Qué significa perseguir la verdad (12) Parte 2
Si nos basamos en los dichos sobre la conducta moral y en su esencia, sobre lo cual hablamos la última vez, esos dichos de la cultura tradicional ocultan el carácter corrupto y la esencia del género humano y, naturalmente, también el hecho de que Satanás lo corrompe. Las definiciones de hombre y mujer de la cultura tradicional, sobre las que hemos hablado hoy, ilustran claramente otro aspecto esencial de los dichos sobre la conducta moral. ¿De qué esencia se trata? Estos dichos sobre la conducta moral no solo desorientan, desencaminan y confinan el pensamiento de la gente, sino que, claro está, también le inculcan conceptos y puntos de vista erróneos sobre diversas personas, asuntos y cosas. Esto es una realidad, además de otro aspecto esencial de los dichos sobre la conducta moral defendidos por Satanás. ¿Cómo se puede demostrar esta afirmación? ¿No bastan para ilustrar esto las definiciones de hombres y mujeres en los dichos sobre la conducta moral que acabamos de compartir? (Sí). En efecto, bastan para ilustrarlo. Los dichos sobre la conducta moral hablan únicamente de comportamientos y prácticas buenos y malos y, superficialmente, del bien y del mal y de lo correcto e incorrecto. No permiten que la gente sepa lo que es positivo ni negativo, bueno ni malo, correcto ni incorrecto, cuando se trata de personas, asuntos y cosas. Lo que obligan a acatar a la gente no son unos criterios o principios correctos de conducta y comportamiento que estén en consonancia con la humanidad o sean beneficiosos para la gente. Independientemente de si estos dichos sobre la conducta moral vulneran las leyes naturales de la humanidad o de si la gente desea acatarlos o no, le obligan a aferrarse inflexiblemente al dogma sin distinguir lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo. Si no los acatas, la sociedad te vilipendiará y condenará, y hasta tú te vilipendiarás a ti mismo. ¿Es este un retrato fiel de la manera en que la cultura tradicional confina el pensamiento humano? Es precisamente un fiel reflejo de ello. Una vez que la cultura tradicional da lugar a nuevos dichos, exigencias y reglas, o moldea la opinión pública, o establece una tendencia o convención en la sociedad, es inevitable que te dejes llevar por dicha tendencia o convención y no te atrevas a decir “no” ni a negarte, ni mucho menos a plantear dudas y opiniones diferentes. Lo único que puedes hacer es comprometerte a ello, de lo contrario serás despreciado y castigado por la sociedad, e incluso vilipendiado por la opinión pública y condenado por el género humano. ¿Cuáles son las consecuencias de ser vilipendiado y condenado? Que ya no podrás afrontar el hecho de estar con la gente, porque no tendrás dignidad, porque no puedes atenerte a la ética social, no tienes moralidad y no tienes la conducta moral que exige la cultura tradicional, así que no tendrás estatus social. ¿Cuáles son las consecuencias de no tener estatus social? Que no serás digno de vivir en esta sociedad y se te despojará de derechos humanos en todas sus vertientes, hasta el punto de que se contendrán y restringirán tu derecho a vivir, tu derecho a hablar y tu derecho a cumplir con tus obligaciones. Así afecta y amenaza al género humano la cultura tradicional. Todo el mundo es su víctima y, por supuesto, todo el mundo es también su ejecutor. Tú eres víctima de estas opiniones públicas, naturalmente también eres víctima de las diversas personas de la sociedad y a su vez también eres víctima de tu propia aceptación de la cultura tradicional. En definitiva, eres víctima de estos elementos de la cultura tradicional. ¿Tienen estos una gran repercusión sobre el género humano? (Sí). Por ejemplo, si una mujer es objeto de rumores de que no es virtuosa, amable, dulce y moral y de que no es buena mujer, cada vez que posteriormente vaya a empezar en un nuevo trabajo o a incorporarse a cualquier grupo, en cuanto la gente se entere de lo que se cuenta de ella, escuche a los chismosos y la juzgue, no será considerada buena mujer a ojos de nadie. Una vez que se produzca esta situación, le costará abrirse camino o sobrevivir en sociedad. A algunas personas incluso no les queda más remedio que ocultar su identidad y trasladarse a otra ciudad o a otro ambiente. ¿Es poderosa la opinión pública? (Sí). Esta fuerza invisible puede hundir, asolar y pisotear a cualquiera. Por ejemplo, si crees en Dios, es obvio que te resultará difícil sobrevivir en el ambiente social de China. ¿Por qué es tan difícil sobrevivir? Porque, una vez que crees en Dios, que cumples tu deber y que te esfuerzas por Él, a veces es inevitable que no tengas tiempo de ocuparte de tu familia, y los diablos no creyentes propagarán rumores de que “no llevas una vida normal”, “abandonas a tu familia”, “te vas a escapar con alguien”, etc. Aunque estas afirmaciones no concuerdan con la realidad y todas ellas son especulaciones y falsos rumores, una vez que seas objeto de estas acusaciones, te hallarás en una situación muy difícil. Cada vez que vayas de compras, la gente te mirará raro, murmurará y hará comentarios a tus espaldas: “Esta es una persona religiosa, carece de virtudes femeninas, lleva una vida indecente y se pasa el día por ahí. Es una mujer que no centra sus energías en llevar una vida normal. ¿Qué hace por ahí? Las mujeres deberían seguir el código confuciano de las tres obediencias y las cuatro virtudes, y ocuparse de sus maridos y criar a sus hijos”. ¿Cómo te sentirías al oír eso? ¿Te enojarías mucho? ¿Qué les importa a ellos que tú creas en Dios y cumplas tu deber? No es asunto suyo en absoluto y aun así son capaces de considerarlo tema de conversación de sobremesa, hacer comentarios y chismorrear sobre ello como si fuera un asunto importante. ¿No es este un fenómeno en la sociedad? ¿No es un fenómeno que puede apreciarse en todas partes? Por ejemplo, tienes un compañero que se llevaba bien contigo, pero, cuando se enteró de que creías en Dios, hizo correr toda clase de chismes sobre ti a tus espaldas, con lo que ahora mucha gente se aparta de ti y ya no se lleva bien contigo. Aunque tengas la misma actitud hacia el trabajo que antes, en cuanto la mayoría de la gente se entere de estos chismes, ¿te va a seguir resultando fácil abrirte camino en dicho trabajo? (No, no será fácil). ¿Será distinta la actitud de la gente hacia ti? (Sí). ¿De qué hablarán todos? Dirían: “Esta mujer no centra sus energías en llevar una vida normal. ¿Qué hace creyendo en la religión?”. Y también: “¿Por qué creen los hombres en la religión? ¡Los fracasados son los únicos que creen en la religión! ¡Eso es algo que hacen las mujeres, mientras que los hombres viriles y varoniles deben centrarse en su profesión!”. ¿Ha dicho alguien estas cosas? (Sí). ¿De dónde salen esas palabras? ¿Qué les importa a ellos que tú creas en Dios? La gente es libre de creer lo que quiera y nadie tiene derecho a entrometerse. Entonces, ¿por qué pueden hablar de ti? ¿Por qué te critican indiscriminadamente cuando comienzas a creer en Dios? Hasta cierto punto, es inevitable que el marco de referencia de sus comentarios se base en las ideas y puntos de vista de la cultura tradicional y en la actitud del Gobierno nacional hacia la fe. Aunque en apariencia hablen de ti, lo cierto es que están criticándote indiscriminadamente, chismorreando y condenándote sin motivo. En cualquier caso, la base de los comentarios y juicios de la gente, así como de sus opiniones y actitudes hacia tu fe, está influida en gran medida por la cultura tradicional y la ideología atea. Porque, aparte de enseñar a la gente a ser mujeres y hombres, ¿cuáles son las ideas esenciales de la cultura tradicional? Que no hay cielo ni Dios. En pocas palabras, son ideas y opiniones ateas. Por tanto, rechazan a las gentes de fe, especialmente a las que creen en el Dios verdadero. Si participas en actividades supersticiosas, perteneces a alguna secta o participas en cualquier actividad religiosa, es posible que te ignoren. Si eres supersticioso, quizá sigan relacionándose contigo, pero, en cuanto comiences a creer en Dios, a leer Sus palabras a diario, a difundir el evangelio, a cumplir tu deber y a seguir a Dios, se volverán incompatibles contigo. ¿Cuál es la causa de su incompatibilidad contigo? Para ser precisos, por un lado, que son no creyentes y todos siguen y pertenecen a Satanás y, por otro lado, que ven las cosas según las ideas y opiniones de la cultura tradicional y según las políticas y leyes del gran dragón rojo; estos son hechos objetivos. Siempre que ven a personas, acontecimientos y cosas que no se ajustan a las ideas de la cultura tradicional, o que los creyentes son objeto de represión estatal y están siendo acorralados, los desprecian, critican, juzgan y condenan indiscriminadamente y cooperan con el Gobierno para vigilar y delatar a las personas que creen en Dios. ¿En qué se basan para hacer esto? Principalmente, en la cultura tradicional, la ideología atea y las malvadas políticas del gran dragón rojo. Por ejemplo, juzgan a quienes creen en Dios, diciendo: “Esta es una mujer que no centra sus energías en llevar una vida normal. ¿Qué hace por ahí?” y: “Este es un hombre que no aspira a una profesión normal. ¿Qué hace creyendo en la religión? Los hombres normales tienen ambiciones altas. ¡Los hombres viriles y varoniles deben centrarse en su profesión!”. Pensadlo, ¿no son todas estas unas afirmaciones banales claramente derivadas de la cultura tradicional? (Sí). Todas ellas derivan de la cultura tradicional. Estas personas banales y mundanas no aspiran a tener ningún credo, sino solamente a comer, a beber y a los placeres carnales. Sus mentes no solo están plagadas de tendencias malignas, sino también profundamente esclavizadas y confinadas por estos elementos de la cultura tradicional, bajo cuya influencia viven sin darse cuenta, por lo que es natural que adopten estos puntos de vista a la hora de lidiar con todos y con todo. Esto es algo que puede ocurrir en cualquier rincón de la sociedad moderna y es bastante normal. Así son las cosas en un mundo controlado por Satanás y en una era de maldad y fornicación.
Los dichos sobre la conducta moral no solo le inculcan conceptos y opiniones equivocados a la gente, sino que también la animan e incitan a obedecer ciertos pensamientos radicales y a adoptar conductas extremas en contextos y circunstancias concretas. Por ejemplo, como ya he comentado, “daría la vida por un amigo” es el tipo de exigencia que Satanás propone bajo el pretexto de regular la conducta moral de la gente en el trato con sus amigos. Obviamente, los dichos acerca de este aspecto de la conducta moral están pensados para que la gente tenga pensamientos y opiniones irracionales y poco razonables en el trato con sus amigos, e incluso para incitarla a dar la vida por ellos irresponsablemente. Es una exigencia radical y excesiva que Satanás impone a los seres humanos en lo que respecta a la conducta moral. El caso es que hay otros dichos sobre la conducta moral similares a “daría la vida por un amigo” que igualmente exigen que la gente adopte conductas extremas. Todos ellos son dichos inhumanos e irracionales. Satanás inculca a la gente las ideas y opiniones de la cultura tradicional, le exige que se mantenga fiel a estos pensamientos irracionales y enunciados inhumanos y también le hace acatar inflexiblemente estas ideas y prácticas. ¡Cabría afirmar que esto equivale a jugar con el género humano y echarlo a perder! ¿De qué dichos se trata? Por ejemplo, “muere con las botas puestas” y “los gusanos de seda hilan hasta morir y las velas arden hasta consumirse” le dicen a la gente —de una forma más explícita que “daría la vida por un amigo”— que no valore la vida, que hay que malgastarla de esta manera. Cuando a la gente se le exige renunciar a su vida, no debe valorarla demasiado, sino acatar los dichos “muere con las botas puestas” y “los gusanos de seda hilan hasta morir y las velas arden hasta consumirse”. Más o menos todos entendéis el significado literal de estos dos dichos sobre la conducta moral, pero ¿qué proclaman e instigan exactamente? ¿Por quién debéis morir con las botas puestas? ¿Por quién deben los gusanos de seda hilar hasta morir, y las velas arder hasta consumirse? La gente debería cuestionarse a sí misma y hacer introspección: ¿tiene sentido hacer lo que indican estos dichos? Lo primero que hacen estos dichos es desorientar e insensibilizar tu mente y perturbar tu visión, para luego despojarte de tus derechos humanos, guiándote en el sentido equivocado, dándote definiciones y puntos de vista equivocados y después forzándote a dar tu juventud y tu vida por este país, sociedad y nación, por una profesión o por amor. Así, los seres humanos entregan su vida a Satanás sin darse cuenta en un estado de confusión y aturdimiento, y además de buena gana y sin quejas ni remordimientos. Hasta el momento en que entregan sus vidas no lo comprenden todo, y se sienten engañados porque lo están haciendo por motivos inútiles, pero ya es demasiado tarde y no queda tiempo para lamentaciones. Por consiguiente, se pasan la vida desorientados, embaucados, destrozados, echados a perder y pisoteados por Satanás y, al final, también les arrebatan lo más preciado que tienen: la vida. Es la consecuencia de educar a los seres humanos con los dichos sobre la conducta moral de la cultura tradicional, y demuestra plenamente el destino tan desdichado que les aguarda a quienes viven bajo el poder de Satanás y se dejan desorientar y embaucar por él. ¿Qué términos hay para describir las diversas tácticas que Satanás emplea para tratar al género humano? Para empezar, “insensibilizar”, “desorientar” y ¿qué más? Decidme algunos. (Embaucar, echar a perder, pisotear, asolar). También “incitar”, “seducir”, “exigirte la vida” y, por último, “jugar con la gente y devorarla”. Este es el resultado de la corrupción de la gente a manos de Satanás. La gente vive bajo el poder de Satanás y de acuerdo con las actitudes satánicas. Si no fuera porque Dios expresa la verdad y realiza la obra de juicio y castigo para salvar a la gente, ¿no acabaría Satanás devastando, devorando y aniquilando a todo el género humano?
¿Qué ideas de la cultura tradicional proclama el género humano? ¿Qué significa “muere con las botas puestas”? La principal exigencia de este dicho es que, siempre que la gente haga algo, debe ser sincera y diligente, darlo todo y esforzarse al máximo hasta la muerte. ¿A quién beneficia exactamente la gente al hacer esto? Naturalmente, a la sociedad, a su tierra y a la nación. ¿Y quién ejerce el control sobre estas? Sin duda, Satanás y los reyes diabólicos. ¿Y cuáles son los objetivos que Satanás y los reyes diabólicos quieren alcanzar al usar la cultura tradicional para desorientar a la gente? Uno de ellos es que el país sea poderoso y la nación próspera, y otro, que la gente honre a sus antepasados y sea recordada por las generaciones venideras. Así la gente creerá que no hay mayor honor que hacer todas estas cosas y estará agradecida a los reyes diabólicos y dispuesta a dar la vida por la nación, por la sociedad y por la patria. En realidad, no hace más que servir a Satanás, a los reyes diabólicos y a las posiciones dominantes de todos ellos, así como entregar su valiosa vida por ellos. Si los dichos de la cultura tradicional, en vez de decirles a las personas que cumplan bien su deber de seres creados con todo su corazón, mente y fuerza y que vivan a semejanza humana, les piden que mueran por la patria, por los reyes diabólicos o por otra causa, las están desorientando. A primera vista, le dicen a la gente que ponga su granito de arena por el país y la nación con palabras altisonantes y plausibles, pero lo cierto es que obligan a la gente a dedicar una vida de esfuerzo y hasta a sacrificar su propia vida por servir a las posiciones dominantes de Satanás y los reyes diabólicos. ¿Esto no es desorientar, embaucar y perjudicar a la gente? Los diversos dichos de la cultura tradicional no exigen a la gente ninguna forma de vivir la humanidad normal en la vida real, ni de cumplir con sus responsabilidades y deberes, sino que le exigen la clase de conducta moral que debe exhibir en el marco de la sociedad en general; o sea, bajo el poder de Satanás. Igualmente, el dicho sobre la conducta moral “muere con las botas puestas” es también un dogma enunciado para obligar a los seres humanos a ser leales a la sociedad, a la nación y especialmente a su tierra. Este tipo de dogma exige que las personas se sometan para servir a la nación, a su tierra y a la sociedad y que mueran con las botas puestas. Solo aquellos que son diligentes y lo dan todo hasta el día de su muerte son considerados nobles, virtuosos y dignos de ser venerados y conmemorados por las generaciones futuras. La última parte de este dicho, “con las botas puestas”, implica ser diligente y darlo todo. ¿Hay algún problema en esta frase? Si la miramos desde la perspectiva del instinto humano y del alcance de lo que la humanidad puede lograr, esta frase no presenta mayor problema. Exige que la gente sea diligente y se esfuerce al máximo cuando hace algo o emprende una causa. En principio no hay nada de malo en esta actitud, relativamente en consonancia con el criterio de la humanidad normal, y la gente debe tener este tipo de actitud cuando haga las cosas. Es algo relativamente positivo. En pocas palabras, al hacer algo, basta con ser diligente, darlo todo, cumplir con tus responsabilidades y obligaciones y estar a la altura de tu conciencia. Para cualquier persona con humanidad normal, conciencia y sentido, no hay nada más normal que esto ni es una exigencia excesiva. No obstante, ¿qué es excesivo? Lo es la parte que exige que la gente no pare hasta morir. Hay un problema en la expresión “morir”: no solo debes ser diligente y darlo todo, sino también ofrendar tu vida, y solamente puedes parar si mueres, de lo contrario no puedes parar. Significa que debes sacrificar tu vida y toda una vida de esfuerzo. No puedes tener motivaciones egoístas ni rendirte mientras vivas. Si te rindes a mitad de camino en lugar de perseverar hasta la muerte, esto no se considera una buena conducta moral. Esta es la vara de medir de la conducta moral de las personas en la cultura tradicional. Si, al hacer algo, una persona ya era diligente y se esforzaba al máximo dentro de sus posibilidades y durante todo el tiempo que estaba dispuesta, pero no siguió haciéndolo hasta la muerte, sino que se rindió a mitad de camino y optó por emprender otra causa o por descansar y cuidarse en sus últimos años, esto no fue morir con las botas puestas, por lo que esta persona no tiene una buena conducta moral. ¿Qué clase de criterio es este? ¿Está bien o mal? (Mal). Obviamente, este criterio no concuerda con los instintos de la humanidad normal ni con los derechos que amparan a las personas normales. No solo exige que la gente sea diligente, que se esfuerce al máximo y nada más, sino que la obliga a seguir adelante y no parar hasta morir: eso es lo que le exige. Por muy diligente que seas o por mucho que te esfuerces en darlo todo cuando haces algo, en cuanto te rindes a mitad de camino porque no estás dispuesto a continuar, no eres una persona de buena conducta moral; mientras que, si ejerces un nivel normal de diligencia y no te esfuerzas al máximo, pero sigues adelante hasta la muerte, entonces eres una persona de buena conducta moral. ¿Es este un criterio con el que se evalúa la conducta moral de las personas en la cultura tradicional? (Sí). En efecto, es un criterio con el que se evalúa la conducta moral de las personas en la cultura tradicional. Visto así, ¿la exigencia “muere con las botas puestas” satisface las necesidades de la humanidad normal? ¿Es justa y humana para las personas? (No, es injusta e inhumana). ¿Por qué decís eso? (Porque no es una exigencia que se plantee dentro del ámbito de la humanidad normal, es algo que la gente no desea elegir y, además, va contra la conciencia y la razón). El sentido principal de este criterio es que exige que la gente renuncie a sus elecciones, deseos e ideales personales. Si tus aptitudes y talentos pueden ponerse al servicio de la sociedad, de la especie humana, de la nación, de tu tierra y de los gobernantes, debes obedecer incondicionalmente y no tener otra elección. Debes entregar tu vida a la sociedad, a la nación, a tu tierra, incluso a los gobernantes, hasta que mueras. No puede haber alternativas a la causa que debes abordar en esta vida, no puedes tener otra elección. Únicamente puedes vivir por el bien de la nación, de la especie humana, de la sociedad, de tu tierra, e incluso de los gobernantes. Únicamente puedes servirles y no debes tener aspiraciones personales, ni mucho menos motivaciones egoístas. No solo debes renunciar a tu juventud y dedicarles tu energía, sino que también debes renunciar a tu vida, y ese es el único modo de que seas una persona de buena conducta moral. ¿Cómo denomina el género humano a esa buena conducta moral? Rectitud mayor. ¿Y qué otra manera hay de expresar lo de “muere con las botas puestas”? ¿Qué hay del dicho “los grandes héroes caballerescos aportan su granito de arena a su país y a su pueblo”, que se oye con frecuencia? Indica que los presuntos grandes héroes caballerescos deben aportar su granito de arena a su país y a su pueblo. ¿Deben hacerlo por su familia, sus padres, sus esposas, hijos y hermanos? ¿Para cumplir con sus responsabilidades y deberes como personas? No, sino que deben ser leales y consagrarse al país y a la nación. Es otra forma de decir “muere con las botas puestas”. Ser diligente y esforzarse al máximo, que es de lo que habla la exigencia de “morir con las botas puestas”, es un mero dicho que la gente es capaz de aceptar y que se utiliza para inducirla a que voluntariamente muera con las botas puestas. ¿Quién es objeto de esta dedicación de por vida? (El país y la nación). ¿Y quién representa al país y a la nación? (Los gobernantes). Exacto, los gobernantes. Ninguna persona o grupo independiente puede representar al país y a la nación. Los gobernantes son los únicos que pueden ser calificados de portavoces del país y de la nación. A primera vista, el dicho “muere con las botas puestas” no le dice a la gente que debe aportar diligentemente su granito de arena al país, a la nación y a los gobernantes y esforzarse al máximo hasta la muerte. Sin embargo, lo cierto es que obliga a la gente a consagrar su vida a los gobernantes y a los reyes diabólicos hasta que muera. Este dicho no está dirigido a la gente sin importancia en la sociedad o en el género humano; está dirigido a todas aquellas personas que pueden hacer grandes aportaciones a la sociedad, a la especie humana, a su tierra, a la nación y especialmente a los gobernantes. En toda dinastía, época y nación, siempre hay personas con dones, capacidades y talentos especiales de las que se “adueña” la sociedad, y que son explotadas y veneradas por los gobernantes. Debido a sus talentos y habilidades especiales y a que pueden poner sus talentos y puntos fuertes al servicio de la sociedad, de la nación, de su tierra y de los dominios de los gobernantes, estos últimos suelen considerarlas el tipo de personas que pueden ayudarlos a gobernar al género humano con mayor eficacia, a estabilizar mejor la sociedad y a pacificar el sentir popular. Este tipo de personas suelen ser explotadas por los gobernantes, que esperan que no tengan un “yo inferior”, sino solamente un “yo superior”, y que sepan sacar partido a su espíritu caballeresco y lleguen a ser grandes héroes caballerescos que solo lleven el país y al pueblo en el corazón y sean capaces de preocuparse constantemente por ellos e incluso de morir con las botas puestas. Si efectivamente son capaces de esto, de servir diligentemente al país y al pueblo con todas sus fuerzas, incluso hasta la muerte, sin duda se convertirán en capaces asesores de algún gobernante y llegarán a ser reconocidos como orgullo de la nación, de la sociedad e incluso de toda la especie humana en una época determinada. Siempre que en una época determinada haya en la sociedad un grupo de personas así o un puñado de rectos conservadores, agasajados como grandes héroes caballerescos y capaces de servir a la sociedad, al género humano, a su tierra, a la nación y al gobernante hasta morir con las botas puestas, esta época será considerada por el género humano como una época gloriosa de la historia.
¿Cuántos grandes héroes caballerescos de la historia china fueron capaces de servir a su país y a su pueblo hasta morir con las botas puestas? ¿Podéis señalar a alguno? (Qu Yuan, Zhuge Liang, Yue Fei, etc.). En la historia de China hay, en efecto, un puñado de figuras famosas que fueron capaces de preocuparse por el país y el pueblo, de obligarse a servir a su país y su nación y de garantizar la supervivencia del pueblo hasta morir con las botas puestas. En todas las épocas de la historia, en China y fuera de ella, en el ámbito político o entre la población general, hay personas —ya sean políticos o caballeros andantes— que se atienen a dichos culturales tradicionales como “muere con las botas puestas”. Estas personas son capaces de cumplir escrupulosamente la exigencia de morir con las botas puestas, y también de atenerse rigurosamente a esta idea de servir al país y al pueblo y preocuparse por ellos. Son capaces de atenerse a esos dichos sobre la conducta moral y se lo exigen a sí mismos estrictamente. Por supuesto, lo hacen por la fama, para que el pueblo las recuerde en el futuro. Eso, por un lado. Por otro, hay que decirlo, estas conductas surgen a raíz de que a esas personas les han inculcado las ideas de la cultura tradicional y estas les han influido. Entonces, ¿estas exigencias de la cultura tradicional a las personas son apropiadas desde el punto de vista de la humanidad? (No). ¿Por qué no son apropiadas? Sin importar cuánta capacidad tenga una persona ni lo dotada, inteligente o entendida que sea, su identidad e instinto son los de un ser humano y es imposible que vayan más allá. Tan solo es un poco más dotada, tiene algo más de calibre que los demás, destaca en cuanto a puntos de vista sobre las cosas, tiene maneras más diversas y flexibles de hacerlas, es más eficiente y logra mejores resultados; eso es todo. No obstante, por muy eficiente que sea o por muy buenos que sean sus resultados, no deja de ser una persona normal en cuanto a identidad y estatus. ¿Por qué afirmo que sigue siendo una persona normal? Porque una persona que vive en la carne, por muy aguda que sea su mente o por muy dotada o apta que sea, se limita a obedecer siempre las leyes de supervivencia de los seres humanos creados y nada más. Por ejemplo, fijaos en los perros. Sin importar lo altos, bajos, gordos o flacos que sean, de qué raza ni de qué edad, siempre que entran en contacto con otro perro suelen distinguir el sexo, la personalidad y la actitud que tiene hacia ellos solo con olisquearlo. Este método de comunicación es el instinto de supervivencia de los perros y también una de las leyes y reglas de su supervivencia, formuladas por Dios. Del mismo modo, las personas también sobreviven en el marco de las leyes formuladas por Dios. Sin importar lo espabilado o entendido que seas, la aptitud o el talento que tengas, lo capaz que seas ni lo grandes que sean tus esfuerzos, todos los días debes dormir de seis a ocho horas y comer tres veces. Tendrás hambre si te saltas una comida y sed si no bebes lo suficiente. Además, debes hacer ejercicio regularmente para mantenerte sano. A medida que envejeces, la vista se te vuelve borrosa y puede que te sobrevengan todo tipo de dolencias. Es la ley normal y natural del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, predestinada por Dios. Nadie puede quebrantar esta ley ni escapar a ella. Por tanto, por muy capaz que seas, e independientemente de tu aptitud y tu talento, continúas siendo una persona normal. Aunque pudieras ponerte alas y dar dos vueltas volando por el cielo, al final tendrías que volver a tierra y caminar sobre dos piernas, descansar cuando estuvieras cansado, comer cuando tuvieras hambre y beber cuando tuvieras sed. Es el instinto humano, y este instinto es lo que Dios ha predestinado para ti. Nunca podrás alterarlo ni escapar de él. Por muy grandes que sean tus capacidades, no puedes quebrantar esta ley ni ir más allá de este alcance. Por consiguiente, por muy capaces que sean las personas, su identidad y su condición no cambian, ni como personas ni como seres creados. Aunque puedas hacer aportaciones un poco especiales y extraordinarias al género humano, sigues siendo un ser humano y, siempre que te encuentres en peligro, seguirás sintiendo miedo y pánico, te flaquearán las rodillas y hasta perderás el control sobre tus funciones fisiológicas. ¿Por qué te comportas así? Porque eres humano. Como eres humano, tienes estas conductas propias de los seres humanos. Son las leyes de la naturaleza y nadie puede escapar a ellas. Solo porque hayas hecho numerosas aportaciones extraordinarias no significa en modo alguno que te hayas vuelto sobrehumano ni extraordinario, ni que hayas dejado de ser una persona normal. Todo eso es imposible. Por eso, aun suponiendo que puedas obligarte a servir al país y a la nación hasta morir con las botas puestas, dado que vives en el ámbito de la humanidad normal, ¡tendrás que soportar una presión muy grande en el fondo de tu ser! Te exiges a ti mismo preocuparte por el país y por el pueblo todo el día y hacer hueco en tu corazón para ellos, pues crees que el tamaño del escenario viene determinado por el de tu corazón, pero ¿es así? (No). Una persona nunca llegará a ser distinta a la gente normal por el mero hecho de pensar distinto, ni será diferente o superior a ella, ni se le permitirá vulnerar las reglas de la humanidad normal ni las leyes de la supervivencia solo porque tenga unos dones o talentos especiales o porque haya hecho aportaciones extraordinarias a la especie humana. Por ello, esta exigencia al género humano de morir con las botas puestas es muy inhumana. Aunque una persona tenga más talento y mejores ideas que la gente normal, o mejor previsión y juicio, o se le dé mejor que a ellos abordar los asuntos o contemplar y entender a las personas, da igual en qué sea mejor que la gente corriente, esa persona vive en la carne y debe obedecer igualmente las leyes y reglas de supervivencia de la humanidad normal. Puesto que debe acatarlas, ¿no es inhumano exigirle cosas poco realistas, que no se ajustan a la humanidad? ¿Eso no es, en cierto modo, pisotear su humanidad? (Sí). Dicen algunos: “Con estos dones y talentos que el cielo me ha dado, soy extraordinario, no una persona normal. Debo guardar en mi corazón todo cuanto hay bajo el cielo: el pueblo, la nación, mi tierra y el mundo”. Déjame decirte que guardar estas cosas en tu corazón es una carga adicional que te imponen la clase dirigente y Satanás, así que con esto te vas a situar en la senda de la perdición. Si quieres guardar en tu corazón el mundo, al pueblo, la nación, tu tierra y los ideales y deseos de los gobernantes, morirás pronto. Si guardas estas cosas en tu corazón, es como encaramarse a un barril de pólvora y sentarse sobre un saco de explosivos. Es muy peligroso y carece de todo sentido. Cuando guardas estas cosas en tu corazón, te exiges cosas a ti mismo, pensando: “Debo morir con las botas puestas. Debo contribuir a la gran causa de la nación y del género humano y entregarles mi vida”. Tener unas ambiciones tan grandes y elevadas solo te conducirá a un final prematuro, a una muerte no natural o a la ruina absoluta. Piénsalo: de aquellas famosas figuras históricas que guardaban el mundo en su corazón, ¿cuántas murieron felizmente? Unos se suicidaron tirándose al río, otros fueron ejecutados por los gobernantes y otros acabaron decapitados en la guillotina o estrangulados con una soga. ¿Es posible que los seres humanos guarden el mundo en su corazón? ¿Las grandes causas de su tierra, la prosperidad de la nación, el destino del país y el futuro del género humano son cosas que uno puede cargar sobre los hombros y llevar en el corazón? Si eres capaz de hacer un hueco en tu corazón para tus padres e hijos, tus seres queridos, tus responsabilidades y la misión que te ha confiado el cielo, ya lo estás haciendo muy bien y estás cumpliendo con tus responsabilidades. No tienes que preocuparte por el país ni por el pueblo, ni ser un gran héroe caballeresco. ¿Quiénes son las personas que siempre quieren guardar el mundo, la nación y su tierra en el corazón? Personas demasiado ambiciosas que sobrevaloran sus capacidades. ¿Tan grande es realmente tu corazón? ¿No eres demasiado ambicioso? ¿De dónde viene exactamente tu ambición? ¿Qué puedes hacer si guardas estas cosas en tu corazón? ¿El destino de quién puedes manipular y controlar tú? Ni siquiera puedes controlar tu propio destino, pero quieres guardar el mundo, la nación y al género humano en tu corazón. ¿No es esta la ambición de Satanás? Así pues, para quienes se consideran personas capaces, cumplir escrupulosamente la exigencia de morir con las botas puestas implica seguir la senda de la ruina, ¡buscar la muerte! Quien quiera preocuparse por el país y sus gentes y obligarse a servir al pueblo y a su tierra hasta morir con las botas puestas va camino de la perdición. ¿Son entrañables estas personas? (No, no son entrañables). ¡No solo no son entrañables, sino que son incluso un poco patéticas y ridículas y sumamente necias!
Como persona, debes cumplir con tus obligaciones y responsabilidades en la familia, desempeñar correctamente tu papel y cumplir con tus responsabilidades en cualquier grupo social o étnico, acatar las leyes y regulaciones de la sociedad y actuar racionalmente, en vez de decir cosas altisonantes. Lo apropiado es hacer lo que la gente puede y debe hacer. En cuanto a la familia, la sociedad, el país y el pueblo, no es preciso que les sirvas hasta morir con las botas puestas. Solo tienes que cumplir bien tu deber en la casa de Dios con todo tu corazón, mente y fuerzas, y nada más. ¿Cómo debes cumplir bien tu deber? Basta con obedecer las palabras de Dios y atenerse a los principios-verdad como Él exige. No es necesario que guardes todo el día en tu corazón la voluntad de Dios, a Su pueblo escogido, Su plan de gestión, Su obra en tres etapas y Su obra de salvación del género humano. No hace falta que guardes estas cosas en tu corazón. ¿Por qué no? Porque, como eres una persona normal y sin importancia y un ser creado en manos de Dios, la postura que debes adoptar y la responsabilidad que debes asumir es la de cumplir seriamente tu deber bien, aceptar la soberanía y las disposiciones de Dios y someterte a todo lo que Dios instrumente; con eso basta. ¿Es excesiva esta exigencia? (No). ¿Te pide Dios que sacrifiques tu vida? (No). Dios no te pide que sacrifiques tu vida, mientras que este dicho sobre la conducta moral exige que “siempre que tengas aunque sea un mínimo de habilidad, corazón y espíritu caballeresco, debes dar un paso al frente y obligarte a servir a tu tierra y a la nación. Renuncia a tu vida, abandona a familiares y parientes, abandona tus responsabilidades. Sitúate en medio de esta sociedad, en medio de esta especie humana, y asume la gran causa de la nación, de reavivar el país y de salvar a todo el género humano hasta que mueras”. ¿Es una exigencia radical? (Sí). Una vez que los seres humanos aceptan ideas radicales como estas, se creen elevados. Especialmente, algunas personas con talentos especiales y ambiciones y deseos especialmente grandes aspiran a pasar a la historia y a ser recordadas por las generaciones venideras, y se exigen a sí mismas emprender alguna causa en esta vida, por lo que valoran y veneran especialmente los puntos de vista de la cultura tradicional. Al igual que los dichos “muere con las botas puestas” y “la muerte puede ser más pesada que el monte Tai o más ligera que una pluma”, propuestos por la cultura tradicional, esas personas están decididas a ser más pesadas que el monte Tai. ¿Qué significa el dicho “la muerte puede ser más pesada que el monte Tai”? No se trata de morir a cambio de nada, ni por llevar la vida de una persona normal, ni por cumplir el deber de un ser creado, ni por obedecer las leyes de la naturaleza. Se trata, más bien, de morir por la gran causa del género humano, por el reavivamiento de la nación, por la prosperidad del país, por el desarrollo de la sociedad y para dirigir el rumbo del género humano. Estos pensamientos poco realistas de los seres humanos los han arrojado a la tempestad. ¿Es esta una manera de que la gente viva feliz? (No). No va a vivir feliz. Una vez que la gente vive en plena tempestad, piensa y actúa de forma diferente a la gente normal y, además, va en pos de cosas distintas. Quiere ejecutar sus ambiciosos planes, llevar a cabo proyectos importantes y grandes hazañas y lograr grandes cosas con solo mover un brazo. Progresivamente, algunos se meten en política porque solamente el ámbito político puede satisfacer sus deseos y ambiciones. Algunos dicen: “El ámbito político es demasiado turbio. No me voy a meter en política, pero sigo teniendo el deseo de contribuir a la justa causa del género humano”. Así, se afilian a una ONG. Otros señalan: “Yo no me voy a afiliar a una ONG. Seré un héroe solitario, aprovecharé al máximo mis conocimientos para robar a los ricos y ayudar a los pobres y me especializaré en matar a funcionarios corruptos, tiranos locales, señoritos malvados, policías perversos, bandidos y matones, ayudando a la gente normal y a los pobres”. Tomen la senda que tomen, lo hacen bajo la influencia de la cultura tradicional, y ninguna es la senda correcta. Por mucho que las expresiones de la gente concuerden con las tendencias sociales y los gustos populares, es inevitable que estén influidas por la cultura tradicional, pues el género humano siempre considera expresiones como “preocúpate por el país y el pueblo”, “guarda en el corazón todo lo que hay bajo el cielo”, “grandes héroes caballerescos” y “la justa causa de tu tierra” objetivos que perseguir y a los que consagrarse hasta morir con las botas puestas. Esta es la realidad de la situación. ¿Alguien ha dicho alguna vez: “Lo que quiero en la vida es ser agricultor y morir con las botas puestas”? ¿Alguien ha dicho alguna vez: “Pastorearé vacas y ovejas el resto de mi vida y moriré con las botas puestas”? ¿Ha empleado alguien este dicho en estas circunstancias? (No). La gente emplea el dicho “muere con las botas puestas” con cierta ambición y unos deseos irreales, ocultando con esta agradable retórica los deseos y ambiciones que lleva dentro. Por supuesto, el dicho “muere con las botas puestas” también ha engendrado pensamientos y prácticas tan irreales y pervertidos como preocuparse por el país y el pueblo o guardar en el corazón todo lo que hay bajo el cielo, que han perjudicado a un número significativo de idealistas y visionarios.
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