69. Después de que a mamá le diagnosticaran cáncer

Por Yang Chen, China

En junio de 2023, debía salir de casa para cumplir con mi deber debido a las necesidades del trabajo evangelizador. Sabía que no podría regresar por un tiempo, así que pensé en ir a casa, avisar a mis padres y, de paso, recoger algo de ropa. Al llegar, vi a mi madre sentada con una vía intravenosa y luciendo bastante pálida. Le pregunté qué le pasaba, me dijo que no era nada grave y que mejoraría con una pequeña cirugía. Pero parecía algo más serio, así que pedí ver sus informes médicos. Estos indicaban que tenía tres tipos de tumores malignos. Me quedé en shock, ¡mi madre tenía cáncer! Eran tumores malignos, ¿podría recuperarse? ¿Y si el tratamiento no funcionaba? Mi padre me dijo: “Tu madre está recibiendo quimioterapia y el éxito de su tratamiento dependerá de cómo le vaya con la quimioterapia”. Sin embargo, yo sabía que Dios permitía todo esto y no podía quejarme, así que le oré para que protegiera mi corazón. Luego, mi papá me contó cómo, cuando mi madre estaba enferma en el hospital, mi hermano menor había estado allí para cuidarla e incluso había conseguido otro trabajo para ganar dinero y pagar las facturas médicas. Me sentí muy mal al escuchar eso. Yo era la hija mayor y debería haberme ocupado de todo, pero en cambio no pude ayudar en absoluto. ¿Pensarían mis padres que me faltaba conciencia, que era una mala hija y que me habían criado para nada? Mi madre me consoló diciendo: “No te preocupes y no tengas miedo. Cuánto vivamos depende de Dios. Tú sigue cumpliendo con tu deber y no te preocupes por mí”. Al oír a mi madre decir eso, quería quedarme y cuidar de ella, pero había mucho que hacer en la iglesia y sabía que no podía quedarme en casa. Al ver a mi madre así, no pude decirle que planeaba irme para cumplir con mi deber fuera de casa, así que al final me fui de prisa y sin decir nada.

En el camino, solo podía pensar en mi madre enferma en el hospital sin nadie que la cuidara y en mi hermano menor trabajando duro para pagar sus facturas médicas. Cuanto más lo pensaba, peor me sentía. Sentía que, como su hija, debería estar allí para cuidarla cuando estuviera enferma, pero no solo no podría cuidarla, sino que no podría ayudar en absoluto. Si otras personas escucharan esto, ¿qué dirían de mí? ¿Dirían que me faltaba conciencia y que era una desagradecida? ¿Se quejaría mi hermano menor de mí? Cuanto más lo pensaba, peor me sentía, y perdía completamente las ganas de irme de casa y cumplir con mi deber. En mi corazón, le dije a Dios: “Oh Dios, no puedo irme de casa para cumplir con mi deber. Mi madre tiene cáncer y si me voy ahora, ¡puede que nunca vuelva a verla! Haré mi deber aquí, así podré ver a mi madre cuando tenga tiempo libre”. Después de eso, seguí cumpliendo con mi deber, pero no podía tranquilizar mi mente ni concentrarme. Seguía pensando: “¿Cómo estará mi madre ahora?”. Quería encontrar tiempo para ir a casa y verla. Sabía que mi estado no era el correcto, así que procuré leer las palabras de Dios. Encontré este pasaje: “En todo período y etapa suceden en la iglesia ciertas cosas concretas que contradicen las nociones de la gente. Por ejemplo, algunas personas enferman, se releva a líderes y obreros, otras personas son reveladas y descartadas, algunas se enfrentan a la prueba de la vida y la muerte, hay iglesias que incluso albergan personas malvadas y anticristos que perturban, etc. Estas cosas suceden de vez en cuando, pero en modo alguno son casuales. Todas ellas son fruto de la soberanía y las disposiciones de Dios. Un período muy pacífico puede verse interrumpido repentinamente por varios incidentes o acontecimientos inusuales que ocurren a vuestro alrededor, o a vosotros personalmente, y dichos sucesos rompen con el orden normal y con la normalidad de la vida de la gente. Desde fuera, estas cosas no se ajustan a las nociones y figuraciones de la gente, y las personas no quieren experimentarlas ni presenciarlas. Entonces, ¿beneficia a la gente que acontezcan? […] Nada sucede por casualidad, todo lo rige Dios. Aunque la gente lo entienda y acepte en teoría, ¿cómo deben considerar las personas la soberanía de Dios? Esta es la verdad que la gente debe perseguir y comprender, y debe practicarla específicamente. Si la gente solamente reconoce la soberanía de Dios en teoría, pero no la comprende realmente y no ha corregido sus nociones y figuraciones, por muchos años que crea en Dios y muchas cosas que experimente, al final aún no podrá alcanzar la verdad(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (11)). A través de las palabras de Dios, me di cuenta de que la gente enfrentará circunstancias difíciles en distintas etapas de su vida. Puede que la gente no quiera enfrentarse a tales circunstancias, pero la intención de Dios está en su interior. Si no buscamos la verdad, vivimos dentro de nuestras nociones y figuraciones, y malinterpretamos y nos quejamos de Dios, será difícil aprender de estas situaciones. Había cosas que podía aprender de la enfermedad de mi madre. Tenía que buscar la verdad y reflexionar sobre mí misma. Reflexioné sobre cómo, cuando supe que mi madre tenía cáncer, me preocupé de que el tratamiento no funcionara. También me preocupaba que, si no la cuidaba mientras recibía quimioterapia en el hospital, ella se molestaría. ¿Pensaría que me había criado en vano? Debido a esta preocupación, inmediatamente perdí toda motivación para irme a cumplir con mi deber. Incluso me defendí ante Dios. Sentía que tenía que quedarme y cuidar a mi madre ahora que estaba enferma y no podía irme de casa para cumplir con mi deber. Mis apegos emocionales eran demasiado profundos, y tenía que buscar la verdad para resolverlos.

Más tarde, busqué pasajes relevantes de las palabras de Dios para leerlos. Dios Todopoderoso dice: “En el mundo de los no creyentes existe este dicho: ‘Los cuervos retribuyen a sus madres dándoles alimento, y los corderos se arrodillan para recibir la leche de sus madres’. También este otro: ‘Una persona no filial es peor que un animal’. ¡Qué grandilocuentes suenan estos dichos! En realidad, el fenómeno que se menciona en el primero se da en la realidad, es un hecho, los cuervos retribuyen a sus madres dándoles alimento y los corderos se arrodillan para recibir la leche de sus madres. Sin embargo, son simplemente fenómenos dentro del mundo animal. Forman parte de una especie de ley que Dios ha establecido para las diversas criaturas vivientes, y a la que se atienen todo tipo de seres vivos, incluidos los humanos. […] ¿Por qué dicen tales cosas las personas? Porque en la sociedad y entre los grupos de gente existen diversas ideas y consensos incorrectos. Una vez que la gente se ha visto influida, corroída y podrida por estas cosas, surgen en ella diferentes maneras de interpretar y lidiar con esta relación paternofilial, y acaba por tratar a sus padres como unos acreedores a los que nunca podrá retribuir. Cuando sus padres mueren, algunos hijos incluso se sienten culpables durante toda su vida y se creen indignos de la gentileza con la que sus padres los trataron, a causa de algo que hicieron y les causó infelicidad a estos o no resultó de la manera que ellos hubieran querido. Decidme, ¿no es esto excesivo? Viven enfrascados en sus sentimientos, de tal modo que no queda otro remedio que los invadan y perturben diversas ideas que proceden de estos. La gente vive en un entorno caracterizado por la ideología de la humanidad corrupta; por tanto, se ve invadida y perturbada por diversas ideas falaces, lo cual vuelve sus vidas más agotadoras y menos simples que las de otras criaturas vivientes. Sin embargo, dado que ahora mismo Dios está obrando y expresando la verdad a fin de contarle a la gente la auténtica naturaleza de todos esos hechos y ayudarla a conocer la verdad; una vez que alcances a entenderla, estas ideas y puntos de vista falaces ya no te supondrán una carga ni te servirán de guía para manejar la relación con tus padres. Llegado este punto, tu vida se volverá más relajada. Eso no significa que desconozcas cuáles son tus responsabilidades y obligaciones, eso lo seguirás sabiendo. Todo depende de qué perspectiva y métodos elijas para abordarlas. Una senda es seguir la ruta de los sentimientos y lidiar con estas cosas a partir de los recursos emocionales y los métodos, ideas y puntos de vista hacia los cuales Satanás guía al hombre. La otra senda es lidiar con estos aspectos en función de las palabras que le ha enseñado Dios. Cuando la gente se ocupa de estos asuntos a partir de las ideas y puntos de vista falaces de Satanás, solo puede vivir entre los enredos de sus sentimientos y nunca es capaz de distinguir lo correcto de lo incorrecto. En estas circunstancias, no le queda elección que vivir atrapada, enredada siempre en asuntos como: ‘Tienes razón. Yo estoy equivocado. Tú me has dado más; yo te he dado menos. Eres un desagradecido. Te has pasado de la raya’. Por consiguiente, tales personas no hablan claro en ningún momento. Sin embargo, cuando entienden la verdad y escapan de las ideas y puntos de vista erróneos y de la maraña de sentimientos, estas cuestiones se tornan simples para ellos. Si acatas un principio-verdad, una idea o un punto de vista correctos y provenientes de Dios, tu vida se volverá muy relajada. Ni la opinión pública ni el estado de tu conciencia ni la carga de tus sentimientos dificultarán ya la forma en que manejes la relación con tus padres. En cambio, tales cosas te permitirán afrontar esta relación de forma correcta y racional. Si actúas de acuerdo con los principios-verdad que Dios le ha otorgado al hombre, aunque la gente te critique a la espalda, sentirás paz y calma en lo más profundo de tu corazón y no te afectará de ningún modo. Al menos no te reprocharás a ti mismo por ser un ingrato insensible y dejarás de sentir la acusación de tu conciencia en el fondo de tu corazón. Esto se debe a que sabrás que todas tus acciones se llevan a cabo de acuerdo con los métodos que te ha enseñado Dios, y que estás escuchando y sometiéndote a Sus palabras y siguiendo Su camino. Escuchar las palabras de Dios y seguir Su camino es el sentido de la conciencia que más debe poseer la gente. Solo serás una persona auténtica cuando seas capaz de ambas cosas. Si no lo has logrado, entonces eres un ingrato insensible. ¿No es así? (Sí)” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (17)). A través de las palabras de Dios, entendí que mi desdicha se debía a ideas falaces que se habían arraigado profundamente, como “Honra merece quien a los suyos se parece” y “Una persona no filial es peor que un animal”, que Satanás me había inculcado. Sentía que si no podía ser una buena hija para mis padres, era una hija mala y desagradecida. Pensaba que debió de ser difícil criarme, sobre todo porque nací en una época en la que los niños y los hombres se consideraban superiores, lo que significaba que mi madre sufrió muchas humillaciones y desprecios porque yo era una niña, pero me quería más que a mi hermano menor. Además, ella siempre apoyó mucho mi fe y mi deber. Sabía que tenía profundos apegos emocionales, así que si algo pasaba en casa, no me lo decía por miedo a distraerme e influir en mi deber. Ya fuera desde una perspectiva emocional o económica, mi madre me apoyaba mucho y a menudo me animaba a cumplir bien con mi deber. Al pensar en todo esto y en cómo no podía estar a su lado para cuidarla cuando estaba enferma, me sentí muy mal. Siempre pensé que, como su hija, si no los honraba o cuidaba cuando estaban enfermos, era una hija mala y desagradecida. Así que me sentía culpable y avergonzada de enfrentarlos. ¡Los venenos satánicos me habían influenciado muchísimo! Si seguía viendo esto a través del apego emocional y las ideas tradicionales, tendría que soportar esta carga ideológica, pensando que era una mala hija por no cuidar de mi madre. Esta sería una forma muy agotadora y miserable de vivir. Tenía que renunciar activamente a todo esto y aprender a ver a las personas y cosas según la verdad de las palabras de Dios, solo así podría librarme de este sufrimiento.

Más tarde, durante las prácticas devocionales, me encontré con este pasaje de las palabras de Dios. Me dio más claridad sobre cómo pensar en mi relación con mis padres. Las palabras de Dios dicen: “Como hijo, deberías entender que tus padres no son tus acreedores. Hay muchas cosas que has de hacer en esta vida, y todas ellas le corresponden a un ser creado, el Señor de la creación te las ha encomendado y no tienen nada que ver con retribuirles a tus padres su gentileza. Mostrarles piedad filial, retribuirles y devolverles su gentileza son cosas que no tienen nada que ver con tu misión en la vida. También se puede decir que no es necesario mostrarles piedad filial a tus padres, retribuirles o cumplir con ninguna de tus responsabilidades hacia ellos. En palabras sencillas, puedes dedicarte un poco a eso y al mismo tiempo desempeñar alguna de tus responsabilidades si las circunstancias lo permiten. Cuando no sea así, no hace falta que te empeñes en ello. Si no puedes desempeñar tu responsabilidad de mostrarle piedad filial a tus padres, tampoco es una calamidad, solo contradice levemente tu conciencia, tu moral y tus nociones humanas. Pero al menos no va en contra de la verdad y Dios no te condenará por ello. Cuando entiendas la verdad, tu conciencia no recibirá ningún reproche por este motivo. ¿No gana en estabilidad vuestro corazón ahora que habéis entendido este aspecto de la verdad? (Sí). Hay quien dice: ‘Aunque Dios no me va a condenar, sigo sin superar esto en mi conciencia y me siento inestable’. Si este es tu caso, entonces tu estatura es demasiado pequeña y no has entendido ni desentrañado la esencia de este asunto. No entiendes el destino del hombre ni la soberanía de Dios y no estás dispuesto a aceptar Su soberanía ni tampoco Sus arreglos. Siempre posees voluntad humana y sentimientos propios, y estas cosas te impulsan y dominan: se han convertido en tu vida. Si eliges la voluntad humana y tus sentimientos, entonces no has elegido la verdad y no estás practicándola ni sometiéndote a ella. Si esa es tu elección, estás traicionando la verdad. Está claro que tanto tus circunstancias como el entorno no permiten que muestres piedad filial hacia tus padres, pero siempre piensas: ‘Tengo una deuda con ellos. No les he mostrado piedad filial. Llevan muchos años sin verme. Me han criado para nada’. En el fondo de tu corazón, no eres nunca capaz de desprenderte de tales cosas. Esto evidencia que no aceptas la verdad. En lo relativo a la doctrina, reconoces que las palabras de Dios son correctas, pero no las aceptas como la verdad ni las tomas como los principios de tus acciones. Así que, cuanto menos, en lo que respecta a cómo tratas a tus padres, no eres alguien que persigue la verdad. Esto se debe a que no actúas con base en ella en este asunto, no practicas según las palabras de Dios, en su lugar solo satisfaces tus necesidades emocionales y las de tu conciencia, quieres mostrar piedad filial a tus padres y retribuir su gentileza. Aunque Dios no te condena por hacer esta elección y es solo tuya, al final el que pierde, sobre todo en lo referente a la vida, eres tú(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (17)). Tras leer las palabras de Dios, gané mucha más claridad. Vi que el modo en que mis padres me criaron se debía a la soberanía y los arreglos de Dios. La amabilidad de mi madre era en realidad la gracia de Dios. Después de entrar en la fe, los esfuerzos de mi madre por mantener la casa en orden para que yo cumpliera con mi deber en paz podían parecer su bondad, pero se debían a que Dios conocía mi estatura e hizo los arreglos necesarios. Mi madre tenía el deber y la responsabilidad de mantener la casa en orden y apoyarme en mi fe. Dios dice que nuestros padres no son nuestros acreedores, ser buenos hijos es solo una responsabilidad, no nuestra misión como personas. Si las condiciones son adecuadas, podemos cuidarlos y mostrarles piedad filial, pero si no es as, no es una desgracia, porque hay muchas cosas que debemos hacer en esta vida. Tenemos deberes que debemos cumplir como seres creados, y no podemos vivir solo para mostrar piedad filial a nuestros padres. También hay muchos no creyentes que pasan mucho tiempo lejos de sus padres debido a sus carreras y familia y no pueden cuidarlos, pero la gente lo entiende y no los condena ni se burla de ellos. Yo, en cambio, me enfrasqué en mi agradecimiento a mis padres, y a menudo me sentía mal y culpable por no poder estar con ellos para cuidarlos y optaba por no salir de casa para cumplir con mi deber. ¡Mis apegos emocionales eran demasiado fuertes! Estamos en un momento en que el evangelio se está expandiendo enormemente, y como líder de la iglesia debería haber sido aún más consciente de la intención de Dios. Debería guiar a mis hermanos y hermanas para dar testimonio del evangelio de Dios de los últimos días y permitir que aún más personas oyeran la voz de Dios y recibieran Su salvación en los últimos días. Este era mi deber y mi responsabilidad. Pero en vez de eso, creía que cuidar y honrar a mis padres era lo más importante que podía hacer. Llevaba años siendo creyente y había comido y bebido mucho de la palabra de Dios. Pero cuando enfrenté un apuro real, no pude someterme a las instrumentaciones y los arreglos de Dios y cumplir con mi deber. No manejé esa situación usando los principios-verdad. ¡Estaba traicionando y no aceptando la verdad! Me di cuenta de que si seguía viviendo según estas ideas tradicionales y no me arrepentía ante Dios y cumplía con mi deber, al final me desenmascararían y me descartarían. Oré a Dios en mi corazón: “Oh, ¡Dios! La enfermedad de mi madre ha revelado mis puntos de vista incrédulos. Ahora veo que mi estatura es bastante pequeña y que carezco de la realidad-verdad. Ahora entiendo que mostrar piedad filial a mis padres no es mi misión. Cumplir con mi deber como ser creado es mi verdadera misión y responsabilidad. Estoy dispuesta a renunciar a mis ideas falaces y poner la enfermedad de mi madre en Tus manos. No importa lo que pase, me mantendré firme en mi deber y no seré motivo de burla para Satanás”. Tras la oración, me sentí mucho más tranquila y dispuesta a confiar en Dios para cumplir con mi deber.

Al cabo de un tiempo, consulté con un doctor chino sobre mi madre y le pedí que la tratara. El doctor dijo: “El cáncer ya ha hecho metástasis en todo su cuerpo y no tiene cura. Lo único que puedo hacer es recetarle hierbas para medio mes y ver cómo evoluciona”. Cuando escuché su conclusión, mi corazón se oprimió. Pensé en que antes, cuando llegaba a casa y veía a mi madre tosiendo, nunca la llevaba al hospital y me limitaba a darle unas hierbas chinas y nada más. Si la hubiera llevado antes al hospital y hubiera recibido tratamiento más rápido, ¿habría sido diferente? Cuanto más pensaba, más molesta y culpable me sentía, y me deprimí mucho. Así que oré a Dios pidiéndole que me guiara para salir de ese estado. Más tarde, vi este pasaje de las palabras de Dios: “Entonces, ¿qué sucede cuando tus padres se encuentran con estas cuestiones tan significativas? Lo único que se puede decir es que Dios ha instrumentado esto en sus vidas. Ha sido la mano de Dios; no te puedes centrar en razones ni causas objetivas, tus padres se iban a encontrar con esta situación cuando llegaran a esta edad, la enfermedad iba a afectarles, así estaba previsto. ¿Lo habrían evitado si hubieras estado allí? Si Dios no hubiera dispuesto que enfermar fuera parte de su destino, entonces nada les habría ocurrido, aunque no hubieras estado con ellos. Si su destino era verse en esta clase de gran infortunio en sus vidas, ¿qué efecto habría tenido tu presencia junto a ellos? No hubieran podido evitarlo de todos modos, ¿verdad? (Cierto). Piensa en aquellos que no creen en Dios, ¿acaso no están esas familias siempre juntas, año tras año? Cuando los padres se topan con un gran infortunio, los miembros de su extensa familia y sus hijos están todos junto a ellos, ¿verdad? Cuando enferman o empeoran de sus dolencias, ¿se debe a que sus hijos los han abandonado? No, es algo que está destinado a ocurrir. Lo que sucede es que, al ser tú su hijo y tener este lazo sanguíneo con tus padres, te disgustas al enterarte de que están enfermos, mientras que a los demás no les afecta en absoluto. Todo esto es muy normal. Sin embargo, que tus padres se hayan topado con una gran desgracia de este tipo no significa que te haga falta analizar e investigar cómo deshacerte de ella o resolverla, ni que lo consideres. Tus padres son adultos, se han encontrado con esto unas cuantas veces en la sociedad. Si Dios dispone un entorno para que se deshagan de este asunto, tarde o temprano, desaparecerá por completo. Si supone un obstáculo para ellos en la vida y deben experimentarlo, entonces Dios decide cuánto tiempo deberán hacerlo. Es algo que deben experimentar y no pueden evitar. Si deseas resolver este asunto sin que nadie te ayude, si pretendes analizarlo e investigar su origen, sus causas y consecuencias, pensar de esa manera es una necedad. No sirve de nada y es superfluo. No deberías hacer cosas como analizar, investigar y llamar a tus compañeros de clase y amigos para que te ayuden, contactar con un hospital para tus padres, conseguirles los mejores médicos o la mejor cama posible en el hospital; no hace falta que te devanes los sesos en nada de eso. Si de verdad te sobra algo de energía, deberías aplicarla en hacer un buen trabajo en el deber que se prevé que ahora has de cumplir. Tus padres tienen su propio destino. Nadie puede escapar de la edad a la que se supone que debe morir. Tus padres no son los amos de tu destino, y del mismo modo tú no eres el amo del destino de tus padres. Si algo está destinado a ocurrirles, ¿qué puedes hacer tú al respecto? ¿Qué consigues poniéndote nervioso y buscando soluciones? Nada en absoluto, pues depende de las intenciones de Dios. Si Él quiere llevarse a tus padres y permitirte así cumplir con tu deber sin molestias, ¿puedes interferir en ello? ¿Puedes discutir las condiciones con Dios? ¿Qué debes hacer en ese momento? Devanarte los sesos para encontrar soluciones, investigar, analizar, culparte a ti mismo y avergonzarte a la hora de enfrentarte a tus padres: ¿son estos los pensamientos y las acciones que debe tener una persona? Todas ellas son manifestaciones de una falta de sumisión a Dios y a la verdad; son irracionales, imprudentes y una muestra de rebeldía contra Él. La gente no debería expresar tales manifestaciones. ¿Lo entendéis? (Sí)” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (17)). A través de las palabras de Dios, entendí que Él dicta e instrumenta qué dificultades afrontará la gente y cuánto sufrimiento padecerá según sus necesidades y su estatura. Sobre cuándo enfrentarán ciertas situaciones y cuánto tiempo deberán soportarlas, todo está presidido y arreglado por Dios. La humanidad no puede decidir nada de esto, y mucho menos deben analizarse estas cosas desde una mera perspectiva humana. La gente debe aprender a aceptar de parte de Dios y a someterse a Sus arreglos e instrumentaciones. Por ejemplo, en el caso de la enfermedad de mi madre, a simple vista parecía que su estado empeoró por no llevarla al hospital a tiempo, pero era su destino. La mortalidad del hombre está en manos de Dios. Si Dios no lo permite, incluso las catástrofes a gran escala no harán daño a las personas. Por ejemplo, mi padre tuvo un grave accidente de coche y todos los demás pasajeros resultaron gravemente heridos, pero él solo tuvo heridas leves y se recuperó más rápido. En nuestra vida, cumplimos nuestras misiones. Si alguien ha cumplido su misión en la vida, partirá de este mundo según los planes de Dios. Si no lo ha hecho, por muchas dificultades que tenga, saldrá adelante sano y salvo. La enfermedad de mi madre estaba muy avanzada, y el médico dijo que no tenía cura, pero el tiempo que viviría no era algo que pudiera determinar una simple persona, sino que lo decidiría y arreglaría Dios. Me sentía desdichada porque exigía demasiado a Dios y siempre quería que mi madre se recuperara. En cuanto las cosas no salían como quería, me volvía negativa y desdichada. Todo esto era porque no conocía la soberanía de Dios y no podía someterme a Él. Tras entender la intención de Dios, oré: “Oh, ¡Dios! No me corresponde a mí decidir cómo se recuperará mi madre ni cuánto tiempo vivirá. Debería dejar de lado mis propias exigencias y estar dispuesta a someterme pase lo que pase”. Después de orar, me sentí tranquila y en calma. Luego vi este pasaje de las palabras del Señor Jesús: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo(Lucas 14:26). Dios Todopoderoso dice: “Si tu amor por tus padres sobrepasa al que tienes por Dios, entonces eres indigno de seguirlo y no eres uno de Sus seguidores. Si no eres uno de sus seguidores, tampoco eres un vencedor y Dios no te quiere(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (17)). Dios dijo que los que aman a sus padres más que a Él no son dignos de ser Sus seguidores. Tenía que dejar de vivir según las ideas falaces que Satanás me había inculcado. Tenía que empezar a vivir de otra manera, ver a las personas y cosas, y comportarme y actuar según las palabras de Dios y los principios-verdad. Ahora he empezado poco a poco a dedicarme a mi deber. Aún me preocupo a veces por mi madre, pero luego pienso que las situaciones que se le presentan y el sufrimiento que debe atravesar en su vida están todos predeterminados por Dios. Solo Dios decide cuánto tiempo vivirá mi madre y cómo partirá, no yo. Al darme cuenta de esto, me he sentido más tranquila. Hace poco, supe que el estado de mi madre ahora es estable y que ha aprendido algunas cosas a través de esta enfermedad. Al oír esta noticia, me sentí muy conmovida y avergonzada por mi falta de fe en Dios. Hace poco solicité proactivamente cumplir deberes fuera de casa.

Gracias a esta experiencia, he entendido mejor mis puntos débiles y he ganado discernimiento sobre las ideas falaces que siempre he tenido. Ya no viviré según esas ideas y tendré una actitud adecuada hacia mi relación con mis padres. Todo esto es gracias a la guía de Dios.

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