74. Cumplir con el deber en entornos peligrosos

Por Jing Ru, China

En 2017, era responsable del trabajo de depuración en la iglesia. El 2 de julio fueron arrestados muchos líderes y obreros, hermanos y hermanas. En ese momento, había algunas cartas de denuncia en la iglesia que requerían atención urgente, pero habían arrestado a las pocas personas preparadas para encargarse de ellas. También arrestaron a la hermana Yang Chen, que había estado a cargo de este trabajo. Los líderes superiores me pidieron que me encargara de las cartas de denuncia. Me sentí algo reacia y pensé: “La policía vigiló y atrapó a estas personas porque seguían saliendo a cumplir con sus deberes. Hay dispositivos de vigilancia por todas partes y algunos incluso tienen reconocimiento facial. Si acepto este deber, tendría que reunirme a menudo con los hermanos y hermanas, e incluso estar en contacto con algunas personas que suponen un riesgo para la seguridad. Si el equipo de vigilancia me identifica, la policía podrá seguirme y capturarme fácilmente. El PCCh considera a los creyentes en Dios como criminales peligrosos para el estado. Si me arrestan, aunque no me maten a golpes, seguramente me lisiarán. Si quedo con secuelas, mis años venideros no solo tendrán sufrimiento físico, sino que también tendré que soportar el desprecio y los comentarios hirientes de los demás”. También pensé en que la policía usa todo tipo de torturas para atormentar a los hermanos y hermanas, y en lo brutales que son sus métodos. Mi estatura era pequeña y, si no soportaba la tortura y terminaba convirtiéndome en un Judas, perdería toda oportunidad de salvación y además me castigarían. Cuanto más lo pensaba, más miedo sentía, y me parecía que hacer este deber era demasiado peligroso. Pensé que mi deber actual era mejor, ya que no necesitaba salir y era más seguro. Con esto en mente, quise rechazar el deber, pero negarme directamente demostraría falta de razón. Por eso, respondí a los líderes superiores diciendo que mi aptitud era limitada, que no sabía discernir a las personas, que era poco eficaz en mi trabajo y que ponerme a mí a cargo de esto retrasaría el trabajo. Unos días después, los líderes me enviaron una carta para compartir conmigo la intención de Dios. Me dijeron que era urgente que alguien se hiciera cargo de las cartas de denuncia y que esperaban que pudiera tener en cuenta la intención de Dios. Ya no podía eludir más este deber, así que accedí a hacerlo de mala gana. Pero en mi interior seguía quejándome y preguntándome: “¿Por qué me han asignado un deber tan peligroso?”. Pero luego pensé que no tenía antecedentes penales con el PCCh y que, en ese momento, era la persona más indicada para el deber. Los líderes lo habían organizado así tras evaluar detenidamente mi situación real, y por eso me encargaron este deber. Pero, ¿por qué siempre quería evitarlo y rechazarlo? Me di cuenta de que mi estado no era bueno, así que oré a Dios, pidiéndole que me guiara para comprender Su intención.

Leí dos pasajes de las palabras de Dios: “Tal vez todos recordáis estas palabras: ‘Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación’. Todos habéis oído estas palabras antes, sin embargo, ninguno de vosotros comprendió su verdadero significado. Hoy, sois profundamente conscientes de su verdadero sentido. Dios cumplirá estas palabras durante los últimos días y se cumplirán en aquellos que han sido brutalmente perseguidos por el gran dragón rojo en la tierra donde yace enroscado. El gran dragón rojo persigue a Dios y es Su enemigo, y por lo tanto, en esta tierra, la gente es sometida a humillación y persecución debido a su fe en Dios, y estas palabras se cumplirán en este grupo de personas, vosotros(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Es la obra de Dios tan sencilla como el hombre imagina?). “Las bendiciones no se pueden obtener en un día o dos; deben ganarse por medio de muchos precios. Lo cual quiere decir que debéis poseer un amor que ha sido sometido al refinamiento, debéis poseer una gran fe y debéis tener las muchas verdades que Dios requiere que alcancéis. Es más, debéis volveros hacia la rectitud, sin sentirse intimidados ni evasivos, y debéis tener un corazón amante de Dios que sea constante hasta la muerte. Debéis tener determinación, ha de haber cambios en vuestro carácter-vida, vuestra corrupción debe ser sanada y debéis aceptar todas las orquestaciones de Dios sin quejaros, e incluso debéis ser sumisos hasta la muerte. Esto es lo que debéis alcanzar, este es el objetivo final de la obra de Dios y lo que Él le solicita a este grupo de personas. Ya que Él os da, sin duda Él pedirá a su vez y os hará exigencias pertinentes. Por tanto, hay razón para toda la obra que Dios hace, lo que demuestra por qué, una y otra vez, Dios lleva a cabo una obra que establece altos estándares y requisitos exigentes. Es por esto que debéis estar llenos de fe en Dios. En resumen, toda la obra de Dios se hace por vuestro bien, para que podáis ser dignos de recibir Su herencia. En lugar de decir que es por la propia gloria de Dios, es mejor decir que es en aras de vuestra salvación y para perfeccionar a este grupo de personas que han sufrido tan profundamente en la tierra impura. Deberíais comprender la intención de Dios(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Es la obra de Dios tan sencilla como el hombre imagina?). Las palabras de Dios me hicieron comprender que la esencia del gran dragón rojo es el odio hacia Dios. Siempre se ha opuesto a Él utilizando tecnología avanzada para vigilar, rastrear y capturar a los cristianos, y empleando todos los medios posibles para obstaculizar y perseguir al pueblo escogido de Dios, intentando en vano erradicar Su iglesia. Pero Dios usa la persecución del gran dragón rojo para perfeccionar nuestra fe y nuestro amor. Pensé en los apóstoles a lo largo de los años. Soportaron las calumnias y burlas del mundo por propagar el evangelio de Dios, pero no abandonaron Su comisión, ni siquiera cuando sus vidas estaban en juego. Estas personas siguieron verdaderamente a Dios. Al reflexionar sobre mí misma, cuando vi que arrestaban a mis hermanos y hermanas, y que incluso algunos eran torturados, me volví miedosa, asustadiza. Para proteger mi vida, quise eludir mi deber y no encargarme de las cartas de denuncia, sin ninguna consideración por los intereses de la iglesia. Había sido realmente egoísta y despreciable, sin la menor humanidad. Ahora, aunque no me habían arrestado, tenía tanto miedo que ni siquiera tenía el valor de cumplir con mi deber. ¿No me había convertido en una cobarde, ansiando la vida y temiendo la muerte? ¿Cómo podía considerarme creyente en Dios? El libro del Apocalipsis dice que los cobardes no pueden cruzar las puertas del reino de los cielos. Si seguía siendo tan temerosa y no me atrevía a cumplir con mi deber, tratando de salvarme por miedo a perder la vida, al final me descartarían. En ese momento comprendí que Dios estaba usando este entorno para perfeccionar mi fe y purificarme de mi corrupción, y que todo esto era para mi salvación.

Luego, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Cuando Dios envió a Moisés para que sacara a los israelitas de Egipto, ¿cuál fue la reacción de Moisés cuando Dios le encomendó tal comisión? (Dijo que no era elocuente, más bien lento de palabra y de lengua). Tenía ese pequeño recelo, que no era elocuente, sino lento de palabra y de lengua. Pero ¿se resistió a la comisión de Dios? ¿Cómo la trató? Se postró. ¿Qué significa postrarse? Significa someterse y aceptar. Se postró completamente ante Dios, ignorando sus preferencias personales, y no mencionó ninguna de las dificultades que pudo haber tenido. Cualquier cosa que Dios le pidiera hacer, la hacía de inmediato. […] ¿Qué quiere decir que se puso en marcha? Que tenía auténtica confianza en Dios, dependencia y sumisión reales hacia Él. No fue cobarde, y no eligió por su cuenta ni trató de negarse. En cambio, creyó plenamente y se dispuso a ponerse manos a la obra con la comisión que le había encargado Dios, lleno de confianza. Creía que: ‘Si Dios me ha encargado esto, entonces todo se hará como Dios dice. Dios me ha dicho que saque a los israelitas de Egipto, así que eso haré. Como esto es lo que Dios ha encargado, Él se pondrá a obrar y me dará fuerzas. Solo tengo que cooperar’. Esa es la perspectiva que adoptó Moisés. Aquellos que carecen de comprensión espiritual creen que pueden hacer por su cuenta las cosas que les encomienda Dios. ¿Acaso poseen esas habilidades? Por supuesto que no. Si alguien es cobarde, carecerá del coraje para enfrentarse al faraón de Egipto. En su corazón, dirá: ‘El faraón de Egipto es un rey diablo. Tiene a un ejército a su mando y podría matarme con una sola palabra. ¿Cómo voy a poder sacar a tantos israelitas? ¿Me escucharía el faraón?’. Estas palabras son sinónimo de rechazo, resistencia y rebelión. Demuestran que no tiene fe en Dios, y eso no es auténtica confianza. Las circunstancias de la época no eran favorables para los israelitas ni para Moisés. Sacar a los israelitas de Egipto era, desde el punto de vista del hombre, una tarea sencillamente imposible, porque Egipto estaba aislado por el Mar Rojo, y cruzarlo supondría un enorme desafío. ¿Acaso Moisés no sabía lo difícil que sería cumplir esta comisión? En su corazón, lo sabía, pero se limitó a decir que era lento de palabra y de lengua, que nadie prestaría atención a sus palabras. No rechazó, en el fondo, el encargo de Dios. Cuando Dios le dijo a Moisés que sacara a los israelitas de Egipto, se postró y lo aceptó. ¿Por qué no mencionó las dificultades? ¿Es que, después de cuarenta años en el desierto, no conocía los peligros del mundo de los hombres, o el estado al que habían llegado las cosas en Egipto, o la grave situación que atravesaban los israelitas? ¿No podía ver tales cosas con claridad? ¿Es eso lo que pasaba? Desde luego que no. Moisés era inteligente y sabio. Conocía todas esas cosas, pues las había sufrido y experimentado personalmente en el mundo de los hombres, y nunca las olvidaría. Conocía muy bien esas cosas. Entonces, ¿sabía lo difícil que era la comisión que Dios le había asignado? (Sí). Si lo sabía, ¿cómo pudo aceptar esa comisión? Tenía confianza en Dios. Con su experiencia de toda la vida, creía en la omnipotencia de Dios, así que aceptó esta comisión de Dios con un corazón lleno de confianza y sin la más mínima duda(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo con sumisión sincera puede tenerse verdadera confianza). Dios le ordenó a Moisés que sacara a los israelitas de Egipto. En aquel tiempo, el faraón egipcio era sumamente poderoso y muy cruel. Moisés no tenía nada, pero aun así fue capaz de obedecer el mandato de Dios. Tenía una fe genuina en Dios y creía que todo estaba en Sus manos, que ninguna fuerza podía impedir lo que Él quería lograr. En su corazón no había miedo ni preocupación. Los hechos demostraron que, a lo largo de todo el proceso, fue Dios mismo quien llevó a cabo Su obra. Él envió las diez plagas, abrió el Mar Rojo y, finalmente, guio a Moisés para sacar a los israelitas de Egipto. Al experimentar estos acontecimientos, Moisés fue testigo del gran poder de Dios, lo que fortaleció aún más su fe en Él. Al comparar mi fe con la de Moisés, sentí una gran vergüenza. El líder me había asignado manejar las cartas de denuncia, pero el miedo a que me vigilaran y me arrestaran me impedía someterme y aceptar este deber. Veía estas herramientas de alta tecnología como algo muy poderoso, y sentía que la policía podría atraparme con gran facilidad. A menudo decía que todo está en las manos de Dios y que debía confiar en Su autoridad, pero cuando me enfrenté a la realidad, me volví temerosa y cobarde, sin ninguna fe. Me di cuenta de que no comprendía en absoluto la soberanía de Dios. Aunque había cámaras de vigilancia con reconocimiento facial por todas partes, el que me capturasen o no dependía de la soberanía y los arreglos de Dios. Darme cuenta de esto me dio fe, y estuve dispuesta a confiar en Dios para superar la situación.

Mientras gestionábamos las cartas de denuncia, un líder de la iglesia nos llevaba todos los días a reunirnos con los hermanos y hermanas para abordar los asuntos. Aunque el entorno era peligroso, orábamos y confiábamos en Dios, y logramos encargarnos de las cartas de denuncia de manera satisfactoria. Solo después de salir de esa iglesia supimos que la policía ya había colocado la foto de este líder en los tablones de anuncios públicos para capturarlo. Pero logró esconderse a tiempo y no lo arrestaron. Entendí que Dios mismo protege Su obra y también a nosotros. Esta experiencia me ayudó a tener más fe.

Nos adelantamos a marzo de 2020, cuando me enteré de que Yang Chen había sido torturada por la policía tras su arresto y que murió poco después de ser liberada bajo fianza. Poco después, también supe que el PCCh planeaba llevar a cabo una gran represión contra los creyentes a finales de mayo. Durante una reunión, la líder nos informó que había varias cartas de denuncia que debían gestionarse con urgencia, pero aún no habían encontrado a nadie para hacerlo. Cuando la líder habló, me miró directamente. Mi corazón dio un vuelco y pensé: “Por favor, que no me pida encargarme de las cartas de denuncia. El PCCh iniciará otra gran represión en mayo, y en los últimos años han instalado muchas más cámaras de vigilancia en calles y callejones para capturar a los creyentes. Si sigo moviéndome por la calle, el riesgo de que me arresten es muy alto. Yang Chen fue torturada hasta la muerte por la policía siendo tan joven. Soy más de diez años mayor que ella, así que, si me capturasen, tendría aún menos resistencia para soportar la tortura. Incluso si no me mataran, probablemente quedaría lisiada”. Pensar en esto me dio cierto miedo. En ese momento, la líder me dijo: “Como ya has manejado cartas de denuncia antes, quiero que vayas también esta vez. ¿Qué te parece?”. Aunque en mi interior sabía que evitar mi deber no era conforme a las intenciones de Dios, pensé que realmente era demasiado peligroso. Por eso, busqué una excusa para eludirlo y dije: “La hermana Shen Ran tiene discernimiento y sabe compartir bien. Pueden enviarla a ella. Justamente está en una iglesia cercana, así que le resultaría más fácil ir”. Pero la líder dijo que Shen Ran nunca había manejado cartas de denuncia antes y me pidió que fuera con ella, así que no tuve más remedio que aceptar. Después de eso, junto con Shen Ran, coordiné encuentros con los hermanos y hermanas para verificar las cartas de denuncia, y rápidamente gestionamos tres de ellas.

Más tarde, reflexioné sobre mí misma y me pregunté: “¿Por qué siempre pienso primero en mí cuando enfrento deberes peligrosos e incluso intento evadirlos? ¿Qué es lo que me domina?”. Luego, leí este pasaje de las palabras de Dios: “Satanás corrompe a las personas mediante la educación y la influencia de gobiernos nacionales, de los famosos y los grandes. Sus palabras demoníacas se han convertido en la vida y naturaleza del hombre. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’ es un conocido dicho satánico que ha sido infundido en todos y esto se ha convertido en la vida del hombre. Hay otras palabras de las filosofías para los asuntos mundanos que también son así. Satanás utiliza la cultura tradicional de cada nación para educar, desorientar y corromper a las personas, provocando que la humanidad caiga y sea envuelta en un abismo infinito de destrucción, y al final Dios destruye a las personas porque sirven a Satanás y se resisten a Dios. […] Satanás ha corrompido profundamente a la humanidad. El veneno de Satanás fluye por la sangre de todas las personas, y se puede decir que la naturaleza del hombre es corrupta, perversa, antagonista y opuesta a Dios, llena e inundada de las filosofías y los venenos de Satanás. Se ha convertido por entero en la esencia-naturaleza de Satanás. Por este motivo la gente se resiste y se opone a Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). Por el desenmascaramiento de las palabras de Dios, comprendí que, una y otra vez, intentaba protegerme eludiendo mi deber. Esto se debía a que los venenos satánicos de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” y “Más vale una mala vida que una buena muerte”, se habían arraigado profundamente en mi corazón y hacía tiempo que se habían convertido en mi naturaleza. Cada vez que algo afectaba mis intereses, no podía evitar pensar primero en mí. En momentos críticos, las cartas de denuncia se acumulaban y la líder me había asignado este deber, pero yo no dejaba de pensar en mis propios intereses. Temía que me capturasen, que me lisiaran o me golpearan hasta la muerte, sin un buen desenlace o destino. Por eso, buscaba excusas para eludir mi deber e incluso me quejaba de que la líder no se lo asignara a otra persona. Pensé en cómo la hermana Shen Ran enfrentaba riesgos de seguridad, pero aun así estaba dispuesta a cumplir con este deber, mientras que yo solo quería quedarme en casa, convencida de que así reduciría las posibilidades de que me capturasen. Fui verdaderamente egoísta y despreciable, sin la menor humanidad. Había recibido el riego y sustento de las palabras de Dios y había disfrutado enormemente de Su amor. Por lo tanto, en momentos críticos, debería haber cumplido bien con mi deber para retribuir a Dios y haber echado de la iglesia cuanto antes a los anticristos, a las personas malvadas y a los incrédulos. De este modo, los hermanos y hermanas habrían podido tener una buena vida de iglesia y un lugar para realizar sus deberes. Pero no pensé en los intereses de la iglesia ni en la entrada en la vida de los hermanos y hermanas, solo me preocupé por mi propia seguridad. ¿Acaso no estaba traicionando a Dios? Realmente no era digna de vivir en presencia de Dios. Al darme cuenta de esto, ya no quise seguir viviendo con mi carácter corrupto ni seguir rebelándome contra Dios. Busqué una senda de práctica en Sus palabras para resolver mi carácter corrupto.

Leí estos pasajes de las palabras de Dios: “Dios te considera un miembro de Su casa y una parte de la expansión de Su obra. En este punto, tienes el deber que debes cumplir. Cualquier cosa que seas capaz de hacer, cualquier cosa que seas capaz de lograr, son tus responsabilidades y tu deber. Puede decirse que son la comisión de Dios, tu misión y tu deber ineludible. Los deberes vienen de Dios; son las responsabilidades y las comisiones que Dios confía al hombre. ¿Cómo, entonces, debe entenderlos el hombre? ‘Puesto que este es mi deber y la comisión que Dios me ha confiado, es mi obligación y mi responsabilidad. Es justo que la acepte como mi obligación ineludible. No puedo declinarlo ni rechazarlo; no puedo elegir. Sin duda, debo hacer lo que me corresponde. No es que no tenga derecho a elegir, sino que no debo elegir. Esta es la razón que un ser creado debe tener’. Esta es una actitud de sumisión(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “No importa lo que Dios te pida, solo necesitas trabajar con todas tus fuerzas para lograrlo, y espero que seas capaz de cumplir tu lealtad a Dios ante Él en estos últimos días. Siempre que puedas ver la sonrisa de satisfacción de Dios mientras está sentado en Su trono, aun si esta es la hora señalada de tu muerte, debes ser capaz de reír y sonreír mientras cierras los ojos. Durante tu tiempo en la tierra debes llevar a cabo tu deber final por Dios. En el pasado, Pedro fue crucificado cabeza abajo por Dios, pero tú debes satisfacer a Dios en estos últimos días y agotar toda tu energía por Él. ¿Qué puede hacer por Dios un ser creado? Por tanto, debes entregarte a Dios con anticipación para que Él te instrumente como lo desee. Mientras Él esté feliz y complacido, permítele hacer lo que quiera contigo. ¿Qué derecho tienen los hombres de quejarse?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 41). Al meditar sobre las palabras de Dios, comprendí que, cualquier deber que me asigne la casa de Dios, es mi responsabilidad y obligación, y debo aceptarlo como un deber ineludible. Dios predetermina tanto el momento como el tipo de sufrimiento que debemos soportar. Si Dios permitiera que me capturasen, estaría dispuesta a someterme a Su soberanía sin quejarme. Incluso si quedara lisiada o me golpearan hasta la muerte, jamás cedería ante el gran dragón rojo. Tenía que mantenerme firme en mi testimonio para humillarlo. Pensé en los santos a lo largo de la historia, que murieron apedreados, descuartizados por caballos, aserrados o ahorcados por proclamar el evangelio del Señor Jesús. Puede haber parecido que murieron de forma dolorosa, pero sus almas no perecieron. Usaron sus vidas para dar testimonio del Señor Jesús y fueron aprobados por Dios. En comparación, como ser creado que disfruta de todo lo que Dios le ha dado, cuando enfrenté situaciones peligrosas, eludí mis deberes para protegerme. A los ojos de Dios, una persona así es un traidor cobarde, y aunque su cuerpo siga viviendo, no es más que un cascarón vacío. Como dijo el Señor Jesús: “El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará(Mateo 10:39).

En junio de 2023, el PCCh llevó a cabo otra campaña de arrestos masivos. Más de cien personas fueron detenidas en varias iglesias de mi ciudad natal. Muchos hermanos y hermanas vivían atemorizados y perdieron su vida de iglesia habitual. A mediados de octubre, en una de esas iglesias ocurrió un incidente en el que un falso cristo desorientó a la gente. Muchos hermanos y hermanas fueron desorientados, y, debido a la traición de un Judas, toda la iglesia quedó bajo vigilancia policial. Era urgente que alguien se encargara de las secuelas, y los líderes querían enviarme a mí. Al pensar en la gravedad de la situación en esa iglesia, sentí que el riesgo de que me capturasen mientras me encargaba de las secuelas era demasiado alto, lo que me hizo sentir temor e inseguridad. Sin embargo, al recordar mis experiencias anteriores, comprendí que esto era una prueba de Dios para ver si podía someterme a Sus arreglos y orquestaciones y mantenerme fiel a Él. Esta vez, no quería volver a defraudar a Dios, así que acepté este deber. Más tarde, durante la cooperación, enfrenté algunas dificultades, pero al confiar en Dios y esforzarme en el trabajo logré trasladar con éxito los libros de Sus palabras, y rescatar a la mayoría de los hermanos y hermanas a quienes el falso cristo había desorientado.

Mediante esta experiencia, mi fe en Dios aumentó, y llegué a comprender mejor Su omnipotencia y soberanía. Me di cuenta de que incluso las acciones desenfrenadas del PCCh están en Sus manos. Tal como Dios dijo: “Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios. A los ojos de Dios, Satanás es inferior a los lirios del campo, a las aves que vuelan en el aire, a los peces del mar y a los gusanos de la tierra. Su papel, entre todas las cosas, es servir a todas las cosas, a la especie humana y a la obra de Dios y a Su plan de gestión. Independientemente de lo malévola que es su naturaleza y lo malvado de su esencia, lo único que puede hacer es respetar sumisamente su función: estar al servicio de Dios, y ser un contraste para Él. Tales son la sustancia y la posición de Satanás. Su esencia está desconectada de la vida, del poder, de la autoridad; ¡es un simple juguete en las manos de Dios, tan solo una máquina a Su servicio!(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I).

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