I

“Pongo Mi arco en las nubes y será por señal del pacto entre yo y la tierra”. Estas son las palabras originales que dirigió el Creador a la humanidad. Cuando las pronunció, un arco iris apareció ante los ojos de los hombres y, ha permanecido allí hasta hoy. El arco iris es una señal del pacto establecido entre el Creador y el hombre; no requiere una base científica, no fue hecho por el hombre ni este es capaz de alterarlo. Es una continuación de la autoridad del Creador después de que Él profiriera Sus palabras.

II

El Creador usó Su propio método particular para respetar Su pacto con el hombre y Su promesa; y usó el arco iris como señal del pacto que Él había establecido. Es un edicto celestial y una ley que permanecerá inmutable por siempre, ya sea respecto al Creador o a la humanidad creada. Hay que reconocer que esta ley inalterable es otra manifestación verdadera de la autoridad del Creador después de haber creado todas las cosas. Debe decirse que la autoridad y el poder del Creador son ilimitados; Su uso del arco iris como señal es una continuación y una extensión de Su autoridad.

III

Fue un acto más que Dios llevó a cabo usando Sus palabras, y fue un símbolo del pacto establecido de palabra con el hombre. Le habló al hombre de lo que había decidido lograr, y de qué forma se cumpliría y se realizaría. Así se llevó a cabo el asunto, según las palabras emitidas por la boca de Dios. Sólo Él posee ese poder y, hoy varios miles de años después de que Él pronunciara estas palabras, el hombre puede seguir contemplando el arco iris del que Dios habló.

IV

Por las palabras que Dios profirió, esto ha permanecido inalterable e inmutable hasta hoy. Nadie puede eliminar este arco iris ni cambiar sus leyes; existe exclusivamente por las palabras de Dios. Esta es precisamente Su autoridad. “Dios quiere decir lo que dice; lo que Él dice, así será, y lo que Él hace perdurará para siempre”. Estas palabras son claramente manifiestas aquí, y es una señal y una característica claras de la autoridad y el poder de Dios. Es también una señal y una característica que, de no ser Dios Mismo, nunca podrá superar ningún ser creado o no creado.

de La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I