1. El camino a casa de un sacerdote

Por Zhang Jian, China

Mi familia es católica desde hace generaciones. Cuando tenía 20 años, decidí hacerme monje y dedicar mi vida a servir al Señor. Tras siete años de formación teológica sistemática en el seminario, fui consagrado sacerdote a los 27 años, y a los 30 me ascendieron a abad de un monasterio. Por entonces era sumamente arrogante. Me parecía que había llegado a ser el abad de un monasterio siendo muy joven, y todos los sacerdotes y monjes decían que les resultaba útil escuchar mis sermones, por lo que creía entender la Biblia mejor que los demás y conocer al Señor. Pensaba que, cuando Él viniera, seguro yo tendría Su visto bueno y podría entrar al reino de los cielos.

En junio de 2001, una noche vino a verme apurado el diácono Wang, para anunciarme que habían venido dos cristianos que hablaban de la fe muy en profundidad. Al oír que eran cristianos, no me los tomé en serio en absoluto. Pensé: “La Iglesia católica es la única verdadera, poseedora de toda la verdad de la salvación de Jesús. Tengo muchos años de formación teológica y he estudiado renglón a renglón cada capítulo de la Biblia. Es una oportunidad perfecta; iré a debatir la cuestión de la fe con ellos y los convenceré de que se conviertan al catolicismo”. Posteriormente, el diácono Wang me llevó a conocer a dos de ellos. Eran el hermano Cheng Shi y el hermano Xiang Guang. Cuando supe que solo llevaban seis o siete años creyendo en Dios, los menosprecié aun más, pero, no obstante, les hablé pacientemente de la historia del catolicismo. Insistí en que, si querían asegurarse la entrada en el reino de los cielos, debían unirse a la iglesia verdadera, la Iglesia católica. Sin embargo, los dos hermanos no solo no quisieron convertirse, sino que Xiang Guang observó: “Tanto para el catolicismo como para el cristianismo, el estado actual de la iglesia es de suma desolación. Los predicadores leen y predican la Escritura sin esclarecimiento, no saben dar sermones novedosos ni profundos. Muchos incluso han comenzado a ir en pos de cosas mundanas y han dejado la senda del servicio. Los creyentes se sienten aun más negativos y débiles; su fe se ha enfriado. En las congregaciones, hablan de su vida cotidiana o de cómo ganar dinero, y se facilitan unos a otros trabajos y se ayudan a buscar pareja. También hay muchos creyentes que van en pos de las tendencias mundanas y algunos hasta han vuelto al mundo secular. ¿En qué se diferencia el estado de la iglesia del estado del templo en las postrimerías de la Era de la Ley? Al final de la Era de la Ley, era obvio que el templo estaba desolado. El pueblo cambiaba dinero y negociaba ganado, ovejas y palomas allí; se había convertido en cueva de ladrones. Eso demostraba que el Espíritu Santo no obraba en el templo. Por tanto, ¿dónde obraba el Espíritu Santo? En aquel tiempo, el Señor Jesús ya estaba llevando a cabo una nueva obra fuera del templo, por lo que la obra del Espíritu Santo había pasado a ser la del Señor Jesús. Es similar a una estufa que calienta un cuarto en invierno: si quitan la estufa, el cuarto poco a poco se enfría. Del mismo modo, cuando el Espíritu Santo obra en la iglesia, los hermanos y hermanas tienen fe y buscan fervientemente, pero cuando se pierde la obra del Espíritu Santo, la iglesia de a poco se queda desolada. Las iglesias de todas partes se hallan en el mismo estado que el templo en las postrimerías de la Era de la Ley. Están todas desoladas. ¿Te has planteado alguna vez si ha cambiado la obra del Espíritu Santo? ¿Dónde obra el Espíritu Santo hoy?”. Esas palabras me sorprendieron bastante. No esperaba que relacionaran la desolación del templo en las postrimerías de la Era de la Ley con la obra del Señor Jesús. Esta comprensión era bastante novedosa y reconfortante. Nunca habíamos entendido así las cosas en nuestra iglesia. Además, estaba de acuerdo con su evaluación del estado de la Iglesia. Entre otras cosas, muchos de los fieles ya habían dejado de observar prácticas como leer la Escritura y guardar el día del Señor. Eran como los no creyentes, en pos de la riqueza y los placeres mundanos, y la cantidad de gente en la iglesia continuaba disminuyendo. Esto era una realidad. La Iglesia estaba, en efecto, desolada. Dado que las palabras de los hermanos estaban en consonancia con los hechos y la Biblia y que su entendimiento tenía cierta profundidad, pensé: “He estudiado la Biblia muchos años sin entender esto, pero ellos pueden hablar al respecto con tan solo unos años de fe. Me parece que los he subestimado”. Viendo que no podía convencerlos, simplemente repetí algunas de sus palabras y puse una excusa para irme a casa.

En ese momento, pensé en si la obra del Espíritu Santo estaba cambiando. No obstante, también creía que el Espíritu Santo era el alma de la Iglesia católica, por lo cual, si el Espíritu Santo no obraba allí, ¿en qué otro lugar podría obrar? No podía entenderlo, así que no lo pensé demasiado. Después, Cheng Shi y Xiang Guang vinieron a verme dos veces más. Dijeron: “Dios se ha encarnado para expresar nuevas palabras, realizar la obra de juicio y purificación del hombre, librarnos de la esclavitud del pecado e introducirnos en el reino de Dios”. En ese momento sentía mucha resistencia, y pensaba: “¿Realmente entienden la Biblia? El Señor Jesús ya ha consumado la obra de redención y en los últimos días descenderá como Espíritu entre las nubes para decidir el desenlace de la gente. ¿Cómo es posible que se encarne y realice una nueva obra?”. Luego recordé que, no mucho antes, había oído que había gente predicando sobre el Relámpago Oriental. Estas personas daban testimonio de que el Señor ya había vuelto encarnado y que estaba realizando una nueva obra, y sus sermones eran muy profundos. Parecía bastante probable que Cheng Shi y Xiang Guang creyeran en el Relámpago Oriental. No obstante, pensé que la Iglesia católica era la verdadera, y que nunca se había oído hablar del Relámpago Oriental antes de eso. Como ellos no pertenecían a la iglesia verdadera, todo cuanto predicaban debía de estar equivocado. No podía seguir escuchándolos, así que interrumpí y pregunté: “Ustedes creen en el Relámpago Oriental, ¿verdad? Según ustedes, el Señor ha vuelto a encarnarse y está realizando una nueva obra. Eso es imposible. No lo creo. Si tienen la intención de predicarme este evangelio, ¡ahórrense el esfuerzo!”. Cheng Shi y Xiang Guang continuaron hablando conmigo pacientemente, pero mis nociones eran muy firmes en aquella época, y no los escuché en absoluto. Les dije, airado: “¡Lo que predican contradice mi fe y no quiero seguir oyéndolo!”. Ante mi actitud, no dijeron más. Más adelante vinieron a hablar conmigo dos veces más, pero yo tenía mucha resistencia. Sin importar lo que dijeran, todo me entraba por un oído y me salía por el otro. Al final me dejaron un ejemplar del libro La Palabra manifestada en carne y me instaron a que lo estudiara. Al ver lo serios que eran, me dio demasiada vergüenza negarme, por lo que acepté el libro. Al ver ese grueso ejemplar de La Palabra manifestada en carne, sentí un poco de curiosidad y quise saber qué contenía exactamente. Así, hojeé el índice del libro y pasé algunas páginas. Descubrí que ciertas partes del libro diferían de nuestras enseñanzas tradicionales, relativas a cosas como si de verdad existe o no la Trinidad y el desenlace futuro y destino de la humanidad, por lo que cerré el libro y no lo volví a mirar. Entonces pensaba que mi deber era proteger el rebaño como abad del monasterio, y que tenía que advertir a los sacerdotes y monjes para que no los desorientaran. Por tanto, en un retiro de novicios, les comenté: “Estamos en los últimos días y están surgiendo muchos falsos cristos. Hace unos días conocí a dos personas del Relámpago Oriental. Me dijeron que el Señor Jesús ha vuelto y que se ha encarnado y está realizando una nueva obra. ¿Cómo puede ser?”. Sosteniendo La Palabra manifestada en carne, proseguí: “Miren, este es su libro. Lo he hojeado y lo que enseña difiere de nuestras creencias tradicionales. ¡Estoy seguro de que esto no viene de Dios! Deben ser precavidos. No lean sus libros, no se reúnan con ellos y no escuchen sus prédicas. Deben proteger a los miembros de la iglesia para que no los desorienten”. Tras escucharme, todos los sacerdotes y monjes concordaron en que esta era una cuestión crucial de salvar almas y que había que proteger a los miembros de la iglesia. Al ver que todos eran muy obedientes, creí haber hecho una cosa muy recta y haber cumplido con mi responsabilidad y obligación de abad de proteger mi rebaño. No me percaté para nada de que me estaba resistiendo a Dios.

Días después de este suceso, Xiang Guang vino a verme y preguntó si había leído las palabras de Dios Todopoderoso. Le dije: “Las palabras de Dios Todopoderoso difieren de las enseñanzas tradicionales de nuestra iglesia, con lo que no las estudiaré ni dejaré que nadie más lo haga, pues esto es materia de fe. Jamás traicionaremos al Señor escuchando su predicación”. Xiang Guang me habló pacientemente: “Aún no has leído las palabras de Dios Todopoderoso. Has determinado que no son la voz y las palabras de Dios y te has negado a estudiarlas solo porque has encontrado algo en ellas que difiere de las enseñanzas tradicionales de tu iglesia. ¿No es demasiado apresurado? Dios Todopoderoso dice: ‘Os aconsejo que andéis con cuidado por la senda de la creencia en Dios. No saquéis conclusiones apresuradas; más aún, no seáis despreocupados y descuidados en vuestra creencia en Dios. Deberíais saber que, como mínimo, los que creen en Dios deben poseer un corazón humilde y temeroso de Dios. Los que han oído la verdad pero la miran con desdén son insensatos e ignorantes. Los que han oído la verdad, pero sacan conclusiones precipitadas o la condenan a la ligera, están asediados por la arrogancia. Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todas personas con razón y que aceptan la verdad’ (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Como creyentes en el Señor, hemos de tener un corazón que tema a Dios. No podemos condenar a ciegas las palabras y la obra de Dios cuando no se ajustan a nuestras nociones y fantasías. Si no tenemos una actitud humilde de búsqueda ante Dios, si siempre evaluamos Su obra y Sus palabras nuevas según nuestra mentalidad y nuestras fantasías, es muy fácil que cometamos el grave pecado de condenar a Dios y resistirnos a Él. Igual que cuando vino a obrar el Señor Jesús: como los fariseos vieron que Sus palabras y Su obra iban más allá de la ley, buscaron algo que usar en contra de Él, lo condenaron y finalmente instigaron a la gente para que lo crucificaran. Ofendieron gravemente el carácter de Dios y terminaron maldecidos y castigados por Él. Fue una lección que pagaron con sangre. Hoy día debemos ser cuidadosos al tratar el tema del regreso del Señor, ya que, si lo condenamos equivocadamente, podemos blasfemar contra el Espíritu Santo. El Señor Jesús dijo hace mucho tiempo: ‘Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada(Mateo 12:31). ¡Sería terrible cometer este pecado! Desde que ha aparecido y obra Dios Todopoderoso, muchos líderes de diferentes denominaciones han condenado ciegamente Su obra en los últimos días. Algunos hasta han calumniado y blasfemado contra Dios Todopoderoso. Muchos de los que se resistieron gravemente fueron castigados. Si no tratamos este tema con cuidado, podríamos perder fácilmente nuestro destino”. En ese momento, pensé: “Yo pienso en los miembros de mi iglesia y los protejo de que los desorienten. ¿Cómo va a ofender eso al Señor?”. No obstante, al reflexionarlo con mayor seriedad, me di cuenta de que él estaba en lo cierto. Realmente yo no sabía mucho del Relámpago Oriental, pero me apresuré a condenarlo y prediqué lo mismo a los sacerdotes y monjes. Si lo estaba condenando equivocadamente, como afirmó él, eso ofendería a Dios. Las consecuencias eran inimaginables. Al pensar en eso, respondí a Xiang Guang: “Nunca había considerado eso, pero trataré este tema con cuidado en lo sucesivo”. Posteriormente, sucedieron algunas cosas en la iglesia que me hicieron reflexionar. Una vez me encontré con el obispo, y me comentó: “Muchos sacerdotes de la diócesis están poniendo excusas para no entregar ofrendas y algunos se dan al libertinaje y se niegan a arrepentirse. Un sacerdote mayor me reveló en privado que malversó en secreto las ofrendas para que otra persona fundara una fábrica…”. Al enterarme, pensé: “Es un grave pecado contra el Señor que un sacerdote se dé al libertinaje o que despilfarre y se apropie indebidamente de ofrendas. El Señor dijo: ‘Si vosotros no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente(Lucas 13:3).* Si todos los sacerdotes viven en pecado y nunca se arrepienten, ¿cómo entrarán en el reino de los cielos?”. Antaño, esa clase de problemas solo se daba con unos pocos sacerdotes en concreto. Jamás imaginé que ahora hubieran caído tantos en la depravación. A tenor de tales cosas, no pude evitar acordarme de la desolación de la iglesia descripta por Xiang Guang. Reflexioné: “Antes, cuando obraba el Espíritu Santo en la iglesia, Él nos disciplinaba cuando hacíamos algo malo. Sin embargo, ahora, con tantos sacerdotes que pecan contra Dios, ¿por qué el Espíritu Santo no los disciplina? ¿Será que el Espíritu Santo realmente ya no obra en nuestra iglesia?”. En ese momento no pude entenderlo.

Tiempo después, volvieron a visitarme el hermano Xiang Guang y el hermano Fang Yi. Por entonces todavía yo tenía cierta resistencia. Pensaba: “Dan testimonio de que el Señor ha vuelto encarnado para realizar una nueva obra. ¿Tiene algún fundamento bíblico esa afirmación? No creo que tengan ninguna prueba. Esta vez, primero les haré algunas preguntas. Si no las saben responder, ya está”. Así, pregunté: “Según la Biblia, en los últimos días el Señor volverá en un cuerpo espiritual descendiendo entre las nubes. Sin embargo, ustedes dan testimonio de que ha vuelto encarnado para realizar una nueva obra. ¿En qué se basan para afirmarlo?”. Fang Yi respondió con calma: “Dios hace mucho tiempo planificó y dispuso que el Señor se haría carne y regresaría en los últimos días. Hay pruebas de ello en las profecías del Señor Jesús. Veamos algunos versículos. En Lucas 17:24-25 dice: ‘Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación’. Y luego: ‘Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre(Mateo 24:44). Al igual que: ‘Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre(Mateo 24:37). Como ves, todos estos versículos aluden al ‘Hijo del Hombre’. ¿A qué se refiere ‘Hijo del Hombre’ aquí? Todos sabemos que el Señor Jesús es Hijo del hombre y Dios encarnado. No cabe duda de eso. ‘Hijo del hombre’ se refiere al Espíritu de Dios revestido de carne para hacerse un hombre normal; significa Dios encarnado. Por tanto, la profecía del Señor Jesús sobre ‘la venida del Hijo del Hombre’ demuestra que regresará encarnado. Además, las Escrituras también afirman: ‘Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación’. ¿Qué significa esto? Significa que, cuando vuelva el Señor Jesús, la gente no lo conocerá ni reconocerá, que la generación entera lo condenará y rechazará. Se puede decir que solo convirtiéndose en carne como el Hijo del hombre puede Dios padecer enormemente y ser rechazado por esta generación. Si el Señor Jesús regresara como Espíritu con la imagen de un hombre judío, majestuoso y apareciéndose a todos con gloria, ¿quién lo contemplaría y no se humillaría y lo adoraría? ¿Cómo iba a soportar entonces un gran sufrimiento? ¿Cómo iba a ser rechazado por esta generación? Por consiguiente, cuando el Señor regrese, lo hará como Hijo encarnado del hombre. Esto no admite duda alguna”.

No pude más que sentirme impactado tras escuchar la enseñanza de Fang Yi. Pensé: “Tiene razón. Si el Señor Jesús regresara nuevamente como un cuerpo espiritual y descendiera entre las nubes con gran gloria, la gente caería de rodillas apenas verlo. ¿Quién se atrevería a rechazarlo? ¿Cómo sufriría enormemente? Solo el cuerpo físico puede experimentar dolor. ¿Acaso eso no prueba que el Señor vendrá encarnado? ¡La enseñanza de Fang Yi era totalmente razonable y lógica! Ningún teólogo ni figura espiritual del mundo religioso ha sabido explicar esta profecía del Señor Jesús. Según todos ellos, este es el misterio del Señor, que los humanos no pueden comprender plenamente. Estudié la Biblia muchísimos años, pero jamás he sido capaz de entender esta profecía. No sabía por qué padecería enormemente el Señor si iba a regresar en forma de espíritu. Nunca pensé que los del Relámpago Oriental fueran capaces de explicar el misterio de esta profecía. ¡Bastaba para hacerte prestar atención y tomar notas! ¿De veras el Señor podía regresar encarnado? No obstante, existen muchas otras profecías de la Biblia que mencionan que el Señor vendrá entre las nubes”. Así pues, les pregunté a los hermanos: “Según muchas profecías de la Biblia, cuando el Señor regrese, descenderá entre las nubes. Por ejemplo, el Señor Jesús dijo: ‘Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, a cuya vista todos los pueblos de la tierra prorrumpirán en llantos; y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes resplandecientes del cielo con gran poder y majestad(Mateo 24:30).* También se profetiza en Apocalipsis: ‘Mirad cómo viene sentado sobre las nubes del cielo, y han de verle todos los ojos, y los mismos que le traspasaron o clavaron en la cruz. Y todos los pueblos de la tierra se herirán los pechos al verle(Apocalipsis 1:6).* Si, verdaderamente, Él regresa encarnado, ¿cómo se cumplirán estas profecías?”.

Fang Yi me enseñó esto: “El Señor Jesús sí profetizó que descendería entre las nubes en los últimos días y juzgaría públicamente a todo pueblo y nación. Seguro que se cumplirán estas profecías, pero primero Él se hace carne en secreto; luego aparecerá públicamente ante todos sobre las nubes. Es decir, el Señor volverá de dos maneras. Primero se hace carne para expresar la verdad, hacer Su obra de juzgar y purificar a la gente, y para formar un grupo de vencedores. Después comenzarán a descender los grandes desastres y se culminará la obra secreta de Dios encarnado. Tras los desastres, Dios aparecerá con gloria ante todos, premiará a los buenos y castigará a los malvados. Por ende, quienes se hayan resistido a Dios y lo hayan condenado sin arrepentirse durante la etapa de Su encarnación y Su obra secreta habrán perdido por completo la ocasión de salvarse. Caerán en los desastres, sollozando y crujiendo los dientes. Esto cumple la profecía del Libro del Apocalipsis: ‘He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él; sí. Amén(Apocalipsis 1:7)”. Después de oír la enseñanza de Fang Yi, de pronto sentí el corazón abierto y claro. Cuando vuelva el Señor, no solo descenderá públicamente entre las nubes: primero se hará carne y descenderá en secreto. Estas son las dos maneras en que aparecerá el Señor. Antes solo conocía una manera; al parecer tenía un entendimiento incompleto al respecto. Al ver que el Relámpago Oriental había revelado el misterio de las profecías de la Biblia de un modo que parecía razonable y lógico, creí probable que eso viniera de Dios y que valía la pena estudiarlo. Después, mi actitud cambió por completo, y estaba dispuesto a escuchar sus enseñanzas y a leer las palabras de Dios Todopoderoso sin resistirme.

Tras leer durante un tiempo las palabras de Dios Todopoderoso, estaba seguro de que el Señor volvería encarnado, pero no sabía cómo determinar que Dios Todopoderoso era el regreso del Señor Jesús. Creía que la Iglesia católica era la verdadera, que poseía toda la verdad de la salvación de Jesús. Pensaba que nuestras almas solo podían ser salvadas y entrar al reino de los cielos a través del catolicismo. ¿Qué pasaría si aceptaba a Dios Todopoderoso y resultaba que me había descarriado de mi fe? ¿No estaría traicionando al Señor? ¿Cómo podría entrar en el reino de los cielos entonces? Todavía me sentía incómodo porque no podía desentrañar este problema. En aquel momento, por casualidad escuché que también el padre Yuan Yongjin había aceptado la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. Ansiaba reunirme con él porque él también había sido católico y nuestras enseñanzas y opiniones eran las mismas. Quería oír cómo entendía él esta cuestión. Días más tarde, nos encontramos y le conté mis preocupaciones.

Yuan Yongjin me enseñó lo siguiente: “Alguna vez tuve las mismas preocupaciones que tú. Me preocupaba que aceptar a Dios Todopoderoso significara traicionar al Señor Jesús. A fin de abordar este tema, lo principal es discernir si Dios Todopoderoso y el Señor Jesús son o no el mismo Espíritu, y si son o no el mismo Dios que obra. En la Era de la Ley obró Yavé, y en la Era de la Gracia, el Señor Jesús. Aunque Dios cambiara de nombre y la obra que realizara fuera distinta, ¿puede decirse que el Señor Jesús y Yavé no son un único Dios? ¿Puede decirse que creer en el Señor Jesús es traicionar a Yavé? En absoluto. Por tanto, no se puede determinar si son el mismo Dios en función de Sus nombres. Lo principal es comprobar si Dios Todopoderoso puede expresar la verdad y realizar la obra de salvar a la humanidad. Mientras Dios Todopoderoso sea capaz de expresar la verdad y la voz de Dios y de realizar la obra de salvar a la humanidad, se trata del propio Dios, y Él y Yavé y el Señor Jesús son el mismo Dios. Todos sabemos que, en la Era de la Ley, Yavé dictó leyes y mandamientos para guiar la vida de la humanidad, de modo que la gente supiera lo que es el pecado, cómo ofrecer sacrificios para expiar los pecados y cómo adorar a Dios. A finales de la Era de la Ley, la gente cada vez pecaba más y no había suficientes sacrificios que ofrecer por todos sus pecados. Todos corrían peligro de ser condenados y de morir en virtud de la ley, por lo que, a través del profeta, Yavé profetizó: ‘Sabed que una virgen concebirá y tendrá un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel(Mateo 1:23).* ‘Ahora que ha nacido un parvulito para nosotros, y se nos ha dado un hijo, el cual lleva sobre sus hombros el principado, o la divisa de rey(Isaías 9:5).* Estas palabras les contaban a los israelitas que vendría el Mesías y que sería la ofrenda por el pecado que redimiría a la humanidad. Según lo prometido, Dios se hizo carne como el Señor Jesús y realizó la obra de redención de la humanidad, construyendo sobre la base de la obra de la ley. El Señor Jesús expresó muchas verdades, otorgó al hombre el camino del arrepentimiento y fue crucificado por el bien de la humanidad como ofrenda eterna por el pecado, con lo que culminó la obra de redención de toda la humanidad. A partir de entonces, siempre que la gente aceptara a Jesucristo como Salvador y se arrepintiera ante Él, Dios perdonaría sus pecados y no moriría por vulnerar la ley. La gente era apta para presentarse ante Dios a orar para recibir Su gracia y Su paz. Así pues, la obra del Señor Jesús cumplió por completo las profecías del Antiguo Testamento. Libró a la gente de la esclavitud de la ley, concluyó la Era de la Ley e introdujo a la humanidad en la Era de la Gracia. Esto basta para demostrar que el Señor Jesús es el Salvador y la venida del Mesías. El Señor Jesús y Yavé son un único Espíritu y un único Dios, tal como manifestó el Señor Jesús: ‘Yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí(Juan 14:11).* ‘Mi Padre y yo somos una misma cosa(Juan 10:30).* Una vez concluida la obra de redención del Señor Jesús, se les perdonan los pecados a aquellos que creen en el Señor, pero no se ha corregido aún la naturaleza pecaminosa del hombre. La gente todavía puede pecar y resistirse con frecuencia al Señor y no es completamente libre de la esclavitud del pecado. Veamos algunos ejemplos: aún pecamos y engañamos a menudo para beneficio personal. Aún podemos ser celosos, odiar a otros y pugnar por el poder y los intereses. Cuando padecemos una enfermedad o una calamidad, aún culpamos al Señor, e incluso lo negamos y lo traicionamos. Está escrito en la Biblia: ‘Todo aquel que comete pecado, es esclavo del pecado. Es así que el esclavo no mora para siempre en la casa; el hijo sí permanece siempre en ella(Juan 8:34-35).* ‘Santos habéis de ser, porque yo soy santo(1 Pedro 1:15).* Dios es santo y en definitiva lo que quiere son personas capaces de someterse plenamente a Sus palabras y de alcanzar la santidad. Pero en la actualidad, todavía somos pecadores, inmundos y corruptos. No nos hemos liberado de la esclavitud del pecado, y no somos aptos para entrar en el reino de los cielos. En consecuencia, el Señor Jesús profetizó muchas veces que volvería para expresar la verdad y realizar la obra del juicio en los últimos días, que salvaría por completo a la humanidad del pecado y de la influencia de Satanás y nos llevaría al reino de los cielos. Como Él predijo: ‘Aún tengo otras muchas cosas que deciros; mas por ahora no podéis comprenderlas. Cuando venga el Espíritu de verdad, él os enseñará todas las verdades necesarias para la salvación(Juan 16:12-13).* ‘Que si alguno oye mis palabras, y no las observa, yo no le doy la sentencia, pues no he venido ahora a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Quien me menosprecia, y no recibe mis palabras, ya tiene juez que le juzgue; la palabra que yo he predicado, ésa será la que le juzgue el último día(Juan 12:47-48).* Y 1 Pedro 4:16 señala: ‘Pues tiempo es de que comience el juicio por la casa de Dios’.* Y como Él lo prometió, el Señor Jesús ha vuelto encarnado en los últimos días como Dios Todopoderoso para expresar todas las verdades necesarias para purificar y salvar a la humanidad. Construyendo sobre la base de la obra del Señor Jesús, Dios Todopoderoso está realizando la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios, para corregir la naturaleza pecaminosa del hombre y guiar a la humanidad hacia todas las verdades, con lo cual se cumplen plenamente las profecías del Señor Jesús”.

Yuan Yongjin me leyó entonces un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “Aunque Jesús vino entre los hombres e hizo mucha obra, solo completó la obra de redimir a toda la humanidad y sirvió como ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no solo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y, así, una vez que el hombre fue perdonado por sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a un reino más elevado. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Yuan Yongjin me enseñó esto: “En la Era de la Gracia, el Señor Jesús realizó la obra de redención y absolvió los pecados del hombre, pero eso solo fue la mitad de la obra de salvación. La obra del juicio de Dios Todopoderoso es la única que salvará completamente a la humanidad. Solo podemos ser salvados y hacernos dignos de entrar en el reino de los cielos si aceptamos el juicio y castigo de Dios en los últimos días, si somos purificados de corrupción, si nos libramos de pecado y si ya no nos dejamos desorientar y controlar por el diablo. Esto significa que la obra del juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días da continuidad a la obra de redención del Señor Jesús y que es la obra que pondrá fin a la era. Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús, y Ellos son un único Espíritu y un único Dios”. Al escuchar que la enseñanza de Yuan Yongjin sobre las tres etapas de obra coincidía con la Biblia y con los hechos, mi corazón se iluminó. Resulta que el Señor Jesús ha regresado para realizar la obra del juicio en los últimos días, corregir nuestra naturaleza pecaminosa y salvarnos de la esclavitud del pecado. En efecto, actualmente vivimos en pecado y no podemos desligarnos de él. Pecamos, confesamos y, después de confesarnos, pecamos otra vez. Siempre estamos atrapados en este bucle sin fin. Ni siquiera los sacerdotes pueden librarse de la esclavitud del pecado, mucho menos los creyentes comunes. Todos estos hechos son innegables. Anteriormente, nunca fui capaz de entender por qué, pero ahora sí. Realmente aún necesitábamos que el Señor regresara e hiciera Su obra para purificar y transformar plenamente a la gente. Parecía totalmente posible que la obra del juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días proviniera de Dios.

Luego, Yuan Yongjin me leyó otro pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “La obra de hoy ha impulsado la obra de la Era de la Gracia; es decir, la obra bajo la totalidad del plan de gestión de seis mil años ha avanzado. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se basa en la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Porque la obra de hoy es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido un avance sobre la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada eslabón en la cadena está íntimamente vinculado con el siguiente. ¿Por qué digo también que esta etapa de la obra se basa en la obra realizada por Jesús? Suponiendo que esta etapa no se construyera tomando como base la obra realizada por Jesús, habría tenido que ocurrir otra crucifixión en esta etapa, y la obra redentora de la etapa anterior tendría que volver a hacerse. Esto no tendría sentido. Por tanto, no es que la obra esté completamente finalizada, sino que la era ha avanzado y el nivel de la obra se ha elevado más que antes. Puede decirse que esta etapa de la obra se construye sobre la base de la Era de la Ley y sobre la roca de la obra de Jesús. La obra de Dios se construye etapa por etapa, y esta etapa no es un nuevo comienzo. Solo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años. La obra de esta etapa se lleva a cabo sobre la base de la obra de la Era de la Gracia. Si estas dos etapas de la obra no tuvieran relación, ¿por qué, entonces, la crucifixión no se repite en esta etapa? ¿Por qué no cargo Yo con los pecados del hombre, sino que vengo a juzgar y a castigar al hombre directamente? Si Mi obra de juzgar y castigar al hombre no hubiese venido después de la crucifixión, con Mi venida ahora que no es por medio de la concepción del Espíritu Santo, entonces Yo no estaría calificado para juzgar y castigar al hombre. Es, precisamente, porque Yo soy uno con Jesús que vengo directamente a castigar y juzgar al hombre. La obra en esta etapa se construye, en su totalidad, sobre la obra de la etapa anterior. Esta es la razón por la que sólo la obra de este tipo puede llevar al hombre, paso a paso, a la salvación. Jesús y Yo venimos de un solo Espíritu. Aunque nuestra carne no tiene relación, nuestro Espíritu es uno; aunque el contenido de lo que hacemos y la obra que asumimos no son los mismos, somos iguales en esencia; nuestra carne adopta distintas formas, pero esto se debe al cambio en la era y a los diferentes requisitos de nuestra obra; nuestros ministerios no son iguales, por lo que la obra que traemos y el carácter que revelamos al hombre también son diferentes. Por eso, lo que el hombre ve y entiende hoy es diferente a lo del pasado, lo cual se debe al cambio en la era. A pesar de que son diferentes en cuanto al género y la forma de Su carne y de que no nacieron de la misma familia, y, mucho menos, en la misma época, Su Espíritu es uno. […] El Espíritu de Jehová no es el padre del Espíritu de Jesús, y el Espíritu de Jesús no es el hijo del Espíritu de Jehová: ambos son el mismo Espíritu. De igual manera, el Dios encarnado de hoy y Jesús no tienen relación de sangre, pero son uno; esto se debe a que Su Espíritu es uno. Dios puede llevar a cabo la obra de misericordia y bondad, así como la del juicio justo y el castigo del hombre y la de lanzar maldiciones sobre el hombre. Al final, Él puede realizar la obra de destruir el mundo y castigar a los malvados. ¿Acaso no hace todo esto Él mismo? ¿No es esto la omnipotencia de Dios?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación). Yuan Yongjin compartió lo siguiente: “Aunque el contenido de las tres etapas de obra de Dios sea distinto y el nombre de Dios no sea el mismo en cada era, toda esta obra la hace un solo Espíritu y un solo Dios. Las tres etapas de obra están estrechamente vinculadas y cada una se basa en la obra de la anterior, es más elevada y profunda que ella, y al final esta obra salvará a la gente del poder de Satanás y la llevará al reino de Dios. Por tanto, no traicionamos al Señor por aceptar Su nueva obra; vamos al compás de esta”. Mi corazón se sintió aún más iluminado en este punto. Entonces entendí que las tres etapas de obra están estrechamente vinculadas, cada una es más elevada y profunda que la anterior, y que ninguna es independiente de las demás. Son las tres etapas de obra realizadas por el mismo Dios. Yavé, el Señor Jesús y Dios Todopoderoso son uno solo. Siempre había creído que la Iglesia católica era la verdadera, que solamente el catolicismo podía salvar almas e introducirlas en el reino de los cielos, que abandonar el catolicismo suponía traicionar al Señor y perder la oportunidad de salvarse. Ahora entendía que yo solo me atenía a la obra de redención del Señor Jesús. Si aceptaba la obra del juicio de Dios Todopoderoso, estaría siguiendo las huellas del Cordero, no traicionando al Señor. Ahora bien, si me quedaba en el catolicismo y me aferraba a la salvación del Señor Jesús, no recibiría la salvación de Dios en los últimos días y no sería capaz de entrar en el reino de los cielos. Tras pensar en ello, en esencia estaba seguro de que la obra del juicio de Dios Todopoderoso era la nueva obra de Dios en los últimos días. Después, Yuan Yongjin me enseñó verdades como el significado de los nombres de Dios, la interioridad de la Biblia, y cómo decide Dios el desenlace y destino de la humanidad. Tras escuchar las enseñanzas de Yuan Yongjin, me embargaba la emoción. Creía en Dios desde hacía muchísimos años, pero nunca había oído una predicación tan sobresaliente. De verdad aprendí muchísimo ese día; ¡comprendí más cosas que en todos mis años de fe en el Señor!

Yuan Yongjin me leyó muchas palabras de Dios Todopoderoso. Entendí que Dios Todopoderoso ha revelado multitud de verdades y misterios y sentí hondamente que las palabras de Dios Todopoderoso son la voz de Dios. Tras volver a casa ese día, leí un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: “Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta verdad: Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre solo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es inculto e ignorante(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Con este pasaje comprendí que, para comprobar si Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que aparece y obra, principalmente tenía que observar las palabras que expresa y la obra que realiza. Si puede expresar la verdad y realizar la obra de salvación y purificación de la gente, tiene que ser el Señor que aparece y obra. El Señor Jesús dijo una vez: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida: Nadie viene al Padre sino por mí(Juan 14:6).* Por tanto, aparte de cuando Dios aparece para hablar y obrar, nadie puede expresar la verdad. Desde entonces, todos los días dedicaba un tiempo a leer las palabras de Dios Todopoderoso. Dos meses después ya entendía mucho más, como los misterios de la encarnación y de los nombres de Dios, la diferencia entre la obra de Dios y el trabajo humano, cómo discernir entre el Cristo verdadero y los falsos, etc. Vi que las palabras de Dios Todopoderoso son abundantes y extensas, y de veras que me abrieron los ojos. Pensé: “¿Quién podría expresar tantas verdades y desentrañar tantos misterios, sino el Señor que ha regresado? En efecto, el Señor ha vuelto y está realizando la nueva obra de juicio y purificación de la humanidad”. Estaba totalmente seguro de que la obra del juicio de Dios Todopoderoso es la nueva obra del Señor, y Dios Todopoderoso, ¡el Señor que ha regresado! En ese momento, me embargó la alegría. El Señor Jesús, esperado durante tantos años, de verdad había regresado. Me sentía muy afortunado de poder aceptar la obra de Dios en los últimos días. Pensé en que los hermanos llevaban casi un año predicándome el evangelio, y en que yo me había resistido y lo había rechazado constantemente. De no haber sido por la misericordia y salvación de Dios y por los hermanos que me predicaron el evangelio una y otra vez, no habría sido capaz de presentarme ante Dios. Por eso, le estaba muy agradecido. Sin embargo, luego recordé que no había buscado ni estudiado la obra de Dios de los últimos días, que la había juzgado y condenado a ciegas y que hasta cerré la iglesia e impedí que sus miembros la buscaran o estudiaran. Cuando lo pensé, me sentí muy culpable y me odié por haber estado demasiado ciego como para conocer a Dios, por no tener un corazón temeroso de Dios y por resistirme a Él. ¿No fui como los fariseos, que se resistieron al Señor Jesús? Había pensado que, por haber estudiado teología muchos años y haber servido siempre al Señor, debía de conocerlo un poco. Jamás pensé que “conocería” así al Señor. En ese momento, me sentí muy inquieto, pensando en cómo había cometido semejante pecado resistiéndome al Señor, y preguntándome cómo Él me trataría. De rodillas ante Dios, oré para confesar mis pecados: “Dios Todopoderoso, he sido sumamente arrogante. No te conocí, me resistí a Tu obra, la juzgué, cerré la iglesia e impedí a sus miembros que la buscaran y estudiaran. Hice lo mismo que los fariseos y de veras merezco Tu castigo. ¡Soy verdaderamente indigno de Tu salvación!”. Aquellos días vivía en un estado de pesar y ansiedad. Cada vez que leía las palabras de Dios Todopoderoso que revelan a la gente que se resiste a Él y lo condena, era como si Dios hablara de mí. Creía que ya había sido condenado y que Dios no me salvaría.

Más adelante me sinceré con mis hermanos y hermanas sobre mi estado, y me leyeron un pasaje de las palabras de Dios que me reconfortó mucho. Dios dice: “Todas las personas que hayan aceptado la conquista de las palabras de Dios tendrán varias oportunidades de salvación. En la salvación de Dios de cada una de estas personas, Él les dará manga ancha en la mayor medida posible. En otras palabras, se les mostrará la máxima indulgencia. Siempre que las personas regresen de la senda equivocada y siempre que se puedan arrepentir, Dios les dará oportunidades de obtener Su salvación. Cuando los humanos se rebelan contra Dios al principio, Él no tiene deseos de hacerles morir, sino que hará todo lo posible por salvarlos. Si alguien realmente no tiene cabida en la salvación, entonces Dios lo descartará. La razón por la cual Dios es lento para castigar a ciertas personas es que quiere salvar a todas las personas que pueden ser salvadas. Él las juzga, ilumina y guía solo con palabras y no usa una vara para hacerlas morir. Emplear palabras para traer salvación a los seres humanos es el propósito y el significado de la etapa final de la obra(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes dejar de lado las bendiciones del estatus y entender la intención de Dios para traer la salvación al hombre). Después de leer las palabras de Dios, un hermano dijo: “Satanás nos ha corrompido, todos tenemos un carácter corrupto y no tememos a Dios de corazón. Cuando las palabras y la obra de Dios no se ajustan a nuestras nociones, nos rebelamos y nos resistimos contra Él, y somos proclives a negarlo y condenarlo. Sin embargo, cuando comprendemos la verdad, si regresamos a la senda correcta y nos arrepentimos sinceramente ante Dios, Él aún nos concede la oportunidad de ser salvados. No obstante, los que son obstinados, impenitentes y se resisten firmemente a Dios serán condenados por Él y todos terminarán castigados”. En ese instante me sentí muy conmovido. Pensé: “Me resistí a Dios y cometí gran maldad, pero Dios igual me demuestra misericordia y me salva. ¡El amor de Dios es grandísimo! En lo sucesivo debo predicar el evangelio a muchas personas y retribuir a Dios Su amor. Debo contar a los miembros de la iglesia la buena nueva del regreso del Señor para que también ellos puedan oír Su voz y recibirlo”. Así, luego de eso, empecé a predicar el evangelio a los miembros de la iglesia.

Una vez di testimonio de la nueva obra de Dios Todopoderoso a un miembro de la iglesia y se enteró el obispo, así que me llamó para pedirme que fuera a verlo. Al llegar a la iglesia, primero me encontré al abad, octogenario. Me contó en voz baja que el obispo se oponía mucho a mi fe en el Relámpago Oriental. El abad intentó convencerme de que admitiera mi error ante el obispo, me arrepintiera y le implorara clemencia. Me alteré mucho al oír eso, por lo que oré a Dios: “Dios Todopoderoso, no sé cómo afrontar esto. Te pido que me protejas y me des fe y decisión. Pase lo que pase a continuación, te pido que me guíes para poder mantenerme firme en el camino verdadero”. Tras mi oración me sentí un poco más calmado. Cuando vi al obispo, me preguntó si creía en el Relámpago Oriental, y respondí que sí. Muy airado, señaló: “Me enteré de que estuviste en contacto con gente del Relámpago Oriental, pero yo no le di importancia. Pensé que, como eres sacerdote y has recibido formación especializada en teología, jamás aceptarías el Relámpago Oriental. ¡No puedo creer que realmente lo hayas hecho!”. Le dije: “No acepté el Relámpago Oriental por confusión. Lo he estudiado más de medio año y he leído gran parte de la palabra de Dios Todopoderoso. Estas palabras son la verdad, cosas que ningún ser humano sabría decir, y Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús…”. Sin dejarme terminar de hablar, el obispo replicó impaciente: “Es el papa quien decide si el Relámpago Oriental es el regreso del Señor. El papa jamás se equivoca en asuntos de fe. Si el papa lo reconoce, nosotros también lo haremos. Si no lo hace y afirma que el Relámpago Oriental es herejía, ¡no podemos creer en ello!”. Después de escucharlo, pensé: “El papa también es un ser humano corrupto. Si no busca, es imposible que reciba el esclarecimiento o la iluminación del Espíritu Santo, o que reconozca la nueva obra del Señor. Usted cree en el Señor, pero, en vez de escuchar Sus palabras, sigue ciegamente las del papa, un hombre. ¿Qué tiene eso de fe en el Señor? ¿No es tan solo fe en el hombre?”. Continué dando testimonio al obispo de la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, pero no me escuchó en absoluto. Replicó: “Si el papa no dice que el Relámpago Oriental sea la obra del Señor que ha regresado, no podemos creer en ello. ¡Que sea o no el camino verdadero depende de la decisión del papa!”.

Antes, yo también idolatraba al papa. Creía que él era el representante del Señor, y que teníamos que hacerle caso en todo, pero luego leí unas palabras de Dios Todopoderoso que me hicieron cambiar de opinión al respecto. Recuerdo un pasaje que decía lo siguiente: “Existen varias religiones importantes en el mundo, y cada una de ellas tiene su propia cabeza o líder, y los seguidores están esparcidos por diferentes países y regiones del mundo; casi cada país, grande o pequeño, tiene diferentes religiones. Sin embargo, independientemente de cuántas religiones existan en todo el mundo, todas las personas del universo existen, en última instancia, bajo la guía de un solo Dios, y no son cabezas o líderes religiosos quienes guían su existencia. Es decir, ninguna cabeza o líder religioso específico guía a la humanidad, sino que la dirige el Creador, que creó los cielos y la tierra y todas las cosas, y también a la humanidad; esto es una realidad. Aunque el mundo tiene varias religiones principales, por muy grandes que sean, todas existen bajo el dominio del Creador y ninguna de ellas puede sobrepasar el ámbito de ese dominio. El desarrollo de la humanidad, el cambio de la sociedad, el desarrollo de las ciencias naturales, cada uno de estos aspectos es inseparable de las disposiciones del Creador, y esta obra no es algo que cualquier líder religioso particular pueda hacer. Un líder religioso es simplemente la cabeza de una religión particular, y no puede representar a Dios ni a Aquel que creó los cielos, la tierra y todas las cosas. Un líder religioso puede guiar a todos los que están dentro de la religión, pero no puede dominar a todos los seres creados bajo el cielo; este es un hecho universalmente reconocido. Un líder religioso es simplemente un líder, y no puede equipararse a Dios (el Creador). Todas las cosas están en manos del Creador, y, al final, volverán a ellas. La humanidad fue creada por Dios, e independientemente de la religión, todas las personas volverán bajo Su dominio; es inevitable. Solo Dios es el Altísimo entre todas las cosas, y el gobernante de mayor rango entre todos los seres creados también debe volver bajo Su dominio. No importa cuán elevado sea el estatus de un hombre, este no puede llevar a la humanidad a un destino adecuado, y nadie es capaz de clasificar todas las cosas según su tipo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios). A partir de las palabras de Dios Todopoderoso, entendí que el papa es un mero líder, un ser creado, y no puede representar a Dios. Dios es el Creador. Creó el cielo y la tierra y todas las cosas, así como a los seres humanos, y guio a la humanidad hasta la actualidad. Dios rige el destino de la humanidad y solo Él puede expresar la verdad para salvar a la gente y guiarnos a un hermoso destino. Ningún ser creado ni líder religioso puede llevar a cabo esta obra. Aunque los papas detenten un estatus elevado, también son seres humanos corruptos. No pueden expresar la verdad, y no digamos realizar la obra de salvar a la humanidad, por lo cual, por muy elevado que sea su estatus, no pueden representar a Dios. Si no buscan cuando Dios realiza Su nueva obra, no recibirán esclarecimiento ni iluminación del Espíritu Santo y, finalmente, Dios los abandonará y descartará. Son iguales que los sumos sacerdotes y fariseos de la Antigüedad; también detentaban un estatus elevado, pero, cuando vino a obrar el Señor Jesús, no buscaron para nada. Se resistieron al Señor Jesús, lo condenaron y Dios los maldijo y castigó.

Después, el obispo me ordenó que no tuviera más contacto con los del Relámpago Oriental. Como no acepté, se enojó mucho y me dijo: “Entonces, considérate suspendido del deber de abad. Entrega los libros contables del monasterio, ve al sótano y recapacita sobre lo que has hecho”. Me sorprendió un poco que dijera eso. No esperaba que me destituyera tan rápido. Me sentí un poco perdido. Pensé en que, en mis numerosos años como abad, allá donde fuera, los sacerdotes y monjes me rodeaban, escuchaban mis palabras y hacían lo que yo decía. Ahora que el obispo me había destituido de mi puesto, supe que los sacerdotes y monjes ya no me respetarían de ese modo. También recordé cuánto había trabajado para llegar al puesto de abad y sacerdote. En cuanto tomé la decisión de seguir a Dios Todopoderoso, ya no podía continuar siendo abad y sacerdote. Aunque ya estaba seguro de la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, aún no tenía valor para desvincularme completamente del catolicismo. Reflexioné: “Esta disyuntiva no es una cuestión trivial. He de pensar detenidamente antes de tomar una decisión”. Fui al sótano y me encontré con el padre Zhao, a quien habían puesto ahí para que reflexionara sobre su fornicación. Le conté que me habían mandado allí porque había aceptado la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. Se sorprendió mucho, y dijo que él había cometido el pecado de fornicación en un momento de debilidad, por lo que, si se confesaba ante el Señor, aún podría salvarse. Mi problema le parecía más grave y señaló que era una cuestión de fe; que en cuanto nuestra fe está mal dirigida, ya no podemos ser salvados y entrar al reino de los cielos. En ese momento, no me afectaron sus palabras.

Dos o tres días más tarde, el padre Wang y el contador vinieron al sótano para comprobar los registros contables conmigo. El padre Wang me miraba con desdén, y cuando me preguntaba por los registros, era como si estuviera interrogando a un preso. Fue todo muy incómodo. Cuando se marcharon, me recosté en la cama, débil, y me sentía triste y agraviado. Recordé que todos siempre me mostraban mucha deferencia cuando dirigía el monasterio. Sin importar dónde me recibieran, los sacerdotes y monjes salían de buen grado a saludarme y el anfitrión servía fruta y me demostraba una cálida hospitalidad. Los sacerdotes y monjes siempre esperaban ansiosos mis sermones y normalmente esperaban a que yo tomara una decisión cuando debatíamos algo. Además, solía organizar el trabajo de los sacerdotes y monjes y todos me escuchaban y obedecían. Sin embargo, ahora, después de que me hicieran abandonar mi puesto, todos me despreciaban. Los sacerdotes ya no me respetaban y todos me ignoraban mientras estaba en el sótano. Era un enorme contraste respecto de cómo eran las cosas cuando era abad. No tener estatus de veras cambia las cosas. Pensé entonces que, si optaba por seguir a Dios Todopoderoso en lo sucesivo, nunca más podría disfrutar de nuevo de la vida de abad y desaparecerían el estatus y el tratamiento de los que gozaba. Eso me hizo sentir decepcionado. No obstante, luego recapacité: “Dios Todopoderoso es, en efecto, el regreso del Señor Jesús. Si no sigo a Dios Todopoderoso por amor a mi estatus y disfrute, ¿soy realmente creyente en Dios? ¿Todavía puede salvarme?”. No sabía qué senda debía elegir. Estaba muy atormentado; me puse de rodillas y oré a Dios para pedirle que me esclareciera y guiara, de forma que ya no me limitaran las ataduras del estatus y la reputación y pudiera seguir las huellas de Dios. Tras mi oración recordé un pasaje de la palabra de Dios Todopoderoso que me habían leído mis hermanos y hermanas: “Dios se ha humillado hasta un nivel tal, que lleva a cabo Su obra en esta gente inmunda y corrupta y perfecciona a este grupo de personas. Dios no solo se hizo carne para vivir y comer entre las personas, pastorearlas, y proveer lo que estas necesitan. Lo más importante es que Él realiza Su poderosa obra de salvación y conquista en estas personas insoportablemente corruptas. Él vino al corazón del gran dragón rojo para salvar a estas, las más corruptas de las personas, de forma que todas las personas puedan ser cambiadas y hechas nuevas. La inmensa dificultad que Dios soporta no es solo la del Dios encarnado, sino principalmente que el Espíritu de Dios sufre una humillación extrema; Él se humilla y oculta tanto que se convierte en una persona corriente. Dios se encarnó, y tomó la forma de carne para que las personas vean que Él tiene una vida y unas necesidades humanas normales. Con esto basta para demostrar que Dios se ha humillado en gran medida. El Espíritu de Dios se materializa en la carne. Su Espíritu es muy elevado y grande, pero Él toma la forma de un ser humano común e insignificante, para así hacer la obra de Su Espíritu. La aptitud, la percepción, la razón, la humanidad y la vida de cada uno de vosotros muestran que sois realmente indignos de aceptar esta clase de obra de Dios. Sois realmente indignos para permitir que Él soporte semejante sufrimiento por vuestra causa. ¡Dios es tan grande! ¡Él es tan supremo, y las personas tan despreciables! Sin embargo, Él sigue obrando en ellas. Él no solo se encarnó con el fin de proveer para las personas, para hablarles, sino que incluso vive con ellas. Dios es tan humilde, tan adorable(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sólo los que se enfocan en la práctica pueden ser perfeccionados). Cierto, ningún país se resiste más severamente a Dios que China. Dios vino encarnado a la nación del gran dragón rojo para hablar y obrar, ha sufrido persecución y difamación a manos del Partido Comunista, y la condena y el rechazo del mundo religioso. Dios es sumamente supremo y noble, pero ha soportado gran humillación para venir a la tierra, y todo lo hace para salvarnos. ¡Dios es verdaderamente humilde y hermoso! Pero yo solo quería gozar de las ventajas del estatus y me encantaba contar con el respaldo y la veneración ajenas. Si bien yo ya estaba seguro de la obra de Dios, aún me resistía a renunciar al estatus para seguirlo a Él. ¿No me estaba resistiendo adrede, a pesar de conocer el camino verdadero? ¿No carecía realmente de conciencia? Al darme cuenta, me sentí algo culpable y avergonzado, y me dispuse a renunciar a mi posición.

Días después, un primo mío vino al sótano a tratar de convencerme para que reflexionara. Me dijo que, de no hacerlo, el obispo me expulsaría de la Iglesia. Aquello me escandalizó. Nunca había oído de nadie que hubiera sido excomulgado de nuestra iglesia. Si me expulsaban, todos miembros de la iglesia cercanos a mí y todo el mundo en la diócesis me rechazarían. Durante los pocos días que transcurrieron después de marcharse mi primo, no podía parar de debatirme internamente. Desde que comencé a creer en el Señor, jamás se me había ocurrido que pudieran excomulgarme, y no pensé que el obispo me expulsaría por creer en Dios Todopoderoso. Esos días reflexioné una y otra vez sobre estas cosas. Cada vez que veía las profecías de la Biblia sobre la obra de Dios en los últimos días, me acordaba de los hermanos y hermanas que me habían dado testimonio de la obra de Dios Todopoderoso y de los pasajes que había leído de la palabra de Dios. Me venían a la mente estas escenas como si fueran una película. Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús, y no podía renunciar a seguirlo. Sin embargo, cuando pensaba en abandonar la Iglesia católica o ser expulsado, no podía decidirme.

Luego vino el obispo al sótano y me preguntó cómo iba mi reflexión. Al ver que perseveraba en mi fe en Dios Todopoderoso, se enojó mucho y me dijo: “Tu fe en el Relámpago Oriental no es una cuestión trivial. Necesitas mucha introspección. Si eres capaz de conocerte sinceramente, arrepentirte y rechazar el Relámpago Oriental, nosotros nos podemos olvidar de tu error y tú puedes permanecer en el puesto de abad”. Tras marcharse el obispo, el padre Zhao intentó convencerme nuevamente: “Tienes que escribir las conclusiones a las que has llegado a través de tu reflexión. Si lo haces, puedes continuar como abad. Si no, ¡el obispo no te dejará salirte con la tuya fácilmente!”. Al oír eso, pensé: “El obispo ya me ha dado un ultimátum, así que si no escribo los resultados de mi reflexión, de verdad perderé el puesto de abad y me enfrentaré a la expulsión de la Iglesia”. Me sentí triste al pensarlo. Aunque sabía que debía optar por seguir a Dios Todopoderoso, aún estaba poco dispuesto a renunciar a mi posición. Con dolor, me presenté ante Dios y clamé sinceramente: “Dios Todopoderoso, en este momento afronto mi decisión final. Te pido que me ayudes y me guíes para que pueda decidir lo correcto”. Después de orar recordé unas palabras de Dios que una vez me habían leído mis hermanos y hermanas. Las palabras de Dios dicen: “Ciertamente, Dios nunca volverá a empezar en otro lugar. Dios cumplirá este hecho: Él hará que todas las personas en todo el universo vengan ante Él y adoren al Dios que está en la tierra, y Su obra en otros lugares cesará y las personas se verán obligadas a buscar el camino verdadero. Será como José: todos fueron a él por comida y se postraron ante él porque él tenía cosas para comer. Con el fin de evitar la hambruna, las personas serán obligadas a buscar el camino verdadero. Toda la comunidad religiosa sufrirá una severa hambruna y solo el Dios de hoy es la fuente de agua viva, que posee la fuente que siempre fluye provista para el disfrute del hombre, y las personas vendrán y dependerán de Él(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Reino Milenario ha llegado). Es cierto. Las iglesias de todas partes están desoladas actualmente y carentes de la obra del Espíritu Santo. No hay iluminación en los sermones de los obispos y sacerdotes, solo son capaces de predicar algunas teorías teológicas y doctrinas religiosas, y observan rigurosamente ciertos ritos religiosos y normas creadas por el hombre. Sin embargo, aferrarse a estas cosas no brinda la más mínima provisión o edificación a la vida de la gente; todo el mundo vive en un bucle de pecar, confesar el pecado y pecar de nuevo cada día. Por más que lo intenten, no pueden resolver este problema. Ni siquiera el clero es capaz de abstenerse de pecados evidentes como el robo de ofrendas o la fornicación, como el padre Zhao, que había caído muy bajo y no se avergonzaba de haber cometido semejante pecado. ¡El catolicismo actual no era más que un charco de agua estancada! La Iglesia de Dios Todopoderoso es distinta. Cuando compartimos sobre las palabras de Dios Todopoderoso en cada reunión, eso nos ayuda a comprender la verdad y a ganar provisión y edificación en nuestra vida. Si no iba al compás de la obra de Dios Todopoderoso y no alcanzaba las verdades que Él expresa en los últimos días, jamás me libraría de pecado. Estaría atrapado en él todos los días, incapaz de liberarme. ¿Para qué permanecer en la religión y gozar del respaldo de todos? Recordé nuevamente entonces unas palabras de Dios: “Cristo es la puerta para que el hombre entre al reino durante los últimos días, y no hay nadie que pueda evitarle. Nadie puede ser perfeccionado por Dios excepto por medio de Cristo. Tú crees en Dios y por tanto debes aceptar Sus palabras y someterte a Su camino. No puedes simplemente pensar en obtener bendiciones sin ser capaz de aceptar la verdad o de aceptar la provisión de la vida. Cristo viene en los últimos días para que a todos los que verdaderamente creen en Él les pueda proveer la vida. Su obra es en aras de concluir la era antigua y entrar en la nueva, y Su obra es el camino que deben tomar todos los que entrarán en la nueva era. Si no eres capaz de reconocerlo y en cambio lo condenas, blasfemas y hasta lo persigues, entonces estás destinado a arder por toda la eternidad y nunca entrarás en el reino de Dios. Porque este Cristo es Él mismo la expresión del Espíritu Santo, la expresión de Dios, Aquel a quien Dios le ha confiado hacer Su obra en la tierra. Y por eso digo que si no puedes aceptar todo lo que el Cristo de los últimos días hace, entonces blasfemas contra el Espíritu Santo. La retribución que deben sufrir los que blasfeman contra el Espíritu Santo es obvia para todos. También te digo que si te resistes al Cristo de los últimos días y si reniegas de Él, entonces no habrá nadie que pueda soportar las consecuencias en tu lugar. Además, a partir de este día no tendrás otra oportunidad para obtener la aprobación de Dios; incluso si tratas de compensarlo, nunca más volverás a contemplar el rostro de Dios. Porque al que tú te resistes no es un hombre, lo que niegas no es algún ser diminuto, sino a Cristo. ¿Sabes cuáles serán las consecuencias de esto? No habrás cometido un pequeño error, sino que habrás cometido un crimen atroz. Y así les aconsejo a todos que no tengan una reacción violenta contra la verdad, o hagan críticas descuidadas, porque solo la verdad te puede dar la vida y nada excepto la verdad te puede permitir volver a nacer y contemplar el rostro de Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). Dios Todopoderoso nos trae la verdad, el camino y la vida. Solo podemos ser purificados y salvados a través de estas verdades. Fue por la gracia y la exaltación de Dios que yo fui capaz de aceptar las verdades expresadas por Dios Todopoderoso y tengo un camino en el que transformar mis actitudes corruptas. Si decidía quedarme en el catolicismo, codiciaba el estatus y el goce y rechazaba la salvación de Dios en los últimos días, Dios me condenaría para siempre, y yo perdería por completo la oportunidad de salvarme. Sería igual que los sumos sacerdotes y fariseos. Tenían un estatus elevado entre los judíos y gozaban de la estima y el respaldo de todos. Cuando vino el Señor Jesús, tuvieron claro que Sus sermones tenían autoridad y poder, pero, a fin de preservar su estatus y sus rentas, se negaron a aceptar Su salvación y llegaron a crucificarlo. Al final Dios los maldijo y castigó eternamente. ¡No podía seguir sus pasos! Solo podía alcanzar la salvación y recibir el visto bueno de Dios siguiendo el paso de la nueva obra de Dios Todopoderoso, gozando del riego y la provisión de Sus palabras, conociéndome a mí mismo a través de ellas, descubriendo la raíz de mi pecado y entendiendo el modo de purificarme de corrupción; ¿acaso no tenía eso más valor y sentido que tener un estatus elevado? Cuanto más lo pensaba, más se iluminaba mi corazón. Tuve totalmente claro que la religión no tenía nada por lo que valiera la pena quedarse y que no tenía que permanecer allí. Así pues, renuncié a los puestos de sacerdote y abad y, con determinación, abandoné el catolicismo.

Aunque padecí ciertas penurias durante los días que pasé en el sótano, la guía y la dirección de las palabras de Dios me hicieron entender que no debía perseguir el estatus y que eso no es algo a lo que Dios le dé Su visto bueno. El camino que tenía por recorrer estaba claro. Antes creía que comprender el conocimiento bíblico y las teorías teológicas significaba que conocía a Dios. No me daba cuenta de que todas las teorías teológicas que había aprendido eran nociones y fantasías acerca de Dios, y que no concuerdan para nada con la verdad. Eran como unos muros sólidos construidos a mi alrededor, que me hacían llegar a mis propios veredictos sobre Dios y resistirme a Su obra. Además, me hacían volverme cada vez más arrogante, sentencioso y obstinado. No tenía un corazón humilde, de búsqueda ni temeroso de Dios. De no ser por la misericordia de Dios Todopoderoso, ¡sería imposible que alcanzara Su salvación! Asimismo, cuando anhelaba el estatus y el goce y no sabía qué decisión tomar, Dios reiteradamente me esclareció y me guio con Sus palabras, y me condujo a abandonar mi posición y a ir al compás de Su obra. De no ser por el cuidado y el sustento de Dios, jamás podría haber vuelto a Él. ¡El amor de Dios es sumamente práctico y real!

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