Las responsabilidades de los líderes y obreros (4)
Punto 5: Mantenerse al día en la captación y la comprensión del estado y el progreso de cada aspecto del trabajo, y saber resolver con prontitud los problemas, corregir las desviaciones y poner remedio a los fallos en el trabajo para que marche sin contratiempos
La charla de hoy trata sobre la quinta responsabilidad de los líderes y obreros: “Mantenerse al día en la captación y la comprensión del estado y el progreso de cada aspecto del trabajo, y saber resolver con prontitud los problemas, corregir las desviaciones y poner remedio a los fallos en el trabajo para que marche sin contratiempos”. Nos vamos a centrar en esta responsabilidad para diseccionar las diversas manifestaciones de los falsos líderes, a fin de ver si estos cumplen sus responsabilidades en este trabajo, y si se atienen a sus deberes y llevan a cabo bien el trabajo.
Los falsos líderes disfrutan de la comodidad y no se implican a fondo con las bases para entender el trabajo
La quinta responsabilidad de los líderes y obreros menciona primero “mantenerse al día en la captación y la comprensión del estado y el progreso de cada aspecto del trabajo”. ¿A qué se refiere “el estado de cada aspecto del trabajo”? Se refiere a cómo es el estado actual de cierto aspecto del trabajo. ¿Qué deberían entender aquí los líderes y obreros? Por ejemplo: qué tareas específicas está haciendo el personal, en qué actividades se mantienen ocupados, si estas actividades son necesarias, si son tareas cruciales e importantes, cómo de eficiente es este personal, si el trabajo progresa con fluidez, si la cantidad de personal es adecuada a la carga de trabajo, si se le han asignado a todo el mundo suficientes tareas, si hay algunos casos en los que hay demasiado personal para cierta tarea —con lo cual, la mayoría de la gente está ociosa, con demasiado personal para tan poco trabajo— o casos en los que la carga de trabajo es demasiado grande pero hay muy poco personal y el supervisor no logra dirigir con eficacia, lo que lleva a una baja eficiencia y un progreso lento. Estas son todas las situaciones que los líderes y obreros deberían entender. Asimismo, mientras se llevan a cabo todos los diversos aspectos del trabajo, ya sea que alguien cause perturbaciones o un sabotaje, ya sea que alguien retenga el progreso o lo menoscabe, ya esté sucediendo una especie de interferencia o superficialidad; estas son también cosas que los líderes y obreros deberían entender. Por tanto, ¿cómo obtienen un entendimiento de estos problemas? Algunos líderes podrían hacer ocasionalmente una llamada de teléfono para preguntar: “¿Estáis ocupados ahora mismo?”. Cuando le dicen que sí lo están, su respuesta podría ser: “Bueno, mientras estéis ocupados, me siento aliviado”. ¿Qué os parece esta manera de trabajar? ¿Qué pensáis de esta pregunta? ¿Es una pregunta crucial y necesaria que hay que hacer? Esto es algo característico del trabajo de los falsos líderes; solo actúan por inercia. Les basta hacer algo de trabajo superficial para aquietar un poco su conciencia, pero no se centran en hacer trabajo real ni mucho menos acuden a las bases, a cada equipo, para entender el estado actual del trabajo. Por ejemplo, si la organización del personal es apropiada, cómo se hace el trabajo, si han surgido algunos problemas; los falsos líderes no indagan sobre estas cuestiones reales, en cambio encuentran un lugar discreto donde comer, beber y pasarlo bien sin sufrir las inclemencias del viento y el sol. Se limitan a enviar cartas o hacen que alguien indague en su nombre de vez en cuando, pensando que en eso consiste su trabajo. Es más, los hermanos y hermanas podrían pasarse sin verlos diez días o medio mes. Cuando les preguntan a los hermanos y hermanas: “¿En qué está ocupado vuestro líder? ¿Está haciendo trabajo concreto? ¿Os está aportando guía y resolviendo problemas?”, responden: “Ni lo menciones, no lo vemos desde hace un mes. Desde la última reunión que organizó, no ha vuelto a pasarse y ahora tenemos muchos problemas y nadie que nos ayude a resolverlos. No hay otra manera; el supervisor de nuestro grupo y nuestros hermanos y hermanas han de juntarse para orar y buscar principios, para debatir y cooperar juntos en el trabajo. El líder no es eficaz aquí; no tenemos líder”. ¿Cómo de bien está haciendo su trabajo este líder? Lo Alto le pregunta: “Después de terminar la última película, ¿recibiste algún guion nuevo? ¿Qué estás rodando ahora? ¿Cómo progresa ahora el trabajo?”. El líder responde: “No lo sé. Después de la última película, tuve una reunión con ellos, después de la cual estaban llenos de energía, nada negativos, y no tenían ninguna dificultad. No nos hemos visto desde entonces. Si quieres conocer su situación actual, puedo llamar y preguntar”. “¿Por qué no has llamado antes para entender la situación?”. “Porque he estado muy ocupado, he asistido a reuniones en todas partes. Todavía no les toca a ellos. Solo podré entender la situación la próxima vez que me reúna con ellos”. Esta es su actitud hacia el trabajo de la iglesia. Lo Alto dice entonces: “No estás al tanto de la situación actual ni de los problemas que existen en el trabajo de producción de películas, por tanto, ¿qué tal el progreso del trabajo evangélico? ¿En qué país se ha difundido mejor este, de manera más idónea? ¿El pueblo de qué país tiene relativo buen calibre y comprende con rapidez? ¿Qué país tiene mejor vida de iglesia?”. “Ah, solo me centraba en las reuniones, olvidé preguntar estas cosas”. “Entonces, en el equipo evangélico, ¿cuántos hay que puedan dar testimonio? ¿Cuántas personas están siendo cultivadas para dar testimonio? ¿Quién es responsable y hace seguimiento del trabajo de la iglesia y de la vida de iglesia en qué país? ¿Quién riega y pastorea? ¿Han empezado a vivir la vida de iglesia los nuevos miembros de la iglesia de diversos países? ¿Se han resuelto por completo sus nociones y figuraciones? ¿Cuántas personas se han arraigado en el camino verdadero y ya no se ven desorientadas por las personas religiosas? Después de creer en Dios durante uno o dos años, ¿cuántos pueden hacer sus deberes? ¿Entiendes y captas estos asuntos? Cuando surgen problemas en el trabajo, ¿quién puede resolverlos? En el equipo evangélico, ¿qué grupo o qué individuos son responsables de su trabajo y obtienen resultados reales? ¿Lo sabes?”. “No lo sé. Si lo quieres saber, puedo preguntarlo. Si no tienes prisa, preguntaré cuando tenga tiempo; ¡sigo ocupado!”. ¿Ha hecho este líder algún trabajo concreto? (No). Dice “no lo sé” a todo; solo pregunta por estas cosas en el momento que le interrogan, ¿en qué está ocupado pues? Da igual a qué equipo acuda para las reuniones o para comprobar el trabajo, no logra identificar los problemas en este ni sabe cómo resolverlos. Si no puede desentrañar los estados y la calidad humana de diversas personas a la vez, entonces, ¿no debería al menos hacer seguimiento, entender y captar los problemas que existen en el trabajo, qué trabajo se está haciendo en la actualidad y hasta qué etapa ha progresado? Sin embargo, los falsos líderes no pueden hacer ni eso; ¿acaso no están ciegos? Aunque acudan a varios equipos dentro de la iglesia para hacer seguimiento y comprobar el trabajo, no entienden la situación real en absoluto, no pueden identificar los problemas clave y, aunque detecten algunos problemas, no son capaces de resolverlos.
Un equipo de producción de películas se estaba preparando para rodar una película muy difícil, de un estilo que nunca habían intentado antes. El líder no tenía constancia de si el equipo era apto para abordar el guion de esta película o de si el director y todo el equipo tenían la capacidad para completar este trabajo. Simplemente dijo: “Habéis abordado un nuevo guion. Adelante, rodadlo entonces. Os apoyaré y haré seguimiento. Hacedlo lo mejor que podáis y, cuando surjan dificultades, orad a Dios y resolvedlas conforme a Sus palabras”. Y entonces se marchó. El líder no pudo detectar ni identificar ninguna de las dificultades existentes; ¿se puede hacer bien el trabajo así? Después de que el equipo de producción de películas recibiera este guion, el director y los miembros del equipo analizaban a menudo el argumento y discutían el vestuario y los encuadres, pero no tenían ni idea sobre cómo rodar la película; fueron incapaces de empezar oficialmente la producción. ¿Acaso no es este el estado actual? ¿No son estos los problemas existentes? ¿No son los problemas que debería resolver el líder? El líder se pasaba los días celebrando reuniones y, después de tantos días de reuniones, los problemas reales se seguían sin resolver y el rodaje aún no avanzaba con normalidad. ¿Tuvo algún efecto el líder? (No). Solo gritaba consignas para levantar la moral: “¡No podemos sentarnos ociosos, no podemos limitarnos a gorronear de la casa de Dios!”. Hasta llegó a sermonear a la gente: “No tenéis conciencia, gorroneáis de la casa de Dios sin que eso os cause ninguna sensación, ¿acaso no tenéis vergüenza?”. Después de decir esto, todo el mundo sintió un poco de reproche en su conciencia: “Sí, el trabajo progresa muy despacio y nosotros todavía tenemos nuestras tres comidas al día, ¿no es esto gorronear? No hemos hecho ningún trabajo en realidad. Entonces, ¿quién resolverá estos problemas que surgen en el trabajo? Nosotros no podemos resolverlos, así que le preguntamos al líder, pero este solo nos dice que oremos con diligencia, leamos las palabras de Dios y cooperemos en armonía, sin compartir cómo se deberían resolver estos problemas”. El líder celebraba reuniones sobre el terreno todos los días, pero simplemente no se hallaba la solución a estos problemas. Con el tiempo, se enfrió la fe de algunas personas y su estado cayó en el abatimiento porque no veían un camino hacia delante y no sabían cómo proceder con el rodaje. Depositaron sus últimas esperanzas en el líder, con la esperanza de resolver algunos problemas reales, pero, por desgracia, era como si este líder estuviera ciego, ni aprendía la profesión ni compartía, discutía o buscaba con aquellos que sí la entendían. A menudo sostenía un libro de las palabras de Dios y decía: “Estoy leyendo las palabras de Dios por devoción espiritual. Me estoy dotando a mí mismo de la verdad. ¡Que nadie me moleste, estoy ocupado!”. Con el tiempo, se acumularon cada vez más problemas, lo que llevó a la obra a un estado de semiparalización, sin embargo, el falso líder todavía pensaba que estaba haciendo un gran trabajo. ¿Por qué era esto? Creía que, ya que había celebrado reuniones, había indagado sobre la situación del trabajo, así como identificado los problemas, compartido las palabras de Dios, señalado los estados de las personas, y además todo el mundo se había comparado con estos estados y había decidido hacer bien su deber, entonces su responsabilidad como líder se había cumplido y había hecho todo lo que se esperaba de él; si las tareas específicas relacionadas con los aspectos profesionales no se podían gestionar bien, esto al líder no le preocupaba. ¿Qué clase de líder es este? El trabajo de la iglesia había caído en un estado de semiparalización, sin embargo, el líder no estaba en absoluto preocupado ni inquieto. Si lo Alto no indagara ni exhortara, el líder se limitaría a seguir demorándose, sin mencionar nunca lo que ocurría por debajo de él, sin resolver problemas. ¿Había cumplido un líder así sus responsabilidades de liderazgo? (No). Por tanto, ¿de qué hablaba todo el día en las reuniones? Parloteaba ocioso, solo predicaba doctrinas y gritaba consignas. El líder no resolvía problemas reales en el trabajo ni tampoco los estados superficiales y negativos de la gente, desconocía la manera de resolver problemas en el trabajo de las personas de acuerdo con los principios-verdad. En consecuencia, el proyecto al completo se detuvo y no se produjeron progresos durante un largo periodo. Sin embargo, esto no le provocaba ninguna ansiedad al líder. ¿Acaso no es esta una manifestación de que los falsos líderes no hacen trabajo real? ¿Cuál es la esencia de esta manifestación de los falsos líderes? ¿Acaso no es una grave negligencia del deber? Esto es lo que hacen precisamente los falsos líderes: ser gravemente negligentes con el propio deber, no cumplir las propias responsabilidades. Están en el sitio solo para actuar por inercia, sin resolver problemas reales. Solo están allí para engañar a los demás; sin hacer trabajo real, aunque se quedaran allí todo el tiempo, no se lograría nada. En el trabajo y entre los aspectos profesionales surgen diversos problemas, algunos de los cuales pueden solucionar, pero no lo hacen; esto ya es una grave negligencia en su deber. Asimismo, están ciegos tanto de vista como de mente. A veces, cuando descubren problemas, no pueden desentrañar su esencia. No pueden resolverlos, pero fingen ser capaces de lidiar con ellos, aguantan a duras penas al tiempo que rechazan de plano compartir o consultar con aquellos que entienden la verdad, y sin tampoco informar a lo Alto ni buscar de este. ¿Por qué es esto? ¿Tienen miedo de que los poden? ¿Temen que lo Alto sepa la verdad sobre ellos y los destituya? ¿Acaso no es esto centrarse en el estatus sin defender ni lo más mínimo el trabajo de la casa de Dios? Con esta clase de mentalidad, ¿cómo podría uno hacer bien su deber?
Independientemente de la importancia y de la naturaleza del trabajo que realice un líder o un obrero, su principal prioridad es entender y captar cómo va ese trabajo. Deben estar presentes para hacer un seguimiento y realizar preguntas para obtener información de primera mano. No deben limitarse a confiar en los rumores o a escuchar los informes de otras personas. En cambio, deben observar con sus propios ojos la situación del personal y cómo avanza el trabajo, y entender qué dificultades se presentan, si hay ámbitos que no se ajustan a los requisitos de lo Alto, si se infringen los principios, si hay perturbaciones o trastornos, si falta el equipo necesario o el material didáctico relacionado para el trabajo profesional: deben estar al tanto de todo. Por muchos informes que escuchen, o por mucho que se basen en los rumores, nada es mejor que hacer una visita personal; hacerlo de esta manera es más preciso y fiable para observar las cosas con sus propios ojos. Una vez familiarizados con todos los aspectos de la situación, tendrán una idea acertada sobre lo que está pasando. Sobre todo, ha de tener una idea clara y precisa de quién tiene buen calibre y es digno de ser cultivado, ya que solo esto le permite cultivar y usar a las personas con precisión, lo cual es crucial para que los líderes y obreros hagan bien su trabajo. Los líderes y obreros deberían tener una senda y principios según los que cultivar y formar a las personas de buen calibre. Asimismo, deberían captar y entender los diversos tipos de problemas y dificultades que existen en el trabajo de la iglesia, y saber cómo resolverlos, y deberían contar con sus propias ideas y sugerencias sobre cómo debe progresar el trabajo o sus futuras expectativas. Si son capaces de hablar con claridad sobre tales cosas con los ojos cerrados, sin ninguna duda o recelo, entonces el trabajo será mucho más fácil de llevar a cabo. Al trabajar de esta manera, un líder cumplirá sus responsabilidades, ¿verdad? Deben ser bien conscientes de cómo resuelven los problemas en el trabajo mencionados arriba, y deben reflexionar sobre estas cosas a menudo. Cuando se vean en dificultades, deben compartir y discutir estos temas con todo el mundo, buscar la verdad para resolver los problemas. Al hacer trabajo real con los dos pies firmemente plantados en el suelo de esta manera, no habrá dificultades que no puedan resolverse. ¿Saben los falsos líderes cómo hacer esto? (No). Un falso líder solo sabe fingir y engañar a los demás, comportarse como si entendiera aquello que no entiende, incapaz de resolver ningún problema real, y solo mantenerse ocupado en asuntos inservibles. Cuando le preguntan en qué ha estado ocupado, dice: “Hacían falta unos cuantos cojines para el lugar donde vivimos y el equipo de producción de películas necesitaba algo de tela para el vestuario, así que fui a comprar. En otra ocasión, la cocina se quedó sin ingredientes y el cocinero no podía irse de allí, así que tuve que salir a comprar, y de paso compré unas cuantas bolsas de harina. Tuve que hacer todas estas cosas por mi cuenta”. De veras ha estado bastante ocupado. ¿Acaso no está descuidando las tareas que le corresponden? No le importa en absoluto y para nada lleva una carga en lo que respecta al trabajo que recae dentro del ámbito de sus responsabilidades como líder, solo busca actuar por inercia. El problema de que su propio calibre sea bastante pobre y de que sea ciego de vista y de mente ya es bastante serio, pese a ello, además no acarrea ninguna carga y disfruta de la comodidad, pasando a menudo varios días en algún lugar acogedor. Cuando alguien tiene un problema y acude a él en busca de una solución, no hay dónde encontrarlo y nadie sabe qué está haciendo en realidad. Gestiona su propio tiempo. Esta semana celebra una reunión para un equipo una mañana, descansa al mediodía y luego, por la noche, se reúne con la gente a cargo de los asuntos generales para comentar los temas. A la semana siguiente, celebra una reunión con aquellos a cargo de los asuntos externos y pregunta con indiferencia: “¿Hay alguna dificultad? ¿Habéis leído la palabra de Dios durante este periodo? ¿Se os ha limitado o perturbado durante vuestros contactos con los no creyentes?”. Y, después de hacer estas cuantas preguntas, lo da por terminado. En un abrir y cerrar de ojos, pasa un mes. ¿Qué trabajo ha hecho? Aunque organice reuniones para los equipos por turnos, no sabe nada sobre la situación del trabajo de ninguno de ellos ni se entera de nada ni indaga al respecto, y mucho menos se une al trabajo o lo dirige en cada equipo. No participó ni hizo seguimiento ni dio indicaciones relativas al trabajo, pero hubo unas pocas cosas que hacía con puntualidad; comer a su hora, dormir a su hora y celebrar reuniones a su hora. Su vida es bastante regular, cuida muy bien de sí mismo, pero el desempeño de su trabajo no está a la altura.
Algunos líderes no cumplen en ningún caso las responsabilidades de los líderes y obreros ni hacen el trabajo esencial de la iglesia, sino que en cambio se centran solo en algunos asuntos generales insignificantes. Se especializan en gestionar la cocina, siempre preguntan: “¿Qué comemos hoy? ¿Tenemos huevos? ¿Cuánta carne queda? Si se ha acabado, iré a comprar”. Consideran el trabajo de cocina de extrema importancia, deambulan por ella sin motivo, con la mente siempre puesta en comer más pescado, más carne, en disfrutar más, en comer sin ningún reparo. Mientras la gente de cada equipo está ocupada trabajando y se centra en hacer bien sus deberes, estos líderes solo se centran en comer bien, en llevar una vida cómoda. Desde que se convirtieron en líderes, no solo no se han preocupado del trabajo de la iglesia y han evitado cualquier esfuerzo arduo, sino que además se han encargado de mantenerse rollizos y con las mejillas rosadas. ¿Qué es lo que hacen a diario? Se ocupan en algún trabajo de asuntos generales, en algunos temas triviales, sin haber hecho bien ningún trabajo real ni resuelto problemas reales. No obstante, en su corazón no sienten remordimientos. Ningún falso líder hace los trabajos clave en la iglesia ni resuelve ningún problema real. Desde que se convirtió en líder, piensa: “Solo he de encontrar a unas cuantas personas que hagan trabajo específico, y así no tengo que hacerlo yo mismo”. Creen que, una vez que han organizado a supervisores para cada aspecto del trabajo, ellos mismos no tienen nada que hacer. Creen que en eso consiste el trabajo de ser líder, y entonces tienen derecho a disfrutar de los beneficios de su estatus. No participan en ningún trabajo real, no hacen seguimiento ni dan indicaciones, y tampoco conducen investigaciones ni estudian para resolver problemas. ¿Cumplen las responsabilidades de un líder? ¿Puede hacerse bien el trabajo de la iglesia de esta manera? Cuando lo Alto pregunta cómo va el trabajo, dicen: “Todo el trabajo de la iglesia transcurre con normalidad. Un supervisor maneja cada aspecto de este”. Si les interrogan más respecto a si hay algún problema en el trabajo, responden: “No lo sé. ¡Es probable que no haya problemas!”. Esta es la actitud de un falso líder hacia su trabajo. Como líder, muestra una completa irresponsabilidad para con el trabajo que le han asignado; lo delega todo en otros, sin hacer seguimiento, indagaciones ni ofrecer asistencia por su parte a la hora de resolver problemas; se limita a quedarse ahí sentado como un capataz que no interviene. ¿Acaso no es una negligencia del deber? ¿No se está comportando como un funcionario? No desempeña ningún trabajo concreto, no hace seguimiento del trabajo, no resuelve problemas reales; ¿acaso este líder no es un mero elemento decorativo? ¿Es que no es un falso líder? Es el epítome de un falso líder. El trabajo de un falso líder es mover los labios y dictar órdenes sin participar en realidad en el trabajo ni hacer seguimiento de este, sin buscar ni identificar problemas dentro del trabajo. Incluso cuando se identifican los problemas, no los resuelve. Simplemente se comporta como un capataz que no interviene, piensa que eso constituye hacer trabajo. Y, pese a ello, liderar de este modo no perturba su paz mental de ninguna manera; vive a diario con comodidad y está alegre en todo momento. ¿Cómo es que todavía es capaz de lucir una sonrisa? He descubierto un hecho: tales personas son totalmente desvergonzadas. No hacen trabajo real como líderes, se limitan a organizar a unos pocos para que se encarguen de las tareas, y lo dan por concluido. Nunca los ves en el lugar de trabajo; no tienen ni idea del progreso ni de los resultados del trabajo de la iglesia, sin embargo, siguen pensando que son competentes y cumplen con el estándar como líderes. Este es el epítome de un falso líder, no hacer trabajo real de ningún tipo. Los falsos líderes no cargan con el trabajo de la iglesia, no les preocupa ni les genera ansiedad, por muchos problemas que haya; les basta solo con hacer algunos asuntos generales y luego piensan que han desempeñado algo de trabajo real. Por muy en evidencia que lo Alto deje a los falsos líderes, ellos no se sienten mal por dentro ni se ven a sí mismos desenmascarados; no muestran ninguna autorreflexión ni arrepentimiento. ¿Acaso no carecen tales personas de conciencia y razón? ¿Puede alguien que de veras tiene conciencia y razón tratar el trabajo de la iglesia de esta manera? Desde luego que no.
En general, la gente con siquiera un poco de conciencia y razón, al oír la exposición de las diversas manifestaciones de los falsos líderes y compararse con estas descripciones, será capaz de ver, en mayor o menor medida, que hay algo de ellos mismos en estas. Se les sonrojará el rostro, se inquietarán, perderán la calma en su corazón, se sentirán en deuda con Dios y decidirán en secreto que: “Con anterioridad, disfruté de las comodidades de la carne, no hice bien mi trabajo, no cumplí con mis responsabilidades, no hice trabajo real, mostraba ignorancia cuando me preguntaban, siempre quería evadirme y siempre fingía, temiendo que, una vez que los hermanos vieran lo que de veras sucedía conmigo, se perderían mi reputación y estatus, y no podría mantener mi puesto como líder. Solo ahora veo que tal comportamiento es vergonzoso y no puede continuar. He de ser un poco más honesto a la hora de actuar, he de esforzarme. Si sigo sin hacerlo bien, sería inexcusable, ¡tendría cargo de conciencia!”. Los falsos líderes así todavía poseen algo de humanidad y conciencia; como poco, su conciencia está al tanto. Después de oír Mi exposición, se ven a sí mismos en estas palabras y se sienten atribulados, y reflexionan: “Es cierto que no he hecho ningún trabajo real ni he resuelto ningún problema real. No merezco la comisión de Dios ni el título de líder. ¿Qué debería hacer entonces? Debo enmendarme; a partir de ahora, he de ponerme las pilas y resolver problemas reales, participar en todas las tareas específicas, evitar eludirlas, evitar fingir, así como hacer las cosas al máximo de mis capacidades. Dios escruta el corazón de las personas y sus pensamientos más profundos, Dios conoce la verdadera medida de todo el mundo; con independencia de si hago las cosas bien o de manera pobre, lo más importante es hacerlo de todo corazón. Si no puedo hacer siquiera esto, ¿todavía se me puede llamar humano?”. Ser capaz de reflexionar sobre uno mismo de esta manera se llama tener conciencia. Por mucho que la dejes en evidencia, la gente sin conciencia no se sonroja, no se le acelera el corazón; solo continúa haciendo lo que le da la gana. Aunque se vea a sí misma en lo que ha desenmascarado Dios, siente indiferencia al respecto: “No es como si se mencionara mi nombre”, piensa. “¿Por qué debería estar asustado? Tengo buen calibre, tengo talento; la casa de Dios me necesita. ¿Y qué si no hago ningún trabajo real? No lo hago yo, pero pongo a alguien a hacerlo, así que en cualquier caso se lleva a cabo, ¿verdad? De cualquier manera, siempre hago la tarea que me pides que haga para ti, no importa a quién se la encargue yo. Mi calibre es bueno, así que trabajo de manera inteligente. En el futuro, seguiré haciendo las cosas por inercia y disfrutando de la vida como me dé la gana”. Da igual cómo diseccione o deje al descubierto a los falsos líderes por no hacer trabajo real, la gente en cuestión sigue igual, totalmente ajena a ello: “Deja que otros piensen lo que quieran y ten el concepto de mí que quieras, ¡no lo voy a hacer y ya está!”. ¿Tienen conciencia esos falsos líderes? (No). Esta es la cuarta vez que hemos hablado sobre dejar en evidencia las diversas manifestaciones de los falsos líderes y, cada vez que desenmascaro a tales individuos, aquellos con siquiera un poco de conciencia están en ascuas, se sienten inseguros por no hacer bien su trabajo y deciden en secreto arrepentirse enseguida y dar un giro. Entretanto, aquellos sin conciencia son excepcionalmente desvergonzados; no sienten nada en ningún caso. Con independencia de cómo comparta Yo, se limitan a seguir viviendo sus días como siempre, a disfrutar de la vida como les viene en gana. Cuando les preguntas: “Algunas personas son responsables del trabajo evangélico, otras del trabajo de traducción y otras del de producción de películas; ¿de qué trabajo concreto eres responsable tú?”, dicen: “Aunque no he hecho ningún trabajo concreto, lo superviso todo. Les organizo reuniones”. Si luego les preguntas: “¿Cuántas reuniones celebras al mes?”, responden: “Como poco, una grande al mes y una pequeña cada quince días”. Y, cuando les preguntas: “Aparte de organizar reuniones, ¿qué trabajo específico has hecho?”, responderán: “Como las reuniones me mantienen ocupado, ¿qué trabajo específico puedo hacer? Además, el ámbito que manejo es tan amplio que no tengo tiempo para trabajo específico”. Estos falsos líderes sienten que tienen toda la razón, ¡son unos líderes firmes y estables! No importa cómo los dejen en evidencia o los poden, no se alteran por ello ni lo más mínimo. Si me encargaran una tarea específica, como cocinar para cinco personas, pero solo tuviera comida suficiente para cuatro, me sentiría incómodo por no haber hecho bastante, y me sentiría culpable por no alimentar bien a todos. Luego pensaría cómo podría compensar esto, me aseguraría de calcular correctamente la próxima vez para que todo el mundo tenga suficiente para comer. Y, si alguien dijera que la comida estaba demasiado salada, también me sentiría mal. Preguntaría qué plato era demasiado salado, y luego les preguntaría a otros si el aderezo era apropiado. Aunque es complicado agradar a todo el mundo, he de seguir intentando hacer bien Mi parte por todos los medios. A esto se le llama cumplir las responsabilidades de uno; esta es la razón que debería poseer la gente. Siempre tienes que cumplir bien tus responsabilidades; no importa cuál sea la tarea, debes participar tú mismo en ella. Si alguien ofrece una opinión diferente, con independencia de quién sea, y te das cuenta de que estás equivocado y te sientes mal después de oír esto, entonces debes realizar correcciones y volcar tu corazón en lo que hagas en el futuro, hacerlo bien incluso si eso significa padecer algún sufrimiento. Los falsos líderes no tienen esta sensación, así que no padecen ningún sufrimiento en absoluto. Después de oír estos hechos sobre la exposición de los falsos líderes, no sienten nada de nada, siguen disfrutando de la comida, duermen como troncos y viven a lo grande, cada día con la misma felicidad y sin la sensación de llevar una pesada carga sobre sus hombros o una punzada de culpa en el corazón. ¿Qué clase de gente es esta? Tales personas tienen un problema con su calidad humana. Carecen de conciencia, les falta razón y son de una calidad humana inferior. A pesar de haber dejado en evidencia las diversas manifestaciones de los falsos líderes durante tanto tiempo —tanto desde una perspectiva positiva, con la que proveen y comparten, como desde una perspectiva negativa, que los deja en evidencia y los disecciona—, una parte de los falsos líderes siguen sin poder reconocer sus propios problemas y tampoco pretenden nunca reflexionar ni arrepentirse. Si no hubiera ninguna supervisión y exhortación por parte de lo Alto, seguirían actuando por inercia en su trabajo tanto como pudieran, sin cambiar de rumbo en absoluto. No importa de qué manera Yo los deje en evidencia, siguen allí sentados, imperturbables y completamente ajenos. ¿Acaso no son demasiado desvergonzados? La gente de este tipo no es apta para ser líderes ni obreros; ¡son de una calidad humana muy baja y no conocen en absoluto la vergüenza! En cuanto a las personas normales, solo el hecho de oír a alguien mencionar sus defectos, sus fallos o cualquier cosa inapropiada o que vaya contra los principios respecto a lo que han hecho —y no digamos si se les deja en evidencia específicamente—, les resultaría difícil de soportar y se sentirían alteradas y humilladas, y se plantearían cómo cambiar y corregirse a sí mismas. Entretanto, estos falsos líderes hacen un trabajo terrible y todavía viven con la conciencia tranquila, sin sentirse preocupados ni ansiosos, y permanecen por completo ajenos, sin importar cómo se los ha dejado en evidencia. Llegan incluso a hallar lugares para esconderse y buscar el ocio, y nunca los ve nadie. ¡De veras no tienen vergüenza!
Un líder de iglesia debe al menos poseer conciencia y razón, además de entender algunas verdades; solo entonces puede sentir una carga. ¿Cuáles son las manifestaciones de sentir una carga? Si ve a algunos individuos que son negativos, a otros con una comprensión distorsionada, a unos que malgastan los bienes de la casa de Dios, a otros que hacen su deber de manera superficial, a algunos que no se encargan de las tareas que les corresponden cuando hacen sus deberes, a otros que siempre sueltan palabras grandilocuentes pero no hacen trabajo real, todo esto le hace descubrir que hay demasiados problemas dentro de la iglesia y que se han de resolver, percibe que hay mucho trabajo por hacer: esto es lo que le hace desarrollar un sentido de la carga. Desde que se convirtió en líder, parece que haya un fuego que arde constantemente en su interior; si detecta un problema y no lo puede resolver, se preocupa y se pone ansioso, no puede comer ni dormir. Durante las reuniones, cuando hay quienes informan de problemas en su trabajo que el líder no puede desentrañar ni resolver de inmediato, este líder no se rinde; siente que ha de resolver tal problema. Después de orar y buscar, tras pensarlo durante un par de días, una vez que sabe cómo resolverlo, lo hace rápidamente. Después de esto, se pone con celeridad a comprobar otros trabajos y en uno descubre otro problema, el de que hay demasiadas personas participando en una tarea que requería una reducción de personal. Entonces convoca enseguida una reunión, obtiene una imagen clara de la situación, reduce el personal y dispone arreglos razonables, y así se resuelve el problema. Sea cual sea el trabajo que estén inspeccionando, los líderes que llevan una carga siempre saben identificar los problemas. En el caso de los problemas que tienen que ver con el conocimiento profesional, o que van contra los principios, son capaces de identificarlos, indagar y obtener una comprensión sobre ellos, y cuando descubren un problema, lo resuelven sin demora. Los líderes y obreros inteligentes solo resuelven los problemas que tienen que ver con el trabajo de la iglesia, el conocimiento profesional y los principios-verdad. No prestan atención a los asuntos menores de la vida cotidiana. Se preocupan de todas las facetas del trabajo de predicar el evangelio comisionado por Dios. Indagan e inspeccionan cualquier problema que sean capaces de percibir o descubrir. Si no logran resolver el problema ellos mismos en ese momento, entonces se reúnen con otros líderes y obreros, comunican con ellos, buscan los principios-verdad y piensan en maneras de resolverlo. Si se encuentran con un problema grave que realmente no pueden resolver, buscan de inmediato a lo Alto y permiten que lo Alto se ocupe de él y lo resuelva. Los líderes y obreros como estos son personas con principios en sus acciones. Al margen de los problemas que haya, siempre que los hayan visto, no los dejarán de lado; insistirán en entenderlos por completo y, después, resolverlos uno a uno. Aunque no se resuelvan a fondo, se puede asegurar que estos problemas no volverán a surgir. Esto es cumplir el deber de uno con todo el corazón, la fuerza y la mente, así como cumplir plenamente las propias responsabilidades. Aquellos falsos líderes y obreros que no realizan trabajo real ni se centran en resolver problemas reales no son capaces de detectar los problemas ante sus ojos ni saben qué trabajo debería realizarse. Mientras ven a los hermanos y hermanas ocupados haciendo sus deberes, se muestran perfectamente satisfechos, sienten que es el resultado de su trabajo real; piensan que todos los aspectos del trabajo van bastante bien y que no hay mucho que puedan hacer personalmente ni ningún problema que deban resolver, así que se pueden concentrar en disfrutar de los beneficios de su estatus. Quieren siempre presumir y alardear entre los hermanos y hermanas. Cada vez que los ven, dicen: “Sé un buen creyente. Haz bien tu deber. No hagas las cosas por inercia. Si te portas mal o causas problemas, ¡te voy a destituir!”. Solo saben hacer valer su estatus y sermonear a los demás. Durante las reuniones siempre preguntan qué problemas se dan en el trabajo y si aquellos por debajo de ellos cuentan con algunas dificultades, pero, cuando otros expresan sus problemas y dificultades, no pueden resolverlos. A pesar de esto, siguen siendo felices y continúan viviendo con la conciencia tranquila. Si los hermanos y hermanas no sacan a relucir ninguna dificultad o problema, sienten que están haciendo muy bien su trabajo, se vuelven complacientes. Creen que preguntar sobre el trabajo es la labor que les encargaron hacer y, cuando surgen problemas y lo Alto sigue el rastro de la responsabilidad hacia ellos, se quedan estupefactos. Otros exponen las dificultades y problemas del trabajo ante ellos, sin embargo, ellos se siguen quejando de que no busquen la verdad para resolverlos. Al no resolver ellos mismos los problemas reales, les pasan la pelota a los supervisores bajo su mando, reprenden con dureza a los que llevan a cabo las tareas específicas. Esta reprimenda los ayuda a aliviar su rabia e incluso creen, con la conciencia tranquila, que están haciendo trabajo real. Nunca se han sentido preocupados ni ansiosos por no ser capaces de descubrir los problemas ni de resolverlos, y tampoco han perdido el apetito o el sueño por este motivo; nunca han sufrido esta clase de dificultad.
Siempre que visito una iglesia de la granja, resuelvo algunos problemas. Cada vez que voy, no es porque haya encontrado algún problema específico que abordar, sino solo porque dispongo de algo de tiempo libre para ir de un lado a otro y ver cómo va el trabajo de varios equipos en la iglesia, así como cuáles son los estados de las personas en cada equipo. Reúno a los supervisores para una charla, les pregunto qué trabajo han estado haciendo durante este periodo y qué problemas hay, les permito plantear algunas cuestiones y luego hablo con ellos sobre cómo resolverlas. Cuando hablo con ellos, también puedo descubrir algunos problemas nuevos. Un tipo de problema es el relacionado con cómo hacen su trabajo los líderes y obreros; otro es el que hay en el trabajo dentro del ámbito de sus responsabilidades. Asimismo, también los ayudo y los guío en lo que respecta a cómo hacer trabajo específico, cómo poner en marcha el trabajo y cuál llevar a cabo, y luego hago seguimiento la próxima vez que voy y les pregunto cómo ha ido el trabajo que les encargué en la ocasión anterior. Esta supervisión, exhortación y seguimiento son necesarios. Aunque esto no se hace con mucha fanfarria ni dando gritos ni se anuncia con grandes altavoces, estos trabajos y tareas específicos se comunican y se ponen en marcha a través de algunos líderes y obreros que pueden hacer trabajo real. Así, el trabajo de cada equipo se vuelve ordenado y progresa, aumenta la eficiencia en este y los resultados son mejores. Al final, todo el mundo en cada equipo se puede aferrar a su propio deber, pues sabe lo que debería hacer y cómo hacerlo. Como poco, todo el mundo cumple el deber que le corresponde, tiene tareas entre manos y lo que hace se conforma a los requerimientos de la casa de Dios y también se puede hacer de acuerdo con los principios. ¿No es esto lograr algunos resultados? ¿Saben los falsos líderes cómo trabajar de esta manera? Los falsos líderes reflexionarían: “Entonces, es así como lleva a cabo el trabajo lo Alto; reúne a algunas personas para charlar, todo el mundo toma notas en una pequeña libreta y, después de eso, el trabajo de lo Alto queda concluido. Si es así como se lleva a cabo el trabajo por parte de lo Alto, entonces lo haremos nosotros de la misma manera”. Por tanto, los falsos líderes imitan así. Remedan la apariencia, pero al final no hacen ningún trabajo real en absoluto, no ponen en marcha ninguna de las tareas que les pidieron que hicieran, dejan que pase el tiempo de manera ociosa y sin hablar de nada. Yo también voy a veces a los campos de verduras y a los invernaderos para ver cómo están creciendo las plántulas, o a fin de averiguar cuántos ciclos de cultivos pueden crecer en el invernadero durante el invierno y con qué frecuencia regarlos. Todas estas tareas, ya sean grandes o pequeñas, involucran cuestiones técnicas relacionadas con el crecimiento de las verduras y, mientras uno las realice con diligencia, es posible lograrlas. ¿Dónde muestran primordialmente su falsedad los falsos líderes? Lo más destacable es que no hacen trabajo real; solo hacen algunas tareas para quedar bien y luego dan el trabajo por concluido y empiezan a disfrutar de los beneficios de su estatus. Por mucho trabajo de este tipo que hagan, ¿significa esto que llevan a cabo trabajo real? La comprensión de la verdad por parte de la mayoría de los falsos líderes es impura, solo entienden algunas palabras y doctrinas, lo cual dificulta mucho hacer bien el trabajo real. Una parte de los falsos líderes no puede siquiera resolver problemas relacionados con asuntos generales; está claro que tienen un calibre pobre y carecen de entendimiento espiritual. No vale absolutamente de nada cultivarlos. Algunos falsos líderes sí tienen un poco de calibre, pero no hacen un trabajo real y disfrutan de las comodidades de la carne. Las personas que disfrutan de las comodidades de la carne no difieren mucho de los cerdos. Los cerdos se pasan el día comiendo y durmiendo. No hacen nada. Sin embargo, tras un año de trabajo duro y de mantenerlos alimentados, cuando toda la familia come carne a final de año, se puede decir que han sido útiles. Si se mantiene a un falso líder como a un cerdo, comiendo y bebiendo gratis tres veces al día, creciendo gordo y fuerte, pero no hace ningún trabajo real y es un haragán, ¿acaso no ha sido inútil mantenerlo? ¿Ha servido de algo? Solo puede servir como contraste y se le debería descartar. De verdad, es mejor mantener a un cerdo que a un falso líder. Los falsos líderes pueden tener el título de “líder”, pueden ocupar ese puesto, comer bien tres veces al día, disfrutar de muchas de las gracias de Dios, ponerse rollizos y rosados de tanto comer a final de año, pero ¿qué hay del trabajo? Deberían fijarse en todo lo que han logrado este año en el trabajo. ¿Han obtenido resultados en algún ámbito del trabajo este año? ¿Qué trabajo real han realizado? La casa de Dios no pide que hagan todas las tareas a la perfección, pero deben hacer bien el trabajo crucial, como el evangélico, por ejemplo, o el de producción de películas o el relacionado con textos, entre otros. Todos ellos deben ser fructíferos. En circunstancias normales, la mayoría del trabajo debería producir algunos resultados y logros al cabo de tres o cinco meses; si no se dan logros después de un año, entonces existe un problema grave. Dentro del ámbito de su responsabilidad, ¿qué trabajo ha sido el más fructífero? ¿Por cuál han pagado el mayor precio y sufrido más a lo largo del año? Deberían presentar este logro y reflexionar sobre si han conseguido algunos logros valiosos en su año de disfrute de la gracia de Dios; deberían disponer de claridad al respecto en su fuero interno. ¿Qué hacían mientras comían el alimento de la casa de Dios y gozaban de Su gracia todo este tiempo? ¿Han logrado algo? Si no han logrado nada, es que solo están saliendo del paso, son auténticos falsos líderes. ¿Se debería destituir y descartar a tales líderes? (Sí). ¿Podéis discernir a tales falsos líderes cuando os topáis con ellos? ¿Podéis ver que son falsos líderes, que solo actúan por inercia para comer gratis? Comen hasta que tienen la boca grasienta, pero nunca parecen preocuparse ni estar ansiosos por el trabajo, no participan ni indagan sobre ninguna tarea específica. Aunque indaguen, es por una razón; solo lo hacen cuando lo Alto los presiona respecto a los resultados, de lo contrario ni se molestarían. Siempre disfrutan del gozo, ven a menudo películas o series de televisión. Delegan el trabajo y, mientras el resto está ocupado haciendo sus deberes, ellos están descansando y pasándoselo bien. Si hay un problema e intentáis encontrarlos para que lidien con ello, no aparecen por ninguna parte, pero nunca llegan tarde a las comidas. Y, después de comer, cuando todo el mundo vuelve al trabajo, se marchan para tomarse más tiempo libre. Si les preguntas: “¿Por qué no sales a comprobar el trabajo? ¡Todo el mundo está esperando tus indicaciones, tu organización!”, dicen: “¿Para qué esperarme a mí? Todos podéis hacerlo, todos sabéis hacerlo, ¿acaso no es lo mismo cuando no estoy por aquí? ¿Es que no puedo descansar un rato?”. “¿Es eso descansar? ¡Solo estás viendo películas!”. “Estoy aprendiendo habilidades profesionales, estoy estudiando cómo se ruedan las películas”. Incluso ponen excusas. Ven una película tras otra y, cuando todo el mundo descansa por la noche, también lo hacen. Cada día, actúan por inercia de esta manera, pero ¿hasta qué punto? A todo el mundo le parecen desagradables, hacen que todos se sientan incómodos y, al final, nadie les presta atención. Decidme, si este líder no está a cargo, ¿todavía puede progresar el trabajo? ¿Deja la tierra de dar vueltas sin él? (Sigue dando vueltas). Entonces, habría que dejarlo en evidencia para que todo el mundo viera que esta persona no se ocupa de las tareas que le corresponden y no debería limitar a nadie. A este falso líder que no se ocupa de las tareas que le corresponden hay que dejarlo en evidencia y diseccionarlo para que todo el mundo lo discierna, ¡y luego habría que destituirlo para que se eche a un lado! ¿Podéis discernir a tales falsos líderes cuando os los encontráis? Sin falsos líderes, ¿os sentiríais todos como marineros sin un capitán? ¿Completaríais el trabajo y finalizaríais las tareas con independencia? Si no lo hicierais, entonces estáis en peligro. Al afrontar a esta clase de falso líder que no hace su deber adecuadamente, no predica con el ejemplo y pierde el tiempo chateando por internet; ¿tendríais discernimiento en esta clase de situación? ¿Os veríais influenciados por ellos y os dedicaríais también al parloteo ocioso y a demorar vuestros deberes? ¿Aún podéis seguir a tales falsos líderes? (No).
Algunos falsos líderes son glotones y perezosos y prefieren las comodidades al trabajo duro. No quieren trabajar ni preocuparse, eluden el esfuerzo y la responsabilidad y solo quieren disfrutar de la comodidad. Les gusta comer y jugar y son especialmente perezosos. Había un falso líder que solo se levantaba por la mañana cuando todo el mundo había terminado de comer y, por la noche, seguía viendo series de televisión mientras todos los demás descansaban. Un hermano responsable de la cocina no pudo soportarlo más y lo criticó. ¿Pensáis que escucharía a un cocinero? (No). Supongamos que un líder o un obrero regañó a un falso líder así: “Tienes que ser más diligente; has de hacer el trabajo que se debe hacer. Como líder, debes cumplir tus responsabilidades sea cual sea el trabajo; debes asegurarte de que no hay problemas relacionados. Cuando se detecta un problema y no estás presente para resolverlo, eso afecta al trabajo. Si siempre trabajas así, ¿no retrasas la obra de la iglesia? ¿Puedes asumir esta responsabilidad?”. ¿Escucharía estas palabras? No necesariamente. En el caso de estos falsos líderes, el grupo que toma decisiones debería destituirlos de inmediato, asignarles otros arreglos de la obra dejándoles hacer lo que sean capaces de hacer. Si son unos inútiles, si quieren gorronear dondequiera que vayan y si son incapaces de hacer nada, despedirlos sin dejarles realizar ningún deber. No son dignos de desempeñar ningún deber; no son humanos, les falta la conciencia y la razón de la humanidad normal y son unos sinvergüenzas. A estos falsos líderes, que no son más que un hatajo de vagos, una vez que se los ha desenmascarado, se los debería destituir directamente; no hace falta intentar exhortarlos ni se les debería dar ninguna oportunidad de someterse a observación ni es necesario compartir la verdad con ellos. ¿Acaso no han oído ya suficientes verdades? Si se los podara, ¿podrían cambiar? No podrían. Si alguien tiene un calibre deficiente, le sobrevienen ideas absurdas en ocasiones o es incapaz de ver el panorama completo por ignorancia, pero es diligente, lleva una carga y no es perezoso, entonces, a pesar de las desviaciones en el cumplimiento de su deber, puede arrepentirse al enfrentarse a una poda. Como mínimo, conoce las responsabilidades de un líder y sabe lo que debería hacer; tiene una conciencia, un sentido de la responsabilidad y un corazón. No obstante, los que son perezosos, prefieren la comodidad al trabajo duro y no llevan ninguna carga, no pueden cambiar. No hay ninguna carga en el corazón, al margen de quién los pode, todo es inútil. Hay quien dice: “Entonces, si el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de Dios cayeran sobre ellos, ¿cambiaría esto su problema de que no soportan cargas?”. Esto es inmutable; lo determina la naturaleza de uno, como un perro no puede cambiar el hábito de comer porquerías. Cada vez que ves a alguien que es vago y no lleva carga, y que además sirve como líder, puedes estar seguro de que es un falso líder. Alguien podría decir: “¿Cómo puedes llamarlo falso líder? Tiene buen calibre, es astuto, puede desentrañar cosas y urdir planes. En el mundo gestionaba negocios, era director general; ¡posee conocimientos, experiencia y sabe del mundo!”. ¿Pueden estas cualidades resolver el problema de que es vago y carece de una carga? (No).
¿Qué tipo de manifestaciones y características muestran aquellos que son excesivamente vagos? En primer lugar, hagan lo que hagan, actúan de forma superficial, pierden el tiempo, van a un ritmo pausado, descansan y procrastinan siempre que sea posible. En segundo lugar, ignoran el trabajo de la iglesia. Para ellos, quien quiera preocuparse por tales cosas puede hacerlo. Ellos no lo harán. Cuando se preocupan por algo, es en aras de su propia fama, ganancia y estatus, pues a ellos solo les importa poder disfrutar de los beneficios del estatus. En tercer lugar, se apartan de las dificultades en su trabajo; son incapaces de aceptar que este sea siquiera un poco agotador, se muestran muy resentidos si lo es y son incapaces de afrontar dificultades o de pagar un precio. En cuarto lugar, son incapaces de perseverar en cualquiera que sea el trabajo que hagan, siempre abandonan a medio camino y no llegan hasta el final en nada. Si están momentáneamente de buen humor, podrían hacer algo de trabajo por diversión, pero si algo requiere un compromiso a largo plazo y les mantiene ocupados, requiere pensar mucho y su carne se fatiga, con el tiempo empiezan a quejarse. Por ejemplo, algunos líderes están a cargo del trabajo de la iglesia, y al principio lo ven como algo nuevo y fresco. Están muy motivados con su enseñanza de la verdad y cuando ven que los hermanos y las hermanas tienen problemas, son capaces de ayudarlos y de resolverlos. No obstante, después de dedicarle empeño durante un tiempo, el trabajo de liderazgo les empieza a parecer demasiado agotador y se vuelven negativos; quieren cambiar a un trabajo más fácil y no están dispuestos a afrontar dificultades. Tales personas carecen de perseverancia. En quinto lugar, otra característica que distingue a las personas vagas es su falta de voluntad para hacer trabajo real. En cuanto empiezan a sufrir en sus propias carnes, inventan excusas y evaden su trabajo y lo eluden, o bien se lo pasan a otro. Y cuando esa persona termina el trabajo, ellos se llevan el mérito con total desvergüenza. Estas son las cinco características principales de las personas vagas. Deberíais observar si hay tales personas vagas entre los líderes y obreros de las iglesias. Si encontráis a una, se la debería destituir de inmediato. ¿Las personas vagas pueden hacer una buena labor como líderes? Con independencia del calibre que tengan o de su calidad humana, si son vagas, no podrán hacer bien su trabajo, y retrasarán tanto este como las cuestiones importantes. El trabajo de la iglesia es polifacético, cada aspecto de este conlleva muchas minuciosas tareas y requiere compartir la verdad para resolver los problemas a fin de que se haga bien. Por tanto, los líderes y obreros deben ser diligentes —tienen que hablar y trabajar mucho a diario para garantizar la eficacia del trabajo—. Si hablan o hacen demasiado poco, no se obtendrán resultados. Por tanto, si un líder o un obrero es una persona vaga, en realidad, son falsos líderes e incapaces de hacer trabajo real. Las personas vagas no hacen trabajo real, ni mucho menos acuden ellas mismas a los lugares de trabajo y no están dispuestas a resolver problemas ni a involucrarse en un trabajo específico. No entienden ni comprenden lo más mínimo los problemas de ningún trabajo. Simplemente tienen una idea superficial y vaga en su cabeza a partir de escuchar lo que han dicho los demás, y salen del paso solo predicando un poco de doctrina. ¿Podéis discernir a este tipo de líder? ¿Sois capaces de identificar que son falsos líderes? (En cierta medida). Las personas vagas actúan por inercia en todos sus deberes. Sea cual sea el cometido, carecen de perseverancia, trabajan a trompicones y se quejan cada vez que padecen dificultades, al tiempo que profieren agravios interminables. Insultan a todos los que las critican o las podan, como una arpía que suelta insultos por la calle; siempre quieren descargar su ira sobre los demás y no quieren hacer su deber. ¿Qué muestra el hecho de que no quieran hacer su deber? Muestra que no llevan una carga, no quieren asumir responsabilidades y son personas vagas. No quieren padecer dificultades ni pagar el precio. Esto se aplica especialmente a los líderes y obreros; si no soportan una carga, ¿pueden cumplir las responsabilidades de los líderes y obreros? En absoluto.
Los falsos líderes no hacen seguimiento ni dan indicaciones relativas al trabajo
Acabamos de comentar este aspecto de la quinta responsabilidad de los líderes y obreros: “mantenerse al día en la captación y la comprensión del estado de cada aspecto del trabajo”. Al comentar este aspecto, dejamos en evidencia algunas manifestaciones específicas de los falsos líderes, además de su humanidad y calidad humana. Ahora vamos a fijarnos en “mantenerse al día en la captación y la comprensión del progreso de cada aspecto del trabajo”. Por supuesto, el progreso del trabajo está relacionado en cierto modo con el estado del trabajo, la relación es relativamente cercana. Si uno no puede mantener una captación y una comprensión del estado de un aspecto del trabajo, de la misma manera no puede mantener entonces una captación y una comprensión del progreso del trabajo. Por ejemplo, todos estos problemas específicos están relacionados con el progreso: cómo es el progreso del trabajo, hasta qué etapa ha avanzado, cuáles son los estados de las personas involucradas, si hay algunas dificultades con los aspectos profesionales, si hay algunos ámbitos del trabajo que no cumplen con los requisitos de la casa de Dios, cómo son los resultados que se han logrado, si algunas personas que trabajan y no son muy hábiles en los aspectos profesionales del trabajo están aprendiendo, quién organiza el aprendizaje, qué están aprendiendo, cómo lo están aprendiendo y demás. Por ejemplo, ¿acaso no es bastante importante el trabajo de componer himnos? Para un himno, desde la selección inicial de pasajes clásicos de las palabras de Dios hasta completar la composición, ¿qué tareas específicas se necesitan emprender en este proceso? Primero, es necesario seleccionar pasajes clásicos de las palabras de Dios que sean aptos para convertirse en himnos, y además deben tener la duración apropiada. El segundo paso implica deliberar qué estilo de melodía pega con el pasaje a fin de que sea agradable y disfrutable cantarla. Entonces, se ha de encontrar a los intérpretes adecuados para cantar el himno. ¿Acaso no son tareas específicas? (Sí). Después de componer un himno, el falso líder no indaga en absoluto sobre si la composición es apta o si el estilo es apropiado. El compositor, al percibir la falta de supervisión, considera a título personal que es adecuado y procede a grabarlo. Al pasaje de las palabras de Dios que todo el mundo estaba ansioso por convertir en un himno se le pone por fin música y se trasforma en himno, pero a la mayoría le parece que todavía tiene fallos cuando lo cantan. ¿Qué problemas surgen? El himno compuesto no está a la altura; se grabó a pesar de carecer de melodía y atractivo. El falso líder, tras oírlo, pregunta: “¿Quién ha compuesto este himno? ¿Por qué se ha grabado?”. Cuando hace esta pregunta, ya ha transcurrido un mes. Durante este mes, ¿acaso el líder no debería haber hecho seguimiento y captado con prontitud el progreso de este trabajo? Por ejemplo, ¿cómo iba la composición? ¿Se decidió la tonada básica? ¿Tenía melodía? ¿La melodía y el estilo de este himno coincidían con las palabras de Dios? ¿Aportaron su orientación los individuos con experiencia relevante? Después de componerlo, ¿se podía cantar este himno extensamente? ¿Qué efectos tendría? ¿Se consideraba buena la tonada? El falso líder fracasó unánimemente a la hora de hacer seguimiento de tales asuntos. Y tiene una razón para no hacer seguimiento: “No entiendo de composición de himnos. ¿Cómo puedo hacer seguimiento de algo que no entiendo? Es imposible”. ¿Es esta una legítima razón? (No). No es una legítima razón; por tanto, ¿puede alguien que no esté familiarizado con componer himnos hacer seguimiento igualmente? (Sí). ¿Cómo debería hacerlo? (Puede trabajar junto a los hermanos y hermanas, y revisar la melodía según los principios para ver si es la adecuada; puede hacer seguimiento del trabajo de manera práctica, en lugar de lavarse las manos al respecto). La principal característica del trabajo de los falsos líderes es parlotear sobre doctrina y repetir consignas. Tras dictar sus órdenes, sencillamente se lavan las manos del asunto. No preguntan por el desarrollo posterior del trabajo; no preguntan si han surgido problemas, anomalías o dificultades. Consideran que han terminado su cometido en el momento en el que asignan el trabajo. De hecho, como líder, tras organizar el trabajo, debes hacer un seguimiento del progreso de este. Aunque no conozcas ese campo del trabajo, aunque carezcas de conocimientos al respecto, puedes buscar una manera de hacer tu trabajo. Puedes buscar a alguien que lo capte de veras, que entienda la profesión en cuestión, para que lleve a cabo investigación y haga sugerencias. A partir de sus sugerencias podrás identificar los principios adecuados y, así, serás capaz de hacer seguimiento del trabajo. Estés o no familiarizado con la profesión en cuestión, la comprendas o no, al menos debes dirigir el trabajo, hacer un seguimiento de él, pedir información y preguntar en todo momento para informarte de su progreso. Has de mantenerte al tanto de esas cuestiones; es tu responsabilidad, parte de tu trabajo. No hacer seguimiento del trabajo, no hacer nada más después de haberlo asignado, lavarse las manos, así es como hacen las cosas los falsos líderes. También son manifestaciones de los falsos líderes no hacer un seguimiento del trabajo ni dar indicaciones respecto a este ni pedir información sobre los problemas que surgen ni resolverlos ni captar el progreso o la eficacia del trabajo.
Los falsos líderes no hacen trabajo real, lo cual demora el progreso del trabajo
Como los falsos líderes no se enteran del progreso de la obra y son incapaces de identificar con celeridad —y mucho menos resolver— los problemas que surgen en ella, a menudo se producen reiterados retrasos. En ciertos trabajos, dado que la gente no capta los principios y no hay nadie adecuado para hacerse responsable o dirigirlo, los que lo llevan a cabo se hallan a menudo en un estado de negatividad, pasividad y espera que repercute gravemente en el progreso de la obra. Si los líderes hubieran cumplido con sus responsabilidades, si hubieran dirigido el trabajo, lo hubieran impulsado, lo hubieran supervisado y hubieran buscado a alguien que entendiera de ese campo para guiar el trabajo, entonces el trabajo habría progresado más rápido, en lugar de sufrir reiterados retrasos. Para los líderes, pues, es vital entender y captar la situación actual del trabajo. Por supuesto, también es muy necesario que los líderes entiendan y capten cómo está progresando el trabajo, porque el progreso guarda relación con la eficacia del trabajo y los resultados que se pretende lograr con él. Si los líderes y obreros no captan cómo progresa la obra de la iglesia y no hacen un seguimiento ni supervisan nada, el progreso acabará siendo lento. Esto se debe a que la mayoría de las personas que cumplen deberes son sumamente ruines, no tienen sentido de la carga y a menudo son negativas, pasivas y superficiales. Si no hay nadie con sentido de la carga y capacidad de trabajo que se responsabilice de la obra de manera concreta, averigüe a tiempo el progreso de esta y guíe, supervise, discipline y pode al personal que realiza los deberes, entonces, de manera natural, el nivel de eficiencia del trabajo va a ser muy bajo y los resultados serán muy deficientes. Si los líderes y obreros ni siquiera pueden ver esto con claridad, son necios y ciegos. Por tanto, los líderes y obreros deben indagar, hacer seguimiento y captar enseguida el progreso de la obra, fijarse en los problemas que se han de resolver en las personas que realizan los deberes y establecer cuáles de ellos se han de solucionar para obtener mejores resultados. Todas estas cosas son fundamentales, una persona que ejerce como líder debe tenerlas claras. Para realizar bien tu deber, no has de ser como un falso líder que hace algo de trabajo superficial y ya con eso piensa que ha cumplido bien su deber. Los falsos líderes son descuidados y despreocupados en su trabajo, no tienen sentido de la responsabilidad, no resuelven los problemas cuando surgen, y sea cual sea el trabajo que hagan, solo rascan la superficie y lo abordan de manera superficial, solo sueltan palabras altisonantes, escupen doctrinas y palabrería vacía, y actúan por inercia en su trabajo. En general, este es el estado en el que trabajan los falsos líderes. En comparación con los anticristos, los falsos líderes no hacen nada abiertamente malvado y no obran deliberadamente con maldad; sin embargo, si te fijas en la efectividad de su trabajo, es justo calificarlos como negligentes, decir que no soportan ninguna carga, y calificarlos como irresponsables y como carentes de lealtad hacia su trabajo.
Ahora mismo acabamos de hablar sobre que los falsos líderes no hacen trabajo real ni entienden ni captan el progreso de cada aspecto del trabajo. En cuanto a los problemas y las dificultades que surgen en el trabajo de la iglesia, también se da el caso de que los falsos líderes simplemente no les dan importancia o se limitan a soltar un poco de doctrina y a repetir consignas para quitárselos de encima. En todos los aspectos del trabajo, uno no los ve acudir al lugar de trabajo para tratar de comprenderlo y de hacer seguimiento. No se ve que enseñen la verdad para resolver los problemas allí presentes, y menos aún que orienten y supervisen allí el trabajo en persona ni que impidan que se produzcan fallos y desviaciones en él. Esta es la manifestación más obvia de la manera superficial en la que trabajan los falsos líderes. Aunque estos, a diferencia de los anticristos, no se proponen trastornar ni perturbar el trabajo de la iglesia ni cometen diversas maldades ni fundan sus propios reinos independientes, sus distintas conductas superficiales causan enormes obstáculos para el trabajo de la iglesia, así que no paran de surgir diversos problemas y no se resuelven. Esto repercute gravemente en el progreso de cada aspecto del trabajo de la iglesia y afecta a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. ¿Acaso no deberían ser descartados estos falsos líderes? Los falsos líderes son incapaces de hacer trabajo real; hagan lo que hagan, empieza con fuerza, pero al final se queda en nada. El papel que desempeñan es el de maestro de ceremonias: entonan consignas, predican doctrinas y, una vez que les han asignado el trabajo a otros y han dispuesto quiénes serán responsables de él, se acabó. Se parecen a los altavoces a toda potencia que se encuentran en las zonas rurales de China, hasta ese punto llega su papel. Lo único que hacen es algo de trabajo preliminar; en lo que respecta al resto del trabajo, no se les ve por ninguna parte. En cuanto a cuestiones concretas, como la marcha de cada aspecto del trabajo, si se ajusta a los principios y si es eficaz, no conocen las respuestas. Nunca se relacionan a fondo con las bases ni visitan el lugar de trabajo para entender y captar el progreso y las particularidades de cada aspecto del trabajo. Por tanto, es posible que los falsos líderes no se propongan provocar trastornos y perturbaciones ni cometer maldades varias en el cargo de líder, pero, de hecho, paralizan el trabajo, retrasan el progreso de cada aspecto del trabajo de la iglesia e imposibilitan que el pueblo escogido de Dios haga bien el deber y obtenga la entrada en la vida. Al trabajar de esta manera, ¿cómo es posible que pudieran guiar al pueblo escogido de Dios hacia la senda correcta de fe en Él? Esto demuestra que los falsos líderes no hacen ningún trabajo real. No hacen seguimiento del trabajo del que deben responsabilizarse ni facilitan orientación ni supervisión del mismo para garantizar que la labor de la iglesia progrese con normalidad; no logran cumplir las pretendidas funciones de los líderes y obreros ni cumplir su lealtad o sus responsabilidades. Esto confirma que los falsos líderes no son leales en su forma de realizar su deber, que simplemente son negligentes; engañan tanto al pueblo escogido de Dios como a Él mismo, y afectan e impiden que se lleve a cabo Su voluntad. Este hecho es evidente para todos. Puede ser que un falso líder no esté realmente a la altura del trabajo; también puede ser que esté eludiendo su trabajo y siendo negligente adrede. En cualquier caso, el hecho sigue siendo que estropean el trabajo de la iglesia. No se avanza ni un ápice en ningún aspecto del trabajo de la iglesia, y siguen sin resolverse un montón de problemas acumulados durante mucho tiempo. Esto no repercute únicamente en la difusión del trabajo evangélico, sino que también entorpece gravemente la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios. Estos hechos bastan para demostrar que los falsos líderes no solo son incapaces de hacer trabajo real, sino que también llegan a ser obstáculos para la labor de difusión del evangelio e impedimentos para llevar a cabo la voluntad de Dios en la iglesia.
Los falsos líderes no hacen trabajo real y son incapaces de resolver problemas reales. Esto no solo demora el progreso del trabajo y afecta a sus resultados, sino que además causa graves pérdidas al trabajo de la iglesia, malgasta mucha mano de obra y recursos materiales y financieros. Por tanto, los falsos líderes deberían compensar las pérdidas económicas. Hay quien dice: “Si los líderes y obreros han de compensar las pérdidas causadas por no hacer bien su trabajo, entonces nadie estaría dispuesto a ser líder u obrero”. Esas personas irresponsables no están cualificadas para ser líderes u obreros. Aquellos sin conciencia o razón son personas malvadas; ¿acaso no es problemático que las personas malvadas quieran ser líderes y obreros? Ya que gran parte del trabajo de la casa de Dios implica gastos económicos, ¿acaso no es necesario llevar las cuentas? ¿Son las ofrendas de Dios algo que la gente pueda malgastar y despilfarrar a voluntad? ¿Qué derecho tienen los líderes y obreros a despilfarrar las ofrendas de Dios? Hay que compensar la pérdida económica que se causa; esto es perfectamente natural y justificado, y nadie puede negarlo. Por ejemplo, digamos que hay un trabajo que una persona podría completar en un mes. Si se tardan seis meses en hacer este trabajo, ¿acaso los gastos de los otros cinco no suponen una pérdida? Permitidme un ejemplo relativo a predicar el evangelio. Digamos que una persona está dispuesta a investigar el camino verdadero y es probable que puedan ganársela en solo un mes, después del cual entraría en la iglesia y continuaría recibiendo riego y provisión, y en seis meses se podrían establecer unos cimientos. Sin embargo, si la actitud que adopta la persona que predica el evangelio hacia este asunto es de desconsideración y superficialidad, y los líderes y obreros también ignoran sus responsabilidades, y acaba llevando medio año ganarse a esa persona, ¿acaso este medio año no constituye una pérdida para su vida? Si afronta los grandes desastres y no ha sentado unos cimientos en el camino verdadero, estará en peligro, ¿y acaso no le habrán fallado estas personas? Semejante pérdida no se puede medir con dinero ni cosas materiales. Si el entendimiento de la verdad de la persona se retiene durante medio año y se ha demorado medio año en sentar unos cimientos y empezar a hacer su deber, ¿quién se responsabilizará de esto? ¿Pueden permitirse los líderes y obreros responsabilizarse de esto? Nadie puede permitirse cargar con la responsabilidad de retener la vida de alguien. Dado que nadie puede asumir cargar con esta responsabilidad, ¿qué es apropiado que hagan los líderes y obreros? En dos palabras: darlo todo. ¿Darlo todo para hacer qué? Para cumplir tus propias responsabilidades, hacer todo lo que puedas ver con tus propios ojos, lo que puedas pensar con la cabeza y lograr con tu propio calibre. Esto es darlo todo, esto es ser leal y responsable y esta es la responsabilidad que los líderes y obreros deberían cumplir. Algunos líderes y obreros no tratan la predicación del evangelio como un asunto serio. Piensan: “Las ovejas de Dios oirán la voz de Dios. ¡Quienquiera que investigue y acepte estará bendecido; quienquiera que no investigue ni acepte no estará bendecido, y merece morir en un desastre!”. Los falsos líderes no muestran consideración de ningún tipo por las intenciones de Dios y no soportan ninguna carga en el trabajo evangélico; además, no se responsabilizan de los recién llegados que acaban de entrar en la iglesia ni se toman en serio la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios; siempre se concentran en disfrutar de los beneficios de su estatus. Por mucha gente que investigue el camino verdadero, no se ponen ansiosos para nada, siempre tienen una mentalidad de hacer las cosas por inercia, se comportan como un emperador retirado o un alto cargo. Por muy crucial o urgente que sea el trabajo, nunca se presentan en el lugar de los hechos, ni indagan, ni entienden la situación del trabajo, ni hacen seguimiento de este ni resuelven problemas. Solo organizan las tareas y piensan que su trabajo está finiquitado, y creen que eso constituye hacer trabajo. ¿Acaso no es esto ser superficial? ¿No es engañar tanto a aquellos por encima como a aquellos por debajo? ¿Son tales líderes y obreros aptos para que Dios los use? ¿No son iguales que los altos cargos del gran dragón rojo? Piensan: “Ser líder u obrero es como ser un alto cargo, y uno debería disfrutar de los beneficios de este estatus. Ser un alto cargo me concede este privilegio, me exime de estar presente para todas las cuestiones. Si siempre estuviera en el lugar, haciendo seguimiento del trabajo y entendiendo la situación, sería muy agotador, ¡qué denigrante! ¡No puedo aceptar tanta fatiga!”. Así es exactamente como trabajan los falsos líderes y obreros, solo se preocupan por codiciar la comodidad y disfrutar de los beneficios del estatus sin hacer ningún trabajo real, y carecen por completo de ninguna conciencia o razón. A tales parásitos habría que descartarlos por completo e, incluso si se les castiga, ¡se lo merecen! Algunos líderes y obreros, a pesar de muchos años haciendo trabajo de iglesia, no saben predicar el evangelio, menos aún dar testimonio. Si les pides que compartan todas las verdades relativas a las visiones del trabajo de Dios a los destinatarios potenciales del evangelio, son incapaces de ello. Cuando les preguntan: “¿Alguna vez has dedicado esfuerzo a dotarte con la verdad de las visiones?”, los falsos líderes reflexionan: “¿Por qué debería esforzarme tanto? Dado mi alto estatus, esa tarea no es para mí; hay gente de sobra para hacerlo”. Decidme, ¿qué clase de criaturas son? Han estado haciendo trabajo de iglesia durante muchos años, pero no saben predicar el evangelio. Y, en cuanto a dar testimonio, han de encontrar a un predicador del evangelio que lo haga por ellos. Si como líder u obrero no puedes predicar el evangelio, dar testimonio ni compartir con las personas las verdades relativas a las visiones, ¿qué puedes hacer? ¿Cuáles son tus responsabilidades? ¿Las has cumplido? ¿Solo te las estás arreglando con lo que ya tienes? ¿Qué es lo que tienes? ¿Quién te autorizó para arreglártelas con lo que ya tienes? Algunos supervisores del equipo evangélico ni siquiera han observado ni escuchado nunca a otros predicar el evangelio. Les da igual escuchar; no se molestan, lo consideran un problema y les falta paciencia. Son líderes, ¿es que no lo sabes? Nada menos que altos cargos, así que no hacen estas tareas específicas, sino que imponen a los hermanos y hermanas que las hagan. Supongamos que algunos trabajadores evangélicos se encuentran con alguien de alto calibre, que aborda todas las cosas con sinceridad y desea entender algunas verdades específicas relativas a las visiones. Los trabajadores evangélicos no pueden compartir con total claridad, así que les piden a sus líderes que lo hagan. Los líderes se ven a sí mismos sin palabras e incluso recurren a excusas, diciendo: “Nunca he hecho este trabajo yo mismo. Hacedlo vosotros; os respaldaré. Si surge algún problema, os ayudaré a arreglarlo; os apoyo. No os preocupéis. ¿Qué hay que temer si tenemos a Dios? Cuando alguien busca el camino verdadero, podéis dar testimonio o hablar sobre las verdades de las visiones. Solo soy responsable de hablar sobre las verdades de la entrada en la vida. El trabajo de dar testimonio es la pesada carga que habéis de soportar, no os amparéis en mí”. Cada vez que se trata del momento crucial de dar testimonio en la predicación del evangelio, se esconden. Son del todo conscientes de que carecen de la verdad, así que ¿por qué no hacen un esfuerzo para dotarse de ella? Saben de sobra que carecen de la verdad, ¿por qué siempre hacen desesperados esfuerzos para convertirse en líderes? No tienen talento alguno y, sin embargo, tienen las agallas de asumir cualquier alto cargo —asumirían el puesto de emperador, si les dejaras—, ¡son demasiado desvergonzados! No importa el grado de liderazgo que ostenten, no pueden hacer trabajo real, pero se atreven a disfrutar de los beneficios del estatus sin sentir ni una punzada en su conciencia. ¿Acaso no son totalmente desvergonzados? Sería entendible que te hubieran pedido hablar en una lengua extranjera y no supieras; pero compartir las verdades de las visiones y las intenciones de Dios en tu lengua nativa debería ser posible, ¿no? La gente que solo lleva creyendo entre tres y cinco años puede tener la excusa de que no es capaz de compartir la verdad. Sin embargo, algunos llevan creyendo casi 20 años y supone una sorpresa que sigan sin ser capaces de compartir las verdades relativas a las visiones; ¿acaso no son unos individuos inservibles? ¿No son unos inútiles? Me asombra oír que alguien haya creído en Dios durante tantos años y aun así no sepa compartir las verdades sobre las visiones. ¿Qué sentís todos tras oír esto? ¿Acaso no es inconcebible? ¿Cómo han estado haciendo su trabajo todos estos años? Cuando les piden que aporten orientación para hacer música, no saben cómo y dicen que este ámbito especializado es demasiado difícil, que no es algo que la persona promedio pueda entender. Cuando les piden aportar orientación en el trabajo de crear arte o en el de producción de películas, aseguran que estas labores requieren un nivel demasiado alto de habilidad técnica para que puedan ocuparse de ello. Cuando les piden que escriban artículos de testimonio vivencial, dicen que su nivel de educación es demasiado bajo y no saben escribirlos, y que nunca se han formado para ello. Si no pueden desempeñar esta clase de tareas, se puede perdonar, pero el trabajo evangélico es parte inherente de su deber. Están más que familiarizados con este trabajo, ¿acaso no debería resultarles fácil? El aspecto más importante de compartir las verdades sobre las visiones es compartir con claridad la verdad de las tres etapas de la obra. Inicialmente, la gente no tiene mucha experiencia en hacerlo y puede que no comparta tan bien, pero, si se forma, con el tiempo se les da mejor compartir mientras más lo hacen, de tal modo que son capaces de hablar de manera estructurada, con un lenguaje preciso y claro y una buena expresión. ¿No es este un ámbito específico de trabajo especializado que deberían dominar los líderes? No es igual que pedirle peras al olmo, ¿no? (No). Sin embargo, tales falsos líderes no son competentes siquiera para hacer este poco de trabajo. ¿Y aun así sirven como líderes? ¿Qué hacen ocupando todavía esa posición? Algunas personas dicen: “Soy alguien cuyo pensamiento es atolondrado y poco claro, carente de lógica, y no se me da muy bien hablar sobre las verdades relativas a las visiones”. Si este es el caso, ¿puedes identificar y resolver los diversos defectos y desviaciones que suceden en el trabajo evangélico? Si no puedes identificarlos, no cabe duda de que tampoco puedes resolverlos. Cuando los falsos líderes están a cargo del trabajo evangélico, no desempeñan ningún papel a la hora de revisar ni supervisar; solo dejan que los que hay por debajo de ellos hagan lo que les plazca, para que cualquiera pueda hacer las cosas como quiera y le predique a quien quiera; no se aplican principios ni estándares en absoluto. Algunas personas actúan por capricho, carecen de razón y sobre todo de principios cuando hacen las cosas, y además cometen fechorías con imprudencia. Los falsos líderes no logran en absoluto detectar ni identificar estos problemas.
Se dice que en Sudamérica y África se ha metido a algunas personas pobres en el redil por medio del trabajo evangélico. Se trata de gente sin ingresos estables para las que incluso supone un problema conseguir suficiente comida y sobrevivir. Por tanto, ¿qué se debería hacer? Hubo un líder que dijo: “Es la intención de Dios salvar a la especie humana y, para hacerlo, uno debe primero tener lo suficiente como para comer, ¿no? ¿No debería entonces la casa de Dios proporcionar ayuda? Si creen en Dios, podemos repartirles unos cuantos libros de las palabras de Dios. No tienen ordenadores ni teléfonos, así que ¿qué deberíamos hacer si piden hacer deberes? Realizar algunas indagaciones, ver si están dispuestos a hacer deberes con sinceridad”. Por medio de la indagación, se descubrió que tales personas no tenían dinero en ese momento, pero, si lo tuvieran y pudieran comer hasta hartarse, estarían dispuestas a salir y predicar el evangelio y hacer su deber. Después de entender estas circunstancias, los líderes empezaron a distribuir fondos de ayuda, que mandaban cada mes. Se costeaba la comida y el alojamiento, e incluso la conexión a internet y la compra de teléfonos, ordenadores y demás equipamiento para estas personas con el dinero de la casa de Dios. Distribuir dinero a estas personas no tenía como objetivo difundir el trabajo evangélico sino, más bien, proveer asistencia para su supervivencia. ¿Era esto conforme a los principios? (No). ¿Acaso la casa de Dios cuenta con la regla de que, cuando predicas el evangelio y te encuentras con gente pobre sin medios de subsistencia, mientras puedan aceptar esta etapa de trabajo, habría que prestarles asistencia? ¿Existe tal principio? (No). Entonces, ¿según qué principio les distribuyó este líder los fondos de ayuda? ¿Fue porque pensaba que la casa de Dios tenía dinero, pero ningún lugar donde gastarlo, o porque consideraba a estas personas demasiado miserables, o fue con la esperanza de que estas personas ayudarían a difundir el evangelio? ¿Cuál era exactamente su intención? ¿Qué intentaban lograr? En cuanto a distribuir teléfonos, ordenadores y gastos de subsistencia, exhibían un gran gusto; disfrutaban de dedicarse a ese trabajo que proporcionaba ayudas a otros, dado que les permitía ganarse el favor de estas personas y sus corazones, y se implicaban especialmente en esta clase de tareas, iban cada vez más allá sin una pizca de vergüenza. Esto es usar el dinero de Dios para ganarse el favor de las personas y comprar su afecto. De hecho, estos pobres individuos no creían de veras en Dios, solo intentaban llenarse el estómago y buscar una manera de ganarse la vida. Tales personas no estaban buscando obtener la verdad ni la salvación. ¿Las salvaría Dios? Algunos, aunque estuvieran dispuestos a hacer un deber, no eran sinceros, sino que más bien les motivaba el deseo de teléfonos y ordenadores, de facilidades en la vida. Sin embargo, a los falsos líderes esto no les importaba; mientras que alguien estuviera dispuesto a hacer un deber, cuidaban de él, no solo dándole dinero para techo y comida, sino también comprando ordenadores, teléfonos y diverso equipamiento. Sin embargo, resultó que estas personas hacían su deber sin lograr efecto alguno. ¿Acaso este falso líder no estaba tirando el dinero sin más? ¿No estaba usando los fondos de la casa de Dios para mostrar su generosidad? (Sí). ¿Es este el trabajo que deberían hacer los líderes y obreros? (No). ¿No era este un falso líder? A los falsos líderes se les da bien fingir bondad, benevolencia y tener un corazón amable. Si quieres tener un corazón amable, eso está bien, ¡pero usa tu propio dinero! Si no tienen ropa, quítate la tuya y dásela; ¡no gastes las ofrendas de Dios! Las ofrendas de Dios son para el trabajo de difundir el evangelio, no para distribuir prestaciones sociales, y desde luego no para prestar asistencia a los pobres. La casa de Dios no es una institución benéfica. Los falsos líderes no son capaces de hacer trabajo real, e incluso menos de proveer la verdad o la vida. Solo se centran en usar las ofrendas de Dios para distribuir prestaciones sociales a fin de ganarse el favor de la gente y mantener su propia reputación y estatus. Son unos derrochadores desvergonzados, ¿verdad? Si se descubre a esos falsos líderes, ¿puede alguien dejarlos en evidencia y detenerlos a tiempo? Nadie se alzó para detenerlos. Si no hubiera sido porque lo Alto se enteró y le puso fin, la práctica de usar el dinero de Dios para proporcionar ayudas a las personas nunca hubiera terminado. Esa pobre gente ponía cada vez más la mano, siempre quería más. Son insaciables; por mucho que les des, nunca es suficiente. Aquellos que creen en Dios con sinceridad son capaces de dejar atrás a sus familias y sus carreras para hacer su deber a fin de obtener la salvación y, aunque afronten dificultades en la vida, pueden encontrar maneras de resolverlas por su cuenta sin demandar constantemente cosas de la casa de Dios. Resuelven lo que pueden por su cuenta y, en cuanto a lo que no son capaces de resolver, oran a Dios y confían en su fe para experimentarlo. ¡Aquellos que siempre le mendigan a Dios, que esperan que la casa de Dios cubra sus gastos para vivir y los mantenga, carecen por completo de razón! No quieren cumplir ningún deber y aun así desean disfrutar de la vida, solo saben extender la mano para exigir cosas de la casa de Dios y ni siquiera con eso es jamás suficiente. ¿Acaso no son mendigos? Y el falso líder, este imbécil, seguía repartiendo ayudas y no paraba, contentaba continuamente a la gente para ganarse su gratitud, e incluso llegó a pensar que tales acciones glorificaban a Dios. Estas son las cosas que más disfrutan haciendo los falsos líderes. Entonces, ¿hay alguien que pueda identificar estas cuestiones, que pueda desentrañar la esencia de estos problemas? La mayoría de los líderes hacen la vista gorda y piensan: “De todos modos, yo no estoy a cargo del trabajo evangélico, ¿por qué habrían de importarme estas cosas? El dinero que se gasta no es mío. Mientras no se toque el dinero de mi bolsillo, no pasa nada. Podéis dárselo a quien queráis, ¿qué tiene eso que ver conmigo? No es como si ese dinero acabase en mi cartera de todos modos”. Hay mucha gente irresponsable como esta por ahí, pero ¿cuántos pueden defender la obra de la casa de Dios?
El trabajo evangélico en el extranjero está ahora en marcha universalmente. Algunos países cuentan con más personas que pueden aceptar la verdad, mientras que la población de otros es de menor calibre, lo que resulta en que haya menos capaces de aceptar la verdad. Algunos países carecen de libertad de creencia, mostrando una fuerte resistencia al camino verdadero y a la obra de Dios, y no muchas personas pueden aceptar la verdad. Asimismo, la población de ciertos países es demasiado atrasada y de tan poco calibre que no pueden entender la verdad, da igual cómo se comparta, y parece que la gente de allí no está a la altura de la misma. No se debería predicar el evangelio en tales lugares. Sin embargo, aquellos que predican el evangelio no alcanzan a ver la esencia del problema; no predican a aquellos que pueden aceptar la verdad, insistiendo en cambio en buscar los casos difíciles e ignorar los fáciles. No predican en lugares donde el trabajo evangélico ya se está difundiendo y es fácil hacerlo. En cambio, insisten en predicar el evangelio en esos lugares pobres y atrasados, predican a grupos de personas con el peor calibre, que no pueden comprender la verdad, y a grupos étnicos con las nociones religiosas más densas y la resistencia más fuerte a Dios. ¿No es esto una desviación? Tomemos como ejemplo el judaísmo y algunas religiones racializadas hondamente arraigadas, que consideran al cristianismo un enemigo e incluso lo persiguen. En el caso de esta clase de países y grupos étnicos, el evangelio simplemente no se debería predicar. ¿Por qué no? Porque hacerlo es inútil. Aunque dedicaras toda la mano de obra y todos los recursos financieros y materiales, podrían pasar tres, cinco o incluso diez años sin que se vieran resultados significativos. A tenor de esta situación, ¿qué se puede hacer? Al principio, por desconocimiento, uno lo puede intentar, pero, tras ver las circunstancias con claridad, al ver que predicar el evangelio con ese gran coste puede que al final no necesariamente dé buenos resultados, uno debe entonces elegir otra senda, una que pueda lograr resultados. ¿Acaso esto no es algo que los líderes y obreros deberían ver con claridad? (Sí). Sin embargo, los falsos líderes no lo entienden. En lo que respecta a por dónde empezar a difundir el evangelio en el extranjero, algunos dicen: “Empieza por Israel. Como Israel fue la base de las dos primeras etapas de la obra de Dios, se debe predicar allí. Da igual lo difícil que sea, debemos insistir en predicarles”. Sin embargo, después de mucho tiempo predicando, no se producen resultados significativos, lo que conduce a la decepción. ¿Qué deberían hacer los líderes llegado ese momento? Si se tratara de un líder con calibre y una carga, diría: “Nuestra predicación del evangelio no tiene principios; no sabemos adaptarnos a la corriente, sino que solo contemplamos las cosas según nuestras figuraciones; ¡es demasiado ingenuo por nuestra parte! No esperábamos la estupidez, la terquedad y la absurdez de estas personas. Pensábamos que, ya que llevan miles de años creyendo en Dios, deberían ser los primeros en oír el evangelio de Dios, pero nos equivocamos; ¡son demasiado absurdos! De hecho, cuando Dios estaba haciendo la obra de redención, ya había desistido con ellos. El hecho de que nosotros volvamos ahora y les prediquemos sería embarcarnos en un esfuerzo inútil; sería trabajar en vano y actuar estúpidamente. Hemos malinterpretado las intenciones de Dios. Él no obra en esta cuestión, por tanto, ¿por qué medios podemos hacerlo nosotros los seres humanos? Lo hemos intentado, pero, da igual cómo prediquemos, no aceptan el camino verdadero. Deberíamos rendirnos de momento, dejarlos de lado y no prestarles atención a partir de ahora. Si hay algunos que estén dispuestos a buscar, entonces los acogeremos y les daremos testimonio de la obra de Dios. Si ninguno busca, entonces no hay necesidad de que nosotros los busquemos a ellos proactivamente”. ¿No es este un principio de predicar el evangelio? (Sí). Por tanto, ¿puede un falso líder atenerse a los principios? (No). Los falsos líderes tienen un calibre pobre y no pueden desentrañar la esencia del problema, dirán: “Dios ha dicho que los israelitas son Su pueblo escogido. No podemos abandonarlos en ningún momento. Deberían ir en primer lugar; hemos de predicarles primero antes que a la gente de otros países. Si la obra de Dios se difundiera en Israel, ¡qué gran gloria sería! ¡Dios trajo la gloria desde Israel hasta Oriente y deberíamos llevar esa gloria de vuelta desde Oriente a Israel, y permitirles ver el regreso de Dios!”. ¿No es esto una mera consigna? ¿Se ajusta a los hechos? Esto es lo que dirían aquellos que carecen de entendimiento espiritual. ¿Qué hay de esos falsos líderes que no hacen trabajo real? No prestan atención a estas cosas. La gente que predica el evangelio ha estado atribulada por este problema durante mucho tiempo, se debatía entre rendirse y continuar predicando, sin estar segura de cómo practicar. Los falsos líderes son del todo ajenos a que esto es un problema. Al ver a estas personas preocupadas por no tener una senda, dicen: “¿De qué hay que preocuparse? Tenemos la verdad y el testimonio vivencial; ¡predícales sin más!”. Alguien dice: “No lo entiendes, es muy complicado predicarle a esta gente”. Cuando surgen problemas significativos en el trabajo que requieren que los líderes los resuelvan, en su lugar siguen gritando consignas y diciendo palabras vacías. ¿Es este el comportamiento que se espera de los líderes? Cuando les preguntan si habría que predicarles a tales destinatarios potenciales del evangelio, dicen: “Habría que predicar a todo el mundo, en especial a los israelitas, no cabe duda de que habría que predicarles”. ¿Percibís algún problema en estas palabras? ¿Saben que esto es una desviación, un fallo en el trabajo evangélico con el que ellos deben lidiar? Estos inútiles no lo saben y todavía sueltan lenguaje grandilocuente y gritan consignas, ¡de veras son basura inútil! Y sin embargo piensan que son astutos, que tienen calibre y son inteligentes. No son siquiera conscientes de que han aparecido en el trabajo un defecto y una desviación tan grandes; ¿pueden siquiera empezar a resolverlos? Eso es incluso menos probable. Aquellos que predican el evangelio están todos muertos de preocupación; el trabajo evangélico se ha visto afectado, impedido y no puede avanzar con fluidez y, sorprendentemente, los falsos líderes no tienen idea de la desviación que ocurre en el trabajo. A la mayoría de la gente, cuando se encuentra con problemas o desviaciones en el trabajo, a menudo no le importa, no lo nota y sigue insistiendo con terquedad en el enfoque equivocado con imprudente abandono. Si los líderes y obreros además no entienden ni captan la situación con prontitud, entonces, para cuando el problema se ha vuelto grave y ha afectado al progreso del trabajo, y la mayoría de la gente puede descubrirlo, los líderes y obreros están estupefactos. Esto lo causa la negligencia del deber por parte de los líderes y obreros. Por tanto, ¿cómo pueden evitar tales graves consecuencias? Los líderes y obreros deben comprobar el trabajo con frecuencia, y entender con prontitud el estado y el progreso actual de este. Si se detecta que la eficacia en el trabajo no es alta, han de ver qué parte tiene fallos y problemas, y reflexionar: “Ahora mismo, estas personas parecen ocupadas, pero ¿por qué no hay ninguna eficacia obvia? Como el trabajo del equipo evangélico; mucha gente predica el evangelio y da testimonio de Dios todos los días, junto a algunas personas que cooperan en este trabajo, así que ¿por qué entonces no se gana a mucha gente cada mes? ¿Qué parte tiene un problema? ¿Quién lo causa? ¿Cómo se creó la desviación? ¿Cuándo empezó? He de acudir a cada grupo para averiguar qué está haciendo ahora todo el mundo, cómo son ahora los destinatarios potenciales del evangelio y si es precisa la orientación en la predicación del mismo; he de averiguar todo esto”. Por medio de la consulta, la charla y la discusión, las desviaciones y los fallos en el trabajo poco a poco se tornan evidentes. Una vez que se descubre un problema, no se puede abandonar; se debe resolver. Por consiguiente, ¿qué clase de líderes pueden detectar algunos problemas, desviaciones y fallos que aparecen en el trabajo? Estos líderes han de llevar una carga, ser diligentes e involucrarse en cada detalle del trabajo específico; hacer seguimiento, entender y captar todas las partes; verificar qué hace cada uno, qué número de personas es adecuado para hacer qué tarea, quiénes son los supervisores, cuál es el calibre de estas personas, si están haciendo bien su deber o no, cómo es su eficiencia, cómo progresa el trabajo, etcétera; todo esto se debe verificar. Asimismo, la parte más crucial del trabajo evangélico es si los predicadores del mismo tienen la verdad o no, si pueden compartir las verdades de las visiones con claridad para resolver las nociones y los problemas de la gente, si pueden aportar aquello de lo que carecen los destinatarios potenciales del evangelio para convencerlos a conciencia, y si pueden adoptar un estilo conversacional al compartir la verdad, de modo que los destinatarios potenciales del evangelio puedan oír más de la voz de Dios. Por ejemplo, si un destinatario potencial del evangelio quiere aprender verdades relativas al significado de la encarnación de Dios, pero cierto predicador del evangelio siempre habla sobre el significado de la obra de Dios y sobre qué son las nociones religiosas, ¿acaso no es esto un problema? Si una persona solo quiere averiguar cómo puede salvarse y cuál es el contenido del plan de gestión de Dios para salvar a la especie humana, ¿no es este el momento de compartir las verdades de la visión relativas a las tres etapas del trabajo de Dios? (Sí). Sin embargo, este predicador del evangelio no para de hablar sobre el juicio y castigo de Dios, y de que Él deja en evidencia que entre las actitudes corruptas de las personas se incluyen la arrogancia, la falsedad y la perversidad, y otros temas tales. Antes de que la otra parte haya aceptado la obra de Dios, el predicador del evangelio empieza a hablarles sobre castigo y juicio, dejando en evidencia sus actitudes corruptas. Como resultado, la persona siente repulsa, no consigue lo que quiere y siguen sin resolverse sus problemas que necesitan solución; pierde el interés y no está dispuesta a seguir investigando. ¿No es este un problema con el predicador del evangelio? Este no entiende la verdad o carece de entendimiento espiritual, así que es del todo inconsciente de lo que necesita la otra persona, no logra transmitir con claridad lo que quiere decir cuando habla, divaga en demasía y no resuelve los problemas de los destinatarios potenciales del evangelio de ninguna manera; ¿cómo podría ganarse a nadie predicando el evangelio así?
Los falsos líderes se desentienden de los problemas con los que se encuentran en su trabajo, sean cuales sean. No importa qué problemas surjan en el trabajo evangélico, y da igual cómo perturben y afecten a este trabajo las personas malvadas, ellos no les prestan atención, como si no fueran de su incumbencia. Los falsos líderes son atolondrados en su trabajo, con independencia de si cierto individuo obtiene algunos resultados o se conforma a los principios-verdad en su deber, no aportan supervisión ni revisión, permitiendo que la gente actúe con libertad, sin importar las consecuencias. Esto causa que nunca se resuelvan las desviaciones y defectos que aparecen en el trabajo evangélico, y un número indeterminado de personas que buscan el camino verdadero acaban por perderse, es imposible llevarlas ante Dios lo antes posible. Algunas personas, después de llegar a aceptar la obra de Dios en los últimos días, dicen: “En realidad, alguien me predicó el evangelio hace tres años. No es que no quisiera aceptarlo o que creyera en la propaganda negativa; es que la persona que me predicó era muy irresponsable. No era capaz de responder las preguntas que le hacía y no era clara al compartir cuando yo buscaba la verdad, solo decía palabras inservibles. En consecuencia, lo único que podía hacer era marcharme decepcionado”. Tres años después, una vez que investigan en internet y luego buscan y comparten con los hermanos y hermanas, estas personas resuelven todas las nociones y confusiones en su corazón una a una, confirman por completo que se trata de Dios el que se ha aparecido y hace trabajo, y lo aceptan. Aceptan la obra de Dios por medio de su propia búsqueda e investigación. Si la persona que predicaba el evangelio hubiera sido capaz de compartir la verdad con claridad y de resolver sus nociones y preguntas tres años antes, la habrían aceptado tres años antes. ¡Cuánto crecimiento de vida se ha retrasado durante estos tres años! Esto se debe catalogar como una dejación de la responsabilidad por parte de aquellos que predican el evangelio y está directamente relacionado con que estos no entiendan la verdad. Algunos trabajadores evangélicos simplemente no se centran en dotarse de la verdad, solo son capaces de soltar algunas doctrinas sin poder resolver las nociones de las personas ni los problemas reales. El resultado es que muchas personas no aceptan el evangelio a tiempo cuando lo oyen, retrasando su crecimiento en la vida varios años. Hay que decir que los líderes a cargo del trabajo evangélico son responsables de esto debido a su orientación inadecuada y supervisión insuficiente. Si los líderes y obreros de veras tienen una carga y son capaces de soportar un poco más de sufrimiento, practicar más el compartir la verdad y mostrar un poco más de lealtad, hablando con claridad sobre todos los aspectos de la verdad, de modo que esos trabajadores evangélicos sean capaces de compartir la verdad para resolver las nociones y las dudas de las personas, entonces los resultados de predicar el evangelio se volverían cada vez mejores. Esto permitiría a más personas que están investigando el camino verdadero aceptar el trabajo de Dios antes y regresar ante Él para recibir su salvación más pronto. El trabajo de la iglesia queda retenido simplemente porque los falsos líderes son gravemente negligentes en sus responsabilidades, no hacen trabajo real ni seguimiento ni supervisan el trabajo, y son incapaces de compartir la verdad para arreglar los problemas. Por supuesto, se debe también a que estos falsos líderes disfrutan de los beneficios del estatus, no persiguen la verdad en absoluto y no están dispuestos a hacer seguimiento, a supervisar ni a dirigir el trabajo de difundir el evangelio; el resultado de esto es que el trabajo progresa con lentitud y muchas desviaciones, absurdeces y fechorías imprudentes causadas por el hombre no se rectifican ni se resuelven con prontitud, lo que impacta gravemente en la efectividad de difundir el evangelio. Estos problemas solo se corrigen cuando lo Alto los detecta y les dice a los líderes y obreros que deben arreglarlos. Como los ciegos, estos falsos líderes son incapaces de descubrir ningún problema, la manera en la que hacen las cosas carece por completo de principios y, sin embargo, son incapaces de darse cuenta de sus propios fallos, y solo admiten sus errores cuando lo Alto los poda. Por tanto, ¿quién puede permitirse responsabilizarse de las pérdidas causadas por estos falsos líderes? Aunque los retiren de sus puestos, ¿cómo se pueden compensar las pérdidas que causaron? Así pues, cuando se descubre que hay falsos líderes que son incapaces de hacer ningún trabajo real, habría que destituirlos con prontitud. En algunas iglesias, el trabajo evangélico progresa con especial lentitud, y esto se debe simplemente a que los falsos líderes no hacen trabajo real, así como a muchos ejemplos por su parte de negligencia y de cometer errores.
En todos los diferentes aspectos del trabajo que hacen los falsos líderes, hay en realidad numerosos problemas, desviaciones y fallos que se han de resolver, corregir y remediar. Sin embargo, como estos falsos líderes carecen de sentido de la carga y solo disfrutan de los beneficios de su estatus sin hacer ningún trabajo real, acaban haciendo un trabajo terrible. En algunas iglesias las personas no tienen un mismo pensar, sospechan todas unas de otras, se guardan de los demás y los menoscaban, mientras que todo el tiempo temen que la casa de Dios las descarte. Al afrontar estas situaciones, los falsos líderes no se mueven para resolverlas, no logran hacer ningún trabajo real ni específico. El trabajo de la iglesia se detiene, pero los falsos líderes no se alteran por esto en ningún caso, todavía creen que han hecho mucho trabajo ellos mismos y no han demorado el de la iglesia. Tales falsos líderes son fundamentalmente incapaces de desempeñar el trabajo de proveer vida y no pueden resolver problemas reales de acuerdo con la verdad. Solo llevan a cabo un poco de trabajo de asuntos generales que lo Alto asigna y especifica especialmente, como si solo hicieran su trabajo para lo Alto. Cuando se trata del trabajo fundamental de la iglesia que lo Alto siempre ha considerado un requisito —como el trabajo de proveer vida y el de cultivar a las personas— o de ciertas tareas especiales que dirige lo Alto, no saben cómo hacerlo ni tampoco pueden. Se limitan a delegar estas tareas en otros y consideran que su trabajo ya está hecho. Hacen solo cuanto les ha ordenado lo Alto, y solo se ponen un poco en acción cuando les presionan; de lo contrario, permanecen inactivos y son superficiales; estos son falsos líderes. ¿Qué es un falso líder? En resumen, es alguien que no hace trabajo real, que no hace su trabajo como líder, que exhibe una total negligencia de su responsabilidad en el trabajo crucial y fundamental y no se pone en acción; esto es un falso líder. Los falsos líderes solo se ocupan de asuntos generales superficiales, confunden esto con hacer trabajo real y, en realidad, en lo que respecta a su trabajo como líderes y al trabajo crucial que les asigna la casa de Dios, no hacen ningún bien. Asimismo, surgen con frecuencia problemas en los diversos aspectos del trabajo de la iglesia que requieren de la resolución de los líderes, y aun así no pueden resolverlos, adoptando a menudo una actitud evasiva y los hermanos y hermanas no son capaces de encontrarlos cuando quieren resolver un problema. Si se las arreglan para encontrar al líder, este los evita con la excusa de estar demasiado ocupado con el trabajo y les pide a los hermanos y hermanas que lean las palabras de Dios por su cuenta y busquen la verdad para resolver sus problemas con independencia, adoptando un enfoque de no intervención. Esto al final lleva a que se acumulen demasiados problemas sin resolver, detiene el progreso en todos los aspectos del trabajo y conduce a la paralización del trabajo de la iglesia. Esta es la consecuencia de que los falsos líderes no hagan trabajo real. Los falsos líderes nunca son sinceros ni diligentes respecto a sus responsabilidades principales, ni buscan la verdad para resolver diversos problemas. Esto significa que los falsos líderes están destinados a ser incapaces de hacer trabajo real y resolver ningún problema. En lo que destacan los falsos líderes es en predicar palabras y doctrinas, gritar consignas y exhortar a los demás, al tiempo que solo se centran en ocuparse en el trabajo de asuntos generales. Respecto al trabajo fundamental de la iglesia que les ha confiado la casa de Dios, como proveer vida y compartir la verdad para resolver problemas, no saben cómo hacerlo, no se forman para aprender la manera ni pueden resolver ningún problema real: estos son falsos líderes.
Algunos falsos líderes, cuando les piden que guíen el trabajo relacionado con textos, como los de escribir guiones, escribir artículos de testimonio vivencial y otras tareas específicas, piensan que, ya que se trata de una mera orientación, no han de hacer ningún trabajo concreto, así que, en su lugar, se dedican a deambular de un lado a otro. “Zhang”, dicen, “¿cómo va tu artículo?”. “Ya casi está”. “Li, ¿estás encontrando alguna dificultad en la escritura de ese guion?”. “Sí, ¿me puedes ayudar a resolverlas?”. “Discutidlo entre todos vosotros. Orad algo más”. Estos líderes no solo no guían ni asisten a los hermanos y hermanas, además no se centran en desempeñar bien su propio trabajo, siempre están deambulando y viviendo una vida ociosa y cómoda. De cara al exterior, parece que inspeccionan el trabajo, pero en realidad no resuelven ningún problema; ¡son unos chupatintas! Esos funcionarios competentes en algunos países del mundo de los no creyentes son igualmente humanos corruptos, pero hasta ellos son muy superiores a estos falsos líderes, que carecen del sentido de la responsabilidad que tienen estos funcionarios. Por ejemplo, tras desencadenarse la pandemia, los países de todo el mundo empezaron a poner en marcha medidas de prevención. Al final, la mayoría de estos países convino que los esfuerzos preventivos de Taiwán eran efectivos, indicaron que el desempeño de los funcionarios del gobierno taiwanés en las tareas de respuesta a la pandemia se realizó con los estándares más altos y con el más minucioso detalle. Que un país del mundo secular, que unos funcionarios y políticos entre la especie humana corrupta ejecutaran una tarea con unos estándares tan altos y con tanto detalle es realmente admirable. Muchos funcionarios europeos estaban dispuestos a visitar y aprender de Taiwán; desde esta perspectiva, los funcionarios del gobierno de Taiwán eran muy superiores a los de otras naciones. El mero hecho de que la mayoría de sus funcionarios fueran capaces de hacer trabajo concreto y de dedicar su corazón a cumplir sus responsabilidades es algo que prueba que estos oficiales cumplían con el estándar. Algunos líderes y obreros en la iglesia siempre se muestran negligentes a la hora de hacer su deber, y no importa cómo les poden, no resulta eficaz. Me parece que la calidad humana de estos líderes y obreros no coincide siquiera con la de los funcionarios del mundo de los no creyentes que pueden hacer trabajo real. La mayoría de ellos aseguran que creen en Dios y persiguen la verdad, pero en realidad no están dispuestos a pagar un precio. Se les provee de mucha verdad, sin embargo, tal es su actitud en cuanto a hacer su deber. ¡El resultado es que todos se convierten en falsos líderes y obreros, que no están para nada a la altura comparados con los funcionarios superiores del gobierno! En realidad, mis exigencias hacia las personas no son tan altas; no exijo que la gente entienda demasiadas verdades ni tenga un calibre tan alto. El estándar mínimo es que actúen con conciencia y cumplan sus responsabilidades. Si no más, como mínimo deberías estar a la altura de tu pan diario y de la comisión que te ha encargado Dios; eso es suficiente. Sin embargo, el trabajo de Dios se ha estado llevando a cabo hasta ahora, ¿y puede mucha gente actuar con conciencia? Veo que algunos funcionarios en los países democráticos hablan y actúan con sinceridad. No exageran ni dicen teorías elevadas, su discurso es especialmente riguroso y auténtico, y son capaces de ocuparse de muchos asuntos reales. En realidad, su trabajo es bastante bueno, de veras refleja su integridad y humanidad. Al fijarnos en la mayoría de los líderes y obreros ahora en la iglesia, actúan por inercia y son superficiales en su trabajo, no han logrado resultados muy buenos ni han cumplido sus responsabilidades. Después de llegar a ser líderes, se vuelven funcionarios religiosos, se colocan en sus altos pedestales y dan órdenes, y se convierten en chupatintas. Solo se centran en disfrutar de los beneficios del estatus y les gusta que todo el mundo los siga a todas partes y revolotee a su alrededor. Rara vez se relacionan en profundidad con las bases de la iglesia para resolver problemas reales. En su fuero interno, se alejan cada vez más de Dios. ¡Esta clase de falsos líderes y falsos obreros son del todo irredimibles! He compartido la verdad concienzudamente, sin embargo, estos líderes y obreros no la asimilan, se aferran con terquedad a sus ideas erróneas y son inmutables. Su actitud hacia su deber siempre es superficial y no tienen la menor intención de arrepentirse. ¡Veo que estas personas no tienen conciencia ni razón ni son humanas en absoluto! Entonces, reflexiono: ¿sigue siendo necesario hablarles repetidas veces sobre estas verdades a esta clase de personas? ¿He de hacer que la charla sea tan específica? ¿He de padecer este sufrimiento? ¿Son estas palabras superfluas? Tras pensarlo un poco, decido que aún debo hablar, pues, aunque estas palabras no causen efecto en aquellos carentes de la menor conciencia o razón, son útiles para aquellos que, a pesar de andar algo escasos de calibre, pueden aceptar la verdad y realizar con sinceridad sus deberes. Los falsos líderes no hacen trabajo real ni cumplen sus responsabilidades, pero aquellos que persiguen la verdad aprenderán lecciones, se inspirarán y encontrarán una senda de práctica a partir de esas palabras y asuntos. La entrada en la vida no es tan fácil; sin alguien que apoye y provea, sin desmenuzar ni clarificar cada aspecto de la verdad, la gente es muy débil y a menudo se encuentra a sí misma en un estado de impotencia y perplejidad, en un estado de negatividad y pasividad. Por tanto, muchas veces, cuando veo a estos falsos líderes, me falta ánimo para hablar con ellos. Sin embargo, cuando pienso en el sufrimiento que han padecido y los precios que han pagado aquellos que creen con sinceridad en Dios y hacen su deber con lealtad, cambio de idea. No es por otra razón que esta: incluso si 30 o 50 personas —o, como poco, 8 o 10— pueden gastarse sinceramente y ser leales en sus deberes, y están dispuestas a escuchar y a someterse, entonces, decir estas palabras merece la pena. No contaría con ninguna motivación en Mí para hablar y compartir con aquellos que no tienen conciencia y razón; conversar con estas personas resulta agotador y no da ningún fruto. La mayoría de vosotros no perseguís la verdad ni pagáis un precio en vuestros deberes; no tenéis ninguna carga ni lealtad, solo actuáis por inercia en vuestras acciones y hacéis las cosas de manera reticente con la esperanza de obtener bendiciones. En realidad, no merecéis el favor de escuchar estas palabras. Os aprovecháis de aquellos que hacen sus deberes con sinceridad, de los que de veras pagan un precio, poseen lealtad y carga y están dispuestos a practicar la verdad. Estas palabras van destinadas a ellos, y vosotros, al oírlas, obtenéis un favor que no merecéis. Si se contemplara desde esta perspectiva, es decir, que la mayoría de vosotros tenéis una actitud de actuar por inercia sin ninguna sinceridad en vuestros deberes, entonces no merecéis oír estas palabras. ¿Por qué no lo merecéis? Porque, aunque las escuchéis, no sirve de nada; da igual cuánto se diga o lo detallado que sea, solo escucháis por inercia, sin practicar estas palabras, por mucho que entendáis después de escucharlas. ¿A quién habría que decir estas palabras? ¿Quién merece oírlas? Solo aquellos dispuestos a pagar un precio, que pueden gastarse con sinceridad y son leales en sus deberes y en su comisión merecen escuchar. ¿Por qué digo que merecen escuchar? Porque, cuando entienden un poco de verdad tras escucharla, pueden ponerla en práctica y practican lo que entienden; no son escurridizos ni holgazanean, y además tratan la verdad y los requerimientos de Dios con una actitud de sinceridad y anhelo, son capaces de amar la verdad y de aceptarla. Así, después de escucharlas, estas palabras causan un efecto en ellos y logran un resultado.
13 de febrero de 2021