333 Dios espera que el hombre sea sincero con Sus palabras
I
Vuestro destino y vuestro sino son muy importantes para vosotros:
son motivo de gran preocupación.
Creéis que si no hacéis las cosas con gran cuidado,
significará que dejáis de tener un destino,
que habéis destruido vuestro propio sino.
Pero ¿se os ha ocurrido alguna vez que los que dedican esfuerzos
solo por el bien de su destino se están esforzando en vano?
Semejantes esfuerzos no son genuinos; son falsedad y engaño.
Entonces, los que trabajan solo en beneficio de su destino
están en el umbral de su derrota definitiva,
pues el fracaso en la propia creencia en Dios lo causa el engaño.
A Dios no le gusta que lo adulen, lo lisonjeen ni lo traten con entusiasmo.
Le gusta que las personas honestas
se enfrenten a Su verdad y a Sus expectativas.
Más aún, le gusta que las personas sean capaces de mostrar el máximo cuidado
y la máxima consideración hacia Su corazón
y que sean capaces de renunciar a todo por Él.
Solo así se puede consolar Su corazón.
II
En Su corazón, Dios no desea ser hiriente con ningún corazón
que sea positivo y aspire a subir,
y menos aún atenuar la energía de nadie que ejecute fielmente su deber.
No obstante, Dios debe recordaros a cada uno vuestras deficiencias
y el alma sucia que yace en lo más profundo de vuestros corazones.
Lo hace así con la esperanza de que seáis capaces de
ofrecer vuestro verdadero corazón al enfrentaros a Sus palabras,
porque lo que más odia es el engaño de las personas hacia Él.
Dios solo espera que, en la última etapa de Su obra,
podáis ofrecer vuestro más destacado desempeño,
y que os dediquéis de todo corazón, ya no a medias, ya no a medias.
Por supuesto, también espera que todos vosotros podáis tener un buen destino.
No obstante, sigue teniendo Su exigencia,
que es que toméis la mejor decisión al ofrecerle vuestra única y final lealtad.
de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del destino