4. Qué es el verdadero autoconocimiento
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
Después de varios miles de años de corrupción, el hombre es insensible y torpe; se ha convertido en un demonio que se opone a Dios; tan es así que la rebeldía del hombre hacia Dios ha sido documentada en los libros de historia e incluso el hombre mismo es incapaz de hacer un relato completo de su comportamiento rebelde, porque el hombre ha sido profundamente corrompido por Satanás y este lo ha desviado hasta tal punto que no sabe a dónde acudir. Todavía hoy, el hombre sigue traicionando a Dios: cuando el hombre ve a Dios, lo traiciona, y cuando no puede verlo, también lo hace. Hay incluso quienes, aun habiendo sido testigos de las maldiciones de Dios y de Su ira, lo traicionan. Y por eso digo que la razón del hombre ha perdido su función original y también sucede lo mismo con la conciencia del hombre. El hombre que Yo veo es una bestia con traje humano, una serpiente venenosa, y no importa lo lastimoso que pretenda parecer ante Mis ojos, nunca seré misericordioso con él, porque el hombre no ha captado la diferencia entre lo negro y lo blanco o entre la verdad y lo que no es verdad. El razonamiento del hombre está en extremo entumecido, pero aun así sigue deseando obtener bendiciones; su humanidad es en extremo innoble, pero aun así sigue deseando poseer la soberanía de un rey. ¿De quién podría ser rey con un razonamiento como ese? ¿Cómo podría alguien con una humanidad como esa sentarse sobre un trono? ¡El hombre en verdad no tiene vergüenza! ¡Es un desgraciado engreído! A aquellos de vosotros que deseáis obtener bendiciones, os sugiero que primero encontréis un espejo y miréis vuestro propio horrible reflejo. ¿Posees lo que se requiere para ser un rey? ¿Acaso tienes el rostro de alguien que puede obtener bendiciones? No ha habido el más mínimo cambio en tu carácter ni has puesto ninguna verdad en práctica, pero aun así deseas un maravilloso mañana. ¡Te estás engañando a ti mismo! Nacido en una tierra tan inmunda, el hombre ha sido infectado de extrema gravedad por la sociedad, influenciado por una ética feudal y educado en “institutos de educación superior”. Un pensamiento retrógrado, una moral corrupta, una visión mezquina de la vida, una filosofía despreciable para los asuntos mundanos, una existencia completamente inútil y un estilo de vida y costumbres depravados, todas estas cosas han penetrado fuertemente en el corazón del hombre, y han socavado y atacado severamente su conciencia. Como resultado, el hombre está cada vez más distante de Dios, y se opone cada vez más a Él. El carácter del hombre se vuelve más cruel día tras día, y no hay una sola persona que voluntariamente renuncie a algo por Dios; ni una sola persona que voluntariamente se someta a Dios, y, menos aún, una sola persona que busque voluntariamente la aparición de Dios. En vez de ello, bajo el poder de Satanás, el hombre no hace más que buscar el placer, entregándose a la corrupción de la carne en la tierra del lodo. Incluso cuando escuchan la verdad, aquellos que viven en la oscuridad no consideran ponerla en práctica ni tampoco muestran interés en buscar a Dios, aun cuando hayan contemplado Su aparición. ¿Cómo podría una humanidad tan depravada tener alguna posibilidad de salvación? ¿Cómo podría una humanidad tan decadente vivir en la luz?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios
Conocerte a ti mismo implica conocer cada una de tus palabras, obras, acciones, pensamientos, ideas, intenciones, nociones y figuraciones. También debes conocer las filosofías de Satanás para los asuntos mundanos y todas sus diversas ponzoñas, así como el conocimiento cultural tradicional. Debes buscar la verdad y discernir estas cosas claramente. De esa manera, entenderás la verdad y te conocerás realmente. Puede que una persona haya hecho muchas buenas obras desde que comenzó a creer en Dios, pero todavía no es capaz de ver claramente muchas cosas y mucho menos de lograr entender la verdad. Sin embargo, debido a esa gran cantidad de buenas obras, siente que ya practica la verdad, que ya se ha sometido a Dios y que ya ha satisfecho bastante Sus intenciones. Cuando no te ocurre nada, puedes hacer lo que te digan, haces cualquier deber sin reparo alguno y no te resistes. Cuando te dicen que difundas el evangelio, no te quejas y puedes sobrellevar esta dificultad, y cuando te dicen que corras de aquí para allá y trabajes, o hagas una tarea, lo haces. Debido a esto, sientes que eres alguien que se somete a Dios y que persigue la verdad genuinamente. Aun así, si te preguntan seriamente: “¿Eres una persona honesta? ¿Te sometes verdaderamente a Dios? ¿Has transformado el carácter?”, si todo el mundo debe hacer frente a la comparación con la verdad de las palabras de Dios, puede decirse que nadie está a la altura ni sería capaz de actuar según los principios-verdad. Por tanto, toda la humanidad corrupta debe reflexionar sobre sí misma, sobre el carácter según el cual vive y sobre las filosofías, la lógica, las herejías y las falacias satánicas de donde se derivan todos sus actos y todas sus acciones. Debe reflexionar sobre la causa principal por la que revela su carácter corrupto, cuál es la esencia de que actúe obstinadamente, y para qué y para quién vive. Si estos aspectos se comparan con la verdad, entonces todo el mundo será condenado. ¿Cuál es la razón? Que la humanidad está profundamente corrompida. Las personas no entienden la verdad y todas viven según su carácter corrupto. No se conocen a sí mismas en lo más mínimo, siempre creen en Dios en función de sus propias nociones y figuraciones, realizan sus deberes de acuerdo con sus preferencias y estilos, y siguen teorías religiosas en su manera de servir a Dios. Aún más, todavía piensan que están llenas de fe y que sus acciones son muy razonables, y acaban sintiendo que han ganado mucho. Sin darse cuenta, llegan a pensar que ya actúan de acuerdo con las intenciones de Dios y las han satisfecho completamente, y que ya han cumplido los requisitos de Dios y siguen Su voluntad. Si te sientes así, o si consideras que has obtenido algunas ganancias en tus diversos años de fe en Dios, entonces, con más razón aún, debes regresar ante Dios para examinarte cuidadosamente. Deberías fijarte en la senda que has recorrido durante tus años de fe para ver si has realizado todos tus actos y obras ante Dios completamente de acuerdo con Sus intenciones. Examina cuáles de tus conductas se oponían a Dios, con cuáles de ellas te sometiste a Él y si tus acciones han cumplido y satisfecho Sus requisitos. Deberías aclarar todas estas cosas, porque solo entonces te conocerás.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente
Conocerse a uno mismo significa conocer las cosas que hay en nuestros pensamientos y nuestras ideas que son fundamentalmente incompatibles con la verdad, que forman parte de un carácter corrupto y que son hostiles hacia Dios. Es fácil entender las actitudes corruptas del hombre, como la arrogancia, la sentenciosidad, la mentira y la falsedad. Puedes llegar a conocerlas un poco con solo hablar sobre la verdad algunas veces, con participar frecuentemente en las charlas o con que tus hermanos y hermanas te señalen tu estado. Además, la arrogancia y la falsedad están presentes en todas las personas, solo con diferencias de grado, de modo que es relativamente sencillo conocer esas actitudes. Pero cuesta discernir si los pensamientos y las ideas de uno se ajustan a la verdad; no es tan fácil como conocer las actitudes corruptas propias. Cuando el comportamiento o las prácticas externas de alguien cambian un poco, esa persona siente que ha cambiado, pero en realidad se trata de un mero cambio conductual que no implica que su perspectiva sobre las cosas haya cambiado verdaderamente. En el fondo del corazón de la gente todavía hay muchas nociones y figuraciones, diversos pensamientos, ideas y ponzoñas provenientes de la cultura tradicional y muchas cosas que son hostiles hacia Dios. Estos elementos están ocultos en su interior y aún tienen que salir a la luz. Son el origen de las revelaciones de sus actitudes corruptas y provienen del interior de la esencia-naturaleza del hombre. Por este motivo, cuando Dios haga algo que no concuerde con tus nociones, te resistirás y te opondrás a Él. No entenderás por qué Él ha actuado de esa manera y, aunque sepas que hay verdad en todo lo que Dios hace y desees someterte, no serás capaz de hacerlo. ¿Por qué no puedes someterte? ¿Cuál es la razón de tu oposición y resistencia? El motivo es que hay muchas cosas en los pensamientos y las ideas del hombre que son hostiles hacia Dios, hacia los principios según los que Él actúa y hacia Su esencia. Es difícil que la gente conozca estas cosas.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente
¿Cuáles son los aspectos del autoconocimiento? El primero es saber qué actitudes corruptas se revelan en el discurso y las acciones de uno. A veces, es arrogancia, otras falsedad, o quizá perversidad, intransigencia, traición, etcétera. Más allá de eso, cuando a alguien le pasa algo, debería examinarse a sí mismo para ver si tiene alguna intención o algún motivo que no sean conformes a la verdad. También debería examinar si hay algo en su discurso o en sus acciones que se resista a Dios o se rebele contra Él. En particular, debería examinar si tiene un sentido de carga, si es leal a su deber, si se esfuerza por Dios con sinceridad, si hace transacciones o es negligente. El autoconocimiento también significa saber si uno tiene nociones y figuraciones, exigencias extravagantes o malentendidos y quejas respecto a Dios, y si uno tiene la mente preparada para someterse. Significa saber si uno puede buscar la verdad, comprender a partir de Dios y tener un corazón sumiso hacia Él al abordar las situaciones, las personas, los acontecimientos y las cosas que Él instrumenta. Significa saber si uno tiene conciencia y razón y es amante de la verdad. Significa saber si uno se somete o intenta discutir cuando le ocurren cosas y si se basa en nociones y figuraciones o en buscar la verdad al abordar estos asuntos. Todo esto es el alcance del autoconocimiento. Uno debería reflexionar sobre si ama la verdad y tiene una fe en Dios auténtica a la vista de su actitud hacia diferentes situaciones, personas, acontecimientos y cosas. Si uno puede llegar a conocer su carácter corrupto y observar la magnitud de su rebeldía contra Dios, habrá crecido. Además, en lo que se refiere a los asuntos relacionados con su forma de tratar a Dios, uno debería reflexionar sobre si trata el nombre y la encarnación de Dios con nociones, temor o sumisión y, sobre todo, cuál es su actitud hacia la verdad. Una persona también debería conocer sus deficiencias y su estatura, si tiene la realidad-verdad y si su búsqueda y la senda que recorre son correctas y conformes a las intenciones de Dios. La gente debería saber todas estas cosas. En resumen, los diversos aspectos del autoconocimiento son en esencia los siguientes: el conocimiento de si el calibre propio es alto o bajo, el conocimiento de la calidad humana propia, el conocimiento de las intenciones y los motivos que uno tiene en sus acciones, el conocimiento del carácter corrupto y de la esencia-naturaleza que uno revela, el conocimiento de la búsqueda y las preferencias propias, el conocimiento de la senda que uno recorre, el conocimiento de las propias ideas sobre las cosas, el conocimiento de la perspectiva de uno sobre la vida y los valores y el conocimiento de la actitud hacia Dios y la verdad. El autoconocimiento se compone principalmente de estos aspectos.
La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (2)
Para conocerte a ti mismo, debes conocer tus revelaciones de corrupción, tu carácter corrupto, tus propias debilidades vitales, y tu esencia-naturaleza. También debes saber, hasta el último detalle, aquellas cosas que se revelan en tu vida diaria: tus motivos, tus perspectivas y tu actitud sobre cada cosa —ya sea que estés en casa o fuera—, cuando estés en reuniones, cuando estés comiendo y bebiendo las palabras de Dios o en cada problema que encuentres. A través de estos aspectos debes llegar a conocerte. Por supuesto, para conocerte en un nivel más profundo, debes integrar las palabras de Dios; solo puedes lograr resultados conociéndote con base en Sus palabras.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La importancia de perseguir la verdad y la senda de su búsqueda
Pedro buscó conocerse a sí mismo y examinar lo que se había revelado en él a través del refinamiento de las palabras de Dios y dentro de las diversas pruebas que Dios le había suministrado. Cuando de verdad llegó a entenderse a sí mismo, Pedro se dio cuenta de lo corruptos, lo inútiles y lo indignos de servir a Dios que son los humanos, y de que no merecen vivir delante de Él. Pedro se postró entonces ante Dios. Al haber experimentado tanto, al final Pedro llegó a sentir que: “¡Conocer a Dios es lo más preciado! Sería una lástima que muriese sin conocerlo. Conocer a Dios es lo más importante y lo más valioso que hay. Si el hombre no conoce a Dios, entonces no merece vivir, es igual que un animal y no tiene vida”. Para cuando la experiencia de Pedro había alcanzado este punto, él ya había logrado conocer su propia naturaleza y había obtenido un entendimiento relativamente bueno de ella. Aunque quizá no habría sido capaz de explicarlo tan claramente como las personas de hoy, Pedro había llegado a este estado. Por consiguiente, caminar por la senda de perseguir la verdad y alcanzar la perfección por Dios requiere conocer la propia naturaleza a partir de las declaraciones de Dios, así como comprender los diversos aspectos de la propia naturaleza y describirla en palabras, hablar clara y llanamente. Solo esto es conocerte verdaderamente a ti mismo, y solo así habrás alcanzado el resultado que Dios exige. Si tu conocimiento no ha llegado a este punto todavía, pero afirmas conocerte a ti mismo y haber ganado vida, ¿no es esto entonces una simple fanfarronada? No te conoces a ti mismo ni sabes lo que eres delante de Dios, si has cumplido de verdad con los estándares de un ser humano o cuántos elementos satánicos sigues teniendo en ti. Sigues sin tener claro a quién perteneces y ni siquiera tienes autoconocimiento; entonces, ¿cómo puedes tener razón frente a Dios? Cuando Pedro buscaba la vida, se centraba en conocerse a sí mismo y en transformar su carácter a lo largo de sus pruebas, y se esforzó por conocer a Dios. Al final, pensó: “Las personas deben buscar entender a Dios en vida; conocerlo es lo más crítico. Si no conozco a Dios, no podré descansar en paz cuando muera. Una vez que lo conozca, si Dios determina que yo muera, entonces me sentiré sumamente gratificado. No me quejaré en lo más mínimo y mi vida entera se habrá colmado”. Pedro no fue capaz de obtener este nivel de entendimiento ni alcanzar este punto inmediatamente después de empezar a creer en Dios; en su lugar pasó por multitud de pruebas. Su experiencia tuvo que llegar a un cierto hito y tuvo que entenderse a sí mismo por completo antes de poder sentir el valor de conocer a Dios. Por tanto, la senda que Pedro tomó fue la de perseguir la verdad y la de obtener la vida y ser perfeccionado. Este era el aspecto en el que se centró su práctica específica principalmente.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro
Si tu autoconocimiento solo implica el reconocimiento superfluo de cosas superficiales, si te limitas a decir que eres arrogante y sentencioso, que te rebelas contra Dios y te opones a Él, eso no es verdadero conocimiento, sino doctrina. Debes incorporar los hechos a esto: debes sacar a la luz cualquier asunto sobre el que tengas intenciones y puntos de vista erróneos u opiniones distorsionadas para debatirlo y diseccionarlo. Solo esto es conocerse a uno mismo realmente. No debes obtener una comprensión de ti mismo basada solo en tus acciones; debes captar qué es lo fundamental y resolver la raíz del problema. Transcurrido un tiempo, debes reflexionar sobre ti mismo y resumir qué problemas has resuelto y cuáles siguen existiendo. Así pues, también debes buscar la verdad para resolver dichos problemas. No debes ser pasivo, no debes necesitar que otros estén constantemente persuadiéndote o empujándote a hacer cosas, o que incluso te controlen por completo; has de tener tu propia senda de entrada en la vida. Debes examinarte con frecuencia para ver qué cosas has dicho y hecho que se hallan en conflicto con la verdad, cuáles de tus intenciones son erróneas y qué actitudes corruptas has revelado. Si siempre practicas y entras de esta manera; si te pones exigencias estrictas, poco a poco podrás comprender la verdad y tener entrada en la vida. Cuando comprendas de veras la verdad, te darás cuenta de que en realidad no eres nada. Por un lado, tienes un carácter gravemente corrupto; por otro, te falta demasiado y no comprendes ninguna verdad. Si llega el día en que poseas de verdad tal autoconocimiento, ya no serás capaz de mostrar arrogancia y en muchos asuntos tendrás razón y podrás someterte. ¿Cuál es la cuestión fundamental en este momento? A través de la charla y la disección de la esencia de las nociones, las personas han llegado a comprender la razón por la que las generan; son capaces de resolver algunas nociones, si bien eso no significa que puedan percibir con claridad la esencia de cada una de ellas, sino que simplemente poseen cierto autoconocimiento, aunque aún no es lo suficientemente profundo o claro. En otras palabras, todavía no pueden ver con claridad su propia esencia-naturaleza, ni son capaces de percibir qué actitudes corruptas han arraigado en sus corazones. Existe un límite para el conocimiento que una persona puede adquirir de sí misma de esta manera. Algunas personas dicen: “Soy consciente de que mi carácter es extremadamente arrogante; ¿no significa esto que me conozco a mí mismo?”. Ese conocimiento es demasiado superficial; no puede solucionar el problema. Si realmente te conoces, ¿por qué sigues buscando el progreso personal, por qué sigues ansiando estatus y distinción? Esto significa que tu naturaleza arrogante no ha sido erradicada. Por tanto, el cambio debe empezar por tus pensamientos y puntos de vista y por las intenciones que hay detrás de tus palabras y acciones. ¿Reconocéis que gran parte de lo que la gente dice es mordaz y venenoso y que hay un elemento de arrogancia en el tono que utilizan? Sus palabras transmiten sus intenciones y opiniones personales. Los que tienen perspectiva son capaces de discernirlo cuando las oyen. La mayor parte del tiempo, cuando su arrogancia no se revela, algunas personas hablan de cierta manera y utilizan ciertas expresiones, pero su comportamiento es muy diferente cuando se manifiesta esa arrogancia. Unas veces hablan sin parar de sus propias ideas altisonantes, y otras muestran sus colmillos y garras y alzan la cabeza. Se creen que son el rey de la montaña, y así se pone de manifiesto el feo rostro de Satanás. Existen toda clase de intenciones y actitudes corruptas dentro de cada persona. Al igual que las personas falsas guiñan el ojo cuando hablan y miran a la gente con el rabillo del ojo, hay un carácter corrupto oculto en estas acciones. Algunas personas hablan con evasivas y otras nunca saben muy bien lo que quieren decir. Siempre hay significados ocultos y artimañas en sus palabras, pero por fuera se muestran muy tranquilos y serenos. Este tipo de personas son aún más falsas y les resulta aún más difícil aceptar la verdad. Son muy difíciles de salvar.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo cruza el hombre en la nueva era
Cuando algunas personas comparten su autoconocimiento, lo primero que sale de su boca es: “Soy un diablo, un Satanás viviente, alguien que se resiste a Dios. Me rebelo contra Él y le traiciono; soy una víbora, una persona malvada que debe ser maldecida”. ¿Es esto un verdadero autoconocimiento? Solo dicen generalidades. ¿Por qué no aportan ejemplos? ¿Por qué no sacan a la luz las cosas vergonzosas que hicieron a fin de diseccionarlas? Algunas personas sin discernimiento los escuchan y piensan: “¡Eso sí es verdadero autoconocimiento! Reconocerse a sí mismos como un diablo, e incluso maldecirse a sí mismos: ¡qué cotas han alcanzado!”. Muchas personas, en particular los nuevos creyentes, tienden a desorientarse con esta charla. Piensan que el orador es puro y tiene comprensión espiritual, que es alguien que ama la verdad, y que está calificado para el liderazgo. Sin embargo, una vez que interactúan con ellos durante un tiempo, descubren que no es así, que la persona no es quien imaginaban, sino que es excepcionalmente falsa y embaucadora, hábil en el disfraz y la pretensión, lo que provoca una gran decepción. ¿Sobre qué base se puede estimar que las personas se conocen de verdad a sí mismas? No se puede considerar únicamente lo que dicen; la clave está en determinar si son capaces de practicar y aceptar la verdad. Los que realmente comprenden la verdad no solo tienen un conocimiento auténtico de sí mismos, sino que, lo más importante, son capaces de practicarla. No solo hablan de su verdadera comprensión, sino que son también capaces de hacer realmente lo que dicen. Es decir, sus palabras y acciones coinciden por completo. Si lo que dicen suena coherente y conveniente, pero sin embargo no lo hacen, no lo viven, entonces en esto se han convertido en fariseos, son hipócritas, y no se trata en absoluto de personas que se conozcan a sí mismas. Muchas personas parecen muy coherentes cuando comparten la verdad, pero no son conscientes de cuando muestran revelaciones carácter corrupto. ¿Se trata de personas que se conocen a sí mismas? Si no es así, ¿son personas que entienden la verdad? Todos los que no se conocen a sí mismos son personas que no entienden la verdad, y todos los que hablan palabras vacías de autoconocimiento tienen una falsa espiritualidad, son mentirosos. Algunas personas suenan muy coherentes cuando pronuncian palabras y doctrinas, pero sus espíritus están adormecidos y son torpes, no son perceptivos y no responden a ninguna cuestión. Se puede decir que están adormecidos, pero a veces, al escucharlos hablar, sus espíritus parecen bastante avispados. Por ejemplo, justo después de un incidente son capaces de conocerse a sí mismos de inmediato: “Hace un momento se ha hecho patente en mí una idea. He pensado en ella y me he dado cuenta de que era falsa, de que estaba engañando a Dios”. Hay gente sin discernimiento que siente envidia cuando escucha esto, y dice: “Esta persona se da cuenta inmediatamente cuando revela corrupción, y es también capaz de abrirse y comunicar al respecto. Reacciona muy rápido, su espíritu es agudo, es mucho mejor que nosotros. Se trata de alguien que persigue realmente la verdad”. ¿Es esta una forma precisa de medir a las personas? (No). Entonces, ¿cuál debe ser la base para evaluar si las personas se conocen realmente a sí mismas? No debe ser solo lo que sale de sus bocas. También hay que ver su verdadero comportamiento. El método más sencillo es observar si son capaces de practicar la verdad: esto es lo más esencial. Su capacidad de practicar la verdad demuestra que realmente se conocen a sí mismos, porque los que realmente se conocen a sí mismos manifiestan arrepentimiento, y solo cuando las personas manifiestan arrepentimiento se conocen realmente a sí mismas. Por ejemplo, una persona puede saber que es falsa, que rebosa de planes y conspiraciones mezquinos, y también, cuando otros revelan engaño, es capaz de discernirlo. Así que debes fijarte en si se arrepienten de verdad y se despojan de su engaño tras admitir que son falsos. Y si vuelven a revelar su engaño, fíjate en si sienten reproche y vergüenza por haberlo hecho, en si su arrepentimiento es sincero. Si no tienen sentido de la vergüenza, ni mucho menos se arrepienten, entonces su autoconocimiento es algo superficial y chapucero. Se limitan a actuar por inercia; el suyo no es un conocimiento verdadero. No les parece que el engaño sea una cosa tan mala ni que sea algo demoniaco y, desde luego, no lo consideran un comportamiento tan vil y descarado. Piensan: “La gente es falsa. Los únicos que no, son idiotas. Un poco de engaño no te convierte en mala persona. Yo no he hecho ningún mal; no soy la persona más falsa que existe”. ¿Puede una persona así conocerse realmente a sí misma? Es casi seguro que no, porque no tienen conocimiento de su carácter falso, no aborrecen el engaño y todo lo que proclaman sobre el autoconocimiento es fingido, son palabras vacías. No reconocer las actitudes corruptas propias de uno no constituye un auténtico autoconocimiento. La razón por la que las personas falsas no pueden conocerse realmente a sí mismas es que, para ellas, aceptar la verdad no es cosa fácil. Por lo tanto, no importa cuántas palabras y doctrinas salgan de su boca; no lograrán cambiar de verdad.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El autoconocimiento es lo único que ayuda a perseguir la verdad
No es sencillo conocer la esencia de tu carácter corrupto. Conocerte no supone decir, a grandes rasgos, “soy una persona corrupta, un demonio, vástago de Satanás, descendiente del gran dragón rojo; soy reacio y hostil a Dios, enemigo Suyo”. Esas palabras no significan necesariamente que tengas verdadero conocimiento de tu corrupción. Puede que hayas aprendido esas palabras de otra persona y que no sepas mucho de ti mismo. El verdadero autoconocimiento no se fundamenta en el aprendizaje ni en los juicios del hombre, sino en las palabras de Dios; se trata de ver las consecuencias de las actitudes corruptas y el sufrimiento que has experimentado a causa de ellas, percibiendo que un carácter corrupto no solo te inflige daño a ti, sino también a los demás. Es descubrir que las actitudes corruptas tienen su origen en Satanás, que son los venenos y las filosofías de Satanás, y totalmente contrarias a la verdad y a Dios. Cuando hayas descubierto este problema, habrás llegado a conocer tu carácter corrupto. Luego de que algunas personas reconocen que son diablos y satanases, siguen sin aceptar la poda. No admiten haber hecho nada malo ni haber infringido la verdad. ¿Qué les pasa? Todavía no se conocen a sí mismas. Algunas dicen que son diablos y satanases, pero si les preguntaras “¿por qué dices que eres un diablo y Satanás?”, no sabrían responder. Esto demuestra que no conocen su carácter corrupto ni su esencia-naturaleza. De haber sido capaces de ver que su naturaleza es la del diablo, que su carácter corrupto es el de Satanás, y de admitir que, por tanto, ellas son un diablo y Satanás, habrían llegado a conocer su esencia-naturaleza. El verdadero autoconocimiento se alcanza mediante la revelación, el juicio, la práctica y la experiencia de las palabras de Dios. Se alcanza por medio de la comprensión de la verdad. Más allá de lo que diga de su autoconocimiento una persona que no comprende la verdad, este es hueco y poco práctico, ya que no es capaz de hallar ni de captar las cosas de fondo y esenciales. Para conocerse a uno mismo hay que reconocer qué actitudes corruptas reveló en casos concretos, cuál fue su intención, cómo se comportó, de qué se contaminó y por qué no pudo aceptar la verdad. Uno debe saber exponer estas cosas con claridad; será entonces cuando podrá conocerse. Cuando algunos se enfrentan a la poda, admiten que sienten aversión por la verdad, que recelan de Dios, lo malinterpretan y se guardan de Él. También reconocen que todas las palabras de Dios que juzgan y revelan al hombre son reales. Esto demuestra que tienen algo de autoconocimiento. Sin embargo, como no tienen conocimiento de Dios ni de Su obra porque no comprenden Sus intenciones, su autoconocimiento es bastante superficial. Si alguien únicamente reconoce su corrupción, pero no ha hallado la raíz del problema, ¿pueden corregirse sus recelos, sus malentendidos y su cautela en torno a Dios? No, no pueden. Por ello, el autoconocimiento es algo más que el mero reconocimiento de la propia corrupción y de los problemas; también ha de comprender la verdad y resolver de raíz el problema de su carácter corrupto. Esa es la única manera de descubrir la verdad de la propia corrupción y alcanzar el auténtico arrepentimiento. Cuando los que aman la verdad logran conocerse a sí mismos, también son capaces de buscar y comprender la verdad para resolver sus problemas. Este tipo de autoconocimiento es el único que da resultados. Cuando una persona que ama la verdad lee una frase de las palabras de Dios que expone y juzga al hombre, antes que nada, tiene fe en que las palabras de Dios que exponen al hombre son reales y ciertas y que Sus palabras que juzgan al hombre son la verdad y plasman Su justicia. Quienes aman la verdad deben, al menos, ser capaces de reconocer esto. Si alguien ni siquiera se cree las palabras de Dios y no cree que las palabras de Dios que revelan y juzgan al hombre son la realidad y la verdad, ¿puede conocerse a sí mismo a través de Sus palabras? En absoluto; aunque lo deseara, no podría. Si eres capaz de creer firmemente que todas las palabras de Dios son la verdad y de creerlas sin importar lo que Él diga ni Su manera de hablar; si eres capaz de creer y aceptar las palabras de Dios aunque no las comprendas, te resultará fácil hacer introspección y conocerte a través de ellas. La introspección debe fundamentarse en la verdad. Eso está fuera de toda duda. Solo las palabras de Dios son la verdad; ninguna palabra del hombre y ninguna de Satanás son la verdad. Satanás corrompe a la humanidad con toda clase de conocimientos, enseñanzas y teorías desde hace miles de años, y la gente se ha vuelto tan insensible y estúpida que no solo carece del más mínimo conocimiento de sí misma, sino que, incluso, defiende herejías y falacias y se niega a aceptar la verdad. Esta clase de seres humanos son irredimibles. Quienes tienen verdadera fe en Dios creen que Sus palabras son la única verdad, son capaces de conocerse a sí mismos sobre la base de las palabras de Dios y de la verdad y, así, pueden alcanzar el auténtico arrepentimiento. Algunos no persiguen la verdad; basan su introspección exclusivamente en el aprendizaje del hombre y no admiten más que una conducta pecaminosa, mientras son incapaces de desentrañar su propia esencia corrupta. Dicho autoconocimiento es un esfuerzo inútil y no da resultados. Uno debe basar su introspección en las palabras de Dios y, tras reflexionar, llegar a conocer poco a poco las actitudes corruptas que revele. Uno debe ser capaz de determinar y conocer sus defectos, su esencia-humanidad, sus puntos de vista sobre las cosas, su visión de la vida y sus valores en función de la verdad, y llegar a una evaluación y un veredicto precisos sobre todas estas cosas. De este modo, puede alcanzar un conocimiento gradual de sí mismo. Pero el conocimiento de uno mismo es cada vez más profundo a medida que uno experimenta más cosas en la vida y, sin haber alcanzado la verdad, será imposible que descubra por completo su esencia-naturaleza. Si una persona se conoce de verdad, puede ver que los seres humanos corruptos son, en efecto, descendientes y personificación de Satanás. Sentirá que no merece vivir ante Dios, que es indigno de Su amor y salvación, y será capaz de postrarse por completo ante Él. Los únicos que se conocen realmente son aquellos capaces de tener semejante grado de conocimiento.
La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (1)
Ahora contáis con cierto discernimiento del carácter corrupto que reveláis. Una vez que podáis ver claramente las cosas corruptas que todavía sois susceptibles de revelar con regularidad y las cosas que aún es probable que hagáis y que no concuerdan con la verdad, purificar vuestro carácter corrupto será fácil. ¿Por qué, en muchos asuntos, la gente no puede llegar a controlarse a sí misma? Porque en todo momento, y en todos los aspectos, están siendo controlados por sus actitudes corruptas, que los restringen y perturban en todo. Cuando todo marcha bien y no han tropezado o se han vuelto negativos, algunas personas sienten inevitablemente que poseen estatura, y no le dan importancia cuando ven a alguien malvado, un falso líder o un anticristo, revelado y descartado. Incluso presumen ante todos de que: “Cualquier otro podría tropezar, pero yo no. Cualquier otro podría no amar a Dios, pero yo lo amo”. Piensan que pueden mantenerse firmes en su testimonio en cualquier situación o circunstancia. ¿Y el resultado? Llega un día en que se los pone a prueba, se quejan de Dios y protestan de Él. ¿No es esto fallar, no es tropezar? Nada revela más a las personas que el hecho de que se las ponga a prueba. Dios escruta el corazón más íntimo del hombre, y la gente no debe jactarse en ningún momento. Sea lo que sea de lo que se jacten, ahí es donde un día tropezarán, tarde o temprano. Cuando ven que otros tropiezan y fracasan en determinadas circunstancias, no le dan importancia, e incluso piensan que ellos mismos no pueden hacer nada malo, que podrán mantenerse firmes; pero ellos también acaban tropezando y fracasando en esas mismas circunstancias. ¿Por qué? Porque no comprenden a fondo su propia esencia-naturaleza; su conocimiento de los problemas que hay en esta no es lo suficientemente profundo, por lo que les resulta muy agotador poner en práctica la verdad. Por ejemplo, hay quienes son muy falsos, y deshonestos de palabra y obra, pero si les preguntas en qué sentido es más grave su carácter corrupto, responden: “Soy un poco falso”. Se limitan a decir que son un poco falsos, pero no que su naturaleza es falsa ni que son personas falsas. Su conocimiento de su propio estado corrupto no es tan profundo, y no piensan en ello con tanta seriedad, ni tan a conciencia, como otras personas. Desde la perspectiva de otras personas, estas son tremendamente falsas y torcidas, hay engaño en todo lo que dicen y sus palabras y actos nunca son honestos, pero son incapaces de conocerse a sí mismas con tanta profundidad. Cualquier conocimiento que tengan es meramente superficial. Cada vez que hablan y actúan, revelan parte de su naturaleza, pero no son conscientes de ello. Creen que actuar de esta manera no revela la corrupción; piensan que ya han puesto la verdad en práctica, pero, para quienes las observan, estas personas son bastante torcidas y falsas, y sus palabras y acciones son muy deshonestas. Es decir, las personas tienen un conocimiento muy superficial de su propia naturaleza, y hay una enorme discrepancia entre esto y las palabras de Dios que las juzgan y ponen en evidencia. Esto no es un error en lo que Dios pone al descubierto, sino más bien que los seres humanos carecen de un entendimiento adecuadamente profundo de su propia naturaleza. Las personas no poseen una comprensión fundamental o esencial de sí mismas; en cambio, se concentran y dedican su energía a llegar a conocer sus actos y revelaciones externas. Aunque algunas personas, ocasionalmente, puedan ser capaces de decir algo sobre su autoconocimiento, este no será muy profundo. Nadie ha pensado jamás que pertenezca a cierto tipo de persona ni que tenga una cierta naturaleza por haber realizado determinada cosa o por haber revelado algo concreto. Dios ha puesto en evidencia la naturaleza y la esencia del hombre, pero lo que la gente entiende es que su forma de hacer las cosas y de hablar es errónea y defectuosa; como resultado de ello, poner la verdad en práctica es una tarea relativamente extenuante para ella. Piensan que sus equivocaciones son meras manifestaciones momentáneas que se revelan descuidadamente en lugar de ser revelaciones de su naturaleza. Cuando las personas piensan de este modo, les resulta muy difícil conocerse de verdad a sí mismas, así como entender y practicar la verdad. Como no conocen la verdad ni tienen sed de esta, cuando la ponen en práctica, se limitan a seguir los preceptos de manera superficial. Las personas no consideran que su propia naturaleza sea muy mala, y creen que no son tan malas como para que deban ser destruidas o castigadas. Sin embargo, según los estándares de Dios, las personas están demasiado profundamente corrompidas, todavía están lejos de los estándares de salvación, pues solo poseen algunos planteamientos que, por fuera, no parecen vulnerar la verdad, y, de hecho, no practican la verdad y no son sumisas a Dios.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
Si el conocimiento que las personas tienen de sí mismas es demasiado superficial, les resultará imposible resolver los problemas y su carácter-vida simplemente no cambiará. Es necesario que alguien se conozca en un nivel profundo, lo que significa conocer la propia naturaleza: qué elementos se incluyen en esa naturaleza, cómo se originaron estas cosas y de dónde provinieron. Además, ¿eres realmente capaz de odiar estas cosas? ¿Has visto tu propia alma fea y tu naturaleza perversa? Si eres realmente capaz de ver la verdad sobre ti mismo, entonces te odiarás. Cuando te odias, y luego practicas la palabra de Dios, podrás rebelarte contra la carne y tener la fuerza para practicar la verdad sin considerarlo arduo. ¿Por qué muchas personas siguen sus preferencias carnales? Porque se consideran bastante buenas, sienten que sus acciones son correctas y justificadas, que no tienen fallas e incluso que están completamente en lo correcto. Por lo tanto, son capaces de actuar con la suposición de que la justicia está de su lado. Cuando alguien reconoce cuál es su verdadera naturaleza, cuán fea, despreciable y detestable es, entonces no está demasiado orgulloso de sí mismo ni es tan salvajemente arrogante ni está tan complacido consigo mismo como antes. Tal persona siente: “Debo ser serio y centrado y tener los pies en la tierra al practicar algunas de las palabras de Dios. Si no, entonces no estaré a la altura del estándar de ser humano, y me avergonzaré de vivir en la presencia de Dios”. Entonces alguien realmente se ve a sí mismo como miserable, como verdaderamente insignificante. En este momento, a alguien se le hará fácil practicar la verdad y se parecerá un poco a lo que debería ser un humano. Sólo cuando las personas realmente se odian pueden rebelarse contra la carne. Si no se odian a sí mismas, serán incapaces de rebelarse contra la carne. Odiarse a uno mismo verdaderamente no es algo simple. Debe haber ciertas cosas en ellos: primero, conocer la propia naturaleza; y segundo, verse a uno mismo como una persona dependiente y mísera, verse extremadamente pequeño e insignificante y ver la propia alma deplorable y sucia. Cuando alguien ve completamente lo que realmente es, y se logra este resultado, entonces realmente adquiere conocimiento de sí mismo y se puede decir que se ha llegado a conocer completamente. Sólo entonces puede alguien mismo odiarse, hasta el punto de maldecirse y sentir verdaderamente que Satanás lo ha corrompido profundamente; tanto que ni siquiera se parece a un ser humano. Entonces un día, cuando aparezca la amenaza de la muerte, esa persona pensará: “Este es el justo castigo de Dios. Dios es, ciertamente, justo; ¡en verdad yo debería morir!”. En este punto, él no albergará quejas y, mucho menos, culpará a Dios, simplemente, sentirá que es tan dependiente y despreciable, tan inmundo y tan corrupto, que debería ser descartado y destruido por Dios, y que un alma así no es apta para vivir en la tierra. Por tanto, esta persona no se quejará de Dios ni se opondrá a Él y, mucho menos, lo traicionará.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
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