131-A7 Comunicación y predicación sobre la palabra de Dios “Los Verdaderamente Obedientes Seguramente Serán Ganados por Dios”

Ahora bien, ¿diría alguien: “Mi obediencia a Dios consiste en abandonar a mi familia y al mundo, en venir a la casa de Dios y cumplir con mi deber. Siempre y cuando cumpla con mi deber de ese modo, estoy obedeciendo a Dios; siempre y cuando persista hasta el final de este modo cumpliendo con mi deber, seré ganado por Dios”? ¿Tiene sentido decir cosas semejantes? ¿Qué podría estar mal? No es suficiente con mantener una imagen de obediencia sin buscar la verdad. Alguien podría decir: “Cumpliré con cualquier deber que me exija la casa de Dios; obedeceré en todo lo que me digan. ¿Acaso no es suficiente con que haga lo que me digan?”. Esa clase de obediencia externa es necesaria, pero también lo es la búsqueda de la verdad; es insuficiente sin la verdad. ¿Puede ser suficiente sin comer y beber las palabras de Dios? Algunas personas se muestran muy entusiastas cuando hablamos de cumplir con nuestro deber, pero cuando empezamos a comer y beber las palabras de Dios, se confuden y se vuelven adormecidas. Su sueño es muy dulce cuando alguien empieza a hablar de la verdad. Normalmente les cuesta quedarse dormidos, pero cuando nos juntamos para hablar de la verdad, está garantizado que dormirán muy bien. ¿Cuál es el problema aquí? Las palabras de Dios pueden perfeccionar al hombre. Lo que perfecciona al hombre no es simplemente que nosotros cumplamos con nuestras obligaciones y que llevemos a cabo las acciones; son las palabras de Dios lo que perfecciona al hombre; son las verdades lo que perfecciona al hombre, y no podéis ignorar esto. ¿Entendéis? No digáis: “Voy a cumplir con mi deber sean cuales sean. Sean cuales sean las acciones que deba realizar cada día, las llevaré a cabo día tras día hasta que la obra de Dios haya concluido y así seré perfeccionado”. Esta forma de pensar no es correcta. Mientras cumplís con vuestras obligaciones, también debéis experimentar la obra de Dios. Decidme: ¿acaso no revela el hombre su carácter corrupto cuando desempeña sus obligaciones? ¿Cómo resolvemos el carácter corrupto que ha sido revelado? Debemos comer y beber las palabras de Dios, debemos hablar sobre la verdad. Mirad cuántas veces nos reunimos cada semana. Celebramos una reunión para el sermón, y durante vuestras reuniones también debéis hablar de las verdades, debéis relatar vuestro propio estado corrupto cuando habláis de vuestra comprensión. Independientemente de la vida de la iglesia que llevéis, debéis esforzaros en buscar la verdad desde lo más profundo de vuestros corazones. Esto es fundamental.

Algunas personas, cuando las trato de tal o cual manera, no se quejan, sino que concentran sus esfuerzos en la verdad. “Debo recordar bien la manera en que me has tratado; la forma como me has tratado con respecto a cada situación. Debo aprender a conocerme a mí mismo a partir de lo que me has dicho. Lo entenderé por completo. No puedo permitir que las palabras que has utilizado para tratarme pasen inadvertidas y atropelladamente. Debo entender estas palabras con todo detalle. Y luego tendré un arrepentimiento verdadero, una transformación. Debo experimentar esto”. Experimentar el trato y la poda de Dios de esta manera, ¿no está bien? Te transformarás si lo experimentas, y la transformación será difícil si no experimentas de este modo. Algunas personas están muy confundidas. Cuando alguien les pregunta: “¿Cómo ha sido el trato que has recibido?”. “Por supuesto que el trato ha sido bueno”. “Entonces, ¿cómo vas a lidiar con ello? ¿Qué opinas?”. “Debo reconocerlo. Sé que me he equivocado, y no volveré a hacer de nuevo estas cosas”, y eso es todo. ¿Es esto suficiente? Su comprensión no es minuciosa y su corazón no está bien ubicado; si simplemente aparentan obediencia sin esforzarse por buscar la verdad, con toda certeza el resultado no será satisfactorio. En la actualidad, independientemente del trato y la poda llevada a cabo en la casa de Dios, ya no hay nadie que los contradiga abiertamente. Es posible que algunas personas todavía sientan un conflicto en su interior, pero más adelante son capaces de llegar a comprender. Dirían: “Esto es mi carácter rebelde que sigue en conflicto. ¿Por qué no es más obediente? Puesto que no estoy contradiciéndolo en el exterior, por ende, debería convertirme en alguien también obediente en el interior. Debería decir ‘amén’ con entusiasmo. Qué bueno sería si cuanto más me trataran desde lo alto, más dijera ‘amén’ en mi interior. Más adelante tendré una mejor comprensión y seguiré arrepintiéndome, para que cómo soy por dentro coincida con cómo soy por fuera”. Esto es lo que las personas esperan conseguir, ¿pero es esto fácil? No será posible sin unos cuantos años de esfuerzo, y sólo esto llevará entre tres y cinco años. Si estas personas ya no tienen conflicto en su interior, serán capaces de buscar la verdad, diciendo: “En verdad debo buscar las verdades en estas palabras que has usado para tratarme y reflexionar sobre mí mismo seriamente”; empezarán a orar a Dios mientras reflexionan sobre sí mismos; después de un periodo de reflexión, efectivamente serán capaces de reflexionar con todo detalle acerca de su propia situación y llegar a un entendimiento claro. Ahora se dan cuenta: “Dios, Tú me amas tanto. Este trato y poda realmente vinieron de Ti, pero por alguna razón no fui capaz de obedecerlos. Este carácter mío es el carácter del diablo y de Satanás”. Ahora ven la mano de Dios en este asunto a través de reflexiones como esta: “Esto proviene de Dios, no del hombre. Si encontrase más trato y poda en el futuro, será mejor que obedezca, no debo pensar: “Esto proviene del hombre y no lo obedeceré; yo sólo obedezco a Dios”, siempre hablando de concepciones, explicaciones, por lo que termino cavando mi propia tumba”. Ahora bien, ¿qué opinas de esta transformación? Esta es una transformación bienvenida, una transformación de vida, una transformación del entendimiento; es el principio de la transformación hacia la verdadera obediencia, transformando de un conflicto interno rebelde a una verdadera aceptación y obediencia. La ausencia de rebelión en apariencia, no es equivalente a la obediencia; la verdadera obediencia sólo aparece cuando la rebelión también está ausente en el interior, cuando hay completa obediencia en el interior. ¿Es fácil alcanzar semejante obediencia? No es fácil; uno debe adquirir una comprensión de la verdad y una comprensión del carácter de Dios, combinadas con un periodo de experiencia, antes de ser capaz de alcanzar semejante obediencia. Para una persona corriente, cuando hay verdadera obediencia en el interior, se convierte en transformaciones en el carácter de la vida. ¿Cuándo empieza a transformarse el carácter de la vida? Empieza provocando la verdadera obediencia desde el interior. ¿Entendéis ahora? Debéis ser obedientes en el interior. Si veis que una persona es tratada por otras con palabras tan fuertes que en el exterior ella derrama lágrimas, mientras que en su interior es obediente y en su interior ora a Dios, el carácter de la vida de tal persona ha empezado a transformarse. Algunas personas se contentan sólo con no mostrar conflictos en apariencia y no dar explicaciones, y con eso piensan: “Me he convertido en alguien obediente a Dios”. Ciertamente son bastante obedientes en apariencia y, en comparación, ¿no son mucho mejores que los impíos? ¿Os atrevéis a decir cosas sobre los impíos? Quieren poneros en vuestro lugar antes incluso de que digáis nada sobre ellos; ya tienen problemas con todo lo que hacéis; si os atrevierais a decir algo sobre ellos, ¿no os golpearían ni os darían una bofetada en la cara? El hecho de que tengáis semejante obediencia en apariencia ya es mucho mejor que los impíos, pero ¿sois personas realmente obedientes a Dios? Todavía no, no lo sois. Entonces, ¿qué habéis conseguido? Sois capaces de obedecer la obra de Dios, y en cierto modo sois obedientes a Dios. Esta es una forma más objetiva de decirlo.

Con algunas personas, cuando se encuentran con cosas o se encuentran con el trato y la poda, pueden ser obedientes ocho de cada diez veces, mientras que son incapaces de ser obedientes las dos veces restantes. ¿Por qué son incapaces de ser obedientes esas dos veces? El tono utilizado para tratarlos fue demasiado fuerte, hubo una connotación de condena, una connotación de maldición, por lo que fueron incapaces de ser obedientes. Si el tono utilizado en esos dos tratos fuera un poco más amable, entonces ellas garantizarían ser obedientes, y tendrían una evaluación perfecta; que sean incapaces de ser obedientes sólo se debe a que el lenguaje utilizado fue demasiado fuerte e insinuó condena y maldición. ¿Son verdaderamente obedientes a Dios las personas así? Este nivel es suficiente. ¿Sois capaces de entender la manera en que he dicho esto? No existe eso que imaginabais, ser cien por ciento obediente; un estándar semejante es demasiado alto. Ser obediente hasta el punto de sentir sólo una pizca de contradicción, que pueden superar subsecuentemente después de cierta comprensión, ahora han logrado una transformación y ya son personas verdaderamente obedientes a Dios. Es cierto que todavía tienen ciertos fallos insignificantes aquí y allá, pero éstos se deben a que ellos no han sido del todo minuciosos y claros con las verdades, ¿no es ese el caso? Recordad cuando empezamos a aceptar las palabras de Dios de juicio y castigo. Cuando leíamos las palabras de Dios que decían que el hombre es una bestia, que el hombre es la progenie de Satanás, empezamos a tener concepciones: “¿No son estas palabras las que maldicen al hombre? ¿Por qué dice Dios cosas para maldecir al hombre? Las palabras de Dios siempre son correctas, son la verdad, pero luego Él ha dicho tales palabras que maldicen al hombre; ¿qué debería yo pensar al respecto?”. Aunque teníamos concepciones, no nos atrevíamos a negar a Dios. Todavía reconocíamos a Dios encarnado, todavía reconocíamos que esta es la obra de Dios, pero fuimos incapaces de aceptar semejantes palabras en nuestro interior, fuimos incapaces de ser obedientes. Sin embargo, después de haber experimentado durante dos o tres años, cuando leímos las palabras de Dios de trato y poda que revelan la verdad sobre la corrupción del hombre, pensamos: “Oh, Dios dice que el hombre es una bestia. Eso es para revelar la esencia corrupta del hombre. Eso no es maldecir al hombre, es decir la verdad tal y como es. Satanás ha corrompido al hombre hasta tal punto que ya no parece un hombre, carece de humanidad; ¿acaso no nos convierte eso en bestias? Estas no son palabras que maldicen al hombre, sino simples verdades. Esto es simplemente expresar la verdad de la corrupción humana con el lenguaje más práctico”. Una vez hayamos alcanzado tal comprensión, cuando recordemos el juicio previo que tuvimos de Dios, al decir que las palabras de Dios a veces son palabras que maldicen al hombre, sentimos remordimientos. “¿Acaso no estaba juzgando yo a Dios?”. Deberíais abofetearos en la cara. “Maldecir a Dios, juzgar a Dios, ¿cómo pueden tolerarse cosas semejantes? Cada palabra de Dios es la verdad. Pude aceptar y asumir tantas de las palabras de Dios, pero no reconocí esta única cosa que Dios dijo. Estoy ciego, no comprendía las palabras de Dios, y aun así las negué y juzgué a Dios. Dios no me maldijo esta vez, así que dejad que me maldiga yo mismo. Soy una bestia completa; no soy mejor que un cerdo ni que un perro”. ¿No es esto una transformación? Después de experimentar durante un año o dos más, alcanzamos otro nivel de comprensión de las palabras de Dios. Después de dos o tres años, llegamos a conocer las verdades de las palabras de Dios en mayor detalle y con más claridad; entendemos cada vez más, nos volvemos más esclarecidos e iluminados. Al final, cuando volvemos a leer las mismas palabras, decimos: “Las palabras de Dios son todas verdades, todas y cada una de ellas. Independientemente de lo que diga Dios, tanto si son palabras que maldicen al hombre como si son palabras de condena al hombre, ¡todas son verdades, todas son hechos!”. Eventualmente, cuanto más leemos esas palabras de Dios que condenan y maldicen al hombre, más nos percatamos de que esas son las palabras de Dios que perfeccionarán al hombre. Cuando empezamos a creer en Dios, cada vez que nos encontrábamos con palabras de Dios que juzgan al hombre, decíamos: “Rápido, pasa la página rápido. Estas palabras son tan espinosas, son difíciles de aceptar. Pasa la página rápido, vayamos a esa otra página en lugar de esta”. Marcábamos todas las palabras de juicio y castigo para poder pasar la página cuando llegáramos a ellas. Después de experimentar durante varios años, miramos estas palabras y decimos: “Estas palabras de aquí son clave, son las palabras que más pueden perfeccionar al hombre. Todas las palabras que más pueden transformar el carácter del hombre están aquí, y sin embargo yo pasaba la página. ¿Cuánto de mi crecimiento he frustrado? En esta oportunidad incluso prestamos especial atención a estas palabras. Cuando vemos las palabras de Dios relacionadas con Dios maldiciendo o condenando al hombre, ahora decimos: “Deprisa, busquemos la verdad y busquemos las respuestas aquí. Démonos prisa para resolver la corrupción en este aspecto”. ¿Acaso las personas que experimentan así la obra de Dios no son verdaderamente obedientes a Dios? ¿Cómo son verdaderamente obedientes a Dios? ¿Queda esto claro ahora? Algunas personas siguen siendo obedientes a Dios con asuntos aparentemente triviales, pero en los lugares en los que uno debería buscar realmente la verdad, en esos lugares que genuinamente requieren de la limpieza de Dios, aquellos que precisamente requieren de la salvación de Dios, en esos lugares ya no son obedientes. Ahora son evasivos, y ahora eluden el camino. ¿Acaso no son insensatas estas personas?

Llegados a este punto, cuando experimentamos la obra de Dios, cuanto más experimentamos, más entendemos a Dios. Empezamos a pensar que las palabras de Dios son magníficas. Tu experiencia de tres años es diferente de tu experiencia de cinco años, mientras que tu experiencia de cinco años es aún más diferente de la experiencia de diez años de otra persona, ya que sólo has ganado la mitad de la experiencia. Por lo tanto, para algunas personas que han aceptado a Dios Todopoderoso por primera vez, cuando han leído las palabras de Dios, dicen: “Estas palabras son todas verdades; nunca habría entendido estas verdades cuando creía en el Señor y leía la Biblia. Oh, es tan bueno creer en Dios Todopoderoso, he ganado tantas verdades. Sin embargo, Él ha dicho tanto. ¿Cuánto tardaré en comer y beber estas palabras hasta que las entienda? ¿Cuándo podré experimentar estas palabras minuciosamente? De haberlo sabido, habría sido fantástico empezar a creer unos años antes”. Todo el que cree en Dios dice esas cosas; todos sienten que empezaron a creer en Dios tarde y lamentan cuánto podrían haber ganado si tan sólo hubieran empezado unos años antes. Algunas personas tienen buena memoria, pueden memorizar decenas de los pasajes de Dios en su primer año de creer en Dios, y memorizan cientos de esos pasajes entre tres y cinco años de creer en Dios. Dicen: “Si hubiera empezado a creer en Dios de tres a cinco años antes, ya habría memorizado cien pasajes de las palabras de Dios, podría hablar de mis propias experiencias y comprensión a estas alturas. ¡No sería maravilloso! Entonces podría dar testimonio de Dios y estaría capacitado para ser usado por Dios”. La experiencia de leer las palabras de Dios es diferente de un año para otro. Por ejemplo, con un mismo pasaje de las palabras de Dios, es posible que tengas cierto entendimiento cuando empezaste a creer en Dios, y tu comprensión formó cierta imagen después de haber leído este pasaje. Cuando vuelves a leer el mismo pasaje después de haber creído en Dios durante un año, ahora tienes una comprensión diferente; está ahora a un nivel más profundo y tu comprensión forma otra nueva imagen. Después de haber creído en Dios durante diez años y vuelves a leer este mismo pasaje, obtienes una comprensión aún más profunda, y lo que has entendido forma otra imagen aún más nueva. No importa cuántos años hayas creído en Dios, los resultados son diferentes después de cada vez que lees el mismo pasaje de las palabras de Dios. Mejora cada vez, te vuelves cada vez más esclarecido e iluminado. Las palabras de Dios son la fuente del manatial de agua, cada frase puede ser la vida de una persona, una persona puede experimentar cada frase durante diez años o durante toda una vida. Toma la simple verdad de ser una persona honesta. Dios dijo: “Debéis ser una persona honesta” y estas son palabras que experimentarás durante el resto de tu vida. Experimentas durante diez años y dices: “Ahora casi soy una persona honesta”, pero todavía quedan trazas de astucia en ti. Después de experimentar durante veinte años, dices: “Esta vez he progresado aún más comparado con cómo era la última vez; ahora verdaderamente me he convertido en una persona honesta”, pero todavía queda una traza de falsedad en ti. Después de experimentar durante treinta años, dices: “Ahora con toda seguridad soy una persona honesta. Soy aún más puro que antes”. Pero no, todavía existe una pequeña pizca de imperfección en ti.

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