombre normal, ¿entonces cómo se podía decir que se hizo carne? Ser de la carne es ser un hombre corriente y normal; si Él hubiera sido un ser trascendente, entonces no hubiera sido de la carne. Para probar que Él es de la carne, Dios encarnado necesitaba poseer una carne normal. Esto era solo para completar la relevancia de la encarnación. Sin embargo, este no fue el caso de los profetas y los hijos de los hombres. Fueron hombres dotados usados por el Espíritu Santo; a los ojos del hombre, su humanidad era particularmente grandiosa y desempeñaban muchos actos que superaban la humanidad normal. Por esta razón, el hombre los veía como Dios. Ahora todos vosotros debéis entender esto con claridad, porque ha sido el tema que con mayor facilidad han confundido todos los hombres en las eras pasadas. Además, la encarnación es la más misteriosa de todas las cosas y lo más difícil que el hombre puede aceptar es Dios encarnado. Lo que digo es propicio para cumplir vuestra función y vuestro entendimiento del misterio de la encarnación. Todo esto se relaciona con la gestión de Dios, con las visiones. Vuestro entendimiento de esto será más beneficioso para que obtengáis un conocimiento de las visiones; es decir, de la obra de gestión de Dios. De esta manera, también obtendréis mucho entendimiento del deber que las diferentes clases de personas deberían llevar a cabo. Aunque estas palabras no os muestran directamente el camino, siguen siendo de gran ayuda para vuestra entrada, porque vuestra vida, en el presente, tiene una gran deficiencia de visiones, y esto se volverá un obstáculo importante que impida vuestra entrada. Si no habéis podido entender estas cuestiones, entonces no habrá ninguna motivación que impulse vuestra entrada. ¿Y cómo puede una búsqueda así permitiros cumplir mejor con vuestro deber?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 162
Algunas personas preguntarán: “¿Cuál es la diferencia entre la obra llevada a cabo por Dios encarnado y la de los profetas y apóstoles del pasado? A David también lo llamaban el Señor, como también a Jesús; aunque las obras que ellos realizaron fueron diferentes, los llamaron igual. Dime, ¿por qué sus identidades no eran la misma? Lo que Juan presenció fue una visión, una que también vino del Espíritu Santo, y él fue capaz de decir las palabras que el Espíritu Santo pretendía decir; ¿por qué era la identidad de Juan diferente de la de Jesús?”. Las palabras habladas por Jesús eran capaces de representar totalmente a Dios y representaban totalmente la obra de Dios. Lo que Juan vio era una visión y él fue incapaz de representar completamente la obra de Dios. ¿Por qué es que Juan, Pedro y Pablo hablaron muchas palabras —tal como lo hizo Jesús— pero no tienen la misma identidad que Jesús? Esto se debe principalmente a que la obra que realizaron era diferente. Jesús representaba al Espíritu de Dios y era el Espíritu de Dios obrando directamente. Él llevó a cabo la obra de la nueva era, la que nadie había realizado antes. Él abrió un nuevo camino, representó a Jehová y representó a Dios mismo, mientras que Pedro, Pablo y David, independientemente de cómo se les llamara, sólo representaban la identidad de una criatura de Dios y fueron enviados por Jesús o Jehová. Así pues, no importa cuánta obra ellos llevaran a cabo ni cuán grandes los milagros que hicieran, seguían siendo sólo criaturas de Dios, incapaces de representar al Espíritu de Dios. Obraban en el nombre de Dios o después de que Él los enviase; además, obraban en las eras comenzadas por Jesús o Jehová y no hicieron ninguna otra obra. Después de todo, ellos eran simplemente criaturas de Dios. En el Antiguo Testamento muchos profetas hablaron predicciones o escribieron libros de profecía. Nadie dijo que fueran Dios, pero tan pronto como Jesús comenzó a obrar, el Espíritu de Dios dio testimonio de Él como Dios. ¿Por qué ocurre esto? ¡A estas alturas ya deberías saberlo! Antes, los apóstoles y los profetas escribieron diversas epístolas e hicieron muchas profecías. Más adelante, las personas escogieron algunas de ellas para incluirlas en la Biblia y otras se perdieron. Ya que hay personas que dicen que todo lo que esos apóstoles y profetas dijeron vino del Espíritu Santo, ¿por qué una parte de ello se considera buena, y otra parte mala? ¿Y por qué se escogieron algunas y otras no? Si fueran realmente las palabras habladas por el Espíritu Santo, ¿sería necesario que las personas las seleccionaran? ¿Por qué son diferentes los relatos de las palabras habladas por Jesús así como la obra que Él realizó en cada uno de los Cuatro Evangelios? ¿No es eso culpa de aquellos que los registraron? Algunas personas preguntarán: “Como las epístolas escritas por Pablo y los demás autores del Nuevo Testamento, y la obra que ellos realizaron, surgieron en parte de la voluntad del hombre y fueron adulteradas por las nociones del hombre, ¿no existe entonces impureza humana en las palabras que Tú (Dios) hablas hoy? ¿Acaso no contienen ellas realmente ninguna de las nociones del hombre?”. Esta etapa de la obra realizada por Dios es completamente diferente de la realizada por Pablo y los muchos apóstoles y profetas. No solo existe una diferencia en identidad, sino, principalmente, en la obra que se lleva a cabo. Después de que Pablo fuera derribado y cayera delante del Señor, el Espíritu Santo lo guio para que obrara y pasó a ser un enviado. Y por eso escribió epístolas a las iglesias que seguían las enseñanzas de Jesús. El Señor envió a Pablo a obrar en el nombre del Señor Jesús, pero cuando Dios mismo vino, no obró en ningún nombre, y sólo representó al Espíritu de Dios en Su obra. Dios vino a realizar Su obra directamente: no fue perfeccionado por el hombre y Su obra no se llevó a cabo de acuerdo a las enseñanzas de ningún hombre. En esta etapa de la obra Dios no guía hablando de Sus experiencias personales, sino que lleva a cabo Su obra de forma directa en su lugar, de acuerdo a lo que Él tiene. Por ejemplo, la prueba de los hacedores de servicio, los tiempos de castigo, la prueba de la muerte, los tiempos de amar a Dios… Todo esto es una obra que nunca se ha hecho antes y es una obra de la era presente, en lugar de experiencias del hombre. En las palabras que Yo he hablado, ¿cuáles son las experiencias del hombre? ¿No vienen todas directamente del Espíritu y no es este quien las expresa? ¡Es sólo que tu calibre es tan pobre que eres incapaz de ver la verdad a través de ellas! El camino de vida práctico del que hablo es guiar la senda, y nadie ha hablado de ello antes, ni nunca antes ha experimentado nadie esta senda, ni ha sabido de esta realidad. Antes de que Yo pronunciara estas palabras, nadie las había hablado. Nadie había hablado nunca de tales experiencias, ni de tales detalles y, además, nadie había señalado nunca esos estados para revelar estas cosas. Nadie había guiado nunca la senda que Yo guío hoy, y si fuese guiada por el hombre, entonces no sería un nuevo camino. Tomemos a Pablo y a Pedro como ejemplo. Ellos no tuvieron sus propias experiencias personales antes de que Jesús guiara la senda. Fue sólo después de que Jesús guiara el camino, que ellos experimentaron las palabras pronunciadas por Jesús y la senda guiada por Él; a partir de esto Pablo y Pedro adquirieron muchas experiencias y escribieron las epístolas. Y así, las experiencias del hombre no son lo mismo que la obra de Dios, y la obra de Dios no es lo mismo que el conocimiento descrito por las nociones y las experiencias del hombre. He dicho una y otra vez, que hoy estoy guiando una nueva senda y llevando a cabo una nueva obra, y Mi obra y Mis declaraciones son diferentes de las de Juan y todos los demás profetas. Nunca adquiero primero las experiencias y después os hablo de ellas, este no es en absoluto el caso. Si lo fuera, ¿no os habría retrasado eso hace mucho? En el pasado, el conocimiento del que muchos hablaban también era excelso, pero todas sus palabras solamente se hablaron en base a las de las llamadas figuras espirituales. Esas palabras no guiaban el camino, sino que venían de sus experiencias, de lo que ellas habían visto y de su conocimiento. Algunas eran de sus nociones y otras consistían en experiencias que habían resumido. Hoy, la naturaleza de Mi obra es totalmente diferente a la suya. Yo no he experimentado ser guiado por otros, ni he aceptado ser perfeccionado por otros. Además, todo lo que he hablado y enseñado es diferente a lo de cualquier otra persona y nadie más lo ha hablado nunca. Hoy, independientemente de quiénes seáis, vuestra obra se lleva a cabo sobre la base de las palabras que Yo hablo. Sin estas declaraciones y esta obra, ¿quién podría experimentar estas cosas (la prueba de los hacedores de servicios, los tiempos de castigo…) y quién podría hablar de tal conocimiento? ¿Eres realmente incapaz de ver esto? Independientemente del paso de la obra, tan pronto como Mis palabras son dichas, comenzáis a comunicar de acuerdo a ellas y obráis según ellas, y no es un camino en el que cualquiera de vosotros hayáis pensado. Habiendo llegado tan lejos, ¿eres incapaz de ver una cuestión tan clara y simple? No es un camino que a nadie se le haya ocurrido ni está basado en el de ninguna figura espiritual. Es una nueva senda, e incluso muchas de las palabras habladas alguna vez por Jesús ya no aplican. De lo que hablo es de la obra de abrir una nueva época y es una obra independiente; la obra que llevo a cabo y las palabras que hablo, son todas nuevas. ¿No es esta la nueva obra de hoy? La obra de Jesús también fue así. Su obra fue diferente de la de las personas en el templo, y también se diferenció de la de los fariseos, ni tampoco tuvo parecido alguno con la realizada por todo el pueblo de Israel. Después de ser testigos de ella, las personas no podían decidir: “¿Fue realmente realizada por Dios?”. Jesús no se sujetó a la ley de Jehová; cuando Él vino a enseñar al hombre, todo lo que habló era nuevo y diferente de lo que fue dicho por los santos y profetas antiguos del Antiguo Testamento, y debido a esto, las personas tenían dudas. Esto es lo que hace que sea tan difícil tratar con el hombre. Antes de aceptar esta nueva etapa de la obra, la senda que la mayoría de vosotros caminaba era practicar y entrar sobre el fundamento de aquellas figuras espirituales. Pero hoy, la obra que Yo llevo a cabo es en gran manera diferente, y por eso sois incapaces de decidir si es correcta o no. No me importa qué senda hayas caminado antes, ni me interesa el “alimento” de quién comías, ni a quién considerabas tu “padre”. Como Yo he venido y he traído una nueva obra para guiar al hombre, todos los que me sigan deben actuar de acuerdo con lo que Yo digo. No importa de qué “familia” poderosa provengas, debes seguirme, no debes actuar según tus antiguas prácticas; tu “padre adoptivo” debería retirarse y tú deberías venir delante de tu Dios para buscar tu legítima porción. La totalidad de ti está en Mis manos, y no deberías dedicar demasiada creencia ciega a tu padre adoptivo; él no puede controlarte completamente. La obra de hoy es independiente. Todo lo que digo hoy no está obviamente basado en un fundamento del pasado; es un nuevo comienzo y si dices que ha sido creado por la mano del hombre, ¡entonces eres alguien tan ciego que no puede ser salvado!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad
Palabras diarias de Dios Fragmento 163
Isaías, Ezequiel, Moisés, David, Abraham y Daniel fueron líderes o profetas entre el pueblo escogido de Israel. ¿Por qué no se les llamó Dios? ¿Por qué no dio testimonio de ellos el Espíritu Santo? ¿Por qué el Espíritu Santo dio testimonio de Jesús tan pronto como comenzó Su obra y empezó a hablar Sus palabras? ¿Y por qué no dio testimonio de otros el Espíritu Santo? Ellos, los hombres que eran de carne, fueron todos llamados “Señor”. Independientemente de cómo los llamaran, su obra representa su ser y su esencia, que a su vez representan su identidad. Su esencia no está relacionada con sus apelativos; está representada por lo que ellos expresaban, y por lo que vivían. En el Antiguo Testamento, no era nada extraordinario el ser llamado Señor, y una persona podía ser llamada de cualquier forma, pero su esencia y su identidad inherente eran inmutables. Entre esos falsos Cristos, falsos profetas, y engañadores, ¿no están también esos a los que llaman “Dios”? ¿Y por qué no son Dios? Porque son incapaces de llevar a cabo la obra de Dios. Son humanos de raíz, engañadores de personas, no son Dios y, por tanto, no tienen la identidad de Dios. ¿No llamaban también Señor a David entre las doce tribus? A Jesús también lo llamaban Señor; ¿por qué llamaron Dios encarnado solo a Jesús? ¿No se conocía también a Jeremías como el Hijo del hombre? ¿Y no se conocía a Jesús como el Hijo del hombre? ¿Por qué fue Jesús crucificado en nombre de Dios? ¿Acaso no fue porque Su esencia era diferente? ¿Acaso no fue porque la obra que realizó era diferente? ¿Importa un título? Aunque Jesús también fue llamado el Hijo del hombre, Él fue la primera encarnación de Dios; había venido a asumir el poder y a cumplir la obra de la redención. Esto demuestra que la identidad y la esencia de Jesús eran diferentes de las de los otros que también eran llamados el Hijo del hombre. Hoy, ¿quién entre vosotros se atreve a decir que todas las palabras habladas por aquellos que el Espíritu Santo usó vinieron del Espíritu Santo? ¿Se atreve alguien a decir tales cosas? Si dices tales cosas, ¿por qué se descartó entonces el libro de profecías de Esdras y por qué se hizo lo mismo con los libros de esos antiguos santos y profetas? Si todos vinieron del Espíritu Santo, ¿por qué os atrevéis entonces a hacer esas elecciones caprichosas? ¿Estás calificado para escoger la obra del Espíritu Santo? Muchas historias de Israel también se descartaron. Y si crees que estos escritos del pasado vinieron todos del Espíritu Santo, ¿por qué se descartaron entonces algunos de los libros? Si todos vinieron del Espíritu Santo, deberían haberse mantenido, y enviado a los hermanos y hermanas de las iglesias para que los lean. No deberían haber sido escogidos o descartados por voluntad humana; es erróneo hacerlo. Decir que las experiencias de Pablo y Juan se mezclaron con sus opiniones personales no significa que sus experiencias y su conocimiento viniesen de Satanás, sino solo que tenían cosas procedentes de sus experiencias y opiniones personales. Su conocimiento estaba acorde con el trasfondo de sus experiencias reales en esa época, y ¿quién puede decir con toda confianza que todo ello venía del Espíritu Santo? Si los Cuatro Evangelios vinieron todos del Espíritu Santo, entonces ¿por qué dicen Mateo, Marcos, Lucas y Juan cosas diferentes sobre la obra de Jesús? Si no creéis esto, mirad entonces los relatos de la Biblia de cómo Pedro negó al Señor tres veces: son todos diferentes y cada uno tiene sus propias características. Muchos ignorantes dicen: “Dios encarnado también es un hombre, así que ¿pueden venir entonces del Espíritu Santo todas las palabras que Él habla? Si las palabras de Pablo y Juan estaban mezcladas con la voluntad humana, ¿no están entonces las palabras que Él habla realmente mezcladas con la voluntad humana?”. ¡Las personas que dicen esas cosas están ciegas y son ignorantes! Leed detenidamente los Cuatro Evangelios; leed lo que registraron acerca de las cosas que Jesús hizo y las palabras que habló. Cada relato es simplemente diferente y cada uno de ellos tiene su propia perspectiva. Si lo escrito por los autores de estos libros vino todo del Espíritu Santo, entonces tendrían que ser todos iguales y coherentes. Entonces ¿por qué existen discrepancias? ¿No es el hombre extremadamente insensato, al ser incapaz de ver esto? Si se te pidiera que dieras testimonio de Dios, ¿qué tipo de testimonio puedes dar? ¿Puede esa forma de conocer a Dios dar testimonio de Él? Si te preguntan: “Si los relatos de Juan y Lucas estaban mezclados con la voluntad humana, ¿no están, entonces, las palabras de vuestro Dios mezcladas con la voluntad humana?”, ¿serías capaz de dar una respuesta clara? Después de que Lucas y Mateo hubieran oído las palabras de Jesús y visto Su obra, hablaron desde su propio conocimiento en forma de reminiscencias que detallaban algunos de los hechos de la obra llevada a cabo por Jesús. ¿Puedes decir que su conocimiento fue revelado completamente por el Espíritu Santo? Fuera de la Biblia, existieron muchas figuras espirituales con un conocimiento mayor que el de ellos; ¿por qué no han sido tomadas sus palabras por las generaciones posteriores? ¿Acaso no fueron ellos usados por el Espíritu Santo también? Debes saber que en la obra de hoy, no estoy hablando de Mis propias opiniones en base al fundamento de la obra de Jesús, ni estoy hablando de Mi propio conocimiento frente al trasfondo de la obra de Jesús. ¿Qué obra llevó a cabo Jesús en esa época? ¿Y qué obra estoy llevando a cabo Yo hoy? Lo que hago y digo no tiene precedentes. La senda que camino hoy nunca ha sido pisada antes, las personas de eras y generaciones pasadas jamás han caminado por ella. Hoy, se ha inaugurado, y ¿no es esta la obra del Espíritu? Aunque era la obra del Espíritu Santo, los líderes del pasado llevaron a cabo su obra sobre la base de otros. No obstante, la obra de Dios mismo es diferente. La etapa de la obra de Jesús era la misma: Él abrió un nuevo camino. Cuando Él vino, predicó el evangelio del reino del cielo y dijo que el hombre debía arrepentirse y confesar. Después de que Jesús completase Su obra, Pedro, Pablo y otros comenzaron a seguir con la obra de Jesús. Después de que Jesús fuera clavado en la cruz y ascendiera al cielo, el Espíritu los envió a difundir el camino de la cruz. Aunque las palabras de Pablo fueron excelsas, también se basaban en los cimientos establecidos por lo que Jesús había dicho, como la paciencia, el amor, el sufrimiento, el cubrirse la cabeza, el bautismo u otras doctrinas que debían seguirse. Todo esto se dijo sobre el fundamento de las palabras de Jesús. Ellos no fueron capaces de abrir un nuevo camino porque todos eran hombres usados por Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad
Palabras diarias de Dios Fragmento 164
Las declaraciones y la obra de Jesús en esa época no estaban sujetas a la doctrina, y Él no llevó a cabo Su obra de acuerdo a la obra de la ley del Antiguo Testamento. La realizó según la obra que debía realizarse en la Era de la Gracia. Trabajó de acuerdo a la obra que Él mismo había establecido, según Su propio plan y según Su ministerio; Él no obró de acuerdo a la ley del Antiguo Testamento. Nada de lo que hizo fue según la ley del Antiguo Testamento, y Él no vino a obrar para cumplir las palabras de los profetas. Cada etapa de la obra de Dios no se llevó a cabo expresamente con el fin de cumplir las predicciones de los antiguos profetas y Él no vino para atenerse a la doctrina o para hacer realidad las predicciones de los antiguos profetas deliberadamente. Sin embargo, Sus acciones no alteraron dichas predicciones ni perturbaron la obra que Él había realizado anteriormente. El punto destacado de Su obra no era ceñirse a ninguna doctrina, sino llevar a cabo la obra que Él mismo debía realizar. No era un profeta ni un vidente, sino un hacedor que vino realmente a llevar a cabo la obra que tenía que realizar, y vino a inaugurar Su nueva era y a llevar a cabo Su nueva obra. Por supuesto, cuando Jesús vino a realizar Su obra, también cumplió muchas de las palabras dichas por los antiguos profetas en el Antiguo Testamento. De la misma forma, la obra de hoy también cumplió las predicciones de los antiguos profetas del Antiguo Testamento. Simplemente no me ciño a ese “viejo almanaque”, eso es todo. Porque hay más obra que debo llevar a cabo, más palabras que debo hablaros, y esta obra y estas palabras tienen una importancia mucho mayor que explicar pasajes de la Biblia, porque una obra como esa no tiene gran importancia ni valor para vosotros, y no puede ayudaros ni cambiaros. Yo pretendo hacer una nueva obra, no para cumplir ningún pasaje de la Biblia. Si Dios sólo vino a la tierra para cumplir las palabras de los antiguos profetas de la Biblia, ¿quién es mayor entonces, Dios encarnado o esos antiguos profetas? Después de todo, ¿están los profetas a cargo de Dios, o está Dios a cargo de los profetas? ¿Cómo explicas estas palabras?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad
Palabras diarias de Dios Fragmento 165
Cada paso de la obra de Dios sigue una misma corriente, y así en el plan de gestión de seis mil años de Dios, a cada uno de los pasos le ha seguido estrechamente el siguiente, desde la fundación del mundo hasta el presente. De no haber nadie que allane el camino, entonces no habrá nadie que venga después; así como existen los que vienen detrás, están los que allanan el camino. De esta manera, la obra ha sido legada, paso a paso. Un paso sigue al otro y sin alguien que abra el camino, sería imposible empezar la obra y Dios no tendría manera de llevar adelante Su obra. Ningún paso contradice al otro y cada uno sigue al anterior en una secuencia que forma una corriente; todo esto es realizado por el mismo Espíritu. Pero, independientemente de si alguien abre el camino o sigue la obra de otro, esto no determina su identidad. ¿No es así? Juan abrió el camino, y Jesús siguió su obra, ¿demuestra esto, pues, que la identidad de Jesús sea inferior a la de Juan? Jehová llevó a cabo Su obra antes que Jesús, ¿puedes decir, entonces, que Jehová es más grande que Jesús? Que allanaran el camino o siguieran la obra de otros no es lo importante; lo que más importa es la esencia de su obra y la identidad que esta representa. ¿No es esto correcto? Como Dios pretendía obrar entre el hombre, tenía que levantar a aquellos que pudieran realizar la obra de allanar el camino. Cuando Juan había comenzado a predicar, dijo: “Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas”. “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Él dijo esto desde el principio, ¿y por qué podía él decir estas palabras? En términos del orden en el que se pronunciaron estas palabras, Juan fue el primero que habló el evangelio del reino de los cielos, y Jesús lo hizo después. De acuerdo con las nociones del hombre, Juan fue quien abrió la nueva senda y, por supuesto, Juan fue más grande que Jesús. Pero Juan no afirmó que él era el Cristo ni Dios dio testimonio de él como Su Hijo amado; simplemente lo usó para abrir el camino y preparar el camino del Señor. Él allanó el camino para Jesús, pero él no podía obrar en Su nombre. El Espíritu Santo también mantuvo toda la obra del hombre.
En la época del Antiguo Testamento, fue Jehová quien dirigió el camino, y Su obra representó toda la era del Antiguo Testamento y toda la obra realizada en Israel. Moisés se limitó a mantener esta obra en la tierra, y sus esfuerzos se consideran la cooperación provista por el hombre. En esa época, fue Jehová quien habló, llamando a Moisés, y levantó a Moisés entre el pueblo de Israel, e hizo que fuera él quien lo guiara por el desierto y hacia Canaán. Esta no fue la obra de Moisés mismo, sino lo que Jehová le ordenó personalmente y, por tanto, no se puede llamar Dios a Moisés. Moisés también puso la ley por escrito, pero fue Jehová quien la decretó personalmente. Fue solo que Él hizo que Moisés la expresara. Jesús también dictó mandamientos, abolió la ley del Antiguo Testamento y estableció los mandamientos para la nueva era. ¿Por qué es Jesús Dios mismo? Porque hay una diferencia. En ese momento, la obra realizada por Moisés no representaba a la era ni abría un nuevo camino; Jehová lo dirigía de antemano y él era tan solo una persona usada por Dios. Cuando Jesús vino, Juan había llevado a cabo un paso de la obra de allanamiento del camino, y había comenzado a difundir el evangelio del reino de los cielos (el Espíritu Santo lo había iniciado). Cuando Jesús vino, Él hizo directamente Su propia obra, pero existía una gran diferencia entre Su obra y la obra de Moisés. Isaías también habló muchas profecías, pero ¿por qué no era él Dios mismo? Jesús no habló tantas profecías, ¿por qué Él sí era Dios mismo? Nadie se atrevía a decir que toda la obra de Jesús en esa época viniera del Espíritu Santo ni tampoco se atrevían a decir que toda ella procediera de la voluntad del hombre o que fuera totalmente la obra de Dios mismo. El hombre no tenía forma de analizar tales cosas. Puede decirse que Isaías hizo esa obra y que habló esas profecías, y que todas vinieron del Espíritu Santo; no vinieron directamente del propio Isaías, sino que fueron revelaciones de Jehová. Jesús no realizó una gran cantidad de obra ni habló muchas palabras, ni tampoco habló muchas profecías. Para el hombre, Su predicación no parecía excesivamente excelsa, pero Él era Dios mismo, y esto es inexplicable para el hombre. Nadie ha creído nunca en Juan, en Isaías o en David, ni nunca nadie los ha llamado Dios, David el Dios o Juan el Dios; nadie ha hablado nunca así y sólo Jesús ha sido llamado Cristo. Esta clasificación se hace según el testimonio de Dios, según la obra que Él emprendió y según el ministerio que Él desarrolló. En cuanto a los grandes hombres de la Biblia: Abraham, David, Josué, Daniel, Isaías, Juan y Jesús, a través de la obra que realizaron puedes saber quién es Dios mismo, qué clase de personas son profetas y cuáles son apóstoles. La esencia y el tipo de obra que realizaron diferencian y determinan quién fue usado por Dios y quién fue Dios mismo. Si eres incapaz de diferenciarlo, esto demuestra que no sabes lo que significa creer en Dios. Jesús es Dios, porque habló muchas palabras y realizó muchas obras, en particular Su demostración de muchos milagros. Igualmente, Juan también llevó a cabo muchas obras y pronunció muchas palabras, al igual que Moisés; ¿por qué no se les llamó Dios a ellos? Dios creó directamente a Adán, ¿por qué no se le llamó Dios, en lugar de ser llamado una criatura? Si alguien te dice: “Hoy, Dios ha hecho mucha obra y ha dicho muchas palabras; Él es Dios mismo. Entonces, como Moisés pronunció muchas palabras, ¡él también debía ser Dios mismo!”, deberías preguntarle a modo de respuesta: “En esa época, ¿por qué dio testimonio Dios de Jesús y no de Juan, como Dios mismo? ¿Acaso no vino Juan antes que Jesús? ¿Cuál fue más grande, la obra de Juan o la de Jesús? Para el hombre, la obra de Juan parece más grande que la de Jesús, pero ¿por qué el Espíritu Santo dio testimonio de Jesús y no de Juan?”. ¡Lo mismo está ocurriendo hoy! En aquel entonces, cuando Moisés guio al pueblo de Israel, Jehová le habló desde las nubes. Moisés no habló directamente, sino que Jehová lo guio de forma directa. Esta fue la obra del Israel del Antiguo Testamento. El Espíritu no estaba en Moisés ni tampoco el ser de Dios. Él no podía llevar a cabo esa obra y por eso existe una gran diferencia entre la obra que hizo él y la obra que hizo Jesús. ¡Y eso se debe a que la obra que ellos llevaron a cabo era diferente! Por la naturaleza de su obra se puede discernir si alguien es usado por Dios, si es un profeta, un apóstol o Dios mismo, y esto pondrá fin a tus dudas. En la Biblia está escrito que sólo el Cordero puede abrir los siete sellos. A lo largo de las eras, entre todas esas grandes figuras, muchos han sido los expositores de las escrituras; ¿puedes decir, pues, que todos ellos son el Cordero? ¿Puedes afirmar que todas sus explicaciones vienen de Dios? Son meros expositores; no tienen la identidad del Cordero. ¿Cómo podrían ser ellos dignos de abrir los siete sellos? Es verdad que “sólo el Cordero puede abrir los siete sellos”, pero Él no viene solamente a abrir los siete sellos; no hay necesidad de esta obra, se lleva a cabo por casualidad. Él es perfectamente claro respecto a Su propia obra; ¿es necesario para Él pasar mucho tiempo interpretando las escrituras? ¿Debe añadirse “la Era del Cordero interpretando las Escrituras” a los seis mil años de la obra? Él viene a llevar a cabo una nueva obra, pero también provee algunas revelaciones sobre la obra realizada en épocas pasadas, haciendo que las personas entiendan la verdad de seis mil años de obra. No hay necesidad de explicar demasiados pasajes de la Biblia; la obra de hoy es la clave, lo importante. Debes saber que Dios no viene especialmente a abrir los siete sellos, sino a llevar a cabo la obra de salvación.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad
Palabras diarias de Dios Fragmento 166
En la Era de la Gracia, Juan allanó el camino para Jesús. Juan no podía llevar a cabo la obra de Dios mismo y simplemente cumplió con el deber del hombre. Aunque Juan fue el precursor del Señor, no podía representar a Dios; solo fue un hombre usado por el Espíritu Santo. Después de que Jesús fuese bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre Él como una paloma. Fue entonces cuando empezó Su obra; es decir, comenzó a desempeñar el ministerio de Cristo. Por esta razón asumió la identidad de Dios: porque vino de Él. No importa cómo fue Su fe antes de esto —quizás hubiese sido débil en ocasiones o fuerte en otras— todo eso pertenecía a la vida humana normal que Él llevó antes de desempeñar Su ministerio. Tras ser bautizado (es decir, ungido), tuvo inmediatamente el poder y la gloria de Dios con Él, y, así, comenzó a desempeñar Su ministerio. Podía obrar señales y maravillas, realizar milagros, y tenía poder y autoridad, pues obraba directamente en el nombre de Dios mismo, llevaba a cabo la obra del Espíritu en Su lugar y expresaba Su voz; así pues, Él era Dios mismo. Esto es indiscutible. Juan era una persona que fue utilizada por el Espíritu Santo. Él no podía representar a Dios ni le era posible hacerlo. Si hubiera deseado hacerlo, el Espíritu Santo no lo habría permitido, porque él no podía llevar a cabo la obra que Dios mismo pretendía realizar. Quizás había mucho en él de la voluntad del hombre o algo anormal; bajo ninguna circunstancia podía representar directamente a Dios. Sus equivocaciones y absurdidad lo representaban solo a él, pero su obra era representativa del Espíritu Santo. Sin embargo, no se puede afirmar que todo él representaba a Dios. ¿Podían su desviación y sus errores representar también a Dios? Equivocarse al representar al hombre es normal, pero si alguien se desvía en la representación de Dios, ¿no sería eso deshonrar a Dios? ¿No sería una blasfemia contra el Espíritu Santo? El Espíritu Santo no permite al hombre ocupar el lugar de Dios a la ligera, aunque otros lo exalten. Si él no es Dios, sería incapaz de mantenerse firme al final. ¡El Espíritu Santo no le permite al hombre representar a Dios como a él le plazca! Por ejemplo, el Espíritu Santo dio testimonio de Juan y también reveló que era Él quien allanaría el camino para Jesús, pero la obra realizada en él por el Espíritu Santo estaba bien dimensionada. Todo lo que se le pidió a Juan fue que allanase el camino para Jesús, que preparara el camino para Él. Es decir, el Espíritu Santo únicamente sostuvo su obra de abrir el camino y solo le permitió llevar a cabo dicha obra; no se le permitió realizar ninguna otra. Juan representaba a Elías y representaba al profeta que allanó el camino. El Espíritu Santo lo sostuvo en esto; durante el tiempo en el que su trabajo consistió en allanar el camino, el Espíritu Santo lo sostuvo. Sin embargo, si hubiera afirmado ser Dios mismo y si hubiera dicho que había venido a finalizar la obra de redención, el Espíritu Santo habría tenido que disciplinarlo. Por muy grande que fuera la obra de Juan, y aunque el Espíritu Santo la sostuviera, su obra tenía límites. Dado que el Espíritu Santo ciertamente sostuvo su obra, el poder que se le dio en ese momento se limitó a allanar el camino. No podía realizar otra obra en absoluto, porque solo fue Juan quien allanó el camino, no Jesús. Por tanto, el testimonio del Espíritu Santo es fundamental, pero la obra que Él le permite hacer al hombre es aún más crucial. ¿No se dio un gran testimonio de Juan en aquella época? ¿No fue grande su obra también? Pero la obra que él realizó no podía superar la de Jesús, porque él no era más que un hombre usado por el Espíritu Santo y no podía representar directamente a Dios; por lo tanto, la obra que llevó a cabo fue limitada. Después de que él terminó la obra de allanar el camino, el Espíritu Santo ya no sostuvo su testimonio, ninguna obra nueva siguió después de él y partió cuando la obra de Dios mismo comenzó.
Algunos están poseídos por espíritus malignos y claman vehementemente: “¡Soy Dios!”. Pero, al final, son revelados porque lo que representan es incorrecto. Representan a Satanás y el Espíritu Santo no les presta atención. Por muy alto que te exaltes o por muy fuerte que clames, sigues siendo un ser creado, que pertenece a Satanás. Yo nunca clamo: “¡Soy Dios! ¡Soy el amado Hijo de Dios!”. Pero la obra que realizo es la obra de Dios. ¿Es necesario que grite? No hay necesidad de exaltarse. Dios lleva a cabo Su obra por Sí mismo y no necesita que el hombre le conceda un estatus o un título honorífico: Su obra representa Su identidad y estatus. Antes de Su bautismo, ¿no era Jesús Dios mismo? ¿No era la carne encarnada de Dios? ¿Será posible que Él se convirtió en el único Hijo de Dios solo después de que se dio testimonio de Él? ¿Acaso no había un hombre llamado Jesús mucho antes de que Él comenzase Su obra? Tú no puedes crear nuevas sendas ni representar al Espíritu. No puedes expresar la obra del Espíritu ni las palabras que Él habla. No puedes realizar la obra de Dios mismo ni la del Espíritu. No tienes la capacidad de expresar la sabiduría, la maravilla y lo insondable de Dios ni todo el carácter por medio del cual Él castiga al hombre. Por tanto, sería inútil intentar afirmar ser Dios; solo tendrías el nombre y nada de la esencia. Dios mismo ha venido, pero nadie lo reconoce; sin embargo, Él sigue en Su obra y lo hace en representación del Espíritu. No importa si lo llamas hombre o Dios, Señor o Cristo o hermana. Pero la obra que Él lleva a cabo es la del Espíritu y representa la obra de Dios mismo. No le importa el nombre que el hombre le dé. ¿Puede ese nombre determinar Su obra? Independientemente de cómo lo llames, en lo que respecta a Dios, Él es la carne encarnada del Espíritu de Dios; representa al Espíritu y el Espíritu lo aprueba. Si eres incapaz de abrir paso a una nueva era o de finalizar la antigua o de marcar el inicio de una nueva era o de llevar a cabo una nueva obra, entonces, ¡no se te puede llamar Dios!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (1)
Palabras diarias de Dios Fragmento 167
Ni siquiera un hombre usado por el Espíritu Santo puede representar a Dios mismo. Esto no solo quiere decir que tal hombre no puede representar a Dios, sino, también, que la obra que realiza no puede representar directamente a Dios. En otras palabras, la experiencia humana no puede colocarse directamente dentro de la gestión de Dios ni puede representar Su gestión. La obra que Dios mismo lleva a cabo es, en su totalidad, la obra que Él pretende realizar en Su propio plan de gestión y pertenece a la gran gestión. La obra realizada por el hombre consiste en proveer su experiencia personal. Consiste en encontrar una nueva senda de experiencia más allá de la que caminaron los que han ido delante y en guiar a los hermanos y hermanas bajo la guía del Espíritu Santo. Lo que estas personas proporcionan es su experiencia individual o los escritos espirituales de personas espirituales. Aunque el Espíritu Santo las usa, lo que ellas hacen no tiene relación con la gran obra de gestión en el plan de seis mil años. Simplemente son aquellos a quienes el Espíritu Santo ha elevado en diferentes períodos para guiar a las personas en su corriente hasta que hayan cumplido las funciones que pueden realizar o su vida finalice. La obra que realizan consiste, únicamente, en preparar una senda apropiada para Dios mismo o continuar un cierto aspecto de la gestión de Dios mismo en la tierra. Esas personas son incapaces de llevar a cabo por sí mismas la obra más importante de Su gestión, y tampoco pueden abrir nuevas salidas, y, mucho menos, concluir la totalidad de la obra de Dios desde la era anterior. Por tanto, la obra que realizan representa solo a un ser creado que cumple su función y no puede representar a Dios mismo llevando a cabo Su ministerio. Esto se debe a que la obra que llevan a cabo es diferente a la realizada por Dios mismo. El hombre no puede realizar la obra de abrir paso a una nueva era en lugar de Dios. Nadie, aparte de Él mismo, puede hacerlo. Toda la obra que realiza el hombre consiste en cumplir su deber como ser creado, y se realiza cuando es movido o iluminado por el Espíritu Santo. La guía que estas personas proveen consiste completamente en enseñar al hombre la senda de práctica en la vida diaria y cómo debe actuar en armonía con la voluntad de Dios. La obra del hombre no implica la gestión de Dios ni representa la obra del Espíritu. Como ejemplo, la obra de Witness Lee y Watchman Nee consistió en mostrar el camino. Fuera el camino nuevo o viejo, la obra se basó en el principio de permanecer dentro de la Biblia. Se restauraran o se construyeran iglesias locales, su obra tuvo que ver con establecer iglesias. La obra que realizaron continuó la obra que Jesús y Sus apóstoles habían dejado inconclusa o no habían seguido desarrollando en la Era de la Gracia. Lo que hicieron en su obra fue restablecer lo que Jesús había pedido en Su obra de entonces a las generaciones posteriores a Él; por ejemplo, que mantuvieran su cabeza cubierta, recibieran el bautismo, partieran el pan o bebieran vino. Podría decirse que su obra consistió en ceñirse a la Biblia y buscar sendas dentro de ella. No tuvieron ningún tipo de progreso. Por lo tanto, se puede ver en su obra solo el descubrimiento de nuevos caminos dentro de la Biblia, así como prácticas mejores y más realistas. Sin embargo, no puede encontrarse en su obra la actual voluntad de Dios, y, mucho menos, la obra nueva que Dios planea llevar a cabo en los últimos días. Esto se debe a que la senda por la que anduvieron todavía era antigua: no hubo renovación ni ningún avance. Siguieron aferrándose al hecho de la crucifixión de Jesús, observando la práctica de pedirles a las personas que se arrepintieran y confesaran sus pecados, adhiriéndose al dicho de que “el que persevera hasta el final, será salvo”, y que “el hombre es la cabeza de la mujer y la mujer debe obedecer a su esposo”. Y, aún más, a la noción tradicional de que las hermanas no pueden predicar, sino solo obedecer. Si esa clase de liderazgo hubiera continuado, el Espíritu Santo nunca habría sido capaz de llevar a cabo nueva obra, de liberar a las personas de las reglas ni guiarlas al reino de la libertad y la belleza. Por lo tanto, esta etapa de la obra, que cambia la era, requiere que Dios mismo obre y hable; de otro modo, ningún hombre puede hacerlo en Su lugar. Hasta ahora, toda la obra del Espíritu Santo fuera de esta corriente se ha paralizado, y los que eran usados por el Espíritu Santo han perdido el rumbo. Así pues, como la obra de las personas usadas por el Espíritu Santo es diferente de la llevada a cabo por Dios mismo, sus identidades y los sujetos en nombre de quien actúan son igualmente distintos. Esto se debe a que la obra que el Espíritu Santo pretende hacer es diferente, y, por este motivo, a aquellos que igualmente llevan a cabo obra, se les confiere identidades y estatus diferentes. Las personas usadas por el Espíritu Santo también pueden realizar alguna obra nueva y también eliminar alguna otra llevada a cabo en la era anterior, pero lo que hacen no puede expresar el carácter y la voluntad de Dios en la nueva era. Trabajan solo para eliminar la obra de la era anterior y no para llevar a cabo la nueva con el objetivo de representar directamente el carácter de Dios mismo. Así pues, independientemente de cuántas prácticas obsoletas abolan o cuántas nuevas introduzcan, siguen representando al hombre y a los seres creados. Sin embargo, cuando el propio Dios lleva a cabo la obra, no declara abiertamente la abolición de las prácticas de la era antigua ni declara directamente el comienzo de una nueva. Él es directo y claro en Su obra. Es franco a la hora de llevar a cabo la obra que pretende realizar; es decir, expresa directamente la obra que ha producido, la lleva a cabo directamente como pretendió en un principio, expresando Su ser y Su carácter. Tal como el hombre lo ve, Su carácter, y, también, Su obra, son diferentes a los de eras pasadas. No obstante, desde la perspectiva de Dios mismo, esto es simplemente una continuación y un mayor desarrollo de Su obra. Cuando Dios mismo obra, expresa Su palabra y trae directamente la nueva obra. En contraste, cuando el hombre obra, lo hace por medio de la deliberación y el estudio o es una extensión del conocimiento y la sistematización de la práctica que se basa en la obra de otros. Es decir, la esencia de la obra hecha por el hombre es seguir el orden establecido y “caminar por sendas antiguas con zapatos nuevos”. Esto significa que incluso la senda por la que transitan las personas usadas por el Espíritu Santo se construye sobre la que Dios mismo creó. Después de todo, el hombre es hombre, y Dios es Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (1)
Palabras diarias de Dios Fragmento 168
Juan nació por una promesa, de forma muy parecida a como Isaac nació de Abraham. Él allanó el camino para Jesús e hizo mucha obra, pero no era Dios. Más bien, fue uno de los profetas, porque solo allanó el camino para Jesús. Su obra también fue grande, y no fue sino hasta que él allanase el camino que Jesús empezó oficialmente Su obra. En esencia, simplemente trabajó para Jesús, y la obra que realizó fue en servicio a la obra de Jesús. Después de que él terminase de allanar el camino, Jesús empezó Su obra; una obra más nueva, más específica y detallada. Juan solo llevó a cabo la porción inicial de la obra; Jesús realizó la mayor parte de la nueva obra. Juan también realizó nueva obra, pero no fue él quien dio paso a la nueva era. Juan nació por una promesa, y el ángel le dio su nombre. En ese momento, algunos quisieron llamarlo como su padre, Zacarías, pero su madre habló, diciendo: “Este niño no puede llamarse así. Debe llamarse Juan”. El Espíritu Santo ordenó todo esto. Jesús también recibió Su nombre por órdenes del Espíritu Santo, nació del Espíritu Santo y de la promesa del Espíritu Santo. Jesús era Dios, Cristo y el Hijo del hombre. Pero, aunque la obra de Juan también fue grande, ¿por qué no se le llamó Dios? ¿Cuál era exactamente la diferencia entre la obra realizada por Jesús y la realizada por Juan? ¿Acaso la única razón fue que Juan fue quien allanó el camino para Jesús? ¿O porque Dios lo había predestinado? Aunque Juan también dijo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, y predicó también el evangelio del reino de los cielos, su obra no se desarrolló más y constituyó, simplemente, un comienzo. En contraste, Jesús dio paso a una nueva era y finalizó la antigua, pero también cumplió la ley del Antiguo Testamento. La obra que llevó a cabo fue mayor que la de Juan; es más, Él vino a redimir a toda la humanidad; Él llevó a cabo esta etapa de la obra. Juan simplemente preparó el camino. Aunque su obra fue grande; sus palabras, muchas, y los discípulos que lo siguieron, numerosos, su obra solo trajo al hombre un nuevo comienzo. Este nunca recibió de él vida, el camino o verdades más profundas, y tampoco obtuvo a través de él un entendimiento de la voluntad de Dios. Juan fue un gran profeta (Elías) que abrió un nuevo terreno para la obra de Jesús y preparó a los escogidos; fue el precursor de la Era de la Gracia. Esos asuntos no pueden discernirse simplemente observando su apariencia humana normal. Esto es todavía más acertado, pues Juan también llevó a cabo una obra bastante considerable, y, además, fue prometido por el Espíritu Santo, y Él sostuvo su obra. Por tanto, la distinción entre sus respectivas identidades solo puede hacerse por medio de la obra que llevan a cabo, porque no hay manera de distinguir entre la esencia de un hombre y su apariencia externa, ni hay manera de que el hombre determine cuál es el testimonio del Espíritu Santo. La obra realizada por Juan y la llevada a cabo por Jesús eran distintas y su naturaleza era diferente. Es a partir de esto que se puede determinar si Juan es, o no, Dios. La obra de Jesús consistió en comenzar, continuar, concluir y dar fruto. Jesús llevó a cabo cada uno de estos pasos, mientras que la obra de Juan no fue más que crear un comienzo. Al principio, Jesús difundió el evangelio y predicó el camino del arrepentimiento; después, prosiguió a bautizar al hombre, curar enfermos y expulsar demonios. Al final, redimió a la humanidad del pecado y completó Su obra para toda la era. También fue de un lugar a otro y predicó a los hombres y difundió el evangelio del reino de los cielos. En este sentido, Él y Juan eran parecidos, con la diferencia de que Jesús dio paso a una nueva era y trajo la Era de la Gracia al hombre. De Su boca salió la palabra de lo que debía practicar el hombre y el camino que este debía seguir en la Era de la Gracia y, al final, concluyó la obra de la redención. Juan nunca podría haber realizado esa obra. Y, así, Jesús fue quien llevó a cabo la obra de Dios mismo, y Él es Dios mismo y quien lo representa directamente. Las nociones del hombre afirman que todos los que nacieron por una promesa, los que nacieron del Espíritu, que fueron sostenidos por el Espíritu Santo y que abrieron nuevas salidas, son Dios. Según este razonamiento, Juan también sería Dios, y Moisés, y Abraham y David, entre otros, todos ellos también serían Dios. ¿No es esto un ridículo chiste?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (1)
Palabras diarias de Dios Fragmento 169
Algunos pueden preguntarse: “¿Por qué Dios mismo debe dar paso a la era? ¿Acaso no puede hacerlo en Su lugar un ser creado?”. Todos sois conscientes de que Dios se hace carne expresamente con el propósito de dar paso a una nueva era, y, por supuesto, cuando Él dé paso a una nueva era, habrá concluido, al mismo tiempo, la era anterior. Dios es el principio y el fin; es Él mismo quien pone en marcha Su obra y, por tanto, debe ser Él mismo quien concluya la era anterior. Esa es la prueba de Su derrota a Satanás y de Su conquista del mundo. Cada vez que Él mismo obra entre los hombres, es el comienzo de una nueva batalla. Sin el comienzo de una nueva obra no habría, naturalmente, la conclusión de la antigua, y el que no concluya la antigua es prueba de que la batalla contra Satanás aún no ha llegado a su fin. Solo si Dios mismo viene y lleva a cabo la nueva obra entre los hombres, el hombre puede liberarse totalmente del campo de acción de Satanás y obtener una nueva vida y un nuevo comienzo. De lo contrario, el ser humano vivirá para siempre en la era antigua y bajo la antigua influencia de Satanás. Con cada era dirigida por Dios se libera una parte del hombre, y, así, el hombre avanza junto con la obra de Dios hacia la nueva era. La victoria de Dios significa una victoria para todos aquellos que le siguen. Si la raza de los seres humanos creados estuviera encargada de concluir la era, entonces, ya sea desde el punto de vista del hombre o de Satanás, esto no sería más que un acto de oposición a Dios o de traición a Él y no de obediencia a Dios, y la obra del hombre se convertiría en una herramienta para Satanás. Solo si el hombre obedece y sigue a Dios en una era a la que Él mismo ha dado paso, Satanás puede quedar totalmente convencido, porque ese es el deber de un ser creado. Por eso digo que solo necesitáis seguir y obedecer, y no se os pide nada más. Esto es lo que quiere decir que cada uno cumpla con su deber y desempeñe su respectiva función. Dios lleva a cabo Su propia obra y no necesita que el hombre la haga en Su lugar ni participa en la obra de los seres creados. El hombre cumple su propio deber y no participa en la obra de Dios. Solo esto es obediencia y la prueba de la derrota de Satanás. Después de que Dios mismo haya terminado de dar paso a la nueva era, ya no baja para obrar en medio del hombre. Solo entonces el hombre entra oficialmente en la nueva era para cumplir su deber y llevar a cabo su misión como un ser creado. Estos son los principios a través de los cuales Dios obra y que nadie puede transgredir. Solo obrar de esta forma es sensato y razonable. Dios mismo es quien debe llevar a cabo Su obra. Él es quien la pone en marcha y también quien la concluye. Él es quien planea la obra y también quien la gestiona, y, aún más, Él es quien la lleva a buen término. Tal y como se dice en la Biblia: “Yo soy el principio y el fin; soy el Sembrador y el Segador”. Todo lo relacionado con la obra de Su gestión, lo hace Dios mismo. Él es el gobernante del plan de gestión de seis mil años; nadie puede llevar a cabo Su obra en Su lugar ni concluirla, porque Él es quien tiene todo en Sus manos. Como Él creó el mundo, ¡guiará al mundo entero para que viva en Su luz y también concluirá la era en su totalidad y llevará, así, a buen término la totalidad de Su plan!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (1)
Palabras diarias de Dios Fragmento 170
La totalidad del carácter de Dios se ha revelado a lo largo del plan de gestión de seis mil años. No se ha revelado únicamente en la Era de la Gracia, ni únicamente en la Era de la Ley, y, menos aún, únicamente en este período de los últimos días. La obra realizada en los últimos días representa el juicio, la ira y el castigo. No puede reemplazar la obra de la Era de la Ley o la de la Era de la Gracia. Sin embargo, las tres etapas, que se interconectan, forman una sola entidad y son la obra de un solo Dios. Naturalmente, la ejecución de esta obra se divide en eras independientes. La obra realizada en los últimos días lo concluye todo; la obra que se llevó a cabo en la Era de la Ley fue la obra inicial, y la obra realizada en la Era de la Gracia fue la obra de la redención. En cuanto a las visiones de la obra en todo este plan de gestión de seis mil años, nadie puede obtener perspectiva o entendimiento. Tales visiones siempre han sido enigmas. En los últimos días, sólo la obra de la palabra se lleva a cabo para dar paso a la Era del Reino, pero no representa a todas las eras. Los últimos días no son más que los últimos días y no más que la Era del Reino, y no representan a la Era de la Gracia o la Era de la Ley. Es sólo que, durante los últimos días, la totalidad de la obra en el plan de gestión de seis mil años se os revela. Es la revelación del misterio. Este tipo de misterio es algo que ningún hombre puede desvelar. Por mucho entendimiento que el hombre tenga de la Biblia, sigue sin ser nada más que palabras, porque el hombre no entiende la esencia de la Biblia. Cuando el hombre lee la Biblia, puede comprender algunas verdades, explicar algunas palabras o someter algunos pasajes y capítulos famosos a su escrutinio mezquino, pero nunca podrá extraer el significado contenido en esas palabras, porque todo lo que el hombre ve son palabras muertas, no las escenas de la obra de Jehová y de Jesús, y el hombre es incapaz de descifrar el misterio de esa obra. Por tanto, el misterio del plan de gestión de seis mil años es el más grande de los misterios, el más profundamente oculto y totalmente insondable para el hombre. Nadie puede entender directamente la voluntad de Dios, a no ser que Él mismo la explique y la revele al hombre, porque, de lo contrario, estas cosas seguirán siendo por siempre un acertijo, un misterio sellado para el hombre. Y ni mucho menos los del mundo religioso; si no se os hubiese dicho hoy, tampoco lo habríais comprendido. Esta obra de seis mil años es más misteriosa que todas las profecías de los profetas. Es el mayor misterio desde la creación, y ningún profeta a lo largo de las eras ha sido nunca capaz de comprenderlo, porque este misterio sólo se desentraña en la era final y no se ha revelado nunca. Si podéis entender este misterio y sois capaces de recibirlo en su totalidad, todas las personas religiosas serán derrotadas por este misterio. Sólo esta es la mayor de las visiones; es lo que el hombre más profundamente anhela entender, pero también lo que le resulta más confuso. Cuando estabais en la Era de la Gracia, no sabíais en qué consistía la obra hecha por Jesús ni la realizada por Jehová. Las personas no entendían por qué Jehová estableció leyes, por qué pidió a la multitud que las observaran ni por qué debía edificarse el templo, y, menos aún, por qué fueron conducidos los israelitas desde Egipto hasta el desierto y, seguidamente, a Canaán. No fue sino hasta hoy que se revelaron estos asuntos.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)
Palabras diarias de Dios Fragmento 171
Nadie es capaz de vivir independientemente, excepto aquellos a quienes el Espíritu Santo da una dirección y guía especiales, porque necesitan el ministerio y el pastoreo de aquellos a quienes Dios usa. Por lo tanto, en cada época Dios levanta a personas diferentes que se apresuran y se ocupan de pastorear las iglesias por el bien de Su obra. Es decir, la obra de Dios se debe hacer a través de aquellos a quienes Él ve favorablemente y aprueba; el Espíritu Santo debe usar la parte dentro de ellos que es digna de usarse con el fin de que el Espíritu Santo obre, y Dios los hace aptos para usarlos a través del perfeccionamiento del Espíritu Santo. Como la capacidad del hombre para entender es demasiado escasa, debe ser pastoreado por aquellos a quienes Dios usa; fue igual a la manera en que Dios usó a Moisés, en quien encontró mucho que era adecuado para el uso en ese momento y a quien Él usó para hacer la obra de Dios durante esa etapa. En esta etapa, Dios usa a un hombre aprovechando al mismo tiempo la parte de él que el Espíritu Santo puede usar con el propósito de hacer la obra, y el Espíritu Santo lo dirige y al mismo tiempo perfecciona el resto, la parte inutilizable.
La obra que lleva a cabo aquel a quien Dios usa es con el fin de cooperar con la obra de Cristo o del Espíritu Santo. Dios levanta a este hombre entre los hombres, él está ahí para liderar a todos los escogidos de Dios y Dios también lo levanta para hacer la obra de la cooperación humana. Con alguien así, que sea capaz de hacer la obra de la cooperación humana, se puede lograr, a través de él, más de las exigencias que Dios le hace al hombre y de la obra que el Espíritu Santo debe hacer entre los hombres. Otra manera de decirlo es esta: La meta de Dios al usar a este hombre es que todos los que siguen a Dios puedan entender mejor la voluntad de Dios y puedan alcanzar más de las exigencias de Dios. Como las personas no pueden entender directamente las palabras de Dios ni la voluntad de Dios, Dios ha levantado a alguien que es usado para que lleve a cabo esa obra. Esta persona que Dios usa también se puede describir como un medio a través del cual Dios guía a las personas, como el “traductor” que se comunica entre Dios y el hombre. Así, tal hombre es diferente a cualquiera de los que obran en la casa de Dios o que son Sus apóstoles. Como aquellos, se puede decir que es alguien que sirve a Dios, pero en la esencia de su obra y en el trasfondo de cómo Dios lo usa, difiere grandemente de los otros obreros y apóstoles. En términos de la esencia de su obra y del trasfondo de su uso, al hombre que Dios usa Él lo levanta; Dios lo prepara para la obra de Dios y él coopera en la obra de Dios mismo. Ninguna persona podría hacer su obra en su lugar, esta es la cooperación humana la que es indispensable junto a la obra divina. La obra que llevan a cabo otros obreros o apóstoles, mientras tanto, no es sino la transmisión e implementación de los muchos aspectos de los arreglos para las iglesias durante cada periodo, o bien la obra de alguna simple provisión de vida con el fin de mantener la vida de la iglesia. A estos obreros y apóstoles Dios no los designa, mucho menos se les puede calificar como los que son usados por el Espíritu Santo. Son seleccionados de entre las iglesias y, después de que han sido entrenados y cultivados por un tiempo, los que son aptos quedan, mientras que los que no son aptos son enviados de regreso al lugar de donde vinieron. Como estas personas son seleccionadas de entre las iglesias, algunos muestran quiénes realmente son después de volverse líderes y otros incluso hacen muchas cosas malas y terminan siendo descartados. El hombre que Dios usa, por otro lado, es alguien que Dios ha preparado y que posee un cierto calibre y que tiene humanidad. El Espíritu Santo lo ha preparado y lo ha perfeccionado de antemano, y el Espíritu Santo lo guía por completo y, sobre todo cuando se trata de su obra, el Espíritu Santo lo dirige y le gobierna, como resultado de esto no hay desviación en la senda de guiar a los escogidos de Dios porque Dios ciertamente se hace responsable de Su propia obra y Dios hace Su propia obra en todo momento.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del uso que Dios hace del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 172
La obra en la corriente del Espíritu Santo, ya sea la propia obra de Dios o la obra de las personas que están siendo usadas, es la obra del Espíritu Santo. La esencia de Dios mismo es el Espíritu, que se puede llamar el Espíritu Santo o el Espíritu siete veces intensificado. En definitiva, son el Espíritu de Dios, aunque este ha sido llamado de maneras distintas durante las diferentes eras. Su esencia sigue siendo una. Por lo tanto, la obra de Dios mismo es la obra del Espíritu Santo, mientras que la obra del Dios encarnado es nada menos que el Espíritu Santo obrando. La obra de las personas que son utilizadas también es la obra del Espíritu Santo. Aun así, la obra de Dios es la expresión completa del Espíritu Santo, que es absolutamente verdadera, mientras que la obra de las personas que están siendo usadas se mezcla con muchas cosas humanas y no es expresión directa del Espíritu Santo, mucho menos Su expresión completa. La obra del Espíritu Santo es variada y no está sujeta a condición alguna. La obra del Espíritu Santo varía en diferentes personas; manifiesta esencias diferentes de obrar y difiere en eras y países. Por supuesto, aunque el Espíritu Santo obra de muchas maneras diferentes y de acuerdo con muchos principios, no importa cómo se haga la obra o en qué clase de personas, su esencia siempre es diferente; toda la obra que Él hace en diferentes personas tiene principios, y toda puede representar la esencia de sus objetos. Esto se debe a que la obra del Espíritu Santo es bastante específica en su alcance y es bastante medida. La obra que se hace en la encarnación no es igual que la que se hace en las personas, y la obra también varía según el calibre de las personas en las que se conduce. La obra que se realiza en el que se hace carne no se hace en las personas, no es la misma obra. En pocas palabras, no importa cómo se haga, la obra llevada a cabo en los diferentes objetos nunca es la misma, y los principios por los cuales Él obra difieren de acuerdo a los estados y las naturalezas de las diferentes personas en las que obra. El Espíritu Santo obra en diferentes personas según su esencia inherente y no les hace demandas que excedan su esencia, ni tampoco hace obra en ellos que exceda su calibre inherente. De esta manera, la obra que el Espíritu Santo hace en el hombre les permite ver la esencia del objeto de esa obra. La esencia inherente del hombre no cambia; su calibre inherente es limitado. El Espíritu Santo usa a las personas u obra en ellas de acuerdo con las limitaciones del calibre para que puedan beneficiarse de ello. Cuando el Espíritu Santo obra en las personas que están siendo usadas, se desencadenan los talentos y el calibre inherente de esas personas, no se retienen. Su calibre inherente se ejercita para servir a la obra. Se puede decir que Él usa las partes de los hombres que se pueden usar en Su obra, con el fin de lograr los resultados en esa obra. En contraste, la obra que se hace en la carne expresa directamente la obra del Espíritu y no está adulterada por la mente y los pensamientos del hombre; tampoco los dones del hombre, su experiencia o su condición innata pueden alcanzarla. Toda la obra inconmensurable del Espíritu Santo está dirigida a beneficiar y edificar al hombre. Sin embargo, algunas personas pueden ser perfeccionadas mientras que otras no poseen las condiciones para la perfección, es decir, no pueden ser perfeccionadas y difícilmente pueden ser salvadas y, aunque pudieran haber tenido la obra del Espíritu Santo, al final son descartadas. Eso quiere decir que, aunque la obra del Espíritu Santo es para edificar a las personas, uno no puede decir que todas las que hayan tenido la obra del Espíritu Santo van a ser perfeccionadas por completo, porque el camino que muchas siguen no es el camino para ser perfeccionadas. Solo tienen la obra unilateral del Espíritu Santo y no la cooperación humana subjetiva o la búsqueda humana correcta. Así, la obra del Espíritu Santo sobre estas personas viene a servir a los que están siendo perfeccionados. Las personas no pueden ver directamente la obra del Espíritu Santo ni la pueden tocar directamente. Solo la pueden expresar aquellos con el don de la obra, lo que quiere decir que la obra del Espíritu Santo se proporciona a los seguidores mediante las expresiones de la gente.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 173
La obra del Espíritu Santo se logra y se completa por medio de muchos tipos de personas y muchas condiciones diferentes. Aunque la obra de Dios encarnado puede representar la obra de toda una era, y puede representar la entrada de las personas a toda una era, la obra sobre los detalles de la entrada de las personas todavía necesita ser hecho por los hombres que usa el Espíritu Santo, no el Dios encarnado. Así, la obra de Dios, o el propio ministerio de Dios, es la obra de la carne del Dios encarnado, que el hombre no puede hacer en Su lugar. La obra del Espíritu Santo se completa por medio de muchos diferentes tipos de personas; ninguna en particular puede cumplirla por entero, y ninguna persona puede expresarla por completo. Los que lideran las iglesias tampoco pueden representar completamente la obra del Espíritu Santo; solo pueden hacer cierta obra de liderazgo. La obra del Espíritu Santo puede así dividirse en tres partes: la propia obra de Dios, la obra de las personas que son usadas y la obra en todos los que están en la corriente del Espíritu Santo. La propia obra de Dios consiste en liderar toda la era; la obra de aquellos que son usados consiste en liderar a todos los seguidores de Dios, ser enviados o recibir comisiones después de la propia obra de Dios, y estos son los que cooperan con la obra de Dios. La obra que hace el Espíritu Santo en los que están en la corriente consiste en mantener la totalidad de Su propia obra; es decir, mantener toda Su gestión y Su testimonio, al mismo tiempo que perfecciona a los que pueden ser perfeccionados. Juntas, estas tres partes son la obra completa del Espíritu Santo, pero sin la obra de Dios mismo, toda la obra de gestión se estancaría. La obra de Dios mismo involucra la obra de toda la humanidad y también representa la obra de toda la era, lo que significa que la propia obra de Dios representa toda la dinámica y la tendencia de la obra del Espíritu Santo, mientras que la obra de los apóstoles viene después de la propia obra de Dios y la continúa, y no lidera la era ni tampoco representa las tendencias de la obra del Espíritu Santo en una era completa. Ellos solo hacen la obra que el hombre debe hacer, que nada tiene que ver con la obra de gestión. La obra que hace Dios mismo es un proyecto dentro de la obra de gestión. La obra del hombre es solo el deber que cumplen las personas que están siendo usadas y no tiene relación con la obra de gestión. A pesar del hecho de que ambas son la obra del Espíritu Santo, debido a las diferentes identidades y representaciones de la obra hay diferencias claras y esenciales entre la propia obra de Dios y la obra del hombre. Además, el alcance de la obra que hace el Espíritu Santo varía en los objetos con diferentes identidades. Estos son los principios y el alcance de la obra del Espíritu Santo.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 174
La obra del hombre representa su experiencia y su humanidad. Lo que el hombre ofrece y la obra que hace lo representan a él. La perspectiva del hombre, el razonamiento del hombre, su lógica y su rica imaginación, todo se incluye en su obra. En particular, la experiencia del hombre puede representar su obra, y las experiencias de una persona se convierten en los componentes de su obra. La obra del hombre puede expresar su experiencia. Cuando algunas personas experimentan negativamente, la mayor parte del lenguaje de su comunicación consistirá de elementos negativos. Si durante un período de tiempo su experiencia es positiva y poseen especialmente un camino en el aspecto positivo, lo que ellos comparten es muy alentador y las personas obtienen de ellos una provisión positiva. Si durante un período de tiempo un obrero se vuelve negativo, su comunicación siempre llevará elementos negativos. Esta clase de comunicación es deprimente y los demás, de forma inconsciente, se deprimirán después de la comunicación. El estado de los seguidores cambia dependiendo del estado del líder. Lo que un obrero es por dentro es lo que expresa, y la obra del Espíritu Santo muchas veces cambia con el estado del hombre. Él obra de acuerdo a la experiencia de las personas y no las fuerza, sino que les hace demandas según el curso normal de su experiencia. Esto quiere decir que la comunicación de las personas difiere de la palabra de Dios. Lo que el hombre comparte transmite sus perspectivas y sus experiencias individuales, expresándolas sobre la base de la obra de Dios. Su responsabilidad consiste en averiguar, a partir de lo que Dios obra o habla, lo que se debe practicar o en lo que se debe entrar, y después transmitírselo a los seguidores. Por lo tanto, la obra del hombre representa su entrada y su práctica. Por supuesto, esa obra se mezcla con las lecciones y las experiencias humanas o con algunos pensamientos humanos. Sea cual sea el modo en que obre el Espíritu Santo, ya sea que obre en el hombre o como Dios encarnado, los obreros siempre expresan lo que son. Aunque es el Espíritu Santo el que obra, la obra se basa en lo que el hombre inherentemente es, pues el Espíritu Santo no obra sin fundamento. En otras palabras, la obra no sale de la nada sino que siempre es acorde a las circunstancias y condiciones reales. Solo de esta manera el carácter del hombre se puede transformar y sus viejas nociones y sus antiguos pensamientos se pueden cambiar. Lo que el hombre expresa es lo que ve, experimenta y puede imaginar, y es alcanzable por el pensamiento del hombre, incluso si son doctrinas o nociones. La obra del hombre no puede superar el alcance de la experiencia del hombre ni lo que este ve o puede imaginar o concebir, independientemente del tamaño de la obra. Todo lo que Dios expresa es lo que Él mismo es, y esto está fuera del alcance del hombre; es decir, está fuera del alcance de su pensamiento. Él expresa Su obra de liderar a toda la humanidad, y esto no tiene relación con los detalles de la experiencia humana, pero sí tiene que ver con Su propia gestión. Lo que el hombre expresa es su experiencia, mientras que Dios expresa Su ser, que es Su carácter inherente fuera del alcance del hombre. La experiencia del hombre es su perspectiva y el conocimiento que adquiere basándose en la expresión que Dios hace de Su ser. Tal perspectiva y conocimiento se llaman el ser del hombre, y la base de su expresión es el carácter inherente del hombre y su calibre; por este motivo también se le llama el ser del hombre. El hombre es capaz de comunicar lo que experimenta y ve. Nadie puede comunicar lo que no ha experimentado o visto, o lo que su mente no puede alcanzar, esas son cosas que no tienen dentro. Si lo que el hombre expresa no es desde su experiencia, es entonces su imaginación o doctrina. En palabras sencillas, no existe ninguna realidad en sus palabras. Si nunca has tenido contacto con las cosas de la sociedad, no serás capaz de compartir con claridad las relaciones complejas de la sociedad. Si no tienes familia, cuando los demás hablen de temas familiares, no entenderás la mayor parte de lo que digan. Así, lo que el hombre comparte y la obra que hace representan su ser interno. Si alguien comunica lo que entiende del castigo y del juicio, pero tú no has tenido experiencia al respecto, no te atreverías a negar su conocimiento, y, mucho menos, a estar cien por cien confiado al respecto. Esto se debe a que lo que comparten es algo que tú nunca has experimentado, algo que nunca has conocido, y tu mente no puede imaginarlo. De su conocimiento sólo puedes tomar un camino para someterte al castigo y al juicio. Pero este solo puede ser un camino de conocimiento doctrinal, no puede reemplazar tu propio entendimiento y mucho menos tu experiencia. Tal vez piensas que lo que dicen es bastante correcto, pero en tu propia experiencia, lo encuentras impracticable en muchos sentidos. Quizá sientes que algo de lo que oyes es completamente impracticable; albergas nociones de eso en ese momento, y aunque lo aceptas, solo lo haces de forma renuente. Pero en tu propia experiencia, el conocimiento por el que obtienes tus nociones se convierte en tu camino de práctica, y mientras más practicas, más entiendes el verdadero valor y significado de las palabras que oyes. Después de haber tenido tu propia experiencia, puedes hablar del conocimiento que debes tener acerca de las cosas que has experimentado. Además, también puedes distinguir entre aquellos cuyo conocimiento es real y práctico y aquellos cuyo conocimiento se basa en doctrina y es inútil. Entonces, que el conocimiento que profesas esté de acuerdo con la verdad depende en gran parte de si tienes experiencia práctica. Cuando hay verdad en tu experiencia, tu conocimiento será práctico y valioso. A través de tu experiencia también puedes obtener discernimiento y percepción, profundizar tu conocimiento y aumentar tu sabiduría y sentido común respecto a cómo debes conducirte. El conocimiento expresado del que hablan las personas que no poseen la verdad es doctrina, no importa lo noble que sea. Este tipo de persona puede ser muy inteligente cuando se trata de cuestiones de la carne pero no puede hacer distinciones cuando se trata de cuestiones espirituales. Esto se debe a que esas personas no tienen ninguna experiencia en asuntos espirituales. Son personas que no están esclarecidas sobre asuntos espirituales y no los entienden. Sea cual sea el conocimiento que expreses, en tanto que sea tu ser, entonces es tu experiencia personal, tu verdadero conocimiento. A lo que discuten las personas que solo hablan de doctrina —las personas que no poseen ni la verdad ni la realidad— se le puede llamar su ser, porque han llegado a su doctrina solo mediante la contemplación profunda y es el resultado de su profunda reflexión, pero solo es doctrina; ¡no es nada más que su imaginación!
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Palabras diarias de Dios Fragmento 175
Las experiencias de todos los tipos de personas representan las cosas que hay dentro de ellas. Quien no tenga experiencia espiritual no puede hablar del conocimiento de la verdad, ni del conocimiento correcto acerca de varias cosas espirituales. Lo que el hombre expresa es lo que es por dentro, no hay duda de ello. Si alguien quiere tener conocimiento de las cosas espirituales y de la verdad, debe tener experiencia real. Si no puedes hablar con claridad acerca del sentido común en relación con la vida humana, ¿cómo serás capaz de hablar de las cosas espirituales? Los que pueden liderar las iglesias, proveer de vida a las personas, y ser apóstoles para ellas, deben tener experiencias reales, deben tener un entendimiento correcto de las cosas espirituales, una apreciación correcta y experiencia de la verdad. Solo esas personas son aptas para ser obreros o apóstoles que lideran las iglesias. De otro modo, solo podrán seguir como inferiores, y no podrán liderar ni mucho menos ser apóstoles capaces de proveer de vida a las personas. Esto es así porque la función de los apóstoles no es ir de un lado para otro o pelear; es hacer la obra de ministrar la vida y liderar a otros para que transformen sus actitudes. A aquellos que desempeñan esta función se les encomienda cargar con una gran responsabilidad, una de la que no puede encargarse cualquiera. Esta clase de obra solo la pueden emprender los que tienen un ser vital; es decir, los que tienen experiencia de la verdad. No la puede emprender cualquiera que pueda abandonar, que pueda ir de un lado a otro o que esté dispuesto a esforzarse; las personas que no tienen experiencia de la verdad, que no han sido podadas o juzgadas, no son capaces de hacer este tipo de obra. Las personas sin experiencia, que no tienen realidad, no son capaces de ver la realidad con claridad porque ellas mismas carecen de esa clase de ser. Así, no solo es que este tipo de persona no sea capaz de llevar a cabo la obra de liderazgo, sino que, si sigue careciendo de verdad durante un largo periodo, será descartada. La perspectiva que expresas puede servir de prueba de las dificultades que has experimentado en la vida, las cosas por las que has sido castigado, y las cuestiones por las que has sido juzgado. Esto también es cierto de las pruebas, donde uno es refinado, donde uno es débil; estos son los temas en los que uno tiene experiencia, en los que uno tiene un sendero. Por ejemplo, si alguien sufre frustraciones en el matrimonio, compartirá a menudo, “Gracias a Dios, alabado sea Dios, debo satisfacer el deseo del corazón de Dios y ofrecerle toda mi vida, poner mi matrimonio por completo en las manos de Dios. Estoy dispuesto a entregarle toda mi vida a Dios”. Todo lo que está dentro del hombre puede demostrar lo que él es mediante la comunicación. El ritmo de la voz de una persona, si habla alto o en voz baja; las cuestiones de ese estilo no son asuntos de experiencia y no pueden representar lo que él tiene y es. Estas cosas solo pueden decir si el temperamento de una persona es bueno o malo o si su naturaleza es buena o mala, pero no pueden equipararse a si tiene experiencia. La habilidad para expresarse cuando se habla, o la destreza o la velocidad del habla, son solo un asunto de práctica y no pueden reemplazar la propia experiencia. Cuando hablas acerca de tus experiencias individuales, compartes aquello que te parece importante y todas las cosas que están dentro de ti. Mi habla representa Mi ser, pero lo que Yo digo está más allá del alcance del hombre. Lo que digo no es lo que el hombre experimenta, ni es algo que el hombre pueda ver; tampoco es algo que el hombre pueda tocar, sino que es lo que Yo soy. Algunas personas solo reconocen que lo que comparto es lo que he experimentado, pero no reconocen que es la expresión directa del Espíritu. Por supuesto, lo que digo es lo que he experimentado. Soy Yo el que ha hecho la obra de gestión durante seis mil años. He experimentado todo desde el principio de la creación de la humanidad hasta ahora; ¿cómo no podría discutir acerca de eso? En cuanto a la naturaleza del hombre, la he visto con claridad; la observé hace mucho tiempo; ¿cómo no iba a poder hablar de ella con claridad? Ya que he visto la sustancia del hombre con claridad, estoy calificado para castigar al hombre y juzgarlo porque todo el hombre procede de Mí, pero Satanás lo ha corrompido. Por supuesto, también estoy calificado para evaluar la obra que he hecho. Aunque Mi carne no hace esta obra, es la expresión directa del Espíritu y esto es lo que tengo y lo que soy. Por lo tanto, estoy calificado para expresarlo y para hacer la obra que debo hacer. Lo que dicen las personas es lo que han experimentado. Es lo que han visto, lo que su mente puede alcanzar, y lo que sus sentidos pueden detectar. Eso es lo que pueden compartir. Las palabras que habló Dios encarnado son expresión directa del Espíritu, y expresan la obra que ha hecho el Espíritu, que la carne no ha experimentado ni visto, pero aun así expresa Su ser, porque la esencia de la carne es el Espíritu, y Él expresa la obra del Espíritu. Es obra que ya ha hecho el Espíritu, aunque la carne no es capaz de alcanzarla. Después de la encarnación, por medio de la expresión de la carne, Él permite a las personas conocer el ser de Dios y les permite ver el carácter de Dios y la obra que Él ha hecho. La obra del hombre otorga a las personas una mayor claridad en cuanto a qué deben entrar y qué deben entender; implica liderar a las personas para que entiendan y experimenten la verdad. La obra del hombre es sustentar a las personas; la obra de Dios es abrir nuevos caminos y nuevas eras para la humanidad y revelarles a las personas lo que los mortales no conocen, permitiéndoles conocer Su carácter. La obra de Dios consiste en guiar a toda la humanidad.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 176
Toda la obra del Espíritu Santo se realiza para beneficiar a las personas. Se trata de edificar a las personas; no hay una obra que no las beneficie. No importa si la verdad es profunda o superficial ni cuál sea el calibre de los que aceptan la verdad, lo que sea que el Espíritu Santo haga, beneficia a las personas. Pero la obra del Espíritu Santo no se puede hacer de manera directa; debe expresarse mediante las personas que cooperan con Él. Solo así se pueden alcanzar los resultados de la obra del Espíritu Santo. Por supuesto, cuando el Espíritu Santo obra directamente, no es adulterado en absoluto; pero cuando Él obra mediante el hombre, se mancha mucho y no es la obra original del Espíritu Santo. Siendo esto así, la verdad cambia en diferentes grados. Los seguidores no reciben la intención original del Espíritu Santo sino una combinación de la obra del Espíritu Santo y la experiencia y conocimiento del hombre. La parte de lo que reciben los seguidores de la obra del Espíritu Santo es correcta, mientras que la experiencia y el conocimiento del hombre que reciben varían porque los obreros son diferentes. Los obreros con el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo acabarán por tener experiencias basadas en este esclarecimiento y guía. Dentro de estas experiencias se combinan la experiencia y la mente del hombre, así como el ser de la humanidad, después de lo cual obtiene el conocimiento o la perspectiva que debe tener. Este es el camino de práctica del hombre después de experimentar la verdad. Este camino de práctica no siempre es el mismo porque las personas tienen experiencias diferentes y las cosas que experimentan son diferentes. De esta manera, el mismo esclarecimiento del Espíritu Santo resulta en conocimiento y práctica diferentes porque los que reciben el esclarecimiento son diferentes. Algunas personas cometen errores mínimos durante la práctica mientras que otras cometen errores mayores, y algunas no hacen otra cosa sino cometer errores. Esto se debe a que las personas difieren en su habilidad de entender y además porque sus calibres inherentes difieren. Algunas personas tienen un tipo de comprensión después de escuchar un mensaje, y algunas personas tienen otro después de escuchar una verdad. Algunas personas se desvían ligeramente, mientras que algunas para nada entienden el significado real de la verdad. Por lo tanto, el entendimiento de uno dicta cómo lidera a los demás: esto es exactamente cierto porque la obra de uno es simplemente una expresión del propio ser. Las personas que son guiadas por los que tienen un entendimiento correcto de la verdad también tendrán un entendimiento correcto de la verdad. Incluso si hay personas con errores en su entendimiento, son muy pocas, y no todo el mundo tendrá errores. Si uno tiene errores en el entendimiento de la verdad, aquellos que lo siguen sin duda también estarán equivocados, y estas personas estarán equivocadas en todo el sentido de la palabra. El grado en el que los seguidores entienden la verdad depende en gran medida de los obreros. Por supuesto, la verdad de Dios es correcta, sin error y absolutamente cierta. Los obreros, sin embargo, no son del todo atinados y no se puede decir que sean completamente confiables. Si los obreros tienen una manera de practicar la verdad que sea muy práctica, entonces los seguidores también tendrán una manera de practicarla. Si los obreros no tienen una manera de practicar la verdad, sino que solo tienen doctrina, entonces los seguidores no tendrán ninguna realidad. El nacimiento determina el calibre y la naturaleza de los seguidores, y ello no está asociado con los obreros, pero el grado en el que los seguidores entienden la verdad y conocen a Dios depende de los obreros (esto solo es así para algunas personas). Así como sea un obrero, serán los seguidores que lidere. Lo que un obrero expresa es su propio ser, sin reservas. Las demandas que hace de los que le siguen son las que él mismo está dispuesto a lograr y las que es capaz de alcanzar. La mayoría de los obreros usan lo que ellos mismos hacen como base para lo que demandan de sus seguidores, aunque muchos de ellos no pueden lograr nada; y lo que uno no puede lograr se vuelve un obstáculo para su entrada.
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Palabras diarias de Dios Fragmento 177
Hay mucha menos desviación en la obra de quienes han pasado por la poda, el trato, el juicio y el castigo, y la expresión de su obra es mucho más exacta. Los que confían en su naturalidad para obrar cometen errores muy importantes. La obra de las personas sin perfeccionar expresa demasiado de su propia naturalidad, lo que plantea un gran obstáculo para la obra del Espíritu Santo. Por muy bueno que sea el calibre de una persona, también debe experimentar la poda, el trato y el juicio antes de poder llevar a cabo la obra encomendada por Dios. Si no han sufrido tal juicio, su obra, por muy bien que la hagan, no puede estar de acuerdo con los principios de la verdad y es siempre un producto de su propia naturalidad y bondad humana. La obra de los que han pasado por la poda, el trato y el juicio es mucho más exacta que la obra de los que no han sido podados, tratados y juzgados. Los que no han sufrido el juicio no expresan nada sino carne y pensamientos humanos, mezclados con mucha inteligencia humana y talento innato. Esta no es la expresión exacta que el hombre hace de la obra de Dios. Los que siguen a tales personas son llevados ante ellos por su calibre innato. Como expresan demasiado la perspectiva y la experiencia del hombre, que están casi desconectadas de la intención original de Dios y se desvían demasiado de ella, la obra de este tipo de personas no puede llevar a la gente delante de Dios sino más bien delante del hombre. Así que los que no han sufrido el juicio y el castigo no están calificados para llevar a cabo la obra de la comisión de Dios. La obra de un obrero calificado puede llevar a las personas al camino correcto y concederles una mayor entrada a la verdad. Su obra puede llevar personas delante de Dios. Además, la obra que hace puede variar de individuo a individuo y no está sujeta a reglas, lo que permite a las personas libertad y liberación, y la capacidad de crecer poco a poco en la vida y tener una entrada más profunda en la verdad. La obra de un obrero no calificado se queda demasiado corta; su obra es necia. Solo puede llevar a las personas a las reglas, y lo que demanda de las personas no varía de individuo a individuo; no obra de acuerdo con las necesidades reales de las personas. En este tipo de obra hay demasiadas reglas y demasiadas doctrinas y esto no puede llevar a las personas a la realidad o a la práctica normal del crecimiento en la vida. Solo les puede permitir adherirse a unas cuantas reglas inútiles. Este tipo de guía solo puede llevar a las personas a descarriarse. Te guía para que te vuelvas como él; te puede llevar a lo que él tiene y es. Para que los seguidores disciernan si los líderes están calificados, la clave es examinar el camino por el que lideran y los resultados de su obra, y ver si los seguidores reciben principios de acuerdo con la verdad, y si reciben los caminos de práctica adecuados para su transformación. Debes distinguir entre la diferente obra de diferentes tipos de personas; no debes ser un seguidor necio. Esto afecta la cuestión de la entrada de las personas. Si no eres capaz de distinguir el liderazgo de qué persona tiene un camino y cuál no, te engañarán fácilmente. Todo esto tiene relación directa con tu propia vida. Hay demasiada naturalidad en la obra de las personas no perfeccionadas; se mezcla con demasiada voluntad humana. Su ser es la naturalidad, con lo que nacieron. No es la vida después de haber sido tratado o la realidad después de haber sido transformado. ¿Cómo puede una persona así apoyar a los que están buscando la vida? La vida que el hombre tiene originalmente es su inteligencia o su talento innatos. Esta clase de inteligencia o talento están bastante alejados de las demandas exactas que Dios le hace al hombre. Si un hombre no ha sido perfeccionado y su carácter corrupto no ha sido podado o tratado, habrá una gran brecha entre lo que expresa y la verdad: lo que expresa estará mezclado con cosas vagas tales como su imaginación y experiencia unilateral. Además, independientemente de cómo obre, las personas sienten que no hay un objetivo general y ninguna verdad adecuada para la entrada de todas las personas. La mayoría de lo que se de manda a las personas supera sus habilidades, es como pedir peras al olmo. Esta es la obra de la voluntad humana. El carácter corrupto del hombre, sus pensamientos y nociones impregnan todas las partes de su cuerpo. El hombre no nace con el instinto de practicar la verdad ni tampoco tiene el instinto de entender directamente la verdad. Si se añade a eso el carácter corrupto del hombre, cuando esta clase de persona natural obra, ¿no causa interrupciones? Pero un hombre que ha sido perfeccionado tiene la experiencia de la verdad que las personas deben entender, y el conocimiento de su carácter corrupto, de modo que las cosas vagas e irreales en su obra disminuyan poco a poco, las adulteraciones humanas se reducen y su obra y servicio se acercan cada vez más a los estándares requeridos por Dios. Así, su obra ha entrado en la realidad de la verdad y también se ha vuelto realista. Los pensamientos en la mente del hombre en particular bloquean la obra del Espíritu Santo. El hombre tiene una imaginación rica, una lógica razonable y ha tenido una larga experiencia manejando asuntos. Si estos aspectos del hombre no sufren la poda y la corrección, todos son obstáculos para la obra. Por lo tanto, la obra del hombre no puede lograr el mayor grado de precisión, sobre todo la obra de las personas no perfeccionadas.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 178
La obra del hombre se mantiene dentro de un alcance y es limitada. Una persona solo puede hacer la obra de una cierta fase y no puede hacer la obra de toda la era, de otro modo, llevaría a las personas al medio de las reglas. La obra del hombre solo se puede aplicar a un tiempo o fase en particular. Esto es porque la experiencia del hombre tiene su alcance. No se puede comparar la obra del hombre con la obra de Dios. Los caminos de practicar del hombre y su conocimiento de la verdad son aplicables a un ámbito en particular. No puedes decir que el camino que el hombre pisa es completamente la voluntad del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo solo puede esclarecer al hombre, y el hombre no puede estar completamente lleno del Espíritu Santo. Todas las cosas que el hombre puede experimentar están dentro del límite de la humanidad normal y no pueden rebasar el límite de los pensamientos en la mente humana normal. Todos los que pueden vivir la realidad de la verdad experimentan dentro de este rango. Cuando experimentan la verdad, siempre es una experiencia de la vida humana normal esclarecida por el Espíritu Santo; no es una vía de experimentación que se desvíe de la vida humana normal. Experimentan la verdad esclarecidos por el Espíritu Santo sobre el fundamento de vivir sus vidas humanas. Además, esta verdad varía de persona a persona y su profundidad se relaciona con el estado de la persona. Solo se puede decir que el camino que recorre es la vida humana normal de alguien que busca la verdad y se le puede llamar el camino que recorre una persona normal esclarecida por el Espíritu Santo. Uno no puede decir que la senda que recorre sea la que toma el Espíritu Santo. En la experiencia humana normal, debido a que las personas que buscan no son iguales, la obra del Espíritu Santo tampoco es la misma. Además, ya que los ambientes que las personas experimentan y los límites de su experiencia no son iguales, y a causa de la mezcla que hay en su mente y sus pensamientos, su experiencia se mezcla en diferentes grados. Cada persona entiende una verdad de acuerdo con sus condiciones individuales diferentes. Su entendimiento del significado real de la verdad no está completo y es solo uno o unos cuantos aspectos del mismo. El rango de verdad que experimenta el hombre difiere entre persona y persona, según las condiciones de cada una. De esta manera, el conocimiento que expresan diferentes personas de la misma verdad no es el mismo. Es decir, la experiencia del hombre siempre tiene limitaciones y no puede representar por completo la voluntad del Espíritu Santo, y la obra del hombre tampoco puede percibirse como la obra de Dios, incluso si lo que el hombre expresa se corresponde muy de cerca a la voluntad de Dios, e incluso si la experiencia del hombre está muy cerca de la obra de perfeccionamiento que el Espíritu Santo lleva a cabo. El hombre sólo puede ser el siervo de Dios, haciendo la obra que Dios le confía. El hombre sólo puede expresar el conocimiento esclarecido por el Espíritu Santo y las verdades que obtenga de sus experiencias personales. El hombre no está calificado y no cumple las condiciones para ser el canal del Espíritu Santo. No está autorizado para decir que su obra es la obra de Dios. El hombre tiene los principios del hombre para obrar y todos los hombres tienen experiencias diferentes y poseen condiciones variables. La obra del hombre incluye todas sus experiencias bajo el esclarecimiento del Espíritu Santo. Estas experiencias solo pueden representar el ser del hombre, y no representan el ser de Dios o la voluntad del Espíritu Santo. Por lo tanto, no se puede decir que el camino que el hombre recorre sea el camino que el Espíritu Santo recorre porque la obra del hombre no puede representar la obra de Dios, y la obra del hombre y la experiencia del hombre no son la completa voluntad del Espíritu Santo. La obra del hombre es susceptible de caer en reglas, y el método de su obra fácilmente se confina a un alcance limitado y no es capaz de liderar a las personas a un camino libre. La mayoría de los seguidores viven dentro de un alcance limitado y su forma de experimentar también está limitada en su alcance. La experiencia del hombre siempre está limitada; el método de su obra también está limitado a unos cuantos tipos y no se puede comparar con la obra del Espíritu Santo o la obra de Dios mismo. Esto se debe a que la experiencia del hombre, en definitiva, es limitada a la postre, no está limitada a un único método. Como sea que Dios haga Su obra, no está sujeta a reglas, como quiera que se haga, no se limita a un solo método. No hay reglas de ninguna clase en la obra de Dios; toda Su obra se realiza y es libre. No importa cuánto tiempo invierta el hombre siguiéndolo a Él, no puede destilar las leyes que gobiernan las maneras de obrar de Dios. Aunque Su obra se basa en principios, siempre se hace de nuevas maneras y siempre tiene nuevos progresos y está más allá del alcance del hombre. Durante un mismo periodo, Dios puede tener varios tipos diferentes de obras y diferentes maneras de guiar a las personas, haciéndolo de tal manera que las personas tengan siempre nuevas entradas y cambios. No puedes discernir las leyes de Su obra porque Él siempre está obrando de nuevas maneras, y solo así los seguidores de Dios no quedan atados a las reglas. La obra de Dios mismo siempre evita las nociones de las personas y las contrarresta. Solo los que lo siguen y lo buscan con un corazón sincero pueden tener transformado su carácter y ser capaces de vivir sin restricciones, sin estar sujetos a reglas ni reprimidos por nociones religiosas. La obra del hombre tiene exigencias para las personas basadas en su propia experiencia y lo que él mismo puede lograr. El estándar de estos requisitos se limita a un cierto alcance y los métodos de la práctica también están muy limitados. Los seguidores de manera inconsciente viven dentro de este alcance limitado; conforme el tiempo pasa, estas cosas se convierten en reglas y rituales. Si alguien que no ha sufrido el perfeccionamiento personal de Dios y no ha recibido el juicio guía la obra de un periodo, todos sus seguidores se volverán religiosos y expertos en resistir a Dios. Por lo tanto, si alguien es un líder calificado, la persona debe haber sufrido el juicio y aceptado ser perfeccionado. Los que no han sufrido el juicio, aunque puedan tener la obra del Espíritu Santo, solo expresan cosas vagas e irreales. Con el tiempo, guiarán a las personas a reglas vagas y sobrenaturales. La obra que Dios lleva a cabo no está de acuerdo con la carne del hombre. No está de acuerdo con los pensamientos del hombre, sino que contraataca las nociones del hombre; no está manchada de un vago tinte religioso. Los resultados de la obra de Dios no los puede lograr un hombre que Él no haya perfeccionado, pues están más allá del alcance del pensamiento del hombre.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 179
La obra en la mente del hombre es demasiado fácil de lograr para él. Los pastores y los líderes en el mundo religioso, por ejemplo, confían en sus dones y posiciones para hacer su obra. Las personas que los siguen mucho tiempo se van a infectar con sus dones y van a ser influidas por algo de su ser. Se enfocan en los dones, habilidades y conocimiento de las personas, y prestan atención a cosas sobrenaturales y a muchas doctrinas profundas pero poco realistas (por supuesto, estas doctrinas profundas son inalcanzables). No se enfocan en los cambios en el carácter de las personas, sino en entrenar a las personas para predicad y obrar, mejorar su conocimiento y sus abundantes doctrinas religiosas. No se enfocan en qué tanto cambia el carácter de las personas ni tampoco en qué tanto las personas entienden la verdad. No se interesan en la esencia de las personas, y mucho menos tratan de conocer sus estados normales y anormales. No contraatacan las nociones de las personas ni tampoco ponen de manifiesto sus nociones, y mucho menos podan sus deficiencias o corrupciones. La mayoría de los que los siguen sirven con sus dones, y lo único que publican son nociones religiosas y teorías teológicas que están alejadas de la realidad y son completamente inútiles para dar vida a las personas. De hecho, la esencia de su obra es alimentar el talento, alimentar a una persona sin nada para ser un talentoso graduado del seminario que después va a hacer la obra y liderar. ¿Puedes discernir algunas leyes en la obra de seis mil años de Dios? Hay muchas reglas y restricciones en la obra que el hombre hace, y el cerebro humano es muy dogmático. Lo que el hombre expresa es, por tanto, conocimiento y comprensión dentro del alcance de sus experiencias. El hombre no es capaz de expresar nada aparte de esto. Las experiencias o el conocimiento del hombre no surgen de sus dones innatos o de su instinto; surgen por la guía y el pastoreo directo de Dios. El hombre solo tiene la facultad de aceptar este pastoreo, no tiene ninguna facultad que pueda expresar directamente lo que es la divinidad. El hombre no puede ser la fuente; solo puede ser una vasija que acepta el agua de la fuente. Este es el instinto humano, la facultad que el ser humano debe tener. Si una persona pierde la facultad para aceptar la palabra de Dios y pierde el instinto humano, esa persona también pierde lo que es más precioso y pierde el deber del hombre creado. Si una persona no tiene el conocimiento o la experiencia de la palabra de Dios o Su obra, esa persona pierde su deber, el deber con el que debe cumplir como un ser creado, y pierde la dignidad de un ser creado. Es el instinto de Dios expresar lo que la divinidad es, ya sea que se exprese en la carne o directamente por el Espíritu; este es el ministerio de Dios. El hombre expresa sus propias experiencias o conocimiento (es decir, expresa lo que es) durante la obra de Dios o después; este es el instinto y el deber del hombre, y es lo que el hombre debe alcanzar. Aunque la expresión del hombre se queda muy por debajo de lo que Dios expresa, y aunque está limitada por muchas reglas, el hombre debe cumplir el deber que debe cumplir y hacer lo que debe hacer. El hombre debe hacer todo lo humanamente posible para cumplir su deber y no debe tener ni siquiera la menor reserva.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 180
Tenéis que saber cómo diferenciar la obra de Dios de la obra del hombre. ¿Qué podéis ver en la obra del hombre? Hay muchos elementos de la experiencia del hombre en su obra, lo que el hombre expresa es lo que es. La obra propia de Dios también expresa lo que Él es, pero Su ser difiere del ser del hombre. El ser del hombre es representativo de su experiencia y de su vida (lo que el hombre experimenta o encuentra en su vida, o las filosofías de vivir que tiene), y las personas que viven en ambientes diferentes expresan seres diferentes. El que tengas o no experiencias de sociedad, y cómo realmente vivas en tu familia y experimentes en ella, se puede ver en lo que expresas; mientras que no puedes ver la obra de Dios encarnado si Él tiene experiencias sociales o no. Él es muy consciente de la sustancia del hombre; puede poner de manifiesto todas las clases de prácticas que pertenecen a todas las clases de personas. Se le da incluso mejor poner de manifiesto el carácter corrupto y el comportamiento rebelde de los humanos. No vive entre las personas mundanas, pero es consciente de la naturaleza de los mortales y de todas las corrupciones de las personas mundanas. Este es Su ser. Aunque no trata con el mundo, conoce las reglas para tratar con el mundo porque entiende completamente la naturaleza humana. Conoce acerca de la obra del Espíritu que los ojos del hombre no pueden ver y los oídos del hombre no pueden escuchar, tanto del presente como del pasado. Esto incluye una sabiduría que no es una filosofía de vivir y prodigios que son difíciles de comprender por el hombre. Eso es Su ser, abierto a las personas pero también escondido de las personas. Lo que Él expresa no es el ser de una persona extraordinaria, sino los atributos y el ser inherentes del Espíritu. No viaja por el mundo pero sabe todo del mismo. Él se pone en contacto con los “antropoides” que no tienen ningún conocimiento o discernimiento, pero expresa palabras que son más elevadas que el conocimiento y que están por encima de los grandes hombres. Vive entre un grupo de personas torpes e insensibles que no tienen humanidad y que no entienden las convenciones y las vidas humanas, pero le puede pedir a la humanidad que viva una humanidad normal al mismo tiempo que pone de manifiesto la humanidad vil y baja del ser humano. Todo esto es Su ser, más elevado que el ser de cualquier persona de carne y hueso. Para Él no es necesario experimentar una vida social complicada, engorrosa y sórdida para hacer la obra que tiene que hacer y revelar a fondo la sustancia de la humanidad corrupta. Una vida social sórdida no edifica Su carne. Su obra y palabras solo revelan la desobediencia del hombre y no le proporcionan al hombre la experiencia y las lecciones para tratar con el mundo. No necesita investigar la sociedad o la familia del hombre cuando le da al hombre la vida. Exponer y juzgar al hombre no es una expresión de las experiencias de Su carne; es Su revelación de la injusticia del hombre después de conocer por mucho tiempo la desobediencia del hombre y aborrecer la corrupción de la humanidad. Toda la obra que Él hace es para revelar Su carácter al hombre y expresar Su ser. Sólo Él puede hacer esta obra; no es algo que una persona de carne y hueso pueda lograr.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 181
La obra que hace Dios no es representativa de la experiencia de Su carne; la obra que el hombre hace es representativa de la experiencia del hombre. Todos hablan de su experiencia personal. Dios puede expresar directamente la verdad mientras que el hombre sólo puede expresar la experiencia que corresponde a haber experimentado de la verdad. La obra de Dios no tiene reglas y no está limitada por el tiempo o los límites geográficos. Puede expresar lo que Él es en cualquier momento, en cualquier lugar. Obra como le place. La obra del hombre tiene condiciones y contexto; sin ello, sería incapaz de obrar y es incapaz de expresar su conocimiento de Dios o su experiencia de la verdad. Solo tienes que comparar las diferencias que hay entre ellas para saber si es la propia obra de Dios o la obra del hombre. Si no hay obra hecha por Dios mismo sino solo la obra del hombre, simplemente sabrás que las enseñanzas del hombre son elevadas, más allá de la capacidad de cualquier otro; sus tonos de voz, sus principios para manejar las cosas, y su manera experimentada y estable de obrar, están más allá del alcance de los demás. Todos vosotros admiráis a estas personas de buen calibre y conocimiento elevado, pero no podéis ver por la obra y las palabras de Dios cuán elevada es Su humanidad. En cambio, Él es común y corriente, y cuando obra, es normal y real pero también inmensurable para los mortales, lo que hace que las personas sientan una clase de reverencia por Él. Tal vez la experiencia de una persona en su obra es particularmente avanzada, o su imaginación y razonamiento y su humanidad son particularmente buenas; estos atributos solo pueden ganar la admiración de las personas, pero no despertar su sobrecogimiento y temor. Todas las personas admiran a los que pueden hacer la obra y tienen una experiencia particularmente profunda y pueden practicar la verdad, pero estas personas nunca pueden provocar temor sino solo admiración y envidia. Pero las personas que han experimentado la obra de Dios no admiran a Dios, sino que sienten que Su obra está más allá del alcance humano y que es insondable para el hombre, que es fresca y maravillosa. Cuando las personas experimentan la obra de Dios, el primer conocimiento que tienen de Él es que es insondable, sabio y maravilloso, e inconscientemente lo reverencian y sienten el misterio de la obra que hace, que está más allá del conocimiento de la mente del hombre. Las personas solo quieren poder cumplir Sus requisitos y satisfacer Sus deseos; no quieren superarlo porque la obra que Él hace va más allá del pensamiento y la imaginación del hombre y este no la podría hacer en Su lugar. Incluso el mismo hombre no conoce sus propias insuficiencias, sin embargo Dios ha forjado un nuevo camino, y ha venido a traer al hombre a un mundo nuevo y más hermoso, y así la humanidad ha progresado nuevamente y ha tenido un nuevo inicio. Lo que la gente siente por Dios no es admiración, o más bien, no es solo admiración. Su experiencia más profunda es un temor reverente y amor; su sentimiento es que Dios es, en efecto, maravilloso. Él hace la obra que el hombre no puede hacer, y dice cosas que el hombre no puede decir. Las personas que han experimentado la obra de Dios siempre tienen un sentimiento indescriptible. Las personas con una experiencia lo bastante profunda pueden entender el amor de Dios, sentir Su hermosura, sentir que Su obra es muy sabia, muy maravillosa, y a partir de entonces se genera un poder infinito entre ellos. No es un temor o un amor y respeto ocasionales, sino un sentimiento profundo de la compasión y la tolerancia de Dios por el hombre. Sin embargo, las personas que han experimentado Su castigo y juicio sienten Su majestuosidad y que no tolera ofensa. Hasta las personas que han experimentado mucho de Su obra no pueden entenderlo; todos los que verdaderamente lo reverencian saben que Su obra no concuerda con las nociones de las personas, sino que siempre va contra estas. No necesita que las personas lo admiren o aparenten someterse a Él, en su lugar, deberían alcanzar una genuina reverencia y una verdadera sumisión. En mucho de Su obra, cualquiera que tenga una experiencia verdadera siente reverencia por Él, que es más que admiración. Las personas han visto Su carácter por Su obra de castigo y juicio y, por lo tanto, lo reverencian en su corazón. Dios está destinado a ser reverenciado y obedecido porque Su ser y Su carácter no son los mismos que los de un ser creado y están por encima de los de un ser creado. Dios existe por sí mismo, Él es eterno, no es un ser creado y solo Dios es digno de reverencia y obediencia; el hombre no está calificado para esto. Así, todos los que han experimentado Su obra y verdaderamente lo conocen sienten reverencia por Él. Sin embargo, los que no abandonan sus nociones acerca de Él, es decir, los que sencillamente no lo ven como Dios, no tienen ninguna reverencia hacia Él, y aunque lo siguen no son conquistados; por naturaleza son personas desobedientes. Lo que Él pretende lograr obrando así es que todos los seres creados tengan corazones reverentes para el Creador, que lo adoren y se sometan incondicionalmente a Su dominio. Este es el resultado final que toda Su obra pretende lograr. Si las personas que han experimentado esa obra no reverencian a Dios, aunque sea un poco, y si su desobediencia pasada no cambia para nada, entonces seguro serán descartadas. Si la actitud que una persona tiene hacia Dios es solo la de admirarlo, o mostrarle respeto desde la distancia y no amarlo en lo más mínimo, entonces ese es el resultado al que llega una persona que no tiene un corazón de amor a Dios, y a esa persona le hacen falta las condiciones para ser perfeccionada. Si esa obra tan grande no es capaz de alcanzar el amor verdadero de una persona, entonces esa persona no ha ganado a Dios y no busca la verdad de un modo genuino. Una persona que no ama a Dios no ama la verdad y, por lo tanto, no puede ganar a Dios ni mucho menos recibir la aprobación de Dios. Tales personas, independientemente de cómo experimenten la obra del Espíritu Santo y de cómo experimenten el juicio, siguen siendo incapaces de reverenciar a Dios. Estas son personas cuya naturaleza es inmutable y que tienen un carácter extremadamente malvado. Todos los que no reverencian a Dios serán descartados, serán objetos de castigo y serán castigados igual que los que hacen el mal, y han de sufrir aún más que aquellos que han hecho cosas injustas.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre
Palabras diarias de Dios Fragmento 182
Después de todo, la obra de Dios es diferente de la obra del hombre, y, además, ¿cómo podrían ser Sus expresiones iguales a las de ellos? Dios tiene Su propio carácter particular, mientras que el hombre tiene deberes que debe cumplir. El carácter de Dios se expresa en Su obra, mientras que el deber del hombre está encarnado en las experiencias del hombre y expresado en las búsquedas del hombre. Por tanto, se hace evidente a través de la obra que se hace si algo es expresión de Dios o expresión del hombre. No tiene que ser explicado por Dios mismo, ni requiere que el hombre dé testimonio; además, no necesita que Dios mismo suprima a ninguna persona. Todo esto viene como una revelación natural; no es forzado ni es algo en lo que el hombre pueda interferir. El deber del hombre puede conocerse a través de sus experiencias, y no requiere que la gente haga ninguna obra experimental adicional. Toda la esencia del hombre puede revelarse a medida que cumple su deber, mientras que Dios puede expresar Su carácter inherente mientras hace Su obra. Si es la obra del hombre, entonces no puede esconderse. Si es la obra de Dios, entonces el carácter de Dios es aún más imposible de esconder por nadie, y mucho más imposible de ser controlado por el hombre. No se puede decir que ningún hombre sea Dios, y no se puede considerar su obra y sus palabras como santas o inmutables. Se puede decir que Dios es humano porque Dios se vistió a Sí mismo en la carne, pero Su obra no puede considerarse la obra del hombre ni el deber del hombre. Asimismo, las declaraciones de Dios y las cartas de Pablo no pueden ser equiparadas, y el juicio y castigo de Dios no están en el mismo nivel que las palabras de instrucción del hombre. Por tanto, hay principios que distinguen la obra de Dios de la obra del hombre. Estos se diferencian según sus esencias, no por el alcance de la obra o su eficacia temporal. En este tema, la mayoría de las personas cometen errores de principio. Esto se debe a que el hombre mira el exterior, lo que pueden lograr, mientras que Dios mira la esencia, que no puede ser observada con los ojos físicos de la humanidad. Si consideras las palabras y la obra de Dios como los deberes de un hombre cualquiera, y ves la obra a gran escala del hombre como la obra de Dios vestida en la carne, en vez del deber que cumple el hombre, entonces ¿no estás equivocado en principio? Las cartas y biografías del hombre se pueden escribir fácilmente, pero solo sobre los cimientos de la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, las declaraciones y la obra de Dios no pueden ser cumplidas fácilmente por el hombre, ni alcanzadas por la sabiduría y el pensamiento humanos, y la gente tampoco puede explicarlas completamente después de explorarlas. Si estos asuntos de principio no evocan ninguna reacción en vosotros, entonces vuestra fe evidentemente no es muy verdadera o refinada. Solo se puede decir que vuestra fe está llena de vaguedad, y que es tan confusa como carente de principios. Sin ni siquiera entender los asuntos esenciales más básicos de Dios y el hombre, ¿acaso este tipo de fe no carece completamente de percepción?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cuál es tu opinión acerca de las trece epístolas?
Palabras diarias de Dios Fragmento 183
Jesús estuvo en la tierra por treinta y tres años y medio. Él vino a llevar a cabo la obra de la crucifixión y, a través de la crucifixión, Dios obtuvo una parte de Su gloria. Cuando Dios vino en la carne, fue capaz de ser humilde y oculto y pudo soportar un sufrimiento tremendo. Aunque Él era Dios mismo, soportó toda humillación y todo desprecio y toleró un inmenso dolor al ser clavado en la cruz para completar la obra de la redención. Después de que esta etapa de la obra concluyó, aunque las personas vieron que Dios había recibido gran gloria, no fue la totalidad de Su gloria; solo fue una parte de ella, la cual había obtenido de Jesús. Aunque Jesús fue capaz de soportar todas las adversidades, de ser humilde y estar oculto, de ser crucificado por Dios, Dios sólo obtuvo una parte de Su gloria y Su gloria se obtuvo en Israel. Dios tiene todavía otra parte de gloria: venir a la tierra para obrar de manera práctica y perfeccionar a un grupo de personas. Durante la etapa de la obra de Jesús, Él realizó algunas cosas sobrenaturales, pero esa etapa de la obra no tuvo, de ninguna manera, el propósito único de llevar a cabo señales y prodigios. El objetivo fue, principalmente, mostrar que Jesús podía sufrir y ser crucificado por Dios, que era capaz de sufrir un dolor tremendo porque Él amaba a Dios y que, aunque Dios lo abandonara, seguía estando dispuesto a sacrificar Su vida por la voluntad de Dios. Después de que Dios concluyó Su obra en Israel y Jesús fue crucificado, Dios obtuvo gloria y dio testimonio delante de Satanás. Vosotros no sabéis ni habéis visto cómo Dios se hizo carne en China, entonces ¿cómo podéis ver que Dios ha recibido gloria? Cuando Dios lleva a cabo una gran cantidad de obra de conquista en vosotros y vosotros os mantenéis firmes, en ese momento esta etapa de la obra de Dios es exitosa y esto forma parte de la gloria de Dios. Vosotros veis solamente esto y todavía tenéis que ser perfeccionados por Dios; todavía tenéis que dar vuestro corazón por completo a Dios. Todavía tenéis que ver por completo esta gloria. Vosotros solo veis que Dios ya ha conquistado vuestro corazón, que nunca podéis abandonarlo, que lo seguiréis hasta el final y que vuestro corazón no cambiará y que esto es la gloria de Dios. ¿En qué veis la gloria de Dios? En los efectos de Su obra en las personas. Las personas ven que Dios es muy hermoso; tienen a Dios en su corazón y no desean dejarlo. Esto es la gloria de Dios. Cuando surge la fuerza de los hermanos y hermanas de las iglesias y ellos pueden amar a Dios desde su corazón, ver el supremo poder de la obra realizada por Dios, el incomparable poder de Sus palabras; cuando ellos ven que Sus palabras conllevan autoridad y que Él puede emprender Su obra en el pueblo fantasma de la China continental; cuando, aunque las personas son débiles, su corazón se inclina delante de Dios y están dispuestas a aceptar Sus palabras, y cuando, aunque son débiles e indignas, pueden ver que las palabras de Dios son verdaderamente adorables y dignas de su aprecio, en ese momento, eso es la gloria de Dios. Cuando llegue el día en el que las personas sean perfeccionadas por Dios, sean capaces de rendirse ante Él, puedan obedecerlo plenamente y dejen sus expectativas y su destino en manos de Dios, en ese momento, la segunda parte de la gloria de Dios se habrá alcanzado por completo. Eso quiere decir que, cuando la obra del Dios práctico haya sido completada en su totalidad, Su obra en la China continental llegará a su fin. En otras palabras, cuando aquellos que fueron predestinados y escogidos por Dios hayan sido perfeccionados, Dios habrá obtenido gloria. Dios dijo que Él ha traído la segunda parte de Su gloria a Oriente, pero esto es invisible a simple vista del hombre. Dios ha traído Su obra a Oriente: Él ya ha venido a Oriente y eso es la gloria de Dios. Actualmente, aunque Su obra todavía tiene que completarse, como Dios ha decidido obrar, con seguridad se cumplirá. Dios ha decidido que completará esta obra en China y ha resuelto haceros completos. Por lo tanto, no os da escapatoria; Él ya ha conquistado tu corazón y tú tienes que continuar, quieras o no, y, cuando sois ganados por Dios, Dios obtiene gloria. Hoy, Dios todavía tiene que obtener gloria por completo, porque vosotros todavía tenéis que ser perfeccionados. Aunque vuestro corazón ha regresado a Dios, todavía hay muchas debilidades en vuestra carne y sois incapaces de satisfacer a Dios; sois incapaces de ser conscientes de la voluntad de Dios y todavía hay muchas cosas negativas en vosotros de las que debéis deshaceros y todavía debéis pasar por muchas pruebas y refinamientos. Solo de esa manera puede cambiar vuestro carácter vital y podéis ser ganados por Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una breve charla sobre “El Reino Milenario ha llegado”
Palabras diarias de Dios Fragmento 184
En ese momento, la obra de Jesús era la obra de redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, te redimiría; si creías en Él, dejabas de pertenecer al pecado y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvado y ser justificado por la fe. Sin embargo, en aquellos que creían seguía habiendo algo de rebeldía y oposición a Dios que había que continuar eliminando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados. Si creías, ya no pertenecías al pecado. En esa época, Jesús llevó a cabo mucha obra incomprensible para Sus discípulos y dijo muchas cosas que las personas no entendieron. Esto se debe a que, en aquel momento, Él no dio ninguna explicación. Por tanto, varios años después de que partiera, Mateo creó una genealogía para Jesús, y otros también hicieron mucha obra que pertenecía a la voluntad del hombre. Jesús no vino a perfeccionar y ganar al hombre, sino a realizar una etapa de la obra: traer el evangelio del reino de los cielos y completar la obra de la crucifixión. Y así, una vez crucificado Jesús, Su obra llegó a un final completo. Pero en la etapa presente —la obra de conquista— deben pronunciarse más palabras, debe realizarse más obra, y debe haber muchos procesos. Deben revelarse, asimismo, los misterios de la obra de Jesús y Jehová, de forma que todas las personas puedan tener entendimiento y claridad en su creencia, porque esta es la obra de los últimos días, y los últimos días son el final de la obra de Dios, el momento de la conclusión de la misma. Esta etapa de la obra esclarecerá para ti la ley de Jehová y la redención de Jesús, y es principalmente así para que puedas entender toda la obra del plan de gestión de Dios de seis mil años, apreciar todo el sentido y la esencia del mismo y entender el propósito de toda la obra realizada por Jesús y las palabras que Él habló, e incluso tu creencia ciega en la Biblia y tu adoración de esta. Todo esto te permitirá entender completamente. Llegarás a entender tanto la obra hecha por Jesús, como la obra de Dios hoy; entenderás y verás toda la verdad, la vida y el camino. En esa etapa de la obra realizada por Jesús, ¿por qué partió Él sin hacer la obra de conclusión? Porque la etapa de Su obra no era la de conclusión. Cuando fue clavado en la cruz, Sus palabras también llegaron a su fin; después de Su crucifixión, Su obra terminó completamente. La etapa presente es distinta: sólo después de que las palabras se hablen hasta el final y concluya toda la obra de Dios, entonces esta habrá terminado. Durante la etapa de la obra de Jesús, quedaron muchas palabras sin decir o no se articularon del todo. Pero a Jesús no le preocupaba lo que dijo o no dijo, porque Su ministerio no era de palabras y, por tanto, partió después de ser clavado en la cruz. Esa etapa de la obra se produjo principalmente en aras de la crucifixión, y es distinta a la etapa actual. La etapa presente de la obra es principalmente para completar, limpiar y llevar toda la obra una conclusión. Si las palabras no se pronuncian hasta su final mismo, no habrá forma de concluir esta obra, porque en esta etapa de la misma toda obra se lleva a su conclusión y se cumple usando palabras. En ese momento, Jesús realizó mucha obra incomprensible para el hombre. Partió en silencio, y hoy siguen habiendo muchos que no entienden Sus palabras, cuyo entendimiento es erróneo aunque ellos crean estar en lo correcto y no saben que están equivocados. La etapa final traerá la obra de Dios a un final completo, y proveerá su conclusión. Todos llegarán a entender y conocer el plan divino de gestión. Las nociones que el hombre tiene en su interior, sus propósitos, su entendimiento erróneo y absurdo, sus nociones sobre la obra de Jehová y Jesús, sus opiniones sobre los gentiles y sus demás desviaciones y errores serán corregidos. Y el hombre entenderá todas las sendas correctas de la vida, toda la obra hecha por Dios y toda la verdad. Cuando eso ocurra, esta etapa de la obra llegará a su fin. La obra de Jehová fue la creación del mundo, el principio; esta etapa de la obra es el final de la misma, la conclusión. Al principio, la obra de Dios se llevó a cabo entre los escogidos de Israel, y fue el comienzo de una nueva época en el más santo de todos los lugares. La última etapa de la obra se lleva a cabo en el más inmundo de todos los países, para juzgar al mundo y poner fin a la era. En la primera etapa, la obra de Dios se llevó a cabo en el más brillante de todos los lugares, y la última etapa tiene lugar en el más oscuro de todos ellos; estas tinieblas serán eliminadas, se traerá la luz y todas las personas serán conquistadas. Cuando las personas de este, el más inmundo y oscuro de todos los lugares, hayan sido conquistadas, y toda la población haya reconocido que hay un Dios, que es el Dios verdadero, y toda persona haya sido totalmente convencida, esta realidad se usará para llevar a cabo la obra de conquista en todo el universo. Esta etapa de la obra es simbólica: una vez que haya finalizado la obra de esta era, la de seis mil años de gestión llegará a un completo final. Una vez conquistados los que pertenecen al lugar más oscuro de los lugares, sobra decir que también ocurrirá lo mismo en todas partes. Por tanto, sólo la obra de conquista en China conlleva un simbolismo significativo. China personifica a todas las fuerzas de las tinieblas, y el pueblo chino representa a todos los que son de la carne, de Satanás, y de la carne y la sangre. El pueblo chino es el que ha sido más corrompido por el gran dragón rojo, el que se opone a Dios con más fuerza, el que tiene una humanidad más vulgar e inmunda y, por tanto, es el arquetipo de toda la humanidad corrupta. Esto no quiere decir que otros países no tengan problemas en absoluto; las nociones del hombre son todas iguales, y aunque las personas de estos países puedan ser de un buen calibre, si no conocen a Dios entonces es que se oponen a Él. ¿Por qué se opusieron también los judíos a Dios y le desafiaron? ¿Por qué se opusieron a Él los fariseos? ¿Por qué traicionó Judas a Jesús? En ese momento, muchos de los discípulos no conocían a Jesús. ¿Por qué, tras ser crucificado y resucitar, las personas seguían sin creer en Él? ¿No es igual la desobediencia del hombre? Simplemente, se hace un ejemplo del pueblo de China, y cuando este sea conquistado sus gentes pasarán a ser modelos y muestras, y servirán de referencia para los demás. ¿Por qué he dicho siempre que sois un apéndice a Mi plan de gestión? Es en el pueblo de China donde la corrupción, la inmundicia, la injusticia, la oposición y la rebeldía se manifiestan de manera más completa y se revelan en todas sus diversas formas. Por un lado, son de pobre calibre, y por otro, sus vidas y su mentalidad son retrógradas, y sus hábitos, su entorno social, su familia de nacimiento son pobres y de lo más atrasado. Su estatus también es bajo. La obra en este lugar es simbólica, y después de que esta obra de prueba se haya llevado a cabo en su totalidad, la obra de Dios subsiguiente será mucho más fácil. Si esta etapa de la misma puede completarse, la subsiguiente no admite discusión. Una vez que esta etapa de la obra se haya cumplido, se habrá logrado por completo un gran éxito, y la obra de conquista a lo largo de todo el universo habrá llegado a su entero fin.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (2)
Palabras diarias de Dios Fragmento 185
Obrar ahora en los descendientes de Moab es salvar a aquellos que han caído en la más grande oscuridad. Aunque fueron maldecidos, Dios está dispuesto a obtener la gloria a partir de ellos, pues, al principio, todos eran personas que no tenían a Dios en su corazón; solo hacer que quienes no tienen a Dios en su corazón lo obedezcan y lo amen es una verdadera conquista, y el fruto de tal obra es el más valioso y el más convincente. Solo esto es obtener gloria; esta es la gloria que Dios quiere obtener en los últimos días. Aunque estas personas son de una posición inferior, que ahora sean capaces de obtener una salvación tan grande, es, verdaderamente, una elevación hecha por Dios. Esta obra tiene mucho sentido, y Él gana a estas personas a través del juicio. No es Su intención castigar a estas personas, sino salvarlas. Si Él siguiera haciendo la obra de conquista en Israel durante los últimos días, esto sería inútil; aunque diera fruto, no tendría valor ni gran importancia, y Él no sería capaz de obtener toda la gloria. Él está obrando en vosotros, en los que han caído en el más oscuro de los lugares, en los más retrógrados. Estas personas no reconocen que hay un Dios ni lo han sabido nunca. Satanás ha corrompido a estas criaturas hasta el punto de olvidar a Dios. Satanás las ha cegado y no saben en absoluto que hay un Dios en el cielo. En vuestro corazón, todos adoráis ídolos y adoráis a Satanás; ¿no sois las personas más inferiores, las más retrógradas? Sois lo más bajo de la carne, sin ninguna libertad personal, y también sufrís dificultades. También sois las personas en el nivel más bajo de esta sociedad, sin ninguna libertad de culto. Aquí yace la relevancia de obrar en vosotros. Obrar hoy en vosotros, los descendientes de Moab, no es para humillaros, sino para revelar la importancia de la obra. Es una gran elevación para vosotros. Si una persona tiene razón y percepción, declarará: “Soy un descendiente de Moab, verdaderamente indigno de recibir hoy tan grande elevación de Dios o tan grandes bendiciones. En todo lo que hago y digo, y de acuerdo con mi estatus y valía, no soy digno de bendiciones tan grandes de Dios. Los israelitas tienen un gran amor por Dios, y Él les concede la gracia que disfrutan; pero su estatus es mucho más elevado que el nuestro. Abraham estaba muy consagrado a Jehová, y Pedro estaba muy consagrado a Jesús: su devoción era cien veces mayor a la nuestra. Con base en nuestras acciones, somos absolutamente indignos de disfrutar de la gracia de Dios”. El servicio de estas personas en China simplemente no puede llevarse delante de Dios. Es un completo desastre; ¡que disfrutes ahora tanto de la gracia de Dios es puramente la elevación de Dios! ¿Cuándo habéis buscado la obra de Dios? ¿Cuándo habéis sacrificado vuestra vida por Él? ¿Cuándo habéis renunciado sin dilación a vuestra familia, a vuestros padres y a vuestros hijos? ¡Ninguno de vosotros ha pagado un gran precio! Si el Espíritu Santo no te hubiera sacado, ¿cuántos de vosotros habríais sido capaces de sacrificarlo todo? Habéis llegado hasta hoy, solo por la fuerza y bajo coacción. ¿Dónde está vuestra devoción? ¿Dónde está vuestra obediencia? Con base en vuestros actos, debisteis haber sido destruidos hace mucho: debisteis haber sido eliminados. ¿Qué os califica para disfrutar de bendiciones tan grandes? ¡No sois dignos en absoluto! ¿Quién de entre vosotros ha encontrado el camino verdadero por sí mismo? ¿Quién de entre vosotros ha encontrado el camino verdadero por sí mismo? ¡Todos sois perezosos, glotones y comodinos miserables! ¿Creéis que sois grandes? ¿De qué tenéis que jactaros? Aun si ignorarais que sois descendientes de Moab, ¿es vuestra naturaleza, vuestro lugar de nacimiento del más elevado nivel? Incluso si ignorarais que sois sus descendientes, ¿no sois todos descendientes de Moab de la cabeza a los pies? ¿Puede cambiarse la verdad de los hechos? ¿Acaso dejar al descubierto vuestra naturaleza ahora tergiversa la verdad de los hechos? Mirad vuestro servilismo, vuestra vida y vuestra personalidad; ¿no sabéis que sois los más inferiores de los inferiores entre la humanidad? ¿De qué tenéis que jactaros? Considerad vuestra posición en la sociedad. ¿No estáis en su nivel más bajo? ¿Acaso pensáis que he dicho algo equivocado? Abraham ofreció a Isaac, ¿qué habéis ofrecido vosotros? Job lo ofreció todo, ¿qué habéis ofrecido vosotros? Muchas personas han dado su vida, han entregado sus cabezas y derramado su sangre con el fin de buscar el camino verdadero. ¿Habéis pagado ese precio? En comparación, no sois en absoluto aptos para disfrutar de una gracia tan grande. ¿Os ofende decir hoy que sois descendientes de Moab? No os tengáis en tan alta estima. No tienes nada de lo que jactarte. Una salvación y una gracia tan grandes se os dan gratuitamente. No habéis sacrificado nada; sin embargo, disfrutáis de la gracia libremente. ¿No os sentís avergonzados? ¿Es este camino verdadero algo que buscasteis y encontrasteis por vosotros mismos? ¿No fue el Espíritu Santo quien os obligó a aceptarlo? Nunca habéis tenido un corazón que busca y, mucho menos, un corazón que busca y anhela la verdad. Solamente habéis estado sentados y disfrutándolo; habéis obtenido esta verdad sin hacer el menor esfuerzo. ¿Qué derecho tenéis de quejaros? ¿Piensas que eres de lo más valioso? En comparación con quienes sacrificaron su vida, y derramaron su sangre, ¿de qué os tenéis que quejar? ¡Destruiros ahora mismo sería correcto y natural! No tenéis otra opción más que obedecer y seguir. ¡Simplemente no sois dignos! La mayoría de entre vosotros fuisteis llamados, pero si el entorno no os hubiera obligado o no hubierais sido llamados, os habríais negado por completo a salir. ¿Quién está dispuesto a aceptar tal desistimiento? ¿Quién está dispuesto a abandonar los placeres de la carne? ¡Todos sois personas que se divierten avariciosamente en las comodidades, y buscan una vida de lujo! Habéis obtenido bendiciones tan grandes, ¿qué más tenéis que decir? ¿Qué quejas tenéis? Se os ha permitido disfrutar de las mayores bendiciones y la mayor gracia en el cielo, y hoy se os revela la obra que nunca se había hecho en la tierra. ¿No es esto una bendición? Sois castigados de esta manera hoy porque os habéis resistido a Dios y os habéis rebelado contra Él. Debido a este castigo, habéis visto la misericordia y el amor de Dios y, más aún, habéis visto Su justicia y Su santidad. Debido a este castigo y a la inmundicia de la humanidad, habéis visto el gran poder de Dios, Su santidad y Su grandeza. ¿No es esta la más rara de las verdades? ¿No es esta una vida con sentido? ¡La obra que Dios hace está llena de sentido! Así pues, cuanto más baja es vuestra posición, más muestra que sois elevados por Dios, y más demuestra el gran valor de Su obra en vosotros hoy. ¡Es, sencillamente, un tesoro incalculable que no puede conseguirse en ningún otro lugar! A lo largo de las eras nadie ha disfrutado de una salvación tan grande. Que vuestra posición sea inferior muestra cuán grande es la salvación de Dios, y que Él es fiel a la humanidad; Él salva, no destruye.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La relevancia de salvar a los descendientes de Moab
Palabras diarias de Dios Fragmento 186
Cuando Dios vino a la tierra, Él no era del mundo, ni se hizo carne con el fin de disfrutar del mundo. El lugar en el que obrar revelaría Su carácter y el que más sentido tendría es el lugar en el que Él nació. Sea una tierra santa o inmunda, e independientemente de dónde obre, Él es santo. Él creó todo lo que hay en el mundo, aunque todo ha sido corrompido por Satanás. Sin embargo, todas las cosas siguen perteneciéndole a Él; todas están en Sus manos. Llega a una tierra inmunda y obra ahí para revelar Su santidad; Él hace esto solamente en aras de Su obra, lo cual significa que soporta gran humillación para llevar a cabo dicha obra con el fin de salvar a las personas de esta tierra inmunda. Esto se hace para dar testimonio, en beneficio de toda la humanidad. Lo que tal obra muestra a las personas es la justicia de Dios y puede exhibir de mejor manera la supremacía de Dios. Su grandeza y Su rectitud se manifiestan en la salvación de un grupo de personas en situación precaria a quienes otros desprecian. Nacer en una tierra inmunda no prueba, en absoluto, que Él sea inferior; simplemente permite que toda la creación vea Su grandeza y Su amor sincero por la humanidad. Cuanto más lo hace, más revela Su amor puro, Su amor perfecto por el hombre. Dios es santo y justo. Aunque Él nació en una tierra inmunda y aunque vive con esas personas llenas de inmundicia, del mismo modo que Jesús vivió con los pecadores en la Era de la Gracia, ¿acaso cada parte de Su obra no se hace en aras de la supervivencia de toda la humanidad? ¿No es todo esto para que la humanidad pueda obtener una gran salvación? Hace dos mil años, Él vivió con pecadores durante unos años. Eso fue en aras de la redención. Hoy, Él está viviendo con un grupo de personas inmundas, inferiores. Esto es en aras de la salvación. ¿Acaso toda Su obra no es en beneficio de vosotros, los humanos? Si no es para salvar a la humanidad, ¿por qué habría vivido y sufrido Él con pecadores durante tantos años, después de nacer en un pesebre? Y si no es para salvar a la humanidad, ¿por qué regresaría Él a la carne una segunda vez, a nacer en esta tierra en la que se congregan los demonios, y a vivir con estas personas que Satanás ha corrompido profundamente? ¿No es fiel Dios? ¿Qué parte de Su obra no ha sido para la humanidad? ¿Qué parte no ha sido para vuestro destino? Dios es santo, ¡esto es inmutable! Él no está contaminado por la inmundicia, aunque ha venido a una tierra inmunda; ¡todo esto solo puede significar que el amor de Dios por la humanidad es extremadamente abnegado, y que el sufrimiento y la humillación que Él soporta son extremadamente grandes! ¿No sabéis cuán grande es la humillación que Él sufre por todos vosotros, y por vuestro destino? En lugar de salvar a las grandes personas o a los hijos de familias ricas y poderosas, hace hincapié en salvar a los inferiores y a quienes otros miran con desprecio. ¿No es todo esto Su santidad? ¿No es todo esto Su justicia? En aras de la sobrevivencia de toda la humanidad, Él preferiría nacer en una tierra inmunda y sufrir cada humillación. Dios es muy real; Él no hace obra falsa. ¿Acaso cada etapa de Su obra no se realiza de esta forma tan práctica? Aunque todas las personas lo difaman y afirman que Él se sienta a la mesa con pecadores; aunque todas las personas se burlan de Él y dicen que vive con los hijos de la inmundicia, con las personas más inferiores, Él sigue entregándose abnegadamente, y, por tanto, sigue siendo rechazado de esta forma entre la humanidad. ¿Acaso el sufrimiento que Él soporta no es mayor al vuestro? La obra que Él realiza ¿no es mayor que el precio que habéis pagado? Vosotros nacisteis en una tierra de inmundicia, pero habéis obtenido la santidad de Dios. Nacisteis en una tierra en la que los demonios se congregan, pero habéis recibido gran protección. ¿Qué elección tenéis? ¿Qué quejas tenéis? ¿No es el sufrimiento que Él ha soportado mayor que el que habéis aguantado vosotros? Él ha venido a la tierra y nunca ha disfrutado de los deleites del mundo humano. Él detesta esas cosas. Dios no vino a la tierra para que el hombre le invite a cosas materiales ni lo hizo para disfrutar de la comida, las prendas y los ornamentos del hombre. Él no presta atención a estas cosas. Vino a la tierra a sufrir por el hombre, no para disfrutar de una fortuna terrenal. Él vino para sufrir, para obrar y para completar Su plan de gestión. Él no seleccionó un lugar bonito, para vivir en una embajada ni en un hotel de lujo, ni tiene numerosos siervos que lo atiendan. Con base en lo que habéis visto, ¿acaso no sabéis si vino a obrar o a disfrutar? ¿Acaso no ven vuestros ojos? ¿Cuánto os ha dado Él? ¿Sería capaz de obtener gloria si hubiera nacido en un lugar cómodo? ¿Sería capaz de obrar? ¿Sus actos tendrían alguna relevancia? ¿Sería Él capaz de conquistar por completo a la humanidad? ¿Sería Él capaz de rescatar a las personas de la tierra de la inmundicia? Las personas preguntan, según sus nociones humanas: “Ya que Dios es santo, ¿por qué nació en este inmundo lugar nuestro? Tú nos odias y detestas a los humanos inmundos; Tú detestas nuestra resistencia y rebeldía; ¿por qué vives entonces con nosotros? Tú eres un Dios supremo; podrías haber nacido en cualquier otro lugar, entonces ¿por qué tuviste que nacer en esta tierra inmunda? Tú nos castigas y juzgas cada día, y sabes claramente que somos los descendientes de Moab; ¿por qué sigues viviendo, pues, entre nosotros? ¿Por qué naciste en una familia de descendientes de Moab? ¿Por qué hiciste eso?”. ¡Esos pensamientos vuestros carecen totalmente de razón! Solo esta clase de obra permite que las personas vean Su grandeza, Su humildad y Su escondimiento. Él está dispuesto a sacrificarlo todo en aras de Su obra, y ha soportado todo el sufrimiento por ella. Él actúa para beneficio de la humanidad, y, más que eso, para conquistar a Satanás, de manera que todas las criaturas puedan someterse a Su dominio. Solo esto tiene sentido, es una obra valiosa.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La relevancia de salvar a los descendientes de Moab
Palabras diarias de Dios Fragmento 187
En la época en que Jesús obró en Judea, lo hizo abiertamente, pero ahora obro y hablo entre vosotros en secreto. Los incrédulos lo ignoran por completo. Mi obra entre vosotros está cerrada a quienes se encuentran fuera. Estas palabras, estos castigos y estos juicios los conocéis únicamente vosotros y nadie más. Toda esta obra se lleva a cabo entre vosotros y se revela únicamente a vosotros; ninguno de los incrédulos está al tanto de esto, pues la hora aún no ha llegado. Estas personas están cerca de ser completas tras soportar castigos, pero los de fuera no saben nada de ello. ¡Esta obra está demasiado oculta! Para ellos, Dios hecho carne está oculto, pero para quienes están en esta corriente, se puede decir que Él está expuesto. Aunque todo en Dios está expuesto, revelado y liberado, esto únicamente se aplica a quienes creen en Él; en lo que a los demás se refiere, a los incrédulos, no se da a conocer nada. La obra que se realiza en la actualidad entre vosotros y en China está estrictamente cerrada para evitar que la conozcan. Si tomaran conciencia de esta obra, todo lo que harían sería condenarla y someterla a persecución. No creerían en ella. Obrar en la nación del gran dragón rojo, este lugar tan extremadamente retrasado, no es una tarea sencilla. Si esta obra se mostrara abiertamente, sería imposible continuarla. Esta fase de obra simplemente no se puede realizar en este lugar. Si esta obra se realizara abiertamente, ¿cómo iban a permitir que continuase? ¿Esto no pondría la obra incluso en mayor riesgo? Si esta obra no estuviera oculta, sino que se realizara como en la época de Jesús, cuando sanaba enfermos y expulsaba demonios de manera espectacular, ¿acaso no lo habrían “capturado” los demonios hace ya mucho tiempo? ¿Acaso serían capaces de tolerar la existencia de Dios? Si Yo entrara ahora en las sinagogas y enseñara al hombre, ¿no me habrían roto en pedazos hace tiempo? Y si esto hubiera ocurrido, ¿cómo habría continuado Mi obra? La razón por la que no se manifiestan en absoluto señales y milagros abiertamente es para lograr esta ocultación. Entonces, para los incrédulos Mi obra no se puede ver, saber ni descubrir. Si esta etapa de la obra se hiciera de la misma manera de Jesús en la Era de la Gracia, no podría ser tan estable como lo es actualmente. Entonces, obrar de esta manera, en secreto, supone un beneficio para vosotros y para la obra en su totalidad. Cuando la obra de Dios en la tierra llegue a su fin, es decir, cuando esta obra secreta concluya, entonces esta fase de la obra explotará públicamente. Todos sabrán que hay un grupo de vencedores en China; todos sabrán que Dios hecho carne está en China y que Su obra ha llegado a su final. Solo entonces se darán cuenta: ¿por qué será que China aún no ha mostrado declive o caída? Resulta que Dios mismo está llevando a cabo Su obra en China y ha perfeccionado a un grupo de personas para hacerlos vencedores.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (2)