Después de la expulsión de mi tío

27 Mar 2025

Por Ye Qiu, China

Mi tío es doctor de medicina china tradicional. Cuando tenía diez años, tuve un accidente y no podía parar de vomitar sangre. Fue mi tío quien me salvó en ese momento crítico. Siempre había recordado la bondad de mi tío al salvarme la vida y pensaba que debía retribuírsela adecuadamente cuando creciera. En 2008, mi papá falleció a causa de una enfermedad. Cuando toda nuestra familia estaba inmersa en la tristeza, mi tío nos predicó el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. Esto no solo nos dio algo en que apoyarnos, sino también una ocasión de perseguir la verdad y alcanzar la salvación, lo que me hizo estar aún más agradecida con mi tío. Por la muerte de mi padre, a mi madre le costaba pagar la educación de sus tres niños. Entonces, mi tío me recibió en su hogar, donde podía creer en Dios y además estudiar medicina con él. Vivía y comía en su casa. Mi salud no era muy buena y mi tío solía prepararme comidas nutritivas. Me trataba como si fuera su propia hija, así que estaba completamente agradecida con él, y pensaba que, si él tuviera alguna dificultad en el futuro, siempre que pudiera, haría todo lo posible por ayudarle.

En 2011, la iglesia determinó que mi tío era una persona malvada. Era arrogante, vanidoso, causaba problemas irrazonables y no aceptaba la verdad en absoluto. Atormentaba a los que le hacían sugerencias y, a menudo, juzgaba, atacaba y condenaba a los líderes y obreros. Provocaba conflictos entre los líderes y los hermanos y hermanas, lo que perturbaba gravemente la vida y la obra de la iglesia. Reprimía tanto a los hermanos y hermanas que no se atrevían a interactuar con él, y él se negaba a arrepentirse a pesar de las reiteradas pláticas. La iglesia decidió expulsarlo. En aquel entonces, el líder me preguntó si aceptaba firmar, y me generó un gran conflicto. El comportamiento de mi tío era muy evidente; incluso a mí me había hecho llorar por su desprecio y sus ataques. Pero pensaba: “Si firmo y él lo descubre, ¿qué pensará de mí? Mi tío me salvó la vida cuando era niña, nos predicó el evangelio y me enseñó sobre medicina. Es bueno conmigo de tantas maneras y, si firmo, ¿no dirá que soy cruel y desagradecida?”. Sin embargo, en ese momento, el líder leyó un pasaje de las palabras de Dios que realmente me conmovió. Dios dice: “¿Según qué principio piden las palabras de Dios que la gente trate a los demás? Ama lo que Dios ama y odia lo que Dios odia. Ese es el principio al que hay que atenerse. Dios ama a los que persiguen la verdad y son capaces de seguir Su voluntad; esas son también las personas a las que debemos amar. Aquellos que no son capaces de seguir la voluntad de Dios, que lo odian y se rebelan contra Él, son personas detestadas por Dios, y nosotros también debemos detestarlas. Esto es lo que Dios pide del hombre. […] Durante la Era de la Gracia, el Señor Jesús dijo: ‘¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?’. ‘Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre’. Estas palabras ya existían en la Era de la Gracia, y ahora las palabras de Dios son incluso más claras: ‘Ama lo que Dios ama, y odia lo que Dios odia’. Estas palabras van directas al grano, pero las personas a menudo son incapaces de captar su verdadero sentido(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). Al leer las palabras de Dios, me sentí un poco culpable. Era claro que mi tío se había comportado como una persona malvada, pero aun así, no quería firmar. ¿Acaso no estaba tolerando sus continuos trastornos y perturbaciones en la iglesia? En lugar de actuar desde el afecto, debía poner en práctica las palabras de Dios. “Ama lo que Dios ama, y odia lo que Dios odia”. Entonces, firmé.

En 2012, la iglesia emitió un aviso sobre la expulsión de mi tío, y yo tenía miedo de enfrentarlo todo el tiempo. Más adelante, cuando mi tío descubrió que había firmado, ¡me regañó por mi falta de discernimiento y me llamó zopenca! Después de que me dijera eso, entendí que no había reflexionado ni llegado a una comprensión sobre sus acciones malvadas en absoluto. Pero, todavía me preguntaba si había sido demasiado cruel y desagradecida con él al firmar. Más adelante, me fui de la casa de mi tío para cumplir con las necesidades de mi deber. Si bien ya no tenía que enfrentar a mi tío, sus regaños aún persistían en mi mente. Más adelante, sucedió algo en particular que me hizo sentir incluso más en deuda con mi tío, y terminé haciendo algo que se oponía a Dios.

Hacia finales de 2016, estaba fuera de casa cumpliendo mi deber y los hermanos y hermanas me enviaron al hospital por una neumonía grave y un derrame pleural. Mi tío llegó enseguida al hospital, me cuidó incansablemente y puso dinero y esfuerzo. Mi presión sanguínea estaba peligrosamente baja, y me trató con acupresión. Después de mi alta, incluso preparó medicinas chinas tradicionales para ayudarme a recuperarme. Al ver que aún era bueno conmigo a pesar de que había firmado su expulsión, la culpa que sentía hacia él era cada vez más fuerte. En aquel entonces, mi tío me contó cómo había continuado predicando el evangelio en los últimos años, incluso después de su expulsión, y que había llevado a muchas personas a Dios. Incluso el PCCh lo había detenido por predicar el evangelio, y le había allanado la casa, confiscado sus pertenencias y cerrado su farmacia. Perdió más de 100.000 yuanes. A pesar de la persecución del gran dragón rojo, no reveló dónde se guardaban los libros de la palabra de Dios. Sin embargo, cuando el PCCh le mostró fotos y le pidió que identificara a los hermanos y hermanas, reconoció que una de las hermanas era una líder. Era la líder que lo había expulsado unos años antes. Después de contarme esto, me reprochó que no tenía conciencia. Me dijo que él me veía como una hija y me cuidaba como un padre, pero que yo, en cambio, no había actuado humanamente, sino como un animal despiadado. Cuando lo oí hablar de estas cosas, me sentí en deuda y, al mismo tiempo, me compadecí de él. Por aquel entonces, escuché a los líderes del nivel superior decir que, si aquellos a los que habían expulsado mostraban arrepentimiento y seguían creyendo en Dios y difundiendo el evangelio, la iglesia podría aceptarlos nuevamente. Eso me hizo pensar en mi tío. Pensé que, aunque lo habían expulsado, él había estado difundiendo el evangelio en los últimos años. Aunque el PCCh lo detuvo e interrogó, él no negó a Dios. ¿Sería posible que aceptaran de nuevo a mi tío en la iglesia? Incluso hasta estaría bien si tan solo predicara el evangelio y fuera mano de obra para compensar sus actos inmorales del pasado. Tras eso, si otros le platicaran más acerca de las palabras de Dios, ¿no podría de a poco reflexionar sobre los actos malvados que había cometido, arrepentirse y cambiar? Si yo podía lograr que lo aceptaran nuevamente en la iglesia, ¿no vería que yo sí tenía conciencia y no era tan desagradecida? Cuando se me ocurrió esto, sentí como si hubiera encontrado una oportunidad para reparar el daño y retribuir su bondad. Entonces, escribí un informe a la líder sobre los buenos comportamientos de mi tío. Pero el hecho de que había identificado la foto de la líder de la iglesia ante la policía, sus quejas en mi presencia y los sermones que me había dado, todo eso lo omití. Más adelante, los líderes dispusieron que alguien se encontrara con él y viera si cumplía los criterios para ser aceptado de vuelta en la iglesia. Unos días después, una hermana me dijo: “Cuando fuimos a la casa de tu tío y le preguntamos de qué forma había reflexionado sobre sí mismo e intentado conocerse, se exasperó y dijo: No están aquí para investigar la verdad en absoluto. Tú y tus líderes solo se cubren entre sí. Están todos juntos en esto’. Parecía que estaba a punto de golpearnos, y tu tía era la que lo convencía de que no lo hiciera y lo sujetaba. Luego, empezó a agitar las manos y vociferar sobre el pasado, asignó culpas y se aferró obstinadamente, atacó y juzgó a los líderes. Nos dimos cuenta de que no se comprende a sí mismo para nada y de que no está listo para que lo aceptemos de vuelta en la iglesia”. Luego, la hermana también me habló sobre discernir y reconocer la esencia de mi tío, y me preguntó qué entendía sobre el tema. Ante el comportamiento de mi tío, no podía decir nada; realmente no estaba listo para que lo aceptaran.

Después, busqué las palabras de Dios relevantes para mis problemas. Esto es lo que leí: “Todos los que han sido corrompidos por Satanás tienen un carácter corrupto. Algunos no tienen nada más que un carácter corrupto, mientras que otros son diferentes: no solo tienen un carácter satánico corrupto, sino que su naturaleza también es extremadamente malévola. No solo sus palabras y acciones revelan su carácter corrupto y satánico; además, estas personas son los auténticos diablos y satanases. Su comportamiento trastorna y perturba la obra de Dios, perturba la entrada en la vida de los hermanos y hermanas y daña la vida normal de de iglesia. Tarde o temprano, estos lobos con piel de oveja deben ser depurados; debe adoptarse una actitud despiadada, una actitud de rechazo hacia estos lacayos de Satanás. Solo esto es estar del lado de Dios y aquellos que no lo hagan se están revolcando en el fango con Satanás(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad). “¿Quién es Satanás, quiénes son los demonios y quiénes son los enemigos de Dios, sino los opositores que no creen en Dios? ¿No son esas las personas que son rebeldes contra Dios? ¿No son esos los que verbalmente afirman tener fe, pero carecen de la verdad? ¿No son esos los que solo buscan obtener las bendiciones, mientras que no pueden dar testimonio de Dios? Todavía hoy te mezclas con esos demonios y los tratas con conciencia y amor, pero, en este caso, ¿no estás teniendo buenas intenciones con Satanás? ¿Acaso no te estás compinchando con los demonios? Si las personas han llegado a este punto y siguen sin ser capaces de distinguir entre lo bueno y lo malo, y continúan siendo ciegamente amorosas y misericordiosas sin ningún deseo de buscar las intenciones de Dios o sin ser capaces de ninguna manera de considerar las intenciones de Dios como propias, entonces su final será mucho más desdichado. Cualquiera que no cree en el Dios en la carne es Su enemigo. Si puedes tener conciencia y amor hacia un enemigo, ¿no careces del sentido de la rectitud? Si eres compatible con los que Yo detesto y con los que estoy en desacuerdo, y aun así tienes amor o sentimientos personales hacia ellos, entonces ¿acaso no eres rebelde? ¿No estás resistiéndote a Dios de una manera intencionada? ¿Posee la verdad una persona así? Si las personas tienen conciencia hacia los enemigos, amor hacia los demonios y misericordia hacia Satanás, ¿no están trastornando de manera intencionada la obra de Dios?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Las palabras de Dios me hicieron sentir profundamente juzgada. Mi tío llevaba varios años expulsado. Si hubiera tenido un poco de conciencia o razón, después de hacer tantas cosas que dañaron a personas, trastornaron y perturbaron la vida en la iglesia y se oponían a Dios, habría tenido cargo de conciencia. Habría reflexionado sobre sí mismo, sentido pena y se habría arrepentido. En especial, en este tiempo, los hermanos y hermanas, junto conmigo, habíamos hablado con él y le habíamos señalado sus problemas, pero todavía no se comprendía a sí mismo en absoluto, incluso había sentido odio por mí en los últimos años y más aún por los líderes. Creía que su expulsión había sido solamente por causa de otros, guardaba resentimiento hacia la líder que lo había expulsado, e incluso identificó su foto ante la policía. Después, continuó esparciendo sus prejuicios contra la líder, a quien condenaba como una falsa líder y anticristo. Era claro que tenía la esencia de una persona malvada, que su naturaleza era aversa y odiaba la verdad, y que nunca se arrepentiría ni cambiaría. Ante una persona en verdad malvada, seguía centrándome en que yo tenía una conciencia y que debía retribuir su bondad. Hasta lo defendía y hablaba bien de él, con la esperanza de que lo aceptaran de nuevo en la iglesia. Era realmente ciega y necia, no podía distinguir entre el bien y el mal. ¿Acaso no estaba intentando ganarme el favor de Satanás al ponerme del lado de personas malvadas y resistirme a Dios?

Después, leí un pasaje de las palabras de Dios y gané cierta comprensión del carácter justo de Dios. Luego, reforcé la convicción de que no deberían volver a aceptar a mi tío en la iglesia. Dios dice: “No me importa lo meritorio que sea tu trabajo duro, lo impresionantes que sean tus cualificaciones, lo cerca que me sigas, lo renombrado que seas ni cuánto hayas mejorado tu actitud; mientras no hayas cumplido Mis exigencias, nunca podrás conseguir Mi elogio. Desechad todas esas ideas y cálculos vuestros tan pronto como sea posible, y empezad a tomaros en serio Mis requisitos. De lo contrario, convertiré a todas las personas en cenizas con el fin de terminar Mi obra; y, en el peor de los casos, convertiré en nada Mis años de obra y sufrimiento, porque no puedo llevar a Mi reino o a la era siguiente a Mis enemigos ni a esas personas que apestan a maldad y tienen la apariencia de Satanás(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las transgresiones conducirán al hombre al infierno). Después de leer las palabras de Dios, pude sentir Su carácter santo, justo e inofendible, y también comprendí los principios que Dios tiene para tratar a las personas. Cuando escuché que los líderes del nivel superior decían que, si aquellos que habían sido expulsados seguían creyendo en Dios, predicando el evangelio y mostraban arrepentimiento, la iglesia podría aceptarlas nuevamente, comparé esto con el comportamiento externo de mi tío. Pensé en que había continuado predicando el evangelio después de que lo expulsaran y en que no había negado a Dios cuando el gran dragón rojo lo detuvo y lo perseguía. Por esto, pensé que todavía podrían aceptarlo a pesar de su falta de reflexión y comprensión de sí mismo. Después de leer las palabras de Dios, me di cuenta de que Dios tiene estándares para medir a las personas y que, a la vez, la iglesia tiene principios para aceptar a las personas. Especialmente en el caso de aquellos expulsados en el pasado por cometer hechos malvados, es fundamental evaluar si han comprendido verdaderamente sus hechos malvados y se han arrepentido y cambiado. Si no es el caso, la iglesia no puede volver a aceptarlos. Tras su expulsión, si bien mi tío continuó predicando el evangelio y mostrando ciertas conductas buenas, no había reflexionado ni llegado a una comprensión sobre los hechos malvados que había cometido o su naturaleza corrupta en absoluto. No importaba cómo los demás lo hablaran y le señalaran sus problemas o lo podaran y lo expusieran, él no lograba comprender. Incluso era hostil con quienes lo instaban a reflexionar sobre sí mismo y esparcía prejuicios contra los líderes, desorientaba a las personas y trastornaba y perturbaba la vida en la iglesia. Un diablo de persona tan obviamente malvado fue expulsado enteramente por la justicia de Dios. Es como Dios dice: “Porque no puedo llevar a Mi reino o a la era siguiente a Mis enemigos ni a esas personas que apestan a maldad y tienen la apariencia de Satanás”. Pero, aún así, intervine a su favor porque quería que la iglesia lo volviera a aceptar. ¿No me estaba oponiendo a Dios? ¡Al darme cuenta de eso, sentí aún más que no entendía la verdad y que era extremadamente ignorante y necia!

Más adelante, como todavía necesitaba recuperarme de mi enfermedad, a menudo interactuaba con mi tío. Su comportamiento empeoró aún más, no sólo juzgaba a los líderes, también hablaba con arrogancia y juzgaba al hombre usado por el Espíritu Santo. Esto me hizo ver aún más claramente su esencia de odiar la verdad y ser enemigo de Dios. Además, me sentí culpable y arrepentida por haber hablado aquella vez a su favor. No pude evitar preguntarme: “¿Por qué siempre he querido retribuir la bondad a una persona absolutamente malvada?”. No pude encontrar el motivo hasta que, más adelante, leí un pasaje de las palabras de Dios y encontré la raíz del problema. Dios Todopoderoso dice: “Las afirmaciones sobre la conducta moral como ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’ no indican a las personas exactamente cuáles son sus responsabilidades en la sociedad y entre la humanidad. Por el contrario, son una forma de obligar o forzar a las personas a actuar y pensar de una determinada manera, independientemente de si quieren hacerlo o no, y sin importar las circunstancias o el contexto en el que les ocurren estos actos de amabilidad. En la antigua China, hay muchos ejemplos en los que se devuelve la amabilidad. Por ejemplo, un niño mendigo hambriento fue acogido por una familia que lo alimentó, lo vistió, lo entrenó en artes marciales y le enseñó todo tipo de conocimientos. Esperaron a que creciera y empezaron a utilizarlo como fuente de ingresos, enviándolo a hacer el mal, a matar gente, a hacer cosas que no quería hacer. Si consideras su historia a la luz de todos los favores que recibió, entonces que se salvara fue algo bueno. Pero si se considera lo que se vio obligado a hacer después, ¿fue realmente bueno o malo? (Fue malo). Pero con el condicionamiento de la cultura tradicional, como ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’, la gente no puede hacer esta distinción. A primera vista, parece que el chico no tenía más remedio que hacer el mal y herir a la gente, convertirse en un asesino, cosas que la mayoría de la gente no desearía hacer. Pero ¿acaso el hecho de que hiciera estas cosas malas y matara a instancias de su amo no provenía, en el fondo, de un deseo de devolverle su amabilidad? Sobre todo a causa del condicionamiento de la cultura tradicional china, como ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’, la gente no puede evitar verse influida y controlada por estas ideas. La forma en que actúan y las intenciones y motivaciones que hay detrás de esos actos están sin duda constreñidas por ellas. Cuando el chico se vio en esa situación, ¿qué habrá sido lo primero que pensó? ‘Esta familia me ha salvado y se ha portado bien conmigo. No puedo ser desagradecido, debo devolverles su amabilidad. Les debo la vida, así que debo dedicársela a ellos. Debo hacer todo lo que me pidan, aunque eso signifique hacer el mal y matar gente. No puedo considerar si está bien o mal, simplemente debo corresponder a su amabilidad. ¿Merecería que se me siguiera considerando humano si no lo hiciera?’. En consecuencia, cada vez que la familia quería que asesinara a alguien o hiciera algo malo, él lo hacía sin ninguna duda o reserva. Entonces, ¿acaso su conducta, sus acciones y su obediencia incondicional no estaban dictadas por la idea y el punto de vista de que ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’? ¿No estaba cumpliendo ese criterio de conducta moral? (Sí). ¿Qué observas en este ejemplo? ¿Es bueno o no el dicho de que ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’? (No lo es, no tiene ningún principio). En realidad, una persona que retribuye la amabilidad sí tiene un principio. A saber, que la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud. Si alguien te hace un favor, tú debes devolvérselo. Si no lo haces, no eres humano y no hay nada que puedas decir si te condenan por ello. Ya lo dice el refrán: ‘La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial’; pero, en este caso, el chico recibió un gesto de amabilidad que no era pequeño, pues incluso le salvó la vida, así que, con más razón, tuvo que devolverlo con una vida. No sabía cuáles eran los límites ni los principios para retribuir la amabilidad. Creía que esa familia le había dado la vida, por lo que tenía que dedicársela a cambio y hacer todo lo que le exigieran, incluido el asesinato u otros actos de maldad. Esta forma de devolver la amabilidad no tiene principios ni límites. Actuó como cómplice de los malhechores y, a la vez, se malogró a sí mismo. ¿Resultó correcto que devolviera la amabilidad de esta manera? Por supuesto que no. Fue una manera insensata de hacer las cosas(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (7)). Después de leer las palabras de Dios, reconocí que siempre me había sentido en deuda y culpable con mi tío, y quería reparar el daño y retribuir su bondad. Esto se debió principalmente a que me encontraba atada y limitada por el pensamiento moral de que “la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud” y “la amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial”. Creía que si alguien me había dado una mano cuando más la necesitaba, o había salvado mi vida en un momento de crisis, debía recordar esa bondad por siempre y retribuirla adecuadamente en el futuro. Solo así tendría conciencia y humanidad. Si no sabía retribuir la bondad recibida, sería inhumana y desagradecida, y me despreciarían y me dirían que era una ingrata. Tomemos como ejemplo a mi madre. Tiene cuatro hermanos. En el pasado, su familia tenía problemas financieros. Para pagar los estudios de mi tío mayor, mi tío menor y mi madre renunciaron a sus posibilidades de seguir estudiando. Con el tiempo, mi tío mayor consiguió un trabajo estable. En un principio, la familia esperaba que ayude a mantener a sus hermanos. Sin embargo, no ayudó a sus hermanos, e incluso tampoco mantuvo a su propia madre. Todos nuestros familiares y amigos le dijeron que era desagradecido, y se convirtió en alguien a quien todos desdeñaban. Al crecer en un entorno así, sentí que debía convertirme en una persona con conciencia en el futuro, alguien que supiera retribuir la bondad. Era la influencia de ese modo de pensar lo que me hizo incapaz, cuando me sucedían cosas, de discernir entre el bien y el mal, o a qué clase de persona estaba retribuyendo, y no me importaba si mis acciones estaban de acuerdo con los principios-verdad. Cada vez que alguien había sido bondadoso conmigo, sentía la necesidad de recordarlo y retribuirlo. Lo mismo me sucedió con mi tío. Cuando llegó el momento de firmar para expulsarlo, como me había salvado la vida, nos había predicado el evangelio de Dios de los últimos días y me había tratado como si fuera su propia hija, esa bondad hizo que me costara firmar. Temía que, al hacerlo, me convirtiera en una persona desagradecida y sin conciencia. Aunque finalmente firmé, mi conciencia no podía superarlo y me sentía en deuda con él. Además, cuando me enfermé mientras cumplía con mi deber fuera de casa, mi tío acudió enseguida y puso mucho dinero y esfuerzo para cuidarme, lo que me hizo sentir incluso más culpable. Entonces, después de escuchar la enseñanza de los líderes del nivel superior sobre los principios para aceptar a las personas, quise aprovechar esa oportunidad para retribuir a mi tío. Como consecuencia, aunque era claro que mi tío no había reflexionado ni logrado una comprensión sobre el mal que había hecho en los últimos años, e incluso guardaba resentimiento por su expulsión y había identificado a la líder de la iglesia que lo había expulsado ante el gran dragón rojo, debido a que estaba dominada por el pensamiento de que “la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”, hablé bien de él delante de los líderes, encubrí y oculté su mala conducta, con la esperanza de que lo aceptaran nuevamente en la iglesia, lo que me permitiría pagar mi deuda. Me di cuenta de que el pensamiento tradicional de que “la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud” me estaba limitando, y me imposibilitaba distinguir el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto. Me hizo actuar sin ningún principio ni balance moral. Ahora era el momento de purificar la iglesia y depurar a la gente malvada, a los anticristos e incrédulos. Si seguía concentrada en mostrar que tenía conciencia y en retribuir la bondad de las personas malvadas, con el deseo de que las aceptaran de nuevo en la iglesia, ¿no estaba siendo cómplice de personas malvadas y causando trastornos y perturbaciones? ¿Qué diferencia había entre la naturaleza de mi comportamiento y el de un mendigo que comete un asesinato para retribuir la bondad que describía Dios? Al comprender esto, vi claramente la falacia y el veneno del pensamiento moral tradicional de que “la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”. Es una falacia absolutamente desorientadora y corruptiva.

Después, leí más palabras de Dios. “Hay que discernir el concepto cultural tradicional de que ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’. Lo más importante es la palabra ‘amabilidad’: ¿cómo hay que ver esta amabilidad? ¿A qué aspecto y naturaleza de la amabilidad se refiere? ¿Cuál es el significado de ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’? La gente ha de descubrir las respuestas a estas cuestiones y en ninguna circunstancia constreñirse a esta idea de devolver la amabilidad; se trata de algo absolutamente esencial para alguien que persiga la verdad. ¿Qué es la ‘amabilidad’ según las nociones humanas? En un nivel menor, la amabilidad es alguien que te ayuda cuando tienes problemas. Por ejemplo, alguien que te da un cuenco de arroz cuando estás hambriento, o una botella de agua cuando te mueres de sed, o que te ayuda a levantarte cuando te caes y no puedes levantarte. Todos estos son actos de amabilidad. Un gran acto de amabilidad es que alguien te rescate cuando estés en una situación desesperada, es decir, que te salve la vida. Cuando estás en peligro mortal y alguien te ayuda a evitar la muerte, en esencia te está salvando la vida. Estas son algunas de las cosas que la gente percibe como ‘amabilidad’. Este tipo de amabilidad supera con creces cualquier favor insignificante y material: es una gran amabilidad que no puede medirse en términos de dinero o cosas materiales. Quienes la reciben sienten un tipo de gratitud que es imposible expresar con unas pocas palabras de agradecimiento. Sin embargo, ¿es correcto que la gente mida la amabilidad de esta manera? (No). ¿Por qué dices que no es correcto? (Porque esta medida se basa en las normas de la cultura tradicional). Esta es una respuesta basada en la teoría y la doctrina, y aunque pueda parecer correcta, no llega a la esencia de la cuestión. Entonces, ¿cómo se puede explicar esto en términos prácticos? Pensadlo detenidamente. Hace un tiempo, oí hablar de un video en Internet en el que a un hombre se le cae la cartera sin darse cuenta. La cartera la recoge un perro pequeño que le persigue, y cuando el hombre ve esto, golpea al perro por robarle la cartera. Absurdo, ¿verdad? El hombre tiene menos moral que el perro. Las acciones del perro fueron totalmente acordes con las normas humanas de moralidad. Un ser humano le habría gritado: ‘¡Se te ha caído la cartera!’. Sin embargo, como el perro no podía hablar, se limitó a recogerla en silencio y a correr detrás del hombre. Por tanto, si un perro puede llevar a cabo algunos de los buenos comportamientos fomentados por la cultura tradicional, ¿qué dice eso de los seres humanos? Los seres humanos nacen con conciencia y razón, así que son mucho más capaces de hacer estas cosas. Mientras alguien posea el sentido de su conciencia, puede cumplir con este tipo de responsabilidades y obligaciones. No es necesario trabajar duro ni pagar un precio, requiere poco esfuerzo y se trata simplemente de hacer algo útil, algo que beneficie a los demás. Pero la naturaleza de este acto, ¿se puede calificar realmente de ‘amabilidad’? ¿Llega a ser un acto de amabilidad? (No). Puesto que no lo es, ¿debe la gente hablar de retribuirlo? Eso sería innecesario(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (7)). “Si Dios quiere salvarte, sin importar los servicios de quién utilice para lograrlo, primero debes agradecer a Dios y aceptarlo de parte de Él. No debes dirigir tu gratitud únicamente hacia las personas, por no hablar de ofrecer tu vida a alguien en agradecimiento. Esto es un grave error. Lo fundamental es que tu corazón esté agradecido a Dios y que lo aceptes de parte de Él(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (7)). Después de leer las palabras de Dios, gané una nueva comprensión y definición de la “bondad” a la que se hace referencia en la frase: “La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”. Solía pensar que, si alguien me había dado una mano, o incluso me había salvado la vida cuando enfrenté dificultades o peligros o cuando mi vida estuvo en riesgo, eso era un gran acto de bondad que debía recordar y retribuir en el futuro. Ahora, a través de las palabras de Dios, me di cuenta de que todo eso no podía llamarse bondad; eran simplemente instintos humanos, lo que podía hacer cualquier persona con conciencia. Con respecto a mi tío, como doctor, salvarme la vida al ver que estaba en peligro era algo bastante normal y su responsabilidad. Además, este aliento mío viene de Dios; mi vida y mi muerte están bajo la soberanía de Dios. No estoy viva solo porque mi tío me salvó. Cuando, tras la muerte de mi padre, mi madre luchó para cubrir el alto costo de tener varios hijos, mi tío me enseñó sobre medicina y me dejó comer y vivir en su casa, y, al ver que mi salud era mala, me dio alimentos nutritivos. También me cuidó varios años después cuando estaba hospitalizada. Todo eso era la soberanía y el plan de Dios, y yo debía aceptarlos de Su parte. Además, mi tío nos predicó el evangelio de Dios de los últimos días, lo cual también fue la soberanía y el plan de Dios. ¡A quien debía agradecer era a Dios! Al comprender eso, finalmente me sentí aliviada de la culpa que sentía hacia mi tío.

A través de esta experiencia, he llegado a ver claramente la falacia del pensamiento moral tradicional de que “la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud” y cómo ata y daña a las personas. Sin esto, habría seguido retribuyendo la bondad indiscriminadamente sin principios ni un balance moral, incluso resistiéndome a Dios sin darme cuenta. Fue por las palabras de Dios que tomé conciencia de esto. ¡Gracias a Dios!

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Contenido relacionado

Reflexiones sobre el fingimiento

Por Su Kai, ChinaEl 6 de marzo de 2023, la líder programó una reunión con varios compañeros, incluyéndome a mí. Por lo general, esperaba...