21. Una denuncia equivocada

Por Jeffrey, Australia

Durante más de un año, Dios ha enseñado las verdades acerca de cómo discernir a los falsos líderes. En las reuniones, solía hablar de mi propio entendimiento y conocimiento sobre ello, pero en la vida real no sabía discernir a los falsos líderes. Ante la más mínima manifestación de que un líder no hacía un trabajo real, lo calificaba y condenaba ciegamente como falso líder. Con ello, no solo no protegí el trabajo de la iglesia, sino que estuve a punto de perturbarlo. Este fracaso me enseñó una lección que me ha dado cierto discernimiento sobre los falsos líderes.

Yo manejaba los asuntos generales en la iglesia. Tenía la responsabilidad de administrar determinados objetos y utensilios en ella. En el transcurso del deber, descubrí que los hermanos y hermanas trataban mal los objetos. Esto dificultaba su administración. Acudí a la líder, la hermana Megan, y le denuncié estas cuestiones. También le recordé que ella podía plantear estas cuestiones a los otros, y hablar de ellas en las reuniones. Cuando lo entendió, accedió a hacerlo. Después, aguardé a que Megan viniera a una reunión pero, a pesar de esperar un largo tiempo, nunca la vi en ninguna reunión ni hizo seguimiento de estas cuestiones, así que me obsesioné con la líder. Pensé: “Ya ha pasado un largo tiempo. ¿Por qué no ha hecho seguimiento de esta tarea? Le he contado más de una vez este problema, pero nunca se ha resuelto. Dios ha estado enseñando los aspectos de la verdad que atañen al discernimiento de los falsos líderes. Si no haces seguimiento ni resuelves los problemas, eres una falsa líder. Tengo que denunciar esta cuestión ante tus superiores. Así, los líderes por encima de ti creerán que tengo un sentido de la rectitud. ¡Hasta podrían tenerme mucho aprecio!”. Pero por entonces, solamente lo pensaba y no actuaba. Luego, el contrato de alquiler del lugar donde almacenábamos nuestros libros de las palabras de Dios vencía en poco más de un mes, así que había que trasladar los libros a otro sitio cuanto antes. Como había tantos libros y cada caja pesaba mucho, me hubiera costado moverlas yo solo y hubiera llevado mucho tiempo. Estaba un poco nervioso, así que pregunté a la líder si podía buscar unas pocas personas para ayudar. La líder siempre decía que estaba buscando gente pero, durante mucho tiempo, no vino nadie. Al final vinieron dos hermanos y me ayudaron en uno de los viajes, pero luego se marcharon con prisa. Esta situación me frustró mucho. Pensé: “¿Por qué la líder no pudo encontrar más gente para ayudar? ¿Por qué no hace seguimiento de este trabajo? ¿Por qué no viene a ver cuánto trabajo tengo que hacer?”. Cuanto más lo pensaba, más me enojaba, y ya no quería reportar más problemas ante la líder, pues parecía inútil hacerlo. En ese tiempo, no quería ver a la líder ni hablar con ella cuando la viera. Pensaba: “Si no quieres buscar a nadie, está bien. Lo terminaré yo solo. De todos modos, recordaré este comportamiento tuyo y, a su debido tiempo, lo denunciaré ante tus superiores”. Luego pensé en un pasaje de las palabras de Dios sobre el discernimiento de los falsos líderes: “En cuanto a los problemas y las dificultades que surgen en el trabajo de la iglesia, también se da el caso de que los falsos líderes simplemente no les dan importancia o se limitan a soltar un poco de doctrina y a repetir consignas para quitárselos de encima. En todos los aspectos del trabajo, uno no los ve acudir al lugar de trabajo para tratar de comprenderlo y de hacer seguimiento. No se ve que enseñen la verdad para resolver los problemas allí presentes, y menos aún que orienten y supervisen allí el trabajo en persona ni que impidan que se produzcan fallos y desviaciones en él. Esta es la manifestación más obvia de la manera superficial en la que trabajan los falsos líderes(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)). Pensé: “La conducta de mi líder es la misma que describen las palabras de Dios. Si no investiga ni resuelve los problemas de mi trabajo, ¿no es una falsa líder?”. Pero también pensé en cómo yo no comuniqué los problemas a la líder, ni tampoco pedí constatación a varias personas que comprendían la verdad, por lo que tal vez no podía calificarla de falsa líder de forma tan irreflexiva. Pensé: “¿Y si primero busco más principios-verdad en esta área y luego lo debato con varios hermanos y hermanas que comprendan la verdad antes de tomar una decisión?”. Pero su conducta era como la descrita por las palabras de Dios; así pues, ¿qué más se podía buscar? Dudaba si mi opinión era correcta y no quería acusarla incorrectamente, así que me conflictuaba qué hacer. Tenía la cabeza llena de imágenes en las que la líder no había resuelto mi problema. Y así como así, dejé de buscar la verdad, no tuve en cuenta el contexto de la enseñanza de Dios y entendí las palabras de Dios de manera inexacta. Utilicé una sola frase, una sola instancia de comportamiento, como prueba para acusar a Megan y creer que era una falsa líder. Posteriormente, oí decir a algunas otras hermanas que manejaban asuntos generales que Megan tampoco hacía seguimiento de su trabajo muy seguido y que este a veces se demoraba. Cuando lo oí, mi certeza fue aún mayor, “Megan no hace un trabajo real y no hace seguimiento del trabajo; ¿eso no la revela como falsa líder? Recientemente, en las reuniones, hemos hablado de aspectos de la verdad que atañen al discernimiento de falsos líderes. No puedo creer que yo conociera a una. Tengo que tener sentido de la rectitud, defender el trabajo de la iglesia y exponer a esta falsa líder”. Pero cuando quería denunciar estos problemas ante los superiores de Megan, me sentía intranquilo. Todavía no había hablado esta cuestión con ella y no había buscado ni debatido con aquellos que comprendían la verdad; así que, ¿no era esto demasiado obcecado y arbitrario? Pero ahí fue cuando me enteré de que los superiores de Megan habían ido a hablar con ella y habían preguntado a todos los líderes de equipo por su desempeño en el deber. Cuando me enteré de esto, no podía mantenerme tranquilo. “¿Quién diría que los superiores de Megan ya habían descubierto que había un problema con ella? Ahora es casi seguro que es una falsa líder”. Pensé: “Tengo que denunciar ya los problemas de Megan ante sus superiores. No hace falta que busque más. Si no, cuando los superiores de Megan acaben su investigación y la destituyan, al mencionar quién supo discernirla, quién descubrió sus problemas y quién tuvo sentido de la rectitud y la denunció, no mencionarán mi nombre. Y entonces, ¿cómo puedo demostrar que yo tenía discernimiento? ¡No puedo esperar más!”. Impaciente, concerté una cita con el superior de Megan, el hermano Sean, y denuncié sus problemas. Dije: “Como líder, Megan no hace seguimiento de mi labor ni me pregunta sobre los problemas en mi trabajo. Cada vez que le cuento un problema, no lo resuelve”. También le enseñé un pasaje de las palabras de Dios sobre cómo discernir a los falsos líderes. Dije que el comportamiento de los falsos líderes desenmascarados por las palabras de Dios era igual al suyo y que pensaba que era una falsa líder. Cuando acabé, respondió: “Ya lo hemos investigado y Megan efectivamente tiene algunos problemas. Hay trabajos sobre los que no ha hecho seguimiento adecuadamente y es negligente en el deber. Es preciso podarla y ayudarla a hacer introspección y a aprender de esto. Pero también nos enteramos de que, en los últimos meses, Megan se ha dedicado, sobre todo, a supervisar la labor de riego porque últimamente se han unido muchos nuevos fieles a la iglesia. Algunos pastores religiosos han estado causando graves perturbaciones, y estos nuevos fieles necesitan riego urgente para establecerse en el camino verdadero. Este es el trabajo más importante y crucial ahora mismo. Megan ha estado invirtiendo toda su energía en este trabajo. Los asuntos generales no son tan urgentes. Siempre que eso no entorpezca las cosas, no es demasiado problema que su seguimiento sea un poco lento por ahora. Dado que todo este trabajo ha llegado al mismo tiempo y nos falta personal, ella ha de priorizar, por lo que los asuntos generales deben ser postergados por el momento. Por eso Megan no ha estado haciendo seguimiento de tu trabajo a tiempo, pero no decidió practicar de esta manera hasta que no lo debatió con sus compañeros. Aparte, Megan solía encargarse de un único trabajo anteriormente. Es una nueva líder así que le resulta difícil responsabilizarse de tantos trabajos. Como hay cosas sobre las que no puede hacer seguimiento, necesita nuestra ayuda y nuestra comunicación”. Sean incluso compartió los principios relevantes para esto. Fue después de leer estos principios cuando comprendí que el trabajo más importante debe ser la prioridad. En aquel momento, la prioridad era el trabajo de riego. Podrían hacer otro trabajo, únicamente mientras no se viera afectado el de riego. Si se veía afectado el trabajo de riego, ¿eso no sería sacrificar lo importante por lo trivial? Aunque Megan no hiciera bien el seguimiento de algún trabajo, se debía a que estaba priorizando trabajo más importante, no dejando de hacer un trabajo real. Sin embargo, yo no traté nunca de entender por qué no hacía seguimiento del trabajo, ni por qué no resolvía los problemas que yo planteaba. En cambio, me formé prejuicios contra ella, me obsesioné con ella, pensé que no hacía un trabajo real e inmediatamente la etiqueté como falsa líder. ¿No fui demasiado arbitrario? En este punto, Sean me preguntó: “Si destituyéramos ahora mismo a Megan, ¿le encontraría sustituto la iglesia de forma inmediata? ¿Podría continuar el trabajo?”. Lo pensé y me pareció que Megan aún era apta para continuar como líder. Después de charlar con Sean, me sentí muy triste. En un principio creí tener un fuerte sentido de la rectitud y hasta encontré palabras de Dios que se aplicaban a la situación, y denuncié a Megan tras buscar la verdad. Pero resultó que no comprendía la verdad y que había discernido mal. ¿Dónde me había equivocado?

Mientras buscaba, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Calificar a alguien como falso líder o falso obrero, debe basarse en datos suficientes. No debe basarse en uno o dos incidentes o transgresiones, y ni mucho menos puede servir como base la revelación temporal de corrupción. Los únicos criterios precisos para calificar a alguien son si es capaz o no de hacer un trabajo real y resolver problemas con la verdad, si es o no una persona correcta, si es alguien que ama la verdad y capaz de someterse a Dios, y si tiene o no la obra y el esclarecimiento del Espíritu Santo. Solamente se puede calificar correctamente a alguien de falso líder o falso obrero en función de estos factores. Dichos factores son los criterios y principios para evaluar y determinar si alguien es un falso líder o falso obrero(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (20)). En las palabras de Dios entendí que, para discernir a un falso líder, es preciso que, sobre todo, nos fijemos en si es capaz de hacer un trabajo real y en si acepta la verdad o no. No era para nada como imaginaba, que los líderes tenían que resolver todos y cada uno de los problemas de mi deber y, si lo hacían, eran auténticos líderes; si no, eran falsos líderes que no hacían un trabajo real. Esta opinión es falaz y no concuerda con la verdad. Para determinar si un líder es falso o no, lo más importante es si es capaz de hacer pronto seguimiento, entender y captar inmediatamente el progreso y el estado de cada tarea de su ámbito de responsabilidad; si es capaz de descubrir e indagar inmediatamente sobre los problemas, dificultades y desviaciones que hermanos y hermanas encuentran en sus deberes; y si colabora con ellos para buscar los principios-verdad a fin de resolver estas cuestiones. En función de esto, podemos juzgar si un líder hace un trabajo real o no. También depende de si es capaz de aceptar la verdad y es la persona correcta. Si los líderes tienen alguna cuestión que no entienden, pueden consultar con sus superiores. Cuando otros les hagan sugerencias o señalen defectos, los líderes deben ser capaces de obedecer, buscar la verdad y hacer introspección. Cuando experimenten la poda, reveses y fracaso, deben ser capaces de aprender de ello y cambiar después. Esto quiere decir que son personas que aceptan la verdad. Además, cuando un líder es responsable de varias tareas, no es necesario que lo haga todo él solo. Su rol principal es revisar cada tarea para que el trabajo de la iglesia siga con normalidad. Alguien que haga esto es un líder apto. Los falsos líderes, de puertas afuera, parecen siempre ocupados, pero solamente hacen trabajos superficiales o triviales. Nunca hacen a tiempo el trabajo más importante, dan vueltas a ciegas, se mantienen ocupados, pero son ineficaces. Como no comprenden los principios-verdad, no pueden reconocer ni ver los problemas de su trabajo con claridad, y no saben planificar ni organizar las cosas. Solo son capaces de soltar doctrinas y palabras huecas, lo que no ofrece sendas de práctica ni resuelve los problemas reales que hermanos y hermanas se encuentran en sus deberes. Además, los falsos líderes tampoco buscan la verdad ante las cosas, no aceptan que otros los guíen y ayuden y, al final, entorpecen muchas tareas que no avanzan sin tropiezos o incluso las estancan. Esto es un grave incumplimiento del deber, y ese es un falso líder. En la palabra de Dios entendí que, para discernir si alguien es o no un falso líder, uno tiene que fijarse en varios aspectos e investigar a fondo. Si nos fijamos exclusivamente en la conducta o la corrupción provisional de una persona, ignorando el contexto, el motivo y si se han arrepentido y cambiado o no, y la calificamos arbitrariamente, es muy fácil acusarla incorrectamente. Todo el mundo tiene corrupción y defectos, pero mientras se conozcan a sí mismos, se arrepientan y hagan cambios, la iglesia les dará oportunidades de continuar practicando. Tras aplicar los principios-verdad a la conducta de Megan, comprobé que hacía seguimiento de las principales tareas y que, cuando tenía un problema, hablaba las cosas con los demás y encontraba una solución. En general, efectivamente hacía trabajo real y su deber producía resultados. Sencillamente, todo este trabajo le había llegado a la vez y ella aún no había hallado un equilibrio, con lo que algunas cosas habían caído en el olvido. Este era un defecto de su deber y necesitaba recordatorios y ayuda. Una vez que me di cuenta, por fin descubrí que no había comprendido los principios-verdad y no podía tratar justamente a la gente. Vi que mi líder tenía problemas, pero no me comuniqué con ella sobre ellos; no tuve en cuenta todos los aspectos y, a ciegas, la califiqué de falsa líder. No tenía el menor temor de Dios en mi corazón.

Luego de esto, vi un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando alguien es elegido líder por los hermanos y hermanas, o la casa de Dios lo asciende para que lleve a cabo determinado trabajo o deber, esto no significa que tenga un estatus o una posición especiales, que las verdades que comprenda sean más profundas y más numerosas que las de otras personas, y ni mucho menos que esta persona sea capaz de someterse a Dios y no traicionarlo. Desde luego, tampoco significa que conozca a Dios y que sea una persona temerosa de Él. De hecho, no ha logrado nada de esto. El ascenso y el cultivo son solamente ascenso y cultivo en el sentido simple, y no es lo mismo que Dios los haya predestinado y aprobado. Su ascenso y cultivo simplemente significan que ha sido ascendida y está a la espera de ser cultivada. El resultado final de este cultivo depende de si esta persona persigue la verdad, y de si es capaz de elegir la senda de búsqueda de la verdad. Por lo tanto, cuando en la iglesia alguien es ascendido y cultivado para que sea líder, solo se le asciende y cultiva en sentido directo; no quiere decir que ya sea acorde al estándar y competente como líder, que ya sea capaz de asumir la labor de liderazgo y hacer un trabajo real; eso no es así. La mayoría de la gente no puede desenmascarar estas cosas y, sobre la base de sus propias figuraciones, admira a quienes han ascendido. Esto es un error. Independientemente de cuántos años lleve creyendo en Dios, ¿alguien que es ascendido realmente posee la realidad-verdad? No necesariamente. ¿Es capaz de implementar los arreglos del trabajo de la casa de Dios? No necesariamente. ¿Tiene sentido de la responsabilidad? ¿Es leal? ¿Es capaz de someterse? Ante un problema, ¿es capaz de buscar la verdad? No se sabe. ¿Tiene esta persona un corazón temeroso de Dios? ¿Y cómo es de grande este corazón? ¿Es capaz de evitar seguir su propia voluntad al hacer las cosas? ¿Es capaz de buscar a Dios? Durante el período en que lleva a cabo el trabajo de liderazgo, ¿es capaz de presentarse ante Dios con frecuencia para buscar Sus intenciones? ¿Es capaz de guiar a la gente hacia la realidad-verdad? Sin duda es incapaz de tales cosas. No ha recibido formación y no han tenido bastantes experiencias, así que no puede hacer esas cosas. Es por eso que ascender y cultivar a alguien no quiere decir que ya entienda la verdad ni que ya sepa cumplir su deber de manera acorde al estándar. Entonces, ¿qué objetivo y significado tiene ascender y cultivar a alguien? El de que se asciende a esta persona, como individuo, para que practique y para que se la riegue y la forme especialmente, de modo que se la capacite para comprender los principios-verdad y los principios, medios y métodos para hacer cosas diferentes y resolver diversos problemas, así como para manejar y lidiar con los diversos tipos de entornos y personas con los que se topan, conforme a las intenciones de Dios y de una manera que proteja los intereses de la casa de Dios. A juzgar por estos puntos, ¿cuentan las personas con talento a las que asciende y cultiva la casa de Dios con la capacidad adecuada para emprender el trabajo y hacer bien su deber durante el período de ascenso y cultivo o antes de este? Por supuesto que no. En este caso, es inevitable que, durante el período de cultivo, estas personas experimenten la poda, el juicio y el castigo, sean desenmascaradas y hasta despedidas; es normal, en eso consiste ser formado y cultivado(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)). En las palabras de Dios entendí que, si se elige a alguien líder u obrero, eso no significa que comprenda la verdad y que será totalmente competente al realizar su trabajo. Tampoco que lo entienda todo y sepa hacer cada tarea a la perfección. Ellos solamente tienen cierta aptitud y capacidad de trabajo y son capaces de aceptar y perseguir la verdad, por lo que la iglesia les da una oportunidad de ser cultivados y formados. Al descubrir y resolver problemas en el trabajo constantemente, al final alcanzarán cierta verdad y aprenderán a actuar con principios. Sin embargo, durante este tiempo, los líderes y obreros todavía están en fase de prácticas, así que son inevitables las desviaciones, las deficiencias y los defectos en su trabajo, y nosotros debemos considerar el asunto de forma correcta. Cuando tengamos problemas o dificultades, debemos buscar, compartir y resolver las cosas junto con los líderes. Es la única vía para que el trabajo sea eficaz. Si exigimos demasiado a los líderes y obreros, si les pasamos todos los problemas que descubramos para que los solucionen y luego los calificamos de falsos líderes cuando son lentos para encontrar soluciones, esto carece de principios y no concuerda con las intenciones de Dios. Al leer las palabras de Dios descubrí que no trataba a los líderes y obreros según los principios-verdad, sino según mis propias nociones e imaginación. Mis exigencias a los líderes eran excesivas y sacrificadas. Como mi líder no hacía un seguimiento adecuado de mi trabajo ni resolvía enseguida mis problemas y dificultades, la etiqueté como falsa líder. No consideré el contexto del asunto ni su trabajo en su totalidad, ni tuve en cuenta si era capaz de aceptar la verdad y cambiar las cosas. La condené por falsa líder ciegamente y en función de la información incompleta que veía. Eso no era sentido de la rectitud, sino una perturbación, y vulneraba los principios-verdad. Vi que no comprendía la verdad ni trataba con principios a los líderes y obreros. Lo que es más grave, no temía a Dios de corazón. Frente al más mínimo problema con mi líder, lo exageré, la condené imprudentemente y no dejé ir el asunto. No la traté en función de su esencia-naturaleza ni del contexto real de la situación y, en cambio, la había lastimado. Al pensar esto, de pronto me atenazó el miedo. Me percaté de que la naturaleza de este problema era grave. Si Sean no hubiera conocido la situación y solo me hubiera escuchado, habría destituido a Megan y la labor de la iglesia se habría visto afectada; entonces, ¿yo no habría cometido el mal? ¡Habría sido una transgresión grave! Si me volviera a pasar algo así, no podría fiarme de mi imaginación para evaluar a otros. Tenía que buscar más los principios-verdad, tratar justamente a la gente, como exige Dios, y hacer las cosas con principios.

Después, Megan acudió a mí y me habló de su estado reciente y de los problemas de su trabajo. Afirmó que quería cambiar, se informó sobre los problemas y dificultades de mi trabajo, y trabajamos juntos para compartir con los hermanos y hermanas de cada equipo. Comprendí que no era una persona que no aceptara la verdad. Aunque tuviera descuidos en su trabajo y hubiera áreas de las que no hiciera seguimiento, una vez que sabía que había un problema, era capaz de hacer cambios enseguida. Descubrí que realmente no era una falsa líder que no hiciera un trabajo real.

Al principio, creía entender un poco esta cuestión, no comprendía la verdad y no sabía discernir a los falsos líderes, por lo que cometí un error. Pero una vez, en una reunión, oí decir a mis hermanos y hermanas que, en ocasiones, los errores no son una mera falta de discernimiento o de comprensión de la verdad. También hemos de observar si nuestras acciones fueron adulteradas por motivaciones o actitudes corruptas. Leí un pasaje de las palabras de Dios que dice: “No consideres que tus transgresiones son meros errores de una persona inmadura o insensata. No recurras a la excusa de que no practicaste la verdad porque tu pobre calibre imposibilitó que la practicaras. Además, no consideres simplemente que las transgresiones cometidas fueron actos de alguien que no supo hacerlo mejor. Si sabes perdonarte y tratarte con generosidad, te digo que eres un cobarde que nunca obtendrá la verdad, y tus transgresiones no cesarán nunca de atormentarte. Evitarán que cumplas nunca las exigencias de la verdad y causarán que sigas siendo para siempre un compañero leal de Satanás(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las transgresiones conducirán al hombre al infierno). Tras leer las palabras de Dios entendí que, cuando se presenta una situación, no podemos tratarlo como algo simple sin más. Hemos de buscar la verdad y llegar a conocer nuestro propio carácter corrupto. Solo entonces puede haber un cambio y un crecimiento reales en nuestra vida. Si siempre consideramos nuestras transgresiones como errores pasajeros, sentimos que no importan, decimos que pondremos más atención la próxima vez y siempre perdonamos nuestras propias transgresiones, jamás entenderemos nuestros problemas, nunca alcanzaremos la verdad y, finalmente, conforme aumenten nuestras transgresiones y no consigamos ningún cambio, Dios nos desdeñará y descartará. Con lo revelado por las palabras de Dios, me puse a reflexionar sobre cuáles fueron precisamente mis pensamientos cuando se presentó esta situación ante mí, y qué intenciones me adulteraron o qué actitudes corruptas demostraba. A través de la reflexión descubrí que, ante los problemas de la líder, en realidad dudé si apreciaba correctamente las cosas y quise leer más las palabras de Dios. Pero cuando supe que Megan no seguía el trabajo de otras personas que manejaban asuntos generales, y que sus superiores estaban investigando su desempeño, creí que era muy probable que fuera una falsa líder y sentí que tenía que denunciarla enseguida a sus superiores para que mis hermanos y hermanas vieran que yo tenía sentido de la rectitud y discernimiento. Así, sin comprender los principios-verdad, sin continuar buscando y sin conocer nada del contexto ni los motivos, califiqué ciegamente a Megan de falsa líder en función de la poca información que había oído. Hasta pensaba que apreciaba las cosas de forma precisa y que no debería haber ningún problema. Pero ahora me daba cuenta de que había sido imprudente y que tenía una intención equivocada. Reflexioné sobre mí mismo: “¿Por qué denuncié a mi líder sin comprender los principios-verdad? ¿Cuál es la causa de este problema?”. Leí esto en las palabras de Dios: “Hay muchas personas que siguen sus propias ideas, hagan lo que hagan, y que consideran las cosas en términos altamente simplistas, y no buscan la verdad. Hay una ausencia total de principios y en su interior no piensan en cómo actuar conforme a lo que Dios les pide, o de un modo que lo satisfaga, y lo único que saben hacer es seguir su propia voluntad con terquedad. Dios no tiene lugar en el corazón de esta gente. Algunos dicen: ‘Solo oro a Dios cuando enfrento dificultades, pero no parece que esto tenga ningún efecto; así que, en general, cuando ahora me pasan cosas, ya no oro a Dios, porque no sirve de nada’. Dios está totalmente ausente del corazón de tales personas. No buscan la verdad hagan lo que hagan en los momentos corrientes; solo siguen sus propias ideas. Pues bien, ¿existen principios en sus acciones? Sin duda que no. Lo ven todo en términos simples. Incluso cuando la gente comparte con ellos los principios-verdad, no son capaces de aceptarlos, porque jamás ha habido principios en sus acciones, Dios no tiene lugar en su corazón y solo están ellos mismos en él. Creen que sus intenciones son buenas, que no están haciendo el mal, que no puede considerarse que aquellas vulneren la verdad; creen que actuar conforme a sus propias intenciones debería ser practicar la verdad, que actuar así es someterse a Dios. De hecho, no buscan a Dios ni le oran sinceramente en este asunto, sino que, actuando por impulso, según sus propias intenciones fervientes, no están cumpliendo con su deber como Dios se lo pide, carecen de un corazón sumiso a Dios y este deseo está ausente. Este es el mayor error en la práctica de la gente. Si crees en Dios pero Él no está en tu corazón, ¿no intentas engañarlo? ¿Y qué efecto puede tener semejante fe en Dios? ¿Qué es lo que puedes ganar? ¿Y qué sentido tiene tal fe en Dios?(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Con lo expuesto por las palabras de Dios vi que, cuando me sucedían las cosas, rara vez buscaba la verdad o practicaba de acuerdo con los principios. En cambio, seguía mis propias ideas. En mi corazón no había lugar para Dios ni le temía. Cuando sucede algo, quienes temen a Dios primero buscan los principios-verdad y lo que dicen las palabras de Dios al respecto, y luego contemplan a las personas y las cosas según las palabras de Dios y la verdad. Como yo era incapaz de discernir falsos líderes, debería haber buscado la verdad, entendido claramente qué son los falsos líderes, sus manifestaciones y cómo determinar quién es un falso líder, pero en cambio juzgué arbitrariamente en función de mi propia imaginación. Creí que si una líder no hacía seguimiento de mi trabajo y no resolvía mis problemas, eso la hacía una falsa líder. Aunque en esa época leía y reflexionaba sobre las palabras de Dios, no las entendía. Cuando vi un renglón de las palabras de Dios sobre los falsos líderes que parecía aplicar literalmente al comportamiento de Megan, concluí que era una falsa líder y pensé que veía la situación de forma precisa. En realidad, estaba sacando las cosas de contexto y aplicando los preceptos a ciegas. Y me sentí incómodo en el proceso. Quería buscar más y comunicarme con Megan antes de denunciarla, pero sentía que su conducta era ya tan evidente que no tenía que molestarme ni buscar más, y simplemente actué en función de mis ideas. ¡Era tan arrogante y sentencioso! Además, vi que tenía una mala humanidad. No tuve en cuenta verdaderamente las intenciones de Dios ni protegí realmente la obra de la iglesia. Cuando observé problemas en el trabajo de mi líder, no se los planteé a ella; en cambio, busqué una oportunidad para denunciarla ante sus superiores para alardear mi discernimiento. Podía ver cuán despreciable era, y darme cuenta de esto fue desgarrador. Jamás imaginé ser esta clase de persona. Evidentemente, no comprendía los principios-verdad, pero de todas formas era muy arrogante e irracional. Estaba muy satisfecho conmigo mismo por denunciar a mi líder porque creía haber visto cosas que nadie más había discernido, y que comprendía mejor los principios-verdad. Pero en realidad no entendía nada; todo lo que entendía eran palabras y doctrinas, y aplicaba ciegamente los preceptos. Denuncié a alguien arbitrariamente sin principios. ¿Eso no perturbaba el trabajo de la iglesia? No estaba acumulando buenas obras, ¡sino haciendo el mal!

Luego, leí las palabras de Dios y aprendí los principios del trato hacia los líderes y obreros. Dios Todopoderoso dice: “La gente no debe tener grandes expectativas ni unas exigencias poco realistas de quienes son ascendidos y cultivados; sería poco racional e injusto para ellos. Podéis supervisar su trabajo. Si descubrís problemas o cosas que vulneran los principios en el desarrollo de su trabajo, podéis informarlo y buscar la verdad para resolver tales asuntos. Lo que no debéis hacer es juzgarlos, condenarlos, atacarlos ni excluirlos, pues solo están en la etapa de cultivo y no se les debe considerar personas perfeccionadas, ni mucho menos sin tacha o poseedoras de la realidad-verdad. Como vosotros, están meramente en el período de formación. La diferencia es que asumen más trabajo y responsabilidades que la gente corriente. Tienen la responsabilidad y la obligación de realizar más trabajo; deben pagar un precio mayor, padecer más dificultades, ejercer un esfuerzo mental mayor, resolver más problemas, tolerar más censura de las personas y, por supuesto, también deben realizar un mayor esfuerzo, y —comparados con las personas corrientes que hacen sus deberes— han de dormir un poco menos, disfrutar un poco menos de las cosas buenas y no dedicarse tanto al cotilleo. Esto es lo que tienen de especial; aparte de esto, son como cualquiera. […] Entonces, ¿cuál es la manera más razonable de tratarlas? Considerarlas como personas corrientes y, cuando debas buscar a alguien con relación a algún problema, hablar con ellas, aprender de los respectivos puntos fuertes y complementarse unos a otros. Además, es responsabilidad de todos supervisar a los líderes y obreros para ver si hacen trabajo real, si pueden utilizar la verdad para resolver los problemas; estos son los estándares y principios para medir si un líder o un obrero cumple con el estándar. Si son capaces de tratar y resolver problemas generales, entonces son competentes. Pero, si no pueden tratar ni resolver problemas corrientes, no son aptos para ser líderes ni obreros, y deben ser despedidos rápidamente de su puesto. Se debe elegir a otro, y la obra de la casa de Dios no se debe demorar. Demorar la obra de la casa de Dios perjudica tanto a uno mismo como a los demás, no es bueno para nadie(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)). Tras leer las palabras de Dios entendí cómo tratar a los líderes y obreros. Los líderes que elige la iglesia no comprenden del todo la verdad, no son absolutamente aptos y no entienden cada aspecto del trabajo ni cómo hacerlo bien. Ellos también están en período de prácticas, y pueden exhibir corrupción, extravío o cometer errores. Debemos tratar justamente a las personas y no exigirles demasiado; no debemos ser irracionales y pedirles que hagan todo el trabajo a la perfección y sin errores ni descuidos. En cambio, debemos comprender, ser tolerantes y cooperar en armonía con ellos para hacer bien el trabajo de la iglesia. Esto es lo que significa tener consideración por las intenciones de Dios, y tratar así a los líderes y obreros está en consonancia con los principios. También tenemos la responsabilidad de vigilar la labor de los líderes. Debemos aceptar y obedecer cuando los actos de los líderes concuerden con la verdad, pero cuando sus actos no se ajusten a los principios-verdad, debemos plantear cuestiones, hablar y ayudarlos a tiempo para que se percaten de los errores en sus deberes y los corrijan rápidamente. Esto favorece su entrada en la vida y el trabajo de la iglesia. Si los principios confirman que alguien es un falso líder que no hace un trabajo real, hay que exponerlo y denunciarlo. Cuando lo comprendí, mi corazón se iluminó y ya supe cómo tratar a los líderes y obreros en lo sucesivo.

Aunque esta vez hubiera discernido y denunciado erróneamente a mi líder, logré comprender algunos principios-verdad sobre cómo discernir falsos líderes. También aprendí a tratar a los líderes y obreros, gané algo de conocimiento sobre mi propio carácter corrupto y aprendí algunas lecciones. ¡Gracias a Dios!

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