8. Cómo discernir las filosofías de Satanás y diversas herejías y falacias

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Dios mismo es la verdad y Él posee todas las verdades. Dios es la fuente de la verdad. Cada cosa positiva y cada verdad provienen de Dios. Él puede emitir un juicio sobre lo correcto y lo incorrecto de todas las cosas y todos los acontecimientos; Él puede emitir un juicio sobre las cosas que han ocurrido, las cosas que están ocurriendo en este momento y las cosas futuras aún desconocidas para el hombre. Dios es el único juez que puede emitir un juicio sobre lo correcto y lo incorrecto de todas las cosas, y esto significa que lo correcto y lo incorrecto de todas las cosas solo puede ser juzgado por Dios. Él conoce los criterios para todas las cosas. Él puede expresar verdades en cualquier momento y lugar, Dios es la personificación de la verdad, lo cual significa que Él mismo posee la esencia de la verdad. Aunque el hombre comprenda muchas verdades y sea perfeccionado por Dios, ¿tendría entonces algo que ver con la personificación de la verdad? No. Eso es una certeza. Cuando el hombre es perfeccionado, con respecto a la obra actual de Dios y a las diversas normas que Él exige del hombre, este tendrá un juicio y métodos de práctica precisos, y comprenderá plenamente las intenciones de Dios. Puede diferenciar entre lo que viene de Dios y lo que viene del hombre, entre lo que es correcto y lo que es incorrecto. Sin embargo, hay algunas cosas que permanecen inalcanzables y nada claras para el hombre, cosas que este solo puede conocer después de que Dios las diga. ¿Podría el hombre conocer o predecir cosas que aún son desconocidas, cosas que Dios aún no le ha dicho? En absoluto. Además, aun si el hombre obtuviera la verdad de Dios, poseyera la realidad-verdad y conociera la esencia de muchas verdades y tuviera la capacidad de distinguir lo correcto de lo incorrecto, ¿tendría la capacidad de controlar y gobernar todas las cosas? No la tendría. Esa es la diferencia entre Dios y el hombre. Los seres creados solo pueden obtener la verdad de la fuente de la verdad. ¿Pueden obtener la verdad del hombre? ¿Es el hombre la verdad? ¿Puede el hombre proveerla? No puede, y ahí reside la diferencia. Tú solo puedes recibir la verdad, no proveerla. ¿Se te puede llamar una persona que posee la verdad? ¿Se te puede llamar la personificación de la verdad? ¡Por supuesto que no! ¿Cuál es, con exactitud, la esencia de la personificación de la verdad? Es la fuente que provee la verdad, la fuente de gobierno y soberanía sobre todas las cosas y es, también, el único criterio y estándar a través de los cuales se juzgan todas las cosas y todos los acontecimientos. Esta es la personificación de la verdad.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (III)

Al expresar la verdad, Dios expresa Su carácter y esencia; Su expresión de la verdad no se basa en las diversas cosas y afirmaciones positivas que la gente cree que la especie humana ha resumido. Las palabras de Dios son las palabras de Dios; las palabras de Dios son la verdad. Son el único fundamento y ley que rige la existencia de la especie humana y Dios condena todos esos presuntos principios que tienen su origen en el hombre y están equivocados y son absurdos. No reciben Su aprobación, y ni mucho menos son origen o fundamento de Sus declaraciones. Dios expresa Su carácter y esencia con Sus palabras. Todas las palabras que expresa Dios son la verdad, ya que Él tiene la esencia de Dios y es la realidad de todas las cosas positivas. Independientemente de cómo esta especie humana corrupta posicione o defina las palabras de Dios, o de cómo las contemple o entienda, las palabras de Dios son eternamente la verdad, y esto es un hecho que nunca se altera. Por muchas palabras de Dios que se hayan pronunciado y por más que las condene y rechace esta especie humana corrupta y perversa, hay un hecho que es siempre inmutable: las palabras de Dios siempre serán la verdad, y el hombre nunca puede cambiar esto. Al final, el hombre debe admitir que las palabras de Dios son la verdad, y que la estimada cultura tradicional y el conocimiento científico de la especie humana nunca podrán convertirse en cosas positivas, y nunca podrán convertirse en la verdad. Esto es indiscutible. La cultura tradicional y las estrategias de supervivencia de la especie humana no se convertirán en la verdad a consecuencia de los cambios o del paso del tiempo, y tampoco las palabras de Dios se convertirán en palabras del hombre porque la especie humana las condene o las olvide. La verdad es siempre la verdad, esta esencia nunca cambiará. ¿Qué hechos existen en ella? Que estos dichos comunes que la especie humana ha resumido encuentran su origen en Satanás y en las figuraciones y nociones humanas, o surgen de la impulsividad y las actitudes corruptas de los humanos, y no tienen absolutamente nada que ver con las cosas positivas. Las palabras de Dios, por otra parte, son expresión de la esencia y la identidad de Dios. ¿Por qué expresa estas palabras? ¿Por qué digo que son la verdad? Porque Dios es soberano sobre todas las leyes, las reglas, las causas, las esencias, las realidades y los misterios de todas las cosas. Los capta en Su mano. Por tanto, solo Dios conoce las reglas, las realidades, los hechos y los misterios de todas las cosas. Dios conoce el origen de todo, y sabe cuál es exactamente la raíz de todas las cosas. Solo las definiciones para todas las cosas presentadas en las palabras de Dios son las más exactas, y solo ellas son los estándares y principios para la vida de los seres humanos y las verdades y criterios en base a los cuales viven los seres humanos, mientras que las leyes y teorías satánicas en las que ha confiado el ser humano para vivir desde que Satanás lo corrompiera son al mismo tiempo contrarias al hecho de que Dios es soberano sobre todas las cosas y al hecho de que Dios es soberano sobre las leyes y las reglas de todas las cosas. Todas las teorías satánicas del ser humano surgen de sus nociones y figuraciones, y provienen de Satanás. ¿Qué clase de papel desempeña Satanás? Primero, se presenta a sí mismo como la verdad; a continuación, perturba, destruye y pisotea todas las leyes y reglas de todas las cosas que ha creado Dios. Por tanto, aquello que proviene de Satanás se ajusta demasiado bien a la esencia de Satanás y está lleno del perverso propósito de Satanás, de falsificaciones y simulaciones, y de su siempre inmutable ambición. No importa si los humanos corruptos puedan discernir estas filosofías y teorías de Satanás, y por mucha gente que pregone, promueva y siga estas cosas, y por muchos años y eras que la humanidad corrupta las haya admirado, adorado y predicado, no se convertirán en verdad. Como su esencia, su fuente y su origen es Satanás, que es hostil a Dios y a la verdad, estas cosas nunca se convertirán por tanto en la verdad, siempre serán negativas. Cuando no hay verdad con la que comparar, pueden pasar por buenas y positivas, pero cuando se usa la verdad para dejarlas en evidencia y diseccionarlas, no son infalibles, no pueden resistir el escrutinio y son cosas que se condenan y se rechazan al instante. La verdad que expresa Dios coincide de forma exacta con las necesidades de la humanidad normal de la especie humana que Dios creó, mientras que las cosas que Satanás inculca a las personas son precisamente contrarias a las necesidades de la humanidad normal de la especie humana. Hacen que una persona normal se vuelva anormal y se convierta en extrema, estrecha de miras, arrogante, necia, perversa, intransigente, cruel e incluso tan altiva que resulta insoportable. Llega a un punto en el que se vuelve tan grave que la gente se desquicia y ni siquiera sabe quién es. No quieren ser personas normales o corrientes y en su lugar insisten en ser superhumanos, gente con poderes especiales o seres humanos de alto nivel; estas cosas han distorsionado a la humanidad y a su instinto. La verdad hace que la gente sea capaz de existir de manera más instintiva de acuerdo con las reglas y las leyes de la humanidad normal y todas estas reglas establecidas por Dios, mientras que estos supuestos refranes populares y dichos desorientadores justamente hacen que la gente se vuelva contra el instinto humano y evada las leyes ordenadas y formuladas por Dios, incluso hasta el punto de hacer que se desvíe del recorrido de la humanidad normal y haga algunas cosas extremas que la gente normal no debería hacer ni pensar. Estas leyes satánicas no solo distorsionan la humanidad de las personas, sino que también le hacen perder su humanidad normal y el instinto de esta.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (I)

Desde que la humanidad inventó las ciencias sociales, la ciencia y el conocimiento ocuparon su mente. Después, estos pasaron a ser herramientas para gobernar a la humanidad, y ya no hay espacio suficiente para que el hombre adore a Dios ni hay condiciones favorables para Su adoración. La posición de Dios se ha hundido aún más abajo en el corazón del hombre. Sin Dios en su corazón, el mundo interior del hombre es oscuro, desesperanzado y vacío. Posteriormente, muchos científicos sociales, historiadores y políticos han saltado a la palestra para expresar teorías de ciencias sociales, la teoría de la evolución humana y otras que contradicen la verdad de que Dios creó al hombre, para llenar los corazones y las mentes de la humanidad. Así, cada vez son menos los que creen que Dios lo creó todo, y son más los que creen en la teoría de la evolución. Más y más personas tratan los relatos de la obra de Dios y Sus palabras durante la era del Antiguo Testamento como mitos y leyendas. En sus corazones, las personas se vuelven indiferentes a la dignidad y a la grandeza de Dios, al principio de que Él existe y que domina todas las cosas. La supervivencia de la humanidad y el porvenir de países y naciones ya no son importantes para estas personas, y el hombre vive en un mundo vacío que se preocupa solo por comer, beber y buscar el placer… Pocas personas tienen la iniciativa de buscar dónde Dios lleva a cabo Su obra hoy o cómo preside y organiza el destino del hombre. Y, de esta forma, sin el hombre saberlo, la civilización humana se vuelve cada vez menos capaz de cumplir los deseos del hombre e, incluso, todavía hay muchos que sienten que, viviendo en un mundo así, son menos felices que aquellos que ya han muerto. Hay incluso personas de países que solían ser muy civilizados que ventilan estas quejas. Y es que sin la dirección de Dios, por mucho que los gobernantes y sociólogos se devanen los sesos para preservar la civilización humana, todo es inútil. Nadie puede llenar el vacío en el corazón del hombre, porque nadie puede ser su vida, y ninguna teoría social puede liberarlo del vacío que lo aflige. Ciencia, conocimiento, libertad, democracia, ocio, comodidad: estas cosas solo le brindan un consuelo temporal al hombre. Incluso teniendo esto, el hombre sigue pecando inevitablemente y se queja de las injusticias de la sociedad. Estas cosas no pueden refrenar su anhelo y deseo de explorar. Esto es porque la humanidad fue creada por Dios, y sus sacrificios y sus exploraciones sin sentido solo pueden llevarla a una angustia mayor y solo pueden causar que el hombre exista en un estado de miedo constante, sin saber cómo afrontar el futuro de la humanidad ni cómo hacer frente a la senda que tiene por delante. El hombre incluso llega a temer a la ciencia y al conocimiento y, más aún, al sentimiento de vacío. En este mundo, vivas en un país libre o en uno sin derechos humanos, eres totalmente incapaz de escapar al sino de la humanidad. Seas gobernador o gobernado, eres totalmente incapaz de escapar del deseo de explorar el sino, los misterios y el destino de la humanidad, mucho menos eres capaz de escapar al desconcertante sentimiento de vacío. Tales fenómenos, comunes a toda la humanidad, son llamados “fenómenos sociales” por los sociólogos, pero ningún gran hombre puede surgir y resolver estos problemas. Después de todo, el hombre es hombre, y ninguno de ellos puede reemplazar la posición y la vida de Dios. La humanidad no solo requiere una sociedad justa en la que todos estén bien alimentados y que sea igualitaria y libre; lo que necesita la humanidad es la salvación de Dios y Su provisión de vida. Solo cuando el hombre recibe la provisión de vida de Dios y Su salvación puede resolver las necesidades, el anhelo de explorar y el vacío espiritual. Si las personas de un país o nación son incapaces de recibir la salvación y el cuidado de Dios, ese país o nación irá camino del deterioro, hacia las tinieblas y Dios lo aniquilará.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el porvenir de toda la humanidad

El conocimiento de la cultura de la antigüedad ha robado al hombre, a escondidas, de la presencia de Dios, y lo ha entregado al rey de los demonios y su prole. Los Cuatro Libros y los Cinco Clásicos[a] han llevado el pensamiento y las nociones del hombre a otra era de rebelión, y han hecho que ofrezca aún más adulación que antes a aquellos que recopilaron los Libros/Documentos Clásicos, y como consecuencia de ello se exacerban sus nociones sobre Dios. Sin que el hombre lo supiese, el rey de los demonios expulsó a Dios de su corazón y después lo ocupó él mismo con regodeo triunfante. Desde ese momento, el hombre fue poseído por un alma fea con el rostro del rey de los demonios. Su pecho se llenó de odio hacia Dios, y la maldad rencorosa del rey de los demonios se extendió dentro del hombre día tras día, hasta que este quedó consumido por completo. El hombre ya no tenía la más mínima libertad, ni manera de liberarse de los esforzados empeños del rey de los demonios. No le quedó otro remedio que ser tomado cautivo en el acto, rendirse y sucumbir a la sumisión en su presencia. Hace mucho, cuando el corazón y el alma del hombre estaban todavía en ciernes, el rey de los demonios plantó en ellos la semilla del tumor del ateísmo, le enseñó falacias tales como “estudia ciencia y tecnología, realiza las Cuatro Modernizaciones y no hay Dios en el mundo”. Y no solo eso, sino que grita en toda ocasión: “Construyamos una hermosa patria apoyándonos en nuestro laborioso esfuerzo”; pidiendo a todas las personas que estuvieran preparadas desde la infancia para servir a su país con lealtad. El hombre fue llevado ante su presencia inconscientemente, donde, sin dudarlo, se atribuyó todo el mérito a sí mismo (es decir, el mérito que le pertenece a Dios por sostener a toda la humanidad en Sus manos). Nunca tuvo ningún sentido de vergüenza. Además, capturó descaradamente al pueblo de Dios y lo arrastró de vuelta a su casa, donde saltó como un ratón sobre la mesa, e hizo que el hombre lo adorara como a Dios. ¡Qué malhechor! Grita cosas desconcertantes y escandalosas como: “No hay Dios en el mundo. El viento surge de transformaciones según las leyes naturales; la lluvia se crea cuando el vapor de agua, al encontrarse con temperaturas bajas, se condensa en gotas que caen sobre la tierra; un terremoto es el temblor de la superficie de la tierra por los cambios geológicos; la sequía se debe a la sequedad del aire causada por la interrupción nucleónica en la superficie del sol. Son fenómenos naturales. ¿Dónde hay un acto de Dios en todo esto?”. Hay incluso aquellos que gritan declaraciones como las siguientes, declaraciones a las que no se les debería dar voz: “El hombre evolucionó de los simios en la antigüedad, y el mundo hoy viene de una sucesión de sociedades primitivas de hace un eón. El que un país prospere o decaiga está completamente en manos de su pueblo”. En el fondo, hace que el hombre lo cuelgue en la pared o lo ponga en la mesa para rendirle homenaje y hacerle ofrendas. Al tiempo en que grita: “No hay Dios”, se considera a sí mismo como Dios, y empuja a Dios sin contemplaciones fuera de los límites de la tierra mientras se pone en lugar de Dios y actúa como rey de los demonios. ¡No tiene ningún sentido! […]

De arriba abajo, y de principio a fin, Satanás ha estado perturbando la obra de Dios y actuando en oposición a Él. Toda esta conversación sobre “la herencia cultural antigua”, valioso “conocimiento de la antigua cultura”, “enseñanzas del taoísmo y confucionismo”, y “los clásicos confucianos y ritos feudales” ha llevado al hombre al infierno. La ciencia y la tecnología avanzadas modernas, así como la industria, la agricultura y los negocios altamente desarrollados no se ven por ningún sitio. Más bien, todo lo que hace es enfatizar los ritos feudales propagados por los “simios” de la antigüedad para trastornar, oponerse y destruir deliberadamente la obra de Dios. No solo ha seguido afligiendo al hombre hasta hoy, sino que además quiere tragárselo[1] por completo. La transmisión de las enseñanzas éticas y morales del feudalismo y el legado del conocimiento de la antigua cultura han infectado a la humanidad desde hace mucho, y la han convertido en demonios grandes y pequeños. Solo hay unos cuantos que recibirían de buena gana a Dios, y que recibirían con júbilo Su venida. El rostro de la humanidad está lleno de intenciones asesinas y, en todas partes, se respira un aire de muerte. Buscan expulsar a Dios de esta tierra; cuchillos y espadas en mano, se disponen en formación de batalla para “aniquilarlo”.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (7)

Notas al pie:

1. “Tragarlo” se refiere a la violenta conducta del rey de los demonios, que saquea al pueblo en su totalidad.

a. Los Cuatro Libros y los Cinco Clásicos son los libros autorizados del Confucionismo en China.


Independientemente de vuestro nivel actual de conocimiento, o de lo avanzados que sean vuestros grados y cualificaciones académicas, ahora hablo de los puntos de vista de la humanidad sobre el conocimiento y Mi opinión al respecto. ¿Sabéis qué piensa Dios del conocimiento? Algunos podrían decir que Dios desea una ciencia desarrollada para la humanidad y que las personas entendieran más sobre el conocimiento científico, ya que Él no quiere que el hombre sea demasiado atrasado e ignorante y tenga escasa comprensión. Esto es correcto, pero Dios utiliza estas cosas para rendir servicio y no las aprueba. Por muy maravillosas que sean a ojos del hombre, no son ni la verdad ni un sustituto de ella, de modo que Dios expresa la verdad para cambiar a las personas y su carácter. Aunque en ocasiones las palabras de Dios pueden tocar puntos de vista o maneras de observar el conocimiento, como el confucianismo o las ciencias sociales, solo representan dichos puntos de vista. Al leer entre líneas las palabras de Dios, deberíamos ver que Él detesta el conocimiento humano. Dicho conocimiento no solo contiene frases básicas y doctrinas simples, sino también algunos pensamientos y puntos de vista, además de absurdidad humana, prejuicios y ponzoñas satánicas. Ciertos tipos de conocimiento pueden incluso desorientar y corromper a la gente: son la ponzoña y el tumor de Satanás, y una vez que alguien ha aceptado este conocimiento y lo entiende, la ponzoña de Satanás crecerá en su interior como un tumor, que se extenderá por todo el cuerpo e, inevitablemente, resultará en la muerte si esa persona no se sana con las palabras de Dios y se cura con la verdad. De modo que, cuanto más conocimiento adquiera la gente, cuanto más capte, menos probable será que crea en la existencia de Dios. Al contrario, realmente lo negará y se resistirá a Él, ya que el conocimiento es algo que puede ver y tocar, y está relacionado principalmente con cosas de su vida. Las personas pueden estudiar y adquirir mucho conocimiento en la escuela, pero están ciegas a la fuente del conocimiento y a su relación con el reino espiritual. La mayoría del conocimiento que la gente aprende y capta va en contra de la verdad de las palabras de Dios, y el materialismo filosófico y la evolución, en particular, pertenecen a las herejías y las falacias del ateísmo. Sin duda, son un montón de falacias que se resisten a Dios. ¿Qué ganarás si lees libros de historia, las obras de autores muy conocidos o las biografías de grandes personalidades, o quizá si estudias ciertos aspectos científicos o tecnológicos? Por ejemplo, si estudias física, dominarás algunos principios físicos, la teoría newtoniana u otras doctrinas, pero, una vez aprendidas y asimiladas, estas cosas te controlarán la mente y te dominarán el pensamiento. Después, cuando llegues a leer las palabras de Dios, pensarás: “¿Cómo es que Dios no menciona la gravedad? ¿Por qué no se habla del espacio exterior? ¿Por qué Dios no habla de si la Luna tiene atmósfera o de cuánto oxígeno hay en la Tierra? Dios debería divulgar estas cosas, ya que realmente se deben hacer saber y contar a la humanidad”. Si albergas este tipo de pensamientos en el corazón, considerarás la verdad y las palabras de Dios como algo secundario y, en su lugar, pondrás en primer plano todo tu conocimiento y tus teorías. Así es como tratarás la palabra de Dios. En cualquier caso, estas cosas intelectuales transmitirán a las personas una idea equivocada y harán que se aparten de Dios. No importa si creéis o no, o si podéis aceptarlo hoy: llegará el día en el que admitiréis este hecho. ¿Entendéis verdaderamente cómo el conocimiento puede llevar a la gente a la destrucción, al infierno? Es posible que algunos no estén dispuestos a aceptarlo, porque entre vosotros hay algunas personas con un alto nivel de educación y muy cultas. No me burlo de vosotros ni soy sarcástico, simplemente expongo un hecho. Tampoco os pido que lo aceptéis aquí y ahora mismo, sino que lleguéis gradualmente a entender este aspecto. El conocimiento hace que utilices la mente y el intelecto para analizar y tratar todo lo que Dios hace. Se convertirá en una traba y un obstáculo para que conozcas a Dios y experimentes Su obra, y te llevará a apartarte de Dios y a resistirte a Él. Pero ya tienes conocimiento, así que, ¿qué debes hacer? Debes diferenciar entre el conocimiento práctico y el que proviene de Satanás y pertenece a la herejía y la falacia. Si solo aceptas el conocimiento ateísta absurdo, esto puede obstruir tu fe en Dios, perturbar tu relación normal con Él y tu aceptación de la verdad, y bloquear tu entrada en la vida. Debes saber esto y es correcto hacerlo.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La senda de práctica para la transformación del carácter

Conocimiento, experiencia, enseñanzas; ninguna de esas cosas es la verdad ni se relaciona en absoluto con ella. Estas cosas incluso están en contra de la verdad y Dios las condena. Tomemos como ejemplo el conocimiento. ¿La historia cuenta como forma de conocimiento? (Sí). ¿Cómo se originaron el conocimiento y los libros de historia sobre la historia humana, la historia de ciertos países o grupos étnicos, la historia moderna, la historia antigua o incluso ciertas historias no oficiales? (Los escribieron personas). Entonces, ¿las cosas que escriben las personas concuerdan con la historia real? ¿No están las ideas y puntos de vista de las personas en desacuerdo con los principios, los medios y los métodos de las acciones de Dios? ¿Se relacionan con la historia real esas palabras expresadas por el hombre? (No). No hay una relación. Por eso, independientemente de lo precisas que sean las crónicas que contienen los libros de historia, solo son conocimiento. Independientemente de lo elocuentes que sean esos historiadores y de la lógica y la claridad con la que narren esas historias, ¿a qué conclusión llegarás después de escucharlos? (Sabremos de esos acontecimientos). Sí, sabrás de ellos. Sin embargo, ¿narran las historias con el mero objetivo de informarte de esos acontecimientos? Tienen cierta idea con la que desean adoctrinarte. ¿Y en qué se centra ese adoctrinamiento? Eso es lo que debemos analizar y diseccionar. Dejad que os dé un ejemplo para que podáis comprender con qué quieren adoctrinar a la gente. Después de analizar la historia desde la antigüedad hasta el presente, la gente finalmente acuñó un dicho; ha observado un hecho en la historia humana y es que “La legitimidad es del vencedor, el perdedor nunca tiene razón”. ¿Es eso conocimiento? (Sí). Ese conocimiento surge de los hechos históricos. ¿Ese dicho se relaciona de alguna manera con los medios y métodos mediante los cuales Dios ejerce Su soberanía sobre todas las cosas? (No). De hecho, es todo lo contrario; los contradice y se opone a ellos. Entonces, te han adoctrinado con este dicho. Y si no comprendes la verdad o si eres un no creyente, ¿qué podrías pensar después de oírlo? ¿Qué percepción tendrías de él? Primero, estos historiadores o libros de historia hacen una lista de todos los acontecimientos de este tipo, y emplean suficiente evidencia y hechos históricos para corroborar la precisión del dicho. Al principio, puede que solo lo hayas leído en un libro y apenas sepas algo del dicho en sí mismo; podrías comprender solo cierta dimensión de él o comprenderlo solo hasta cierto punto, hasta que te enteras de estos acontecimientos. No obstante, una vez que escuchas estos hechos históricos, tu reconocimiento y aceptación se vuelven más profundos. De ninguna manera dirás: “En algunos casos no es así”. En lugar de eso, dirás: “Así es como son las cosas; si se observa la historia desde la antigüedad hasta el presente, la especie humana se ha desarrollado de esta manera: ¡la legitimidad es del vencedor, el perdedor nunca tiene razón!”. Al percibir el asunto de esa manera, ¿qué puntos de vista y actitudes tendrás hacia tu comportamiento, tu carrera profesional y tu vida diaria, así como hacia las personas, los acontecimientos y las cosas que te rodean? ¿Esa percepción cambiará tu actitud? (Sí). Lo hará por encima de todo. ¿Y de qué manera cambiará tu actitud? ¿Guiará y cambiará la dirección de tu vida y los métodos que aplicas para los asuntos mundanos? Quizás antes creías que “La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud” y que “Los buenos viven en paz”. Ahora, pensarás: “Dado que ‘La legitimidad es del vencedor, el perdedor nunca tiene razón’, si quiero convertirme en un funcionario, debo tener cuidado con Fulano. No está de mi lado, así que no puedo ascenderlo aunque lo merezca”. Al pensar de esta manera, tu actitud cambiará, y lo hará rápidamente. ¿Cómo se producirá ese cambio? Será porque has aceptado la idea y el punto de vista de que “La legitimidad es del vencedor, el perdedor nunca tiene razón”. Escuchar muchos datos solo reafirmará aún más que este punto de vista es correcto para ti en la vida real humana. Creerás firmemente que debes aplicarlo a tus propias acciones y a tu comportamiento para poder perseguir tu vida futura y tus expectativas. ¿No te habrán cambiado esa idea y ese punto de vista? (Sí). Y mientras generan cambios en ti, también te están corrompiendo. Así es como sucede. Tal conocimiento te cambia y te corrompe. Así que, al mirar la raíz del asunto, independientemente de la precisión con que estén expuestas estas historias, finalmente se las resume en ese dicho y tú eres adoctrinado con esa idea. Ese conocimiento, ¿es la personificación de la verdad o la lógica de Satanás? (La lógica de Satanás). Correcto. ¿Lo he explicado con suficiente detalle? (Sí). Ahora está claro. Si no crees en Dios, pasarán dos vidas y aún seguirás sin entender esto; cuanto más vivas, más sentirás que eres necio, más pensarás que no eres lo suficientemente implacable y que deberías ser más despiadado, más artero, más siniestro y una persona peor y más malvada. Te dirás a ti mismo: “Si él puede matar, yo debo causar incendios. Si él mata a una persona, yo debo matar a diez. Si él mata sin dejar rastro, yo haré daño a las personas sin que se enteren; ¡incluso haré que sus descendientes me agradezcan durante tres generaciones!”. Esa es la influencia que la filosofía, el conocimiento, la experiencia y las enseñanzas de Satanás han ejercido sobre la humanidad. En realidad, no es más que maltrato y corrupción. Por lo tanto, cualquier tipo de conocimiento que se predique o se propague por este mundo te adoctrinará con una idea o punto de vista. Si no puedes discernir esto, serás envenenado. En definitiva, una cosa es cierta ahora: no importa si este conocimiento viene de la gente corriente o de fuentes oficiales, si es reverenciado por una minoría o por la mayoría; nada de eso es relevante a la verdad. La verdad es la realidad de todas las cosas positivas. Su exactitud no depende de la cantidad de personas que la reconocen. La realidad de las cosas positivas es, en sí misma, la verdad. Nadie puede cambiar eso y nadie puede negarlo. La verdad siempre será la verdad.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (III)

Todos los que son del diablo viven para sí mismos. Su visión de la vida y sus máximas proceden principalmente de los dichos de Satanás, como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, “El hombre muere por la riqueza como las aves por el alimento” y otras falacias similares. Todas estas palabras pronunciadas por esos reyes demonios, por personas importantes y filósofos, se han convertido en la vida del hombre. En particular, la mayor parte de las palabras de Confucio, proclamado por el pueblo chino como un “sabio”, se han convertido en la vida del hombre. También están los proverbios famosos del budismo y el taoísmo, y los dichos clásicos de diversas figuras famosas citados con frecuencia. Todos estos son resúmenes de las filosofías de Satanás y de su naturaleza. También son las mejores ilustraciones y explicaciones de la naturaleza de Satanás. Estos venenos que se han inoculado en el corazón del hombre proceden todos de Satanás y ni la más mínima pizca de ellos procede de Dios. Tales palabras demoníacas también están en directa oposición a la palabra de Dios. Queda absolutamente claro que las realidades de todas las cosas positivas vienen de Dios, y todas las cosas negativas que envenenan al hombre proceden de Satanás. Por tanto, puedes discernir la naturaleza de una persona y a quién pertenece fijándote en su visión de la vida y en sus valores. Satanás corrompe a las personas mediante la educación y la influencia de gobiernos nacionales, de los famosos y los grandes. Sus palabras demoníacas se han convertido en la vida y naturaleza del hombre. “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” es un conocido dicho satánico que ha sido infundido en todos y esto se ha convertido en la vida del hombre. Hay otras palabras de las filosofías para los asuntos mundanos que también son así. Satanás utiliza la cultura tradicional de cada nación para educar, desorientar y corromper a las personas, provocando que la humanidad caiga y sea envuelta en un abismo infinito de destrucción, y al final Dios destruye a las personas porque sirven a Satanás y se resisten a Dios. Algunas personas han trabajado como funcionarios públicos en la sociedad durante décadas. Imagina que le haces la siguiente pregunta: “Te ha ido tan bien en esa función, ¿cuáles son los principales dichos famosos por los que te riges?”. Podría decir, “Si hay algo que entiendo, es esto: ‘Los funcionarios facilitan las cosas a quienes traen obsequios, los que no adulan ni halagan no consiguen nada’”. Esta es la filosofía satánica en la que se basa su carrera. ¿Acaso estas palabras no son representativas de la naturaleza de estas personas? No escatimar ningún medio para obtener posición se ha convertido en su naturaleza; el funcionariado y el éxito profesional son sus metas. Sigue habiendo muchos venenos satánicos en la vida de las personas, en su conducta y comportamiento. Por ejemplo, sus filosofías para los asuntos mundanos, sus formas de hacer las cosas y sus máximas están todas llenas de los venenos del gran dragón rojo, y proceden por entero de Satanás. Así pues, todas las cosas que fluyen a través de los huesos y la sangre de las personas son de Satanás. Todos esos funcionarios, aquellos que están en el poder y quienes logran el éxito tienen sus propias sendas y sus propios secretos para llegar a él. ¿No son tales secretos perfectamente representativos de su naturaleza? Han hecho cosas muy grandes en el mundo, y nadie puede darse cuenta de los planes e intrigas que se esconden tras ellos. Esto muestra cuán insidiosa y venenosa es su naturaleza. Satanás ha corrompido profundamente a la humanidad. El veneno de Satanás fluye por la sangre de todas las personas, y se puede decir que la naturaleza del hombre es corrupta, perversa, antagonista y opuesta a Dios, llena e inundada de las filosofías y los venenos de Satanás. Se ha convertido por entero en la esencia-naturaleza de Satanás. Por este motivo la gente se resiste y se opone a Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre

“El dinero mueve el mundo” es una filosofía de Satanás. Prevalece en toda la humanidad, en cada sociedad humana; podríais decir que es una tendencia. Esto se debe a que se ha introducido en el corazón de cada persona que, al principio, no aceptaba este dicho, pero luego lo aceptó tácitamente cuando entró en contacto con la vida real, y empezó a sentir que estas palabras eran de hecho ciertas. ¿Acaso no es este un proceso por el que Satanás corrompe al hombre? Quizás las personas no entiendan este dicho en el mismo grado, pero cada uno tiene diferentes grados de interpretación y reconocimiento de este dicho en base a cosas que han acontecido a su alrededor y a sus propias experiencias personales, ¿no es ese el caso? Independientemente de cuánta experiencia tenga alguien con este dicho, ¿cuál es el efecto negativo que puede producir en el corazón de alguien? Algo es revelado por medio del carácter humano de las personas en este mundo, incluyéndoos a todos y cada uno de vosotros. ¿Qué es? Es la adoración al dinero. ¿Es difícil eliminar esto del corazón de alguien? ¡Es muy difícil! ¡Parece que la corrupción del hombre por parte de Satanás es realmente profunda! Satanás utiliza el dinero para tentar a la gente y la corrompe para que adore el dinero y venere las cosas materiales. ¿Cómo se manifiesta esta adoración por el dinero en las personas? ¿Os parece que no podríais sobrevivir sin dinero en este mundo, que pasar un solo día sin dinero sería imposible? El estatus de las personas y el respeto que imponen se basan en el dinero que tienen. Las espaldas de los pobres se encorvan por la vergüenza, mientras que los ricos disfrutan de su elevada posición. Se alzan llenos de soberbia, hablando en voz alta y viviendo con arrogancia. ¿Qué aportan a las personas este dicho y esta tendencia? ¿No es cierto que mucha gente realiza cualquier sacrificio en su búsqueda del dinero? ¿No sacrifican muchos su dignidad y su integridad en la búsqueda de más dinero? ¿No pierde mucha gente la oportunidad de cumplir con su deber y seguir a Dios por culpa del dinero? ¿Acaso perder la oportunidad de recibir la verdad y ser salvadas no es la mayor pérdida de todas para las personas? ¿No es Satanás siniestro al usar este método y este dicho para corromper al hombre hasta ese punto? ¿No es una artimaña malévola? Conforme pasas de la objeción a este dicho popular a aceptarlo finalmente como verdad, tu corazón cae por completo en las garras de Satanás y, por tanto, sin darte cuenta acabas viviendo por este dicho. ¿En qué grado te ha afectado este dicho? Podrías conocer el camino verdadero, y podrías conocer la verdad, pero no tienes poder para perseguirla. Puedes conocer claramente que las palabras de Dios son la verdad, pero no estás dispuesto a pagar el precio o a sufrir para ganar la verdad. En su lugar, sacrificarías tu propio futuro y suerte para oponerte a Dios hasta el final. Por mucho que Dios diga, por mucho que haga, por mucho que te des cuenta de que Su amor por ti es profundo y grande, mantendrás tozudamente tu propio rumbo y pagarás el precio por este dicho. Es decir, este dicho ya ha desorientado tus pensamientos y los ha controlado, ya ha dominado tu comportamiento, y preferirías que rija tu porvenir antes que dejar de lado tu búsqueda de riqueza. Que la gente actúe así, que pueda ser controlada y manipulada por las palabras de Satanás, ¿acaso no significa que este la ha desorientado y corrompido? ¿Acaso la filosofía, la mentalidad y el carácter de Satanás no se han arraigado en tu corazón? Cuando ciegamente persigues riqueza y abandonas la búsqueda de la verdad, ¿no ha logrado Satanás su objetivo de desorientarte? Es exactamente así. Así pues, ¿puedes percibir cuando Satanás te desorienta y te corrompe? No puedes. Si no puedes ver a Satanás parado delante de ti, o percibir que él actúa en las sombras, ¿serías capaz de ver su maldad? ¿Podrías saber de qué manera corrompe a la humanidad? Satanás corrompe al hombre en todo tiempo y lugar. Imposibilita que el hombre se defienda de su corrupción, y lo deja desamparado contra ella. Hace que aceptes sus pensamientos, sus puntos de vista y las cosas perversas que provienen de él en situaciones en las que no eres consciente y no reconoces lo que te está pasando. Las personas aceptan estas cosas y no las objetan. Las valoran y se aferran a ellas como a un tesoro, dejan que las manipulen y jueguen con ellas; así es como vive la gente bajo el poder de Satanás e inconscientemente lo obedece, y así se vuelve cada vez más profunda su corrupción del hombre.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V

Ahora, hay personas que creen que el dicho “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas” es práctico y correcto. ¿Esa gente tiene discernimiento? ¿Acaso entiende la verdad? ¿Son problemáticos los pensamientos y opiniones de esas personas? Si alguien dentro de la iglesia propaga ese dicho, lo hace con un motivo, intenta desorientar a otros. Está tratando de usar el refrán “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas” para disipar los recelos o las dudas que los demás tienen sobre él. Implícitamente, esto quiere decir que desea que los demás confíen en que puede trabajar, en que es alguien apto para ser usado. ¿No son esas su intención y su meta? Deben de serlo. Piensa para sus adentros: “Nunca os fiais de mí y siempre tenéis dudas. En algún momento probablemente averiguaréis que tengo algún problemilla y me echaréis. ¿Cómo se supone que voy a trabajar si no me quito eso de la cabeza?”. Propaga esa opinión para que la casa de Dios confíe en él sin dudarlo y lo deje obrar con libertad, lo que le permite alcanzar su objetivo. Si alguien que persigue realmente la verdad ve que la casa de Dios supervisa su trabajo debería tratar de forma adecuada esta supervisión, sabiendo que lo hace por su propia protección y, más importante aún, que también es responsable de la obra de la casa de Dios. Pese a que tal vez revele su corrupción, puede orar a Dios para pedirle que lo escrute y lo proteja, o jurar ante Él que aceptará Su castigo si hace el mal. ¿No apaciguaría esto su mente? ¿Por qué propagar una falacia para desorientar a la gente y lograr su propio objetivo? Algunos líderes y obreros muestran siempre una actitud de resistencia ante la supervisión del pueblo escogido de Dios o los esfuerzos de los líderes y obreros superiores por aprender sobre su trabajo. ¿Qué es lo que piensan? “‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’. ¿Por qué siempre me estáis supervisando? ¿Por qué me usáis si no os fiais de mí?”. Si les preguntas sobre su trabajo o indagas acerca de sus progresos y después te interesas por su estado personal, se pondrán aún más a la defensiva: “Este trabajo me ha sido encomendado a mí; entra dentro de mi ámbito. ¿Por qué interfieres en mi trabajo?”. Aunque no se atrevan a decirlo abiertamente, insinuarán: “Como dice el dicho, ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’. ¿Por qué tienes tantas dudas?”. Incluso te condenarán y te pondrán una etiqueta. ¿Y qué pasa si no entiendes la verdad ni tienes discernimiento? Después de oír su insinuación, dirías: “¿Tengo muchas dudas? En ese caso, estoy equivocado. ¡Soy falso! Tienes razón: ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’”. ¿Acaso no te has desorientado? El dicho “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas”, ¿es acorde con la verdad? ¡No, es un disparate! Esas personas perversas son insidiosas y falsas; presentan ese refrán como si fuera la verdad para desorientar a la gente atolondrada. Una persona de ese tipo, al oír ese dicho, se desorienta de verdad, se queda confusa, y piensa: “Es cierto, he ofendido a esa persona. Lo ha dicho él mismo: ‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’. ¿Cómo he podido dudar de él? No se puede trabajar de esa forma. Debo motivarlo sin entrometerme en su trabajo. Puesto que lo estoy usando, necesito confiar en él y dejarlo trabajar libremente sin limitarlo. Debo dejarle margen para actuar. Él tiene capacidad para realizar el trabajo. E incluso si carece de ella, ¡todavía está el Espíritu Santo que sigue obrando!”. ¿Qué clase de lógica es esa? ¿Hay algo en ella que sea acorde a la verdad? (No). Esas palabras suenan correctas. “No podemos limitar a los demás”. “La gente no es capaz de hacer nada; es el Espíritu Santo el que lo hace todo, el que lo escruta todo. No debemos dudar, porque Dios está totalmente al mando”. Pero ¿qué tipo de palabras son esas? ¿No son atolondradas las personas que las pronuncian? No son capaces de ver las cosas como son y se desorientan con una sola frase. Se puede decir que la mayoría considera verdad el dicho “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas” y se deja desorientar y atar por él. Se sienten perturbados por él y dejan que les influya al elegir o usar a gente y hasta permiten que les dicte sus actos. En consecuencia, muchos líderes y obreros tienen dificultades y dudas cada vez que revisan el trabajo de la iglesia y promocionan y usan a personas. Al final, lo único que pueden hacer es consolarse con las palabras “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas”. Cada vez que inspeccionan o preguntan por el trabajo, piensan: “‘Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas’. Debo confiar en mis hermanos y hermanas y, después de todo, el Espíritu Santo escruta a la gente, así que no debo estar siempre dudando de los demás y supervisándolos”. Les ha influido este refrán, ¿no? ¿Qué consecuencias acarrea la influencia de esta frase? En primer lugar, si alguien suscribe esta idea de que “Ni dudar de aquellos a quienes empleas ni emplear a aquellos de quienes dudas”, ¿inspeccionará y guiará el trabajo de los demás? ¿Supervisará y hará el seguimiento del trabajo de la gente? Si esta persona confía en todas aquellas a las que usa y nunca las supervisa ni guía en su trabajo, ¿cumple lealmente su deber? ¿Puede llevar a cabo el trabajo de la iglesia de manera competente y completar la comisión de Dios? ¿Es leal a lo que Dios le ha confiado? En segundo lugar, esto no es simplemente que no te atengas a la palabra de Dios y a tus deberes, sino que adoptas los ardides de Satanás y su filosofía para los asuntos mundanos como si fueran la verdad, los sigues y los practicas. Obedeces a Satanás y vives de acuerdo con una filosofía satánica, ¿verdad? Esto significa que eres una persona que no se somete a Dios y ni mucho menos acata Sus palabras. Eres un canalla total. ¡Dejar de lado las palabras de Dios y, por el contrario, adoptar una frase satánica y practicarla como verdad es traicionar la verdad y a Dios! Trabajas en la casa de Dios, pero los principios para tus acciones siguen la lógica satánica y su filosofía para los asuntos mundanos; ¿qué clase de persona eres? Una que traiciona a Dios y lo deshonra gravemente. ¿Cuál es la esencia de esta acción? Condenar abiertamente a Dios y negar abiertamente la verdad. ¿No es esa su esencia? (Lo es). Aparte de no seguir la voluntad de Dios, permites que proliferen en la iglesia los diabólicos dichos de Satanás y las filosofías satánicas para los asuntos mundanos. Con ello te conviertes en cómplice de Satanás ayudándole a llevar a cabo sus actividades en la iglesia y a trastornar y perturbar la obra de la iglesia. La esencia de este problema es grave, ¿no es verdad?

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno: Qué es la verdad

Entonces, ¿qué significa no claudicar? Es cuando alguien fracasa, se enfrenta a reveses o se extravía por la senda incorrecta pero no lo admite. Tan solo se obstina en seguir avanzando. Fracasa, pero no se desanima, ni tampoco admite sus errores. Por mucha gente que lo reprenda o condene, no desiste. Insiste en pelear, trabajar y seguir su propio rumbo en pos de sus propias metas, sin pensar siquiera en el coste. Esa es la clase de mentalidad a la que se refiere la expresión. ¿Acaso no es una buena mentalidad para motivar a la gente? ¿En qué situaciones suele usarse “no claudicar”? En cualquier tipo de situación. Allá donde haya seres humanos corruptos existe esa expresión, como también existe esa mentalidad. ¿Con qué objetivo se les ocurrió ese dicho a los humanos de la calaña de Satanás? Para que las personas nunca se entiendan a sí mismas, no reconozcan sus propios errores ni tampoco los acepten; para que no vean tan solo la parte de sí mismas que es frágil, débil e inepta, sino más bien la parte que es capaz, fuerte y valerosa, para que no se subestimen y piensen en cambio que son competentes. Siempre que pienses que puedes, entonces podrás; siempre que creas que vas a tener éxito, no fracasarás, y si puedes convertirte en la flor y nata, entonces lo harás. Siempre que tengas esa determinación y resolución, esa ambición y ese deseo, podrás lograrlo todo. Las personas no son insignificantes; son fuertes. Los no creyentes emplean un dicho: “Los grandes resultados requieren grandes ambiciones”. Hay personas a las que les encanta este dicho en cuanto lo oyen: “¡Vaya! Si quiero un diamante de diez quilates, ¿eso quiere decir que lo conseguiré? Si quiero un Mercedes, ¿eso significa que será mío?”. ¿Estará lo que obtengas a la altura de la amplitud de lo que desea tu corazón? (No). Ese dicho es una falacia. Por decirlo de forma llana, la arrogancia de quienes creen en la expresión “no claudicar” y la reconocen no conoce límites. ¿Con qué palabras de Dios entra en contradicción directa la forma de pensar de esa gente? Dios exige a las personas que se entiendan a sí mismas y se comporten de una forma sensata. Las personas tienen actitudes corruptas; sufren limitaciones y tienen un carácter que se resiste a Dios. No hay gente perfecta dentro del género humano, nadie es perfecto; tan solo hay gente corriente. ¿Cómo exhortó Dios a las personas a comportarse? (De manera educada). Las exhortó a comportarse de manera educada y a mantenerse en su lugar como seres creados de una forma sensata. ¿Ha exigido alguna vez Dios a la gente que no claudique? (No). No. Entonces, ¿qué dice Él acerca de las personas que siguen la senda incorrecta o que revelan un carácter corrupto? (Dice que hay que reconocerlo y aceptarlo). Reconocerlo y aceptarlo, a continuación comprenderlo, ser capaz de virar el rumbo y alcanzar la práctica de la verdad. Por el contrario, no claudicar es cuando la gente no entiende sus propios problemas, no comprende sus errores ni los acepta, no vira el rumbo ni se arrepiente en ningún caso, ni mucho menos acepta la soberanía ni los arreglos de Dios. No solo no trata de averiguar cuál es exactamente el porvenir de las personas o cuáles son las instrumentaciones o los arreglos de Dios, no solo no averigua estas cosas sino que en lugar de ello toma las riendas de su propio porvenir; quiere tener la última palabra. Además, Dios exige a la gente que se entienda a sí misma, que se evalúe y examine a sí misma con exactitud y que haga lo que sea que sepa hacer bien de una forma sensata y educada, con todo su corazón, mente y alma, mientras que Satanás hace que la gente emplee a fondo su carácter arrogante y le dé rienda suelta. Hace que las personas sean sobrehumanas, que sean grandiosas e incluso que tengan superpoderes; hace que la gente sea cosas que no puede ser. Por lo tanto, ¿cuál es la filosofía de Satanás? Que incluso si estás equivocado, no lo estás; que siempre que tengas una mentalidad de no admitir la derrota, una mentalidad de no claudicar, tarde o temprano llegará el día en que te conviertas en la flor y nata, en que tus deseos y metas se hagan realidad. Entonces, ¿hay algún sentido en el que no claudicar quiere decir que usarás los medios que sean para lograr algo? Para poder alcanzar tus metas, no debes reconocer que eres capaz de fracasar, no debes creer que eres una persona corriente ni debes pensar que eres capaz de seguir la senda incorrecta. Además de esto, debes emplear sin escrúpulos toda clase de métodos o intrigas secretas para hacer realidad tus ambiciones y deseos. ¿Hay algo en el hecho de no claudicar por lo cual la gente se aproxime a su porvenir con una actitud de espera y sumisión? (No). No. Las personas insisten en tomar por completo las riendas de su propio porvenir; desean controlarlo. Tanto si se trata del camino por el que irán, de si serán bendecidas o del tipo de estilo de vida que llevarán, deben tener la última palabra en todo.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión uno: Qué es la verdad

“Sé estricto contigo mismo y tolerante con los demás”, al igual que los dichos “No te quedes el dinero que te encuentres” y “Disfruta ayudando a otros”, es una de esas exigencias que la cultura tradicional hace respecto a la conducta moral de las personas. Del mismo modo, independientemente de si alguien puede alcanzar o ejercer esa conducta moral, sigue sin ser el criterio o la norma con que evaluar su humanidad. Puede que seas realmente capaz de ser estricto contigo mismo y tolerante con los demás y que te exijas un nivel de exigencia especialmente alto. Puede que seas muy puro y siempre pienses en los demás y muestres consideración hacia ellos sin ser egoísta ni buscar tus propios intereses. Puedes parecer especialmente magnánimo y desinteresado, y tener un gran sentido de la responsabilidad y la moral social. Tus allegados y las personas con las que te relacionas puede que perciban tus cualidades y tu noble personalidad. Es posible que tu comportamiento nunca dé a los demás motivos para culparte o criticarte, sino que suscite elogios profusos e incluso admiración. Es posible que la gente te considere alguien realmente estricto consigo mismo y tolerante con los demás. Sin embargo, estos no son más que comportamientos externos. ¿Son coherentes los pensamientos y deseos que habitan en lo más profundo de tu corazón con tales comportamientos externos, con estas acciones que vives externamente? La respuesta es que no, no lo son. La razón por la que puedes actuar así es que haya una motivación detrás. ¿Cuál es esa motivación exactamente? ¿Soportarías el hecho de que esa motivación viera la luz? Desde luego que no. Esto prueba que esta motivación es algo innombrable, algo oscuro y maligno. Ahora bien, ¿por qué esta motivación es incalificable y malvada? Porque la humanidad de las personas se rige y guía por sus actitudes corruptas. Es innegable que todos los pensamientos de la humanidad, tanto si la gente los expresa con palabras como si los manifiesta, están dominados, controlados y manipulados por sus actitudes corruptas. En consecuencia, todas las motivaciones e intenciones de las personas son siniestras y malvadas. Independientemente de que la gente sea capaz de ser estricta consigo misma y tolerante con los demás, o de que exteriorice esta moral a la perfección, es inevitable que esta moral no tenga control ni influencia sobre su humanidad. Entonces, ¿qué es lo que controla la humanidad de las personas? Sus actitudes corruptas, su esencia-humanidad que subyace oculta tras el postulado moral “Sé estricto contigo mismo y tolerante con los demás”; esa es su auténtica naturaleza. La auténtica naturaleza de una persona es su esencia-humanidad. ¿Y en qué consiste su esencia-humanidad? Principalmente, en sus preferencias, sus búsquedas, su visión de la vida y su sistema de valores, así como su actitud hacia la verdad y hacia Dios, etc. Estas cosas son las únicas que representan verdaderamente la esencia-humanidad de las personas. Se puede decir con certeza que la mayoría de las personas que se exigen cumplir la norma moral de ser “estricto con uno mismo y tolerante con los demás” están obsesionados con el estatus. Impulsadas por sus actitudes corruptas, no pueden evitar buscar prestigio entre los hombres, relevancia social y estatus a ojos de los demás. Todas estas cosas están relacionadas con su deseo de estatus y las buscan al amparo de su conducta moral. ¿Y cómo surgen estas búsquedas suyas? Provienen y son impulsadas enteramente por sus actitudes corruptas. Así pues, pase lo que pase, que alguien cumpla o no la moral de ser “estricto consigo mismo y tolerante con los demás”, y que lo haga o no a la perfección, eso no puede cambiar su esencia-humanidad. Esto implica que no puede cambiar en modo alguno su punto de vista sobre la vida o su sistema de valores, ni guiar sus actitudes y perspectivas sobre todo tipo de personas, acontecimientos y cosas. ¿No es así? (Así es). Cuanto más capaz es una persona de ser estricta consigo misma y tolerante con los demás, mejor sabe fingir, disfrazarse y desorientar a los demás con un buen comportamiento y palabras agradables, y más falsa y perversa es por naturaleza. Cuanto más es de este tipo de personas, más profundo se vuelve su amor y su búsqueda de estatus y poder. Por muy maravillosa, gloriosa y correcta que parezca ser su conducta moral externa, y por muy agradable que sea para las personas contemplarla, la búsqueda tácita que reside en lo más profundo de su corazón, además de su esencia-naturaleza, e incluso sus ambiciones, pueden aflorar de ellos en cualquier momento. Por tanto, por muy buena que sea su conducta moral, no puede ocultar su esencia-humanidad intrínseca ni sus ambiciones y deseos. No puede ocultar su horrible esencia-naturaleza, que no ama las cosas positivas y que siente aversión por la verdad y la odia. Como demuestran estos hechos, el dicho “Sé estricto contigo mismo y tolerante con los demás” no solo es absurdo, sino que además pone en evidencia a esas personas ambiciosas que tratan de utilizar tales dichos y comportamientos para encubrir sus innombrables ambiciones y deseos. Podéis comparar esto con algunos de los anticristos y personas malvadas de la iglesia. A fin de consolidar su estatus y poder en la iglesia, y para adquirir mayor reputación entre los demás miembros, son capaces de sufrir y pagar un precio al cumplir su deber, e incluso puede que renuncien a sus empleos y familias y vendan todo lo que tienen para esforzarse por Dios. En algunos casos, el precio que pagan y el sufrimiento que padecen al esforzarse por Dios superan lo que puede soportar una persona normal; son capaces de adoptar un espíritu de abnegación extrema por mantener su estatus. Sin embargo, por mucho que sufran o paguen, ninguno de ellos protege el testimonio de Dios ni los intereses de la casa de Dios, ni practica según las palabras de Dios. El objetivo que persiguen es únicamente obtener estatus, poder y las recompensas de Dios. Nada de lo que hacen guarda la menor relación con la verdad. Independientemente de lo estrictos que sean consigo mismos y de lo tolerantes que sean con los demás, ¿cuál será su desenlace final? ¿Qué pensará Dios de ellos? ¿Decidirá su desenlace en función de las buenas conductas externas que tienen? Desde luego que no. La gente contempla y juzga a los demás en función de estas conductas y manifestaciones y, como no puede calar la esencia de otras personas, acaba engañada por ellas. A Dios, no obstante, nunca le engaña el hombre. Dios no elogiará ni recordará en modo alguno la conducta moral de las personas por haber sido capaces de ser estrictas consigo mismas y tolerantes con los demás. Por el contrario, las condenará por sus ambiciones y por las sendas que hayan tomado en pos del estatus. Por tanto, quienes persigan la verdad deben tener discernimiento de este criterio para evaluar a las personas. Deben negar y abandonar por completo esta absurda norma y discernir a las personas según las palabras de Dios y los principios-verdad. Deben fijarse, principalmente, en si una persona ama las cosas positivas, en si es capaz de aceptar la verdad y en si puede someterse a la soberanía y las disposiciones de Dios, así como en la senda que elige y recorre, y clasificar qué clase de persona es y qué tipo de humanidad tiene a tenor de estas cosas. Es muy fácil que aparezcan aberraciones y errores cuando la gente juzga a los demás según el criterio de “Sé estricto contigo mismo y tolerante con los demás”. Si disciernes y contemplas equivocadamente a una persona en función de principios y dichos provenientes del hombre, estarás vulnerando la verdad y resistiéndote a Dios en ese asunto. ¿Por qué? Porque el fundamento de tu opinión sobre la gente estará equivocado y será incompatible con las palabras de Dios y la verdad; puede que hasta sea opuesto y contrario a ellas. Dios no evalúa la humanidad de nadie según el enunciado de conducta moral “Sé estricto contigo mismo y tolerante con los demás”, por lo que, si sigues empeñado en juzgar la moralidad de las personas y en determinar qué clase de personas son según este criterio, habrás vulnerado por completo los principios-verdad y acabarás por equivocarte y provocarás errores y divergencias. ¿No es así? (Sí).

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (6)

Hay un dogma en las filosofías para los asuntos mundanos que dice: “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena”. Esto significa que, para preservar una relación amistosa, uno debe guardar silencio sobre los problemas de su amigo, incluso si los percibe claramente, que debe respetar los principios de no pegarle a la gente en la cara ni llamarle la atención por sus defectos. Han de engañarse mutuamente, ocultarse el uno del otro, intrigar contra el otro; y aunque sepan con claridad absoluta qué clase de persona es el otro, no lo dicen abiertamente, sino que emplean métodos taimados para preservar su relación amistosa. ¿Por qué querría uno preservar esas relaciones? Se trata de no querer hacer enemigos en esta sociedad, dentro del propio grupo, lo cual significaría someterse a menudo a situaciones peligrosas. Al saber que alguien se convertirá en tu enemigo y te perjudicará después de que le hayas llamado la atención por sus defectos o le hayas hecho daño, y al no desear colocarte en esa situación, empleas el dogma de las filosofías para los asuntos mundanos que dice que “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. A la luz de esto, si dos personas mantienen una relación de este tipo, ¿consideran que son verdaderos amigos? (No). No son verdaderos amigos, y mucho menos el confidente del otro. Entonces, ¿de qué tipo de relación se trata exactamente? ¿No es una relación social fundamental? (Sí). En este tipo de relaciones sociales, las personas no pueden expresar sus sentimientos, tener intercambios profundos ni hablar sobre lo que les venga en gana. No pueden decir en voz alta lo que hay en su corazón o los problemas que perciben en el otro, ni tampoco palabras que puedan beneficiar al otro. En cambio, optan por decir cosas agradables para conservar el favor del otro. No se atreven a decir la verdad ni a defender los principios por temor a suscitar la animadversión de los demás hacia ellos. Cuando nadie amenaza a una persona, ¿acaso esta no vive en relativa tranquilidad y paz? ¿No es este el objetivo de las personas que promueven el dicho “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”? (Así es). Es evidente que se trata de una forma de existencia taimada y engañosa, con un elemento defensivo, cuyo objetivo es la propia preservación. Las personas que viven así no tienen confidentes, ni amigos íntimos a los que puedan decirles lo que quieran. Están a la defensiva unos con otros, y son calculadores y estrategas, cada uno toma de la relación lo que le conviene. ¿No es así? En el fondo, el objetivo de “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” es evitar ofender a otros y ganarse así enemigos, protegerse no causando daño a nadie. Se trata de una técnica y un método que uno adopta para evitar ser lastimado. Si observamos estas facetas diversas de su esencia, ¿es noble exigir de la conducta moral de la gente “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”? ¿Es positivo? (No). Entonces, ¿qué es lo que enseña esto a la gente? Que no debes ofender ni herir a nadie para que no seas tú el que termine herido; asimismo, que no se debe confiar en nadie. Si haces daño a un buen amigo tuyo, la amistad empezará a cambiar sutilmente; pasará de ser un buen amigo, un amigo íntimo, a ser un desconocido o un enemigo. ¿Qué problemas se resuelven enseñando a las personas a actuar así? Aunque al actuar de esta manera no te crees enemigos e incluso pierdas unos cuantos, ¿acaso esto hará que la gente te admire o te apruebe y te tenga siempre como amigo? ¿Con esto se alcanza plenamente el estándar de conducta moral? En el mejor de los casos, no es más que una filosofía para los asuntos mundanos. ¿Se puede considerar una buena conducta moral la obediencia a este enunciado y a esta práctica? En absoluto. Así es como algunos padres educan a sus hijos. Si su hijo recibe una paliza en algún sitio, le dicen: “Eres un gallina. ¿Por qué no te defendiste? Si te da un puñetazo, ¡dale tú una patada!”. ¿Es esta la manera correcta? (No). ¿Cómo se llama esto? Incitación. ¿Cuál es el propósito de la incitación? Evitar perjuicios y aprovecharse de los demás. Si alguien te da un puñetazo, como mucho te dolerá un par de días; si luego tú le das una patada, ¿no habrá consecuencias más graves? ¿Y quién lo habrá provocado? (Los padres con su incitación). ¿Y no es un poco parecido al punto de vista del enunciado “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”? ¿Es correcto relacionarse con los demás de acuerdo con este enunciado? (No). No, no lo es. Visto desde este ángulo, ¿no es un modo de incitar a la gente? (Sí). ¿Enseña sabiduría a la gente en sus relaciones con los demás, a saber diferenciar a las personas, a contemplar a las personas y las cosas de forma correcta y a relacionarse con la gente con sabiduría? ¿Te enseña que si conoces a gente buena, gente con humanidad, debes tratarla con sinceridad, darle ayuda si puedes y que, si no puedes, debes ser tolerante y tratarla como es debido, aprender a tolerar sus defectos, soportar sus malentendidos y juicios sobre ti y aprender de sus puntos fuertes y sus buenas cualidades? ¿Es eso lo que enseña a la gente? (No). ¿Y qué resulta al final de lo que enseña este dicho a la gente? ¿Hace que la gente sea más honesta o más falsa? El resultado es que la gente se vuelve más taimada; los corazones de la gente se alejan más, se dilata la distancia entre las personas y sus relaciones se complican, lo que equivale a que se complican las relaciones sociales de la gente. Se pierde la comunicación sincera entre las personas y surge una mentalidad de recelo mutuo. ¿Pueden seguir siendo normales las relaciones de la gente de esta manera? ¿Mejorará el clima social? (No). Por eso es evidente que el dicho “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” está equivocado. Enseñar a la gente a hacer esto no puede servir para que viva con una humanidad normal ni tampoco puede hacer a la gente abierta, recta ni sincera. No puede lograr nada positivo en absoluto.

El dicho “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” alude a dos acciones: la de pegar y la de increpar. En las relaciones normales de las personas con los demás, ¿está bien o mal pegar a alguien? (Mal). Pegar a alguien, ¿es una demostración y una conducta propias de una humanidad normal en las relaciones con los demás? (No). Está claramente mal pegar a alguien, sea en la cara o en otro sitio. Por tanto, el enunciado “Si pegas a otro, no le pegues en la cara” es intrínsecamente incorrecto. Según este dicho, aparentemente no está bien pegar a alguien en la cara, pero sí pegarle en otro sitio, ya que, tras el golpe, la cara se enrojece, se hincha y resulta herida. Esto hace que la persona se vea mal y poco presentable y, además, demuestra que tratas a la gente de una manera muy grosera, burda e innoble. Entonces, ¿es noble pegar a la gente en otro sitio? No, eso tampoco es noble. En realidad, este dicho no se centra en dónde pegar a alguien, sino en la propia palabra “pegar”. Si, al relacionarte con los demás, siempre les pegas como forma de enfrentarte a los problemas y abordarlos, tu método en sí está equivocado. Lo haces por impetuosidad, no se fundamenta en la conciencia y razón de la humanidad de uno y, por supuesto, menos aún constituye una práctica de la verdad u obediencia a los principios-verdad. Algunas personas no atacan la dignidad de los demás en su presencia: tienen cuidado con lo que dicen y se abstienen de pegarle al otro en la cara, pero siempre juegan sucio a sus espaldas: dándole la mano sobre la mesa, pero patadas por debajo; diciéndole cosas buenas a la cara, pero conspirando contra él a sus espaldas; sacando ventaja en su contra; esperando la ocasión de vengarse; incriminando y maquinando; difundiendo rumores, o tramando conflictos y utilizando a otras personas para meterse con él. ¿Cuánto mejores son estos métodos solapados con respecto a pegarle a alguien en la cara? ¿No son incluso más graves que pegarle a alguien en la cara? ¿No son incluso más solapados, desalmados y carentes de humanidad? (Sí). Así pues, el enunciado “Si pegas a otro, no le pegues en la cara” carece intrínsecamente de sentido. Este punto de vista es en sí mismo un error, con un toque de falsas apariencias. Es un método hipócrita, lo que lo hace tanto más aborrecible, repugnante y detestable. Ya tenemos claro que se pega a la gente por impetuosidad. ¿En qué te basas para pegar a alguien? ¿Lo autoriza la ley, o es un derecho divino que tienes? Nada de eso. Entonces, ¿por qué pegar a la gente? Si puedes llevarte bien con alguien normalmente, puedes aplicar maneras correctas de llevarte bien con él y relacionarte. Si no puedes llevarte bien con él, cada cual puede seguir su camino sin necesidad de actuar impetuosamente ni de llegar a las manos. En el ámbito de la conciencia y la razón de la humanidad, esto es lo que debería hacer la gente. En cuanto actúas impetuosamente, aunque no pegues a la persona en la cara, sino en otra parte, se trata de un problema grave. No es una forma normal de relacionarse. Así se relacionan los enemigos, no es la forma normal en que se relaciona la gente. Está fuera de todo sentido de la humanidad. ¿La frase “llamar la atención” en el dicho “si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” es buena o mala? ¿La frase “llamar la atención” tiene un sentido en el cual hace referencia a que las personas sean reveladas o puestas en evidencia en las palabras de Dios? (No). A Mi entender, la frase “llamar la atención” tal y como se encuentra en el lenguaje humano, no significa eso. Su esencia es cierta forma maliciosa de poner en evidencia; significa revelar los problemas y las deficiencias de la gente, o ciertas cosas y comportamientos desconocidos para los demás, como bien algunas intrigas, ideas o puntos de vista que operan en segundo plano. Este es el significado de la frase “llamar la atención” en el dicho “si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”. Si dos personas se llevan bien y son confidentes, sin ninguna barrera entre ellas, y ambas confían en poder beneficiar y ayudar a la otra, entonces lo mejor será que se sienten juntas y expliquen los problemas de ambas de una forma franca y sincera. Esto es lo correcto, y no es llamar la atención sobre los defectos de los demás. Si descubres que otra persona tiene problemas, pero observas que aún no es capaz de aceptar tus consejos, basta con que no digas nada, para evitar peleas o conflictos. Si quieres ayudarla, puedes pedirle su opinión y primero preguntarle: “Veo que tienes un pequeño problema y me gustaría darte algún consejo. No sé si podrás aceptarlo. Si puedes, te lo digo. Si no, por ahora me lo guardaré para mí y no diré nada”. Si dice: “Confío en ti. Lo que digas no estará fuera de lugar; puedo aceptarlo”, eso significa que te concede permiso, y entonces puedes comunicarle sus problemas uno a uno. No solo aceptará completamente lo que digas, sino que también se beneficiará de ello, y los dos podréis seguir manteniendo una relación normal. ¿Acaso no es eso tratarse con sinceridad? (Sí). Este es el método correcto para relacionarse con los demás; no es llamarles la atención por sus defectos. ¿Qué significa no “llamar la atención por los defectos de los demás”, como dice el dicho en cuestión? Supone no hablar de las deficiencias de los demás, no hablar de aquellos problemas que constituyen su mayor tabú, no exponer la esencia de sus problemas y no ser tan descarado a la hora de llamar la atención al respecto. Supone limitarse a hacer algunos comentarios someros, decir cosas que todo el mundo suele decir, decir cosas que la propia persona ya es capaz de percibir, y no revelar errores que la persona haya cometido anteriormente ni tampoco temas delicados. ¿En qué beneficia a la otra persona si actúas así? Puede que no la hayas ofendido o no te hayas enemistado con ella, pero lo que has hecho no le ayuda ni le beneficia en absoluto. Por tanto, la propia frase “no le llames la atención por sus defectos” es esquiva y una forma de engaño que no permite que exista sinceridad en el trato recíproco de las personas. Se podría decir que actuar así es albergar malas intenciones; no es la manera correcta de relacionarse con los demás. Los no creyentes incluso consideran que la frase “si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” es algo que debería hacer una persona de noble moral. Se trata claramente de una manera taimada de interactuar con los demás, que las personas adoptan para protegerse a sí mismas; en absoluto es un modo adecuado de interacción.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)

El dicho de conducta moral “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”, al que alude la cultura tradicional china, es una doctrina que restringe y esclarece a la gente. Solo puede resolver disputas menores y conflictos triviales, pero no produce efecto alguno en personas que albergan un odio profundo. ¿Las personas que proponen esta exigencia comprenden realmente la humanidad del hombre? Podría decirse que quienes proponen esta exigencia no ignoran en absoluto el amplio margen de tolerancia de la conciencia y el sentido humanos. Lo que ocurre es que, al proponer esta teoría, pueden parecer sofisticados y nobles y ganarse el visto bueno y la adulación de la gente. El caso es que saben muy bien que, si alguien hiere la dignidad o la personalidad de una persona, perjudica sus intereses o incluso repercute en sus perspectivas de futuro y en toda su vida, entonces, desde la perspectiva de la naturaleza humana, la parte ofendida debe tomar represalias. Por mucha conciencia y sentido que tenga, no lo dejará pasar. A lo sumo, lo único que diferirá será la intensidad y el método de su venganza. […]

¿Por qué es capaz la gente de dejar atrás el odio? ¿Cuáles son los principales motivos? Por un lado, le influye el siguiente dicho de conducta moral: “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”. Por otro, le preocupa la idea de que, si guarda rencor, odia constantemente a otros y es intolerante con los demás, no podrá hacerse un hueco en la sociedad y será condenada por la opinión pública y objeto de burla por parte de otras personas, por lo que debe tragarse su ira a regañadientes y siendo reacia. Por una parte, considerando el instinto humano, la gente que vive en este mundo no puede soportar toda esta opresión, dolor sin sentido y trato injusto; es decir, no está en la humanidad de la gente la capacidad de soportar estas cosas. Por eso es injusto e inhumano imponer a alguien la exigencia de que “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”. Por otra parte, es obvio que dichas ideas y opiniones también afectan o distorsionan las opiniones y perspectivas de la gente sobre estos asuntos, de modo que no puede abordarlos adecuadamente y, en cambio, considera correctos y positivos dichos como “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”. Cuando las personas son objeto de un trato injusto, para eludir la condena de la opinión pública no tienen más remedio que reprimir los insultos y el trato desigual que han sufrido y esperar la ocasión de vengarse. Aunque en voz alta digan cosas que suenan bien como: “‘Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas’. No importa, no tiene sentido tomar represalias, es agua pasada”, el instinto humano les impide olvidar jamás el daño que este incidente les ha causado; es decir, el daño que ha provocado a su cuerpo y a su mente nunca podrá borrarse ni desaparecer. Cuando la gente dice: “Olvídate del odio, este asunto ya está superado, es agua pasada”, eso no es más que una fachada formada únicamente por la represión y la influencia de ideas y opiniones como “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”. Por supuesto, las personas también se ven limitadas por esas ideas y opiniones en la medida en que piensan que, si no consiguen ponerlas en práctica, si no tienen el valor o la generosidad de ser indulgentes siempre que puedan, serán menospreciadas y condenadas por todo el mundo y discriminadas todavía más en la sociedad o en su comunidad. ¿Cuál es la consecuencia de ser discriminado? Que, cuando te relaciones con la gente y te estés ocupando de tus cosas, la gente dirá: “Este tipo es mezquino y vengativo. ¡Cuidado al tratar con él!”. En la práctica, esto llega a ser un obstáculo adicional cuando te ocupas de tus cosas dentro de la comunidad. ¿Por qué existe este obstáculo adicional? Porque la sociedad en su conjunto está influida por ideas y opiniones como “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”. Las costumbres de la sociedad en su conjunto veneran este tipo de pensamiento y toda la sociedad se ve confinada, influenciada y controlada por él, por lo que, si no eres capaz de ponerlo en práctica, te costará hacerte un hueco en la sociedad y sobrevivir en tu comunidad. Por consiguiente, algunas personas no tienen otra alternativa que someterse a esas costumbres sociales y obedecer dichos y opiniones como “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”, con lo que llevan una vida lamentable. A la luz de estos fenómenos, ¿no tenían los supuestos moralistas determinados objetivos e intenciones al proponer estos dichos sobre ideas y opiniones morales? ¿Lo hicieron para que los seres humanos pudieran vivir más libremente y su cuerpo, mente y espíritu estuvieran más liberados? ¿Para que la gente viviera más feliz? Es evidente que no. Estos dichos sobre conducta moral no sirven en absoluto a las necesidades de la humanidad normal de la gente, y ni mucho menos se propusieron para que la gente viviera una humanidad normal. Más bien sirven exclusivamente a la ambición de la clase dirigente de controlar al pueblo y asentar su propio poder. Están al servicio de la clase dirigente y se propusieron para que esta pudiera mantener el orden y las costumbres sociales bajo control, constriñendo con estas cosas a toda persona, familia, individuo, comunidad y colectivo y a la sociedad formada por los diversos grupos. Es en esas sociedades, sometidas al adoctrinamiento, la influencia y la inculcación de esas ideas y opiniones morales, donde surgen y toman forma las ideas y opiniones morales dominantes de la sociedad. Esta conformación de la moral y costumbres sociales no es más propicia para la supervivencia de la especie humana, ni para el progreso y la purificación del pensamiento humano, ni para la mejora de la humanidad. Al contrario, por la aparición de estas ideas y opiniones morales, el pensamiento humano se ve limitado a un abanico controlable. ¿Y quién se beneficia al final? ¿La especie humana? ¿O acaso la clase dirigente? (La clase dirigente). Así es, es la clase dirigente la que se beneficia al final. Con estas leyes morales como fundamento de su pensamiento y su conducta moral, los seres humanos son más fáciles de gobernar, más propensos a ser ciudadanos obedientes, más fáciles de manipular y más fácilmente regidos por los diversos enunciados de las leyes morales en todo lo que hacen, así como por los sistemas, costumbres y moral sociales y la opinión pública. De este modo, hasta cierto punto, las personas subordinadas al mismo entorno moral y a los mismos sistemas y costumbres sociales tienen unas ideas y opiniones básicamente unánimes y unos mínimos unánimes sobre cómo comportarse, pues sus ideas y opiniones han sido procesadas y normalizadas por los supuestos moralistas, pensadores y pedagogos. ¿Qué significa el término “unánime”? Que todos los gobernados, incluidos sus pensamientos y su humanidad normal, se han visto asimilados y confinados por estos enunciados de las leyes morales. Los pensamientos de la gente están restringidos, a la vez que también lo están sus bocas y cerebros. Todo el mundo se ve obligado a aceptar estas ideas y opiniones morales de la cultura tradicional para juzgar y limitar su propia conducta por un lado, y para juzgar a los demás y esta sociedad por otro. Por supuesto, al mismo tiempo también los controla la opinión pública, centrada en estos enunciados de las leyes morales. Si crees que tu forma de actuar incumple el dicho “Es inútil decapitar a un hombre muerto; sé indulgente siempre que puedas”, te sientes muy molesto e incómodo y enseguida piensas: “Si no consigo ser indulgente siempre que pueda, si soy tan despreciable y mezquino como un liliputiense estrecho de miras y no puedo dejar atrás ni el más mínimo odio, sino que lo llevo siempre conmigo, ¿se reirán de mí? ¿Me discriminarán mis compañeros y amigos?”. Así que debes fingir ser especialmente magnánimo. Si la gente tiene estas conductas, ¿significa eso que está controlada por la opinión pública? (Sí). Objetivamente, en el fondo de tu corazón hay unos grilletes invisibles; es decir, la opinión pública y la condena de toda la sociedad son como unos grilletes invisibles para ti.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (9)

La implicación del enunciado “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” es que solo deberías dar y aportar a los demás las cosas que te gustan y te complacen. Pero, ¿qué cosas gustan y complacen a las personas corruptas? Cosas corruptas, absurdas, y deseos extravagantes. Si les das y aportas estas cosas negativas a la gente, ¿no se volverá la humanidad cada vez más corrupta? Habrá cada vez menos cosas positivas. ¿No es eso un hecho? Es un hecho que la humanidad está profundamente corrupta. Los humanos corruptos gustan de buscar la fama, la ganancia, el estatus y los placeres de la carne; quieren ser famosos, poderosos y sobrehumanos. Quieren una vida cómoda y son reacios al trabajo duro; desean que se les dé todo en bandeja. Muy pocos de ellos aman la verdad y las cosas positivas. Si la gente les da y les aporta su corrupción y predilecciones a otros, ¿qué pasará? Es tal y como imaginas: la humanidad será cada vez más corrupta. Los que son partidarios de la idea de que “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” piden que la gente les dé y aporte a los demás su corrupción, sus predilecciones y sus deseos extravagantes, lo que provoca que los demás busquen el mal, la comodidad, el dinero y el ascenso. ¿Es esta la senda correcta en la vida? Es evidente que “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” es un dicho muy problemático. Las lagunas y los defectos que presenta son claramente obvios; ni siquiera merece la pena diseccionarlos y discernirlos. Sometidos al menor examen, sus errores y ridiculez quedan a la vista. Sin embargo, muchos de vosotros os dejáis persuadir e influenciar fácilmente por este dicho y lo aceptáis sin discernimiento. Al relacionaros con los demás, a menudo utilizáis este dicho para amonestaros a vosotros mismos y exhortar a los demás. Al hacerlo, pensáis que vuestro carácter es especialmente noble y que vuestro comportamiento es muy razonable. Pero, sin daros cuenta, estas palabras han revelado el principio según el cual te conduces y tu postura ante los problemas. Al mismo tiempo, has desorientado y desencaminado a otros para que se acerquen a las personas y a las circunstancias con la misma opinión y postura que tú. Has actuado como alguien que realmente nada entre dos aguas, y sin duda has elegido el camino del medio. Dices: “No importa cuál sea el problema, no hay necesidad de tomarlo en serio. No te pongas las cosas difíciles ni a ti ni a los demás. Si le pones las cosas difíciles a los demás, te las pones difíciles a ti. Ser amable con los demás es ser amable contigo mismo. Si eres duro con los demás, eres duro contigo mismo. ¿Qué sentido tiene ponerse en una situación difícil? No querer para los demás lo que no quieras para ti es lo mejor que puedes hacer por ti mismo, y lo más considerado”. Esta actitud es evidentemente la de no ser meticuloso en ningún aspecto. No tienes una postura o perspectiva correcta sobre ningún tema; posees una visión confusa de todo. No eres meticuloso y simplemente haces la vista gorda respecto a las cosas. Cuando por fin te presentes ante Dios y rindas cuentas, será un gran embrollo. ¿Por qué? Porque siempre dices que “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”. Todo esto te reconforta y lo disfrutas mucho, pero al mismo tiempo te causará muchos problemas, y hará que no puedas tener una visión o postura clara en muchos asuntos. Por supuesto, también te incapacita para entender claramente cuáles son los requisitos y las normas de Dios para ti cuando te encuentras con estas situaciones, o qué resultado deberías conseguir. Estas cosas suceden porque no eres meticuloso con nada; vienen causadas por tu actitud y tu punto de vista confusos. ¿Acaso no querer para los demás lo que no quieras para ti es la actitud tolerante que deberías tener hacia las personas y las cosas? No, no lo es. No es más que una teoría que parece correcta, noble y amable desde fuera, pero que en realidad es algo absolutamente negativo. Es evidente que no es ni mucho menos un principio-verdad al que la gente debería adherirse. Dios no le exige a la gente que no quiera para los demás lo que no quiera para sí, sino que tenga claros los principios que debe observar al gestionar las diferentes situaciones. Si es correcto y está en línea con la verdad de las palabras de Dios, entonces debes aferrarte a ello. Y no solo te tienes que aferrar a ello, sino que tienes que amonestar, persuadir y hablar con otros, para que entiendan exactamente cuáles son las intenciones de Dios y cuáles son los principios-verdad. Esta es tu responsabilidad y obligación. Dios no te pide que tomes el camino del medio, y mucho menos te pide que presumas de lo generoso que es tu corazón. Debes aferrarte a las cosas que Dios te ha amonestado y enseñado, y a lo que Dios expresa en Sus palabras: los requisitos, los criterios y los principios-verdad que la gente debe observar. No solo debes aferrarte y ceñirte a ellos para siempre, sino que también debes practicar estos principios-verdad liderando con el ejemplo, así como persuadiendo, supervisando, ayudando y guiando a otros para que se aferren a ellos, los observen y practiquen de la misma manera que lo haces tú. Dios exige que hagas esto; esto es lo que Él te encomienda. No puedes exigirte a ti mismo e ignorar a los demás. Dios exige que adoptes la postura correcta en los asuntos, que te aferres a los criterios correctos y que sepas con precisión cuáles son los criterios de las palabras de Dios, y que descubras con precisión cuáles son los principios-verdad. Incluso si no puedes lograr esto, incluso si no estás dispuesto, si no te gusta, si tienes nociones, o si te resistes a ello, debes tomarlo como tu responsabilidad, como tu obligación. Debes hablar con la gente sobre las cosas positivas que provienen de Dios, sobre las cosas que son correctas y adecuadas, y usarlas para ayudar, impactar y guiar a otros, para que la gente pueda beneficiarse y ser edificada por ellas, y caminar por la senda correcta en la vida. Es tu responsabilidad, y no debes aferrarte obstinadamente a la idea de que “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás”, que Satanás te ha metido en la cabeza. A ojos de Dios, ese dicho es solo una filosofía para los asuntos mundanos; es una forma de pensar que contiene los trucos de Satanás; no es para nada la senda correcta ni es una cosa positiva. Lo único que Dios quiere que seas es una persona recta que comprenda claramente lo que debe y no debe hacer. Él no quiere que seas una persona complaciente ni nades entre dos aguas; no te invita a tomar el camino del medio. Cuando un asunto tiene que ver con los principios-verdad, debes decir lo que hay que decir, y entender lo que hay que entender. Si alguien no entiende algo, pero tú sí, y le puedes dar indicaciones y ayudarle, entonces debes cumplir sin falta con esta responsabilidad y obligación. No debes limitarte a echarte a un lado del camino y quedarte mirando, y mucho menos debes aferrarte a las filosofías que Satanás te ha metido en la cabeza, como por ejemplo no querer para los demás lo que no quieras para ti. ¿Lo entiendes? (Sí). Lo correcto y positivo es así aunque no te guste, no estés dispuesto a hacerlo, no seas capaz de hacerlo y lograrlo, te resistas a ello o tengas nociones en contra. La esencia de las palabras de Dios y la verdad no van a cambiar solo porque la humanidad tenga unas actitudes corruptas y ciertas emociones, sentimientos, deseos y nociones. La esencia de las palabras de Dios y la verdad no cambian jamás. Tan pronto como conozcas, comprendas, experimentes y alcances las palabras de Dios y la verdad, tendrás la obligación de compartir tus testimonios vivenciales con otra gente. De ese modo, todavía más gente comprenderá las intenciones de Dios, comprenderá y alcanzará la verdad, entenderá las exigencias y los criterios de Dios y captará los principios-verdad. Con ello, estas personas conseguirán tener una senda de práctica ante los problemas de la vida diaria y no se confundirán ni se quedarán encadenadas a las diversas ideas y opiniones de Satanás. El dicho de conducta moral “Lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás” es real y verdaderamente una astuta trama de Satanás para controlar la mente de las personas. Si siempre defiendes esto, entonces eres alguien que vive según las filosofías satánicas; una persona que vive por completo en un carácter satánico.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (10)

En cualquier época o grupo étnico en que se utilice este dicho de conducta moral, “Daría la vida por un amigo”, se cumple bastante bien. Es decir, concuerda relativamente bien con la conciencia y razón de la humanidad. Mejor dicho, este enunciado concuerda con el concepto de “fraternidad” al que se remite la gente en conciencia. Las personas que valoran la fraternidad estarían dispuestas a dar la vida por un amigo. Por muy difícil y peligrosa que fuera la situación de su amigo, darían la cara y la vida por él. Este es el espíritu de sacrificio de los propios intereses por los demás. Lo que le inculca a la gente el dicho de conducta moral “Daría la vida por un amigo” es, básicamente, que valore la fraternidad. La norma que le exige a la humanidad es que valore la fraternidad: esa es la esencia de este dicho. […]

¿Qué tienen de malo ideas y puntos de vista como “dar la vida por un amigo”? Esta pregunta es en realidad bastante sencilla, nada difícil. Nadie que viva en el mundo ha caído de las nubes. Todo el mundo tiene padres e hijos, todo el mundo tiene parientes, nadie vive de manera independiente en este mundo humano. ¿Qué quiero decir con esto? Que tú vives en este mundo humano y tienes unas obligaciones que cumplir. En primer lugar, apoyar a tus padres y, en segundo lugar, criar a tus hijos. Estas son tus responsabilidades en la familia. En la sociedad también tienes unas responsabilidades y obligaciones sociales que cumplir. Debes desempeñar un papel en la sociedad, como el de obrero, agricultor, empresario, estudiante o intelectual. Desde la familia hasta la sociedad, hay muchas responsabilidades y obligaciones que debes cumplir. Es decir, aparte de comida, ropa, vivienda y transporte, hay muchas cosas que tienes que hacer, y también muchas cosas que deberías hacer y muchas obligaciones que deberías cumplir. Dejando de lado esta senda correcta de creencia en Dios que sigue la gente, como individuo tienes numerosas responsabilidades familiares y obligaciones sociales que cumplir. No existes de manera independiente. La responsabilidad con la que cargas no consiste solamente en hacer amigos y pasar un buen rato ni en buscar a alguien con quien puedas hablar y que pueda ayudarte. La mayoría de tus responsabilidades y las más importantes están relacionadas con tu familia y con la sociedad. Solo si cumples correctamente con tus responsabilidades familiares y tus obligaciones sociales puede considerarse plena y perfecta tu vida como persona. ¿Y en qué consisten las responsabilidades que debes cumplir en la familia? Debes ser buen hijo para tus padres y apoyarlos. Siempre que tus padres estén enfermos o en apuros, debes hacer todo lo que esté en tu mano. Como progenitor, has de sudar y esforzarte, trabajar mucho y soportar dificultades para mantener a toda la familia, y asumir la gran responsabilidad de ser padre o madre, criando a tus hijos, educándolos para que sigan la senda correcta y haciendo que comprendan los principios de conducta. Por tanto, tienes numerosas responsabilidades en tu familia. Debes apoyar a tus padres y asumir la responsabilidad de criar a tus hijos. Hay que hacer muchas cosas de ese tipo. ¿Y cuáles son tus responsabilidades en la sociedad? Cumplir las leyes y normas, tener unos principios en el trato con los demás, emplearte al máximo en el trabajo y gestionar bien tu carrera. Debes dedicar el 80 o 90 % de tu tiempo y energía a estas cosas. Es decir, sea cual sea tu papel en tu familia o en la sociedad, vayas por la senda que vayas y sean cuales sean tus ambiciones y aspiraciones, cada cual tiene unas responsabilidades que son muy importantes para él personalmente y que ocupan casi todo su tiempo y energía. Desde la perspectiva de las responsabilidades familiares y sociales, ¿cuál es el valor de tu persona y de tu vida al venir a este mundo humano? El de cumplir con las responsabilidades y misiones que te ha encomendado el cielo. Tu vida no te pertenece únicamente a ti y, por supuesto, tampoco le pertenece a nadie más. Tu vida existe para tus misiones y responsabilidades y para las responsabilidades, obligaciones y misiones que debes cumplir en este mundo humano. Tu vida no les pertenece a tus padres ni a tu cónyuge y, naturalmente, tampoco les pertenece a tus hijos. Menos aún le pertenece a tu descendencia. Entonces, ¿a quién le pertenece tu vida? Desde la perspectiva de una persona mundana, tu vida les pertenece a las responsabilidades y misiones que te ha encomendado Dios. Sin embargo, desde la perspectiva de un creyente, tu vida le debe pertenecer a Dios, ya que es Él quien dispone todas tus cosas y tiene soberanía sobre ellas. Por consiguiente, como persona que vive en el mundo, no debes prometer tu vida a nadie arbitrariamente ni sacrificar arbitrariamente tu vida por nadie en aras de la fraternidad. En pocas palabras, no debes menospreciar tu propia vida. Tu vida carece de valor para cualquier otra persona, sobre todo para Satanás, para esta sociedad y para esta especie humana corrupta, pero, para tus padres y parientes, tu vida es de suma importancia, ya que hay un vínculo indisociable entre tus responsabilidades y su supervivencia. Por supuesto, todavía más importante es que hay un vínculo indisociable entre tu vida y el hecho de que Dios tiene soberanía sobre todas las cosas y sobre toda la especie humana. Tu vida es indispensable entre las muchas vidas sobre las que Dios tiene soberanía. Tal vez tú no valores tanto tu vida, y quizá no deberías valorarla tanto, pero el caso es que tu vida es muy importante para tus padres y parientes, con quienes tienes una estrecha relación y unos vínculos indisociables. ¿Por qué afirmo eso? Porque tú tienes unas responsabilidades hacia ellos, ellos también tienen unas responsabilidades hacia ti, tú tienes unas responsabilidades hacia esta sociedad, y estas últimas tienen que ver con tu papel en ella. El papel de cada persona y cada entidad viva son indispensables para Dios y elementos imprescindibles de la soberanía de Dios sobre el género humano, sobre este mundo, sobre esta tierra y sobre este universo. A ojos de Dios, toda vida es incluso más insignificante que un grano de arena, y hasta más despreciable que una hormiga; no obstante, como cada persona es una vida, que es viviente y que respira, por ende, en el marco de la soberanía de Dios, aunque el papel que desempeñe esa persona no sea fundamental, también es indispensable. Así pues, observándolo desde estos ángulos, si una persona daría fácilmente la vida por un amigo y no solo piensa en hacerlo, sino que está dispuesta a ello en cualquier momento, a dar la vida sin tener en cuenta sus responsabilidades familiares o sociales y ni siquiera las misiones y deberes que le ha encomendado Dios, ¿no es un error? (Sí). ¡Es traicionero! Lo más valioso que Dios le otorga al hombre es ese aliento llamado vida. Si prometes alegremente dar la vida por un amigo a quien crees que se la puedes encomendar, ¿no es ser traicionero hacia Dios? ¿No es una falta de respeto por la vida? ¿No es un acto de rebeldía contra Dios? ¿Es un acto de traición a Dios? (Sí). Es obvio que esto supone renunciar a las responsabilidades que debes cumplir en tu familia y en la sociedad y eludir las misiones que Dios te ha encomendado. Es traicionero. Lo principal en la vida de una persona no es otra cosa que las responsabilidades que debe asumir en ella: las responsabilidades familiares y sociales y las misiones que Dios le ha encomendado. Lo principal son estas responsabilidades y misiones. Si pierdes la vida al darla alegremente por otro por un sentido pasajero de fraternidad y por la impetuosidad de un momento, ¿perviven tus responsabilidades? Entonces, ¿cómo puedes hablar de misiones? Es evidente que no valoras la vida que Dios te otorgó como lo más preciado que hay, sino que alegremente se la prometes a los demás dar tu vida por ellos, mientras ignoras o abandonas totalmente tus responsabilidades hacia tu familia y la sociedad, lo que es inmoral e injusto. Entonces, ¿qué estoy tratando de deciros? Que no deis alegremente la vida ni se la prometáis a los demás. Algunos preguntan: “¿Puedo prometérsela a mis padres? Y si se la prometo a mi pareja, ¿está bien?”. No. ¿Por qué no? Porque Dios te otorga la vida y permite que esta continúe para que puedas cumplir con tus responsabilidades hacia tu familia y la sociedad y llevar a cabo las misiones que Él te ha encomendado. No lo hace para que te tomes tu propia vida a broma prometiéndosela alegremente a otras personas, entregándosela a ellas, invirtiéndola en ellas y dedicándosela a ellas. Si una persona pierde la vida, ¿puede cumplir igualmente con sus responsabilidades familiares y sociales y con sus misiones? ¿Puede hacerlo igualmente? (No). Y, cuando las responsabilidades familiares y sociales de una persona dejan de existir, ¿siguen existiendo los roles sociales que cumplía? (No). Cuando dejan de existir los roles sociales que cumple una persona, ¿siguen existiendo las misiones de esa persona? No. Cuando las misiones y los roles sociales de una persona dejan de existir, ¿sigue existiendo aquello sobre lo que Dios es soberano? Dios es soberano sobre los seres vivos, los seres humanos que tienen vida, y, cuando dejan de existir sus responsabilidades sociales y su vida y todos sus roles sociales vuelven a la nada, ¿es esto un intento de que vuelvan a la nada tanto el género humano, sobre el que Dios es soberano, como el plan de gestión de Dios? Si haces esto, ¿no es traicionero? (Sí). Efectivamente, es traicionero. Tu vida existe únicamente para tus responsabilidades y misiones, y el valor de tu vida solo puede reflejarse en ellas. Aparte, no tienes la responsabilidad y la misión de dar la vida por un amigo. Como persona dotada de vida por Dios, lo que debes hacer es cumplir con las responsabilidades y misiones que Él te ha encomendado. En cambio, dar la vida por un amigo no es una responsabilidad ni una misión que Dios te haya otorgado. Más bien es una actuación tuya movido por un sentido de la fraternidad, una ilusión tuya, un pensamiento irresponsable de tu parte sobre la vida y, por supuesto, también una especie de pensamiento que Satanás le inculca a la gente para despreciar su vida y pisotearla.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (10)

En esta sociedad, los principios de las personas para enfrentarse al mundo, sus métodos para vivir y existir, e incluso sus actitudes y nociones con respecto a la religión y la creencia, así como sus diversas nociones y puntos de vista sobre las personas y las cosas, están condicionados inevitablemente por la familia. Cuando la gente todavía no ha alcanzado a comprender la verdad —independientemente de su edad, su género, la ocupación que desempeñen o la clase de postura que adopten respecto a todo, ya sea esta extrema o racional—, su familia influye enormemente en sus pensamientos, puntos de vista y la postura que adoptan hacia todo tipo de cosas. Es decir, los distintos efectos condicionantes que la familia ejerce sobre una persona determinan, en gran medida, la actitud de esta ante las cosas y su método para afrontarlas, así como su perspectiva sobre la existencia, e incluso repercuten en su fe. Dado que la familia condiciona a las personas e influye en ellas de manera tan significativa, es inevitable que se encuentre en la raíz de los métodos y principios de estas a la hora de afrontar las cosas, así como en su perspectiva sobre la existencia y en sus puntos de vista sobre la fe. Debido a que el hogar familiar no es propiamente el lugar donde surge la verdad ni tampoco el origen de esta, a efectos prácticos solo hay una fuerza motivadora o un objetivo que impulsa a tu familia a condicionarte sobre cualquier idea, punto de vista o método de existencia, y es el de actuar en tu mejor beneficio. Todo aquello que resulta en tu mejor beneficio, sin importar de quién provenga, ya sea de tus padres, abuelos o de tus antepasados, resumiendo, tiene como fin permitirte defender tus propios intereses en la sociedad y entre los demás, evitar que te intimiden y permitirte vivir entre la gente de manera más libre y diplomática, y su meta es proteger tus propios intereses en la mayor medida posible. El objetivo del condicionamiento que recibes de tu familia es protegerte, evitar que te intimiden o sufras humillaciones, y convertirte en alguien superior, aunque eso signifique intimidar o hacer daño a terceros, siempre y cuando no seas tú el que salga perjudicado. Estas son algunas de las cosas más destacables con las que tu familia te condiciona, y también son la esencia y el objetivo principal que subyacen a todas las ideas sobre las que te condicionan. ¿Me equivoco? (No). Si analizas el objetivo y la esencia de todas las cosas sobre las que tu familia te ha condicionado, ¿hay algo que esté de acuerdo con la verdad? Incluso si esas cosas son conformes con la ética o los derechos e intereses legítimos de la humanidad, ¿guardan alguna relación con la verdad? ¿Son la verdad? (No). Se puede afirmar con toda certeza que, sin lugar a dudas, no son la verdad. Por muy positivas, legítimas, humanas y éticas que el hombre crea que son las cosas con las que tu familia te condiciona, no son la verdad, no pueden ser representativas de ella y, por supuesto, no pueden sustituirla. Por lo tanto, en lo que respecta al tema de la familia, esas cosas constituyen otro aspecto del que la gente debería desprenderse. ¿Cuál es ese aspecto en concreto? Se trata de los efectos condicionantes que la familia ejerce sobre ti; ese es el segundo aspecto del que debes desprenderte en relación con el tema de la familia. Ya que estamos analizando los efectos condicionantes que la familia ejerce sobre ti, hablemos primero de cuáles son exactamente esos efectos condicionantes. Si los diferenciamos según el concepto que la gente tiene del bien y del mal, algunos son relativamente correctos, positivos y aceptables, y se pueden poner sobre la mesa, mientras que otros son relativamente egoístas, despreciables, viles, negativos y nada más. En cualquier caso, esos efectos condicionantes de la familia son como una capa protectora que salvaguarda colectivamente los intereses carnales de una persona, preserva su dignidad ante los demás y evita que la intimiden. ¿Es así? (Sí). Vamos a hablar pues de qué efectos condicionantes ejerce tu familia sobre ti. Por ejemplo, cuando los ancianos de la familia te dicen que “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar”, lo hacen para que otorgues importancia al hecho de tener una buena reputación, vivir con orgullo y no hacer nada que te haga caer en desgracia. Entonces, ¿guía este dicho a la gente de un modo positivo o negativo? ¿Puede conducirte a la verdad? ¿Puede llevarte a entenderla? (No). Te es posible aseverar con total certeza que no es así. Piénsalo, Dios dice que la gente debe comportarse con honestidad. Cuando has cometido una transgresión, has hecho algo malo o has llevado a cabo alguna acción que se rebela contra Dios y va en contra de la verdad, debes admitir tu error, lograr entenderte y diseccionarte a ti mismo para llegar al verdadero arrepentimiento, y de ahí en adelante actuar de acuerdo con las palabras de Dios. Así que, si las personas deben comportarse con honestidad, ¿se contradice eso con el dicho “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar”? (Sí). ¿De qué manera se contradice? El objetivo de ese dicho es que las personas concedan importancia al hecho de llevar una vida alegre y colorida y de hacer cosas que las dejen en buen lugar —en vez de otras que sean malas o deshonrosas o de poner al descubierto su lado más desagradable— e impedir que vivan sin orgullo o dignidad. Por el bien de su propia reputación, orgullo y honor, uno no puede tirarse piedras en su propio tejado, y menos aún hablarle a los demás sobre su lado oscuro o sus aspectos más vergonzosos, ya que una persona debe vivir con orgullo y dignidad. Para tener dignidad se necesita una buena reputación, y para tener una buena reputación hay que aparentar y engalanarse. ¿Acaso no se contradice eso con comportarse como una persona honesta? (Sí). Cuando te comportas como una persona honesta, lo que haces se opone por completo al dicho “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar”. Si quieres comportarte como una persona honesta, no le des importancia al orgullo; el orgullo de una persona no vale un céntimo. Ante la verdad, uno debe desenmascararse, no aparentar ni crear una imagen falsa. Uno debe revelar a Dios sus verdaderos pensamientos, los errores que ha cometido, los aspectos que vulneran los principios-verdad, etc., y también dejar al descubierto esas cosas ante sus hermanos y hermanas. No se trata de vivir por el bien de la propia reputación, sino más bien en aras de comportarse como una persona honesta, perseguir la verdad, ser un verdadero ser creado, satisfacer a Dios y ser salvado. No obstante, cuando no entiendes esta verdad ni las intenciones de Dios, las cosas con las que tu familia te condiciona tienden a prevalecer. Así que cuando haces algo malo, lo encubres y finges, pensando, “No puedo decir nada acerca de esto, y tampoco permitiré que nadie que lo sepa diga nada. Si alguno de vosotros dice algo, no dejaré que se vaya de rositas. Mi reputación es lo primero. Vivir no sirve para nada si no es por el bien de la propia reputación, ya que esta es más importante que cualquier otra cosa. Si una persona pierde su reputación, se queda sin dignidad. Así que no puedes decir las cosas como son, has de fingir y encubrirlas, de lo contrario te quedarás sin reputación ni dignidad, y tu vida carecerá de cualquier valor. Si nadie te respeta, no vales nada; eres basura sin valor”. ¿Resulta posible comportarse como una persona honesta si se practica de esta manera? ¿Es posible ser completamente franco y diseccionarse a uno mismo? (No). Obviamente, al hacerlo estás defendiendo el dicho “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar” con el que tu familia te ha condicionado. Sin embargo, si te desprendes de ese dicho para perseguir y practicar la verdad, dejará de afectarte y ya no volverá a ser el lema o principio conforme al cual hagas las cosas, y en lugar de eso harás justo lo contrario al dicho “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar”. No vivirás por el bien de tu reputación ni de tu dignidad, sino en aras de perseguir la verdad, comportarte como una persona honesta, buscar satisfacer a Dios y vivir como un auténtico ser creado. Si te atienes a este principio, te habrás desprendido de los efectos condicionantes que tu familia ejerce sobre ti.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (12)

La familia no solo condiciona a la gente con uno o dos dichos, sino con una sarta completa de citas y aforismos bien conocidos. En tu familia, por ejemplo, ¿mencionan los ancianos y padres a menudo el dicho “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”? (Sí). Lo que quieren decir es: “La gente debe vivir por el bien de su reputación. Las personas no buscan otra cosa en la vida que forjarse una buena reputación entre los demás y causar una buena impresión. Dondequiera que vayas, muéstrate más generoso en las felicitaciones, las cortesías y los cumplidos, y pronuncia más palabras amables. No ofendas a nadie, y en lugar de eso realiza más buenas obras y actos amables”. Este particular efecto condicionante ejercido por la familia tiene cierto impacto en el comportamiento o los principios de conducta de las personas, lo que da lugar de manera inevitable a que concedan gran importancia a la fama y el beneficio. Es decir, otorgan gran importancia a su propia reputación, a su prestigio, a la impresión que crean en la mente de los demás y a cómo valoran estos todo lo que hacen y todas las opiniones que expresan. Al conceder gran importancia a la fama y el beneficio, sin darte cuenta le otorgas muy poca al hecho de si el deber que llevas a cabo es conforme con la verdad y los principios, y si estás satisfaciendo a Dios y cumpliendo con tu deber adecuadamente. Consideras que esas cosas tienen poca importancia y no son prioritarias, mientras que el dicho “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”, con el que tu familia te ha condicionado, se vuelve extremadamente importante para ti. Te obliga a prestar mucha atención al modo en que los demás perciben en su mente cada detalle sobre ti. En particular, hay quienes prestan especial atención a lo que los demás piensan realmente de ellos a sus espaldas, hasta el punto de poner la oreja en las paredes, escuchar a través de puertas entreabiertas e incluso mirar de reojo lo que los demás escriben sobre ellos. En cuanto alguien menciona su nombre, piensan: “Tengo que darme prisa para escuchar lo que dicen sobre mí y saber si su opinión es buena. ¡Oh, cielos! Han dicho que soy vago y que me gusta la buena comida. Entonces debo cambiar, no puedo seguir siendo vago, he de ser diligente”. Después de obrar con diligencia durante un tiempo, piensan para sí: “He estado atento para comprobar si todo el mundo dice que soy vago, y parece que nadie lo ha dicho últimamente”. Sin embargo, permanecen inquietos, así que dejan caer el tema de manera casual en las conversaciones que mantienen con quienes les rodean, diciendo: “Soy un poco vago”. A lo que otros responden: “No eres vago, ahora eres mucho más diligente que antes”. Al oír eso, enseguida se sienten aliviados, encantados y reconfortados. “Fíjate, ha cambiado la opinión que todos tenían de mí. Parece que se han dado cuenta de la mejora en mi conducta”. Nada de lo que haces es en aras de practicar la verdad ni para satisfacer a Dios, sino por el bien de tu propia reputación. Así pues, en la práctica, ¿en qué se ha convertido todo lo que haces? En un acto religioso. ¿Qué ha sido de tu esencia? Te has convertido en el arquetipo de un fariseo. ¿En qué se ha convertido tu senda? En la senda de los anticristos. Así es como Dios la define. Por lo tanto, se ha manchado la esencia de todo lo que haces, ya no es la misma; no practicas ni persigues la verdad, sino que buscas la fama y el beneficio. En última instancia, en lo que respecta a Dios, el cumplimiento de tu deber es, en una palabra, inadecuado. ¿Por qué? Porque te dedicas solo a tu propia reputación, en lugar de a lo que Dios te ha encomendado o a tu deber como ser creado. ¿Qué sientes en tu corazón cuando Dios plantea semejante definición? ¿Que tu creencia en Dios durante todos estos años ha sido en vano? Entonces, ¿significa eso que no has estado persiguiendo la verdad en absoluto? No has estado persiguiendo la verdad, sino que tu atención se ha dirigido sobre todo a tu propia reputación, y la causa de ello radica en los efectos condicionantes provenientes de tu familia. ¿Qué dicho es con el que más te ha condicionado? El dicho “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela” se ha arraigado profundamente en tu corazón y se ha convertido en tu lema. Este dicho te ha influido y condicionado desde que eras joven, e incluso siendo ya mayor lo sigues repitiendo a menudo para influir en la siguiente generación de tu familia y en los que te rodean. Por supuesto, lo que es aún más grave es que lo has adoptado como tu método y principio para comportarte y afrontar las cosas, e incluso como el objetivo y el rumbo que persigues en la vida. Debido a lo equivocado de este objetivo y rumbo, el resultado final será seguramente negativo. Porque la esencia de todo lo que haces es solo por el bien de tu reputación, y su único fin es poner en práctica el dicho “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”. No persigues la verdad, y ni tú mismo te das cuenta de ello. Crees que ese dicho no tiene nada de malo, ¿por qué no debería la gente vivir por el bien de su reputación? Ese dicho tan común asegura que “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”. Parece algo muy positivo y legítimo, así que de manera inconsciente aceptas su efecto condicionante y lo consideras algo positivo. Una vez que consideras este dicho como algo positivo, inconscientemente lo estás persiguiendo y poniendo en práctica. Al mismo tiempo, sin saberlo y de forma confusa, lo interpretas erróneamente como la verdad y como un criterio de esta. Cuando lo consideras un criterio de la verdad, ya no escuchas lo que Dios dice ni eres capaz de entenderlo. Pones en práctica a ciegas el lema “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”, y obras de acuerdo con él, y lo que al final obtienes de ello es una buena reputación. Has conseguido lo que querías, pero al hacerlo has vulnerado y abandonado la verdad, y has perdido la oportunidad de salvarte. Dado que ese es el resultado final, debes desprenderte y abandonar la idea de que “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”, con la que tu familia te condicionó. No es algo a lo que debas aferrarte, ni es un dicho o idea al que debas dedicar los esfuerzos y energías de toda una vida. Esta idea y punto de vista que te han inculcado y condicionado son equivocados, por lo que debes desprenderte de ellos. El motivo por el que debes desprenderte de ese dicho no es solo porque no es la verdad, sino también porque te llevará por el mal camino y, finalmente, a tu destrucción, así que las consecuencias son muy graves. Para ti, no es un simple dicho, sino un cáncer, un medio y un método que corrompen a la gente. Porque, según las palabras de Dios, entre todos los requerimientos que impone a las personas, nunca les ha exigido perseguir una buena reputación, buscar prestigio, causar buena impresión a los demás, ganarse la aprobación del resto u obtener su visto bueno, ni tampoco les ha exigido que vivan por la fama o con el fin de dejar tras de sí una buena reputación. Dios solo quiere que cumplan bien con su deber, y que se sometan a Él y a la verdad. Por consiguiente, en lo que a ti respecta, ese dicho es un tipo de condicionamiento que proviene de tu familia y del que deberías desprenderte.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (12)

Existe otro efecto condicionante que tu familia ejerce sobre ti. Por ejemplo, para animarte, los padres o ancianos te dicen: “Para llegar a la cima, hay que soportar un gran sufrimiento”. Con esto pretenden enseñarte a aguantar el sufrimiento, ser diligente y perseverar, y a no temer al sufrimiento en ninguna cosa que hagas, pues solo aquellos capaces de soportarlo, los que tienen resistencia ante las adversidades, trabajan duro y poseen espíritu de lucha pueden llegar a la cima. ¿Qué significa “llegar a la cima”? Que no te intimiden, te menosprecien o discriminen; significa tener gran prestigio y alto estatus entre la gente, ostentar autoridad para hablar y que te oigan, y potestad para tomar decisiones; significa ser capaz de llevar una vida mejor y de mayor calidad que los demás, y que la gente te tenga en consideración, te admire y envidie. En esencia, significa que ocupes el escalón superior de toda la raza humana. ¿Qué significa el “escalón superior”? Significa que haya muchas personas a tus pies y no tengas que soportar ningún maltrato por parte de ellas; en eso consiste “llegar a la cima”. Pero, para llegar a la cima, hay que “soportar un gran sufrimiento”, lo que significa que has de ser capaz de tener un nivel de aguante del que otros carecen. Así pues, para llegar a la cima, debes ser capaz de soportar miradas desdeñosas, burlas, sarcasmos, calumnias, así como la falta de comprensión de los demás e incluso su escarnio y otras cosas. Además del sufrimiento físico, debes ser capaz de soportar el sarcasmo y la ridiculización de la opinión pública. Solo si aprendes a ser esa clase de persona podrás destacar entre el resto y hacerte un sitio en la sociedad. El objetivo de ese dicho es que la gente se convierta en el líder de la manada y no en un subordinado, ya que ser esto último es muy duro, porque has de aguantar que te traten mal, te sientes inútil y careces de dignidad y prestigio. Esto es también un efecto condicionante que tu familia ejerce sobre ti, con el objetivo de obrar en tus mejores intereses. Tu familia lo hace para que no tengas que aguantar los malos tratos de los demás, poseas fama y autoridad, comas bien y disfrutes, así como para que, vayas donde vayas, nadie se atreva a intimidarte, sino que puedas actuar como un tirano que lleva la voz cantante, y todo el mundo se incline y doblegue ante ti. En cierto sentido, al buscar destacar, lo haces en tu propio beneficio, y por otra parte, también para elevar el estatus social de la familia y honrar a tus antepasados, a fin de que tus padres y familiares también se beneficien de la relación que os une y nadie los someta a malos tratos. Si has soportado un gran sufrimiento y has llegado a la cima al convertirte en un funcionario superior con un buen coche, una casa lujosa y un séquito de gente pululando a tu alrededor, de igual modo tu familia se beneficiará del vínculo que os une, y sus miembros también podrán conducir buenos coches, comer bien y vivir la gran vida. Si quieres, podrás comer los manjares más caros, ir donde te apetezca, tener a todo el mundo a tu entera disposición, hacer lo que te venga en gana, vivir de manera obstinada y arrogante sin necesidad de pasar desapercibido ni de esconder el rabo entre las patas, y hacer lo que te plazca, aunque esté por encima de la ley, y llevar una vida audaz y osada. Ese es el objetivo de tu familia al condicionarte de tal manera, evitar que te agravien y hacer que llegues a la cima. Hablando sin rodeos, su objetivo es convertirte en alguien que lidere a los demás, que los dirija y les dé órdenes, que siempre sea el que intimide, nunca el intimidado, y que esté en lo más alto, en lugar de ser un subordinado. ¿No es así? (Sí). […] Entonces, ¿qué requiere Dios a este respecto? ¿Requiere que las personas lleguen a la cima y no sean mediocres, mundanas, corrientes u ordinarias, sino excepcionales, famosas e ilustres? ¿Es eso lo que Dios requiere de las personas? (No). Está muy claro que el dicho con el que tu familia te ha condicionado —“Para llegar a la cima, hay que soportar un gran sufrimiento”— no te conduce por una dirección positiva y, por supuesto, tampoco guarda relación con la verdad. Los objetivos de tu familia al hacerte padecer sufrimiento resultan muy poco inocentes, se basan en maquinaciones y son muy despreciables y subrepticios. Dios hace que las personas padezcan sufrimientos porque poseen actitudes corruptas. Si alguien desea purificar sus actitudes corruptas, debe sobrellevar el sufrimiento; eso es un hecho objetivo. Además, Dios exige a las personas padecer sufrimientos. Es algo que debe hacer un ser creado, lo que una persona normal debería soportar y la postura que debería adoptar. Sin embargo, Dios no te exige que llegues a la cima. Solo te pide que seas una persona normal y corriente que entienda la verdad, escuche Sus palabras y se someta a Él, con eso basta. Dios nunca exige que le sorprendas ni que hagas nada trascendental, ni tampoco necesita que seas una celebridad o una persona destacada. Solo quiere que seas una persona normal, corriente y real, sin importar cuánto sufrimiento puedas soportar o si ni siquiera toleras el más mínimo; siempre y cuando al final seas capaz de temer a Dios y evitar el mal, serás la mejor persona posible. Dios no quiere de ti que llegues a la cima, sino que seas un auténtico ser creado, una persona que pueda cumplir con su deber como tal. Alguien así es común y corriente, posee una humanidad normal, así como conciencia y razón, no es ilustre o maravilloso a ojos de los no creyentes o de los humanos corruptos. Hemos hablado mucho sobre este aspecto, así que ya no vamos a discutirlo más. Este dicho de “Para llegar a la cima, hay que soportar un gran sufrimiento” es algo de lo que claramente debes desprenderte. ¿De qué tienes que desprenderte exactamente? Del rumbo de búsqueda con el que tu familia te ha condicionado. Es decir, debes cambiar el rumbo de tu búsqueda. No hagas nada solo en aras de llegar a la cima, destacar, ser digno de atención o admirado por los demás. En lugar de eso, debes desprenderte de dichas intenciones, objetivos y motivaciones y hacer todo con los pies en el suelo, para así poder ser un auténtico ser creado. ¿Qué quiero decir “con los pies en el suelo”? El principio más básico es hacer todo de acuerdo con los modos y principios que Dios les ha enseñado a las personas. Supongamos que lo que haces no entusiasma ni impresiona a nadie, o que ni siquiera es objeto de elogio o estima por persona alguna. A pesar de ello, si se trata de algo que debes hacer, debes persistir y seguir haciéndolo, considerándolo como el deber que un ser creado debe cumplir. Si lo haces, serás un ser creado aceptable a ojos de Dios; es tan simple como eso. Lo que necesitas cambiar es tu búsqueda en lo que respecta a tu comportamiento y es tu perspectiva de vida.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (12)

La familia te condiciona e influye de otras maneras, por ejemplo, con el dicho “La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud”. Los miembros de la familia te enseñan a menudo: “Sé amable y no discutas con nadie ni te crees enemigos, porque si te creas demasiados, no serás capaz de hacerte un sitio en la sociedad, y si hay demasiada gente que te odia y va a por ti, no estarás a salvo en ella. Siempre estarás amenazado, y tu supervivencia, estatus, familia, seguridad personal e incluso tus expectativas de desarrollo profesional correrán peligro y se verán obstaculizados por gente desagradable. Por lo tanto, debes aprender que ‘La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud’. Sé amable con todo el mundo, no perjudiques las buenas relaciones, no digas nada de lo que no puedas retractarte luego, evita herir el orgullo de los demás y no pongas al descubierto sus defectos. Evita o deja de decir cosas que la gente no quiere escuchar. Limítate a hacer cumplidos, porque halagar a alguien nunca hace daño. Debes aprender a mostrar paciencia y a ceder en asuntos tanto grandes como pequeños, porque ‘Ceder facilita mucho la resolución de un conflicto’”. Piénsalo: al decirte esto, tu familia te inculca dos ideas y puntos de vista a la vez. Por una parte, te dice que seas amable con los demás; por otra, te pide paciencia, que no hables cuando no te toque y que, si tienes algo que decir, cierres la boca hasta que llegues a casa y se lo cuentes a tu familia. O mejor aún, que ni siquiera se lo cuentes a ellos, porque las paredes son delgadas; si el secreto llegara a salir a la luz, no te irían bien las cosas. Para hacerse un sitio y sobrevivir en esta sociedad, la gente ha de aprender una cosa: a nadar entre dos aguas. En términos coloquiales, debes ser evasivo y astuto. No puedes decir sin más lo que tienes en la cabeza. El hecho de decir simplemente lo que se piensa, es propio de un estúpido, no de alguien inteligente. Algunas personas dicen lo que les viene en gana, son como bombas de relojería. Imagina a un tipo que hace eso y acaba ofendiendo a su jefe. Entonces el jefe le complica las cosas, cancela su bonificación y siempre está buscando tener una trifulca con él. Al final, ya no aguanta más en ese trabajo. Si lo deja, no tiene otro medio para ganarse la vida, pero si sigue en él, lo único que puede hacer es aguantar más tiempo en un trabajo que ya no soporta. ¿Cómo se le llama a eso, cuando estás entre la espada y la pared? Estar “atrapado”, en un aprieto. Su familia entonces le regaña, le dice: “Mereces que te traten así de mal, deberías haber recordado que ‘La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud’. Te lo mereces por ser una bomba de relojería y darle tanto a la lengua. Te dijimos que tuvieras tacto y pensaras con cautela lo que dices, pero no quisiste hacerlo, tenías que ser directo. ¿Creías que te saldría tan barato meterte con tu jefe? ¿Pensabas que resultaría tan fácil sobrevivir en la sociedad? Siempre dices que eres muy franco. Pues bueno, ahora debes atenerte a las dolorosas consecuencias. ¡Aprende la lección! En el futuro, harás bien en recordar el dicho ‘La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud’”. Una vez que le han enseñado esta lección, la recuerda y piensa: “No hay duda de que mis padres acertaron al educarme. Se trata de una perspicaz muestra de experiencia de vida, un tesoro de sabiduría, no puedo seguir ignorándola. Ignoro a mis mayores bajo mi propio riesgo, así que lo recordaré en el futuro”. Después de empezar a creer en Dios y de unirse a la casa de Dios, sigue recordando el dicho: “La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud”, así que siempre saluda a sus hermanos y hermanas cuando los ve, y hace todo lo posible por brindarles palabras amables. El líder afirma: “Llevo tiempo siendo líder, pero no tengo suficiente experiencia en el trabajo”. Entonces él interviene con un cumplido: “Estás haciendo un gran trabajo. Si no fueras nuestro líder, creeríamos estar perdidos”. Otra persona dice: “He adquirido comprensión sobre mí mismo, y creo que soy bastante falso”. Así que él responde: “No eres falso, eres realmente honesto, yo soy el falso”. Alguien le hace un comentario desagradable y él piensa para sí: “No hay que temer los comentarios desagradables como este, puedo aguantar cosas mucho peores. No importa lo desagradables que sean tus comentarios, lo que haré será fingir que no los he oído, y seguiré haciéndote cumplidos y esforzándome por ganarme tu favor, porque hacer cumplidos nunca hace daño”. Cuando alguien le pide que dé su opinión o que se abra durante una charla, no habla con franqueza, sino que mantiene esa fachada alegre y jovial delante de todos. Alguien le pregunta: “¿Cómo es que siempre estás tan alegre y jovial? ¿Acaso eres un hipócrita?”. Y piensa para sí: “Llevo años siendo un hipócrita, y en todo este tiempo no se han aprovechado de mí, así que ese se ha convertido en mi principio fundamental para desenvolverme en el mundo”. ¿No es ese un comportamiento esquivo? (Sí). Algunos llevan deambulando así por la sociedad desde hace muchos años, y lo siguen haciendo tras llegar a la casa de Dios. Nunca dicen una palabra honesta, no hablan desde el corazón ni de su comprensión sobre sí mismos. Incluso cuando un hermano o hermana les abre su corazón, ellos no se expresan con franqueza y nadie puede figurarse qué se les está pasando realmente por la cabeza. Nunca revelan lo que piensan o cuáles son sus puntos de vista, mantienen una muy buena relación con todo el mundo y no sabes qué clase de persona o qué tipo de personalidad les gusta en realidad, o lo que piensan realmente de los demás. Si alguien les pregunta qué clase de persona es este o el otro, responden: “Lleva siendo creyente más de diez años y lo veo bien”. Por cualquiera que les preguntes, siempre dicen que lo ven bien o bastante bien. Si alguien le pregunta: “¿Has descubierto algún defecto o fallo en él?”, responden: “De momento no. Me fijaré más a partir de ahora”, pero muy en el fondo piensan: “Me estás pidiendo que ofenda a esa persona, y desde luego no voy a hacerlo. Si te digo la verdad y él se entera, ¿acaso no se convertirá en mi enemigo? Mi familia me lleva diciendo desde hace mucho que no me cree enemigos, y no he olvidado esas palabras. ¿Crees que soy estúpido? ¿Crees que olvidaría la educación y el condicionamiento que he recibido de mi familia solo porque tú hayas compartido dos frases de la verdad? Eso no va a ocurrir. Esos dichos —‘La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud’ y ‘Ceder facilita mucho la resolución de un conflicto’— nunca me han abandonado hasta ahora y son mis talismanes. No hablo de los defectos de nadie, y si alguien me provoca, muestro paciencia. ¿Es que no has visto ese símbolo grabado en mi frente? Es el carácter chino de ‘paciencia’, que consiste en el símbolo de un cuchillo encima del de un corazón. A quienquiera que me haga comentarios desagradables, le muestro paciencia. A cualquiera que me pode, le muestro paciencia. Mi objetivo es llevarme bien con todo el mundo y mantener las relaciones en ese nivel. No te atengas a los principios, no seas tan estúpido, no seas inflexible, debes aprender a ceder según las circunstancias. ¿Por qué crees que viven tanto las tortugas? Porque se esconden dentro de su caparazón cuando las cosas vienen mal dadas, ¿no es así? De ese modo pueden protegerse y vivir miles de años. Así es como se llega a tener una larga vida, y también como se afronta el mundo”. No oyes a tales personas pronunciar nada sincero o genuino, y nunca revelan sus auténticos puntos de vista ni la base de su comportamiento. Solo piensan en esas cosas y las consideran en su interior, pero nadie más las conoce. Esa clase de persona se muestra en apariencia amable con todo el mundo, parece tener buen carácter y no hace daño ni ofende a nadie. Sin embargo, lo que en realidad hace es nadar entre dos aguas y ser esquivo. Esa clase de personas siempre es del agrado de algunos en la iglesia, porque nunca cometen grandes errores, nunca se delatan y, según la opinión de los líderes de la iglesia y de los hermanos y hermanas, se llevan bien con todo el mundo. Su actitud hacia su deber es tibia, hacen solamente aquello que se les pide. Son particularmente obedientes y educados, nunca hacen daño a nadie al hablar o al gestionar asuntos, y nunca se aprovechan injustamente de nadie. Jamás hablan mal de ninguna persona y tampoco juzgan a otros a sus espaldas. Sin embargo, nadie sabe si son sinceros cuando cumplen con su deber, lo que piensan de los demás o qué opinión tienen sobre ellos. Tras considerarlo con detenimiento, hasta te parece que esa clase de persona es en realidad un poco rara y difícil de entender, y que puede causar problemas si permanece en la iglesia. ¿Qué deberías hacer? Es una decisión difícil, ¿verdad? Cuando están cumpliendo con su deber, puedes observar que se ocupan de sus asuntos, pero nunca les preocupan los principios que la casa de Dios les ha comunicado. Hacen las cosas como les apetece, actúan por inercia y así les vale, limitándose únicamente a evitar cometer errores graves. En consecuencia, no les hallas ninguna falta ni identificas ningún defecto. Hacen las cosas de manera impecable, pero ¿qué piensan en su interior? ¿Quieren cumplir con su deber? Si la iglesia no contara con decretos administrativos o no existiera la supervisión por parte del líder o de los hermanos y hermanas, ¿podría la gente así llegar a asociarse con personas malvadas? ¿Podrían hacer cosas malas y cometer maldades en colaboración con personas malvadas? Es muy posible, y son capaces de hacerlo, pero eso aún no ha ocurrido. Esa clase de persona es la más problemática, y son el arquetipo de la persona esquiva o del viejo zorro astuto. No le guardan rencor a nadie. Si alguien dice algo para hacerles daño o revela un carácter corrupto que atenta contra su dignidad, ¿qué es lo que piensan? “Mostraré paciencia, no te lo tendré en cuenta, pero un día quedarás en ridículo”. Cuando llega el día en que esa persona es tratada o queda en ridículo, se ríen para sus adentros. Se burlan fácilmente de los demás, de los líderes y de la casa de Dios, pero nunca de sí mismos. Lo que pasa es que no saben qué problemas o defectos propios tienen. Esa clase de personas se cuidan de no revelar nada que pueda dañar a otros, o cualquier cosa que permita que los demás los desentrañen, aunque piensen en ello en su interior. En cambio, cuando se trata de cosas que pueden entorpecer o confundir a los demás, las expresan libremente y permiten que la gente las conozca. Las personas así son las más insidiosas y difíciles de tratar. Entonces, ¿qué postura adopta la casa de Dios ante quienes son así? Si se puede, las utiliza, y si no, hay que deshacerse de ellas; ese es el principio. ¿Por qué? La razón es que las personas así están destinadas a no perseguir la verdad. Son incrédulos que se mofan de la casa de Dios, de los hermanos y hermanas, y de los líderes cuando las cosas van mal. ¿Qué papel desempeñan? ¿Es el papel de Satanás y los diablos? (Sí). Cuando muestran paciencia hacia sus hermanos y hermanas, no están expresando tolerancia ni amor genuinos. Lo hacen para protegerse y evitar atraer enemigos o peligros hacia sí. No toleran que sus hermanos y hermanas los protejan, y tampoco lo hacen por amor, y menos aún porque estén persiguiendo la verdad y practicando de acuerdo con los principios-verdad. La suya es una postura que se centra en ir a la deriva y desorientar a los demás. Tales personas nadan entre dos aguas y son evasivas. No les gusta la verdad y no la persiguen, sino que simplemente van a la deriva. Está claro que el condicionante que reciben de su familia afecta enormemente a los métodos conforme a los cuales se comportan y gestionan las cosas. Por supuesto, debe mencionarse que esos métodos y principios para afrontar el mundo son inseparables de su esencia-humanidad. Por si fuera poco, los efectos condicionantes de su familia solo sirven para que sus acciones sean incluso más pronunciadas y sólidas, y revelan su esencia-naturaleza incluso más a fondo. Por lo tanto, al enfrentarse a cuestiones fundamentales en relación con lo correcto y lo incorrecto, y a aquellas que afectan a los intereses de la casa de Dios, si tales personas pueden tomar decisiones apropiadas y desprenderse de las filosofías para los asuntos mundanos que albergan en sus corazones, como “La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud”, a fin de defender los intereses de la casa de Dios, reducir sus transgresiones y disminuir sus acciones malvadas ante Dios, ¿qué beneficio obtendrán de ello? Como poco, cuando en el futuro Dios decida el desenlace de cada persona, conseguirán aliviar su castigo y disminuir la reprensión de Dios hacia ellos. Al practicar de esa manera, tales personas no tienen nada que perder y todo que ganar, ¿no es cierto? Que les hagan desprenderse íntegramente de sus filosofías para los asuntos mundanos no les resulta fácil, ya que es algo que atañe a su esencia-humanidad, y estas personas esquivas y que nadan entre dos aguas no aceptan la verdad en absoluto. Para ellas, no es tan simple y fácil desprenderse de las filosofías satánicas con las que su familia las ha condicionado, ya que, incluso dejando de lado esos efectos condicionantes de sus familias, creen de manera obsesiva en las filosofías satánicas, y les gusta este enfoque para afrontar el mundo, el cual constituye una visión muy individual y subjetiva. Sin embargo, si lo miran desde un punto de vista inteligente —si se desprenden de algunas de estas prácticas para así defender adecuadamente los intereses de la casa de Dios, siempre y cuando los suyos propios no se vean amenazados ni perjudicados—, verán que en realidad es algo bueno para ellas, porque como poco podría aliviar su culpa, disminuir la reprensión de Dios hacia ellas e incluso darle la vuelta a la tortilla de modo que, en lugar de reprenderlas, Dios las recompensaría y las recordaría. Qué maravilloso sería eso. ¿Acaso no sería algo bueno? (Sí).

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (12)

¿De qué otra forma te ha condicionado tu familia? Por ejemplo, tus padres suelen decirte: “Si tienes la lengua larga y te precipitas al hablar, tarde o temprano te meterás en problemas. Debes recordar que ‘Por la boca muere el pez’. ¿Qué significa eso? Que si hablas demasiado, sin duda acabarás metiendo la pata. Sea cual sea la ocasión, no te precipites al hablar, espera a ver qué dicen los demás antes de abrir la boca. Si sigues a la mayoría, te irá bien. Sin embargo, si en todo momento intentas destacar, hablas siempre con precipitación y revelas tu punto de vista sin saber lo que piensa tu superior, tu jefe o todos los que te rodean, y luego resulta que tu superior o tu jefe opina diferente, sucederá que este te complicará la vida. ¿Puede salir algo bueno de ahí? Chico bobo, debes tener cuidado en el futuro. Por la boca muere el pez. Recuerda eso y no te precipites al hablar. Las bocas son para comer, respirar, adular a tus superiores y tratar de complacer a los demás, no para contar la verdad. Debes elegir tus palabras con prudencia, emplear artimañas y métodos, y usar el cerebro. Justo antes de que las palabras escapen de tu boca, trágatelas y repásalas una y otra vez en tu mente, y espera el momento adecuado para decirlas. Lo que llegues a decir también debe depender de la situación. Si empiezas a compartir tu opinión, pero luego te das cuenta de que la gente no se la toma bien o que su reacción no es muy buena, detente y piensa cómo decirlo de manera que satisfaga a todo el mundo antes de continuar. Eso es lo que haría un chico listo. Si haces eso, te mantendrás alejado de los problemas y le gustarás a todo el mundo. Y si le gustas a todo el mundo, ¿no actuará eso en tu favor? ¿No te permitirá tener más oportunidades en el futuro?”. Tu familia no solo te condiciona al explicarte cómo ganarte una buena reputación, cómo llegar a lo más alto y asentarte de manera estable entre los demás, también al decirte cómo engañarlos sirviéndote de las apariencias, sin contar la verdad y, peor aún, soltando todo lo que se te pasa por la cabeza. Aquellos que han sufrido después de decir la verdad recuerdan que su familia les enseñó el dicho “Por la boca muere el pez”, y extraen una lección de ello. A partir de entonces, están cada vez más dispuestos a practicar ese dicho y convertirlo en su lema. Otros no han sufrido, sino que aceptan de corazón el condicionamiento de su familia a este respecto, y ponen siempre en práctica ese dicho en cualquier ocasión. Cuanto más lo ponen en práctica, más les parece que: “Mis padres y mis abuelos son muy buenos conmigo, todos son sinceros y quieren lo mejor para mí. Menos mal que me han enseñado el dicho ‘Por la boca muere el pez’, porque si no, a menudo tendría problemas por ser tan bocazas, y mucha gente me lo haría pasar mal, me miraría con desdén o me ridiculizaría y se burlaría de mí. Es un dicho muy útil y beneficioso”. Obtienen multitud de beneficios tangibles al poner en práctica ese dicho. Por supuesto, cuando luego se presentan ante Dios, siguen pensando que ese dicho es de lo más útil y beneficioso. Cada vez que un hermano o hermana habla abiertamente sobre su estado personal, su corrupción o su conocimiento vivencial, ellos también quieren compartir y ser personas francas y transparentes, y también quieren hablar con honestidad sobre lo que piensan o saben en su corazón, para aliviar temporalmente su estado mental, que se ha visto asfixiado durante tantos años, o para obtener cierto grado de libertad y liberación. Pero en cuanto recuerdan aquello con lo que sus padres los han machacado, es decir: “‘Por la boca muere el pez’, no te precipites, más que hablar, escucha y aprende a escuchar a los demás”, se tragan lo que querían decir. Cuando todos terminan de hablar, no dicen nada, sino que piensan para sí mismos: “Genial. Menos mal que esta vez no he dicho nada, porque en cuanto hubiera soltado mi discurso todo el mundo se habría formado una opinión sobre mí y puede que hubiera salido perdiendo. Es estupendo no decir nada. Tal vez así todos sigan pensando que soy honesto y no tan falso, sino simplemente una persona naturalmente taciturna y, por lo tanto, que no soy nada conspirador ni tampoco muy corrupto, y sobre todo que no tengo nociones sobre Dios, sino que soy más bien una persona simple y transparente. No tiene nada de malo que la gente piense así de mí, de modo que ¿por qué iba a tener que decir nada? De hecho, estoy observando algunos resultados desde que me atengo a este dicho: ‘Por la boca muere el pez’, por lo que seguiré actuando así”. La adhesión a ese dicho les produce una sensación agradable y gratificante, así que callan una vez, dos veces, y así hasta que llega un día en el que tienen demasiadas palabras reprimidas en su interior y quieren abrirse a sus hermanos y hermanas, pero sienten que tienen la boca sellada y vendada, y no pueden pronunciar ni una sola frase. Como no pueden contárselo a sus hermanos y hermanas, deciden intentar hablar con Dios, así que se arrodillan ante Él y le dicen: “Dios, tengo algo que decirte. Soy…”. Sin embargo, aunque lo han pensado bien en su corazón, no saben cómo decirlo, no pueden expresarlo, es como si se hubieran quedado mudos. No saben cómo elegir las palabras adecuadas, ni siquiera cómo hilvanar una frase. Tantos años de sentimientos reprimidos hacen que se sientan completamente asfixiados, y que estén viviendo una vida oscura y sórdida, y cuando se deciden a contarle a Dios lo que hay en su corazón y a confesar sus sentimientos, no tienen palabras y no saben por dónde empezar o cómo decirlo. ¿Acaso no son desdichados? (Sí). Entonces, ¿por qué no tienen nada que decirle a Dios? Se limitan a presentarse. Quieren decirle a Dios lo que albergan en su corazón, pero no tienen palabras, y al final lo único que les sale es: “Dios, te ruego que me concedas las palabras que he de decir”. Y Dios responde: “Deberías decir muchas cosas, pero no quieres decirlas ni lo haces cuando tienes la oportunidad, así que voy a quitarte todo lo que te he dado. No te lo voy a dar, no te lo mereces”. Solo entonces se dan cuenta de todo lo que han perdido en los últimos años. Aunque piensan que han llevado una vida muy digna, que se han contenido mucho y que su apariencia siempre ha sido perfecta, cuando observan que sus hermanos y hermanas no han parado de lograr beneficios, cuando los ven hablar de sus experiencias sin ningún reparo y abriéndose sobre su corrupción, llegan a la conclusión de que ellos no pueden decir ni una sola frase ni saben cómo hacerlo. Llevan muchos años creyendo en Dios y quieren hablar sobre el conocimiento de sí mismos y debatir sobre su experiencia con las palabras de Dios y su exposición a estas, así como lograr un poco de esclarecimiento, un poco de luz procedente de Dios y conseguir algo. Sin embargo, por desgracia, ya que se aferran con demasiada frecuencia a la opinión de que “Por la boca muere el pez”, y esta idea suele limitarlos y controlarlos, han vivido conforme a ese dicho durante muchos años, no han recibido ningún esclarecimiento o iluminación de Dios y, en lo que respecta a la entrada en la vida, siguen siendo pobres, miserables y tienen las manos vacías. Han practicado ese dicho y esa idea a la perfección y los han obedecido al pie de la letra, pero, a pesar de haber creído en Dios durante tantos años, no han obtenido nada de la verdad y siguen pobres y ciegos. Dios les dio bocas, pero no cuentan con habilidad alguna para compartir la verdad, ni con la capacidad de hablar sobre sus sentimientos y su conocimiento, y mucho menos con la habilidad de comunicarse con sus hermanos y hermanas. Lo más lamentable es que ni siquiera poseen la habilidad de hablarle a Dios, y han perdido esa capacidad. ¿Acaso no son desdichados? (Sí). Desdichados y lamentables. ¿No te desagrada hablar? ¿No temes siempre eso de que “por la boca muere el pez”? Entonces no deberías decir nada. Escondes tus pensamientos más profundos y aquello que Dios te ha otorgado, lo reprimes, lo sellas e impides que escape. Constantemente tienes miedo de perder prestigio, de sentirte amenazado, de que los demás te desentrañen y de dejar de ser perfecto, honesto y buena persona a ojos de otros, así que te contienes y no dices nada sobre tus verdaderos pensamientos. ¿Y qué sucede al final? Te conviertes en un mudo en todos los sentidos de la palabra. ¿Quién te hizo tanto daño? En su origen, lo que te hizo daño fue el condicionamiento de tu familia. Pero desde tu perspectiva personal, también se debe a que te gusta vivir conforme a las filosofías satánicas, así que eliges creer que el condicionamiento de tu familia es correcto, y no crees que los requerimientos que te hace Dios sean positivos. Eliges considerar el efecto condicionante que tu familia ejerce sobre ti como algo positivo, y ver las palabras de Dios, Sus requerimientos y Su provisión, ayuda y enseñanza como cosas de las que protegerse, como cosas negativas. Por lo tanto, por mucho que Dios te haya concedido en un principio, a consecuencia de tu cautela y rechazo de todos estos años, el resultado final es que Dios te lo retira todo y no te da nada, porque no eres digno de ello. Así que, antes de llegar a eso, has de desprenderte del efecto condicionante que tu familia ejerce sobre ti a este respecto, y no aceptar la idea errónea de que “Por la boca muere el pez”. Este dicho hace que seas más cerrado, más insidioso y más hipócrita. Es del todo antiético y contrario al requerimiento de Dios de que las personas sean honestas, y a Su exigencia de que sean francas y transparentes. Como creyente y seguidor de Dios, debes estar completamente decidido a perseguir la verdad. Y cuando estés completamente decidido a perseguir la verdad, debes tener la completa determinación de desprenderte de lo que imaginas que son los buenos efectos condicionantes que tu familia ejerce sobre ti; no debería haber elección posible. No importa cuáles sean los efectos condicionantes que tu familia ejerce sobre ti, ni lo buenos o beneficiosos que te resulten, y da igual cuánto te protejan, pues provienen de las personas y de Satanás, y deberías desprenderte de ellos. Aunque las palabras de Dios y Sus requerimientos hacia la gente puedan entrar en conflicto con los efectos condicionantes de tu familia, llegar a perjudicar tus intereses y despojarte de tus derechos, e incluso si piensas que no te protegen, sino que pretenden dejarte en evidencia y hacerte quedar como un necio, debes seguir considerándolas cosas positivas porque provienen de Dios, son la verdad y debes aceptarlas. Si las cosas con las que tu familia te ha condicionado son una carga para tu pensamiento y conducta, tu perspectiva sobre la existencia y la senda que tomas, debes desprenderte de dichas cosas y no aferrarte a ellas. En lugar de eso, debes sustituirlas por las correspondientes verdades de Dios, y al hacerlo, debes también discernir y reconocer de manera constante los problemas inherentes y la esencia de esas cosas con las que tu familia te ha condicionado, y luego actuar y practicar siguiendo las palabras de Dios con mayor precisión, concreción y sinceridad. Aceptar ideas, puntos de vista sobre las personas y las cosas y principios de práctica que provienen de Dios es la responsabilidad vinculada al deber de un ser creado, es lo que este debe hacer y también la idea y el punto de vista que debe poseer un ser creado.

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La familia ejerce otra clase de efecto condicionante. Por ejemplo, los miembros de tu familia siempre te dicen: “No destaques demasiado, debes refrenarte y ejercer un poco de contención en tus palabras y acciones, al igual que en tus talentos y habilidades personales, tu coeficiente intelectual, etcétera. Nunca seas el que despunte. Es como se asegura en los dichos: ‘Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen’, y ‘La viga que sobresale es la primera en pudrirse’. Si quieres protegerte y ostentar una posición estable y a largo plazo en el grupo al que perteneces, no seas la primera espiga que sobresale, debes contenerte y no aspirar a destacar por encima de todos los demás. Piensa en un pararrayos: es el primer lugar donde golpea una tormenta, ya que los rayos impactan antes en el punto más alto; y cuando hay un vendaval, el árbol más alto es el primero en llevarse la peor parte y salir volando; y cuando hace frío, la montaña más elevada es la primera en helarse. Ocurre lo mismo con las personas: si siempre sobresales entre los demás y llamas la atención, es posible que el Partido repare en ti y se plantee seriamente castigarte. No seas la espiga que sobresale, no vueles en solitario. Debes permanecer dentro de la bandada. De lo contrario, si se formara algún movimiento de protesta social a tu alrededor, serías el primero al que castigarían, por ser la espiga que sobresale. No seas líder o jefe de grupo en la iglesia. Si lo fueras, en caso de que se produjera cualquier pérdida o problema relacionado con el trabajo en la casa de Dios, serías el primero al que señalarían debido a tu condición de líder o supervisor. Por lo tanto, no seas la espiga que sobresale, pues es la primera que se corta. Debes aprender a esconder la cabeza y protegerte como una tortuga”. Cuando llega el momento de elegir a un líder, recuerdas estas palabras de tus padres, rechazas el puesto y dices: “Ay, no puedo. Tengo familia e hijos que me mantienen demasiado ocupado. No puedo ser líder. Encargaos vosotros, a mí no me elijáis”. Si de todos modos eres el elegido, sigues mostrándote reacio: “Me temo que he de dimitir”, y dices “Que uno de vosotros sea el líder, os cedo por completo esa oportunidad. Os dejo aceptar el puesto, yo me hago a un lado”. En tu corazón, reflexionas: “¡Eso es! Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen. Cuanto más alto subes, más fuerte es la caída, y la cima es un lugar solitario. Te dejaré a ti ser el líder y, cuando te escojan, llegará un día en el que darás un espectáculo. No quiero ser nunca líder, no quiero subir la escalera, con lo cual no me caeré desde muy alto. Piénsalo, ¿no destituyeron a fulano de su puesto como líder? Después de destituirlo, lo expulsaron, ni siquiera le dieron la oportunidad de ser un creyente corriente. Es un ejemplo perfecto de los dichos ‘Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen’ y ‘La viga que sobresale es la primera en pudrirse’. ¿Me equivoco? ¿Acaso no lo castigaron? Las personas deben aprender a protegerse a sí mismas, ¿para qué tienen cerebro si no? Si tienes cerebro, úsalo para protegerte a ti mismo. Hay quienes no son capaces de ver este asunto con claridad, pero así es como funciona en la sociedad y en cualquier grupo de personas; ‘Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen’. Te tendrán en alta consideración cuando despuntes, justo hasta el momento en que te corten. Entonces te darás cuenta de que la gente que se expone recibe tarde o temprano su merecido”. Son las enseñanzas sinceras de tus padres y de tu familia, y también la voz de la experiencia, la sabiduría destilada de su vida, que te susurran al oído sin reservas. ¿A qué me refiero con que “te susurran al oído”? A que, un día, tu madre te dice al oído: “Deja que te explique algo. Si hay una cosa que he aprendido en esta vida es que ‘Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen’. Con lo cual, si alguien destaca en exceso o llama demasiado la atención, es probable que lo castiguen. Mira lo sumiso y candoroso que es ahora tu padre; eso es porque lo castigaron en una campaña de represión. Tu padre tiene talento literario, sabe escribir y dar discursos, y posee dotes de liderazgo, pero como destacó demasiado, lo acabaron castigando en esa campaña. ¿Cómo es que, desde entonces, tu padre ya nunca habla de ser funcionario del gobierno y una figura importante? Ese es el motivo. Te hablo de corazón y te estoy diciendo la verdad. Debes escuchar y recordarlo bien. No te olvides, has de tenerlo presente vayas donde vayas. Es lo mejor que te puedo ofrecer como madre”. A partir de ese momento recuerdas sus palabras, y cuando rememoras el dicho “Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen”, te acuerdas de tu padre, y siempre que piensas en él, te viene ese dicho a la cabeza. Tu padre fue una vez la espiga que sobresalió y cortaron, y el aspecto abatido y desanimado que ahora ostenta te ha dejado una profunda huella. Así que, cada vez que quieras sobresalir, cada vez que te apetezca decir lo que piensas, que quieras cumplir tu deber en la casa de Dios adecuadamente y con sinceridad, el sentido consejo que tu madre te susurró al oído volverá a surgirte en la cabeza: “Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen”. Por lo tanto, de nuevo te encoges, pensando: “No puedo mostrar ningún talento o habilidad especial, debo contenerme y reprimirlos. Y en cuanto a la exhortación de Dios a las personas para que dediquen todo su corazón, mente y fuerzas al cumplimiento de su deber, debo practicar esas palabras con moderación y no destacar por esforzarme demasiado. Si destaco por mi excesivo esfuerzo y sobresalgo liderando el trabajo de la iglesia, ¿qué sucederá si algo sale mal en la obra de la casa de Dios y me hacen a mí responsable? ¿Cómo debo asumir semejante responsabilidad? ¿Se desharán de mí? ¿Me convertiré en el chivo expiatorio, en la espiga que sobresalió? En la casa de Dios, es difícil saber en qué acabarán estos asuntos. Por consiguiente, haga lo que haga debo mantener abierta una vía de escape, aprender a protegerme y asegurarme de haberme cubierto las espaldas antes de hablar y obrar. Es la manera más sabia de actuar, porque como dice mi madre, ‘Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen’”. Es un dicho profundamente enraizado en tu corazón y que influye también en tu vida diaria. Y por supuesto, lo más grave, afecta a tu postura en relación con el cumplimiento de tu deber. ¿No conlleva eso problemas graves? Así pues, cada vez que cumplas con tu deber y quieras entregarte con sinceridad, así como utilizar sin reservas todas tus fuerzas, este dicho de que “Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen” siempre te obligará a detenerte en seco, para al final decidir concederte algo de margen y espacio para maniobrar, y desempeñar tu deber solo de manera comedida después de asegurarte una vía de escape. ¿Tengo razón? Este tipo de condicionamiento de tu familia, ¿sirve para protegerte en gran medida de situaciones en las que quedes en evidencia y decidan qué hacer contigo? Para ti es otro talismán, ¿estoy en lo cierto? (Sí).

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Lo más probable es que en el condicionamiento familiar intervengan muchas más reglas del juego relativas a la manera de comportarse y tratar con el mundo. Por ejemplo, los padres suelen decir: “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle; eres demasiado ingenuo y crédulo”. Los padres acostumbran a repetir este tipo de palabras, e incluso los mayores te atosigan a menudo, diciendo: “Sé una buena persona, no hagas daño a otros, pero siempre debes protegerte del daño que otros puedan hacerte. Todo el mundo es malo. Tal vez alguien te halague, pero no sabrás qué piensa en realidad. El corazón de las personas se oculta bajo la piel, y al dibujar un tigre, trazas la piel, pero no los huesos; al conocer a una persona, puedes verle la cara, pero no el corazón”. ¿Revisten estas frases algún aspecto correcto? Si analizamos literalmente cada una de ellas, no tienen nada de malo. No podemos saber lo que alguien piensa verdaderamente en su interior, si tiene un corazón mezquino o bondadoso. Es imposible captar la esencia del alma de una persona. El significado subyacente de estas frases es ostensiblemente correcto, pero solo son un tipo de doctrina. ¿Cuál es el principio para tratar con el mundo que se deriva en definitiva de estas dos frases? La respuesta es: “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”. Esto es lo que suelen señalar los mayores y los padres, y te aconsejan constantemente diciendo: “Ten cuidado, no seas ingenuo ni reveles el interior de tu corazón. Aprende a protegerte y a estar atento. Incluso con los buenos amigos, no reveles tu verdadero ser ni pongas el corazón al descubierto. No arriesgues tu vida por ellos”. ¿Es correcta esta amonestación de tus mayores? (No, porque enseña a actuar con engaño). En teoría, la intención principal es buena: protegerte, evitar que te enfrentes a situaciones peligrosas, defenderte para que otros no te hagan daño ni jueguen sucio contigo y resguardar tus intereses físicos, tu seguridad personal y tu vida. La idea es librarte de problemas, litigios y tentaciones, y permitirte vivir cada día en paz, tranquila y felizmente. La intención principal de los padres y los mayores es simplemente protegerte. No obstante, su manera de resguardarte, los principios que te aconsejan seguir y los pensamientos que te inculcan no son correctos en absoluto. Si bien la intención principal es correcta, los pensamientos que te inculcan inconscientemente te llevan a un punto extremo, ya que se convierten en los principios y las bases para tu forma de tratar con el mundo. Al interactuar con compañeros de clase, colegas, socios de trabajo, superiores y todo tipo de personas en la sociedad, es decir, gente de toda condición social, estos pensamientos protectores que tus padres te inculcaron inconscientemente se convierten en tu talismán y principio más básico cada vez que te encuentras en situaciones en las que intervienen las relaciones interpersonales. ¿Qué principio es este? La respuesta es: no te haré daño, pero debo protegerme de ti en todo momento para evitar que me engañes o juegues sucio conmigo, que tenga problemas o litigios, que el futuro de mi familia se vaya a pique y mis familiares mueran, y que acabe en prisión. Si vives bajo el control de estos pensamientos y puntos de vista, dentro de este grupo social con este tipo de actitud hacia la manera de tratar con el mundo, solo puedes sentirte más deprimido, más agotado, más fatigado tanto mental como físicamente. En consecuencia, te haces más resistente y contrario a este mundo y a esta humanidad, y los desprecias más. A la vez que menosprecias a otros, comienzas a subestimarte y sientes que no vives como una persona, sino más bien una vida cansada y deprimida. Para evitar que te dañen los demás, debes estar en guardia constantemente, haciendo y diciendo cosas contra tu voluntad. Al intentar proteger tus intereses y tu seguridad personal, llevas una máscara falsa en cada aspecto de tu vida y te disfrazas, sin atreverte nunca a expresar ninguna verdad. En esta situación, en estas condiciones de supervivencia, tu yo interior no puede liberarse ni ser libre. Con frecuencia, necesitas a alguien que no pueda hacerte ningún daño y que nunca amenace tus intereses, alguien con quien puedas compartir tus pensamientos más íntimos y descargar tus frustraciones, sin tener que responsabilizarte de tus palabras, sin hacer el ridículo ni ser objeto de insultos y burlas, o sin asumir las consecuencias. En una situación en la que el pensamiento y el punto de vista “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle” es tu principio para tratar con el mundo, estás lleno de miedo e inseguridad en tu interior. De manera natural, te sientes deprimido e incapaz de liberarte, y necesitas a alguien que te consuele, en quien puedas confiar. Por tanto, a juzgar por estas consideraciones, aunque el principio para tratar con el mundo que te enseñaron tus padres, “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”, pueda servirte para protegerte, es un arma de doble filo. Si bien protege tus intereses físicos y tu seguridad personal hasta cierto punto, también hace que te sientas deprimido y abatido, incapaz de liberarte e incluso más decepcionado con este mundo y esta humanidad. Al mismo tiempo, en lo hondo de tu ser, también comenzarás débilmente a estar harto de haber nacido en una era tan malvada, en el seno de un grupo tan malvado de personas. No puedes entender por qué las personas tienen que vivir, por qué la vida es tan agotadora, por qué deben llevar una máscara y disfrazarse allí donde vayan, ni por qué debes estar siempre en guardia contra los demás para proteger tus intereses. Te gustaría poder decir la verdad, pero no puedes por las consecuencias. Quieres ser una persona real, hablar y comportarte abiertamente, y evitar ser una persona vulgar y cometer acciones infames e indignas en secreto, viviendo exclusivamente en la oscuridad, pero no puedes hacer nada de esto. ¿Por qué no puedes vivir honradamente? Al reflexionar sobre lo que hiciste en el pasado, sientes un ligero desprecio. Odias y aborreces esta tendencia y este mundo malvados y, a la vez, te detestas profundamente y menosprecias la persona en quien te has convertido. Sin embargo, no puedes hacer nada para cambiarlo. Aunque tus padres te transmitieron este talismán a través de sus palabras y acciones, aún sientes que tu vida carece de felicidad o de una sensación de seguridad. Cuando notas esta falta de dicha, amparo, integridad y dignidad, estás agradecido a tus padres por haberte ofrecido este talismán y, al mismo tiempo, resentido por las cadenas que te han impuesto. No entiendes por qué tus padres te dijeron que te comportaras de esta manera, por qué debes actuar así para ganarte una posición en la sociedad, para integrarte en este grupo social y para protegerte. Aunque sea un talismán, también es una especie de traba que hace que sientas amor y odio en el corazón. Pero ¿qué puedes hacer? No tienes la senda correcta en la vida y nadie te indica cómo vivir o tratar con las cosas que te ocurren, si lo que haces está bien o mal o cómo deberías recorrer la senda que tienes ante ti. Solo puedes vagar entre la confusión, la vacilación, el dolor y la ansiedad. Estas son las consecuencias de la filosofía para los asuntos mundanos que te inculcaron tus padres y tu familia, que impide que puedas cumplir tu deseo más simple de ser una persona sencilla, es decir, poder comportarte honestamente sin recurrir a estos medios de tratar con el mundo. Solo puedes llevar una vida inmoral, adquiriendo compromisos y viviendo en pro de tu reputación, mostrándote especialmente fiero para resguardarte de otros y fingiendo ser violento, alto, fuerte, poderoso y extraordinario para evitar que te intimiden. La única forma de vivir así es contra tu voluntad, lo que hace que te detestes a ti mismo, pero no tienes alternativa. Debido a que no tienes la capacidad ni la senda para escapar de estas maneras y estrategias para tratar con el mundo, solo puedes dejar que te manipulen los pensamientos que tus padres y la familia te condicionaron. Las personas viven bajo el engaño y el control de los pensamientos que sus padres y familias les inculcaron durante este proceso inconsciente, porque no entienden la verdad ni cómo deberían vivir, de modo que no tienen más remedio que dejarlo todo a la suerte. Aun en el caso de que su conciencia todavía albergue algún sentimiento, o de que tengan siquiera un ligero deseo de vivir con semejanza humana, para relacionarse y competir con otros de manera justa, independientemente de cuáles puedan ser sus deseos, no pueden eludir el condicionamiento y el control de diversos pensamientos y puntos de vista que provienen de su familia y, al final, solo pueden recurrir al pensamiento y al punto de vista que les condicionó su familia, “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”, porque no tienen otra senda que tomar y carecen de alternativa. Todo esto se debe a que la gente no entiende la verdad y es incapaz de obtenerla.

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¿Por qué estas culturas tradicionales no son la verdad? A lo único que se reduce todo es a que estas cosas son ideas que surgieron después de que Satanás corrompiera a la especie humana. No provienen de Dios. Están adulteradas por algunas de las figuraciones y nociones de las personas, y además son consecuencia de la corrupción de la especie humana por parte de Satanás. Este aprovecha las ideas, los puntos de vista y todo tipo de dichos y argumentos de la especie humana corrupta a fin de limitar el pensamiento de la gente y corromper el pensamiento de las personas. Si Satanás se sirviera de algunas cosas que fueran obviamente absurdas, ridículas y equivocadas para desorientar a las personas, la gente tendría discernimiento; serían capaces de distinguir entre el bien y el mal y emplearían este discernimiento para negar y condenar esas cosas. Así, estas enseñanzas no resistirían el escrutinio. Sin embargo, cuando Satanás, a fin de condicionar a las personas, influir en ellas e inculcárselas, se sirve de algunas ideas y teorías que se conforman a las nociones y figuraciones de las personas, y que piensa que van a resistir el escrutinio cuando se digan en voz alta, la especie humana se desorienta con facilidad y estos dichos se aceptan y se difunden fácilmente, de modo que duran una generación tras otra, hasta el mismo presente. Tomemos como ejemplo algunas historias sobre héroes chinos, como las historias patrióticas sobre Yue Fei, los generales de la familia Yang y Wen Tianxiang. ¿Cómo es que estas ideas se han transmitido hasta el presente? Si lo observamos desde el aspecto de las personas, en todas las eras hay un tipo de persona o de regente que usa sin cesar estos ejemplos y las ideas y el espíritu de esos personajes para enseñar a una generación tras otra, a fin de que acepten obedientes y dóciles su gobierno, de tal modo que puedan gobernar con facilidad a una generación tras otra de personas y dar estabilidad a su reinado. Al hablar de su estúpida devoción a Yue Fei o a los generales de la familia Yang, así como al espíritu patriota de Wen Tianxiang y Qu Yuan, educan a sus súbditos para que conozcan una regla: uno debe comportarse con lealtad; esto es lo que debe poseer una persona cuya calidad humana sea noble y moral. ¿Lealtad en qué medida? En la medida que “Cuando el emperador manda a sus oficiales a morir, no tienen más remedio que morir” y “Un individuo leal no puede servir a dos señores”, este es otro dicho que veneran. También veneran a aquellos que aman su país. ¿Qué significa amar al propio país? ¿Amar qué o a quién? ¿Amar la tierra? ¿Amar a la gente en ella? ¿Y qué es un país? (Los gobernantes). Los gobernantes son los representantes del país. Si dices: “Mi amor por mi país es en realidad amor por mi ciudad natal y mis padres. ¡Gobernantes, no os amo a vosotros!”, entonces estos se enfadarán. Si dices: “Mi amor por mi país es amor por los gobernantes, desde lo más profundo de mi corazón”, aceptarán y aprobarán ese amor; si les haces entender y les dejas claro que no son ellos a los que amas, no lo aprobarán. ¿Qué representan los gobernantes a lo largo de las eras? (A Satanás). Representan a Satanás, son miembros de la banda de Satanás y son diablos. Es imposible que eduquen a la gente para que adore a Dios, para que adore al Creador. Es imposible que lo hagan. En cambio, le dicen a la gente que el gobernante es el hijo del cielo. ¿Qué significa “hijo del cielo”? Significa que el cielo le concede el poder a alguien y a esta persona se la llama el “hijo del cielo” y ostenta el poder de reinar sobre todos aquellos bajo el cielo. ¿Es esta una idea que los gobernantes han inculcado en la gente? (Sí). Cuando una persona se convierte en hijo del cielo, está determinada por el cielo y la voluntad del cielo está con ellos, así que la gente debe aceptar el gobierno de esa persona de manera incondicional, sea cual sea. Lo que inculcan en estas personas es esta idea, que te hace aceptar a esa persona como hijo del cielo porque reconoces la existencia del cielo. ¿Qué propósito tiene que aceptes a esa persona como el hijo del cielo? No es hacerte reconocer que hay un cielo o un Dios o un Creador, sino hacerte aceptar el hecho mismo de que esta persona es el hijo del cielo y, al serlo, al haber surgido a partir de la existencia de la voluntad del cielo, la gente debe aceptar su gobierno; este es el tipo de ideas que inculcan. Detrás de todas estas ideas que se han desarrollado desde el principio de la especie humana hasta el presente —ya se trate aquello que diseccionamos de frases y expresiones que contengan alusiones o de proverbios populares y dichos comunes que carecen por completo de ellas— residen los vínculos de Satanás y su forma de desorientar a la especie humana, además de la definición falaz de la especie humana corrupta de estas propias ideas. ¿Qué influencia tiene esta definición falaz en la especie humana de los periodos posteriores? ¿Es buena, positiva o negativa? (Es negativa). Es fundamentalmente negativa. Tomemos como ejemplo los dichos “Dormir sobre maleza y lamer la hiel”, “Ocultar la propia luz y reunir fuerzas en la oscuridad”, “Soportar la humillación y llevar una pesada carga” y “Pelear sin claudicar”, así como “Fingir una cosa mientras se hace otra”; ¿qué influencia tienen en la especie humana estos dichos en los periodos posteriores? En concreto, que una vez que la gente acepte estas ideas de la cultura tradicional, cada una de las sucesivas generaciones se aleje cada vez más de Dios, y más y más de Su creación y de la salvación de la gente, así como de Su obra de plan de gestión. Una vez que las personas aceptan estos puntos de vista erróneos de la cultura tradicional, sienten de manera creciente que el destino humano debe estar en sus propias manos y que ellas mismas deben crear la felicidad, como también que las oportunidades están reservadas para aquellos que están preparados, lo que lleva a la especie humana a negar cada vez más a Dios, a negar Su soberanía y a vivir bajo el poder de Satanás. Si comparáis los temas de los que les gusta hablar a la gente de la era moderna con los de la de hace dos mil años, el sentido del pensamiento que hay detrás de estas cosas es en realidad el mismo. Lo que ocurre es que la gente de hoy en día habla de esas cosas de una forma más concreta y es más directa al respecto. No solo niegan la existencia y la soberanía de Dios, sino que también se resisten y condenan a Dios a un nivel cada vez más grave.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (I)

¿Qué diferencia esencial hay entre las palabras de Dios y del hombre y entre la verdad y la doctrina? Las palabras de Dios hacen que la gente crezca en razón y conciencia, que actúe con principios y que lo que viva tenga una realidad cada vez mayor de las cosas positivas. Las palabras del hombre, por otra parte, es posible que parezcan encajar perfectamente con los gustos y nociones de la gente; sin embargo, no son la verdad, están repletas de peligros, tentaciones, herejías y falacias, por lo que, si la gente actúa de acuerdo con ellas, lo que viva se apartará cada vez más de Dios y de las normas de Dios. Para más inri, la manera de vivir de la gente será cada vez más malvada y parecida a la de Satanás. Cuando la gente vive y actúa íntegramente según las herejías y falacias del hombre, cuando ha abrazado totalmente estos argumentos, vive como Satanás. ¿Y vivir como Satanás no implica que son satanases? (Sí). Así pues, han “logrado” convertirse en satanases vivientes. Algunos dicen: “Yo no creo eso. Solo quiero ser una persona ingenua que caiga bien a los demás. Quiero ser alguien a quien la mayoría considere bueno, y entonces veré si dios se deleita en mí o no”. Si no crees en lo que dice Dios, ve a comprobar si las palabras de Dios son la verdad o si las nociones del hombre son la verdad. Esta es la diferencia esencial entre las palabras de Dios y las del hombre. La distinción esencial entre la verdad y las herejías y falacias. Por más que las herejías y falacias del hombre parezcan encajar con los gustos de la gente, nunca pueden convertirse en su vida; mientras tanto, por más que las palabras de Dios parezcan sencillas, vulgares y contrarias a las nociones de las personas, su esencia es la verdad, y si lo que hacen y viven las personas está de acuerdo con los principios de las palabras de Dios, algún día, finalmente, se convertirán en auténticos seres creados aptos, capaces de temerlo y de evitar el mal. Por el contrario, si las personas no practican según las palabras de Dios y no actúan conforme a Sus exigencias, no pueden convertirse en seres creados aptos. Dios simplemente desdeñará sus acciones y la senda que recorren; es un hecho.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (V)

Muchas personas expresan verbalmente creer en Dios y lo alaban, pero no aman de corazón las palabras que Él dice. No les interesa la verdad. Siempre creen que vivir de acuerdo con las filosofías de Satanás o las diversas teorías mundanas es lo que hace la gente normal, que así es como uno puede protegerse y como se vive con valor en el mundo. ¿Son acaso personas que creen en Dios y lo siguen? No. Las palabras de la gente destacada y famosa suenan particularmente sagaces y pueden desorientar fácilmente a los demás. Es posible que te aferres a sus palabras como verdades o consignas a las que atenerse. Sin embargo, cuando se trata de las palabras de Dios, de un requisito corriente que Él tenga para la gente, como ser una persona honesta u ocupar de manera responsable y escrupulosa el lugar que a uno le corresponde, cumpliendo su deber como ser creado y comportándose con firmeza y honestidad, si no eres capaz de poner esas palabras en práctica ni de considerarlas verdades, no eres un seguidor de Dios. Afirmas practicar la verdad, pero si Dios te pregunta: “¿Son palabras de Dios las ‘verdades’ que practicas? ¿Se basan en las palabras de Dios los principios que defiendes?”, ¿cómo responderías? Si tu base no son las palabras de Dios, entonces son las palabras de Satanás. Vives según las palabras de Satanás y, al mismo tiempo, afirmas practicar la verdad y satisfacer a Dios. ¿Acaso no es eso blasfemar contra Él? Dios exige a las personas que sean honestas, por ejemplo; sin embargo, algunos no reflexionan sobre qué implica realmente ser una persona honesta, sobre cómo practicar siendo una persona honesta ni sobre las cosas deshonestas y honestas que uno vive y revela. En lugar de sopesar la esencia de la verdad en las palabras de Dios, recurren a los libros de los no creyentes. Piensan: “Los dichos de los no creyentes también están bastante bien; ¡además, enseñan a la gente a ser buena! Por ejemplo, ‘Los buenos viven en paz’, ‘La gente ingenua llega a todos lados’ o ‘Perdonar a los demás no es ridículo, sino que aporta beneficios en el futuro’. ¡Estos enunciados también son correctos y se ajustan a la verdad!”. De modo que acatan esas palabras. ¿Qué tipo de personas serán si se atienen a esos dichos de los no creyentes? ¿Pueden vivir la realidad-verdad? (No). ¿Acaso no hay muchas personas que son así? Adquieren ciertos conocimientos, han leído unos cuantos libros y algunas obras famosas, han desarrollado cierta perspectiva, han oído algunos dichos famosos y proverbios populares y luego se han tomado todo eso como la verdad; actúan y cumplen su deber de acuerdo con esas palabras, las aplican en sus vidas como creyentes en Dios y piensan que satisfacen el corazón de Dios. ¿Acaso no es eso sustituir la verdad con la falsedad? ¿Acaso no es eso engañar? ¡Para Dios, eso es blasfemia! Esas cosas se manifiestan abundantemente en todo el mundo. Si alguien trata las palabras agradables y las doctrinas correctas que se expresan entre la gente como verdades a defender, pero aparta a un lado e ignora las palabras de Dios, sin interiorizarlas por muchas veces que las lea ni considerarlas la verdad, ¿es dicha persona un creyente en Dios? ¿Es un seguidor de Dios? (No). Una persona que sea así cree en la religión; ¡todavía sigue a Satanás! Cree que las palabras que expresa Satanás son filosóficas, sumamente profundas y clásicas. Las considera dichos famosos que revisten la máxima verdad. No importa a qué otras cosas renuncie, no es capaz de desprenderse de esas palabras. Abandonarlas sería como perder los cimientos de su vida, como vaciar su corazón. ¿Qué tipo de personas son esas? Son seguidores de Satanás y por eso aceptan sus dichos famosos como la verdad. ¿Podéis diseccionar y reconocer los diversos estados en los que os encontráis en distintos contextos? Por ejemplo, algunos creen en Dios y suelen leer Sus palabras, pero cuando les ocurren cosas, siempre dicen: “Mi madre decía”, “Mi abuelo decía”, “Tal y tal persona famosa una vez dijo” o “En tal y tal libro se dice”. Nunca dicen: “La palabra de Dios dice esto”, “Los requisitos que Dios nos reserva son así” o “Dios dice esto”. Nunca pronuncian esas palabras. ¿Siguen a Dios estas personas? (No). ¿Puede la gente descubrir fácilmente esos estados? No, pero el hecho de que los experimente es un gran perjuicio. Es posible que lleves creyendo en Dios tres, cinco, ocho o diez años, pero aún no sepas someterte a Él ni practicar Sus palabras. Pase lo que te pase, todavía tomas las palabras satánicas como tu base; todavía buscas un fundamento en la cultura tradicional. ¿Es eso fe en Dios? ¿No estás siguiendo a Satanás? Vives con palabras y actitudes satánicas, por lo que ¿no te estás resistiendo a Dios? Dado que no practicas ni vives según la palabra de Dios, no sigues las huellas de Dios, no puedes prestar atención a lo que dice Dios y no eres capaz de someterte sin importar lo que Él instrumente o exija, no sigues a Dios. Aún sigues a Satanás. ¿Dónde está Satanás? Satanás está en el interior de las personas. Las filosofías, la lógica, las reglas y las diversas palabras diabólicas de Satanás han echado raíces en el corazón de la gente hace mucho tiempo. Este es el problema más grave. Si no puedes resolver este problema en tu fe en Dios, Él no podrá salvarte. Por tanto, debéis comparar a menudo todo lo que hagáis, vuestros pensamientos y puntos de vista, así como vuestro fundamento para hacer las cosas, con las palabras de Dios, y diseccionar las cosas que pensáis. Debéis saber qué cosas en vuestro interior son filosofías para los asuntos mundanos, dichos populares y cultura tradicional, y cuáles han surgido del conocimiento intelectual. Debéis ser conscientes de qué cosas creéis siempre correctas y concuerdan con la verdad, cuáles acatáis como si fueran la verdad y cuáles permitís que ocupen el lugar de esta. Debéis diseccionar estas cosas. En concreto, si tratas lo que consideras correcto y precioso como la verdad, no es fácil calarlo, pero si lo consigues, habrás superado un gran obstáculo. Estas cosas son impedimentos para que la gente comprenda las palabras de Dios, practique la verdad y se someta a Dios. Si te pasas el día desconcertado y sin rumbo, no tienes en cuenta estas cosas ni te centras en resolver estos problemas, esta es la raíz de tu malestar, el veneno que tienes en el corazón. Si no se eliminan, no podrás seguir sinceramente a Dios ni practicar la verdad, someterte a Dios ni tener un camino para alcanzar la salvación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. No es posible salvarse por creer en la religión ni participar en ceremonias religiosas

Pase lo que pase, ¿confías en filosofías satánicas y aplicas métodos humanos para resolverlo, o buscas la verdad y lo solucionas de acuerdo con las palabras de Dios, o adoptas un enfoque intermedio conformista? Tu elección es lo que mejor revela si amas y persigues la verdad. Si siempre te decantas por resolver los problemas confiando en filosofías satánicas y métodos humanos, la consecuencia será que no podrás ganar la verdad, ni el esclarecimiento, la iluminación y la guía del Espíritu Santo. Por encima de todo, surgirán en ti nociones y malentendidos acerca de Dios y Él terminará desdeñándote y descartándote. Sin embargo, si puedes buscar la verdad en todas las cosas y solucionar los problemas conforme a las palabras de Dios, serás capaz de alcanzar el esclarecimiento, la iluminación y la guía del Espíritu Santo. Tu comprensión de la verdad se hará progresivamente más clara y llegarás a conocer a Dios cada vez más. De esta manera, podrás someterte a Dios y amarlo de verdad. Después de practicar y experimentar de esta forma durante un cierto período, tus actitudes corruptas se limpiarán cada vez más y dispondrás de menos ocasiones de rebelarte contra Dios, hasta que, al final, alcanzarás una completa compatibilidad con Él. Si siempre optas por permanecer en una posición intermedia conformista, en realidad sigues confiando en filosofías satánicas para manejar los problemas. Viviendo así nunca obtendrás la aprobación de Dios, solo conseguirás que te revele y te descarte. Si has elegido la manera errónea de creer en Dios, el camino religioso, tienes que revertir tu rumbo enseguida, alejarte del precipicio y tomar el camino correcto. Entonces puede que aún haya esperanza de alcanzar la salvación. Si quieres encontrar el camino correcto para creer en Dios, debes buscarlo y tantearlo por ti mismo. Quien posea un entendimiento espiritual hallará la senda correcta tras un período de experiencia.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo con la búsqueda de la verdad se pueden corregir las nociones y los malentendidos propios acerca de Dios

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