Cómo perseguir la verdad (16) Parte 1

¿Qué compartimos en la reunión anterior? (En la última reunión, Dios habló primordialmente sobre desprenderse del condicionamiento de la propia familia en lo relativo a la tradición, la superstición y la religión. Dios habló en detalle sobre varios dichos supersticiosos como “Empanadillas para la partida, fideos para el regreso” y “Un tic en el ojo izquierdo augura buena suerte, pero un tic en el derecho vaticina desastres”, además del efecto que tienen en algunas personas ciertas costumbres tradicionales relacionadas con el Año Nuevo chino y otras festividades. A su vez, Dios habló sobre la manera correcta de enfocar estos dichos y prácticas tradicionales y supersticiosos, que consiste en sostener que, efectivamente, ciertos acontecimientos van a suceder, al tiempo que además se cree que todo está en manos de Dios. Con independencia de qué puedan indicar estos dichos o qué acontecimientos es posible que sucedan, todos debemos adoptar una actitud de aceptación y sumisión, y ser capaces de ponernos a merced de las instrumentaciones y arreglos de Dios). Estos fueron los elementos básicos de nuestra enseñanza en la reunión anterior. En cuanto al contenido sobre las tradiciones, supersticiones y religiones que la familia condiciona en la gente, compartimos en detalle algunas cosas con las que las personas se encuentran en la vida diaria. El contenido de nuestra enseñanza solo abarcó esos elementos presentes en la vida cotidiana del pueblo chino, con la que nosotros estamos familiarizados, y no resulta representativa de todas las nacionalidades o razas, si bien la naturaleza de las tradiciones, supersticiones y religiones a las que se aferra la gente que vive en diferentes regiones y entre distintas razas es la misma. En todos esos entornos, se observan algunas tradiciones, hábitos de vida y dichos supersticiosos que proceden de sus ancestros. Al margen de que estas supersticiones sean un efecto psicológico de la mente de las personas o sean reales desde un punto de vista objetivo, en resumen, vuestra actitud hacia ellas debe ser la de reconocer claramente el pensamiento o la esencia primordiales que hay detrás. A su vez, no deben influiros ni perturbaros. En cambio, debéis creer que todo lo relacionado con la gente está en manos de Dios, que no son las supersticiones las que la manipulan, y que desde luego no son estas las que dictan el destino o la vida cotidiana de nadie. Al margen de que las supersticiones sean o no reales, de que resulten o no efectivas o ciertas, las personas han de tener en cualquier caso un principio que se ajuste a la verdad para lidiar con tales asuntos. No deben estar hechizadas ni controladas por estas supersticiones, y desde luego no deben dejar que estas interfieran en los objetivos normales de su búsqueda ni con su práctica de los principios. De entre los temas de la tradición, superstición y religión, es la superstición la que crea la mayor interferencia y ejerce más influencia en las vidas, pensamientos y puntos de vista de las personas respecto a diversos asuntos. En general, nadie se atreve a renunciar a esos dichos y definiciones supersticiosos, y los problemas vitales que crean estas supersticiones nunca se resuelven. El hecho de que la gente no se atreva a liberarse de las ataduras de estos enunciados supersticiosos en su vida cotidiana evidencia que carece todavía de la suficiente fe en Dios. En realidad, todavía no ha desentrañado ni entendido con precisión el hecho de la soberanía de Dios sobre todas las cosas y Su soberanía sobre el destino de la humanidad. Por tanto, cuando la gente se encuentre con un dicho supersticioso o con ciertos sentimientos asociados a la superstición, estará atada de pies y manos. En especial, cuando se trata de ciertos acontecimientos importantes que afectan a su propia vida y a su muerte, o a la de sus seres queridos, o también a su propia fortuna, la gente queda aún más encadenada por estos supuestos tabúes y enunciados supersticiosos, y llega a un extremo en el que le resulta imposible liberarse. Es constante el temor a romper un tabú y a que este se convierta en realidad, a que le ocurra alguna desgracia y algo malo le suceda. En lo que respecta a la superstición, la gente siempre se muestra incapaz de desentrañar la esencia de la cuestión, y más aún de liberarse de las ataduras de toda clase de afirmaciones supersticiosas. Desde luego, también es incapaz de comprender la influencia que ejerce la superstición en la vida de las personas. Según la perspectiva del comportamiento humano y de los pensamientos y puntos de vista de la gente sobre las supersticiones, la conciencia y las perspectivas de sus pensamientos continúan en gran medida infestadas por Satanás y controladas por una suerte de fuerza invisible ajena al mundo material. Por consiguiente, si bien las personas siguen a Dios y aceptan Sus palabras, permanecen bajo el control de algunos dichos supersticiosos relativos a su porvenir, a la vida y la muerte, y también a su existencia. Es decir, en lo más profundo de sus pensamientos, siguen creyendo que estos enunciados supersticiosos son reales. ¿Qué significa que crean esto? Quiere decir que siguen controladas por las garras invisibles detrás de estas supersticiones, en lugar de reconocer de veras que la mano de Dios rige e instrumenta su suerte. También significa que no son del todo felices ni se quedan tranquilos confiando su porvenir en manos de Dios, sino que se dejan controlar involuntariamente por Satanás. Por ejemplo, la vida cotidiana, las reglas de supervivencia, las nociones y demás que tienen las personas que hacen negocios con frecuencia, que viajan a menudo, y las de aquellos que en cierto modo solían creer en actividades y dichos supersticiosos como la lectura del rostro, los ocho trigramas y el I Ching, los estudios del ying y el yang y cosas del estilo, están profundamente influenciadas, controladas y manipuladas por estas supersticiones. Es decir, cualquier cosa que hacen debe partir de una base teórica que proviene de la superstición. Por ejemplo, antes de salir tienen que mirar lo que dice en el calendario y si existe algún tabú. Al hacer negocios, firmar contratos, comprar o vender viviendas, etcétera, necesariamente han de consultar el calendario de ese día. Si no lo hacen, sienten incertidumbre y no saben qué podría pasar. Solo tienen certeza y paz mental cuando actúan y toman decisiones tras consultar el calendario. Asimismo, dado que suceden varias cosas malas a consecuencia de romper ciertos tabúes, se vuelve más concluyente su conocimiento y creencia de que estas supersticiones son reales, y terminan atados a ellas. Creen con mayor firmeza que el destino, el porvenir, la vida y la muerte de las personas se rigen por dichos supersticiosos y que en el mundo oculto y místico hay una gran mano invisible que controla su propia fortuna, su vida y su muerte. Por consiguiente, creen con fervor en todos los dichos supersticiosos, en particular en aquellos estrechamente relacionados con su vida y su supervivencia, hasta tal punto que después de empezar a creer en Dios, si bien admiten de palabra y creen que el porvenir de las personas está en Sus manos, en lo más profundo del corazón suelen sentirse perturbados y controlados de forma involuntaria por diversos enunciados supersticiosos. Hay quienes incluso mezclan los principios-verdad con los presuntos tabúes de la vida, como qué entra en conflicto con qué, lo que está condenado a suceder en el propio devenir y otros enunciados supersticiosos similares, y se atienen a ellos. Esta postura de la gente ante las supersticiones afecta gravemente a su actitud ante la verdad y las palabras de Dios en Su presencia. Asimismo, afecta de igual forma a las actitudes que las personas tienen hacia el Creador como seres creados y, por supuesto, a la actitud de Dios hacia ellas. La razón es que, si bien siguen a Dios, de manera tanto voluntaria como involuntaria, aún las controlan y perturban diversos pensamientos y dichos relacionados con la superstición que les inculcó Satanás. Al mismo tiempo, también les resulta difícil desprenderse de estos diferentes pensamientos y dichos relacionados con la superstición.

De entre las cosas que las familias condicionan en la gente, son de hecho las supersticiones las que en mayor medida interfieren en ella y causan unos efectos más profundos y duraderos. Por tanto, la gente las debe investigar y llegar a conocerlas una a una en su vida real, y comprobar si ha recibido algún tipo de condicionamiento o influencia relacionados con la superstición por parte de su familia más cercana, de otros parientes o clanes. Si es así, ha de desprenderse de estas supersticiones una a una, en lugar de aferrarse a ellas, ya que no tienen conexión con la verdad. Cuando a menudo queda al descubierto la práctica de un modo de vida tradicional en la cotidianidad de una persona, puede que tal práctica provoque su caída bajo el control de Satanás de una manera obediente e involuntaria. Es más, los dichos supersticiosos que influencian los pensamientos de las personas poseen si cabe una mayor capacidad para mantener a la gente bajo el férreo control del poder de Satanás. Por tanto, aparte de las tradiciones y la religión, hay que desprenderse enseguida de cualquier pensamiento, punto de vista, dicho o regla relacionado con la superstición, y no aferrarse a ninguno. Con Dios no hay tabúes. Las palabras de Dios, Sus exigencias a la humanidad y Su voluntad se expresan con claridad en Su palabra. Además, todo lo que Dios le dice o le exige a la gente con Sus palabras pertenece a la verdad y no contiene ningún elemento extraño. Dios solo le dice a la gente de manera clara y directa cómo actuar y a qué principios atenerse en qué asuntos. No hay tabúes, detalles meticulosos ni dichos. La gente debe atenerse a obrar según los principios-verdad en función de sus propias circunstancias reales. Para practicar las palabras de Dios y atenerse a los principios-verdad, no hace falta que mires la fecha ni la hora; los tabúes no existen. Tampoco hay necesidad de consultar un calendario, y mucho menos un horóscopo, o si hay luna llena o luna nueva ese día; esas son cosas de las que no tienes que preocuparte. Las personas son libres y están liberadas bajo el dominio de Dios y Su soberanía. Tienen el corazón en calma, lleno de alegría y paz, sin pánico ni miedo en él, y desde luego tampoco represión. El pánico, el miedo y la represión son solo sentimientos que surgen a raíz de diversos dichos supersticiosos. La verdad, las palabras de Dios, Sus exigencias y la obra del Espíritu Santo generan en la gente paz y alegría, libertad y liberación, relajación y felicidad. Sin embargo, la superstición causa exactamente lo contrario. Te ata de pies y manos, te impide hacer esto o comer aquello. Cualquier cosa que hagas está mal e implica un tabú, y todo debe ajustarse a los dichos de un viejo almanaque. En qué momento del calendario lunar nos encontramos, qué se puede hacer en determinado día, si puedes salir, o incluso cortarte el pelo, bañarte, cambiarte de ropa y ver a gente, todo ello involucra sus propios tabúes. Cosas tan concretas como las bodas y los funerales, mudarse de casa, ir a hacer recados y buscar un trabajo dependen incluso más del almanaque. Satanás emplea toda clase de dichos supersticiosos y extraños para atar con fuerza de pies y manos a la gente. ¿Qué propósito tiene al hacerlo? (Controlar a las personas). En lenguaje moderno, hace notar su presencia. ¿Qué significa eso? Quiere decir que hace que la gente sepa de su presencia, de modo que le comunica que estas afirmaciones sobre tabúes que propone son reales, que tiene la última palabra, que puede hacer semejantes cosas, y que si no lo escuchas te indicará dónde mirar. ¿Cómo era aquella alegoría? Dice: “Una vieja se pinta los labios, para que tengas algo que mirar”. Significa que si no escuchas o si infringes este tabú, entonces tendrás que esperar a ver qué sucede, y habrás de cargar con las consecuencias. Si la gente no cree en Dios, teme estos tabúes porque, después de todo, es de carne y le resulta imposible luchar contra todas las diversas formas de los diablos y de Satanás en el reino espiritual. Sin embargo, ahora que has regresado ante Dios, todo lo que tiene que ver contigo, incluidos tus pensamientos y el día a día de tu vida, está bajo Su control. Él te vigila y te protege. Vives y existes bajo el dominio de Dios, y no estás al alcance de las garras de Satanás. Por tanto, ya no hace falta que te atengas a esos tabúes. Por el contrario, si sigues temiendo que Satanás te pueda hacer daño, o que te sucedan cosas malas si no lo escuchas ni crees en los tabúes que se cuentan en las supersticiones, esto demuestra que sigues creyendo que Satanás puede controlar tu destino. A su vez, también evidencia que estás dispuesto a someterte a la manipulación de Satanás y no lo estás a aceptar la soberanía de Dios. Satanás hace todo esto para hacer saber a la gente que él de verdad existe. Quiere usar sus poderes mágicos para controlar a la humanidad, a todo ser viviente. Su intención al hacerlo es llevarlos a la ruina, con el propósito y fin de devorarlos. Por supuesto, al controlarlos también pretende que la gente lo adore. Si el diablo Satanás quiere hacerse notar, ha de demostrar algo de efectividad. Por ejemplo, puede convertir un huevo en heces. Este huevo se ofrece al altar de un espíritu maligno, y si tienes hambre y te lo quieres comer, y tratas de arrebatárselo al diablo, este lo convertirá en heces para poner de manifiesto su poder. Te asustarás y no te atreverás a competir con él por la comida. Si una cosa te hace tenerle miedo, y luego otra, con el tiempo empezarás a creer ciegamente en ello. Si la situación se alarga lo suficiente en el tiempo, empezarás a adorarlo desde el fondo de tu corazón. ¿Acaso no es este el objetivo de las acciones de Satanás? Este actúa precisamente en pos de esos objetivos. Con independencia de si se trata del sur o del norte, y de qué población humana se trate, todos adoran a los espíritus malignos e inmundos con la rodilla hincada. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué delante de estos espíritus malignos e inmundos a los que adoran con la rodilla hincada siempre hay una ofrenda de incienso ardiendo, en una generación tras otra? Si aseguras que no son reales, entonces, ¿por qué cree tanta gente en ellos y les sigue quemando incienso, les hace reverencias, hace votos por ellos y luego los cumple, generación tras generación? ¿Acaso no es porque esos espíritus malignos e inmundos han hecho algo? Si no escuchas las palabras de los espíritus malignos, te harán caer enfermo, provocarán que te vayan mal las cosas, que sufras desgracias y las vacas de tu familia enfermen y no puedan arar los campos, e incluso ocasionarán accidentes de coche a tu familia. Buscarán maneras de molestarte, y cuanto más lo hagan, más problemas tendrás. No puedes negarte a obedecer y, al final, no tendrás más remedio que adorarles con la rodilla hincada, agacharás voluntariamente la cabeza para someterte a ellos, y así se quedarán contentos. Les pertenecerás a partir de ese momento. Fíjate en esas personas de la sociedad a las que controlan los espíritus del zorro o las diversas figuras del reino espiritual que aparecen en los altares. ¿A esto cómo lo llamamos? Estar poseído por espíritus malignos y dejarse habitar por ellos. Entre la gente común, a esto se le denomina estar controlado por un espíritu o que algo se apodere de su cuerpo. Cuando los espíritus malignos empiezan a buscar cuerpos de los que apoderarse, sus presas no están dispuestas a dejar que lo hagan, así que interfieren en ellos y los perturban, y provocan accidentes y problemas en sus familias. A quienes se dedican a los negocios les hacen sufrir pérdidas y no tener nunca clientes; les ponen obstáculos hasta el punto de que no pueden salir adelante y avanzar les resulta muy difícil. Al final, terminan por someterse y aceptar. Una vez que aceptan, los espíritus malignos se sirven de sus cuerpos físicos para ocuparse de ciertos menesteres, como realizar ciertas señales y prodigios, atraer a otras personas, tratar enfermedades, leer la fortuna, e incluso para ayudar a invocar a los espíritus de los muertos y otras tantas cosas. ¿Acaso los espíritus malignos no utilizan estos medios para confundir, corromper y controlar a la gente?

Si los creyentes en Dios tienen los mismos puntos de vista y opiniones que los incrédulos respecto a estos dichos supersticiosos, ¿cuál es la naturaleza de esto? (Desafiar y blasfemar contra Dios). Cierto, esa es una respuesta muy precisa, ¡supone una grave blasfemia contra Dios! Sigues a Dios y dices que crees en Él, pero al mismo tiempo te controlan y perturban las supersticiones. Incluso eres capaz de seguir los pensamientos que estas inculcan en la gente, y lo que es incluso más grave, algunos de vosotros les tenéis miedo a tales pensamientos y estos hechos relacionados con las supersticiones. Eso supone la mayor blasfemia contra Dios. No solo eres incapaz de dar testimonio de Él, sino que además sigues a Satanás al resistirte a la soberanía de Dios. Eso es una blasfemia contra Él. ¿Lo entiendes? (Sí). La esencia de que la gente crea en las supersticiones o las siga es que implica blasfemar contra Dios, así que ¿acaso no debes desprenderte de los diversos tipos de condicionamiento que ejercen sobre ti las supersticiones? (Sí). La manera más simple de practicar desprenderse de ellas es no dejar que te perturben, con independencia de si esas supersticiones son reales o no, y de lo que vayan a provocar. Aunque los enunciados que hacen las supersticiones respecto a cierto asunto sean objetivamente reales, no deben perturbarte ni controlarte. ¿Por qué? Porque Dios lo instrumenta todo. Incluso si Satanás puede lograr algo, es con el permiso de Dios. Sin Su permiso, como ha dicho Dios, Satanás ni siquiera se atreve a tocarte un pelo. Eso es un hecho y una verdad que la gente debe creer. Por tanto, no importa en qué ojo tengas el tic, o que sueñes con que se te caen los dientes, con que se te cae el pelo, con la muerte o sufras cualquier tipo de pesadilla, debes creer que tales cosas están en manos de Dios, y no deben influirte ni perturbarte. Nadie puede cambiar las cosas que Dios quiere consumar ni las que ha ordenado; lo que Él ordena y planea son hechos que ya se han consumado. Al margen de que tengas una premonición o de qué tipo de profecías te hagan tanto Satanás como estos diablos del reino espiritual, no deben perturbarte. Limítate a creer que todo ello está en manos de Dios, y que la gente debe someterse a Su instrumentación y arreglo. Aquello que está a punto de ocurrir o que es imposible que suceda está bajo el control y la ordenación de Dios. Nadie puede cambiarlo, y mucho menos interferir en ello. Es un hecho. Al que deben adorar con la rodilla hincada es al Creador, no a ninguna fuerza del reino espiritual que pueda convertir en realidad las supersticiones o restituirlas. Por muy enormes que sean los poderes mágicos que poseen los diablos y Satanás, sean cuales sean los milagros que realicen o aquello que puedan hacer que se convierta en realidad, o sean cuales sean las premoniciones de tal persona y los dichos supersticiosos que sean capaces de materializar; nada de esto significa que tengan en sus manos el destino de las personas. La gente no debería hincar la rodilla para adorar a Satanás y a los diablos ni debería creer en ellos, sino en el Creador. Son cosas que hay que entender en lo que respecta al tema de los condicionamientos de la familia sobre la tradición, la superstición y la religión. En resumen, aunque algo involucre a alguna de estas tres cosas, mientras no tenga nada que ver con las palabras de Dios, la verdad o Sus exigencias a las personas, la gente debe abandonarlo y dejarlo atrás. Al margen de que sea un estilo de vida o una forma de pensar, o ya sea una regla o una teoría, si no tiene que ver con la verdad, es algo que se debe descartar. Por ejemplo, en las nociones de las personas, lo relacionado con la religión, como el cristianismo, el catolicismo, el judaísmo, etcétera, se considera relativamente noble y sagrado si lo comparamos con la superstición, la tradición o la idolatría. La gente siente algo de admiración o muestra favor hacia ellos en sus nociones y en el fondo de su mente, pero pese a ello, ha de desprenderse de los símbolos, las festividades y los distintivos relacionados con la religión y no debe apreciarlos en exceso ni tratarlos igual que a la verdad, adorarlos con la rodilla hincada o siquiera reservar un lugar para ellos en el corazón. No se debe hacer eso. Los símbolos, las actividades, las festividades y algunas otras cosas icónicas de la religión, del mismo modo que ciertos dichos relativamente nobles de esta, entre otros elementos, recaen todos en el ámbito del tema de la religión del que hemos hablado. En resumen, el propósito de decir todo esto es hacerte entender un hecho: en lo que respecta a las cosas relativas a la superstición, la tradición y la religión, sin que importe si son nobles o relativamente extrañas, en la medida en que no tengan que ver con la verdad, en que no guarden ninguna relación con ella, hay que desprenderse de todas y no tenerles ningún apego. Desde luego, los temas que vulneran los principios-verdad se deben abandonar especialmente y de ninguna manera se pueden mantener. La gente se debería desprender de manera categórica y una a una de todas aquellas cosas que provienen del condicionamiento y la influencia de sus familias, y no permitir que le afecten. Por ejemplo, cuando te encuentras a algunos hermanos y hermanas en Navidad, en cuanto los ves dices: “¡Feliz Navidad! ¡Felices fiestas!”. ¿Está bien decir “Feliz Navidad”? (No). “Ya que se conmemora el día del nacimiento de Jesús, ¿por qué no tomarnos el día libre y no hacer nada en absoluto? No importa lo ocupados que estemos con el trabajo y nuestro deber, deberíamos parar y enfocarnos en celebrar el día más memorable del anterior periodo de la obra de Dios”, ¿se puede decir algo así? (No es lo apropiado). ¿Por qué no? (Porque se trata de obra que Dios hizo en el pasado, y no tiene nada que ver con la verdad). Es así desde la perspectiva doctrinal. En teoría, habéis captado la raíz de este problema, pero ¿cuál es la realidad? Se trata de un asunto sencillo y sois incapaces de darme una respuesta. A Dios no le gusta que las personas hagan tales cosas; lo detesta cuando lo ve. Así de simple. Durante las celebraciones festivas, los incrédulos dicen: “¡Feliz Año Nuevo! ¡Feliz Navidad!”. Si me lo dicen a Mí, hago un gesto con la cabeza y digo: “¡Igualmente!”, queriendo decir “Feliz Navidad a ti también”. Lo hago por inercia, eso es todo. Sin embargo, no lo digo cuando me encuentro con hermanos y hermanas. ¿Y eso por qué? Porque es una festividad para los incrédulos, es algo comercial. En Occidente, casi todas las festividades, ya sean tradicionales o creadas por el hombre, tienen relación con el comercio y están vinculadas con la economía. Incluso en algunas naciones con mucha historia, las festividades se relacionan simplemente con la tradición y a partir del siglo XX han ido evolucionando hasta convertirse en diversas actividades comerciales, y generan excelentes oportunidades de negocio para los comerciantes. Al margen de si estas festividades son comerciales o tradicionales, en ningún caso tienen nada que ver con las personas que creen en Dios. Da igual lo entusiastas que se muestren los incrédulos o incluso la gente religiosa respecto a estas festividades o lo fabulosas y magníficas que sean en cualquier país o nación, no tienen nada que ver con nosotros los que seguimos a Dios y no debemos guardarlas, y mucho menos celebrarlas o conmemorarlas. No hace falta mencionar las festividades tradicionales que provienen de los incrédulos, sea cual sea su raza, grupo étnico o periodo temporal; no tienen nada que ver con nosotros. Ni siquiera los aniversarios relacionados con cada periodo y cada segmento de las tres etapas de la obra de Dios. Por ejemplo, las festividades de la Era de la Ley no guardan relación con nosotros, sin duda tampoco la Pascua, la Navidad y las surgidas de la Era de la Gracia. ¿Qué quiero hacer entender a la gente al compartir estas cosas? Que Dios no observa las festividades ni ningún precepto en las cosas que hace. Actúa libremente, liberado, sin tabúes, y Él nunca conmemora ninguna festividad. Aunque se trate del comienzo, el final o un día especial en la obra pasada de Dios, Él nunca los celebra. No las celebra y tampoco le da a conocer a la gente esas fechas, días u horas a propósito. Por un lado, esto le dice a la gente que Dios no conmemora estos días, que no le importan. Por otro, les revela que no hay necesidad de conmemorarlos o celebrarlos, que no los deben guardar. No es necesario recordar ningún día o momento relacionado con la obra de Dios, y mucho menos conmemorarlo. ¿Qué ha de hacer entonces la gente? Someterse a la instrumentación de Dios y aceptar Su soberanía bajo Su guía. Debe aceptar la verdad y someterse a ella en su vida cotidiana. Así de sencillo. De esta manera, ¿no le resultará la vida más fácil y placentera? (Sí). Por este motivo, en lugar de ataduras, compartir estos asuntos en realidad aporta liberación y libertad a cualquier persona. Por un lado, estos temas son hechos objetivos y cosas reales que la gente ha de comprender y, por otro, también la liberan y le permiten desprenderse de las cosas a las que no debe apegarse. Asimismo, le permiten saber que estas no representan la verdad, y que solo hay un camino de Dios al que debe atenerse, y ese es el de la verdad. ¿Lo entendéis? (Sí).

En cuanto al tema de la familia, además de desprenderse de los condicionamientos de la propia, hay que hacerlo de otros aspectos. Hemos compartido antes cómo condiciona la familia el pensamiento de uno mismo, y luego sobre los diversos dichos sobre la vida con los que las familias condicionan a la gente. Todas las familias aportan a las personas una vida estable y un espacio para crecer. También les ofrecen sensación de seguridad, algo de lo que depender, y una fuente de necesidades básicas durante el proceso de crecimiento. Además de satisfacer sus necesidades emocionales, la gente consigue también satisfacer las materiales a través de sus familias. Por supuesto, también obtienen artículos necesarios para la vida diaria y algunos conocimientos generales que requieren para su desarrollo. Obtienen mucho de sus familias, estas son una parte de la vida de cada individuo que es difícil de cortar. Los beneficios que la familia aporta son numerosos, pero si lo miramos desde la perspectiva del contenido de nuestra charla, también son múltiples las influencias y las actitudes y perspectivas de vida negativas que la familia aporta a las personas. Es decir, aunque tu familia te proporciona muchas cosas esenciales para tu vida física, satisface tus necesidades básicas y te ofrece un apoyo y un anclaje emocional, al mismo tiempo también te acarrea ciertos problemas innecesarios. Desde luego, a la gente le resulta difícil escapar de esos problemas y desprenderse de ellos antes de comprender la verdad. Hasta cierto punto, tu familia genera grandes y pequeñas perturbaciones en tu vida diaria y en tu existencia, lo que hace que tus sentimientos hacia ella sean a menudo complejos y contradictorios. Dado que satisface tus necesidades emocionales, al tiempo que interfiere en tu vida a nivel emocional, el término “familia” evoca ideas complejas y difíciles que a la mayoría de las personas les resulta complejo articular. Te sientes lleno de nostalgia, apego y, desde luego, gratitud hacia tu familia. Sin embargo, al mismo tiempo, los enredos que te causa te hacen sentir que es una gran fuente de problemas. Es decir, después de que una persona se convierte en adulta, su concepto, pensamientos y perspectivas sobre su familia se vuelven relativamente complejos. Si se desentiende por completo, abandona o deja de pensar en su familia, no podrá soportarlo en su conciencia. Si piensa en su familia, la rememora y se entrega a ella de todo corazón como cuando era niño, se sentirá reacio a hacerlo. A menudo las personas experimentan este tipo de estado, de pensamiento, punto de vista o condición al lidiar con sus familias, y estos pensamientos y puntos de vista o condiciones también provienen del condicionamiento que estas les generan. Este es el tema que vamos a compartir hoy: la carga que la familia supone para la gente.

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