Cómo cruza el hombre en la nueva era

El tema que trataremos hoy es la entrada del hombre en la nueva era, la Era del Reino, y cómo deben vivir en ella las personas, cómo deben experimentar la obra de Dios y cruzar de verdad hacia esta nueva era. ¿En qué se va a centrar principalmente la discusión sobre el tema de cómo cruza el hombre hacia la nueva era? Dios expresa muchas palabras en la Era del Reino y está llevando a cabo la obra de juicio y castigo, y el pueblo escogido de Dios debe saber exactamente cómo debe creer el hombre en Dios en la Era del Reino si desea satisfacer Sus exigencias. En el pasado, la mayoría de la gente creía en el Señor y gozaba de mucha gracia de Dios. Ahora, están comenzando a experimentar la obra de juicio y castigo de Dios, así que ¿cómo pueden hacer la transición desde sus antiguos puntos de vista sobre la creencia en Dios hacia unos nuevos que satisfagan Sus exigencias? No importa si tus puntos de vista anteriores sobre la fe en Dios eran correctos o incorrectos, esto no será un tema de investigación; debes afrontar la realidad y saber cómo creer y buscar en este momento. Si continúas buscando en base a cómo creías en la Era de la Gracia y sigues creyendo en Dios según tus antiguos puntos de vista, no habrás entrado en la nueva era. En primer lugar, permíteme compartir una expresión demostrativa que explicará este asunto. ¿Qué expresión es esta? Esta expresión fue pronunciada a menudo en la Era de la Gracia: “Cuando una persona cree en Dios, toda su familia es bendecida”. Es decir, cuando una persona creía en Jesús, toda su familia, desde el mayor hasta el menor, se beneficiaba de la asociación y todos disfrutaban de paz y gozo. Dado que Jesús realizó la obra de redención, fue infinitamente tolerante, paciente, indulgente y absolutorio con el hombre. No importa cómo fuera tu entrada en la vida, cuál fuera tu calibre o cuántos pecados hubieras cometido en el pasado, lo único que tenías que hacer era confesarte al Señor y todo te sería perdonado y se te concedería paz y alegría. Lo único que tenías que hacer era “creer” y con eso bastaba; era muy sencillo. ¿Acaso ahora, cuando una persona cree en Dios, toda su familia es bendecida? No. ¿Por qué ahora no se realiza esa obra? Porque ha llegado el momento y Dios está aquí para realizar la obra de juicio y salvar a la humanidad de la influencia de Satanás de una vez por todas. Por eso Dios requiere ahora que las personas sean leales y sinceras hacia Él, que lo adoren y se sometan a Él y que tengan un corazón temeroso de Dios; tales son las cosas que deben hacer las personas. Si aquellos que creen en Dios pueden comprender la verdad, aceptarla, entenderla y alcanzarla, entonces serán completamente salvados. Sin embargo, aquellos que no aceptan la verdad y que simplemente codician la gracia de Dios serán descartados. Si todavía exiges que Dios realice la obra de la Era de la Gracia y piensas que cuando creas en Dios toda tu familia será bendecida, ¡eso es una tontería! Dios ya no está haciendo la obra de la Era de la Gracia. Esa era ha terminado. Entiendes esto, ¿verdad?

Este llamado “cruce a la nueva era” significa entrar en la Era del Reino actual, y tus puntos de vista sobre la fe en Dios, tus intenciones, tu fe, la forma en que vives tu vida y experimentas las cosas, todo ello debe cambiar. Si solo cambias una cosa, si solías creer en Jesús, pero hoy crees en Dios Todopoderoso y solo el nombre del Dios en el que crees ha cambiado, entonces la forma en la que crees, la senda por la que transitas y las cosas que buscas no han cambiado en realidad. Es decir, debe haber algunos cambios en tu búsqueda, en tu comprensión y en tus puntos de vista. Solo cuando persigues la verdad sobre esta base, tu fe puede ser pura y verdadera. ¿Por qué se muestran ahora tan negativas ciertas personas y piensan que creer en Dios no tiene sentido ni son tan vigorosas en su fe como solían? Esto se debe a que sus puntos de vista sobre la fe en Dios aún no se han transformado. Todavía se aferran a los puntos de vista que solían tener cuando creían en Jesús, centrándose únicamente en alcanzar un poco de gracia o en gastarse más e ir más de un lado a otro. Se centran en los dones, en la obra y los sermones a un nivel superficial y en el entusiasmo. Sin embargo, no siguen el ritmo de la obra actual de Dios, no se concentran en comer y beber Sus palabras y el Espíritu Santo no los esclarece, por lo que siempre se sienten negativos. Las personas así aparentan creer en Dios, cuando en realidad no han aceptado la verdad en sus corazones, y por eso su estado negativo nunca se resuelve. No tienen entrada en la vida en absoluto, siguen aferrados a sus viejos puntos de vista sobre la fe en Dios, sin visos de transformación. ¿No es así? La obra del Espíritu Santo ha cambiado y la fe del hombre en Dios debe cambiar a su vez. Si tu búsqueda, la forma en que vives, la forma en que experimentas, tu actitud hacia la fe en Dios y tus intenciones y puntos de vista hacia ella no se han transformado, eso demuestra que no has seguido el ritmo de la obra del Espíritu Santo. Si la gente quiere mantenerse al día de la nueva obra del Espíritu Santo, cambiar de nuevas maneras y obtener nuevos entendimientos, debe buscar la verdad, entrar y cambiar en pequeños detalles, como todos sus movimientos y acciones, sus pensamientos e ideas, cada una de sus intenciones y perspectivas; solo entonces lograrán progresar. Si la gente se limita a hablar de boquilla sobre esto y solo cambia un poco de su comportamiento, esto no se considera transformación. Lo más importante es que experimentes una transformación en tus pensamientos y puntos de vista y en la forma en que vives tu vida. Si puedes despojarte de tus viejas nociones y figuraciones y obtener discernimiento y conocimiento de tus antiguos puntos de vista sobre la fe en Dios, esto probará tu transformación. Examinaos a vosotros mismos para ver qué partes de vosotros aún no se han transformado, si aún mantenéis viejas formas de hablar o de ver las cosas y qué cosas del pasado aún tenéis profundamente arraigadas que todavía no han sido desenterradas. Si no escarbas, puedes pensar que no hay nada, pero cuando escarbes minuciosamente descubrirás que hay mucho que desenterrar. ¿Por qué ahora hay algunas personas que nunca son capaces de seguir el ritmo de la obra de Dios? Porque hay muchas cosas dentro de la gente que se lo impiden, porque no entienden las cosas nuevas y no pueden comprenderlas. ¿Por qué la gente siempre alberga nociones sobre Dios? Poseen nociones sobre las palabras y la obra de Dios, así como sobre Su juicio y castigo, son incapaces de comprender a qué personas salva Dios y a cuáles descarta y no pueden superar el hecho de que Dios no muestre señales y prodigios. ¿A qué se debe esto exactamente? Una razón es que esto viene determinado por la naturaleza arrogante y sentenciosa del hombre, pues la gente siempre tiene sus propias nociones y figuraciones sobre cualquier asunto; esta es la raíz del problema. Existe otra razón objetiva, y es que la gente alberga muchas nociones erróneas sobre la fe en Dios que aún no han sido transformadas, y es que esas cosas profundamente arraigadas aún no han sido transformadas. Tales formas antiguas de decir las cosas desde su fe en Jesús o en Jehová siguen arraigadas en sus corazones, así que cuando se encuentran con la nueva obra de Dios, aceptan el camino verdadero, pero son incapaces de comprender las nuevas formas en que Dios dice y hace las cosas. ¿Por qué no puedes comprender estas cosas nuevas? Porque todavía te aferras a las del pasado y no puedes desprenderte de ellas, lo que te lleva a resistirte a las nuevas. Si no conservaras esas cosas del pasado dentro de ti, serías capaz de aceptar las que Dios hace ahora. Si no puedes desprenderte de las cosas del pasado, tenderás a desarrollar nociones sobre Dios y a rebelarte contra Él y en consecuencia sufrirás una pérdida. Si te pones en contra de Dios, correrás el riesgo de que Él te descarte y te castigue.

Todos deberíais escarbar y examinar a fin de comprobar qué maneras antiguas de hacer las cosas, de entenderlas, y qué viejos puntos de vista siguen todavía hondamente arraigados en vosotros. Dejadme poneros un ejemplo sencillo. Alguna gente nunca ha visto a Cristo, no ha oído Su voz. Solo han leído las palabras que ha expresado y aseguran que esas palabras son buenas y tienen autoridad y que son palabras de juicio, pero después de entrar en contacto con Cristo en la realidad, empiezan a surgir nociones en ellos y piensan: “¿Por qué habla Dios con esa severidad? ¿Por qué da tantas lecciones? ¿Por qué habla con tal grandilocuencia? La manera en que Él habla resulta bastante aterradora, siempre pone en evidencia y juzga a las personas. ¿Quién puede aceptar eso? Nuestra fe en Jesús es diferente. Todo el mundo habla con suavidad y tiene una relación armoniosa con los demás. Nadie habla como Él. Sencillamente, no puedo aceptar este tipo de Dios y no puedo tolerar a un Dios como Él. Si hablara con la misma suavidad y cordialidad que el Señor Jesús, si fuera amable y agradable con la gente, entonces sería capaz de aceptarlo, pero no puedo aceptar esta clase de Dios. ¡Ni siquiera soy capaz de interactuar con Él!”. Reconoces que este es el camino verdadero, que son las palabras de la encarnación y estás totalmente convencido, entonces ¿por qué, cuando entras en contacto con Cristo, no puedes desprenderte de las nociones que albergas respecto a Su tono, a las palabras que usa y a Su manera de hablar? ¿Qué demuestra esto? Demuestra que, dentro de ti, esas cosas viejas ya han ganado la partida y se han convertido en nociones y preceptos. De hecho, todas estas cosas provienen del hombre, son todas veredictos y figuraciones del hombre y no concuerdan con la verdad. Si alguien tratara de imponer estas cosas al Dios de la actualidad, no solo sería incapaz de hacerlo, sino que también acabaría siendo susceptible de resistirse a Él. La obra que Dios realiza en las distintas eras es diferente, por lo que el carácter que manifiesta y lo que Él tiene y es que revela también lo es. A esto no puedes aplicarle preceptos; si lo haces, es probable que desarrolles nociones sobre Dios y seas capaz de resistirte a Él. Si no reflexionas sobre ti mismo y te niegas rotundamente a arrepentirte, Dios te condenará y te castigará. Así es la obra de Dios en cada era: siempre habrá algunas personas que aceptan a Dios y se someten a Él, a los que bendice; y aquellos que se resisten a Él y lo condenan, a los que destruye. Dios pronuncia muchas palabras y expresa muchas verdades en Su obra de los últimos días. No es preocupante que la gente pueda albergar nociones; lo que preocupa es que no lea Sus palabras o no acepte las verdades que Él expresa; esto resulta de lo más aterrador. Si tus nociones y opiniones no concuerdan con las verdades que Dios expresa, entonces son contrarias a la verdad, se oponen a Dios y son insostenibles. Las personas tienen actitudes corruptas, son rebeldes y reticentes y albergan pensamientos; ¿qué domina tales pensamientos? Los dominan las intenciones de la gente y el ángulo y la perspectiva desde los cuales ven las cosas, así que tus pensamientos no provienen del Espíritu Santo, ni surgen sobre la base de la verdad. ¿Por qué digo que tus nociones y puntos de vista son las cosas del hombre y de la carne? Porque tus pensamientos no están dominados por la verdad, ni surgen de la contemplación basada en la verdad. Los pensamientos de algunas personas provienen de la contemplación que se basa en la Biblia y eso es aún más erróneo. No estamos diciendo que la Biblia en sí misma sea errónea, solo que es inapropiado comparar la obra que Dios realizó en el pasado con Su nueva obra; no debes compararla así. Por ejemplo, ¿habría sido apropiado en la Era de la Gracia que la gente comparara la obra de Jehová con la obra del Señor Jesús? ¿Es apropiado que compares la obra del Señor Jesús con la obra de Dios hoy, en la Era del Reino? Por supuesto que no, no son comparables. Esto se debe a que cada etapa de la obra de Dios es más elevada que la anterior y Él no repite Su obra. ¿Por qué cada vez que Dios realiza una nueva etapa de la obra y comienza una nueva era, siempre hay un grupo o una mayoría de personas que se levantan para oponerse a la obra de Dios y se alzan contra Él? ¿Por qué sucede esto en todas las eras? Porque, independientemente de que la gente acepte o no la nueva obra de Dios, sus interpretaciones pasadas de la Biblia, así como sus puntos de vista sobre el nombre y la imagen de Dios, la fe en Él y las formas en que cree en Dios ya han tomado forma en sus corazones. Además, atesoran estas cosas y, al creer que han obtenido algunos logros, se vuelven infinitamente arrogantes y se creen asombrosos y magníficos, y cuando ven lo diferente que es la obra que Dios hace en la actualidad de la que hizo en el pasado, la juzgan. Siempre toman cosas de la Era de la Gracia y las comparan con el Dios de hoy, con la obra que Dios hace ahora y con las verdades de la actualidad: ¿acaso son comparables? No apliques preceptos a las cosas, en su lugar debes tener la siguiente conciencia: “Ahora he aceptado la nueva obra de Dios, pero hay algunas cosas que no soy capaz de comprender. Las experimentaré y las iré conociendo paulatinamente, las buscaré poco a poco, abriéndome camino como una hormiga que roe un hueso, y con el tiempo llegaré a comprenderlas”. La obra de Dios es infinitamente misteriosa e insondable; el hombre nunca podrá llegar al fondo de ella. Después de experimentarla durante uno o dos años, la gente puede llegar a obtener cierto entendimiento; al cabo de tres o cuatro años, puede llegar a obtener un poco más, y poco a poco crecerá y cambiará. Su visión de las cosas antiguas cambiará poco a poco y lentamente se despojarán de ellas; solo cuando las desechen comprenderán las nuevas. Las viejas cosas todavía están profundamente arraigadas en ti, ni siquiera has empezado a desenterrarlas y, sin embargo, te atreves a difundir deliberadamente tus nociones y a expresar tus propias opiniones y hablas como te da la gana; eso no tiene sentido. ¿Por qué digo que la gente se vuelve arrogante hasta el extremo? Esta es la razón. Estas cosas podridas dentro de la gente no tienen ningún valor y, sin embargo, se siguen atreviendo a expresarlas y difundirlas deliberadamente. ¿Acaso no es eso carecer por completo de razón? Por tanto, algunas personas han aceptado esta etapa de la obra y han leído las palabras de Dios, sin embargo, no se han desprendido realmente de todas estas cosas viejas que llevan dentro. ¿Por qué en algunos lugares los líderes y obreros son capaces de llevar a cabo y poner en práctica una obra que concuerda con sus nociones, pero cuando no es así y no desean realizarla, no la ponen en práctica? ¿Cómo se llega a esta situación? Porque la gente es incapaz de desprenderse de las cosas viejas que lleva dentro. Cuanto más toman forma tales cosas, más intensamente te resistes. ¿Verdad que sí? ¿Por qué hay ahora algunos líderes en el mundo religioso que se vuelven más arrogantes e incapaces de aceptar la obra de Dios de los últimos días cuanto más alta es la posición que ocupan y cuanta más gente tienen bajo su liderazgo? Se debe a que la gente siempre se aferra a las cosas del pasado, no toma las palabras de Dios como la verdad y la vida y no son capaces de honrar a Dios como supremo y grande. En cambio, toman sus propias nociones religiosas y sus propios pensamientos y puntos de vista como la verdad y como el camino verdadero; ¿no es esto un terrible error? De este modo, ¿podrás encontrar la verdad en alguna parte? Si crees que esas cosas tuyas son la verdad, ¿seguirás siendo capaz de obtener la verdad de Dios? ¿Seguirás siendo capaz de buscar la verdad y de anhelarla?

Alguna gente dice: “He leído muchas palabras de Dios, he oído Su voz, acepto el camino verdadero y sé cómo leer Sus palabras. Resuelvo mis propios problemas, no necesito ayuda de los demás, y esto garantiza que mi vida pueda crecer”. Exageras las cosas cuando hablas así. Si lees las palabras de Dios confiando solo en ti mismo y el Espíritu Santo no te esclarece, ¿entonces eres capaz de entenderlas? Si las palabras de Dios no te desenmascararan ni diseccionaran la corrupción que hay en ti, serías incapaz de cambiar y de comprender; te resultaría difícil llegar a ningún entendimiento. Cuando la gente lee novelas, las entiende bien y es capaz de recordar muchas escenas, y cuando termina de leer una, puede contársela inmediatamente a los demás. Sin embargo, los asuntos de la vida no se parecen a nada, pues son extremadamente profundos, y debes creer durante muchos años antes de que puedas comprender siquiera un poco. Puedes experimentar una declaración de Dios durante toda tu vida y que siga sin ser suficiente. No importa qué palabras pronuncie Dios, nunca las experimentarás lo suficiente mientras vivas; no importa lo bueno que sea tu calibre, deberás seguir confiando en experimentar y practicar las palabras de Dios antes de poder comprender la verdad. Tomemos como ejemplo ser una persona honesta. ¿Cuántos años debes experimentar antes de poder resolver el problema de decir mentiras? No es cierto que solo necesites un par de años de experiencia y con eso ya lo habrás logrado; dejarás de decir mentiras, de ser un farsante, y te habrás convertido en una persona honesta. Eso no es posible. Debes acumular varias décadas de experiencia antes de obtener ese resultado. Esto se debe a que las personas son muy complicadas, sus actitudes corruptas están profundamente arraigadas en ellas, sus nociones les impiden entrar en la verdad, conocer a Dios; sus intenciones les impiden cambiar sus actitudes, practicar la verdad, y los puntos de vista y posiciones que adoptan sobre sus acciones y su discurso hacen que les resulte imposible comprender la verdad. Si eres capaz de hablar y actuar del lado de la verdad, del lado de la verdad que Dios exige al hombre que alcance en la Era del Reino, podrás someterte fácilmente a Su obra y entrar en el camino correcto de la fe en Dios. Si no te pones del lado de la verdad, te habrás alejado de Dios, o bien permanecerás en una posición opuesta a Él. ¡No pienses que por haber escuchado tantos sermones y creído en Dios durante tanto tiempo, tu estatura no sigue siendo muy deficiente! Perseguir la verdad es una cuestión de ganar la vida, se trata de ganar la vida eterna. La verdad es inmutable para siempre, siempre aplicable, nunca desechable, irrefutable, innegable: este es el valor y el significado de la verdad. La verdad es lo más elevado, lo más profundo y lo más valioso. Es preciosa, y existe un límite para lo que una persona puede comprender y adquirir tras toda una vida de experiencia.

Hay quien dice: “Creo en Dios Todopoderoso y ejerzo la fe en casa por mi cuenta, y del mismo modo canto himnos y oro a Dios. Sigo la obra sea cual sea la fase en que se encuentre, y si mantengo esta fe hasta el final, Dios no me abandonará”. ¿Qué opinas de esto? ¿Cómo puedes perseguir la verdad ejerciendo tu fe en casa? ¿Cómo puedes experimentar la obra de Dios sin cumplir tu deber? Si no cumples tu deber, hay ciertas actitudes corruptas que no se revelarán y, entonces, ¿cómo reflexionarás respecto a ti mismo? ¿Cómo experimentarás el juicio y el castigo de las palabras de Dios? ¿Cómo te desenmascararán y podarán las palabras de Dios? La gente no puede experimentar estas cosas en casa. ¿Puedes llegar a conocerte de verdad sin una experiencia práctica? ¿Puedes cambiar realmente? El cambio sería imposible. Para experimentar la obra de Dios, debes vivir la vida de iglesia, y solo cumpliendo tu deber puedes experimentar las cosas adecuadamente. Si ejerces tu fe en casa durante diez o veinte años y se derriba al gran dragón rojo y las grandes catástrofes tocan a su fin, ¿podrás hablar de un verdadero testimonio vivencial? ¿Habrás sufrido como Dios ha sufrido? El pueblo de Dios, que habrá dado un testimonio muy hermoso, realmente habrá cambiado, se someterá a Dios y le será leal de verdad, ¿podrás dar tú ese mismo testimonio? Me temo que, en ese momento, te sentirías absolutamente avergonzado. ¿Por qué Dios dice que muchos son los llamados, pero pocos los elegidos? Porque, entre la humanidad corrupta, son muy pocos los que aman la verdad. La mayoría de las personas no la aman, y mucho menos son capaces de aceptarla. ¿Por qué digo esto? Algunas personas llegan a creer en Dios y mientras todo vaya bien en casa, no se quejan. Sin embargo, cuando algo se tuerce, cuando un miembro de la familia se pone enfermo y lo ingresan en el hospital, o su hijo no entra en la universidad o sucede cualquier desastre, dan un puñetazo contra la mesa y se quejan de Dios, diciendo: “¡Bah! ¿En qué me ha beneficiado creer en Dios? Él no me ha bendecido. Debes bendecirme a mí y a todo lo que me rodea, incluyendo a toda mi familia, a mis hijos, a mi marido (o mi mujer), además de a mi madre y a mi padre, a todos. Si esto no le hubiera pasado a mi familia, ¿acaso no estaría persiguiendo sinceramente la verdad?”. ¡Ponen esas excusas por no haber alcanzado la verdad! ¿Pueden sus excusas reemplazar la verdad? Creen que tales excusas son enteramente suficientes y factibles y que tienen todo el derecho a quejarse. La gente no se queja de Dios cuando no están sufriendo pruebas y tribulaciones, sino que gritan lo grande y maravilloso que es. Sin embargo, en cuanto llegan las pruebas y las tribulaciones, su deseo de quejarse de Dios puede estallar en cualquier momento; sin necesidad de pensarlo ni reflexionarlo, simplemente surge de manera natural. En otros casos, no se trata de algo que le haya ocurrido a su familia, sino a su ganado, y se quejan de Dios. ¿Acaso no carece de sentido? Si una persona puede alcanzar el punto en el que, independientemente de que algo le suceda a su familia o le ocurra cualquier desastre, no se queja de Dios ni se toma el asunto a pecho; un punto en el que no se demora en su deber o en su entrega a Dios, pase lo que pase; en el que su sumisión a Dios no se ve afectada y lo que le ha sucedido no le impide alabarlo, esto demuestra que tiene un corazón puro que cree en Dios. La opinión de que “Cuando una persona cree en Dios, toda su familia es bendecida” es errónea. Si siempre te aferras a esta opinión en tu fe en Dios, nunca alcanzarás la verdad. Fíjate en los miembros de tu familia y parientes no creyentes, ocupados en vivir cada día sus vidas; cuando lleguen los desastres, ¿serán capaces de escapar de ellos? No. Si no persigues la verdad en tu fe en Dios y permaneces igual que tus parientes, incapaz de escapar del castigo de los desastres, perecerás junto a ellos. Sin embargo, si persigues la verdad y eres capaz de adivinar su esencia, podrás rechazar a los satanases y pensarás: “No creen en Dios. Son demonios y deben ser destruidos en las catástrofes. Solían tratar de impedir que creyera en Dios y decían cosas que lo desafiaban, que eran blasfemas contra Él. Recibieron su merecido cuando murieron en los desastres. En esto, las palabras de Dios se han cumplido realmente”. Antes no tenías esta fe y no te atrevías a maldecir a los demonios. Ahora, ves sus verdaderos rostros y tu corazón acaba odiando a estos demonios que desafían a Dios, y si mueren, lo único que tendrás que hacer es enterrarlos. Ser capaz de acercarte a ellos de esta manera muestra que tu corazón se ha vuelto verdaderamente hacia Dios. Si todavía guardas en tu corazón nociones y figuraciones y sigues creyendo que “cuando una persona cree en Dios, toda su familia es bendecida, que incluso los animales de la familia son bendecidos, que la casa y las cosechas están bendecidas”, te resultará imposible perseguir la verdad y seguir a Dios y cumplir tu deber. Si el corazón de una persona se vuelve con pureza hacia Dios, solo hacia Él, ese corazón se convierte en puro y simple, y cuando llega ese momento, sufre muy poco. ¿Por qué ahora sufres tanto? Es porque te pasas el día apurado, ocupándote de tu familia, de tus hijos, esforzándote mucho por ellos. Si te esforzaras solo por la iglesia, me atrevería a decir que estarías mucho más relajado, ¿no es así? Precisamente porque ahora te ocupas demasiado de los asuntos familiares y muy poco de los de la iglesia, y porque tus asuntos domésticos te resultan tan pesados que no puedes soportarlos, empiezas a quejarte de Dios. No obstante, en realidad, ¿cuánto le has ofrecido a Dios? ¡No has ofrecido nada digno de mención! Sigues tan apurado y ocupado en los asuntos del hogar y de tu propia carne que ¿cómo puedes quejarte de Dios? No debes quejarte más de Él. Quien cree en Dios es capaz de obtener la verdad y tiene la oportunidad de conocerlo; esto es crucial, más importante que cualquier otra cosa, y está directamente relacionado con la cuestión de si alcanzarás o no la salvación. En primer lugar, sin embargo, tienes que considerar tus intenciones, puntos de vista y entendimiento incorrectos del pasado, así como aquellas cosas que buscas en tu interior, diseccionarlos y llegar a conocerlos de acuerdo con las palabras de Dios. Cuando seas capaz de ver estas cosas con claridad, podrás practicar a reducirlas y renunciar a ellas. A medida que veas tales cosas más clara y profundamente, irás desprendiéndote de ellas hasta que seas capaz de renunciar a todas estas cosas viejas y equivocadas. Entonces te sentirás mucho más relajado, y cuando pongas en práctica las verdades que has comprendido y seas capaz de dar testimonio de ellas, empezarás a cambiar poco a poco. Ahora debes comenzar a practicar y formarte en esta dirección y paulatinamente dejarás de estar constreñido y perturbado por esas cosas; habrás entrado en el camino correcto de la fe en Dios.

¿Habéis entendido realmente todo esto que he dicho? ¿Sabéis cómo cruzar a la nueva era? ¿Sabéis qué aspectos necesitáis cambiar, desde qué aspectos entrar? Tal vez no lo entendáis. Aunque la gente ganó algo de entrada en el pasado, se quedó igualmente corta en muchos aspectos y fue incapaz de cumplir las exigencias de Dios. Ahora, Dios pronuncia muchas palabras para guiar a la gente a la nueva era. ¿Por qué la gente siempre alberga nociones sobre las palabras de Dios y Su obra? Demuestra que no obtuvieron la verdad en el pasado y que carecen de la realidad-verdad. Aunque puede que seas capaz de aceptar las palabras de Dios en cuanto las lees, ¿por qué no puedes poner la verdad en práctica en tu vida real y, en su lugar, siempre actúas de un modo rebelde hacia Dios y te opones a Él? ¿Por qué cuando te suceden cosas siempre tienes tus propias ideas y actúas según tu propia voluntad, pero sigues siendo incapaz de someterte a Dios? Porque albergas en tu interior demasiadas cosas carnales y cosas de voluntad propia, siempre piensas que tu manera es la correcta. Os sentís de maravilla cuando escucháis un sermón y no albergáis nociones, sin embargo, cuando os sucede algo, queréis practicar la verdad, pero perdéis el control y se ponen en evidencia las cosas rebeldes que hay en vosotros. Digo que sois demasiado rebeldes, y si no me creéis, podéis llevar un registro. Cada vez que escuches una declaración de Dios, toma nota de qué nociones surgen en tu corazón y cuáles son tus pensamientos y luego desentierra las cosas de tu interior, disecciónalas, constátalas con las palabras de Dios y sabrás hasta dónde llega tu rebeldía. Practicar de esta manera es beneficioso para tu entrada en la vida. Debes arriesgarte a afrontar los hechos y a ponerte al descubierto. Cuando te atreves a ponerte al descubierto, demuestras que tienes un corazón que acepta la verdad, que se desprende de las nociones y se somete a Dios. Debes rebelarte contra ti mismo; no te rebeles constantemente contra Dios porque eso está mal. Creer en Dios sin saber someterte a Él no es una opción válida. Cuando te resulte fácil someterte a Dios, gozarás de paz y alegría en tu corazón; disfrutarás mucho leyendo las palabras de Dios, encontrarás las palabras adecuadas para orarle y te acercarás cada vez más a Él. Aquellos que siempre se rebelan contra Dios nunca desean practicar la verdad y cuando leen Sus palabras, no las asimilan, ¿qué paz y alegría puede haber en sus corazones? Cuando la gente se enfrenta a problemas, sus nociones y figuraciones afloran a la superficie y son incapaces de evitarlas. Entonces debes contemplar y reflexionar, pensando: “¿Cómo ha surgido este problema? ¿Cómo ha surgido este tipo de noción? ¿Dónde se halla su origen?”. Debes orar a Dios, leer Sus palabras y calar este asunto; cuando el problema esté resuelto, habrás ganado entrada en la vida. Si no resuelves tus problemas prácticamente de esta manera y siempre crees que albergar algunas nociones no es gran cosa, que desaparecerán por sí solas al cabo de unos días y que una vez que hayan desaparecido querrá decir que no albergas nociones, siempre pensarás que no las tienes, aunque, en realidad, cuando surgieron, las ignoraste y las dejaste pasar. En ese momento te pareció que no se había causado ningún daño y después te niegas a reconocer que siquiera hubieras tenido nociones. Por lo general, cuando las personas no sufren la poda, cuando no tienen que enfrentarse a ninguna situación adversa, no albergan nociones y olvidan que alguna vez las tuvieron. Se creen asombrosos, que realmente no tienen nociones. Sin embargo, cuando ocurre algo, surgen las nociones y se oponen a Dios; después de un tiempo las nociones desaparecen y se olvidan de ello y una vez más les parece que tienen un estado maravilloso y que no albergan nociones sobre Dios: ¿cuál es su problema? Que no comprenden realmente la verdad y no han resuelto sus nociones en su origen. Así, este tipo de nociones surgen una y otra vez, hasta que alguien habla a fondo con ellos acerca de la verdad y, entonces, sus nociones se resuelven para siempre. Cuando se trata de resolver las nociones propias, se debe buscar la verdad con sinceridad; la mera comprensión de la doctrina es inútil. Quienes no comprenden la verdad tienen un conocimiento limitado y superficial de sí mismos. A veces, cuando surgen nociones en ellos, no son capaces de descubrirlas, ni siquiera de sentirlas. Una noción menor sin resolver no hará tropezar a nadie, pero una noción mayor, tendrá efecto inmediato. Para conocerte a ti mismo, primero debes resolver tus propias nociones y figuraciones y resolver tus puntos de vista erróneos, que a menudo surgen de la nada. Después, resuelve todas tus diversas actitudes corruptas, desde las superficiales hasta las más profundas, así entrarás poco a poco en la realidad-verdad. Conocerte a ti mismo comienza por conocer primero las nociones y figuraciones que existen en ti. A medida que profundices en tu comprensión de la verdad, llegarás también a conocerte a ti mismo cada vez más a fondo. Cuando se trata de conocerte a ti mismo debes ser meticuloso. Si no consigues conocerte a ti mismo, tampoco conseguirás entrar en la vida; la entrada en la vida empieza por conocerte a ti mismo. Si quieres obtener la entrada en la vida, debes buscar concienzudamente la verdad, aprovechar las oportunidades para resolver tus problemas y no dejar que se te escape ni uno. Una vez que hayas tomado nota de tus nociones, debes buscar la verdad, sincerarte e involucrarte en las charlas y diseccionarlas de acuerdo con las palabras de Dios. Cuando comprendas la verdad, este tipo de nociones quedarán totalmente resueltas. Si vuelves a enfrentarte al mismo asunto y tus nociones surgen una vez más, y tu corazón continúa constreñido por ellas, esto muestra que no has comprendido realmente la verdad, sino que solo has comprendido la doctrina y por eso tus nociones persisten. Solo cuando llegues a comprender realmente la verdad, tus nociones desaparecerán por completo, e incluso si vuelven a surgir en el futuro, se resolverán fácilmente y, como comprendes la verdad, no te verás constreñido por ellas. Decidme, ¿es difícil practicar el autoconocimiento y entrar en la verdad de esta manera? ¿Requiere mucho esfuerzo? ¡Claro! Si tu autoconocimiento solo implica el reconocimiento superfluo de cosas superficiales, si te limitas a decir que eres arrogante y sentencioso, que te rebelas contra Dios y te opones a Él, eso no es verdadero conocimiento, sino doctrina. Debes incorporar los hechos a esto: debes sacar a la luz cualquier asunto sobre el que tengas intenciones y puntos de vista erróneos u opiniones distorsionadas para debatirlo y diseccionarlo. Solo esto es conocerse a uno mismo realmente. No debes obtener una comprensión de ti mismo basada solo en tus acciones; debes captar qué es lo fundamental y resolver la raíz del problema. Transcurrido un tiempo, debes reflexionar sobre ti mismo y resumir qué problemas has resuelto y cuáles siguen existiendo. Así pues, también debes buscar la verdad para resolver dichos problemas. No debes ser pasivo, no debes necesitar que otros estén constantemente persuadiéndote o empujándote a hacer cosas, o que incluso te controlen por completo; has de tener tu propia senda de entrada en la vida. Debes examinarte con frecuencia para ver qué cosas has dicho y hecho que se hallan en conflicto con la verdad, cuáles de tus intenciones son erróneas y qué actitudes corruptas has revelado. Si siempre practicas y entras de esta manera; si te pones exigencias estrictas, poco a poco podrás comprender la verdad y tener entrada en la vida. Cuando comprendas de veras la verdad, te darás cuenta de que en realidad no eres nada. Por un lado, tienes un carácter gravemente corrupto; por otro, te falta demasiado y no comprendes ninguna verdad. Si llega el día en que poseas de verdad tal autoconocimiento, ya no serás capaz de mostrar arrogancia y en muchos asuntos tendrás razón y podrás someterte. ¿Cuál es la cuestión fundamental en este momento? A través de la charla y la disección de la esencia de las nociones, las personas han llegado a comprender la razón por la que las generan; son capaces de resolver algunas nociones, si bien eso no significa que puedan percibir con claridad la esencia de cada una de ellas, sino que simplemente poseen cierto autoconocimiento, aunque aún no es lo suficientemente profundo o claro. En otras palabras, todavía no pueden ver con claridad su propia esencia-naturaleza, ni son capaces de percibir qué actitudes corruptas han arraigado en sus corazones. Existe un límite para el conocimiento que una persona puede adquirir de sí misma de esta manera. Algunas personas dicen: “Soy consciente de que mi carácter es extremadamente arrogante; ¿no significa esto que me conozco a mí mismo?”. Ese conocimiento es demasiado superficial; no puede solucionar el problema. Si realmente te conoces, ¿por qué sigues buscando el progreso personal, por qué sigues ansiando estatus y distinción? Esto significa que tu naturaleza arrogante no ha sido erradicada. Por tanto, el cambio debe empezar por tus pensamientos y puntos de vista y por las intenciones que hay detrás de tus palabras y acciones. ¿Reconocéis que gran parte de lo que la gente dice es mordaz y venenoso y que hay un elemento de arrogancia en el tono que utilizan? Sus palabras transmiten sus intenciones y opiniones personales. Los que tienen perspectiva son capaces de discernirlo cuando las oyen. La mayor parte del tiempo, cuando su arrogancia no se revela, algunas personas hablan de cierta manera y utilizan ciertas expresiones, pero su comportamiento es muy diferente cuando se manifiesta esa arrogancia. Unas veces hablan sin parar de sus propias ideas altisonantes, y otras muestran sus colmillos y garras y alzan la cabeza. Se creen que son el rey de la montaña, y así se pone de manifiesto el feo rostro de Satanás. Existen toda clase de intenciones y actitudes corruptas dentro de cada persona. Al igual que las personas falsas guiñan el ojo cuando hablan y miran a la gente con el rabillo del ojo, hay un carácter corrupto oculto en estas acciones. Algunas personas hablan con evasivas y otras nunca saben muy bien lo que quieren decir. Siempre hay significados ocultos y artimañas en sus palabras, pero por fuera se muestran muy tranquilos y serenos. Este tipo de personas son aún más falsas y les resulta aún más difícil aceptar la verdad. Son muy difíciles de salvar.

Antes, cuando la gente creía en Dios, siempre se conformaba con tener un hogar en paz y con que todo lo que hicieran fuera como la seda, y creían que esto significaba que seguramente Dios los amaba y estaba contento con ellos. Si solo te conformas con estas cosas, nunca te embarcarás en la senda de la búsqueda de la verdad. No te conformes con que tu vida en apariencia marche bien o vaya como la seda; son cosas superficiales sin importancia. La salvación de las personas por parte de Dios ahora implica purificar y cambiar las cosas que pertenecen a Satanás y están profundamente arraigadas en las personas, extrayéndolas de raíz y desenterrándolas de la esencia y la naturaleza del hombre. ¿Por qué Dios está constantemente diseccionando los puntos de vista y las intenciones del hombre? Porque la naturaleza del hombre está profundamente arraigada. Dios no se fija en cómo haces las cosas, qué aspecto tienes o cómo de alto eres, ni tampoco se fija en qué clase de familia tienes o en si trabajas o no; Él no considera tales cosas. El elemento fundamental en el que se fija Dios es tu esencia a fin de resolver tus problemas desde la esencia y la raíz. Por tanto, no te contentes solo con un hogar en paz y con que todo vaya como la seda con la convicción de que Dios te está bendiciendo; eso es erróneo. No busques estas cosas externas y no te dejes atrapar por ellas. Si te conformas con tales cosas, demuestras que el objetivo que buscas en tu fe en Dios es demasiado pequeño y que estás muy por debajo de lo que Dios exige. Debes concentrarte en el cambio de carácter, empezando por tu carácter y humanidad, así como en tus intenciones y los puntos de vista que tienes en tu fe en Dios. De este modo, cuando entres en contacto con personas que acaban de empezar a creer en Dios o que no lo han aceptado, podrán percibir en tu apariencia que has experimentado un cambio y que lo que buscas es realmente diferente. Dicen: “En nuestra fe en Dios, buscamos ganar más dinero, tener estatus, que nuestros hijos vayan a la universidad y que nuestras hijas encuentren una pareja adecuada. ¿Por qué no buscas tú estas cosas? Las consideras estiércol y sin ningún valor. Entonces, ¿cómo crees en Dios?”. Luego cuéntales cómo es tu experiencia, qué actitudes corruptas tienes, cómo te poda Dios, cómo te castiga y te juzga, cómo reflexionas sobre ti mismo y cómo entiendes las cosas y cómo te arrepientes y cambias. Cuando la gente te conoce, se da cuenta de lo práctica que es tu charla, de que les aporta algo y les resulta beneficiosa, y de que no te limitas a dar sermones superficiales para persuadir y exhortar a la gente. Podrás hablar sobre la entrada en la vida y el autoconocimiento y esto demostrará que eres realmente alguien de la nueva era, una persona genuinamente nueva. Hay quienes todavía hablan de las cosas del pasado, diciendo: “Yo solía creer en el Señor Jesús, y dondequiera que yo trabajaba, el Espíritu Santo realizaba una gran obra. Cuando difundía el evangelio, muchos estaban dispuestos a escucharme, y cuando oraba por alguien, este mejoraba muy rápidamente…”. Todavía hablan de estas cosas, ¡y eso es muy retrógrado! Deberíais dedicar más tiempo a hablar de la verdad, de cosas como la entrada en la vida, los cambios en el carácter, el conocimiento de uno mismo y otras cuestiones esenciales relacionadas con la entrada en la vida. No habléis de asuntos que no tengan nada que ver con la verdad. Si practicáis de esta manera a menudo, recibiréis algo de la realidad-verdad. Con vuestra estatura actual, no sois capaces de hacer un trabajo que provea de vida o use la verdad para resolver problemas. Lo único que podéis hacer es persuadir y exhortar a la gente, diciendo: “No os rebeléis contra Dios ni os opongáis a Él. Aunque seamos muy corruptos, Dios nos salva, así que debemos prestar atención a Sus palabras y someternos a Él”. Cuando la gente oye esto, entiende doctrinas, pero les falta energía y no saben cómo practicar o experimentar las palabras de Dios. Esto demuestra que vosotros, como líderes y obreros, tampoco estáis en posesión de la realidad-verdad. Si no habéis alcanzado la entrada, entonces ¿cómo vais a proveérsela a otros? No puedes llegar a la raíz de las dificultades y del carácter corrupto de otras personas, no puedes captar lo fundamental, porque todavía no te conoces. Por tanto, proveer de vida en vuestro trabajo en la iglesia queda fuera de vuestro alcance, y solo con exhortar a la gente, decirle que sea buena y obedezca con sinceridad, no basta para que podáis resolver problemas reales. Esto es prueba suficiente de que no habéis entendido realmente la verdad ni alcanzado la entrada en la vida. La mayoría solamente sabéis predicar doctrina espiritual y teorías teológicas vacías, pero no podéis proveer de vida, por lo tanto, vuestra estatura es demasiado pequeña. Aún ha de cambiar tu perspectiva de la fe en Dios. Tu comprensión y tus intenciones siguen siendo las mismas. ¿Tendrás una senda a seguir para pedir a los demás que cambien cuando tú mismo no has resuelto tus propios problemas? ¿Serás capaz de proveer a los demás? ¿Serás capaz de resolver sus problemas? ¿Qué resultados puedes obtener pidiendo a los demás que cambien si tú no eres capaz de hacer ninguna de estas cosas? Si de lo único que eres capaz es de predicar palabras y doctrinas para dar lecciones y exhortar a la gente, ¿podrás conseguir que los demás entiendan la verdad? Si tú mismo careces de un verdadero entendimiento de la obra de Dios, ¿podrá el pueblo escogido de Dios entender Su obra al escuchar tus charlas? ¿Cómo vas a conseguir que el pueblo escogido de Dios cumpla bien su deber cuando tú mismo lo desempeñas sin principios? ¿Cómo reunirán la energía para seguir a Dios? Aquellos que ejercen como líderes y obreros deben comprender y dominar los estados de todos los diferentes tipos de personas en la iglesia, cuáles de entre ellos tienen experiencia y comprensión de las palabras y de la obra de Dios y quiénes tienen realmente autoconocimiento y se arrepienten con sinceridad. Aquellos líderes y obreros que sean capaces de dominar estas cosas podrán realizar algún trabajo práctico. Si aquellos con los que trabajas en tu deber son iguales que tú, les dan lecciones a los demás sin poseer ningún conocimiento de sí mismos, eso prueba que tú tampoco estás en posesión de la realidad-verdad, que no te conoces a ti mismo y que no existe ninguna diferencia entre vosotros. ¿Habéis pensado alguna vez en estas cosas? Solo sabéis que: “Me han dado poder aquí, tengo estatus, soy un funcionario en la iglesia y ahora tengo un lugar donde puedo dar lecciones a los demás”. Solo te concentras en el estatus y el prestigio, en cómo dar lecciones a otros y dar sermones, en qué decir para que los demás te escuchen, para concederte influencia en varias iglesias y ganar gran prestigio y para establecer firmemente tu posición. Si te centras sólo en estas cosas, demuestras que te has desviado. Entrar en una nueva era desde una antigua no solo significa que las formas en que las personas hacen y dicen las cosas cambian, sino que también requiere que tengan una entrada más alta, que paguen un precio más elevado, que sean capaces de rebelarse contra su carne de una vez por todas, que renuncien a las predilecciones carnales, que solo persigan la verdad como su vida y vivan una verdadera semejanza humana. Solo así podrán experimentar realmente una transformación profunda. Al realizar una obra nueva, Dios debe necesariamente plantear nuevas exigencias al hombre, y al aferrarse a esas viejas nociones tradicionales, este no hace más que ralentizar las cosas. Algunas personas tienen una fe ciega en la Biblia y nunca se apartan de ella: ¿pueden ganar la vida y conocer a Dios de ese modo? No, en absoluto. Durante generaciones, los fariseos leyeron la Biblia, pero al final crucificaron al Señor Jesús, que estaba expresando la verdad, ¿cómo pudo ocurrir tal cosa? Si realmente hubieran entendido la Biblia, deberían haber reconocido a Dios, y cuando vino el Señor Jesús, deberían haberle dado la bienvenida y no condenarle. Todavía hay muchas personas que no son capaces de profundizar en este asunto con entendimiento. En su interior siempre piensan que no importa cuántas declaraciones haga Dios ahora, todavía deben leer la Biblia y no apartarse de ella. Esto significa que terminan siendo capaces de recordar mucho de lo que está escrito en la Biblia, pero no de entender las verdades que Dios expresa ahora ni de ponerlas en práctica. Al final, no dan ningún testimonio vivencial real y son descartados. ¿No es vergonzoso? En realidad, hoy en día hay muchas personas que todavía leen la Biblia con frecuencia, pero que leen demasiado poco las palabras de Dios; ¿es esto algo inteligente o una necedad? Antes, cuando creían en el Señor, la gente estaba convencida de que un gran entusiasmo implicaba una gran vida y una buena fe. Cuando ahora se dice que solo con entusiasmo y sin un cambio de carácter Dios no va a aprobarte, hay quien siempre piensa que Dios trata injustamente a tales personas. He podado a personas así antes y algunas no lo aceptaron y defendieron a tales personas diciendo: “Llevan creyendo en Dios muchos años. Han pagado el precio y sufrido mucho, y han trabajado duro, aunque no hayan hecho ninguna contribución. ¿Cómo puedes tratarlos así?”. Algunas personas no son capaces de rectificar sus puntos de vista. ¿Es esto difícil de entender? La gente ve cómo los demás hacen las cosas externamente, mientras que Dios contempla su esencia, y eso es algo muy diferente. Solo ves lo piadoso que parece alguien por fuera, lo bien que sabe hablar y lo mucho que va de un lado a otro y paga el precio. ¿Cómo es que no dices cuántas nociones albergan, o lo sentenciosos y arrogantes que son? ¿Por qué no ves esas cosas? Por eso digo que vuestra visión de las cosas es demasiado antigua y retrógrada. Hoy por hoy, Dios no se fija en el precio que la gente paga externamente; Él no habla del precio que se paga ni de tu capital, ni de cuánto has sufrido; Él se fija en tu esencia. ¿Cuáles eran los principios para hacer uso de las personas en la era anterior? Quien fuera muy entusiasta, quien pudiera ir de un lado a otro y gastarse, quien llevara más tiempo creyendo en Dios y quien fuera el de más edad y además no estuviera casado: cuanto más se ajustaba alguien a esta descripción, más prestigio tenía y más capaz era de convertirse en líder. Esas cosas ya no son importantes. Lo que importa es la esencia de las personas, porque la clave para creer en Dios es cómo es su esencia, si esa persona es capaz de adorar a Dios y de aceptar Su nueva obra. Si ahora que Dios ha venido en la carne no lo reconoces, ¿qué dice eso de tu esencia? ¿No será que tu esencia se resiste a Dios? Esto depende de si tus puntos de vista y tus intenciones pueden o no concordar con Dios. Si eres capaz de aceptar el camino verdadero y rebelarte contra tus intenciones y nociones del pasado, entonces, las personas como tú podrán ser aceptadas y bendecidas por Dios. Existen principios sobre cómo Dios hace uso de las personas en Su obra. Él no considera tu capital, tus antecedentes familiares, prestigio o estatus. Él no hace uso de aquellos que se resisten a Él; ¿no retrasaría eso Su obra? La gente siempre está hablando de su capital con una arrogancia desmedida; ¡son demonios! No hablamos de cosas como ofrendas, gastarse uno mismo, capital y prestigio; ¡es inútil hablar de eso! Quien sea más sincero con Dios y esté más dispuesto a someterse a Él estará en posesión de la realidad-verdad, y aprobamos a tales personas. ¿Tiene algún sentido mirar al exterior? Algunas cosas pueden cambiar externamente para una persona, pero muchas dentro de su naturaleza no habrán cambiado y con el tiempo emergerán. Por eso hay que reconocer estas cosas y desenterrarlas. ¡Hay tantas cosas dentro de la naturaleza de una persona! Por supuesto, la naturaleza del hombre es arrogante, sentenciosa y rebelde, y estos son los problemas más grandes y arraigados. Además de estos, también existen una serie de actitudes corruptas dentro del hombre. Por tanto, conocerse a uno mismo no es una cuestión sencilla. Cuando hacen algo mal o comenten algún pecado, aquellos con cierto calibre se darán cuenta fácilmente y lo comprenderán. Sin embargo, lo que más les cuesta ver y conocer son las cosas de su naturaleza, las de su carácter y, en particular, las relacionadas con sus debilidades vitales. No creas que cuando haces algo malo y oras a Dios, o cometes un pecado y lo confiesas a Dios, eso significa que te conoces a ti mismo; ¡eso está a años luz del autoconocimiento! Si no me crees, sigue adelante y verás. Tal vez llegue un día en que te encuentres con algún problema y te derrumbes, o tal vez llegue un momento en que te arresten y en el espacio de una noche te conviertas en un Judas, y te quedarás estupefacto. Si deseas tener entrada en la vida, primero debes conocerte a ti mismo; si deseas lograr un cambio de carácter, entonces, con mayor razón debes reflexionar y conocerte a través de las palabras de Dios. Cuando llegues a tener un camino a seguir en el autoconocimiento, cuando este se vuelva más profundo y cuando sepas cómo poner en práctica la verdad, obtendrás naturalmente la entrada en la vida. El cambio de carácter también comienza en este punto. Si realmente eres capaz de conocerte a ti mismo, entonces tendrás un camino a seguir con la entrada en la vida y el cambio de carácter, y estas cosas te resultarán más fáciles.

Finales de 1995

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