75. ¿Es correcto ser leal con las cosas que los demás nos confían?
Mi abuelo era una persona de gran prestigio en nuestro pueblo y siempre se alegraba de poder ayudar a otros. Cuando yo era pequeña, mis abuelos se mudaron a la ciudad, pero, siempre que alguien del pueblo necesitaba algo, mi abuelo aparcaba su negocio y volvía para ayudar. Todo el mundo decía que era un gran hombre y lo respetaban enormemente y, siempre que alguien lo mencionaba, la gente mostraba su aprobación. Me sentía orgullosa de tener un abuelo así. Tras su fallecimiento, solía escuchar a la gente hablar de él. Decían que era un hombre de buena reputación y con una posición moral. Escuchar esto me hacía sentir que la manera de proceder de mi abuelo era buena y confiable y que, incluso tras su muerte, seguía teniendo una buena reputación. Más adelante, cuando alguien me pedía ayuda, yo ayudaba activamente y sentía que echar una mano a los demás así era bueno y me convertía en una buena persona.
Tras encontrar a Dios, hacía videos en la iglesia. Como sabía algunas cosas sobre tecnología informática, los hermanos y hermanas venían a mí para pedirme ayuda con los problemas que tenían con sus computadoras. Sentía que ayudar a los hermanos y hermanas a solucionar sus problemas informáticos era una buena obra. Además, cuando me pedían ayuda, significaba que confiaban en mí, así que me preguntaba: “Si no los ayudo, ¿qué pensará de mí todo el mundo? ¿Pensarán que soy muy egoísta y que carezco de humanidad?”. Así que, siempre y cuando pudiese solucionar un problema, no le decía que no a nadie. A veces, cuando no podía solucionarlo, me devanaba los sesos para buscar información y así intentar encontrar una solución. Sin embargo, aunque esto me llevaba mucho tiempo y retrasaba mi trabajo principal, seguía priorizando ayudar a los hermanos y hermanas con sus problemas informáticos. Sentía que, dado que había aceptado sus peticiones, tenía que hacer un buen trabajo. Después de todo, si no lo hacía bien, ¿no perdería mi prestigio? Si eso ocurría, ¿quién confiaría en mí en el futuro? Poco a poco, iba recibiendo elogios de los hermanos y hermanas y todo el mundo pensaba que yo tenía una buena humanidad y que estaba dispuesta a ayudar a los demás. De modo que sentía que el precio que estaba pagando merecía la pena.
Más tarde, debido a las exigencias del trabajo, comencé a estudiar un tipo nuevo de tecnología. El líder me indicó específicamente: “Debes aprender rápidamente a utilizar esto y luego enseñárselo a los demás. De lo contrario, los hermanos y hermanas tardarán más en usar esta tecnología y esto afectará la eficiencia del trabajo”. Mientras me centraba en estudiar esa nueva tecnología, la pantalla de la computadora de la hermana Xiaoxue se puso azul de repente y no funcionaba, así que me pidió que la ayudase a averiguar cuál era el problema. Cuando vi el código que aparecía en la pantalla azul, descubrí que era algo que nunca antes había visto y no sabía cómo abordarlo, así que le dije que enviara la computadora a reparar. Pero a ella le preocupaba que tardasen mucho en hacerlo e insistió en que yo la ayudase a arreglarla. Me dijo: “Te dejo la computadora. Seguro que podrás arreglarla”. Vi lo mucho que confiaba en mí y pensé: “Si le digo otra vez que no, ¿qué pensará de mí?”. No podía soportar decirle que no, así que acepté. Durante los dos días siguientes, me quedé en casa buscando información en línea y rompiéndome la cabeza para averiguar cómo arreglar la computadora. Lo intenté de varias maneras y finalmente lo conseguí. La hermana estaba muy contenta de ver que su computadora estaba arreglada, y yo estaba encantada, ya que pensaba que el trabajo duro de los dos últimos días finalmente había valido la pena, pero también sentía un poco de melancolía y pensaba: “He ayudado a otros a solucionar sus problemas, pero no he conseguido aprender la nueva tecnología que tenía que estudiar. Pero ¿quién me pidió que le prometiera cosas a los demás? Pagaré un precio un poco mayor y me quedaré estudiando hasta tarde”. Después de eso, siempre que los hermanos y hermanas tenían problemas con sus computadoras, me llamaban para que los solucionase, y me daba mucha vergüenza decir que no. Me pasaba mucho tiempo con eso, lo cual retrasaba mi trabajo principal. Pensé en sugerirles a los hermanos y hermanas que, si tenían problemas con sus equipos, debían enviarlos primero a reparar en algún sitio y que me encargaría de eso después de que hubiese pasado este periodo de tanto trabajo. Pero, cuando los hermanos y hermanas volvían a pedirme ayuda, al final me encontraba ayudando sin querer. Aunque pasaba los días trabajando como una loca, escuchar los elogios posteriores de los demás me hacía sentir que el esfuerzo merecía la pena. Como cada día estaba ocupada ayudando a la gente a reparar sus equipos informáticos, mis planes de estudio se pusieron en pausa. El supervisor me preguntó que cómo iba el estudio. Compartió conmigo y me instó a aprender más sobre la tecnología y enseñársela lo antes posible a los hermanos y hermanas. Sabía que el trabajo era urgente y que no hacerlo afectaría la efectividad y el progreso del trabajo de video. No obstante, luego pensaba: “Si me niego a ayudar a los hermanos y hermanas cuando me lo piden, ¿pensarán que soy una egoísta y fría?” Durante esa época, estaba intentando por todos los medios aprender habilidades técnicas mientras ayudaba a los hermanos y hermanas con sus problemas informáticos. Sentía que no me alcanzaban las horas de los días y estaba muy cansada, pero no sabía cómo practicar.
Más adelante, cuando leí las palabras de Dios, me di cuenta de los puntos de vista incorrectos que tenía sobre qué perseguir. Dios Todopoderoso dice: “Desde el momento en que la gente empieza a hablar, aprende todo tipo de dichos de las personas, de los incrédulos, de Satanás y del mundo. Esto comienza con la educación inicial, en la que los padres y las familias enseñan a los individuos cómo comportarse, lo que deben decir y qué tipo de moral, pensamientos y personalidad deben tener, etc. Incluso tras ingresar en la sociedad, los individuos siguen admitiendo inconscientemente el adoctrinamiento de diversas doctrinas y teorías que provienen de Satanás. La familia o la sociedad inculcan a toda persona eso de ‘Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado’ como una de las conductas morales que debe tener la gente. Si la posees, la gente dice que eres noble y honorable, que tienes integridad y que eres respetado y gozas de gran prestigio en la sociedad. Dado que la frase ‘Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado’ proviene de las personas y de Satanás, se convierte en objeto de disección y discernimiento para nosotros y, más aún, en objeto de nuestro rechazo. ¿Por qué discernimos y aborrecemos esta frase? Examinemos primero si esta frase es correcta y si la persona que la obedece tiene razón. ¿Es verdaderamente noble una persona cuyo carácter moral incluya esmerarse en manejar con lealtad aquello que le hayan confiado? ¿Posee dicha persona la realidad-verdad? ¿Tiene la humanidad y los principios de conducta que Dios afirmó que debían tener los seres creados? ¿Entendéis todos la frase ‘Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado’? Explicad primero con vuestras propias palabras lo que significa esta frase. (Significa que, cuando alguien te confíe una tarea, no debes escatimar esfuerzos para llevarla a cabo). ¿No debería ser así? Si alguien te confía una tarea, ¿no siente mucho aprecio por ti? Siente mucho aprecio por ti, cree en ti y le pareces digno de confianza. Por eso, te pidan lo que te pidan, debes acceder y hacerlo bien y absolutamente conforme a sus necesidades, para que se queden contentos y satisfechos. Con ello eres buena persona. De esto se infiere que el hecho de que la persona que te confió la tarea esté satisfecha determina que se te considere buena persona. ¿Puede explicarse así? (Sí). Entonces, ¿acaso no es fácil ser considerado buena persona a ojos de los demás y ser reconocido por la sociedad? (Sí). ¿Qué significa eso de que es ‘fácil’? Que el criterio es mínimo y no tiene nada de noble. Si cumples el criterio moral de esmerarte en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado, se te considera una persona con conducta moral en esas cuestiones. Implícitamente, eso significa que eres merecedor de la confianza de la gente, de que te confíen tareas, que eres una persona respetable y buena” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (14)). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, llegué a comprender que no me estaba comportando ni actuando según las palabras de Dios, sino que lo estaba haciendo según las ideas tradicionales inculcadas por Satanás, como: “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”. Aunque mis padres no me inculcaron esa idea de manera explícita, observé desde pequeña el modo en que mi abuelo se encargaba con mimo de lo que le confiaban los demás y que, daba igual lo difíciles que fuesen las cosas o el tiempo que requirieran, él las hacía. Así, terminó ganándose el respeto de los que lo rodeaban e incluso lo recordaban con cariño tras su muerte. Yo pensaba que esta era la manera correcta de proceder, que podía conseguir la admiración de la gente de esta manera y ser alguien con dignidad e integridad. De manera subconsciente, a través de exponerme continuamente a esta idea, comencé a perseguir el objetivo de ser una persona así. Desde que mis hermanos y hermanas supieron que yo tenía cierta habilidad para reparar computadoras, venían a mí en busca de ayuda siempre que había problemas. Nunca le decía que no a nadie y, en consecuencia, recibía muchas valoraciones positivas. Esto me hacía sentir todavía con más ahínco que esta era la manera correcta de comportarme. Cuando los hermanos y hermanas volvían a mí con algún problema, aunque no hubiese terminado mis deberes, los ayudaba. Pensaba que me pedían ayuda porque confiaban en mí y sentía que, si no les arreglaba las computadoras, ¿acaso no estaría decepcionándolos? Para asegurarme de que los hermanos y hermanas hablasen bien de mí, y de ser una persona atenta y con buena humanidad a su modo de ver, satisfacía las peticiones de todos, daba igual lo difíciles que fueran, y prefería perder tiempo de descanso o incluso retrasar mi trabajo principal solo para completar las tareas que otros me hubiesen confiado. Estaba viviendo bajo la llamada virtud de: “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”, y hacía las cosas sin principios y sin priorizar las tareas. Solo perseguía que los demás me vieran como una persona buena y confiable, con lo cual no aprendí las habilidades de creación de video que tendría que haber aprendido y retrasé mi trabajo principal. Vi que Satanás había corrompido y alterado mis puntos de vista y mis pensamientos y ni siquiera sabía lo que era de verdad ser buena persona.
Más tarde, leí más de las palabras de Dios y comprendí qué responsabilidades y obligaciones debe cumplir un ser creado. Dios dice: “Hay otro aspecto del enunciado moral ‘Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado’ que es necesario discernir. Si la tarea que se te confía no te consume demasiado tiempo y energía y se encuentra dentro del alcance de tus aptitudes, o el entorno y las condiciones adecuados, entonces, puedes, de acuerdo con la conciencia y la razón humanas, hacer cosas por los demás lo mejor que puedas y satisfacer sus exigencias razonables y oportunas. Ahora bien, si la tarea que se te confía te consume mucho tiempo y energía y la gran cantidad de tiempo que te quita hace que sacrifiques tu vida, tus responsabilidades y tus obligaciones en esta vida, y tus deberes como ser creado se ven reducidos a la nada y reemplazados, ¿qué harás? Deberías negarte porque no es tu responsabilidad ni tu obligación. En cuanto a las responsabilidades y obligaciones de la vida de una persona, aparte de cuidar de los padres, criar a los hijos y cumplir con las responsabilidades sociales dentro de la sociedad y la ley, lo más importante es que la energía y el tiempo de una persona, así como su vida, los dedique a cumplir con el deber de un ser creado, y no en tareas que otros le confíen y que le consuman su tiempo y energía. Esto se debe a que Dios crea a una persona, le concede la vida y la trae a este mundo, y no le corresponde hacer cosas y cumplir responsabilidades ajenas. Lo que principalmente debe aceptar la gente es lo que le confíe Dios. Solo lo que Él le confíe es auténtico, y aceptar lo que le confíe el hombre supone no atender los propios deberes” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (14)). A partir de las palabras de Dios, comprendí que no es malo ayudar a los hermanos y hermanas, y ese es el amor que debe tener una persona con una humanidad normal. No obstante, esforzarse por dedicar tiempo y energía a ayudar a los demás de un modo que no siga los principios, sin tener en cuenta la obra de la iglesia y retrasando mis deberes, es inapropiado y debería negarme a hacerlo. Dios ha destinado mi nacimiento en los últimos días y tengo mi propia misión y deberes que cumplir. Si retraso mis deberes para completar tareas que me han confiado los demás, estaría descuidando el trabajo que me corresponde. Teniendo en cuenta que los líderes dispusieron que yo estudiase la nueva tecnología, debería haberla aprendido a la mayor brevedad, lo cual habría mejorado la eficiencia de la producción de videos para todos. Sin embargo, cuando otros tenían problemas con sus equipos y me pedían ayuda, aunque sabía que su reparación me haría perder mucho tiempo y energía y que retrasaría mi trabajo principal, aparcaba mi propio trabajo para ayudarlos, solo para que se quedasen con una buena impresión de mí, lo cual retrasó mi investigación acerca de la tecnología de producción de videos. Me di cuenta de que mi enfoque carecía de principios, que no sabía qué tareas rechazar y con cuáles ayudar y que estaba siguiendo la filosofía satánica a ciegas. En consecuencia, me pasaba los días ocupada y agotada, e incluso sacrificaba el tiempo que necesitaba para los devocionales y para comer y beber las palabras de Dios. Además, mi trabajo principal se retrasó. Ahora comprendía que debo priorizar mis deberes en todo momento. Esto es lo que Dios me exige. Si retraso mis deberes para ganarme la admiración de los demás o para completar tareas que otros me han confiado, estoy descuidando mi propio trabajo y no estoy en de acuerdo a la intención de Dios.
Más adelante, leí más de la palabra de Dios y gané algo de discernimiento sobre la virtud de: “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”. Dios dice: “En esta sociedad humana, todo individuo tiene una mentalidad de negociación, y negocia. Todo el mundo exige algo a los demás y quiere beneficiarse a costa de ellos sin padecer perjuicio alguno. Hay quienes dicen: ‘Entre los que se esmeran en manejar con lealtad aquello que les hayan confiado, también hay muchos que no buscan sacar provecho a expensas de otros. Simplemente pretenden esmerarse en hacer bien las cosas; estas personas tienen realmente esta conducta moral’. Esta afirmación es incorrecta. Aunque no aspiren a la riqueza, a las posesiones materiales ni a ningún tipo de beneficio, sí buscan notoriedad. ¿Qué es la ‘notoriedad’? Significa lo siguiente: ‘He aceptado la confianza de la gente para encargarme de sus tareas. Esté presente o no la persona que me las confió, mientras me esmere en hacerlo bien, tendré buena reputación. Al menos habrá gente que sabrá que soy buena persona, una persona de carácter moral elevado y digna de imitación. Puedo ocupar un lugar entre la gente y ganar buena reputación entre un grupo. ¡Eso también merece la pena!’. Otras personas dicen: ‘“Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado” y, puesto que nos lo han confiado, estén presentes o no, debemos encargarnos correctamente de sus tareas y cumplirlas hasta el final. Aunque no podamos dejar un legado perdurable, al menos no podrán criticarnos a nuestras espaldas afirmando que no tenemos credibilidad. No podemos dejar que las generaciones futuras sean discriminadas y padezcan esta injusticia flagrante’. ¿Qué buscan? Siguen buscando notoriedad. Algunos dan gran importancia a la riqueza y las posesiones, mientras que otros valoran la notoriedad. ¿Qué quiere decir ‘notoriedad’? ¿Qué expresiones concretas de ‘notoriedad’ hay entre las personas? Ser calificado de buena persona y alguien de carácter moral elevado, un dechado, una persona virtuosa o un santo. Incluso hay personas que, por de pronto, lograron esmerarse en manejar con lealtad aquello que les habían confiado y tienen esta clase de carácter moral, son elogiadas a perpetuidad y sus descendientes se benefician de su notoriedad. Como ves, esto es mucho más valioso que los escasos beneficios que pueden obtener actualmente. Por tanto, el punto de partida para cualquiera que se rija por el supuesto criterio moral de esmerarse en manejar con lealtad aquello que le hayan confiado no es tan sencillo. No solo aspira a cumplir con sus obligaciones y responsabilidades como individuo, sino que se atiene a ese criterio para obtener beneficios personales o reputación, sea en esta vida o en la siguiente. Desde luego, también están aquellos que desean evitar que se los critique a sus espaldas y evitar la infamia. En resumen, el punto de partida para que la gente haga este tipo de cosas no es sencillo, no representa un comienzo desde la perspectiva de la humanidad ni desde la responsabilidad social de la humanidad. Mirándolo desde la intención y el punto de partida de la gente que hace este tipo de cosas, quienes se aferran a la frase ‘Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado’ no tienen un objetivo nada fácil” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (14)). A partir de las palabras de Dios, me di cuenta de que las personas viven bajo la idea tradicional de: “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”. Sin embargo, entre bastidores, ocultan intenciones personales. Por ejemplo, cuando yo estaba ayudando a los hermanos y hermanas a arreglar sus computadoras, aunque no esperaba obtener ningún beneficio material de ellos, quería que me valorasen favorablemente y tener buena imagen en sus corazones. Por tanto, estaba dispuesta a sacrificar mi tiempo y energía para completar las tareas que me habían confiado para que me viesen como una persona fiable y confiable. Pensé en mi abuelo. Vivió su vida basándose en la virtud de: “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”. Temía que, tras mudarse a la ciudad, los demás lo criticasen por menospreciar a la gente del pueblo, así que, daba igual qué problemas tuviesen estas personas, siempre hacía todo lo posible por ayudarlos. Se labró una buena reputación y todo el mundo lo veía como una persona buena y benevolente. Yo estaba profundamente influenciada por mi abuelo y también vivía bajo la idea tradicional de: “Esmérate en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado”. Cuando las personas de mi entorno tenían dificultades, siempre que viniesen a mí, me esmeraba en ayudarlas, ya que temía que pudiesen hablar mal de mí. Cuando los hermanos y hermanas tenían problemas informáticos y me pedían ayuda, no pensaba en mis propios deberes ni en la urgencia relativa de las tareas y, para evitar perder su confianza, aparcaba mis propios deberes y los ayudaba de un modo carente de principios, lo cual llevó a retrasos en la obra de la iglesia. Ahora comprendo que poder “esmerarte en manejar con lealtad aquello que te hayan confiado” no significa ser una persona con una humanidad verdadera o un carácter noble. Es solo un modo de ganarte el favor de la gente, utilizar la ayuda a los demás como una manera de obtener elogios y tener una buena reputación. ¡Perseguir esto era realmente hipócrita y desorientador! Mi vida no podía seguir rigiéndose por esta idea tradicional. Tenía que actuar y comportarme según las palabras de Dios. Uno debe ser leal a Dios y a sus propios deberes. Cumplir los deberes como ser creado es mi misión y responsabilidad. En adelante, cuando me enfrentaba a situaciones similares, practicaba conscientemente según las palabras de Dios.
Una vez, una hermana compró una computadora nueva y quería que la ayudase a reinstalar el sistema. Cuando vi que la computadora era de último modelo y que nunca había instalado nada en una así, y que me faltaban algunos drivers, me di cuenta de que aceptar ayudarla significaría dedicar tiempo y esfuerzo a buscar información. Me sentía en conflicto y pensaba: “Si me niego a ayudar a la hermana, ¿pensará que no quiero hacerlo y perderá la buena impresión que tiene de mí?”. Pero, luego, me planteé que tenía trabajo urgente del que encargarme, lo cual requería invertir tiempo y esfuerzo en investigación, y ayudar a la hermana a configurar la computadora me retrasaría el trabajo. En ese momento, me di cuenta de que estaba otra vez teniendo en consideración las opiniones que tenían los demás de mí. Así que oré a Dios porque no quería retrasar el trabajo por conseguir fama y ganancias. Después, leí más de las palabras de Dios: “Si alguien te confía una tarea, ¿qué debes hacer? Si la tarea que te confía es algo que solo requiere un esfuerzo muy pequeño, donde solo es necesario que hables o lleves a cabo una pequeña acción, y posees el calibre necesario, puedes ayudar por humanidad y compasión; esto no se considera algo malo. Se trata de un principio. Ahora bien, si la tarea que se te confía consume un tiempo y una energía notables, o incluso te hace perder una parte considerable de tu tiempo, tienes derecho a negarte. Aunque sean tus padres, tienes derecho a negarte. No tienes por qué ser leal a ellos ni aceptar lo que te encarguen, estás en tu derecho. ¿De dónde procede este derecho? Dios te lo ha otorgado. Este es el segundo principio. El tercer principio es que, si alguien te confía alguna tarea, aunque no te consuma mucho tiempo y energía, pero tal vez perturbe o afecte a tu cumplimiento del deber, o disipe tu voluntad de cumplirlo y tu lealtad a Dios, también debes rechazarla. Si alguien te confía algo que puede afectar a tu búsqueda de la verdad, trastornar y perturbar tu voluntad de perseguirla y tu ritmo de búsqueda, y hacer que te rindas a medio camino, debes rechazarlo aún más. Debes rechazar todo lo que afecte a tu cumplimiento del deber o a tu búsqueda de la verdad. Tienes ese derecho; tienes derecho a decir ‘no’. No es preciso que inviertas tu tiempo y energía. Puedes rechazar todo lo que no aporte sentido, valor, edificación, ayuda ni beneficio a tu cumplimiento del deber, a tu búsqueda de la verdad o a tu salvación. ¿Puede considerarse esto un principio? Sí, es un principio” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (14)). Dios compartió tres principios sobre cómo debemos encargarnos de las tareas que nos confían los demás. Estos principios me brindaron una senda de práctica. Si el problema informático de la hermana no era complejo y era una tarea sencilla de realizar, podría ayudarla, ya que este es el amor que debe existir entre hermanos y hermanas. Pero, si el problema no se podía solventar rápidamente y requería aparcar mis deberes y dedicar tiempo y esfuerzo a solucionarlo, debería sopesar los pros y los contras y priorizar mis propios deberes. Y, en caso de que el problema retrasase el progreso de mi trabajo, no podría aceptar ayudar con ello. No podía seguir como hasta ahora, aceptando cada petición, independientemente de su importancia, solo para ganarme los elogios de los demás y sin tener en cuenta mis propias responsabilidades y obligaciones. Esto retrasaría la obra de la iglesia. Lo más importante es ser leal a la comisión de Dios y cumplir mis propios deberes. A juzgar por las palabras de Dios, ayudar a la hermana a restablecer su computadora me llevaría tiempo y energía y retrasaría mis deberes. Además, la hermana no necesitaba hacerlo de manera urgente, así que rechacé su petición y le dije que la ayudaría con su computadora cuando tuviese tiempo. Cuando practicaba de acuerdo a las palabras de Dios, sin considerar mis propios intereses ni proteger mi prestigio a ojos de los demás, me sentía liberada, en paz y generosa.
A través de esta experiencia, caí en la cuenta de que buscar la verdad y practicar de acuerdo a los principios en todo es el camino a seguir. Tengo que aceptar mis deberes sin eludirlos y esforzarme al máximo por ellos, ya que esta es mi responsabilidad y obligación. No obstante, en cuanto a las tareas que otros me han confiado, debo evaluar si están en línea con los principios y si retrasarán mis deberes. No debo adulterar mis intereses ni vivir bajo filosofías satánicas. Esto está de acuerdo con estas palabras de Dios: “Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (2)).