Palabras sobre otros temas

Fragmento 79

¿Cuáles son vuestras impresiones después de cantar el himno “Aquel que tiene la soberanía sobre todas las cosas”? ¿Se os ocurren algunas ideas? Todos han atravesado en la vida muchas dificultades, pero en realidad no conocen el motivo, y nadie considera en profundidad cuál es la raíz de estas dificultades, si vale la pena o si está bien que las personas vivan de esta forma. Cuando las personas son jóvenes, siempre quieren tener ropa bonita para ponerse y cosas ricas para comer, y sienten que esta es la manera de ser felices. Cuando crecen, empiezan a darse cuenta de que necesitan esforzarse en sus estudios para destacarse entre la multitud y disfrutar de una buena vida. Al llegar a la vida adulta, empiezan a querer ganar mucho dinero, alcanzar la fama y el beneficio y lograr poder e influencia. Quieren estar por encima de los demás. Siempre intentan obtener un puesto en el Gobierno y ganarse el respeto y la admiración de la gente. Cuando tienen hijos, esperan que sus descendientes triunfen sin parar durante generaciones y continúen prosperando y progresando. ¿Cuál es el propósito detrás de todos estos pasos que siguen las personas? ¿Por qué piensan de esta forma? ¿Por qué todas viven de esta manera? Viven sin tener una senda. ¿Por qué digo que no tienen una senda? Porque no saben de dónde vienen ni adónde van, y no tienen idea de lo que se supone que tienen que hacer en esta vida, cómo deberían vivir o cómo recorrer la senda de sus vidas. No conocen estas cosas. Entonces, ¿por qué las personas pueden perseguir sin descanso la fama, el beneficio y una vida feliz hasta la muerte sin mirar atrás? Porque están corruptas por Satanás y han desarrollado un modo de pensar y una manera de ver la vida que son equivocados. Creen que vivir así es correcto, y para ellas es adecuado y aceptable perseguir la fama y el beneficio. Piensan que ganar fama y beneficio es la felicidad en sí misma y viven de acuerdo con estas creencias. Por eso, las personas corren por la senda de perseguir fama y beneficio, y el resultado es que nunca encuentran la felicidad, incluso hasta la muerte. Todos viven de esta manera. No hay otra senda que tomar en este mundo. Todos quieren ganar dinero y disfrutar de una buena vida. La vida es difícil sin dinero, y con él pueden hacerse muchas cosas, por lo que todos quieren ganar más. Cuando sus vidas se vuelven prósperas, quieren aferrarse a su riqueza y desean que sus hijos sigan con su legado, y nadie entiende que vivir de esta manera es algo vacío. Todos dejan este mundo con arrepentimientos, preguntas sin responder y una sensación de reticencia. Las personas pasan por esta vida en la pobreza y la riqueza, y sus vidas son largas y cortas. Algunas son gente común, mientras que otras son funcionarios de alto rango y personajes importantes. Hay personas de todos los niveles de la sociedad, pero todas viven básicamente de la misma forma: compiten por la fama y el beneficio de acuerdo con sus deseos, ambiciones y actitudes satánicas, y no descansan en paz si no logran estos objetivos. En vista de estas circunstancias, las personas pueden plantearse: “¿Por qué la gente vive de esta forma? ¿No hay otra senda que tomar? ¿De verdad viven únicamente para comer y beber bien todo el tiempo hasta morir? ¿Adónde van entonces? ¿Por qué tantas generaciones han vivido del mismo modo? ¿Cuál es la raíz de todo esto?”. Los seres humanos no saben de dónde vienen, cuál es su misión en la vida ni quién está a cargo y tiene la soberanía sobre todo esto. Pasa una generación tras otra, y cada una de ellas vive y luego muere de la misma manera. Todas vienen y van de la misma manera, y ninguna encuentra la vía o la senda verdadera para vivir. Ninguna busca la verdad en esto. Desde la antigüedad hasta ahora, todos han vivido igual. Todos buscan y esperan, deseando ver cómo será la humanidad sin que nadie sepa o llegue a verla. A fin de cuentas, las personas simplemente no saben quién es Aquel que gobierna y tiene la soberanía sobre todo esto o si acaso Él siquiera existe. No saben cuál es la respuesta a esto, y lo único que pueden hacer es vivir inútilmente, anhelando cosas año tras año y aguantando cada día hasta ahora. Si supieran cuál era el porqué de todo esto, ¿les daría eso una senda que seguir en la vida? ¿Serían capaces de escapar de este sufrimiento y de no tener que continuar viviendo de acuerdo con los deseos y las esperanzas humanos? Cuando la gente entienda por qué vive, por qué muere y quién está a cargo de este mundo; cuando llegue a comprender la respuesta de que Aquel que tiene la soberanía sobre todas las cosas es el Creador, entonces tendrá una senda que seguir. Las personas sabrán que deberían buscar la verdad en las palabras de Dios para encontrar un camino hacia adelante y que no necesitan vivir en semejante sufrimiento, dependiendo de deseos y esperanzas. Si descubren el motivo por el que viven y mueren, ¿no habrá una solución a todas las miserias y dificultades humanas? ¿Acaso esto no ofrecerá una liberación a las personas? Habrán encontrado verdaderamente la liberación y serán totalmente libres.

¿Acerca de qué deberíais reflexionar en vuestros corazones después de escuchar la canción “Aquel que tiene la soberanía sobre todas las cosas”? Si el género humano supiera por qué vive y muere y quién es en realidad el Soberano de este mundo y de todas las cosas y Aquel que reina sobre todo, dónde está Él exactamente y lo que Él requiere al hombre; si el género humano pudiese entender estas cosas, las personas sabrían cómo tratar al Creador y cómo alabarlo y someterse a Él, obtendrían apoyo en sus corazones, sentirían paz, serían felices y dejarían de sufrir semejante tormento y dolor. En el análisis final, deben entender la verdad. La senda que eligen en la vida es fundamental, y la manera en que viven también es importante. Cómo vive uno y la senda por la que uno camina es lo que determina que su vida sea dichosa o triste. La gente debería entenderlo. Cuando las personas escuchan este himno, puede que se despierte en sus corazones un sentimiento muy profundo: “Las vidas de todo el género humano siguen este tipo de tendencia; la gente de la antigüedad no fue una excepción y la gente actual es igual que entonces. La gente actual no ha cambiado. Entonces, ¿hay un Soberano entre los hombres, un Dios legendario que está a cargo de todo? Si el género humano puede encontrar a Dios, Aquel que está a cargo de todo, ¿no será capaz de sentir felicidad? Ahora encontrar la raíz del género humano es la clave. ¿Dónde está esta raíz? Una vez que encuentre esta raíz, el género humano puede vivir en otro tipo de mundo. Si la gente no puede encontrarla y continúa viviendo el mismo tipo de vidas de siempre, ¿podrá alcanzar la felicidad?”. Si la gente no cree en Dios, incluso sabiendo que el género humano es profundamente corrupto, ¿qué hará, entonces? ¿Puede resolver el problema real de la corrupción? ¿Conoce la senda que conduce a la salvación? Aunque quieras cambiar para mejor y vivir como un ser humano, ¿eres capaz de hacerlo? ¡No hay senda que pueda seguirse para lograrlo! Algunas personas, por ejemplo, viven para sus hijos. Tal vez afirmes que no quieres hacer lo mismo, pero ¿acaso puedes lograrlo? Algunas personas se apresuran y se esmeran para obtener riqueza, fama y beneficio. Tal vez afirmes que no tienes apuro en conseguir estas cosas, pero ¿eres realmente capaz de lograrlo? Sin saberlo, ya has emprendido esta senda y, aunque quieras cambiar de forma de vida, no puedes hacerlo. ¡La forma en la que vives en este mundo está más allá de tu control! ¿Cuál es la raíz de esto? Es que las personas no creen en el Dios verdadero y no han ganado la verdad. ¿Qué es lo que sustenta el espíritu del hombre? ¿Dónde buscan apoyo espiritual? Lo buscan en la unión de la familia; la dicha matrimonial; el disfrute de las cosas materiales; la riqueza, la fama y el beneficio; su posición, sus sentimientos y sus profesiones; así como la felicidad de la próxima generación. ¿Hay alguien que no busque estas cosas para encontrar el apoyo espiritual? Quienes tienen hijos lo encuentran en sus hijos; quienes no tienen hijos lo encuentran en sus profesiones, en el matrimonio, en su posición social y en la fama y el beneficio. Las maneras de vivir que así se crean son, en consecuencia, las mismas; quedan sujetos al control y el poder de Satanás y, a pesar de sí mismos, todos se apresuran y se esmeran por la fama, el beneficio, sus expectativas, sus profesiones, sus matrimonios, sus familias, o por la próxima generación, o por placeres físicos. ¿Es esta la senda correcta? Por mucho que se esmeren las personas por el mundo, por muchos logros profesionales que hayan obtenido, por muy felices que sean sus familias, por muy grande que sea su familia, por muy prestigiosa que sea su condición social, ¿pueden seguir la senda correcta de la vida humana? Al perseguir la fama y el beneficio, el mundo, o al dedicarse a sus profesiones, ¿pueden ver que Dios creó todas las cosas y tiene la soberanía sobre el destino del género humano? Esto no es posible. Si las personas no reconocen que Dios tiene la soberanía sobre el destino del género humano, sin importar su búsqueda o senda en particular, la senda por la que caminan es equivocada. No es la senda correcta, sino la senda equivocada, la senda del mal. No importa si has encontrado o no satisfacción en tu apoyo espiritual, y tampoco es importante dónde encuentras ese apoyo: la fe genuina no es eso y tampoco es la senda correcta de la vida humana. ¿Qué es tener fe genuina? Es aceptar la apariencia y la obra de Dios, y aceptar toda la verdad que Dios ha expresado. Esta verdad es la senda correcta para la vida humana, así como la verdad y la vida que la gente debería seguir. Caminar por la senda correcta de la vida es seguir a Dios y, bajo la guía de Sus palabras, poder comprender la verdad, distinguir el bien del mal, saber qué es positivo y qué es negativo y entender Su soberanía y omnipotencia. Cuando las personas verdaderamente entienden en sus corazones que Dios no solo creó los cielos y la tierra y todas las cosas, sino que también es el Soberano del universo y de todo, pueden obedecer todas Sus instrumentaciones y disposiciones, vivir de acuerdo con Sus palabras, temer a Dios y evitar el mal. Caminar por la senda correcta para la vida humana es precisamente esto. Al seguir la senda correcta en la vida, las personas pueden entender por qué la gente vive y cómo debería hacerlo para permanecer en la luz y recibir la bendición y la aprobación de Dios.

¿Para qué vivís ahora? ¿Comprendéis? (Vivimos para completar las misiones y encomiendas de Dios y para cumplir bien el deber de los seres creados). Si quieres cumplir bien el deber de un ser creado y completar la encomienda de Dios, esto es un deseo subjetivo tuyo y la senda de vida que has elegido, y es correcto. Pero hay algo que debes saber: la gente vive en este mundo, y Dios es quien lo organiza. Cada persona viene al mundo con una misión. No llega por azar; Dios todo lo gobierna, organiza e instrumenta sin el menor error. Cuando todos llegan al mundo, todo lo que aprenden o hacen es para desempeñar un papel en él. ¿Cuál es este papel? Que deben completar una tarea en este mundo; deben hacer ciertas cosas. Por ejemplo, dos personas contraen matrimonio y tienen un hijo, y los tres forman una familia completa. En esta familia, la esposa vive para cumplir con su misión, que es cuidar a su hijo y a su esposo, ocupándose de la familia. ¿Para qué vive el hijo, entonces? ¿Qué papel desempeña? Como heredero de la familia, da continuidad a su linaje. Es la próxima generación de esta familia, que ahora está completa gracias a que ha llegado este hijo, y este es el primer papel que desempeña. Ya sea un hijo o una hija, tiene su propia misión. En lo que respecta a su destino futuro, ¿qué credenciales académicas, habilidades o profesión tendrá una vez que llegue a adulto, cuándo creerá en Dios y qué deber llevará a cabo más adelante? ¿Acaso no es Dios quien planifica y organiza todos estos pasos? (Así es). ¿Tienen el poder de elegir? (No lo tienen). Desde el momento en que alguien nace en una familia, no hay un solo paso de su destino que sea su propia elección, y Dios todo lo organiza. Dios todo lo organiza, y hay verdad en este hecho. Esto atañe a para qué vive la gente. Por ejemplo, si estudias música y tienes las condiciones y el entorno familiar para hacerlo, ¿acaso estudiar música es algo que has elegido? (No lo es). Naciste en este entorno, aprendiste una habilidad profesional gracias al apoyo de este entorno y lograste esta misión. ¿Qué te permitió lograrla? Fue porque Dios así lo ordenó, no porque tú lo eligieras. ¿No se logró gracias a la instrumentación de Dios? ¿Quién decidió que cumplas tu deber y que apliques lo que sabes y has aprendido para ello? (Dios). Lo decidió Dios, no tú. Si hablamos de manera objetiva, ¿para qué vives ahora? (Vivimos para Dios). En realidad, es lo mismo para cada persona. Todos están vivos por la soberanía y organización de Dios, se den cuenta o no de ello y sean conscientes o no de ello. Las personas son como las fichas de un juego. Donde quiera que Dios te coloque, sea lo que sea que te haga hacer y por mucho tiempo que Él te haga permanecer en cualquier lugar, todo se encuentra bajo Su instrumentación. Por lo que respecta a la instrumentación de Dios, en realidad, toda la gente vive a efectos de Su soberanía y organización y por Su gestión, y no controla nada. No importa lo capaz o talentoso que seas, no puedes ir más allá del destino que Dios ha ordenado para ti. Nadie puede vivir más allá de estos límites ni escapar al destino y la vida que el Creador ha establecido y organizado para ellos. Todas estas son cuestiones sobre las que la gente, en realidad, no tiene idea alguna, y hasta ahora han estado sucediendo sin que lo sepan y más allá de su voluntad, bajo la instrumentación y la soberanía de Dios. Visto de manera objetiva, ¿qué es lo que han entendido las personas? (Su vida y muerte no dependen de ellas, sino de la soberanía e instrumentación de Dios). (No deberían intentar estar a cargo de su propio destino, y deberían someterse a la soberanía y organización de Dios). Progresarás si logras verlo de esta manera. ¿Qué verdades deberías entender para ser capaz de someterte a Dios? Sin importar en qué tipo de familia vivas y cómo sean las cosas como tu aptitud, tu intelecto y tus pensamientos; tu destino y todo lo que tiene que ver contigo se encuentran bajo la instrumentación de Dios. No tienes ni voz ni voto al respecto. Esta es la senda que la gente debe elegir: entender cómo Dios ha organizado todo lo que a ti respecta, cómo Él es quien lo guía, cómo Él es quien lo guiará en el futuro, intentando entender la voluntad y la intención de Dios, y luego viviendo el curso del destino que el Creador gobierna e instrumenta. No se trata de competir, agarrar o apoderarse de las cosas. No se trata de escrutar o resistirse a la voluntad del Creador; no se trata de escrutar u oponerse a todo lo que Dios ha organizado para ti. ¿No hace esto que vivas de manera correcta y adecuada? Esto pone fin a dudas como: “¿por qué viven las personas, y por qué mueren?” o el dolor de que “los que están vivos repiten la misma trágica historia de los que han perecido”. Las personas sienten que en realidad no hay dificultad alguna en vivir esta vida, y han encontrado la fuente de la vida. Entienden de qué se trata el destino, saben cómo la gente debe someterse a lo que el Creador dispone y no se resisten. Esta es una manera de vivir con sentido. Las personas ya no dependen de sus figuraciones ni de su propia fortaleza para luchar y pelear por la felicidad. Saben que todo eso no es más que tontería y tozudez, y no lo hacen más. Han aprendido a someterse a la soberanía y organización del Creador, ¡y cuánto sufrimiento han evitado gracias a esto! Entonces, ¿estáis viviendo de esta manera ahora? ¿Sentís que estáis viviendo de una manera que no es justa y que nadie aprecia? Sabéis que Dios es quien organiza y os otorga vuestros talentos y vuestro deber, pero aún os parece que no es justo y que este deber no os permite lograr vuestras ambiciones. En realidad, vuestras metas son de una naturaleza más grandiosa, pero este ámbito en particular en el que estáis cumpliendo vuestro deber no os permite lograrlas de verdad. ¿Pensáis de esa manera? (No). No tenéis ambiciones ni deseos, no tenéis requisitos extravagantes, habéis dejado a un lado todo aquello que debíais, y lo único que os falta es entender la verdad para resolver vuestras actitudes corruptas. Esto hace que la senda que deben recorrer las personas y la dirección en la que deben avanzar sean cada vez más claras. Ya no es necesario que se hagan preguntas como: “¿Por qué viven las personas? ¿Y por qué mueren? ¿Quién es Aquel que todo lo gobierna?”. Más allá de lo que persigas o de cuáles sean tus deseos, solo si regresas ante la presencia del Creador, llevas a cabo obedientemente lo que debes hacer y cumples bien y completas tu deber, puedes vivir de una manera que te aporte una clara consciencia y que sea correcta y adecuada. No implica sufrimiento alguno. Este es el significado y el valor de vivir.

Fragmento 80

Todo el mundo reconoce que Dios rige el destino de los hombres y que la vida entera de una persona está en manos de Dios, pero si pudieras experimentar de veras cómo todo gran acontecimiento en cualquier momento y período de la vida de una persona está dispuesto según el mandato de Dios y no conforme a sus propios planes y arreglos, si pudieras ver que las personas no son capaces de superar su propio destino ni cualquier sufrimiento al que deben enfrentarse; si eres capaz de experimentar estas cosas, eso es tener fe verdadera. Esto hace que sea mucho más real cuando dices “Dios rige el destino de los hombres, y todo está en Sus manos”. Experimentar la soberanía de Dios y Sus arreglos y designios es una cosa sutil. Es algo que experimentas y no puedes explicar si no lo has vivido, pero cuanto más lo experimentas y más lo vives, mejor puedes explicarlo. Hay una máxima que dice: “Al llegar a los 50, uno comprende su destino”. ¿Qué significa decir que uno comprende su destino? A los 20 años, las personas acaban de descubrir el mundo. Son jóvenes y temerarias, no saben nada y no pueden entender que esta vida humana está toda en manos de Dios. Quieren luchar contra su destino, pensando que tienen talento y experiencia, y esforzándose por su cuenta para tratar de hacerse un nombre, acumular riqueza y alcanzar un estatus. Siguen intentándolo incluso cuando fracasan, buscando siempre una última oportunidad. Cuando llegan a los 50, vuelven la vista atrás y piensan “¡Madre mía, estos treinta y pico años dando vueltas por el mundo y peleando por todas partes, ha sido algo realmente duro! Nada de lo que he hecho, ni casarme, hacer carrera o tener hijos, ha ocurrido conforme a mis propios cálculos y planes, ¡ha sido todo cosa del destino!”. Eso es comprender tu destino; se acabó el luchar contra él. Comprender el destino de uno al llegar a los 50 significa simplemente que cuando la gente alcanza esa edad aprende a hacer las paces con el destino después de haber encajado tantos reveses. Cuando las personas comprenden su destino, dejan de luchar contra él. En cuanto a asuntos como el sentido de la vida humana y la soberanía de Dios sobre la humanidad, cuál debería ser la meta exacta de la vida de las personas y la manera en que estas deben vivir, ¿acaso la gente los entiende por completo? Los incrédulos no pueden comprender estas cosas porque no creen en Dios, y lo máximo que pueden hacer es aceptar su destino y entender que es inútil resistirse a él. Entonces ven a sus hijos y nietos luchando contra el destino y dicen: “Dejad que la naturaleza siga su curso, cada generación tiene sus propias bendiciones. Que así sea, ya dejarán de luchar contra el destino cuando lleguen a los 50. Así es como sucede de generación en generación. Todas ellas luchan contra el destino hasta que envejecen y ya no pueden seguir haciéndolo. Entonces aceptarán su destino y aprenderán la lección. Ya no serán tan impulsivas y arrogantes, y habrán sentado más la cabeza”. Esto es lo máximo que pueden ver los incrédulos, ¿pero acaso pueden entender la verdad? Por supuesto que no pueden, ya que no creen en Dios ni leen Sus palabras. ¿Cómo podrían entender la verdad? ¿Acaso comprender tu destino a la edad de 50 significa que entiendes la verdad? La gente cree que “El cielo decide el destino del hombre”. ¿Quiere esto decir que se somete a la voluntad del cielo? (No, no es así). Tan solo creerlo no basta. Saber estas cosas simplemente supone no luchar contra el destino, pero aún no es entender la verdad. La gente debe presentarse ante Dios y recibir Su salvación para entender la verdad. Debe recibir el juicio de Sus palabras y también la provisión de la verdad y la vida para comprender el misterio de todo ello. De lo contrario, las personas seguirán sin saber cuál es el sentido de la vida humana, por qué vive la gente y por qué muere, aunque vivan hasta los 70, 80 o 100 años. La gente se embarca en este breve paseo por la tierra y vive durante varias décadas sin descifrar el sentido de la vida humana antes de que termine. Al morir, se siente insatisfecha y continúa mortificándose por esto y lo otro, y abandona este mundo con remordimientos al final y sin ganar nada. ¿No sería triste que renacieran en la siguiente vida y siguieran viviendo igual? (Sí, lo sería). Cada generación de personas llega y se marcha trágicamente una después de la otra, los vivos despiden a los difuntos y después la siguiente generación los despide a su vez. Continúan así perpetuando un ciclo, viviendo aturdidos y sin entender nada. Esto es diferente para vosotros que habéis aceptado la obra de Dios en los últimos días. Habéis alcanzado la valiosa y rara oportunidad de que Dios se haga carne para salvar a la humanidad en los últimos días. Podéis recibir el juicio y el castigo de las palabras de Dios y lograr que Él os guíe y os conduzca personalmente. Comprendéis numerosos misterios y buena parte de la verdad, y podéis cumplir con vuestro deber como seres creados. Vuestro carácter corrupto puede purificarse y cambiarse. Habéis logrado mucho, más que los santos de las generaciones pasadas. ¿No es esto lo más bienaventurado? Vosotros sois los más bienaventurados de todos.

Tras leer las palabras de Dios y experimentar durante años su juicio y su castigo, habéis llegado poco a poco a comprender el objetivo de la gestión de la humanidad por Dios y el misterio de Su gestión y salvación de la humanidad. Habéis entendido la voluntad de Dios y llegado a conocer Su mandato. Estáis dispuestos a obedecer a Dios en el corazón, y sois capaces de hacerlo. Vivir os resulta algo seguro y gratificante. Dios te hace vivir, tú vives para Dios, y vives para cumplir con tu deber como ser creado. Esa es la manera de vivir que tiene sentido. Si la gente vive sin aceptar ni comprender la verdad y únicamente para la carne, eso no tiene ningún tipo de valor. Todos vosotros estáis esforzándoos ahora por alcanzar la verdad, y estáis viviendo cada vez con más conciencia y sentido. Sois cada vez más parecidos a lo que un ser humano debe ser, y entendéis cada vez más la verdad. Sabéis cada vez más para obedecer a Dios y podéis cumplir con vuestro deber como seres creados y dar testimonio para Él. Vivir así os llenará el corazón de gozo y paz, y esa es la vida más significativa que existe. Se trata de una bendición que únicamente vosotros habéis alcanzado de entre toda la humanidad. De todo este vasto mundo y de entre toda la raza humana, Dios ha escogido tan solo a unos pocos, a vosotros, y os ha hecho nacer en esta era final y en la nación del gran dragón rojo. Podéis recibir Su comisión y cumplir con vuestro deber, y podéis entregaros para Él. Sois los preferidos de Dios y aquellos a quienes Él ha escogido. ¿No es esto lo más bienaventurado? (Lo es). ¡Es algo tan bienaventurado! Hay personas que creen en Dios, pero no pueden dejarlo todo de lado para cumplir con su deber, y eso es lamentable. Hay personas que no comprenden la verdad, e incluso cuando cumplen con su deber tan solo se puede decir que prestan servicio a Dios. Ofrecen la fuerza que tienen mientras hacen tratos con Dios en el corazón con la esperanza de obtener bendiciones. Cuando un día entiendan la verdad, serán capaces de sentar la cabeza y cumplir con su deber voluntariamente. Vuestra vida ahora y el hecho de vivir cada día para dar testimonio de Dios y difundir el evangelio del reino de Dios es la manera de vivir que Él aprueba. Por decirlo de forma sencilla, Dios os permite vivir una vida así, y es Él quien os ha dado esta oportunidad. Dios te ha dado esta oportunidad y ha hecho que vivas, cumpliendo con tu deber y entregándote para Él, y eso es lo que más sentido tiene. Deberíais sentiros orgullosos y honrados, y valorar esta oportunidad. Sois muy jóvenes, y el hecho de cumplir con vuestro deber, seguir a Dios y dar testimonio de Él en mitad del desastre y en entornos y condiciones tan hostiles es una oportunidad única. Que Dios se haga carne en los últimos días y exprese tanta verdad para salvar por completo a la humanidad de manera que esta pueda alcanzar la verdad y ser purificada es la oportunidad más excepcional. No queda mucho tiempo, y habrá terminado en un abrir y cerrar de ojos. Deberíais aprovechar esta oportunidad y obtener toda la verdad que sea preciso. Esta es la mayor bendición, y se trata de una bendición mayor que la de todos los santos de eras pasadas.

Fragmento 81

Los que siguen a Dios deben, como mínimo, ser capaces de renunciar a todo lo que tienen. Tal y como Dios dijo en la Biblia: “Cualquiera de vosotros que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33). ¿Qué quiere decir renunciar a todo lo que se tiene? Quiere decir renunciar a tu familia, a tu trabajo y a todas las ataduras mundanas. ¿Es fácil de hacer? Resulta muy difícil. Sin voluntad de hacerlo, es completamente imposible de conseguir. Cuando alguien tiene esa voluntad de renunciar, claramente posee la voluntad de soportar las adversidades. Si no puede soportarlas, no será capaz de renunciar a nada, por mucho que quiera. Hay quienes, después de haber renunciado a sus familias y de haberse distanciado de sus seres queridos, los echan de menos tras un tiempo de llevar a cabo su deber. Si de verdad no pueden soportarlo, quizá vayan en secreto a casa para ver cómo va todo y después regresen para llevar a cabo su deber. Algunos de los que abandonan su hogar para llevar a cabo su deber no pueden evitar echar de menos a sus seres queridos en Año Nuevo y otras fiestas, y lloran en secreto por la noche, mientras todos duermen. Después, oran a Dios y se sienten mucho mejor, tras lo cual siguen llevando a cabo su deber. Aunque estas personas hayan sido capaces de renunciar a sus familias, no son capaces de soportar tanto dolor. Si no pueden ni siquiera deshacerse de sus sentimientos hacia estas relaciones de la carne, ¿cómo van a ser capaces de entregarse realmente para Dios? Hay gente capaz de renunciar a todo lo que tiene y seguir a Dios, de renunciar a su trabajo y su familia, pero ¿cuál es su meta al hacerlo? Hay quienes intentan ganar gracia y bendiciones, y otros son como Pablo y solo persiguen una corona y una recompensa. Poca gente renuncia a todo lo que tiene para alcanzar la verdad y la vida y obtener la salvación. Así que ¿cuál de estas metas se corresponde con la voluntad de Dios? Sin duda, es la búsqueda de la verdad y la obtención de la vida. Esto está absolutamente en consonancia con la voluntad de Dios y es la parte más importante de creer en Dios. ¿Puede alguien alcanzar la verdad si no puede desprenderse de las cosas terrenales o de la riqueza? Rotundamente no. Hay quienes han renunciado a todo lo que tienen y han cumplido su deber, pero no persiguen la verdad y son siempre superficiales a la hora de llevarlo a cabo. Tras pasar varios años de esta manera, sin rumbo, no tienen ningún testimonio vivencial y no han ganado nada. Los que solo persiguen la fama, la ganancia y el estatus y caminan por la senda de anticristos están todavía más lejos de ser capaces de alcanzar la verdad. Hay mucha gente para la que creer en Dios consiste únicamente en llevar a cabo una pequeña parte de su deber en su tiempo libre. ¿Le resultará fácil a esta gente alcanzar la verdad? No, así lo creo Yo. Alcanzar la verdad no es tarea fácil. Hay que soportar muchas adversidades y pagar un precio muy alto. En concreto, tienen que experimentar las adversidades del juicio y del castigo, de las pruebas y del refinamiento, y de la poda. Hay que soportar todas estas adversidades. No se puede alcanzar la verdad sin soportar una gran cantidad de dolor. ¿Cuántas veces es necesario orar a Dios y buscar la verdad a lo largo de este período? ¿Cuántas lágrimas de arrepentimiento deben derramarse a Dios? ¿Cuánta palabra de Dios hay que leer antes de poder experimentar esclarecimiento e iluminación? ¿A cuántas batallas espirituales es necesario someterse para vencer a Satanás? Y ¿cuánto dura el proceso de vivir estas cosas? ¿Cuántos años han de pasar antes de por fin ser capaz de alcanzar la verdad y obtener la aprobación de Dios? Lo sabréis si os fijáis en la experiencia de Pedro. ¿La salvación y el perfeccionamiento del hombre por parte de Dios es algo tan sencillo como la gente se piensa? Renunciar a todo lo que se tiene no es tarea fácil. ¿Qué quiere decir eso verdaderamente? “Todo lo que se tiene” va más allá de las cosas externas; no se limita a la familia, seres queridos y amigos; no se limita a la profesión, el sueldo, la riqueza y expectativas. Además de todas esas cosas, incluye elementos de la mente y el espíritu: el conocimiento, el aprendizaje, la perspectiva que se tiene de las cosas, las reglas para vivir, las preferencias carnales, además de aquellas cosas que se persiguen y a las que se aspira, como la fama, la ganancia y el estatus. Renunciar a todo lo que se tiene se refiere principalmente a estas cosas; todas son parte de lo que significa esa renuncia. Resulta sencillo renunciar a las cosas externas de un plumazo, pero todo aquello que las personas disfrutan, persiguen y defienden en lo más profundo de sus corazones, que son las cosas más importantes y preciadas para ellas, representan todo lo que tienen, y es a lo que más cuesta renunciar. La razón principal por la que la mayoría de las personas no pueden renunciar a ellas es que no pueden desprenderse de esas cosas, porque son lo que más aprecian y atesoran. Por ejemplo, la fama, la ganancia y el estatus, la gloria y la fortuna, la preciada trayectoria profesional o las cosas más preciadas: esto es todo lo que se tiene, y es a lo que resulta más difícil renunciar. Una vez, un director de banco llegó a creer en Dios. Se dio cuenta de que la palabra de Dios es en efecto la verdad, y descubrió que todo lo que hace Dios es la obra de salvar al hombre. Pero, cuando decidió renunciar a todo lo que tenía y seguir a Dios, tuvo problemas con su puesto en el banco. En un momento pensó: “Mi puesto en el banco es algo preciado para mí. Tengo un buen sueldo y también soy influyente”. Pero inmediatamente también pensó: “Al creer en Dios puedo obtener la verdad y la vida eterna. Eso es lo importante”. Su corazón estaba en un constante conflicto. A ratos quería ser director de banco y a ratos quería creer en Dios. A ratos quería aferrarse al dinero y a ratos quería alcanzar la verdad. A ratos no era capaz de renunciar a su estatus y a ratos quería obtener la vida eterna. Su corazón se debatía entre una cosa y la otra. Su estatus como director de banco era demasiado preciado para él, y no era capaz de desprenderse de ello. Estuvo librando esa batalla en su corazón durante incontables meses, hasta que, tal vez a regañadientes, decidió desprenderse de ello por fin. ¡Cuánto le costó renunciar a todo lo que tenía! Aun sabiendo que su puesto de director de banco era algo efímero que podía esfumarse como por arte de magia, seguía costándole desprenderse de él. Hay quienes son médicos, abogados o ejecutivos con altos cargos, y tienen sueldos y salarios altos. No resulta fácil desprenderse de estas cosas: ¿quién sabe cuántos meses pasarán sufriendo conflictos internos hasta desprenderse de ellas? Si uno se pasa varios años debatiéndose en ello antes de poder hacerlo y, para entonces, la obra de Dios ya ha llegado a su fin, ¿qué sentido habrá tenido? Llegado ese punto, solo es posible caer en desastres, llorando y rechinando los dientes. Solo podrás entrar en el reino de Dios si eres capaz de renunciar a todo lo que consideras más importante, con el fin de seguir a Dios y llevar a cabo tu deber, perseguir la verdad y obtener la vida. ¿Qué significa entrar al reino de Dios? Significa ser capaz de renunciar a todo lo que tienes y seguir a Dios, atender a Sus palabras y someterse a Sus disposiciones, sometiéndote a Él en todas las cosas. Significa que Él se haya convertido en tu Señor y tu Dios. Para Dios, eso significa que has entrado en Su reino y, por muchos desastres que afrontes, contarás con Su protección y podrás sobrevivir, y formarás parte del pueblo de Su reino. Tendrás el reconocimiento de Dios como Su seguidor o te ofrecerá Su promesa de perfeccionarte, pero tu primer paso debe ser seguir a Cristo. Únicamente de esta forma tendrás un rol que cumplir en la formación del reino. Si no sigues a Cristo y te quedas fuera del reino de Dios, no tendrás Su reconocimiento. Y, sin el reconocimiento de Dios, por mucho que desees ser salvado y obtener Su promesa y Su perfeccionamiento, ¿podrás llegar a alcanzarlo? No podrás. Si quieres conseguir la aprobación de Dios, antes debes estar cualificado para acceder a Su reino. Si puedes renunciar a todo lo que tienes para perseguir la verdad, si puedes buscar la verdad mientras llevas a cabo tu deber, si puedes actuar según los principios y si tienes un verdadero testimonio vivencial, estarás cualificado para entrar en el reino de Dios y recibir Su promesa. Si no puedes renunciar a todo lo que tienes para seguir a Dios, ni siquiera estás cualificado para entrar en Su reino ni tienes derecho alguno a Su bendición ni Su promesa. Hay mucha gente que ha renunciado a todo lo que tiene y que lleva a cabo su deber en la casa de Dios, pero no necesariamente serán capaces de alcanzar la verdad. Es necesario amar la verdad y ser capaz de aceptarla antes de poder alcanzarla. Sin perseguir la verdad, no es posible alcanzarla. Por no hablar de quienes solo llevan a cabo su deber en su tiempo libre: han vivido la obra de Dios de una forma tan limitada que les costará más alcanzar la verdad. Si uno no lleva a cabo su deber o no persigue la verdad, perderá la maravillosa oportunidad de obtener la salvación y el perfeccionamiento por parte de Dios. Hay quienes dicen que creen en Dios, pero no llevan a cabo su deber y se dedican a las cosas mundanas. ¿Eso es renunciar a todo lo que tienen? Si esta es la forma que tienen de creer en Dios, ¿serán capaces de seguirlo hasta el final? Fijaos en los discípulos del Señor Jesús: entre ellos se encontraban pescadores, campesinos y un recaudador de impuestos. Cuando el Señor Jesús los llamó y les dijo: “Seguidme”, dejaron sus trabajos y siguieron al Señor. No se pararon a pensar en sus empleos ni se plantearon si luego tendrían un camino para sobrevivir en el mundo, y siguieron de inmediato al Señor Jesús. Pedro se entregó de pleno corazón, y cumplió hasta el final lo que el Señor Jesús le había encomendado y llevó a cabo su deber. Estuvo buscando amar a Dios a lo largo de toda su vida y, al final, Dios lo hizo perfecto. Hoy en día hay gente que ni siquiera es capaz de renunciar a todo lo que tiene y, sin embargo, quiere entrar en el reino. ¿No es ingenua?

A la hora de creer en Dios, no basta solo con tener entusiasmo. Tienes que entender Su voluntad, Su método para perfeccionar a la gente y a quiénes perfecciona, así como la actitud y la perspectiva con las que uno debería abordar el perfeccionamiento de las personas por parte de Dios. Asimismo, como seguidor de Dios, hay que ser consciente de la importancia de seguir el camino de Dios. Esto está vinculado a la cuestión de si es posible llegar a alcanzar la verdad. Seguir el camino de Dios significa practicar la verdad. Solo practicando la verdad puedes someterte verdaderamente a Dios, por lo que practicar la verdad es fundamental para llegar a alcanzarla. Si uno no comprende la verdad o no sabe cómo practicarla, no tendrá manera alguna de alcanzarla. Por eso la parte más importante de creer en Dios es practicar la verdad. Solo quienes lo hacen pueden conseguir someterse a Dios, solo ellos pueden entender completamente la verdad, y solo aquellos que entienden completamente la verdad conocen a Dios. La forma de lograr todo esto es practicando la verdad. Por muchas personas que crean en Dios, Él se fija en quiénes siguen Su camino, quiénes practican la verdad y quiénes verdaderamente se someten a Él. Quienes creen en Dios deben entender la verdad y practicarla para convertirse en personas que siguen Su voluntad y se someten a Él. Quienes persiguen la verdad primero tienen que comprender por qué la gente debe creer en Dios en vida, así como la manera en que Dios ha estado llevando a cabo Su obra de salvar al hombre desde que llegó a la tierra, además de aquello que hace falta conseguir persiguiendo la verdad antes de alcanzar la salvación y cualificarse para obtener la promesa de Dios y Su bendición. En el pasado nadie comprendía estas verdades. Todos creían en Dios de acuerdo a las nociones y figuraciones humanas, y pensaban que creer en Dios consistía en recibir bendiciones, una corona y una recompensa. En consecuencia, todos iban contra la voluntad de Dios, se desviaron del camino verdadero y se embarcaron en la senda de los anticristos. Por tanto, si se desea entender y alcanzar la verdad y ser salvado, hay que corregir estos puntos de vista erróneos del pasado acerca de creer en Dios. Las nociones y figuraciones religiosas y los puntos de vista teológicos de la gente son especialmente absurdos, todos ellos resultan hostiles a la verdad y son falacias engañosas. Dios no aprueba en absoluto los modos de creer de la gente religiosa. Si la gente sigue manteniendo esos modos y buscando bendiciones, una corona y una recompensa; si siguen creyendo en Dios con esa actitud, ¿podrán alcanzar la verdad y vida? Rotundamente no. Entonces, ¿qué perspectiva se debería tener a la hora de creer en Dios? Lo primero que tienes que hacer es entender la voluntad de Dios y ver de forma clara cómo Él salva a la gente. Si, en lugar de buscar la verdad, sigues creyendo en Dios de acuerdo a tus propias nociones y figuraciones; si sigues buscando fama, ganancia, estatus, riqueza y cosas mundanas, incluso aunque te hagas con el mundo entero, ¿habrá merecido la pena si acaba por costarte la vida? Hay quien dice: “En cuanto haya ganado suficiente dinero y haya tenido éxito en mi trayectoria profesional, cuando haya alcanzado mis ambiciones y cumplido mis sueños, vendré y seré un buen creyente”. ¿Acaso Dios va a esperarte? ¿La obra de Dios va a esperarte? Si no puedes desprenderte de esas cosas ahora, Dios no te exige que lo hagas de inmediato, pero has de practicar el desprenderte de ellas. Si de verdad no puedes, ora a Dios y confía en Él. Deja que Él te guíe. Además, has de cooperar y llevar a cabo tu deber. ¿Cuál es el propósito de llevar a cabo tu deber? En realidad, su propósito es preparar buenas obras. Incluso si al final no puedes llegar a ser perfeccionado por completo, has de preparar al menos algunas buenas obras para que, cuando llegue el momento de que Dios recompense a los buenos y castigue a los malvados, puedas dar cuenta de ellas a Él. Un día la obra de Dios llegará a su fin, y entonces Él empezará a recompensar el bien y a castigar el mal. Él te hará presentarle tus buenas obras y, si no tienes ninguna, estarás acabado: definitivamente serás castigado. Por ejemplo, pongamos que has creído en Dios durante unos diez años y que el deber más valioso que has llevado a cabo ha sido únicamente predicar el evangelio en tu tiempo libre y así captar a algunos nuevos creyentes. Ni siquiera sabes si al final esas personas serán capaces de mantenerse firmes. ¿Puedes dar cuenta de esto a Dios? Seguro que no podrás. Tienes que valorar de qué tipo de resultados puedes dar cuenta a Dios, así como qué tipo de testimonio vivencial debes tener para satisfacer a Dios y así tener Su reconocimiento como Su seguidor. No puedes conformarte únicamente con reconocer que es un hecho que Dios se ha encarnado en la actualidad y aceptar al Cristo de los últimos días en tu corazón, y limitarte a eso. Lo que Dios quiere ver es tu verdadero testimonio vivencial y los frutos de tu sumisión a Su obra. Lo que Dios pondrá a prueba al final es si has alcanzado la verdad y si tienes vida. Has de comprender la voluntad de Dios. Si solo añades tu nombre a la plantilla de la iglesia o llevas a cabo un deber, pero no persigues la verdad, y después de unos años creyendo en Dios no tienes ningún testimonio vivencial, ¿aún puedes tener el reconocimiento de Dios? Sin el reconocimiento de Dios, te quedas fuera de Su casa. Si solo afirmas creer en Dios, pero no persigues la verdad, ¿qué ganas al final con creer en Dios? ¡Te habrás quedado muy por debajo de los estándares que Dios exige! Alcanzar la verdad no es tan fácil como la gente imagina; hay que hacer frente a muchas pruebas y tribulaciones, así como mucho dolor y refinamiento, antes de poder alcanzar la verdad y conocer a Dios. Cuando vives la obra de Dios de esta forma, sin renunciar a todo lo que tienes para seguirlo a Él, ¿puedes ser salvado? ¿Puedes vivir la obra de Dios solo con creer en Él en tu tiempo libre? ¿Cómo puedes vivirla únicamente con creer en Dios en casa? ¿Cómo puedes vivirla cuando vives en el mundo exterior? En definitiva, renunciar a todo lo que se tiene es un requisito para seguir a Dios. Si no puedes hacerlo, nunca podrás alcanzar la verdad y, si no puedes alcanzar la verdad, no estás cualificado para entrar en el reino de Dios. Es un hecho que ninguna persona puede cambiar.

Fragmento 82 (Respondiendo preguntas de hermanos y hermanas)

(Sigo estando constreñido por mi afecto hacia mi familia durante el cumplimiento de mi deber. Los echo de menos a menudo, y eso afecta a mi desempeño. Mi estado ha mejorado un poco últimamente, pero a veces me sigue preocupando que el gran dragón rojo arreste a miembros de mi familia para amenazarme a mí, y me temo que entonces no seré capaz de mantenerme firme). Se trata de miedos infundados. Cuando pienses sobre estas cosas, tienes que buscar la verdad para encontrar una determinación. Tienes que entender que sean cuales sean las circunstancias a las que te enfrentes, Dios las ha instrumentado y dispuesto. Debes aprender a someterte a Dios y ser capaz de buscar la verdad y mantenerte firme cuando te enfrentes a situaciones. Esta es una lección que la gente ha de aprender. Debes contemplar a menudo estas cuestiones: ¿Cómo estás experimentando el riego y pastoreo de Dios durante este periodo de tiempo? ¿Cuál es tu estatura real? ¿Cómo debes desempeñar el deber de un ser creado? Tienes que averiguar tales cosas. Si puedes pensar en la amenaza del gran dragón rojo que se cierne sobre ti, entonces ¿por qué no piensas en cómo entrar en la verdad? ¿Por qué no reflexionas sobre la verdad? (Cuando me vienen estos pensamientos, oro a Dios y me comprometo a que, si un día llego a enfrentarme de veras a estas circunstancias, me mantendré fiel a Dios hasta la muerte. Sin embargo, temo que no seré capaz de conseguirlo con mi escasa estatura). Entonces oras: “Dios, temo que no seré capaz de lograrlo con mi escasa estatura. Tengo un miedo atroz. Te ruego que no hagas eso. Puedes hacerlo cuando aumente de estatura”. ¿Es esta una buena manera de orar? (No). Debes orar así: “Dios, soy de pequeña estatura y ahora tengo poca fe, tengo miedo de enfrentarme a algo. De hecho, en realidad no creo que todos los asuntos y todas las cosas estén en Tus manos. No me he puesto en Tus manos, ¡menuda rebeldía! Estoy dispuesto a someterme a Tus arreglos e instrumentaciones. Hagas lo que hagas, mi corazón está dispuesto a dar testimonio para Ti. Estoy dispuesto a mantenerme firme en mi testimonio sin deshonrarte. Por favor, haz Tu voluntad”. Debes presentar ante Dios tus aspiraciones y lo que quieras decir: así es cómo generas auténtica fe. Si incluso dudas de orar de este modo, ¡qué pequeña debe ser tu fe! Te hace falta orar a menudo de esta manera. Aunque ores así, Dios no responderá necesariamente. Él no carga a nadie con más de lo que puede soportar, pero si dejas clara tu postura y tu determinación, Dios quedará complacido. Cuando Él esté complacido, este asunto no perturbará ni constreñirá más tu corazón. “Cosas como el marido, los niños, la familia, las propiedades… todo eso está en manos de Dios. No significan nada. El universo al completo está en manos de Dios. ¿Acaso no está también mi familia en Sus manos? ¿De qué sirve que me preocupe por ellos? No tengo voz ni voto, no tengo poder ni puedo protegerlos. Su destino y todo lo relacionado con ellos está en manos de Dios”. Has de tener fe para presentarte ante Dios y orar, contar con una firme determinación y decidirte a someterte a los arreglos de Dios. Entonces, cambiará tu estado interior. Ya no tendrás más preocupaciones ni te preocuparás más. No serás excesivamente cauto ni rebosarás de aprensión en cada cosa que hagas. Mientras el resto avanza hacia delante, tú te quedas atrás, queriendo siempre escapar, ¿no es eso propio de un cobarde? Cuando el pueblo de Dios desempeña su deber en el reino y los seres creados lo hacen ante el Creador, deberían avanzar con calma y con un corazón temeroso de Dios. No deberían ir a tientas, encogerse o andar con pies de plomo. Si sabes que este estado es incorrecto y te preocupas constantemente en lugar de buscar la verdad para resolverlo, entonces te está constriñendo y atando, y no serás capaz de cumplir con tu deber. Quieres cumplir con tu deber como ser creado con todo tu corazón, toda tu mente y todas tus fuerzas, pero ¿puedes lograrlo? No puedes llegar al punto de dedicarle todo tu corazón porque este no se encuentra en tu deber, como mucho has comprometido una décima parte de él. Sin todo tu corazón, ¿cómo podrías dar toda tu mente y tu fuerza? Tu corazón no está en tu deber, y lo único que tienes es un poco de voluntad para cumplirlo. ¿Puedes realmente desempeñar bien tu deber con todo tu corazón y toda tu mente? No posees la determinación de practicar la verdad, por lo que te verás limitado por la familia y tu afecto hacia ella. Te atarán de pies y manos; controlarán tus pensamientos y tu corazón, y te quedarás corto en cuanto a la verdad y los requerimientos de Dios. Contarás con la disposición, pero te faltarán las fuerzas. Por tanto, debes orar ante Dios, entender por una parte Sus intenciones, al tiempo que además conoces cuál es tu posición como ser creado. Debes tomar la determinación y la postura que deberías adoptar y colocarlas ante Dios. Esta es la postura que debes tener. ¿Por qué otras personas no tienen esas preocupaciones? ¿Crees que no tienen familia o dificultades semejantes? De hecho, todo el mundo tiene ciertos enredos carnales y familiares, pero algunas personas pueden resolverlos orando a Dios y buscando la verdad. Tras un periodo de búsqueda, desentrañan estos afectos de la carne y los desprenden de su corazón. Entonces, estas cosas ya no son dificultades para ellos, y no los controlan ni constriñen. No afectan a su desempeño de los deberes, así que se liberan. Una línea de las palabras de Dios en la Biblia dice: “Cualquiera de vosotros que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33). ¿Qué es eso de renunciar a todas las posesiones? ¿Qué significa “todas”? Cosas como el estatus, la fama y la ganancia, la familia, los amigos y las propiedades, todo eso está incluido en la palabra “todas”. Entonces, ¿qué cosas ocupan un lugar importante en tu corazón? Para algunos son los niños, para otros sus padres, para algunos es la riqueza y para otros tantos el estatus, la fama y la ganancia. Si atesoras estas cosas, entonces te van a controlar. Si no las atesoras y te desprendes por completo de ellas, entonces no pueden controlarte. Simplemente depende de cuál sea tu postura respecto a ellas y cómo las manejes.

Tenéis que entender que, sin importar en qué momento o etapa esté Dios realizando Su obra, siempre necesita a un grupo de personas que trabajen junto a Él. Dios predestina que cooperen en Su obra o en difundir el evangelio. Entonces, ¿tiene Dios una comisión para cada persona que ha predestinado? Todas tienen una, al igual que también una misión y una responsabilidad. Cuando Dios te encarga una comisión, eso se convierte en tu responsabilidad. Tienes que aceptarla, es tu deber. ¿Qué es el deber? Es la misión que Dios te ha encomendado. ¿Qué es una misión? (La comisión de Dios es la misión del hombre. Uno debe vivir su vida para la comisión de Dios. Esta comisión es lo único que hay en su corazón, y no se debe vivir por nada más). La comprensión correcta es que la comisión de Dios es la misión del hombre. Aquellos que creen en Dios fueron enviados a la tierra para completar la comisión de Dios. Si lo único que buscas en esta vida es subir en la escala social, amasar fortuna, vivir una buena vida, disfrutar de estar cerca de la familia y gozar de la fama, la ganancia y el estatus, si obtienes estatus social, tu familia se vuelve prominente y todos sus miembros están sanos y salvos, pero ignoras la misión que te ha encomendado Dios, ¿tiene algún valor esta vida que estás viviendo? ¿Cómo responderás ante Dios después de morir? No podrás hacerlo, y esa es la mayor rebeldía, ¡es el mayor pecado! ¿Quién de vosotros está desempeñando ahora mismo su deber en la casa de Dios por accidente? Fuera cual fuera el trasfondo del que vinierais para cumplir con vuestro deber, nada de ello fue por casualidad. Este deber no se puede desempeñar solo buscando a unos cuantos creyentes al azar; esto fue algo que Dios predestinó antes de las eras. ¿Qué significa que algo fuera predestinado? ¿Qué en concreto? Significa que en Su plan de gestión al completo, hace mucho que Dios planeó cuántas veces estarías en la tierra, en qué linaje y familia nacerías en los últimos días, cuáles serían las circunstancias de esta familia, si serías hombre o mujer, cuáles serían tus puntos fuertes, qué nivel de educación tendrías, cómo de elocuente serías, cuál sería tu calibre y qué aspecto tendrías. Él planeó la edad en que llegarías a la casa de Dios y comenzarías a cumplir con tu deber, qué deber realizarías y en qué momento. Al principio, Dios predestinó cada uno de tus pasos. Cuando aún no habías nacido y cuando llegaste a la tierra en tus últimas vidas, Dios ya había arreglado para ti qué deber cumplirías en esta etapa final de la obra. ¡No es ninguna broma! El hecho de que seas capaz de oír aquí un sermón lo predestinó Dios. Esto no se debe tomar a la ligera. Asimismo, tu altura, tu apariencia, cómo son tus ojos, tu figura, tu estado de salud, cuáles son tus experiencias de vida y de qué deberes eres capaz de encargarte a cierta edad, y qué clase de calibre y habilidad posees; todo ello te lo predestinó Dios hace mucho, y desde luego no es algo que se esté disponiendo ahora. Dios lo predestinó para ti hace mucho, es decir, si Él tiene intención de utilizarte, ya te habrá preparado antes de confiarte esta comisión y esta misión. Entonces, ¿es aceptable que huyas de ellas? ¿Es aceptable que las hagas a medias? Ambas cosas son inaceptables; ¡eso sería defraudar a Dios! Renunciar a tu deber es la peor clase de rebeldía. Es un acto atroz. Dios ha obrado a conciencia y con seriedad, predestinando desde tiempos inmemoriales que llegaras hasta hoy y recibieras esta misión. ¿No es esta misión entonces tu responsabilidad? ¿No es lo que da valor a tu vida? Si no cumples la misión que Dios te ha confiado, pierdes el valor y el sentido de la vida; es como si hubieras vivido en vano. Dios dispuso las condiciones, el entorno y el trasfondo adecuados para ti. Te concedió este calibre y esta habilidad, te preparó para vivir hasta esta edad, y te preparó para tener todas las calificaciones que necesitarías para desempeñar este deber tuyo. Él ha dispuesto todo esto para ti, y sin embargo no te estás aplicando en cumplir bien con este deber. No puedes soportar la tentación y eliges escapar, siempre buscas vivir una buena vida y perseguir las cosas mundanas. Posees el don y la habilidad que Dios te ha concedido y sirves a Satanás con ellos, vives para Satanás. ¿Cómo hace sentir esto a Dios? Al ver defraudadas de este modo Sus esperanzas en ti, ¿acaso no te detestaría? ¿No te odiaría? Desencadenaría una enorme ira sobre ti. ¿Y se consideraría zanjado entonces este asunto? ¿Sería tan simple como imaginas? ¿Crees que si no completas tu misión en esta vida, todo acaba con tu muerte? No termina ahí, tu alma estará entonces en peligro. No desempeñaste tu deber, no aceptaste la comisión de Dios y huiste de Su presencia. Las cosas se han puesto graves. ¿Hacia dónde puedes correr? ¿Puedes escapar de las manos de Dios? ¿Cómo clasifica Dios a esta clase de persona? (Son los que lo han traicionado). ¿Cómo define Dios a aquellos que lo han traicionado? ¿Cómo clasifica Dios a las personas que han huido de Su asiento del juicio? Serán las que sufran la perdición y sean destruidas. Nunca habrá otra vida u otro renacimiento para ti, y es posible que Dios no te conceda ninguna otra comisión. Ya no hay ninguna misión para ti y no tienes oportunidad de recibir la salvación. Esto supone un serio problema. Dios dirá: “Esta persona ha escapado una vez ante Mis ojos, ha escapado de Mi asiento del juicio y de Mi presencia. No ha llevado a cabo su misión ni completado su comisión. Su vida acaba aquí. Se acabó, ha llegado a su final”. ¡Menuda tragedia! Para que hoy podáis desempeñar vuestro deber en la casa de Dios, ya sea grande o pequeño, ya sea físico o mental, y ya se trate de manejar los temas externos o el trabajo interno, nadie cumple con su deber por accidente. ¿Cómo puede ser esta tu elección? Todo esto lo dirige Dios. La comisión de Dios es el motivo primordial de que estés así de conmovido, tengas este sentido de la misión y de la responsabilidad, y puedas desempeñar este deber. Hay muchos entre los no creyentes con buena apariencia, conocimiento o talento, pero ¿acaso los favorece Dios? No. Dios no los eligió, y Él solo os favorece a vosotros. Os hace adoptar toda clase de roles, desempeñar toda clase de deberes y asumir diferentes tipos de responsabilidades en Su obra de gestión. Cuando el plan de gestión de Dios acabe por culminar y se consiga, ¡será una enorme gloria y un gran privilegio! Entonces, cuando la gente padezca algunas dificultades mientras desempeña su deber hoy en día, cuando tenga que renunciar a cosas, gastarse un poco y pagar cierto precio, cuando pierda su estatus y su fama y ganancia en el mundo, y cuando todas estas cosas hayan desaparecido, podrá parecer que Dios se lo ha quitado todo, pero han ganado algo más precioso y de mayor valor. ¿Qué ha ganado la gente de Dios? Ha ganado la verdad y vida cumpliendo con su deber. Solo cuando has desempeñado bien tu deber, has completado la comisión de Dios, vives toda tu vida para tu misión y la comisión que Dios te ha asignado, tienes un hermoso testimonio, y vives una vida con valor, ¡solo entonces eres una persona de verdad! ¿Y por qué digo que eres una persona de verdad? Porque Dios te ha escogido y te ha hecho cumplir con tu deber como ser creado dentro de Su gestión. Este es el mayor valor y significado en tu vida.

Dios no pide mucho de la gente. Cuando Él te encarga una comisión y una responsabilidad, si dices que tienes poca fe y que este es el mayor esfuerzo que puedes ofrecer, que esto es lo máximo que puedes dar y que estas son las cosas que puedes asumir, entonces Dios no te va a forzar. No se trata de que vaya a quedarse insatisfecho si te pide que des un cien por cien y tú le das un noventa y cinco, tampoco va a dejarte ir ni va a empujarte y urgirte constantemente a que alcances el cien por cien que Él te pide. Dios no hará nada de eso. En cambio, hará que paulatinamente aumente tu esfuerzo, paso a paso, conforme a tu estatura, tu energía y a lo que eres capaz de hacer. Dios es justo y razonable en Su obra. No fuerza a nadie, te deja sentirte cómodo y tranquilo, te permite sentir que, en todo lo que hace por ti, Él te entiende y es considerado contigo. La gente debe ser consciente del denodado esfuerzo de Dios, así como de Su misericordia, cariño y tolerancia hacia la humanidad. ¿Qué debe hacer entonces la gente y cómo debe cooperar? Respecto a cooperar: “Debo esforzarme para satisfacer las intenciones de Dios. Él quiere un cien por cien de mí, no voy a dar solo el treinta si soy capaz de dar el sesenta. Emplearé todas mis fuerzas. No seré escurridizo, no tomaré atajos ni mi mentalidad será depender de la suerte”. Así estará bien. Dios se fija en el corazón del hombre. No tiene requerimientos uniformes para todas las personas; no es que tengas que abandonar a tus hijos y tu familia o renunciar a tu trabajo porque otro lo haya hecho. Dios no adopta un enfoque único para todo el mundo. Te hace requerimientos acordes a tu estatura y a lo que puedes lograr. Entonces, no hay necesidad de que sientas ninguna preocupación o presión alguna. Ora ante Dios en función de lo que seas capaz de lograr. Sean cuales sean las adversidades o limitaciones a las que estés sometido, no las eludas. No permitas que te afecten. Ese es el camino correcto. Una vez que te afecten, seguirás pensando: “No lo he hecho muy bien. Dios no está contento conmigo, ¿verdad? He de tener mucho cuidado. No puedo presionar demasiado, he de dejar algo de espacio para respirar”. Eso está mal, es malinterpretar a Dios. Cada etapa gradual de esta clase de experiencia hace que a la gente le parezca cada vez más que su fe es demasiado pequeña, hasta el punto de que pueden llegar incluso a dudar de Dios a causa de sus nociones y figuraciones, igual que en el dicho “evaluar lo noble según los estándares de lo innoble”. Creen en Dios, pero temen depender de Él; creen en la soberanía de Dios, pero temen entregárselo todo a Él. A menudo dicen “Dios tiene soberanía sobre todas las cosas” y “todo está en manos de Dios”, pero cuando se encuentran en alguna situación, piensan: “¿Puede realmente Dios tener soberanía sobre esto? ¿Se puede confiar de verdad en Él? Mejor será que confíe en otras personas y, si eso no funciona, ya se me ocurrirá algo por mi cuenta”. Reparan entonces en lo inmaduros, ridículos y pequeños de estatura que son. Se dan la vuelta, con intención de volver a depender de Dios, pero descubren que sigue sin haber senda. En el fondo, sin embargo, saben que Dios es fiel y se puede confiar en Él. Lo que sucede es que tienen muy poca fe y son siempre muy escépticos. ¿Cómo resuelves este problema? Tienes que confiar en tu experiencia y en perseguir y entender la verdad, solo entonces puedes generar verdadera fe. Cuanto más experimentes y dependas de Dios, más te parecerá que se puede confiar en Él. A medida que experimentes más asuntos, al observar cómo Dios te protege una y otra vez, ayudándote a superar dificultades y a evitar el peligro, desarrollarás inconscientemente auténtica fe y confianza en Él. Te parecerá que Dios es fiable y digno de confianza. Primero hace falta que tengas en tu corazón semejante fe.

Cada persona tiene su propio destino, y todo viene predestinado por Dios, nadie puede encargarse del destino de otro. Tienes que dejar de estresarte por tu familia y aprender a desprenderte y renunciar a todo. ¿Cómo se hace esto? Una manera es orando a Dios. Debes además contemplar cómo tus parientes que no creen en Dios buscan las cosas mundanas, la riqueza y las comodidades materiales. Pertenecen a Satanás y son un tipo de persona diferente del tuyo. Tendrás una vida de sufrimiento si no desempeñas tu deber y vives entre ellos. Dado que tu modo de contemplar los asuntos es diferente, no os llevaréis bien, sino que estaréis atormentados. Solo habrá dolor y nada de felicidad. ¿Puede el afecto causarte paz y alegría? Complacer a la carne no te traerá más que sufrimiento, vacío y arrepentimiento de por vida. Se trata de algo que debes captar con minuciosidad. Así que echar de menos a tu familia es unilateral, supone ser innecesariamente sentimental. Vas caminando por una senda diferente a la suya. Os diferencian tu perspectiva sobre la vida, tu visión del mundo, tu senda en la vida y los objetivos de búsqueda. Ahora no estás con tu familia, pero como la sangre os une, siempre te parece estar cerca de ellos y que sois una única familia. Sin embargo, cuando realmente vivís juntos, bastarán unos pocos días lidiando con ellos para dejarte totalmente hastiado. Están llenos de mentiras, todo lo que dicen es falso, palabrería y engaño. Su manera de comportarse y de lidiar con el mundo se basa por completo en la filosofía y en las máximas de vida satánicas. Sus pensamientos y puntos de vista son todos equivocados y absurdos, y es sencillamente insoportable oírlos. Entonces pensarás para tus adentros: “Solía tenerlos siempre en mente, y temía constantemente que no vivieran bien. Pero vivir con esta gente es realmente insufrible”. Te resultarán repulsivos. No te has dado cuenta todavía de qué tipo de personas son, así que sigues pensando que los lazos familiares son más importantes y reales que cualquier otra cosa. Sigues constreñido por el afecto. Trata de desprenderte de estos asuntos del afecto como puedas. Si no puedes, entonces pon por delante tu deber. La comisión de Dios y tu misión son lo más importante. Desempeñar bien tu deber está por encima de todo lo demás, y por ahora no te preocupes de lo relativo a tus parientes carnales. Cuando tu comisión y tu deber se hayan llevado a cabo bien, la verdad se vuelva cada vez más clara para ti, tu relación con Dios se normalice por momentos, tu corazón sumiso a Él crezca exponencialmente y tu corazón temeroso de Dios se vuelva más grande y notorio, entonces cambiará tu estado interior. Una vez que cambie tu estado, tus puntos de vista mundanos y tus afectos se desvanecerán, ya no buscarás tales cosas y tu corazón solo querrá perseguir cómo amar a Dios, cómo satisfacerlo, cómo vivir de una manera que lo complazca y cómo vivir con la verdad. Una vez que tu corazón se empeñe en este fin, todo lo que tenga que ver con los afectos de la carne se desvanecerá lentamente, y ya no podrá atarte ni controlarte.

Hay quien dice: “El afecto por mi familia no me constriñe cuando cumplo con mis deberes, pero cada vez que tengo un momento de inactividad, empiezo a echarlos de menos”. Bueno, ¿qué consecuencias tiene echar de menos a tu familia? Si puede llevarte a volverte negativo e incapaz de cumplir con tus deberes, entonces tienes que buscar la verdad para resolverlo. Una vez que hayas resuelto el problema, no estarás echando de menos constantemente a tu familia la próxima vez que tengas un momento inactivo, y eso no acarreará ninguna consecuencia. Entonces, sean cuales sean los problemas que surjan, siempre debes buscar la verdad para resolverlos; esto es lo más importante. Echar de menos a tu familia no es lo preocupante; la clave es que necesitas pensar sobre las consecuencias de estar todo el tiempo echando de menos tu hogar, y cómo se debe resolver este problema. Debes contemplar lo siguiente: “¿Cómo me ha sobrevenido este estado? ¿Por qué estoy siempre echando de menos a mi familia? ¿Qué partes de la verdad no tengo claras? ¿En qué verdades debo entrar?”. Practica así y enseguida tendrás entrada en la verdad. Debes contemplar siempre la verdad en tu mente; cuanto más lo hagas, más claro será tu entendimiento de la verdad, y más sendas de práctica tendrás en tu mente. Esto te conducirá a entender realmente la verdad, en lugar de tener solo un conocimiento superficial al respecto. Llegado este punto, querrás encontrar a personas con las que hablar. ¿Cuál es el propósito de hablar? Es obtener confirmación, entender la verdad con mayor precisión y sin desvíos. De este modo, no tendrás ninguna dificultad y tu mente logrará la liberación y la libertad, ya sin ninguna limitación. No volverás a echar de menos a tu familia constantemente, y podrás liberarte de los enredos mundanos. Tu estado se volverá cada vez más normal. Todos tenéis que aprender a contemplar la verdad. ¿Cómo se hace eso? Por ejemplo, digamos que hoy has hecho algo que no crees que esté del todo bien y parece ir en contra de los principios, pero no sabes dónde radica el problema. Aquí es cuando debes orar a Dios y buscar la verdad, pensando: “¿Con qué verdad está relacionado? ¿Con qué principio?”. Debes buscar a alguien para hablar de la verdad, mirar atrás y reflexionar. Cuando descubras por fin el origen del problema y lo resuelvas mediante la búsqueda de la verdad, tendrás más fe en Dios, y te parecerá que has hecho más progresos respecto a la verdad. Podrás desentrañar algunos asuntos y entender algunas palabras espirituales, o serás capaz de comprender qué significa y qué quiere decir alguna doctrina o consigna repetida comúnmente. Esto es tener algo de entendimiento de la verdad y saber cómo practicarla. Entonces tomarás la iniciativa de hablar con los demás sobre esta consigna hasta que se entienda con claridad, tornándola en una senda de práctica. ¿No se trata de algo bueno? Es otro camino hacia delante. A veces verás a alguien con cierto estado y puede que te haga reflexionar: “¿Por qué tiene esta clase de estado? ¿Cómo le sobrevino? ¿Por qué yo no lo tengo? Aquello que dijo representa cierto estado y cierta mentalidad. ¿Cómo desarrolló semejante mentalidad? ¿Dónde surgió el problema? ¿Con qué aspecto de la verdad está relacionado? ¿No debería buscar yo también la verdad?”. Por medio de la charla y la búsqueda, hallas el problema y te das cuenta de que el estado de esa persona es algo que tú también tienes. Has equiparado su situación a la tuya, ¿me equivoco? ¿Acaso no ha merecido la pena este esfuerzo? (Sí). Tras detectar el problema, encuentras a alguien con quien hablar. Cuando finalmente hallas la respuesta y averiguas cuál es el problema, este se resuelve. Es fácil resolver un problema cuando eres capaz de descubrirlo. Si no eres capaz de descubrirlo, nunca se podrá resolver. A veces, cuando se haya calmado tu mente, este puede ser el mejor momento para contemplar la verdad y las palabras de Dios. Hagas lo que hagas, no malgastes esta oportunidad en alimentar las conexiones emocionales, en pensar constantemente en reunirte con tu familia; eso es problemático. Si tu preocupación por tu familia es constante y aprovechas cualquier ocasión que tengas para conectar emocionalmente con ellos, tu mente estará siempre llena de estos enredos emocionales. Serás incapaz de cercenar esos apegos y de desprenderte. Debes orar más, leer más palabras de Dios y hablar a menudo con tus hermanos y hermanas. Cuando entiendas la verdad, al menos no te constreñirá tu familia, la carne o el afecto. Resultará fácil desprenderse de estas cosas, es la manera de avanzar. De hecho, las experiencias de mucha gente son así. Resolver los problemas emocionales requiere siempre de un periodo de experiencia. Una vez que entiendes la verdad, los problemas se resuelven con mayor facilidad.

Fragmento 83

Para todos aquellos que ya llevan varios años creyendo en Dios, aunque hayan sentado una base, hay un problema real que debe resolverse. La mayoría de las personas entiende todos los aspectos de la verdad y puede pronunciar las palabras y las doctrinas correctas, y predicar con ellas, pero no ha experimentado la precisión de estas palabras en sus vidas reales. No ha experimentado verdaderamente cuál es el significado real y el aspecto práctico de las verdades que contienen. Para entrar en la realidad verdad, necesitas un entorno adecuado, las personas correctas a tu lado, y las personas, los asuntos y las cosas apropiados que te permiten crecer en la vida. De esta manera se confirmarán tanto estas verdades como estas doctrinas que entiendes, y esto hará que ganes experiencia. Si se deja caer una semilla viva en suelo fértil, pero le faltan los rayos del sol y la humedad del agua de lluvia, ¿acaso no se marchitará el brote que crece de la semilla? (Sí, lo hará). Por tanto, cuando has escuchado muchos sermones, muchas verdades y muchas palabras de Dios, y ya has determinado que esta senda es la correcta, y la senda adecuada en la vida, ¿qué necesitas en este momento? Debes pedir a Dios que arregle un entorno adecuado para ti que sea edificante y útil para tu vida y que te haga crecer en ella. Es posible que este entorno no sea muy cómodo: la carne de uno debe superar las adversidades, y uno debe renunciar a muchas cosas y dejarlas al margen. Esto es algo que todos ya habéis experimentado a estas alturas. Por ejemplo, supongamos que te persiguieron y no pudiste regresar a casa, para ver a tus hijos o a tu cónyuge o para ponerte en contacto con ellos, para encontrarte con tus familiares o amigos, o para tener noticias de ellos. A mitad de la noche, comenzarías a pensar en el hogar: “¿Cómo se encuentra mi padre? Es mayor, y no tengo manera de honrarlo. Mi madre no está bien de salud y no sé cómo está ahora”. ¿No estarías siempre pensando en estos asuntos? Si estas cosas te constriñen siempre el corazón, ¿qué consecuencias tendrá esto en el cumplimiento de tu deber? Para progresar en tu vida, es beneficioso que no te impliques demasiado en los asuntos mundanales y carnales, y que no te preocupes en exceso por todo ello. Tu pensamiento y tu preocupación no tendrán ninguna utilidad, todos estos asuntos están en las manos de Dios y no puedes cambiar el destino de tus familiares. Debes entender que tu prioridad fundamental como creyente en Dios es tener en cuenta Su voluntad, cumplir tu deber, ganar la fe verdadera, entrar en la realidad de las palabras de Dios, crecer en la vida y ganar la verdad. Esto es lo que más importa. Desde fuera, parece como si las personas renunciaran activamente al mundo y a sus familias, pero ¿qué es lo que ocurre en realidad? (Es Dios quien gobierna y arregla esto). Es algo que Dios arregla, Él es quien evita que veas a tu familia. Para expresarlo de una manera más acertada, Dios te priva de ella. ¿Son estas las palabras más prácticas? (Lo son). Las personas siempre dicen que Dios gobierna y arregla las cosas, de modo que ¿cómo gobierna este asunto? Te aparta del hogar y no permite que la familia se convierta en una carga que te abrume. Por tanto, ¿hacia dónde te lleva Él? Te lleva hacia un entorno donde no existen los enredos de la carne, donde no puedes ver a tus seres queridos. Cuando te preocupas por ellos y quieres hacer algo por ellos, no puedes, y cuando quieres ofrecer tu devoción filial, tampoco. Ellos ya no suponen un enredo para ti. Dios te ha apartado de ellos y te ha privado de todos estos enredos; si no fuera así, aún mantendrías lazos filiales con ellos, los servirías y te afanarías por ellos. El hecho de que Dios te aparte de todos estos enredos externos, ¿es algo bueno o malo? (Es bueno). Es algo bueno, y no es necesario lamentarse de ello. Dado que es algo bueno, ¿qué deben hacer las personas? Deben dar gracias a Dios y decir: “¡Dios me ama mucho!”. Uno no puede superar la servidumbre del afecto por sí mismo, porque el afecto le constriñe el corazón. Todo el mundo desea estar unido a su familia y que esta se reúna, que cada miembro esté seguro, sano y feliz, y pasar todos los días así, sin separarse nunca. Pero esto tiene un lado negativo. Dedicarás toda la energía y los esfuerzos de tu vida, tu juventud, tus mejores años y todas las mejores partes de tu vida a ellos; entregarás tu vida entera en aras de la carne, la familia, los seres queridos, el trabajo, la fama y la fortuna, y todo tipo de relaciones complicadas, y en consecuencia te destruirás por completo. Por tanto, ¿cómo ama Dios al hombre? Dios dice: “No te destruyas en este barrizal. Si tienes ambos pies clavados, no podrás moverte por mucho que te extenúes. No tienes la estatura ni el valor, por no decir la fe. Yo te sacaré de allí”. Esto es lo que hace Dios y no lo consulta contigo. ¿Por qué no pide Dios la opinión de las personas? Algunos dicen: “Dios es el Creador, hace lo que quiere. Los humanos son como hormigas y gusanos, no son nada ante los ojos de Dios”. Así es como son las cosas, pero ¿es así como Dios trata a las personas? No, no es así. Dios expresa muchas verdades y las dona al hombre, con lo que permite que las personas purifiquen su corrupción y ganen una vida nueva de Él. El amor de Dios por el hombre es enorme. Estas son todas las cosas que las personas pueden ver. Dios tiene planes para ti, Su propósito al traerte aquí es hacerte embarcar en la senda correcta en la vida, vivir una vida llena de significado, una senda que no serías capaz de elegir por ti mismo. El deseo subjetivo de las personas es pasar el tiempo de sus vidas sanas y salvas, y aunque no amasen una fortuna, al menos quieren estar unidas a su familia para siempre y disfrutar de este tipo de felicidad familiar. No entienden qué deben hacer para tener en cuenta la voluntad de Dios, ni entienden cómo deben reflexionar sobre su destino futuro o sobre la voluntad de Dios para salvar a la humanidad. Pero Dios no se queja de su falta de entendimiento y no necesita decirles demasiado, porque no entienden, su estatura es demasiado pequeña y cualquier discusión solo conduciría a un callejón sin salida. ¿Por qué conduciría ahí? Porque el gran trasfondo del plan de gestión de Dios para salvar a la humanidad no es algo que las personas puedan entender con una explicación formada por una o dos frases. Dado que este es el caso, Dios toma decisiones y actúa directamente, hasta que llegue el día en el que las personas finalmente entiendan.

Cuando Dios saca a parte de Su pueblo escogido fuera del entorno adverso de China continental, esto forma parte de Sus buenas intenciones, lo que todo el mundo puede ver ahora. Con respecto a este asunto, las personas deben mostrar gratitud y dar gracias a Dios a menudo por mostrarles gracia. Tú has surgido de ese entorno familiar, te has desvinculado de todas las relaciones interpersonales complicadas de la carne y te has liberado de todos los enredos mundanales y carnales. Dios te ha sacado de una trampa compleja y te ha llevado ante Su presencia y a Su casa. Dios dice: “Aquí se está en paz, este lugar es muy bueno y es apropiado para tu crecimiento. Aquí es donde residen las palabras y la orientación de Dios, y donde reina la verdad. La voluntad de Dios de salvar a la humanidad se aloja aquí y el trabajo de la salvación se centra aquí. Así pues, crece aquí tanto como quieras”. Dios te lleva a este tipo de entorno, un entorno que tal vez no contenga el consuelo de tus seres queridos, donde tus hijos no están presentes para cuidar de ti cuando enfermas y donde no hay nadie a quien puedas hacer confidencias. Cuando estás solo y piensas en el sufrimiento y las dificultades de tu carne y en todo lo que te deparará el futuro, en esos momentos, te sentirás solo. ¿Por qué te sentirás así? Una razón objetiva es que las personas tienen una estatura demasiado pequeña. ¿Cuál es la razón subjetiva? (Las personas no dejan completamente al margen a sus seres queridos carnales). Es cierto, el motivo es que las personas no pueden dejarlos al margen. Las personas que viven en lo carnal toman como placeres las diferentes relaciones y lazos familiares de la carne. Creen que no se puede vivir sin los seres queridos. ¿Por qué no piensas en cómo viniste al mundo de los hombres? Viniste solo, inicialmente, sin relaciones con otras personas. Dios trae aquí a los seres humanos uno a uno; de hecho, cuando tú viniste, estabas solo. No te sentiste solo en ese momento; entonces, ¿por qué te sientes solo cuando Dios te trae aquí ahora? Crees que echas en falta a alguien a quien poder hacer confidencias, ya sean tus hijos, tus padres o tu otra mitad (tu esposo o esposa), y por eso te sientes solo. Entonces, cuando te sientes solo, ¿por qué no piensas en Dios? ¿Es que Dios no es un compañero para el hombre? (Sí, lo es). Cuando no sientes más que sufrimiento y tristeza, ¿quién puede realmente reconfortarte? ¿Quién puede realmente resolver tus dificultades? (Dios puede). Solo Dios puede realmente resolver las dificultades de las personas. Si estás enfermo, y tus hijos están a tu lado, sirviéndote bebidas y atendiéndote, te sentirás bastante feliz, pero con el tiempo tus hijos se cansarán y nadie estará dispuesto a atenderte. ¡En momentos como ese, te sentirás realmente solo! Por tanto, cuando crees que no tienes ningún compañero, ¿es eso realmente cierto? ¡En realidad no lo es, porque Dios siempre te acompaña! Dios no abandona a las personas; Él es alguien en quien pueden confiar y encontrar cobijo en todo momento, y su único confidente. Así pues, independientemente de las dificultades y del sufrimiento que encuentres, independientemente de los agravios, o de los asuntos de negatividad y debilidad a los que te enfrentes, si compareces ante Dios y oras de inmediato, Sus palabras te confortarán y resolverán tus dificultades y todos los problemas de diversa índole que tengas. En un entorno como este, tu soledad se convertirá en la condición básica para experimentar las palabras de Dios y ganar la verdad. A medida que experimentes, poco a poco llegarás a pensar: “Mi vida sigue siendo buena después de dejar a mis padres, gratificante después de dejar a mi esposo, y tranquila y jubilosa después de dejar a mis hijos. Ya no estoy vacía. Ya no confiaré más en las personas y, en su lugar, confiaré en Dios. Él me proveerá y me ayudará en todo momento. Aunque no pueda tocarlo ni verlo, sé que Él está a mi lado en todo momento, en todos los lugares. Mientras le ore, mientras lo llame, Él me conmoverá y hará que entienda Su voluntad y vea la senda adecuada”. En ese momento, Él se convertirá verdaderamente en tu Dios, y todos tus problemas se resolverán.

Fragmento 84

Taiwán es una democracia con una sociedad estable en la que las personas disfrutan de prosperidad. El orden público, la calidad de vida y los valores culturales, así como otros aspectos, son mucho mejores que en la China continental y las personas llevan una vida muy cómoda. Vivir cómodamente es algo positivo, pero muchas personas que creen en Dios y viven con comodidad no están dispuestas a seguirlo, y menos aún a sufrir o a pagar un precio por ello. ¿Acaso no es cierto que les resulta muy difícil renunciar a todo lo que tienen y entregarse para Dios? Cuando las personas viven cómodamente, solo piensan en comer, beber y divertirse, en los placeres de la carne y en disfrutar de la vida, lo cual tiene un cierto efecto en las personas que creen en Dios y persiguen la verdad. Así pues, muchas de las personas que viven en este entorno social cómodo quieren cumplir sus deberes, pero se les hace difícil. No están dispuestas a soportar ni tan siquiera un pequeño sufrimiento, ni tampoco trabajan eficientemente cuando llevan a cabo sus deberes o realizan diferentes tipos de labores para la iglesia. Algunas veces, el desarrollo de su trabajo se ve afectado, lo cual tiene una cierta relación con su entorno social. Me conmueve ver que, cada vez que nos reunimos, sois capaces de estar aquí sentados escuchando los sermones de principio a fin. Quizás algunas personas de la China continental creen en Dios porque se sienten asfixiadas por su entorno, oprimidas y discriminadas por la sociedad, y sufren una gran persecución, mientras que otras creen en Dios simplemente porque buscan equidad y razón, o bien apoyo espiritual y algo en lo que confiar. En el caso de algunas personas, su entusiasmo, su fe y su lealtad despertaron como consecuencia de la brutal persecución del gran dragón rojo. Algunas se han visto obligadas a huir al extranjero por necesidad debido a la dificultad que conlleva creer en Dios en la China continental, donde muchas personas han sido perseguidas y no tienen dónde esconderse. Estas son las razones por las que huyen al extranjero. En comparación con el entorno vital opresivo y hostil en la China continental, las personas de Taiwán lo tienen muy fácil. Con una vida tan cómoda, aquellas que creen en Dios no están dispuestas a sufrir ni a pagar ningún precio, y cuando se enfrentan a persecuciones o congojas dejan de sentirse dispuestas a cumplir con sus deberes. Cuando la vida es tan cómoda, las personas se limitan a disfrutar de la comida y la bebida y a divertirse. Lo único que les preocupa son cosas como: “¿Qué voy a comer? ¿Dónde puedo ir de viaje? ¿Qué países me faltan aún por visitar? La vida de una persona dura solo unas pocas décadas, así que, si no visito países de todo el mundo y amplío mis horizontes, ¿qué sentido tendrá mi vida?”. De esta manera, el corazón de una persona se vuelve indisciplinado y no puede refrenarse. Así pues, ¿cabe esperar que alguien pueda comer y beber las palabras de Dios ante Él? ¿Cabe esperar que escuche con atención los sermones en las reuniones? Será realmente difícil. Entonces, cuando se anima a alguien a que crea en Dios, que persiga la verdad y que cumpla con sus deberes, esta persona se siente tratada injustamente y reprimida, y tiene la sensación de que su vida es en vano. ¿Este entorno favorable comporta grandes tentaciones y obstáculos para las personas? Sí. Todas las personas anhelan los placeres de la carne, pero para aquellas que creen en Dios y persiguen la verdad, la comodidad no es necesariamente algo bueno para su crecimiento vital. La mayoría de las personas se vuelven negativas y débiles cuando sufren un poco y no tienen ninguna fuerza de voluntad; ¿acaso no se debe esto a un entorno cómodo? Existen todo tipo de vídeos de testimonios vivenciales en los que vemos a hermanos y hermanas de la China continental sufriendo torturas en prisión, condenados y encarcelados. ¿Los habéis visto? (Nosotros sí.) ¿Y cómo os sentís respecto a ellos después de verlos? (Dios, me gustaría decir algo sobre cómo me siento. Después de ver a los hermanos y las hermanas de la China continental sufriendo todas estas persecuciones y torturas y de observar cómo pueden orar a Dios, confiar en Él y abrazar su fe en un entorno tan difícil, dejándose guiar por Dios en todo momento mientras se mantienen firmes en el testimonio sin traicionar a Dios, siento que tienen más fe y una mayor estatura que nosotros. Si yo me encontrara en un entorno así, posiblemente no sería capaz de mantenerme firme como ellos, y esto hace que sienta que mi estatura es muy pequeña). Los hermanos y las hermanas de la China continental son capaces de seguir creyendo en Dios, asistiendo a reuniones y cumpliendo con sus deberes en un entorno en el que sufren una persecución cruel por parte del gran dragón rojo. Este es un testimonio, un testimonio muy poderoso. Su capacidad para mantenerse firmes en un entorno tan hostil es un testimonio; así pues, vosotros que vivís en este entorno tan cómodo deberíais plantearos de qué manera podríais ofrecer otro tipo de testimonio. En primer lugar, deberíais valorar todo lo que Dios os ha dado en esta vida y en este entorno. Y también deberíais reflexionar sobre cómo, en un entorno así, vais a ser capaces de manteneros firmes en vuestro testimonio, de no avergonzar a Dios y de convertiros en vencedores. Al creer en Dios en un país democrático, es posible que uno no sufra represión, persecución ni torturas por parte del gobierno, pero sí habrá persecución por parte de familiares y parientes, y sigue siendo necesario que la persona experimente las palabras de Dios, alcance la verdad y se mantenga firme en el testimonio. Sea cual sea el entorno en el que uno crea en Dios, alcanzar la verdad no es fácil. Para entender la verdad y entrar a la realidad, hay que sufrir y pagar el precio. Para dar testimonio de Dios, es necesario llegar a una comprensión de la verdad en todos los aspectos de la experiencia. Esto no solo significa difundir el evangelio y el nombre de Dios, sino que también se refiere, principalmente, a dar testimonio vivencial. En cualquier grupo de personas o dentro del ordenamiento social de cualquier país, las personas sufrirán algún tipo de discriminación, exclusión o persecución si viven conforme a la verdad, se empeñan en ser honestas e intentan someterse a Dios. Esto es debido a que los países democráticos tampoco se someten a Dios. Hay partidos políticos ateos en el poder que también rechazan la verdad y rechazan a Dios. Creer en Dios en un país así, incluso aunque no haya persecución ni tribulación, va a comportar ciertas limitaciones y también algún tipo de discriminación, difamación, juicio y condena si quieres predicar el evangelio y dar testimonio de Dios; esta es la realidad. Si no puedes entender estas cosas con claridad, entonces no eres alguien que entienda la verdad. Aceptar a Cristo y seguirlo, sea en el país que sea, conlleva un cierto grado de persecución y tribulación. Es necesario actuar siempre con precaución, orar a Dios y confiar en Él, y también hay que ser sabio e inteligente. Independientemente del país y del entorno social en el que te encuentres, Dios siempre habrá dispuesto y organizado un entorno adecuado para ti. Todo depende de si uno persigue la verdad o no. Un entorno cómodo comporta tentaciones para las personas, pero la persecución y la tortura también implican tentaciones y pruebas. Entonces, ¿los entornos cómodos conllevan pruebas? Sí, también conllevan pruebas de Dios. Dios ha dispuesto este entorno cómodo para ti, y todo depende de cómo lo experimentes: puedes caer de lleno en las trampas y la tentación de Satanás, o bien puedes ser capaz de triunfar sobre él en todos los sentidos y dar testimonio de Dios, manteniéndote firme en tu lealtad y cumpliendo con tus deberes. Todo depende de cómo lo experimentes y de las decisiones que tomes. Los hermanos y las hermanas de la China continental viven en un entorno algo más difícil, y Dios les ha dado una carga un poco más pesada y ha dispuesto un entorno para ellos un tanto más hostil, pero Él también les ha dado más. Cuanto más duro es el entorno y más difíciles son las pruebas que Dios ha preparado, más ganan estas personas. Pero, en un entorno cómodo, las personas también experimentan tentaciones y se enfrentan a pruebas en todas partes, y Dios también te ha dado mucho. Si eres capaz de vencer sobre la tentación cada vez que se te presente, entonces vas a ganar exactamente lo mismo que tus hermanos y hermanas que sufren persecución y tortura. Esto también requiere perseguir la verdad y tener estatura para vencer. Por ejemplo, cosas como estar con tu familia, comer y beber bien, divertirse y disfrutar, o algunas tendencias sociales que reconfortan la carne y provocan depravación son todas ellas tentaciones para ti. Cuando te enfrentes a estas tentaciones, no solo llamarán tu atención, sino que también te perturbarán y seducirán. Cuando sigas las cosas mundanas y las tendencias, vendrán las tentaciones de Satanás, aunque también podría decirse que es cuando llegan las pruebas de Dios. Deberás decidir la manera en la que respondes ante estas tentaciones y pruebas, y es en este momento que Dios pone a prueba a las personas y muestra quiénes son en verdad. Este es el momento en el que debería surtir efecto lo que Dios te ha dicho y las verdades que has entendido. Si eres una persona que persigue la verdad y tienes una fe verdadera en Dios en tu corazón, entonces serás capaz de vencer estas tentaciones, mantenerte firme y dar testimonio de Dios en las pruebas que Él ha preparado para ti. Si, en lugar de amar la verdad, lo que amas es el mundo, las modas, la comodidad y los placeres de la carne, si lo que amas es una vida vacía, entonces seguirás estas cosas mundanas. Sentirás admiración por estas cosas, que te atraerán y te poseerán. Poco a poco, tu corazón irá perdiendo interés por creer en Dios, sentirás aversión por la verdad y, entonces, cuando llegue la tentación, Satanás te atrapará. Ante una prueba como esta, habrás perdido tu testimonio. Hay muchas personas que han escuchado muchos sermones y que cumplen con sus deberes, pero que aún se sienten vacías por dentro. Todavía les encanta seguir a estrellas del pop y a personas famosas, estar al día en las modas, ver programas de entretenimiento en la televisión o incluso mirar compulsivamente espectáculos toda la noche hasta el punto de que se vuelven nocturnas. Algunos jóvenes hasta juegan a videojuegos. Es decir, no dudan en pagar cualquier precio y persiguen con fanatismo estas modas. ¿Y por qué lo hacen? Pues porque no han alcanzado la verdad. Las personas que no han alcanzado la verdad tienen una cierta sensación de que no parece haber mucha diferencia entre creer en Dios y no creer en Él. Aún sienten que sus corazones están vacíos y que sus vidas no tienen sentido. Si siguen las modas, se sienten más realizadas, sienten que su vida es un poco más rica y que su día a día es algo más feliz. Si creen en Dios y dejan de seguir las modas, siguen sin encontrarle sentido a su vida y sienten que está vacía. Esto es debido a que no aman la verdad. Puede decirse con toda certeza que estas personas no comprenden la verdad en lo más mínimo y que no tienen la realidad-verdad, por lo que no pueden vivir sin seguir las modas. Algunas personas nunca han perseguido la verdad y se sienten perturbadas hasta cuando cumplen con sus deberes. Son incapaces de mantenerse firmes cuando se enfrentan a tentaciones y en última instancia tienen que desistir. Algunas personas empiezan a cumplir con sus deberes con entusiasmo y resolución, pero al enfrentarse a tentaciones ya no quieren cumplirlos, se vuelven superficiales y carecen de devoción. Esto no da ningún testimonio. Si pueden abandonar sus deberes tan pronto como se enfrentan a tentaciones y elegir lo que sea que más les guste, entonces no están dando ningún testimonio. Si se presenta otra tentación, podrían negar a Dios, querer seguir modas mundanas y abandonar la iglesia. O al presentarse otra tentación, empiezan a dudar de Dios y ya no están seguras ni tan siquiera de si Él existe, e incluso pueden llegar a creer que han evolucionado a partir de los simios. Estas personas han quedado totalmente capturadas por Satanás. Atrapadas en todas estas tentaciones, no oran a Dios ni buscan la verdad. Solo piensan en el destino de su carne y, por consiguiente, no se mantienen firmes en su testimonio. Poco a poco, son arrastradas por Satanás al infierno y al abismo de la muerte. Dios ha entregado esta persona a Satanás y ya no tiene ninguna posibilidad de salvación. Decidme, ¿no es importante perseguir la verdad? (Sí). La verdad es muy importante. ¿Para qué sirve la verdad? Cuando menos, puede ayudarte a reconocer los planes de Satanás cuando te enfrentas a la tentación, a saber qué debes hacer y qué no, y qué es lo que debes escoger. Como mínimo, te permitirá saber todas estas cosas. Lo más importante es que la verdad te permitirá mantenerte firme ante la tentación. Serás capaz de mantenerte firme, imperturbable e inquebrantable, al tiempo que ejecutarás el deber que Dios te ha encomendado, siendo fiel a este y capaz de rechazar a Satanás. Podrás mantenerte firme en tu testimonio al enfrentarte a las pruebas, tal como hizo Job. Esto es lo que debería ganarse, como mínimo.

Fragmento 85

¿Siguen vuestras oraciones a Dios ciertos principios? ¿En qué situaciones le oráis? ¿Cuál suele ser el contenido de esas oraciones? La mayoría de las personas oran cuando están abatidas: “Oh, Dios, estoy sufriendo; te ruego que me ayudes”. Eso es lo primero que dicen. ¿Es bueno mencionar que estáis sufriendo cada vez que oráis? (No). ¿Por qué? Y si no es bueno, ¿por qué seguís haciéndolo? Eso demuestra que no sabéis cómo orar o qué es lo que hay que decir y buscar cuando os presentáis ante Dios. Solo sabéis orarle cuando estáis sufriendo un poco y os sentís tristes, y decís: “Oh, Dios, ¡estoy sufriendo! Me siento tan mal; por favor, ayúdame”. Esa es la oración de una persona que cree en Dios hace poco tiempo. Es la oración de un niño. Si alguien cree en Dios desde hace años y aún ora de esa manera, estamos ante un problema grave, ya que eso demuestra que aún es un niño que no ha alcanzado la madurez en la vida. Todas las personas que creen en Dios, pero no saben cómo experimentar Su obra, son personas que no han madurado aún en la vida y que no han encontrado todavía el camino correcto en su fe en Dios. Una persona que piensa debe reflexionar sobre cómo vivir la obra de Dios, cómo comer y beber de sus palabras, cómo experimentarlas y ponerlas en práctica. La experiencia de uno debe ir allí donde va la palabra de Dios; hay que seguirla a donde sea que vaya. Si se puede practicar y experimentar de esa manera lo que Él dice, aunque uno encuentre muchas dificultades, buscará Su verdad para superarlas. Si ora siempre a Dios y busca la verdad para resolver los problemas de este modo, entonces estará experimentando Su obra. A medida que supere los problemas, las dificultades irán disminuyendo y, de a poco, logrará entender la verdad y conocer mejor la obra de Dios. Sabrá cómo cooperar con Él y también cómo someterse a Su obra. En eso consiste encontrar el camino correcto en la fe en Dios. Algunas personas que creen en Él no saben cómo vivir Su obra. Están siempre distraídas: leen Sus palabras, pero no reflexionan sobre ellas; oyen los sermones, pero no los comparten; y cuando algo les sucede, no saben buscar la verdad ni captar las intenciones de Dios, y tampoco saben cuál es la actitud que deben adoptar o cómo hacer para cooperar. Son cosas que no entienden. En esos temas, son legos y carecen de comprensión espiritual. Sin importar el problema que se les presente, jamás oran a Dios ni buscan la verdad. En el fondo, no tienen una confianza real en Él ni lo toman como guía. Solo dicen: “Oh, Dios, estoy sufriendo”. Repiten esa frase hasta el punto en que la gente siente hartazgo y fastidio al oírla. La mayoría de vosotros oráis así, ¿no es cierto? (Lo es). Las oraciones dejan a la vista la situación lamentable en la que se encuentran las personas. Solo buscas a Dios cuando estás sufriendo. Cuando no estás sufriendo o afrontando dificultades, no sientes que lo necesites y tampoco quieres depender de Él. Quieres ser tu propio amo. ¿Acaso no te encuentras en esa situación? (Así es). Al experimentar el juicio y el castigo de las palabras de Dios y ser podadas por medio de estas, y después de reflexionar sobre sí mismas e intentar autoconocerse, ¿cómo oran la mayoría de las personas? Todas dicen lo mismo: “Oh, Dios, estoy sufriendo”. ¿No te disgustan esas palabras? (Sí). Las personas están marchitas por dentro, ¡su situación es tan lamentable! Cada vez que oran a Dios dicen la misma frase simple, sin una sola palabra sentida. No buscan la verdad y no desean solucionar sus problemas. ¿Qué clase de oración es esa? ¿Qué es lo que está fallando cuando alguien no puede decir palabras sinceras en una oración y no sabe cuáles son sus defectos? Cuando estás ante Dios, ¿no necesitas que te esclarezca con respecto a nada? ¿No necesitas fe o fuerzas o que Él sea tu respaldo? ¿No necesitas que te esclarezca y te guíe para recorrer el camino que tienes por delante? ¿No necesitas entender la verdad para corregir los problemas que existen en ti? ¿No necesitas la disciplina y la reprensión de Dios o Su guía? ¿Acaso lo único que necesitas de Él es que alivie tu sufrimiento? ¿De verdad no sientes en tu corazón la cantidad de carencias que tienes? No saber cómo orar no es un problema menor; demuestra que no sabes experimentar la obra de Dios, que no has trasladado Sus palabras a la vida real y que rara vez en la vida tienes alguna interacción genuina con Él. Simplemente no has establecido con Dios el tipo de relación que debería existir entre Él y sus seguidores o entre los seres creados y su Creador. Cuando te enfrentas a un problema, te dejas llevar por tus propias suposiciones subjetivas, nociones, pensamientos, conocimientos, dones y talentos, así como por tus actitudes corruptas. No guardas relación alguna con Dios, por eso, cuando acudes ante Él, no sueles tener nada que decir. ¡En ese penoso estado se encuentran las personas que creen en Dios! ¡Es una situación muy lamentable! Por dentro, las personas están marchitas y adormecidas; los asuntos espirituales de la vida no les despiertan ningún sentimiento y tampoco los entienden, y cuando están ante Dios no tienen nada que decir. Más allá del tipo de situación en la que te encuentres, del apuro al que te enfrentes y de las dificultades que experimentes, si te quedas sin palabras ante Dios, ¿no debería ponerse en duda tu fe en Él? ¿No es esa una faceta lamentable del hombre?

¿Por qué las personas deben orar a Dios? La oración es el único camino que tiene el hombre para admirar a Dios y confiar en Él. Sin ella, todo eso es imposible. La confianza y la admiración a Dios se logran a través de la oración. ¿Puede un creyente alcanzar el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo sin orar a Dios? ¿Puede obtener la obra y la guía de Dios? Si no le encomiendas a Él tus dificultades y no le oras ni buscas la verdad, ¿cómo hará Él para ayudarte? ¿Cómo hará para guiarte y que lo sigas en el camino que tienes por delante? ¿Cómo te salvará de tu carácter corrupto? Se podría decir que la fe en Dios sin oración no es una fe verdadera. Una relación normal entre el hombre y Dios debe basarse en la oración y sostenerse a través de ella. La oración es la señal de que el hombre cree en Dios; el único criterio para comprobar si la relación de una persona con Él es normal es si ora con sinceridad. Siempre y cuando una persona diga palabras sentidas en sus oraciones y busque la verdad al orar, podrá conseguir la obra del Espíritu Santo, y eso demostrará que tiene una relación normal con Dios. Si uno no ora casi nunca ni es capaz de decir palabras sentidas, si siempre se mantiene cauteloso ante Dios, eso indica que su relación con Él no es normal. Y si uno no ora en absoluto, es señal de que no tiene ninguna relación con Dios. Si una persona ora correctamente y conforme a las intenciones de Dios, podrá someterse a Él y ser uno de Sus amados. Aquellos que oran a menudo con sinceridad son personas honestas que sienten un amor sencillo hacia Dios. Por lo tanto, todos aquellos que creen en Dios, pero no le oran, no tienen una relación normal con Él. Están lejos de Dios y muestran rebeldía y resistencia a Él. La mayoría de quienes no le oran no son amantes o perseguidores de la verdad, y quienes no aman ni buscan la verdad no pueden orar con sinceridad. Cualquiera que sea la dificultad que se les presente, no oran; y cuando lo hacen, solo quieren utilizar a Dios para deshacerse de sus dificultades y sufrimiento. No les interesan Sus intenciones y tampoco analizan sus dificultades en busca de los aspectos de la verdad que deberían comprender y en los que deberían entrar. Esas personas no anhelan la verdad y no tienen una fe real en Dios: en esencia, son incrédulos. Como creyente en Dios, debes orarle y buscar la verdad en todas las cosas. Puede que, después de orar, no sientas de inmediato que tu corazón se haya iluminado o que hayas conseguido una senda de práctica, pero espera a Dios, y mientras lo esperas, lee Sus palabras y busca la verdad. Mientras comes y bebes las palabras de Dios o escuchas sermones y enseñanzas, céntrate en la contemplación de tus problemas y en la búsqueda. Si cooperas de esta manera práctica, puede que el entendimiento venga a ti súbitamente mientras estés pensando en las palabras de Dios o escuchando sermones y enseñanzas. O puede que tropieces con algún asunto que te inspire y halles la respuesta al tema preciso que estabas queriendo resolver. ¿No es esa la guía y el plan de Dios? Entonces, orar a Dios con sinceridad puede ser efectivo, pero ese efecto no es algo que puedas obtener de manera inmediata después de haber orado. Lleva tiempo y requiere de cooperación y práctica. No es posible saber cuándo el Espíritu Santo te esclarecerá y te dará la respuesta. Ese es el proceso de búsqueda y entendimiento de la verdad y es la senda para el crecimiento del hombre en la vida. A pesar de creer en Dios desde hace muchos años, aún tenéis que aprender a orar desde cero. Todavía no sabéis hacerlo: cuando os encontráis con un problema, os ponéis a gritar frases hechas y tomáis resoluciones u os quejáis a Dios y expresáis vuestros reclamos, declarando cuánto estáis sufriendo, o buscáis excusas y os justificáis. Esas son las cosas a las que vuestro corazón se aferra, por eso no es de extrañar que tardéis tanto en entrar en la verdad. Os estáis desviando. No sabéis perseguir la verdad, y es difícil determinar si esa manera de creer en Dios será suficiente para que recibáis la salvación.

Fragmento 86

Hay una frase en un himno de la iglesia que dice: “Todos los que aman la verdad son hermanos y hermanas”. Esta afirmación es correcta. Solo los que aman la verdad pertenecen a la casa de Dios; solo ellos son verdaderos hermanos y hermanas. ¿Crees que todos los que asisten a menudo a las reuniones en la casa de Dios son hermanos y hermanas? No necesariamente. ¿Quiénes no lo son? (Los que sienten aversión por la verdad, los que no la aceptan). Todos los que no aceptan la verdad y sienten aversión por ella son malvados. Todos ellos son gente sin conciencia ni razón. Ninguno está entre aquellos a los que Dios salva. Esta gente carece de humanidad, es negligente en el trabajo y se comportan de manera desenfrenada. Viven según filosofías satánicas y, con maniobras astutas, utilizan a otros, los engañan y les hacen trampas. No aceptan la verdad en lo más mínimo, y se han infiltrado en la casa de Dios solo para obtener bendiciones. ¿Por qué los llamamos no creyentes? Porque sienten aversión por la verdad y no la aceptan. En cuanto se comparte la verdad, pierden el interés, sienten aversión por ella, no soportan oírla, sienten que es aburrida y no pueden estarse quietos. Son claramente incrédulos y no son creyentes. No debes considerarlos hermanos y hermanas. Es posible que quieran acercarse a ti para ofrecerte algunos beneficios e intenten entablar una relación contigo valiéndose de pequeños favores. Sin embargo, cuando les hablas sobre la verdad, desvían la conversación a charlas triviales, y tratan asuntos de la carne, el trabajo, temas mundanos, tendencias seculares, sentimientos, problemas familiares, cosas externas como estas. Nada de lo que hablan tiene que ver con la verdad, con creer en Dios o con practicar la verdad. Estas personas no aceptan la verdad en absoluto. Nunca leen las palabras de Dios ni comparten sobre la verdad, y nunca oran ni participan en devociones espirituales. ¿Estas personas son hermanos y hermanas? No lo son. No practican la verdad y sienten aversión por ella. Después de infiltrarse en la casa de Dios y ver que las reuniones siempre incluyen actividades relacionadas con leer las palabras de Dios y compartir sobre la verdad, hablar sobre conocerse a uno mismo y compartir sobre los problemas relacionados con el cumplimiento de los deberes, sienten una aversión de corazón. No comprenden ni tienen experiencias ni nada que decir, por lo que se hastían de la vida de la iglesia. Constantemente se preguntan: “¿Por qué compartir siempre sobre las palabras de Dios? ¿Por qué hablar siempre de conocerse a uno mismo? ¿Por qué no hay espectáculos ni diversión en la vida de la iglesia? ¿Cuándo terminará este tipo de vida de la iglesia? ¿Cuándo entraremos en el reino y recibiremos bendiciones?”. No les interesa hablar sobre la verdad ni quieren oírla. Cuando les ocurren cosas a estas personas, ¿diríais que buscan la verdad? ¿Pueden practicar la verdad? (No pueden). Si no les interesa la verdad, ¿cómo pueden practicarla? Entonces, ¿qué principios rigen sus vidas? Sin duda, viven según las filosofías de Satanás. Siempre se muestran astutos y taimados, y no tienen una vida de humanidad normal. Nunca oran a Dios ni buscan la verdad, sino que hacen frente a todo utilizando trucos, tácticas y filosofías para los asuntos mundanos, lo que hace que su existencia sea extenuante y dolorosa. Se relacionan con los hermanos y hermanas de la misma manera que con los incrédulos, siguen filosofías satánicas, mienten y engañan. Les gusta discutir e hilar muy fino. No importa en qué grupo vivan, todo el tiempo se fijan en quién es afín a quién y quién forma equipo con quién. Cuando hablan, observan con atención las reacciones de los demás. Constantemente están atentos, intentando no ofender a nadie. Siempre siguen estas filosofías para los asuntos mundanos para lidiar con todo lo que les rodea y abordar sus relaciones con los demás. Eso es lo que hace que su existencia sea tan agotadora. Aunque en apariencia se muestren activos entre la gente, en realidad llevan la procesión por dentro y, si observaras de cerca sus vidas, te parecerían agotadoras. Cuando se trata de un asunto que implica fama, ganancia o prestigio, insisten en aclarar quién tiene razón o no, quién es superior o inferior, y tienen que discutir para convencer. Los demás no quieren oírlo. La gente dice: “¿Puedes simplificar lo que dices? ¿Puedes ser directo? ¿Por qué tienes que ser tan trivial?”. Sus pensamientos son muy complicados y retorcidos, y viven una vida sumamente agotadora sin darse cuenta de los problemas de fondo. ¿Por qué no pueden buscar la verdad y ser honestos? Porque sienten aversión por la verdad y no quieren ser honestos. Entonces, ¿en qué basan su vida? (Filosofías para los asuntos mundanos y métodos humanos). La dependencia de los métodos humanos para actuar suele llevar a resultados en los que uno acaba siendo objeto de burla o en los que se revela un aspecto desagradable de uno mismo. Y así, al examinarlas más de cerca, sus acciones, las cosas que se pasan el día haciendo, están todas relacionadas con su propia imagen, fama, ganancia y vanidad. Es como si vivieran en una telaraña, tienen que justificar o inventar excusas para todo, y siempre hablan por su propio bien. Su pensamiento es enrevesado, dicen muchas tonterías, sus palabras son muy caóticas. Siempre están discutiendo sobre lo que está bien y lo que está mal, no paran de hacerlo. Si no están tratando de quedar bien, están compitiendo por la reputación y el estatus, y nunca hay momento en el que no estén viviendo para estas cosas. ¿Y cuál es la consecuencia final? Puede que hayan ganado prestigio, pero todo el mundo está harto de ellos. La gente los ha descubierto y se ha dado cuenta de que están desprovistos de la realidad-verdad, de que no son personas que crean sinceramente en Dios. Cuando los líderes y obreros u otros hermanos y hermanas emplean unas pocas palabras para podarlos, se niegan obstinadamente a aceptar, insisten en tratar de justificar o poner excusas y tratan de escurrir el bulto. Durante las asambleas se defienden, se ponen a discutir y provocan problemas entre los escogidos de Dios. En su corazón, piensan: “¿Acaso no hay ningún lugar en el que pueda argumentar mi punto de vista?”. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Se trata de alguien que ama la verdad? ¿Es alguien que cree en Dios? Cuando oyen a alguien decir algo que no concuerda con sus intenciones, siempre quieren discutir y exigen una explicación; se enmarañan en cuanto a quién tiene razón y quién no, no buscan la verdad ni tratan lo dicho según los principios-verdad. No importa lo simple que sea un asunto, tienen que complicarlo mucho, solo se buscan problemas, ¡merecen estar tan agotados! Muchos de los problemas que afrontan las personas son autoinfligidos. Se buscan problemas sin motivo. No emplean el tiempo en hacer las cosas correctas, por decirlo de manera simple. Este es el estilo de vida de la gente necia. Algunas personas atolondradas, aunque no se enredan en lo que está bien y lo que está mal, tienen tan poco calibre que no pueden ver más allá de nada. Viven como cerdos, aturdidos. Estos dos tipos de personas son completamente diferentes: uno se inclina a la izquierda y el otro a la derecha, pero ambos forman parte de los incrédulos. Estas personas, por muchos años que lleven creyendo en Dios o por mucha doctrina que hayan escuchado, nunca pueden comprender la verdad, y mucho menos saber qué es practicarla. Ante cualquier situación, nunca buscan la verdad, sino que viven conforme a métodos humanos y filosofías de Satanás, con vidas agotadoras y lamentables. ¿Creen sinceramente en Dios? Por supuesto que no. Aquellos que no aman la verdad no creen realmente en Dios. A los que no pueden aceptar en absoluto la verdad no se les puede llamar hermanos y hermanas. Solo aquellos que aman y son capaces de aceptar la verdad son hermanos y hermanas. Entonces, ¿quiénes son aquellos que no aman la verdad? Son todos unos incrédulos. Los que no aceptan para nada la verdad sienten aversión por ella y la rechazan. Para ser más exactos, son todos unos incrédulos que se han infiltrado en la iglesia. Si son capaces de hacer todo tipo de maldades y de perturbar y trastornar la obra de la iglesia, son los secuaces de Satanás. Deberían ser echados y descartados. No se les puede tratar de ninguna forma como a hermanos y hermanas. Los que les muestran amor son necios e ignorantes hasta el extremo.

Fragmento 87

Si, ahora mismo, aún no habéis encontrado la sensación y los principios de ser un santo, esto prueba que vuestra entrada en la vida es demasiado superficial, y que aún no habéis entendido la verdad. En vuestra conducta y comportamientos habituales, y en el entorno en el que vivís cada día, deberíais probar y reflexionar con detenimiento, hablar unos con otros, animaros unos a otros, ofreceros recordatorios, ayudaros y cuidaros, y apoyaros y proveeros mutuamente. Debe haber principios en la forma de interactuar de los hermanos y hermanas. No te centres siempre en las faltas de los demás, sino examínate a ti mismo a menudo y luego admite de forma proactiva ante otro aquello que has hecho que causó una interferencia o un daño para él, y aprende a abrirte y a compartir. De esta manera, alcanzarás la comprensión mutua. Además, independientemente de lo que te ocurra, debes ver las cosas basándote en las palabras de Dios. Si las personas son capaces de comprender los principios-verdad y de encontrar una senda de práctica, llegarán a ser de un solo corazón y una sola mente, y la relación entre hermanos y hermanas será normal, y no serán tan indiferentes, fríos y crueles como los incrédulos, y se librarán de su mentalidad de sospecha y recelo mutuo. Los hermanos y hermanas tendrán más intimidad entre sí; serán capaces de apoyarse y amarse; habrá buena voluntad en su corazón, y podrán ser tolerantes y compasivos los unos con los otros, y se apoyarán y ayudarán mutuamente, en lugar de distanciarse, envidiarse, compararse y competir en secreto y desafiarse unos a otros. ¿Cómo puede la gente cumplir bien con sus deberes si es como los incrédulos? Esto no solo afectará a su entrada en la vida, sino que también perjudicará y afectará a los demás. Por ejemplo: puede que te enfades cuando la gente te mira mal o te dice algo que es contrario a tu voluntad y, cuando alguien hace algo que te impide distinguirte a ti mismo, puede que te quedes resentido, te sientas incómodo e infeliz, y siempre pienses en cómo recuperar tu reputación. Las mujeres y los jóvenes son particularmente incapaces de superar esto. Se obsesionan constantemente con desencuentros y desacuerdos triviales, y tienden a ser obstinados y a vivir en un estado de negatividad. No están dispuestos a orar a Dios o a comer y beber la palabra de Dios, lo que a su vez entorpece su entrada en la vida. Cuando las personas viven según sus actitudes corruptas, es muy difícil que estén en paz ante Dios y es muy difícil que practiquen la verdad y vivan según las palabras de Dios. Para vivir ante Dios, primero debes aprender a reflexionar y a conocerte a ti mismo, a orarle sinceramente, y luego debes aprender a llevarte bien con los hermanos y hermanas. Debes ser tolerante con los demás, indulgente con ellos, y ser capaz de ver los puntos fuertes y los méritos de los demás; debes aprender a aceptar las opiniones de otros y las cosas que son correctas. No te des caprichos, no tengas deseos y ambiciones, ni te creas siempre mejor que los demás, y luego te creas una gran figura, obligando a los demás a hacer lo que dices, a obedecerte, a admirarte, a exaltarte: esa es una conducta desviada. Si no se subsana el carácter arrogante de una persona, y este coincide con ambiciones y deseos cada vez mayores, es fácil que acabe desviándose. Ese es el motivo por el que aquellos incapaces de aceptar la verdad y de analizarse y conocerse a sí mismos corren un grave peligro. Siempre albergan ambiciones, siempre aspiran a ser grandes personas y superhombres; eso es una desviación, eso es una arrogancia extrema. Han perdido la razón por entero, ya no son personas normales, sino desviadas, son demonios. Dominados por sus actitudes arrogantes, menosprecian a los demás en su fuero interno y los consideran insignificantes e ignorantes. No reconocen las fortalezas de los demás, pero sí que magnifican sus defectos; los desprecian en su interior y señalan esos defectos y los desprecian en cada ocasión que se les presenta, y terminan hiriendo y entristeciendo a los demás, y empujándolos a que los obedezcan y les presten oídos o bien los teman y los rehúyan. ¿Os gusta presenciar ese tipo de relaciones entre las personas? ¿Podéis aceptarlo? (No). Por ejemplo, supongamos que eres algo más alto y más guapo que otras personas, lo que lleva a algunos a admirarte. A consecuencia de ello, te sientes bastante complacido contigo mismo y, por tanto, menosprecias a quienes son más bajos y menos guapos. ¿Qué clase de carácter revela eso? Hay quienes miran con desprecio a aquellos que no son tan guapos, más bajos, un poco más necios o menos ingeniosos, y hasta llegan a ser sarcásticos y burlones con ellos. ¿Es apropiado tratar a los demás de esa manera? ¿Es eso una manifestación de una humanidad normal? Por supuesto que no. De modo que, ¿cuál es la manera más adecuada de gestionar semejante situación? (No ridiculizar a los demás por sus defectos y respetarlos). Ese es un principio. Da la impresión de que lo entendéis hasta cierto punto. Entonces, ¿cómo trata Dios a las personas? A Dios no le importa el aspecto de las personas, si son altas o bajas. En cambio, Él mira si su corazón es amable, si aman la verdad y si aman y se someten a Dios. En esto se basa el comportamiento de Dios hacia las personas. Si las personas también pueden hacer esto, serán capaces de tratar a los demás con justicia, y de acuerdo con los principios-verdad. En primer lugar, hay que entender la voluntad de Dios y saber cómo se comporta Dios con el hombre; de este modo, nosotros también tendremos un principio y una senda para saber cómo comportarnos con las personas. Por regla general, todo el mundo adolece de cierta vanidad. Cuando reciben la menor alabanza ya se sienten complacidos consigo mismos, tararean una melodía y van con la frente alta. Tal cosa revela el carácter de Satanás. Si también juzgan a los demás y los menosprecian, ¿qué clase de carácter es ese? Es un carácter feroz, arrogante y malvado. Si las personas son incapaces de reconocer y ver la fealdad de vivir conforme a sus actitudes corruptas, será difícil que desechen tales actitudes corruptas y no podrán vivir con una verdadera semejanza humana.

Fragmento 88

La verdad que Dios nos expresa para que podamos incorporarla a nuestra vida, ¿a quién va dirigida? ¿A quién se habla sobre ella? (Es para aquellos que aman y aceptan la verdad). ¿Y quiénes son capaces de amar realmente la verdad y aceptarla en el corazón? Si llegas al fondo de esta pregunta, averiguarás a qué tipo de persona salva Dios. En primer lugar, debemos comprender que la verdad que Dios nos expresa está destinada a quienes poseen humanidad, razón, amor por lo positivo y observan su conciencia. Aquellos que no aman la verdad y se muestran indiferentes e inmutables después de escucharla, sin reproches ni sentimiento alguno, están muertos aunque respiren y caminen y están destinados a no tener entrada en la vida. Hay quien se preguntará: “¿Por qué Dios se toma tantas molestias en compartir su palabra si la mayoría de las personas carecen de humanidad, no aman ni aceptan la verdad de Dios y no son objeto de la salvación, sino meros hacedores de servicio?”. ¿Es esto correcto? (No. Aunque la mayoría no está dispuesta a perseguir la verdad, un reducido grupo con algo de humanidad sí lo está, y Dios está decidido a salvarlo). Eso está bien. La palabra de Dios va dirigida a los oídos de las personas, no de las bestias ni de los demonios. En el seno de la iglesia, aunque tan solo sean capaces de aceptar la verdad una tercera o una quinta parte de las personas, al final, apenas permanecerán unos pocos. Entonces, ¿cómo podemos identificar a los verdaderos creyentes en Dios, aquellos que permanecerán? Podemos valorar si una persona tiene conciencia, si adquiere algún conocimiento su conciencia al escuchar la palabra de Dios, si alcanza a comprenderla, a entender la verdad al oír un sermón y si, una vez asimilada, la pone en práctica, incluso también podemos evaluar si es capaz de modificar su carácter corrupto. Basándonos en estas cuestiones podemos discernir si son personas que aceptan la verdad y son ovejas de Dios. Las ovejas de Dios son capaces de escuchar la voz de Dios, reaccionan a ella y sus conciencias despiertan al oírla; están dispuestas a seguir a Dios. Son el rebaño de Dios. ¿Cómo es la humanidad de estos individuos? (Aman lo positivo, están dispuestos a perseguir la verdad y poseen cierta conciencia). ¿Y por qué están decididos a perseguir la verdad? Su humanidad se caracteriza por el amor a la verdad, la conciencia y la razón. Además, son capaces de entender la palabra de Dios y aplicarla a sus circunstancias personales para luego incorporarla a su día a día, a su vida, y finalmente convertirla en el objetivo, el principio y la base de su conducta y su comportamiento. Es decir, la palabra de Dios pasa a ser su realidad diaria y la ponen en práctica. Estas personas conforman el rebaño de Dios. Algunas personas no parecen malas por fuera y son bastante cándidas, pero son incapaces de poner la palabra de Dios en práctica después de escucharla. Estas personas no son ovejas de Dios. Hay mucha gente así entre los trabajadores, que no alcanzan a entender la palabra de Dios independientemente de cómo la escuchen, y mucho menos son capaces de ponerla en práctica. Pueden creer en Dios durante años sin ganar vida. Por lo tanto, la gente debe saber quién específicamente puede ser salvado por la palabra de Dios. En cuanto a las personas que salva Dios, no importa el número. Incluso si tan solo una persona puede entender la palabra de Dios, Él hará igualmente lo que debe hacerse. Como es bien sabido, tan solo fueron salvadas ocho personas cuando Noé construyó el arca. Desde la época del Antiguo Testamento hasta la actualidad, pocos han sido salvados. En la Era de la Ley, cuando Dios no había iniciado formalmente la obra de salvación ni había compartido la verdad con la humanidad, ¿cuántos aceptó Dios? ¿Fueron muchos? Muy poca gente obtuvo Su aprobación entonces. ¿Y qué hay de la obra de los últimos días? Aunque el número de personas capaces de aceptar la verdad a través del juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento es reducido, es mayor que en la Era de la Ley y la Era de la Gracia. Ahora bien, hay unas cuantas personas que pueden ofrecer testimonio vivencial y que, además, han sabido cambiar su carácter, así que ¿cómo no iba a hallar cierto consuelo en esto el corazón de Dios?

Cuando veis que la mayoría de las personas que acuden a la iglesia llevan varios años creyendo en Dios y aun así no persiguen la verdad, no han cambiado en absoluto y se comportan como no creyentes, ¿sois pesimistas? (A veces soy un poco pesimista, pero sé que no importa lo díscola que sea una persona ni lo mediocre que sea su aptitud, siempre que su corazón sea bueno y esté dispuesto a esforzarse en perseguir la verdad, Dios continuará su obra en ella con la mayor de las paciencias, desglosando y fragmentando la verdad pedazo a pedazo, compartiéndola con ellos lo más detalladamente posible. Me conmueve profundamente ver el precio que paga Dios para que la humanidad esté completa, cómo Él no se rinde hasta lograrlo. Sé que a pesar de mi aptitud mediocre, debo intentar hacerlo mejor, ser diligente en mi búsqueda, y no perder la esperanza). Es bien sabido que las personas tienen una aptitud mediocre o son rebeldes, pero Dios nunca dijo que este motivo te privara de la salvación. Si Él no te salvara, ¿para qué transmitirte la palabra o pagar semejante precio? Con estas acciones se manifiesta claramente a la humanidad cuál es la intención de Dios, esta se hace explícita. No es ningún secreto, sino todo lo contrario, y cualquiera con corazón y espíritu puede entenderlo; solo los necios que carecen de entendimiento espiritual pueden ser negativos, y solo aquellos que no comprenden la verdad se sentirán decepcionados y consternados al creerse incapaces de ser salvados. Lo esencial de creer en Dios es que debes creer en la palabra y la verdad que Él transmite. Siempre que poseas determinación y seas capaz de poner la verdad en práctica, la palabra y la verdad podrán convertirse en tu vida. No importa lo madura que sea tu vida al final, si practicas la palabra de Dios de manera positiva y proactiva y no vulneras de forma deliberada la palabra ni la verdad, pones en práctica todo lo que alcances a comprender, te esfuerzas por la verdad y cumples con tu deber con todo tu corazón y tus fuerzas, estarás a la altura. Los requisitos que Dios impone al hombre no son inalcanzables. La verdad sobre la que Dios habla es exhaustiva, y Su palabra es particularmente detallada y específica. ¿Por qué expresarse de este modo? Para proveer a toda la humanidad, no solo a un grupo reducido de gente o a uno o dos tipos de persona. Del conjunto de la verdad que se provee a toda la humanidad, hay un límite de lo que puedes llegar a practicar y alcanzar. ¿Por qué digo que hay un límite? Porque la aptitud, el entendimiento y la capacidad de entendimiento de cada uno es diferente, al igual que el entorno que Dios destina para cada persona y los deberes que debe cumplir. Estas “diferencias” conducen a cada cual a practicar y acceder solo a una parte de la palabra de Dios, y lo que puede lograr o poner en práctica es limitado. Por ejemplo, ¿resulta apropiado que si alguien es sometido a la prueba de la enfermedad y se da cuenta de que dicha prueba proviene de Dios, piense que Dios debería hacer que todo el mundo experimentase esa prueba? (No, no lo es). Esto procede completamente de la voluntad humana. Dios obra de manera diferente con cada persona, y esta prueba tiene como objetivo a un determinado grupo de gente. Dios obra en ellos para que experimenten la prueba de la enfermedad. ¿Qué obtiene la gente cuando Dios somete a la prueba de la enfermedad a un grupo de personas? Que, durante dicha prueba, la gente debe aprender cómo someterse a Dios, conocer su propia rebeldía, rectificar la relación entre los seres creados y el Creador, corregir la relación entre el hombre y Dios, ser capaz de entender el corazón de Dios, lograr someterse a Él y, sin importar lo que ocurra, no malinterpretar a Dios, tan solo someterse. Esta es la faceta de la verdad que todo el mundo debe obtener. Si lo logras a partir de la experiencia de otra persona, ¿deberías también tú experimentar esa prueba? No necesariamente. Dios elige a personas distintas —quizá la persona adecuada o alguien especial— para que experimente dicha prueba y sea parte de la obra de Dios. Esto es lo que Dios ha prometido al hombre y es precisamente lo que hará. Hay quien experimenta el dolor de perder a un ser querido, y a raíz de dicha pérdida obtiene experiencia y testimonio, sumisión a Dios y una verdadera confianza y convicción. La obra que Dios realiza en un determinado grupo de personas sirve de testimonio para todo el mundo de que todo lo que Dios hace está bien y que la gente debería optar por someterse en lugar de analizar, investigar o razonar con Él para que se explique con claridad y en detalle; la gente debe someterse incondicionalmente y sin quejarse. Además, las personas deben aprender a entender el significado y el valor de toda la obra de Dios. Lo que cada individuo experimenta de los modos de obrar de Dios y de todas las facetas de Su palabra no es más que una pequeña parte, dentro de la cual, dependiendo de tu aptitud, tu entorno familiar y el deber que se te haya encomendado, lo que experimentas de la palabra de Dios es una diezmilésima parte, podría decirse que tan solo una parte entre diez mil. Si accedes a esta diezmilésima parte y de verdad consigues someterte a Dios incondicional y absolutamente, te afianzas en la posición de ser creado, te sometes a la soberanía del Creador y a Su plan, y logras el resultado que Dios quiere que alcances, entonces te salvarás. Esto es fácil de entender, y así son las cosas.

La clave para llevar a cabo vuestro deber es que seáis leales. ¿Qué es la lealtad? Significa ser serio y responsable, cumplir con tu responsabilidad completamente, sin la más mínima superficialidad. Si eres superficial, cuando algo sale mal es un motivo de vergüenza, una cuestión en absoluto trivial. Es más, respecto a la obra que se os asigna en la casa de Dios, todos debéis compartir más, buscar con más ahínco los principios-verdad y dar con los correctos. Cuando surge cualquier problema, debe solucionarse rápidamente y, de no ser posible, debe informarse de inmediato a los superiores de aquellos problemas para los que no se halla solución. Esforzaos en aseguraros de que la obra de la casa de Dios se desarrolla sin contratiempos, sin obstáculos, fisuras ni retrasos. Haced bien vuestro trabajo, promoved la transmisión del evangelio y dejad que la voluntad de Dios siga su curso minuciosamente sobre la tierra. Si hacéis esto, cumpliréis con vuestro deber correctamente. De hecho, dentro de lo que engloba cumplir con el deber, estos son los pocos aspectos de la verdad que se pueden practicar, lograr y llegar a tocar, y entrar en la realidad de esta verdad es alcanzar el estándar mínimo que Dios le exige a la humanidad. La fe de algunas personas es débil, hay quien es cobarde y otros tienen una aptitud mediocre, su comprensión está distorsionada, o poseen un pensamiento necio; estas y otras cosas negativas y pasivas afectarán en todos los aspectos a la capacidad de la gente de poner en práctica la verdad y llevar a cabo su deber de forma efectiva. Dios establece qué requisitos deben cumplir las personas en función de su aptitud, su personalidad y su grado de comprensión de la verdad. ¿Cuáles son los requisitos estándar? Dios observa si alguien es sincero en su creencia en Dios y si puede aceptar la verdad; estas dos condiciones son las más importantes. Hay personas estúpidas por naturaleza, tienen una comprensión de las cosas distorsionada, carecen de conocimiento, son lentas a la hora de aprender cualquier cosa, no parecen entender lo que otros dicen y necesitan que alguien las lleve de la mano para enseñarles. Estas personas poseen una aptitud mediocre y siempre será así. Otras puede que posean riqueza de conocimientos, o sean pozos de sabiduría, que su aspecto exterior parezca muy sagaz, pero tengan tendencia a caer en distorsiones a la hora de comprender cuestiones relacionadas con la verdad. Incluso aunque la comprendan, siguen sin poder aceptarla, y ese es su punto fatal. Ese tipo de personas son fácilmente influenciables por el conocimiento y la doctrina durante el cumplimiento de su deber y les cuesta actuar conforme a los principios-verdad o cambiar su perspectiva de las cosas. Así pues, ¿qué deben hacer si realmente quieren perseguir la verdad? La clave está en comprobar si pueden aceptar la verdad. Si es así, el problema tiene fácil solución, pero si se niegan con terquedad a aceptar la verdad, no hay nada que hacer. Además de fracasar en el correcto cumplimiento de su deber, me temo que tampoco tienen opciones para ser salvados. Los logros académicos de alguien no tienen importancia, como tampoco la tiene su nivel de inteligencia; lo más relevante es ser capaz de aceptar la verdad y amar la palabra de Dios. Lo que a Dios le importa es cuánta verdad puedes practicar una vez has sido esclarecido para comprenderla en el entorno que Él ha dispuesto. Dios se fija en cuánto das de ti mismo para desempeñar las tareas que Él exige, cuánto empeño les dedicas, cuánto esfuerzo inviertes. Por ejemplo, imagina que eres de aptitud media, no posees una gran formación académica y tu capacidad de comprensión es mediocre y un poco distorsionada. Estos son hechos objetivos. Aun así, cuando ocurre algo y Dios te permite ver los defectos que hay en ello, que existe un problema y de quién es la responsabilidad, esta cuestión revelará si puedes defender los principios y si eres practicante de la verdad. Si llevas a cabo tu deber con lealtad y eres sincero con Dios, ¿qué deberías hacer al respecto? ¿Qué deberías hacer conforme a la verdad para cumplir lo que Dios te pide? En tales circunstancias, Dios no se fija en tu aptitud, en la formación académica que poseas o en los años que lleves creyendo en Él; se fija en tu punto de vista y tu actitud respecto a lo que ha ocurrido, si eres sincero y si en ese momento aplicas tu conciencia. Si eres sincero con Dios, tendrás sentido de la responsabilidad y pensarás: “Esto puede que no me afecte personalmente, pero sí concierne a la obra de la iglesia. Tengo que indagar y averiguar más cosas sobre ello”. Hechas las averiguaciones, puede que descubras que la persona encargada ha sido indolente e irresponsable, que no se ha tomado en serio el tema en cuestión y que lo ha demorado. Entonces deberás tratar de localizarla y hablar con ella, enmendando el asunto de inmediato. No habrías necesitado acudir a lo Alto, sino que habrías solucionado el problema tú mismo. Tu aptitud es corriente y posees algunas deficiencias y defectos, pero ¿afectarán tales cosas a tu práctica de la verdad? ¿Afectarán al cumplimiento de tu deber o a tu lealtad a Dios? Desde luego que no. Hay personas que se describen como necias y de comprensión distorsionada, otras dicen que carecen de compresión espiritual, y otras que tienen una aptitud mediocre y carecen de estudios. Si este fuera el caso, ¿deberías dejar de practicar la verdad cuando algo sucede? Dios no se fija en la aptitud de las personas ni en su nivel de formación. Estas cuestiones poco tienen que ver con la práctica de la verdad. Esas carencias y deficiencias no tienen ningún impacto en tu práctica de la verdad, en tu lealtad a Dios ni en la responsabilidad que asumes en relación con el cumplimiento de tu deber. Dios se fija en si eres sincero; se trata de lo más práctico y es algo que la gente puede lograr. Dios emplea los medios más prácticos para evaluar a cada persona. Hay quien dice: “Mi aptitud es mediocre, soy ignorante, poseo demasiado conocimiento y eso me influye a la hora de poner la verdad en práctica”. No son más que excusas sin sentido. Pero ¿por qué? Porque esa no es la forma en que Dios evalúa a las personas. Es tu vara de medir, no la de Dios. ¿Qué baremo utiliza Dios para evaluar a alguien? Dios se fija en si esa persona le es leal y si es sincera. Si eres leal a Dios, no importa que tu comprensión esté un poco distorsionada o sea algo absurda. Hay quien dice: “No tengo entendimiento espiritual”. Entonces, ¿eres leal a Dios? Si es así, tu falta de comprensión no afectará a que pongas la verdad en práctica. ¿Queda suficientemente claro? Si eres leal a Dios y cumples con tu deber con sinceridad, ¿seguirás siendo negativo y débil cuando se te pode? En ese caso, ¿qué se debe hacer si eres realmente negativo y débil? (Debemos orar a Dios y confiar en Él, tratar de pensar en lo que Dios pide, reflexionar sobre qué es aquello de lo que carecemos y qué errores hemos cometido; en los ámbitos en los que hemos fallado es donde debemos volver a remontar). Así es. La negatividad y la debilidad no son grandes problemas. Dios no las condena. Mientras alguien pueda volver a subir allá de donde ha caído, aprenda la lección y cumpla su deber con normalidad, no sucederá nada. Nadie te lo echará en cara, así que no seas infinitamente negativo. Si abandonas tu deber y huyes de él, estarás totalmente acabado. Todo el mundo es negativo y débil a veces; simplemente busca la verdad, y la negatividad y la debilidad desaparecerán fácilmente. El estado de algunas personas cambia completamente con solo leer un capítulo de las palabras de Dios o cantar algunos himnos. Son capaces de abrir su corazón en oración a Dios y de alabarlo. ¿Acaso no se resuelve así su problema? En realidad, ser podado es algo totalmente bueno. Aunque las palabras utilizadas para podarte sean un poco duras e hirientes, se deben a que has actuado sin razón y has vulnerado los principios sin siquiera darte cuenta. ¿Cómo no ibas a ser podado en tales circunstancias? Podarte de esa manera sirve en realidad para ayudarte, es amor por ti. Deberías entenderlo y no quejarte. Por lo tanto, si la poda da lugar a la negatividad y a la queja, estaremos ante necedad e ignorancia, el comportamiento de alguien sin razón.

¿Qué es lo más importante en lo que debemos centrarnos a la hora de creer en Dios? Que la aptitud de alguien sea o no mediocre, que tenga comprensión espiritual o que afronte un tipo u otro de poda no es importante. ¿Qué es lo más importante hoy en día? Cómo entráis en las realidades-verdad. Para hacerlo, ¿qué es lo mínimo que alguien debe tener? Debe poseer un corazón sincero. ¿Qué quiere decir ser sincero? Significa no ser escurridizo cuando te suceda algo, obviar los intereses propios, no conspirar ni confabular con nadie y no jugar al engaño con Dios. Si eres capaz de engañar a Dios y no eres sincero con Él, entonces estás completamente acabado y Dios no te salvará. Así pues, ¿qué sentido tiene comprender la verdad? Puede que tengas entendimiento espiritual y buena aptitud, seas elocuente y capaz de comprender rápidamente las cosas, sacar conclusiones y entender todo lo que Dios transmite, pero si juegas al engaño con Dios cuando te sucede algo, esto es propio del carácter satánico y es muy peligroso. Tu aptitud no vale de nada por buena que sea, y Dios no te querrá. Dios dirá: “Hablas bien, tienes buena aptitud, eres inteligente y tienes comprensión espiritual, pero hay un problema: no amas la verdad”. Aquellos que no aman la verdad son problemáticos y Dios no los quiere. Una persona que carece de buen corazón será descartada, igual que un coche que parece en perfecto estado por fuera pero tiene el motor estropeado. Las personas también son así; no importa lo buena que parezca tu aptitud, lo inteligente, elocuente o capaz que seas, o lo bien que se te dé gestionar un problema, todo eso no sirve de nada y no es la cuestión clave. Entonces, ¿cuál es la cuestión clave? Que el corazón de esa persona ame la verdad. No se trata de escuchar cómo habla, sino de observar cómo actúa. Dios no se fija en lo que dices o prometes ante Él, sino en si lo que haces tiene realidad-verdad. Además, a Dios no le importan lo elevadas, profundas o grandes que sean tus acciones; aun cuando hagas algo pequeño, si percibe sinceridad en cada uno de tus actos, dirá: “Esta persona cree sinceramente en Mí. Nunca ha alardeado. Se comporta de acuerdo con su posición. Aunque es posible que no haya hecho una gran contribución a la casa de Dios y tenga poca aptitud, es firme y sincera en todo lo que hace”. ¿Qué abarca esa “sinceridad”? El temor y la sumisión a Dios, así como la fe y el amor verdaderos; abarca todo lo que Dios desea ver. A ojos de otros, esas personas pueden parecer corrientes. Bien podría ser una persona que hace la comida o se encarga de la limpieza, alguien que realiza un deber ordinario. Para los demás, esas personas no son excepcionales, no han logrado nada importante ni poseen nada estimable, admirable o envidiable: son simplemente personas corrientes. Y, sin embargo, en ellas se encuentra y vive todo lo que Dios quiere, y le entregan todo ello a Dios. Dime: ¿qué más quiere Dios? Él está satisfecho. Por lo tanto, no te sientas desanimado ni negativo tan solo porque tu estatura sea demasiado pequeña y no entiendas la verdad, o porque veas a otros caminar la senda de ser perfeccionado después de haber hecho frente a tribulaciones y haber experimentado pruebas y refinamiento, y no pienses que Dios no te ama o no está dispuesto a perfeccionarte. ¿Qué prisa tienes? Lo que Dios otorga a cada persona es diferente, y cuando te evalúes a ti mismo, primero analiza lo que Dios te ha dado y cuáles son tus condiciones particulares, entonces podrás entender que todo lo que hace Dios es bueno. Habrá quien diga: “Mi aptitud es mediocre. Aun así, ¿es bueno lo que Dios me otorga?”. Sí, lo es. Otros quizá digan: “Soy bastante estúpido. ¿Lo que Dios me da sigue siendo bueno?”. Sí, todo ello es bueno. ¿Por qué todo es bueno? Si no fueras estúpido, terminarías cayendo en la arrogancia y olvidarías cuál es tu lugar, de modo que tu estupidez te protege y es algo bueno. Si todos vosotros poseyerais unas capacidades y habilidades mejores de las que tenéis, ¿quién seguiría comportándose tan correctamente y con tan buena disposición para llevar a cabo su deber en la casa de Dios? ¿Acaso no hay gente así, pero poca? (Sí). Todo lo que Dios hace es bueno y está bien, lo que ocurre es que la gente no lo entiende con claridad. La gente siempre quiere más de Dios, como si cuanto más diese Dios a alguien, más capacidad tuviera esa persona de poner la verdad en práctica, cuando en realidad no es así. Dios ya te ha dado suficiente; lo ha dado todo, incluida Su vida, por ti. Así pues, ¿qué más quieres? La palabra que Dios transmite y toda la obra que lleva a cabo es abundante y suficiente para la humanidad. No hay nada que la gente pueda exigir a Dios, y no debería quejarse de Él y decir: “¿Qué puedo hacer yo con esta aptitud o estos dones escasos que Dios me ha dado?”. Hay mucho que puedes hacer. Lo que Dios quiere no es lo que imaginas; Él quiere que pongas la verdad en práctica, obres según unos principios y cumplas bien el deber que debes cumplir. No haces lo que eres capaz de hacer, pero ciegamente haces lo que no deberías. Esto se denomina descuidar tu trabajo. ¿No estarás apuntando demasiado alto? (Sí). ¿Qué quiere conseguir la gente? Granjearse una reputación, que se admiren y se tengan en gran consideración sus palabras y acciones y ser ampliamente reconocida. Dios no quiere que te conviertas en ese tipo de persona, por eso no te dio esas clases de cosas. Si tuvieras la posibilidad de convertirte en alguien así, ¿estarías dispuesto a rechazarlo? ¿Podrías dejar pasar esa oportunidad tan fácilmente? Esto tiene consecuencias peligrosas. ¿Diste por hecho que esas cosas eran buenas? ¿Por qué algunas personas se convierten en anticristos? ¿No es porque creen que tienen algo de habilidad y por ello se convierten en individuos tremendamente arrogantes? ¿Por qué son capaces de adentrarse en esa senda? Es el tipo de persona que son, simple y llanamente; caminarán por esa senda tarde o temprano, y Dios no tiene planeado transmitirles la verdad o salvarles. Así que, lo que Él te otorga es sin duda distinto de lo que les da a otros. Si siempre estás comparándote con los demás y deseando lo mismo que tienen otros, ¿acaso tienes una auténtica comprensión? ¡No entiendes la intención de Dios! Por lo tanto, cuando te das cuenta de que tu aptitud es mediocre, que te falta entendimiento espiritual y que posees una comprensión distorsionada, que a menudo eres débil o crees que tienes demasiados problemas y defectos, debes considerar, en primer lugar, por qué Dios no te otorgó un don en particular. En esto reside Su benevolencia. Echa un vistazo de nuevo a la senda que toma la mayoría de esas personas dotadas y con talento y qué actitud adopta Dios hacia ellas. ¿Qué frase es la que más ganas tendrás de decir cuando entiendas esta cuestión? (Gracias a Dios por protegerme). Así es, deberías dar las gracias a Dios y decir: “Dios, eres tan bueno conmigo; no me diste dones ni talentos y me hiciste necio, un idiota. ¡Esa es mi bendición! No me siento negativo ni triste. Lo que me falta ahora es sinceridad y lealtad hacia Ti. No pido ser inteligente ni elocuente, tampoco quiero dones ni talento. Solo deseo ofrecerte mi sinceridad. Los dones, el talento y el conocimiento, al igual que el estatus y la fama, no son cosas buenas y no las quiero”. ¿Es esto prueba de una transformación? (Sí, así es). Entonces, ¿podrías seguir dolido y apenado por tus carencias? No lo harás más, y no te sentirás agraviado. De no ser así, cuando otros te podasen, pensarías: “Soy estúpido, todo el mundo me mira por encima del hombro y jamás ascenderé ni tendré un puesto importante en la casa de Dios”. La conclusión sería: “Dios me ha dado tan poco, ¿cómo es que les da tanto a otros?”. Siempre te quejarías en tu fuero interno y te sentirías agraviado. En realidad, se te ha otorgado una gran bendición y ni siquiera lo sabes. Si tal cosa ocurriera de nuevo en el futuro, ¿sería diferente tu punto de vista? (Sí, lo sería). Si el punto de vista de una persona fuera diferente, ¿qué cambiaría en ella? (Sus aspiraciones no serían tan grandes ni perseguiría cuestiones tan elevadas; sería capaz de llevar a cabo correctamente su deber con un corazón agradecido y los pies en la tierra). Se pueden tener los pies firmemente anclados en la tierra, vivir de forma auténtica y realista, y perseguir objetivos diferentes. Dime, ¿qué es mejor: que Dios te haga un necio y un idiota capaz de cumplir adecuadamente su deber de forma sensata y puedas ser salvado, o que te dote de buena aptitud, un nivel académico alto, buena apariencia y elocuencia, así como de capacidad de trabajo y destrezas especiales para que dondequiera que vayas la gente te admire, seas un gigante entre enanos y finalmente acabes caminando la senda de un anticristo? ¿Qué elegirías? (Es mejor ser el necio y el idiota). Puede que ahora te parezca bien, pero si alguien te llamara necio e idiota, te disgustarías. Debes pensar así: “Aunque mi aptitud es mediocre y soy ignorante, soy mejor que las personas malvadas y los anticristos porque todavía tengo la posibilidad de ser salvado”. Debes aprender a buscar consuelo en ti mismo. (Recuerdo que había otros pocos que creían en Dios conmigo. Todos tenían buena aptitud y eran muy inteligentes, pero como siempre luchaban por el poder y la ganancia y perturbaban la obra de la iglesia, los echaron y fueron expulsados. Pienso que he sido capaz de llegar hasta donde estoy hoy gracias a mi aptitud mediocre, mi estupidez y por saber comportarme; eso es también la gran protección de Dios). ¿Por qué Dios te protege? ¿Es porque eres estúpido? ¿Simpatiza con los débiles? No. No lo hace. No es como dicen los no creyentes, que el que no llora no mama. No es el caso. ¿Cuál es la forma más acertada de verlo? ¿Qué manera de verlo se ajusta a la verdad? (Es porque la gente cree con un poco de sinceridad y amor por la verdad en su corazón y está dispuesta a perseguir la verdad; Dios salva a las personas con corazones así, y por tanto dispone varios entornos para protegerlas). Así es. Dios te ofrece protección a cambio de tu sinceridad hacia Él. Así pues, ¿qué es lo más valioso? La sinceridad del hombre es lo más valioso. Amas un poco las cosas positivas y eres sincero con Dios y, a cambio, Dios te da Su protección y Su gracia, con lo que has ganado mucho. Quizá alguien diga: “Mi aptitud es mediocre y, aunque he ganado mucho, sigo sin entender nada”. ¿No entiendes demasiado? Tu capacidad actual para cumplir tu deber y seguir a Dios está relacionada con tu comprensión de la verdad. Otra persona puede que diga: “¿Qué entiendo? No puedo explicarlo con claridad”. Puede que no seas capaz de explicarlo con claridad, pero puedes seguir cumpliendo tu deber en la casa de Dios, y entiendes mucho. No importa lo profunda o superficial que sea tu comprensión de estas cuestiones, sin duda están relacionadas con la verdad y guardan proximidad con ella, por eso se te ha apoyado hasta el momento y continuamente cumples tu deber. ¿No es así? (Sí, efectivamente). Pensar que eres un necio o un idiota no es algo malo, y si lo analizamos, “necio” e “idiota” son apodos con una connotación nada despreciativa ni desdeñosa. Si comparamos que te llamen necio e idiota con que te llamen anticristo, ¿qué es mejor? (Que me llamen necio e idiota es mejor). Si un día Dios dijera: “Acércate, necio. Acércate, idiota”, quizá no te agradaría, pero reflexionarías y pensarías: “Me ha llamado necio, no anticristo, así que acudiré”. E irías alegremente. Entonces alguien diría: “¿Cómo es que estás tan contento de que te llamen necio?”. A lo que responderías: “Me ha llamado necio, pero no ha dicho que sea un anticristo, o que no pueda ser salvado. Por eso estoy contento”. Llamarte necio no es tratarte como a un extraño, sino como a un miembro de la familia, como a alguien conocido. Es como cuando la gente llama a sus hijos “monstruitos”; quizá suene un poco fuerte, pero es la verdad y no es más que un término afectivo. ¿Y si te llamaran anticristo? Entonces tendrías un problema, ya que el cambio de nombre denota una naturaleza diferente, y tu fin también sería distinto. ¿Cuál elegiríais? (Prefiero que me llamen necio e idiota). Tampoco es bueno ser siempre un necio y un idiota; tu aptitud también debe mejorar un poco. ¿Ha mejorado vuestra aptitud con los años? (Tan solo un poco, no demasiado). En cuanto a la entrada en la vida, si de verdad trabajas duro y sigues esforzándote, sin duda mejorarás. Sin embargo, es imposible ver grandes mejoras de inmediato. Es un proceso de crecimiento lento, pero en cuanto entres, ya no retrocederás, y siempre y cuando sigas persiguiendo la verdad, tu entrada en la vida crecerá lentamente, poco a poco.

No es tarea fácil para Dios obrar la verdad en las personas. No ocurre tan rápido como la velocidad a la que brota una semilla cuando se planta en la tierra; es bastante diferente. La salvación del hombre a manos de Dios se lleva a cabo a través de una meticulosa limpieza y transformación de su carácter satánico y al permitir al hombre vivir la realidad-verdad en Su palabra, pero no es una tarea sencilla. Incluso si escuchas sermones, lees la palabra de Dios, oras y experimentas cada día, tu progreso será limitado y tu crecimiento vital será lento. Se requiere de muchos procesos para que alguien comprenda la verdad. La gente necesita repetir experiencias muchas veces, así como esforzarse y poner empeño en intentar comprender la verdad; solo así podrán entenderla. Además, la obra del Espíritu Santo es necesaria, de lo contrario, los logros de la gente serán todavía más limitados. Mucha gente lleva creyendo en Dios veinte o treinta años, pero sigue sin poder hablar de su testimonio vivencial. Eso ocurre porque nunca han perseguido la verdad o puesto verdadero empeño en comprenderla, lo que ha resultado en no lograr nada incluso después de creer en Dios durante décadas. Las personas necesitan entender la verdad, experimentarla y comprenderla y, sobre todo, que Dios disponga entornos para ellas. La combinación de estos aspectos diferentes hace que la gente tenga un ápice de comprensión y entrada. Una vez que esto se ha producido en tu interior, te proporcionará un conocimiento, sentimientos e ideas diferentes, que permitirán que tu conciencia y tus pensamientos progresen y cambien un poco, lo que a su vez fortalecerá ligeramente tu fe en Dios y transformará en cierta medida tu actitud respecto a la verdad y tu propia senda vital. Todos son cambios pequeños, mínimos, pero provocarán una variación enorme en tu perspectiva de la vida, en tus pensamientos y puntos de vista, y en tu actitud hacia las cosas y Dios. Ese es el poder de la palabra de Dios: la verdad.

Fragmento 89

¿Cuáles son los criterios básicos de Dios para la salvación de las personas, más allá de lo rebeldes que sean o de lo profundamente corruptas que sean sus actitudes? Es decir, ¿bajo qué circunstancias Dios las abandona y las descarta? ¿Cuál es el estándar mínimo que debes alcanzar para que Dios te guarde y no te descarte? Todo el pueblo escogido de Dios debe tener esto en claro. Primero: no negar a Dios, esta es una condición elemental. Hay cuestiones prácticas dentro de lo que significa no negar a Dios. No se trata simplemente de reconocer que hay un Anciano en el Cielo o que Dios se ha hecho carne o se llama Dios Todopoderoso; esto no es suficiente, no cumple con el estándar para creer en Dios. Como mínimo, deben reconocer que Dios encarnado es el Dios práctico; no deben dudar ni juzgar; deben poder someterse incluso si tienen nociones; este es el estándar para creer en Dios. Solo al alcanzar este estándar Dios te reconocerá como alguien que cree en Él. Dios establece al menos tres criterios básicos para las personas. En primer lugar, deben reconocerlo, creer en Él y seguirlo. Deben ser creyentes sinceros en Dios, deben cumplir con sus deberes lo mejor que puedan y no deben hacer el mal ni causar perturbaciones; este es el primer criterio. En segundo lugar, al seguir a Dios, como mínimo no deben abandonar sus deberes. Han de obedecer y someterse cuando cumplan sus funciones, lograr resultados promedio en dichas tareas y, como mínimo, prestar servicios con un nivel aceptable; este es el segundo criterio básico. En tercer lugar, su humanidad debe estar a la altura. Se las deben considerar buenas personas o, al menos, personas con conciencia y razón. Básicamente deberían poder llevarse bien con la mayoría del pueblo elegido de Dios, y no ser la manzana podrida. Este tipo de personas no son, como poco, ni malas ni perversas; este es el tercer criterio. Si alguien no puede aceptar la verdad y se niega a cumplir con el deber más allá de las consecuencias, entonces no es un verdadero creyente en Dios; al menos su humanidad no está a la altura. Esto significa que ha caído por debajo del criterio básico y se lo deberá descartar. A todos aquellos con mala humanidad que no pueden aceptar la más mínima verdad, que causan perturbaciones y trastornos y no desempeñan un papel positivo dentro de la iglesia se los puede clasificar como personas perversas. Aquella persona que no puede llevarse bien con la gran mayoría es una manzana podrida, una persona perversa y, peor aún, es alguien que se ha hundido por debajo del criterio básico y se la debe descartar. Esas personas perversas y anticristos quizá cumplan con sus deberes, pero solo causan trastornos, perturbaciones, destruyen y hacen el mal. ¿Podría Dios querer personas así? ¿Cumplen con su deber? (No). Ante los ojos de Dios, sus acciones han transgredido el criterio básico. Son incapaces de cumplir con sus deberes, y el daño que causan es mayor que cualquier tarea que desempeñen, razón por la cual se las debe expulsar de la iglesia. ¿No es este el principio que rige para todos en la casa de Dios? ¿Alguna vez se echó a alguien porque estaba pasando un mal momento pasajero o tenía sentimientos negativos o se sentía débil? ¿Alguna vez se obligó a alguien a renunciar a su deber por algún descuido ocasional y porque no lo hizo bien? ¿Alguna vez se echó a alguien porque su tarea no dio los resultados esperados o porque reveló algunos pensamientos o ideas malos? ¿Alguna vez se echó a alguien por tener escasa estatura y porque le surgieron nociones y dudas sobre Dios? (No). Entonces, ¿cuál es el principio de la casa de Dios para echar a las personas? ¿A cuáles se las echa y se las obliga a dejar de cumplir su deber? (A aquellas cuyo servicio provoque más daño que beneficio, y que constantemente causen trastornos y perturbaciones). Este tipo de personas no son dignas de desempeñar una tarea. Esto no quiere decir que alguien tenga prejuicios en su contra, o las restrinja o eche por cuestiones personales; significa que su deber no genera ningún resultado, y que causan trastornos y perturbaciones. Se las echa porque son verdaderamente indignas de cumplir con su deber; lo cual concuerda por completo con los principios-verdad. Los principios según los cuales la casa de Dios gestiona y trata a las personas son todos justos. La casa de Dios no trata de pillar a la gente que comete errores, ni de hacer montañas de un grano de arena, ni de armar grandes escándalos por nada. Debéis creer que la verdad es la que gobierna la casa de Dios. Por supuesto, algunos de los que han sido echados pueden guardar la esperanza de la salvación, siempre que sean capaces de aceptar la verdad y de arrepentirse sinceramente ante Dios; pero a aquellos no creyentes y perversos que no puedan aceptar ni siquiera un poco de la verdad, que carezcan de conciencia y razón, se los pondrá en evidencia y luego se los descartará para siempre. Así es la justicia de Dios.

Fragmento 90

¿Por qué pide Dios que las personas le conozcan? ¿Por qué pide que las personas se conozcan a sí mismas? ¿Cuál es el propósito de conocerse a uno mismo? ¿Cuál es el resultado deseado? ¿Y cuál es el propósito de conocer a Dios? ¿Qué efecto se quiere conseguir en las personas al hacer que conozcan a Dios? ¿Os habéis planteado estas preguntas? Dios utiliza distintos medios para que las personas se conozcan a sí mismas. Ha preparado todo tipo de entornos para que estas expongan su corrupción y para hacer que se conozcan a sí mismas de forma progresiva por medio de la experiencia. Tanto si es por la revelación de las palabras de Dios o por Su juicio y castigo, ¿entendéis cuál es el propósito final de Dios al hacer esta obra? El propósito final de Dios al hacer Su obra de esta forma es permitir que todas las personas que vivan Su obra conozcan lo que es el hombre. ¿Y qué conlleva “conocer lo que es el hombre”? Conlleva dejar que el hombre conozca su identidad y su estatus, su deber y su responsabilidad. Significa dejar que conozcas lo que significa ser humano, dejar que entiendas quién eres. Este es el objetivo final de Dios al hacer que las personas se conozcan a sí mismas. Entonces, ¿por qué Dios hace que las personas le conozcan? Esta es la gracia especial que otorga a la humanidad, porque al conocer a Dios, el hombre puede entender muchas verdades y descubrir muchos misterios. Las personas ganan muchísimo conociendo a Dios. Cuando conocen a Dios, aprenden a vivir de la forma más significativa; por lo tanto, hacer que las personas busquen el conocimiento de Dios es Su amor más grande y Su mayor bendición. Y Dios dispone de muchas maneras de hacer que las personas le conozcan, siendo la principal el juicio y castigo, la guía y provisión de Sus palabras. Evidentemente, también hace que estas conozcan Su carácter por medio del juicio y el castigo, lo cual es un atajo para conocer a Dios. ¿Cuál es el resultado final que consiguen las personas al ver y conocer el carácter de Dios? Es hacer que estas conozcan quién es Dios, cuál es Su esencia, cuál es Su identidad y Su estatus, cuáles son Sus posesiones y Su ser, y cuál es Su carácter. Es hacer que todas las personas vean claramente que son seres creados, que solo Dios es el Creador y cómo los seres creados deben someterse al Creador. Al conocer todo ello, la senda del hombre en la vida se vuelve completamente clara. Cuando las personas se conocen a sí mismas de verdad, ¿no pueden entonces desprenderse de forma gradual de sus deseos extravagantes y sus muchas intenciones impías? (Sí). ¿Pueden, por lo tanto, llegar al punto donde son capaces de desprenderse por completo? Esto depende del individuo. Una persona solo puede desprenderse de verdad de sus deseos extravagantes y de las diversas exigencias a Dios cuando, por medio de Su obra, obtiene el conocimiento de Dios y adquiere un conocimiento y una definición precisos de Su esencia, identidad y estatus. Solo este tipo de persona puede, como Pedro, expresar su sincero anhelo y deseo de amar a Dios desde el fondo de su corazón y poner el amor de Dios en práctica. Por consiguiente, no se puede prescindir de conocer a Dios ni de conocerse a uno mismo. Dices que quieres amar a Dios, ¿pero puedes saber cómo amarle si no le entiendes? ¿Qué partes de Él se pueden amar? ¿Cuáles son los aspectos de Dios que más se pueden amar? Si no lo sabes, no le puedes amar. Serás incapaz de amarle, aunque quieras, e incluso puedes encontrar que en ti crecen de forma involuntaria nociones sobre Él y una rebeldía que te llevan al negativismo. ¿Recibirá este tipo de persona la aprobación de Dios? No. Cuando alguien no conoce a Dios y, pese a ello, dice que le ama, este supuesto “amor” es una teoría vacía evocada por la lógica y el razonamiento humanos. No surge del conocimiento de Dios y no se sostiene en absoluto con Él. ¿Veis ahora lo que digo sobre estos dos temas? (Sí). Entonces, ¿por qué no fuisteis capaces de decirlo recién? Esto prueba que vuestro conocimiento de vosotros mismos en la experiencia práctica está confundido y que no tenéis el verdadero conocimiento de Dios. ¿Sabéis cuál es el problema aquí? (No hemos encontrado la senda correcta de la práctica. No podemos entrar simultáneamente a partir de los dos aspectos de conocer a Dios y de conocernos a nosotros mismos. Solo nos centramos en entrar a partir de un único aspecto, que por lo tanto limita el crecimiento de nuestra vida). Como ahora estáis en este estado, ¿cómo es vuestra estatura? ¿Acaso no es inmadura? ¿Acaso no estáis muy lejos del requisito y el estándar de Dios en cuanto a conoceros a vosotros mismos? Al menos, todavía no podéis desprenderos de vuestras intenciones y deseos personales. ¿Puede vuestra sumisión a Dios ser acorde con la verdad? ¿Eres capaz de saber si Dios tiene algún estatus en tu corazón? Hay muchas personas que aún hoy cuestionan si la encarnación de Dios es humana o divina; tienen un pie en cada lado, a veces creen en el Dios sobre la tierra y a veces en un Dios vago en el cielo. Y hay algunos que hasta cuestionan la esencia de Dios y dicen: “¿Cómo puede el Dios encarnado y el Dios en el cielo ser el mismo Dios? Si Él verdaderamente es Dios, ¿por qué no presenta milagros y señales?”. Esto demuestra que tenéis una grave carencia de comprensión espiritual. Tal es vuestra estatura que, a pesar de que Dios dice mucho, aún no lo entendéis. Ahora solo aceptáis que Dios se ha hecho carne, solo aceptáis la verdad expresada por Dios encarnado, pero no tenéis mucho conocimiento cuando se trata de la esencia, la identidad y el estatus de Dios. Podría decirse que en vuestros corazones este conocimiento es cero, ¿no? (Sí). Y hay un hecho que así lo demuestra. Antes de que hablara sobre los aspectos de la verdad como la esencia o la voluntad de Dios, pensabas que tu conocimiento de Él era profundo y que tu fe en Dios era firme e inquebrantable. Pero cuando os hablé sobre las verdades como el mismo Dios, el carácter de Dios y la esencia de Dios, estas palabras y contenidos provocaron una reacción fuerte en vuestros corazones. Esta reacción fue intensa y dificultó que lo aceptarais, lo que creó un gran conflicto con el Dios que os imaginabais en vuestros corazones. ¿Acaso no es esto un hecho? (Sí). Por lo tanto, cuando digo algunas cosas que no habéis escuchado antes, al principio os es imposible aceptarlo, como si no pudieseis entender qué es lo que estoy diciendo. Esto demuestra que vuestra estatura es demasiado escasa, tanto que ni siquiera podéis entender las palabras de Dios o estar a la altura de ellas. Necesitaréis varios años más de experiencia para que podáis entender.

Fragmento 91

La valoración de Dios acerca de Job se encuentra en el Antiguo Testamento: “No hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:8). En los últimos días, Dios no solo dio testimonio de que Pedro realmente lo amaba, sino también de que Job tenía verdadera fe en Él, y Dios le exige a Su pueblo escogido que, si lo va a seguir hasta el final, tenga al menos la fe de Job. Según vuestras figuraciones y, basándose en los pocos textos que comprendéis, ¿qué clase de persona era Job? ¿Era una buena persona? (Sí.) ¿De qué maneras se manifestaba esto principalmente? En primer lugar, era un hombre temeroso de Dios, y nunca hizo el mal. Esta es la prueba fundamental y lo que mejor identifica a una buena persona. Además, tenía una conducta ejemplar y también trataba a su familia y a sus hijos según los principios. No intentó encubrir los errores de sus hijos, oró a Dios y le confió a sus hijos, lo cual mostró a la gente que su actitud hacia sus hijos era totalmente correcta y acorde con la voluntad de Dios. ¿Cómo creéis que sería para sus hijos tener un padre así? ¿No os haría sentir felices? ¿Pero cómo eran los amigos de Job? Cuando Job se enfrentó a las pruebas y tribulaciones, ¿cómo lo trataron sus amigos? Ninguno de ellos fue capaz de entenderlo, y además lo juzgaron: “Has ofendido a Dios y Él te ha maldecido. Mira adónde te ha llevado tu fe en Dios. ¡Qué lamentable!”. Incluso la mujer de Job le dijo: “¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9). La forma en que su mujer y sus amigos lo trataron durante este tiempo de sufrimiento extremo le ocasionó a Job inmenso daño y dolor. Ciertamente, hubo muy poca gente que entendió a Job. A día de hoy, cuando leemos la historia de Job, nos parece, de hecho, que las personas como Job son las más fiables y dignas de confianza y que realmente son buenas personas. Nunca te engañarán ni te harán daño y siempre te tratarán respetando los principios. Si eres una persona correcta, no te condenarán ni dirán cosas desagradables sobre ti solo porque hayas cometido una mala acción o porque otras personas hablen mal de ti. No tergiversarán los hechos ni hablarán de forma torcida para acusar falsamente a la gente. No dejarán que los afectos o las preferencias influyan en lo que dicen. Con el tiempo lo verás: “Esta sí que es una buena persona. Siempre que nos encontramos con alguna dificultad, simplemente dejamos de lado nuestros deberes, pero ellas nunca abandonan el nombre de Dios, sin importar la magnitud de las pruebas y tribulaciones a las que se enfrentan. No es de extrañar que a Dios le guste este tipo de persona. Si tuviera una persona así a mi lado, independientemente de la enfermedad o las tribulaciones que puedan afectarme, ellas podrían seguir ayudándome, asistiéndome, preocupándose por mí y tolerándome igual que antes. Las personas así son una maravilla. Incluso si a veces me sacaran de quicio o no siempre pudiéramos llevarnos bien, ¡preferiría cien veces tenerlos a mi lado que a cualquier Satanás o demonio!”. Generalmente, un Satanás o un demonio dirá en apariencia: “¡Qué estupendo eres! Te amo y me preocupo mucho por ti”, pero en cuanto tengas algún problema no te harán caso, y entonces te darás cuenta de lo que es una persona buena y fiable. Tan solo quienes son dignos de confianza, temen a Dios y se apartan del mal, son realmente buenas personas, y las personas así son algo muy preciado. Sería maravilloso tener una docena de personas como Job a tu lado, ¡pero ahora no tienes ninguna! En ese momento te darás cuenta de lo escasas que son las buenas personas. Todo el mundo necesita una buena persona así. A cualquiera le gusta la gente justa y bondadosa, las personas de corazón amable que actúan según los principios, tienen sentido de la justicia, temen a Dios, se apartan del mal y son dignas de confianza.

Cuando te veas asaltado por las tribulaciones y la enfermedad, cuando más sufra tu corazón, ¿qué tipo de persona necesitas a tu lado? ¿Necesitas a alguien que pronuncie palabras falsas y zalameras? ¿Necesitas a alguien que te juzgue, condene y critique? (No.) ¿Cuál es el tipo de persona que más necesitas entonces? Una persona que cuando te encuentres en dificultades sea capaz de mostrarse compasiva y consolarte, que pueda escucharte hablar sobre la pena que aflige tu corazón y ayudarte después a salir de tu negatividad, debilidad y sufrimiento. Esa persona te puede ayudar; no se reirá de ti, ni te dará la patada cuando estés triste, y tampoco hará la vista gorda ante tus dificultades. Es decir, si la necesitas para que te consuele y experimentas dificultades, períodos de debilidad y problemas personales, puedes compartir esas cosas con ella y no las difundirá a tus espaldas, no se burlará de ti ni te ridiculizará, ni meterá la pata con tus asuntos personales. Ella puede abordar correctamente tus dificultades, debilidades, negatividad y las partes vulnerables de tu humanidad. ¿Acaso no es algo acorde a los principios abordar de manera adecuada estas cosas? ¿No son señales de que es buena persona? Este tipo de persona puede comprenderte, tolerarte y preocuparse por ti. Puede respaldarte, encargarse de ti y ayudarte a salir de tu dolor y tu debilidad. Puede ser de gran ayuda para ti. Una persona así es extremadamente valiosa. ¡Es una buena persona! Imagina que alguien no te hace caso e incluso te ridiculiza y se burla de ti cuando ve que tienes un problema. Te gustaría hacerle una confidencia, pero después te dices a ti mismo: “No se lo puedo contar. Si lo hago, podría traerme problemas. Puede que vaya a hablar de mis asuntos personales a mis espaldas. Todo el mundo se reiría de mí, y quién sabe qué historias inventaría para calumniarme”. ¿Te atreverías a hablar con alguien así? No tendrías ni idea de lo que sería capaz de hacer. No solamente no te ayudaría ni te respaldaría, sino que podría decir algo inapropiado sobre tus asuntos personales, engañarte y hacerte daño. ¿Te atreverías a contarle un secreto? En ese momento, te darías cuenta de lo importantes, valiosas y preciadas que son las buenas personas, y de que hay más valor en el hecho de ser buena persona que cualquier otro tipo de persona. Incluso puede que tus propios padres no entiendan realmente tus dificultades y necesidades cuando sufres y sientes dolor, y no sean capaces de consolarte. Hay niños que trabajan duro y realizan trabajos fuera del hogar. En especial, hay mujeres que tienen que ganarse el favor de sus jefes o incluso vender sus cuerpos para ganar algo de dinero. Esos padres nunca se plantean lo duro que es para sus hijos trabajar fuera de la casa o lo difícil que les resulta ganar dinero. Incluso se quejan si no aportan grandes cantidades y los comparan con otros. ¿Cómo hace esto sentir a sus hijos? (Tristes, abatidos.) Se les cae el alma al piso, sienten que el mundo es un lugar muy oscuro y que incluso sus propios padres también son así, y se preguntan cómo podrán seguir viviendo. Ese es el motivo por el que debes ser una buena persona. Todo el mundo necesita a alguien bondadoso. ¿Y cómo surgen las buenas personas? ¿Acaso caen del cielo o brotan de la tierra? ¿Existe algún animal a partir del cual evolucionen? ¿Son el fruto de la educación impartida en escuelas de alto nivel? ¿O tal vez producto de una cultura de ascetismo religioso? No, ninguna de esas explicaciones es correcta, todas ellas son totalmente imposibles. Únicamente siguiendo a Dios, practicando la verdad y aceptando Su salvación, es posible convertirse en una buena persona. La gente de bien no surge mediante la transformación repentina de seres humanos corruptos; la gente debe creer en Dios y recibir Su salvación, debe perseguir la verdad, obtener la obra del Espíritu Santo y ser hecha perfecta para poder convertirse en una buena persona. Todo el mundo necesita una persona así a su lado como amigo y confidente. Dime, ¿acaso Dios no las necesita también? (Sí.) Dios necesita buenas personas y la gente también. ¿Qué efecto tendrá sobre ti el hecho de comprender esta cuestión? Debes tener la determinación y el deseo de esforzarte por convertirte en una buena persona. Si dices: “Ser una buena persona es difícil y extenuante, pero debo tener la determinación de convertirme en una. La gente necesita desesperadamente personas buenas, y yo también las necesito. Por eso, yo mismo me convertiré en una buena persona, prestaré asistencia y apoyo y trataré de ayudar a Dios a lograr que haya más personas buenas”, lo que dices es correcto. Si todo el mundo trata de ser buena persona, habrá esperanza para la humanidad. Puede que digas: “La humanidad es muy corrupta y malvada. No sirve de nada si únicamente unos pocos creyentes en Dios son gente de bien. Aun así, serán intimidados, porque hay demasiadas personas malvadas”. Decir eso es una estupidez. Tú crees en Dios para alcanzar la salvación. Si te conviertes en una persona buena y justa, Dios te bendecirá. No importa lo malvados y corruptos que sean los seres humanos, Dios tiene formas de tratarlos. La gente no necesita preocuparse por esto. Tan solo debes centrarte en perseguir la verdad y alcanzar la salvación de Dios. Esto es lo que se ajusta a Su voluntad. Únicamente ocho personas lograron salvarse cuando Noé construyó el Arca. Es bien sabido que todos aquellos que no creyeron las palabras de Dios y no caminaron por la senda correcta fueron destruidos finalmente por el Diluvio de Dios. ¿Por qué motivo no puedes reconocer la omnipotencia de Dios? ¿Por qué no puedes admitir que Dios es un Dios justo? Cuando Él concluya Su obra, sin importar cuántas personas alcancen la salvación, esta era debe llegar a su fin. Se abatirán grandes desastres y Dios resolverá todos estos problemas. Tú persigues la verdad y te conviertes en una persona justa por tu propio bien. Esto te beneficia a ti y a los demás. Hay personas que dicen: “Los buenos no reciben lo que merecen”, pero no es cierto. Quienes persiguen la verdad tendrán al final su sitio en el reino de los cielos. No importa lo mucho que prosperen los malvados en la tierra, todos ellos acabarán destruidos y arrojados al infierno. Como vemos, tanto los buenos como los malvados reciben su merecido, ¿no es así? ¿Qué es lo que dice la Biblia? “Mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).

Las acciones de Job narradas en el Libro de Job son realmente acotadas, simples y escasas. No obstante, deberías ser capaz de encontrar pistas en sus actos, encontrar sus principios y una senda de práctica para ser una buena persona. En primer lugar, ¿cuál fue el principio de Job en lo relativo al trato que daba a sus hijos y a las personas más cercanas a él? Procuraba no depender de sus afectos, sino respetar los principios. Él no iba a pecar contra Dios debido a las cosas que ocurrieron. Ese fue su primer criterio para temer a Dios y apartarse del mal, empezó por la forma en la que trataba a sus propios familiares. En segundo lugar, la manera en la que disponía de sus bienes. Job sabía que, aunque fueran meras posesiones terrenales, sus bienes provenían de Dios y eran aquello que Él le había otorgado y con lo que le había bendecido. La gente debería administrar y cuidar estas cosas adecuadamente y con esmero. Cuidarlas bien no significa poseerlas o disfrutarlas con avaricia, ni vivir para ellas, sino dar las gracias a Dios por ellas, observar las instrumentaciones de las manos de Dios y Su soberanía y reconocer a Dios en ellas. Cuando las personas conocen a Dios, son capaces de obedecer Su soberanía, lo que constituye el criterio esencial para ser una buena persona. Si puedes respetar los principios al tratar con los demás, pero eres incapaz de obedecer a Dios, ¿realmente estás siendo una buena persona? No, no es así. Además, en su forma de tratar la soberanía de Dios y Sus planes, Job fue capaz de someterse a todo ello. Estos planes incluyen Sus privaciones y Sus pruebas. En ocasiones Dios somete a privaciones, en otras pone a prueba. ¿De qué manera nos prueba? A veces puede hacer que enfermes o que se produzcan circunstancias adversas en tu familia, que te encuentres con algunas dificultades, que seas podado, escarmentado, disciplinado, juzgado y castigado por Él mientras ejecutas tu deber. Todos estos son arreglos de Dios, ¿cómo deberías abordarlos? Si no puedes someterte a ellos y constantemente quieres escapar, no estás experimentando la obra de Dios. Además de eso, las personas deben ser leales a la hora de cumplir sus deberes. Deben demostrar su lealtad. ¿Qué significa aquí la lealtad? Significa sacrificar todo aquello que puedas y todo lo que posees. ¡Eso es lealtad! Ese es el patrón para ser una buena persona. Ahora bien, si entre vosotros hubiera una sola persona como Job –solo una, no harían falta más– entonces tendríais un pilar entre vosotros. Cuando os sucediera algo, os serviría de modelo a seguir en todo momento. Tan solo deberíais hacer lo mismo que ella, y con el tiempo cambiaríais. Seguiríais mejorando, desde vuestros pensamientos hasta vuestros actos, desde buscar la verdad hasta practicarla. Vuestro estado se elevaría directamente, se desplazaría en una dirección positiva y os permitiría embarcaros en la senda correcta de la fe en Dios. Tras experimentar la obra de Dios de esta manera durante unos cuantos años, también vosotros podríais temer a Dios y apartaros del mal como Job, y convertiros en una persona perfecta.

Fragmento 92

Vosotros estáis viviendo en esta era final. La mayoría de vuestras vidas familiares son más prósperas que en el pasado y disfrutáis de abundancia material en todos los aspectos de vuestras vidas. ¿Qué clase de sentimiento tenéis? Es solo esa ligera sensación de felicidad carnal, pero ¿cuál es la diferencia entre esto y la felicidad del corazón? Todos tenéis algunas experiencias y habéis visto con claridad algunas cosas; vuestra búsqueda de la fe en Dios es más práctica que antes; todos sentís que la búsqueda de los placeres carnales es vacía, y todos estáis dispuestos a luchar por la verdad. ¿Tenéis todos este tipo de vivencias? ¿Puede el placer carnal que sienten las personas por diversos tipos de cosas materiales proporcionarles consuelo espiritual? ¿Qué pueden aportarles una sensación de superioridad en la vida y una vida material abundante? Solo pueden corromper a las personas y hacer que pierdan el rumbo. De este modo, perderán con facilidad la razón, se volverán incapaces de distinguir el bien del mal y se tornarán irracionales, y poco a poco perderán su humanidad; ansiarán cada vez más la comodidad y serán cada vez más ignorantes de su propio lugar en el universo. Incluso habrá algunas personas que pierdan la capacidad de cuidar de sí mismas. Serán completamente incapaces de vivir de forma independiente, no podrán ganarse la vida por sí mismas y pasarán a depender de sus padres. También serán cada vez más insaciables y desvergonzadas. En resumen, lo que unas condiciones de vida superiores y una vida material rica aportan a las personas es solo depravación, que las hace amar la ociosidad y desdeñar el trabajo, las vuelve insaciablemente codiciosas y las despoja de todo sentimiento de vergüenza. No aportan absolutamente ningún beneficio a la gente. Con respecto a la carne, cuanto mejor la trates, más codiciosa será. Está capacitada para soportar un poco de sufrimiento. Las personas que experimentan algunos padecimientos caminarán por la senda correcta y se dedicarán al trabajo adecuado. Si la carne no soporta el sufrimiento, ansía la comodidad y crece en un lecho de rosas, entonces la gente no logrará nada y jamás podrá obtener la verdad. Si las personas se encuentran con calamidades naturales y desastres provocados por el hombre, perderán la razón y serán irracionales. A medida que pase el tiempo, solo se volverán más y más depravados. ¿Hay muchos ejemplos de esto? Puedes ver que entre los incrédulos hay muchos cantantes y estrellas de cine que estaban muy dispuestos a soportar penurias y se consagraron a su trabajo antes de hacerse famosos. Pero una vez que alcanzan la fama y empiezan a ganar mucho dinero, no siguen la senda correcta. Algunos se drogan, otros se suicidan y sus vidas se acortan. ¿Cuál es la causa? Sus placeres materiales son excesivos, ellos están demasiado cómodos y no saben cómo obtener un goce mayor o más diversión. Algunos de ellos recurren a las drogas en busca de más emociones y placer y, con el paso del tiempo, no pueden dejarlas. Algunos mueren por el consumo excesivo de drogas, y otros, al no saber cómo liberarse de ellas, simplemente acaban suicidándose. Hay muchísimos ejemplos así. No tiene importancia lo bien que comas, lo bien que te vistas, lo bien que vivas, lo mucho que te diviertas o lo cómoda que sea tu vida; no importa lo plenamente que se satisfagan tus deseos, al final solo queda el vacío más absoluto y el resultado es la destrucción. ¿Es esa felicidad que buscan los incrédulos la verdadera felicidad? De hecho, no es felicidad. Son figuraciones humanas, es una forma de depravación, es una senda por la que la gente se corrompe. La supuesta felicidad que la gente persigue es falsa. En realidad es sufrimiento. Ese no es un objetivo que la gente deba perseguir, ni es ahí donde radica el valor de la vida. Una de las formas y métodos mediante los cuales Satanás corrompe a las personas es hacer que busquen la satisfacción de la carne y la complacencia en la lujuria como meta. De esta manera, Satanás las adormece, las seduce y las corrompe, haciéndoles sentir que eso es la felicidad y llevándolas a perseguir ese objetivo. Las personas creen que obtener esas cosas es lograr la felicidad, por lo que hacen todo lo que está en su mano para lograr ese fin. Luego, cuando lo consiguen, no sienten felicidad, sino vacío y dolor. Esto demuestra que esa no es la senda correcta; es un camino hacia la muerte. ¿Por qué quienes creen en Dios no recorren esta senda como hacen los no creyentes? ¿Cómo es la felicidad que sienten los que creen en Dios? ¿En qué se diferencia de la que persiguen los no creyentes? Una vez que cree en Dios, la mayoría de la gente no busca grandes riquezas. No aspira a la prosperidad en la tierra, a los logros profesionales ni a convertirse en una celebridad. En su lugar, se dedica tranquilamente a cumplir con su deber, a vivir con sencillez y a no tener grandes exigencias en cuanto a su calidad de vida. Algunas personas incluso se contentan con tener para comer y para vestir. En un mundo con tanta oscuridad y maldad, ¿por qué son capaces de elegir este tipo de senda? ¿Podrías decir que todos los hermanos y hermanas que creen en Dios son incapaces de ganar mucho dinero? Por supuesto que no. Se trata de que estas personas, una vez que creen en Dios, ya sea más o menos, sienten en lo más profundo de su corazón que seguirlo es la mayor felicidad, y esta felicidad no puede cambiarse por nada material del mundo. Algunas incluso lo han intentado; han sufrido adversidades en el mundo durante años y eso les ha parecido agotador y difícil. Aunque ganaron algo de dinero y experimentaron los placeres de la carne, vivían sin dignidad y sus vidas se volvían cada vez más vacías y amargas. Sentían que era mejor morir que vivir así. Esas personas ya han visto con claridad esos asuntos. No creen en Dios solo porque no tengan otra opción, sino porque han sentido de verdad que seguir a Dios y caminar por la senda de la búsqueda de la verdad, así como esforzarse y dedicar su vida entera a Él son los mayores consuelos de su corazón y lo más importante de su vida. Alcanzar a Dios y alcanzar la verdad es la mayor felicidad, y es lo que proporciona a las personas el más tranquilo, alegre y firme de los corazones. Ellas ya han sentido esta felicidad, no es algo imaginario. Se puede afirmar que parte del pueblo escogido de Dios ya ha vivido tribulaciones y pruebas, ha comprendido la verdad y ha discernido muchas cosas. Ha confirmado que creer en Dios y perseguir la verdad es la senda correcta, que no hay otra senda a tomar en el mundo y que solo las palabras de Dios son la verdad, y han elegido esta senda. Una persona así tiene fe verdadera y esos años de sufrimiento no son en vano. Con independencia de que los testimonios vivenciales que comparten estas personas sean profundos o superficiales, algo está claro: si intentas impedir que crean en Dios y hacer que vuelvan al mundo, en ningún caso irán en esa dirección. Aunque en el mundo hubiera una atractiva montaña de oro, que las hubiera tentado en otro tiempo, recapacitarían: “Conseguir una montaña de oro o de plata no me haría tan feliz como esforzarme por Dios y cumplir mi deber. Si obtuviera una fortuna de oro y plata, me sentiría muy feliz en ese momento, pero sufriría tormento y dolor en el corazón, así que no puedo seguir esa senda de ninguna manera. No fue fácil encontrar a Dios; si volviera atrás de nuevo, ¿adónde iría para encontrarlo? ¡La oportunidad de seguir a Dios es muy difícil de encontrar! No hay mucho tiempo, y el tiempo es fugaz en sí mismo… ¡Esta es una oportunidad verdaderamente excepcional!”. Estas personas han visto la aparición y la obra de Dios, y aferrarse a Él es como agarrarse a una tabla de salvación. Decidme, ¿qué siente una persona que se está ahogando cuando se agarra a un salvavidas? (Siente que hay esperanzas de sobrevivir, así que se aferra fuerte a él y no lo suelta). Así es exactamente cómo se siente. Cuando se agarra a un salvavidas, ¿qué piensa? “No me voy a morir, ¡por fin tengo esperanzas de sobrevivir! Cuando la muerte se acerca, mientras quede una chispa de esperanza de seguir vivo no puedo soltarme, aunque tenga que emplear toda mi fuerza. No importa lo difícil o lo doloroso que sea, no puedo dejar que se me escape. Incluso aunque esté apurando mi último aliento, tengo que sujetarme a este salvavidas”. Cuando alguien cree que tiene esperanzas de seguir vivo, ¿no se siente feliz? Ahora bien, cuando vosotros pensáis en silencio, contempláis, oráis u os dedicáis a vuestras prácticas devocionales, y os dais cuenta de lo mucho que habéis obtenido por seguir a Dios, ¿no surge en vuestro corazón ese sentimiento de felicidad? Expresad vuestros verdaderos sentimientos. (Si no siguiéramos a Cristo, ya habríamos caído en el desastre y las consecuencias serían inimaginables. Ahora, al comer y beber las palabras de Dios y cumplir nuestro deber, hemos llegado a entender muchas verdades. Hemos adquirido fe real y también podemos temer a Dios en nuestro corazón; hemos aprendido a someternos a Él. Hemos ganado mucho y estamos muy agradecidos por la guía de Dios). Es cierto. Habéis ganado mucho por seguir a Dios y cumplir vuestro deber. Eso es lo que Dios le ha dado al hombre. Deberíais estar muy agradecidos a Dios y alabarlo.

Cuando las personas con verdadera fe en Dios se enfrentan a problemas, son capaces de buscar la verdad y, tras varias experiencias, podrán obtener algunas verdades. La felicidad que aportan estas verdades es suficiente para reemplazar los placeres que dan las cosas materiales y las comodidades. Con respecto a esas cosas, cuantas más consigas, menos satisfecho te sentirás y menor capacidad tendrás de distinguir el bien del mal. Pero cuanto más completamente entiendan la verdad las personas y cuanto más la alcancen, más sabrán que deberían dar gracias a Dios y mostrarse agradecidas, mayor será el anhelo en su interior de amar a Dios, y más capaces serán de someterse y temer a Dios. Esa es la felicidad verdadera. ¿Qué le aporta a la gente la búsqueda de los placeres materiales? Vacío y depravación; solo puede hacer que aumenten su búsqueda y su deseo de cosas materiales. Para las personas es difícil rechazar la tentación de estatus, fama y ganancias. Entonces, ¿cómo puede la gente que cree en Dios desprenderse de esos placeres materiales? ¿Se consigue orando a diario y practicando la templanza? (No, se logra viendo con claridad estas cosas). ¿Cómo se ven con claridad? (Por una parte, gracias a lo que las palabras de Dios ponen al descubierto y, por otra, a través de las propias experiencias y comprensiones y por llegar poco a poco a entender algunas verdades que se perciben al ver con claridad estas cosas). Entiendes la verdad y así puedes desprenderte de esas cosas, y eso demuestra que has aceptado la verdad. Has aceptado profundamente la palabra de Dios —lo que Él ha dicho al hombre y lo que Él le exige— y esta verdad se ha convertido en tu realidad. ¿Esta realidad es tu vida? Ya se ha convertido en tu vida. Al cumplir tu deber, sin darte cuenta has conseguido que la verdad sea tu vida. Es posible que todavía no lo hayas percibido, crees que tu estatura es muy pequeña y que hay muchas cosas que no entiendes; sin embargo, tienes un corazón temeroso de Dios y eso demuestra que la vida de Dios ya ha trabajado en ti. El crecimiento en la vida es natural; no requiere que te sientas de una manera particular. Aunque no puedas expresarlo con palabras claras, lo cierto es que has realizado progresos y has cambiado. Por lo tanto, al mismo tiempo que tu corazón acepta la verdad-vida de Dios, se ha acercado a Él de forma inconsciente, y Dios ha estado todo el tiempo escrutándote y observando tu corazón. Ahora, pensad cuidadosamente en ello: ¿no es este un proceso bastante feliz? ¡Es extremadamente feliz! Sois muy afortunados de vivir en los últimos días, de tener el privilegio de aceptar la obra de Dios en los últimos días, de seguir a Dios y cumplir vuestro deber. Sus palabras han trabajado directamente en vosotros, lo cual os permite obtener la verdad como vida. Con la vida de las palabras de Dios y la vida de la verdad como realidad, ¿no es la vida humana verdaderamente valiosa? ¿No se ha hecho noble sin que ni siquiera os dierais cuenta? El hecho de estar vivo, ¿no ha empezado lentamente a volverse más digno? Es solo en este momento cuando la gente siente lo mucho que ha ganado por creer en Dios. Entender algunas verdades cambia de este modo a las personas; antes, no lo veían con claridad, pero ahora lo ven todo perfectamente. Resulta que la verdad de las palabras de Dios ya se ha convertido en la vida en su interior. La verdad ha arraigado en el corazón y florece para dar su fruto, que es la vida; es el fruto que nace de comprender la verdad, y no se puede cambiar por nada. Cuando más tarde experimentéis disciplina, reprensión, juicio y castigo, y seáis capaces de aceptarlos y someteros a ellos, sin daros cuenta llegaréis a conocer a Dios después de comprender muchas verdades, y vuestra vida progresará cada vez más. ¿No es eso crecer poco a poco? ¿No anheláis vosotros también ese día? (Sí). Entonces, debéis esforzaros por la verdad.

Fragmento 93

¿En qué confían aquellos que no entienden la verdad cuando hacen las cosas? En los métodos humanos, en el intelecto humano y en un poco del ingenio humano. Las personas se vuelven arrogantes cuando hacen y concretan cosas utilizando esto. Sienten que tienen capital y se jactan y alardean de su veteranía. A esto se le llama falta de razón. En realidad, no saben si lo que han hecho está en consonancia o no realmente con la voluntad de Dios. No lo entienden, les falta comprensión. Por consiguiente, cuando algo les acontece, tienden a rizar el rizo. Buscan razones externas culpando a diestro y siniestro cuando cometen errores al hacer su deber y se los poda. Culpan a las situaciones precarias, a sí mismos por no pensar bien las cosas en su momento. Solo buscan razones externas, no reconocen que no entienden la verdad o que no han captado los principios verdad. Sus corazones son negativos, están llenos de malentendidos sobre Dios y creen que Él los ha puesto en evidencia. ¿Es este el caso realmente? Al hacer su deber revelan sus actitudes corruptas. Hacen cosas sin principios y sin relación alguna a la verdad. ¡Qué patéticos son! Estas personas hacen su deber sin obediencia, no puede decirse que sean leales o devotas, y mucho menos que teman a Dios y eviten el mal. Confían constantemente en métodos humanos para hacer las cosas y solo actúan y se esfuerzan externamente, pero en definitiva siguen sin entender la verdad. ¿Hay cambios en el carácter vital de estas personas? ¿Es normal su relación con Dios? ¿Ha mejorado algo su obediencia y temor a Dios? (No). Sus vidas no han mejorado. Sus actitudes corruptas no han cambiado, solo se han vuelto más astutas y retorcidas utilizando más medios engañosos e incluso haciéndose más arrogantes. Independientemente de a qué se enfrenten, viven por la filosofía de Satanás, resumen constantemente las experiencias y las lecciones que han aprendido, destacando dónde han caído y fracasado, y qué lecciones hay que aprender para evitar caer una y otra vez. Siempre resumen sus experiencias y lecciones así, sin buscar en absoluto la verdad. ¿Puede uno deshacerse de su carácter corrupto si vive según la filosofía de Satanás? Si no se puede deshacer de su carácter corrupto, ¿puede alcanzar la salvación? Es peligroso y no hay posibilidad de entrar en el camino correcto de creer en Dios si no se entienden estos asuntos. ¿Puede obtener la verdad después de tantos años creyendo en Dios de forma tan atolondrada? ¿Pueden su consciencia y su razón volverse cada vez más normales? ¿Puede vivir una humanidad normal? (No). Resumir de esta forma experiencias y lecciones y cambiar el comportamiento podría reducir errores; sin embargo, ¿cuenta como práctica de la verdad? (No). ¿Puede entrar esta persona en la realidad verdad? (No). ¿Tiene dicha persona un lugar en el corazón para Dios? (No). Aquellos que actúan sin atender a la verdad o a Dios son no creyentes incapaces de alcanzar la salvación de Dios. ¿Podéis diferenciar a estas personas?

Cuando alguien hace algo, tanto si está cumpliendo con su deber como si está ocupándose de asuntos personales, presta atención hacia dónde se dirige su enfoque. Si se centra en las filosofías de vida, esto indica que no ama ni persigue la verdad. Si una persona lucha por la verdad pase lo que pase, si siempre se acerca a ella en contemplación, pensando: “Hacer esto, ¿sería adecuado a la voluntad de Dios? ¿Cuáles son las exigencias de Dios? ¿Hacer esto es pecar contra Dios? ¿Ofendería Su carácter? ¿Lastimaría a Dios? ¿Abominaría Dios de ello? ¿Tiene sentido hacerlo? ¿Perturbaría o interrumpiría el trabajo de la iglesia? ¿Perjudicaría los intereses de la casa de Dios? ¿Deshonraría el nombre de Dios? ¿Supone practicar la verdad? ¿Supone hacer el mal? ¿Qué le parecería a Dios?”. Si siempre está meditando estas cuestiones, ¿de qué es indicio esto? (De que busca la verdad y la persigue). Exacto. Es indicio de que busca la verdad y lleva a Dios en el corazón. ¿Cómo lidian con lo que les acontece aquellos que no tienen a Dios en el corazón? (Actúan según sus propios dones e intelecto, no tienen nada que ver con Dios, y sus acciones están especialmente influidas por sus propias intenciones). No solo están influidas por sus propias intenciones, sino que cuando actúan según estas, no examinan ni reflexionan nada sobre ellas. No hacen concesiones y se apegan tercamente a su forma de hacer las cosas. Las hacen como les place, no oran a Dios y no buscan la verdad. No tienen nada que ver con Él. ¿Acaso no les es fácil equivocarse y ofender el carácter de Dios? ¿Acaso no es increíblemente peligroso? ¿Qué características muestran en su día a día las personas que no persiguen la verdad, tanto en cómo se comportan como en las actitudes que revelan? (Actúan precipitadamente y sin limitación, menosprecian a otros, son especialmente arrogantes y disolutas y toman decisiones de forma unilateral). Principalmente, son estas cosas: arrogantes, engreídas, indiscriminadamente precipitadas, disolutas e irrefrenables. Actúan sin razón, haciendo las cosas como les place y siempre son salvajes y pícaras. Sacan los dientes sin que se los pode. Cuando se enfrentan a la poda, son negativas, hostiles, desafiantes y rebeldes, y su naturaleza demoníaca se expone por completo. Cuando estas personas que no persiguen la verdad no hacen ni dicen nada parecen normales, pero en cuanto hacen algo, surge su carácter corrupto, y es barbárico y brutal. En palabras de Dios, ¿cómo se describe a este tipo de personas? (“Lo que se revela en vosotros no son las travesuras de los niños que se han alejado de sus padres, sino la bestialidad que estalla de los animales que están fuera del alcance del látigo de sus amos” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cuál es tu entendimiento de Dios?).). Las actitudes que revelan dichas personas se pueden describir como brutales y carecen de humanidad normal. Si estuvieran entre una multitud, ¿podríais diferenciarlas? (Un poco). Aquellos que buscan la verdad y aquellos que no son completamente diferentes en cómo se comportan y en lo que revelan. Las claras manifestaciones de aquellos que no buscan la verdad son la falta de razón y de consciencia y actuar sin tener en cuenta los principios verdad. Actúan de forma desenfrenada y temeraria y son extremadamente audaces. Aquellos que no persiguen la verdad son tan patéticos como detestables. Hacen el ridículo sin beneficiar a otras personas. Si no benefician a otros, ¿no los detestaría Dios entonces? (Sí). ¿Son conscientes de ello? (No). ¿Por qué digo que son patéticos? Porque son así, aunque ni siquiera se dan cuenta. Les falta cualquier parecido con la semejanza humana y aun así piensan que está bien y todavía se atreven a actuar con impulsividad temeraria. ¿Acaso no es patético? Al diferenciar a las personas, lo principal es ver si practican, buscan y aceptan o no la verdad. Así es cómo se las diferencia correctamente y se ven con claridad todas las categorías de personas.

¿Sois de los que persiguen la verdad? (Antes no la perseguíamos, pero ahora sí nos esforzamos por alcanzarla). Durante los últimos años, cuando no perseguíais la verdad, ¿mostrabais los comportamientos que acabo de mencionar? (Sí, así es). Cuando mostrabais dichos comportamientos, ¿acaso no os dolía el corazón de vivir en un estado como ese? (Sí, sufríamos, pero no nos dábamos cuenta). ¡Es muy triste no darse cuenta! Lo más patético y lamentable es no entender la verdad y no tener la realidad verdad. Aferrarse a estas verdades, escuchar sermones a menudo, a pesar de no obtener nada y seguir viviendo atados a Satanás, actuar y hablar sin razón, obviamente faltos de humanidad, ¡qué patético! Por lo tanto, ¡perseguir la verdad es la prioridad! Os dais cuenta ahora, ¿no? (Sí). Es bueno que así sea. Lo preocupante es cuando las personas son apáticas y torpes e incapaces de darse cuenta. Si uno no persigue la verdad y no es consciente de ella, no es un problema grande. Lo más preocupante es que uno se dé cuenta y, aun así, no persiga la verdad y no se arrepienta en absoluto. Se trata de una transgresión deliberada. Aquellos que a sabiendas transgredan y rechacen por completo aceptar la verdad son intransigentes y maliciosos de corazón y están hartos de la verdad. ¿Pueden los intransigentes temer a Dios? Si no lo temen, ¿pueden alcanzar la compatibilidad con Dios? (No). ¿Qué actitudes tienen hacia Dios los intransigentes de corazón? Se resisten, desobedecen y no se arrepienten, además, no reconocen en absoluto que Dios es la verdad. ¡No aceptan la verdad y se oponen a Dios hasta el final! ¿Cómo terminarán dichas personas? (Dios las castigará y destruirá). Dios no las salva. ¿Eran rebeldes e intransigentes los 250 líderes que se mencionan en la Biblia? ¿Qué fue de ellos al final? (Se los tragó la tierra). Ese es el desenlace. Independientemente de durante cuánto tiempo crea alguien en Dios, si no sabe la importancia de perseguir la verdad, si no entiende la repugnancia y las consecuencias de estar harto de la verdad, ¿cuál será entonces su desenlace? En definitiva, se le descartará. Los nuevos creyentes son insensatos e ignorantes, pues aún no saben cómo llevar a cabo las tareas apropiadas ni caminar por la senda correcta. Este es el aspecto patético de las personas. Si has creído en Dios durante varios años y puedes hacer tu deber, aunque no persigas la verdad, es solo prestar servicio. Si puedes hacer tu deber fielmente, estar dispuesto a prestar servicio, no hacer el mal y no causar trastornos o perturbaciones, Dios no te condenará, aunque aún no hayas perseguido la verdad, porque puedes hacer tu deber fielmente. No obstante, si uno entiende parte de la verdad y se da cuenta de la importancia de perseguirla, pero no lo hace, le costará alcanzar la salvación. Como mucho, puede mantenerse como hacedor de servicio devoto. Respecto a aquellos que no están dispuestos a prestar servicio, compiten por el poder y el beneficio y perturban la vida y obra de la iglesia, su desenlace está sellado. Ya han caído en el desastre y aguardan la muerte. ¡Deberían prepararse para lo que está por venir!

Fragmento 94

Hay personas que creen en Dios desde hace poco tiempo y que a menudo se muestran negativas y débiles. Esto pasa porque no entienden la verdad, les falta estatura y no tienen la menor comprensión de las distintas verdades vinculadas a la fe en Dios. Por tanto, se consideran personas de bajo calibre, incapaces de estar a la altura, con un sinfín de problemas, lo que genera negatividad, y hasta los empuja a tirar la toalla: deciden rendirse y dejar de perseguir la verdad. Se descartan a sí mismos y se dicen: “En cualquier caso, por mucho que crea en Él, Dios no va a brindarme Su elogio. De hecho, ni siquiera soy de Su agrado. Y tampoco tengo mucho tiempo para asistir a encuentros. Mi vida familiar es complicada y tengo que ganar dinero”, etcétera. Por esos motivos, terminan por ausentarse de los encuentros. Si tardas en darte cuenta de lo que está pasando, bien puedes etiquetarlos como personas que no aman la verdad y que en el fondo no creen en Dios, o los encasillarás como ansiosos de disfrutar de los placeres carnales y de perseguir cuanto el mundo puede ofrecer, e incapaces de liberarse de las cosas terrenales. Por esa razón, acabarás por darles la espalda. ¿Acaso esto se ajusta a los principios verdad? ¿Todos estos razonamientos son el verdadero reflejo de su esencia naturaleza? En realidad se vuelven negativos por sus dificultades y enredos; si eres capaz de resolver estos problemas, no serán tan negativos y podrán seguir a Dios. Cuando están débiles y negativos necesitan el apoyo de la gente. Con tu ayuda podrán levantar cabeza. Sin embargo, si los ignoras, será fácil que se rindan a causa de la negatividad. Esto depende de si la gente que hace el trabajo de la iglesia tiene amor, de si lleva esta carga, o no. Que algunas personas no acudan con frecuencia a los encuentros no significa que no crean verdaderamente en Dios, no es sinónimo de aversión por la verdad, no significa que codicien los placeres de la carne y no sean capaces de dejar de lado a sus familias y su trabajo; ni mucho menos hay que juzgarlas como excesivamente emotivas o enamoradas del dinero. Lo que pasa es que, en estas cuestiones, la estatura y las aspiraciones de las personas son distintas. Algunas aman la verdad y son capaces de perseguirla, están dispuestas a sufrir para renunciar a estas cosas. Otras tienen poca fe, y ante las dificultades reales están indefensas y no consiguen superarlas. Si nadie las ayuda ni apoya, tiran la toalla y se rinden; en esos momentos necesitan el apoyo, la atención y el auxilio de la gente, a no ser que sean no creyentes, carentes de amor por la verdad y malas personas, en cuyo caso se las puede ignorar. Si estas personas creen en Dios de corazón, pero suelen ausentarse de los encuentros porque tienen algunos problemas reales, no es cuestión de abandonarlas a su suerte, sino de brindarles amorosa ayuda y apoyo. Si son buenas personas y tienen capacidad de comprensión, si su aptitud es buena, merecen mayor ayuda y apoyo.

Fragmento 95

No basta con trabajar incansablemente para cumplir con tu deber, también hay que hacerlo de todo corazón. El único modo de darlo todo consiste en poner todo tu corazón. Si tu corazón no está por la labor, en tal caso no lo habrás dado todo. Si te limitas a aportar tus fuerzas sin poner todo tu corazón, entonces no pasas de trabajar duro, no lo estás haciendo de todo corazón. Esta forma de llevar a cabo tu deber resulta inaceptable para Dios. A la hora de cumplir con tu deber, en todo momento has de esforzarte al máximo para satisfacer a Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, con toda tu mente. Cuando tan solo aplicas tu energía a medias, reservándote la mitad de ella y te dices: “No es mi intención agotarme. ¿Quién va a cuidar de mí si acabo exhausto?”. ¿Es esta la actitud indicada? (No). ¿Acabarás por sufrir una pérdida si cumples tu deber con esta mentalidad? (Sí). ¿Una pérdida de qué tipo? (Dios va a odiarme, y poco a poco perderé la obra del Espíritu Santo). No tener la obra del Espíritu Santo supone una pérdida. En el caso de las personas que creen en Dios a lo largo de muchos años en ausencia de la obra del Espíritu Santo, su pérdida será tan enorme que nada van a ganar. Será como si hubieran creído en vano. Hay muchas personas que no persiguen la verdad y son descartadas tras haber estado creyendo unos cuantos años. O sea, da igual lo mucho que te esfuerces al cumplir con tu deber, si no pones tu corazón en ello, en tal caso no tendrás la capacidad de alcanzar la verdad. ¿Se trata de una pérdida? ¿Os dais cuenta de que es una pérdida? Si eres una persona que efectivamente comprende la verdad, te darás cuenta de que esta pérdida resulta excesiva. De entre las personas que han estado creyendo en Dios durante cinco o diez años, algunas han llegado a hacerse con la realidad verdad, mientras que otras siguen predicando palabras y doctrinas. ¿Se trata de una gran diferencia? (Sí). ¿Y cómo se las arreglaron los que llegaron a hacerse con la realidad verdad? La obtuvieron a través de la experiencia y la práctica. ¿Es algo que Dios concede? (Sí). ¿Qué les pasa a esos que no han llegado a hacerse con la realidad verdad y siguen predicando palabras y doctrinas? Creen en Él durante muchos años, pero no alcanzan la verdad porque no la persiguen y cumplen con su deber nada más que con su fuerza, sin poner su corazón. ¿Creer en Dios sin alcanzar la verdad es una bendición o una desgracia? (Es una desgracia). ¿Por qué es una desgracia? ¿Entiendes lo que esto quiere decir? ¿El hecho de que no hayas alcanzado la verdad supone un gran problema o un pequeño problema? (Un gran problema). ¿Con qué se relaciona este gran problema? ¿Tiene algo que ver con la salvación? (Sí). ¿Qué significado tiene que te pases el día predicando palabras y doctrinas? Eso pone en duda tu salvación y dificulta que la consigas. Hay personas que llevan diez años creyendo en Dios y siguen predicando palabras y doctrinas. Otras llevan veinte años creyendo sin haber entrado en la realidad verdad, y aún desconocen su significado. ¿Estas personas están en peligro? ¿Está poco claro que vayan a salvarse? (Sí). Decidme, entre quienes llevan creyendo el mismo número de años, ¿qué tipo de persona tiene mayores probabilidades y esperanzas de salvación? ¿La que predica palabras y doctrinas o la que posee la realidad verdad? (La que posee la realidad verdad). Salta a la vista. Y bien, ¿qué clase de personas queréis ser? (Personas que poseen la realidad verdad). ¿Cómo se puede ser una persona que posee la realidad verdad? (Mediante la práctica estrictamente basada en la palabra de Dios). (Cumpliendo con el propio deber poniendo todo el corazón, la fuerza y la mente conforme a las exigencias de Dios, sin escatimar esfuerzos a la hora de satisfacer Su voluntad). Justamente. Si haces todo lo que Dios te indica, obtendrás la verdad. ¿Y esto con qué tiene que ver? Con el desenlace y el destino personales. Ciertas personas son necias y engreídas y ni siquiera se dan cuenta de lo mucho que han perdido o del daño que han sufrido. ¡Parlotean de forma incesante desde sus poltronas predicando palabras y doctrinas, sin advertir que se hallan al borde del abismo! ¿Qué final espera a quienes no pueden ser salvados? Dios va a descartarlos, para empezar, y más adelante, ¿qué final los espera? (La perdición y la destrucción). Así es como acaban, es el destino que los aguarda. ¿Estas personas que creen en Dios consideran desde el principio que van a acabar de esta manera? (No). Nadie quiere acabar de este modo. Si no quieres acabar de esta forma, no sigas por ese camino. Harás bien en seguir la senda de la búsqueda de la verdad, y tan solo entonces serás capaz de conseguir la salvación.

Las personas que no sean capaces de recibir la obra en los últimos días estarán acabadas por completo, y no tendrán otra oportunidad. No es como la obra en la Era de la Gracia, cuando la persona que no la recibía, sin importar su país de origen, aún podía tener la oportunidad de recibir la obra de Dios en los últimos días. El final de la obra de Dios en los últimos días es la conclusión de Su plan de gestión, ¿y qué significa el final? Significa que Él va a determinar cómo acaba cada persona, y que se acerca el final de todas las cosas y de la humanidad en general. La obra de Dios ha llegado a esta fase, y si las personas no tienen esta visión en sus corazones, si viven en la confusión permanente y cumplen con su deber de forma mecánica o descuidada, si son incapaces de tomarse la búsqueda de la verdad en serio y piensan que con creer les bastará para salvarse, van a perder la última oportunidad de salvación. Cuando llegue el día de los grandes desastres, y la obra haya llegado a su final definitivo, Dios dejará Su labor de regar y nutrir a las personas con la verdad. ¿Con qué carácter mirará Dios a la humanidad en ese momento? ¿Tienes idea? Su ira será terrible y Su carácter justo se revelará ante toda la humanidad de una forma nunca vista antes. Esta va a ser la última de las grandes catástrofes para la humanidad. Dios ahora mismo está trabajando para salvar a las personas. Ha estado mostrándose paciente, tolerante y a la espera. ¿A la espera de qué? De que las personas por Él predestinadas, Su pueblo escogido, aquellas a las que quiere salvar para que comparezcan ante Él, acepten Su juicio y Su castigo, y acepten Su salvación. Una vez que estas personas sean completas, la gran obra de Dios estará cumplida, y Él desistirá de la obra de salvación de la humanidad. No vivimos en los tiempos de Noé, ni en la época de la destrucción de Sodoma o en la de la creación del mundo. Muy al contrario, ha llegado el momento del fin del mundo. Algunas personas siguen soñando despiertas, ignorantes del punto en que se encuentra la obra divina de salvación. Por mucho que hayan recibido la aparición y la obra de Dios, siguen sin darse prisa, sumidos en la confusión de siempre y sin tomarse nada en serio. Una vez superada esta etapa de la obra, el final de una persona será el que será, y nada va a cambiarlo. El hombre es necio y sigue diciéndose: “¡No pasa nada, Dios nos dará otra oportunidad!”. Las oportunidades solo se brindan mientras tiene lugar la obra de Dios. ¿Cómo puede darse otra oportunidad cuando esta era ha llegado a su final? ¿Acaso esto no es soñar despiertos?

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