95. Consecuencias de no dudar nunca de las personas que empleas

Por Abby, Estados Unidos

Serví como diaconisa del evangelio en la iglesia. Además de difundir el evangelio, también supervisaba y hacía el seguimiento del desempeño del deber de los trabajadores del Evangelio. En concreto, vigilaba especialmente a quienes eran propensos a ser negligentes. Por ejemplo, comprendía cuidadosamente las situaciones de los destinatarios potenciales del evangelio y de qué manera hablaban y testimoniaban. A veces, cuando descubría que no eran responsables en sus deberes, los podaba y ponía al descubierto sus problemas. No obstante, en el caso de algunos hermanos y hermanas que, en general, eran diligentes en sus deberes, solo les preguntaba brevemente si se habían topado con alguna dificultad. Nunca me planteé que pudieran incumplir sus responsabilidades u holgazanear. Incluso pensé: “Si hago un seguimiento muy de cerca de su trabajo, ¿pensarán que no confío en ellos? Si desarrollan opiniones negativas de mí, llevarme bien con ellos resultará difícil”. Por tanto, rara vez daba seguimiento o supervisaba su trabajo al detalle.

Un día, recibí un mensaje de la hermana que era mi compañera. Comentó que Sonia no estaba siendo responsable como divulgadora del evangelio, que se echaba para atrás cuando se presentaban dificultades y que retrasaba el trabajo. Este mensaje me sorprendió y me pregunté: “¿Podría tratarse de un error? Sonia normalmente es bastante diligente en sus deberes. ¿Cómo es posible que ella tenga estos problemas?”. Aunque me prometí investigar el asunto, no creía que tales cosas hubiesen sucedido realmente. Así que solo le pregunté por encima a Sonia por su situación como divulgadora del evangelio. Me contó que hacía poco se había encontrado con algunas dificultades a la hora de predicar el evangelio. Algunos de sus destinatarios potenciales tenían muchas nociones religiosas, mientras que otros no respondían a sus mensajes. En aquel momento, me pregunté: “¿Debería revisar su trabajo para ver si hay algún problema?”. Pero después pensé: “Sonia normalmente tiene buena actitud de cara a sus deberes. Si reviso su trabajo a conciencia, ¿sentirá que no confío en ella y que la cuestiono? Si eso sucede, ¡será superincómodo vernos cada día! Si desarrolla una opinión negativa de mí, será difícil colaborar con ella en el futuro. Además, Sonia era antes diaconisa del evangelio, así que debería saber cómo trabajar para lograr resultados. No será irresponsable ni se echará para atrás ante las dificultades. Dado que mencionó algunos motivos, de seguro debe estar enfrentándose a dificultades”. De modo que no indagué más sobre el tema. Unos días más tarde, la hermana que era mi compañera volvió a decirme que Sonia no estaba siendo responsable a la hora de predicar el evangelio. No se esforzaba durante las charlas ni en el testimonio a los destinatarios potenciales. Esta vez, sí sentí que pasaba algo. Dado que mi compañera había comunicado repetidas veces los problemas de Sonia, ya no podía seguir ignorando el asunto. Así pues, tuve una charla con Sonia inmediatamente y le pedí información detallada sobre cada destinatario potencial del evangelio. Esta comprobación puso al descubierto algunos problemas. Algunos de sus destinatarios potenciales del evangelio habían asistido a dos o tres reuniones, pero ella no sabía nada sobre sus situaciones y no era consciente de sus problemas y nociones. En el caso de algunos destinatarios potenciales del evangelio, solo les envió algunos breves mensajes de bienvenida, pero no hubo seguimiento posterior ni charlas. Incluso renunció a unos cuantos destinatarios adecuados. Al ver estos problemas, me quedé atónita. El comportamiento de Sonia era completamente diferente a la impresión que me había dado. Tenía la idea de que era diligente y responsable en sus deberes, así que confiaba mucho en ella cuando hacía el seguimiento de su trabajo y pensaba que no tendría ningún problema. Incluso cuando me percaté de que había algunos problemas con ella, no me los tomé en serio. Empecé a preguntarme: “¿Por qué confié tanto en ella? ¿Por qué no hice seguimiento ni investigué su trabajo detalladamente como hice con otros?”. Me lo reproché profundamente. Aunque ahora había descubierto sus problemas, después de todo, era demasiado tarde para remediar las pérdidas que ya había causado.

Reflexionando sobre ello, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Los falsos líderes tienen un defecto fatal: se apresuran a confiar en la gente basándose en sus propias imaginaciones. Y esto se debe a que no entienden la verdad, ¿no es así? ¿Cómo revela la palabra de Dios la esencia de la especie humana corrupta? ¿Por qué deberían confiar en la gente cuando Dios no lo hace? Los falsos líderes son demasiado arrogantes y sentenciosos, ¿no es así? Lo que piensan es: ‘No es posible que haya juzgado mal a esta persona, no debería haber ningún problema con alguien que a mi juicio es apta; desde luego no es una persona que se entregue a la comida, la bebida y el entretenimiento ni al que le guste la comodidad y odie el trabajo arduo. Es totalmente fiable y de confianza. No va a cambiar; si lo hiciera, eso significaría que me he equivocado con ella, ¿no?’. ¿Qué clase de lógica es esta? ¿Acaso eres una especie de experto? ¿Tienes visión de rayos X? ¿Tienes esta habilidad especial? Podrías vivir con una persona durante uno o dos años, pero ¿serías capaz de ver quién es en realidad sin un entorno adecuado que deje su esencia-naturaleza totalmente al descubierto? Si Dios no la revelara, podrías vivir junto a ella durante tres o incluso cinco años, y seguirías teniendo dificultades para ver qué tipo de esencia-naturaleza tiene. ¿Y cuánto más tiene esto de cierto si rara vez la ves o estás con ella? Los falsos líderes confían alegremente en alguien en función de una impresión temporal o de la valoración positiva de un tercero, y se atreven a confiar el trabajo de la iglesia a una persona semejante. ¿Acaso no están siendo extremadamente ciegos? ¿Es que no obran con imprudencia? Y cuando trabajan así, ¿acaso los falsos líderes no están siendo extremadamente irresponsables?(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (3)). Dios pone al descubierto que los falsos líderes son irresponsables en sus tareas y que son arrogantes y sentenciosos y que creen que pueden juzgar con precisión a los demás, y por ello confían ciegamente en las personas, lo cual conduce a pérdidas en el trabajo. Yo también había sido irresponsable con respecto a Sonia. Pensé que, como ella ya había sido diaconisa del evangelio y había recibido evaluaciones bastante buenas en sus deberes pasados, probablemente no causaría ningún problema. Me sentí segura y la dejé hacer las cosas sin supervisión, así que, simplemente, actuaba por inercia cuando revisaba su trabajo. Cuando aparecieron fallos en el trabajo y la hermana que era mi compañera me comunicó los problemas de Sonia, seguía sin creérmelo y pensaba que Sonia no era ese tipo de persona. Le preguntaba cómo iban las cosas por mera formalidad y confiaba ciegamente en ella basándome en algunas excusas que se le ocurrían. Hasta que mi compañera no me lo recordó una segunda vez, no hice por fin un seguimiento del trabajo de Sonia. Pero, para entonces, el daño ya estaba hecho. Dios requiere que los supervisores supervisen el trabajo y hagan un seguimiento. No obstante, yo había confiado a ciegas en la gente sin hacer un trabajo real. ¡Había sido verdaderamente irresponsable! Esta constatación me llenó de remordimiento y culpa.

Más adelante, seguí buscando orientación. ¿Por qué no había supervisado el trabajo de Sonia? Durante las devociones, leí un pasaje de las palabras de Dios: “El refrán ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’ es uno que la mayoría de las personas ha oído antes. ¿Creéis que ese dicho es correcto o incorrecto? (Incorrecto). Puesto que pensáis que es incorrecto, ¿por qué sigue teniendo capacidad de influir en vuestra vida real? Cuando os encontréis ante asuntos de esa clase, surgirá esta perspectiva. Os perturbará hasta cierto punto, y cuando lo haga, vuestra labor se verá comprometida. Por lo tanto, si crees que es incorrecto y has determinado que lo es, ¿por qué sigues estando bajo su influencia y por qué continúas usándolo para reconfortarte? (Porque la gente no entiende la verdad y se queda corta al practicar conforme a las palabras de Dios, así que adoptarán la filosofía satánica para los asuntos mundanos como principio o criterio de práctica). Ese es uno de los motivos. ¿Hay otros? (Porque ese dicho está relativamente en consonancia con los intereses carnales de las personas, y por naturaleza estas actuarán de conformidad con él cuando no comprendan la verdad). Las personas no solamente son así cuando no entienden la verdad; incluso cuando la comprenden, es posible que no sean capaces de practicar conforme a ella. Es cierto que esa frase está ‘relativamente en consonancia con los intereses carnales de las personas’. La gente prefiere acogerse a un truco astuto o a una filosofía satánica para los asuntos mundanos con el fin de proteger sus propios intereses carnales antes que practicar la verdad. Además, tienen un fundamento para hacerlo. ¿De qué se trata? Del hecho de que ese dicho está ampliamente aceptado por las masas como algo correcto. Cuando hacen cosas de conformidad con él, sus actos pueden ser válidos frente a todos los demás y pueden estar libres de críticas. Tanto desde una perspectiva moral o legal como desde el ángulo de las nociones tradicionales, se trata de un punto de vista y una práctica que se sostienen. Por tanto, cuando no estás dispuesto a practicar la verdad o no la entiendes, prefieres ofender a Dios, vulnerar la verdad y retirarte a un lugar donde no se traspase un límite moral. ¿Y qué lugar es ese? Es el límite moral en el que ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’. Retirarte a ese lugar y actuar de conformidad con ese dicho hará que te sientas tranquilo. ¿Por qué sucede eso? Porque el resto del mundo también piensa de esa forma. Además, tu corazón también alberga la noción de que donde todos son delincuentes no hay ley, y piensas: ‘Todo el mundo tiene esa creencia. Si practico de conformidad con ese dicho, no importará si Dios me condena, pues, en cualquier caso, no puedo ver a Dios ni tocar al Espíritu Santo. Al menos, a ojos de los demás, se me ve como una persona con rasgos humanos, alguien con una pizca de conciencia’. Eliges traicionar la verdad en beneficio de esos ‘rasgos humanos’, con la finalidad de que la gente te mire sin hostilidad en sus ojos. Al hacerlo, todo el mundo pensará bien de ti, no te criticarán, vivirás una vida cómoda y te sentirás tranquilo; lo que buscas es la paz de espíritu. ¿Es esa tranquilidad una manifestación del amor de una persona por la verdad? (No). Entonces, ¿qué tipo de carácter es ese? ¿Alberga falsedad? Sí, hay falsedad en él(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno: Qué es la verdad). Al verme a la luz de las palabras de Dios, me di cuenta de que mi error a la hora de supervisar el trabajo de Sonia radicaba en que yo me regía por la filosofía satánica de los acuerdos mundanos que dice: “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas”. Pensaba que emplear a alguien significaba que esa persona estaba fuera de toda duda; de lo contrario, querría decir que no confías en ella. Me preocupaba que, si examinaba el trabajo de Sonia al detalle, ella sintiera que yo no confiaba en ella y desarrollase prejuicios hacia mí. Así que no hice un seguimiento de lo que hacía y no cumplí mi responsabilidad, lo cual retrasó el trabajo. Había utilizado la justificación aparentemente legítima de “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas” como excusa para no supervisar ni revisar el trabajo, simplemente para evitar ofender a alguien y así poder proteger mi reputación y estatus. Lo que revelé fue mi carácter satánico egoísta y falso. Aunque creía en Dios y lo seguía, comía y bebía Sus palabras y realizaba mi deber, no había contemplado las palabras de Dios como principios para mi conducta y acciones y, cuando me sucedieron cosas, todavía confiaba en filosofías satánicas para ocuparme de ellas, descuidaba la supervisión y la inspección del trabajo y no cumplía mis responsabilidades en mi deber. Me había resistido a Dios y lo había traicionado. Darme cuenta de esto me asustó y también reconocí que vivir de acuerdo a filosofías satánicas solo podía hacerme daño.

Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “¿Creéis correcto el dicho ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’? ¿Es verdad? ¿Por qué tendría él que utilizarlo en el trabajo de la casa de Dios y en el cumplimiento del deber? ¿Qué problema hay? Estas son claramente las palabras de los no creyentes, palabras que vienen de Satanás; entonces, ¿por qué las trata como la verdad? ¿Por qué no puede decir si están bien o mal? Estas son evidentemente las palabras del hombre, las palabras de la humanidad corrupta; simplemente no son la verdad, están totalmente en desacuerdo con las palabras de Dios, y la gente no debe adoptarlas como criterios para su actuación, para su conducta, ni para la adoración de Dios. Entonces, ¿cómo debe abordarse esta frase? Si eres realmente capaz de discernir, ¿qué tipo de principio-verdad debes emplear en su lugar para que te sirva de principio de práctica? Debería ser ‘cumple el deber con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente’. Actuar con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente significa no estar limitado por nadie; significa tener un solo corazón y una sola mente, y nada más. Esta es tu responsabilidad y es tu deber, y debes cumplirlo bien, pues es perfectamente natural y justificado. Sean cuales sean los problemas que encuentres, debes actuar de acuerdo con los principios. Aplícalos como corresponda; si hay que podar, que así sea, y si es necesario reemplazar, que así sea. En resumen, actúa basándote en las palabras de Dios y en la verdad. ¿Acaso no es este el principio? ¿No es esto exactamente lo contrario del dicho ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’? ¿Qué significa este refrán? Significa que si has empleado a una persona, no debes dudar de ella, debes darle carta blanca, no supervisarla y dejar que haga lo que quiera; y si dudas de ella, no debes emplearla. ¿No es eso lo que significa? Está terriblemente equivocado. La humanidad ha sido profundamente corrompida por Satanás. Toda persona tiene un carácter satánico y es capaz de traicionar a Dios y resistirse a Él. Se podría decir que nadie es de fiar. Incluso si una persona jura hasta el fin del mundo, no sirve de nada porque las personas están constreñidas por sus actitudes corruptas y no pueden controlarse. Deben aceptar el juicio y el castigo de Dios para poder resolver el problema de su carácter corrupto, y solucionar completamente el problema de su resistencia y traición a Dios; resolver la raíz de los pecados de la gente. Todos aquellos que no han pasado por el juicio y la purificación de Dios y no han alcanzado la salvación no son de fiar. No son dignos de confianza. Por tanto, cuando uses a alguien, debes supervisarlo y dirigirlo. También debes podarlo, y compartirle con frecuencia la verdad. Solo de esta manera podrás ver claramente si lo puedes seguir usando. Si hay algunas personas que puedan aceptar la verdad y aceptar la poda, que son capaces de cumplir su deber con lealtad, y que tienen un progreso continuo en su vida, entonces solo estas personas son verdaderamente aptas para ser usadas(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno: Qué es la verdad). Las palabras de Dios señalan una senda de práctica a las personas. Independientemente de si daña mis intereses personales o mi reputación, cumplir mi deber de acuerdo con las exigencias de Dios es el principio que debo defender. Como supervisora, mi función es supervisar el trabajo y hacer el segumiento. Independientemente de quién sea, siempre que pertenezca al área de la que soy responsable, debo supervisarlo y hacer el seguimiento. Si veo que alguien está siendo negligente, irresponsable o que está vulnerando los principios, debo ayudarlo, corregirlo y podarlo. Si sigue sin enmendarse, habrá que reasignarlo o despedirlo. No debo soltar las riendas y confiar ciegamente en las personas, ya que esto es una manifestación de lo que supone ser irresponsable e insensato. Satanás nos ha corrompido profundamente y a menudo vivimos según nuestros caracteres corruptos, somos negligentes en nuestros deberes y recurrimos a artimañas para holgazanear. No se puede confiar en nadie hasta que nuestros caracteres corruptos no se hayan purificado. Por tanto, la gente necesita líderes y obreros que los supervisen. Además, esto sirve también para instar a las personas a cumplir mejor sus deberes. Aunque Sonia fue diaconisa del evangelio y era normalmente diligente y responsable en su deber, tras haber sido despedida, se circunscribió a sí misma como persona de calibre bajo. Se había vuelto algo negativa y pasiva en su nuevo deber, lo cual tuvo como consecuencia que gran parte del trabajo no se completó a tiempo. Al no haber supervisado su trabajo ni haber hecho el seguimiento, yo no había podido descubrir ni abordar a tiempo el problema de su estado.

Leí otro pasaje de las palabras de Dios y descubrí algunas sendas a seguir a la hora de hacer un trabajo real. Dios dice: “Independientemente de la importancia y de la naturaleza del trabajo que realice un líder o un obrero, su principal prioridad es entender y captar cómo va ese trabajo. Deben estar presentes para hacer un seguimiento y realizar preguntas para obtener información de primera mano. No deben limitarse a confiar en los rumores o a escuchar los informes de otras personas. En cambio, deben observar con sus propios ojos la situación del personal y cómo avanza el trabajo, y entender qué dificultades se presentan, si hay ámbitos que no se ajustan a los requisitos de lo Alto, si se infringen los principios, si hay perturbaciones o trastornos, si falta el equipo necesario o el material didáctico relacionado para el trabajo profesional: deben estar al tanto de todo. Por muchos informes que escuchen, o por mucho que se basen en los rumores, nada es mejor que hacer una visita personal; hacerlo de esta manera es más preciso y fiable para observar las cosas con sus propios ojos. Una vez familiarizados con todos los aspectos de la situación, tendrán una idea acertada sobre lo que está pasando(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)). A partir de las palabras de Dios, comprendí que, a la hora de hacer un trabajo, no podemos confiar ciegamente en las personas ni soltar las riendas tras asignar tareas. Debemos supervisar y revisar el trabajo de la gente personalmente. Además, no es suficiente con comprobarlo una vez; debemos investigarlo durante un tiempo. Debemos tener claro el progreso y la situación específica del trabajo de los hermanos y hermanas. Solo así podemos identificar rápidamente sus problemas y hablar con ellos para enderezar las cosas. De lo contrario, podrían causar pérdidas en el trabajo. Al darme cuenta de esto, le oré a Dios y le expresé mi voluntad de arrepentimiento, de cumplir de mi deber de acuerdo con Sus exigencias y de hacer bien mi trabajo. Durante los días siguientes, cuando hacía el seguimiento del trabajo, revisaba conscientemente cómo iba el trabajo de los hermanos y hermanas e, independientemente de sus antecedentes o su experiencia predicando el evangelio, los supervisé a todos y les hice el seguimiento del mismo modo.

Más adelante, tuve que hacer el seguimiento del trabajo de la hermana Lydia, que ya había colaborado conmigo antes y en un principio pensé: “Sabe cómo hacer las cosas. Quizás no necesite mi supervisión”. Sin embargo, cuando surgió este pensamiento, me di cuenta de que estaba mal. No podía cumplir mi deber nunca más basándome en la filosofía satánica “No dudar de aquellos a quienes empleas”. Así que hice el esfuerzo consciente de investigar cómo iba el trabajo de la hermana Lydia. Una vez, me di cuenta de que los resultados de su trabajo habían bajado. En principio le di un aviso, pero no hubo ninguna mejora significativa. Así que me impliqué directamente en el trabajo del que ella era responsable. Hablé con los hermanos y hermanas para tratar de entender la situación real del trabajo y terminé descubriendo algunos problemas. Tras habérselos señalado a Lydia, la eficacia de su deber mejoró bastante. Lydia también dijo que la supervisión e inspección de su trabajo fueron beneficiosas, ya que, en efecto, había estado procrastinando su deber últimamente. También admitió que esta supervisión le sirvió como recordatorio y para animarla a seguir adelante. Al practicar de esta manera, yo también me sentí más tranquila. Todas estas revelaciones y transformaciones que he experimentado son el resultado de la guía de las palabras de Dios. ¡Le estoy tan agradecida!

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