2. Cómo resolver la intención de obtener bendiciones y deseos extravagantes
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
La mayoría de las personas creen en Dios por buscar la paz y otros beneficios. A menos que sea para tu beneficio, no crees en Dios, y si no puedes recibir las gracias de Dios, te pones de mal humor. ¿Cómo puede ser tu verdadera estatura lo que has dicho? Cuando se trata de incidentes familiares inevitables, tales como niños que se enferman, seres queridos hospitalizados, bajos rendimientos de los cultivos, persecución por parte de familiares, hasta estos frecuentes asuntos de la vida cotidiana son demasiado para ti. Cuando tales cosas suceden, entras en pánico, no sabes qué hacer, y la mayor parte del tiempo te quejas de Dios. Te quejas de que las palabras de Dios te engañaron, de que la obra de Dios se burló de ti. ¿No tenéis tales pensamientos? ¿Piensas que tales cosas suceden entre vosotros solo pocas veces? Pasáis todos los días viviendo en medio de tales acontecimientos. No le prestáis atención alguna al éxito de vuestra fe en Dios ni a cómo satisfacer las intenciones de Dios. Vuestra verdadera estatura es demasiado baja, incluso más baja que la de un pollito. Cuando el negocio familiar pierde dinero os quejáis de Dios, cuando os encontráis en un entorno sin la protección de Dios todavía os quejáis de Dios, y os quejáis incluso cuando uno de vuestros pollos muere o una vieja vaca en el corral enferma. Os quejáis cuando es tiempo de que vuestro hijo se case, pero vuestra familia no tiene suficiente dinero; quieres cumplir con el deber de anfitrión, pero no te lo puedes permitir, y entonces también te quejas. No paras de quejarte, y a veces no vas a las reuniones ni comes ni bebes las palabras de Dios a causa de esto; a veces te vuelves negativo durante un largo periodo. Nada de lo que te pasa hoy tiene ninguna relación con tus perspectivas o sino; estas cosas sucederían aunque no creyeras en Dios, pero hoy le pasas la responsabilidad de ellas a Dios e insistes en decir que Dios te ha descartado. ¿Y qué pasa con tu creencia en Dios? ¿Realmente has ofrecido tu vida? Si sufrierais las mismas pruebas que Job, ninguno entre vosotros que seguís a Dios hoy podríais permanecer firmes, todos vosotros caeríais. Y es que hay, sencillamente, una diferencia abismal entre vosotros y Job. Hoy, si la mitad de vuestros bienes fuera incautada os atreveríais a negar la existencia de Dios; si os quitaran a vuestro hijo o hija, correríais por las calles poniendo el grito en el cielo; si tu única manera de ganarte la vida llegara a un callejón sin salida, intentarías polemizar con Dios, preguntarías por qué al principio dije tantas palabras para asustarte. No hay nada que no os atreveríais a hacer en tales momentos. Esto muestra que no habéis obtenido ningún verdadero entendimiento y que no tenéis verdadera estatura. De esta manera, las pruebas en vosotros son demasiado grandes, porque sabéis demasiado, pero lo que verdaderamente entendéis no es ni siquiera una milésima de lo que sois conscientes. No os detengáis en el mero entendimiento y comprensión y conocimiento; mejor deberíais ver cuánto podéis verdaderamente poner en práctica, cuánto del esclarecimiento e iluminación del Espíritu Santo se ganó a través del sudor de vuestro propio arduo trabajo y en cuántas de vuestras prácticas habéis materializado vuestra propia resolución. Debes tomar en serio tu estatura y práctica. En tu creencia en Dios, no deberías simplemente tratar de cumplir con formalidades por causa de alguien; el que puedas o no finalmente obtener la verdad y la vida depende de tu propia búsqueda.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (3)
Estos días, la mayoría de las personas se encuentran en este tipo de estado: “Con el fin de ganar bendiciones, debo entregarme por Dios y pagar un precio por Él. Para conseguir bendiciones, debo abandonarlo todo por Dios; debo completar aquello que Él me ha confiado, y cumplir bien con mi deber”. Este estado está dominado por la intención de obtener bendiciones, lo que es un ejemplo de entregarse por completo por Dios con el propósito de obtener Sus recompensas y ganar una corona. Tales personas no tienen la verdad en su corazón y, sin duda, su entendimiento solo consiste en unas pocas palabras y doctrinas de las que presumen por todas partes. La suya es la senda de Pablo. La fe de tales personas es un acto de labor constante y, en lo más profundo, sienten que cuanto más hagan, más quedará probada su lealtad a Dios; que cuanto más hagan, con toda certeza Dios estará más satisfecho, y que cuanto más hagan, más merecerán que se les otorgue una corona ante Dios y mayores serán las bendiciones que obtengan. Piensan que si pueden soportar el sufrimiento, predicar y morir por Cristo, si pueden sacrificar su propia vida, y si pueden acabar todos los deberes que Dios les ha encomendado, entonces serán aquellos que obtienen las mayores bendiciones, y sin duda se les concederán coronas. Es exactamente lo que Pablo imaginó y buscó. Es la senda exacta por la que transitó, y fue bajo la guía de tales pensamientos que trabajó para servir a Dios. ¿Acaso esos pensamientos e intenciones no surgen de una naturaleza satánica? Igual que los seres humanos mundanos, que creen que mientras estén en la tierra deben buscar el conocimiento y, después de obtenerlo, pueden destacar entre la multitud, convertirse en un oficial y tener estatus. Piensan que, una vez que tienen estatus, pueden concretar sus ambiciones y llevar sus negocios y prácticas familiares a cierto nivel de prosperidad. ¿Acaso no siguen todos los no creyentes esta senda? Los que son dominados por esta naturaleza satánica solo pueden ser como Pablo en su fe. Ellos piensan: “Debo desecharlo todo para entregarme por dios. Debo ser leal a dios y, al final, recibiré grandes recompensas y coronas”. Esta es la misma actitud que la de las personas mundanas que buscan cosas mundanas. No difieren en absoluto y están sujetas a la misma naturaleza. Cuando las personas tienen ese tipo de naturaleza satánica, en el mundo buscarán obtener conocimiento, aprendizaje, estatus y destacar entre la multitud. Si creen en Dios, buscarán obtener grandes coronas y grandes bendiciones. Si las personas no persiguen la verdad cuando creen en Dios, con toda seguridad tomarán esta senda. Este es un hecho inmutable, es una ley natural.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro
Muchos de los que siguen a Dios solo se preocupan por cómo obtener bendiciones o evitar el desastre. Tan pronto como se mencionan la obra y la gestión de Dios, se quedan en silencio y pierden todo interés. Piensan que comprender tales cuestiones tediosas no ayudará a que su vida crezca y que no les brindará ningún beneficio. En consecuencia, aunque hayan oído hablar acerca de la gestión de Dios, la abordan sin seriedad. No la ven como algo precioso que se debe aceptar y, mucho menos, la aceptan tomándola como parte de su vida. Esas personas solo tienen un único objetivo al seguir a Dios, y es recibir bendiciones. No pueden tomarse la molestia de prestar atención a nada que no involucre directamente este objetivo. Para ellas, no hay meta más legítima que creer en Dios para obtener bendiciones; es la esencia del valor de su fe. Si algo no contribuye a este objetivo, no las conmueve en absoluto. Esto es lo que ocurre con la mayoría de las personas que creen en Dios actualmente. Su objetivo y su intención parecen legítimos porque, al mismo tiempo que creen en Dios, también se esfuerzan por Él, se dedican a Él, y cumplen su deber. Entregan su juventud, abandonan a su familia y su profesión e, incluso, pasan años ocupados lejos de casa. En aras de su meta máxima, cambian sus intereses, su perspectiva de la vida e, incluso, la dirección que siguen, pero no pueden cambiar el objetivo de su creencia en Dios. Van de acá para allá tras la gestión de sus propios ideales; no importa lo lejos que esté el camino ni cuántas dificultades y obstáculos haya a lo largo de él, siguen siendo persistentes y no tienen miedo a la muerte. ¿Qué poder los impulsa a seguir entregándose de esta forma? ¿Es su conciencia? ¿Es su personalidad magnífica y noble? ¿Es su determinación de combatir a las fuerzas del mal hasta el final? ¿Es su fe de dar testimonio de Dios sin buscar recompensa alguna? ¿Es su lealtad al estar dispuestos a abandonarlo todo para cumplir la voluntad de Dios? ¿O es su espíritu de devoción para renunciar siempre a las exigencias personales extravagantes? ¡Que alguien que nunca ha comprendido la obra de gestión de Dios dé tanto es, simplemente, un milagro! Por el momento, no hablemos de cuánto han dado estas personas. Sin embargo, su comportamiento es muy digno de nuestra disección. Aparte de los beneficios tan estrechamente asociados con ellos, ¿podría existir alguna otra razón para que las personas, que nunca entienden a Dios, den tanto por Él? En esto descubrimos un problema no identificado previamente: la relación del hombre con Dios es, simplemente, de puro interés personal. Es la relación entre el receptor y el dador de bendiciones. Para decirlo con claridad, es la relación entre un empleado y un empleador. El primero solo trabaja duro para recibir las recompensas otorgadas por el segundo. En una relación basada en los intereses no hay afecto, solo una transacción. No hay un amar y ser amado; solo caridad y misericordia. No hay comprensión; solo engaño y una indignación reprimida e inútil. No hay intimidad; solo un abismo que no se puede cruzar. Ahora que las cosas han llegado a este punto, ¿quién puede cambiar ese rumbo? ¿Y cuántas personas son capaces de entender realmente lo grave que se ha vuelto esta relación? Considero que, cuando las personas se sumergen en el gozo de ser bendecidas, nadie puede imaginar lo embarazosa y desagradable que es una relación así con Dios.
Lo más triste acerca de cómo cree la humanidad en Dios es que el hombre lleva a cabo su propia gestión en medio de la obra de Dios y, sin embargo, no presta atención a la gestión de Dios. El fracaso más grande del hombre radica en cómo, al mismo tiempo que busca someterse a Dios y adorarlo, está construyendo su propio destino ideal y tramando cómo recibir la mayor bendición y el mejor destino. Incluso si alguien entiende lo lamentable, aborrecible y patético que es, ¿cuántos podrían abandonar fácilmente sus ideales y esperanzas? Y ¿quién es capaz de detener sus propios pasos y dejar de pensar únicamente en sí mismo? Dios necesita a quienes van a cooperar de cerca con Él para completar Su gestión. Necesita a quienes se someterán a Él a través de dedicar toda su mente y todo su cuerpo a la obra de Su gestión. Él no necesita a las personas que estiran las manos para suplicarle cada día y, mucho menos, a quienes dan un poco y después esperan ser recompensados. Dios desprecia a los que hacen una contribución insignificante y después se duermen en sus laureles. Aborrece a esas personas de sangre fría que se molestan con la obra de Su gestión y solo quieren hablar sobre ir al cielo y obtener bendiciones. Aborrece aún más a los que se aprovechan de la oportunidad presentada por la obra que Él hace al salvar a la humanidad. Eso es debido a que estas personas nunca se han preocupado por lo que Dios desea conseguir y adquirir por medio de la obra de Su gestión. Solo les interesa cómo pueden usar la oportunidad provista por la obra de Dios para obtener bendiciones. No son consideradas con el corazón de Dios, pues lo único que les preocupa es su propio futuro y porvenir. Los que se molestan con la obra de gestión de Dios y no tienen el más mínimo interés en cómo Dios salva a la humanidad ni en Sus intenciones, solo están haciendo lo que les place de una forma que está desconectada de la obra de gestión de Dios. Dios no recuerda su comportamiento ni lo aprueba, y ni mucho menos lo ve con buenos ojos.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice III: El hombre sólo puede salvarse en medio de la gestión de Dios
En vuestra búsqueda tenéis demasiadas nociones, esperanzas y futuros individuales. La obra presente es para podar vuestro deseo de estatus y vuestros deseos extravagantes. Las esperanzas, el estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico. La razón de que estas cosas existan en el corazón de las personas se debe, por completo, a que el veneno de Satanás siempre está corroyendo los pensamientos de las personas, y estas no son nunca capaces de sacudirse esas tentaciones satánicas. Viven en medio del pecado, sin embargo, no creen que sea pecado y siguen pensando: “Creemos en Dios, así que Él debe concedernos bendiciones y disponerlo todo para nosotros de forma adecuada. Creemos en Dios, así que debemos ser superiores a los demás, y tener más estatus y más futuro que cualquier otro. Dado que creemos en Dios, Él debe proporcionarnos bendiciones ilimitadas. De otro modo, no lo denominaríamos creer en Dios”. Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse astutas, cobardes y despreciables. No solo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y caprichosos. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aun, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están tan podridos que sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente horribles, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, oírlas es sencillamente insufrible. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables y frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que se esfuerzan al máximo por expulsarlas. ¿No son vuestros pensamientos y vuestras perspectivas actuales exactamente así? “Como creo en Dios, deberían lloverme las bendiciones y se me tendría que asegurar que mi estatus nunca descenderá y que se va a mantener por encima del de los incrédulos”. No habéis estado albergando ese tipo de perspectiva en vuestro interior solo uno o dos años, sino durante muchos más. Vuestro modo transaccional de pensar está exageradamente desarrollado. Aunque habéis llegado hoy hasta esta etapa, seguís sin renunciar al estatus, y en su lugar estáis luchando constantemente por investigarlo y observarlo a diario, con el profundo temor de que un día vuestro estatus se pierda y se arruine vuestro nombre. Las personas nunca han dejado a un lado su deseo de comodidad. […] Cuanto más busques de esta forma, menos recogerás. Cuanto mayor sea el deseo de estatus en la persona, mayor será la seriedad con la que sea podada y mayor refinamiento el que tendrá que experimentar. ¡La gente así no vale nada! Tiene que ser podada y juzgada lo suficiente como para que renuncie a estas cosas por completo. Si buscáis de esa manera hasta el final, nada recogeréis. Aquellos que no buscan la vida no pueden ser transformados, y aquellos que no tienen sed de la verdad no pueden ganar la verdad. No te centras en buscar la transformación personal ni en la entrada, sino que en su lugar te concentras en deseos extravagantes y en las cosas que limitan tu amor por Dios y previenen que te acerques a Él. ¿Pueden transformarte esas cosas? ¿Pueden introducirte en el reino? Si el objeto de tu búsqueda no es buscar la verdad, entonces más te valdría aprovechar esta oportunidad, regresar al mundo, y probar suerte. Perder el tiempo de esta forma no vale realmente la pena; ¿por qué torturarte? ¿No es verdad que podrías disfrutar de todo tipo de cosas en el hermoso mundo? Dinero, hermosas mujeres, estatus, vanidad, familia, hijos, etc.; ¿no son estos productos del mundo las mejores cosas de las que podrías disfrutar? ¿De qué vale vagar por aquí, y buscar un lugar donde poder ser feliz? El Hijo del hombre no tiene donde recostar Su cabeza; ¿cómo podrías tener tú, pues, un lugar de comodidad? ¿Cómo podría Él crearte un hermoso lugar de comodidad? ¿Es esto posible? Al margen de Mi juicio, hoy sólo puedes recibir enseñanzas sobre la verdad. No puedes obtener de Mí la comodidad ni tampoco el lecho de rosas que tanto anhelas día y noche. No te concederé las riquezas del mundo. Si buscas de una forma genuina, entonces estoy dispuesto a darte la totalidad del camino de la vida, a que seas como un pez que regresa al agua. Si tu búsqueda no es genuina, lo retiraré todo. ¡No estoy dispuesto a entregar las palabras de Mi boca a aquellos que están ávidos de comodidad, que son como los perros y los cerdos!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?
Siempre que se menciona el destino, lo tratáis con especial seriedad; es, además, algo en lo que todos sois particularmente sensibles. Algunas personas no pueden esperar a golpearse las cabezas contra el suelo y a postrarse delante de Dios con el fin de obtener un buen destino. Puedo identificarme con vuestro entusiasmo, que no necesita expresarse en palabras. Es solo que no queréis que vuestra carne caiga en desastre y deseáis menos aún hundiros en el castigo infinito en el futuro. Solo esperáis permitiros vivir de un modo un poco más libre y fácil. Y, así, os sentís particularmente inquietos cuando se menciona el destino, pues tenéis un temor profundo de que, si no estáis lo bastante atentos, podéis ofender a Dios y, por consiguiente, estar sujetos a la retribución que merecéis. No habéis dudado en transigir en cosas por el bien de vuestro destino, e incluso muchos de vosotros, que una vez fuisteis taimados y frívolos, os habéis vuelto de repente especialmente amables y sinceros; vuestra aparente sinceridad asusta a la gente hasta la médula. Sin embargo, todos tenéis corazones “honestos” y habéis abierto a Mí los secretos en vuestros corazones de manera consistente, sin guardaros nada, ya fuera la queja, el engaño o la devoción. En general, me habéis “confesado” con gran franqueza las cosas sustanciales que yacen en los escondrijos más profundos de vuestro ser. Por supuesto, nunca he eludido tales cosas, pues se han convertido en algo demasiado familiar para Mí. Preferiríais entrar en el mar de fuego por el bien de vuestro destino final que perder un solo mechón de cabello para obtener la aprobación de Dios. No es que esté siendo demasiado dogmático con vosotros; es que carecéis demasiado de un corazón de devoción para afrontar cara a cara todo lo que Yo hago. Es posible que no entendáis lo que acabo de decir, así que dejadme proporcionaros una simple explicación: lo que necesitáis no es la verdad y la vida, ni los principios de cómo conduciros; mucho menos Mi laboriosa obra. En vez de eso, lo que necesitáis es todo lo que poseéis en la carne: riqueza, estatus, familia, matrimonio y cosas así. Tenéis una actitud totalmente desdeñosa hacia Mis palabras y Mi obra, de manera que puedo resumir vuestra fe en una palabra: superficial. Haríais cualquier cosa por lograr las cosas a las que estáis absolutamente dedicados, pero he descubierto que no haríais lo mismo por el bien de los asuntos concernientes a vuestra creencia en Dios. Más bien, sois relativamente devotos y sinceros. Por esta razón, afirmo que quienes carecen de un corazón de absoluta sinceridad son un fracaso en su creencia en Dios. Pensad con cuidado: ¿Hay muchos fracasados entre vosotros?
Deberíais saber que el éxito en creer en Dios se logra como resultado de las propias acciones de las personas; cuando estas no tienen éxito, sino que fracasan, también se debe a sus propias acciones, y otros factores no desempeñan ningún papel. Creo que haríais todo lo necesario para lograr algo más difícil y que entrañe más sufrimiento que creer en Dios, y que lo trataríais de modo muy serio, tanto que incluso no estaríais dispuestos a tolerar ningún error; estos son los tipos de esfuerzos incansables que todos vosotros ponéis en vuestra propia vida. Incluso sois capaces de engañar a Mi carne en circunstancias en las que no lo haríais con ningún miembro de vuestra propia familia. Esta es vuestra conducta sistemática y el principio por el que vivís. ¿Acaso no seguís proyectando una falsa fachada para engañarme, por amor a vuestro destino, para que vuestro destino pueda ser perfectamente hermoso y todo lo que deseáis? Soy consciente de que vuestra devoción es temporal, como vuestra sinceridad. ¿No son vuestras resoluciones y el precio que pagáis solo en beneficio del momento presente y no para el futuro? Solo queréis hacer un esfuerzo final para luchar por aseguraros un hermoso destino, con el solo objetivo de hacer un trato. No hacéis este esfuerzo para evitar estar en deuda con la verdad, y menos aún para compensarme por el precio que Yo he pagado. En pocas palabras, solo estáis dispuestos a emplear astutas estratagemas para conseguir lo que queréis, pero no para entablar una batalla por ello. ¿Acaso no son estos vuestros pensamientos más íntimos? No debéis disfrazaros ni romperos la cabeza respecto a vuestro destino, hasta el punto de ser incapaces de comer o dormir. ¿No es cierto que vuestro desenlace habrá sido ya determinado al final? Cada uno de vosotros debéis cumplir adecuadamente con vuestro deber, con un corazón franco y honesto, y estar dispuestos a pagar el precio que sea necesario. Como habéis dicho, cuando llegue el día, Dios no va a ser negligente con nadie que haya sufrido o pagado un precio por Él. Merece la pena aferrarse a este tipo de convicción, y lo adecuado es que no deberíais olvidaros nunca de ella. Solo así puedo dar tranquilidad a Mi mente respecto a vosotros. De otro modo, seréis siempre personas con las que nunca podré tener la mente calmada, y seréis para siempre objetos de Mi aversión. Si todos vosotros podéis seguir vuestra conciencia y entregarlo todo por Mí, sin escatimar esfuerzos por Mi obra y dedicando el esfuerzo de una vida entera a la obra de Mi evangelio, ¿no saltará Mi corazón a menudo de gozo por vosotros? De este modo, seré capaz de dar completa tranquilidad a Mi mente respecto a vosotros, ¿verdad? Es una pena que lo que podéis hacer no sea sino una lastimosa y diminuta parte de lo que Yo espero. Ya que este es el caso, ¿cómo podéis tener las agallas de buscar obtener de Mí aquello que deseáis?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del destino
Cuando se destituye a algunos de su puesto como líder y oyen que lo Alto dice que no volverán a cultivarlos o a emplearlos, se sienten increíblemente tristes y lloran con amargura, como si los descartaran; ¿qué tipo de problema es este? ¿Significa el hecho de que no vuelvan a cultivarlos o emplearlos que los descarten? ¿Significa que ya no pueden alcanzar la salvación? ¿Son la fama, las ganancias y el estatus realmente tan importantes para ellos? Si se trata de alguien que persigue la verdad, debería reflexionar sobre sí mismo al perder la fama, las ganancias y el estatus y sentir un remordimiento real; debería elegir la senda de perseguir la verdad, hacer borrón y cuenta nueva y no afligirse ni llorar tanto. Si sabe en el corazón que la casa de Dios lo ha destituido porque no hace ningún trabajo real ni persigue la verdad y oye que la casa de Dios dice que no volverán a ascenderlo, debería sentir vergüenza, pensar que está en deuda con Dios y que lo ha decepcionado a Él; debería saber que no se merece que Dios lo emplee y, de esta manera, se podría considerar que tiene un mínimo de razón. No obstante, se vuelve negativo y se aflige al oír que la casa de Dios no volverá a cultivarlo ni a emplearlo, y esto muestra que persigue la fama, las ganancias y el estatus y que no es alguien que persiga la verdad. Su deseo de recibir bendiciones es muy fuerte, aprecia mucho el estatus y no realiza ningún trabajo real, de modo que deben destituirlo y él debería reflexionar sobre sus propias actitudes corruptas y llegar a entenderlas. Debería saber que la senda que sigue es errónea, que al perseguir el estatus, la fama y las ganancias recorre la senda de un anticristo, que no solo Dios no lo aprobará, sino que también ofenderá a Su carácter, y que si comete todo tipo de maldades, Dios también lo castigará. ¿Acaso no tenéis este problema también? ¿Acaso no os sentiríais infelices si ahora os dijera que no tenéis entendimiento espiritual? (Sí). Cuando algunos oyen a un líder de alto nivel decir que no tienen entendimiento espiritual, sienten que son incapaces de entender la verdad, que sin duda alguna Dios no los quiere y que no tienen ninguna esperanza de ser bendecidos; sin embargo, a pesar de sentirse tristes, todavía son capaces de cumplir su deber con normalidad; estas personas tienen un poco de razón. Cuando algunos oyen a alguien decir que no tienen entendimiento espiritual, se vuelven negativos y ya no desean cumplir su deber. Piensan: “Dices que no tengo entendimiento espiritual; ¿acaso no significa eso que no tengo ninguna esperanza de ser bendecido? Puesto que no recibiré ninguna bendición en el futuro, ¿para qué sigo creyendo? No aceptaré que me pongan a rendir servicio. ¿Quién se esforzaría por ti si no recibe nada a cambio? ¡No soy tan estúpido!”. ¿Tienen este tipo de personas conciencia y razón? Reciben mucha gracia de Dios y, sin embargo, no saben cómo devolver lo recibido y ni siquiera quieren rendir servicio. Este tipo de individuos están acabados. Ni siquiera pueden rendir servicio hasta el final y no tienen una fe verdadera en Dios; son incrédulos. Si tuvieran un corazón sincero para Dios y una fe real en Él, al margen de cómo los evaluaran, esto solo les permitiría conocerse a sí mismos de una manera más real y precisa; deberían enfocar este asunto correctamente y no permitir que esto afecte al hecho de seguir a Dios o de cumplir su deber. Aunque no puedan recibir bendiciones, deberían seguir estando dispuestos a rendir servicio a Dios hasta el final, sentirse felices de hacerlo, sin quejas, y permitir que Dios los instrumente en todo; solo entonces serán personas con conciencia y razón. El hecho de que alguien reciba bendiciones o sufra una catástrofe está en manos de Dios: Él es soberano sobre todo esto y lo dispone, y no es algo que la gente pueda pedir o pueda trabajar para conseguirlo. Por el contrario, depende de si esa persona puede obedecer las palabras de Dios, aceptar la verdad y cumplir bien su deber según los requisitos de Dios; Él recompensará a cada persona de acuerdo con sus obras. Si alguien tiene un poco de sinceridad y dedica todas las fuerzas que pueda reunir al deber que debería cumplir, con eso basta, y se ganará la aprobación y la bendición de Dios. En cambio, si alguien no cumple su deber de manera adecuada e incluso comete todo tipo de maldades, pero sigue deseando recibir bendiciones de Dios, ¿acaso no carece de razón al actuar de este modo? Si sientes que no has hecho algo suficientemente bien, que te has esforzado mucho, pero sigues sin ser capaz de tratar los asuntos con principios, y que estás en deuda con Dios, pero aun así Él te bendice y te concede gracia, ¿acaso no significa eso que Dios te muestra Su favor? Si Él desea bendecirte, eso es algo que nadie puede quitar. Puede que pienses que no has hecho algo muy bien, pero en la evaluación de Dios, Él dice que eres sincero y que lo has dado todo y desea concederte gracia y bendecirte. Nada de lo que Dios hace está equivocado, y debes alabar Su justicia. Haga lo que haga, Dios siempre lo hace bien, e incluso si albergas nociones sobre lo que Él hace y crees que no tiene en cuenta los sentimientos humanos, que no es de tu agrado, deberías alabar a Dios de todos modos. ¿Por qué deberías hacer esto? No sabéis el motivo, ¿cierto? En realidad, es muy fácil de explicar: es porque Dios es Dios y tú eres humano; Él es el Creador y tú, un ser creado. No estás cualificado para exigir que Dios actúe o te trate de cierta manera, mientras que Él está cualificado para exigirte cosas a ti. Bendiciones, gracia, recompensas, coronas… de Dios depende cómo y a quién se conceden todas estas cosas. ¿Por qué depende de Él? Estas cosas pertenecen a Dios; no son activos de propiedad conjunta entre el hombre y Él que se puedan distribuir por igual entre ellos. Pertenecen a Dios y Él las otorga a quien ha prometido otorgárselas. Si Dios no promete otorgártelas, deberías someterte a Él de todas formas. Si dejas de creer en Dios por este motivo, ¿qué problemas resolverá eso? ¿Ya no serás un ser creado? ¿Podrás escapar a la soberanía de Dios? Él sigue teniendo soberanía sobre todas las cosas, y esta es una realidad inmutable. La identidad, el estatus y la esencia de Dios nunca se pueden equiparar con la identidad, el estatus y la esencia del ser humano ni jamás cambiará nada de esto; Dios será Dios por siempre y el ser humano será ser humano por siempre. Si una persona es capaz de entender esto, ¿qué debería hacer entonces? Debería someterse a la soberanía y los arreglos de Dios; esta es la manera más racional de hacer las cosas y, además, no se puede elegir ninguna otra senda. Si no te sometes, eres rebelde, y si te muestras desafiante y discutes, eres excesivamente rebelde y te deberían destruir. Ser capaz de someterse a la soberanía y los arreglos de Dios muestra que tienes razón; esta es la actitud que debe tener la gente y es la única actitud que deberían tener los seres creados.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones
Los anticristos jamás obedecen lo que dispone la casa de Dios y siempre vinculan estrechamente su deber, fama, ganancias y estatus con su esperanza de recibir bendiciones y un destino futuro; como si una vez hubieran perdido su reputación y estatus no les quedara esperanza de recibir bendiciones y recompensas. A ellos eso les da la impresión de que desperdician sus vidas. Piensan: “He de ser prudente, no debo ser descuidado. No se puede confiar en la casa de dios, en los hermanos y hermanas, en los líderes y obreros, ni siquiera en dios. No puedo confiar en ninguno de ellos. La persona en la que más puedes confiar y más digna de confianza eres tú mismo. Si no haces planes para ti, entonces, ¿quién va a cuidar de ti? ¿Quién va a considerar tu futuro? ¿Quién va a considerar si vas a recibir o no bendiciones? Por tanto, tengo que hacer planes y cálculos cuidadosos por mi propio bien. No puedo cometer errores o ser levemente descuidado, de lo contrario, ¿qué haré si alguien trata de aprovecharse de mí?”. Así, se protegen de los líderes y obreros de la casa de Dios temiendo que alguien discierna o detecte cómo son y los acaben relegando y su sueño de bendiciones se estropee. Creen que deben mantener su reputación y estatus para tener esperanza de recibir bendiciones. Un anticristo considera que ser bendecido es más grande que los propios cielos, más grande que la vida, más importante que perseguir la verdad, que el cambio de carácter o la salvación personal y más relevante que desempeñar bien su deber y convertirse en un ser creado de calidad razonable. Les parece que convertirse en un ser creado dentro de lo normal, cumplir bien su deber y lograr la salvación son cosas nimias que ni merece la pena mencionar o comentar, mientras que obtener bendiciones es la única cosa en toda su vida que no se ha de descuidar. Todo lo que encuentran, sea grande o pequeño, lo relacionan con ser bendecidos, se muestran increíblemente precavidos y atentos y siempre se aseguran de tener un plan B. Así pues, cuando se ajusta su deber, si es un ascenso el anticristo pensará que tiene la esperanza de ser bendecido. Si es una degradación, de líder de equipo a sublíder de equipo, o de sublíder de equipo a miembro regular, prevén que esto es un enorme problema y piensan que sus esperanzas de recibir bendiciones son escasas. ¿Qué clase de perspectiva es esta? ¿Es adecuada? En absoluto. Es un punto de vista absurdo. El que alguien obtenga o no la aprobación de Dios no se basa en el deber que cumple, sino en si posee la verdad, si se somete realmente a Dios y si es leal. Estas son las cosas más importantes.
La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones
¿En qué sentido es un error tratar la búsqueda de bendiciones como un objetivo? Se opone completamente a la verdad y no es congruente con la intención de Dios de salvar a las personas. Dado que recibir bendiciones no es un objetivo adecuado al que la gente deba aspirar, ¿cuál es un objetivo adecuado? La búsqueda de la verdad, la búsqueda de la transformación del carácter y la capacidad de someterse a todas las instrumentaciones y disposiciones de Dios: estos son los objetivos a los que la gente debe aspirar. Supongamos, por ejemplo, que ser podado suscita en ti nociones y malinterpretaciones y que te vuelves incapaz de someterte. ¿Por qué no puedes someterte? Porque crees cuestionado tu destino o tu sueño de recibir bendiciones. Te vuelves negativo, te acongojas y tratas de evitar cumplir con el deber. ¿Por qué? Porque hay un problema en tu búsqueda. ¿Y cómo se debe resolver? Es imprescindible que, de inmediato, abandones estas ideas erróneas y busques la verdad para resolver el problema de tu carácter corrupto. Debes decirte: “No debo desistir, he de seguir cumpliendo bien el deber de un ser creado y hacer a un lado el deseo de recibir bendiciones”. Cuando renuncias al deseo de recibir bendiciones y recorres la senda de perseguir la verdad, se te quita un peso de encima. ¿Y podrás estar negativo todavía? Aunque aún haya momentos en que lo estés, no dejas que esto te constriña, en el fondo sigues orando y luchando, cambiando del objetivo de tu búsqueda —de recibir bendiciones y tener un destino, a la búsqueda de la verdad—, y piensas para tus adentros: “La búsqueda de la verdad es el deber de un ser creado. No hay mayor cosecha que comprender ciertas verdades hoy día, esta es la mayor bendición de todas. Aunque Dios no me quiera, yo no tenga un buen destino y mis esperanzas de recibir bendiciones se hagan añicos, continuaré cumpliendo adecuadamente con el deber, tengo esa obligación. Sea cual sea el motivo, no afectará a mi cumplimiento del deber ni a mi cumplimiento de la comisión de Dios; este es mi principio de conducta”. Con esto, ¿no has trascendido las limitaciones de la carne? Algunos pueden decir: “Bueno, ¿y qué si sigo siendo negativo?”. Entonces busca de nuevo la verdad para resolverlo. Por muchas veces que caigas en la negatividad, si simplemente sigues buscando la verdad para resolverla, y sigues esforzándote por ella, poco a poco saldrás de tu negatividad. Y un día, sentirás que no sientes el deseo de obtener bendiciones y que no estás constreñido por tu destino y desenlace, y que es más fácil y eres más libre viviendo sin estas cosas. Sentirás que la vida que tenías antes, en la que cada día vivías con el propósito de obtener bendiciones y tu destino, era agotadora. Todos los días, hablando, trabajando y devanándote los sesos con el fin de ganar bendiciones… ¿y al final qué te habría conseguido eso? ¿Qué valor tiene una vida así? No buscaste la verdad, sino que desperdiciaste los mejores días en cosas insignificantes. Al final, no obtuviste ninguna verdad, y no pudiste hablar de ningún testimonio vivencial. Hiciste el ridículo, te avergonzaste y fracasaste por completo. ¿Y cuál es realmente la causa de esto? Tu intención de obtener bendiciones era demasiado fuerte, tu desenlace y tu destino ocupaban tu corazón y te limitaban demasiado. Sin embargo, cuando llegue el día en que salgas de la esclavitud de tus perspectivas y tu porvenir, podrás dejarlo todo atrás y seguir a Dios. ¿Cuándo serás capaz de abandonar por completo esa esclavitud? A medida que tu entrada en la vida se vaya profundizando sin cesar, lograrás un cambio en tu carácter, y será entonces cuando podrás abandonarla por completo.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo hay entrada en la vida en la práctica de la verdad
En su creencia en Dios, lo que las personas buscan es obtener bendiciones para el futuro; este es el objetivo de su fe. Todo el mundo tiene esta intención y esta esperanza, pero la corrupción en su naturaleza debe resolverse por medio de pruebas y refinamiento. En los aspectos en los que no estás purificado y revelas corrupción, en esos aspectos debes ser refinado: este es el arreglo de Dios. Dios crea un entorno para ti y te fuerza a ser refinado en ese entorno para que puedas conocer tu propia corrupción. Finalmente, llegas a un punto en el que preferirías morir para renunciar a tus planes y deseos y someterte a la soberanía y el arreglo de Dios. Por tanto, si las personas no pasan por varios años de refinamiento, si no soportan una cierta cantidad de sufrimiento, no serán capaces de deshacerse de la limitación de la corrupción de la carne en sus pensamientos y en su corazón. En aquellos aspectos en los que la gente sigue sujeta a la limitación de su naturaleza satánica y en los que todavía tiene sus propios deseos y sus propias exigencias, esos son los aspectos en los que debe sufrir. Solo a través del sufrimiento pueden aprenderse lecciones; es decir, puede obtenerse la verdad y comprenderse las intenciones de Dios. De hecho, muchas verdades se entienden al experimentar sufrimiento y pruebas. Nadie puede entender las intenciones de Dios, reconocer la omnipotencia de Dios y Su sabiduría o apreciar el carácter justo de Dios cuando se encuentra en un entorno cómodo y fácil o cuando las circunstancias son favorables. ¡Eso sería imposible!
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
Experimentar la obra de Dios no consiste en disfrutar de la gracia, sino en sufrir a causa de tu amor hacia Él. Ya que disfrutas de la gracia de Dios, también debes disfrutar de Su castigo; debes experimentar todo esto. Puedes experimentar el esclarecimiento de Dios en ti, y también puedes experimentar cómo Él te poda y te juzga. De esta manera, tu experiencia será completa. Dios ha llevado a cabo su obra de juicio y castigo en ti. La palabra de Dios te ha podado, pero no solo eso; también te ha esclarecido e iluminado. Cuando estás negativo y débil, Dios se preocupa por ti. La totalidad de esta obra es para hacerte saber que todo lo que concierne al hombre está dentro de las orquestaciones de Dios. Puedes pensar que creer en Dios consiste en sufrir o en hacer todo tipo de cosas por Él; podrías pensar que el propósito de creer en Dios tiene como fin que tu carne esté en paz o que todo en tu vida funcione sin problemas, o que te sientas cómodo y a gusto con todo. Sin embargo, ninguno de estos son propósitos que la gente debería vincular a su creencia en Dios. Si crees por estos propósitos, entonces tu perspectiva es incorrecta y resulta simplemente imposible que seas perfeccionado. Las acciones de Dios, el carácter justo de Dios, Su sabiduría, Su palabra, y lo maravilloso e insondable que Él es, todas son cosas que las personas deben tratar de entender. Como posees este entendimiento, debes utilizarlo para librar a tu corazón de todas las demandas, esperanzas y nociones personales. Solo eliminando estas cosas puedes cumplir con las condiciones exigidas por Dios, y solo haciendo esto puedes tener vida y satisfacer a Dios. El propósito de creer en Dios es satisfacerlo y vivir el carácter que Él requiere, para que Sus acciones y Su gloria se manifiesten a través de este grupo de personas indignas. Esta es la perspectiva correcta para creer en Dios, y este es también el objetivo que debes buscar. Has de tener el punto de vista correcto sobre creer en Dios y debes buscar obtener Sus palabras. Necesitas comer y beber las palabras de Dios y debes ser capaz de vivir la verdad, y, en particular, debes ser capaz de ver Sus hechos prácticos, Sus maravillosos hechos en todo el universo, así como la obra práctica que hace en la carne. La gente puede, a través de sus experiencias prácticas, apreciar cómo Dios hace Su obra en ellos y cuáles son Sus intenciones respecto a ellos. El propósito de todo esto es eliminar el carácter satánico corrupto de las personas. Al haberte deshecho de toda la inmundicia e injusticia en tu interior; y al haberte despojado de tus equivocadas intenciones, y haber desarrollado fe verdadera en Dios; solo con fe verdadera puedes realmente amar a Dios. Puedes amar genuinamente a Dios sobre los cimientos de tu creencia en Él. ¿Puedes conseguir amar a Dios sin creer en Él? Ya que crees en Dios, no puedes ser atolondrado al respecto. Algunas personas se llenan de vigor tan pronto como ven que la fe en Dios les traerá bendiciones, pero luego se quedan sin energía en cuanto ven que tienen que enfrentarse a los refinamientos. ¿Eso es creer en Dios? Al final, debes lograr una sumisión completa y total delante de Dios en tu fe. Crees en Dios, pero todavía le exiges; tienes muchas nociones religiosas que no puedes abandonar, intereses personales que no puedes soltar e, incluso, buscas las bendiciones de la carne y quieres que Dios rescate tu carne, que salve tu alma; estos son todos comportamientos de personas que tienen la perspectiva equivocada. Aunque las personas con creencias religiosas tienen fe en Dios, no buscan cambiar su carácter ni buscan el conocimiento de Dios; en cambio, solo buscan los intereses de la carne. Muchos entre vosotros tenéis creencias que pertenecen a la categoría de convicciones religiosas; esa no es la verdadera fe en Dios. Para creer en Dios, las personas deben poseer un corazón preparado para sufrir por Él y la voluntad de entregarse. A menos que cumplan estas dos condiciones, su fe en Dios no es válida, y no podrán lograr un cambio en su carácter. Solo las personas que genuinamente persiguen la verdad, que tratan de conocer a Dios y buscan la vida son las que verdaderamente creen en Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento
No existe correlación entre el deber del hombre y que él reciba bendiciones o sufra desgracias. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber. Recibir bendiciones se refiere a cuando alguien es perfeccionado y disfruta de las bendiciones de Dios tras experimentar el juicio. Sufrir desgracias se refiere a cuando el carácter de alguien no cambia tras haber experimentado el castigo y el juicio; no experimenta ser perfeccionado, sino que es castigado. Pero, independientemente de si reciben bendiciones o sufren desgracias, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes llevar a cabo tu deber solo para recibir bendiciones, y no debes negarte a actuar por temor a sufrir desgracias. Dejadme deciros esto: lo que el hombre debe hacer es llevar a cabo su deber, y si es incapaz de llevar a cabo su deber, esto es su rebeldía.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre
Como ser creado, el hombre debe procurar cumplir con el deber de un ser creado y buscar amar a Dios sin hacer otras elecciones, porque Dios es digno del amor del hombre. Quienes buscan amar a Dios no deben buscar ningún beneficio personal ni aquello que anhelan personalmente; esta es la forma más correcta de búsqueda. Si lo que buscas es la verdad, si lo que pones en práctica es la verdad y si lo que obtienes es un cambio en tu carácter, entonces, la senda que transitas es la correcta. Si lo que buscas son las bendiciones de la carne, si lo que pones en práctica es la verdad de tus propias nociones y no hay un cambio en tu carácter ni eres en absoluto sumiso a Dios en la carne, sino que sigues viviendo en la ambigüedad, entonces lo que buscas te llevará sin duda al infierno, porque la senda por la que caminas es la del fracaso. Que seas perfeccionado o descartado depende de tu propia búsqueda, lo que equivale a decir que el éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine
Vuestro destino y vuestro sino son muy importantes para vosotros: son motivo de gran preocupación. Creéis que si no hacéis las cosas con gran cuidado, significará que dejáis de tener un destino, que habéis destruido vuestro propio sino. Pero ¿se os ha ocurrido alguna vez que los que dedican esfuerzos solo por el bien de su destino se están esforzando en vano? Semejantes esfuerzos no son genuinos; son falsedad y engaño. Si este es el caso, entonces, los que trabajan solo en beneficio de su destino están en el umbral de su derrota definitiva, pues el fracaso en la propia creencia en Dios lo causa el engaño. Ya he dicho con anterioridad que no quiero ser adulado, lisonjeado ni tratado con entusiasmo. Me gusta que las personas honestas se enfrenten a Mi verdad y a Mis expectativas. Más aún, me gusta que las personas sean capaces de mostrar el máximo cuidado y la máxima consideración hacia Mi corazón y que puedan ser capaces de abandonarlo todo por Mí. Solo así puede Mi corazón ser consolado. Justo ahora, ¿cuántas cosas hay en vosotros que me desagradan? ¿Cuántas cosas hay en vosotros que me gustan? ¿Puede ser que ninguno de vosotros se haya percatado de todas las diferentes manifestaciones de fealdad que habéis mostrado en beneficio de vuestro destino?
En Mi corazón, no deseo ser hiriente con ningún corazón que sea positivo y aspire a subir, y menos aún deseo atenuar la energía de nadie que sea fiel en la realización de su deber. No obstante, debo recordaros a cada uno vuestras deficiencias y el alma sucia que yace en lo más profundo de vuestros corazones. Lo hago así con la esperanza de que seáis capaces de ofrecer vuestro verdadero corazón al enfrentaros a Mis palabras, porque lo que más odio es el engaño de las personas hacia Mí. Solo espero que, en la última etapa de Mi obra, podáis ofrecer vuestro más destacado desempeño, y que os dediquéis de todo corazón, ya no a medias. Por supuesto, también espero que todos vosotros podáis tener un buen destino. No obstante, sigo teniendo Mi exigencia, que es que toméis la mejor decisión al ofrecerme vuestra única y final lealtad. Si alguien no tiene esa devoción única, entonces esa persona es una preciada posesión de Satanás, y no me la quedaré para usarla, sino que la enviaré a casa para que la cuiden sus padres. Mi obra es de gran ayuda para vosotros; lo que espero conseguir de vosotros es un corazón sincero que aspira a subir; pero, hasta ahora, Mis manos siguen vacías. Pensad en ello: si un día estoy tan agraviado, tanto que no alcanzan las palabras para describirlo, ¿cuál será entonces Mi actitud hacia vosotros? ¿Seré así de amable con vosotros como ahora? ¿Estará Mi corazón tan sereno como lo está ahora? ¿Entendéis los sentimientos de una persona que, habiendo labrado laboriosamente el campo, no ha cosechado un solo grano? ¿Entendéis cuánto ha sido herido el corazón de una persona que ha recibido un gran golpe? ¿Podéis saborear la amargura de una persona una vez tan llena de esperanza, que ha tenido que separarse de alguien en malos términos? ¿Habéis visto la ira que emana de una persona que ha sido provocada? ¿Podéis conocer el ansia de venganza de una persona que ha sido tratada con hostilidad y engaño? Si entendéis la mentalidad de esas personas, entonces, ¡creo que no os debería resultar difícil imaginar la actitud que Dios tendrá en el momento de Su retribución! Finalmente, espero que todos vosotros hagáis un serio esfuerzo por el bien de vuestro propio destino; aunque más os valdría no emplear medios engañosos en vuestros esfuerzos, o seguiré decepcionado con vosotros en Mi corazón. ¿Y adónde conduce semejante decepción? ¿No os estáis engañando a vosotros mismos? Los que reflexionan sobre su destino pero acaban destruyéndolo, son las personas menos capaces de ser salvadas. Aunque se exasperara y enfureciera, ¿quién sentiría empatía por una persona así? En resumen, sigo deseando que tengáis un destino tan adecuado como bueno, y más aún, espero que ninguno de vosotros caiga en desastre.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del destino
Extractos de películas relacionadas
Cómo llegar a ser realmente obediente a Dios y lograr Su salvación
Testimonios vivenciales relacionados
Reflexiones tras contraer COVID
Las impurezas de mis sacrificios por Dios
Tras la muerte de mi pareja
Himnos relacionados
Las intenciones despreciables detrás de la fe del hombre en Dios
La fe del hombre en Dios es desagradable de contemplar
Las pruebas de Dios sirven para purificar al hombre
Has de buscar tener amor verdadero por Dios