Las lecciones que aprendí gracias a los fracasos y contratiempos

23 Oct 2022

Por Chengxin, Corea del Sur

Cuando yo ejercía como líder de iglesia, Wang Hua estaba a cargo de mi trabajo. A menudo, ella hablaba de cómo administraba el trabajo de la iglesia. No solo estaba a cargo del trabajo en su iglesia, también supervisaba el trabajo de varias otras iglesias, y los líderes superiores la elogiaban por ser sabia, tener buen calibre y ser una líder con habilidades. Ella decía que tenía éxito en su trabajo principalmente porque se enfocaba en su entrada personal en la vida. También decía que durante sus años de estudiante, había disfrutado escribir ensayos y era una buena escritora, por lo que su correspondencia con los líderes y colaboradores necesitaba pocas correcciones, y podía comunicar asuntos complicados con una prosa clara y elocuente. Decía que Dios la había dotado con estas habilidades, y que ella ahora les daba uso. Cuando me dijo eso, sentí bastante envidia, y admiré su buen calibre, su impresionante desempeño laboral y su búsqueda de la verdad.

Pero tras trabajar con ella dos meses, me di cuenta de que a menudo se quedaba en la casa del anfitrión en lugar de asistir a las reuniones. Le pregunté: “¿Por qué no asistes a las reuniones?”. Me respondió: “Como y bebo las palabras de Dios y me equipo con la verdad para poder enseñar a otros sobre las palabras de Dios y resolver sus problemas”. Pensé: “Este es el momento de difundir el evangelio, y la obra evangelizadora es tu principal responsabilidad. Sin embargo, en una época tan ajetreada, sigues sentada en casa. ¿No estás dejando de hacer trabajo práctico y estás disfrutando con avidez de las ventajas de tu estatus?”. Pero entonces pensé: “Tiene muy buen calibre, hace mucho que es líder, e incluso los líderes superiores dicen que tiene buen calibre, sabiduría y buenas habilidades laborales. Aunque disfrute un poco de las ventajas de su estatus, ¿qué tiene? Todos tenemos corrupción, es perfectamente normal manifestarla cada tanto. Debería dejar este pensamiento ocioso”. Y sin más, dejé el tema, y la vida siguió. En esa época, algunos colaboradores y yo organizábamos reuniones con cada grupo para proveer enseñanzas y motivar a todos los evangelizadores. Cuanto más enseñaba, más lúcida me volvía. Gané algo de claridad sobre los principios de la difusión del evangelio y gané una senda de práctica. Le contamos a Wang Hua los resultados que habíamos logrado en nuestras reuniones, pero, para nuestra sorpresa, no se veía impresionada y, con una sonrisa forzada, dijo: “Eso que hicieron debería haber sido hecho por quienes difunden el evangelio. Ese trabajo es cosa de niños. En las reuniones, deberían enfocarse en enseñar sobre buscar la verdad y la entrada en la vida. Así, el éxito de la obra evangelizadora llegará de forma natural”. Pero, en ese momento, yo no tenía mucho discernimiento sobre ella, y tras oír lo que dijo, no me animé a dar mi propia opinión. Me sentí confundida y perdida, sin saber cómo proceder. Si no hacía lo que ella decía y algo salía mal y afectaba la obra evangelizadora, los hermanos y hermanas dirían que era mi culpa. Perturbar y obstruir la obra evangelizadora es una forma de hacer el mal. Que me remplazaran sería un castigo leve, y en un caso más grave, podrían expulsarme. Pensé: “Olvídalo, ¡haré lo que ella dice!”.

Al día siguiente, durante una reunión, cuando los demás mencionaban problemas prácticos que habían encontrado al evangelizar, no ayudé a analizar los problemas y a hallar soluciones según las situaciones reales que enfrentaban. En cambio, solo evité esos conflictos y problemas, y les pregunté qué habían aprendido sobre ellos mismos a partir de estos problemas. También dije que solo si nos enfocamos en la entrada en la vida podemos lograr resultados en nuestros deberes. Al oírme decir eso, los hermanos y hermanas solo miraron alrededor y se miraron entre ellos, y se notaba que estaban frustrados. Nadie dijo una palabra. Las reuniones siguieron así los siguientes días. Cuanto más enseñaba así, más me cansaba. Mi enseñanza era chata y aburrida, no tenía mucho que decir y carecía de dirección al liderar las reuniones. Me sentí en verdad muy mal y nuestras reuniones carecían de la obra del Espíritu Santo. Mis colaboradores también se sentían así. Después, buscamos a Wang Hua para hablar con ella. Planteamos nuestra preocupación de que trabajar así parecía ser un poco problemático. Pero Wang Hua insistía con su creencia de que si enseñábamos sobre la entrada en la vida, la obra evangelizadora sería efectiva. También dijo que no teníamos experiencia y que carecíamos de perspectiva, solo nos preocupábamos por nuestro trabajo y no buscábamos la verdad. Después de que ella dijera eso, yo otra vez me sentía perdida en cuanto a cómo proceder. Pensé: “Tiene buen calibre, preside muchos proyectos diferentes y los líderes superiores piensan bien de ella, ¡debería hacer lo que ella dice! Después de todo, yo tengo poca aptitud, carezco de experiencia y perspectiva, y soy inferior a ella en todo aspecto”. Así que, al final, seguí obedeciendo sus órdenes.

Durante esa época, las otras iglesias duplicaban sus resultados en la difusión del evangelio, pero los resultados de nuestra iglesia eran peores, no mejores. Me sentía absolutamente terrible y no tenía idea de cómo proceder. Justo en ese momento, hubo una reunión de colaboradores, y cuando los líderes de las otras iglesias oyeron por qué nuestra iglesia no había logrado resultados en la difusión del evangelio, criticaron a Wang Hua por deleitarse en las ventajas de su posición y no hacer trabajo práctico. No. Empezó a llorar y trató de defenderse. Dijo que no era solo culpa suya que los resultados de la evangelización fueran pobres, que también era culpa de otros colaboradores. Intentamos compartir enseñanza con ella y decirle que reflexionara sobre sus acciones, pero ella no lo aceptaba y siguió llorando y haciendo un escándalo, y perturbó por completo la reunión. Al ver esto, pensé: “Cuando vi que Wang Hua iba contra los arreglos del trabajo y no supervisaba la obra evangelizadora, pero tú nos obstaculizaste y dijiste que debíamos enfocarnos en la entrada en la vida. ¿No dijiste eso? Descuidaste resolver los problemas prácticos de la obra evangelizadora diciendo que debíamos ‘enfocarnos en la entrada en la vida’. ¿No es eso lo que hiciste? Los hechos de la cuestión estaban a la vista, no solo no has reconocido lo que has hecho, incluso intentaste deslindarte de la culpa. ¿No estás fracasando en aceptar la verdad?”. Planeaba informar a los líderes superiores sobre su situación y dejar que ellos juzgaran si ella era un persona correcta. Pero luego pensé que ella tal vez solo estuviera en un mal estado, y que trataron con ella, y ella lo tomó como una afrenta directa a su dignidad y estatus, y por eso había reaccionado tan exageradamente. Si ella recién había caído en un mal estado y yo informaba de su situación a los líderes superiores, ¿ellos pensarían que yo carecía de verdad y discernimiento, y que era incapaz de tratar a la gente con justicia? Y si Wang Hua lo descubría, ¿pensaría que yo le dificultaba las cosas a propósito? ¿Me aislaría y me complicaría las cosas? ¿Intentaría remplazarme por esto? Pensé que debería compartir enseñanza con ella primero, y seguir a partir de ahí. Tras haber hablado con ella, y con un discernimiento apropiado sobre ella, si era necesario, todavía podía informarlo.

El segundo día de la reunión de colaboradores, oí por casualidad a Wang Hua juzgando a la compañera de una hermana frente a esa hermana y generando controversia entre ellas. Le recordé: “Estas dos hermanas ya tenían algunos malentendidos, hablar así solo empeorará la situación. ¿Cómo van a seguir colaborando después?”. Ella no lo aceptó y siguió defendiéndose: “Todo lo que dije era cierto, soy una persona sincera que dice lo que ve, y digo lo que pienso”. Dije: “Eso no es decir lo que ves, tu forma de describir a esa hermana no era objetiva y apegada a los hechos, la estabas juzgando. No consideraste cómo podía dañar a esa hermana lo que dijiste, o qué efecto podía tener en la obra de la iglesia. Todo eso podría generar que su relación se deteriore, y ellas serán incapaces de colaborar apropiadamente. Eso es sembrar discordia”. Para mi sorpresa, ella respondió: “No soy como algunas personas que no dicen lo que piensan, que siempre son ambiguas, que no son transparentes en su trabajo y que siempre son taimadas y maliciosas”. Siempre atacaba a la gente con sus insinuaciones finamente veladas. Tenía problemas graves. En ese momento, quise informar sobre ella, pero pensé: “Hoy solo le hice algunas sugerencias y ella me atacó enseguida. Si se entera de que informé sobre sus problemas, ¿la vergüenza la empujaría a la ira y a buscar venganza? Ya dijo que pensaba que yo soy taimada y maliciosa, ¿y si continúa instaurando hechos en sus cabezas, me acusa de ser maliciosa y me remplaza? La policía del PCCh aún me persigue, no puedo volver a casa. Si me remplazaban y no podía volver a las reuniones en casa, ¿a dónde más podría ir?”. Esa noche, me sentí en verdad horrible, mis pensamientos estaban desenfrenados y yo no pude dormir en toda la noche. Al final, decidí no denunciarla. Entonces, a la mañana siguiente, me golpeé la cabeza contra el pilar de mi cama con tanta fuerza que me sentí mareada y aturdida, tuve dos chichones grandes que duraron varios días. Pensé: “¿Dios me está disciplinando?”. Pero, en ese momento, mis pensamientos eran confusos y yo me sentía espiritualmente adormecida, por lo que no hice nada de introspección. Durante un par de días, anduve como zombi, y sentí que había perdido la obra del Espíritu Santo.

Para mi sorpresa, inmediatamente después de la reunión de colaboradores, algunos hermanos y hermanas enviados por los líderes superiores vinieron a investigar la situación de Wang Hua, y por eso, les dije todo lo que sabía. Los hermanos y hermanas trataron conmigo con severidad: “Está claro que sabías que había un problema, ¿por qué no lo informaste cuando lo viste? Incluso si no entiendes el fondo del problema, al menos podías informar de lo que habías visto, de lo que sabías y de los detalles específicos de su conducta a los líderes superiores. Sabías que debías informar sobre sus problemas, pero, para protegerte, ignoraste la guía del Espíritu Santo, no practicaste la verdad y no protegiste los intereses de la iglesia en lo más mínimo. ¡En verdad eres egoísta y despreciable!”. Tras ser tratada y podada así, me sentí muy arrepentida y con remordimientos, y estaba profundamente avergonzada. Oré a Dios, diciendo: “¡Oh, Dios! Sé que no protegí los intereses de la iglesia, pero no sé en qué me he equivocado. Por favor, esclaréceme y guíame para que pueda conocerme. Estoy dispuesta a arrepentirme”.

Después, encontré este pasaje de las palabras de Dios. “En su trabajo, los líderes y obreros de la iglesia deben prestar atención a dos principios: uno es realizar su trabajo exactamente según los principios estipulados en los arreglos de la obra, nunca violar esos principios ni basar su trabajo en nada que pudieran imaginar o en sus propias ideas. En todo lo que hagan deben mostrar interés por la obra de la iglesia y siempre poner los intereses de la casa de Dios primero. Otra cosa, que es la más crucial, es que en todas las cosas se deben enfocar en seguir la guía del Espíritu Santo y hacer todo estrictamente siguiendo las palabras de Dios. Si siguen pudiendo ir en contra de la guía del Espíritu Santo, o si siguen tercamente sus propias ideas y hacen las cosas de acuerdo con su propia imaginación, entonces sus acciones constituirán una resistencia muy seria contra Dios. Con frecuencia, darle la espalda al esclarecimiento y a la guía del Espíritu Santo sólo conducirá a un callejón sin salida. Si pierden la obra del Espíritu Santo, entonces no podrán trabajar, y si se las arreglan para trabajar de alguna manera, no lograrán nada(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Al meditar sobre las palabras de Dios, me di cuenta de que lo que Dios exige a líderes y a obreros en su trabajo es que trabajen precisamente de acuerdo con los arreglos del trabajo y que se apeguen a los principios de la casa de Dios. Si van por su propia senda, contra los principios y la guía del Espíritu Santo, si se apegan tercamente a sus propias ideas en su trabajo, esto es una grave resistencia a Dios. Solo entonces me di cuenta de por qué había perdido la obra del Espíritu Santo y me había hundido en la oscuridad. Al recordar que había visto que Wang Hua no iba a la iglesia y no realizaba el trabajo evangelizador, me di cuenta de que esto iba contra los arreglos del trabajo. Tras hacer lo que ella decía, estaba claro que yo había perdido la obra del Espíritu Santo y que no había logrado resultados. Pero como creía que ella tenía buen calibre y que era una líder efectiva, la seguí en violar los arreglos del trabajo y, como resultado, la obra evangelizadora sufrió. Vi que Wang Hua no hacía introspección, sin importar cuántas veces se equivocara, que incluso daba vuelta las cosas y atacaba a otros, y que no podía aceptar la verdad para nada. Pero como temía ofenderla y ser remplazada, no informé sobre su problema, por lo que no corregí mis acciones incluso después de ser disciplinada por Dios. Fui contra los arreglos del trabajo y la guía del Espíritu Santo, dupliqué mi resistencia a Dios. ¿Cómo podría Dios no esconder su rostro de mí? Yo no ganaba esclarecimiento en las palabras de Dios, no tenía nada que decir en la comunión, no hallaba una senda en mis deberes y me había hundido en la completa oscuridad. Como dicen las palabras de Dios, había llegado a un callejón sin salida. ¿No había enfrentado el carácter justo de Dios?

Después, mientras reflexionaba sobre todo esto, encontré este pasaje de las palabras de Dios: “Cuando surge la confusión, ¿te ves acosado por la dificultad? Eso significa que estás acosado por la dificultad y te enfrentas a una elección. Y si eres incapaz de ver cuál es el origen de este problema, no habrá forma de resolverlo. Cuando se dan estas circunstancias, los líderes y los obreros deben hacer un balance de la situación general y de los puntos de vista y las actitudes de la mayoría de la gente, y luego informar de ello a lo alto y buscar una respuesta, a fin de resolver el problema con rapidez. ¿Os encontráis a menudo en situaciones de confusión? (Sí). Enfrentarse a menudo a la confusión es un problema. Si ocurre algo y no sabes cuál es la manera correcta de manejarlo, alguien propone una solución que te parece razonable y luego otro propone otra que también te lo parece, y no puedes ver cuál es la más adecuada; si las opiniones de todos varían, y nadie es capaz de captar cuál es la raíz y la esencia del problema, entonces se cometen deslices en su resolución. Por eso, si se quiere resolver el problema, lo fundamental, lo importante, es acudir a la fuente y a la esencia. Si los líderes y los obreros no pueden diferenciar, si son incapaces de captar la esencia del problema, si no pueden llegar a la conclusión correcta, entonces deben informar rápidamente de ello a lo alto y buscar una respuesta; esto es muy necesario, no es cuestión de hacer una montaña de un grano de arena. Si el problema no se puede resolver, entonces habrá graves consecuencias que repercutirán en el trabajo de la iglesia; esto debe quedarte claro(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Gracias a leer las palabras de Dios, me di cuenta de que cuando hallamos problemas en nuestros deberes, como conflictos entre colaboradores que no sabemos cómo resolver, o si vemos problemas con gente en puestos importantes, pero no los vemos claramente y no sabemos resolverlos, lo cual lleva a la confusión y a otros problemas, deberíamos informar a los líderes superiores a tiempo y buscar la solución. Informar sobre problemas no es buscar los defectos de la gente ni delatarla, y no es hacer una montaña de un grano de arena; el objetivo es ayudar a solucionar problemas a quienes no pueden captarlos solos para evitar retrasos en la obra y en la entrada en la vida de la gente. En cuanto a mí, no importa cuántos problemas enfrentara o cuán graves fueran, yo prefería retrasar la obra de la iglesia y dañar la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas que informar sobre problemas, si hacerlo amenazaba mis intereses o mis posibilidades futuras. Cuando vi que Wang Hua iba contra los arreglos del trabajo y no supervisaba la obra evangelizadora, aunque yo no había comprendido el problema por completo, sentí que algo estaba mal, que estaba fuera de lugar y que debía informar sobre su situación a los líderes superiores, pero me preocupaba que si algo iba contra sus órdenes, yo sería responsable y por eso hacía lo que ella decía. Cuando Wang Hua hizo un escándalo tras ser podada y tratada, aunque yo no estaba segura de si ella solo estaba en un mal estado o de si rechazaba y despreciaba la verdad en su esencia misma, podía haber hecho un informe oportuno y podría haber permitido que los líderes superiores enviaran a alguien a investigar y discernir para evitar retrasar la obra de la iglesia porque se estaba usando a la persona equivocada. Pero me preocupaba que si me equivocaba al informar sobre ella, los líderes superiores pensaran que yo carecía de discernimiento, y temía que, después, Wang Hua me oprimiera, por lo que seguí posponiendo informar sobre su problema. Si fuera responsable y salvaguardara la obra de la iglesia, sin importar si captaba la esencia del problema y entendía la verdad, nada me habría limitado y habría hallado la forma de salvaguardar los intereses de la iglesia. Pero, en cambio, para protegerme, me quedé pasiva, y me disculpé diciendo que informaría cuando tuviera el discernimiento adecuado. Pero si esperaba a tener el discernimiento adecuado, ¿no sería demasiado tarde? ¿No se vería más negativamente afectada la obra evangelizadora? Entonces comprendí lo importante que es buscar la verdad cuando estamos confundidos y enfrentamos dificultades. Es muy importante comprometerse a salvaguardar la obra de la iglesia.

Para protegerme, seguí posponiendo informar sobre los problemas de Wang Hua, y esto dañó gravemente la obra evangelizadora. Sentí mucho remordimiento. Después, hallé algunos pasajes en los que Dios expone a los anticristos. “¿Cómo se manifiesta el egoísmo y la vileza de los anticristos? En todo lo que beneficia a su estatus o reputación, se esfuerzan por hacer o decir lo que sea necesario, y están dispuestos a soportar cualquier sufrimiento. Pero en lo que respecta a las disposiciones de trabajo de la casa de Dios o al trabajo que beneficia el crecimiento en la vida de los escogidos de Dios, lo ignoran por completo. Incluso los hacedores de maldad interrumpen, interfieren y cometen todo tipo de maldades, de este modo afectando a la obra de la iglesia, permanecen impasibles y despreocupados, como si no tuviera nada que ver con ellos. Y si alguien descubre e informa de los actos de un hacedor de maldad, aseguran que no vieron nada y fingen ignorancia(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión cuatro: Resumen de la naturaleza humana de los anticristos y de la esencia de su carácter (I)). “Algunas personas no entienden muchas verdades. No entienden los principios en nada de lo que hacen y, cuando se encuentran con un problema, no saben cuál es la forma adecuada de abordarlo. ¿Cómo debe practicar la gente en esta situación? El estándar mínimo es actuar de acuerdo con la conciencia; esto es lo básico. ¿Cómo deberías actuar de acuerdo con la conciencia? Actúa desde la sinceridad y siendo digno de la bondad de Dios, de que Él te haya dado esta vida y de esta oportunidad otorgada por Él para obtener la salvación. ¿Es eso actuar de acuerdo con la conciencia? Una vez que cumplas este criterio mínimo habrás obtenido protección y no cometerás errores graves. Entonces, no será tan fácil hacer cosas para desobedecer a Dios o eludir tus responsabilidades, ni tenderás a actuar de manera deshonesta. Tampoco será fácil que maquines para tu propia posición, fama, fortuna y futuro. Este es el papel de la conciencia. Tanto la conciencia como la razón deben ser componentes de la humanidad de una persona. Ambas son las más fundamentales e importantes. ¿Qué clase de persona es la que carece de conciencia y no tiene la razón de la humanidad normal? Hablando en términos generales, es una persona que carece de humanidad, una persona de una humanidad extremadamente pobre. Entrando en más detalle, ¿qué manifestaciones de humanidad perdida exhibe esta persona? Prueba a analizar qué características se hallan en tales personas y qué manifestaciones específicas presentan. (Son egoístas y mezquinas). Las personas egoístas y mezquinas son superficiales en sus acciones y se mantienen alejadas de las cosas que no les conciernen de manera personal. No consideran los intereses de la casa de Dios ni muestran consideración por la voluntad de Dios. No asumen ninguna carga de testificar por Dios o de desempeñar sus deberes y no poseen ningún sentido de responsabilidad. […] Hay algunas personas que no asumen ninguna responsabilidad, independientemente del deber que estén cumpliendo. Tampoco informan con celeridad a sus superiores de los problemas que descubren. Cuando ven a gente actuar de manera entrometida o siendo problemática, hacen la vista gorda. Cuando ven a gente malvada cometiendo el mal, no intentan detenerlos. No muestran la menor consideración hacia los intereses de la casa de Dios, ni a lo que es su deber y responsabilidad. Cuando cumplen con su deber, las personas así no hacen ningún trabajo real; son unos complacientes sedientos de comodidades; hablan y actúan solo por su propia vanidad, su imagen, su estatus y sus intereses, y se aseguran de dedicar su tiempo y esfuerzo a cualquier cosa que les beneficie(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). Gracias a la lectura de las palabras de Dios comprendí que, en nuestros deberes, a menudo enfrentaremos problemas que no captamos por completo y que no sabemos resolver, pero aquellos con humanidad salvaguardan los intereses de la iglesia a conciencia. Aquellos sin conciencia ni razón solo consideran su propia dignidad, su estatus y sus intereses propios. No informan sobre los problemas que observan y son increíblemente egoístas y despreciables. Así era yo, exactamente. Había pospuesto informar sobre cómo Wang Hua había perturbado la obra de la iglesia para preservar mi reputación, mi estatus y mis posibilidades futuras. Acataba los venenos satánicos como “protégete y trata solamente de librarte de la culpa” y “cuando sepas que algo está mal, más te vale callar”. Temía que, si informaba sobre los problemas de Wang Hua, sería oprimida o remplazada, por lo que inventé excusas que sonaban razonables, como: “Todos están corrompidos”, “Tal vez solo esté en un mal estado” e “Informaré sobre el problema cuando lo capte mejor”. Estas excusas parecen correctas, pero, en realidad, solo intentaba protegerme y rehuir de la responsabilidad. Solo me preocupaban mi reputación, mi estatus, mis posibilidades futuras y mi destino, y no consideraba la obra de la iglesia ni salvaguardaba sus intereses. Era increíblemente egoísta e inhumana. ¡De verdad mordía la mano que me daba de comer! Había perdido la obra del Espíritu Santo y experimentaba el castigo de Dios. Esta era Su justicia.

Después, reflexioné sobre por qué seguí posponiendo informar sobre los problemas de Wang Hua… Otra razón era que carecía de discernimiento sobre ella. Gracias a la exposición de las palabras de Dios, gané discernimiento sobre la conducta de Wang Hua. Dios dice: “El método de enaltecimiento y testimonio de sí misma de la gente consiste en pavonearse y menospreciar al prójimo Además, disimula y se camufla para ocultar sus debilidades, defectos y deficiencias a los demás y que estos solo lleguen a ver su brillantez. Ni siquiera se atreve a contárselo a otras personas cuando se siente negativa; le falta valor para abrirse y hablar con ellas, y cuando hace algo mal, se esfuerza al máximo por ocultarlo y encubrirlo. Nunca habla del daño que ha ocasionado al trabajo de la iglesia en el cumplimiento del deber. Ahora bien, cuando ha hecho una contribución mínima o conseguido un pequeño éxito, se apresura a exhibirlo. No ve la hora de que el mundo entero sepa lo capaz que es, el alto calibre que tiene, lo excepcional que es y hasta qué punto es mucho mejor que las personas normales. ¿No es esta una manera de enaltecerse y dar testimonio de sí misma? ¿Es enaltecerse y dar testimonio de uno mismo algo que haría alguien con conciencia y razón? No. Así pues, cuando la gente hace esto, ¿qué carácter revela normalmente? La arrogancia es uno de los que principalmente revela, seguido de la astucia, lo que implica hacer todo lo posible para que otras personas la tengan en gran estima. Sus historias son completamente herméticas; es evidente que las palabras de estas personas entrañan unas motivaciones y tramas, pero quieren ocultar que se están exhibiendo. A resultas de lo que dicen, hacen creer a los demás que son mejores que nadie, que no hay nadie igual, que el resto es inferior a ellas. ¿Y no consiguen este resultado por medios solapados? ¿Qué carácter se halla detrás de esos medios? ¿Y hay algún elemento de maldad? Este es un carácter malvado. Puede apreciarse que estos medios que emplean estas personas están dirigidos por un carácter falso; entonces, ¿por qué digo que es inicuo? ¿Qué tiene que ver esto con la iniquidad? ¿Qué opináis? ¿Pueden ser sinceras estas personas acerca de sus objetivos al enaltecerse y dar testimonio de sí mismas? No pueden. Sin embargo, siempre hay un deseo en el fondo de su corazón y lo que dicen y hacen va en beneficio de ese deseo, y mantienen muy en secreto los objetivos y motivaciones de lo que dicen y hacen. Por ejemplo, utilizarán la distracción o alguna táctica turbia para lograr estos objetivos. ¿No es dicho secretismo astuto por naturaleza? ¿Y dicha astucia no se puede calificar de inicua? Sí, puede calificarse de inicua y está más arraigada que la falsedad. Utilizan una determinada manera o método para conseguir sus objetivos. Este carácter es engañoso. Sin embargo, a menudo los gobierna la desvergonzada ambición y el deseo en lo profundo de su corazón de tener siempre gente que los siga, los admire y los adore, de modo que se exaltan y dan testimonio de sí mismos en todas partes y hacen estas cosas con una gran falta de escrúpulos y de vergüenza. ¿Qué es este carácter? Surge del mal(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Gracias a las palabras de Dios vi que los anticristos tienen un carácter arrogante y malvado. Usan todo tipo de métodos para exaltarse y dar testimonio de sí mismos, haciendo que la gente, de a poco y sin quererlo, los admiren más que a nadie, para alcanzar su objetivo de tender trampas y controlar a la gente. Las palabras de Dios me permitieron ganar algo de discernimiento sobre los métodos e intenciones de Wang Hua. Recordé mis interacciones con ella. Solía alardear sobre cómo lidiaba con el trabajo, cómo la elogiaban los líderes superiores, y, a través de lo que implicaba, parecía darle mucha importancia a la entrada en la vida y ser alguien que buscaba la verdad. También solía alardear de sus talentos, decía que escribía cartas con prosa elegante y fluida que rara vez necesitaba correcciones, lo que hacía que otros se sintieran inferiores a ella en todos los aspectos, que no podían compararse con ella. Wang Hua usaba todo tipo de métodos para alardear y presumir sobre sí misma, pero nunca exponía su propia corrupción. Incluso daba vuelta las cosas y se encubría, se ocultaba por completo para que nadie viera sus debilidades, deficiencia o sus intenciones taimadas. De hecho, los líderes superiores habían tratado con ella muchas veces por no elegir gente de acuerdo con los principios, y por ser descuidada en sus deberes, pero ella nunca lo mencionaba. Solo hablaba de cómo la elogiaban los líderes superiores y lo bien que pensaban de ella, y solo mostraba a los demás los aspectos más presentables sobre sí misma. A menudo se quedaba en la casa en lugar de ir a la iglesia, y decía que se estaba equipando con la verdad para poder resolver mejor los problemas de la gente, cuando, de hecho, solo se deleitaba en las ventajas de su estatus. Estaba claro que no hacía nada de trabajo práctico ni resolvía ningún problema real en la obra evangelizadora, sino que difundía la falacia de que, al resolver problemas en la obra evangelizadora durante las reuniones, la gente le daba importancia al trabajo y no a la entrada en la vida. También atacaba y denigraba siempre a los demás, decía que el trabajo práctico ajeno era cosa de niños. Sembraba discordia, destruía relaciones entre hermanos y hermanas y, en secreto, socavaba a otros, pero decía que era una persona honesta y directa… Todas las acciones de Wang Hua eran siniestras y maliciosas. De no ser por la exposición de Dios, habría sido fácil ser engañada para admirarla y adorarla. Tras haber comprendido esto, por fin entré en razón y gané algo de discernimiento sobre la esencia de anticristo de Wang Hua.

Al reflexionar, me di cuenta de que otra razón por la que carecía de discernimiento sobre ella era porque no podía distinguir entre una instancia aislada de corrupción y una naturaleza y esencia corruptas. Después, hallé algunas palabras de Dios: “Todos los que han sido corrompidos por Satanás tienen un carácter corrupto. Algunos no tienen nada más que un carácter corrupto, mientras que otros son diferentes: no solo tienen un carácter satánico corrupto, sino que su naturaleza también es extremadamente maliciosa. No solo sus palabras y acciones revelan su carácter corrupto y satánico; además, estas personas son el auténtico diablo Satanás(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad). “¿Cómo define Dios a los anticristos? Odian la verdad y son hostiles a Dios. Son Sus enemigos. Ser hostil a la verdad, odiar a Dios, aborrecer todas las cosas positivas: no se trata de la debilidad e ignorancia momentáneas de la gente común, ni de un caso pasajero de pensamiento erróneo o de puntos de vista equivocados, ni de un entendimiento absurdo que es incompatible con la verdad. Este no es el problema. Son los anticristos, los enemigos de Dios, y su papel es el odio a todas las cosas positivas, es el odio a todas las verdades, es el odio y la hostilidad a Dios. ¿Y qué piensa Dios de tal papel? ¡No habrá salvación por Su parte! Esta gente desprecia la verdad, la odia, lo cual es la naturaleza de un anticristo. ¿Entendéis esto? Lo que se expone aquí es la maldad, la malevolencia y el hartazgo de la verdad, estas son las actitudes satánicas más graves de todas las actitudes corruptas, las cuales son el sello distintivo de Satanás y las que poseen más de su esencia; no son las actitudes corruptas reveladas en la humanidad corrupta ordinaria. Los anticristos son una fuerza hostil a Dios, son capaces de perturbar y tratar de controlar la iglesia, y son idóneos para socavar e interrumpir el plan de gestión de Dios. No son cosas hechas por personas corrientes con un carácter corrupto, solo los anticristos hacen esto. No debéis tomarlo a la ligera(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 6: Se comportan de forma retorcida, son arbitrarios y dictatoriales, nunca comparten con los demás y los obligan a obedecerlos). Las palabras de Dios me ayudaron a comprender que todos aquellos corrompidos por Satanás tienen un carácter satánico, pero algunos tienen humanidad, conciencia y razón, y pueden aceptar la verdad. Si cometen errores en su deber, y son expuestos, tratados y corregidos, aunque puedan sentir vergüenza y resistencia, y puedan defenderse, cuando después hacen introspección, llegan a despreciar su naturaleza corrupta y sus métodos defectuosos, comprenden que han obstruido la obra de la iglesia y sienten remordimientos, pueden despreciarse, arrepentirse y lograr la transformación. Sin embargo, algunos no solo tienen un carácter satánico, también tienen una naturaleza maliciosa, no aceptan la verdad para nada e incluso la desprecian. No importa cuánto mal cometan o cuánto dañen la obra de la iglesia, no sufren en lo más mínimo y no hacen introspección para nada. No tienen ni una pizca de culpa. No importa cuánto se los trate y exponga, nunca reconocen sus errores y nunca aceptan los hechos cuando son revelados. Desprecian como Dios trata con ellos, los poda, los juzga y los castiga, y, según sus actitudes hacia la verdad y las cosas positivas, son claramente hostiles a Dios, son Sus enemigos jurados. Recordé la conducta de Wang Hua y vi que era claro que ella no hacía trabajo práctico, era arrogante, defendía sus propias creencias y obstruía la obra evangelizadora. Cuando otros líderes la expusieron y trataron con ella, no solo no aceptó lo que le dijeron, discutió sin argumentos e intentó pasar la culpa, y así, perturbó toda la reunión. Cuando le advertí que estaba juzgando a otros y sembrando discordia entre hermanos y hermanas, no solo no lo aceptó, sino que dio vuelta las cosas, me atacó y me condenó. Siempre hablaba de enfocarse en la entrada en la vida, hacía que la gente pensara que buscaba la verdad, pero, en realidad, los arreglos del trabajo de la casa de Dios y la voluntad de Dios le desagradaban en particular y se oponía a ellos. Cuando fue expuesta y tratada, no se sometió para nada e incluso se ofendió y sintió repulsión. No importaba cuántos errores cometiera y cuánto dañara la obra de la iglesia, nunca lo reconocía, no sentía remordimientos ni deuda, y carecía por completo de conciencia. Solo cuidaba sus propios intereses, y si decías algo que amenazara su estatus, se enojaba y contraatacaba sin fundamentos. No aceptaba la verdad ni las cosas positivas para nada, trataba a cualquiera que intentara hablarle o corregirla como a un enemigo. Atacaba a cualquiera que intentara exponerla. Dado que de verdad odiaba la verdad, despreciaba a quienes la practicaban y odiaba a aquellos que la exponían por un sentido de justicia, ¿no estaba tomando a Dios como enemigo? Es como dicen las palabras de Dios: “No se trata de la debilidad e ignorancia momentáneas de la gente común, ni de un caso pasajero de pensamiento erróneo o de puntos de vista equivocados, ni de un entendimiento absurdo que es incompatible con la verdad. Este no es el problema. Son los anticristos, los enemigos de Dios, y su papel es el odio a todas las cosas positivas, es el odio a todas las verdades, es el odio y la hostilidad a Dios”. Tras ser remplazada, Wang Hua no cedía ni reconocía sus malas acciones. Incluso dijo: “Hago las cosas ante Dios y no me importa lo que otros piensen”. No parecía arrepentirse ni hacer introspección para nada. Su naturaleza era maliciosa y odiaba la verdad, ¿no era un típico anticristo? La gente así solo retrasa y perturba la obra de la iglesia.

Después, la mayoría de los hermanos y hermanas votaron para expulsar de la iglesia a Wang Hua. Mientras la remplazábamos, también ofrecimos enseñanza para facilitar la obra evangelizadora de acuerdo con los arreglos del trabajo, y la obra evangelizadora pronto logró mejores resultados. En esa época, me sentí aun más en deuda y me desprecié por ser tan egoísta, por solo cuidar de mí misma, por no salvaguardar la obra de la iglesia y por permitir que un anticristo hiciera el mal, perturbara la obra evangelizadora de la iglesia. Me juré a mí misma que, en el futuro, cuando observara que alguien interfería con la obra de la iglesia, practicaría la verdad y salvaguardaría la obra de la iglesia. Sin importar su estatus ni cuánto trabajo hubiera hecho, o cuán convincente fuera al hablar de doctrina, si alguien interfería con la obra de la iglesia, yo me atendría a los principios de la verdad. Incluso si otros me llamaban arrogante o me condenaran como malhechora o anticristo, salvaguardaría la obra de la iglesia. Incluso si no captaba del todo la situación, informaría lo que hubiera visto a los líderes superiores. Oré a Dios y dije que si no salvaguardaba la obra de la iglesia tras observar un problema, estaba dispuesta a ser disciplinada por Dios.

Unos meses después, algunos informaron que una líder llamada Li Na, de otra iglesia, no hacía trabajo práctico, no había remplazado a falsos líderes y obreros, e incluso había promovido a malhechores. Ellos no trabajaban de acuerdo con los principios y, como consecuencia, las ofrendas a Dios sufrieron daños. Li Na era particularmente proclive a alardear y denigrar a otros, y todos los hermanos y hermanas la admiraban. Sus colaboradores habían señalado sus problemas muchas veces, pero ella no aceptaba lo que decían. Además, también juzgaba a los líderes superiores, lo que llevó a sus compañeros y colaboradores a tener prejuicios contra ellos. Cuando los líderes superiores enviaron a alguien para ayudar con el trabajo, ella los alienó. No solo no cooperaba, juzgaba y saboteaba la obra, decía que la persona enviada por los líderes no podía resolver problemas, lo que implicaba que no se hacía el trabajo. Tras oír esto, comprendí que esa persona bien podía ser un anticristo, así que hablé con colaboradores sobre remplazarla rápidamente. Pero luego supe que Li Na era la hermana menor de mi compañera. Si remplazaba a Li Na, ¿qué pensaría mi compañera de mí? ¿Diría que yo tenía un problema con Li Na? Tenía dudas, sentía cada vez más conflicto y no sabía qué hacer. Entonces me di cuenta de que mi estado mental y mis intenciones estaban equivocados. Otra vez intentaba proteger mis propios intereses. Recordé que la última vez, como me había preocupado mucho protegerme, no expuse al anticristo a tiempo, y así dañé gravemente la obra de la iglesia, una transgresión que nunca podría corregir. No podía proteger mis propios intereses otra vez, debía practicar la verdad y salvaguardar la obra de la iglesia. Sin importar lo que otros pensaran de mí, lo primordial era cumplir la voluntad de Dios. Mis colaboradores y yo destituimos a Li Na según los principios. Después, las investigaciones revelaron que Li Na continuamente se exaltaba a sí misma y alardeaba para engañar a otros y hacerlos caer en trampas, controlar la iglesia y establecer un reino independiente. Ella era un anticristo. La mayoría de la gente de su iglesia votó para expulsarla. Experimenté cómo abandonar la carne, practicar la verdad y actuar según los principios me aportó paz, satisfacción y alegría. También comprendí que solo al practicar la verdad uno puede dar testimonio y avergonzar a Satanás. Gracias a Dios por Su guía.

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