78. ¿Qué me impedía hablar con honestidad?
¡Hola,
Zheng Xin!
En tu última carta comentabas que tu compañera no tenía principios y que era santurrona y arbitraria. Querías comentárselo, pero temías que fuera renuente, se formara una mala opinión de ti y no pudieran trabajar juntas. Estabas confundida y no sabías cómo corregir este estado. Comprendo lo que sientes. Este problema se da, sobre todo, porque vivimos según las filosofías satánicas, intentando conservar las relaciones y fijándonos en cómo nos ven los demás. Esto nos limita y hace que nos asuste practicar la verdad y acatar los principios. Yo ya me he encontrado en ese estado y, con la revelación de la palabra de Dios, logré comprender un poco mis perspectivas incorrectas y mi carácter corrupto. Ya he cambiado hasta cierto punto y ya no estoy tan limitado para señalar los problemas de otras personas. Te contaré mi experiencia. Espero ayudarte un poco.
Trabajaba en la iglesia con Zhou Fang y Liu Ying. Zhou Fang solía dominar los debates de trabajo. Más adelante, como no lográbamos buenos resultados en el deber, el líder dispuso que la hermana Zhang Ling dirigiera el trabajo. Zhang Ling sabía descubrir los problemas de nuestra labor y señalar sendas de práctica. Al ver que hacíamos caso de sus ideas, Zhou Fang empezó a ponerse celosa. En los debates de trabajo, incluso cuando era obvio que las ideas de Zhang Ling eran correctas, Zhou Fang encontraba el modo de echarlas por tierra, por lo que era muy difícil llevar adelante los debates de trabajo. Yo quería mencionárselo a Zhou Fang, pero me pareció inevitable tener un pequeño roce al comenzar a colaborar, así que no le di demasiada importancia. Zhang Ling continuó siguiendo el trabajo a fondo y, cuando descubría problemas, enseguida hablaba de las soluciones, lo que mejoró mucho nuestra eficacia. Pero Zhou Fang empezó a insinuar que Zhang Ling estaba tratando de afianzar su reputación, quería beneficios rápidos y trabajaba por el estatus. Sus insinuaciones eran críticas y denigrantes y pretendían sembrar cizaña, con lo que también Liu Ying comenzó a oponerse a Zhang Ling. Yo empecé a pensar que el problema de Zhou Fang era muy grave cuando vi que protegía su estatus y denigraba y excluía a Zhang Ling. Zhou Fang estaba revelando el carácter de un anticristo e iba por la senda de un anticristo. Yo quería dedicar un momento a enseñarle la esencia de esto, pero no me salían las palabras, como si tuviera la boca cerrada con pegamento. Mi estado, entonces, era el que tú tienes ahora. Me invadía el temor. Temía que, si revelaba que Zhou Fang iba por la senda de un anticristo, ella se formara una mala opinión de mí, adoptara un gesto impasible o me excluyera como a Zhang Ling. No quería señalarle sus problemas y buscaba excusas para consolarme: “No es que no se conozca a sí misma, pues antes sabía de su preocupación por la notoriedad y el estatus. El carácter no se puede transformar de un día para otro; mejor que no se apresure y reflexione”.
Después, siempre que pensaba que no estaba ayudando a Zhou Fang ni señalándole sus problemas, me sentía muy culpable. Oraba a Dios para pedirle que me guiara para no dejarme limitar por mi carácter corrupto y decir la verdad. En esos días encontré un video de testimonio cuya protagonista tuvo una experiencia similar a mi estado. Una hermana que estaba con ella en el deber siempre competía por el estatus y los beneficios, lo que afectaba al trabajo de la iglesia, motivo por el cual quería acudir al líder a denunciar el problema. Sin embargo, por miedo a ofender a su compañera, pospuso la denuncia. No se puso a reflexionar hasta que no trataron en serio con la protagonista. Leyó entonces un pasaje de la palabra de Dios que me pareció muy conmovedor. Dice la palabra de Dios: “Aquellos que se apegan a un término medio son los más siniestros. Intentan no ofender a nadie, son aduladores, están de acuerdo con las cosas y nadie puede verlos tal como son. ¡Una persona así es un Satanás viviente!” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo al practicar la verdad es posible despojarse de las cadenas de un carácter corrupto). Este pasaje me impresionó hondamente. Dios decía que los tibios son los más siniestros y taimados, unos diablos vivientes. ¿No era ese mi estado? Sabía que el problema de Zhou Fang era muy grave, que ya estaba interrumpiendo el trabajo de la iglesia y que era preciso advertirle rápidamente, pero, por miedo a ofenderla, callaba y no protegía el trabajo de la iglesia. Era tibio, como describía Dios, y una persona a la que Él aborrecía. Me costó aceptarlo, así que decidí dejar de ser una persona taimada y complaciente. Tenía que defender los principios y proteger el trabajo de la iglesia, y supe que tenía que buscar el momento de señalarle a Zhou Fang su problema. Pero, ese mismo día, Zhou Fang me sorprendió cuando, de hecho, ella me señaló mis problemas primero. Me dijo cosas como que yo buscaba notoriedad y estatus en el deber y aprovechaba mi estatus para reprender a la gente. Vi que mis problemas eran muy graves y no tuve valor para señalarle los suyos después, me limité a hablar por encima de lo previsto y no le dije que ella buscaba notoriedad y estatus ni que iba por la senda de un anticristo. Recuerdo que luego me pidió que le informara si veía que ella tenía algún problema, para poder reconocerlo y cambiar. De manera deshonesta, respondí: “No, vas bien”. En realidad, le quería decir muchas cosas, pero no me atreví porque me preocupaba que creyera que quería vengarme de ella y que sería difícil trabajar juntos si me veía con malos ojos. Por ello, callé para no humillarla. Después me embargaron el reproche y la culpa. Me sentía muy cobarde. No supe decir ni unas pocas palabras honestas, y no digamos practicar la verdad. Estuve un tiempo sin poder comer ni dormir correctamente y no era capaz de calmarme en las reuniones. Oré a Dios: “¡Dios mío! Tengo claros los problemas de mi hermana, ¡pero me da demasiado miedo ofenderla como para hablar! Soy muy cobarde y egoísta. No quiero seguir así. Por favor, guíame para renunciar a mí mismo y tener sentido de la justicia”.
Luego leí un poco la palabra de Dios: “‘Nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos’ describe un método para interactuar con los demás que Satanás ha inculcado en las personas. Significa que cuando interactúas con otros, debes darles cierto margen. No has de ser tan duro con los demás, no puedes revelar sus errores pasados, tienes que mantener su dignidad, no puedes dañar las buenas relaciones con ellos, debes ser indulgente, etcétera. Este dicho sobre la virtud describe principalmente un tipo de filosofía de vida que dicta las interacciones entre los seres humanos. Hay un principio en las filosofías de vida que dice: ‘Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena’. Esto significa que, para preservar una relación amistosa, uno debe guardar silencio sobre los problemas de su amigo, incluso si los percibe claramente, y que debe defender los principios de no atacar la dignidad del otro ni exponer sus deficiencias. Han de engañarse mutuamente, ocultarse el uno del otro, intrigar contra el otro; y aunque sepan con claridad absoluta qué clase de persona es el otro, no lo dicen abiertamente, sino que emplean métodos taimados para preservar sus relaciones amistosas. ¿Por qué querría uno preservar esas relaciones? Se trata de no querer hacer enemigos en esta sociedad, dentro del grupo, lo cual significaría someterse a menudo a situaciones peligrosas. Como no sabes de qué manera te perjudicará alguien después de que hayas expuesto sus defectos o le hayas hecho daño y se convierta en tu enemigo, y como no deseas colocarte en esa situación, empleas el principio de las filosofías para vivir que dice: ‘Nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos’. A la luz de esto, si dos personas mantienen una relación de este tipo, ¿consideran que son verdaderos amigos? (No). No son verdaderos amigos, y mucho menos son el confidente del otro. Entonces, ¿de qué tipo de relación se trata exactamente? ¿No es una relación social fundamental? (Sí). En este tipo de relaciones sociales, las personas no pueden expresar sus sentimientos, tener intercambios profundos, decir nada que les guste, decir en voz alta lo que hay en su corazón o los problemas que perciben en el otro, ni tampoco palabras que puedan beneficiar al otro. En cambio, eligen palabras que suenan bien para no herir al que las escucha. No desean crearse enemigos. El objetivo de esto es evitar que las personas que les rodean supongan una amenaza. Cuando nadie les amenaza, ¿acaso no viven en relativa tranquilidad y paz? ¿No es este el objetivo de las personas que promueven la frase ‘Nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos’? (Así es). Es evidente que se trata de una forma de existencia astuta y engañosa, con un elemento defensivo, y cuyo objetivo es la propia preservación. Las personas que viven así no tienen confidentes, ni amigos íntimos a los que puedan decirles nada. Están a la defensiva unos con otros, y son calculadores y estrategas, cada uno toma de la relación lo que le conviene. ¿No es así? En el fondo, el objetivo de ‘nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos’ es evitar ofender a otros y ganarse así enemigos, protegerse no causando daño a nadie. Se trata de una técnica y un método para evitar que uno sea lastimado. Si observamos estas facetas diversas de la esencia, ¿es un principio noble exigir de la virtud de la gente ‘nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos’? ¿Es positivo? (No). Entonces, ¿qué es lo que enseña esto a la gente? Que no debes molestar ni herir a nadie para que no seas tú el que termine herido; asimismo, que no se debe confiar en nadie. Si haces daño a un buen amigo tuyo, la amistad empezará a cambiar sutilmente; pasará de ser un buen amigo, un amigo íntimo, a ser un desconocido que pasa por la calle o tu enemigo. ¿Qué problemas se resuelven enseñando esto a las personas? Aunque al actuar de esta manera no te crees enemigos e incluso pierdas unos cuantos, ¿acaso esto hará que la gente te admire o te apruebe y te tenga siempre como amigo? ¿Con esto se alcanza el súmmum de estándar de virtud? Como mucho, es únicamente una filosofía de vida” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué es buscar la verdad (8)). La palabra de Dios revelaba que “nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos” es una filosofía mundana taimada que Satanás infunde en la gente. Cuando las personas viven según este tipo de filosofía, se utilizan y engañan entre sí y se guardan las unas de las otras. No se atreven a sincerarse ni a decir la verdad a nadie. Simplemente se vuelven cada vez más escurridizas y taimadas. Yo vivía según la filosofía de que “nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos” en mis relaciones. Sabía que Zhou Fang estaba celosa de Zhang Ling, que la denigraba y excluía, que la esencia de este problema era grave, que esto interrumpía nuestro trabajo y que había que señalárselo a Zhou Fang, pero creía que, al hacerlo, revelaría sus defectos y la avergonzaría. También me preocupaba que me viera con malos ojos y después no trabajara bien conmigo. Así pues, por conservar la relación, callé y me conformé con apenas tocar el tema. No recurrí a la palabra de Dios para señalarle la esencia y las consecuencias de sus actos. Cuando me preguntó si había apreciado más corrupción en ella, yo sabía que tenía problemas que no le había señalado, pero mentí y le dije que iba bien. ¡Estaba contándole mentiras descaradas, tomándole el pelo y engañándola! Veía que Zhou Fang denigraba y excluía a Zhang Ling, pero, con buenas maneras, callaba. No practicaba la verdad ni protegía el trabajo de la iglesia. Era muy escurridizo y taimado. Dios nos pide honestidad, que nos tratemos unos a otros con sinceridad y que, si vemos que otros viven inmersos en un carácter corrupto y van por la senda equivocada o vulneran los principios, les brindemos ayuda y compasión. Sin embargo, yo vivía según las filosofías satánicas. Cuando alguien iba por la senda equivocada, no lo ayudaba. No tenía compasión. Nunca revelaba los problemas de nadie y temía hablar con honestidad y ocasionarme problemas. Callaba ante los problemas ajenos para proteger mis intereses y no crearme enemigos. No utilizaba más que elogios y dulces halagos. Aunque parecía llevarme bien con la gente, era precavido en mis relaciones y tan solo la utilizaba y engañaba. ¿Qué tienen de normales estas relaciones? ¿Qué tiene esto de auténtica amistad? No tenía sinceridad alguna. Creía que “nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos” era una idea inteligente que seguir, que me estaría protegiendo a mí mismo, no ofendería ni me crearía enemigos. No obstante, con la revelación de la palabra de Dios descubrí que valores como “nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos” son formas satánicas de abordar las cosas que corrompen a la gente. Nos animan a protegernos y nos hacen cada vez más egoístas y taimados. Hacen que nos quedemos mirando, sin hablar ni criticar, mientras otros toman la senda equivocada y afectan al trabajo. Carecía de toda compasión y humanidad.
Luego leí otro pasaje de la palabra de Dios: “Independientemente de las circunstancias, mientras estés ligado, controlado y dominado por el carácter corrupto de Satanás, todo lo que vives, todo lo que revelas y todo lo que expresas, o tus sentimientos, pensamientos y puntos de vista, además de tu manera de hacer las cosas, todo pertenece a Satanás. Todas estas cosas violan la verdad y son hostiles a la palabra de Dios y a la verdad. Mientras más te alejes de la palabra de Dios y de la verdad, más caerás bajo el control de la red de Satanás y más te enredarás en ella. […] Por un lado, las personas están controladas por el carácter corrupto y viven en la red de Satanás, adoptando los diversos métodos, pensamientos y puntos de vista que Satanás les ofrece para resolver los problemas que se producen a su alrededor. Por otra parte, las personas todavía esperan alcanzar la paz y la felicidad de Dios. Sin embargo, como siempre están ligadas al carácter corrupto de Satanás y atrapadas en su red, incapaces de resistirse y liberarse de forma consciente, se apartan de la palabra de Dios y de los principios de la verdad. En consecuencia, las personas nunca son capaces de alcanzar el consuelo, la felicidad, la paz y las bendiciones concedidas por Dios. ¿En definitiva, en qué estado existen las personas? Aunque están dispuestas a buscar la verdad, no están a la altura de esa tarea, y aunque quieren cumplir con sus deberes, no llegan a los requerimientos de Dios, sino que permanecen estancadas donde están. Es un tormento agónico. Las personas viven en el carácter corrupto de Satanás, no pueden evitarlo. Más parecidas a demonios que a personas, a menudo viven en rincones oscuros, buscando métodos vergonzosos y malvados para resolver las numerosas dificultades a las que se enfrentan. El hecho es que, en el fondo de sus mentes, las personas desean ser buenas y anhelan la luz. Esperan vivir como seres humanos, con dignidad. También esperan poder buscar la verdad y apoyarse en la palabra de Dios para vivir, haciendo de ella su vida y su realidad, pero nunca pueden poner en práctica la verdad, y aunque entienden muchas doctrinas, no consiguen resolver sus problemas. Las personas están atrapadas en este dilema, incapaces de avanzar y reacias a dar marcha atrás. Están atrapadas ahí, y la sensación de estar atrapadas es de agonía, una agonía tremenda. Las propias personas no pueden aceptar la verdad y no pueden poner en práctica la palabra de Dios, pero, en sus mentes, siguen anhelando la luz y no están dispuestas a abandonar la palabra de Dios y la senda correcta. Sin embargo, son incapaces de liberarse de las ataduras y del control de su carácter satánico corrupto. En última instancia, solo pueden vivir en agonía y no hallan la verdadera felicidad” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué es buscar la verdad (8)). Con la palabra de Dios entendí que no me atrevía a hablar al ver los problemas de otros porque consideraba que “nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos” y “callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” eran unos principios de vida positivos. Pensaba que esto era tener compasión y que así podría protegerme y evitar ser lastimado. Recuerdo que, de pequeño, mi abuela me enseñó a no señalar los problemas de nadie cuando tratara de congeniar; si no, me ocasionaría problemas y no podría adquirir estatus social. Como lo que había dicho me parecía lógico, era reacio a señalar los fallos de otra gente y nunca revelaba sus problemas. Me llevaba muy bien con mis amigos y creía realmente que este era el secreto de las relaciones sociales. Me parecía una manera admirable de vivir que me convertía en una persona amable y que, si no me ceñía a estos valores, no sería buena persona. Recurría a estas filosofías satánicas en mi relación con otros miembros. Había visto que otros vulneraban los principios y tomaban la senda equivocada y sabía muy bien que tenía que criticarlos y ayudarlos, pero, limitado por estas filosofías satánicas, no me atrevía a criticar a nadie. Las filosofías satánicas eran como una red que me agarrotaba, me impedía moverme y me controlaba totalmente por dentro. Dado que no lográbamos muy buenos resultados en el trabajo, la iglesia dispuso que nos orientara Zhang Ling. Esto favorecía el trabajo de la iglesia. Sin embargo, Zhou Fang no solo no colaboraba con Zhang Ling, sino que, además, la acusó de buscar notoriedad, estatus y beneficios rápidos cuando vio que asumía la responsabilidad y era diligente y eficaz en el deber. La denigraba y excluía y atacaba su positividad. Asimismo, juzgaba a Zhang Ling delante de mí y de Liu Ying para que también nosotros la excluyéramos. Zhou Fang excluía y atacaba a Zhang Ling por el estatus. No era una corrupción normal, sino el carácter de un anticristo. Debería haber cumplido mi responsabilidad de compañero y habérselo señalado, pero no actué para nada como compañero, con lo que nuestra labor se vio afectada. Me sentía muy culpable y me odiaba por ser tan egoísta e irresponsable. Aunque no le señalaba sus problemas a Zhou Fang, ella no tenía prejuicios hacia mí y nuestra relación se mantenía, sabía que yo no había practicado la verdad y que había ofendido y disgustado a Dios.
Continué buscando. ¿Por qué no podía revelar los problemas ajenos cuando los descubría? Leí la palabra de Dios: “¿El verbo ‘exponer’ en la frase ‘no expongas sus defectos’ es bueno o malo? ¿El significado de la palabra ‘exponer’ hace referencia a que las personas sean reveladas o expuestas en las palabras de Dios? (No). A Mi entender, la palabra ‘exponer’ tal y como se encuentra en este contexto del lenguaje humano, no significa eso. Más bien significa destapar maliciosamente la naturaleza de las personas y revelar algunos de sus problemas y deficiencias, o ciertas cosas y comportamientos desconocidos para los demás, así como algunas intrigas o ideas y puntos de vista que operan en segundo plano. Este es el significado del verbo ‘exponer’ en la frase ‘nunca expongas los defectos de los demás’. Si dos personas se llevan bien y son confidentes, sin ninguna barrera entre ellas, y confían en poder beneficiarse y ayudarse mutuamente, entonces lo mejor será que se sienten juntas, a fin de explicarse con claridad los problemas de ambas, de una forma franca y sincera. Esto es lo correcto, y no es exponer los defectos de los demás. Si descubres que otra persona tiene problemas, pero observas que aún no es capaz de aceptar tus consejos, basta con que no digas nada, para evitar peleas o conflictos. Si quieres ayudarla, primero puedes pedirle su opinión y preguntarle: ‘Veo que tienes un pequeño problema y me gustaría darte algún consejo. No sé si podrás aceptarlo. Si puedes, te lo digo. Si no, por ahora me lo guardaré para mí y no diré nada’. Si dice: ‘Confío en ti. Lo que digas me parece bien. Puedo aceptar cualquier cosa’, eso significa que te concede permiso, y entonces puedes comunicarle sus problemas uno a uno. No solo aceptará completamente lo que has dicho, sino que también se beneficiará de ello, y los dos podréis seguir manteniendo una relación normal. ¿Acaso no es esto tratarse con sinceridad? (Sí). Este es el método correcto para relacionarse con los demás; no es lo mismo que exponer sus defectos. ¿Qué significa no ‘exponer los defectos de los demás’, como dice la frase en cuestión? Supone no hablar de las deficiencias de los demás, no hablar de aquellos problemas que constituyen el mayor tabú para una persona, no exponer la esencia de un problema y no revelarlo de forma tan descarada. Supone limitarse a hacer algunos comentarios superficiales, decir cosas que todo el mundo suele decir siempre, decir cosas que la propia persona ya es capaz de percibir, y no revelar errores que la persona haya cometido anteriormente ni tampoco temas delicados. Si actúas así, ¿en qué beneficia a la otra persona? Puede que no la hayas insultado o no te hayas enemistado con ella, pero lo que has hecho no le ayuda ni le beneficia en absoluto. Por tanto, la propia frase ‘nunca expongas los defectos de los demás’ es esquiva y una forma de engaño. No os podéis tratar mutuamente con sinceridad. Se podría decir que actuar así es albergar malas intenciones; no es la manera adecuada de relacionarse con los demás. Los incrédulos incluso consideran que la frase ‘nunca expongas los defectos de los demás’ es algo que debería hacer una persona de virtud noble. Se trata claramente de una manera astuta de interactuar con los demás, que las personas adoptan para protegerse a sí mismas; en absoluto es un modo adecuado de interacción. No exponer nunca los defectos de los demás es en sí mismo poco sincero; quizá haya una segunda intención al exponer los defectos de los demás” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué es buscar la verdad (8)). Yo era igual que tú antes. Para mí, señalar los problemas de los demás en el deber era revelar sus defectos y hacerles daño. A mi parecer, esto me crearía enemigos y afectaría a nuestra relación. Ya veo que esa idea era un error y que no contemplaba las cosas según la palabra de Dios. Dios nos pide honestidad, que nos tratemos unos a otros con sinceridad y que sepamos ayudarnos. Cuando otros vulneren los principios por su carácter corrupto o tomen la senda equivocada, debemos señalarles su problema de acuerdo con la verdad para guiarlos para que se conozcan. Aunque sea duro ser tratado y revelado, se hace para ayudar a una persona a conocerse. Esto es auténtica compasión y ayuda. Es proteger el trabajo de la iglesia. La supuesta “revelación de defectos”, en realidad, no es una ayuda sincera, sino que está plagada de motivaciones personales y prejuicios, se apoya en un carácter corrupto para sacar a la luz defectos y problemas y es un esfuerzo por atacar, juzgar y denigrar con el fin de lastimar o avergonzar a otro. No ofrece una senda a nadie. Solo provoca dolor y negatividad. Yo veía que Zhou Fang buscaba notoriedad y estatus, iba por la senda de un anticristo y estaba afectando al trabajo de la iglesia. Mis enseñanzas y críticas harían que reflexionara y se comprendiera a sí misma. Eso protegería la labor de la iglesia, a la vez que la ayudaría a ella. Al darme cuenta, me sentí un poco más iluminado y tranquilo y ya no me limitaban mis ideas equivocadas.
Después leí otro pasaje de la palabra de Dios que aclaraba los principios del trato hacia otros hermanos y hermanas. Dios Todopoderoso dice: “En la casa de Dios, ¿cuáles son los principios para tratar a la gente? Debes tratar a todos según los principios de la verdad y a todos los hermanos y las hermanas de manera justa. ¿Cómo se trata de manera justa? Debe hacerse según las palabras de Dios, por las que Dios salva, y por las que descarta, por las que se agrada y por las que aborrece; estos son los principios de la verdad. Los hermanos y las hermanas deben ser tratados con ayuda y amor y con tolerancia y paciencia mutuas. Los malvados e incrédulos deben ser identificados, deben ser separados y hay que mantenerlos a distancia. Solo de esta manera se trata a la gente con principios. Cada hermano y hermana tiene virtudes y defectos, y todos tienen un carácter corrupto, así que, cuando la gente lleva bien, debe ayudarse, tolerarse y tener paciencia, y no buscar defectos ni ser demasiado duros. […] Debes ver cómo trata Dios a las personas ignorantes y estúpidas, cómo trata a los de estatura inmadura, cómo trata las manifestaciones normales del carácter corrupto del hombre y cómo trata a los que son maliciosos. Dios trata a distintas personas de diferentes maneras y también tiene varias maneras de gestionar las innumerables condiciones de las diferentes personas. Debes entender estas verdades. Una vez que has entendido estas verdades, entonces sabrás cómo experimentar los asuntos y tratar a la gente según los principios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para ganar la verdad, uno debe aprender de las personas, los asuntos y las cosas cercanas). Con la palabra de Dios comprendí los principios de ayuda a los hermanos y hermanas. A raíz de la corrupción satánica, todos tenemos muchas actitudes corruptas. En cuanto a las actitudes corruptas que revela la gente en el deber, si el trabajo no se ve afectado o la estatura de una persona es muy inmadura, no puedes valerte arbitrariamente de su corrupción ni de sus defectos para revelarla y lastimarla. Esta clase de situación exige compasión para enseñar y ayudar de forma positiva. En cuanto a aquellos que van por la senda de los anticristos o tienen graves actitudes corruptas, lo que interrumpe la labor de la iglesia, si la enseñanza en positivo no da resultado, hay que podarlos y tratar con ellos, además de exponer y analizar su conducta, para que conozcan la esencia de su problema y se arrepientan realmente. Si no son revelados, no podrán reflexionar ni comprender su problema y seguirán interrumpiendo la labor de la iglesia. Hay que ayudar a la gente según su esencia, estatura y experiencia particular. No debemos revelar y analizar siempre de manera inmediata los problemas de la gente ni optar siempre por la tolerancia y la paciencia. Hay cosas que no afectan al trabajo y que exigen tolerancia y paciencia, pero otras sí interrumpen el trabajo y, en estos casos, hay que revelar a la gente y tratar con ella empleando medidas concretas adecuadas a su estatura. Como resultado, los hermanos y hermanas conocerán su corrupción y podrán arrepentirse, transformarse y actuar con principios. Este tipo de enseñanza ayuda a la gente, a la vez que favorece la labor de la iglesia. Al comprenderlo, me sentí más iluminado por dentro y le escribí una carta a Zhou Fang en la que le exponía sus problemas. Más adelante, contestó diciendo: “Gracias por revelarme y tratar conmigo. No esperaba que mis problemas fueran tan graves. Siempre había creído que solo revelaba un poco de corrupción y que así estaba bien, siempre y cuando reflexionara y buscara palabras de Dios para leer. Ignoraba totalmente que iba por la senda de un anticristo y que tenía problemas de humanidad. Con tu enseñanza y análisis veo que quieres ayudarme sinceramente. Deseo aceptarlo, reflexionar y comprenderme a mí misma”. Estas palabras me emocionaron mucho. Sentí que la práctica de la palabra de Dios nos beneficiaba a otras personas y a mí, y sentí tranquilidad y calma dentro de mí. Con esta experiencia descubrí que, con mi antigua dependencia de ideas como “nunca golpees a nadie por debajo del cinturón y no expongas sus defectos”, Satanás me hacía daño y yo llevaba una vida egoísta, despreciable y taimada. Ya tengo claro que la palabra de Dios es la única verdad y que solo si nos comportamos y actuamos de acuerdo con ella podemos vivir como seres humanos. Como mi experiencia fue muy superficial, puedes escribirme si tienes alguna idea más.
Chen Xi
10 de septiembre de 2022