11. Si buscas, encontrarás
Mi hija nació con epilepsia. Mi esposo y yo buscamos un tratamiento médico para ella en todas partes e hicimos todo lo que pudimos, pero no mejoró. Cuando me sentía angustiada y sin saber qué hacer, alguien me predicó el evangelio y comencé a creer en el Señor Jesús. La condición de mi hija pronto mejoró, y mi esposo y su madre también empezaron a creer en el Señor. Más tarde, mi esposo se hizo predicador mientras yo organizaba reuniones en casa para los compañeros de la iglesia.
Alrededor de 1997, algunas personas vinieron a mi casa y nos testificaron a mi esposo y a mí que el Señor Jesús ya había regresado. Dijeron que se había encarnado, que estaba realizando una nueva obra, y que Su nombre era Dios Todopoderoso. Me pregunté cómo era posible. La Biblia dice: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos” (Hechos 4:12). “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8). El nombre del Señor Jesús es inmutable para siempre, ¿cómo entonces podía llamarse Dios Todopoderoso? ¿Cómo podía estar realizando una obra nueva? En ese momento no podía aceptarlo y no estaba dispuesta a prestarles atención. Un tiempo después, volvieron a predicarnos el evangelio, pero yo me negué a escucharlos. La Biblia dice claramente que el nombre del Señor Jesús es inmutable para siempre y, sin embargo, ellos decían que el Señor había venido y que se llamaba Dios Todopoderoso. No coincidía con la Biblia. No importaba lo que dijeran, no lo aceptaría. Tampoco mi esposo los escuchó.
En 2002, mi esposo se marchó a predicar. Al regresar, me dijo con emoción: “Tengo buenas noticias. ¡El Señor Jesús, al que hemos anhelado por tanto tiempo, ha regresado! ¡El Dios Todopoderoso testimoniado por el Relámpago Oriental es el Señor Jesús que ha regresado! Mira, el plan de gestión de Dios de seis mil años se divide en tres etapas: La primera fue la obra de la Era de la Ley, cuando Jehová Dios proclamó la ley para guiar al hombre en su vida en la tierra. La segunda fue la Era de la Gracia, cuando el Señor Jesús fue crucificado y realizó la obra de redención de la humanidad. La tercera es la Era del Reino. Dios Todopoderoso está expresando muchas verdades y realizando la obra de juicio y castigo. Está resolviendo la naturaleza pecaminosa del ser humano, limpiando y salvando completamente a la humanidad, y finalmente llevándola a un hermoso destino. Estas tres etapas son la obra completa de la salvación de Dios al hombre y cada una de ellas es esencial”. Mi esposo me dijo muchas cosas, pero me parecían inconcebibles. Me pregunté: “¿Cómo puedes aceptar al Relámpago Oriental? Llevas predicando tantos años, ¿cómo puedes dejar que te desorienten? Leímos la Biblia todo el día. Gálatas, capítulo 1, versículos 6 a 7: ‘Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, solo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo’. También leímos Hebreos, capítulo 13, versículo 8: ‘Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos’. Estos versículos indican claramente que el nombre del Señor Jesús nunca cambiará. El Relámpago Oriental dice que el nombre de Dios es Dios Todopoderoso. ¿No es esto cambiar el nombre del Señor Jesús? ¿Acaso no están cambiando el evangelio de Cristo? ¿Cómo puedes creer eso? Debemos mantener siempre el nombre del Señor en nuestra fe en Él. ¡El nombre del Señor no puede cambiar!”. Sabía que, dado que mi esposo estaba versado en la Biblia y era talentoso en dar sermones, no iba a poder convencerlo, y que cuando se comprometía con algo, nadie podía hacerle cambiar de opinión. Así que no dije nada. Pensé: “Por muy bien que hables, no lo aceptaré. El Señor Jesús nos ha dado mucha gracia, nunca podría traicionarlo. Seguiré al Señor hasta el final, aunque tengamos que divorciarnos”. Al final, le dije: “Si continúas predicando sobre el Señor Jesús, te escucharé. Aún somos una familia. Pero si predicas sobre el Relámpago Oriental, tú seguirás tu propio camino y yo el mío, y cada uno tomará su propio rumbo”. Mi esposo sacudió la cabeza con impotencia al ver que me negaba obstinadamente a escuchar, y no dijo nada más.
Después de aceptar al Relámpago Oriental, predicó el evangelio a personas de nuestra iglesia. De manera inesperada, su compañero más cercano en la iglesia, Feng, lo echó. Después de eso, Feng y los demás empezaron a cerrar los lugares de asamblea y no dejaron que los creyentes escucharan lo que mi esposo quería compartir. Me dijeron: “Tu esposo ha aceptado al Relámpago Oriental. No lo escuches. Se ha desviado en su fe”. Yo respondí: “No lo he aceptado, pero algunas cosas de las que dice coinciden con la Biblia”. Por decir esto, empezaron a desconfiar de mí también. Hablaban de mí a mis espaldas; decían: “Su esposo ahora cree en Dios Todopoderoso, así que no debemos relacionarnos con ella. Seguro que, con el tiempo, se verá influida por él y aceptará también su creencia”. Me sentí muy agraviada al escuchar esto. Por más que proclamara mi inocencia y jurara que no había aceptado al Relámpago Oriental, no me creían. Cada vez que iba a un lugar de asamblea, sus expresiones cambiaban. Desconfiaban de mí; temían que pudiera desorientar a los creyentes. Estaban contentos si no asistía a las reuniones y no se atrevían a hablarme, como si tuviera una enfermedad contagiosa. Me sentía herida y guardaba rencor a mi esposo. Sentía que el rechazo de los compañeros de la iglesia hacia mí era culpa suya. Me sentí reprimida e infeliz, así que oré al Señor: “Oh, Señor, los hermanos y hermanas me han dado la espalda. Esto me duele mucho. Me pregunto cuál es Tu intención”. Para demostrar que no había aceptado al Relámpago Oriental, cuando una hermana que organizaba reuniones enfermó y fue hospitalizada, con toda mi buena intención le compré un regalo y fui a visitarla para mostrar mi sinceridad. Pero después de que le dieron el alta, volvió a ignorarme por completo. Así que, más tarde, dejé de asistir a las reuniones y me limité a orar y leer la Biblia en casa. Mi esposo vio lo infeliz que era y volvió a testimoniarme sobre la nueva obra de Dios. Le reprendí con rabia y le dije: “Si no hubieras aceptado al Relámpago Oriental, ¿la iglesia me habría dado la espalda? ¿Me habría abandonado todo el mundo? ¡Aunque no me dejen ir a las reuniones, no voy a creer en el Relámpago Oriental como tú! ¡Voy a mantener el nombre del Señor y jamás negaré que Cristo es mi Señor!”. No se enfadó conmigo al ver que estaba de mal humor, pero se preocupó y se puso nervioso. Después trajo a dos hermanos para que compartieran conmigo. Uno de los hermanos dijo con sinceridad: “Hermana, El Señor Jesús ha regresado de verdad y ha expresado millones de palabras. Esas palabras son toda la verdad. Tu confusión puede aclararse por completo con las palabras de Dios. Solo escucha y sabrás”. En ese momento, solo me concentraba en lo que estaba haciendo como para preocuparme por ellos. Los hermanos vieron que no los escuchaba y no tuvieron más remedio que marcherse. Vi cuán dignos y honestos eran los miembros del Relámpago Oriental, y cuánto amor mostraban. No se enojaron, a pesar de que los desairé de esa manera, y con mucha paciencia compartieron conmigo. Eran verdaderos creyentes, pero ¿cómo podían creer en el Relámpago Oriental? No podía comprenderlo. Más tarde, mi esposo viajó para predicar el evangelio. Mientras estuvo fuera, hubo personas que siguieron testimoniándome sobre la nueva obra de Dios, pero no estaba dispuesta a escuchar. Cada vez que alguien llegaba, cerraba la puerta con llave y me escondía a un lado. Veían que la puerta estaba cerrada con llave y se marchaban. En esos días, cada vez que pensaba en cómo las personas de la iglesia me habían malinterpretado y rechazado, me dolía mucho. Lloré y le confié mi sufrimiento al Señor muchas veces. De repente, una vez pensé: “La iglesia no me permite asistir a las reuniones. Si traigo de vuelta a la iglesia a las buenas ovejas que el Relámpago Oriental ha robado, creerán que no he traicionado al Señor”. Al pensar esto, una luz se encendió en mi corazón e inmediatamente oré al Señor: “Oh, Señor, Tú escrutas lo más profundo de nuestros corazones y sabes que te soy fiel. No he aceptado al Relámpago Oriental. Oh, Señor, la iglesia ya no me quiere y me duele mucho. No estoy dispuesta a quedarme en casa, sintiéndome así de agraviada y desairada. Por favor, Señor, concédeme la sabiduría y fortaleza para devolver a Tu nombre las ovejas buenas que el Relámpago Oriental ha robado. ¡Por favor, Señor, ayúdame!”. Después de orar, decidí tomar la iniciativa y contactar a los miembros del Relámpago Oriental para confrontarlos directamente, refutarlos con la Biblia y traer de vuelta a las ovejas de Dios. Así que cada día pasaba mucho tiempo leyendo la Biblia.
Un día, mientras leía ávidamente las escrituras, de repente leí: “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25). Me quedé sorprendida. ¿Por qué ahora me sentía distinta al leer este versículo? Reflexioné sobre las palabras “Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación”. Siempre había pensado que se referían al Señor Jesús, pues en la Era de la Gracia, Dios se encarnó como el Señor Jesucristo. Fue rechazado por aquella generación, crucificado y soportó mucho dolor. ¿Cómo es que el Señor dijo “y sea rechazado por esta generación” cuando profetizó el regreso del Hijo del hombre? ¿Sigue esto hablando del Señor Jesús de hace 2000 años? Cuanto más lo meditaba, más sentía que lo que decían los miembros del Relámpago Oriental coincidía con la Biblia. También pensé que los miembros del Relámpago Oriental testimoniaban que Dios Todopoderoso es la segunda encarnación de Dios. Gente de todas las denominaciones juzga, resiste y condena la obra de Dios Todopoderoso, y el partido gobernante del PCCh persigue y detiene implacablemente al Relámpago Oriental. ¿No es este Dios Todopoderoso quien está sufriendo mucho y siendo rechazado por esta generación? ¿Podía “Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” referirse a Dios Todopoderoso? ¿Es Dios Todopoderoso el Señor Jesús que ha regresado? Al pensar en esto, me asusté: “¡Oh, no! ¿Había resistido al Señor todo este tiempo?”. Pero después pensé: “¡Para nada! ¡El nombre del Señor es inmutable!”. Entonces, pensé: “Es un asunto tan serio que no puedo condenar ciegamente al Relámpago Oriental. Realmente no debo resistir al Señor”. Luego pensé en las palabras del Señor: “Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:8). Sentí como si se me abrieran los ojos y pensé: “Sí, debo buscar”.
Recordé que mi esposo tenía un panfleto del evangelio. Él me había dicho: “Este libro puede aclarar todas tus confusiones”. Me apresuré a buscar el libro, pero antes de leerlo, oré: “Por favor, Señor, esclarece mi mente y haz que pueda discernir el contenido de este libro. Mi estatura es pequeña y temo que me desorienten, pero también temo oponerme a Ti. Por favor, Señor, protégeme mientras leo este libro”. Después de orar, abrí el libro y le eché un vistazo. Realmente, ahí había preguntas que quería hacer. La primera era sobre el nombre de Dios. El libro decía: “En la Biblia está escrito: ‘Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos’ (Hechos 4:12). Esto es completamente cierto. Pero no podía demostrar que Dios solo pudiera llamarse Jesús, ni que Su nombre jamás pudiera cambiar. Todos recordamos que en el Antiguo Testamento, Jehová dijo: ‘Yo, incluso Yo, soy Jehová; y fuera de mí no hay Salvador’ (Isaías 43:11). ‘Jehová […] es mi nombre para siempre y este es mi recordatorio para todas las generaciones’ (Éxodo 3:15). Y en el Nuevo Testamento, en Hechos, capítulo 4, versículo 12, dice: ‘Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos’. ‘Cualquier otro’ se refiere a cualquiera que no sea Jesús. Entonces, ¿cuál es el único nombre de Dios: Jehová o Jesús? Al principio, el nombre de Dios era Jehová, pero después fue Jesús. Entonces, ¿no cambió el nombre de Dios? Y cuando el Señor Jesús regrese en los últimos días, Su nombre experimentará un cambio similar. Leamos esta profecía en el Apocalipsis y así entenderemos. El Apocalipsis, capítulo 3, versículo 12, dice: ‘Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo’. Profetiza claramente que cuando Dios regrese en los últimos días, tendrá un nuevo nombre. ¿Podría este nombre nuevo seguir siendo ‘Jesús’? ¿Cómo podría ser un nombre nuevo si se le sigue llamando ‘Jesús’?” Sentí que estas palabras eran muy razonables y que coincidían con la Biblia. Lo que predicaban no se apartaba de la Biblia. Había leído estos versículos muchas veces, ¿cómo no lo había comprendido? Jehová era el nombre de Dios en la Era de la Ley. Jesús era el nombre de Dios en la Era de la Gracia. Tanto Jehová como Jesús eran los nombres de Dios. Se les llamó con distintos nombres en épocas diferentes. Sus nombres en esas dos épocas fueron diferentes. Cuando antes afirmé que el nombre de Dios era inmutable, eso no coincidía con los hechos. El Apocalipsis dice que el Señor tendrá un “nombre nuevo”. Resulta que este “nombre nuevo” no se refiere al Señor Jesús.
En la respuesta a esta pregunta, el panfleto del evangelio también citaba las palabras de Dios Todopoderoso: “En cada era, Dios hace nueva obra y se le llama por un nuevo nombre; ¿cómo podría hacer Él la misma obra en diferentes eras? ¿Cómo podría aferrarse a lo antiguo? El nombre de Jesús se adoptó para la obra de redención, entonces ¿se le seguiría llamando por el mismo nombre cuando vuelva en los últimos días? ¿Seguiría haciendo Él la obra de redención? ¿Por qué son Jehová y Jesús uno, pero se les llama por nombres diferentes en eras diferentes? ¿Acaso no es porque las eras de Su obra son distintas? ¿Podría un solo nombre representar a Dios en Su totalidad? Siendo esto así, se debe llamar a Dios por un nombre diferente en una era diferente y Él debe usar el nombre para cambiar la era y representarla. Porque ningún nombre puede representar totalmente a Dios mismo y cada nombre sólo puede representar el aspecto temporal del carácter de Dios en una era dada; todo lo que necesita hacer es representar Su obra” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)). “‘Jehová’ es el nombre que adopté durante Mi obra en Israel y significa el Dios de los israelitas (el pueblo escogido de Dios) que puede tener compasión del hombre, maldecirlo y guiar su vida; el Dios que posee gran poder y está lleno de sabiduría. ‘Jesús’ es Emanuel, que significa la ofrenda por el pecado que está llena de amor, de compasión y que redime al hombre. Él hizo la obra de la Era de la Gracia y la representa, y solo puede representar una parte de la obra del plan de gestión. […] El nombre de Jesús vino de la Era de la Gracia y surgió debido a la obra de redención en la Era de la Gracia. El nombre de Jesús llegó a existir para permitir que las personas de la Era de la Gracia renacieran y fueran salvadas, y es un nombre particular para la redención de toda la humanidad. Así, el nombre de Jesús representa la obra de la redención y denota la Era de la Gracia. El nombre de Jehová es un nombre particular para el pueblo de Israel que vivía bajo la ley. En cada era y etapa de la obra, Mi nombre no carece de fundamento, sino que tiene un sentido representativo: cada nombre representa una era. ‘Jehová’ representa la Era de la Ley y es el título honorífico por el que el pueblo de Israel llamaba al Dios al que adoraban. ‘Jesús’ representa la Era de la Gracia y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia. Si el hombre sigue anhelando la llegada de Jesús el Salvador durante los últimos días, y sigue esperando que llegue con la imagen con la que apareció en Judea, entonces todo el plan de gestión de seis mil años se habría detenido en la Era de la Redención y no podría haber progresado más. Además, los últimos días nunca llegarían y la era nunca acabaría” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”). Tras leer esto, entendí de algún modo que la obra de Dios siempre avanza y que el nombre de Dios cambia junto con Su obra. Dios realiza una obra diferente en cada época y adopta nombres distintos. Con Su nombre, Él cambia la era, y Su nombre representa la era. A Dios se le llama con diferentes nombres en épocas distintas para representar las distintas actitudes que Él expresa en cada época. En la Era de la Ley, Dios proclamó la ley para guiar a los israelíes en sus vidas en la tierra. Y el nombre Jehová representa el carácter de majestad, ira y misericordia de Dios, e incluso Su maldición hacia las personas. En la Era de la Gracia, Dios se encarnó como el Señor Jesús. Fue crucificado y se convirtió en la ofrenda por el pecado de la humanidad. El nombre Jesús representaba el carácter misericordioso y amoroso de Dios. Entendí que el nombre que toma Dios en cada época tiene un significado. Sin embargo, yo había afirmado que Su obra y Su nombre no podían cambiar jamás. ¿No había emitido un veredicto sobre Dios?
Luego leí otro pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso, y mi corazón se iluminó aún más. Dios Todopoderoso dice: “Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador con amor y aprecio. Hoy, sin embargo, ya no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; Yo soy el Dios que ha regresado en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que surge del extremo de la tierra, repleto de todo Mi carácter y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca se han relacionado conmigo, nunca me han conocido y siempre han sido ignorantes de Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una sola persona me ha visto. Este es el Dios que se le aparece al hombre en los últimos días, pero que está oculto entre los hombres. Él mora entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y la llama abrasadora, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no será juzgada por Mis palabras y ni una sola persona o cosa que no será purificada por el fuego ardiente. Finalmente, todas las naciones serán bendecidas debido a Mis palabras y también serán hechas pedazos debido a ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que Yo soy el Salvador que ha regresado, y que Yo soy el Dios Todopoderoso que conquista a toda la humanidad. Y todos verán que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero que en los últimos días también me convierto en las llamas del sol que incineran todas las cosas, así como el Sol de la justicia que revela todas las cosas. Esta es Mi obra en los últimos días. Tomé este nombre y soy poseedor de este carácter para que todas las personas puedan ver que Yo soy un Dios justo, el sol ardiente, la llama abrasadora, y que todos puedan adorarme, al único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy solo el Dios de los israelitas ni soy solo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas en todos los cielos, la tierra y los mares” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”). Sentí que estas palabras tenían tanta autoridad que provenían de Dios. También entendí que Jehová, Mesías, Jesús y Dios Todopoderoso eran todos nombres de Dios. Todos ellos son un solo Dios, y Dios Todopoderoso es el nombre de Dios en los últimos días. Esto cumple lo que dice la Biblia: “Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios— el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8). Me sentí tan mal cuando pensé esto. Los fariseos de antaño se aferraban a las palabras de la Biblia, pensando que alguien que no se llamara Mesías no podía ser Dios. Crucificaron al Señor Jesús y Dios los castigó. ¿No era yo igual que los fariseos? Me aferraba a las palabras de la Biblia y vivía en mis nociones y figuraciones, y pensaba que si Dios no se llamaba Jesús, entonces no era Dios. En cuanto a recibir al Señor, no estaba buscando ni investigando, sino que me aferraba con testarudez a mis nociones y figuraciones. Creía que estaba defendiendo el nombre del Señor y apoyando Su camino, sin darme cuenta de que estaba resistiendo la obra nueva de Dios. Sentí tal remordimiento que lloré.
Me apresuré a leer más y vi que en el panfleto del evangelio decía: “Mucha gente tiene esta noción. Creen que la Biblia dice claramente que todos los que predican algo diferente de ellos serán malditos, y que lo que predica el Relámpago Oriental es diferente de lo que ellos predican, que es un evangelio distinto, y por eso no se atreven a aceptarlo”. Yo también estaba confundida acerca de esto. El libro decía: “El Apóstol Pablo escribió la Epístola a los Gálatas hacia el año 60 d. C., dirigida a la iglesia de Galacia. En aquel momento, el evangelio del Señor Jesús se había expandido de manera espectacular, y mucha gente en Galacia también aceptó la obra nueva del Señor Jesús y estableció iglesias. Fue el período en que la Era de la Ley daba paso a la Era de la Gracia, y había dos grupos de predicadores entre los judíos de esa época: un grupo predicaba la obra antigua de la Era de la Ley, instando a las personas a cumplir con las leyes de Jehová, es decir, a circuncidarse, guardar el Sabbat, asistir al templo, entre otras cosas. El otro grupo, liderado por los 12 discípulos de Jesús, predicaba la nueva obra de la Era de la Gracia. Animaba a las personas a creer en el Señor Jesús y ser salvas, a seguir Sus enseñanzas, es decir, confesar, arrepentirse, ser bautizadas, partir el pan, amarse los unos a los otros, ser tolerantes y pacientes, entre otras cosas. Los fariseos que se aferraban a la ley del Antiguo Testamento afirmaban que el evangelio que predicaban los discípulos de Jesús era diferente del que ellos predicaban, que el camino de Jesús iba más allá de la Biblia y que Él había abandonado la ley. Condenaron la obra nueva de Jesús y perturbaron a los que habían aceptado la salvación de la crucifixión de Jesús. Dijeron que creer en Jesús no podía salvar a las personas, ya que iba en contra de las enseñanzas de Jehová, que debían seguir manteniendo el Sabbat, ser circuncidados y así sucesivamente. Pero los gálatas no tenían discernimiento en ese momento y se apartaron del evangelio de Jesús que predicaba Pablo para seguir a los judíos que predicaban la ley del Antiguo Testamento. Cuando Pablo supo que los hermanos y hermanas de la iglesia de Galacia habían rechazado el evangelio del Señor Jesús y regresado al templo, escribió a la iglesia de Galacia y les dijo: ‘Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, solo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo’ (Gálatas 1:6-7). Escribió esto para exhortar a los gálatas a volver al camino verdadero. Todos sabemos que los fariseos se aferraron a la ley, condenaron al Señor Jesús y quedaron descartados de la nueva obra del Espíritu Santo, y al final fueron castigados y maldecidos por Dios. Entonces, ¿cómo deberíamos abordar la nueva obra de Dios hoy en día?”. Solo después de leer esta enseñanza me di cuenta de que no había entendido la Biblia. Sin saber por qué Pablo había dicho lo que dijo, lo había interpretado a mi manera, según mis propias nociones y figuraciones. El “otro evangelio” mencionado por Pablo se refería a aquellos que predicaban el evangelio de Jehová durante la Era de la Ley para hacer que las personas cumplieran con la ley del Antiguo Testamento, y no se refería a quienes predican el evangelio del reino. Esto se debe a que Dios aún no había realizado Su obra de los últimos días cuando Pablo escribió esta epístola, y nadie estaba predicando el evangelio de Dios de los últimos días. Consideré que aquellos que predicaban el evangelio del reino estaban predicando otro evangelio. Estaba totalmente atolondrado y entendía las Escrituras de forma distorsionada. ¡Me sentía tan ciega, pobre y patética! ¡Realmente me sentía avergonzada! Anteriormente había dicho desvergonzadamente que quería traer de vuelta a la iglesia el rebaño que el Relámpago Oriental había robado. Solo ahora entendía que no los habían desorientado. Habían visto que las palabras de Dios Todopoderoso son la verdad, habían confirmado que son la voz de Dios, y por eso empezaron a seguir a Dios Todopoderoso. No era de extrañar que su fe fuera tan fuerte después de aceptar al Relámpago Oriental, que ni aunque los arrastraran habrían vuelto. Resultó que habían recibido al Señor. Creía que al leer más la Biblia, podría recuperar las buenas ovejas que el Relámpago Oriental había robado. Nunca imaginé que Dios utilizaría esta situación especial para revivir mi corazón insensible e intransigente. ¡Me emocioné mucho!
Comencé a leer ávidamente las palabras de Dios, y leí esto: “Después de la obra de Jehová, Jesús se encarnó para llevar a cabo Su obra entre los hombres. Su obra no se llevó a cabo de forma aislada, sino que fue construida sobre la de Jehová. Era una obra para una nueva era que Dios realizó después de que pusiera fin a la Era de la Ley. De forma similar, después de que terminara la obra de Jesús, Dios continuó Su obra para la siguiente era, porque toda Su gestión siempre avanza. Cuando pase la era antigua, será sustituida por una nueva, y una vez que la antigua obra se haya completado, habrá una nueva obra que continuará la gestión de Dios. Esta encarnación es la segunda encarnación de Dios, la cual sigue a la obra de Jesús. Por supuesto, esta encarnación no ocurre de forma independiente; es la tercera etapa después de la Era de la Ley y la Era de la Gracia. Cada vez que Dios inicia una nueva etapa de la obra, siempre debe haber un nuevo comienzo y siempre debe traer una nueva era. Así pues, también hay cambios correspondientes en el carácter de Dios, en Su forma de obrar, en el lugar de Su obra y en Su nombre. No es de extrañar, por tanto, que al hombre le resulte difícil aceptar la obra de Dios en la nueva era. Pero independientemente de cómo se le oponga el hombre, Dios siempre está realizando Su obra, y guiando a toda la humanidad hacia adelante. Cuando Jesús vino al mundo del hombre inició la Era de la Gracia y terminó la Era de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, con esta encarnación, finalizó la Era de la Gracia e inauguró la Era del Reino. Todos aquellos que sean capaces de aceptar la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y, además, serán capaces de aceptar personalmente la guía de Dios. Aunque Jesús vino entre los hombres e hizo mucha obra, solo completó la obra de redimir a toda la humanidad y sirvió como ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no solo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y, así, una vez que el hombre fue perdonado por sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a un reino más elevado. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Cuanto más leía las palabras de Dios Todopoderoso, más se iluminaba mi corazón. Entendí que la obra de Dios y Su nombre no son inmutables. La obra de Dios sigue avanzando, y la obra de cada época se construye sobre la obra de la época anterior. Dado que la obra de Dios es diferente en cada época, también lo son Su nombre y el carácter que expresa. Si fuera como yo creía, que el nombre y la obra de Dios nunca cambian, entonces Dios siempre se llamaría Jehová y no habría cambiado a Jesús. La obra de Dios no habría avanzado, sino que se habría detenido en la Era de la Ley. En ese caso, el hombre no habría sido redimido por Dios, sino que habría muerto bajo la ley. Si solo conservaba el nombre de Jesús y no aceptaba la obra nueva y el nuevo nombre de Dios en los últimos días, nunca podría recibir el regreso del Señor. Al final, habría caído en los desastres, llorando y rechinando los dientes, porque habría perdido la obra de Dios en los últimos días.
Seguí leyendo las palabras de Dios Todopoderoso: “Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que solo una de cada diez mil de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y entonces deberías seguir buscando en esa diezmilésima parte de esas palabras. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con este poco de corazón temeroso de Dios que posees, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra). Las palabras de Dios Todopoderoso me llegaron directamente al corazón: este era el estado en el que me encontraba. Mucho de lo que mi esposo había compartido conmigo coincidía con la Biblia, pero yo era demasiado engreída e ignorante, y carecía por completo de un corazón temeroso de Dios. Con mi escaso conocimiento de la Biblia, emitía mi veredicto sobre la obra de Dios e incluso pretendía encontrar más fundamentos en ella para negar Su nuevo nombre y nueva obra. ¡Era tan terca y mi forma de pensar estaba tan distorsionada! Quería desprenderme de mis nociones, seguir buscando e investigando, confesarme y arrepentirme ante Dios. Siempre había rechazado escuchar a mi esposo compartir conmigo la obra de Dios en los últimos días, pero ahora tenía un gran deseo de escuchar al respecto. Sin embargo, mi esposo estaba fuera predicando el evangelio y no sabía cuándo regresaría. Así, cada día abría la puerta de mi casa y esperaba a los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Deseaba que alguna hermana viniera a compartir conmigo.
Una mañana, acababa de desayunar cuando oí que alguien me llamaba. Cuando vi que eran hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso, me emocioné de verdad. Con alegría, las invité a pasar. Una de ellas abrió La Palabra manifestada en carne. El título dentro del libro decía “Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios”. La hermana leyó en voz alta mientras yo escuchaba con avidez. Dios Todopoderoso dice: “Las tres etapas de la obra están en el núcleo de la totalidad de la gestión de Dios, y en ellas se expresan el carácter de Dios y lo que Él es. Aquellos que no conocen las tres etapas de la obra de Dios son incapaces de entender cómo Él expresa Su carácter y tampoco conocen la sabiduría de Su obra. También siguen ignorando las muchas formas en las que Él salva a la humanidad, así como Sus intenciones para toda ella. Las tres etapas de la obra son la expresión plena de la obra de salvación de la humanidad. Aquellos que no conocen las tres etapas de la obra ignorarán los diversos métodos y principios de la obra del Espíritu Santo y aquellos que solo se ciñen rígidamente a los preceptos que quedan de cierta etapa de la obra son personas que limitan a Dios a los preceptos, y cuya creencia en Él es vaga e incierta. Tales personas nunca recibirán Su salvación. Solo las tres etapas de la obra de Dios pueden expresar plenamente la totalidad de Su carácter y expresan por completo Su intención de salvar a toda la humanidad, así como la totalidad del proceso de salvación de la misma. Esto demuestra que Él ha derrotado a Satanás y ha ganado a la humanidad; es una prueba de Su victoria y la expresión de todo Su carácter. Los que solo entienden una etapa de las tres que componen la obra de Dios solo conocen parte de Su carácter. En las nociones del hombre, es fácil que esta única etapa de la obra pase a ser doctrina y es probable que el hombre establezca reglas fijas relativas a Dios y use esta sola parte de Su carácter como una representación de todo Su carácter. Además, gran parte de la imaginación del hombre está mezclada en su interior, de forma que el hombre limita rigurosamente el carácter, el ser y la sabiduría de Dios, así como los principios de Su obra, dentro de parámetros limitados, creyendo que si Él fue así una vez, permanecerá igual para siempre y nunca cambiará. Solo aquellos que conocen y aprecian las tres etapas de la obra pueden conocer a Dios de forma plena y precisa. Como mínimo, no le definirán como el Dios de los israelitas o de los judíos ni lo verán como un Dios que siempre estará clavado en la cruz por causa del hombre. Si solo se llega a conocer a Dios a partir de una etapa de Su obra, el conocimiento es demasiado, demasiado pequeño y no es más que una gota en el océano. Si no, ¿por qué clavarían a Dios vivo en la cruz muchos de la vieja guardia religiosa? ¿Acaso no es porque el hombre lo confina dentro de ciertos parámetros? ¿Acaso no se oponen muchos a Dios y obstruyen la obra del Espíritu Santo, porque no conocen la obra variada y diversa de Dios, y, además, porque no poseen sino una pizca de conocimiento y doctrina con los que medir la obra del Espíritu Santo? Aunque las experiencias de tales personas son superficiales, ellas son arrogantes y permisivas en su naturaleza y consideran la obra del Espíritu Santo con desprecio, ignoran Sus disciplinas y, además, usan sus viejos argumentos triviales para ‘confirmar’ la obra del Espíritu Santo. También hacen una escena y están plenamente convencidas de su propio conocimiento y erudición, y de que son capaces de recorrer todo el mundo. ¿No son tales personas las que el Espíritu Santo desdeña, y no serán descartadas antes de la nueva era? ¿No son los que vienen delante de Dios y se oponen abiertamente a Él, villanos ignorantes y mal informados, que simplemente intentan demostrar lo brillantes que son? Con tan solo un ínfimo conocimiento de la Biblia, tratan de descontrolar la ‘academia’ del mundo; con tan solo una doctrina superficial que enseñar a las personas, intentan revertir la obra del Espíritu Santo, y tratan de hacerla girar alrededor de su propio proceso de pensamiento. Aun siendo tan cortos de miras, intentan observar con una sola mirada 6000 años de obra de Dios. ¡Estas personas no tienen ningún razonamiento que valga la pena mencionar! De hecho, cuanto mayor es el conocimiento de Dios por parte de las personas, más tardan en juzgar Su obra. Además, solo hablan un poco de su conocimiento de la obra de Dios hoy, pero no son imprudentes en sus juicios. Cuanto menos conocen a Dios las personas, más soberbias y arrogantes son, y con mayor desenfreno proclaman el ser de Dios, pero solo hablan de teorías y no ofrecen evidencias reales. Tales personas no tienen ningún valor en absoluto” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios). Al escuchar esas palabras de Dios, sentí que Dios realmente había penetrado en mi corazón y expuesto mis nociones de manera muy clara. Solo conocía una de las tres etapas de la obra de Dios y me aferraba a las palabras de la Biblia que quedaban de esa etapa. Limitaba a Dios a preceptos y creía que Su nombre era Jesús y que nunca podría cambiar. También afirmaba que aceptar la obra de Dios Todopoderoso era traicionar al Señor Jesús y cometer apostasía. Me di cuenta de que no sabía nada sobre la obra de Dios y que mi fe en Él era muy vaga. Las tres etapas de la obra son la expresión completa de la obra de Dios para salvar a la humanidad. Al conocer solo una de las tres etapas de la obra, solo entendía una parte del carácter de Dios, y aun así limité el carácter, el ser de Dios, Su sabiduría y Su obra a este marco tan reducido, convencida de que si Dios fue así en algún momento, entonces debía serlo siempre. Tenía una visión limitada y no conocía a Dios, pero aun así emití un veredicto sobre Su nombre y Su obra. ¡Qué arrogante fui!
Después, seguí leyendo las palabras de Dios Todopoderoso y me convencí de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado, así que me uní a la Iglesia de Dios Todopoderoso y comencé a reunirme con los hermanos y hermanas para leer Sus palabras. Me siento tan provista. Gracias a Dios por mostrarme Su misericordia y bondad, para que así pudiera aceptar de manera milagrosa la salvación de Dios en los últimos días y dar la bienvenida a la aparición del Señor.