5. Cómo conocerse a uno mismo y despojarse de las actitudes corruptas propias

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Cambiar el carácter del hombre comienza con el conocimiento de su esencia y a través de cambios en su pensamiento, su naturaleza y su perspectiva mental: por medio de cambios fundamentales. Solo así se lograrán cambios verdaderos en el carácter del hombre. La causa profunda de que surjan actitudes corruptas en el hombre es la desorientación, la corrupción y el veneno de Satanás. El hombre ha sido atado y controlado por Satanás, y sufre el atroz daño que este le ha infligido a su pensamiento, su moral, su percepción y su razonamiento. Es precisamente debido a que las cosas fundamentales del hombre han sido corrompidas por Satanás y son diametralmente distintas a cómo Dios las creó originalmente, que el hombre se opone a Dios y no puede aceptar la verdad. Por ende, los cambios en el carácter del hombre deben comenzar con cambios en su pensamiento, su percepción y su razonamiento que cambien su conocimiento de Dios y su conocimiento de la verdad. Los que nacieron en la tierra más profundamente corrompida de todas son aún más ignorantes sobre lo que Dios es o sobre lo que significa creer en Dios. Mientras más corruptas sean las personas, menos saben sobre la existencia de Dios, y más pobres son su razonamiento y su percepción. La fuente de oposición y rebeldía del hombre contra Dios es el haber sido corrompido por Satanás. Debido a la corrupción de Satanás, la conciencia del hombre se ha insensibilizado; se ha vuelto inmoral, sus pensamientos son degenerados, y ha desarrollado una actitud mental retrógrada. Antes de ser corrompido por Satanás, el hombre se sometía a Dios de manera natural y se sometía a Sus palabras después de oírlas. Por naturaleza tenía un razonamiento y una conciencia sanos y una humanidad normal. Después de haber sido corrompido por Satanás, el razonamiento, la conciencia y la humanidad originales del hombre se fueron insensibilizando y fueron mermados por Satanás. Debido a ello, el hombre ha perdido su sumisión y amor a Dios. El razonamiento del hombre se ha vuelto aberrante, su carácter se ha vuelto como el de un animal y su rebeldía hacia Dios es cada vez más frecuente y grave. Sin embargo, el hombre todavía no conoce ni reconoce esto, y meramente se opone y se rebela a ciegas. El carácter del hombre se revela en las expresiones de su razonamiento, su percepción y su conciencia; debido a que su razonamiento y su percepción son defectuosos y su conciencia se ha vuelto sumamente insensible, entonces su carácter se rebela contra Dios. Si el razonamiento y la percepción del hombre no pueden cambiar, entonces los cambios en su carácter son imposibles de lograr, como también lo es ajustarse a la voluntad de Dios. Si el razonamiento del hombre es defectuoso, entonces no puede servir a Dios y no es apto para ser usado por Él. Un “razonamiento normal” se refiere a someterse y ser fiel a Dios, anhelar a Dios, ser incondicional hacia Él y tener una conciencia hacia Él. Se refiere a ser de un solo corazón y una sola alma con Dios y a no oponerse a Él deliberadamente. Tener un razonamiento aberrante no es así. Desde que el hombre fue corrompido por Satanás ha inventado nociones acerca de Dios y no ha sido leal hacia Dios ni lo ha anhelado, por no hablar de que no tiene una conciencia hacia Dios. El hombre se opone deliberadamente a Dios y lo juzga; es más, le lanza improperios a Sus espaldas. El hombre juzga a Dios a Sus espaldas con el conocimiento claro de que es Dios; el hombre no tiene intención de someterse a Dios, y se limita a hacerle exigencias y solicitudes ciegas. Tales personas —la gente que tiene un razonamiento aberrante— son incapaces de conocer su propio y despreciable comportamiento o de lamentar su rebeldía. Si la gente fuese capaz de conocerse a sí misma, entonces recuperaría un poco de su razonamiento; cuanto más rebeldes contra Dios sean las personas que no se conocen todavía a sí mismas, menos sanas serán en su razonamiento.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios

Dios utiliza distintos medios para que las personas se conozcan a sí mismas. Ha preparado todo tipo de entornos para que estas expongan su corrupción y para hacer que se conozcan a sí mismas de forma progresiva por medio de la experiencia. Tanto si es por la revelación de las palabras de Dios o por Su juicio y castigo, ¿entendéis cuál es el propósito final de Dios al hacer esta obra? El propósito final de Dios al hacer Su obra de esta forma es permitir que todas las personas que vivan Su obra conozcan lo que es el hombre. ¿Y qué conlleva “conocer lo que es el hombre”? Conlleva dejar que el hombre conozca su identidad y su estatus, su deber y su responsabilidad. Significa dejar que conozcas lo que significa ser humano, dejar que entiendas quién eres. Este es el objetivo final de Dios al hacer que las personas se conozcan a sí mismas.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

El camino del cambio empieza cuando se es capaz de reconocer el propio carácter corrupto. Conocerse verdaderamente a uno mismo implica desentrañar y diseccionar a fondo la esencia de su corrupción, así como identificar los diversos estados que surgen de un carácter corrupto. Solo cuando alguien comprenda con claridad sus propias actitudes y estados corruptos, podrá odiar su carne y odiar a Satanás, lo cual dará lugar, solo entonces, al cambio de carácter. Si uno no logra reconocer estos estados y falla a la hora de establecer conexiones y relacionarlos consigo mismo, ¿puede cambiar su carácter? No puede. El cambio de carácter requiere que uno identifique los distintos estados que produce su carácter corrupto; se ha de alcanzar un punto en el que uno no se vea constreñido por ese carácter para poner la verdad en práctica; solo entonces empezará a cambiarlo. Si uno no puede reconocer el origen de sus estados corruptos y se contiene a sí mismo solo de acuerdo a las palabras y doctrinas que comprende, entonces no puede hablarse de una transformación de carácter, aunque tenga buen comportamiento y haya cambiado un poco por fuera. Puesto que no puede considerarse una transformación de carácter, ¿cuál es entonces el papel que la mayoría de la gente desempeña mientras lleva a cabo su deber? Es el papel de trabajador; se limitan a esforzarse y mantenerse atareados. A pesar de cumplir con su deber, la mayor parte del tiempo se centran únicamente en hacer las cosas; no en buscar la verdad, sino solo en realizar el trabajo. A veces, cuando están animados, le ponen más ganas; otras veces, cuando están de mal humor, aflojan un poco. Pero después, al examinarse a sí mismos, sienten remordimientos y vuelven a esforzarse, creyendo que eso es arrepentirse. En realidad, no se trata de un cambio real ni es un verdadero arrepentimiento. El verdadero arrepentimiento empieza por conocerse a uno mismo; empieza con un viraje en la conducta. Una vez que este se produce y pueden rebelarse contra la carne, poner la verdad en práctica y, en términos de comportamiento, parecer alineados con los principios, significa que ha habido un arrepentimiento auténtico. Entonces, poco a poco, alcanzan el punto de ser capaces de hablar y actuar según los principios, ajustándose por completo a la verdad. Aquí es cuando comienza el cambio en el carácter-vida.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El autoconocimiento es lo único que ayuda a perseguir la verdad

La clave para lograr un cambio de carácter es conocer la propia naturaleza, y esto debe suceder de acuerdo con lo que Dios ponga al descubierto. Sólo en la palabra de Dios se puede conocer la propia naturaleza espantosa, reconocer en esta los diferentes venenos de Satanás, darse cuenta de que uno es necio e ignorante, y reconocer los elementos débiles y negativos de la misma. Después de que estos se conozcan completamente, y puedas verdaderamente odiarte y rebelarte contra la carne, llevar a cabo la palabra de Dios de forma constante, perseguir la verdad constantemente mientras cumples con tus deberes, conseguir una transformación en tu carácter, y convertirte en una persona que ama a Dios de verdad, entonces te habrás embarcado en la senda de Pedro. Sin la gracia de Dios, si no hay esclarecimiento y dirección del Espíritu Santo, sería muy difícil transitar por esta senda, porque las personas no tienen la verdad y son incapaces de rebelarse contra sí mismas. Andar por la senda de perfección de Pedro reside ante todo en la determinación, en tener fe y depender de Dios. Además, uno debe someterse a la obra del Espíritu Santo; en todas las cosas, uno no puede estar sin las palabras de Dios. Estos son los aspectos clave, de los cuales ninguno puede ser violado. Llegar a conocerse a uno mismo mediante la experiencia es muy difícil; sin la obra del Espíritu Santo es en vano.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Para conocerte a ti mismo, debes conocer tus revelaciones de corrupción, tu carácter corrupto, tus propias debilidades vitales, y tu esencia-naturaleza. También debes saber, hasta el último detalle, aquellas cosas que se revelan en tu vida diaria: tus motivos, tus perspectivas y tu actitud sobre cada cosa —ya sea que estés en casa o fuera—, cuando estés en reuniones, cuando estés comiendo y bebiendo las palabras de Dios o en cada problema que encuentres. A través de estos aspectos debes llegar a conocerte. Por supuesto, para conocerte en un nivel más profundo, debes integrar las palabras de Dios; solo puedes lograr resultados conociéndote con base en Sus palabras. Cuando aceptéis el juicio de las palabras de Dios, no tengáis miedo al sufrimiento o al dolor, y más aún, no tengáis miedo de que las palabras de Dios penetren en vuestro corazón y expongan vuestro feo estado. Es tan beneficioso sufrir estas cosas. Si creéis en Dios, deberíais leer más Sus palabras que juzgan y castigan a la gente, especialmente las que ponen de manifiesto la esencia de la corrupción de la humanidad. Deberíais compararlas más con vuestro estado práctico, y vincularlas a vosotros mismos en mayor medida y a los demás en menor medida. Los tipos de estados que Dios deja en evidencia existen en cada persona, y todos ellos pueden encontrarse en vosotros. Si no te lo crees, intenta experimentarlo. Cuanto más experimentes, más te conocerás a ti mismo, y más te parecerá que las palabras de Dios son muy exactas. Tras leer las palabras de Dios, algunas personas no saben vincularlas a sí mismas; piensan que parte de estas palabras no tratan de ellas, sino de otras personas. Por ejemplo, cuando Dios desenmascara a las personas como Jezabeles y rameras, algunas hermanas creen que, al haber sido inequívocamente fieles a sus maridos, esas palabras no deben de referirse a ellas; otras creen que, como no están casadas y nunca han mantenido relaciones sexuales, esas palabras tampoco deben de referirse a ellas. Algunos hermanos piensan que estas palabras solo se dirigen a las mujeres y no tienen nada que ver con ellos; otra gente piensa que las palabras de Dios para desenmascarar al hombre son demasiado severas, que no se conforman con la realidad, así que se niegan a aceptarlas. Incluso hay quienes dicen que, en algunos casos, las palabras de Dios son inexactas. ¿Es esta la actitud correcta hacia las palabras de Dios? Obviamente es la errónea. Las personas se ven a sí mismas según sus comportamientos externos. Son incapaces de hacer introspección y llegar a conocer su esencia corrupta, entre las palabras de Dios. Aquí, “Jezabeles” y “rameras” aluden a la esencia de la corrupción, la suciedad y la promiscuidad de la humanidad. Hombre o mujer, casado o no, todo el mundo tiene pensamientos corruptos de promiscuidad; por tanto, ¿es posible que no tenga nada que ver contigo? Las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de la gente; trátese de un hombre o de una mujer, el nivel de corrupción es el mismo, ¿no es así? En primer lugar, debemos comprender que todo lo que Dios dice es la verdad, que concuerda con los hechos, y que por muy severas que sean Sus palabras que juzgan y ponen en evidencia a la gente, o por muy amables que sean Sus palabras de enseñanza de la verdad o de exhortación, sean tales palabras de juicio o bendiciones, si son condenas o maldiciones, sea amarga o dulce la sensación que nos den, todas ellas deben aceptarse. Esa es la actitud que la gente debe tener hacia las palabras de Dios. ¿Qué clase de actitud es esta? ¿Una actitud devota, una actitud piadosa, paciente, o una actitud de aceptar el sufrimiento? Estáis en cierto modo confundidos. Os digo que no es ninguna de estas. En su fe, la gente debe sostener firmemente que las palabras de Dios son la verdad. Ya que son la verdad, las personas deben aceptarlas de una forma racional. Sean o no capaces de reconocerlo o admitirlo, su primera actitud debe ser una de aceptación absoluta de las palabras de Dios. Si la palabra de Dios no te pone en evidencia a ti ni a todos vosotros, ¿a quién expone? Y si no es para exponerte, ¿por qué se te pide que la aceptes? ¿Acaso no es esto una contradicción? Dios habla a toda la humanidad, cada frase pronunciada por Dios expone a la humanidad corrupta, y nadie queda exento, lo cual naturalmente te incluye a ti también. Ni una sola de las líneas de las declaraciones de Dios trata sobre las apariencias externas, o una especie de estado, mucho menos sobre un precepto externo o sobre una forma sencilla de comportamiento en las personas. No es así. Si crees que cada línea pronunciada por Dios desenmascara meramente una clase sencilla de comportamiento humano o apariencia externa, entonces no tienes entendimiento espiritual y no entiendes lo que es la verdad. Las palabras de Dios son la verdad. La gente puede sentir la profundidad de las palabras de Dios. ¿Cómo son de profundas? Todas las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de las personas y las cosas esenciales y profundamente arraigadas dentro de sus vidas. Son cosas esenciales, no apariencias externas y, sobre todo, no son comportamientos externos. Al ver a las personas desde apariencias externas, todas pueden parecer buena gente. ¿Pero por qué, entonces, Dios dice que algunas personas son espíritus malvados y otras son espíritus inmundos? Este es un asunto que no es visible para ti. Así pues, las palabras de Dios no deben tratarse a la luz de las nociones y fantasías humanas ni de las habladurías humanas, y ciertamente tampoco a la luz de las declaraciones del partido gobernante. Solo las palabras de Dios son la verdad; las palabras del hombre son todas falacias. Tras estas enseñanzas, ¿habéis cambiado de actitud hacia las palabras de Dios? Por muy grande o pequeño que sea el cambio, la próxima vez que leáis las palabras de Dios que juzgan y desenmascaran a la gente, al menos no deberíais intentar razonar con Dios. Deberíais dejar de quejaros de Dios diciendo: “Las palabras de Dios que desenmascaran y juzgan a las personas son muy severas; no voy a leer esta página. ¡Me la salto! Déjame que busque algo que leer sobre las bendiciones y las promesas para hallar un poco de consuelo”. Hay que dejar de leer la palabra de Dios seleccionando y eligiendo según tus propias inclinaciones. Debes aceptar la verdad y el juicio y el castigo de las palabras de Dios; solo entonces podrás purificar tu carácter corrupto, y solo entonces podrás alcanzar la salvación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La importancia de perseguir la verdad y la senda de su búsqueda

Si eres alguien que persigue la verdad, deberás reflexionar y comprender tu carácter corrupto conforme a las palabras de Dios, compararte con cada frase de las palabras de revelación y juicio de Dios, y poco a poco desenterrar todos tus estados y actitudes corruptos. Empieza ahondando en las intenciones y el propósito de tus palabras y acciones, disecciona y discierne cada palabra que pronuncies y no pases por alto nada de lo que exista en tus pensamientos y en tu mente. De este modo, mediante un incremento progresivo de la disección y el discernimiento, descubrirás que tus actitudes corruptas no son pocas, sino muy abundantes, y que los venenos de Satanás no son limitados, sino harto numerosos. Así, de forma gradual, irás viendo con claridad tus actitudes corruptas y tu esencia-naturaleza, y te darás cuenta de lo profundamente que te ha corrompido Satanás. En este momento percibirás hasta qué punto es sumamente preciosa la palabra expresada por Dios. Puede solucionar los problemas de la naturaleza y el carácter de la humanidad corrupta. Esta medicina que Dios ha preparado para las personas corruptas con el fin de salvar a la humanidad tiene una eficacia increíble, es incluso más valiosa que cualquier elixir. Por lo tanto, para recibir la salvación de Dios, tienes que perseguir la verdad por voluntad propia, ir apreciando más y más cada uno de sus aspectos, perseguirla con una energía siempre creciente. Cuando uno alberga este sentimiento en el corazón, significa que ya ha logrado cierta comprensión de la verdad y que ya se ha afianzado en el camino verdadero. Si puede experimentarlo más a fondo y amar verdaderamente a Dios desde el corazón, su carácter-vida empezará a transformarse.

Resulta fácil hacer algunos cambios de comportamiento, pero cambiar el carácter-vida es más complicado. Para enmendar un carácter corrupto, uno debe empezar por conocerse a sí mismo. Requiere atención, concentrarse en examinar poco a poco los estados y las intenciones de uno mismo, examinar constantemente los propósitos y la manera habitual de hablar. Y entonces, un día se produce una comprensión repentina: “Siempre digo cosas bonitas para disimular, esperando ganar prestigio en el corazón de los demás. Es un carácter perverso. No es la revelación de una humanidad normal y no se ajusta a la verdad. Esta manera perversa de hablar y mis intenciones están mal, y tengo que cambiarlas y deshacerme de ellas”. Después de experimentar esta revelación, percibirás cada vez con mayor claridad la suma gravedad de tu carácter perverso. Creías que la perversidad tan solo implicaba la existencia de un poco de lujuria entre un hombre y una mujer y suponías que aunque la manifestaras en este aspecto, no eras una persona con un carácter perverso. Esto indica que carecías de comprensión; parecía que conocías el significado superficial de la palabra “perverso”, pero no reconocías ni discernías realmente un carácter de este tipo; y, de hecho, sigues sin entender qué significa esta palabra. Cuando te das cuenta de que has revelado esta clase de carácter, empiezas a mirar en tu interior y a reconocerlo, ahondas en su origen, y entonces comprobarás que en realidad tienes ese carácter. ¿Qué tendrías que hacer luego? Deberías examinar constantemente tus intenciones en tu misma forma de hablar. Mediante esta indagación continua, identificarás cada vez con mayor certeza y precisión que, en efecto, posees esta clase de carácter y de esencia. Solo el día que admitas que realmente tienes un carácter perverso, comenzarás a desarrollar el odio y la aversión hacia él. Uno pasa de considerarse una buena persona, de conducta recta, con sentido de la rectitud, una persona de integridad moral, una persona inocente, a reconocer que posee esencias-naturaleza como arrogancia, intransigencia, falsedad, perversidad y aversión a la verdad. En ese momento, se habrá evaluado fielmente a sí mismo y sabrá qué es realmente. Una simple admisión verbal o una identificación superficial de que se tienen estas manifestaciones y estados no producirá un odio genuino. Solo admitiendo que la esencia de estas actitudes corruptas corresponde a la fealdad de Satanás puede uno llegar a odiarse a sí mismo. ¿Qué clase de humanidad se necesita para conocerse a uno mismo hasta el punto de odiarse? Uno debe amar las cosas positivas, amar la verdad, amar la justicia y la rectitud, tener conciencia y conocimiento, un corazón bondadoso, y ser capaz de aceptar y practicar la verdad; todas las personas así pueden llegar a conocerse y a odiarse realmente a sí mismas. Quienes no aman la verdad y tienen dificultades para aceptarla nunca lo conseguirán. Y aunque de boquilla hablen de conocerse a sí mismos, no lograrán poner en práctica la verdad y no experimentarán ningún cambio auténtico. Conocerse a sí mismo es la tarea más difícil.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El autoconocimiento es lo único que ayuda a perseguir la verdad

Cuando leía las palabras de Dios, Pedro no se centraba en entender las doctrinas y, menos aún, en obtener conocimiento teológico. En cambio, se concentraba en comprender la verdad y captar la voluntad de Dios, a la vez que lograr un entendimiento del carácter y la hermosura de Dios. Pedro también intentó comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, así como su esencia naturaleza, y deficiencias reales, con lo cual cumplió fácilmente con las exigencias de Dios para satisfacerlo. Pedro tuvo muchas prácticas correctas que se ciñeron a las palabras de Dios. Esto estuvo sumamente alineado con la voluntad de Dios y fue la mejor forma en la que una persona podía cooperar al tiempo que experimentaba la obra de Dios. Cuando experimentó los centenares de pruebas enviadas por Dios, Pedro se autoexaminó de un modo estricto frente a cada palabra del juicio y revelación de Dios hacia el hombre, y contra cada palabra de Sus exigencias al hombre e intentó desentrañar con precisión el significado de esas palabras. Intentó reflexionar sinceramente en cada palabra que Jesús le dijo y memorizarla, y obtuvo muy buenos resultados. Al practicar de esta manera, fue capaz de lograr entenderse a sí mismo a partir de las palabras de Dios, y no solo llegó a entender los diversos estados corruptos y defectos del hombre, sino que también llegó a comprender la esencia y la naturaleza del hombre. Esto es lo que significa verdaderamente entenderse a uno mismo.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro

Para que la gente pueda entenderse a sí misma, debe comprender su carácter corrupto y captar sus verdaderos estados. El aspecto más importante de entender el estado propio es captar los pensamientos y las ideas de uno. En cada época, el control de los pensamientos y las ideas de las personas ha estado en manos de un factor importante. Si eres capaz de captar tus pensamientos e ideas, podrás comprender todo aquello que guardan. La gente no puede controlar sus pensamientos e ideas. Sin embargo, realmente necesitas saber de dónde provienen estos pensamientos y estas ideas, qué motivos encubren, cómo se producen, qué los controla y cuál es su naturaleza. Después de que una persona transforme el carácter, los pensamientos, las ideas, los puntos de vista y los objetivos por los que lucha que provienen de la parte que ha cambiado serán muy distintos a los de antes; en esencia, se aproximarán y serán acordes a la verdad. Todas las cosas interiores de las personas que no han cambiado, es decir, sus pensamientos, ideas y puntos de vista antiguos, incluidas aquellas que les gustan y buscan, son totalmente obscenas, indecentes y espantosas. Una vez que alguien entiende la verdad, es capaz de discernir estas cosas y de verlas claramente; por tanto, puede dejarlas atrás y darles la espalda. Este tipo de persona ha cambiado definitivamente de alguna manera. Es capaz de aceptar y practicar la verdad, y de entrar en algunas realidades verdad. La gente que no entiende la verdad no puede ver claramente estas cosas corruptas o negativas ni discernirlas; de modo que es incapaz de dejarlas atrás, por no hablar de darles la espalda. ¿Qué causa esta diferencia? Si todos son creyentes, ¿cómo es que algunos pueden discernir y dejar atrás las cosas negativas e impuras, y otros no pueden verlas claramente ni liberarse de ellas? Esto está relacionado directamente con el hecho de si la persona ama la verdad y la persigue.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

La clave para la autorreflexión y el conocimiento de ti mismo es esta: cuanto más sientas que en ciertas áreas lo has hecho bien o has hecho lo correcto, y más creas que puedes satisfacer la voluntad de Dios o que eres capaz de jactarte en ciertas áreas, entonces más vale la pena que te conozcas en esas áreas y que profundices en ellas para ver qué impurezas existen en ti, así como qué cosas en ti no pueden satisfacer la voluntad de Dios. Tomemos a Pablo como ejemplo. Pablo estaba especialmente informado, sufrió mucho cuando predicaba y obraba y muchos particularmente lo adoraban. En consecuencia, después de terminar mucho trabajo, supuso que habría una corona reservada para él. Esto lo llevó a ir cada vez más lejos por la senda equivocada, hasta que finalmente Dios lo castigó. En ese momento, si hubiera reflexionado sobre sí mismo y se hubiera analizado minuciosamente, no habría pensado de la manera que lo hizo. En otras palabras, Pablo no se había enfocado en buscar la verdad en las palabras del Señor Jesús; solo había creído en sus propias nociones y figuraciones. Había pensado que meramente al hacer algunas cosas buenas y exhibir algunos buenos comportamientos, Dios lo aprobaría y lo recompensaría. Al final, sus propias nociones y figuraciones le cegaron el corazón y ocultaron la verdad de su corrupción. Sin embargo, las personas no eran capaces de discernir esto ni tenían conocimiento de estos asuntos, y entonces, antes de que Dios dejara esto en evidencia, siempre habían considerado a Pablo como un estándar al cual aspirar, un ejemplo para vivir y lo consideraron como un ídolo que buscaban y anhelaban ser. El caso de Pablo es una advertencia para cada uno de los escogidos de Dios. En especial, cuando los que seguimos a Dios podemos sufrir y pagar el precio en nuestros deberes y mientras servimos a Dios, sentimos que somos leales y amamos a Dios, y en momentos como este, debemos reflexionar y entendernos a nosotros mismos aún más con respecto a la senda que estamos tomando, lo cual es muy necesario. Esto se debe a que lo que crees que es bueno es lo que decidirás que es correcto, y no dudarás de ello, ni reflexionarás sobre ello, ni analizarás minuciosamente si hay algo en ello que se opone a Dios. Por ejemplo, hay personas que se creen sumamente bondadosas. Nunca odian ni hieren a los demás y siempre echan una mano a un hermano o hermana cuya familia está en apuros para que su problema no se quede sin resolver; tienen gran benevolencia y hacen todo lo que está en su mano para ayudar a todo el que puedan. No obstante, jamás se centran en practicar la verdad, y no tienen ninguna entrada en la vida. ¿Cuál es la consecuencia de esa ayuda? Ponen su vida en suspenso, pero están muy contentas consigo mismas y sumamente satisfechas con todo lo que han hecho. Es más, se enorgullecen de ello, pues creen que en todo lo que han hecho no hay nada que vaya contra la verdad, que definitivamente satisfará la voluntad de Dios y que son auténticos creyentes en Él. Ven su bondad natural como algo que deben explotar y, en el momento en que lo hacen, dan por hecho que es la verdad. En realidad, lo único que ejercen es la bondad humana. No practican la verdad en absoluto, ya que hacen esto ante los hombres, no ante Dios, y ni mucho menos practican de acuerdo con las exigencias de Dios y la verdad. Por tanto, todas sus acciones son en vano. Nada de lo que hacen representa practicar la verdad ni las palabras de Dios, y mucho menos seguir Su voluntad; más bien utilizan la bondad humana y la buena conducta para ayudar al prójimo. En resumen, no buscan la voluntad de Dios en todo lo que hacen ni actúan según Sus exigencias. Dios no aprueba esta clase de buena conducta del hombre; para Dios, se la debe condenar, y no merece que Él la recuerde.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente

Mientras experimentas la obra de Dios, por más veces que hayas fallado, caído, sido podado o puesto en evidencia, estas cosas no son malas. Independientemente de cómo hayas sido podado, o si ha sido por parte de los líderes, obreros o hermanos o hermanas, todo esto es bueno. Debes recordar que, por mucho que sufras, en realidad te estás beneficiando. Cualquier persona con experiencia puede dar fe de ello. Sí o sí, la poda o la revelación son siempre cosas buenas. No son una condena. Son la salvación de Dios y la mejor oportunidad para que llegues a conocerte. Puede traer un cambio de aires a tu experiencia de vida. Sin ello, no tendrás ni la oportunidad, ni la condición ni el contexto para poder alcanzar un entendimiento de la verdad de tu corrupción. Si entiendes realmente la verdad, y eres capaz de desenterrar las cosas corruptas ocultas en las profundidades de tu corazón, si puedes distinguirlas con claridad, entonces eso es bueno, esto ha resuelto un problema importante de entrada en la vida, y supone un gran beneficio para la transformación de carácter. Poder conocerte realmente es la mejor oportunidad para que enmiendes tus caminos y te conviertas en una nueva persona; es la mejor oportunidad de que obtengas nueva vida. Cuando realmente te conozcas, podrás ver que, cuando la verdad se convierte en la vida de alguien, es algo realmente precioso, y tendrás sed de la verdad, la practicarás y entrarás en la realidad. ¡Esto es algo verdaderamente grandioso! Si puedes aprovechar esta oportunidad y reflexionar sinceramente sobre ti mismo y obtener un conocimiento genuino de ti mismo cada vez que falles o caigas, entonces en medio de la negatividad y la debilidad, podrás volver a levantarte. Cuando hayas cruzado este umbral, entonces podrás dar un gran paso adelante y entrar en la realidad-verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para ganar la verdad, uno debe aprender de las personas, los acontecimientos y las cosas cercanas

Todos aquellos que se conocen verdaderamente a sí mismos han fracasado y tropezado anteriormente algunas veces, tras lo cual leyeron las palabras de Dios, le oraron e hicieron introspección y, así, llegaron a ver con claridad la verdad de su propia corrupción y a percibir que, en efecto, estaban profundamente corrompidos y absolutamente desprovistos de la realidad verdad. Si experimentas de este modo la obra de Dios, y le oras y buscas la verdad cuando te suceden las cosas, llegarás a conocerte poco a poco. De repente, un día por fin lo tendrás claro en tu interior: “Puede que tenga una aptitud ligeramente mejor que otros, pero me la concedió Dios. Siempre estoy jactándome, tratando de sobresalir de entre los demás al hablar y procurando que la gente haga las cosas a mi manera. ¡De verdad que carezco de sentido! ¡Es arrogancia y mojigatería! Gracias a la reflexión he conocido mi carácter arrogante. Esto es fruto del esclarecimiento y la gracia de Dios, ¡y le doy gracias por ello!”. ¿Es bueno o malo poder conocer tu carácter corrupto? (Bueno). A partir de ahí, debes buscar el modo de hablar y actuar con sentido y obediencia, la manera de estar en igualdad de condiciones con los demás, el modo de tratarlos de forma justa sin coartarlos, la manera correcta de considerar tu aptitud, tus dones, fortalezas, etc. Así, como una montaña que es reducida a polvo a martillazos, golpe a golpe, se corregirá tu carácter corrupto. Luego, cuando te relaciones con otros o colabores con ellos en un deber, serás capaz de considerar correctamente sus puntos de vista y de prestar mucha atención mientras los escuchas. Y cuando los oigas expresar un punto de vista correcto, lo descubrirás: “Parece que mi aptitud no es la mejor. Lo cierto es que todos tienen sus puntos fuertes; no son inferiores a mí en absoluto. Antes, siempre me creía más apto que los demás. Eso era narcisismo e ignorancia de miras estrechas. Tenía una visión muy limitada, como una rana en el fondo de un pozo. Pensar así realmente carecía de sentido, ¡era una desvergüenza! Mi carácter arrogante me cegaba y ensordecía. No comprendía las palabras de los demás y creía que era mejor que ellos, que tenía razón, cuando en realidad ¡no soy mejor que ninguno!”. A partir de entonces tendrás verdadero entendimiento y conocimiento de tus defectos y de tu pequeña estatura. Y después, cuando hables con los demás, escucharás atentamente sus puntos de vista y te darás cuenta de que “hay muchísima gente mejor que yo. Mi aptitud y mi capacidad de comprensión son moderadas, en el mejor de los casos”. Con esta constatación, ¿no habrás adquirido un poco de conciencia de ti mismo? Con esta experiencia, y mediante la introspección frecuente de acuerdo con las palabras de Dios, podrás adquirir un verdadero conocimiento de ti mismo cada vez más profundo. Descubrirás la verdad de tu corrupción, de tu pobreza y miseria, de tu deplorable fealdad y, en ese momento, sentirás asco de ti mismo y odiarás tu carácter corrupto. Entonces te será fácil renunciar a ti mismo. Así se experimenta la obra de Dios. Debes reflexionar sobre tus manifestaciones de corrupción de acuerdo con las palabras de Dios. En particular, tras revelar un carácter corrupto en cualquier clase de situación, debes hacer introspección y conocerte frecuentemente. Entonces te resultará fácil ver con claridad tu esencia corrupta y podrás odiar de corazón tu corrupción, tu carne y a Satanás. Y, de corazón, serás capaz de amar la verdad y de luchar por ella. De esta forma, tu carácter arrogante seguirá ablandándose y, paulatinamente, lo desecharás. Adquirirás cada vez más razón y te será más fácil someterte a Dios. A ojos de los demás, te verás más estable y sensato, y parecerá que hablas de manera más objetiva. Serás capaz de escuchar a los demás y les darás tiempo para hablar. Cuando los demás tengan razón, te resultará fácil admitir sus palabras, y tu relación con la gente no será tan agobiante. Sabrás cooperar en armonía con cualquiera. Si cumples así con el deber, ¿no tendrás sentido y humanidad?

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (1)

Para resolver completamente el problema de tu carácter corrupto, debes buscar la verdad para resolverlo cuando surge por primera vez. Debes resolver el carácter corrupto en su estado incipiente, con lo que te asegurarás así de no hacer nada malo y evitarás futuros problemas. Si un carácter corrupto se arraiga y se convierte en el pensamiento o el punto de vista de una persona, podrá conducirla a hacer el mal. Por tanto, la autorreflexión y el autoconocimiento consisten principalmente en descubrir las propias actitudes corruptas y buscar rápidamente la verdad para resolverlas. Debes saber qué cosas hay en tu naturaleza, qué te gusta, qué buscas y qué quieres obtener. Debes analizar estas cosas de acuerdo con las palabras de Dios para ver si se ajustan a Su voluntad y de qué manera son erróneas. Una vez que entiendas estas cosas, debes resolver el problema de tu razonamiento anormal, es decir, el problema de que seas irrazonable y constantemente molesto. Este no es solo el problema de tu carácter corrupto, sino que también atañe a tu falta de razón. Especialmente en lo que se refiere a sus intereses, las personas que se dejan llevar por los intereses personales no poseen un razonamiento normal. Este es un problema psicológico, y también es el talón de Aquiles de la gente. […]

Las cosas de la naturaleza del hombre no son como algunas conductas exteriores, prácticas o pensamientos e ideas con los que se puede lidiar y ya; deben ser desenterradas de a poco. Aun más, a las personas no les resulta fácil identificarlas, e incluso si son identificadas, no son fáciles de cambiar; hacerlo requiere una comprensión apropiadamente profunda. ¿Por qué siempre analizamos la naturaleza del hombre? ¿No comprendéis qué significa? ¿De dónde surgen las revelaciones de las actitudes corruptas de las personas? Todas surgen de su naturaleza, y todas están regidas por su naturaleza. Cada una de las actitudes corruptas de las personas, cada pensamiento e idea, cada intención, todo se relaciona con la naturaleza del hombre. Por lo tanto, al desenterrar directamente la naturaleza del hombre, sus actitudes corruptas pueden solucionarse con facilidad. Aunque no es fácil cambiar la naturaleza de las personas, si pueden discernir y desentrañar las actitudes corruptas que revelan, y si pueden buscar la verdad para resolverlas, pueden cambiar gradualmente sus actitudes. Una vez que una persona ha alcanzado un cambio en su carácter vital, habrá cada vez menos cosas en ella que se resistan a Dios. El propósito de analizar la naturaleza del hombre es cambiar sus actitudes. Vosotros no habéis captado este objetivo y creéis que solo al analizar y comprender vuestra naturaleza podéis obedecer a Dios y restaurar vuestra razón. ¡Lo único que hacéis es aplicar reglas a ciegas! ¿Por qué simplemente no pongo en evidencia la arrogancia y santurronería de las personas? ¿Por qué debo también analizar su naturaleza corrupta? No resolverá el problema si solo pongo en evidencia su santurronería y arrogancia. Pero si analizo su naturaleza, los aspectos que esto abarca son muy amplios, e incluye todas las actitudes corruptas. Es más que el estrecho alcance de la santurronería, la presuntuosidad y la arrogancia. La naturaleza incluye mucho más que esto. Por eso, sería bueno que las personas pudieran reconocer cuántas actitudes corruptas revelan en todas sus diferentes exigencias a Dios, es decir, en sus deseos extravagantes. Una vez que comprenden su propia esencia naturaleza, pueden despreciarse y negarse a sí mismas, les resultará fácil resolver sus actitudes corruptas y tendrán una senda. De otro modo, nunca podréis descubrir la causa de fondo y solo diréis que esto es santurronería, arrogancia u orgullo, o carecer por completo de lealtad. ¿Hablar de tales cosas superficiales puede solucionar tu problema? ¿Hay alguna necesidad de discutir la naturaleza del hombre?

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

Hoy día, la mayoría de las personas tiene un entendimiento muy superficial de sí mismas. No han llegado a distinguir en absoluto las cosas que forman parte de su naturaleza. Solo tienen conocimiento de algunos de los estados corruptos que revelan, de las cosas que probablemente van a hacer o de unos de sus defectos, y eso les hace creer que se conocen a sí mismos. Si, además, viven rigiéndose por unos cuantos preceptos, si se aseguran de no cometer equivocaciones en ciertos ámbitos y se las apañan para evitar cometer ciertas transgresiones, entonces consideran que poseen realidad en su creencia en Dios y asumen que serán salvadas. Esto es una imaginación completamente humana. Si te atienes a estas cosas, ¿de verdad llegarás a ser capaz de evitar cometer transgresión alguna? ¿Habrás logrado un verdadero cambio de carácter? ¿Estarás viviendo realmente a semejanza de un ser humano? ¿Puedes satisfacer auténticamente a Dios? ¡Desde luego que no, eso está claro! La creencia en Dios sólo funciona cuando uno tiene altos estándares y ha alcanzado la verdad y alguna transformación en el carácter de vida. Esto requiere, en primer lugar, conocerse a uno mismo. Si el conocimiento que las personas tienen de sí mismas es demasiado superficial, les resultará imposible resolver los problemas y su carácter de vida simplemente no cambiará. Es necesario que alguien se conozca en un nivel profundo, lo que significa conocer la propia naturaleza: qué elementos se incluyen en esa naturaleza, cómo se originaron estas cosas y de dónde provinieron. Además, ¿eres realmente capaz de odiar estas cosas? ¿Has visto tu propia alma fea y tu naturaleza perversa? Si eres realmente capaz de ver la verdad sobre ti mismo, entonces te odiarás. Cuando te odias, y luego practicas la palabra de Dios, podrás rebelarte contra la carne y tener la fuerza para practicar la verdad sin considerarlo arduo. ¿Por qué muchas personas siguen sus preferencias carnales? Porque se consideran bastante buenas, sienten que sus acciones son correctas y justificadas, que no tienen fallas e incluso que están completamente en lo correcto. Por lo tanto, son capaces de actuar con la suposición de que la justicia está de su lado. Cuando alguien reconoce cuál es su verdadera naturaleza, cuán fea, despreciable y detestable es, entonces no está demasiado orgulloso de sí mismo ni es tan salvajemente arrogante ni está tan complacido consigo mismo como antes. Tal persona siente: “Debo ser serio y centrado y tener los pies en la tierra al practicar algunas de las palabras de Dios. Si no, entonces no estaré a la altura del estándar de ser humano, y me avergonzaré de vivir en la presencia de Dios”. Entonces alguien realmente se ve a sí mismo como miserable, como verdaderamente insignificante. En este momento, a alguien se le hará fácil practicar la verdad y se parecerá un poco a lo que debería ser un humano. Sólo cuando las personas realmente se odian pueden rebelarse contra la carne. Si no se odian a sí mismas, serán incapaces de rebelarse contra la carne. Odiarse a uno mismo verdaderamente no es algo simple. Debe haber ciertas cosas en ellos: primero, conocer la propia naturaleza; y segundo, verse a uno mismo como una persona dependiente y mísera, verse extremadamente pequeño e insignificante y ver la propia alma deplorable y sucia. Cuando alguien ve completamente lo que realmente es, y se logra este resultado, entonces realmente adquiere conocimiento de sí mismo y se puede decir que se ha llegado a conocer completamente. Sólo entonces puede alguien mismo odiarse, hasta el punto de maldecirse y sentir verdaderamente que Satanás lo ha corrompido profundamente; tanto que ni siquiera se parece a un ser humano. Entonces un día, cuando aparezca la amenaza de la muerte, esa persona pensará: “Este es el justo castigo de Dios. Dios es, ciertamente, justo; ¡en verdad yo debería morir!”. En este punto, él no albergará quejas y, mucho menos, culpará a Dios, simplemente, sentirá que es tan dependiente y despreciable, tan inmundo y tan corrupto, que debería ser descartado y destruido por Dios, y que un alma así no es apta para vivir en la tierra. Por tanto, esta persona no se quejará de Dios ni se opondrá a Él y, mucho menos, lo traicionará. Si alguien no se conoce, y todavía se considera bastante bueno, entonces cuando la muerte llame, esta persona pensará: “Lo he hecho muy bien en mi fe. ¡Qué duro he buscado! He dado tanto, he sufrido tanto, pero finalmente Dios ahora me está pidiendo que muera. No sé dónde está la justicia de Dios. ¿Por qué me está pidiendo que muera? Si tengo que morir, entonces ¿quién se salvará? ¿No llegará a su fin la raza humana?”. En primer lugar, esta persona tiene nociones acerca de Dios. En segundo lugar, esta persona se queja y no muestra ninguna sumisión en absoluto. Esto es igual que Pablo: cuando estaba a punto de morir, no se conocía, y para cuando el castigo de Dios estaba cerca, era demasiado tarde.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Es crucial que todo el mundo se conozca a sí mismo, porque eso influye directamente en la cuestión importante de si uno puede o no descartar su carácter corrupto y alcanzar la salvación. No pienses que esto es un asunto simple. Conocerte no consiste en entender tus acciones o prácticas, sino en conocer la esencia de tu problema, la raíz de tu rebeldía y su esencia, y por qué no puedes practicar la verdad y entender las cosas que surgen y te perturban al practicar la verdad. Estos son algunos de los aspectos más importantes de conocerse. Por ejemplo, debido al condicionamiento de la cultura tradicional china, según sus nociones tradicionales, el pueblo chino cree que se debe observar una devoción filial hacia los padres. Aquel que no cumple con la devoción filial es mal hijo. Al pueblo le han inculcado estas ideas desde la infancia y se enseñan en prácticamente todos los hogares, así como en todas las escuelas y en la sociedad en general. Cuando a una persona le han llenado la cabeza de esas cosas, piensa: “La devoción filial es más importante que nada. Si no cumpliera con ella, no sería buena persona; sería mal hijo y la sociedad me criticaría. Sería una persona carente de conciencia”. ¿Es correcto este punto de vista? La gente ha visto muchas verdades expresadas por Dios; ¿acaso Él ha exigido que uno demuestre devoción filial hacia sus padres? ¿Es esta una de las verdades que los creyentes en Dios deben comprender? No, no lo es. Dios solo ha hablado sobre ciertos principios. ¿Según qué principio piden las palabras de Dios que la gente trate a los demás? Ama lo que Dios ama y odia lo que Dios odia. Ese es el principio al que hay que atenerse. Dios ama a los que persiguen la verdad y son capaces de seguir Su voluntad; esas son también las personas a las que debemos amar. Aquellos que no son capaces de seguir la voluntad de Dios, que lo odian y se rebelan contra Él, son personas detestadas por Dios, y nosotros también debemos detestarlas. Esto es lo que Dios pide del hombre. Si tus padres no creen en Él, si saben perfectamente que la fe en Dios es la senda correcta y que puede conducir a la salvación, y sin embargo siguen sin estar receptivos, entonces no cabe duda de que son personas que sienten aversión por la verdad y que la odian, y de que se resisten a Dios y lo odian. Y Él naturalmente los aborrece y los odia. ¿Podrías aborrecer a esos padres? Se oponen a Dios y lo agravian, en cuyo caso, seguramente son demonios y satanases. ¿Podrías odiarlos y maldecirlos? Todas estas son preguntas reales. Si tus padres te impiden creer en Dios, ¿cómo debes tratarlos? Tal y como pide Dios, debes amar lo que Dios ama y odiar lo que Dios odia. Durante la Era de la Gracia, el Señor Jesús dijo: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?” “Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”. Estas palabras ya existían en la Era de la Gracia, y ahora las palabras de Dios son incluso más claras: “Ama lo que Dios ama, y odia lo que Dios odia”. Estas palabras van directas al grano, pero las personas a menudo son incapaces de captar su verdadero sentido. Si una persona es alguien que niega y se opone a Dios, y que está maldecida por Él, pero se trata de uno de tus padres o de un familiar tuyo y, al parecer, no es una persona malvada y te trata bien, entonces podrías encontrarte con que eres incapaz de odiarla, y puede incluso que sigas en contacto cercano con ella, sin que cambie vuestra relación. Oír que Dios odia a tales personas te genera conflicto y no eres capaz de ponerte del lado de Dios y rechazarlas sin piedad. Siempre te atan los sentimientos y no puedes abandonarlas por completo. ¿Por qué pasa esto? Esto sucede porque tus sentimientos son demasiado intensos y te dificultan practicar la verdad. Esa persona es buena contigo, así que no puedes llegar a odiarla. Solo podrías odiarla si te lastimara. ¿Ese odio estaría en consonancia con los principios-verdad? Además, también te atan las nociones tradicionales, pues piensas que es uno de tus padres o un familiar, así que, si la odias, la sociedad te despreciaría y la opinión pública te denostaría, te condenaría por ser poco filial, carente de conciencia, ni siquiera humano. Crees que sufrirías la condena y el castigo divinos. Incluso si quieres odiarla, tu conciencia no te lo permite. ¿Por qué funciona así tu conciencia? Porque desde que eras niño te han inculcado una manera de pensar, a través de la herencia de la familia, de la educación que recibiste de tus padres y del adoctrinamiento de la cultura tradicional. Tienes esta manera de pensar arraigada profundamente en el corazón y te hace creer erróneamente que la devoción filial es perfectamente natural y está justificada, y que cualquier cosa que hayas heredado de tus ancestros siempre es buena. La aprendiste primero y sigue siendo dominante, lo que crea un enorme obstáculo y una perturbación en tu fe y en la aceptación de la verdad, y te deja incapacitado para poner en práctica las palabras de Dios y amar lo que Él ama y odiar lo que odia. Sabes de corazón que tu vida provino de Dios, no de tus padres, y también que ellos no solo no creen en Dios, sino que se oponen a Él, que Dios los odia y tú deberías someterte a Él, ponerte de Su lado, pero simplemente no puedes llegar a odiarlos, por más que quieras. No puedes cambiar de idea, no puedes endurecer tu corazón y no puedes practicar la verdad. ¿Cuál es la causa de eso? Satanás usa ese tipo de cultura tradicional y esas nociones de moralidad para atar tus pensamientos, tu mente y tu corazón, lo que te vuelve incapaz de aceptar las palabras de Dios; tales cosas de Satanás te han poseído y te han hecho incapaz de aceptar Sus palabras. Cuando quieres practicar las palabras de Dios, estas cosas te perturban en tu interior, hacen que te opongas a la verdad y a Sus requisitos, y te vuelven impotente para librarte del yugo de la cultura tradicional. Tras luchar durante un tiempo, cedes: prefieres creer que las nociones tradicionales de moralidad son correctas y conformes a la verdad, así que rechazas o abandonas las palabras de Dios. No aceptas Sus palabras como la verdad y no piensas en absoluto en ser salvado, pues sientes que aún vives en este mundo, y solo puedes sobrevivir apoyándote en estas personas. Incapaz de soportar el rechazo social, preferirías renunciar a la verdad y a las palabras de Dios, abandonarte a las nociones tradicionales de moralidad y a la influencia de Satanás, y optarías por ofender a Dios en lugar de practicar la verdad. ¿Acaso no es el hombre digno de pena? ¿No tiene necesidad de la salvación de Dios? Algunos han creído en Dios durante muchos años, pero aún no comprenden el tema de la devoción filial. Realmente no entienden la verdad. Nunca pueden abrirse camino a través de esta barrera de las relaciones mundanales; no tienen la valentía, ni la confianza, ni mucho menos la determinación, de modo que no pueden amar y obedecer a Dios. Algunos son capaces de ver más allá de esto, y para ellos realmente no es fácil decir: “Mis padres no creen en Dios y me impiden creer. Son demonios”. Ningún incrédulo tiene fe en que hay un Dios, o en que Él ha creado los cielos, la tierra y todas las cosas, o en que el hombre es una creación de Dios. Incluso algunos dicen: “Los padres dan la vida al hombre, y este debería honrarlos”. ¿De dónde proviene este tipo de pensamiento o punto de vista? ¿De Satanás? Han sido milenios de cultura tradicional, en los que se ha educado y desorientado al hombre de esta manera, lo que lo ha llevado a negar la creación y la soberanía de Dios. Si Satanás no desorientara y controlara a la gente, el hombre investigaría la obra de Dios, leería Sus palabras y sabría que Él lo ha creado, que le ha dado la vida, que le ha proporcionado todo lo que tiene y que es a Dios a quien debe dar las gracias. Si alguien nos hace un favor, deberíamos aceptarlo de parte de Dios, en particular en el caso de nuestros padres, que nos tuvieron y criaron; Dios ha arreglado todo esto. Él detenta la soberanía sobre todo; el hombre no es más que una herramienta de servicio. Si alguien puede dejar de lado a los padres, a su esposo (o esposa) y a los hijos para esforzarse por Dios, entonces será más fuerte y tendrá un sentido de la justicia más elevado ante Él. No obstante, no es fácil que la gente se abra camino a través de la servidumbre de la educación nacional, las ideas y nociones de la cultura tradicional y las declaraciones morales, porque estas ponzoñas y filosofías satánicas han arraigado durante mucho tiempo en el corazón de las personas y han producido todo tipo de actitudes corruptas que les impiden oír la palabra de Dios y someterse a Él. En lo hondo del corazón del hombre corrupto falta una voluntad fundamental de poner en práctica la verdad y de seguir la voluntad de Dios. Por tanto, la gente se rebela contra Él y se le resiste; es posible que lo traicione y lo abandone en cualquier momento. ¿Puede alguien recibir la verdad si en su interior habitan el carácter corrupto y las ponzoñas y las filosofías satánicas? ¿Puede lograr someterse a Dios? Realmente es muy difícil. Si no fuera por la obra de juicio que Dios mismo lleva a cabo, la humanidad profundamente corrupta no podría alcanzar la salvación ni purificar todo su carácter satánico. Incluso si las personas creen en Dios y están dispuestas a seguirlo, no pueden escucharlo ni someterse a Él, porque les cuesta demasiado esfuerzo aceptar la verdad. Así pues, para perseguir la verdad primero hay que buscar conocerse a uno mismo y resolver el carácter corrupto propio. Solo entonces será más sencillo aceptar la verdad. Conocerse no es un asunto simple de ninguna manera; únicamente los que aceptan la verdad pueden conocerse a sí mismos. Es por ello que conocerse es fundamental y es algo que no debéis pasar por alto.

Las personas tienen actitudes corruptas, de modo que les cuesta mucho aceptar la verdad y, aún más, conocerse a sí mismas. Si quieren alcanzar la salvación, deben llegar a conocer sus actitudes corruptas y su esencia-naturaleza. Solo entonces podrán aceptar realmente la verdad y ponerla en práctica. A la mayoría de los que creen en Dios les basta con solo poder expresar las palabras y las doctrinas, pues creen que entienden la verdad. Eso es un gran error, porque los que no se conocen a sí mismos no la entienden. Por tanto, para entender y obtener la verdad en su creencia en Dios, la gente debe centrarse en conocerse a sí misma. Independientemente del momento o del lugar en que nos hallemos y del entorno en el que nos encontremos, si podemos llegar a conocernos a nosotros mismos, descubrir y analizar nuestras actitudes corruptas y convertir el autoconocimiento en nuestra principal prioridad, sin duda tendremos ventaja y poco a poco nos conoceremos a nosotros mismos más a fondo. Al mismo tiempo, practicaremos la verdad, así como el amor y la sumisión a Dios, y entenderemos la verdad cada vez más. De ese modo, esta se convertirá en nuestra vida de manera natural. Sin embargo, si no entras en absoluto en el autoconocimiento, será una falsedad que digas que practicas la verdad, porque te estará cegando todo tipo de fenómenos superficiales. Piensas que te comportas mejor, que tienes más conciencia y razón que antes, que eres más amable, considerado, tolerante, paciente e indulgente con los demás y, en consecuencia, crees que ya vives una humanidad normal y que eres fabuloso y perfecto. No obstante, a ojos de Dios, todavía no te encuentras a la altura de Sus requisitos y criterios, y estás muy lejos de someterte a Él y adorarlo de verdad. Eso demuestra que no has obtenido la verdad, que careces de la más mínima realidad y que aún te queda mucho para cumplir los criterios de la salvación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente

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