13. Cómo resolver el problema de tener miedo a sufrir y a asumir la responsabilidad en el deber propio

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Comer y beber las palabras de Dios, practicar la oración, aceptar la carga de Dios y las tareas que Él te encomienda, todo esto es para que pueda haber una senda delante de ti. Cuanto más carga tengas por la comisión de Dios, más fácil será que Él te perfeccione. Algunas personas no están dispuestas a coordinarse con otras en el servicio a Dios, aunque hayan sido llamadas a hacerlo; estas son personas perezosas que solo desean deleitarse en las comodidades. Cuanto más se te pida que sirvas en coordinación con otras personas, más experiencia adquirirás. Debido a que tienes más cargas y experiencias, tendrás más oportunidades de ser perfeccionado. Por tanto, si puedes servir a Dios con sinceridad, serás considerado con Su carga; así pues, tendrás más oportunidades de que Él te perfeccione. Es justo ese grupo de personas el que actualmente está siendo perfeccionado. Cuanto más te conmueva el Espíritu Santo, más tiempo dedicarás a ser considerado con la carga de Dios, más serás perfeccionado por Él y más te ganará Él, hasta que, al final, te convertirás en alguien a quien Dios utiliza. En la actualidad, hay algunas personas que no llevan cargas por la iglesia. Estas personas son flojas y descuidadas, y solo les preocupa su propia carne. Son extremadamente egoístas y, también, ciegas. Si no puedes ver este asunto con claridad, no llevarás ninguna carga. Cuanto más considerado seas con las intenciones de Dios, mayor será la carga que Él te confiará. Las personas egoístas no están dispuestas a sufrir tales cosas ni a pagar el precio y, como resultado, perderán oportunidades para que Dios las perfeccione. ¿Acaso no se están haciendo daño a sí mismas? Si eres alguien considerado con las intenciones de Dios, desarrollarás una carga verdadera para la iglesia. De hecho, en lugar de considerar que esto es una carga que llevas para la iglesia, sería mejor que la consideraras como una carga que llevas para tu propia vida, porque el propósito de esta carga que desarrollas para la iglesia es que utilices estas experiencias para que Dios te perfeccione. Por tanto, quien lleve la mayor carga para la iglesia, quien lleve una carga para entrar en la vida, será a quien Dios perfeccionará. ¿Has visto esto claramente? Si la iglesia con la que estás se encuentra esparcida como la arena, pero tú no te sientes ni preocupado ni inquieto e incluso haces la vista gorda cuando tus hermanos y hermanas no comen ni beben normalmente las palabras de Dios, entonces no estás llevando carga alguna. A Dios no le gustan tales personas. La clase de personas que a Él le agradan tienen hambre y sed de justicia y son consideradas con Sus intenciones. Por tanto, debéis ser considerados con la carga de Dios, aquí y ahora; no debéis esperar que Dios revele Su carácter justo a toda la humanidad para ser considerados con Su carga. ¿No sería demasiado tarde entonces? Esta es una buena oportunidad para que Dios te perfeccione. Si dejas que esta oportunidad se te escape de las manos, lo lamentarás por el resto de tu vida, del mismo modo que Moisés no pudo entrar en la buena tierra de Canaán y lo lamentó por el resto de su vida y murió con remordimientos. Una vez que Dios haya revelado Su carácter justo a todas las personas, te llenarás de remordimiento. Aunque Dios no te castigue, te castigarás tú mismo por tu propio remordimiento. Algunas personas no están convencidas de esto, pero si tú no lo crees, simplemente espera y observa. Hay algunas personas cuyo único propósito es que se cumplan estas palabras. ¿Estás dispuesto a sacrificarte por estas palabras?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sé considerado con las intenciones de Dios para alcanzar la perfección

Algunas personas tienen miedo de asumir responsabilidades en el cumplimiento de su deber. Si la iglesia les da un trabajo que hacer, consideran primero si el trabajo requiere asumir responsabilidad y, si es así, no lo aceptan. Sus condiciones para cumplir con un deber son, primero, que debe ser un trabajo ligero; segundo, que no sea cansado ni les quite tiempo; y tercero que, hagan lo que hagan, no asuman ninguna responsabilidad. Ese es el único deber que aceptan. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Acaso no es una persona esquiva y taimada? No quieren asumir siquiera la menor responsabilidad. Incluso tienen miedo de que las hojas de los árboles les caigan encima y les abran la cabeza. ¿Qué deber puede cumplir una persona así? ¿Qué utilidad puede tener en la casa de Dios? La obra de la casa de Dios tiene que ver con la tarea de batallar contra Satanás, además de difundir el evangelio del reino. ¿Qué deber no conlleva responsabilidades? ¿Diríais que ser líder requiere responsabilidad? ¿Acaso sus responsabilidades no son aun mayores y no deben asumirlas en mayor medida? Por mucho que difundas el evangelio, des testimonio, hagas vídeos y cosas así, sea cual sea el trabajo que hagas, siempre que esté relacionado con los principios-verdad, conlleva responsabilidades. Si tu cumplimiento del deber no tiene principios, afectará a la obra de la casa de Dios, y si tienes miedo de asumir responsabilidad, entonces no puedes cumplir con ningún deber. ¿Es cobarde alguien que teme asumir responsabilidades al cumplir con su deber o es que existe un problema con su carácter? Hay que saber diferenciarlo. El hecho es que no se trata de una cuestión de cobardía. Si esa persona fuera en busca de riquezas o estuviera haciendo algo en su propio interés, ¿cómo no habría de ser tan valiente? Asumiría cualquier riesgo. Pero cuando hacen cosas por la iglesia, por la casa de Dios, no asumen ninguno. Tales personas son egoístas y viles, las más traicioneras de todas. Quien no asume responsabilidades al cumplir con su deber no es en absoluto sincero con Dios, ya no hablemos de su lealtad. ¿Qué clase de persona se atreve a asumir responsabilidades? ¿Qué clase de persona tiene el valor de llevar una pesada carga? Alguien que asume el liderazgo y da un paso adelante con valentía en el momento más crucial de la obra de la casa de Dios, que no teme cargar con una gran responsabilidad y soportar grandes dificultades, cuando ve la obra más importante y crucial. Se trata de alguien leal a Dios, un buen soldado de Cristo. ¿Es que todos los que temen asumir responsabilidades en su deber lo hacen porque no entienden la verdad? No; es un problema de su humanidad. No tienen sentido de la justicia ni de la responsabilidad. Son personas egoístas y viles, no son creyentes sinceros de Dios, y no aceptan la verdad en lo más mínimo. Por esta razón, no pueden ser salvados. Los creyentes en Dios deben pagar un alto precio a fin de ganar la verdad, y se toparán con muchos obstáculos para practicarla. Deben renunciar a las cosas, abandonar sus intereses carnales y soportar cierto sufrimiento. Solo entonces podrán poner en práctica la verdad. Entonces, ¿puede practicar la verdad quien teme asumir responsabilidades? Desde luego que no pueden practicar la verdad, y menos aún obtenerla. Tiene miedo de practicar la verdad, de incurrir en una pérdida para sus intereses; tiene miedo de ser humillado, de ser despreciado y de ser juzgado, y no se atreven a poner en práctica la verdad. Por consiguiente, no pueden obtenerla, y no importa cuántos años crean en Dios, no pueden alcanzar Su salvación. Para poder cumplir con un deber en la casa de Dios, hay que ser personas cuya carga sea el trabajo de la iglesia, que asuman la responsabilidad, que defiendan los principios-verdad, y sean capaces de sufrir y pagar el precio. Si uno carece de estos aspectos, no es apto para cumplir con un deber y no posee las condiciones para ello. Hay muchas personas con miedo a asumir la responsabilidad de cumplir con un deber. Su miedo se manifiesta de tres maneras básicas. La primera es que eligen deberes que no exigen asumir responsabilidades. Si un líder de la iglesia les ordena un deber, primero preguntan si deben responsabilizarse de él; si es así, no lo aceptan. Si no exige que asuman la responsabilidad y se responsabilicen de él, lo aceptan a regañadientes, pero aun así deben comprobar si el trabajo es agotador o incómodo y, pese a su aceptación a regañadientes del deber, no están motivadas para cumplir bien con él y siguen prefiriendo ser superficiales. Su principio es: ocio, no negocio, y ninguna penalidad física. En segundo lugar, cuando les acontece una dificultad o se encuentran con un problema, su primer recurso es informarlo a un líder para que este se ocupe y lo resuelva, con la esperanza de que ellas puedan conservar la tranquilidad. No les importa cómo se ocupe el líder del asunto y no le dan importancia; mientras ellas no sean las responsables, todo bien. ¿Es leal a Dios esta forma de cumplir con el deber? A esto se le llama escurrir el bulto, incumplir con el deber, hacer trucos. Es pura charla, no están haciendo nada real. Se dicen a sí mismas: “Si tengo que solucionar esto, ¿qué pasa si termino cometiendo un error? Cuando investiguen quién tiene la culpa, ¿acaso no se encargarán de mí? ¿No recaerá la responsabilidad sobre mí primero?”. Esto es lo que les preocupa. Sin embargo, ¿crees tú que Dios lo escruta todo? Todo el mundo comete errores. Si una persona de intención correcta carece de experiencia y no se ha ocupado anteriormente de algún tipo de asunto, pero lo ha hecho lo mejor posible, eso es visible para Dios. Debes creer que Dios escudriña todas las cosas y el corazón del hombre. Si uno ni siquiera cree esto, ¿no es un incrédulo? ¿Qué puede importar que alguien así cumpla con un deber? En realidad, no importa si cumplen o no con este deber, ¿verdad? Tienen miedo de aceptar la responsabilidad y la evitan. Cuando algo sucede, lo primero en lo que piensan no es en una manera de encargarse del problema, sino que lo primero que hacen es llamar y notificar al líder. Por supuesto, hay algunos que tratan de ocuparse del problema por su cuenta al tiempo que se lo notifican al líder, pero otros no, y lo primero que hacen es llamar al líder, y tras eso se limitan a esperar con pasividad, aguardando instrucciones. Cuando el líder les manda que den un paso, dan un paso. Si el líder les dice que hagan algo, eso hacen. Si el líder no dice nada o no da instrucciones, no hacen nada y solo procrastinan. Si nadie los espolea o los supervisa, no realizan ningún trabajo en absoluto. Dime, ¿está esa persona cumpliendo con un deber? Aunque esté siendo mano de obra, ¡no tiene lealtad! Hay otra forma en que se manifiesta el miedo de alguien a asumir responsabilidades al llevar a cabo un deber. Cuando cumplen con su deber, algunas personas solo hacen un poco de trabajo superficial y sencillo, un trabajo que no conlleva asumir responsabilidades. Descarga sobre otros el trabajo que conlleva dificultades y responsabilidad, y si algo llega a ir mal, culpa a esa gente y no se mete en líos. Cuando los líderes de la iglesia se dan cuenta de que son irresponsables, ofrecen ayuda con paciencia o los podan para que puedan responsabilizarse. Sin embargo, no quieren hacerlo y piensan: “Es muy difícil cumplir con este deber. Tendré que aceptar la responsabilidad cuando las cosas vayan mal, y puede que incluso me expulsen y descarten, y ese será el fin para mí”. ¿Qué clase de actitud es esta? Si no tienen sentido de la responsabilidad al llevar a cabo su deber, ¿cómo pueden hacerlo bien? Los que no se gastan por Dios de verdad no pueden llevar a cabo bien ningún deber, y los que temen aceptar responsabilidad solo demorarán las cosas cuando cumplan con su deber. La gente así no es fiable ni formal; solo cumple con el deber para poder comer. ¿Hay que descartar a estos “pordioseros”? Sí. La casa de Dios no quiere a esa gente. Estas son las tres manifestaciones de la gente que teme asumir responsabilidades a la hora de cumplir con su deber. Una persona que tiene miedo de asumir la responsabilidad de un deber no es apta para desempeñarlo y no alcanzará siquiera la categoría de mano de obra leal. Hay individuos que son descartados por mostrar esta clase de actitud hacia su deber. Incluso a día de hoy puede que desconozcan el motivo y que sigan quejándose, diciendo: “He llevado a cabo mi deber con un entusiasmo ardiente, así que ¿por qué me han echado con tanta frialdad?”. No lo entienden ni siquiera ahora. Quienes no comprenden la verdad se pasan toda la vida sin poder entender por qué los descartaron. Se inventan excusas y continúan defendiéndose, pensando: “Que la gente se proteja es algo instintivo y que debe hacerse. ¿Quién no debería cuidarse un poco? ¿Quién no debería pensar un poco en sí mismo? ¿Quién no necesita mantener abierta una vía de escape?”. Si te proteges cada vez que te acontece algo y buscas una vía de escape, una puerta trasera, ¿estás poniendo en práctica la verdad? Eso no es practicar la verdad, sino que es ser esquivo. Ahora cumples con el deber en la casa de Dios. ¿Cuál es el primer principio del cumplimiento de un deber? Cumplir primero con él de todo corazón, sin escatimar esfuerzos, y proteger los intereses de la casa de Dios. Este es un principio-verdad que has de poner en práctica. Protegerse a uno mismo buscándose una vía de escape, una puerta trasera, es el principio de práctica que siguen los no creyentes, y su filosofía más elevada. ¿Acaso no es ser un no creyente pensar primero en uno mismo en todas las cosas y anteponer los propios intereses a todo lo demás sin consideración por nadie, sin ninguna vinculación con los intereses de la casa de Dios ni con los intereses de los demás, pensar primero en los propios intereses y luego en buscar una vía de escape? Eso es precisamente lo que es un no creyente. Este tipo de persona no está en condiciones de cumplir con un deber.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)

Dos personas se emparejan para cumplir un deber. Las dos temen asumir la responsabilidad del asunto, de modo que se convierte en una batalla de ingenio. Uno dice: “Ve a ocuparte de esto”. El otro responde: “Sería mejor que te encargaras tú. Tengo peor calibre que tú”. Lo que realmente piensa es: “No habrá ninguna recompensa por hacer esto bien y, si lo hago mal, me podarán. No voy a hacerlo, ¡no soy tan estúpido! Sé lo que pretendes. Deja de intentar que vaya yo”. ¿Cuál es el resultado de su discusión? Ninguno de los dos va, y en consecuencia el trabajo se retrasa. ¿Acaso no es eso inmoral? (Sí). ¿Acaso no es retrasar el trabajo una consecuencia grave? Es un mal resultado. Así pues, ¿según qué viven estas dos personas? Ambas viven según filosofías satánicas; estas filosofías y sus propias argucias las constriñen y las rigen. No han logrado practicar la verdad y, por tanto, no han cumplido su deber a la altura de las expectativas. Lo han hecho de una manera superficial, y en ello no hay testimonio alguno. Supongamos que otras dos personas se emparejan para cumplir un deber. Una intenta adoptar una posición dominante en todo y siempre quiere tener la última palabra, y la otra podría pensar: “Es un tipo duro; le gusta mandar. Bien, que lo dirija todo y, así, cuando algo salga mal, será él a quien poden. ¡‘Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen’! Yo no voy a sobresalir, pues. Lo que pasa es que tengo un calibre pobre y no me gusta que me importunen con cosas. Le gusta mandar, ¿verdad? ¡Bien, si hay algo que hacer, que lo haga él!”. Alguien que dice estas cosas disfruta siendo una persona complaciente, un seguidor. ¿Qué opinas de su manera de cumplir un deber? ¿Según qué vive? (Filosofías para los asuntos mundanos). También piensa algo más: “¿Acaso no se enfurecerá conmigo si le robo el protagonismo? ¿Acaso no estaremos desavenidos en adelante? Si esto afectara a nuestra relación, nos costaría llevarnos bien. Será mejor que le deje hacer las cosas a su manera”. ¿Acaso no es esta una filosofía para los asuntos mundanos? Su manera de vivir le ahorra problemas. Le permite evitar asumir responsabilidades. Se limitará a seguir en cualquier cosa que le hagan hacer, sin tener que mandar ni sobresalir ni pensar en problemas. Otra persona ya se encarga de todo, de modo que no se fatigará. Su voluntad de ser un seguidor demuestra que no tiene sentido de la responsabilidad. Vive según filosofías para los asuntos mundanos. No acepta la verdad ni mantiene los principios. Eso no es cooperación armoniosa, sino ser un seguidor, una persona complaciente. ¿Por qué eso no es cooperación? Porque no asume su responsabilidad en nada. No actúa con todo el corazón ni toda la mente, y posiblemente tampoco con toda su fuerza. Por eso digo que vive según filosofías para los asuntos mundanos, en lugar de según la verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?

Si te parece que puedes cumplir con un determinado deber, pero también temes cometer un error y ser descartado, y entonces estás cohibido, estancado, y no puedes progresar, ¿acaso no es esa una actitud sumisa? Por ejemplo, si tus hermanos y hermanas te eligen como líder, puede que te sientas obligado a cumplir este deber porque te han elegido, pero no lo consideras con una actitud proactiva. ¿Por qué no eres proactivo? Porque piensas cosas al respecto y te parece que: “Ser líder no es nada bueno. Es como caminar por el filo de la navaja o pisar en hielo fino. Si hago un buen trabajo, no obtendré ninguna recompensa, pero si lo hago mal, se me podará. Y la poda no es siquiera lo peor de todo. ¿Y si me sustituyen o me descartan? Si eso ocurriera, ¿acaso no sería mi final?”. En ese momento, empiezas a sentirte en conflicto. ¿Qué es esta actitud? Eso es ser precavido y no comprender. Esta no es una actitud que la gente deba tener hacia su deber. Es una actitud desmoralizada y negativa. Entonces, ¿cómo debe ser una actitud positiva? (Deberíamos ser francos y sinceros, y tener el valor de asumir cargas). Debería ser una sumisión y una cooperación proactiva. Lo que decís resulta un poco vacío. ¿Cómo puedes ser franco y sincero si estás así de asustado? ¿Y qué significa tener valor para asumir cargas? ¿Qué mentalidad te concederá el valor de aceptarlas? Si siempre tienes miedo de que algo vaya mal y de que no vas a ser capaz de lidiar con ello y tienes muchos obstáculos internos, entonces en el fondo carecerás del valor para asumir las cargas. Eso que decís de “ser franco y sincero”, de “tener el valor de asumir cargas” o “no retroceder ni siquiera ante la muerte” suena un poco como las consignas que gritan los jóvenes furiosos. ¿Pueden estas resolver algún problema práctico? Lo que hace falta ahora es una actitud correcta. Para poseer una actitud correcta, debes entender este aspecto de la verdad. Esta es la única manera de resolver tus dificultades internas y permitir que aceptes sin reservas esta comisión, este deber. Esta es la senda de práctica, y solo esta es la verdad. Si utilizas términos como “ser franco y sincero” y “tener el valor de asumir cargas” para abordar el miedo que sientes, ¿será efectivo? (No). Eso indica que estas cosas no son la verdad ni son una senda de práctica. Puedes decir: “Soy franco y sincero, tengo una estatura indomable, no hay otros pensamientos ni contaminantes en mi corazón, y tengo el valor de asumir cargas”. Por fuera, tú asumes tu deber, pero más tarde, después de meditarlo durante un tiempo, sigues sintiendo que no puedes asumirlo. Puede que sigas sintiendo miedo. Además, puede que veas cómo podan a otros, y te vuelvas aún más temeroso, como un perro azotado que teme la correa. Sentirás cada vez más que tu estatura es demasiado pequeña, y que este deber es como un abismo inmenso e infranqueable, y finalmente seguirás siendo incapaz de asumir esta carga. Por eso entonar consignas no puede resolver los problemas prácticos. Entonces, ¿cómo puedes resolver realmente este problema? Debes buscar activamente la verdad y adoptar una actitud sumisa y cooperativa. Eso puede resolver completamente el problema. La timidez, el miedo y la preocupación resultan inútiles. ¿Existe alguna relación entre ser revelado y descartado y ser un líder? Si no eres un líder, ¿desaparecerá tu carácter corrupto? Tarde o temprano debes resolver el problema de tu carácter corrupto. Además, si no eres un líder, entonces no tendrás más oportunidades de practicar y progresarás lentamente en la vida, contando con pocas oportunidades para ser perfeccionado. Aunque se sufre un poco más al ser un líder o un obrero, también genera muchas ganancias, y si puedes recorrer la senda de la búsqueda de la verdad, puedes ser perfeccionado. ¡Qué gran bendición es esa! Así que debes someterte y colaborar activamente. Es tu deber y tu responsabilidad. Sin importar el camino que tengas por delante, deberías tener un corazón sumiso. Esta debe ser la actitud con la que has de cumplir con tu deber.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el adecuado cumplimiento del deber?

Si, como líderes y obreros, ignoráis los problemas que surgen en el cumplimiento de los deberes e incluso buscáis diversos pretextos y excusas para eludir la responsabilidad, y no resolvéis algunos problemas que sabéis resolver, y no informáis de los problemas que no sabéis resolver a lo Alto, como si no tuvieran nada que ver con vosotros, ¿no es eso una dejación de la responsabilidad? ¿Es inteligente o insensato tratar de este modo el trabajo de la iglesia? (Es una insensatez). ¿Acaso no son escurridizos esos líderes y obreros? ¿No están desprovistos de todo sentido de la responsabilidad? Cuando afrontan problemas, los ignoran; ¿acaso no son personas inconscientes? ¿No son astutas? Las personas astutas son las más insensatas. Debes ser una persona honesta, debes tener sentido de la responsabilidad al enfrentarte a los problemas e intentar por todos los medios posibles buscar la verdad para resolverlos. No debes ser una persona astuta bajo ningún concepto. Si solo te preocupas de eludir la responsabilidad y de lavarte las manos cuando surgen problemas, incluso los no creyentes te condenarían por este comportamiento, ¡ya no digamos en la casa de Dios! Él va a condenar y maldecir este comportamiento con total seguridad, y el pueblo escogido de Dios lo detesta y rechaza. A Dios le gustan los honestos y detesta a los falsos y escurridizos. Si eres una persona astuta y te comportas de manera escurridiza, ¿acaso Dios no te detestará? ¿La casa de Dios dejará que eludas las consecuencias? Tarde o temprano tendrás que rendir cuentas. A Dios le agradan los honestos y le desagradan los astutos. Todo el mundo debería entender esto claramente y dejar de ser atolondrado y de hacer tonterías. La ignorancia momentánea es excusable pero, si una persona no acepta la verdad en absoluto, entonces es demasiado obstinada. Los honestos pueden asumir la responsabilidad. No se preocupan de sus propios beneficios y pérdidas, solo salvaguardan la obra y los intereses de la casa de Dios. Tienen un corazón bondadoso y honesto que es como un recipiente de agua cristalina cuyo fondo puede verse de un vistazo. También hay transparencia en sus actos. Una persona falsa se comporta de una manera escurridiza, se dedica siempre a fingir, se oculta y esconde cosas, y se enmascara increíblemente bien. Nadie puede desentrañar a esta clase de persona. La gente no puede dilucidar los pensamientos en tu interior, pero Dios puede escrutar lo más profundo de tu corazón. Cuando Él ve que no eres una persona honesta, que eres algo escurridiza, que nunca aceptas la verdad, que siempre te dedicas a engañarlo y nunca le entregas tu corazón, no le gustas a Dios, te detesta y te abandona. ¿Qué clase de personas son aquellas que prosperan entre los no creyentes? ¿Y aquellas que tienen labia e ingenio? ¿Lo veis claro? ¿Cuál es su esencia? Se puede decir que son todas extraordinariamente inescrutables, falsas y astutas hasta el extremo, que son auténticos diablos y satanases. ¿Podría Dios salvar a la gente así? No hay nada que Dios deteste más que a los diablos, a las personas falsas y astutas, y no cabe duda de que no las va a salvar. No debéis ser así en ningún caso. Aquellos que siempre se muestran observadores y alertas cuando hablan, que son diestros y hábiles y desempeñan un papel para ajustarse a la ocasión cuando manejan sus asuntos; esos, te digo, son aquellos a los que más aborrece Dios, la gente así está más allá de la salvación. Respecto a todos aquellos que pertenecen a la categoría de falsos y astutos, por muy bien que suenen sus palabras, estas no dejan de ser engañosas, endiabladas. Cuanto más bonitas suenan sus palabras, más diabólicos y satanases son tales personas. Este es exactamente el tipo de persona que Dios más detesta. Esto es tal que así. A ver qué me decís de esto: ¿puede la gente falsa, que miente a menudo y tiene labia obtener la obra del Espíritu Santo? ¿Puede obtener el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo? Por supuesto que no. ¿Cuál es la actitud de Dios hacia las personas que son falsas y astutas? Las desdeña, las aparta y no les presta atención, las considera de la misma clase que los animales. A ojos de Dios, tales personas simplemente visten piel humana y, en su esencia, son diablos y satanases, son cadáveres andantes, y Dios no las salvará en ningún caso.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)

Ahora mismo siguen existiendo una gran variedad de problemas en muchos de los que cumplen con el deber. Algunas personas son siempre muy pasivas en su deber, siempre sentados y esperando y dependiendo de los demás. ¿Qué clase de actitud es esa? Es una irresponsabilidad. La casa de Dios ha dispuesto que desempeñes un deber y, sin embargo, lo meditas durante días sin hacer ningún trabajo concreto. No se te ve nunca por el lugar de trabajo y la gente no te encuentra cuando tiene problemas que ha de resolver. No soportas carga alguna en el trabajo. Si un líder te pregunta sobre este, ¿qué vas a decirle? Ahora mismo no desempeñas ninguna clase de trabajo. Eres muy consciente de que es tu responsabilidad, pero no lo haces. ¿En qué estás pensando? ¿No haces trabajo alguno porque eres incapaz de hacerlo? ¿O solo se trata de avidez de comodidad? ¿Qué actitud tienes hacia tu deber? Solo hablas sobre letras y doctrinas y solo dices cosas que suenan bien, pero no haces ningún trabajo real. Si no quieres cumplir con tu deber, deberías dimitir. No mantengas tu posición y te quedes sin hacer nada allí. ¿Acaso hacer eso no es infligir daño al pueblo escogido de Dios y comprometer el trabajo de la iglesia? Por la forma en la que hablas, pareces entender todo tipo de doctrina, pero cuando se te pide que cumplas con un deber, eres superficial, y no eres en absoluto concienzudo. ¿Es eso gastarte sinceramente por Dios? No eres sincero respecto a Dios, pero finges sinceridad. ¿Eres capaz de engañarle? En tu forma de hablar parece haber una gran fe; te gustaría ser el pilar de la iglesia y su roca. Pero cuando cumples con un deber, eres más inservible que una simple cerilla. ¿No es esto engañar a Dios con los ojos abiertos de par en par? ¿Sabes lo que pasará contigo por intentar engañar a Dios? Te desdeñará y te descartará. Todas las personas se revelan en el cumplimiento de su deber: basta con poner a una persona en un deber, y no tardará en revelarse si se trata de alguien honesto o falso, y si es o no amante de la verdad. Los que aman la verdad pueden cumplir su deber con sinceridad y defender la obra de la casa de Dios; los que no la aman no defienden la obra de la casa de Dios en lo más mínimo, y son irresponsables en el cumplimiento de su deber. Esto les queda claro enseguida a los que son lúcidos. Nadie que cumpla de manera pobre su deber es un amante de la verdad o una persona honesta; a tales personas se las va a revelar y descartar. Para cumplir bien con sus deberes, la gente debe tener sentido de la responsabilidad y de la carga. De esta manera, el trabajo se realizará sin duda de la forma adecuada. Resulta preocupante cuando alguien no tiene sentido de la carga o de la responsabilidad, cuando hay que instarle a hacerlo todo, cuando siempre es superficial e intenta trasladar la culpa cuando surgen problemas, provocando demoras en su resolución. ¿Se puede hacer bien el trabajo de todos modos? ¿Dará algún resultado el cumplimiento de su deber? No desean hacer ninguna de las tareas que se les encomienda y al ver que los demás necesitan ayuda con su trabajo, los ignoran. Solo hacen algo de trabajo al recibir una orden, cuando las cosas se ponen feas y no les queda más opción. Eso no es cumplir con un deber, ¡eso es ser mano de obra! La mano de obra trabaja para un empleador cumpliendo una jornada laboral a cambio de un sueldo, un trabajo por horas a cambio de una remuneración; espera que se le pague. Teme hacer alguna tarea y que su empleador no sea testigo de ello, teme que no se le retribuya lo que hace, solo trabaja por las apariencias, lo que significa que carece de lealtad. La mayoría de las veces sois incapaces de responder cuando se os pregunta por cuestiones de trabajo. Algunos de vosotros habéis participado en el trabajo, pero nunca habéis preguntado cómo va ni lo habéis pensado cuidadosamente. A tenor de vuestra aptitud y vuestro conocimiento, al menos debéis saber algo, ya que todos habéis participado en este trabajo. ¿Y por qué la mayoría de la gente no dice nada? Es posible que realmente no sepáis qué decir, que no sepáis si las cosas van bien o no. Hay dos razones para ello. Una es que sois totalmente indiferentes, nunca os habéis preocupado por estas cosas y solamente las habéis considerado una tarea que había que realizar. La otra es que sois irresponsables y no estáis dispuestos a preocuparos por estas cosas. Si tú te preocuparas sinceramente y estuvieras verdaderamente absorto, tendrías una opinión y una perspectiva de todo. A menudo, el no tener ninguna perspectiva ni opinión se deriva de ser indiferente y apático y de no asumir ninguna responsabilidad. No eres aplicado respecto al deber que cumples, no asumes ninguna responsabilidad, no estás dispuesto a pagar un precio ni a implicarte. No te esfuerzas ni estás dispuesto a gastar más energía; simplemente deseas ser un subordinado, lo cual no difiere de cómo trabaja un no creyente para su jefe. A Dios le desagrada este tipo de cumplimiento del deber, no le complace. No puede recibir Su aprobación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana

Todos aquellos que no persiguen la verdad cumplen con el deber con una mentalidad carente de responsabilidad. “Si alguien lidera, yo lo sigo; allá donde me envíe, yo voy. Haré lo que me diga que haga. En cuanto a asumir la responsabilidad y la preocupación, o tomarme más molestias para hacer algo, hacer una cosa de todo corazón y con todas mis fuerzas… a eso no estoy dispuesto”. Estas personas no están dispuestas a pagar el precio. Solo están dispuestas a esforzarse, no a asumir responsabilidades. Esta no es la actitud con la que se cumple verdaderamente con el deber. Uno ha de aprender a volcarse en el cumplimiento del deber, y una persona con conciencia es capaz de conseguir esto. Si uno nunca se vuelca en el cumplimiento de su deber, eso significa que no tiene conciencia, y los que no tienen conciencia no pueden alcanzar la verdad. ¿Por qué digo que no pueden alcanzar la verdad? No saben cómo orar a Dios y buscar el esclarecimiento del Espíritu Santo, cómo mostrar consideración hacia las intenciones de Dios ni cómo volcarse en la meditación de Sus palabras; tampoco saben cómo buscar la verdad ni cómo tratar de entender las exigencias de Dios y Sus deseos. Esto es no saber buscar la verdad. ¿Experimentáis estados donde, da igual lo que pase, qué clase de deber cumpláis, a menudo sois capaces de guardar la calma ante Dios, de volcaros en meditar Sus palabras, en buscar la verdad y en valorar cómo debéis cumplir con ese deber de acuerdo con las intenciones de Dios y qué verdades debéis poseer para cumplirlo satisfactoriamente? ¿Buscáis la verdad de esta forma en muchos momentos? (No). Para volcaros en el deber y ser capaces de asumir la responsabilidad, hay que sufrir y pagar un precio; no basta simplemente con hablar de estas cosas. Si no os volcáis en el deber, sino que en su lugar siempre queréis esforzaros, es indudable que no cumpliréis correctamente con él. Actuaréis por simple inercia y nada más, y no sabréis si habéis cumplido bien con el deber o no. Si te vuelcas en él, poco a poco llegarás a entender la verdad; si no lo haces, no será así. Cuando te vuelcas de corazón en el cumplimiento del deber y la búsqueda de la verdad, poco a poco podrás llegar a entender las intenciones de Dios, descubrir tu corrupción y tus defectos y dominar tus diversos estados. Cuando solamente te centras en esforzarte y no te vuelcas en hacer introspección, no puedes descubrir tus verdaderos estados internos y las innumerables reacciones y revelaciones de corrupción que tienes en distintos entornos. Si no conoces cuáles serán las consecuencias cuando los problemas queden sin resolver, entonces estás metido en un lío. Por eso no es bueno creer en Dios de una manera confusa. Debes vivir ante Dios en todo momento, en todo lugar; te ocurra lo que te ocurra, debes buscar siempre la verdad y, entretanto, también debes hacer introspección y saber qué problemas hay en tu estado, buscando la verdad de inmediato para resolverlos. Es el único modo de cumplir bien con el deber y evitar retrasar el trabajo. No solo podrás cumplir bien con tu deber, lo más importante es que además tendrás entrada en la vida y serás capaz de corregir tus actitudes corruptas. Es el único modo de que puedas entrar en la realidad-verdad. Si en tu interior reflexionas a menudo sobre asuntos que no son relativos a tu deber o a la verdad, sino que estás enredado en cosas externas, pensando en los asuntos de la carne, ¿podrás comprender la verdad? ¿Serás capaz de cumplir bien con tu deber y vivir ante Dios? En absoluto. Una persona así no se puede salvar.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana

La manifestación más importante de una persona honesta es buscar y practicar la verdad en todo: esto es crucial. Dices que eres honesto, pero siempre pasas por alto las palabras de Dios y simplemente haces lo que te parece. ¿Acaso es esa la manifestación de una persona honesta? Dices: “Aunque tengo poco calibre, tengo un corazón honesto”. Y, sin embargo, cuando te llega un deber te da miedo sufrir y asumir la responsabilidad si no lo haces bien, por eso pones excusas para evadir tu deber o sugieres que lo haga otro. ¿Es esta la manifestación de una persona honesta? Claramente, no lo es. Entonces, ¿cómo debería comportarse una persona honesta? Debe someterse a los arreglos de Dios, ser leal al deber que le corresponde cumplir, y esforzarse por satisfacer las intenciones de Dios. Esto se manifiesta de diferentes maneras. Una es aceptar tu deber con un corazón honesto, no considerar tus intereses carnales, no ser desganado en él, y no conspirar por tu propio bien. Estas son manifestaciones de honestidad. Otra es dedicar todo el corazón y todas tus fuerzas a cumplir bien con tu deber, haciendo las cosas en forma adecuada y poniendo el corazón y tu amor en el deber a fin de satisfacer a Dios. Estas son las manifestaciones que debería tener una persona honesta cuando cumple con su deber. Si no llevas a cabo lo que conoces y entiendes, y si solo dedicas un esfuerzo del 50 o 60 por ciento, entonces no estás poniendo todo el corazón y la fuerza en ello. En cambio, eres astuto y holgazaneas. ¿Son honestas las personas que cumplen con su deber de esta manera? En absoluto. A Dios no le sirven de nada las personas escurridizas y falsas; estas deben descartarse. Dios solo usa a las personas honestas para cumplir deberes. Incluso los contribuyentes de mano de obra leales han de ser honestos. Los que son siempre superficiales, astutos y que buscan maneras de holgazanear, son todos gente falsa, y son todos unos demonios. Ninguno de ellos cree de verdad en Dios y todos deben descartarse. Alguna gente piensa: “Ser una persona honesta es sencillamente decir la verdad y no contar mentiras. En realidad es fácil ser una persona honesta”. ¿Qué te parece esta opinión? ¿Ser una persona honesta es algo tan limitado? En absoluto. Debes revelar tu corazón y dárselo a Dios; esta es la actitud que una persona honesta debe tener. Es por ello que un corazón honesto es muy valioso. ¿Qué implica esto? Que un corazón honesto puede controlar tu comportamiento y cambiar tu estado. Te puede conducir a hacer las elecciones correctas y a someterte a Dios y ganar Su aprobación. Un corazón como este es verdaderamente preciado. Si tienes un corazón honesto como este, entonces ese es el estado en el que debes vivir, así es como debes comportarte y así es como debes entregarte.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

En la casa de Dios, al margen del deber que desempeñes, debes entender los principios y ser capaz de practicar la verdad. De esa manera, tendrás principios. Si no puedes desentrañar algo, si no estás seguro de cuál es la forma apropiada de actuar, deberías buscar y compartir para alcanzar un consenso. Una vez que hayas determinado lo que es beneficioso para la obra de la iglesia y para los hermanos y hermanas, hazlo. No dejes que te limite ningún precepto ni te retrases ni esperes ni seas un observador pasivo. Si siempre eres un observador pasivo y nunca tienes opinión propia, si siempre esperas a que otra persona haya tomado una decisión antes de hacer nada y si solo das largas y esperas cuando nadie ha tomado una decisión, ¿cuál será la consecuencia? Todos los trabajos se paralizarán y no se hará nada. Deberías aprender a buscar la verdad o, al menos, a actuar según tu conciencia y tu razón. Deberías practicar en función de que puedas ver claramente la manera apropiada de hacer algo y la mayoría de la gente también piense que ese método es factible. No temas asumir responsabilidades ni ofender a otros ni cargar con las consecuencias. Si alguien no hace nada real, si siempre está calculando y teme asumir responsabilidades y si no se atreve a mantener los principios en sus acciones, esto demuestra que es demasiado escurridizo y falso y que alberga demasiadas argucias astutas. Qué falta de virtud es desear disfrutar de la gracia y las bendiciones de Dios y, a la vez, no hacer nada real. Él desprecia a las personas taimadas y falsas más que a nadie. Al margen de lo que pienses, si no practicas según la verdad, si no tienes lealtad, si siempre te corrompen las adulteraciones personales y si siempre tienes tus propios pensamientos e ideas, Dios escruta todas estas cosas y las conoce. ¿Piensas que Él no las sabe? ¡En ese caso, eres muy estúpido! Y si no te arrepientes de inmediato, no tendrás la obra de Dios. ¿A qué se debe eso? A que Él escruta las profundidades del corazón de las personas. Dios ve, con absoluta claridad, todos sus astutos pequeños planes y que en su corazón han levantado un muro ante Él, que no son un corazón con Él. ¿Cuáles son las principales cosas que alejan el corazón de la gente de Dios? Sus pensamientos, sus intereses, su orgullo, su estatus y sus astutos pequeños planes. Es un problema cuando estas cosas forman en el corazón de las personas un muro que las separa de Dios, cuando ocultan secretos constantemente y cuando siempre tienen sus propios motivos. Si tienes un calibre algo deficiente y poca experiencia, pero estás dispuesto a perseguir la verdad, siempre eres un corazón con Dios y puedes entregarte sin reservas a aquello que Él te ha encomendado, sin hacer trampas, Dios lo verá. Si siempre tienes en el corazón un muro ante Dios, albergas argucias mezquinas, vives para tus propios intereses y tu orgullo y calculas estas cosas en el corazón y te poseen, Dios no estará satisfecho contigo ni te esclarecerá ni te iluminará, sino que te ignorará, y en tu corazón habrá cada vez más tinieblas. Esto quiere decir que cuando cumplas tu deber o hagas algo, lo harás mal y nada de ello valdrá la pena. Eso se debe a que eres tan egoísta y despreciable que siempre tramas argucias para tu propio beneficio, sin ser sincero con Dios, y osas ser falso e intentas hacerle trampas y no solo no aceptas la verdad, sino que cumples tu deber con astucia; lo cual no es entregarse a Dios con sinceridad. Y dado que no cumples tu deber de corazón, que solo te esfuerzas un poco y utilizas esto como una oportunidad para obtener más beneficios y puesto que también deseas conspirar para lograr fama, ganancias y estatus, sin aceptar ni obedecer cuando te podan, es probable que ofendas el carácter de Dios. Él escruta las profundidades del corazón de la gente. Si no te arrepientes, estarás en peligro y, probablemente, Dios te descartará, en cuyo caso nunca más volverás a tener la oportunidad de recibir Su aprobación.

La comunión de Dios

Algunas personas no creen que la casa de Dios pueda tratar con justicia a la gente. No creen que Dios reine en Su casa y que la verdad reine en ella. Creen que, no importa cuál sea el deber que desempeñe una persona, si surge un inconveniente, la casa de Dios se encargará de esa persona inmediatamente, privándola de su derecho a cumplir con ese deber, enviándola lejos, o incluso expulsándola de la iglesia. ¿Realmente es así como funcionan las cosas? Desde luego que no. La casa de Dios trata a cada persona según los principios-verdad. Dios es justo en Su tratamiento de cada persona. Él no se fija solo en cómo se comporta una persona en un solo caso; mira la esencia-naturaleza de una persona, sus intenciones, su actitud, y se fija en concreto en si una persona puede reflexionar sobre sí misma cuando comete un error, si tiene remordimientos, y si puede penetrar en la esencia del problema basándose en Sus palabras, llegar a comprender la verdad, odiarse a sí misma y arrepentirse de veras. Si alguien carece de esa actitud correcta y está completamente contaminado por intenciones personales, si está repleto de artimañas y revelaciones de actitudes corruptas y si, cuando surgen problemas, recurre al engaño, la sofistería y la autojustificación, y se niega tercamente a reconocer sus acciones, entonces esa persona no puede ser salvada. Las personas así no aceptan la verdad en absoluto y han sido completamente puestas en evidencia. Quienes no están en lo cierto y no pueden aceptar la verdad en lo más mínimo son, en esencia, incrédulos y solo pueden ser descartados. ¿Cómo no van a ser revelados y descartados los incrédulos que sirven como líderes y obreros? A los incrédulos, independientemente del deber que desempeñen, se los pone en evidencia antes que a nadie, ya que las actitudes corruptas que revelan son demasiadas y demasiado evidentes. Además, no aceptan la verdad en absoluto y actúan de manera imprudente y arbitraria. Finalmente, cuando se los descarta y han perdido la oportunidad de llevar a cabo su deber, comienzan a preocuparse, y piensan: “Se acabó. Si no me permiten llevar a cabo mi deber, no podré salvarme. ¿Qué puedo hacer?”. En realidad, el Cielo siempre deja una salida para el hombre. Hay una última senda, que consiste en arrepentirse de manera sincera y apresurarse a difundir el evangelio y ganar personas, a fin de compensar sus errores a través de buenas obras. Si no toman esa senda, estarán completamente perdidos. Si tienen algo de razón y saben que no poseen ningún talento, deberían armarse con la verdad y formarse para difundir el evangelio; eso también es cumplir con un deber, y es completamente factible. Si alguien reconoce haber sido descartado por no haber cumplido correctamente con su deber, y aun así no acepta la verdad ni tiene el más mínimo remordimiento, sino que se abandona a la desesperación, ¿no resulta estúpido e ignorante? Dime, si una persona ha cometido un error pero es capaz de comprender de verdad y está dispuesta a arrepentirse, ¿no le daría una oportunidad la casa de Dios? A medida que el plan de gestión de seis mil años de Dios se acerca a su fin, hay muchos deberes que deben cumplirse. Pero si careces de conciencia o de razón y no atiendes al que es tu trabajo, si has obtenido la oportunidad de cumplir con un deber, pero no sabes atesorarla, no persigues la verdad en lo más mínimo, con lo que permites que se te escape tu mejor momento para ello, entonces serás expuesto. Si eres sistemáticamente superficial en el cumplimiento de tu deber, y no te sometes en absoluto cuando te enfrentas a la poda, ¿te utilizará aún la casa de Dios para cumplir con un deber? En la casa de Dios, lo que reina es la verdad, no Satanás. Dios tiene la última palabra sobre todo. Es Él quien está haciendo la obra de salvar al hombre, es Él quien es soberano sobre todas las cosas. No hay necesidad de que analices lo que está bien y lo que está mal; lo único que tienes que hacer es escuchar y someterte. Cuando te enfrentes a la poda, debes aceptar la verdad y ser capaz de corregir tus errores. Si lo haces, la casa de Dios no te despojará de tu derecho a cumplir con un deber. Si siempre te asusta ser descartado, siempre pones excusas, siempre te justificas, eso es un problema. Si dejas que los demás vean que no aceptas la verdad en lo más mínimo, y se den cuenta de que eres impermeable a la razón, estás en problemas. La iglesia se verá obligada a encargarse de ti. Si no aceptas la verdad en absoluto en el cumplimiento de tu deber y siempre temes ser revelado y descartado, entonces este miedo tuyo está contaminado por una intención humana y un carácter satánico corrupto, además de por la sospecha, la cautela y el mal entendimiento. Ninguna de estas son actitudes que una persona deba tener. Debes empezar por resolver tu miedo, así como tus malentendidos sobre Dios. ¿Cómo surgen en una persona los malentendidos hacia Dios? Cuando les van bien las cosas, sin duda las personas no malinterpretan a Dios. Creen que Dios es bueno, que es honorable, que es justo, que Él es compasivo y amoroso, acertado en todo lo que hace. Sin embargo, al toparse con algo que no concuerda con sus nociones, piensan: “Parece que Dios no es muy justo, al menos no lo es en este asunto”. ¿Acaso no es esto un malentendido? ¿Cómo es que Dios no es justo? ¿Qué es lo que dio lugar a este malentendido? ¿Qué fue lo que hizo que formaras tu opinión y entendimiento de que Dios no es justo? ¿Puedes decir con seguridad qué fue? ¿Qué frase fue? ¿Qué asunto? ¿Qué situación? Dilo, para que todo el mundo pueda hacerse una idea y comprobar que tienes algo en lo que basarte. Y cuando una persona malinterpreta a Dios o se enfrenta a algo que no se conforma a sus nociones, ¿qué actitud debe tener? (Buscar la verdad y la sumisión). Primero tienen que someterse y considerar: “No lo entiendo, pero voy a someterme porque esto es lo que ha hecho Dios y no algo que deba analizar el hombre. Además, no puedo dudar de las palabras de Dios o de Su obra porque la palabra de Dios es la verdad”. ¿Acaso no es esa la actitud que debe tener una persona? Con esta actitud, ¿supondrá todavía un problema tu incomprensión? (No). No afectará o perturbará el cumplimiento del deber.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Después de que las personas llegan a creer en Dios, ¿cuál es la cosa más dolorosa y terrible que les puede ocurrir? Lo peor de todo es descubrir que se han deshecho de ellas o las han expulsado, y que Dios las ha revelado y descartado; es lo más doloroso y triste y nadie quiere que le pase esto después de llegar a creer en Dios. ¿Cómo puede evitar la gente que le suceda esto? Como mínimo, debe actuar de acuerdo con su conciencia; es decir, primero debe aprender a cumplir con sus responsabilidades, no debe en absoluto ser superficial ni retrasar lo que Dios le ha encomendado. Dado que eres una persona, debes meditar sobre cuáles son las responsabilidades de una. No hace falta mencionar las responsabilidades que más valoran los no creyentes, como ser buen hijo, mantener a tus padres y labrar una reputación a tu familia. Todas ellas están vacías y carecen de significado real. ¿Cuál es la responsabilidad mínima que debe cumplir una persona? Lo más realista es cómo cumples bien con tu deber ahora. Conformarse siempre con actuar por inercia no es cumplir bien con tu responsabilidad, y solo ser capaz de decir palabras y doctrinas tampoco. Únicamente practicar la verdad y hacer cosas según los principios supone cumplir tu responsabilidad. Solo cuando tu práctica de la verdad haya sido eficaz y beneficiosa para la gente, de veras habrás cumplido bien tu responsabilidad. Sea cual sea el deber que cumplas, solo cuando persistas en actuar según los principios-verdad en todas las cosas habrás cumplido verdaderamente con tu responsabilidad. Actuar por inercia, de acuerdo con la forma humana de hacer las cosas, es ser superficial; atenerse a los principios-verdad es el único modo de cumplir adecuadamente el deber y cumplir bien tu responsabilidad. Y cuando cumples tu responsabilidad, ¿no es esa la manifestación de la lealtad? Es la manifestación de cumplir tu deber con lealtad. Solo cuando tengas este sentido de la responsabilidad, esta aspiración y este deseo, y esta manifestación de la lealtad con relación a tu deber, será cuando Dios te mirará con favor y aprobación. Si ni siquiera tienes este sentido de la responsabilidad, Dios te considerará ocioso, necio, y te despreciará. Desde el punto de vista humano, eso significa faltarte al respeto, no tomarte en serio y menospreciarte. Es como cuando has estado en contacto con alguien durante un tiempo y ves que habla sobre cuestiones caprichosas, poco prácticas, se lanza a decir cosas nada realistas, y te das cuenta de que le gusta presumir y alardear y de que no es de fiar; ¿lo respetarías? ¿Te atreverías a confiarle alguna tarea? Quizá la retrasaría por una razón u otra y, por tanto, no te atreverías a confiar nada a alguien así. Lo detestarías desde lo más hondo del corazón y te arrepentirías de haberte relacionado alguna vez con él. Te sentirías afortunado de no haberle confiado ninguna tarea, y pensarías que, si lo hubieras hecho, lo habrías lamentado durante el resto de tu vida. Digamos que te relacionas con alguien y, a través de la conversación y del contacto con él, ves que no solo tiene buena humanidad, sino también sentido de la responsabilidad y, cuando le confías una tarea, aunque solo se lo digas de pasada, se lo graba en la mente y busca formas de manejar bien la tarea para dejarte satisfecho, y, si no lo consigue, después se siente incómodo al verte; así es alguien con sentido de la responsabilidad. Mientras se les diga o asigne algo, ya sea un líder, un obrero o lo Alto, la gente con sentido de la responsabilidad siempre pensará: “Bueno, ya que tiene tan buen concepto de mí, debo ocuparme bien de este asunto y no defraudarlo”. ¿Verdad que te sentirías tranquilo al encomendarle una tarea a tal persona que posee conciencia y razón? La gente a la que puedes confiar una tarea es sin duda aquella a la que miras con favor y en la que confías. En particular, si se ha encargado de varias tareas a petición tuya y las ha llevado a cabo todas de forma muy concienzuda y ha satisfecho totalmente tus exigencias, pensarás que es digna de confianza. En tu corazón, verdaderamente la admirarás y tendrás buen concepto de ella. La gente está dispuesta a relacionarse con este tipo de personas, ya no digamos Dios. ¿Creéis que Dios estaría dispuesto a confiar el trabajo de la iglesia y el deber que el ser humano está obligado a hacer a una persona que no es digna de confianza? (No). Cuando Dios le encarga un trabajo de la iglesia a alguien, ¿cuál es la expectativa de Dios hacia él? En primer lugar, Dios espera que sea diligente y responsable, que trate este trabajo como un asunto importante, lo maneje en consecuencia y lo haga bien. En segundo lugar, Dios espera que sea una persona digna de confianza que, por mucho tiempo que pase y por mucho que cambie el entorno, su sentido de la responsabilidad no flaquee y su integridad resista la prueba. Si es una persona digna de confianza, Dios estará tranquilo y ya no supervisará ni hará seguimiento de este asunto. Esto es porque, en Su corazón, confía en ella y está seguro de completar la tarea que se le ha asignado sin que nada vaya mal. Cuando Dios le encomienda a alguien una tarea, ¿no es esto lo que espera? (Sí). Entonces, una vez que comprendes la intención de Dios, deberías saber en tu corazón cómo comportarte para cumplir Sus requisitos, cómo conseguir favor a Sus ojos y cómo ganarse Su confianza. Si puedes ver claramente tus propias manifestaciones y tu comportamiento y la actitud con que afrontas el deber, si tienes autoconciencia y sabes lo que eres, ¿acaso no será poco razonable por tu parte exigir que Dios te vea con buenos ojos y te muestre Su gracia o te trate de manera especial? (Sí). Si hasta tú te tienes en baja estima, te desprecias y sin embargo le exiges a Dios que te muestre Su favor; esto no tiene sentido. Por tanto, si quieres que Dios te mire con buenos ojos, al menos deberías hacerte ver digno de confianza a ojos de otras personas. Si quieres que otros confíen en ti, que te miren favorablemente, que tengan un alto concepto de ti, al menos debes ser digno, tener sentido de la responsabilidad, ser fiel a tu palabra y digno de confianza. Asimismo, debes llegar a ser diligente, responsable y leal ante Dios; entonces habrás cumplido esencialmente bien con las exigencias de Dios para contigo. Así pues, habrá esperanza de que recibas la aprobación de Dios, ¿no es cierto? (Sí, la habrá).

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)

No importa lo que Dios te pida, solo necesitas trabajar con todas tus fuerzas para lograrlo, y espero que seas capaz de ir delante de Dios y mostrarle, al final, toda tu devoción. Siempre que puedas ver la sonrisa de satisfacción de Dios mientras está sentado en Su trono, aun si esta es la hora señalada de tu muerte, debes ser capaz de reír y sonreír mientras cierras los ojos. Durante tu tiempo en la tierra debes llevar a cabo tu deber final por Dios. En el pasado, Pedro fue crucificado cabeza abajo por Dios, pero tú debes satisfacer a Dios al final y agotar toda tu energía por Él. ¿Qué puede hacer por Dios un ser creado? Por tanto, debes entregarte a Dios con anticipación para que Él te instrumente como lo desee. Mientras Él esté feliz y complacido, permítele hacer lo que quiera contigo. ¿Qué derecho tienen los hombres de quejarse?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 41

Hoy, lo que a vosotros se os exige lograr no son exigencias adicionales, sino el deber del hombre y lo que todas las personas deben hacer. Si ni siquiera sois capaces de hacer vuestro deber, o de hacerlo bien, ¿no os estáis acarreando problemas? ¿No estáis cortejando a la muerte? ¿Cómo podéis todavía esperar tener un futuro y perspectivas? La obra de Dios se hace por el bien de la humanidad, y la cooperación del hombre se entrega por el bien de la gestión de Dios. Después de que Dios haya hecho todo lo que le corresponde hacer, al hombre se le exige ser pródigo en su práctica y cooperar con Dios. En la obra de Dios, el hombre no debe escatimar esfuerzos, debe ofrecer su lealtad y no debe darse el gusto de tener numerosas nociones o sentarse pasivamente y esperar la muerte. Dios puede sacrificarse por el hombre, así que, ¿por qué no puede el hombre ofrecerle su lealtad a Dios? Dios solo tiene un corazón y una mente para con el hombre, así que, ¿por qué no puede el hombre ofrecer un poco de cooperación? Dios obra para la humanidad, así que, ¿por qué el hombre no puede llevar a cabo algo de su deber por el bien de la gestión de Dios? La obra de Dios ha llegado hasta aquí; sin embargo, vosotros veis pero no actuáis, escucháis pero no os movéis. ¿No son tales personas objetos de perdición? Dios ya le ha dedicado Su todo al hombre, así que ¿por qué es incapaz el hombre hoy de llevar a cabo su deber con seriedad? Para Dios, Su obra es Su prioridad y la obra de Su gestión es de suprema importancia. Para el hombre, poner en práctica las palabras de Dios y cumplir las exigencias de Dios son su primera prioridad. Todos vosotros deberíais entender esto.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre

Tras aceptar la comisión de Dios, Noé comenzó a planificar cómo crear el arca que Él le había encomendado. Buscó los diversos materiales y a las personas y herramientas necesarias para construir el arca. Naturalmente, esto implicaba muchas cosas. No era tan fácil y sencillo como sugiere el texto. En aquella época preindustrial, una época en la que todo se hacía a mano, mediante trabajo físico, no es difícil imaginar cuánto costó crear un arca así, tan colosal, para llevar a cabo la tarea de construir un arca tal y como le había encomendado Dios. Por supuesto, la planificación, la preparación, el diseño y la obtención de los diversos elementos, como materiales y herramientas, por parte de Noé no fueron sencillos, y posiblemente este nunca antes había visto un barco tan gigantesco. Tras aceptar esta comisión, leyendo entre líneas las palabras de Dios, y a juzgar por todo lo que Él dijo, Noé sabía que no era un asunto sencillo ni una tarea fácil. No se trataba de un encargo sencillo ni fácil. ¿Qué implicaciones tenía? Por un lado, significaba que, tras aceptar esta comisión, Noé soportaría una pesada carga sobre sus hombros. Además, a juzgar por la forma en que Dios convocó personalmente a Noé y le indicó en persona cómo construir el arca, no se trataba de un asunto corriente, no era algo insustancial. Teniendo en cuenta los detalles de todo lo que Dios dijo, no se trataba de algo que cualquier persona corriente pudiera soportar. El hecho de que Dios convocara a Noé y le encargara construir un arca muestra la importancia que Noé tenía en el corazón de Dios. En lo referente a esta cuestión, naturalmente Noé pudo entender algunas de las intenciones de Dios y, al hacerlo, se dio cuenta del tipo de vida al que se enfrentaría en los años venideros y fue consciente de algunas de las dificultades con las que iba a toparse. A pesar de que Noé se dio cuenta y comprendió la gran dificultad de lo que Dios le había encomendado, y lo grandes que eran las penurias a las que se enfrentaría, no tuvo intención de negarse, sino que estaba profundamente agradecido a Jehová Dios. ¿Por qué le estaba agradecido? Porque, sin que lo esperara, Dios le había encomendado algo muy importante, y le había contado y explicado personalmente todos los detalles. Y lo que es más importante, Dios también le había relatado toda la historia, de principio a fin, de por qué había que construir el arca. Se trataba de un asunto del propio plan de gestión de Dios, era un tema de Dios, pero Él le había hablado de ello, así que Noé percibió su importancia. En resumen, a tenor de estas distintas señales, del tono del discurso de Dios y de los diversos aspectos de lo que Él le comunicó a Noé, este pudo percibir la importancia de la tarea de construcción del arca que Dios le había encomendado, pudo apreciarlo en su corazón, y no se atrevió a tratarlo a la ligera ni a pasar por alto ningún detalle. Por lo tanto, una vez que Dios terminó de dar Sus indicaciones, Noé formuló su plan y se puso a trabajar en todo lo necesario para construir el arca, así que buscó mano de obra, preparó todo tipo de materiales y, en consonancia con las palabras de Dios, fue reuniendo poco a poco en el arca las diversas especies de criaturas vivientes.

Todo el proceso de construcción del arca estuvo lleno de dificultades. De momento, dejemos de lado cómo Noé salió adelante del azote de los vientos, el sol abrasador y la lacerante lluvia, el tremendo calor y el intenso frío, y el cambio de las cuatro estaciones, año tras año. Hablemos primero de la colosal empresa que supuso la construcción del arca, de la preparación por parte de Noé de los diversos materiales y de las innumerables dificultades a las que se enfrentó en el transcurso de la construcción del arca. ¿Cuáles fueron esas dificultades? Al contrario de lo que la gente piensa, algunas tareas físicas no siempre salieron bien a la primera, y Noé tuvo que pasar por numerosos fracasos. Tras terminar algo, si tenía mal aspecto, lo desarmaba, y después de desarmarlo, tenía que preparar más materiales y rehacerlo por completo. No era como en la época moderna, que toda la gente hace todo con aparatos electrónicos y, una vez configurado, el trabajo se realiza según lo indicado en un programa definido previamente. Hoy en día, cuando se realiza un trabajo de este tipo, todo está mecanizado y se realiza con solo encender una máquina. Pero Noé vivía en una era de sociedad primitiva, donde todo el trabajo se realizaba de forma manual y debías hacer todas las tareas con las manos, utilizando los ojos y la mente, además de tu propia diligencia y energía. Por supuesto, más que nada, la gente necesitaba apoyarse en Dios. Necesitaban buscar a Dios en todas partes y en todo momento. En el proceso de toparse con todo tipo de dificultades, y a lo largo de los días y las noches que pasó construyendo el arca, Noé tuvo que enfrentarse no solo a las diversas situaciones que se produjeron mientras completaba esta colosal empresa, sino también a los diversos ambientes que le rodeaban, así como al ridículo, las calumnias y el abuso verbal de los demás. Aunque personalmente no hayamos experimentado aquellas escenas cuando se produjeron, ¿acaso no es posible imaginar algunas de las diversas dificultades que Noé experimentó y a las que se enfrentó, y los distintos desafíos que encaró? En el transcurso de la construcción del arca, lo primero a lo que tuvo que enfrentarse Noé fue a la incomprensión de su familia, sus molestos comentarios, sus quejas e incluso sus insultos. Lo segundo fue a la calumnia, la ridiculización y el juicio por parte de quienes lo rodeaban: sus parientes, sus amigos y todo tipo de gente. Pero Noé tenía una única actitud: obedecer las palabras de Dios, llevarlas a cabo hasta el final y no desviarse nunca de ese camino. ¿Qué determinación tenía Noé? “Mientras esté vivo, mientras pueda moverme, no abandonaré la comisión de Dios”. Esta fue su motivación mientras llevaba a cabo la gran empresa de construir el arca, así como su actitud cuando se le presentaron las órdenes de Dios, y después de escuchar Sus palabras. Ante toda clase de problemas, dificultades y desafíos, Noé no retrocedió. Cuando a menudo fracasaban algunas de sus tareas de ingeniería más difíciles y estas sufrían daños, a pesar de que sentía disgusto y preocupación en el corazón, cuando pensaba en las palabras de Dios, cuando recordaba cada palabra que Dios le había ordenado y cómo Él lo había elevado, solía sentirse extremadamente motivado: “No puedo rendirme, no puedo ignorar lo que Dios me ha ordenado y encomendado hacer. Esta es la comisión de Dios, y puesto que la acepté, dado que oí las palabras que Dios pronunció y Su voz, y como acepté esto de parte de Él, debo someterme completamente, que es lo que debería hacer un ser humano”. Así que, sin importar el tipo de dificultades a las que se enfrentara, la clase de burlas o calumnias con las que se encontrara, y por muy agotado que estuviera su cuerpo y muy cansado que se sintiera, no abandonó lo que le había encomendado Dios, y tuvo siempre en mente cada una de las palabras de lo que Él había dicho y ordenado. Por mucho que cambiara su entorno y por muy grandes que fueran las dificultades que afrontara, confiaba en que nada de eso sería eterno, que solo las palabras de Dios perdurarían para siempre, y que únicamente se cumpliría con toda certeza aquello que Dios había ordenado hacer. Noé poseía verdadera fe en Dios y la sumisión que debía tener, y siguió construyendo el arca que Dios le había pedido construir. Día tras día, año tras año, Noé envejeció, pero su fe no disminuyó ni se produjo ningún cambio en su actitud ni en su determinación de completar la comisión de Dios. Aunque hubo momentos en los que su cuerpo se sintió cansado y exhausto, cayó enfermo y su corazón se debilitó, su determinación y perseverancia a la hora de completar la comisión de Dios y someterse a Sus palabras no decrecieron. Durante los años en que Noé construyó el arca, estuvo practicando la escucha de las palabras que Dios había pronunciado y la sumisión a estas, y también practicó una verdad importante de un ser creado y una persona corriente que debe completar la comisión de Dios. En apariencia, todo el proceso consistía en realidad en solo una cosa: construir el arca, llevar bien a término lo que Dios le había dicho que hiciera. Pero ¿qué era necesario para hacer esto bien y completarlo con éxito? No requería del celo de la gente ni de sus consignas, ni mucho menos de algunos juramentos efímeros ni de la supuesta admiración de la gente por el Creador. No hacían falta tales cosas. Frente a la construcción del arca por parte de Noé, no sirven para nada la supuesta admiración de la gente, sus juramentos, su celo y su creencia en Dios en el mundo espiritual de tales personas. Al compararlas con la verdadera fe y auténtica sumisión a Dios de Noé, la gente parece muy mediocre y patética, y las pocas doctrinas que comprenden parecen sumamente vacías, burdas, ineficaces y débiles, por no decir vergonzosas, despreciables y sórdidas.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión tres: Cómo obedecieron Noé y Abraham las palabras de Dios y se sometieron a Él (II)

Que el hombre lleve a cabo su deber es, de hecho, el cumplimiento de todo lo que es inherente a él; es decir, lo que es posible para él. Es entonces cuando su deber se cumple. Los defectos del hombre durante su servicio se reducen gradualmente a través de la experiencia progresiva y del proceso de pasar por el juicio; no obstaculizan ni afectan el deber del hombre. Los que dejan de servir o ceden y retroceden por temor a que puedan existir inconvenientes en su servicio son los más cobardes de todos. Si las personas no pueden expresar lo que deben expresar durante el servicio ni lograr lo que por naturaleza es posible para ellas y, en cambio, actúan mecánicamente, han perdido la función que un ser creado debe tener. A esta clase de personas se les conoce como “mediocres”; son desechos inútiles. ¿Cómo pueden esas personas ser llamadas apropiadamente seres creados? ¿Acaso no son seres corruptos que brillan por fuera, pero que están podridos por dentro? […] No existe correlación entre el deber del hombre y que él reciba bendiciones o sufra desgracias. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber. Recibir bendiciones se refiere a cuando alguien es perfeccionado y disfruta de las bendiciones de Dios tras experimentar el juicio. Sufrir desgracias se refiere a cuando el carácter de alguien no cambia tras haber experimentado el castigo y el juicio; no experimenta ser perfeccionado, sino que es castigado. Pero, independientemente de si reciben bendiciones o sufren desgracias, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes llevar a cabo tu deber solo para recibir bendiciones, y no debes negarte a actuar por temor a sufrir desgracias. Dejadme deciros esto: lo que el hombre debe hacer es llevar a cabo su deber, y si es incapaz de llevar a cabo su deber, esto es su rebeldía. Es por medio del proceso de llevar a cabo su deber que el hombre es cambiado gradualmente, y es por medio de este proceso que él demuestra su lealtad. Así pues, cuanto más puedas llevar a cabo tu deber, más verdad recibirás y más real será tu expresión. Los que solo cumplen con su deber por inercia y no buscan la verdad, al final serán descartados, pues esas personas no llevan a cabo su deber en la práctica de la verdad y no practican la verdad en el desempeño de su deber. Ellos son los que permanecen sin cambios y sufrirán desgracias. No solo sus expresiones son impuras, sino que todo lo que expresan es malvado.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre

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