20. Cómo resolver el problema de la arrogancia, la santurronería y la obstinación en mantener las ideas propias

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Ser arrogante y santurrón es el carácter satánico más ostensible del hombre, y si la gente no acepta la verdad, no tendrá manera de purificarlo. Todas las personas tienen un carácter arrogante y santurrón, y siempre son engreídas. Más allá de lo que piensen o digan, o de cómo vean las cosas, siempre creen que sus puntos de vista y sus actitudes son correctos, y que lo que dicen los demás no es tan bueno ni tan correcto como lo que ellas dicen. Siempre se aferran a sus opiniones y, sin importar quién hable, no lo escuchan. Aunque lo que esa persona diga sea correcto o concuerde con la verdad, no lo aceptan; solo aparentarán estar escuchando, pero en realidad no adoptarán la idea y, cuando llegue el momento de actuar, seguirán haciendo las cosas a su manera, creyendo siempre que lo que dicen es correcto y razonable. Es posible que lo que tú digas, en efecto, sea correcto y razonable, o que lo que hayas hecho sea correcto e irreprochable, pero ¿qué clase de carácter has revelado? ¿No es de arrogancia y santurronería? Si no desechas este carácter arrogante y santurrón, ¿no afectará el cumplimiento de tu deber? ¿No afectará tu práctica de la verdad? Si no resuelves tu carácter arrogante y santurrón, ¿no te causará graves reveses en lo sucesivo? Sin duda que sufrirás reveses, eso es inevitable. Decidme, ¿puede Dios ver tal comportamiento del hombre? ¡Dios es más que capaz de verlo! Él no solo escruta las profundidades del corazón de las personas, también observa cada una de sus palabras y actos en todo momento y lugar. ¿Qué dirá Dios cuando vea este comportamiento tuyo? Él dirá: “¡Eres intransigente! Es entendible que puedas aferrarte a tus ideas cuando no sepas que estás equivocado, pero cuando claramente sí lo sabes y de todos modos te aferras a ellas, y morirías antes que arrepentirte, no eres más que un necio obstinado y estás en problemas. Si, más allá de quién formule una sugerencia, tú siempre adoptas una actitud negativa y reticente al respecto y no aceptas ni siquiera un poco de la verdad, y si tu corazón es completamente reticente, está cerrado y es despectivo, entonces eres muy ridículo, ¡eres una persona absurda! ¡Eres muy difícil de tratar!”. ¿Por qué eres difícil de tratar? Porque lo que expresas no es un enfoque ni un comportamiento erróneo, sino que es una manifestación de tu carácter. ¿Una manifestación de qué carácter? Un carácter en el cual estás harto de la verdad y la odias. Una vez que se te ha identificado como una persona que odia la verdad, a ojos de Dios estás en problemas, y Él te detestará, rechazará e ignorará. Desde la perspectiva de la gente, lo máximo que dirán es: “El carácter de esta persona es malo, es sumamente obstinada, intransigente y arrogante. Es difícil llevarse bien con ella y no ama la verdad. Jamás ha aceptado la verdad y no la pone en práctica”. Como mucho, todo el mundo hará esta valoración de ti, pero ¿puede eso decidir tu destino? La valoración que la gente hace de ti no puede decidir tu destino, pero hay algo que no debes olvidar: Dios escruta el corazón de las personas y, al mismo tiempo, observa cada una de sus palabras y actos. Si Dios te cataloga así y dice que odias la verdad, si Él no dice simplemente que tú tengas un carácter un poco corrupto o que seas un poco desobediente, ¿no es este un problema grave? (Es grave). Eso implica un problema, y este problema no radica en la manera en la cual la gente te ve o en cómo te valora, sino en la forma en la que Dios ve tu carácter corrupto de odio hacia la verdad. Así pues, ¿cómo lo ve Dios? ¿Dios simplemente ha determinado que odias la verdad y no la amas, y eso es todo? ¿Es tan simple como eso? ¿De dónde proviene la verdad? ¿A quién representa? (Representa a Dios). Meditad sobre esto: si una persona odia la verdad, desde la perspectiva de Dios, ¿cómo la verá Él? (Como Su enemigo). ¿No es este un problema grave? Cuando alguien odia la verdad, ¡odia a Dios! ¿Por qué digo que odia a Dios? ¿Maldijo a Dios? ¿Se opuso a Él frente a frente? ¿Lo criticó o lo condenó a Sus espaldas? No necesariamente. Entonces ¿por qué digo que manifestar un carácter de odio a la verdad implica odiar a Dios? No se trata de exagerar, es la realidad de la situación. Es igual que con los fariseos hipócritas que crucificaron al Señor Jesús porque odiaban la verdad: las consecuencias posteriores fueron terribles. Esto significa que si una persona tiene un carácter que está harto de la verdad y la odia, este puede brotar en cualquier momento y lugar, y si vive de acuerdo con él, ¿no se opondrá a Dios? Cuando se enfrente a algo que atañe a la verdad o implique tomar una decisión, si no puede aceptar la verdad y vive según su carácter corrupto, naturalmente se opondrá a Dios y lo traicionará, porque su carácter corrupto odia a Dios y odia la verdad. Si tú tienes tal carácter, entonces incluso cuando se trate de palabras expresadas por Dios, las cuestionarás y querrás analizarlas y desmenuzarlas. Así, tendrás suspicacias respecto de las palabras de Dios y dirás: “¿De verdad son estas las palabras de Dios? No me parecen la verdad, no me parecen necesariamente correctas todas ellas”. De este modo, ¿no ha brotado tu carácter de odio hacia la verdad? Cuando piensas así, ¿puedes someterte a Dios? Por supuesto que no. Si no puedes someterte a Dios, ¿sigue Él siendo tu Dios? No lo es. Entonces, ¿qué será Dios para ti? Lo tratarás como un objeto de estudio, alguien de quien hay que dudar, alguien que hay que condenar; lo tratarás como a una persona común y corriente, y lo condenarás como tal. Así, te convertirás en alguien que se resiste a Dios y blasfema en Su contra. ¿Qué clase de carácter causa esto? Lo causa un carácter arrogante que se ha exacerbado hasta cierto punto; no solo se manifestará tu carácter satánico, también quedará a la vista por completo tu rostro satánico. ¿Qué le sucede a la relación entre Dios y una persona que ha llegado al nivel de resistirse a Dios y cuya rebeldía contra Él ha llegado a cierto punto? Se torna una relación hostil, en la que la persona coloca a Dios en oposición a sí misma. Si, al creer en Dios, no puedes aceptar y obedecer la verdad, entonces Él no es tu Dios. Si niegas la verdad y la rechazas, ya te habrás convertido en alguien que se resiste a Dios. ¿Puede Él salvarte de todos modos? Sin duda que no.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive a menudo ante Dios es posible tener una relación normal con Él

La arrogancia es la raíz del carácter corrupto del hombre. Cuanto más arrogante es la gente, más irracional es, y cuanto más irracional es, más propensa es a oponerse a Dios. ¿Hasta dónde llega la gravedad de este problema? Las personas de carácter arrogante no solo consideran a todas las demás inferiores a ellas, sino que lo peor es que incluso son condescendientes con Dios y no tienen un corazón temeroso de Él. Aunque las personas parezcan creer en Dios y seguirlo, no lo tratan en modo alguno como a Dios. Siempre creen poseer la verdad y tienen buen concepto de sí mismas. Esta es la esencia y la raíz del carácter arrogante, y proviene de Satanás. Por consiguiente, hay que resolver el problema de la arrogancia. Creerse mejor que los demás es un asunto trivial. La cuestión fundamental es que el propio carácter arrogante impide someterse a Dios, a Su gobierno y Sus disposiciones; alguien así siempre se siente inclinado a competir con Dios por el poder y el control sobre los demás. Esta clase de persona no tiene un corazón temeroso de Dios en lo más mínimo, por no hablar de que ni lo ama ni se somete a Él. Las personas que son arrogantes y engreídas, especialmente las que son tan arrogantes que han perdido la razón, no pueden someterse a Dios al creer en Él e, incluso, se exaltan y dan testimonio de sí mismas. Estas personas son las que más se resisten a Dios y no tienen un corazón temeroso de Él en absoluto. Si las personas desean llegar al punto de tener un corazón temeroso de Dios, primero deben resolver su carácter arrogante. Cuanto más minuciosamente resuelvas tu carácter arrogante, más tendrás un corazón temeroso de Dios, y solo entonces podrás someterte a Él y obtener la verdad y conocerle. Solo los que obtienen la verdad son auténticamente humanos.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Cuando estáis colaborando con otros para cumplir con vuestros deberes, ¿podéis abriros a opiniones diferentes? ¿Podéis dejar que hablen los demás? (Sí, un poco. Antes, muchas veces no escuchaba las sugerencias de los hermanos y hermanas e insistía en hacer las cosas a mi manera. Fue después, cuando los hechos demostraron que estaba equivocado, cuando vi que la mayoría de sus sugerencias habían sido correctas, que la resolución de la que hablaban todos era la realmente adecuada, y que al confiar en mis propias opiniones era incapaz de ver las cosas con claridad y tenía carencias. Tras experimentar esto, me di cuenta de lo importante que es colaborar en armonía). ¿Y qué puedes ver a partir de esto? Tras experimentar esto, ¿recibiste algún beneficio y entendiste la verdad? ¿Creéis que hay alguien perfecto? Por muy fuerte, capaz e ingeniosa que sea la gente, no es perfecta. La gente debe reconocerlo, es un hecho, y es la postura que las personas deben adoptar para abordar correctamente sus propios méritos y sus puntos fuertes o defectos; esta es la racionalidad que deben poseer. Con esa racionalidad podrás abordar adecuadamente tus puntos fuertes y débiles, así como los de los demás, lo que te permitirá trabajar armónicamente con ellos. Si has entendido este aspecto de la verdad y eres capaz de entrar en este aspecto de la realidad-verdad, podrás llevarte armónicamente con tus hermanos y hermanas, al utilizar sus puntos fuertes para compensar cualquier debilidad que tengas. Así, independientemente de cuál sea tu deber o actividad, siempre mejorarás en ello y tendrás la bendición de Dios. Si siempre crees que eres muy bueno y los demás son peores comparados contigo, si siempre quieres tener la última palabra, entonces esto va a ser problemático. Este es un problema de carácter. ¿Acaso tales personas no son arrogantes y santurronas? Imagínate que alguien te da un buen consejo, pero crees que si lo aceptas podría menospreciarte y pensar que no eres tan bueno como esa persona. Así que sencillamente decides no escucharla. En su lugar, intentas eclipsarla con palabras elevadas y altisonantes para que te tenga en alta estima. Si siempre interactúas de este modo con el resto, ¿puedes cooperar con alguien en armonía? No solo fracasarás a la hora de alcanzar esa armonía, sino que también se producirán consecuencias negativas. Con el tiempo, todo el mundo percibirá que eres demasiado falso y taimado, que no te pueden calar. No practicas la verdad y no eres una persona honesta, así que los demás sienten repulsión hacia ti. Si le repeles a todo el mundo, ¿no significa eso que te rechazan? Decidme, ¿cómo trata Dios a alguien al que todo el mundo rechaza? Dios también detestaría a una persona así. ¿Por qué detesta a la gente así? Aunque sus intenciones al cumplir con su deber sean genuinas, lo que Dios detesta son sus métodos. El carácter que revelan y todos sus pensamientos, ideas e intenciones son perversos a ojos de Dios, y son cosas que Él detesta y le repugnan. Dios detesta el comportamiento de la gente que siempre emplea tácticas despreciables en sus palabras y acciones con el objetivo de hacer que otros los tengan en alta estima.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Las personas que son sentenciosas y arrogantes son propensas a seguir sus propias ideas, entonces ¿acaso tienen un corazón temeroso de Dios? Las personas que tienen fuertes ideas personales se olvidan de Dios cuando llega el momento de actuar, se olvidan de la sumisión a Dios; solo cuando se bloquean y no han logrado nada, se les ocurre que no se han sometido a Dios y no Le han orado. ¿Qué problema es este? Esto es que no tienen a Dios en su corazón. Sus acciones indican que Dios está ausente en sus corazones, y que solo confían en sí mismos. Por lo tanto, ya sea que estés haciendo una obra en la iglesia, cumpliendo un deber, gestionando algunos asuntos externos u ocupándote de situaciones en tu vida personal, debe haber principios en tu corazón, debe haber un estado. ¿Qué estado? “Sea lo que sea, debo orar antes de que algo me suceda, debo someterme a Dios y debo someterme a Su soberanía. Todo está dispuesto por Dios y, cuando eso sucede, debo buscar Sus intenciones, debo tener esta mentalidad, no debo seguir mis propios planes”. Después de experimentar así durante algún tiempo, las personas se darán cuenta de que ven la soberanía de Dios en muchas cosas. Si siempre tienes tus propios planes, consideraciones, deseos, motivos egoístas y anhelos, entonces tu corazón se alejará involuntariamente de Dios, no verás la forma en que Dios actúa y, la mayoría de las veces, Dios estará oculto para ti. ¿Acaso no te gusta hacer las cosas según tus propias ideas? ¿No sigues tus propios planes? Crees que tienes cerebro, tienes estudios, tienes conocimientos, tienes los medios y la metodología para hacer las cosas, puedes hacerlas por ti mismo, eres bueno, no necesitas a Dios, así que Él dice: “Entonces, adelante, hazlo por tu cuenta y asume la responsabilidad de si va a salirte bien o no, a Mí no me importa”. Dios no te prestará ninguna atención. Cuando las personas siguen su propia voluntad de esta manera en su fe en Dios y creen como les viene en gana, ¿qué consecuencias hay? Nunca son capaces de experimentar la soberanía de Dios, nunca pueden ver Su mano, nunca pueden sentir la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo, no pueden sentir la guía de Dios. ¿Y qué ocurrirá con el paso del tiempo? Su corazón se alejará cada vez más de Dios, y habrá efectos secundarios. ¿Qué efectos son estos? (El dudar y negar a Dios). No se trata solo de dudar y negar a Dios. Cuando Él no tiene cabida en el corazón de las personas y estas hacen lo que quieren a largo plazo, se creará un hábito: cuando les suceda algo, lo primero que harán será pensar en su propia solución, y actuar de acuerdo con sus propias intenciones, objetivos y planes; primero considerarán si esto es beneficioso para ellos; si lo es, lo harán, y si no, no lo harán. Para ellos lo habitual será tomar directamente esa senda. ¿Y cómo tratará Dios a estas personas si siguen actuando así, sin arrepentirse? Dios no les prestará ninguna atención y los hará a un lado. ¿Qué implica que sean hechos a un lado? Que Dios no los disciplinará ni les reprochará nada; se volverán cada vez más autocomplacientes, no tendrán juicio, castigo, disciplina o reprimenda, y mucho menos esclarecimiento, iluminación o guía. Eso es lo que significa ser hechos a un lado. ¿Cómo se siente una persona cuando Dios la hace a un lado? Su espíritu se vuelve sombrío, Dios no está a su lado, no tiene claridad en sus visiones ni una senda de acción, y se ocupa solo de asuntos ridículos. Así, a medida que el tiempo pasa, cree que la vida no tiene sentido y su espíritu está vacío; entonces es igual a los no creyentes y se va deteriorando cada vez más. Es una persona desdeñada por Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Principios de práctica de la sumisión a Dios

Tener escaso calibre ya es terrible en sí mismo. Si además el carácter es malo, se carece de moralidad, no se escuchan los consejos, no se aceptan las cosas positivas y no se está dispuesto a aprender y adoptar cosas nuevas, una persona así es inservible. Aquellos que cumplen con sus deberes deben poseer conciencia y razón, conocer sus propios puntos de vista y defectos, y entender de lo que carecen y lo que necesitan mejorar. Deben sentir siempre que les falta mucho y que, si no estudian y aceptan cosas nuevas, puede que se les descarte. Si perciben en el corazón una sensación de crisis inminente, eso les aporta motivación y voluntad de aprender cosas. Por una parte, han de dotarse de verdades, y por otra, deben adquirir conocimiento profesional relacionado con el desempeño de sus deberes. Al practicar de ese modo, puede que hagan progresos, y cumplir con sus deberes dará buenos resultados. La vida solo puede tener valor realizando bien los deberes y viviendo con apariencia de humanidad, así que cumplir con los deberes es de lo más significativo. Algunos tienen un mal carácter, y no solo son ignorantes sino también arrogantes. Siempre les parece que buscar sobre todas las cosas y escuchar siempre al resto provocará el menosprecio de los demás y que pierdan reputación, y que comportarse de ese modo carece de dignidad. En realidad, es lo contrario. Ser arrogante y santurrón, no aprender nada, quedarse atrás y estar desfasado en todo, carecer de conocimiento, perspectiva e ideas es lo que resulta verdaderamente vergonzoso, y ahí es cuando se pierde la integridad y la dignidad. Hay quienes no saben hacer nada bien, poseen un entendimiento rudimentario de todo lo que aprenden, les basta con entender unas pocas doctrinas y se creen competentes. Sin embargo, no pueden conseguir nada, y no obtienen resultados tangibles. Si les dices que ni entienden ni han conseguido nada, no se quedan convencidos y discuten con insistencia su postura. Sin embargo, cuando hacen cosas, las hacen fatal y las dejan a medias. ¿Acaso no eres inservible si no puedes encargarte bien de ninguna tarea? ¿No es eso ser un inútil? Aquellos con un calibre excesivamente bajo no pueden manejar siquiera las tareas más sencillas. Son unos inútiles con vidas carentes de valor. Hay quien dice: “Crecí en el campo, sin educación ni conocimiento, y mi calibre es escaso, al contrario que vosotros que vivís en la ciudad y tenéis educación y conocimiento, de modo que podéis sobresalir en todo”. ¿Es correcto este enunciado? (No). ¿Qué tiene de incorrecto? (Que una persona pueda lograr cosas no tiene nada que ver con su entorno, sobre todo depende de si esa persona hace un esfuerzo por aprender y mejorar). Cómo trate Dios a las personas no depende de la educación que recibieran o de la clase de entorno en el que nacieran, o del talento que tengan. En cambio, Él trata a las personas a partir de la posición que tomen respecto a la verdad. ¿Con qué tiene que ver esta postura? Con su humanidad, y también con su carácter. Si crees en Dios debes poder manejar la verdad correctamente. Si adoptas una postura de humildad y aceptación de la verdad, entonces, aunque tengas un calibre ligeramente pobre, Dios te seguirá esclareciendo y te permitirá ganar algo. Si tienes buen calibre, pero siempre eres arrogante y santurrón, siempre crees que cualquier cosa que digas es correcta y lo que digan los demás es lo equivocado, rechazando cualquier sugerencia que otros propongan e incluso siendo reacio a la verdad, sea lo que sea lo que se comparta, y siempre resistiéndote a ella, ¿puede entonces una persona como tú ganarse la aprobación de Dios? ¿Obrará el Espíritu Santo en alguien semejante? No. Dios dirá que tienes mal carácter y no eres digno de recibir Su esclarecimiento, y si no te arrepientes, incluso te quitará lo que antes tenías. En esto consiste quedar en evidencia. Los que son así tienen vidas patéticas. Está claro que no son nada, son unos ineptos en todo, y no obstante se creen muy buenos, mejores que el resto en todos los aspectos. Nunca discuten sus fallos o defectos delante de los demás, ni tampoco sus debilidades y su negatividad. Siempre fingen ser competentes, dando una falsa impresión a los demás, haciéndoles creer que son expertos en todo, que carecen de debilidades, que no necesitan ayuda, que no les hace falta escuchar la opinión de los demás ni aprender de los puntos fuertes de otros para compensar sus propios defectos, y que siempre serán mejores que cualquiera. ¿Qué clase de carácter es este? (Arrogancia). Mucha arrogancia. La gente así tiene unas vidas patéticas. ¿Son capaces en realidad? ¿Acaso de verdad pueden lograr algo? Han estropeado muchas cosas antes, y sin embargo este tipo de gente sigue creyendo que puede hacer cualquier cosa. ¿Acaso no es esto muy irrazonable? Cuando les falta razón hasta ese punto, se trata de personas atolondradas. No aprenden nada ni aceptan las cosas nuevas. Están secas por dentro, son estrechas de mente y miserables, y con independencia de esta situación, no llegan a entender ni captar los principios o a entender las intenciones de Dios, y solo saben atenerse a los preceptos, soltar palabras y doctrinas, y alardear delante de los demás. El problema es que no entienden ninguna verdad y no tienen la menor idea de la realidad-verdad, y sin embargo siguen siendo muy arrogantes. Sencillamente son personas atolondradas y son del todo impermeables a la razón, y lo único que cabe hacer es descartarlas.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

A la hora de enfrentarse a un asunto, resulta muy peligroso si las personas son demasiado obstinadas e insisten en sus propias ideas sin buscar la verdad. Dios las desdeñará y las apartará. ¿Qué consecuencia tendrá? Se puede decir con certeza que corren el peligro de que se les descarte. No obstante, aquellos que buscan la verdad pueden obtener el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo y ganar la bendición de Dios como resultado de ello. Las dos actitudes diferentes de buscar y no buscar la verdad pueden provocar dos resultados y dos estados distintos en ti. ¿Qué tipo de resultado preferís? (Prefiero obtener el esclarecimiento de Dios). Si las personas desean que Dios las esclarezca y guíe, además de recibir las gracias de Dios, ¿qué clase de actitud han de tener? Deben tener a menudo una actitud de búsqueda y sumisión ante Dios. Ya estés cumpliendo con tu deber, interactuando con otros o lidiando con un asunto particular al que te enfrentas, debes tener una actitud de búsqueda y sumisión. Con este tipo de actitud, se puede decir que tiene algo así como un corazón temeroso de Dios. Ser capaz de buscar y someterse a la verdad es la senda para temer a Dios y apartarse del mal. Si careces de una actitud de búsqueda y sumisión, y en cambio te aferras a ti mismo, eres obstinadamente hostil, rechazas aceptar la verdad y sentir aversión por ella, entonces naturalmente cometerás mucha maldad. ¡No podrás evitarlo! Si las personas nunca buscan la verdad para resolverlo, la consecuencia final será que, por mucho que experimenten, por muchas situaciones en las que se encuentren, por muchas lecciones que reciban y que Dios disponga para ellas, seguirán sin entender la verdad, y finalmente continuarán siendo incapaces de entrar en la realidad-verdad. Si las personas no poseen la realidad-verdad, serán incapaces de seguir el camino de Dios, y si nunca pueden seguir el camino de Dios, no son personas que temen a Dios y se apartan del mal. La gente no para de decir que quiere cumplir con sus deberes y seguir a Dios. ¿Acaso es todo tan sencillo? En absoluto. Estas cosas son enormemente importantes en la vida de las personas. No es fácil cumplir bien con el deber propio, satisfacer a Dios, alcanzar el temor de Dios y apartarse del mal. No obstante, os contaré un principio de práctica: si tienes una actitud de búsqueda y sumisión cuando te sucede algo, esto te protegerá. El objetivo final no es que estés protegido. Es que comprendas la verdad y seas capaz de entrar en la realidad-verdad y lograr la salvación de Dios; este es el objetivo final. Si asumes esta actitud en todo lo que experimentas, ya no sentirás que cumplir con tu deber y satisfacer las intenciones de Dios son palabras vacías y eslóganes; ya no parecerá tan agotador. En cambio, antes de que te des cuenta, llegarás a comprender unas cuantas verdades. Si tratas de experimentarlo de esta forma, seguro que obtendrás fruto. Da igual quién seas, la edad que tengas, tu formación, los años que lleves creyendo en Dios o el deber que cumplas. Mientras tengas una actitud de búsqueda y sumisión, mientras experimentes de esta manera, seguro que en última instancia comprendes la verdad y entras en la realidad-verdad. Sin embargo, si no tienes una actitud de búsqueda y sumisión en todo lo que te sucede, entonces no serás capaz de comprender la verdad ni podrás entrar en la realidad-verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

La humanidad está tan hondamente corrompida por Satanás que toda ella tiene una naturaleza satánica y un carácter arrogante; hasta los necios e idiotas son arrogantes, se creen mejores que otras personas y se niegan a obedecerlas. Es evidente que la humanidad está muy hondamente corrompida y que le cuesta mucho someterse a Dios. Por arrogancia y santurronería, la gente se ha vuelto totalmente carente de razón; no obedece a nadie: aunque lo que digan otras personas sea correcto y se ajuste a la verdad, no las obedece. Por arrogancia, la gente se atreve a juzgar, condenar y resistirse a Dios. ¿Y cómo puede corregirse un carácter arrogante? ¿Puede corregirse por medio de la moderación humana? ¿Puede corregirse, simplemente, reconociéndolo y admitiéndolo? Por supuesto que no. Solo hay una forma de corregir un carácter arrogante: aceptar el juicio y castigo de Dios. Aquellos capaces de aceptar la verdad son los únicos que pueden despojarse poco a poco de su carácter arrogante; aquellos que no aceptan la verdad nunca podrán corregir su carácter arrogante. Veo que a muchos se les suben los humos cuando demuestran algún talento en el deber. Cuando demuestran ciertas habilidades, se creen muy impactantes, viven de esas habilidades y no se esfuerzan más. No escuchan a los demás, digan lo que digan, porque piensan que esas pequeñas cosas que tienen son la verdad y que ellos son lo máximo. ¿Qué carácter es este? Un carácter arrogante. Les falta demasiada razón. ¿Puede una persona cumplir correctamente con su deber si tiene un carácter arrogante? ¿Puede ser obediente a Dios y seguirlo hasta el final? Esto es aún más difícil. Para corregir su carácter arrogante, debe aprender a experimentar la obra de Dios, Su juicio y Su castigo mientras cumple con su deber. Es el único modo de que pueda conocerse verdaderamente. Si tienes clara tu esencia corrupta, si tienes clara la causa de tu arrogancia, y si luego la disciernes y analizas, entonces puedes conocer verdaderamente tu esencia naturaleza. Debes desenterrar todas las cosas corruptas que hay en ti, contrastarlas con la verdad y llegar a conocerlas en función de ella; entonces sabrás lo que eres: no solo estás revestido de un carácter corrupto y careces de razón y obediencia, sino que verás que careces de demasiadas cosas, que no tienes ninguna realidad verdad, y lo lamentable que eres. Entonces serás incapaz de tener arrogancia. Si no te analizas y conoces de esta manera, cuando cumplas con tu deber no sabrás cuál es tu lugar en el universo. Pensarás que eres estupendo en todos los sentidos, que lo de los demás es malo y que solamente tú eres el mejor. Después presumirás ante todos todo el tiempo para que te admiren e idolatren. Esto es carecer por completo de autoconocimiento. Algunos siempre están presumiendo. Cuando a los demás les parece desagradable, los critican por arrogantes. Sin embargo, ellos no lo admiten; siguen pensando que tienen talento y habilidad. ¿Qué carácter es este? Un exceso de arrogancia y santurronería. ¿Pueden tener sed de la verdad las personas así de arrogantes y santurronas? ¿Pueden perseguir la verdad? Si nunca son capaces de conocerse a sí mismas y no se desprenden de su carácter corrupto, ¿pueden cumplir correctamente con su deber? Claro que no.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación

Si, al creer en Dios, no puedes aceptar y obedecer la verdad, entonces Él no es tu Dios. Si niegas la verdad y la rechazas, ya te habrás convertido en alguien que se resiste a Dios. ¿Puede Él salvarte de todos modos? Sin duda que no. Dios te da la oportunidad de recibir Su salvación y no te ve como un enemigo, pero tú no aceptas la verdad y colocas a Dios en oposición a ti; tu incapacidad de aceptar a Dios como tu verdad y tu senda te convierte en una persona que se resiste a Él. ¿Cómo debe resolverse este problema? Debes arrepentirte y cambiar el rumbo de inmediato. Por ejemplo, cuanto encuentres un problema o una dificultad al cumplir con el deber y no sepas cómo resolverlo, no debes meditar al respecto ciegamente, sino que primero debes aquietarte ante Dios, orar y buscar en Él, y ver qué dicen Sus palabras al respecto. Si, tras leer las palabras de Dios, sigues sin comprender y no sabes a qué verdades atañe esta cuestión, debes aferrarte a un principio: primero obedecer, no tener ideas ni pensamientos personales, aguardar con un corazón tranquilo y ver cómo Dios pretende y quiere actuar. Cuando no entiendas la verdad, debes buscarla y debes esperar a Dios, en lugar de actuar a ciegas y con descuido. Si alguien te hace una sugerencia cuando no entiendes la verdad, y te dice cómo actuar de acuerdo con ella, primero debes aceptarla y permitir que todos compartan al respecto, y ver si esta senda es correcta o no, y si guarda conformidad con los principios verdad o no. Si confirmas que es acorde a la verdad, practica de ese modo; si determinas que no lo es, no lo hagas. Es tan sencillo como eso. Cuando buscas la verdad, debes consultar con muchas personas. Si alguien tiene algo que decir, debes escucharlo y tratar todas sus palabras con seriedad. No lo ignores ni lo desaires, porque esto se relaciona con asuntos dentro del alcance de tu deber y debes tratarlo con seriedad. Esa es la actitud correcta y es el estado correcto. Cuando estás en el estado correcto y no revelas un carácter que está harto de la verdad y la odia, practicar de este modo suplantará tu estado corrupto. Eso es practicar la verdad. Si practicas así la verdad, ¿qué frutos dará? (Nos guiará el Espíritu Santo). Recibir la guía del Espíritu Santo es un aspecto. A veces el asunto es muy sencillo y puede lograrse utilizando la mente; una vez que los demás terminen de darte sus sugerencias y tú entiendas, serás capaz de corregir las cosas y actuar de acuerdo con los principios. Tal vez la gente crea que se trata de un asunto menor, pero para Dios es muy importante. ¿Por qué lo digo? Porque, cuando practicas así, para Dios eres una persona que puede practicar la verdad, alguien que la ama y que no está harto de ella; cuando Dios ve dentro de tu corazón, también ve tu carácter, y eso es algo muy importante. En otras palabras, cuando cumples con el deber y actúas en presencia de Dios, todo lo que vives y manifiestas son las realidades verdad que la gente debe poseer. Las actitudes, los pensamientos y los estados que posees en todo lo que haces son las cosas más importantes para Dios, y son lo que Él escruta.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive a menudo ante Dios es posible tener una relación normal con Él

Cuando te enfrentes a un problema, en vez de discutir, lo primero que tienes que hacer es dejar de lado tus nociones, figuraciones y opiniones: esa es la racionalidad que una persona debe poseer. Si hay algo que no comprendo, que escapa a mis conocimientos, lo consulto con alguien que esté familiarizado con el asunto para formarme una idea básica al respecto. Sin embargo, debo averiguar cómo lidiar yo mismo con la situación, no puedo hacer caso ciegamente a los demás, ni tampoco debo encarar el asunto basándome exclusivamente en mis figuraciones. Debo encontrar un modo de hacer que me permita obrar en beneficio de la iglesia y de acuerdo con los principios-verdad. ¿No es este un enfoque racional? ¿No es esa la razón que debería poseer una persona normal? Buscar y solicitar orientación de esta manera es lo correcto. Supongamos que tienes conocimientos sobre un tema y que yo acudo a ti a consultarte, pero después me exiges que me ciña a lo que me has dicho y que haga las cosas a tu manera, ¿qué tipo de carácter sería ese? Pues un carácter arrogante. ¿Cuál sería una manera razonable de actuar por tu parte? Deberías decir: “Poseo algunos conocimientos en ese campo, pero no guarda relación con la verdad. Puedes tomarlo solo como una sugerencia pero en lo que respecta concretamente a cómo actuar, debes indagar más en las intenciones de Dios”. Si te pido consejo y tú realmente crees que dominas el asunto y te consideras una persona extraordinaria, entonces tu carácter es arrogante. La naturaleza arrogante puede despertar en ti este tipo de respuestas y manifestaciones: cuando alguien te pide consejo, inmediatamente dejas de ser racional, pierdes la razón de una persona normal y eres incapaz de juzgar acertadamente. Cuando alguien revela un carácter corrupto, deja de razonar con normalidad. Así que, no importa lo que te suceda; aunque otros te pidan consejo, no puedes ser insolente y debes razonar como una persona normal. ¿Cuál es la manera normal de reaccionar? En esa situación debes pensar: “Aunque sé de lo que hablo, no puedo ser insolente. Debo razonar como lo haría la humanidad normal”. Si vuelves a Dios tendrás la razón de la humanidad normal. Aunque a veces evidencies cierto sentido de autocomplacencia, habrá contención en tu corazón. Es decir, la revelación de tu carácter corrupto se reducirá a la mitad y tendrás una influencia mucho menos negativa en los demás. Sin embargo, si actúas conforme a tu carácter arrogante, crees que siempre tienes la razón y, por tanto, instas a los demás a hacerte caso, lo único que demuestra es una enorme falta de razón. Si el camino que señalas a los demás es correcto, las cosas podrían ir bien, pero si es incorrecto, resultarán perjudicados. Si alguien te pide opinión sobre un asunto personal y lo envías por el camino equivocado, solo habrás dañado a una persona. En cambio, si te piden consejo sobre una cuestión importante relacionada con la obra de la iglesia y les muestras la dirección equivocada, habrás perjudicado la obra de la iglesia y los intereses de la casa de Dios se verán perjudicados. Si la naturaleza del problema es grave y ofende al carácter de Dios, las consecuencias serán inimaginables.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La senda para corregir un carácter corrupto

Hagas lo que hagas, debes aprender a buscar la verdad y someterte a ella. No importa quién te ofrezca consejo: si se ajusta a los principios-verdad debes aceptarlo y someterte a él, aunque provenga de un niño pequeño. Sean cuales sean los problemas a los que se enfrente una persona, si sus palabras y consejos concuerdan completamente con los principios-verdad, entonces debes aceptarlos y someterte a ellos. Los resultados de actuar de esa manera serán buenos y acordes con las intenciones de Dios. La clave es examinar tu motivación y los principios y métodos con los que haces frente a las cosas. Si tus principios y métodos a la hora de enfrentarte a las situaciones nacen de la voluntad humana, del pensamiento y las nociones humanas, o de filosofías satánicas, entonces no convienen y acabarán siendo ineficaces. Esto se debe a que el origen de tales principios y métodos no es el adecuado ni se ajusta a los principios-verdad. Si tus puntos de vista se fundamentan en los principios-verdad y te enfrentas a las situaciones de acuerdo con ellos, sin duda las abordarás del modo correcto. Aunque algunas personas no acepten tu manera de gestionar las cosas en un momento dado o tengan su propio concepto, o se muestren reacias, con el tiempo la darán por buena. Cuando algo se hace de acuerdo con los principios-verdad produce resultados cada vez más positivos, mientras que si no coincide con los principios-verdad conduce a consecuencias cada vez más negativas, aunque en ese momento concuerde con las nociones de los demás. Las personas, todas ellas, así lo verán confirmado. No debes sujetarte a las limitaciones humanas en nada de lo que hagas ni llegar a tus propios veredictos; antes debes orar a Dios y buscar la verdad y, después, analizar y compartir el asunto con los demás. ¿Cuál es el objetivo de compartirlo? Que puedas actuar en total armonía con las intenciones de Dios y hacerlo de acuerdo con Sus intenciones. Es una manera un tanto elevada de decirlo, y las personas no estarán a la altura, así que seamos un poco más específicos: se trata de hacer las cosas siguiendo exactamente los principios-verdad. Eso es bastante más tangible. Cuando las personas se ajustan a esta norma, ponen en práctica la verdad y cumplen con la voluntad de Dios, poseen la realidad-verdad y no recibirán objeciones de nadie.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La senda para corregir un carácter corrupto

Cuando algo os suceda, no debéis ser santurrones. Debéis aquietaros ante Dios y aprender una lección. Debéis ser capaces de renunciar a vosotros mismos a fin de aprender más. Si piensas: “Tengo más experiencia en esto que vosotros, así yo debería estar a cargo y vosotros deberíais hacerme caso”, ¿qué clase de carácter es ese? Es arrogancia y santurronería. Es un carácter corrupto satánico y no es algo dentro del ámbito de la humanidad normal. Así pues, ¿qué significa no ser santurrón? (Significa escuchar las sugerencias de los demás y debatir las cosas con todo el mundo). Sin importar cuáles sean tus ideas y opiniones personales, si determinas a ciegas que son correctas y que son el modo en que deben hacerse las cosas, eso es arrogancia y santurronería. Si tienes ciertas ideas u opiniones que crees que son correctas, pero no tienes plena fe en ti mismo, y puedas confirmarlas a partir de buscar y compartir, eso es lo que significa no ser santurrón. Esperar a recibir el apoyo y la aprobación de todo el mundo antes de actuar es la manera razonable de hacer las cosas. Si alguien no está de acuerdo contigo, debes responder a conciencia y ser meticuloso cuando se trata de los aspectos profesionales de tu labor. No puedes hacer la vista gorda diciendo: “¿Lo entiendes mejor tú o yo? Llevo mucho tiempo involucrado en esta área de trabajo; ¿no debería entenderlo mejor que tú? ¿Qué sabes tú sobre esto? ¡No lo entiendes!”. Ese no es un buen carácter; es demasiado arrogante y santurrón. Es posible que la persona que está en desacuerdo contigo sea un aficionado, y que no comprenda bien esa área de trabajo; tal vez tengas razón y estés haciendo las cosas de la manera correcta, pero el problema es tu carácter. ¿Cuál es entonces la forma correcta de comportarse y actuar? ¿Cómo puedes comportarte y actuar de acuerdo con los principios verdad? Debes exponer tus ideas y permitir que todos vean si hay algún problema con ellas. Si alguien formula una sugerencia, primero debes aceptarla y luego debes permitir que todos confirmen la senda de práctica correcta. Si nadie tiene inconvenientes al respecto, entonces puedes determinar el modo más adecuado de hacer las cosas y actuar de esa manera. Si se detecta un problema, debes solicitar la opinión de todos, y debéis buscar la verdad y compartirla juntos y, así, obtendréis el esclarecimiento del Espíritu Santo. Cuando se iluminen vuestros corazones y tengáis una senda mejor, los resultados que obtengáis serán mejores que antes. ¿Acaso no es esa la guía de Dios? ¡Es algo maravilloso! Si puedes evitar ser santurrón, si puedes abandonar tus fantasías e ideas, y si puedes escuchar las opiniones correctas de los demás, serás capaz de recibir el esclarecimiento del Espíritu Santo. Tu corazón se iluminará y serás capaz de encontrar la senda correcta. Tendrás un camino a seguir y, cuando lo pongas en práctica, sin duda será conforme a la verdad. A través de esta práctica y de esta experiencia aprenderás a practicar la verdad, y al mismo tiempo aprenderás algo nuevo sobre esa área de trabajo. ¿No es eso algo bueno? Así, te darás cuenta de que cuando te sucede algo, no debes ser santurrón y debes buscar la verdad, y que si eres santurrón y no aceptas la verdad, todo el mundo te detestará y sin duda Dios te aborrecerá. ¿No te dará eso una lección? Si siempre buscas de esta manera y practicas la verdad, seguirás puliendo las capacidades profesionales que utilizas en el deber, cada vez obtendrás mejores resultados en él, y Dios te esclarecerá y te bendecirá, y permitirá que aprendas cada vez más. Asimismo, contarás con una senda para practicar la verdad y, cuando sepas practicarla, poco a poco captarás los principios. Cuando sepas qué acciones conducen al esclarecimiento y la guía de Dios, cuáles conducen a Su odio y rechazo, y cuáles te dirigen a Su aprobación y Sus bendiciones, tendrás un camino a seguir. Cuando la gente recibe las bendiciones y el esclarecimiento de Dios, se acelera su progreso vital. Recibirán el esclarecimiento y la guía de Dios a diario, y habrá paz y felicidad en su interior. ¿Acaso eso no les dará placer? Cuando tus acciones puedan presentarse ante Dios y Él las acepte, sentirás placer en tu corazón y, por dentro, tendrás paz y felicidad. Esta paz y felicidad son sentimientos que Dios te ha otorgado, son una sensación que te ha concedido el Espíritu Santo.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive a menudo ante Dios es posible tener una relación normal con Él

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