Dios mismo, el único II

El carácter justo de Dios

Ahora que habéis oído la enseñanza anterior sobre la autoridad de Dios, confío en que estéis equipados con una buena cantidad de palabras sobre el asunto. Cuánto podéis aceptar, comprender y entender, todo depende de cuánto esfuerzo apliquéis a ello. Mi esperanza es que podáis enfocar este asunto seriamente; ¡bajo ningún concepto deberíais comprometeros de manera superficial! Ahora, ¿es conocer la autoridad de Dios igual a conocer a Dios totalmente? Uno puede decir que conocer la autoridad de Dios es el principio de conocer a Dios mismo, el único, y también podría decirse que conocer la autoridad de Dios significa que ya se ha entrado por la puerta del conocimiento de la esencia de Dios mismo, el único. Este entendimiento es una parte de conocer a Dios. ¿Cuál es entonces la otra parte? Este es el tema que me gustaría enseñar hoy —el carácter justo de Dios—.

He seleccionado dos fragmentos de la Biblia con los cuales enseñar acerca del tema de hoy: el primero concierne a la destrucción de Sodoma por parte de Dios, que puede encontrarse en Génesis 19:1-11 y Génesis 19:24-25; el segundo concierne a la salvación de Nínive por parte de Dios, que puede encontrarse en Jonás 1:1-2, además de los capítulos 3 y 4 del libro de Jonás. Sospecho que estáis todos esperando oír lo que tengo que decir acerca de estos dos fragmentos. Por supuesto, lo que diga no debe desviarse más allá del ámbito de conocer a Dios mismo y conocer Su esencia, pero ¿cuál será el centro de atención en la enseñanza de hoy? ¿Alguno de vosotros lo sabe? ¿Qué partes de Mi enseñanza acerca de la autoridad de Dios captaron vuestra atención? ¿Por qué dije que el Único que posee tal autoridad y poder es Dios mismo? ¿Qué quise dilucidar al decir eso? ¿Qué quise que aprendierais de ello? ¿Son la autoridad y el poder de Dios un aspecto de cómo se expresa Su esencia? ¿Son una parte de Su esencia, una parte que demuestra Su identidad y estatus? A juzgar por estas preguntas, ¿podéis adelantar qué voy a decir? ¿Qué quiero que entendáis? Pensad en esto detenidamente.

Por oponerse obstinadamente a Dios, el hombre es destruido por Su ira

En primer lugar, veamos varios pasajes de las Escrituras que describen “la destrucción de Sodoma por parte de Dios”.

Génesis 19:1-11 Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma al caer la tarde, cuando Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó para recibirlos y se postró rostro en tierra, y dijo: He aquí ahora, señores míos, os ruego que entréis en la casa de vuestro siervo y paséis en ella la noche y lavéis vuestros pies; entonces os levantaréis temprano y continuaréis vuestro camino. Pero ellos dijeron: No, sino que pasaremos la noche en la plaza. Él, sin embargo, les rogó con insistencia, y ellos fueron con él y entraron en su casa; y les preparó un banquete y coció pan sin levadura, y comieron. Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, rodearon la casa, tanto jóvenes como viejos, todo el pueblo sin excepción. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácalos para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la entrada, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Hermanos míos, os ruego que no obréis perversamente. He aquí ahora tengo dos hijas que no han conocido varón; permitidme sacarlas a vosotros y haced con ellas como mejor os parezca; pero no hagáis nada a estos hombres, pues se han amparado bajo mi techo. Mas ellos dijeron: ¡Hazte a un lado! Y dijeron además: Este vino como extranjero, y ya está actuando como juez; ahora te trataremos a ti peor que a ellos. Y acometieron contra Lot y estaban a punto de romper la puerta, pero los dos hombres extendieron la mano y metieron a Lot en la casa con ellos, y cerraron la puerta. Y a los hombres que estaban a la entrada de la casa los hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se cansaban tratando de hallar la entrada.

Génesis 19:24-25 Luego Jehová mandó lluvia de azufre y fuego del cielo sobre Sodoma y sobre Gomorra y destruyó esas ciudades, toda la llanura, a todos sus habitantes y todo lo que crecía en estas tierras.*

A partir de estos pasajes, no es difícil ver que la maldad y la corrupción de Sodoma ya habían alcanzado un grado detestable tanto para el hombre como para Dios, y que a los ojos de Dios la ciudad merecía, por tanto, ser destruida. Pero ¿qué pasó dentro de la ciudad antes de ser destruida? ¿Qué inspiración pueden obtener las personas de estos acontecimientos? ¿Qué muestra Dios a las personas acerca de Su carácter con Su actitud hacia estos acontecimientos? Con el fin de entender toda la historia, leamos detenidamente lo que se registró en las Escrituras…

La corrupción de Sodoma: indignante para el hombre, exasperante para Dios

En esa noche, Lot recibió a dos mensajeros de Dios y preparó un banquete para ellos. Después de cenar, antes de que se hubiesen acostado, personas de toda la ciudad rodearon la residencia de Lot y lo llamaron. Las Escrituras registran sus palabras: “¿Dónde están los hombres que vinieron a ti esta noche? Sácalos para que los conozcamos”. ¿Quién dijo estas palabras? ¿A quién se las dijeron? Estas fueron las palabras de la gente de Sodoma, gritadas fuera de la residencia de Lot y con intención de que este las oyera. ¿Qué se siente al oír estas palabras? ¿Te enfureces? ¿Te asquean estas palabras? ¿Estás ardiendo de rabia? ¿No apestan estas palabras a Satanás? A través de ellas, ¿puedes sentir la perversidad y las tinieblas de esta ciudad? ¿Puedes sentir la brutalidad y la barbarie de la conducta de estas personas a través de sus palabras? ¿Puedes sentir la profundidad de su corrupción a través de su conducta? Por medio del contenido de su discurso, no es difícil ver que su naturaleza malvada y su carácter salvaje habían alcanzado un nivel que escapaba a su propio control. Excepto Lot, hasta la última persona de esta ciudad no era diferente de Satanás; el simple hecho de ver a otra persona hacía que estas personas quisiesen hacerle daño y destruirla… Estas cosas no solo le dan a uno un sentido de la naturaleza abominable y espantosa de la ciudad, así como del aura de muerte que la rodeaba, sino que también le dan a uno un sentido de su maldad y lo sangriento de ella.

Cuando se vio cara a cara con una banda de rufianes inhumanos, personas llenas del deseo salvaje de devorar almas humanas, ¿cómo respondió Lot? Según las Escrituras: “Os ruego que no obréis perversamente. He aquí ahora tengo dos hijas que no han conocido varón; permitidme sacarlas a vosotros y haced con ellas como mejor os parezca; pero no hagáis nada a estos hombres, pues se han amparado bajo mi techo”. Lo que Lot quería decir con sus palabras era esto: estaba dispuesto a entregar a sus dos hijas con el fin de proteger a los mensajeros. Según cualquier cálculo razonable, estas personas deberían haber aceptado las condiciones de Lot y dejado tranquilos a los dos mensajeros; después de todo, los mensajeros eran perfectos extraños para ellos, personas que no tenían absolutamente nada que ver con ellos y nunca habían perjudicado sus intereses. Sin embargo, motivados por su naturaleza malvada, no dejaron ahí el asunto, sino que más bien intensificaron sus esfuerzos. Aquí, otro de sus diálogos puede, sin duda, aportarle a la gente más información de la naturaleza verdaderamente brutal de estas personas mientras que, al mismo tiempo, también les permite saber y comprender la razón por la que Dios deseaba destruir esta ciudad.

Entonces, ¿qué dijeron después? Como la Biblia dice: “¡Hazte a un lado! Y dijeron además: Este vino como extranjero, y ya está actuando como juez; ahora te trataremos a ti peor que a ellos. Y acometieron contra Lot y estaban a punto de romper la puerta”. ¿Por qué querían romper la puerta de Lot? La razón es que estaban ansiosos por infligir daño a esos dos mensajeros. ¿Qué llevó a estos mensajeros a Sodoma? Su propósito al venir era salvar a Lot y su familia, pero las personas de la ciudad equivocadamente pensaron que habían venido a ocupar puestos oficiales. Sin preguntar el propósito de los mensajeros, la gente de la ciudad fundamentó su deseo de querer dañar salvajemente a estos dos mensajeros puramente en conjeturas; querían lastimar a dos personas que no tenían nada que ver en absoluto con ellos. Está claro que las personas de esta ciudad habían perdido totalmente su humanidad y razón. El grado de su locura y salvajismo no era ya diferente de la naturaleza despiadada de Satanás con la que lastima y devora a los hombres.

Cuando exigieron que Lot entregara a estas personas, ¿qué hizo este? Del texto conocemos que Lot no los entregó. ¿Conocía Lot a estos dos mensajeros de Dios? ¡Por supuesto que no! Pero ¿por qué fue capaz de salvar a estas dos personas? ¿Sabía lo que habían venido a hacer? Aunque no era consciente de la razón de su venida, sabía que eran siervos de Dios, y, por tanto, los llevó a su casa. Que les diera tratamiento de “señores” al referirse a estos dos siervos de Dios muestra que Lot era un seguidor habitual de Dios, a diferencia de los demás en Sodoma. Por tanto, cuando los mensajeros de Dios vinieron a él, arriesgó su propia vida para llevar a estos dos siervos a su casa; además, también ofreció a sus dos hijas a cambio con el fin de protegerlos. Este fue el hecho justo de Lot; también fue una expresión tangible de su esencia naturaleza, además de la razón por la que Dios envió a Sus siervos para salvar a Lot. Cuando se enfrentó al peligro, Lot protegió a estos dos siervos sin preocuparse de nada más; intentó incluso intercambiar a sus dos hijas por la seguridad de los siervos. Aparte de Lot, ¿hubiera hecho algo semejante cualquier otra persona de la ciudad? Tal como demuestran los hechos, ¡no, nadie! Así pues, no hace falta decir que todos en Sodoma, salvo Lot, eran un objetivo por destruir, y con justicia: merecían la destrucción.

Sodoma es totalmente aniquilada por ofender la ira de Dios

Cuando las personas de Sodoma vieron a estos dos siervos, no preguntaron la razón de su venida, ni nadie preguntó si habían venido a dar a conocer la voluntad de Dios. Al contrario, formaron una muchedumbre y, sin esperar una explicación, acudieron como perros salvajes o lobos despiadados a capturar a estos dos siervos. ¿Vio Dios estas cosas cuando acontecieron? ¿Qué estaba pensando Dios en Su corazón sobre este tipo de conducta humana, esta clase de suceso? Dios decidió destruir esta ciudad; no dudaría, ni esperaría ni mostraría más paciencia. Su día había llegado, y, por tanto, se dispuso a hacer la obra que deseaba hacer. Así, Génesis 19:24-25 dice: “Luego Jehová mandó lluvia de azufre y fuego del cielo sobre Sodoma y sobre Gomorra y destruyó esas ciudades, toda la llanura, a todos sus habitantes y todo lo que crecía en estas tierras”.* Estos dos versículos hablan del método con el que Dios destruyó esta ciudad, además de las cosas que Dios destruyó. Primero, la Biblia cuenta que Dios quemó la ciudad con fuego, y que la magnitud del mismo fue suficiente para destruir a todas las personas y todo aquello que crecía en la tierra. Es decir, el fuego que cayó del cielo no solo destruyó la ciudad; también destruyó a todas las personas y cosas vivientes en su interior, hasta que no quedó ni rastro. Después de la destrucción de la ciudad, la tierra quedó despojada de seres vivos. No quedaba vida ni ninguna señal de ella en absoluto. La ciudad se había convertido en un erial, un lugar vacío lleno de un silencio mortal. Ya no se cometerían más acciones perversas contra Dios en este lugar, no habría más matanzas ni sangre derramada.

¿Por qué quería quemar Dios esta ciudad completamente? ¿Qué podéis ver aquí? ¿Podía de verdad Dios soportar ver a la humanidad y la naturaleza, Sus propias creaciones, ser destruidas de esta forma? Si puedes discernir la ira de Jehová Dios del fuego enviado desde el cielo, entonces no es difícil ver la magnitud de Su ira, a juzgar por los objetivos de Su destrucción y el grado en que esta ciudad fue aniquilada. Cuando Dios aborrezca una ciudad, enviará Su castigo sobre ella. Cuando Dios esté asqueado con una ciudad, emitirá repetidas advertencias para informar a las personas sobre Su ira. Sin embargo, cuando Dios decida poner fin a una ciudad y destruirla —esto es, cuando Su ira y majestad hayan sido ofendidas— Él no dará más castigos ni advertencias. En su lugar, la destruirá directamente. La hará desaparecer por completo. Este es el carácter justo de Dios.

Después de la insistente hostilidad y resistencia de Sodoma hacia Él, Dios la erradica por completo

Ahora que tenemos un entendimiento general del carácter justo de Dios, podemos volver nuestra atención a la ciudad de Sodoma, un lugar que Dios veía como una ciudad de pecado. Al entender la esencia de esta ciudad, podemos entender por qué quiso Dios destruirla y por qué la destruyó por completo. A partir de esto, podemos llegar a conocer el carácter justo de Dios.

Desde una perspectiva humana, Sodoma era una ciudad que podía satisfacer plenamente el deseo y la perversidad del hombre. Seductora y cautivadora, con música y danza noche tras noche, su prosperidad empujó a los hombres a la fascinación y la locura. Su perversidad corroía los corazones de las personas y las hechizaba hasta la depravación. Era una ciudad en la que los espíritus inmundos y malignos corrían desbocados; rebosaba de pecado y asesinatos y el aire era denso, lleno de un hedor sangriento y pútrido. Era una ciudad que helaba la sangre de las personas, una ciudad de la que uno se alejaría horrorizado. Nadie en esta ciudad —ni hombre ni mujer, ni joven ni viejo— buscaba el camino verdadero; nadie anhelaba la luz o apartarse del pecado. Vivían bajo el control de Satanás, bajo la corrupción y el engaño de Satanás. Habían perdido su humanidad, habían perdido la razón y habían perdido la meta original de la existencia del hombre. Cometieron innumerables actos malvados de resistencia contra Dios; rechazaron Su guía y se opusieron a Su voluntad. Sus actos malvados llevaron a estas personas, la ciudad y todo ser viviente en ella, paso a paso, por el camino de la destrucción.

Aunque estos dos pasajes no registran todos los detalles respecto a la magnitud de la corrupción del pueblo de Sodoma, sino que en cambio se ocupan de su conducta hacia los dos siervos de Dios después de su llegada a la ciudad, hay un simple hecho que revela hasta qué punto las personas de Sodoma eran corruptas, perversas y se resistían a Dios. Con esto, también se pone de manifiesto la verdadera cara y esencia de los habitantes de la ciudad. Estos no solo rehusaron aceptar las advertencias de Dios, sino que no temieron Su castigo. Al contrario, despreciaron la ira de Dios. Se resistieron ciegamente a Él. No importó lo que Dios hiciese o cómo lo hiciese, su naturaleza viciosa solo se intensificaba y se oponían repetidamente a Dios. Las personas de Sodoma eran hostiles a la existencia de Dios, a Su venida, a Su castigo y, aún más, a Sus advertencias. Eran extremadamente arrogantes. Devoraban y lastimaban a todas las personas que podían ser devoradas y lastimadas y no trataron de forma diferente a los siervos de Dios. En cuanto a la totalidad de los hechos malvados cometidos por las personas de Sodoma, hacer daño a los siervos de Dios solo era la punta del iceberg, y su naturaleza malvada que fue así revelada equivalía realmente a apenas una gota en un inmenso mar. Por tanto, Dios decidió destruirlos con fuego. Dios no empleó un diluvio, ni usó un huracán, un terremoto, un tsunami o cualquier otro método para destruir la ciudad. ¿Qué simbolizó el uso del fuego por parte de Dios para destruir la ciudad? Significó la destrucción total de la ciudad; significó que la ciudad desapareció totalmente de la tierra y de la existencia. Aquí, “destrucción” no solo se refiere a la desaparición de la forma y estructura o el aspecto exterior de la ciudad; también significa que las almas de las personas en ella dejaron de existir, habiendo sido totalmente erradicadas. En pocas palabras, todas las personas, acontecimientos y cosas asociados con la ciudad fueron destruidos. No habría una segunda vida o una reencarnación para la gente de esta ciudad; Dios la había erradicado de la humanidad de Su creación, por toda la eternidad. El uso del fuego simbolizó un final para el pecado en este lugar, pues el pecado había sido refrenado allí; dejaría de existir y propagarse. Significaba que la perversidad de Satanás había perdido su tierra fértil, así como el cementerio que le garantizaba un lugar para permanecer y vivir. En la guerra entre Dios y Satanás, el uso del fuego por parte de Dios es la marca de Su victoria con la que Satanás está marcado. La destrucción de Sodoma es un gran tropiezo en la ambición de Satanás de oponerse a Dios corrompiendo y devorando al hombre, y es, de igual forma, una señal humillante de un tiempo en el desarrollo de la humanidad en el que el hombre rechazó la dirección de Dios y se abandonó al vicio. Además, es un registro de una revelación verdadera del carácter justo de Dios.

Cuando el fuego que Dios envió desde el cielo hubo reducido Sodoma a nada más que cenizas, significó que la ciudad llamada “Sodoma” dejaría de existir a partir de entonces, al igual que todo dentro de ella. Fue destruida por la ira de Dios; desapareció bajo la ira y la majestad de Dios. Sodoma recibió su justo castigo y fin a causa del carácter justo de Dios. El final de la existencia de Sodoma se debió a su perversidad, y también al deseo de Dios de no volver a mirar nunca más esta ciudad ni a ninguna de las personas que habían vivido en ella o cualquier vida que hubiese crecido dentro de ella. El “deseo de no mirar nunca más esta ciudad” por parte de Dios es Su ira así como Su majestad. Dios quemó la ciudad porque su maldad y pecado provocaron que Él sintiese ira, repugnancia y aversión hacia ella y desease no ver nunca más esta ciudad ni a ninguna de las personas o seres vivos en su interior. Una vez que la ciudad había terminado de arder, dejando solo cenizas tras ella, había dejado verdaderamente de existir a los ojos de Dios; incluso Su recuerdo de ella desapareció, se borró. Esto significa que el fuego enviado desde el cielo no solo destruyó toda la ciudad de Sodoma, no solo destruyó a las personas tan llenas de pecado en su interior, ni tampoco destruyó solamente todas las cosas que en ella fueron manchadas por el pecado; más allá de estas cosas, el fuego también destruyó los recuerdos de la perversidad y la resistencia de la humanidad contra Dios. Este fue el propósito de Dios al quemar la ciudad.

Esta humanidad se había vuelto corrupta hasta el extremo. Esta gente no conocía a Dios ni de dónde provenían ellos mismos. Si les mencionabas a Dios, te atacaban, difamaban y blasfemaban. Incluso cuando los siervos de Dios habían venido a difundir Su advertencia, estas personas corruptas no solo no mostraron signos de arrepentimiento y no abandonaron su conducta malvada, sino, al contrario, hicieron daño descaradamente a los siervos de Dios. Lo que expresaron y pusieron de manifiesto fue su esencia naturaleza de extrema hostilidad hacia Dios. Se puede ver que la resistencia contra Dios de estas personas corruptas era más que una revelación de su carácter corrupto, del mismo modo que era más que un ejemplo de difamación o burla que simplemente brotaba de una falta de entendimiento de la verdad. Ni la estupidez ni la ignorancia causaron su conducta malvada; estas personas actuaban de este modo no porque hubiesen sido engañadas, y sin duda no fue porque hubiesen sido confundidas. Su conducta había alcanzado el nivel del antagonismo flagrantemente descarado, la oposición y el clamor contra Dios. Sin duda, este tipo de conducta humana enfurecería a Dios, y enfurecería Su carácter —un carácter que no debe ser ofendido—. Por tanto, Dios desató directa y abiertamente Su ira y Su majestad; esta fue una verdadera revelación de Su carácter justo. Frente a una ciudad que desbordaba pecado, Dios deseaba destruirla de la manera más rápida posible; deseaba erradicar al pueblo en ella y la totalidad de sus pecados de la forma más completa, hacer que los habitantes de esta ciudad dejasen de existir y que el pecado no se multiplicase más en ese lugar. La forma más rápida y completa de hacerlo era quemarla con fuego. La actitud de Dios hacia el pueblo de Sodoma no fue una de abandono o desconsideración. En su lugar, Él usó Su ira, majestad y autoridad para castigar, golpear y destruir totalmente a estas personas. Su actitud hacia ellos no fue solo una de destrucción física sino también de destrucción del alma, una erradicación eterna. Esta es la verdadera implicación de lo que Dios quiere decir con las palabras “dejasen de existir”.

Aunque la ira de Dios está oculta y es desconocida para el hombre, no tolera ofensa

El trato de Dios hacia la totalidad de la humanidad, tan insensata e ignorante como esta es, se basa principalmente en la misericordia y la tolerancia. Su ira, por el contrario, se mantiene oculta la mayor parte del tiempo y en la mayor parte de sucesos; es desconocida para el hombre. Como consecuencia, es difícil para el hombre ver a Dios expresar Su ira, y también le es difícil entenderla. De ahí que el hombre se tome a la ligera la ira de Dios. Cuando el hombre se enfrenta a la obra y el paso final de Dios de la tolerancia y el perdón del hombre, esto es, cuando el ejemplo final de la misericordia de Dios y Su advertencia final alcanza a la humanidad, si la gente sigue utilizando los mismos métodos para oponerse a Dios y no hace ningún esfuerzo para arrepentirse, enmendar sus caminos y aceptar Su misericordia, entonces Dios ya no les concederá más Su tolerancia y paciencia. Al contrario, Dios retirará Su misericordia en ese momento. Después de esto, Él sólo enviará Su ira. Él puede expresar Su ira de formas diferentes, del mismo modo que puede usar diferentes métodos para castigar y destruir a las personas.

El uso del fuego por parte de Dios para destruir la ciudad de Sodoma es Su método más rápido de aniquilar totalmente a la humanidad o a cualquier otra cosa. Quemar a las personas de Sodoma destruyó más que sus cuerpos físicos; destruyó la totalidad de sus espíritus, sus almas y sus cuerpos, garantizando que las personas dentro de la ciudad dejaran de existir tanto en el mundo material como en el mundo que es invisible al hombre. Esta es una forma en la que Dios revela y expresa Su ira. Esta forma de revelación y expresión es un aspecto de la esencia de la ira de Dios, del mismo modo que naturalmente también es una revelación de la esencia del carácter justo de Dios. Cuando Dios envía Su ira, deja de mostrar misericordia o benignidad; tampoco despliega más Su tolerancia o paciencia; no hay persona, cosa o razón que pueda persuadirlo para que continúe siendo paciente, dé otra vez Su misericordia y conceda Su tolerancia una vez más. En lugar de estas cosas, sin un momento de duda, Dios envía Su ira y majestad, hace lo que desea. Hará estas cosas de una manera rápida y limpia de acuerdo con Sus propios deseos. Esta es la forma en la que Dios envía Su ira y majestad, que el hombre no debe ofender, y también es una expresión de un aspecto de Su carácter justo. Cuando las personas ven a Dios mostrando preocupación y amor por el hombre, son incapaces de detectar Su ira, ver Su majestad o sentir Su intolerancia hacia la ofensa. Estas cosas siempre han llevado a las personas a creer que el carácter justo de Dios solo contiene misericordia, tolerancia y amor. Sin embargo, cuando uno ve a Dios destruir una ciudad o detestar a una humanidad, Su ira en la destrucción del hombre y Su majestad permiten a las personas ver el otro lado de Su carácter justo. Esta es la intolerancia de Dios a la ofensa. El carácter de Dios que no tolera ofensa sobrepasa la imaginación de cualquier ser creado y, entre los seres no creados, ninguno es capaz de interferir en él o afectarlo, y mucho menos puede ser suplantado o imitado. Así pues, este aspecto del carácter de Dios es uno que la humanidad debería conocer al máximo. Sólo Dios mismo tiene este tipo de carácter y sólo Dios mismo posee este tipo de carácter. Dios posee este tipo de carácter justo porque detesta la maldad, las tinieblas, la rebeldía y los actos perversos de Satanás, que corrompen y devoran a la humanidad, porque Él detesta todos los actos de pecado en oposición a Él y debido a Su esencia santa y pura. Por esto es por lo que Él no sufrirá a ninguno de los seres creados o no creados oponiéndose a Él o disputando con Él. Incluso si un individuo hacia el que Él hubo mostrado alguna vez misericordia o al que había escogido, solo necesita provocar Su carácter y transgredir Su principio de paciencia y tolerancia, Él liberará y revelará Su carácter justo que no tolera ofensa sin la más mínima misericordia o duda.

La ira de Dios es una salvaguardia para todas las fuerzas de la justicia y todas las cosas positivas

Al entender estos ejemplos del discurso, los pensamientos y las acciones de Dios, ¿eres capaz de entender el carácter justo de Dios, un carácter que no tolerará ser ofendido por el hombre? En pocas palabras, independientemente de lo que el hombre entienda de ello, este es un aspecto del carácter de Dios mismo y es único de Él. La intolerancia a la ofensa por parte de Dios es Su esencia única; la ira de Dios es Su carácter único; la majestad de Dios es Su esencia única. El principio detrás de la ira de Dios es la demostración de Su identidad y el estatus que sólo Él posee. No hace falta decir que este principio es también un símbolo de la esencia del único Dios mismo. El carácter de Dios es Su propia esencia inherente, que no cambia en absoluto con el paso del tiempo, ni se ve alterada por los cambios de localización geográfica. Su carácter inherente es Su esencia intrínseca. Independientemente de sobre quién lleve a cabo Su obra, Su esencia no cambia, y tampoco lo hace Su carácter justo. Cuando uno enoja a Dios, lo que Dios envía es Su carácter inherente; en este momento el principio detrás de Su ira no cambia, ni tampoco Su identidad y estatus únicos. Él no se enoja debido a un cambio en Su esencia o porque diferentes elementos surgen de Su carácter, sino porque la oposición del hombre contra Él ofende Su carácter. La flagrante provocación del hombre hacia Dios es un desafío serio a la propia identidad y estatus de Dios. Bajo el punto de vista de Dios, cuando el hombre lo desafía, está compitiendo con Él y tienta a Su ira. Cuando el hombre se opone a Dios, cuando compite con Dios, cuando tienta continuamente la ira de Dios —y es en estos tiempos cuando el pecado prolifera— la ira de Dios se revelará y presentará de forma natural. Por tanto, la expresión de Su ira por parte de Dios es un símbolo de que todas las fuerzas perversas dejarán de existir y es un símbolo de que todas las fuerzas hostiles serán destruidas. Esta es la singularidad del justo carácter de Dios y de Su ira. Cuando la dignidad y la santidad de Dios son desafiadas, cuando las fuerzas de la justicia son obstruidas y no son vistas por el hombre, entonces Dios enviará Su ira. Debido a la esencia de Dios, todas esas fuerzas sobre la tierra que compiten con Dios, se oponen y enfrentan a Él, son perversas, corruptas e injustas; proceden de Satanás y le pertenecen. Como Dios es justo y es de la luz y perfectamente santo, así todas las cosas perversas, corruptas y pertenecientes a Satanás desaparecerán cuando se desate la ira de Dios.

Aunque el derramamiento de la ira de Dios es un aspecto de la expresión de Su carácter justo, la ira de Dios no es en absoluto indiscriminada en cuanto a su objetivo y tampoco carece de principios. Al contrario, Dios no se enfurece rápido en absoluto, ni revela Su ira y Su majestad a la ligera. Además, la ira de Dios se controla y mide bastante; no es en absoluto comparable a cómo acostumbra el hombre a estallar de furia o dar rienda suelta a su ira. La Biblia registra muchas conversaciones entre el hombre y Dios. Las palabras de algunos de estos individuos involucrados en la conversación eran superficiales, ignorantes e infantiles, pero Dios no los mató ni los condenó. En particular, durante la prueba de Job, ¿cómo trató Jehová Dios a los tres amigos de Job y a los demás después de oír las palabras que hablaron a Job? ¿Los condenó? ¿Se enfureció con ellos? ¡No hizo nada semejante! En su lugar, Él le dijo a Job que rogase y orase por ellos, y Dios mismo no se tomó a pecho sus errores. Todos estos ejemplos representan la actitud principal con la que Dios trata a la humanidad, a pesar de lo corrupta e ignorante que esta es. Por tanto, la liberación de la ira de Dios no es en absoluto una expresión de Su ánimo ni es una forma de dar rienda suelta a Sus sentimientos. Contrariamente a la mala interpretación del hombre, la ira de Dios no es una erupción de furia completa. Dios no desata Su ira porque sea incapaz de controlar Su propio estado de ánimo o porque Su enojo haya alcanzado su punto de ebullición y deba ser descargado. Al contrario, Su ira es una muestra y una expresión genuina de Su carácter justo y es una revelación simbólica de Su esencia santa. Dios es ira, y Él no tolera que lo ofendan. Esto no quiere decir que el enfado de Dios no distinga entre causas o no tenga principios; la humanidad corrupta es la que tiene un derecho exclusivo de los estallidos de furia aleatorios y sin principios, una furia que no distingue entre causas. Una vez que el hombre tiene estatus, encontrará frecuentemente difícil controlar su estado de ánimo y disfrutará aprovechándose de oportunidades para expresar su insatisfacción y dar rienda suelta a sus emociones; a menudo estallará de furia sin razón aparente, como para revelar su capacidad y hacer que otros sepan que su estatus e identidad son diferentes de los de las personas ordinarias. Por supuesto, las personas corruptas, sin estatus alguno, también pierden a menudo el control. Su enojo es a menudo provocado por un daño a sus intereses privados. Con el fin de proteger su propio estatus y dignidad, darán frecuentemente rienda suelta a sus emociones y revelarán su naturaleza arrogante. El hombre estallará de ira y descargará sus emociones a fin de defender la existencia del pecado, y estas acciones son las formas en las que el hombre expresa su insatisfacción; rebosan de impurezas; de conspiraciones e intrigas, de la corrupción y la perversidad del hombre y, más que otra cosa, rebosan de las ambiciones y los deseos salvajes del hombre. Cuando la justicia choca con la maldad, la furia del hombre no estallará en defensa de la existencia de la justicia o para hacerla valer; al contrario, cuando las fuerzas de la justicia son amenazadas, perseguidas y atacadas, la actitud del hombre es la de pasar por alto, evadirse o encogerse. Sin embargo, cuando se enfrenta a las fuerzas de la perversidad, la actitud del hombre es la del acomodo, la reverencia y la sumisión. Por tanto, el desahogo del hombre es un escape para las fuerzas perversas, una expresión de la conducta perversa descontrolada e imparable del hombre carnal. Cuando Dios envíe Su ira, sin embargo, todas las fuerzas perversas serán detenidas, todos los pecados que hacen daño al hombre serán refrenados, todas las fuerzas hostiles que obstruyen la obra de Dios serán reveladas, separadas y malditas, mientras que todos los cómplices de Satanás que se oponen a Dios serán castigados y erradicados. En su lugar, la obra de Dios continuará libre de cualquier obstáculo, el plan de gestión de Dios continuará desarrollándose paso a paso según lo planeado, y Satanás ya no perturbará ni desorientará al pueblo escogido de Dios, mientras que aquellos que siguen a Dios disfrutarán de Su liderazgo y Su provisión en entornos tranquilos y apacibles. La ira de Dios es una salvaguardia que evita que todas las fuerzas perversas se multipliquen y proliferen, y es también una salvaguardia que protege la existencia y la propagación de todas las cosas que son justas y positivas, y las guarda eternamente de la supresión y la subversión.

¿Podéis ver la esencia de la ira de Dios en Su destrucción de Sodoma? ¿Hay algo más mezclado en Su furia? ¿Es pura la furia de Dios? Usando las palabras del hombre, ¿está la ira de Dios sin adulterar? ¿Hay alguna estratagema de engaño detrás de Su ira? ¿Existe alguna conspiración? ¿Hay secretos indecibles? Puedo deciros firme y solemnemente: no hay parte de la ira de Dios que pueda llevar a uno a la duda. Su enojo es total, sin adulterar, no alberga otros propósitos o metas. Las razones detrás de Su ira son puras, intachables y están por encima de la crítica. Es una revelación y un despliegue natural de Su santa esencia; es algo que no posee ninguno de los seres creados. Es una parte del singular carácter justo de Dios, y también es una diferencia impactante entre las respectivas esencias del Creador y los seres creados.

Independientemente de si uno se enoja a la vista de los demás o a sus espaldas, la furia de cada uno tiene una intención o un propósito diferente. Quizás estén construyendo su propio prestigio o defendiendo sus propios intereses, manteniendo su imagen o guardando las apariencias. Algunos ejercen el control en su enojo, mientras que otros son más impulsivos y permiten que estalle su furia cada vez que quieren sin la más mínima contención. En resumen, la ira del hombre deriva de su carácter corrupto. No importa cuál sea su propósito, es de la carne y de la naturaleza; no tiene nada que ver con la justicia o la injusticia porque nada en la esencia naturaleza humana se corresponde con la verdad. Por tanto, el temperamento corrupto de la humanidad y la ira de Dios no deberían mencionarse en la misma frase. Sin excepción, el comportamiento de un hombre corrompido por Satanás comienza con el deseo de salvaguardar la corrupción, y de hecho se basa en la corrupción; por eso, el enojo del hombre no puede mencionarse en la misma frase que la ira de Dios, independientemente de lo apropiada que la ira del hombre pueda parecer en teoría. Cuando Dios envía Su ira, las fuerzas perversas son controladas y las cosas perversas destruidas, mientras las cosas justas y positivas llegan a disfrutar del cuidado y la protección de Dios y se les permite continuar. Dios envía Su ira porque las cosas injustas, negativas y perversas obstruyen, perturban o destruyen la actividad y el desarrollo normales de las cosas justas y positivas. El objetivo de la ira de Dios no es salvaguardar Su propio estatus e identidad, sino la existencia de las cosas justas, positivas, bellas y buenas, las leyes y el orden de la supervivencia normal de la humanidad. Esta es la causa principal de la ira de Dios. La furia de Dios es una revelación muy apropiada, natural y verdadera de Su carácter. No hay intenciones ocultas en Su furia, ni engaño ni conspiración, y mucho menos deseo, astucia, malicia, violencia, perversidad o cualquier otro de los rasgos compartidos por la humanidad corrupta. Antes de que Dios envíe Su furia, ya ha percibido la esencia de cada asunto de forma bastante clara y completa, y ya ha formulado definiciones y conclusiones precisas y claras. Así pues, el objetivo de Dios en todo lo que acomete es totalmente claro, como lo es Su actitud. Él no está confundido ni ciego, no es impulsivo ni descuidado y, desde luego, no carece de principios. Este es el aspecto práctico de la ira de Dios y, debido a este aspecto práctico de la ira de Dios, la humanidad ha alcanzado su existencia normal. Sin la ira de Dios, la humanidad descendería a condiciones de vida anormales y todas las cosas justas, bellas y buenas serían destruidas y dejarían de existir. Sin la ira de Dios, las leyes y reglas de existencia para los seres creados serían quebrantadas o incluso totalmente trastocadas. Desde la creación del hombre, Dios ha utilizado continuamente Su carácter justo para salvaguardar y sustentar la existencia normal de la humanidad. Debido a que Su carácter justo contiene ira y majestad, todas las personas, acontecimientos y cosas perversas, y todo lo que perturba y daña la existencia normal de la humanidad es castigado, controlado y destruido como resultado de Su ira. A lo largo de los pasados milenios, Dios ha utilizado continuamente Su carácter justo para derribar y destruir a todos los tipos de espíritus inmundos y malvados que se oponen a Él y actúan como cómplices de Satanás y como lacayos en la obra de Dios de gestionar a la humanidad. Así pues, la obra de salvación del hombre por parte de Dios siempre ha avanzado de acuerdo con Su plan. Es decir que, debido a la existencia de la ira de Dios, las causas más rectas de la humanidad nunca han sido destruidas.

Ahora que tenéis un entendimiento de la esencia de la ira de Dios, ¡debéis tener sin duda un entendimiento incluso mejor de cómo distinguir la perversidad de Satanás!

Aunque Satanás parece humano, justo y virtuoso, la esencia de Satanás es cruel y perversa

Satanás se gana su reputación engañando a la gente y a menudo se establece como una vanguardia y un modelo de rectitud. Bajo la falsa pretensión de la salvaguarda de la rectitud, lastima a la gente, devora su alma y emplea toda clase de medios para paralizar, desorientar y provocar al hombre. Su objetivo es que el hombre apruebe y siga con su conducta perversa, hacer que el hombre se una a él en oposición a la autoridad y la soberanía de Dios. Sin embargo, cuando uno descubre sus artimañas y conspiraciones y descubre sus rasgos viles, y cuando uno no desea continuar siendo pisoteado y engañado por él o seguir esclavizado o castigado y destruido junto a él, entonces Satanás cambia sus rasgos previamente santos y se quita su falsa máscara para revelar su verdadero rostro, que es perverso, despiadado, feo y salvaje. No querría nada más que exterminar a todos aquellos que se niegan a seguirle y se oponen a sus fuerzas perversas. En este punto, Satanás ya no puede asumir más un aspecto digno de confianza, caballeroso; en su lugar, sus rasgos verdaderamente feos y diabólicos se revelan bajo el disfraz de cordero. Una vez que las estratagemas de Satanás salen a la luz y quedan expuestos sus verdaderos rasgos, este montará en cólera y exhibirá su barbarie. Después de esto, su deseo de lastimar y devorar a las personas solo se intensificará. Le enfurece el despertar del hombre a la verdad y desarrolla un odio poderoso y vengativo hacia el hombre por su aspiración de anhelar la libertad y la luz, y escaparse de su prisión. Su furia tiene el propósito de defender y hacer valer su perversidad, y es también una verdadera revelación de su naturaleza salvaje.

En todo asunto, el comportamiento de Satanás pone de manifiesto su naturaleza perversa. A partir de los actos perversos que Satanás ha llevado a cabo sobre el hombre —desde sus primeros esfuerzos para desorientar al hombre a seguirle, hasta su explotación de este, en la que lo arrastra hacia sus perversas acciones, al carácter vengativo de Satanás hacia el hombre después de que sus verdaderos rasgos hayan quedado expuestos y el hombre lo haya reconocido y abandonado— ninguno de estos actos es incapaz de descubrir la esencia perversa de Satanás ni demuestra el hecho de que Satanás no tenga relación con las cosas positivas ni sea fuente de todas las cosas perversas. Cada una de sus acciones salvaguarda su perversidad, mantiene la continuación de sus actos perversos, va en contra de las cosas justas y positivas, y destruye las leyes y el orden de la existencia normal de la humanidad. Estos actos de Satanás son hostiles a Dios y serán destruidos por la ira de Dios. Aunque Satanás tiene su propia furia, esta solo es un medio de dar rienda suelta a su naturaleza perversa. La razón por la que Satanás está exasperado y furioso es esta: sus artimañas indecibles han quedado expuestas; sus conspiraciones no se saldrán fácilmente con la suya; su ambición y deseo salvaje de reemplazar a Dios y actuar como si Dios hubiese sido golpeado y bloqueado, y su objetivo de controlar a toda la humanidad ha quedado en nada y nunca se podrá conseguir. Lo que ha evitado que las conspiraciones de Satanás lleguen a buen término y ha cortado la difusión y propagación de la perversidad de Satanás es la repetida invocación de Su ira, una vez tras otra. Por esta razón, Satanás aborrece y teme la ira de Dios. Cada vez que desciende la ira de Dios, esta no solo desenmascara el auténtico aspecto vil de Satanás, sino que expone a la luz sus deseos perversos y, en el proceso, las razones de la furia de Satanás contra la humanidad quedan al descubierto. La erupción de la furia de Satanás es una revelación verdadera de su naturaleza perversa y una exposición de sus artimañas. Por supuesto, cada vez que Satanás se enfurece, anuncia la destrucción de cosas perversas y la protección y continuación de cosas positivas; ¡anuncia el hecho verdadero de que la ira de Dios no puede ser ofendida!

Uno no debe basarse en la experiencia y la imaginación para conocer el carácter justo de Dios

Cuando te encuentres frente al juicio y el castigo de Dios, ¿dirás que la palabra de Dios está adulterada? ¿Dirás que hay una historia detrás de la ira de Dios y que está adulterada? ¿Difamarás a Dios diciendo que Su carácter no es necesariamente totalmente justo? Al tratar con cada uno de los actos de Dios, primero debes estar seguro de que el carácter justo de Dios está libre de cualquier otro elemento, de que es santo y perfecto. Estos actos incluyen la caída, el castigo y la destrucción de la humanidad. Sin excepción, cada uno de los actos de Dios se hace estrictamente de acuerdo con Su carácter inherente y Su plan, y no incluye ningún elemento del conocimiento, la tradición y la filosofía de la humanidad. Cada uno de los actos de Dios es una expresión de Su carácter y esencia, sin relación con ninguna cosa que pertenezca a la humanidad corrupta. La humanidad tiene la noción de que solo el amor, la misericordia y la tolerancia de Dios hacia la humanidad son perfectos, no adulterados y santos, y nadie sabe que la furia de Dios y Su ira están igualmente sin adulterar; además, nadie ha contemplado preguntas como por qué no tolera Dios la ofensa o por qué es tan grande Su furia. Al contrario, algunos confunden la ira de Dios con un mal temperamento como el de la humanidad corrupta y malinterpretan el enojo de Dios como si fuera lo mismo que la furia de la humanidad corrupta. Incluso suponen erróneamente que la furia de Dios es justo como la revelación natural del carácter humano corrupto y que la emisión de la ira de Dios es justo como el enojo de la gente corrupta cuando se enfrentan una situación infeliz y creen incluso que la emisión de la ira de Dios es una expresión de Su estado de ánimo. Después de esta enseñanza, espero que ninguno de vosotros tenga más ideas equivocadas, imaginaciones o especulaciones acerca del carácter justo de Dios. Espero que, después de oír Mis palabras, tengáis tener un verdadero reconocimiento en vuestro corazón de la ira del carácter justo de Dios, que dejéis de lado cualquier entendimiento falaz anterior de la ira de Dios, y que cambiéis vuestros propios conocimientos y puntos de vista equivocados de la esencia de la ira de Dios. Además, espero que tengáis una definición precisa del carácter de Dios en vuestros corazones, que no tengáis ya ninguna duda en relación al carácter justo de Dios y que no impongáis ningún razonamiento o imaginación humanos sobre el verdadero carácter de Dios. El carácter justo de Dios es la propia esencia verdadera de Dios. No es algo escrito o moldeado por el hombre. Su carácter justo es Su carácter justo y no tiene relación o conexión con ningún ser creado. Dios mismo es Dios mismo. Él nunca pasará a ser un ser creado, e incluso si se vuelve un miembro de los seres creados, Su carácter y esencia inherentes no cambiarán. Por tanto, conocer a Dios no es lo mismo que conocer un objeto; conocer a Dios no es diseccionar algo ni es lo mismo que entender a una persona. Si el hombre usa el concepto o el método de conocer un objeto o entender a una persona para conocer a Dios, entonces nunca será capaz de alcanzar el conocimiento de Dios. Conocer a Dios no depende de la experiencia o la imaginación y, por tanto no debes imponer nunca tu experiencia o imaginación sobre Dios; no importa cuán rica puedan ser tu experiencia y tu imaginación, siguen siendo limitadas. Es más, tu imaginación no se corresponde con hechos y mucho menos con la verdad, y es incompatible con el verdadero carácter y esencia de Dios. Nunca tendrás éxito si confías en tu imaginación para entender la esencia de Dios. El único camino es este: aceptar todo lo que viene de Dios y después experimentarlo y entenderlo poco a poco. Habrá un día en el que Dios te esclarezca para entenderlo y conocerlo verdaderamente debido a tu cooperación y a tu hambre y sed de la verdad. Y con esto, concluyamos esta parte de nuestra conversación.

La humanidad se gana la misericordia y la tolerancia de Dios por medio del arrepentimiento sincero

Lo que viene a continuación es la historia bíblica de “la salvación de Nínive por parte de Dios”.

Jonás 1:1-2 Luego la palabra de Jehová vino a Jonás, hijo de Amitai, y le dijo: Levántate, ve a Nínive, esa gran ciudad, y adviérteles en voz alta; ya que su maldad ha llegado a Mí.*

Jonás 3 Y la palabra de Jehová vino a Jonás por segunda vez diciendo: Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad y predícales el mensaje que Yo te doy. Entonces, Jonás se levantó y fue a Nínive, de acuerdo con la palabra de Jehová. Nínive era una ciudad extremadamente grande a tres días de camino. Y Jonás comenzó a entrar a la ciudad a un día de camino y gritó y dijo: En cuarenta días Nínive será destruida. Entonces la gente de Nínive creyó a Dios, y declararon un ayuno, y se pusieron un hábito de penitencia, desde el más importante hasta el menor de ellos. Porque el rey de Nínive se enteró y se levantó de su trono, se quitó su vestidura y se puso un hábito de penitencia y se sentó sobre cenizas. Y mandó que se proclamara y publicara mediante decreto del rey y sus nobles, ordenó a todo Nínive diciendo: Que ningún hombre ni bestia, manada o bandada, coman nada, ni siquiera que beban agua. Pero que todos los hombres y las bestias estén cubiertos con hábito de penitencia y que clamen con todas sus fuerzas a Dios; que todos se arrepientan de sus caminos de maldad y se despojen de toda la violencia de sus manos. ¿Cómo saber si Dios no cambiará y se arrepentirá, y se alejará de su gran ira, y no permitirá que muramos? Y Dios vio sus obras que ellos se habían arrepentido de su maldad; y Dios se arrepintió del mal que Él había anunciado para ellos y no lo cumplió.*

Jonás 4 Pero esto le desagradó mucho a Jonás y estuvo muy molesto, por lo que oró a Jehová, y dijo: Te suplico, oh Jehová, ¿no era esto lo que decía yo cuando todavía estaba en mi país? Por ese motivo tuve que huir a Tarsis, porque sabía que Tú eres un Dios de gracia y de misericordia, que no te molestas pronto, y que eres muy bondadoso, y que te arrepientes de hacer el mal. Por lo tanto, ahora, oh Jehová, te suplico que tomes mi vida porque es mejor que yo muera y no que viva. Luego Jehová le dijo: ¿Crees que está bien que te molestes? Entonces, Jonás salió de la ciudad y se sentó al este de la misma; se construyó ahí una enramada y se sentó ahí a la sombra hasta que pudo ver lo que pasaba con la ciudad. Y Jehová preparó una enredadera de calabaza e hizo que creciera sobre Jonás de tal manera que le sirviera de sombra sobre su cabeza y le aliviara su sufrimiento. Entonces Jonás estaba demasiado feliz con esta enredadera. Pero al día siguiente muy temprano en la mañana, Dios hizo que apareciera un gusano que destruyó la enredadera de calabaza hasta quedar marchita. Y sucedió que cuando el sol salió, Dios hizo que soplara un fuerte viento desde el este; y el sol caía en la cabeza de Jonás, y sentía que se desmayaba y deseaba dentro de él morir, y se decía: es mejor que muera a que viva. Y Dios le dijo a Jonás: ¿Crees que está bien que te molestes por la enredadera de calabaza? Y él respondió: sí, está bien que me moleste e inclusive que me muera. Luego, Jehová le dijo: sientes pena por la enredadera que no has hecho ningún esfuerzo ni la has hecho crecer, que salió una noche y en una noche se secó. ¿No sentiré Yo compasión por Nínive, esa gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil personas que no pueden ver la diferencia entre su mano izquierda y su derecha y donde también hay mucho ganado?*

Sinopsis de la historia de Nínive

Aunque el relato de “la salvación de Nínive por parte de Dios” es breve en longitud, permite a uno ver la otra faceta del carácter justo de Dios. Con el fin de entender exactamente en qué consiste esa faceta, debemos volver a las Escrituras y revisar uno de los actos de Dios, el que llevo a cabo en el trascurso de Su obra.

Veamos primero el principio de esta historia: “Luego la palabra de Jehová vino a Jonás, hijo de Amitai, y le dijo: Levántate, ve a Nínive, esa gran ciudad, y adviérteles en voz alta; ya que su maldad ha llegado a Mí” (Jonás 1:1-2).* En este pasaje de las Escrituras, sabemos que Jehová Dios mandó a Jonás ir a la ciudad de Nínive. ¿Por qué le ordenó a Jonás ir a esta ciudad? La Biblia es muy clara sobre esto: la maldad de las personas de esta ciudad se había presentado ante Jehová Dios, y por tanto Él envió a Jonás a proclamarles lo que pretendía hacer. Aunque no hay nada escrito que diga quién era Jonás, esto, por supuesto, no tiene relación con conocer a Dios y, por lo tanto, no necesitáis entender a este hombre, Jonás. Solo necesitáis saber lo que Dios le ordenó a Jonás que hiciera y cuáles fueron Sus razones para hacer tal cosa.

La advertencia de Jehová Dios llega a los ninivitas

Continuemos con el segundo pasaje, el tercer capítulo del libro de Jonás: “Y Jonás comenzó a entrar a la ciudad a un día de camino y gritó y dijo: En cuarenta días Nínive será destruida”.* Estas son las palabras que Dios transmitió directamente a Jonás para que las dijese a los ninivitas, así que, por supuesto, estas son las palabras que Jehová deseaba decir a los ninivitas. Estas palabras le dan a conocer a la gente que Dios comenzaba a detestar y aborrecer a las personas de la ciudad debido a que su maldad había llamado Su atención y, por tanto, deseaba destruir esta ciudad. Sin embargo, antes de destruir la ciudad, Dios haría un anuncio a los ninivitas y les daba al mismo tiempo una oportunidad de arrepentirse de su maldad y comenzar de nuevo. Esta oportunidad duraría cuarenta días, no más. En otras palabras, si las personas de la ciudad no se arrepentían, no admitían sus pecados y se postraban delante de Jehová Dios en cuarenta días, Dios destruiría la ciudad tal como hizo con Sodoma. Esto es lo que Jehová Dios deseaba decir a las personas de Nínive. Sin duda, esta no era una simple declaración. No solo transmitía la ira de Jehová Dios, sino también Su actitud hacia los ninivitas, mientras que al mismo tiempo servía como advertencia solemne a las personas que vivían en la ciudad. Esta advertencia les decía que sus actos malvados les habían hecho ganarse el odio de Jehová Dios y las llevarían pronto al borde de su propia aniquilación. La vida de todos los habitantes de Nínive estaba por tanto en peligro inminente.

El marcado contraste entre la reacción de Nínive y de Sodoma a la advertencia de Dios

¿Qué significa ser destruida? En términos coloquiales, significa no seguir existiendo. Pero, ¿de qué forma? ¿Quién podría destruir toda una ciudad? Sería imposible para el hombre llevar a cabo tal acto, por supuesto. Los habitantes de Nínive no eran insensatos; tan pronto como oyeron esta proclamación, captaron la idea. Sabían que provenía de Dios; sabían que Dios iba a llevar a cabo Su obra y sabían que su maldad había enfurecido a Jehová Dios y llevado Su ira sobre ellos, de forma que pronto serían destruidos junto a su ciudad. ¿Cómo se comportó el pueblo de la ciudad después de oír la advertencia de Jehová Dios? La Biblia describe con detalles específicos cómo reaccionaron estas personas, desde su rey hasta la gente común. Las siguientes palabras se registraron en las Escrituras: “Entonces la gente de Nínive creyó a Dios, y declararon un ayuno, y se pusieron un hábito de penitencia, desde el más importante hasta el menor de ellos. Porque el rey de Nínive se enteró y se levantó de su trono, se quitó su vestidura y se puso un hábito de penitencia y se sentó sobre cenizas. Y mandó que se proclamara y publicara mediante decreto del rey y sus nobles, ordenó a todo Nínive diciendo: Que ningún hombre ni bestia, manada o bandada, coman nada, ni siquiera que beban agua. Pero que todos los hombres y las bestias estén cubiertos con hábito de penitencia y que clamen con todas sus fuerzas a Dios; que todos se arrepientan de sus caminos de maldad y se despojen de toda la violencia de sus manos […]” (Jonás 3:5-9).*

Después de oír la proclamación de Jehová Dios, el pueblo de Nínive mostró una actitud totalmente opuesta a la del pueblo de Sodoma, mientras que el pueblo de Sodoma se opuso abiertamente a Dios, continuaron de mal en peor, después de oír estas palabras, los ninivitas no ignoraron el asunto ni se resistieron. En su lugar, creyeron en Dios y declararon un ayuno. ¿A qué se refiere aquí la palabra “creyeron”? La palabra en sí sugiere fe y sumisión. Si usamos el comportamiento práctico de los ninivitas para explicar esta palabra, significa que creyeron que Dios podía hacer y haría lo que decía y que estaban dispuestos a arrepentirse. ¿Sintió miedo el pueblo de Nínive frente al desastre inminente? Su creencia fue la que puso el miedo en sus corazones. Entonces, ¿qué podemos usar para demostrar la creencia y el miedo de los ninivitas? Es como la Biblia dice: “[…] declararon un ayuno, y se pusieron un hábito de penitencia, desde el más importante hasta el menor de ellos”.* Es decir, los ninivitas creían verdaderamente, y de esa creencia vino el miedo, que después los llevó al ayuno y a vestir el hábito de penitencia. Así es como mostraron que estaban empezando a arrepentirse. Totalmente al contrario del pueblo de Sodoma, los ninivitas no solo no se opusieron a Dios, sino que también mostraron claramente su arrepentimiento por medio de su comportamiento y sus acciones. Por supuesto, esto fue algo que hizo todo el pueblo de Nínive, no solo el pueblo llano; el rey no fue una excepción.

El arrepentimiento del rey de Nínive se gana el elogio de Jehová Dios

Cuando el rey de Nínive oyó estas noticias, se levantó de su trono, se quitó su túnica, se vistió de cilicio y se sentó sobre cenizas. Después proclamó que no se permitiría comer nada a nadie en la ciudad, y que ni a los corderos, los bueyes o cualquier otra cabeza de ganado se le permitiría pastar o beber agua. Los hombres y el ganado por igual debían vestir de cilicio, y las personas harían fervientes ruegos a Dios. El rey también proclamó que cada uno de ellos se apartase del mal camino y abandonase la violencia en sus manos. A juzgar por esta serie de acciones, el rey de Nínive albergaba un arrepentimiento sincero en su corazón. Esta serie de acciones que llevó a cabo —levantarse de su trono, quitarse su túnica de rey, vestir de cilicio y sentarse sobre cenizas— le revelan a la gente que el rey de Nínive estaba dejando de lado su estatus real y vestía de cilicio junto al pueblo llano. Es decir, el rey de Nínive no ocupaba su puesto real para continuar con su camino malvado o la violencia en sus manos después de oír el anuncio de Jehová Dios; en su lugar, dejó de lado la autoridad que ostentaba y se arrepintió delante de Jehová Dios. En este momento, el rey de Nínive no se estaba arrepintiendo como un rey; había venido delante de Dios para arrepentirse y confesar sus pecados como un súbdito ordinario de Dios. Además, también dijo a toda la ciudad que se arrepintiese y confesase sus pecados delante de Dios de la misma forma que había hecho él; adicionalmente, tenía un plan específico en cuanto a cómo hacerlo, como se ve en las Escrituras: “Que ningún hombre ni bestia, manada o bandada, coman nada, ni siquiera que beban agua. […] y que clamen con todas sus fuerzas a Dios; que todos se arrepientan de sus caminos de maldad y se despojen de toda la violencia de sus manos”.* Como gobernador de la ciudad, el rey de Nínive poseía un estatus y un poder supremo y podía hacer cualquier cosa que desease. Cuando se enfrentó al anuncio de Jehová Dios, podía haber ignorado el asunto o simplemente haberse arrepentido y confesado sus pecados él solo; en cuanto a si el pueblo de la ciudad decidía o no arrepentirse, podía haber ignorado por completo el asunto. Sin embargo, el rey de Nínive no hizo esto en absoluto. No solo se levantó de su trono, se vistió de cilicio y cenizas, se arrepintió y confesó sus pecados delante de Jehová Dios, sino que también ordenó que todas las personas y el ganado de la ciudad hiciesen lo mismo. Incluso ordenó a las personas “clamar con todas sus fuerzas a Dios”. A través de esta serie de acciones, el rey de Nínive cumplió verdaderamente con lo que corresponde a un monarca. Su serie de actos resulta difícil de realizar para cualquier rey en la historia humana y, de hecho, ningún otro rey logró tales cosas. Estas acciones pueden definirse como sin precedentes en la historia humana y son dignas de ser tanto conmemoradas como imitadas por la humanidad. Desde los albores del hombre, cada rey había llevado a sus súbditos a resistirse y oponerse a Dios. Nadie había guiado nunca a sus súbditos a rogar a Dios en busca de redención por su maldad, a recibir el perdón de Jehová Dios y evitar el castigo inminente. Sin embargo, el rey de Nínive fue capaz de llevar a sus súbditos a volverse a Dios, dejar atrás sus respectivos caminos malvados y abandonar la violencia en sus manos. Además, también fue capaz de dejar de lado su trono y, en respuesta, Jehová Dios cambió de idea, sintió arrepentimiento, se retractó de Su ira, permitiendo que las personas de la ciudad sobreviviesen, guardándolas de la destrucción. Las acciones del rey sólo pueden calificarse como un milagro raro en la historia humana e incluso como un ejemplo modélico de humanidad corrupta, al arrepentirse y confesar sus pecados delante de Dios.

Dios ve el arrepentimiento sincero en el fondo de los corazones de los ninivitas

Después de oír la declaración de Dios, el rey de Nínive y sus súbditos llevaron a cabo una serie de acciones. ¿Cuál fue la naturaleza de sus acciones y su conducta? En otras palabras, ¿cuál fue la esencia de la totalidad de su conducta? ¿Por qué hicieron lo que hicieron? En los ojos de Dios se habían arrepentido sinceramente, no sólo porque habían hecho fervientes ruegos a Dios y confesado sus pecados delante de Él, sino también porque habían abandonado su conducta malvada. Actuaron de esta forma porque después de oír las palabras de Dios, se asustaron increíblemente y creyeron que Él haría lo que dijo. Ayunando, vistiendo de cilicio y sentándose sobre cenizas, deseaban expresar su disposición a reformarse de sus caminos y refrenar su maldad, y oraron para que Jehová Dios contuviese Su enojo, rogaron a Jehová Dios para que se retractase de Su decisión y la catástrofe que se cernía sobre ellos. Si examinamos todo su comportamiento se puede ver que ya entendieron que sus actos malvados anteriores eran detestables para Jehová Dios y vemos también que entendieron la razón por la que Él los destruiría pronto. Por este motivo, todos deseaban alcanzar un completo arrepentimiento, alejarse de sus malvadas sendas y abandonar la violencia en sus manos. En otras palabras, una vez conocieron la declaración de Jehová Dios, todos y cada uno de ellos sintió miedo en su corazón; ya no continuaron con su conducta malvada ni cometiendo esos actos que eran tan aborrecidos por Jehová Dios. Adicionalmente, rogaron a Jehová Dios que perdonase sus pecados pasados y que no los tratase en función de sus acciones pasadas. Estaban dispuestos a no involucrarse más en la maldad y a actuar según las instrucciones de Jehová Dios, si así fuera posible nunca más enfurecer a Jehová Dios. Su arrepentimiento fue sincero y profundo. Provino del fondo de sus corazones y no fue fingido ni pasajero.

Una vez que todas las personas de Nínive, desde el rey hasta el pueblo llano, conocieron que Jehová Dios estaba enojado con ellos, Dios podía ver clara y sencillamente cada una de sus acciones siguientes y la totalidad de su comportamiento, así como cada una de las decisiones que tomaron y elecciones que hicieron. El corazón de Dios cambió según su comportamiento. ¿Cuál era el estado de ánimo de Dios en ese preciso momento? La Biblia te puede responder esa pregunta. Las siguientes palabras fueron registradas en las Escrituras: “Y Dios vio sus obras que ellos se habían arrepentido de su maldad; y Dios se arrepintió del mal que Él había anunciado para ellos y no lo cumplió” (Jonás 3:10).* Aunque Dios cambió de opinión, no había nada complicado sobre Su estado de ánimo. Simplemente pasó de expresar Su enojo a calmarlo y después decidió no traer la catástrofe sobre la ciudad de Nínive. La razón por la que la decisión de Dios —salvar a los ninivitas de la catástrofe— fue tan rápida es que Dios observó el corazón de cada persona de Nínive. Vio lo que tenían en del fondo de sus corazones: su sincero arrepentimiento y la confesión de sus pecados, su creencia sincera en Él, su profundo sentido de cómo sus actos malvados habían enfurecido Su carácter, y el miedo resultante del castigo inminente de Jehová Dios. Al mismo tiempo, Jehová Dios también oyó sus oraciones, que provenían del fondo de sus corazones, rogándole que dejara de estar enojado con ellos para que pudiesen evitar esta catástrofe. Cuando Dios observó todos estos hechos, poco a poco Su ira se desvaneció. Independientemente de cuán grande había sido anteriormente Su enojo, cuando vio el arrepentimiento sincero en el fondo de los corazones de estas personas, Su corazón se conmovió y, por tanto, no quiso traer la catástrofe sobre ellas, y dejó de estar enojado con ellas. En lugar de eso, continuó extendiendo Su misericordia y tolerancia hacia ellas y continuó guiándolas y proveyendo para ellas.

Si tu creencia en Dios es verdadera, recibirás Su cuidado a menudo

El cambio de intenciones por parte de Dios hacia las personas de Nínive no implicó dudas ni nada que fuera ambiguo o vago. Más bien, fue una transformación desde la ira pura a la tolerancia pura. Esta es una revelación verdadera de la esencia de Dios. Dios nunca está indeciso o inseguro en Sus acciones; los principios y propósitos detrás de Sus actos son todos claros y transparentes, puros y perfectos, sin ninguna estratagema o artimaña entretejida dentro en absoluto. En otras palabras, la esencia de Dios no contiene tinieblas ni perversidad. Dios se enojó con los ninivitas debido a que sus actos malvados habían llamado Su atención; en ese momento Su ira derivaba de Su esencia. Sin embargo, cuando la ira de Dios se disipó y Él concedió Su tolerancia sobre el pueblo de Nínive una vez más, todo lo que Él reveló era aún Su propia esencia. La totalidad de este cambio se debía a un cambio en la actitud del hombre hacia Dios. Durante todo este período de tiempo, el carácter de Dios que no se puede ofender no cambió, la esencia tolerante de Dios no cambió, y la esencia amorosa y misericordiosa de Dios no cambió. Cuando las personas cometen actos malvados y ofenden a Dios, Él trae Su ira sobre ellas. Cuando las personas se arrepienten verdaderamente, el corazón de Dios cambia, y Su ira cesa. Cuando las personas continúan oponiéndose tozudamente a Dios, Su furia no cesa y Su ira los presionará poco a poco hasta que sean destruidos. Esta es la esencia del carácter de Dios. Sea lo que sea lo que Dios exprese y revele de Su carácter —ya se trate de Su ira o Su misericordia y cariño—, está supeditado a la conducta y el comportamiento de las personas, así como a su actitud hacia Dios en el fondo de su corazón. Si Dios somete continuamente a una persona a Su ira, el corazón de esta persona se opone indudablemente a Dios. Como esta persona nunca se ha arrepentido verdaderamente, no ha inclinado su cabeza delante de Dios ni ha poseído una verdadera creencia en Dios, nunca ha obtenido la misericordia y tolerancia de Dios. Si alguien recibe a menudo el cuidado de Dios y Su misericordia y tolerancia, entonces sin duda esta persona tiene una verdadera creencia en Dios en su corazón y este no se opone a Dios. Esta persona se arrepiente a menudo verdaderamente delante de Dios; por tanto, aunque la disciplina de Dios desciende frecuentemente sobre esta persona, Su ira no lo hará.

Este breve relato permite a las personas ver el corazón de Dios, ver la realidad de Su esencia, ver que el enojo de Dios y los cambios de Sus intenciones no se producen sin causa. A pesar del marcado contraste que Dios demostró cuando estaba furioso y cambió de idea, que hace que las personas crean que parece que hay una gran desconexión o un contraste entre estos dos aspectos de la esencia de Dios —Su ira y Su tolerancia— la actitud de Dios hacia el arrepentimiento de los ninivitas permite una vez más a las personas ver otro lado del verdadero carácter de Dios. El cambio de opinión de Dios verdaderamente permite a la humanidad ver de nuevo la verdad de la misericordia y la benignidad de Dios y ver la verdadera revelación de la esencia de Dios. La humanidad solo tiene que reconocer que la misericordia y la benignidad de Dios no son mitos ni invenciones. Esto se debe a que el sentimiento de Dios en ese momento era verdadero y el cambio de opinión de Dios era verdadero, Dios concedió de hecho Su misericordia y tolerancia a la humanidad una vez más.

El arrepentimiento verdadero en los corazones de los ninivitas obtiene para ellos la misericordia de Dios y cambia su propio fin

¿Había alguna contradicción entre el cambio de opinión de Dios y Su ira? ¡Por supuesto que no! Esto es porque la tolerancia de Dios en ese momento en particular tenía su razón. ¿Qué razón podía ser? Es la que se da en la Biblia: “todos se arrepintieron de su propio camino de maldad” y “se despojaron de toda la violencia de sus manos”.

Este “camino de maldad” no se refiere a un puñado de actos malvados, sino a la fuente de mal de la que emana el comportamiento de las personas. “Arrepentirse de su propio camino de maldad” significa que aquellos en cuestión nunca cometerán estos actos de nuevo. En otras palabras, nunca se comportarán de esa forma malvada de nuevo; el método, la fuente, el propósito, la intención y el principio de sus acciones han cambiado todos; nunca más usarán esos métodos y principios para traer disfrute y felicidad a sus corazones. El “despojarse” en “despojarse de toda la violencia de sus propios manos” significa deponer o desechar, romper totalmente con el pasado y nunca volver atrás. Cuando el pueblo de Nínive abandonó la violencia que había en sus manos, esto demostraba y representaba su arrepentimiento verdadero. Dios observa la apariencia exterior de las personas, así como sus corazones. Cuando Dios observó el arrepentimiento verdadero en los corazones de los ninivitas sin dudarlo y también observó que habían dejado sus caminos malvados y abandonado la violencia que había en sus manos, cambió de opinión. Es decir, la conducta y el comportamiento de estas personas, sus diversas formas de hacer las cosas, así como su verdadera confesión y arrepentimiento de los pecados en su corazón provocaron que Dios cambiase Su opinión, Sus intenciones, se retractase de Su decisión y no los castigase ni destruyese. Así pues, las personas de Nínive consiguieron un fin diferente para ellas. Redimieron sus propias vidas y al mismo tiempo obtuvieron la misericordia y tolerancia de Dios, punto en el cual Dios también replegó Su ira.

La misericordia y tolerancia de Dios no son raras, el arrepentimiento del hombre lo es

Independientemente de cuán airado había estado Dios con los ninivitas, en cuanto declararon un ayuno y vistieron de cilicio y cenizas, Su corazón comenzó a ablandarse y Su opinión a cambiar. Cuando Él les proclamó que destruiría su ciudad —el momento anterior a su confesión y arrepentimiento de sus pecados— Dios seguía airado con ellos. Una vez hubieron llevado a cabo una serie de actos de arrepentimiento, el enojo de Dios por los habitantes de Nínive se transformó gradualmente en misericordia y tolerancia hacia ellos. No hay nada contradictorio acerca de la revelación coincidente de estos dos aspectos del carácter de Dios en el mismo acontecimiento. Entonces, ¿cómo debería uno entender y conocer esta ausencia de contradicción? Dios expresó y reveló sucesivamente cada una de estas esencias de los dos polos opuestos cuando el pueblo de Nínive se arrepintió, con lo que la gente pudo ver la realidad de la esencia de Dios y que esta no se puede ofender. Dios utilizó Su actitud para decirle a la gente: no es que Dios no tolere a las personas o que no quiera mostrarles misericordia; más bien es que las personas raramente se arrepienten verdaderamente a Dios, y es raro que las personas se vuelvan verdaderamente de sus malos caminos y abandonen la violencia de sus manos. En otras palabras, cuando Dios está airado con el hombre, espera que este sea capaz de arrepentirse sinceramente y, en efecto, espera ver el arrepentimiento verdadero del hombre, en cuyo caso continuará concediendo entonces con liberalidad Su misericordia y tolerancia al hombre. Es decir, la conducta malvada del hombre provoca la ira de Dios, mientras que la misericordia y tolerancia de Dios se conceden a aquellos que escuchan a Dios y se arrepienten sinceramente delante de Él, a aquellos que pueden volverse de sus caminos malvados y abandonar la violencia de sus manos. La actitud de Dios se reveló muy claramente en Su trato con los ninivitas: la misericordia y la tolerancia de Dios no son en absoluto difíciles de conseguir, y lo que Él exige es el arrepentimiento sincero de uno. Siempre y cuando las personas se vuelvan de sus caminos malvados y abandonen la violencia de sus manos, Dios cambiará Su opinión y Su actitud hacia ellas.

El carácter justo del Creador es real y vívido

Cuando Dios cambió de opinión respecto a las personas de Nínive, ¿fueron Su misericordia y tolerancia una fachada falsa? ¡Por supuesto que no! ¿Entonces qué se ha mostrado desde la transición entre estos dos aspectos del carácter de Dios durante el tratamiento que le dio Él a este asunto? El carácter de Dios es un todo completo; no está en absoluto dividido. Independientemente de si Él está expresando enojo o misericordia y tolerancia hacia las personas, estas son todas expresiones de Su carácter justo. El carácter de Dios es vital y vívidamente visible. Él cambia Sus pensamientos y actitudes según la manera en que se desarrollan las cosas. La transformación de Su actitud hacia los ninivitas le dice a la humanidad que Él tiene Sus propios pensamientos e ideas; Él no es un robot ni una figura de arcilla, sino el propio Dios vivo. Él podía estar airado con los habitantes de Nínive, del mismo modo que podía perdonar sus pasados debido a sus actitudes; Él podía decidir traer desgracia sobre los ninivitas, y podía cambiar Su decisión debido a su arrepentimiento. A las personas les gusta aplicar rígidamente las reglas y utilizarlas para delimitar y definir a Dios, del mismo modo que les gusta usar fórmulas para tratar de entender el carácter de Dios. Así pues, en lo que respecta al ámbito del pensamiento humano, Dios no piensa ni tiene ideas sustanciales. Pero en realidad, los pensamientos de Dios están en un estado de transformación constante, de acuerdo con los cambios en las cosas y los entornos. Mientras estos pensamientos se están transformando, se revelan diferentes aspectos de la esencia de Dios. Durante este proceso de transformación, en el preciso momento en que Dios cambia Su opinión, lo que le muestra a la humanidad es la existencia real de Su vida, y que Su carácter justo está lleno de dinámica vitalidad. Al mismo tiempo, Dios usa Sus propias revelaciones verdaderas para demostrar a la humanidad la certeza de la existencia de Su ira, Su misericordia, Su benignidad y Su tolerancia. Su esencia se revelará en cualquier momento y lugar según se desarrollen las cosas. Él posee la ira de un león y la misericordia y la tolerancia de una madre. Su carácter justo no permite que nadie lo cuestione, viole, cambie o distorsione. Entre todos los asuntos y las cosas, el carácter justo de Dios, es decir, la ira y la misericordia de Dios, pueden revelarse en cualquier momento y lugar. Él le otorga una expresión vital a estos aspectos en cada rincón de la creación, y los implementa con vitalidad a cada momento. El carácter justo de Dios no está limitado por el tiempo o el espacio; en otras palabras, el carácter justo de Dios no se expresa o revela mecánicamente según las limitaciones del espacio, sino más bien con perfecta tranquilidad y en todo momento y lugar. Cuando ves a Dios cambiar de opinión y dejar de expresar Su ira y refrenarse de destruir la ciudad de Nínive, ¿puedes decir que Dios sólo es misericordioso y amoroso? ¿Puedes decir que la ira de Dios consiste en palabras vacías? Cuando Dios se enfurece con una intensa ira y se retracta de Su misericordia, ¿puedes decir que no siente un amor verdadero hacia la humanidad? Esta ira intensa que expresa Dios es en respuesta a los actos malvados de las personas; Su ira es sin defecto. El corazón de Dios se conmueve en respuesta al arrepentimiento de las personas, y es este arrepentimiento el que causa que cambie de opinión. Cuando se siente conmovido, cuando cambia de opinión, y cuando muestra Su misericordia y tolerancia hacia el hombre, todo ello carece totalmente de defectos; todo ello es limpio, puro, inmaculado y no está adulterado. La tolerancia de Dios es exactamente eso, tolerancia; igual que Su misericordia no es otra cosa que misericordia. Su carácter revela ira o misericordia y tolerancia de acuerdo con el arrepentimiento del hombre y las variaciones en la conducta del hombre. No importa lo que Él revele o exprese, todo es puro y directo; Su esencia es distinta de la de cualquier ser creado. Cuando Dios expresa los principios subyacentes a Sus acciones, y están libres de cualquier defecto o mancha, y también lo son Sus pensamientos, Sus ideas, y cada decisión que toma y cada acción que realiza. Puesto que así ha decidido y actuado Dios, así completa Sus compromisos. Los resultados de Sus compromisos son correctos y perfectos porque su fuente es perfecta e intachable. La ira de Dios es perfecta. Del mismo modo, la misericordia y la tolerancia de Dios, que no posee ninguno de los seres creados, son santas y perfectas, y pueden soportar la deliberación reflexiva y la experiencia.

A partir de vuestra comprensión de la historia de Nínive, ¿veis ahora el otro lado de la esencia del carácter justo de Dios? ¿Veis el otro lado del carácter justo único de Dios? ¿Posee alguien en la humanidad este tipo de carácter? ¿Posee alguien este tipo de ira, la ira de Dios? ¿Posee alguien misericordia y tolerancia como las que posee Dios? ¿Quién entre los seres creados puede presentar tanta ira y decidir destruir o traer el desastre sobre la humanidad? ¿Y quién está capacitado para conceder misericordia al hombre, para tolerar y perdonar y, por tanto, cambiar la anterior decisión de uno de destruir al hombre? El Creador expresa Su carácter justo por medio de Sus propios métodos y principios únicos, y Él no está sujeto al control o a las restricciones impuestas por cualquier persona, acontecimiento o cosa. Con Su carácter único, nadie es capaz de cambiar Sus pensamientos e ideas, ni de persuadirlo y cambiar cualquiera de Sus decisiones. La totalidad del comportamiento y los pensamientos que existen en todos los seres creados lo hacen bajo el juicio de Su carácter justo. Nadie puede controlar si ejerce la ira o la misericordia; solo la esencia del Creador o, en otras palabras, el carácter justo del Creador, puede decidir esto. ¡Esta es la naturaleza única del carácter justo del Creador!

Mediante el análisis y la comprensión de la transformación de la actitud de Dios hacia las personas de Nínive, ¿sois capaces de usar la palabra “única” para describir la misericordia encontrada en el carácter justo de Dios? Dijimos anteriormente que la ira de Dios es un aspecto de la esencia de Su carácter justo único. Ahora definiré dos aspectos —la ira de Dios y la misericordia de Dios— como Su carácter justo. El carácter justo de Dios es santo; no tolera que se le ofenda o cuestione; es algo que ningún ser creado o no creado posee. Es tanto único como exclusivo de Dios. Es decir, la ira de Dios es santa y no se puede ofender. De la misma manera, el otro aspecto del carácter justo de Dios —la misericordia de Dios— es santo y no puede ofenderse. Ninguno de los seres creados o no creados puede reemplazar o representar a Dios en Sus acciones y nadie podría haberlo reemplazado o representado en la destrucción de Sodoma o la salvación de Nínive. Esta es la verdadera expresión del carácter justo único de Dios.

Los sentimientos sinceros del Creador hacia la humanidad

Las personas dicen frecuentemente que no es cosa fácil conocer a Dios. Sin embargo, Yo digo que conocer a Dios no es en absoluto un asunto difícil, porque Dios exhibe Sus hechos para que los vea el hombre. Dios nunca ha suspendido Su diálogo con la humanidad y nunca se ha ocultado del hombre ni se ha escondido. Sus pensamientos, ideas, palabras y hechos se revelan todos a la humanidad. Por tanto, mientras el hombre desee conocer a Dios, puede llegar a entenderlo y conocerlo a través de todo tipo de medios y métodos. La razón por la que el hombre piensa ciegamente que Dios lo ha evitado intencionadamente, que Dios se ha escondido intencionadamente de la humanidad, que Dios no tiene intención de permitir al hombre entenderlo y conocerlo, es porque no conoce quién es Dios ni desea entender a Dios. Aún más que eso, el hombre no se preocupa por los pensamientos, las palabras o los hechos del Creador… Hablando sinceramente, si una persona solo utiliza su tiempo libre para centrarse en entender las palabras o los hechos del Creador y si presta solo un poco de atención a los pensamientos del Creador y a la voz de Su corazón, no le será difícil darse cuenta de que los pensamientos, las palabras y los hechos del Creador son visibles y transparentes. De igual forma, hará falta poco esfuerzo para ser consciente de que el Creador está en medio del hombre en todo momento, que Él siempre está en conversación con el hombre y la totalidad de la creación, y que está llevando a cabo nuevos hechos cada día. Su esencia y Su carácter se expresan en Su diálogo con el hombre; Sus pensamientos e ideas se revelan completamente en Sus hechos; Él acompaña y observa a la humanidad en todo momento. Él habla tranquilamente a la humanidad y a toda la creación con Sus palabras silenciosas: “Estoy en los cielos y estoy en medio de Mi creación. Me mantengo vigilante; estoy esperando; estoy a tu lado…”. Sus manos son cálidas y fuertes; Sus pasos son ligeros; Su voz es suave y elegante; Su forma pasa y se vuelve, abrazando a toda la humanidad; Su rostro es bello y amable. Él nunca se ha ido, nunca ha desaparecido. Día y noche, Él es el compañero constante de la humanidad y nunca se irá de su lado. Su cuidado fiel y afecto especial por la humanidad, así como Su preocupación y amor verdaderos por el hombre, se demostraron poco a poco cuando salvó la ciudad de Nínive. En particular, el diálogo entre Jehová Dios y Jonás dejó por completo al descubierto la ternura del Creador hacia la humanidad que Él mismo creó. A través de aquellas palabras, puedes obtener un entendimiento profundo de los sentimientos sinceros de Dios por la humanidad…

El siguiente pasaje fue registrado en el libro de Jonás 4:10-11: “Luego, Jehová le dijo: sientes pena por la enredadera que no has hecho ningún esfuerzo ni la has hecho crecer, que salió una noche y en una noche se secó. ¿No sentiré Yo compasión por Nínive, esa gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil personas que no pueden ver la diferencia entre su mano izquierda y su derecha y donde también hay mucho ganado?”.* Estas son las palabras reales de Jehová Dios, registradas de una conversación entre Dios y Jonás. Aunque este diálogo es breve, rebosa de la preocupación del Creador por la humanidad y Su reticencia a renunciar a ella. Estas palabras expresan la verdadera actitud y los sentimientos que Dios tiene en Su corazón para Sus seres creados. Mediante estas palabras, de una claridad y precisión que raramente oyen los hombres, Dios declara Sus verdaderos propósitos para la humanidad. Este diálogo representa una actitud que Dios tuvo hacia el pueblo de Nínive, ¿pero qué clase de actitud es esta? Es la actitud que Él mantuvo hacia las personas de Nínive antes y después de su arrepentimiento, y la actitud con la que Él trata a la humanidad. Dentro de estas palabras se encuentran Sus pensamientos y Su carácter.

¿Qué pensamientos de Dios se revelan en estas palabras? Si prestas atención a los detalles mientras lees, no será difícil que te des cuenta que Él usa la palabra “lástima”; el uso de esta palabra muestra la verdadera actitud de Dios hacia la humanidad.

En el nivel del significado literal, las personas pueden interpretar la palabra “compasión” de diferentes formas: primero, significa “amar y proteger, sentir ternura hacia algo”; segundo, significa “amar profundamente”; y finalmente, significa “no estar dispuesto a dañar a algo y ser incapaz de soportar hacerlo”. En resumen, esta palabra implica un afecto y un amor tierno, así como una indisposición a abandonar a alguien o algo; implica la misericordia y la tolerancia de Dios hacia el hombre. Aunque Dios empleó esta palabra que los seres humanos dicen comúnmente, cuando Él la dijo, la voz de Su corazón y Su actitud hacia la humanidad quedó completamente al descubierto.

Aunque la ciudad de Nínive estaba llena de personas tan corruptas, perversas y violentas como las de Sodoma, su arrepentimiento causó que Dios cambiase de opinión y decidiese no destruirlas. Debido a que la manera en que trataron las palabras e instrucciones de Dios demostró una actitud en marcado contraste con la de los ciudadanos de Sodoma, y debido a su honesta sumisión a Dios y honesto arrepentimiento por sus pecados, así como su comportamiento verdadero y sincero en todos los sentidos, Dios expresó una vez más Su propia compasión sincera y se la concedió. Lo que Dios otorga a la humanidad y Su compasión por esta son imposibles de copiar, y es imposible para ninguna persona poseer la misericordia de Dios, Su tolerancia y Sus sentimientos sinceros hacia la humanidad. ¿Hay alguien que tú consideras una gran persona o incluso un superhumano que, desde un punto elevado, hablando como una gran persona o sobre el punto más alto, haría esta clase de declaración a la humanidad o a los seres creados? ¿Quién entre la humanidad puede conocer el estado de la vida humana como la palma de su mano? ¿Quién puede llevar la carga y la responsabilidad por la existencia de la humanidad? ¿Quién está calificado para proclamar la destrucción de una ciudad? Y ¿quién está calificado para perdonar a una ciudad? ¿Quién puede decir que siente lástima por su propia creación? ¡Solo el Creador! Sólo el Creador siente ternura hacia esta humanidad. Sólo el Creador muestra compasión y afecto a esta humanidad. Sólo el Creador tiene un afecto sincero, inquebrantable por esta humanidad. De igual forma, sólo el Creador puede conceder misericordia a esta humanidad y sentir compasión por todos Sus seres creados. Su corazón da un vuelco y duele con cada una de las acciones del hombre: Él se enoja, angustia y apena por la perversidad y la corrupción del hombre; Él está encantado, feliz, es clemente y está exultante por el arrepentimiento y la fe del hombre; cada uno de Sus pensamientos e ideas existe por la humanidad y gira alrededor de esta; lo que Él es y tiene se expresa totalmente por el bien de la humanidad; Su placer, Su ira, Su tristeza y Su felicidad, todo ello está entretejido con la existencia de la humanidad. Por el bien de la humanidad, Él viaja y se mueve; da en silencio cada pedazo de Su vida; dedica cada minuto y segundo de Su vida… Nunca ha sabido cómo sentir lástima por Su propia vida, pero siempre ha sentido lástima por la humanidad que Él mismo creó… Él da todo lo que tiene a esta humanidad… Otorga Su misericordia y tolerancia incondicionalmente y sin esperar recompensa. Lo hace sólo para que la humanidad pueda seguir sobreviviendo delante de Sus ojos, recibiendo Su provisión de vida. Lo hace sólo para que la humanidad pueda rendirse a Él un día y reconocer que Él es Aquel que nutre la existencia del hombre y provee la vida de toda la creación.

El Creador expresa Sus sentimientos sinceros por la humanidad

Esta conversación entre Jehová Dios y Jonás es sin duda una expresión de los sentimientos sinceros del Creador por la humanidad. Por un lado, le comunica a las personas el entendimiento del Creador de toda la creación bajo Su soberanía; como Jehová Dios dijo: “¿No sentiré Yo compasión por Nínive, esa gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil personas que no pueden ver la diferencia entre su mano izquierda y su derecha y donde también hay mucho ganado?”.* En otras palabras, el entendimiento que Dios tenía de Nínive distaba de ser superficial. Él no solo conocía el número de seres vivos en la ciudad (incluyendo a las personas y el ganado), sino que también sabía cuántos no podían discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, es decir, cuántos niños y jóvenes estaban presentes. Esta es una prueba concreta del completo entendimiento que Dios tiene de la humanidad. Por otro lado, esta conversación informa a las personas de la actitud del Creador hacia la humanidad, es decir, del peso de la humanidad en el corazón del Creador. Es justo como Jehová Dios dijo: “sientes pena por la enredadera que no has hecho ningún esfuerzo ni la has hecho crecer, que salió una noche y en una noche se secó. ¿No sentiré Yo compasión por Nínive, esa gran ciudad […]?”.* Estas son las palabras de reproche de Jehová Dios hacia Jonás, que son todas ciertas.

Aunque se le confió a Jonás la proclamación de las palabras de Jehová Dios a las personas de Nínive, él no entendió los propósitos de Jehová Dios, como tampoco Sus preocupaciones por los habitantes de la ciudad ni Sus expectativas para ellos. Con esta reprimenda Dios pretendía decirle que la humanidad era el producto de las propias manos de Dios y que Él había dedicado un empeño minucioso en todas y cada una de las personas; que todos y cada uno llevaban sobre los hombros las expectativas de Dios; que todos y cada uno disfrutaban de la provisión de vida de Dios; Él había pagado el precio de un esfuerzo laborioso por cada persona. Esta reprimenda también dijo a Jonás que Dios sentía lástima por la humanidad, que era la obra de Sus propias manos, tanto como Jonás mismo sentía lástima por la calabacera. Dios no abandonaría a la humanidad a la ligera de ningún modo, o hasta el último momento posible; en particular, porque había demasiados niños y ganado inocente en la ciudad. Cuando lidiar con estos jóvenes e ignorantes seres humanos creados, que ni siquiera podían distinguir su mano derecha de la izquierda, era aún menos concebible que Dios acabara con sus vidas y determinara sus resultados de una forma tan apresurada. Dios esperaba verlos crecer; esperaba que no caminasen por las mismas sendas que sus mayores, que no tuviesen que oír de nuevo la advertencia de Jehová Dios y que diesen testimonio del pasado de Nínive. Más aún, Dios esperaba ver Nínive después de su arrepentimiento, ver el futuro de Nínive tras su arrepentimiento y, lo más importante, ver Nínive una vez más viviendo bajo la misericordia de Dios. Por tanto, a los ojos de Dios, aquellos seres humanos creados que no podían distinguir entre sus manos derecha e izquierda eran el futuro de Nínive. Cargarían con el pasado despreciable de Nínive, del mismo modo que cargarían con la importante obligación de dar testimonio tanto del pasado como del futuro de Nínive bajo la guía de Jehová Dios. En esta declaración de Sus sinceros sentimientos, Jehová Dios presentó la misericordia del Creador por la humanidad en su totalidad. Mostró a la humanidad que “la misericordia del Creador” no es una expresión vacía ni una promesa hueca; tiene principios, métodos y objetivos concretos. Dios es verdadero y real, y no hay en Él falsedad ni disfraz, y de esta misma manera Su misericordia se concede incesantemente a la humanidad en cada momento y época. Sin embargo, hasta este mismo día, el diálogo del Creador con Jonás es Su única y exclusiva declaración verbal de por qué y cómo muestra misericordia hacia la humanidad, cuán tolerante es con la humanidad y Sus sentimientos sinceros por ella. Las breves palabras de Jehová Dios expresan Sus pensamientos hacia la humanidad como algo integral; son una expresión verdadera de la actitud de Su corazón hacia esta, y son también una prueba concreta de Su concesión de abundante misericordia hacia la humanidad. Él no concede Su misericordia solamente sobre las generaciones más ancianas de la humanidad, pero también la otorga a los miembros más jóvenes de la misma, como siempre ha sido, de una generación a la siguiente. Aunque la ira de Dios desciende frecuentemente sobre ciertos rincones y ciertas épocas de la humanidad, la misericordia de Dios nunca ha cesado. Con Su misericordia, Él guía y dirige a una generación de seres humanos creados tras otra y provee y alimenta a una generación de seres humanos creados tras otra, porque Sus sentimientos sinceros hacia la humanidad nunca cambiarán. Del mismo modo que Jehová Dios dijo: “¿No sentiré Yo compasión por […]?”. Él siempre ha sentido lástima por Su propia creación. Esta es la misericordia del carácter justo del Creador, ¡y es también Su total singularidad!

Cinco tipos de personas

Por el momento, daré por finalizada aquí nuestra enseñanza acerca del carácter justo de Dios. Para continuar, clasificaré a los seguidores de Dios en varias categorías, de acuerdo con su entendimiento de Dios, su entendimiento y experiencia de Su carácter justo, de forma que podáis saber en qué etapa os encontráis actualmente, así como vuestra estatura actual. En términos del conocimiento que tiene la gente de Dios y del entendimiento de Su carácter justo, las diferentes etapas y estaturas que las personas ocupan pueden dividirse generalmente en cinco tipos. Este tema se declara sobre la base del conocimiento del único Dios y Su carácter justo. Por tanto, cuando leáis el siguiente contenido, deberíais intentar averiguar con detenimiento exactamente cuánto entendimiento y conocimiento tenéis en relación a la singularidad de Dios y Su carácter justo, y debéis usar después este resultado para juzgar verdaderamente a qué etapa pertenecéis, cuán grande es vuestra estatura, y qué tipo de persona sois.

Tipo uno: La etapa del bebé en pañales

¿Qué se quiere decir con “un bebé en pañales”? Se trata de un bebé que acaba de llegar a este mundo, un recién nacido. Es cuando las personas son más inmaduras.

Las personas en esta etapa básicamente no poseen conocimiento o conciencia sobre asuntos de la fe en Dios. Están desconcertadas y son ignorantes respecto a todas las cosas. Estas personas pueden haber creído en Dios durante mucho tiempo o tal vez no demasiado, pero su estado desconcertado e ignorante y su verdadera estatura las colocan dentro de la etapa del bebé en pañales. La definición exacta de las condiciones de un bebé en pañales es así: no importa durante cuánto tiempo hayan creído en Dios este tipo de personas, siempre serán atolondradas, estarán confundidas y serán simples; no saben por qué creen en Dios ni tampoco saben qué o quién es Dios. Aunque siguen a Dios, no existe una definición exacta de Él en su corazón, y no pueden determinar si al Único al que siguen es a Dios, mucho menos si deberían verdaderamente creer en Dios y seguirlo. Este es el verdadero estado de este tipo de personas. Los pensamientos de estas personas están empañados y, dicho de forma sencilla, la suya es una creencia confusa. Siempre se encuentran en un estado de desconcierto y vacío; el “atolondramiento”, la “confusión” y la “simpleza mental” resumen sus estados. Nunca han visto ni sentido la existencia de Dios y, por tanto, hablarles de conocer a Dios es tan útil como hacerles leer un libro escrito en jeroglíficos, no lo entenderán ni aceptarán. Para ellas, conocer a Dios es lo mismo que oír un cuento fantástico. Aunque sus pensamientos puedan estar nublados, en realidad creen firmemente que conocer a Dios es una pérdida total de tiempo y esfuerzo. Este es el primer tipo de persona: un bebé en pañales.

Tipo dos: La etapa del bebé lactante

En comparación con un bebé en pañales, este tipo de personas han hecho algún progreso. Lamentablemente, siguen sin tener en absoluto un entendimiento de Dios. Siguen careciendo de un entendimiento de Dios y una perspectiva claros de Dios, y no tienen muy claro por qué deberían creer en Dios, pero en sus corazones tienen su propio propósito y sus ideas claras. No se preocupan de si es correcto creer en Dios. El objetivo y propósito que buscan a través de la creencia en Dios es disfrutar de Su gracia, tener gozo y paz, vivir vidas cómodas, disfrutar del cuidado y la protección de Dios, y vivir bajo las bendiciones de Dios. No se preocupan de su grado de conocimiento de Dios; no sienten la urgencia de buscar entender a Dios ni se preocupan por lo que Él está haciendo o lo que desea hacer. Solo buscan ciegamente disfrutar Su gracia y obtener más de Sus bendiciones; buscan ganar cien veces más en la época presente, y la vida eterna en la venidera. Sus pensamientos, cuanto se esfuerzan, su devoción, así como su sufrimiento, todas comparten el mismo objetivo: obtener la gracia y las bendiciones de Dios. No se preocupan de nada más. Esta clase de persona solo tiene la seguridad de que Dios puede mantener a la gente a salvo y concederle Su gracia. Puede decirse que no les interesa ni tampoco tienen muy claro por qué desea Dios salvar al hombre o el resultado que Dios desea obtener con Su palabra y obra. Nunca han hecho esfuerzo alguno para conocer la esencia y el carácter justo de Dios, ni pueden reunir el interés para hacerlo. Carecen de la inclinación por prestar atención a estas cosas y tampoco desean conocerlas. No desean preguntar acerca de la obra de Dios, Sus exigencias al hombre, Sus intenciones o cualquier otra cosa relacionada con Dios, y también carecen de la inclinación por preguntar sobre estas cosas. Esto es porque creen que estos asuntos no tienen relación con su disfrute de la gracia de Dios y solo se preocupan de un Dios que existe en relación directa con sus propios intereses personales y que le puede conceder la gracia al hombre. No tienen interés en absoluto por nada más y, por tanto, no pueden entrar en la realidad verdad, independientemente de cuántos años hayan creído en Dios. Sin nadie que los riegue o los alimente con frecuencia, les resulta difícil continuar por la senda de la fe en Dios. Si no pueden disfrutar de su gozo y paz anteriores, o disfrutar de la gracia de Dios, entonces es bastante probable que se alejen. Este es el segundo tipo de persona: la que se encuentra en la etapa del bebé lactante.

Tipo tres: La etapa del bebé destetado o la etapa del niño pequeño

Este grupo de personas posee un cierto grado de conciencia clara. Son conscientes de que disfrutar la gracia de Dios no significa que ellos mismos posean una experiencia verdadera, y son conscientes de que incluso si nunca se cansan de buscar el gozo y la paz, de buscar la gracia, o si son capaces de dar testimonio compartiendo sus experiencias de disfrutar la gracia de Dios o alabando a Dios por las bendiciones que Él les ha otorgado, estas cosas no significan que ellos posean vida ni la realidad de la verdad. Empezando por su conciencia, dejan de albergar esperanzas descabelladas de que solo estarán acompañados por la gracia de Dios; en su lugar, mientras disfrutan de la gracia de Dios, desean simultáneamente hacer algo para Dios. Están dispuestos a llevar a cabo su deber, resistir unas pocas dificultades y fatigas, comprometerse en cierto grado de cooperación con Dios. Sin embargo, debido a que su búsqueda en su creencia en Dios está demasiado adulterada, debido a que las intenciones individuales y los deseos que albergan son demasiado fuertes, debido a que su carácter es demasiado arrogante, es muy difícil para ellos satisfacer las intenciones de Dios o ser leales a Él. Por tanto, frecuentemente no pueden materializar sus deseos individuales ni honrar sus promesas a Dios. A menudo se encuentran en estados contradictorios: desean en gran manera satisfacer a Dios hasta el mayor grado posible, pero usan todo su poder para oponerse a Él y a menudo hacen votos a Dios, pero luego rompen rápidamente sus promesas. Incluso más a menudo se encuentran en otros estados contradictorios: creen sinceramente en Dios pero niegan a Dios y todo lo que viene de Él; esperan ansiosamente que Dios los esclarezca, guíe, provea y ayude, aunque siguen buscando su propia salida. Desean entender y conocer a Dios, pero no están dispuestos a acercarse a Él. En lugar de eso, siempre evitan a Dios y su corazón está cerrado a Él. Aunque tienen un entendimiento y una experiencia superficiales del significado literal de las palabras de Dios y de la verdad y un concepto superficial de Dios y la verdad, subconscientemente siguen sin poder confirmar o determinar si Dios es la verdad; tampoco pueden confirmar si Dios es verdaderamente justo. Además, tampoco pueden determinar la realidad del carácter y la esencia de Dios, mucho menos Su verdadera existencia. Su creencia en Dios siempre contiene dudas y malinterpretaciones y también contiene figuraciones y nociones. Cuando disfrutan de la gracia de Dios, también experimentan o practican con renuencia algunas verdades que consideran factibles, con el fin de enriquecer su fe, aumentar su experiencia en la creencia en Dios, verificar su entendimiento de la creencia en Dios y satisfacer su vanidad al caminar por la senda de la vida que ellos mismos establecieron y lograr un compromiso recto de la humanidad. Al mismo tiempo, también hacen estas cosas con el fin de satisfacer su propio deseo de obtener bendiciones, lo cual es parte de una apuesta que hacen con la esperanza de recibir mayores bendiciones de la humanidad y para cumplir su ambiciosa aspiración y el deseo permanente de no descansar hasta que hayan obtenido a Dios. Estas personas son raramente capaces de obtener el esclarecimiento de Dios, porque su deseo y su intención de conseguir bendiciones son demasiado importantes para ellas. No tienen el deseo de renunciar y, de hecho, no podrían soportar hacerlo. Temen que, sin el deseo de obtener bendiciones, sin la muy apreciada ambición de no descansar hasta haber obtenido a Dios, perderán la motivación de creer en Dios. Por tanto, no desean enfrentarse a la realidad. No desean enfrentarse a las palabras o la obra de Dios. No desean enfrentarse al carácter o la esencia de Dios, por no mencionar el tema de conocer a Dios. Esto es debido a que una vez que Dios, Su esencia y Su carácter justo reemplazan sus imaginaciones, sus sueños se esfumarán y su pretendida fe pura y los “méritos” acumulados durante años de trabajo minucioso desaparecerán y quedarán en nada. Del mismo modo, su “territorio” conquistado con sudor y sangre a lo largo de los años se enfrentará al derrumbe. Todo esto indicará que sus muchos años de trabajo y esfuerzo duro han sido en vano y que deben empezar de nuevo de la nada. Para ellos, este es el dolor más difícil de soportar en sus corazones y es el resultado que menos desean ver, razón por la cual siempre están encerrados en este tipo de punto muerto, negándose a volver atrás. Este es el tercer tipo de persona: la que se encuentra en la etapa del bebé destetado.

Los tres tipos de personas descritas anteriormente, en referencia a las personas que se encuentran en estas tres etapas, no poseen ninguna creencia real en la identidad y el estatus de Dios o en Su carácter justo, ni tampoco tienen ningún reconocimiento o afirmación claro y preciso de estas cosas. Por tanto, es muy difícil para estos tres tipos de personas entrar en la realidad de la verdad y también es difícil para ellas recibir la misericordia, el esclarecimiento o la iluminación de Dios porque la manera en la que creen en Dios y su actitud errónea hacia Dios hacen imposible para Él llevar a cabo la obra dentro de sus corazones. Sus dudas, malinterpretaciones e imaginaciones en relación con Dios superan a su creencia y conocimiento de Dios. Estos son tres tipos de personas que corren mucho riesgo y son tres etapas muy peligrosas. Cuando se mantiene una actitud de duda hacia Dios, la esencia de Dios, la identidad de Dios, el asunto de si Dios es la verdad y la realidad de Su existencia, y cuando no se puede estar seguro de estas cosas, ¿cómo se puede aceptar todo lo que viene de Dios? ¿Cómo se puede aceptar la realidad de que Dios es la verdad, el camino y la vida? ¿Cómo se puede aceptar el castigo y el juicio de Dios? ¿Cómo se puede aceptar la salvación de Dios? ¿Cómo puede este tipo de persona obtener la verdadera guía y provisión de Dios? Aquellos que se encuentran en estas tres etapas pueden oponerse a Dios, juzgarlo, blasfemarlo o traicionarlo en cualquier momento. Pueden abandonar el camino verdadero y abandonar a Dios en cualquier momento. Uno puede decir que las personas en estas tres etapas se encuentran en un período crítico, porque no han entrado en el camino correcto de creer en Dios.

Tipo cuatro: La etapa del niño en maduración o la niñez

Después de que una persona ha sido destetada, esto es, después de haber disfrutado de una gran cantidad de gracia; comienza a explorar lo que significa creer en Dios, comienza a desear entender diferentes cuestiones, por ejemplo, por qué vive el hombre, cómo debería vivir y por qué Dios lleva a cabo Su obra en el hombre. Cuando estos pensamientos poco claros y estos patrones de pensamiento confusos emergen en su interior y existen en ella, recibe continuamente riego y también es capaz de llevar a cabo su deber. Durante este período, ya no tiene dudas acerca de la verdad de la existencia de Dios y tiene una comprensión precisa de lo que significa creer en Dios. Sobre esta base, gana un conocimiento gradual de Dios y obtiene gradualmente algunas respuestas a sus pensamientos poco claros y a sus patrones de pensamiento confusos en cuanto al carácter y la esencia de Dios. En términos de sus cambios en el carácter así como su conocimiento de Dios, las personas en esta etapa empiezan a embarcarse en el camino correcto y entran en un período de transición. Es en esta etapa cuando las personas comienzan a tener vida. Los claros indicativos de poseer vida son la resolución gradual de las diversas cuestiones relacionadas con el conocimiento de Dios que las personas tienen en sus corazones —como malinterpretaciones, imaginaciones, nociones y definiciones vagas de Dios— y no solo llegan a creer y reconocen de verdad la realidad de la existencia de Dios, sino que también llegan a poseer una definición precisa de Dios y tienen el lugar correcto para Dios en su corazón, y seguir verdaderamente a Dios reemplaza su fe vaga. Durante esta etapa, las personas llegan a conocer gradualmente sus malinterpretaciones sobre Dios y sus búsquedas y formas de creer falaces. Comienzan a anhelar la verdad, la experiencia del juicio, la reprensión y la disciplina de Dios, y a anhelar un cambio en su carácter. Poco a poco dejan atrás todo tipo de nociones e imaginaciones de Dios durante esta etapa y, al mismo tiempo, cambian y rectifican su conocimiento incorrecto de Dios y obtienen algún conocimiento fundamental correcto de Él. Aunque una parte del conocimiento poseído por las personas en esta etapa no es muy específico o preciso, al menos empiezan gradualmente a abandonar sus nociones, su conocimiento falaz y sus malinterpretaciones de Dios; ya no mantienen sus propios conceptos y nociones sobre Dios. Comienzan a aprender cómo abandonar: cosas encontradas entre sus propias nociones, cosas del conocimiento y cosas de Satanás; empiezan a estar dispuestas a someterse a cosas correctas y positivas, incluso a cosas que vienen de las palabras de Dios y se ajustan a la verdad. También empiezan a intentar experimentar las palabras de Dios, a conocer y llevar a cabo personalmente Sus palabras, a aceptar Sus palabras como los principios para sus acciones y como la base para cambiar su carácter. Durante este período, las personas aceptan inconscientemente el juicio y el castigo de Dios y aceptan inconscientemente las palabras de Dios como su vida. Conforme aceptan el juicio y el castigo y las palabras de Dios, se vuelven cada vez más conscientes y capaces de sentir que el Dios en quien creen en sus corazones existe verdaderamente. En las palabras de Dios, en sus experiencias y sus vidas, sienten cada vez más que Dios siempre ha controlado el destino del hombre, que siempre ha guiado y provisto al hombre. Por medio de su asociación con Dios, confirman gradualmente la existencia de Dios. Por tanto, antes de darse cuenta de ello, ya han aprobado inconscientemente y han empezado a creer firmemente en la obra de Dios, y han aprobado las palabras de Dios. Una vez que las personas aprueban las palabras de Dios y Su obra, se niegan a sí mismas incesantemente, niegan sus propios conceptos, su propio conocimiento, sus propias imaginaciones y al mismo tiempo también buscan cuáles son la verdad y las intenciones de Dios. El conocimiento que las personas tienen de Dios es bastante superficial durante este período de desarrollo, son incluso incapaces de desarrollar este conocimiento con palabras, no pueden expresarlo en términos de detalles específicos y solo tienen un entendimiento basado en la percepción; sin embargo, cuando se yuxtapone con las tres etapas precedentes, las vidas inmaduras de las personas en este período ya han recibido el riego y la provisión de las palabras de Dios, y así ya han comenzado a germinar. Sus vidas son como una semilla enterrada en la tierra; después de recibir humedad y nutrientes, irrumpirá a través del suelo y su germinación representará el nacimiento de una nueva vida. Este nacimiento le permite a uno ver las señales de la vida. Cuando las personas tienen vida, crecen de este modo. Así pues, sobre estos fundamentos, haciendo gradualmente su camino en la senda correcta de creer en Dios, abandonando sus propias nociones, obteniendo la guía de Dios, las vidas de las personas crecerán inevitablemente poco a poco. ¿Sobre qué base se mide este crecimiento? Se mide según la experiencia de la persona con las palabras de Dios y su verdadero entendimiento del carácter justo de Dios. Aunque les resulta muy difícil usar sus propias palabras para describir con precisión su conocimiento de Dios y Su esencia durante este período de crecimiento, este grupo de personas ya no está subjetivamente dispuesto a perseguir el placer por medio del disfrute de la gracia de Dios, o a creer en Dios para buscar su propósito propio de obtener Su gracia. En lugar de eso, están dispuestas a buscar una vida vivida por la palabra de Dios y a convertirse en objetos de la salvación de Dios. Además, poseen la confianza y están preparadas para aceptar el juicio y el castigo de Dios. Esta es la marca de una persona en la etapa de crecimiento.

Aunque las personas en esta etapa tienen algún conocimiento del carácter justo de Dios, este conocimiento es muy difuso e indistinto. Aunque no pueden explicar claramente estas cosas, sienten que ya han ganado algo internamente, porque han obtenido alguna medida de conocimiento y entendimiento del carácter justo de Dios a través del castigo y el juicio de Dios. Sin embargo, es todo bastante superficial, y sigue siendo una etapa elemental. Este grupo de personas tiene un punto de vista específico con el que tratan la gracia de Dios, que se expresa en los cambios de los objetivos que persiguen y la forma en que lo hacen. Ya han visto en las palabras y la obra de Dios, en todos los tipos de Sus exigencias al hombre y en Sus revelaciones al hombre que, si siguen sin perseguir la verdad, si siguen sin buscar entrar en la realidad, si siguen sin buscar satisfacer y conocer a Dios cuando experimentan Sus palabras, entonces perderán el significado de creer en Dios. Ven que por mucho que disfruten de la gracia de Dios, no pueden cambiar su carácter, satisfacer o conocer a Dios y que, si las personas viven continuamente bajo la gracia de Dios, entonces nunca lograrán el crecimiento, obtendrán la vida o serán capaces de recibir la salvación. En resumen, si una persona no puede experimentar verdaderamente las palabras de Dios y es incapaz de conocer a Dios por medio de Sus palabras, entonces permanecerá eternamente en la etapa de un bebé y nunca dará un solo paso adelante en el crecimiento de su vida. Si tú existes siempre en la etapa de un bebé, si nunca entras en la realidad de la palabra de Dios, si nunca asumes la palabra de Dios como tu vida, si nunca posees una creencia y un conocimiento verdaderos de Dios, entonces, ¿hay alguna posibilidad de que seas completado por Dios? Por tanto, cualquiera que entre en la realidad de la palabra de Dios, cualquiera que acepte la palabra de Dios como su vida, cualquiera que empiece a aceptar el castigo y el juicio de Dios, cualquiera cuyo carácter corrupto comience a cambiar y cualquiera que tenga un corazón que anhela la verdad, que tiene un deseo de conocer a Dios y de aceptar la salvación de Dios, estas son las personas que poseen verdaderamente la vida. Este es realmente el cuarto tipo de persona, el del niño que madura, la persona en la etapa de la niñez.

Tipo cinco: La etapa de maduración de la vida o la etapa adulta

Después de experimentar y atravesar la etapa de los primeros pasos de la niñez, una etapa de crecimiento llena de repetidos altibajos, las vidas de las personas ya se han estabilizado, sus pasos hacia delante no se detienen más y nadie es capaz de obstaculizarlas. Aunque la senda por delante sigue siendo accidentada y difícil, ya no son más débiles ni miedosas, ya no van a trompicones no pierden su rumbo. Sus fundamentos están profundamente arraigados en la experiencia práctica de la palabra de Dios, Su corazón ha sido atraído por la dignidad y la grandeza de Dios. Anhelan seguir los pasos de Dios, conocer Su esencia, conocer todo sobre Dios.

Las personas de esta etapa ya saben claramente en quién creen y saben claramente por qué deberían creer en Dios y el sentido de sus vidas, y saben claramente que todo lo que Dios expresa es la verdad. En sus muchos años de experiencia, se dan cuenta de que sin el juicio y el castigo de Dios, una persona nunca será capaz de satisfacer o conocer a Dios ni de venir verdaderamente delante de Dios. En los corazones de estas personas hay un fuerte deseo de ser probadas por Dios, para que puedan ver el carácter justo de Dios mientras están siendo probadas, alcanzar un amor más puro y al mismo tiempo ser capaces de entender y conocer mejor a Dios. Aquellos que se encuentran en esta etapa ya han dicho adiós totalmente a la etapa de bebé y de disfrutar de la gracia de Dios y de comer pan hasta hartarse. Ya no ponen esperanzas extravagantes en hacer que Dios las tolere y les muestre misericordia; en lugar de eso, tienen confianza en recibir y esperar el castigo y el juicio incesantes de Dios, para separarse de su carácter corrupto y satisfacer a Dios. Su conocimiento de Dios y sus búsquedas, o los objetivos finales de estas, están muy claros en sus corazones. Por tanto, las personas en la etapa adulta ya han dicho adiós totalmente a la etapa de la fe difusa, a la etapa en la que se basan en la gracia para la salvación, a la etapa de la vida inmadura que no puede soportar las pruebas, a la etapa de la confusión, de los trompicones, a la etapa de no tener frecuentemente un camino por el que caminar, al período inestable de alternar entre el calor y el frío repentinos y a la etapa en la que se sigue a Dios con los ojos cerrados. Las personas de este tipo reciben frecuentemente el esclarecimiento y la iluminación de Dios y se involucra a menudo en una asociación y comunicación sinceras con Dios. Se puede decir que las personas que viven en esta etapa ya han comprendido parte de las intenciones de Dios, que son capaces de entender los principios de la verdad en todo lo que hacen y que saben cómo satisfacer las intenciones de Dios. Además, ya han encontrado el camino hacia el conocimiento de Dios y han comenzado a dar testimonio de su conocimiento de Dios. Durante el proceso de crecimiento gradual, ganan un entendimiento y un conocimiento progresivos de las intenciones de Dios: de Su intención de crear a la humanidad y de Su intención de gestionarla. También ganan poco a poco un entendimiento y un conocimiento del carácter justo de Dios en términos de esencia. Ninguna noción ni imaginación humanas pueden reemplazar este conocimiento. Aunque no puede decirse que en la quinta etapa la vida de una persona es completamente madura o que esta persona es justa o completa, este tipo de persona ya ha dado sin embargo un paso hacia la etapa de la madurez en la vida y ya es capaz de acudir delante de Dios, de estar frente a frente con la palabra de Dios y frente a Él. Debido a que este tipo de persona ha experimentado mucho la palabra de Dios, innumerables pruebas y situaciones de disciplina, juicio y castigo de Dios, su sumisión a Dios no es relativa sino absoluta. Su conocimiento de Dios ha pasado de un conocimiento subconsciente a uno claro y preciso, de superficial a profundo, de confuso y borroso a meticuloso y tangible. Ha seguido adelante, desde un titubeo extenuante y una búsqueda pasiva a un conocimiento natural y un testimonio proactivo. Se puede decir que las personas en esta etapa poseen la realidad verdad de la palabra de Dios, que han entrado en un camino de perfección como el que caminó Pedro. Este es el quinto tipo de persona, la que vive en un estado de maduración: la etapa adulta.

14 de diciembre de 2013

Las citas bíblicas marcadas (*) han sido traducidas de AKJV.

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