21. Una denuncia equivocada
Durante más de un año, Dios ha enseñado las verdades acerca de cómo discernir a los falsos líderes. En las reuniones solía hablar de mi entendimiento y conocimiento, pero en la vida real no sabía discernir a los falsos líderes. Ante la más mínima manifestación de que una líder no hacía un trabajo práctico, la califiqué y condené ciegamente como falsa líder. Con ello, no solo no protegí el trabajo de la casa de Dios, sino que estuve a punto de perturbarlo. Con lo revelado por los hechos, he aprendido algunas lecciones de mis fallos, las cuales me han dado cierto discernimiento sobre los falsos líderes.
Hacía un trabajo administrativo en la iglesia. Tenía la responsabilidad de administrar determinados objetos y utensilios en ella. En el transcurso del deber, descubrí que los hermanos y hermanas trataban mal los utensilios. Esto dificultaba su administración. Acudí a la líder, la hermana Li, y le denuncié estas cuestiones. También le recordé que ella podía planteárselas a otras personas, hablar de ellas en las reuniones. Cuando lo entendió, accedió. Después, aguardé a que la hermana Li viniera a la reunión, pero, tras largo tiempo esperando, nunca la vi en las reuniones ni hizo seguimiento de ello, así que empecé a fijar la mirada sobre ella. Pensé: “Ya ha pasado bastante tiempo. ¿Por qué no ha hecho seguimiento de este trabajo? Le he contado más de una vez este problema, pero no se ha resuelto. Dios nos enseña los aspectos de la verdad relativos al discernimiento de los falsos líderes. Si no haces seguimiento y resuelves los problemas, eres una falsa líder y tengo que denunciar esta cuestión ante tus superiores. Así, los líderes por encima de ti creerán que tengo sentido de la justicia. ¡Hasta podrían tenerme mucho aprecio!”. Por entonces, solamente lo pensaba. Luego, el contrato de alquiler de nuestro almacén de libros de la palabra de Dios vencía en poco más de un mes, así que había que trasladar los libros a otro sitio. Como había tantos libros y cada caja pesaba mucho, me costaba moverlas yo solo y tardaba mucho. Con cierta preocupación, pregunté a la líder si podía buscar a más gente que me ayudara. La líder siempre decía que estaba buscando gente, pero, durante mucho tiempo, no vino nadie. Al final vinieron dos hermanos, me ayudaron en uno de los viajes y se marcharon con prisa. Esta situación me frustró mucho. Pensé: “¿Por qué no ha podido encontrar a más gente la líder? ¿Por qué no hace seguimiento de este trabajo? ¿Por qué no viene a ver cuánto trabajo tengo?”. Cuanto más lo pensaba, más me enojaba, y ya no quería denunciar más problemas ante la líder, pues parecía inútil hacerlo. En ese tiempo, no quería ver a la líder ni hablar con ella cuando la viera. Pensaba: “Si no quieres buscarme a nadie, no te molestes. Terminaré yo solo. De todos modos, me acuerdo de todo lo que haces. A su debido tiempo, lo denunciaré ante tus superiores”. Recordé otro pasaje de la palabra de Dios sobre el discernimiento de los falsos líderes. “Los falsos líderes también ignoran los problemas que surgen en el trabajo de la iglesia. Nunca van a la localización para averiguar más sobre un asunto, seguirlo o ponerse al día con lo que está sucediendo realmente, con la intención de identificar inmediatamente los problemas y resolverlos y erradicar las desviaciones y los descuidos que sobrevienen durante la obra. En lo que se refiere a las dificultades en el trabajo de la iglesia, los falsos líderes se limitan a hablar un poco de doctrina o a repetir unas cuentas frases como loros para quitárselas de encima” (“Cómo identificar a los falsos líderes”). Reflexioné: “La conducta de mi líder es como la describe la palabra de Dios. Si no investiga ni resuelve los problemas de mi trabajo, ¿no es una falsa líder?”. Yo también pensé eso entonces. Descubrí el problema y no me comuniqué con ella; tampoco pedí su constatación a aquellos que comprendían la verdad, por lo que no podía calificarla de falsa líder de forma tan irreflexiva. Pensé: “¿Y si primero busco más principios de la verdad en esta área y, antes de decidir, lo debato con algunos hermanos y hermanas que comprendan la verdad?”. Sin embargo, su conducta era como la descrita por Dios; así pues, ¿qué más se podía decir? Dudaba si mi opinión era correcta y no quería acusarla infundadamente, por lo que no sabía qué hacer. Tenía la cabeza llena de imágenes en las que la líder no me resolvía el problema. De repente, dejé de buscar la verdad, no tuve en cuenta el contexto de la palabra de Dios y la entendí de manera inexacta. Utilicé un solo renglón, una sola conducta, como excusa para acusar a la hermana Li y creía que era una falsa líder.
Posteriormente, oí decir a unas hermanas que hacían otra labor administrativa que la hermana Li no hacía mucho seguimiento de su trabajo y que este a veces se demoraba. Cuando lo oí, mi certeza fue aún mayor: “La hermana Li no hace un trabajo práctico y no sigue ni investiga el trabajo; ¿eso no la revela como falsa líder? En las últimas reuniones hemos hablado del discernimiento de los falsos líderes. No me puedo creer que yo descubriera a una. He de tener sentido de la justicia, defender el trabajo de la casa de Dios y revelar a la falsa líder”. No obstante, cuando quería denunciar estos problemas ante los superiores de la hermana Li, me sentía incómodo. Todavía no había hablado con ella de estas cuestiones y no lo había consultado ni debatido con quienes comprendían la verdad; por tanto, ¿no era esto demasiado obcecado y arbitrario? Sin embargo, entonces me enteré de que los superiores de la hermana Li habían ido a hablar con ella y también habían preguntado a todos los líderes del equipo por su desempeño en el deber. Cuando me enteré, no podía tranquilizarme. Inesperadamente, los superiores de la hermana Li ya sabían que había un problema con ella, con lo que era casi seguro que era una falsa líder. Pensé: “Tengo que denunciar ya los problemas de la hermana Li ante sus superiores. No hace falta que consulte más. Si no, cuando los superiores de la hermana Li acaben su investigación, la destituyan y hablen de quién supo discernirla, quién descubrió sus problemas y quién tuvo sentido de la justicia y la denunció, no mentarían mi nombre; ¿cómo podría entonces demostrar que yo tenía discernimiento? Ya no veo la hora”. Impaciente, concerté una cita con el superior de la hermana Li, el hermano Zhou, y le informé de sus problemas. Dije: “La hermana Li, como líder, no hace seguimiento de mi labor ni se informa de los problemas que tenía en el trabajo. Cada vez que le cuento un problema, no lo resuelve”. También le enseñé un pasaje de la palabra de Dios sobre cómo discernir a los falsos líderes. Afirmé que las conductas de los falsos líderes reveladas en la palabra de Dios eran las que tenía ella y que a mí me parecía una falsa líder. Cuando acabé, respondió: “Ya lo hemos investigado y la hermana Li, efectivamente, tiene algunos problemas. Hay trabajos que no ha seguido adecuadamente y sale del paso en el deber. Es preciso podarla, tratar con ella y ayudarla a hacer introspección y a aprender lecciones. Pero nos hemos enterado de que, en los últimos meses, la hermana Li se ha dedicado, sobre todo, a supervisar la labor de riego porque últimamente se han unido muchos nuevos fieles a la iglesia. Algunos pastores religiosos perturban de forma grave. Estos nuevos fieles necesitan riego urgente para establecerse en el camino verdadero. Este es el trabajo más importante y crucial ahora mismo. La hermana Li invierte toda su energía en este trabajo. El trabajo administrativo no es tan urgente. Siempre que eso no entorpezca las cosas, no es demasiado problema que su seguimiento sea un poco lento por ahora. Dado que el trabajo ha llegado al mismo tiempo y, además, nos falta personal, ella ha de priorizar, por lo que tiene que suspender el trabajo administrativo por el momento. Por eso la hermana Li no hace seguimiento de tu trabajo a tiempo, pero no decidió practicar de esta manera hasta que no lo debatió con sus compañeros. Aparte, la hermana Li se encargaba de un único trabajo anteriormente. Es una nueva líder y le resulta difícil responsabilizarse de tantos trabajos. Como hay cosas que no puede investigar, necesita nuestra ayuda y nuestra comunicación”. En ese punto, el hermano Zhou envió los principios relevantes. Fue entonces cuando comprendí que, a veces, hay que priorizar un trabajo. En aquel momento, la prioridad era el trabajo de riego. Podrían hacer otro trabajo únicamente mientras no se viera afectado el de riego. Si se veía afectado el trabajo de riego, ¿eso no sería sacrificar lo importante por lo trivial? Aunque la hermana Li no investigara bien algún trabajo, estaba priorizando, no dejando de hacer un trabajo práctico. Sin embargo, yo no traté nunca de entender por qué no hacía seguimiento de mi labor ni por qué no resolvía los problemas que yo planteaba. En cambio, me formé prejuicios contra ella, fijé la mirada en ella, pensé que no hacía un trabajo práctico y, directamente, la califiqué de falsa líder. ¿No fui excesivamente arbitrario? El hermano Zhou me preguntó entonces: “Si destituyéramos ahora mismo a la hermana Li, ¿le encontraría sustituto la iglesia de forma inmediata? ¿Podría continuar el trabajo?”. Lo pensé y me pareció que la hermana Li aún era apta para continuar como líder. Después de charlar con el hermano Zhou, me sentía muy triste. En un principio creía tener sentido de la justicia y hasta busqué los fragmentos relevantes de la palabra de Dios. Creía haber denunciado a la hermana Li tras buscar la verdad. Resultó que no comprendía la verdad y que había discernido mal. ¿Y cuál fue mi error?
Mientras buscaba, leí un pasaje de la palabra de Dios. “Calificar a alguien como falso líder o falso obrero, debe basarse en datos suficientes. No debe basarse en uno o dos incidentes o transgresiones, y ni mucho menos puede servir como base la corrupción temporal. Los únicos criterios precisos para calificar a alguien son si es capaz o no de hacer un trabajo práctico y resolver problemas con la verdad, si es o no una persona correcta, si es alguien que ama la verdad y capaz de obedecer a Dios, y si tiene o no la obra y el esclarecimiento del Espíritu Santo. Solamente se puede calificar correctamente a alguien de falso líder o falso obrero en función de estos factores. Dichos factores son los criterios y principios para evaluar y determinar si alguien es un falso líder o falso obrero” (“Cómo identificar a los falsos líderes”). En la palabra de Dios entendí que, para discernir a un falso líder, es preciso que, sobre todo, nos fijemos en si es capaz de hacer un trabajo práctico y en si acepta la verdad, o no. No era para nada como imaginaba, que los líderes tenían que resolver todos y cada unos de los problemas de mi deber y, si lo hacían, eran auténticos líderes; si no, eran falsos líderes que no hacían un trabajo práctico. Esta opinión es falsa y no concuerda con la verdad. Para determinar si un líder es falso o no, lo más importante es si es capaz de supervisar, entender y captar rápidamente el progreso y el estado de cada tarea de su ámbito de responsabilidad, si es capaz de descubrir e investigar rápidamente los problemas, dificultades y errores de los hermanos y hermanas en el deber, y si colabora con ellos para buscar los principios de la verdad a fin de resolver estas cuestiones. En función de estas cosas, podemos juzgar si un líder hace un trabajo práctico o no. También depende de si es capaz de aceptar la verdad y es la persona correcta. Si los líderes tienen alguna cuestión que no entienden, pueden consultar con sus superiores. Cuando otros les hagan sugerencias o señalen sus defectos, deben ser capaces de obedecer, buscar la verdad y hacer introspección. Cuando experimenten la poda, el trato, reveses y fracasos, deben ser capaces de aprender lecciones y cambiar después. Esto quiere decir que son personas que aceptan la verdad. Además, cuando un líder es responsable de varias tareas, no es necesario que lo haga todo él solo. Su función principal es analizar cada tarea para que el trabajo de la iglesia siga con normalidad. Alguien que haga esto es un líder apto. Los falsos líderes, de puertas afuera, parecen siempre ocupados, pero solamente hacen trabajos superficiales o triviales. Nunca hacen a tiempo el trabajo más importante, dan vueltas a ciegas, se mantienen ocupados y son ineficaces. Al no comprender los principios de la verdad, no pueden descubrir ni ver con nitidez los problemas de su trabajo y no saben planificar ni organizar las cosas. Solo saben hablar de letras y doctrinas o con palabras huecas, lo que no ofrece ninguna senda de práctica ni resuelve los problemas que sus hermanos y hermanas se encuentran en el deber. Tampoco buscan la verdad ante los problemas, no aceptan que otros los guíen y ayuden y, al final, muchas tareas no avanzan sin tropiezos o incluso se estancan. Esto es un grave incumplimiento del deber, y este es un falso líder. En la palabra de Dios entendí que, para discernir si alguien es o no un falso líder, hay que fijarse en varios aspectos e investigar a fondo. Si nos fijamos exclusivamente en la conducta o la corrupción provisional de la gente, ignoramos el contexto, el motivo y si se arrepiente y cambia o no, y la calificamos arbitrariamente, es muy fácil acusarla incorrectamente. Todo el mundo tiene corrupción y defectos, pero mientras se conozcan a sí mismos, se arrepientan y cambien, la casa de Dios les dará oportunidades de practicar. Tras aplicar la palabra de Dios y los principios a la conducta de la hermana Li, comprobé que hacía seguimiento de las principales tareas y que, cuando tenía problemas, hablaba las cosas con los demás para resolverlas. En general, efectivamente, hacía algo de trabajo práctico y su deber producía resultados. Sencillamente, todo el trabajo había llegado a la vez y ella aún no había hallado el equilibrio, con lo que algunas cosas cayeron en el olvido. Este era un defecto de su deber y necesitaba advertencias y ayuda. Una vez que me di cuenta, por fin descubrí que yo no comprendía los principios de la verdad y no sabía tratar justamente a la gente. Vi que mi líder tenía problemas, pero no me comuniqué, no tuve en cuenta todos los aspectos y, a ciegas, la califiqué de falsa líder. No tenía el menor temor de Dios en mi corazón.
Luego descubrí un pasaje de la palabra de Dios. “Cuando alguien es elegido líder por los hermanos y hermanas, o la casa de Dios lo promueve para que lleve a cabo determinado trabajo o deber, esto no significa que tenga un estatus o una identidad especiales, que las verdades que comprenda sean más profundas y más numerosas que las de otras personas, y ni mucho menos que esta persona sea capaz de someterse a Dios y no traicionarlo. Tampoco significa que conozca a Dios y que sea una persona temerosa de Él. De hecho, no ha logrado nada de esto; la promoción y el cultivo son solamente promoción y cultivo en el sentido más simple. Su promoción y cultivo simplemente significan que ha sido promovida y está a la espera de ser cultivada. El resultado final de este cultivo depende de la senda por la que vaya la persona y de lo que busque. Por lo tanto, cuando en la iglesia alguien es promovido y cultivado para que sea líder, solo se le promueve y cultiva en sentido directo; no quiere decir que ya sea un líder capacitado o competente, que ya sea capaz de asumir la labor de un líder y hacer un trabajo real; eso no es así. La mayoría de la gente no ve con claridad estas cosas y acuden a quienes son promovidos, confiando en sus fantasías, pero esto es un error. Independientemente de cuántos años lleve creyendo, ¿alguien que es promovido realmente posee la realidad de la verdad? No necesariamente. ¿Puede llevar a buen puerto la organización del trabajo de la casa de Dios? No necesariamente. ¿Tiene sentido de la responsabilidad? ¿Tiene compromiso? ¿Es capaz de someterse a Dios? Ante un problema, ¿es capaz de buscar la verdad? No se sabe. ¿Tiene la persona un corazón temeroso de Dios? ¿Y cuánto lo teme? ¿Es susceptible de seguir su propia voluntad al hacer las cosas? ¿Es capaz de buscar a Dios? Durante el período en que lleva a cabo el trabajo de líder, ¿se presenta ante Dios de manera regular y frecuente para buscar Su voluntad? ¿Sabe guiar a la gente para entrar en la realidad de la verdad? Sin duda es incapaz de tales cosas en lo inmediato. No ha recibido formación y tiene muy poca experiencia, así que no puede hacer esas cosas. Es por eso que promover y cultivar a alguien no quiere decir que ya entienda la verdad ni que ya sepa cumplir satisfactoriamente con el deber. Entonces, ¿qué objetivo y trascendencia tiene promover y cultivar a alguien? El que dicha persona, como individuo, sea promovida para formarla, para regarla e instruirla de manera especial, lo que la capacitará para comprender los principios de la verdad y los principios para hacer distintas cosas, así como los principios, medios y métodos de resolución de diversos problemas. También la capacitará, ante diversos ambientes y personas, para manejarse y resolverlos según la voluntad de Dios y de una manera que preserve los intereses de la casa de Dios. ¿Indica esto que el talento promovido y cultivado por la casa de Dios tiene suficiente capacidad para asumir el trabajo y cumplir con su deber durante el período de promoción y cultivo o antes de ellos? Por supuesto que no. En este caso, es inevitable que, durante el período de cultivo, estas personas experimenten el trato, la poda, el juicio y el castigo, sean desenmascaradas y hasta relevadas; es normal, y esto es lo que significa ser formando y cultivando” (“Cómo identificar a los falsos líderes”). En la palabra de Dios entendí que, si se elige a alguien líder u obrero, eso no significa que comprenda la verdad y sea totalmente apto para el trabajo. Tampoco que lo entienda todo y sepa hacer todo tipo de trabajo a la perfección. Aquellos a quienes se asciende solamente tienen cierta aptitud y capacidad de trabajo y son capaces de aceptar y buscar la verdad, por lo que la casa de Dios les da una oportunidad de promoción y formación. Al descubrir y resolver problemas en el trabajo constantemente, al final alcanzan cierta verdad y aprenden a actuar con principios. Sin embargo, durante este tiempo, los líderes y obreros todavía están en fase de prácticas, así que son inevitables las anomalías, las deficiencias y los defectos en su trabajo y nosotros debemos considerar el asunto de forma correcta. Cuando tengamos problemas o dificultades, debemos buscar, compartir y resolver las cosas con los líderes. Es la única vía para que el trabajo sea eficaz. Si exigimos demasiado a los líderes y obreros, si les pasamos todos los problemas que descubramos para que los solucionen o los calificamos de falsos líderes cuando son lentos en la resolución de problemas, este trato a los líderes carece de principios y no concuerda con la voluntad de Dios. Con la palabra de Dios descubrí que no trataba a los líderes según los principios de la verdad, sino según mis nociones y mi imaginación. Mis exigencias a los líderes eran excesivas y sacrificadas. Como mi líder no hacía un seguimiento adecuado de mi deber ni resolvía enseguida mis problemas y dificultades, la califiqué de falsa líder. No me fijé en el contexto ni el el progreso general de su trabajo, ni tuve en cuenta si era capaz de aceptar la verdad o de cambiar las cosas. Simplemente la condené por falsa líder sin reflexionar y en función de la información parcial que podía apreciar. Eso no era sentido de la justicia, sino una perturbación, y vulneraba los principios de la verdad. Vi que no comprendía la verdad ni trataba a los líderes y obreros con principios, y lo que es más grave, que no temía a Dios de corazón. Frente al más mínimo problema con mi líder, lo exageré, la condené imprudentemente y me aproveché de toda cuestión. No la traté en función de su naturaleza y esencia ni de la situación real. Mi conducta fue igual que la de los falsos líderes y anticristos cuando oprimen al pueblo escogido de Dios. Al recordarlo, de pronto me atenazó el miedo. Me percaté de que la naturaleza del problema era grave. Si el hermano Zhou no hubiera conocido la situación, me hubiera escuchado y hubiera destituido a la hermana Li, la labor de la iglesia se habría visto afectada; entonces, ¿acaso yo no habría cometido el mal? ¡Habría sido una transgresión grave! Si me volviera a pasar algo así, no podría fiarme de mi imaginación para evaluar a otros. Tenía que buscar más los principios de la verdad, tratar justamente a la gente, como exige Dios, y hacer las cosas con principios.
Después, la hermana Li acudió a mí y me habló de su estado reciente y de los problemas de su trabajo. Afirmó que quería cambiar, se informó sobre los problemas y dificultades de mi trabajo y organizó conmigo unos documentos para compartir con los hermanos y hermanas de cada equipo. Comprendí que no era una persona que no aceptara la verdad. Aunque tuviera descuidos en su trabajo y hubiera áreas de las que no hiciera seguimiento, una vez que sabía que había un problema, era capaz de cambiar las cosas enseguida. Descubrí que realmente no era una falsa líder que no hiciera un trabajo práctico.
Al principio creía entender un poco esta cuestión, que no comprendía la verdad y no sabía discernir a los falsos líderes, por lo que cometí este error, pero una vez, en una reunión, oí decir a mis hermanos y hermanas que, en ocasiones, los errores no son una mera falta de discernimiento o de comprensión de la verdad. También hemos de observar si los errores son provocados por impurezas derivadas de motivaciones o actitudes corruptas. Leí un pasaje de la palabra de Dios que señala: “No consideres que tus transgresiones son meros errores de una persona inmadura o insensata. No recurras a la excusa de que no practicaste la verdad porque tu pobre calibre imposibilitó que la practicaras. Además, no consideres simplemente que las transgresiones cometidas fueron actos de alguien que no supo hacerlo mejor. Si sabes perdonarte y tratarte con generosidad, te digo que eres un cobarde que nunca obtendrá la verdad, y tus transgresiones no cesarán nunca de atormentarte. Evitarán que cumplas nunca las exigencias de la verdad y causarán que sigas siendo para siempre un compañero leal de Satanás” (‘Las transgresiones conducirán al hombre al infierno’ en “La Palabra manifestada en carne”). Tras leer la palabra de Dios entendí que, cuando se presenta un ambiente, no podemos simplemente dejarlo pasar. Hemos de buscar la verdad en él y llegar a conocer nuestras actitudes corruptas. Solo entonces puede haber un cambio y un crecimiento reales en nuestra vida. Si siempre consideras tus transgresiones errores provisionales, crees que no importan, decides poner más atención la próxima vez y siempre te perdonas esas transgresiones, jamás entenderás tus problemas, nunca alcanzarás la verdad, y finalmente, conforme aumenten tus transgresiones y no consigas ningún cambio, Dios te aborrecerá y descartará. Con lo revelado por la palabra de Dios, me puse a reflexionar sobre cuáles fueron precisamente mis ideas cuando se presentó este ambiente ante mí y qué impureza revelé a consecuencia de motivaciones o actitudes corruptas. Reflexionando descubrí que, ante los problemas de la líder, en realidad dudaba si apreciaba correctamente las cosas, y quería leer más la palabra de Dios, pero cuando supe que la hermana Li no seguía el trabajo de otros administrativos y que sus superiores estaban investigando su desempeño, creí que, sin duda, era una falsa líder y que tenía que denunciarla enseguida a sus superiores para que mis hermanos y hermanas vieran que yo tenía sentido de la justicia y discernimiento. Así, sin comprender los principios de la verdad, sin continuar buscando y sin conocer el contexto ni los motivos, califiqué a la hermana Li de falsa líder sin reflexionar en función de la poca información que conocía. Hasta pensaba que apreciaba las cosas de forma precisa y que no debería haber ningún problema, pero ahora me daba cuenta de que fui demasiado imprudente, y mis intenciones, malas. Reflexioné: “¿Por qué denuncié a mi líder sin comprender los principios de la verdad? ¿Cuál es la causa del problema?”.
Leí esto en la palabra de Dios: “Hay muchas personas que siguen sus propias ideas, hagan lo que hagan, y que consideran las cosas en términos altamente simplistas, y no buscan la verdad. Hay una ausencia total de principios y en su interior no piensan en cómo actuar conforme a lo que Dios les pide, o de un modo que lo satisfaga, y lo único que saben hacer es seguir su propia voluntad con terquedad, Dios no tiene lugar en el corazón de esta gente. Algunos dicen: ‘Solo oro a Dios cuando enfrento dificultades, pero no parece que esto tenga ningún efecto; así que, en general, cuando ahora me pasan cosas, ya no oro a Dios, porque no sirve de nada’. Dios está totalmente ausente del corazón de tales personas. No buscan la verdad sin importar lo que hagan; solo siguen sus propias ideas. Pues bien, ¿existen principios en sus acciones? Sin duda que no. Lo ven todo en términos simples. Incluso cuando la gente comparte con ellos los principios de la verdad, no son capaces de aceptarlos, porque jamás han habido principios en sus acciones, Dios no tiene lugar en su corazón y solo están ellos mismos en él. Creen que sus intenciones son buenas, que no están haciendo el mal, que no puede considerarse que aquellas vulneren la verdad; creen que actuar conforme a sus propias intenciones debería ser practicar la verdad, que actuar así es obedecer a Dios. De hecho, no buscan a Dios ni le oran sinceramente en este asunto, sino que, actuando por impulso, según sus propias intenciones fervientes, no están cumpliendo con su deber como Dios se lo pide, carecen de un corazón de obediencia a Dios y este deseo está ausente. Este es el mayor error en la práctica de la gente. Si crees en Dios pero Él no está en tu corazón, ¿no intentas engañarlo? ¿Y qué efecto puede tener semejante fe en Dios? ¿Qué es lo que puedes ganar? ¿Y qué sentido tiene tal fe en Dios?” (‘Buscar la voluntad de Dios es en aras de practicar la verdad’ en “Discursos de Cristo de los últimos días”). Con lo revelado por la palabra de Dios, vi que, cuando me sucedían las cosas, rara vez buscaba la verdad y practicaba de acuerdo con sus principios. En cambio, consideraba mis ideas la verdad y las obedecía. Ni llevaba a Dios en el corazón ni lo temía de corazón. Quienes temen a Dios, cuando les pasan las cosas, primero buscan los principios de la verdad y lo que dice la palabra de Dios al respecto, y luego contemplan a las personas y las cosas según la palabra de Dios y la verdad. Ante mi falta de discernimiento de los falsos líderes, debería haber buscado la verdad, entendido claramente qué son los falsos líderes, sus manifestaciones, cómo comprobar que lo son y demás principios semejantes de la verdad, pero no lo hice. Juzgué arbitrariamente en función de mis ideas y mi imaginación. Creí que, por no hacer seguimiento de mi trabajo y no resolver mis problemas, ella era una falsa líder. Aunque en esa época leía la palabra de Dios, no la entendía. Cuando vi un renglón de la palabra de Dios sobre los falsos líderes que parecía relevante, lo apliqué, concluí que era una falsa líder y pensé que yo entendía las cosas de manera muy correcta y precisa. En realidad, estaba sacando las cosas de contexto y aplicando las normas a ciegas. Entretanto, me sentía incómodo. Quería buscar más y comunicarme con la hermana Li antes de denunciarla, pero su conducta me parecía ya tan evidente y coincidente con lo descrito en la palabra de Dios que para qué iba a molestarme en buscar más. Así, no oré ni busqué más. Tan solo actué en función de mis ideas. Comprobé que actué en función de mi carácter arrogante y que me comporté con imprudencia. Hice las cosas según mis ideas y pensamientos mientras hacía de lado la verdad. De continuar así, cometería el mal antes o después. ¡Era demasiado peligroso! A su vez, descubrí que tenía una mala humanidad. No tuve en cuenta la voluntad de Dios ni protegí realmente los intereses de la iglesia. Alguien con humanidad y razón debería brindar ayuda y advertencias a tiempo al observar descuidos en la labor de la iglesia, o buscar la verdad con la líder para ver cómo resolver el problema. Sin embargo, cuando observé problemas en el trabajo de mi líder, no los planteé para buscar y hablar. Por el contrario, los oculté y los denuncié ante el líder por encima de ella para que creyera que yo tenía discernimiento. En vez de decirle estas cosas abiertamente a la hermana Li, la apuñalé por la espalda y aproveché a denunciar sus problemas para lucirme. Vi que, por dentro, era maligno y despreciable. Fue desgarrador darme cuenta de esto. Jamás imaginé que fuera esta clase de persona. Evidentemente, no comprendía la verdad, no sabía discernir a los falsos líderes y era muy arrogante e irracional. Estaba muy satisfecho conmigo mismo cuando denuncié a mi líder porque creía que nadie más que yo había discernido que la hermana Li era una falsa líder y que comprendía mejor que nadie los principios de la verdad. Ahora que lo pienso, me di cuenta de que no entendía nada. No entendía más que de letras y doctrinas, pero apliqué ciegamente las normas. No comprendía los principios de la verdad, pero denuncié sin pensar en las consecuencias. No tuve en cuenta si una denuncia equivocada afectaría al trabajo de la iglesia o perjudicaría a la hermana Li. Descubrí que no denuncié sus problemas por consideración a la voluntad de Dios ni para proteger los intereses de la iglesia, sino para lucirme. Denuncié arbitrariamente sin principios. ¿Eso no perturbó el trabajo normal de la casa de Dios? No estaba acumulando buenas acciones, ¡sino haciendo el mal!
Luego leí la palabra de Dios y aprendí los principios del trato hacia los líderes y obreros. Dios Todopoderoso dice: “La gente no debe tener grandes expectativas ni unas exigencias poco realistas de quienes son promovidos y cultivados; sería poco racional e injusto para ellos. Podéis observar su trabajo y si descubrís problemas o cosas que vulneran los principios en el desarrollo de su trabajo, podéis informarlo y buscar la verdad para resolver tales asuntos. Lo que no debéis hacer es juzgarlos, condenarlos, atacarlos ni excluirlos, pues están en la etapa de cultivo y no se les debe considerar personas perfeccionadas, ni mucho menos perfectas o poseedoras de la realidad de la verdad. Son como vosotros: este es el período en que se les está formando. […] Entonces, ¿cuál es la manera más racional de comportarse con ellas? Pensar que son personas corrientes y, cuando haya un problema que requiera búsqueda, hablar con ellas, aprender de los respectivos puntos fuertes y complementarse unos a otros. Además, es responsabilidad de todos vigilar si los líderes y obreros hacen un trabajo real, si utilizan la verdad para resolver los problemas; estos son los estándares y principios para medir si un líder o un obrero están a la altura. Si son capaces de tratar y resolver problemas generales, entonces son competentes. Pero, si no pueden tratar ni resolver problemas corrientes, no son aptos para ser líderes ni obreros, y deben ser despachados rápidamente. Elegid a otros y no demoréis el trabajo de la casa de Dios. Las demoras en el trabajo de la casa de Dios te perjudican a ti y a los demás, no son buenas para nadie” (“Cómo identificar a los falsos líderes”). Tras leer la palabra de Dios entendí cómo tratar a los líderes y obreros. Los líderes ascendidos por la casa de Dios no comprenden del todo la verdad, no son absolutamente aptos y no entienden todo el trabajo ni cómo hacerlo bien. Además, están en período de prácticas y también pueden exhibir corrupción y extravío. Debemos tratar justamente a la gente y no exigirle demasiado, no pedirle de forma irracional que haga todo el trabajo a la perfección y que no presente errores ni descuidos. En cambio, debemos comprender, ser tolerantes y cooperar en el trabajo de la casa de Dios. Esto es tener en consideración la voluntad de Dios y tratar así a los líderes y obreros está en consonancia con los principios. También tenemos la responsabilidad de vigilar la labor de los líderes. Debemos aceptar y obedecer cuando los actos de los líderes concuerden con la verdad, pero cuando sus actos no se ajusten a los principios de aquella, debemos plantear la cuestión, hablar y ayudarlos a tiempo para que se percaten de sus errores en el deber y los corrijan rápidamente. Esto favorece su entrada en la vida y el trabajo de la casa de Dios. Si, con los principios de la verdad, se comprueba que alguien es un falso líder que no hace un trabajo práctico, hay que revelarlo y denunciarlo. Cuando lo comprendí, mi corazón se sintió iluminado y ya sabía cómo tratar a los líderes y obreros en lo sucesivo.
Aunque esta vez me equivocara al denunciar a mi líder, logré comprender algunos principios de la verdad sobre cómo discernir a los falsos líderes, aprendí a tratar a los líderes y obreros, entendí un poco mi carácter corrupto y aprendí algunas lecciones. ¡Demos gracias a Dios!